«Cuando los sentimientos irrumpen (2). Análisis de las interjecciones secundarias en las comedias de Plauto».

May 24, 2017 | Autor: Luis Unceta Gómez | Categoría: Plautus, Interjections, Pragmaticalization and Grammaticalization
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Descripción

Luis Unceta Gómez (Universidad Autónoma de Madrid)

Cuando los sentimientos irrumpen: análisis de las interjecciones secundarias en las comedias de Plauto*

1. Introducción Sin duda la interjección es una de las categorías lingüísticas más controvertidas de cuantas haya planteado la teoría gramatical. Algunos autores, como E. Goffman (1981), han llegado a negar su naturaleza lingüística y aún hoy carecemos de un consenso amplio en su definición, lo que provoca que bajo esa etiqueta se incluya un elenco abierto de elementos heterogéneos, cuya determinación varía en función del tipo de criterios empleados: fono-morfológicos, sintácticos, semánticos o pragmáticos. Y es que, como sintetiza Mª J. Cuenca (2000: 34), no son pocos los rasgos anómalos de las interjecciones que dificultan su categorización: — No desarrollan función sintáctica ni requieren de integración sintáctica con otros elementos. — Algunas de ellas no se adaptan al sistema fonológico de la lengua a la que pertenecen. — No codifican ningún significado léxico preciso. — Constituyen una clase heterogénea con unidades procedentes de distintas categorías. — Son específicas de cada lengua.

En un trabajo anterior (Unceta Gómez 2012), partíamos de una definición restrictiva de la interjección que seguía de cerca la caracterización que de esta categoría hicieron los gramáticos latinos. De acuerdo con la propuesta allí desarrollada, estas unidades han de entenderse desde un punto de *

Este trabajo se inserta en el marco del proyecto de investigación Semántica latinorománica: unidades de significado procedimental. Diferencias conservadoras e innovadoras del latín al español y afinidades con otras lenguas (Ref. FFI2012-34826).

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vista funcional, más que como categoría gramatical propiamente dicha. Las interjecciones constituyen marcas modalizadoras portadoras de una instrucción procedimental que, sin alterar el contenido proposicional del enunciado ni sus condiciones de verdad1, guían su interpretación como una manifestación de un estado mental del hablante (el adfectum animi del que hablaban los artígrafos latinos), es decir, una impresión, una emoción o un sentimiento2. En la determinación de su sentido concreto influyen tanto el contexto como el grado de convencionalización de cada una de esas unidades. De acuerdo con esta definición, quedan fuera de la categoría todos aquellos elementos tradicionalmente considerados interjecciones en función de un criterio formal (unidades mínimas o con secuencias fónicas anómalas en el sistema de una lengua concreta) y no funcional. La siguiente clasificación, propuesta por F. Ameka (1992: 113–114), ilustra bien esta tendencia: 1. Interjecciones expresivas: síntomas del estado mental del hablante: 1.1. Interjecciones emotivas: expresan el estado del hablante con respecto a las emociones y sensaciones que experimenta (¡ay!, expresión de dolor o ¡puag!, de repugnancia). 1.2. Interjecciones cognitivas: relativas al conocimiento y pensamientos en el momento de su pronunciación (aha, indicando que algo se ha entendido o se comparte). 2. Interjecciones conativas (o directivas): dirigidas al interlocutor para obtener su atención o tratar de conseguir una respuesta que satisfaga los deseos del hablante (¿eh?, para solicitar al interlocutor la repetición de algo ya dicho). 3. Interjecciones fáticas: que permiten preservar el contacto comunicativo con el interlocutor (mmh, sí…).

Sin embargo, según nuestra caracterización, únicamente podemos considerar como interjecciones el primer grupo, el denominado por F. Ameka «interjecciones emotivas». Así pues, en tanto que expresión de un estado de ánimo, las interjecciones funcionan como manifestación de un contenido expresivo derivado 1

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Puesto que carecen de contenido conceptual. Pese a su marcado carácter convencional e idiomático, las interjecciones aluden a la realidad, se refieren a ella, pero ni la representan ni la conceptualizan (cf. López Bobo 2002: 15). Los estudios neurológicos quizá respalden esta interpretación. Cf. Wharton (2003: 85): “use of interjections is associated with phylogenetically ancient limbic sub-cortical circuitry linked with emotions, as opposed to the more recent cortical structures implicated in the production of language proper”.

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de la actitud del emisor, por lo que pueden considerarse unidades con valor procedimental, partículas modalizadoras que expresan un contenido actitudinal3, marcas de fuerza ilocutiva expresiva, que manifiestan un estado mental ante una situación particular y que implican un alto grado de afectación4. Las interjecciones, además, pueden constituir por sí mismas enunciados completos5, aun sin contenido proposicional. Por este motivo, Mª J. Cuenca (2000), desde una perspectiva cognitiva, caracteriza la interjección como una clase periférica de la categoría «frase»6. Por otra parte, ya los gramáticos latinos fueron conscientes de la diferencia entre interjecciones propias (interiectio) y usos interjectivos (pro interiectione) de lexemas procedentes de otras categorías o de sintagmas: (1) aliae tamen quoque partes orationis singulae uel plures solent interiectiue proferri, ut Virgilius […] ‘infandum’ pro interiectione protulit. Proprie tamen uoces interiectionum primitiuae sunt, ut ‘papae, euax, ei, heu, euhoe, ohe’ (Prisc., G.L. 3, 90, 23–27). [Sin embargo, también otras partes de la oración, solas o acompañadas, suelen ser pronunciadas de modo interjectivo, como Virgilio, que usa ‘infandum’ (indecible) como interjección. Con todo, las interjecciones propias son primitivas, como ‘papae, euax, ei, heu, euhoe, ohe’.]

Esa distinción, que cristalizó posteriormente en la oposición entre interjecciones primarias y secundarias (o propias e impropias), permite captar el fenómeno de desgaste y continua renovación al que se ve sometida 3

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Las interjecciones pueden incluirse en la definición de «partículas modalizadoras» que propone H. Rosén (2009: 321–322), para quien estas unidades “nuance the modality of a proposition, that is to say, they convey the writer/speaker’s view and estimate of its validity and actuality as well as of its relevance to the current situation of immediate context. […] Modal particles also clarify the writer/speaker’s emotional state and intention; such modalizers are apt to sharpen the expression of intention in varying degrees up to redefining, in their extreme and most effective function, illocutionary values in that they alter for a given hosting sentence the prototypical speech-act quality of its specific sentence type”. Condición de sinceridad de este tipo ilocutivo; cf. Alonso-Cortés (1999: 4025–3027). Todo ello, sin embargo, no obsta para que algunas interjecciones puedan asumir secundariamente funciones conversacionales propias de unidades de otros tipos. I. Poggi (2009: 117) emplea el término «holofrástico» para referirse a esta cualidad de las interjecciones (“sentence-word”). Las interjecciones, según esta autora, no constituyen una clase de palabra prototípica. En su definición, Mª J. Cuenca (2000: 35–36) tiene en cuenta cuatro conjuntos de rasgos que no han de entenderse como condiciones necesarias y suficientes.

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esta categoría7. La teoría de la gramaticalización se ha convertido en un punto de referencia inexcusable para entender el proceso de creación de nuevas unidades interjectivas, pues las interjecciones secundarias son resultado de un proceso de reanálisis sintáctico y modificación de su semántica —desarrollo de valores pragmáticos en detrimento del significado conceptual originario—, cambios que suelen verse acompañados por un debilitamiento fónico. Desde que A. Meillet acuñara el concepto a comienzos del siglo XX, el interés por los fenómenos de gramaticalización ha ido en aumento y, desde el decenio de los ochenta, ha experimentado una gran renovación, que lo ha convertido en un marco explicativo general para el cambio lingüístico8. Además, en lo que a la creación de nuevas interjecciones se refiere, resulta de especial interés la teoría de la subjetivación, derivada de las tres tendencias del cambio semántico propuestas por E. C. Traugott9: Tendency I: Meanings based in the external described situation → meanings based in the internal (evaluative/perceptual/cognitive) described situation (e.g. pejoration, amelioration of meanings). Tendency II: Meanings based in the external or internal described situation → meanings based in the textual and metalinguistic situation (e.g. the shift from mental-state to speech-act verb meaning). Tendency III: Meanings tend to become increasingly based in the speaker’s subjective belief state/attitude toward the proposition (e.g. shift from temporal to concessive meaning) (Traugott 1989: 34–35).

Según este esquema, existe una línea de evolución gradual y constante que parte del contenido «objetivo», conceptual, externo al sujeto hablante, y avanza hacia un contenido «subjetivo», que pone de manifiesto la actitud,

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Cf. López Bobo (2002: 20): «el inventario de interjecciones propias es bastante limitado, este se enriquece constantemente con sustantivos, adjetivos, adverbios, verbos y grupos sintagmáticos, con tal de que presenten inmovilización morfológica, se asocien a un signo exclamativo y tengan neutralizada la relación signo-objeto que caracteriza a otras unidades de la lengua». Para el latín, véase la puesta al día de Fruyt (2011). El concepto de subjetivación ha sido posteriormente revisado por la propia Traugott (1995), convirtiéndolo en el mecanismo básico de la gramaticalización y, recientemente, circunscribiéndolo a la gramaticalización primaria (Traugott 2010). Con todo, sigue resultando útil la división tripartita original aquí reproducida, que identifica la subjetivación con la tercera de las tendencias evolutivas asociadas a la gramaticalización.

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intención comunicativa o punto de vista del emisor con respecto a lo trasmitido, haciéndose presente en el discurso y enriqueciendo así pragmáticamente el significado léxico (Traugott, 1995: 31–32). Contenido proposicional Contenido textual metadiscursivo o modalizador Contenido expresivo Figura 1: De lo proposicional a lo expresivo.

En español, por ejemplo, algunas formas verbales como mira, oye, venga o vale asumen funciones metacomunicativas, reguladoras del intercambio discursivo. Otras, como anda, venga o vamos, se especializan en funciones modalizadoras, como marcas de fuerza ilocutiva directiva. Estas últimas, al igual que otras (¡vaya!, ¡toma!, ¡joder!), experimentan una inmovilización gramatical aún mayor10 y asumen valores meramente expresivos que las desvinculan definitivamente del contenido léxico de sus bases. Sin embargo, y a pesar de la capacidad explicativa de este marco teórico, a la hora de analizar la interjección en las lenguas antiguas nos encontramos con múltiples dificultades, que derivan fundamentalmente de la falta de competencia (aún más evidente en el nivel de análisis pragmático) y del carácter exclusivamente escrito de los testimonios que conservamos. Puesto que la interjección es un fenómeno ligado a la oralidad, nuestro registro, además de limitado a una pequeña parte de los textos conservados (los más marcadamente dialógicos), resulta imperfecto, puesto que no nos permite captar los matices interpretativos que aportan factores como las curvas entonativas, los alargamientos vocálicos, el énfasis de acentuación o el desplazamiento de la sílaba tónica11. Además,

10 En algunas unidades con funciones conversacionales o de marca de fuerza ilocutiva directiva, dada su marcada orientación al interlocutor, puede pervivir diluida la diátesis de persona. En español hay ejemplos como mira/mire/mirad (para el latín, véase § 2.3 y n. 83 lo relativo a quaeso y age). Sin embargo, esta alternancia no es posible en las formas transformadas en índices expresivos (piénsese en posibilidades como *¡vayamos! o *¡atizad!), lo que sugiere que el grado de inmovilización resulta directamente proporcional al nivel de subjetividad. 11 Además, son muy pocas las indicaciones de las fuentes latinas, lacónicas a este respecto, y los propios gramáticos son conscientes de la dificultad. Cf. uix posse […] de uoce […] dilucide scribi (Rhet. Her. 3, 19).

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como resultado de una evolución paulatina, el reconocimiento de estas unidades plantea ciertas dificultades, ya que es habitual la coexistencia sincrónica de usos plenos, metadiscursivos e interjectivos, provocada por el fenómeno de persistencia léxica apreciable en la mayor parte de estas unidades.

2.

Análisis de las interjecciones secundarias

A pesar de que, de acuerdo con J. B. Hofmann (32003: 106), las interjecciones primarias son las más utilizadas en la lengua de la comedia latina arcaica, encontramos en las obras de Plauto un número significativo —aunque inferior al considerado tradicionalmente12— de interjecciones secundarias, algunas de ellas con gran representación. Junto a algunas formas verbales desgajadas de su paradigma y algunos adjetivos valorativos, en las lenguas modernas resulta muy frecuente la transformación de fórmulas de juramento en elementos con contenido meramente expresivo. Así, en español, encontramos formas como ¡dios!, o ¡la virgen! que no pueden considerarse invocaciones a la divinidad. Además del religioso, los ámbitos sexual y escatológico con frecuencia proporcionan también lexemas que, una vez desemantizados, pasan a ejercer funciones interjectivas (¡coño!, ¡joder!, ¡mierda!). Sin embargo, mientras que el primer ámbito constituye la principal fuente de interjecciones secundarias en latín arcaico, carecemos de ejemplos de los segundos, conocidos como «cacofemismos», por ser expresión de un estado mental a través de lexemas desagradables o agresivos en su forma o su significado13.

12 La consideración como interjección de cualquier unidad gramaticalizada (Barbini 1966 es una clara representación de esta tendencia, al tratar puta, caue, age, em y apage) ha generado la falsa impresión de la existencia de un gran número de interjecciones secundarias. 13 Conservamos empleos groseros e intimidatorios de este tipo de lexemas —sobre merda, por ejemplo, véase Adams (1982: 233–234)—, pero nada parecido a un uso interjectivo, que cabría postular a la vista de los herederos romances de este lexema.

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2.1. El ámbito religioso Como hemos dicho, la mayor parte de interjecciones impropias del corpus plautino procede del ámbito religioso, pues ciertas invocaciones desarrollan secundariamente un valor expresivo. Dentro de esta clase el empleo mayoritario se concentra en las partículas derivadas de los nombre de los héroes Hércules, Cástor y Pólux: hercle, mehercle, ecastor, mecastor, pol y edepol. Todas estas formas están altamente gramaticalizadas en el siglo II a.C., como demuestra su debilitamiento semántico y la pérdida de sustancia fónica14, que dificulta su interpretación etimológica. Con frecuencia se han entendido como formas de vocativo, lo que explicaría la forma ‑de‑ de edepol15, posible reducción del vocativo de deiuos (*e-deiue-pol)16. Sin embargo, algunos autores, basándose en las formas con el elemento me‑, prefieren ver en ellas nominativos procedentes de fórmulas de juramento. Así, apoyándose en el siguiente testimonio, (2) mecastor mehercules iusiurandum erat, quasi diceretur ‘ita me Castor, ita me Hercules’ ut subaudiatur ‘iuuet’ (Fest., 112L). [mecastor y mehercules son formas de juramento, como si se dijera, ‘que Cástor, que Hércules’ sobreentendiendo ‘me sea propicio’],

interpretan mehercle como resultado de la aglutinación de una fórmula desiderativa (ita me Hercules iuuet), de la que las formas sin me‑ serían aféresis17. 14 De hecho, puede pensarse que las fórmulas ampliadas documentadas con posterioridad —hercule (T. Livio, Petronio), mehercule (Cicerón), hercules (Cicerón, Petronio), mehercules (Cicerón, Petronio)— sean restituciones o resultado de procesos formativos analógicos (cf. Ashdowne 2008: 20). 15 El elemento e− es también oscuro, aunque se pone en relación con formas como enos del carmen aruale, y quizá con las partículas equidem, enim. 16 Cf. Ernout & Meillet (s.u. ēcastor, ĕdepol). Junto a estas formas, los gramáticos documentan equirine (Festo), eiuno (Carisio) y edi (Titinio apud Carisio). Más discutida es la forma eccere (cf. Amph. 554), posible invocación a la diosa Ceres según Festo (68L), quien, no obstante, expresa sus reservas. Hofmann (32003: 145) prefiere como origen el sintagma *ecce rem. 17 Esta es la postura de Ashdowne (2008: 20–21), apoyándose en las opiniones de Gagnér (1920: 1–10; 19–36) y Rix (2004: 443–444); este último acude además a la intermediación del etrusco para explicar la forma sincopada hercle. Si bien un buen número de autores la rechazan (p.e., Gagnér 1920: 21–22) y a pesar de las dificultades de escansión, cabe señalar también la posible conexión del elemento me‑ con gr. μά, partícula

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Con independencia de su origen, estas unidades, tradicionalmente consideradas como expletivos, han interesado de manera prioritaria debido a su diáfana distribución por sexos18, caracterizadora de sus respectivos lenguajes, algo que no resulta exclusivo de estas unidades19. Plauto hercle mehercle ecastor mecastor pol edepol

Hombres 638 4 0 0 159 338

Mujeres 1 0 99 19 84 26

Terencio Hombres Mujeres 101 0 2 0 0 5 0 2 10 45 13 10

Figura 2: Distribución por sexos (Fuente: Ullman 1943: 88).

Como se observa en la Figura 2, hercle y sus variantes solo son usados por varones20, mecastor y ecastor por mujeres21, y ambos sexos comparten

empleada en los juramentos que suele preceder al nombre del dios en acusativo. El elemento aparece también en la forma mediusfidius (cf. Hofmann 32003: 139). 18 Véase Nicolson (1893), Gagnér (1920), Ullman (1943), Gilleland (1979: 179–202), Adams (1984: 47–54), Fögen (2004: 229–230) o Quintillà Zanuy (2005: 54–57), entre otros. 19 Algunas interjecciones primarias muestran una especialización similar: au! es exclusiva de mujeres, mientras que ua(h)! y ei! solo aparecen en boca de varones (cf. Unceta Gómez 2012: 369, 386, 362, respectivamente). 20 Salvo Cist. 52; Poen. 334. Sobre el uso de la forma mehercules en boca de mujeres, cf. Bickel (1950). Julia (2014: 96–97) señala además que estas unidades son más usadas por los esclavos que por los personajes libres de las comedias. 21 Para Ullman (1943: 88, siguiendo a Gagnér 1920), el uso femenino de castor y ecastor se justifica por su debilitamiento expresivo. En origen estas unidades habrían sido empleadas por varones, pero el uso excesivo las suavizó, volviéndolas aptas para las mujeres. La razón última de estas elucubraciones parece radicar en el hecho de que, desde parámetros modernos, algunas culturas consideran los juramentos blasfemos e inadecuados para las mujeres (algo que se aprecia, p.e., en Echols 1951), lo que explica el recurso a expresiones de sentido eufemístico con pronunciaciones modificadas (Kruschwitz 2012: 12–13).

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pol y edepol22, algo que comenta ya Aulo Gelio23, aludiendo a un origen religioso24: (3) In ueteribus scriptis neque mulieres Romanae per Herculem deiurant neque uiri per Castorem. Sed cur illae non iurauerint Herculem, non obscurum est, nam Herculaneo sacrificio abstinent. Cur autem uiri Castorem iurantes non appellauerint, non facile dictu est. Nusquam igitur scriptum inuenire est apud idoneos quidem scriptores aut ‘mehercle’ feminam dicere aut ‘mecastor’ uirum; ‘edepol’ autem, quod iusiurandum per Pollucem est, et uiro et feminae commune est. Sed M. Varro adseuerat antiquissimos uiros neque per Castorem neque per Pollucem deiurare solitos, sed id iusiurandum fuisse tantum feminarum ex initiis Eleusinis acceptum; paulatim tamen inscitia antiquitatis uiros dicere ‘edepol’ coepisse factumque esse ita dicendi morem, sed ‘mecastor’ a uiro dici in nullo uetere scripto inueniri (Gell., 11, 6). [En los documentos antiguos ni las mujeres romanas juran por Hércules ni los hombres por Cástor. Y por qué ellas no juraban por Hércules está bastante claro, pues no participaban en los sacrificios a Hércules. Sin embargo, por qué los hombres no invocan a Cástor en sus juramentos no es fácil explicarlo. Y es que nunca se ha podido encontrar escrito en los buenos escritores que una mujer dijera mehercule (¡por Hércules!) o que un hombre dijera mecastor (¡por Cástor!). Sin embargo, edepol que es un juramento por Pólux, es común a hombres y mujeres. Pero Marco Varrón afirma que los hombres más antiguos no solían jurar ni por Cástor ni por Pólux, sino que ese juramento se introdujo exclusivamente para las mujeres en los ritos iniciáticos de Eleusis; sin embargo, por desconocimiento 22

Los hombres en Plauto utilizan pol más frecuentemente, las mujeres prefieren edepol. La proporción, no obstante, se invierte en la obra de Terencio (cf. Ullman 1943: 87; Gilleland 1979: 184–185). Carisio (1, 198, 17K), comentando un pasaje de Titinio, contemporáneo de Terencio, señala que pol y edepol eran formas afeminadas: Titinius in Setina molliculum adulescentulum effeminate loquentem cum reprehendere magis uellet, ‘An’ inquit ‘quia pol edepol fabulare?’. Al mismo hecho parece apuntar Cicerón (De orat. 277). A este respecto, Quintillá Zanuy (2005: 56, n. 17) señala que: «en las epístolas de Horacio (1, 7, 92; 2, 2, 138) aparece en boca de varones, así como en Apuleyo (Met. 1, 8; 1, 24); en cambio, en algunos pasajes de Titinio (109–110), Turpilio (37), Afranio (103) y Cecilio (164) aparece en boca de mujeres». Estas formas, con todo, cayeron pronto en desuso. Adams (1984) las considera obsoletas en época de Terencio; su preeminencia frente a ecastor y mecastor pretende subrayar, según este autor, el carácter arcaizante del lenguaje femenino. A finales de la República desaparecen casi por completo y no se documentan ya en Séneca. 23 Véase también Don. Ad Ter. And. 468. 24 Además del hecho de que las mujeres no participaran en el culto de Hércules, Herrera Hermosilla (1994: 609) se refiere a la hipervirilización de este personaje. Este autor propone además que el uso femenino de las invocaciones a los Dioscuros podría entenderse por su asimilación (cf. Seru., In Verg. Aen. 9, 4) con los dioses indigetes Pilumnus y Picumnus (o Pitumnus), protectores de los partos y el puerperio.

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Luis Unceta Gómez de la Antigüedad, poco a poco los hombres empezaron a decir edepol y así surgió la costumbre, pero no puede encontrarse texto alguno antiguo en que el hombre diga mecastor (trad. S. López Moreda, Madrid, Akal, 2009).]

Con independencia de las cifras absolutas, si realizamos un ajuste basado en el número de versos pronunciados por hombres y mujeres en las comedias de Plauto, resulta que son estas las que más veces se sirven de estas unidades25. Interesa también el hecho de que, según el mismo criterio, Plauto las emplea más que Terencio (F. W. Nicolson 1893: 99), lo que redunda en su consideración como rasgo de coloquialismo. Con respecto a las unidades con base en el nombre de Hércules, tan populares que se emplean antes incluso del nacimiento de este personaje26, Plauto se sirve mayoritariamente de hercle (junto a algún empleo aislado de mehercle, sin variación de sentido). Hercle aparece, en posición extraoracional, combinado con todos los tipos de enunciado y con diferentes actos de habla. Con oración enunciativa, expresa el compromiso del hablante con la veracidad de la proposición, intensificando la modalidad asertiva, especialmente en aquellos casos en que hay una implicación clara del hablante27, como en (4), o si se enfrenta a la incredulidad del interlocutor, como en (5), situación en la que el enunciado adquiere un valor cercano al del juramento, que se aprecia claramente en (6): (4) quem hercle ego litem adeo perdidisse gaudeo (Cas. 568)28. [Me alegro, por Hércules, de que haya perdido el juicio.] 25 Cf. Ullman (1943: 88): “A very rough estimate shows that in Plautus (twenty plays) the men have 6,2 times as many lines as the women, in Terence 7,69 times. In other words, it is necessary to multiply the figures for pol, etc. as used by women by 6,2 and 7,69 in Plautus and Terence respectively in order to get comparable data for both sexes. We find that if the women had been assigned as many lines as men by Plautus they might have used 1420 oaths as against 1139 for men. Terence’s women do even better: 477 compared with 126 for men”. 26 Obviamente en Amphitruo (Graf 2003: 16–19). Se trata de un hecho que puede considerarse como indicativo de su automatización y la pérdida de su significado conceptual. 27 Es frecuente el sintagma perii hercle; cf. Asin. 475, 701; Aul. 392, 411; Curc. 128–9, etc. 28 Cf. Amph. 329, 408; Asin. 422 (con un Leónidas ofuscado), 596; 648; Bacch. 511, etc. Los textos de Plauto proceden de la edición de W. M. Lindsay. Las traducciones de las comedias están tomadas de Comedia latina. Obras completas de Plauto y Terencio, traducción de J. R. Bravo Díaz; edición introducciones y notas de R. López Gregoris (Madrid, Cátedra, 2012), con ligeras modificaciones.

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(5) AL. Immo mecum cenauisti et mecum cubuisti. AM. Quid est? / AL. Vera dico. AM. Non de hac quidem hercle re; de aliis nescio (Amph. 735–736). [AL. ¡Ah, no! Tú cenaste conmigo y te acostaste conmigo. AM. ¿Qué dices? AL. La verdad. AM. En eso desde luego que no, por Hércules; en lo demás no sé.] (6) Non hercle te prouideram (quaeso ne uitio uortas) (Asin. 450)29. [No te había visto, por Hércules: no me lo tengas en cuenta, por favor.]

Por ello, en ocasiones hercle se combina con partículas confirmativas ([e]quidem, uero)30, como en (7), en afirmaciones y negaciones enfáticas (8), con verbos de opinión (9) o incluso con formulaciones más complejas (10), lo que provoca el refuerzo mutuo de ambos elementos: (7) LE. Equidem hercle nullum perdidi, ideo quia numquam ullum habui (Asin. 622)31. [Yo, desde luego, por Hércules, nunca he perdido ningún patrón, por la sencilla razón de que nunca lo tuve.] (8) TH. Itane uero? CA. Ita hercle uero … (Curc. 725). [TE. ¿Si? CA. Claro que sí, por Hércules.] (9) OL. Non hercle opinor posse … (Cas. 340)32. [No creo, por Hércules, que sea posible.] (10) … atque ego quidem hercle, ut uerum tibi dicam, pater, / ea res me male habet … (Asin. 843–844). [La verdad, por Hércules, para serte sincero, padre, es que esas cosas me molestan.] 29 Cf. Aul. 640; Cist. 296, etc. 30 Sobre esta combinación, Rosén (2009: 418) afirma: “Co-occurrence of affirming particles (such as profecto, sane, certe), or entreaty-reinforcing/mitigating ones (such as amabo) with interjections (such as hercle, (ede)pol, ecastor), which is strongly attested primarily in direct speech, is common in lyric poetry, in epistolography, and particularly in drama […]. The two components of such clusters, the particle and the interjection, have each a separate function, the first modalizing as to truth and actuality value or as to the commitment of the speaker, the second reflecting the state of mind and level of emotional engagement of the speaker. But both demonstrate an attitude on the part of the speaker and share the environment of impassioned speech representation, in dialogue or monologue, thus generating an expressive subsidiary value or connotation”. Nuestra interpretación, sin embargo, está más próxima a la de Gagnér (1920: 45–48), quien llega a considerar hercle y el resto unidades como sinónimos de los adverbios de modalidad epistémica certe, enim, profecto, uero, aportando ejemplos de alternancias de ambas series. 31 Cf. Aul. 283: AN. Mequidem hercle, dicam ‹pro›palam, non diuides. 32 Las posibilidades verbales son varias: exustimo, arbitror…; hercle puede aparecer incluso cuando se expresa incertidumbre: Nunc nescio hercle rebus quid faciam meis (Pseud. 779).

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De igual modo, intensifica algunos actos de habla que se pueden expresar en modalidad enunciativa, como aconsejar (11), agradecer (12) o disculparse para declinar una invitación (13)33: (11) Atque hercle inuenies tu locum illi, si sapis (Merc. 584). [Y por Hércules, harías bien en buscar un alojamiento a la chica.] (12) DE. Bene hercle facitis et a me initis gratiam (Asin. 59)34. [Hacéis bien, por Hércules, y os lo agradezco.] (13) … ME. At ego iussero / cadum unum uini ueteris a me adferrier. / EVC. Nolo hercle, nam mihi bibere decretum est aquam (Aul. 570–572). [MEG. Pero si voy a mandar traer de mi casa un cántaro de vino añejo. EUC. No, muchas gracias, por Hércules, estoy decidido a no beber más que agua.]

También es frecuente su combinación con actos de habla comisivos, en los que la partícula subraya el compromiso del hablante con la promesa (14). En esa misma lógica, intensifica también las amenazas (15), uno de los usos más extendidos de esta unidad: (14) SO. Vt lubet quid tibi lubet fac, quoniam pugnis plus uales; / uerum, utut es facturus, hoc quidem hercle hau reticebo tamen (Amph. 396–397). [SO. Como quieras, haz lo que quieras, dado que tus puños son más fuertes. Pero, hagas lo que hagas, te juro, por Hércules, que esto no me lo callaré.] (15) AM. Quid est? Quo modo? Iam quidem hercle ego tibi istam / scelestam, scelus, linguam apscidam. … (Amph. 556–557)35. [AN. ¿Qué? ¿Cómo? Por Hércules, que ahora mismo te voy a cortar esa maldita lengua, maldito.]

Hercle se combina también con oraciones imperativas, reforzando en este caso el acto de habla directivo36, sobre todo las peticiones, donde aparece frecuentemente combinado con atenuadores de cortesía como obsecro o quaeso (cf. infra, § 2.3):

33 El efecto intensificador puede tener resultados descorteses, como en Cas. 802: … OL. At ego hercle nihili facio […]. 34 Cf. Cist. 624, dirigido a los dioses. Sobre la expresión del agradecimiento en la comedia, cf. Unceta Gómez (2010); para la disculpa, véase Unceta Gómez (2014). 35 Cf. Asin. 373–374, 405, 412, 414–415, 471, 474 (2X), 478; Aul. 48, 53, 56 (59 en la misma amenaza), 250, etc. 36 Esta misma combinación se emplea con fuerza ilocutiva inquisitiva: PI. Opsecro hercle loquere, quis is est. … (Bacch. 553; cf. Capt. 680). Véase también Asin. 29; Pseud. 340, 1191 (responde).

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(16) … LI. Ah, / neque hercle ego istuc dico nec dictum uolo, / teque opsecro hercle ut quae locutu’s despuas (Asin. 37–39)37. [LI. No, no; ni hablo de él, por Hércules, ni quiero que se hable, y te ruego, por Hércules, que escupas sobre lo que has dicho.] (17) DE. Etiamne? LI. Age quaesso hercle usque ex penitis faucibus (Asin. 41)38. [DE. ¿Más todavía? LI. Vamos, por favor, sigue, por Hércules; desde lo más profundo de la garganta; todavía más.]

Su concurrencia en plegarias o maldiciones en las que la divinidad invocada es distinta del héroe aludido por esta unidad subraya nuevamente su uso discursivo39: (18) LE. Hercle istum di omnes perduint. … (Asin. 467). [LE. Por Hércules, que todos los dioses lo confundan.]

Ahora bien, su combinación con la modalidad oracional interrogativa, que bloquea su lectura epistémica, comienza a mostrar un valor diferente, que podemos considerar cercano a lo interjectivo, sobre todo en preguntas retóricas que delatan desacuerdo o reproche40: (19) Nam mihi quidem hercle qui minus liceat deo minitarier / populo, ni decedat mihi, quam seruolo in comoediis? (Amph. 986–987). [Pues, ¿por qué diablos no voy a tener que yo, siendo un dios, el mismo derecho a amenazar al pueblo, si no se aparta, que un vulgar esclavo de comedia?]

En muchas ocasiones la unidad se tiñe de subjetividad, aunque no siempre es fácil reconocer un uso completamente diferente, pues ambos valores aparecen amalgamados. Así se aprecia, por ejemplo, cuando el hablante muestra una especial afectación con respecto a lo enunciado, como en

37 Cf. Asin. 417; Bacch. 254; Curc. 308, 314, etc. 38 Cf. Asin. 683; 750 (nuevamente combinado con age quaeso); Capt. 570 (agedum), etc. 39 Frente a la invocación directa de Most. 528: … TH. Hercules, ted inuoco. Del mismo modo, hercle se combina con acto desiderativos; cf. CH. Si hercle haberem … (Epid. 116). 40 Véase infra, § 2.2, lo relativo a malum! El reproche se puede expresar también a través de oraciones enunciativas, en las que hercle asume la misma expresividad; cf. MEN. Nimis iracunde hercle tandem. […] (Men. 696); Lassitudinem hercle uerba tua mihi addunt, enicas (Merc. 157).

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(20) y (21)41, o cuando se exterioriza sorpresa ante la entrada de un nuevo personaje (22)42, o en los apartes, sin receptor en escena (23): (20) EP. Hercle miserum est ingratum esse homini id quod facias bene (Epid. 136). [EP. ¡Por Hércules, qué doloroso es ver que no es recibido con agrado el bien que se hace!] (21) Nimisque hercle ego illum male formidabam, ita frendebat dentibus (Capt. 913). [¡Por Hércules, qué miedo más espantoso me hizo pasar! ¡Cómo le rechinaban los dientes!] (22) LI. Atque hercle ipsum adeo contuor, quassanti capite incedit (Asin. 403). [Por Hércules, precisamente ahí mismo lo estoy viendo. Viene sacudiendo la cabeza.] (23) EVC. Anus hercle huic indicium fecit de auro, perspicue palam est (Aul. 188). [La vieja, por Hércules, le ha descubierto la existencia del oro. Está completamente claro.]

Sin embargo, hay otros casos donde la expresividad resulta evidente, especialmente si se incluye en un contexto exclamativo o en combinación con otras interjecciones: (24) Mulierculam exornatulam. * Quidem hercle scita (Cist. 306). [SE. ¡Qué jovencita tan bien arreglada! ¡Por Hércules, y qué bien está!] (25) Attat! Curculio hercle uerba mihi dedit, quom cogito (Curc. 583). [¡Anda! ¡Fue Curculio, por Hércules, ahora que lo pienso, el que me jugó esta mala pasada!] (26) MEN. Heu hercle!43 Mulier, multum et audax et mala’s (Men. 731). [¡Ay, por Hércules, mujer, qué audaz y malvada eres!] (27) SE. Eu hercle44 morbum acrem ac durum! (Men. 872). [¡Ay, por Hércules, qué terrible y cruel enfermedad!] (28) Eugae! Euscheme hercle astitit … (Mil. 213). [¡Bravo! ¡Qué figura más hermosa, por Hércules, ha adoptado!]

Con respecto al resto de unidades, cuyo funcionamiento no se ve afectado por su variación formal —pol y edepol, ecastor y mecastor—, cabe hacer apreciaciones muy similares. En primer lugar, es frecuente la función 41 Cf. Cas. 814; Cist. 286; Merc. 294. 42 Recurso muy automatizado en algunas interjecciones primarias (cf. Unceta Gómez 2012: 373, 375). El valor es menos claro cuando el enunciado se dirige directamente al interlocutor: Sed eccum ante aedis. Ad te hercle ibam commodum. / LY. Et hercle ego ad te. […] (Cas. 593–594). 43 Cf. Rud. 821; Mil. 1056. 44 Cf. Mil. 394; Persa, 706; Poen. 1107.

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aseverativa45, que intensifica el carácter de verdad de lo enunciado, función mayoritaria en (ede)pol, aunque poco representada en (me)castor: (29) DE. Mihi quidem edepol uisast quom illam uidi. […] (Merc. 393)46. [DE. Desde luego eso me pareció a mí, por Pólux, cuando la vi.] (30) ‘Ego pol Sauream non noui neque qua facie sit scio (Asin. 353)47. [Yo, por Pólux, a Saurea no lo conozco, ni sé qué aspecto tiene.] (31) EVN. Noui, hominem hau malum mecastor. … (Aul. 172). [EUN. Sí, lo conozco, y no es mala persona, por Cástor.] (32) AL. Equidem ecastor uigilo et uigilans id quod factum est fabulor (Amph. 698). [AL. Por Cástor, claro que estoy despierta y despierta te cuento lo que ha ocurrido.]

Del mismo modo, es abundante su función intensificadora del acto comisivo48: (33) Non edepol faciam, neque me perpetiar probri / falso insimulatam, quin ego illum aut deseram (Amph. 887–888)49. [Por Pólux, que no será así. No toleraré que me acuse de deshonestidad falsamente.] (34) ARG. Ego pol istum portitorem priuabo portorio (Asin. 159)50. [AR. Pero, por Pólux, al portazguero de ese puerto lo voy a dejar sin los derechos de portazgo.] (35) ART. Tace modo. Ne illum mecastor miserum habebo. … (Asin. 869)51. [ART. Calla, que te juro por Cástor que se las voy a hacer pasar moradas.]

45 Este valor puede emplearse para dar apariencia de verdad a lo que en realidad no lo es; así se aprecia en el siguiente acto frustrado: … SY. Illi edepol—illi—illi—uae misero mihi! (Trin. 907). 46 Cf. Amph. 441 (certe edepol), Amph. 371 (con negación), etc. 47 Cf. Aul. 543; Men. 370; Rud. 340, etc. Como en el caso de hercle, se documentan también los giros pol perii (Merc. 510) y edepol perii (Truc. 548). 48 Igualmente puede intensificar actos de habla como el agradecimiento, donde intensifica la cortesía del enunciado: … MEN. Atque edepol tu me monuisti probe (Men. 385); PHR. Multum amo te ob istam rem mecastor (Truc. 879; cf. Truc. 949); Ecastor condignum donum, qualest qui donum dedit (Amph. 537; cf. Truc. 583). Mecastor se combina incluso con un saludo: MY. Salue mecastor. … (Cas. 172–3). 49 Cf. Bacch. 515. Cist. 510, etc. 50 Cf. Cas. 231; Merc. 785; Mil. 1239; Rud. 939. 51 Cf. Asin. 896; Bacch. 86; Persa 219, ejemplos de ecastor.

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Y se documentan con mucha frecuencia en amenazas: (36) LY. Non edepol nunc ego te mediocri macto infortunio, / sed eopse illo quo mactare soleo quoi nil debeo (Curc. 537–538)52. [LI. Y la paliza que te voy a dar yo, por Pólux, tampoco es una paliza cualquiera, sino la que suelo dar a los que me reclaman lo que no les debo.] (37) … PH. Ego stulta et mora multum / quae cum hoc insano fabuler, quem pol ego capitis perdam. / SC. Noli minitiari … (Mil. 370–372)53. [FI. Pero ¡estaré yo tonta y loca, para estar hablando con este mentecato, al que juro por Pólux que haré crucificar!] (38) ART. Ecastor cenabis hodie, ut dignu’s, magnum malum (Asin. 936)54. [ART. Por Cástor, que cenarás hoy, pero una buena paliza, como te mereces.]

Pol y edepol se combinan con facilidad además con actos de habla directivos (39), sirviendo incluso para enfatizar una plegaria, lo que nuevamente da cuenta de su desemantización (40). Pero no ocurre así con (m)ecastor, que solo se documentan en enunciados con fuerza ilocutiva inquisitiva55, atenuada por marcadores de cortesía (41): (39) PHILOL. Quaeso edepol, exsurge; pater aduenit. … (Most. 376). [Por Pólux, te lo suplico, levántate. Ha llegado mi padre.] (40) AC. Veneri pol habeo gratiam, eandemque et oro et quaeso / ut eiius mihi sit copia quem amo quemque expetesso (Mil. 1228–1229). [AC. A Venus doy gracias, por Pólux, y también le ruego y le pido que me conceda la gracia de gozar del hombre al que amo y tan apasionadamente deseo.] (41) PA. Amabo ecastor, mi senex, eloquere. LY. Exquire quiduis (Merc. 503)56. [PA. Por favor, por Cástor, buen anciano, explícame una cosa. LI. Pregunta lo que quieras.]

Pero, además de los casos en que (ede)pol trasmite un contenido en el que se amalgaman lo asertivo y lo expresivo, son varias las ocasiones en que estas unidades se comportan netamente como interjecciones:

52 Cf. Curc. 571; Pseud. 555, etc. 53 Cf. Amph. 285, 1030; Asin. 909; Aul. 630; Cas. 300; Most. 4; Persa 743, etc. 54 Cf. Cas. 266; Most. 240. 55 Función que también se comprueba en pol (Trin. 372) y edepol (Most. 1026: quaeso edepol). 56 Cf. Amph. 682, 812, etc.

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(42) CH. Edepol nugatorem lepidum lepide hunc nanctust Phaedromus (Curc. 462)57. [¡Por Pólux, qué hábil comediante ha tenido Fédromo la habilidad de encontrar.] (43) EP. Eu edepol res turbulentas! … (Epid. 72)58. [EP. ¡Ay, por Pólux! ¡Menudo lío!] (44) Sed nimium pol opportuna eccam eapse egreditur foras (Truc. 852)59. [¡Qué a punto, por Pólux, sale a la calle!] (45) … LY. Euax! Nunc pol demum ego sum liber (Cas. 835). [LI. ¡Viva! ¡Ahora, por Pólux, por fin soy libre.] (46) … EP. Di inmortales! Hicquidem pol summam in crucem / cena aut prandio perduci potest. … (Stich. 625–626). [EP. ¡Oh, dioses inmortales, a este hombre, por Pólux, por una cena o una comida se le puede convencer hasta de que trepe a lo alto de una cruz, para que lo cuelguen.]

Los usos expresivos de mecastor, por el contrario, resultan mucho menos claros, aunque pueden intuirse en algún ejemplo aislado, como el enunciado valorativo de (47): (47) AS. Lepide mecastor nuntias. … (Truc. 679). [AST. ¡Por Cástor, qué maravillosa noticia!]

Sin embargo, ecastor, más representado, sí proporciona usos de evidente valor interjectivo en ciertos contextos de reproche (48), en revelaciones súbitas (49) y más claramente en enunciados exclamativos (50) o en combinación con otras interjecciones (51): (48) AL. Ecastor te experior quanti facias uxorem tuam (Amph. 508)60. [AL. Ya veo, por Cástor, en qué alta estima tienes a tu esposa.] (49) ART. Hoc ecastor est quod ille it ad cenam cottidie (Asin. 864)61. [ART. ¡Por eso, por Cástor, es por lo que sale a cenar todos los días!] (50) CR. Ecastor auctionem | hau magni preti! (Stich. 235). [CR. ¡Una subasta, por Castor, de dos perras gordas!] (51) MI. Eu ecastor / hominem periurum! … (Mil. 1066–1066ª)62. [MI. ¡Ay, por Cástor! ¡Menudo embustero!] 57 Cf. Amph. frg. 6; Aul. 314; Cas. 848; Epid. 32; Merc. 204; Mil. 309; Poen. 324. La sorpresa ante la llegada de un nuevo personaje se aprecia en Men. 567; Merc. 373; Rud. 804. 58 Cf. Men. 908; Most. 981; Poen. 603; Rud. 415; Truc. 695. 59 Cf. Amph. 782; Capt. 335; Poen. 256, etc. 60 Cf. Cist. 43; Men. 752; Truc. 291 (mecastor). 61 Cf. Asin. 888; Cas. 531; Mil. 380; Stich. 89 (aparición súbita de un personaje). 62 Cf. Poen. 283 (eu ecastor!), donde ecastor, no obstante, parece mantener su sentido aseverativo básico.

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Así pues, encontramos en las comedias de Plauto una situación de gramaticalización plena de estas unidades, que, en consonancia con la segunda tendencia señalada por E. C. Traugott, se han desvinculado por completo de su significado conceptual y han asumido funciones discursivas eminentemente epistémicas, aunque con cierta especialización deóntica —especialmente en el caso de hercle, unidad que, dada su mayor representación, muestra el espectro funcional más amplio—. Pero todas ellas pueden, en mayor o menor medida, actuar también como índice de la subjetividad del hablante, función amalgamada en ocasiones con la anterior, pero diáfana en ciertos contextos. La situación descrita se entiende mejor si comparamos estas unidades con otras expresiones semejantes en las que aún podemos reconocer usos léxicos plenos. De acuerdo con R. Ashdowne (2008), para comprender los empleos discursivos de las invocaciones a los dioses hemos de partir de la estructura básica del ‘juramento’, acto de habla complejo en el que el emisor manifiesta ante su interlocutor su compromiso con la veracidad de lo enunciado, apelando a la divinidad que, en tanto que garante de esa veracidad, se interpreta como un receptor secundario del enunciado. Su formulación más completa incluye, por tanto, un verbo realizativo de juramento, la explicitación del garante divino63, introducido por medio de un sintagma preposicional, y el contenido proposicional (en forma de oración de infinitivo o introducida por ut). (52) ejemplifica el esquema completo: (52) SO. Per Iouem iuro64 med esse neque me falsum dicere (Amph. 435). [SO. Te juro por Júpiter que lo soy yo y que no estoy mintiendo.]

Dada la fuerte fijación de este tipo de fórmulas, la expresión léxica del garante asume paulatinamente la función pragmática explicitada por el verbo realizativo, hasta el punto de que, incluso prescindiendo de este último, puede transmitir el mismo objeto ilocutivo. El fenómeno resulta evidente en el giro ita me di ament, particular por cuanto apela a la benevolencia de los dioses hacia quien dice la verdad, en lugar de invocar un castigo en caso de perjurio:

63 Es posible, con todo, que la garantía del juramento sea diferente; cf. Men. 1060: per oculos iurare. 64 Además de iurare, es frecuente también su modificado adiurare; cf. Bacch. 777; Men. 1025; etc.

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(53) I ta me bene amet Lauerna, te ‹iam› iam, nisi reddi / mihi uasa iubes, […] (Aul. 445–446). [Te juro por Laverna que, si no mandas que me devuelvan mis cacharros […]]

Su especialización en este sentido activa su pragmaticalización, que transforma sus usos autónomos en expresiones realizativas de juramento65: (54) PAM. Dic uerum. BA. Ita me di ament, Pamphile! (Ter., Hec. 863)66. [PAN. Di la verdad. BA. ¡Te lo juro, Pánfilo!]

En un momento subsiguiente, la función intensificadora de la aserción comienza a combinarse con peticiones y súplicas expresivas, donde refuerza la necesidad de lo solicitado. En la expresión de este valor son especialmente frecuentes los giros per deos, pro dii y, sin invocación a los dioses, per / pro fidem67. Todos ellos se combinan frecuentemente con el atenuador de cortesía obsecro, también procedente del ámbito religioso68 y su empleo resulta perfectamente equiparable al del castellano ¡por dios! en contextos de súplica:

65 Véase Griffe (1989), quien señala que la expresión es prácticamente exclusiva de la comedia y aparece con frecuencia (especialmente en Terencio) en boca de senes, por lo que resultaría arcaizante (los esclavos plautinos ridiculizan su uso; cf. Curc. 578). Sobre su uso realizativo como expresión de juramento, cf. Ashdowne (2008: 20–21). 66 La fórmula puede usarse como intensificador de la verdad del aserto (cf. Ter., Eun. 1036–1037; Phorm. 883). 67 El giro per fidem (cf. Trin. 153), pro fidem (Amph. 376; cf. pro deum atque hominum fidem!: Curc. 694) es un elemento muy presente en la fraseología petitoria (Unceta Gómez 2009: 69, 100, 169–171). Otras posibilidades son per dexteram tuam (Amph. 923) o per tua genua (Truc. 826–827); sobre el simbolismo que las culturas griega y romana conceden a las rodillas en las súplicas, cf. ibid.: 172–176. 68 Cf. Unceta Gómez (2009: 68–72). Debido a su especialización como intensificador de esta función pragmática, el giro per deos podrá ser empleado como única marca de fuerza ilocutiva directiva. El proceso se empieza a intuir en Terencio y parece plenamente asentado en Cicerón; cf. Ashdowne (2008: 19), quien cita Ter., Phorm. 764; Cic. Ad Brut. 22, 2; Att. 16, 6, 3. La pragmaticalización, por otra parte, parece tan funcional que encuentra una plasmación léxica, pues el fenómeno permite explicar la presencia del verbo testari en plegarias y, lo que es más significativo, el desplazamiento de su modificado obtestari (cuyo significado básico es el de ‘llamar como testigo’) al campo léxico de la petición (cf. Unceta Gómez, 2009: 195–198).

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(55) … Sine me (per te, ere, opsecro / deos inmortalis) ire huc intro ad filium (Bacch. 905–906). [Ahora, te lo suplico por los dioses inmortales, déjame entrar en esa casa a ver a tu hijo.]

R. Ashdowne explica el fenómeno del siguiente modo: The force of the oath here is clearly a non-neutral attitude, but it is one somewhat attenuated […]: the oath-taker is not swearing to the veracity of the accompanying words (i.e. those word’s status in the internal / external situation) but rather the oath is emphasizing the intensity of the speaker’s entreaty (i.e. their status in the metalinguistic situation); […]. The development is from ‘I swear that X’ → ‘I really am saying that X’ → ‘I really am asking X’, i.e. ‘I mean what I am saying: this is a genuine request’ (R. Ashdowne 2008: 18).

En línea con la abstracción creciente de las unidades que veíamos previamente, el siguiente paso es la transformación de estos giros preposicionales en meras marcas de la subjetividad del hablante, que modalizan el enunciado en un sentido expresivo. En esta función comunicativa —y desvanecido ya su significado léxico originario— resultan, de acuerdo con la formulación de M. Dillon (1995: 138), poco más que un «signo de exclamación»69. Y las invocaciones a Hércules, Cástor y Pólux no son las únicas en las que se verifican empleos netamente interjectivos: (56) PH. Di boni! Visitaui * * antidhac? (Epid. 539). [FIL. ¡Dioses buenos! ¿No he visto yo a este hombre antes.] (57) … MN. Di inmortales, meum sodalem hic nominat (Bacch. 414)70. [MNES. ¡Dioses inmortales! ¡Este menciona el nombre de mi compañero!] (58) AM. Pro71 di inmortales, cognoscin tu me saltem, Sosia? (Amph. 822)72. [ANF. ¡Oh, dioses inmortales! ¿Tú al menos me conoces, Sosia?]

69 Cf. Dillon (1995: 137): “Technically, the speaker does invoke the god(s), but the connection between these outbursts with the oath proper is often quite tenuous. Such expletives usually indicate only the speaker’s emotional state, and in fact become almost glorified particles to express tone more than substance”. 70 Cf. Capt. 891; Most. 912, etc., y ejemplo (46). 71 En estas combinaciones con vocativo, la partícula pro se entiende como una interjección, no como preposición (cf. Ashdowne 2008: 22, n. 14); un ejemplo evidente de ello es Most. 77, donde el sintagma pro dii inmortales es el destinatario de una plegaria. 72 Cf. Aul. 460, 616; Bacch. 182; Capt. 697, 974; Curc. 274; Men. 1062, etc.

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(59) … CA. Pro deum atque hominum fidem! / Hocine pacto indemnatum atque intestatum me abripi? (Curc. 694–695)73. [CA. ¡En nombre de los dioses y los hombres, decir que estoy arrastrado de esta manera, sin haber sido condenado y sin haber podido presentar testigos!] (60) … TH. Pro Iuppiter!74 / Hic est quem ego tibi misi natali die (Curc. 655–656)75. [TER. ¡Oh, Júpiter! ¡Es el que te regalé el día de tu cumpleaños!]

Mucho menos representados que las formas anteriores, aunque, como vemos en estos ejemplos, con usos claramente interjectivos, estas expresiones pueden considerarse sus variantes cultas o de estilo elevado. 2.2. Malum! Sin demasiada representación, pero con un empleo muy definido y convencionalizado, la forma malum! es también resultado evidente de la subjetivación de un sustantivo neutro, cuyo significado básico es el de ‘problema, desgracia, castigo’76. De manera sistemática malum! se combina con enunciados interrogativos incluidos en contextos conflictivos77. 73 Cf. Amph. 376. 74 Carisio advierte de que pro Iuppiter podía indicar alegría o ira en función del contexto (cf. Moure Casas 2013: 145): Pro Iuppiter [pro] gaudentis: ‘Pro Iuppiter, ut mihi, quidquid ago, lepide omnia prospereque eueniunt’; pro Iuppiter irati Terentius in ‹Adelphis›: ‘pro Iuppiter, tu homo adigis me ad insaniam’ (Char., 314, 28K). 75 Cf. Amph. 791, 1074; Aul. 241; Curc. 638; Men. 412, 957; Mil. 1133; Most. 191; Pseud. 574; Poen. 1122 (pro supreme Iuppiter!). 76 Bréal (1912) ve en la forma exclamativa un acusativo con sentido direccional, por lo que la exclamación constituiría una expresión elíptica sinónima de abi in malam rem! En esa misma nota, afirma este autor que malum designaría en principio el mal funesto que ataca los frutos de la tierra, poniendo el sustantivo en relación etimológica con lat. mollis y osc. mallus. La idea de ‘blandura, molicie’ subyacente a todos estos términos resulta en el ámbito agrícola síntoma de podredumbre, y de ahí el significado derivado de ‘desgracia’. 77 Martha (1879) propuso que malum! se aplicaba exclusivamente a la locura: «elle s’applique exclusivement à une insanité, grande ou petite, à un égarement, à une aberration, à une chose illogique, à une ineptie, en un mot, à un fait ou à une parole qu’on peut appeler […] une folie. C’est le cri de la surprise en présence d’un insensé» (p. 19). En origen, la expresión sería una deprecación para alejar la locura. Morris (1882) rebatió convincentemente ambas propuestas —«Is it non simpler and at the same time more accurate to say that malum expresses impatience, irritation, annoyance, and in general the lighter forms of anger?», se pregunta (p. 209)—, aunque Marta (1883) insistió en ellas en un trabajo posterior.

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Dado su contenido semántico originario y puesto que la mayor parte de los personajes que lo emplean78 se muestran notoriamente contrariados o indignados, puede pensarse que esta unidad sea un sustituto eufemístico de las interjecciones secundarias de naturaleza malsonante que no hemos conservado, pero cuya existencia en latín es más que verosímil. La mayor parte de sus empleos está constituido, como decimos, por respuestas indignadas a un movimiento anterior, sobre el que se expresa un desacuerdo, en ocasiones a través de una pregunta ecoica: (61) … Quaeso, nonne intellegis? / AM. Qui, malum, intellegere quisquam potis est? […] (Amph. 625–626). [Por favor, ¿no me entiendes? AN. Pero, ¿cómo diablos se puede entender eso?] (62) […] CH. Fortassis tu auri dempsisti parum? / MN. Quam, malum, parum? […] (Bacch. 671–672)79. [CR. ¿Quizá te has quedado con poco oro? MN. ¡Diablos! ¿Cómo que poco?]

Si bien la repetición no es necesaria y se documentan varios usos sin ella (63) e incluso puede expresar de manera elíptica ese desacuerdo con el interlocutor (64): (63) PE. Qur dare ausu’s? EP. Quia mi lubitum est. PE. Quae haec, malum, impudentiast? (Epid. 710)80. [PE. ¿Y cómo te atreviste a dárselo? EP. Porque me dio la gana. PE. ¡Demonios! ¿Qué desfachatez es esa?] (64) commune istuc esse oportet. BA. Quid, malum? Id totum tuom est (Pseud. 1165). [Hemos de repartirlo entre los dos. BA. ¿Cómo que entre los dos, ¡diablos!? Es todo tuyo.]

Malum! permite también transmitir un reproche por una actitud o una actividad molestas: (65) PS. Qur ego adflicter? SIMO. Quid tu, malum, in os igitur mi ebrius inructas? (Pseud. 1295). [PS. ¿Por qué me empujas? SI. Y tú ¿por qué diablos me eructas tu borrachera en la cara?] (66) Quid tu, malum, me sequere? […] (Cas. 91). [¿Por qué diablos me sigues?] 78 Siempre varones, tanto en Plauto como en Terencio (Gilleland 1979: 186). 79 Cf. Bacch. 696; Merc. 185; Most. 368. Repárese además en la posición de la interjección, siempre tras el elemento interrogativo o, a lo sumo, ocupando una tercera posición tras un pronombre demostrativo o personal. 80 Cf. Amph. 403, 592, 604; Aul. 429.

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(67) … CH. Quo malum properas, Labrax? (Rud. 492)81. [¿Adónde diablos vas tan deprisa, Lábrax?]

Su carácter netamente interjectivo, por último, queda evidenciado en su capacidad para aparecer en contexto monológico, como mera expresión de la subjetividad: (68) CA. Qur, malum, patronum quaeram, postquam litem perdidi? (Vid. 62)82. [CA. ¿Para qué diablos iba a buscar yo un abogado defensor, después de haber perdido el pleito?]

2.3. Algunos marcadores de fuerza ilocutiva directiva Finalmente, y aunque no compartimos la visión tradicional que considera como interjección cualquier unidad gramaticalizada (cf. supra, n. 12), cabe completar el panorama señalando ciertos empleos que pueden considerarse expresivos de algunas marcas de modalidad deóntica con origen verbal (Unceta Gómez, 2015). Debido al tipo de cortesía imperante en la antigua Roma, la lengua latina desarrolló un rico sistema de marcas mitigadoras del acto de habla directivo. En la lengua de las comedias encontramos las formas realizativas amabo, quaeso83, obsecro, con una distribución por sexos similar a la que veíamos hercle, (ede)pol y (m)ecastor. La matización expresiva empieza a intuirse en algunas interrogaciones retóricas, sin destinatario definido: (69) Vnde hic, amabo, unguenta olent? […] (Cas. 236). [Pero ¿de dónde viene ese olor a perfume, por favor?]

O en otros casos en los que el emisor está claramente molesto con su interlocutor y manifiesta un reproche por medio de una pregunta indignada, donde estos marcadores no pueden asumir ya una función de mitigación cortés84: 81 Cf. Cas. 262, 472; Mil. 446; Most. 6, 34; Poen. 261; Pseud. 242; Rud. 945; Stich. 597; Truc. 930. 82 Cf. Capt. 531. 83 El grado de gramaticalización de todas estas unidades es elevado, aunque se documentan formas alternantes: quaesumus (Cic., Leg. 1, 6), agite (Plaut., Persa 833). Sobre el funcionamiento de todas ellas, cf. Unceta Gómez (2009: 67–76). 84 En estos contextos puede considerarse, a lo sumo, que la cortesía asume una función antifrástica. Un fenómeno similar se documenta en esp. por favor; cf. Alcaide Lara

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(70) Quid tu ais? ADE. Quid mihi molestu’s, opsecro? AG. Aha, tam saeuiter! (Poen. 335). [Dime una cosa. ADE. ¿¡Por qué me molestas, por favor!? AG. ¡Uh! ¡Qué cruel eres!] (71) PA. Quid modi flendo quaeso hodie facies? PH. Quid ego ni fleam? (Mil. 1311). [PA. ¿¡No vas a parar de llorar hoy, por favor!? FI. ¿Cómo no voy a llorar?] (72) … AM. Quid somnias, amabo? (Rud. 343). [AN. ¿Qué estás soñando, ¡por favor!?]

Este mismo fenómeno se documenta en la partícula age, que, si bien carece de las funciones atenuantes y corteses de las unidades anteriores, aporta también una modalización directiva. Su ulterior función expresiva se documenta tanto en combinación con términos injuriosos, como en compañía de otros modalizadores, pero denotando siempre incredulidad o desacuerdo con el interlocutor: (73) Defrudem te ego? Age sis tu, sine pennis uola (Asin. 93). [¿Que te estafe yo a ti? ¡Venga, por favor, vuela tú sin alas!]

Pero el uso puramente expresivo de todas estas unidades resulta inequívoco cuando aparecen en contextos exclamativos: (74) ‘Quam facile et quam fortunate euenit illi, opsecro! (Epid. 243). [¡Qué poco le costó, qué suerte tuvo esa, por favor!] (75) AG. Opsecro hercle, ut mulsa loquitur! […] (Poen. 325)85. [AG. ¡Por favor, por Hércules! ¡Son pura miel sus palabras!] (76) … PA. At, Sceledre, quaeso, / ut ad id exemplum somnium quam simile somniauit / atque ut tu suspicatus es eam uidisse osculantem! (Mil. 399–401)86. [PA. ¡Pero Esceledro, por favor! ¡Cómo concuerda el sueño suyo con la sospecha tuya de haberla visto besándose!]

(2008: 239–240): «esta fórmula invierte su valor en situaciones comunicativas de conflicto, en las que lo que interesa es precisamente lo contrario: afectar al interlocutor. Su entonación es diferente, pues se pasa de una entonación ascendente a una descendente con una pronunciación fuerte del primer elemento (por). Su misión: reforzar aún más, si cabe, el desacuerdo, llegando a la imposición de la propia opinión. Este elemento suele representar el punto y final de la intervención que expresa el desacuerdo, y se interpreta como el cierre de la cooperación, al menos por parte del hablante, que da por zanjada la cuestión». 85 Cf. Amph. 299. 86 Cf. Mil. 1253.

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En esos casos, estas unidades se asimilan claramente a la categoría interjectiva, incorporando a su significado procedimental la indicación de una fuerza ilocutiva expresiva y desvinculándose por completo de su contenido proposicional87.

3. Conclusiones A modo de conclusión, cabe destacar en primer lugar que el número de interjecciones impropias en las comedias de Plauto es muy inferior al de las propias, si bien su uso es más frecuente que el de estas últimas. Partiendo de una descripción ajustada de la categoría interjectiva, concebida como manifestación de la subjetividad, hemos descartado además algunas unidades tradicionalmente entendidas como interjecciones, pero hemos incluido en esta nómina otras no consideradas previamente desde esta óptica (quaeso, obsecro, age), pero que en el corpus analizado parecen estar experimentando un proceso de subjetivación que las transforma en modalizadores expresivos. De todo ese inventario, las unidades más representadas son las derivadas de invocaciones, (me)hercle, (m)ecastor, (ede)pol, pese a que la mayor parte de sus usos no pueden ser interpretados como interjectivos. Debido posiblemente a su origen en fórmulas de juramento, su empleo discursivo mayoritario es el de la intensificación de la aserción del hablante, con distintas matizaciones dependientes del tipo de acto de habla con el que se combine. Especialmente en el caso de (me)hercle, además, se documentan algunos empleos en los que funcionan como intensificadores de modalidad deóntica, pues el énfasis en la necesidad de lo solicitado se orienta a facilitar la consecución del favor del interlocutor. Todas estas unidades muestran un grado de gramaticalización muy superior al de otras invocaciones (pro Iuppiter, di boni, per deos, etc.), que pueden ser consideradas su contrapartida de registro elevado (con una frecuencia de uso muy inferior). 87 De manera llamativa, amabo, quizá la que aporta una coloración más marcadamente expresiva, es la única cuya combinación con oración exclamativa no se documenta, posiblemente —como se defiende en Unceta Gómez (2015)— porque está experimentando un incipiente proceso de desgramaticalización.

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La única interjección, también plenamente gramaticalizada, que no documenta funciones discursivas previas es malum!, aunque se aprecia en ella una fuerte especialización subsidiaria en la manifestación del desacuerdo, reconocible también en las interjecciones primarias (h)eia!, aha! y uah! Por todo ello, es posible señalar, por último, que el corte sincrónico representado por las comedias plautinas, por sus propias características, constituye un corpus óptimo para el análisis de los fenómenos de gramaticalización y subjetivación.

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