Cuando el peligro no representa un miedo

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Descripción

Cuando el peligro no es un miedo. Seguridad en Internet. El cerebro conectado “En un mundo en movimiento, el que se queda quieto, retrocede.” A través del espejo y lo que Alicia vio allí. L. Carroll La velocidad del surgimiento de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTICs), el uso de las redes sociales, el avance de la telefonía móvil, la aparición de nuevas fuentes y nuevos agentes del saber, nos invitan a interactuar en un nuevo paradigma educativo y a explorar nuevos roles como docentes, como alumnos y como padres. Para ser estar a la altura de las circunstancias, participando, de esta nueva era no sólo debemos conocer y dominar las herramientas que la Web 2.0 nos ofrece, sino que, también, estar atentos e informados sobre los “peligros” a los que estamos expuestos al ingresar al mundo virtual. Comparto esta información, sin intención de provocar un “nudo de miedo en la garganta”, sino con el firme convencimiento de que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Como dice Lewis Carroll, “En un mundo en movimiento, el que se queda quieto, retrocede.” Internet es extraordinaria, ¿por qué? Esta red informática mundial hace que consideremos, como Alicia, que vivimos en un mundo “de maravillas”. Se lee en un artículo del Diario La Nación de marzo de 2000: “Por Internet se pueden hacer muchas cosas, mandar y recibir mensajes, conversar, comprar y vender, recibir y dar clases, hacer experimentos a distancia, oír música y ver videos, viajar y visitar museos, estudiar, ganar dinero y amigos, perder el tiempo o divertirse. La lista es interminable y suena más bien a un catálogo fantástico. (…) Internet ha creado como por arte de magia un medio de comunicación que nadie pudo prever hace apenas una década y que hoy nadie controla. No tiene propietario, es, en cierto sentido, de todos y de nadie. No hubo jamás en la historia de las comunicaciones algo semejante a Internet. Vive del aporte personal de cada uno de nosotros.” ¿Cuáles son algunos de los cambios que se produjeron desde la llegada de Internet? En primer lugar, somos la primera generación de papás y abuelos que tenemos que aprender con nuestros hijos/nietos a utilizar la tecnología. Es más, por primera vez en la historia de la humidad los niños y jóvenes saben con más destreza que los adultos cómo usar estas herramientas tecnológicas. Las "Apps" forman parte de su diario vivir. Por otro lado, los adolescentes de hoy serán la primera generación de personas que busquen trabajo y que los retratos de sus vidas privadas estén en Internet. Estos mismos

jóvenes, serán, a su vez, la primera generación de padres cuyos hijos puedan saber, con tan sólo un “click”, qué era aquello que hacían sus padres, cuándo jóvenes, por ejemplo. Es importante, por lo tanto, saber y transmitir que todo lo que se publica en Internet permanece allí, en la virtualidad, para siempre (aún cuando creamos que lo hayamos eliminado o no lo podamos ver). Nuestros jóvenes son muy inteligentes con la tecnología: saben cómo funciona prácticamente cada uno de los dispositivos tecnológicos que tienen a su alcance, programas y aplicaciones; y podrán descubrir, con los conocimientos que ya poseen, cómo funcionarán aquellos que surjan en el futuro. Pero, como dice Mark Prensky, “…la sabiduría digital no consiste solamente en la expansión de nuestras habilidades a través de la tecnología, sino en el uso inteligente de la misma...” Es, sin dudas en este punto, dónde el aporte de los adultos será fundamental; enseñar a los jóvenes a ser “tecnológicamente inteligentes”; a saber: usar la tecnología con inteligencia para la vida. Así como es de fácil encontrar buena información, es posible encontrar de la misma forma información mala, desagradable (pornografía, violencia explícita, terrorismo) que puede afectar, especialmente, a los menores. Como educadores y usuarios de la web, es necesario que sepamos que “se accede a la tecnología antes de tener conocimiento de los peligros”. ¿Qué le pasa a nuestro cerebro con Internet y los peligros? Las neurociencias nos dicen, en primer lugar, que el cerebro humano evolucionó para interactuar en el mundo real, no en el virtual, con otros cerebros. Esto ya nos presenta, un tema imposible de omitir, y que nos lleva a pensar: ¿Cómo hacemos para colaborar con el desarrollo de la comunicación efectiva y afectuosa en un mundo en el cual “casi todo se comunica virtualmente”? ¿Cómo logramos optimizar esta maravilla de las comunicaciones para lograr enriquecernos y enriquecer a otras personas? Por otro lado, nuestro cerebro viene al mundo con ciertas conexiones neuronales (cableado de redes de neuronas) que tienen un principal objetivo: la supervivencia. Podríamos comparar estas conexiones con un “software”. Entre otras funciones, en este programa de computadora metafórico, se encuentran ciertas emociones básicas útiles, justamente, para mantenernos vivos. El miedo, una de las emociones básicas, es una emoción provocada por un estímulo que predice el peligro y activa en el celebro sistemas para alertarnos. Es, quizás, el estado más intenso en el que puede entrar nuestra mente y nuestro cuerpo, produciendo respuestas automáticas de “lucha o huida” para preservar la conservación del individuo y, consecuentemente, de la especie.

Entonces, pues, no están nuestros cerebros biológicamente cableados para reaccionar frente a los peligros virtuales, que pueden ser muy engañosos. Cuando les permitimos a nuestros hijos salir solos por primera vez a la calle a hacer un mandado, es porque ya han practicado cómo hacerlo. Primero, los llevamos de la mano; después de un tiempo, ellos caminan “solos” unos metros delante nuestro. Mientras tanto, vamos enseñado una serie de “cuidados” que “hay que tener”: caminar por la vereda pegaditos a las casas y lejos de la calle por la cual circulan los autos, no hablar con extraños, prestar especial atención a sus pertenencias para evitar un robo, respetar los semáforos para cruzar las calles, etc. Si les enseñamos a nuestros hijos que “no hay que hablar con extraños” en el mundo real, también, deberíamos enseñarles que en el mundo virtual “no hay que chatear con desconocidos”, que “no hay que compartir información personal, fotos, entre otros, con personas a las que no conocemos”. Por otro lado, quizás el peligro más sobresaliente es el que se presente a la hora de estar conectado “on line” porque nuestros cerebros creen que nuestro hogar es un lugar seguro. Se presenta, entonces, un interrogante ¿Cuán seguros están nuestros hijos, en el living de nuestras casas, cuando chatean con un desconocido, completan formularios con información personal, suben fotos? ¿Y los mayores? ¿Sabemos los peligros a los que nos exponemos? Como adultos, no sólo debemos enseñar a buscar información confiable, sino también ayudar a seleccionar las páginas que son provechosas para nuestros hijos y colaborar en que descubran aquellas que los engrandezcan como seres humanos. Asimismo, debemos informarlos sobre los riesgos que existen en las redes sociales, sobre qué información hay que proporcionar y cuál no, sobre qué temas pueden publicar y cuáles no… ¿Qué deberíamos los adultos de hoy, en el contexto en el que habita la tecnología, contemplar? A) Estar informados de lo que significa:       

Phishing, Spoofing, Pharming, Hijakering (y todas sus variantes: IP hijaking, Page hijacking, Domain hijacking,Session hijacking, Browser hijacking, Home Page Browser hijacking,Modem hijacking) Malware también llamado badware, código maligno, software malicioso o software malintencionado Sexting Grooming Esta información está disponible en la web, como así también la manera en la que podemos protegernos.

B) Ejercitar la escucha atenta y estar informados sobre las actividades que realizan nuestros hijos en Internet. No para prohibir, sino para generar climas de seguridad en aquellos en los que nuestros hijos se sientan libres de expresar sus sentimientos y si se les presentase una situación difícil con la que tengan que lidiar, sepan que pueden contar con nosotros. C) Construir Alfabetismo Emocional. Cuando nos comunicamos cara a cara permanentemente enviamos señales sobre nuestros sentimientos mediante tonos de voz, expresión facial, y otros canales no verbales. Es por esto que la capacidad de descifrar estas señales en la comunicación virtual puede llegar a ser un tanto “delicada”. La alfabetización emocional, el desarrollo de la empatía y demás habilidades emocionales, no deben olvidarse a la hora de educar en el mundo de las comunicaciones virtuales. D) Educar, acompañar y colaborar para que los niños y jóvenes puedan procesar la información que reciben de Internet. No perdamos de vista que sus Sistema de Lóbulos Pre-Frontales (las áreas más evolucionadas del cerebro) aún no está lo suficientemente maduro como para poder descifrar, comprender y hacer juicio crítico aplicando la ética y la moral de toda la información a la que acceden los niños y jóvenes. Incluso, es probable que ni siquiera los adultos responsables de esas personas sepamos que han visto, escuchado o interpretado; no sólo con los contenidos a los que pueden haber sido expuestos en Internet, sino que a la televisión, también. EL horario de protección al menor, actualmente, los está cuidando "poco". Últimas reflexiones Nuestra tarea como educadores, padres, abuelos, tíos, etc. es ajustar las conexiones y desconexiones que se producen en la virtualidad. También, el desafío está en aprovecharlas al máximo: para no creernos que las tecnologías que manejamos nos hacen mejores, sino para que nos ayuden, para aprender, poco a poco, a desarrollarnos como mejores seres humanos. La información sobre las nuevas tecnologías y el aprender a usarlas se vuelven ineludibles en la educación del Siglo XXI. “En un mundo en movimiento, no te quedes quieto, avanzá.” Alejandra Del Fabro Bajo Licencia Creative Commons Atribución-Sin Derivar 4.0 Internacional. Uso libre. Se requiere citar la fuente. Bibliografia: Taller: “Internet y las Redes Sociales, uso seguro y responsable” Gazzaniga, Michael (1987) "Social Brain: Discovering the Networks of the Mind", Basic Books Goleman, D (2012) “The Brain and the Emotional Intelligence: New Insights”, Kindle Edition

Battro, A (2000), “Las ventajas de Internet” Diario La Nación 12/03/2000, consultado el 17 de Julio de 2014 Prensky, M (2001) “From Digital Natives to Digital Wisdom”

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