Cuerpos inoperantes y dispositivos espaciales de politización

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Descripción

Cuerpos inoperantes y dispositivos espaciales de politización. Lucía Jalón Oyarzun Arquitecta | GI Paisaje Cultural | www.manufacturadecentauros.com

Mesa: Crisis de la ciudad: habitar el espacio urbano hoy [versión 19/03/2015]

–0– INDICADORES TÁCTICOS. “...me gustaría que [el imperativo que sirve de base al análisis teórico] se limitara a ser un imperativo condicional de este tipo: si quiere luchar, aquí tiene algunos puntos clave, algunas líneas de fuerza, algunos cerrojos y algunos obstáculos. En otras palabras, me gustaría que esos imperativos no fuesen otra cosa que indicadores tácticos.”1

Una aproximación a la ciudad contemporánea como campo de fuerzas reales, en palabras de Michel Foucault, “el círculo de la lucha y la verdad, es decir, de la práctica filosófica, justamente.” De la práctica filosófica y la arquitectónica. Proponemos, desde esta interacción entre saberes, una serie de indicadores tácticos para una práctica arquitectónica que abandone el rol del arquitecto como solucionador y diseñador de ficciones resolutivas2, para reconocerse, en cambio, como fuerza participante en lo real. Para actuar desde una posición informada en la ciudad contemporánea, desarrollando unas nuevas estrategias y el instrumental correspondiente, capaces de reconocer y aprovechar los potenciales del presente, se hace imprescindible trazar nuestra propuesta desde lo político. Un concepto cuyo significado está estrechamente relacionado con la producción del espacio, no sólo histórica sino ontológicamente. –1– ESPACIO(S) DE LO POLÍTICO

“…hacer salir a la política de su ocultación…”3

En los últimos años han surgido numerosas lecturas, propuestas y estrategias en nuestro ámbito que buscan recuperar como motor de su discurso la tensión entre arquitectura y política. Aunque no es nuestro objetivo describir aquí este paisaje, dos figuras singulares, Pier Vittorio Aureli y Markus Miessen, nos ayudarán a establecer las bases de nuestra investigación, por estar su pensamiento fundamentado en el concepto de lo político y reconocer su no equivalencia al de la política4. Sus respectivos discursos, presentes tanto en escritos como en proyectos5, explicitan la importancia de pensar la unión entre arquitectura y lo político y nos permiten entender que, según la definición de lo político desde la que operemos, entran en juego diferentes, y determinantes, lecturas del espacio. El arquitecto italiano Pier Vittorio Aureli construye su propuesta a partir de la relación entre forma y política, donde “lo político equivale a lo formal, y lo formal se traduce en la idea de un límite.”6 A partir del pensamiento de Hannah Arendt, Aureli entiende que “lo político no existe como parte esencial del ser humano,” sino que tiene lugar, como relación, fuera del hombre. Reside en el                                                                                                                 1

Foucault, Michel. Seguridad, Territorio, Población: curso del Collège de France, 1977-1978. Madrid: Akal, 2008. p.15. Término desarrollado por Pablo Bustinduy y Jorge Lago en el curso “Política y Ficción” organizado, los días 25 y 26 de enero de 2014, y que agradezco a Mateo Fernández-Muro. 3 Agamben, Giorgio. Homo Sacer: el poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-Textos, 2003, p.13. 4 Véase Rancière, Jacques. El desacuerdo: política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión, 1996. 5 Aunque en el presente artículo nos centraremos particularmente en Aureli, Pier Vittorio. The Possibility of an Absolute Architecture. Cambridge, Mass: MIT Press, 2011; y Miessen, Markus. The Nightmare of Participation: crossbench praxis as a mode of criticality. New York: Sternberg Press, 2010. 6 Aureli, The Possibility of an Absolute Architecture, p.27. 2

espacio intermedio entre dos partes autónomas y en la decisión de articular dicha relación. Recurriendo a Carl Schmitt y su distinción amigo-enemigo, el arquitecto se centra en el enemigo (hostis) como figura que nos permite salir de nosotros mismos al ofrecernos “el contorno preciso de nuestra propia figura, de nuestra propia posición.”7 Lo formal, como lo político, se define en la delimitación de las partes en relación. Este concepto de agonismo está también en el origen de la propuesta de Markus Miessen8. Sin embargo, su comprensión de la arquitectura, fundada en la figura de Cedric Price, le distancia radicalmente de Aureli: “Muchos arquitectos han confundido la arquitectura como un esfuerzo escultórico. (…) Una de las ideas mejores y más valiosas de Cedric … es que el edificio no tiene porqué ser un objeto. No tiene que ser necesariamente físico.”9 La centralidad de la forma es sustituida por la del tiempo, y lo político deja de definirse en la delimitación de las partes para constituirse en el conflicto del proceso. Por nuestra parte, trabajaremos con un concepto de lo político que restituye la política a su rango ontológico, resituándola en el cuerpo, humano o no, que es definido por su potencia (constituyente y destituyente), y entendiendo este cuerpo como generador del espacio: “La materialidad de mi cuerpo coincide, y lucha, con la materialidad del espacio. Mi cuerpo contiene propiedades y determinación espaciales: arriba, abajo, derecha, izquierda, simetría, asimetría.”10 La elaboración de este concepto surge de un fuego cruzado, y no resuelto, entre las investigaciones sobre el poder constituyente de Antonio Negri11, el proyecto de “una nueva y coherente ontología de la potencia [que] sustituya la ontología fundada sobre el principio del acto”12 elaborado por Giorgio Agamben en su serie Homo Sacer, y el enlace necesario entre física, ética y política expresado por Baruch Spinoza, con especial atención a sus conceptos de cuerpo, conatus y multitud. *

¿Qué consecuencias espaciales tiene cada una de estas lecturas? En las aproximaciones de Aureli o Miessen lo político se presenta como una actividad o relación exterior que se despliega en la ciudad, y de esta forma la polis—su espacio y su arquitectura—, queda reducida a mero escenario estático en el que se despliega una acción cualificada exteriormente como política. Esta cualificación, o salida a escena, implica la existencia de toda una serie de procesos de politización: mecanismos y estrategias que buscan sostener la exclusión y ocultación de la potencia individual como origen de la dimensión política de lo real. Este potencial de acción (o no acción) que subyace en el cuerpo individual, nos obliga a pensar y trabajar con un espacio que no funciona como escena cartesiana para la representación sino como corporeidad múltiple producida, un campo complejo de relaciones en el que descubrirse encarnado, no sólo localizado, y en el que el límite no es frontera entre objetos sino lazo y dimensión común13. Los conceptos e instrumentos básicos derivados de esta lectura del espacio han sido analizados en otros textos14 por lo que, aquí, nos centraremos en las formas e instrumentos espaciales de esta politización. *

                                                                                                                7

Aureli, The Possibility of an Absolute Architecture, p.29. Miessen toma este concepto a partir del trabajo de Chantal Mouffe. 9 Miessen, The nightmare of participation, p.258. 10 Bernard Tschumi en “The Architectural Paradox”, Architecture Theory since 1968, Hays, K Michael (ed.). Cambridge, Mass: The MIT Press, 1998, p.223. 11 Negri, Antonio. El poder constituyente: ensayo sobre las alternativas de la modernidad. Madrid: Libertarias-Prodhufi, 1994. 12 Agamben, Homo Sacer, p.62. 13 Concepto que desarrollamos a partir del trabajo de Darío Gazapo y Concha Lapayese en La construcción del paisaje: entre la interioridad y la exterioridad. Pamplona: DAPP Publicaciones Jurídicas, 2009; y de la introducción de Marina Garcès para Blanchot, Maurice, Escritos Políticos, Madrid: Antonio Machado, 2010. A partir de ahí, y para trazar la evolución de la transformación en la comprensión del espacio de escena a campo, véase: desde la arquitectura, Tschumi, The architectural paradox; desde la geografía Massey, Doreen. For Space. London: SAGE, 2005; desde la filosofía Bustinduy, Pablo. “The empty city: democracy and the philosophy of the void,” Displacements: an x’scpae journal, 1 (2014): pp.27-30. Sobre el concepto de lo común veáse Garcés, Marina. Un mundo común. Barcelona: Bellaterra, 2013. 14 Jalón Oyarzun, Lucía. “Common spatialities: the production of the multitude”, en Footprint Delft Architecture Theory Journal, Commoning as differentiated publicness: emerging concepts of the urban and other material realities, Issue 16, Volume 9, Number 1 (Spring 2015), pp.51-68. 8

En la introducción al primer volumen de Homo Sacer, el filósofo italiano Giorgio Agamben se pregunta, “¿tiene la zōḗ15 necesidad de ser politizada o bien lo político está ya contenido en ella como su núcleo más precioso?” 16 Las premisas de Aureli o de Miessen, al partir de una reafirmación de la necesidad de politización, evitan la incómoda, pero necesaria, pregunta subsiguiente: “por qué la política occidental se constituye sobre todo por medio de una exclusión (que es, en la misma medida, una implicación) de la nuda vida.” Aquí, a partir de la definición de lo político dada, queremos entender cómo funciona espacialmente—cómo se configura materialmente—, esa “exclusión inclusiva.” Esta relación de “exclusión inclusiva” está ya presente en la división entre polis y oikos de la ciudad griega, donde la ciudad funciona como el escenario al que se accede poniéndose la máscara de ciudadano, es el lugar donde actúa la vida cualificada; mientras que, en la casa, la “simple vida natural ... queda confinada ... como mera vida reproductiva.” 17 En la polis clásica, la vida cualificada “es diferenciada de la del resto de los vivientes ... por medio de un suplemento de politicidad ligado al lenguaje” que funda toda una serie de relaciones de interior-exterior18. Con la modernidad, la relación de exclusión se introduce en la polis a través de su fragmentación e inscripción en el cuerpo del viviente, se produce “la politización de la nuda vida como tal.”19 Con la transformación de ese cuerpo indiviual en objeto de las estrategias y mecanismos políticos, la política deviene bio-política y la relación interior-exterior se transforma en un “doble vínculo ... constituido por la individuación y por la simultánea totalización de las estructuras del poder moderno.”20 –2– FRAGMENTOS DE UNA GENEALOGÍA DE DISPOSITIVOS ESPACIALES DE POLITIZACIÓN

En la transformación de la relación de exclusión inclusiva residen claves fundamentales para entender la crisis de la ciudad contemporánea: desde la problemática relación entre lo público y lo privado—división fundacional de la ciudad moderna—, hasta su disolución en espacios públicos privatizados e intimidades espectacularmente publicitadas; de la casa como célula habitacional mínima a su atomización y transformación nómada en una ciudad convertida en fábrica infinita... Para entender mejor su funcionamiento espacial ofrecemos aquí breves fragmentos de una genealogía (inacabada) de los dispositivos espaciales de politización modernos21. Es importante recalcar que no se trata de modelos aislados, sino de diagramas que funcionan con mayor o menor intensidad en uno u otro momento, y cuya entramado indiferenciado define nuestra situación contemporánea. *

El dispositivo ENCIERRO sostiene espacialmente los procesos de politización mediante la clasificación del individuo, explicitada materialmente en la inclusión física de su cuerpo—y su esfera de acción—, en una relación de interior/exterior. Estar incluido en uno de los lados cualifica                                                                                                                

15 “Los griegos no disponían de un término único para expresar lo que nosotros entendemos con la palabra vida. Se servían de dos términos, semántica y morfológicamente distintos, aunque reconducibles a un étimo común: zōḗ, que expresaba el simple hecho de vivir, común a todos los seres vivos (animales, hombres o dioses) y bíos, que indicaba la forma o manera de vivir propia de un individuo o un grupo.” Agamben, Homo Sacer, p.9. 16 Ibid., p.21. 17 Ibid., p.10. 18 Ibid., p.11. 19 Ibid., p.13. 20 Ibid., p.14. 21 Estos fragmentos forman parte de una investigación más amplia en relación a la tesis doctoral Lo que puede un cuerpo: lo político como generador de una espacialidad común, en desarrollo en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Con esta genealogía se quiere trazar las transformaciones e hibridaciones de estos dispositivos—así como determinar el papel de la disciplina arquitectónica en su producción y sostenimiento—para poder ofrecer un marco de conocimiento crítico (e independiente de las historias oficiales de la disciplina), desde el que operar en la ciudad contemporánea.

el cuerpo como político—capaz de participar en los asuntos comunes22— mientras que el otro bloquea el acceso a dicha condición. Vemos esta dinámica en juego, por ejemplo, en la separación -

entre nacional y extranjero, binomio que requiere la definición material de la frontera, entre la esfera pública y la privada, donde la primera es consagrada como única escena de lo político frente al espacio doméstico, división que ha servido para sostener el alejamiento de la mujer de la esfera política. entre el ciudadano libre y el cautivo, el internamiento generado a partir de los muros o vallas de la prisión, el hospital o el campo de concentración,

Un caso paradigmático del internamiento es el proceso denominado por Michel Foucault como el Gran Encierro23. La fundación en 1656 del Hôpital Général de París, que pese a su nombre no funcionaba como centro médico, supuso la agrupación administrativa de diversos establecimientos de la ciudad para internar a una creciente población de vagabundos, mendigos, inválidos o prostitutas, que deambulaban por las calles de París. “El orden de los Estados no tolera ya el desorden de los corazones”24, escribe Foucault, y así es, el fenómeno es compartido por muchos de los nacientes estados europeos: en Inglaterra, por ejemplo, existen las houses of correction desde 1575 y en Alemania la primera Zuchthäusern abre en Hamburgo en torno a 1620. El papel del trabajo dentro de estas instituciones era esencial—se convirtieron en una de las respuestas a la crisis económica del siglo XVII25—, sin embargo su utilidad no la definía tanto su “potencia productiva sino ... cierta fuerza de encantamiento moral.”26 Este privilegio del valor moral sobre el varol productivo iba a cambiar pronto de la mano de un emergente liberalismo que,                                                                                                                 22

Rancière, Jacques. El reparto de lo sensible: estética y política. Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2009. Foucault, Michel. Historia de la locura en la Época Clásica, Vol. 1. Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1976. 24 Ibid., p.119. 25 En tiempos de crisis permitían sacar de las calles a los ociosos, evitando así revueltas sociales, mientras que en fases de bonanza ofrecían mano de obra barata con la que equilibrar la subida de los salarios. 26 Ibid., p.112. 23

colocando el cuerpo indiviual como objeto de la nueva biopolítica, pondría en valor esa capacidad productiva de los cuerpos, y dirigiría su atención hacia las posibilidades económicas ligadas a la producción de la vida. Esta centralidad del poder productivo del cuerpo iba a suponer un nuevo interés sobre la potencia individual, pero sólo en la medida en que ésta se resuelve en acto productivo, ya sea físico o inmaterial (conocimiento, comunicación, afectos, subjetividades…). Esta necesidad de optimizar la potencia individual de forma productiva exigía volver a poner la vida natural en el interior de la polis, manteniendo sin embargo la relación de exclusión mediante el doble vínculo de totalización e individuación mencionado anteriormente. Comienza la hibridación entre modelos, “el soberano del territorio se [convierte] en el arquitecto del espacio, disciplinado, pero también y casi al mismo tiempo en regulador de un medio, en el cual no se trata tanto de fijar los límites y las fronteras o de determinar emplazamientos como ... de permitir, garantizar, asegurar distintos tipos de circulación.”27 Ante la necesaria liberación de la capacidad productiva de los cuerpos—que supondrá la atomización del ENCIERRO—, las estrategias de politización se centrarán en su canalización hacia un determinado fin. Así, en 1567, Guillaume de La Perrière puede definir el gobierno como “la recta disposición de las cosas, de las cuales es menester hacerse cargo para conducirlas hasta el fin oportuno.”28 Estas nuevas técnicas de gobernabilidad producirán un dispositivo especial específico, que denominamos GRILLE, y que podemos entender a partir de: 1. La creación de un campo o medio continuo que elimina las barreras y libera a los cuerpos. En el campo, el territorio y la propiedad donde se había jugado el poder de la soberanía jurídica, pasan a ser una variable más dentro de este “complejo constituido por los hombres y las cosas.”29 En su clase del 15 de enero de 1975 en el Collège de France, Michel Foucault explica la diferencia entre los modelos de tratamiento de la lepra en la sociedad medieval tardía, y la peste en la sociedad moderna30. Con la lepra se producía “la expulsión [del enfermo] … hacia un mundo exterior … más allá de las murallas de la ciudad, más allá de los límites de la comunidad.” La peste, por el contrario, establece una cuarentena que incluye al apestado en su interior y convierte la ciudad en una retícula de filtros de análisis cada vez más finos. En esta retícula la “celda” no encierra sino que actúa como marcador que busca “establecer, fijar, dar su lugar, asignar sitios, definir presencias,” disponer en resumen. La retícula es el instrumento abstracto que organiza el campo y asegura su crecimiento ordenado infinito, llegando a ocupar toda la extensión material de lo real y ajustando su granularidad hasta coincidir con la individualidad31. 2. La disposición32 de esos “cuerpos y cosas” como instrumento táctico para la determinación de trayectorias de producción. En el modelo soberano la ley obliga, y lo hace mediante la definición de una espacialidad precisa fundada en límites materiales; en el modelo biopolítico la ley se convierte en táctica que organiza disposiciones capaces de canalizar e intensificar la producción33.                                                                                                                 27

Foucault, Seguridad, Territorio, Población, p.39. Citado en Foucault, Seguridad, Territorio, Población, p.103. Ibid., p.104. Véase también “From object to field: Field conditions in architecture and urbanism,” en Allen, Stan. Practice: architecture, technique + representation. Abingdon: Routledge, 2009, pp.216-243. 30 Foucault, Michel. Los anormales: curso del Collège de France, 1974-1975. Madrid: Akal, 2001, pp.48-52. 31 Ibid., p.51. 32 Desarrollamos nuestro concepto de disposición a partir del trabajo de la arquitecta Keller Easterling, especialmente en su pieza “Disposition” en Hauptmann, Deborah, y Warren Neidich, eds. Cognitive Architecture: From Bio-politics to Noo-politics; Architecture & Mind in the Age of Communication and Information. Vol. 6. 010 Publishers, 2010. Véase también: Jullien, François. La propensión de las cosas: para una historia de la eficacia en China. Barcelona: Anthropos, 2000. 33 Foucault, Seguridad, Territorio, Población, p.107. 28 29

La posición relativa entre las partes que conforman una situación X confiere al conjunto un potencial común de actividad (o inacción). La disposición biopolítica busca generar organizaciones en las que dicho potencial—originalmente no cuantificable ni estable, y que existe independientemente de su transformación, o no, en acto—, vea su área de posibilidades reducida a un único vector dirigido necesariamente hacia la resolución productiva.

* “Ese punto oculto en que confluyen el modelo jurídico-institucional y el modelo biopolítico del poder.”34  

Dirigimos ahora la mirada hacia la espacialidad que toma ese punto ciego resultante de la superposición e hibridación entre los modelos biopolítico y de la soberanía jurídica: la liberación de la capacidad productiva de los cuerpos supone la ruptura o entrecomillado35 del encierro, que, atomizado, es reconstituido en cada cuerpo individual, (dis)puesto a su vez sobre el campo de producción biopolítica36. La GRILLE ha transformado el ENCIERRO en grillete37 y ha convertido al individuo en portador y guardián de la relación de exclusión inclusiva.

                                                                                                                34

Agamben, Homo Sacer, p.15. Sobre el concepto de entrecomillado, véase “La función política del entrecomillado” en Valdecantos, Antonio. La excepción permanente. O la construcción totalitaria del tiempo. Madrid : Díaz & Pons, 2014, pp.21-33. 36 “Tal es la fuerza y, al mismo tiempo, la íntima contradicción de la democracia moderna: ésta no suprime la vida sagrada, sino que la fragmenta y disemina en cada cuerpo individual, haciendo de ella el objeto central del conflicto político.” Agamben, Homo Sacer, p.158. 37 Leemos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que el grillete es un “arco de hierro, casi semicircular, con dos agujeros, uno en cada extremo, por los cuales se pasa un perno que se afirma con una chaveta, y sirve para asegurar una cadena a la garganta del pie de un presidiario, a un punto de una embarcación, etc.,” y el Diccionario Etimológico de Joan Corominas, sobre el origen de esta voz, escribe: “parece claro que proceden de una comparación del ruido que produce el preso, al avanzar penosamente cargado de grillos, con el sonido agudo, penetrante y como metálico del insecto.” 35

–3– CUERPO INOPERANTE

Mientras que el sistema de politización de la GRILLE canaliza la capacidad productiva del cuerpo, el cuerpo inoperante nos permite explorar “un modo de existencia genérica de la potencia, que no se agota (como la acción individual o la colectiva, entendida como la suma de las acciones individuales) en un transitus de potentia ad actum.”38 A través de un acto que es dejado en suspenso, surge un concepto de potencia—de poder, de posibilidad—ampliado, desde el que pensar otras formas de conocimiento e intervención en el ruido blanco39 de la ciudad contemporánea. Desde composiciones espaciales capaces de bloquear la canalización de la productividad o inoperativizar la ficción legal que organiza la exclusión de la nuda vida.

* “Dispositions, as the unfolding relationship between potentials, resists science and codification in favor of art or practice.”40

El cuerpo inoperante explicita la necesidad de problematizar dos indicadores tácticos fundamentales para el hacer arquitectónico en la ciudad contemporánea, los problemas del instrumental y de la práctica (o intervención). ¿Qué instrumental necesitamos para poder reconocer y operar con esa potencia no resuelta, ese resto41? Esta dimensión de lo real que desborda la representación, nos exige ir más allá de la mera extenuación de lo visible a través de ejercicios de agotamiento de la realidad. Debemos hacernos capaces de evocar—forzar la percepción de su presencia no representable—ese resto imbricado en el tejido de lo real, de forma que la práctica arquitectónica despliegue posibilidades, no se limite a la construcción de trayectorias. Para ello es necesario abandonar el rol de proyectista, director de escena, para (in)corporarse como un agente más en la polifónica composición de espacialidades comunes. Un agente que se aleja de la arquitectura como cuerpo codificado de conocimientos, cada vez más disciplina de la delimitación, para desarrollar una práctica dispositiva, de repertorios e instrumentos singulares, a partir del poder de los cuerpos: una práctica que no deje nunca de sorprenderse de lo que éstos pueden42.

                                                                                                                38

Agamben, Homo Sacer, p.83. Sobre esta idea de ruido blanco territorial, veáse: Jalón Oyarzun, Lucía. “The Throw of the Screw,” en Plat, 4.0 (2014), pp.62-69. 40 Easterling, Disposition, p.251. 41 Esta idea del resto se la debo a Javier García Benítez, quien la expuso en relación a su práctica cartográfica en el II Encuentro Paisajes Filosóficos “Lo visible y lo invisible” que tuvo lugar en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, el 11 de junio de 2013. 42 “De ahí la fuerza de la pregunta de Spinoza: ¿qué puede un cuerpo? ¿De qué afectos es capaz? Los afectos son devenires: unas veces nos debilitan, en la medida en que disminuyen nuestra potencia de obrar y descomponen nuestras relaciones (tristeza), y otras nos hacen más fuertes, en la medida en que aumenta nuestra potencia y nos hacen entrar en un individuo más amplio o superior (alegría). Spinoza no cesa de asombrarse del cuerpo. No se asombra de tener un cuerpo, sino de lo que puede el cuerpo.” En Deleuze, Gilles y Claire Parnet. Diálogos. Valencia: Pre-Textos, 1980, p.69-72. 39

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