Cuerpo-alma-espíritu como imagen de la Trinidad en ‘Ser finito y ser eterno’ de Edith Stein. Comentario a la ponencia del Dr. David C. Schindler; en: J. Pinilla y A. Serrano, Cuestiones de fe y razón en Edith Stein (Anales de la Facultad de Teología, Vol LXV, Nº 104), Santiago de Chile 2014, 349-353

July 22, 2017 | Autor: Rodrigo Polanco | Categoría: Theology, Systematic Theology, Philosophical Theology, Edith Stein, The Philosophy of Edith Stein
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Descripción

Cuestiones de fe y razón en Edith Stein

Juan Francisco Pinilla y Agustina Serrano (Editores)

Anales de la Facultad de Teología VOL. LXV · N°104

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ANALES DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA, fundada como revista en 1940, desde el año 2010 pasa a ser una serie monográfica y que a partir de 2014 retoma su numeración original, incluyendo en ella los textos publicados entre los años 2010 a 2013. Esta serie tiene como propósito publicar monografías científicas de las disciplinas que pertenecen al ámbito de la teología. Como órgano propio de la FACULTAD DE TEOLOGÍA de la PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE, está al servicio de la búsqueda de una comprensión más profunda de la Palabra de Dios transmitida por la Tradición viva de la Iglesia, en comunión con el Magisterio, y en el contexto de la específica libertad de investigación propia del teólogo.

Director

Joaquín Silva Consejo de Redacción

Mariano de la Maza, Geraldo De Mori, Margit Eckholt, Anneliese Meis, Eduardo Pérez-Cotapos, Juan Francisco Pinilla, Rodrigo Polanco Jefe de Redacción

Cristián Sotomayor Colaboración

Cecilia Ramírez, Javiera Bravo Asistente de Publicaciones

Claudia Mejías ([email protected]) Redacción y Administración

Facultad de Teología. Av. Vicuña Mackenna 4860, Campus San Joaquín. CP 7820436, Macul, Santiago, CHILE.

ISBN: PENDIENTE PARA ESTA EDICIÓN ISSN: 0069-3596

Impresión

Ediciones e Impresiones Copygraph, Carmen 1985 Fono: (56) 2250 536 06, Santiago - CHILE

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ÍNDICE

Juan Francisco Pinilla - Agustina Serrano (Editores) Prólogo ................................................................................................9 Capítulo I De Husserl a Tomás de Aquino Mariano Crespo ¿Qué es filosofía? Notas desde la visión fenomenológica ..................................................13 Antonio Calcagno Edith Stein’s Conception of Sense and Sense-Bestowal: From Husserl to Thomas Aquinas........................................................21 Fernando Berríos El rostro de Edith Stein en Der intellekt und die intellektuellen (1930) .....41 Capítulo II Aspectos fundamentales de la ontología steiniana César Lambert Una aproximación a la ontología de Edith Stein ...................................55 Peter Volek El acto libre en las obras tardías de Edith Stein en comparación con Tomás de Aquino ..........................................................................67 Anneliese Meis El ser y los entes: Edith Stein, Potenz und Akt III-IV ............................85

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Rodrigo Polanco La libertad como recepción existencial gratuita en Edith Stein. Reflexiones en torno a Naturaleza, libertad y gracia..............................105 Gwendolyn Araya Ahora que soy creyente, debo reflexionar. Razón y fe en el itinerario de conversión de Edith Stein ..............................................................115 Capítulo III Influencias espirituales en Edith Stein Pamela Chávez Cuestiones en torno a la recepción de san Agustín por Edith Stein .....127 Rodrigo Álvarez Edith Stein y su apuesta por el orden angélico....................................141 Agustina Serrano La búsqueda del fundamento último de la libertad en la obra steiniana El Castillo del alma. Aproximación desde Las Moradas teresianas.........159 Juan Francisco Pinilla Cuestiones del sentimiento, en torno a la fe y la razón, en Llama de Amor Viva de Juan de la Cruz ..........................................191 Capítulo IV Hacia la pregunta por la mujer Claire Marie Stubbemann El genio femenino según Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz): raíces antropológicas y fuentes espirituales ......................209 Ilse Kerremans «Keine Frau ist ja nur Frau» –die Stellung der Frau bei Edith Stein auf dem Hintergrund des Frauen– Bildes des Kirchenlehrers Thomas v. Aquin....................235

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Clemens A. Franken K. Edith Stein y Gertrud von Le Fort: una comparación de su vida y su forma de pensar fenomenológica .................................................249 María Eliana Martínez Epistolario steiniano tomasiano..........................................................263 Capítulo V Espíritu y cuerpo vivo en Edith Stein Walter Redmond Edith Stein y la filosofía católica ........................................................289 Pamela Chávez A. «Pensar-con otros» en Edith Stein. Comentario a la conferencia del Prof. Walter Redmond: «Edith Stein y la filosofía católica» .........303 María Esther Gómez Edith Stein y la filosofía cristiana. El intento de fusión de Edith Stein: Tomás de Aquino y la Fenomenología ................................................311 David C. Schindler Body-Soul-Spirit as Imago Trinitatis in Edith Stein’s Finite and Eternal Being ................................................................................323 Rodrigo Polanco Cuerpo-alma-espíritu como imagen de la Trinidad en Ser finito y ser eterno de Edith Stein. Comentario a la ponencia del Dr. David C. Schindler ......................................................................349 Patricia Moya C. Reacción a la ponencia: Body-Soul-Spirit as Imago Trinitatis in Edith Stein’s Finite and Eternal Being ..............................................355

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Cuerpo-alma-espíritu como imagen de la Trinidad en Ser finito y ser eterno de Edith Stein. Comentario a la ponencia del Dr. David C. Schindler Rodrigo Polanco F. Facultad de Teología Pontificia Universidad Católica de Chile [email protected]

El trabajo que nos ha presentado el Dr. Schindler es muy sugerente y muestra algunas facetas menos conocidas de la filosofía y teología de Edith Stein. El texto recién escuchado nos ha ofrecido una reflexión antropológica, en cuanto nos muestra que el ser humano completo, incluida su corporeidad, está constituido a imagen de la Trinidad. Y de allí el Dr. Schindler, siguiendo a Edith, en un cuidadoso camino reflexivo llega a la conclusión de que incluso aquello que parece limitación, como es el desarrollo gradual del ser humano, es un elemento positivo que encuentra su arquetipo en Dios. Dividida en cuatro momentos, la reflexión nos va llevando paulatinamente a la conclusión recién mencionada. Me permito, en un primer momento, subrayar algunos puntos centrales de su intervención. Comienza afirmando que la noción de Imago Trinitatis se basa en la Analogia entis y que, por lo tanto, si la última causa del ser es Dios, que este Dios sea Trinidad es algo que debe ser considerado como esencial en la comprensión de Dios, como el analogado principal en la analogía del ser. Es decir, la última causa del ser no es simplemente Dios, sino el Dios Trino, ya que Dios existe como Trinidad, y no simplemente como Dios, que además, accidentalmente, es Trinidad. De allí su huella trinitaria en todo ser, y en particular en el ser humano. En un segundo paso, siguiendo a Edith Stein, desarrolla una metafísica a la luz de la cristología y la teología trinitaria. Va más allá de Aristóteles

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al ponderar la relación entre materia y forma de manera distinta en los seres vivos, que en los seres inanimados. Los seres vivos, y en particular el ser humano, en su diferencia entre potencia y acto, materia y forma, van llegando paulatinamente a ser lo que son, se van plenificando gradualmente con su desarrollo temporal. La pregunta que surge es entonces crucial: ¿en qué momento de su desarrollo alcanzan su identidad más propia?: uno podría decir ahora, en cuanto es lo que actualmente existe y eso es mejor que ser simplemente potencia de algo; pero en realidad uno podría decir también que un ser humano adquirirá su identidad más propia, en cuanto organismo que está en desarrollo, solo al final de su existencia, en cuanto desarrollo ya logrado. Si es así, entonces la existencia viviente, en cuanto portadora de una capacidad de desarrollo, es más perfecta que lo que no tiene esa capacidad, de tal manera que si la vida misma es perfección, y como tal está constantemente en desarrollo, ese tiempo necesario para el desarrollo es también, de algún modo, perfección y, por tanto, imagen de Dios, imagen de su eternidad como perfección. El tercer paso profundiza la conclusión a la cual se ha llegado: la reflexión sobre la vida ha revelado que algunos aspectos de la diferencia entre actualidad y potencialidad son una perfección, de modo que la diferencia misma debe estar también fundada en Dios. Aquí aparece con toda su luz la importancia de entender a Dios siempre como Trinidad. La distinción en Dios entre persona y esencia, que prefigura la distinción entre esencia y existencia y así entre potencia y actualidad en el ser creado, es parte del misterio divino del amor. Las personas comparten todo lo suyo, su esencia, sin limitación, sin por eso dejar de ser un Dios simple y único. Esta comunión revela al mismo tiempo el significado de lo que es espíritu. El espíritu es y permanece siempre sí mismo, precisamente dándose a sí mismo. Así el espíritu humano es imagen de Dios, pero es esencial al espíritu humano, además, el estar enraizado en el cuerpo. La persona humana carga su cuerpo y su alma, pero a la vez es cargada por ellos. En realidad el yo es esencialmente recibido, temporal, y en ese sentido, está en especial relación con la materia, en donde el alma como centro y mediador entre espíritu y cuerpo, informa el cuerpo, y en donde el espíritu es el centro y esencia del alma. Así, el yo no equivale ni al cuerpo ni al alma, sino que habita en ambos; y el alma es donde cuerpo y espíritu convergen. De todo esto se concluye que si el cuerpo es expresión del alma, el cuerpo está espiritualizado por ella, ya que el espíritu es el núcleo del alma, y a la vez, en el núcleo del alma, como espíritu, es donde el alma es más perfectamente corporal.

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Concluye el trabajo de Schindler afirmando que la diferencia en el viviente entre acto y potencia se ha transformado, en sí misma, en una perfección, en cuando acto de despliegue, de desarrollo, de educación, como corresponde a una vida espiritual. El caminar hacia la meta del desarrollo espiritual es, en sí mismo, una perfección. Pero lo es, no porque le falte algo, sino porque es un movimiento de donación de sí mismo, que hace ser cada vez más sí mismo; y ambos movimientos son imagen de Dios, ya que ambos movimientos participan de la plenitud de la vida divina que es eterno darse de sí mismo y plenitud de sí mismo, precisamente, en el darse de sí. Esta hermosísima conclusión supone dos cosas: que Dios es Trinidad, y que, en cuanto tal, el ser humano es imagen de Dios; pero a la vez, que esta imagen creada de Dios, lo es en su constitución de cuerpoalma-espíritu, que es precisamente lo que le permite al ser humano ser y vivir en constante desarrollo en la donación de sí. El ser humano es cuerpo y en su cuerpo, expresión del alma espiritual, es imagen de Dios porque se dona constantemente en su desarrollo. Hasta aquí un comentario apegado a las páginas del Dr. Schindler. Pero podemos intentar todavía algunas otras reflexiones. Primero un elemento justificativo de la pertinencia de este pensamiento steniano. Con esta reflexión, Edith se pone en la línea más pura de la tradición teológica originaria. Baste un ejemplo. Ireneo de Lyon. Afirma el santo: «Si alguien aquí dice: ¿Pues qué? ¿No podía Dios haber hecho perfecto al hombre desde el inicio? [...] En cuanto han sido creadas, no son increadas; pero en cuanto perseveran largos siglos, asumirán el poder del Increado, al darles gratuitamente Dios la perseverancia sempiterna [...] Así pues, mediante este ordenamiento y proceso, y mediante tal movimiento, el hombre hecho y plasmado es constituido a imagen y semejanza del Dios increado: el Padre lo desea y lo ordena, el Hijo lo ejecuta y da forma, el Espíritu nutre y da crecimiento, el hombre progresa paulatinamente y llega a lo perfecto, esto es, se acerca al Increado. Porque perfecto es el Increado, y este es Dios [...] Son pues enteramente irracionales los que no esperan el tiempo de crecimiento, y atribuyen a Dios la debilidad de su naturaleza. No conocen ni a Dios, ni a sí mismos» (Ad haer IV 38, 1.3.4).

La argumentación es nítida y el paralelo con Edith Stein remarcable: el hombre, como imagen de Dios, crece con el tiempo gracias a la obra de la Trinidad. Y no es debilidad de Dios el que el hombre crezca paulatinamente, sino ocasión para el don gratuito de la propia incorrupción de

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Dios para el hombre. Pero el fondo de toda la argumentación es uno solo: el ser humano es irremediablemente carne, es decir, corpóreo, y esa carne, que Ireneo llama también plasma, es la imagen de Dios que crece constantemente hasta alcanzar la plena divinización. Afirmar la corporeidad del hombre como imagen de Dios es ponerse en la más pura tradición católica originaria. La reflexión del Dr. Schindler ha percibido bien esta vinculación con la tradición patrística asiática, la cual relaciona la metafísica con una estricta reflexión trinitaria, y ha destacado que la capacidad de desarrollo en el ser humano es un elemento positivo en este contexto trinitario. Pero detrás de esas reflexiones hay un supuesto metodológico y teológico importante, como también un sustrato antropológico claro1. Si nos quedamos en lo metodológico, normalmente nosotros decimos que si el ser humano es imagen de Dios, entonces debemos buscar en las características reveladas o pensadas sobre Dios, imágenes creaturales en nosotros. Por ejemplo, «Dios es amor» (1Jn 4, 8), entonces nuestra capacidad de amar es reflejo o imagen de Dios. Pero se puede hacer también la reflexión opuesta: aquellas cosas que se descubren como buenas en el ser creado, y particularmente en el ser humano, de alguna manera, en tanto tales, también deben existir en Dios, aunque de manera perfecta y sublime. Nuevamente un ejemplo: si crecer es bueno en sí, de alguna manera debe haber también algún tipo de crecimiento en Dios, aunque sea de manera inefable, misteriosa y sobreeminente. Todo esto dicho evidentemente con mucho cuidado. Entonces vayamos ahora a nuestra reflexión. Si Edith ha insinuado que el desarrollo, la capacidad de crecer, el tiempo necesario para llegar a ser lo que debemos ser es algo bueno y que encuentra un arquetipo en Dios, nos preguntamos ¿en qué sentido se podría hablar de desarrollo en Dios? Pues bien, esa es precisamente la riqueza de Dios. Él no es nunca igual, es infinita novedad, siempre nuevo y sorprendente. Esto es, en cierto sentido, también un modo de desarrollo constante, aunque eminente y sin el aspecto de deficiencia. Pero lo es precisamente porque Dios es Trinidad. No lo podría ser si no fueran tres personas. La novedad permanente no está en que cambie constantemente su esencia abstracta, sino precisamente en que su esencia es el amor que se entrega completamente 1

Se puede notar que los estudios hechos por el Dr. Schindler sobre H. von Balthasar, particularmente la Theodramatik, le han permitido descubrir estos aspectos que en Edith están muy presentes, pero de manera más sutil.

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a las otras personas trinitarias. Pero eso implica dejar al otro divino ser sí mismo, esperar infinita y eternamente su despliegue, a la vez que dejarlo desplegarse eternamente. El Padre estará siempre esperando que el Hijo se despliegue en todo su amor; y así también el Hijo y el Espíritu Santo con respecto al amor de los otros. Eso es la eternidad, constante movimiento de amor y entrega, novedad permanente, espera permanente, que en ese sentido se refleja en la bondad del tiempo y de la paciencia para que el ser vivo, el hombre de carne, pueda desarrollarse también paulatinamente hasta la eternidad. Es la belleza del dejar al otro amar. Pero el punto que aquí hemos estudiado es que esta imagen solo se da en la corporeidad, que animada por el espíritu, como imagen de Dios, crece sin cesar. Si en la Trinidad el Padre deja al Hijo ser Hijo, y confía su propia esencia al mismo Hijo; el mismo Dios Trinidad, deja al ser humano ser hombre y confía en su crecimiento, a partir de su amor al prójimo y, por lo tanto, descubre en ese despliegue de la vida humana una hermosa imagen de su propia vida y amor trinitario que eternamente está brotando. Ha sido una importante reflexión la escuchada esta tarde, a la hora de pensar el espíritu y el cuerpo vivo en Edith Stein, ya que nos muestra la permanente actualidad de la corporalidad y, por lo tanto, del amor en cuanto donación y en cuanto paciencia con el otro, dejándolo ser y desarrollarse. Lo cual supone confianza: amor gratuito… imagen de Dios. Excelente aporte del Dr. Schindler.

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