Cuando es malo, es asesinato: El ambiente de trabajo en arquitectura

May 24, 2017 | Autor: Eliana Sousa Santos | Categoría: Architecture, Gender Equality, Gender and Architecture
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Descripción

CUANDO ES MALO, ES ASESINATO El ambiente de trabajo en arquitectura Eliana Sousa Santos

Hace algún tiempo me encontré un pasaje que describe el papel de la mujer en el sector de la construcción de Nuevo México en el siglo XVI. En alusión a los registros del misionero franciscano portugueses Alfonso de Benavides, el historiador de arte estadounidense George Kubler describía el proceso de construcción colectiva local de la siguiente manera: “La costumbre era que las mujeres, los niños y las niñas construyeran los muros. Los hombres consideraban esta ocupación vergonzosa, y se limitaron a la caza, el hilado y el tejido, aunque rápidamente se dirigieron hacia la carpintería y otros oficios. Así, la fabrica de las iglesias fue obra principalmente de las mujeres, mientras que la madera fue producida evidentemente por los hombres1.” El contexto cultural determina qué actividades son apropiadas para cada género, y las mujeres están, en cierta medida, atrapadas en sus propias expectativas de contexto - ya sean sociales, históricas o económicas -. En el Nuevo México del siglo XVI los hombres tejían mientras que las mujeres y los niños construían los muros. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, estos muros fueron objeto de fascinación para muchos artistas, siendo los más famosos son aquellos que fueron pintados de forma continuada por Georgia O’Keeffe y fotografiados por Ansel Adams. A medida que nos acercamos al presente tendemos a tener más datos sobre el papel de la mujer en la arquitectura. En el siglo XX, la mayoría de las mujeres arquitectas pioneras, que se mencionan merecidamente en incontablemente ocasiones, formaban normalmente equipo de trabajo con hombres, estando muchas de ellas casadas con sus compañeros, pero fueron apartadas a un papel secundario dentro de la práctica arquitectónica. Denise Scott-Brown, cuyo maravilloso trabajo fotográfico de Las Vegas ha proporcionado una base inspiradora a la arquitectura, se ha celebrado como el paradigma de esta situación.

[ 1 ] KUBLER, G: The Religious Architecture of New Mexico: In the Colonial Period and Since the American Occupation. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1972, p. 7.

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Debido a un cambio lento en la sociedad, por el que ahora, al fin, las mujeres son consideradas más como socias en igualdad de condiciones y menos como ayudantes, surge recientemente una discusión sobre la legitimidad de la concesión de un prestigioso premio a un sólo miembro de un equipo de trabajo colectivo. Una polémica que se hizo notoria a través del debate en torno a la petición de reconocimiento para Scott-Brown como parte contribuyente importante de la carrera arquitectónica de Robert Venturi, a quien se otorgó de forma individual el Premio Prizker de Arquitectura en 19912. Ahora, en 2014, nos fijamos en las decisiones tomadas en 1991 y de alguna manera nos quedamos perplejos ante las escasas expectativas de aquella época. Para la mayoría de nosotros tiene sentido que el Premio Prizker pueda ser otorgado a un equipo de arquitectos, como sucedió con Jacques Herzog y Pierre de Meuron en 2001 y Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa en 2010. Esta mejora de las expectativas colectivas es el éxito de la petición, la cual no logró su objetivo final pero consiguió demostrar que hoy esperamos algo más. Sin embargo, esto no quiere decir que vivamos en tiempos de igualdad. Las mejoras en el lugar de trabajo e igualdad de género en la profesión no han llegado a todas partes al mismo tiempo. Pero existe la aceptación de la importancia de que haya mujeres en equipos de trabajo, debido a que el número de mujeres que estudian y enseñan en arquitectura, que trabajan en estudios de arquitectura y lideran proyectos es grande y creciente, añadiendo a la lista, ya notable, de mujeres que dirigen las principales prácticas de arquitectura. Y estas son buenas noticias, porque parece que la conversación sobre el cambio en la disciplina tendrá muchas voces. Sin duda esta progresión ayudará a cambiar la percepción de la disciplina como un campo predominantemente “masculino”, tal y como se consideraba hace apenas unas décadas. Las cosas cambian muy lentamente, y debemos notar que hemos estado teniendo esta conversación durante mucho tiempo. Hace casi cuarenta años, el número de agosto de 1975 de la revista de arquitectura AD Architectural Design estaba dedicado al tema de “Mujeres en la Arquitectura”, mostrando en su portada a una mujer muy pequeña que llevaba un traje de pantalón gris que portaba un pesado conjunto de instrumentos de dibujo, muebles de oficina y elementos arquitectónicos sobre ella3. Todo el contenido de esta edición estuvo dedicado a las mujeres - las mujeres teóricas, la perspectiva de las estudiantes, el testimonio de una oficina dirigida por mujeres y así sucesivamente. El tema estaba desarrollado con sentido del humor, en algunos puntos autocrítico, mostrando cariátides y otros elementos escultóricos decorativos que representan a las mujeres unidas a los elementos estructurales de los edificios - las mujeres en la arquitectura - y en gran parte estaba dirigido a mostrar el largo camino que las mujeres habían recorrido en este campo. Las pocas páginas que presentaban breves biografías de las colaboradoras son muy elocuentes del progreso de las mujeres en el campo de la arquitectura. Algunas participantes en aquel momento estaban casadas con sus socios - como Alison Smithson - pero muchas eran todavía jóvenes estudiantes, siendo algunas madres solteras. [ 2 ] Esta petición comenzó por el grupo Women in Design and Design for Equality of the Graduate School of Design, Harvard University. More information in: [ 3 ] Recordemos que durante mucho tiempo, desde 1946, la editora de esta revista era una mujer, Monica Pidgeon, que era ella misma unpionera en el campo del diseño arquitectónico ROWNTREE, D.: “Monica Pidgeon obituary”, The Guardian, 2009. Retrieved from [Consultado en Marzo de 2013]

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LA PRÁCTICA ALREDEDOR DEL MUNDO

En este mismo número, la fallecida Wendy Foster, nacida Cheesman, co-fundadora de Foster Associates, se presentó a sí misma como una heroína profesional. Una foto mostraba el interior del helicóptero, un jet Bell Ranger, que sobrevolaba La Gomera donde su oficina estaba trabajando en un masterplan. Ella declaraba muy claramente que: “en la arquitectura no existen los problemas de la liberación de la mujer. En resumen, cualquier mujer que quiera puede serlo, y punto“. Además Foster comentaba que tenía dos hijos y “una aversión a las au pair“, para ella su papel en la oficina era “incondicional, pero no le dedicaba todo su tiempo4.” Pensemos en esta idea. Hoy en día se tiende a equiparar ambas ideas: dar todo el entusiasmo y el tiempo al completo. A veces, sin saberlo, se tiende a aspirar al bienestar a través de ser únicamente productivo. Tenemos la tendencia a diseñar el calendario de nuestros programas y actividades en torno a la meta de la máxima productividad. Incluso el tiempo de ocio, el sueño y el equilibrio de la familia están ahora conectados con la productividad. Esto está dando paso a una era diferente en relación al trabajo, donde los que trabajan no están realmente separados del trabajo en todo momento. Foster nos dió una razón para cultivar una presencia menos asidua en la oficina para tener una mejor productividad: “La gente puede acercarse demasiado a las cosas y que los árboles no te dejan ver el bosque5“. Sin embargo, ella también tomó nota de que cuando nuestro entusiasmo se transforma en dedicación completa, estamos perdiendo algo más. Estamos dejando pasar una oportunidad de mejorar, algo que es muy importante para los seres humanos, y esto se está aprovechando con fines útiles en los lugares de trabajo. Foster describe que ella practicaba otras actividades fuera de su oficina: “Nunca hay tiempo suficiente para todo. Me recreo en las clases de baile jazz, de guitarra, viendo películas, y en algunos viajes, pero no suficientes6.” Podemos leer la cita anterior, sentirnos un poco celosos y pensar que estas palabras vienen de alguien privilegiado que se encontraba en un puesto de dirección. Sin embargo, podría ser fruto simplemente de la suerte de haber sido joven y haber podido trabajar en la floreciente economía de posguerra. Los salarios ajustados a la inflación de hoy en día son más bajos que en la década de los 70, incluso habiéndose aumentado los salarios nominales el poder adquisitivo ha disminuido considerablemente. Esto significa que incluso familias con dos ingresos tienen que trabajar más horas para poder pagar lo que estaba disponible para una familia con el apoyo de un solo ingreso hace cuarenta años7. El hecho es que todo el mundo, tanto mujeres como hombres, trabajando en cualquier campo, debe ser capaz de tener una experiencia de trabajo fructífero, tener tiempo para la familia y amigos, y también tiempo para dedicarse a aprender cosas diferentes. Una experiencia como esa no debe ser vista como un privilegio, a pesar de que ahora parece mucho más lejana a la experiencia de la mayoría de nosotros, debe ser vista como un derecho humano fundamental.

[ 4 ] FOSTER, Wendy: “Wendy Foster”, AD Architectural Design, XLV, 1975, p. 513. [5]

Ibid.

[6]

Ibid.

[ 7 ] WARREN, E. & TYAGI, A. W.: The two income trap: Why middle class parents are going broke, Cambridge MA: Basic Books, 2004.

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Igualmente lograda y ambiciosa, pero desde el otro lado de la experiencia laboral, fue la presentación de Judy Scott en AD, una madre soltera y exitosa diseñadora de moda convertida en estudiante de arquitectura que decidió ser arquitecta después de co-organizar una petición para evitar la destrucción de un edificio. Se matriculó en la Architectural Association y ‘al segundo año terminó por agotamiento y empobrecimiento.“ Resumió su experiencia en la arquitectura como:”cuando es bueno es muy bueno, cuando es malo es un asesinato.“ 8 Por desgracia, hoy en día, cuarenta años después de la publicación de este numero de la revista AD, la experiencia de la mayoría de las mujeres (y los hombres por igual9) en la arquitectura está más cercana a la de Judy Scott que a la de Wendy Foster. Incluso los arquitectos exitosos se enredan en la cultura que iguala ‘entusiasmo’ con ‘tiempo completo“. Cuando Jeanne Gang ganó la beca MacArthur en 2011 y se le preguntó acerca de su hogar, ella respondió: “Vivo en un apartamento relativamente pequeño, porque nunca estoy allí. En un antiguo rascacielos del centro, cerca de las orillas de un lago y de senderos para bicicletas. Disfruto de ello. Durante una hora al día tengo la oportunidad de recrearme y puedo salir a la calle10“. A pesar de que la profesión es cada vez más incluyente para las mujeres, seguimos estando fundamentalmente inmersos en una cultura de trabajo nefasta tanto para hombres como para mujeres. Aunque los arquitectos ganan menos que un profesional medio con la misma cantidad de años de estudio, la cultura de la oficina de arquitectura peca de exceso de trabajo, una cultura que comienza en la escuela y se extiende a la práctica profesional. Incluso antes del salto tecnológico, que nos permite intercambiar documentos de trabajo durante todo el día desde los últimos quince años, la cultura profesional en la arquitectura se basaba en el exceso de trabajo. En la escuela, los estudiantes buscan sacar ventaja trabajando largas horas, y en el primer trabajo en una oficina hay cierta presión para conectar con largas horas de trabajo en equipo. Intentar iniciar una oficina a través de realizar una serie de concursos o una comisión después de las horas de trabajo. E incluso para aquellos que logran la hazaña de comenzar su práctica, el tiempo es corto, porque el tiempo es dinero. Al final, la capacidad de penetración de esta cultura del exceso de trabajo comienza a percibirse como normal. Por supuesto, se puede decir, como muchos, que si una enfermedad afecta tanto a hombres y mujeres no es realmente una cuestión de género. Todos los arquitectos están familiarizados con los horarios de trabajo estresantes, pero la verdad sigue siendo que la misma enfermedad afecta a ambos sexos de maneras diferentes. Y cuando una enfermedad afecta a diferentes grupos, el grupo menos aventajado siempre tiende a ser el más perjudicado. Los que están en una posición frágil - económica, social, profesional - van a ser los más afectados. Y las mujeres, a pesar de haber trazado un largo camino, aún se encuentran en situación de desventaja. Será imposible cambiar las condiciones de trabajo de las mujeres si no las cambiamos para la mayoría de los seres humanos. No podemos separar las cuestiones de género de otras condiciones de desigualdad, ya que todas ellas están conectadas. Esto puede ser un proceso muy lento, así que hasta entonces debemos condenar y legislar las condiciones injustas de trabajo para lograr un entorno más equilibrado. [ 8 ] SCOTT, J.: “Judy Scott”, AD Architectural Design, XLV, p.516, 1975. [ 9 ] MAYNARD, A.: Work/life/work balance. Parlour: women, equity, architecture, 2012. Retrieved from [ 10 ] LASKY, J.: “The architect Jeanne Gang on winning a MacArthur fellowship”, The New York Times, 2011. Retrieved from [Consultado en Marzo de 2013]

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