Cuando callamos el sentir

June 8, 2017 | Autor: S. Rodríguez Ramírez | Categoría: Emociones
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Descripción

“Todo lo que le da sentido a nuestras vidas es; pienso yo, el reconocimiento a nuestras formas de pensar, sentir y desear lo que anhelamos en nuestros corazones misteriosos, y nada más”. “Tormentas cómplices” No voy a comenzar diciendo que hace mucho tiempo... naaaaaa!! mejor lo haré de la siguiente manera: doña Yumba – Yumba es una mujer que hace todo por sus seres queridos, siempre se quita el bocado de la boca para alimentar a los suyos, se endeuda, madruga, se acomide y hace un sin fin de cosas por que a sus hijos no les falte nada. Todos en el pueblo la conocen como una señora respetable y trabajadora que jamás se queja. La tradición a grabado en el carácter de doña Yumba un cierto rasgo de dureza, de esos que no les permiten mostrar sus sentimientos por temor a que le juzguen de mujer débil y quejumbrosa. Ella, adopta la creencia de que todo debe de ser así, debe de ser sumisa, trabajadora, no pensar ni decir lo que ella siente, todo debe de quedar en hechos y trabajos de calidad. Con el tiempo, sus hijos le dan la espalda, la casa donde ella los crío se la quitan porque los hijos tienes hijos (los hijos hacen el amor con pasión y sin reflexión) y ya no hay espacio para doña Yumba, ella no dice nada y se sale de su “propia” casa porque así debe ser, o al menos eso fue la costumbre con la que ella creció. Pensando en que les esta haciendo un bien a sus hijos, los deja porque ella pensaba que aún la comida que ella llevaba a casa para todos, no sería suficiente con los nuevos hijos recién nacidos de sus hijos. Aún así, con un empleo de planchar y lavar a gentes conocidas, llega a vivir en un cuartito donde no hay piso, ni luz ni un buen mueble para descansar después de llegar de trabajar en donde se acomedia ella. Las noches pasaban eternas en aquella mujer que quería que alguien la escuchara y supiera lo que ella sentía, pero cuando sentía la confianza de platicarlo con alguien, mejor no decía nada y solo mencionaba cuando le preguntaban: ¿como esta doña Yumba? ¿cualquier cosa que le falte nos dice, de acuerdo? - eso le decían las personas con las cuales ella trabajaba en ocasiones – sin embargo ella jamás se quejo, ni le preguntaba a dios por ese destino tan horrendo. En tiempo de frío, doña yumba llevaba algunas cosas de comida para ver a sus nietos pero sus hijos no la dejaban entrar porque no les llevaba dinero a ellos, de la puerta para afuera era su limite, la nieve caía sin cesar y ella sólo se cruzaba de brazos como queriendo recibir al menos un “Gracias madre, pasé y ahorita le preparamos un café calientito” o un ¡ya no trabaje más, nosotros le ayudaremos” ¡Ni madres!, nada de eso, al contrario cada vez le exigían más dinero porque los niños estaban enfermos y los hijos de yumba no sabían trabajar. Una causa de ello fue que su esposo en vida jamás les enseño a trabajar, ni se les hablo de responsabilidades. El esposo se la pasaba jugando, apostando y fajando como semental en cuaresma y a doña yumba como le habían enseñado a callar y cumplir, pues no decía nada... absolutamente nada. La vida es vida y sus circunstancias son inexorables, son las que marcan la pauta de acción – no acción. En una ocasión doña yumba se encontró un billete de lotería bajo las bancas de una plazoleta, pero ella no sabía lo que ello significaba y no le dio importancia, dentro de su pecho se agitaban enormes olas de desesperación y dolor que la ahogaban y arremetían contra ella sin dejarla en paz ni un sólo minuto. Tres días después acudió por el pago de una tanda de planchar a una calle muy concurrida, la nieve en las aceras tenia mas de 18 centímetros lo cual impedía que la gente caminara de manera habitual. Allí se encontró a una vieja compañera de trabajo de unos antiguos empleadores ricos, se saludaron y su amiga le dijo que estaban ocupando personal en un viejo edificio de la calle # 26 Juárez, a lo cual su amiga le pregunto si traía consigo algún papel donde escribirle la dirección de aquel trabajo, doña yumba busco en sus bolsas y se cayó el boleto de lotería que había encontrado días atrás.

Su amiga se sorprendió de que a yumba le gustase comprar billetes de lotería y le pregunto burlonamente. - ¿es en serio? ¿Crees que saldrás de pobre con esas cosas? Y la respuesta de yumba fue una mirada indiferente hacía su amiga. Ella no sabía lo que era la lotería pero lo guardo para encender leña en su pequeña habitación para en caso de que se hubiese terminado el carbón que le resultaba caro en aquellos tiempos de invierno. ¿me dejas ver tu billete? Le pregunto la amiga y yumba se lo dio sin prestar interés a eso. Ambas no tenían ni la menor idea de que aquel pedacito de basura podría cambiarle la vida a su dueña abnegada y despojada de toda esperanza. La amiga lo leyó, vio los números al reverso y como no sabia nada, se lo devolvió a su amiga. La cita se concertó para dos días después en la calle que le indico su amiga y sin más se retiro en dirección del mercado donde unos niños estaban haciendo vagancias con unos perros en la calle. Aquellos morros de porquería lanzaban piedras a dos pitbulls que estaban descansando bajo un gran árbol de naranjos que impregnaban con su frescura el frío ambiente de aquel lugar. Los naranjos impregnaban el ambiente, no los perros, jejeje. Doña yumba se volteo para seguir por su camino con paso lento y sin mirar atrás, ella sólo escuchaba los ladridos pero no prestaba atención. Y de repente... ¡fuuuungas! Pasan los morrillos como almas que vieron al diablo junto a la señora, haciéndola que perdiese el equilibrio y se precipitara al suelo de manera que alcanzo a meter las manos para no caer de filo en la banqueta de solera que detenía la nieve de aquel invierno infame. Lo que no se vio, fue que uno de los pitbulls se arranco la correa y perseguía a los dos cerdillos que le estaban cucando o cusileando, el animal perseguía como un misil auto-dirigido como esos que lanza la fuerza aérea de los Estados Unidos tras su objetivo, pero en el transcurso de su trayectoria... ¡chintrolas! ¿que crees? Se atraviesa un chingado gato siamés, y ¡se le lanza al cuello al pitbull bien certero! Sangre, muerte y destrucción, naaaaaa, nada de eso, es broma. Jajaja. El perro se encuentra a doña Yumba y es a ella a quien arremete con salvajismo desenfrenado, ella intenta cubrir su rostro pero el perro la ataca sin piedad. La gente de alrededor se asusta y no saben qué diablos hacer, un señor grande bigotón y bien grandote agarra un bate para noquear al perro pero es inútil, un aficionado de beis bol se lo roba y corre todo extasiado por las calles contiguas, el bigotón se queda de ¿que pues?, sin embargo otra mujer sale de una tienda de ropa con una bolsa llena de joyas y cosas de mujeres (siempre me he preguntado que tanto meten las mujeres en una bolsa, son capaces de meter todo un tocador y más misterios), con la cual arremete certeramente en la cabeza del perro para que lograse soltar a la victima. Por fin, el animal deja en paz a doña Yumba, pero le destrozo la ropa y tenia varias mordeduras bien feas, sangraba demasiado y perdió el conocimiento en aquel suceso. Rápidamente acudieron a la escena para auxiliar a la señora infortunada. El perro se alejo de allí asustado por los bolsasos de la mujer solidaria y se perdió entre la muchedumbre. La gente murmuraba aquella situación entre los puestos de vendimias y seguían de cerca lo que ocurría, después se llevaron a Yumba al hospital mas cercano para atenderla de aquella desgracia provocada por niños de alma pura, estúpida y tonta. Los doctores atendieron con sumo cuidado a la mujer, curaron sus heridas y a las pocas horas la dieron de alta, al pedirle que pasara a una antesala a recoger sus cosas y pertenencias le preguntaron por su nombre y dirección, ella solo se encojio de brazos y no supo que responder. Una enfermera al entregarle su bolsa y por un descuido, hizo que cayera el billete de lotería en el suelo. Al juntarlo y observarlo detenidamente se hacían señas extrañas los empleados del hospital de aquel billete. Resulto ser aquel pedazo de papel el billete ganador, se lo devolvieron y le dijeron en que consistía el premio que acababa de ganar sin ella saberlo.

Una enfermera llamada Esperanza, humildemente se ofreció para acompañarla a reclamar el premio. Y sin mas, ambas salieron del hospital, no sin aquella sensación de dolor y sorpresa. En ocasiones suceden cosas desagradables pero a su vez y a la par, también cosas buenas. En esta situación doña Yumba no sabía ni que pedo, solo se lamentaba de haber perdido aquella cazadora de color negro mate que siempre usaba a donde ella fuera. Lamentablemente el perro la dejo hecha jirones y el recuerdo de aquel susto aún estaba vibrante en su semblante. No decía nada, no se mostraba con ganas de expresarlo a nada ni a nadie. Una vez que esperanza y Yumba habían ya recogido aquel premio que consistía en la cantidad de cien mil pesos, Yumba le regalo a la enfermera un pequeño presente (5 mil pesos, contantes y sonantes) y se marcho con su rostro nublado y estoico sin despedirse. !Y los muchachos del barrio le llamaban loca, no te creas! Al llegar a su cuartito húmedo y sombrío, ya estaban sus hijos esperándola para pedirle dinero que porque uno de sus nietos estaba enfermo de una enfermedad rara (gripe) que costaban muy caros los medicamentos y que tenían que hacerle estudios especiales al pequeño judas. Doña Yumba solo estiró su brazo que estaba destrozado por las caricias del perrito del día anterior y de su bolso saco una cantidad de dinero y se los entrego a sus hijos, ella se sentía muy bien al saber que su familia se preocupaba por ella y que de hoy en adelante las cosas cambiarían de manera radical. Pasaron dos meses y sus hijos ya le decían mami y un sin fin de adjetivos que más desconcertaban a Yumba, sin embargo ella estaba contenta con que la reconocieran como una mamá amorosa que entrega todo a sus hijos sin importar nada a cambio. El hijo que la corrió de su propia casa constantemente le pedía mas dinero y su madre se lo otorgaba. Sus heridas comenzaban a sanar y el ambiente de allí parecía el de una familia de clase media que lograba superar las barreras limitantes del aspecto material, no sin decir lo mismo de los lazos inexistentes entre esa familia que no poseía los más mínimos escrúpulos cimentados en valores de familia. Si no se practican, no existen los valores y principios morales. En las noches cuando se encontraba sola, deseaba ardientemente derramar lagrimas de sus ojos, pero lo evitaba porque ella debía de ser fuerte y no mostrar debilidad ante ninguna adversidad. Las lagrimas le provocaban comezón en los pliegues de sus parpados, pero Yumba no se lo permitía. Algo debía de hacer ella pero se centraba mas en que a su “familia” no le faltase nada, es decir absolutamente nada. Ella abría propuesto a su hijo mayor, que con el poco dinero que les quedaba pusieran un negocio de algo, para tener ingresos en tiempos venideros, pero su hijito mayor la mandaba a la fregada y le daba el avionazo. Haciendo un recuento de cuanto beneficio doña Yumba había ganado con aquel premio, solo ella había comprado un cambio completo para si misma y lo demás se iba diariamente en las “necesidades” de sus hijos y nietos. Aunque estaba de nuevo en su casa y con su familia, ella se sentía que su alma estaba despedazada, hecha añicos y su auto-estima por los suelos. Jamás alguien le dijo que tenia unos hermosos ojos color miel, ni una blanca y tersa piel, ni cabellos castaños como torrentes nocturnos, era doña Yumba una mujer muy bonita pero que jamás ella misma se concebía como tal, al contrario ella no existía para si misma, sino para sus seres queridos. Y al decir doña, el escritor se refiere tan solo al hecho de su edad madura, más su cuerpo poseía la madurez y la sensualidad de toda mujer independientemente del rol social que la sociedad ciega asigna a todos sus integrantes. Una amiga me dijo una vez que “todas la mujeres son hermosas”

“Antes que ciudadanos, somos hombres y mujeres libres y en libertad, con cualidades únicas y originales, con talentos y capacidades distintas, con sueños y deseos que inflaman nuestros corazones como la fuerza que provoca la atracción de las mareas y el hechizo lunar”. Todo lo que necesitamos es amor, amarnos a nosotros mismos y compartir nuestra vida ¿no? Si tan solo alguien le haya comentado que ella es una mujer linda, si tan solo le hayan dicho lo importante que en realidad era, las cosas hubiesen sido distintas. Pero no, ... ¡perra madre! Le enseñaron a cumplir para vivir a costa de las humillaciones y la podredumbre del corazón humano sin el reconocimiento de sus cualidades que la naturaleza le otorgo. El dinero del premio pronto se vino a terminar y Yumba se sentía muerta en vida, más siempre engañaba con esa sonrisa sincera de que todo esta bien, no pasa nada. Enmascaraba su dolor y fingía felicidad la cual jamás existió o fue real, salir a la calle buscando la manera de llevar dinero o comida eran sus únicos propósitos y de lo demás no le prestaba atención. Así como salia el sol y se metía, así yumba caía con la noche inexorable y surgía con el alba para llevar a sus hijos el alimento y el dinero necesarios para “salir adelante”. Cuando salia de sus trabajos y ocupaciones y se dirigía a casa, a veces se quedaba pensando en la posibilidad de haber cambiado su vida, de como sería si fuese su suerte otra, si dios le haya asignado un papel distinto al que le toco vivir en el tiempo que lo hizo. Veía, detrás de los escaparates ropa que le gustaba pero sabia que esos lujos sólo eran para gente importante, para quienes de veras deben vivir bien. Ella se sentía atraída por la literatura desde pequeñita pero jamás le presto la atención necesaria para desarrollar ella misma su escritura porque sus padres le enseñaron que el conocimiento es malo. Le mencionaban el ejemplo de Adán y Eva que fueron expulsados del paraíso del Edén por probar del árbol del saber. Así, que ella creyó que todo aquello no le brindaría ningún bien real en su vida. Además, la iglesia también hacía referencia a ese pasable bíblico muy a menudo y con ello se taladraba en su ser inocente una verdad que toda su vida la marcaría para pensar y actuar de cierta manera. En su mente se grabo la siguiente oración: “Las senderos de dios son inescrutables” ¡Si como no!, espero no caiga un loco rayo por esta proposición, pero la primavera llego y con ella se evaporó la nieve invernal así como también el poco dinero que le quedaba a Yumba, ¡Error garrafal!, ella no podía permitirse terminar aquel dinero así como así. Pero ella decidió que daría la noticia cuando estuvieran cenando para así buscar una solución entre todos. Llego la hora de cenar y todos se sentaron y comieron de manera habitual, preguntando qué delicias iban a cenar esa noche. Yumba les dijo que preparo un cena inigualable y que era una ocasión especial, los demás no prestaron atención y en cuento fue servida; fue devorada por una manada de trogloditas ávidos que se atragantaban sin el menor gesto de generosidad. La cena consistió en un caldo de gallina súper sabroso, tuvo el cuidado de elegir las mejores verduras y vegetales, chíles, cebollinos y de sazonar el caldo de manera que se chuparan los dedos su pequeñas fierecillas. La carne del ave asesinada se desgajaba en las molares de aquellas formas de vida primitiva de manera contundente y destrozante. Nada de protocolos familiares sino solo se apreciaba la barbarie.

El comedor se impregno de un olor delicioso y la llama de la vela que estaba al centro de la mesa, se deslizaba de manera ondulante ante el movimiento de engullición de aquellas manos incontrolables que buscaban tortillas, saleros y las viandas servidas por doña Yumba. Ella no mencionó nada hasta ver que habían disfrutado de aquella cena modesta pero saludable y quizás la última, ya que los pocos ahorros que había logrado esconder, también se los robaron para pagar deudas de apuestas de su hijo el mayor. Ella fue la última en terminar y al comer, su semblante se torno de preocupación ante la respuesta de sus incompetentes criaturas. Como pudo paso el último pedazo de comida y se dispuso a soltar la sopa a sus hijos. Les comento con cierto miedo y con un nudo en la garganta lo siguiente: –

¡Miren hijitos míos, la cena que acabaron de tomar fue quizá la última porque el dinero del billete se ha terminado y ya no tenemos... más!

Antes de acabar de decir eso, el hijo mayor dio un golpe a la mesa lleno de furia, parecía un cerdo envenenado, no podía creer aquello que su madre les estaba comunicando. Y los demás, sólo miraban atentos a papá envuelto en una rabieta pendeja. Él lo hacía para intimidar a su madre ya que no le gustaba trabajar, pero era tan hábil como un jabalí feral para extender la mano y decir: ¡ocupo esto, aquello, dinero para tal o cual cosa! Su madre, les dijo que no se preocuparan ya que mañana saldría a buscar un empleo de los que anteriormente tenía. Pero el lechón mayor de su hijo saltaba como tejón en celo, lanzando arañazos como poseso y asustando a los niños. Los ojos se le salían de sus corneas y la espuma del hocico no tenía fin, se desató un huracán de berridos becerriles en aquella parte del comedor que las injurias salían y se escuchaban en los alrededores de la casa. ¡Que horrenda realidad! Suspiros... Los vecinos prestaron atención a aquella situación y pensaron que un oso se había escapado del circo que en aquel tiempo pasaba por la ciudad, desde afuera se escuchaban que rompían platos y cristales, los muebles tronaban porque el ente aquel los arrojaba por doquier. La vajilla quedo echa añicos, las cortinas de las ventanas fueron arrancadas por aquel singular hijo de Yumba. –

¡toc toc!



Se escucho en la puerta principal



mas nadie salio a revisar de quien tocaba.

– Toc toc, ¿todo esta bien Yumba? –

Preguntaban las voces de los vecinos desde el otro lado de la entrada.



El relajo se calmo dentro de la casa y salió Yumba con un pañuelo en la boca.



¿En que les puedo ayudar?



¿Se encuentra bien?



Claro, lo que pasa es que se metió un tejón e intentamos atraparlo. Gracias



si ocupa cualquier cosa, nos avisa doña Yumba, ¿de acuerdo?



Muy bien, así lo haré pero todo está bien.

Los vecinos se marcharon y aunque se calmo el circo que hizo la bestia mayor, Yumba consideró que no tenía ya nada qué hacer en aquella casa (cubil de fieras) y sin responder nada a su familia, subió a su cuarto y tomo su maleta para salir de aquel chiquero que con tantos sacrificios intento remediar. Se lamento de no haber logrado poder redireccionar las actitudes de su familia, y con una sombra en su rostro solamente abrió la puerta de la calle ante la mirada de todos y se marchó. Ella se fue, se fue, en tiempo de verano a mediados de julio – agosto y se pierde de la mirada de su familia en una tarde soleada y calurosa. Ningún miembro de la familia le dijo que se quedara ni hicieron algo por detenerla. Ella ya había previsto aquello, su intuición le dictaba constantemente que algo así sucedería y que debía de tenerlo muy presente. En esos tiempos no existían los psicólogos y terapeutas para ayudar a personas con ese tipo de broncas, pero en ella había ocurrido algo que marcará para siempre la condición de nuestra fortaleza humana. Su padre le había enseñado a ser una mujer trabajadora, a responder ante el trabajo y a mantenerse callada aun sí la vida la golpeara con tanta fuerza, que para ella aquellos dictados paternos la pusieron al borde de la locura, de la marginación y del dolor ante las relaciones humanas que la orillaron a pulverizar su inocencia y magia de mujer. En su mente se fue forjando una idea, un sueño incontrolable, una demencia que la empujaba a cometer la más bella tragedia, ¿que sucede cuando estamos atados a una camisa de fuerza en cuatro muros acolchados para evitar destruirnos? ¿Que pasa por la mente de un ser humano cuando ha llegado al limite de sus fuerzas? … No te me duermas atento lector, ¿Sas? ¿Estas allí? Lo que viene es algo imprescindible y apreciable ya que Yumba va a cambiar el rumbo de nuestra historia. Mis manos están temblando y los relámpagos de mi imaginación se desbocan por el firmamento imparables. Continuemos pues con el giro y la resolución de nuestra mujer. El angelito de papá ya estaba al filo del abismo, sola y demacrada, sin esperanzas ni ilusiones, jamás lloró por algo ni por todo lo que le sucedió por sacar adelante a sus energúmenos que la maceraron a más no poder, le dieron la calle y le quitaron no ya el dinero sino aquello que nos brinda la certeza de que somos realmente importantes. Le arrancaron la fe en sí misma, le secuestraron el auto-estima y le obligaron a adoptar el papel trágico de una jovencita que tendría a fuerzas que volverse loca y terminaría suicidándose... pero fallaron todos aquellos que la daban por muerta, porque el milagroso giro ocurrió en una tarde en que regresaba sin vida, sin pensamientos, sin ganas de volver a respirar jamás y con la certeza de poner fin a su ilusoria existencia. Aquel día decidió parar en una tienda a comprar el veneno más fuerte para matar ratas y le preguntaba al tendero que cual le recomendaba. El tendero sacó varios compuestos y le indicó cual de ellos era el mejor para disolver y pulverizar el sistema nervioso de cien toros a la vez. Lo tomó en sus manos trabajadoras y lo llevo a su bolsita, al pagar se cercioró de que lo llevaba y salió de la tienda. Al ir caminando con su frasquito mágico en la bolsa, miró el cielo y se veía tan limpio e inmenso, tan azul que las nubes no aparecieron en aquel vistazo repentino. Ella siguió sus camino por la acera sin detenerse y mientras iba con la mirada perdida, recordó algo que le puso en un estado de arrebatamiento, se emocionó y se detuvo. Busco una banca para sentarse y recapitular todo aquello que le había ocurrido. Se dirigió a la banca más cercana y tomó asiento, puso su bolsa en un lado y con ambas manos se cubrió el rostro, las imágenes comenzaron a suceder tan rápido que Yumba reconoció que desde niña no había llorado... si, ¿lo puedes creer? Y no lo hizo porque siempre le dijeron que jamás debería mostrar sus sentimientos, que eso era malo y que no le era permitido.

Pero en esta ocasión la atrapo la idea de sentir eso, fue algo súbito, como un arrebato de volver a sentir antes de hacer lo que estaba decidida a hacer. Comenzó a recordar todas aquellas situaciones en que la vida le había negado la oportunidad de expresarlas, fueron pasando cada recuerdo como lanzas que atraviesan el alma y la desgarran aún más, se veía uno tras otro recuerdo como las olas que se estrellan en los acantilados, así pegaban todos una vez más en el corazón de Yumba, golpe tras golpe, daga tras daga enterrándose en lo profundo de aquel inocente y femenino corazón. Pero ella aun seguía hechizada por el miedo que le cercaba el paso, pues ella no deseaba que nadie la viera llorar. Sabia que ella era fuerte, pero no que hay un límite hasta donde llega el alma. Sus ojos marrón se volvieron locos, todo su cuerpo estaba vibrando en una especie de catársis inevitable, sus cabellos ondeaban como pendones de guerra antes de la batalla y el viento húmedo de octubre los llevaba en un vaivén sin tregua. Respiró profundamente y sopesó la oportunidad que se presentaba, quería llorar pero no deseaba ser vista. Sus alas estaban rotas y las anclas aun estaban atadas a su sumiso corazón. Un alma que deseaba tan sólo una oportunidad para sacar al mal que le quemaba el pecho, deshacerse de el y poder marcharse en libertad y sin resentimientos de este mundo grotesco, despiadado y ruín. El tiempo se detuvo y Yumba estaba en sus pensamientos arrebatada, en el cielo las nubes comenzaron a conspirar y pronto el ambiente azulado hermoso se torno en un cielo de plateado acerado y nubarrones negros. Que hermoso es cuando el paisaje coincide con nuestras emociones, le agregan ese saborcito trágico y lúgubre que se escapa de lo mas profundo de nuestra vida. Las avecillas mariconas que papaloteaban en aquel ambiente, volaban desquiciadas por encontrar un hueco en algún árbol o en las piedras de las colinas cercanas, se estrellaban entre ellas por ganar un rincón seguro para evitar mojarse por la inminencia de la tormenta que se acercaba. “Dados cargados” Cuando el amor nos cuida, es como un entrega total y desinteresada, nos aliamos a finísimas cadenitas de oro etéreo con la pareja que amamos ¿verdad? Con las primeras caricias cachondas que sentimos, nuestro cuerpo se pone tan alerta que hasta sentimos el calor del aliento de nuestra pareja quemándonos de cerca. La piel se eriza con el más ligero roce de las manos, el corazón aumenta considerablemente sus latidos y la sangre galopa salvajemente... ¿o no ? ♥ + ♥ =☺ jajaja. Bien, continuo con la historia de yumba ¿sas? Mientras ella esta completamente enfrentando a sus demonios cara a cara, en la realidad la tormenta comienza a escupir sus primera gotas indicando la magnitud de aquel fenómeno atmosférico impostergable. Las avecillas lloriquean temblorosas bajo las hendiduras de los árboles y de las cornisas de la casas de alrededor. Látigos de fuego azulado retumban en el firmamento con gran fuerza, el viento comienza a bufar encabronado y sólo una mujer que no presta atención a la monstruosidad del huracán no se inmuta para nada. Un águila solitaria surge en aquel panorama adverso y lanza una advertencia con su pico ensangrentado y agudo, ella; al contrario de las mariconeras avecillas se dirige al huracán. Todas las pajarillas se dicen entre sí: - esta loca, ¿a donde va? Se va a matar, es un suicidio seguro. Mientras el águila tiene presente que la muerte la tiene enfrente, no se detiene para nada y retoma su vuelo certero hacía aquel titán abominable. ¿con qué intención lo hace? ¿Que es lo que la empuja a suicidarse como quizá también le impulsa a Yumba? Solo que aquí; Yumba sigue en su guerra interna, el águila lo hace en la realidad. El viento arremete con una fuerza increíble y las alas de la victima son arrastradas hacía unos enormes riscos. Los látigos de fuego zafiro siguen chicoteando en el firmamento devastador. Ella parece caer y ceder ante el viento lacerante, su ser es sacudido por la fuerza de la naturaleza. Sin embargo, ni nosotros los humanos podremos entender que ellas han nacido para volar en libertad y planear sobre el arco-iris y desafiar a esos demonios elementales como las tormentas eléctricas y los ciclones.

Las mariconeras creen que ha muerto aquel guerrero alado y suspiran atascadas en sus cubiles rudimentarios. Lo primero que intimida de una tormenta son sus fuertes vientos, serpientes eléctricas y truenos aturdidores, después vienen las cien mil lanzas acuáticas que jamás perdonan a sus victimas. Todo lo invaden, lo penetran, y lo arrastran a las destrucción inminente. El águila se repone y vuelca su esfuerzo en enfrentar al monstruo aquel, mientras que yumba es despertada de su abstracción mediante el sonido estruendoroso de un relámpago exagerado. Se incorpora y con sus manos cubre su rostro de las fuertes ventiscas desgraciadas que no permiten ver mas que únicamente un ambiente gris y agitado. La fuerza del viento es endiablada y yumba no se asusta, al contrario, ella acaba de liberar los mil demonios de su caja de pandora, están libres y se muestran indomables con fuerzas descomunales. Se enfrentan a su liberación ambas. El águila esquiva ráfagas de viento y sigue su vuelo hacía el centro del huracán, pero el viento se impone. Comienza a lanzar legiones de agua trenzadas al aire y estas se clavan en las alas del ave, volviéndolas cada vez más pesadas y dificultando su ascenso. Yumba tiene únicamente esta oportunidad para salvarse o colapsar allí donde no hay reglas ni cortesía. Ya todo esta perdido en la vida de ella, pero con gran esfuerzo decide enfrentar a la tormenta con un valor hasta entonces desconocido en ella, la fuerza del viento dobla a los árboles y los arranca de tajo de raíz. Pero ella se aferra a continuar en pie, por igual el águila se empeña en subir y burlar aquella tempestad. El titán reparte latigazos de fuego zafirado por doquier y el águila continua subiendo, sus alas están pesadas de tanta agua, su corazón comienza a desfallecer, sus ojos empapados ven muy poco pero sigue... ¡su perra madre!, sigue luchando aunque sus alas casi se parten en dos por aquel esfuerzo demencial. Decide no volar más y buscar una manera de trepar planeando al demonio de la tempestad, para ganar un poco de fuerza... ya no puede más, sus ojos se cierran del cansancio y al parecer esta perdiendo aquella batalla en el cielo metálico y abrumador. Mientras debajo de esa escena, otra guerrera se debate entre la cordura y la vida, Yumba sigue aferrada a no dejarse intimidar por una lloviznita madreada. ¡Nunca más! ¡Hasta aquí! dice con vehemencia ... Las mariconeras rezan al gran dios que proteja a su pariente de las inclemencias de aquella tormenta, pero no hay respuestas a sus plegarias ni a sus lloriqueos. Solo muerte y devastación. Mas relámpagos cegadores amenazan con disuadir al águila de su locura pero ésta no presta atención, es el todo o nada, el aquí y ahora... Cortinas despiadadas de agua, viento y frío llevan las de ganar. Nadie puede cambiar lo que no entiende ni aquello que se presenta ante los ojos de los sumisos, su naturaleza es caer ante la adversidad y solo aquellos que encienden el fuego de su corazón son los dignos que llegaran más allá de la realidad. Yumba aprovecha la situación y se juega el todo por el todo... si, ella decidió llorar por última vez. Comienza a llorar con tanto dolor y emoción que la tormenta se llevaba sus lagrimas con las gotas frías, su corazón se estremecía en un llanto penetrante que ese dolor humano y femenino mostraba cuánto daño le había causado el hecho de no sacar tanta pudrición. Cada que gemía de dolor, su corazón era desgarrado con tal fuerza que la locura solo miraba aquella escena con indiferencia y , lagrima tras lagrima era como si su ser se partiera en mil pedazos. Se sentía amordazada por las ideas que le fueron plantadas, el resentimiento con sus seres queridos fue el dolor que más la lastimó, sentía nauseas de no haber sacado aquellas cuchillas envenenadas que la obligaron a tragarse tal enfermedad con la idea de que jamás debería de mostrar su debilidad. Las mentiras hicieron de ella una especie de ser repugnante y a la vez conmovedor, bello y sumido en las cloacas de la sociedad a la cual servia ciegamente. Una sociedad que predicaba a vomito suelto la prioridad por lo superficial y discriminaba lo esencial, el trato y la calidez de las relaciones humanas. Naaaaaa, nada de eso. Lo importante era cumplir y callar, dar cuentas y no explicar sus sensaciones.

Llorando Yumba ante aquel fenómeno atmosférico, la tormenta que no se explicaba aquel dolor tan abismal y tan desgarrador, se sintió confundida y sus aguas se tornaron indefensas ante esa mujer desconsolada. Aquella tempestad se sintió ridícula ante el sufrimiento de yumba, su razón de ser quedo sofocada por un ser insignificante que soportaba el peso del dolor como el titán atlas que sostenía el peso del mundo en sus hombros. Los relámpagos aun se batían en fiero combate con el águila que amenazaba con caer en picada, más no estaba dispuesta a renunciar a su empresa. El peso de sus alas le impedían seguir subiendo, su alma estaba a punto de explotar cuando sucedió el milagro... ¡FUNGAS! Se escucho un trueno que aturdió aquella escena y con su luz se detuvo el tiempo por unos segundos, las mariconeras miraron hacía arriba para ver que sucedía y fueron cegadas por ese rayo fulminador... de repente, el águila abrió sus alas de par en par. Logro llegar al ojo del huracán y estaba planeando majestuosa desde allí. Mientras abajo aun seguía la tempestad, ella se puso sobre la tormenta no en símbolo de humillación sino en señal de triunfo y tranquilidad. Sólo sacudía sus alas y volvía a lanzar aquella señal que hizo al inicio de su demencial aventura como diciendo: “Lo logre mariconeras, su lugar esta allá abajo y el mío es este”. Por su parte yumba temblaba de pie y con un esfuerzo sobrehumano, después de llorar a más no poder, lanzaba todo su coraje contra un pasado con tanta fuerza que su espíritu había logrado expulsar aquellas espinas venenosas que se incrustaban en su alma. En ese momento murió para siempre esa mujer que tanto dolor y mentiras le habían costado su felicidad, la ira reconoció en ella a un gran ser que por primera vez se enfrentaba a todo lo impuesto desde la cuna, a todo aquello que permitió que aplastaran sus posibilidades de ser la mujer que ella veía en su corazón. Una niña que lucho hasta el final con los demonios que otros incuban en su interior, pero ella lucho por ser libre y lo logró...fin.

Yo Serch, creo desde el fondo de mi alma, desde mi esencia y sonará incluso baboso me dirán, pero sé que no soy bueno escribiendo y no me importa jajaja...mejoraré, lo que importa es saber que al menos me divertí escribiendo a mis personajes con cualidades parecidas a las mías, obviamente yo no tengo la guapura de yumba ni cosas así; pero al crear personajes tú como escritor dejas de tener vida. Bueno, parece algo tarado pero así es. Bien, al águila la idealicé cómo a nuestra voluntad... jejeje. Bueno Sandy, espero tus sugerencias con emoción. jajaja [Pensamientos acerca de las mujeres que luchan y callan] 12/febrero/2016 Serch \\m// con mucho cariño y respeto dedicado a todas aquellas almas que luchamos a diario. Y como dijo Serch: lo del césar al césar y adiós... que te vaya muy bien mujer apasionada y natural, espero qué nunca niegues aquello que sientes, sea bueno o malo, alegría o tristeza, amor o dolor. Cada emoción muy importante y tenemos derecho a sentirlas como vienen, el negarlas o suprimirlas sólo empeorará la situación personal de cada persona, no importa si eres hombre o mujer. Siente mientras estés vivo, siente como nunca y tu corazón latirá con más fuerza.

Sergio H. Rodríguez Ramírez

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