Cruce de caminos: tiempos, espacios e identidades que se transforman. El caso del barrio de lavapiés en Madrid

July 6, 2017 | Autor: A. Alvarez-Benavides | Categoría: Social and Cultural Anthropology, Migration Studies, Urban Sociology
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Antonio Álvarez Benavides

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CRUCE DE CAMINOS: TIEMPOS, ESPACIOS E IDENTIDADES QUE SE TRANSFORMAN. EL CASO DEL BARRIO DE LAVAPIÉS EN MADRID Antonio ÁLVAREZ BENAVIDES Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Sociología V: Teoría Sociológica 1. Introducción El texto que se presenta a continuación surge de las primeras conclusiones que se derivan de los trabajos realizados en el marco del proyecto MCYT (2003-2006) "Glocalidad e inmigración trasnacional. Las relaciones sociales entre grupos étnicos en el espacio metropolitano (Madrid y Bilbao)" co-dirigido por Alfonso Pérez-Agote y Margarita Barañano. Este proyecto, está siendo desarrollado por dos equipos de investigadores, uno en Bilbao y el otro, en Madrid, al que pertenezco, y tiene como objetivo de partida analizar comparativamente dos barrios metropolitanos, el de San Francisco en Bilbao y el de Lavapiés en Madrid, interesantes dada su singularidad histórica y la gran cantidad de transformaciones morfológicas (físicas y sociales) que han sufrido en las últimas décadas. En esta investigación estamos intentando reflejar y explicar las transformaciones de estos dos espacios metropolitanos, a través, principalmente, del fenómeno de la inmigración transnacional, que tiene una presencia singular en ambos barrios; en Lavapiés porque es uno de los enclaves de Madrid y de España donde la inmigración tiene una trayectoria más dilatada, y en San Francisco, porque es un reflejo del nacimiento de un espacio donde la inmigración comienza a tener una relevancia especial. Este análisis quiere tener presente dos momentos que consideramos tremendamente signifi-

cativos en la transformación del espacio urbano en todas sus dimensiones y, al mismo tiempo, de los habitantes que lo ocupan. Sin embargo, aquí sólo recojo algunas de las conclusiones que hemos extraído de nuestro trabajo en el barrio de Lavapiés. El texto pretende abordar el fenómeno de la inmigración en los espacios metropolitanos desde una doble perspectiva interrelacionada y en ocasiones indiferenciable, esto es, la modificación que sufre el espacio en su morfología, en su uso, en su aspecto, motivada por los movimientos migratorios contemporáneos y, las transformaciones que sufren los habitantes (nuevos y tradicionales) de estos espacios, impulsadas por la inmigración, pero también por la (re)configuración de dichos espacios.

2. Entre lo local y lo global Para abordar este tema tan complejo, acudimos, en primer lugar, al debate teórico abierto en torno a la configuración espacio-temporal propia de nuestros días, que se relaciona con los fenómenos migratorios y se encuadra en ese marco tan amplio y confuso llamado globalización. Una de las novedades principales de la globalización es la interconectividad, que se expresa en la creación de redes

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económicas, financieras y de comunicaciones, que posibilitan la interconexión entre personas muy alejadas las unas de las otras y con imaginarios e intereses muy diversos. Otra novedad es la movilidad: de mercancías, de dinero, de información y de personas. La interconexión puede ser virtual, cuando se produce desde la distancia y sin el contacto físico entre los individuos gracias a las nuevas tecnologías de comunicación; así, nos comunicamos, compramos, trabajamos, sin un contacto personal, entendido en el sentido clásico. Pero igualmente, esta interconexión es real y visible, cuando fruto de la movilidad surgen las migraciones internacionales que ponen en contacto y, por tanto, interconectan a personas antes alejadas y que no tenían conocimiento la una de la otra. Las realidades de unos y otros se trasforman fruto de esta mundialización de la movilidad y de la interconexión. Los desplazamientos y la movilidad espacial de los individuos han sido una constante en la historia de la humanidad, por lo que podemos encontrar numerosos ejemplos que irían desde las primeras sociedades nómadas hasta la colonización europea del siglo XX. Pero lo que verdaderamente se configura como un cambio paradigmático con respecto a épocas anteriores es el aumento exponencial de los individuos implicados en estos desplazamientos, la procedencia de los desplazados (localizada en los países del sur, en las antiguas colonias europeas), las direcciones que toman (dimensión transnacional de la inmigración) y los destinos en los que acaban (países desarrollados postindustriales). La interconectividad, la movilidad, las migraciones transnacionales, son elementos que certificarían un cambio de historicidad, un cambio en la concepción tradicional del tiempo, del espacio y de las relaciones sociales que en él se dan. Podríamos decir, sin arriesgarnos demasiado, que la afirmación de este cambio espacio-temporal es aceptada por la mayoría de los científicos sociales, sin embargo, no podemos decir lo mismo en cuanto a su justificación. Una de las teorías más influyentes al respecto es la de Jameson (1996), ya que desde los años 80' ha sido una referencia para muchos investigadores de lo social. Para

definir el nuevo espacio global Jameson acude a la configuración contemporánea de la arquitectura (Jameson, 1996: 57-64). Según este autor, la forma arquitectónica se ha alterado totalmente. Para justificar esta afirmación utiliza el ejemplo del hotel Buenaventura en California, un nuevo edificio populista que aspira a ser un espacio total, un mundo completo, una ciudad en miniatura, un edificio que no pretende ser una parte de la ciudad sino un sustituto de ésta. A este nuevo espacio le corresponde una nueva práctica social. El espacio, al igual que el orden social, tiende a la homogeneización, a la descentralización. Ya no habrá un centro de referencia para el individuo, lo que le impedirá identificar lo que le rodea y a sí mismo dentro de este todo homogéneo, esto es, trazar mapas cognitivos (Jameson, 1996: 69-72). Este nuevo hiperespacio, esta nueva red global, se inscribe en un sistema de producción concreto (capitalismo tardío), que reproduce este orden en todos los campos de la vida social (globalización económica y cultural) (Jameson, 1996: 54-57). Desde un punto de vista bastante similar, Bourdieu coincide con Jameson en esta particular concepción del espacio, el tiempo y las relaciones que en él se suceden, en el contexto de la globalización. Podríamos decir que según Bourdieu (1999, 2001) la globalización es, principalmente, la universalización de un sistema económico particular (el estadounidense), que anula las peculiaridades de las economías nacionales, esto es, en palabras del autor galo, la homogeneización del campo económico. Pero también es la extensión de un modelo político y cultural, occidental, que se configura como el marco sobre el que este nuevo campo económico puede sustentarse con mayores garantías, y que supondría, grosso modo, la liberación de las trabas que representan los sistemas sociales nacionales (reducción de los servicios sociales y privatización de la vida pública), y de las idiosincrasias culturales de cada región (sustituidas por la cultura del consumismo). Todo ello tiene como resultado la mundialización del sistema social occidental, fruto de las progresivas interrelaciones, siendo éste un proceso complejo y pluridireccional; pero sobre todo supondría la pérdida de particularismos, de formas de vida,

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de identificaciones, esto es, una verdadera homogeneización cultural, espacial, temporal globalizada (Álvarez Benavides, 2005). Sin embargo, son también muchos los autores que consideran que esta visión es parcial y limitada. De hecho, uno de los objetivos principales de nuestra investigación es certificar que en determinados espacios, esta imagen de la dinámica global como un rodillo que apisona las diferencias y que conduce a la homogeneización cultural, no sólo es reduccionista, sino que en ciertas situaciones, en ciertos espacios, es totalmente errónea. Margarita Barañano (1999) contesta esta línea argumentativa criticando la concepción del espacio de Jameson. Frente al espacio homogéneo, la cultura estandarizada, Barañano, basándose en las teorías de Soja (1996a, 1996b), propone una aproximación multidimensional a este problema. La proliferación de los llamados no-espacios, de los lugares sin centro o la imposibilidad de trazar mapas cognitivos no sería otra cosa que el conflicto o la disyuntiva que se presenta entre lo local y lo global. Lo social, lo espacial y lo temporal se producen y reproducen en un proceso continuo en que lo subjetivo, concreto, micro y heterogéneo se reafirma contra y se yuxtapone a lo objetivo, abstracto, macro, y homogéneo. Lo mismo resulta predicable de lo global y lo local, pues la espacialidad y temporalidad postmodernas son, también, simultáneamente, globales, fragmentadas y jerarquizadas, homogeneizantes y diferenciadoras. El espacio de los lugares, lejos de resultar condenado a la disolución, aparece como un espacio vivo y viable, recreable por la imaginación, las prácticas y los discursos espaciales (Barañano. 1999:113). La influencia de lo global no sólo no anula lo local, sino que lo estimula, mezclándolo con las dinámicas globales hasta convertirlo en un espacio en el que conviven las dos lógicas, la global y la local, de manera indiferenciable (Barañano, 1999:123). La construcción del espacio es, por tanto, multidireccional, de carácter híbrido y complejo, y del mismo modo, lo son las relaciones sociales, las formas de vida, las identidades personales y colectivas en el interior de estos espacios.

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Este nuevo espacio, esta realidad espacio-temporal, ha sido definida de muchas maneras: glocalización, globalización localizada o espacio translocal (Barañano, Riesco, Romero y García, 2006) siempre con la intención de expresar la transformación no unidireccional del espacio y de los individuos que lo habitan.

3. Lavapiés, un barrio en cambio Lavapiés es un barrio del centro de Madrid que se ha caracterizado en la última década por vivir un proceso de revitalización; de ser un barrio degradado y olvidado, ha pasado a ser un barrio reocupado por inmigrantes, jóvenes y asociaciones culturales, políticas, sociales… Lavapiés se ha distinguido, desde sus inicios y hasta la actualidad, por ser un barrio empobrecido, caracterizado por la proliferación de infravivienda y del llamado chabolismo vertical, cuyo máximo exponente son las corralas. Tras la guerra civil, al igual que todo Madrid, sufrió un intenso período de carestía. Es por esto que el barrio de Embajadores, denominación administrativa de Lavapiés , se caracterizó desde esta época y hasta el proceso inmigratorio que estudiamos, cuyo inicio se sitúa a mediados de los años 90', por un continuo deterioro urbano y por un doble proceso interrelacionado de pérdida de población y envejecimiento. Atendiendo a los padrones municipales, el barrio de Embajadores perdió un 47,11% de población entre 1970 y 1996, pasando de 76.534 a 40.475 habitantes. Esta etapa se caracteriza por una notable ausencia de población en la primera fase del ciclo familiar, es decir, matrimonios jóvenes y niños de corta edad (población entre 25-40 años y menor de 15 años) y desequilibro de sexos (muchas mujeres, sobre todo de más de 45 años). La mayoría de las migraciones de los residentes se producían entre los matrimonios jóvenes y los herederos de los residentes históricos del barrio dando como resultado una población cada vez más envejecida. A lo largo de los últimos años se percibe, sin embargo, un cambio de sentido en la evolución de la población del barrio, las cifras del padrón de 2001 nos señalan una pobla-

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ción de 43.756 personas, esto es un 8,1% más, y el de 2006 de 52.839, un 21,4% más respecto al anterior padrón. La revalorización del centro urbano como lugar de residencia para las clases acomodadas que venimos viendo en los últimos años y que ha dado lugar a procesos de gentrificación de determinadas zonas del barrio, la abundancia de vivienda en alquiler barata que define al barrio y que ha servido como reclamo para sectores de población con pocos recursos (inmigrantes, jóvenes), especialmente durante los primeros años de este proceso, así como la reestructuración urbana o la propia conversión del barrio en un impor-

tante espacio de ocio (atrayendo sobre todo a la población más joven), son factores que pueden ayudarnos a comprender el por qué de este reciente crecimiento de la población. Pero sin duda, no podemos dejar de pensar en la inmigración transnacional como el elemento primigenio y fundamental en la revitalización del barrio, aunque sólo fuera en el aspecto demográfico.

Tabla 1: Población total y por sexos del barrio de Embajadores, de 1970 a 2006, datos totales, porcentuales y por sexos.

Gráfica 1: Evolución de la población total en el barrio de Embajadores entre 1970 y 2006.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Tabla 2: Evolución comparada del índice de juventud (024 años) en el barrio de Embajadores, de 1970 a 2006, datos totales, porcentuales y por sexo.

Tabla 3: Evolución comparada del índice de vejez (65 años o más) en el barrio de Embajadores; de 1970 a 2006, datos totales, porcentuales y por sexo.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Si atendemos a las tablas y a los gráficos que aportamos a continuación, veremos que el barrio, además de crecer en términos absolutos, parece que también va revirtiendo la dinámica de envejecimiento que le caracterizaba.

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Aunque todavía hay escasa población en las primeras etapas de edad, especialmente niños, debido, fundamentalmente, a que la inmigración suele darse entre personas de mediana edad, las pirámides de población están experimentando un ensanchamiento en su parte central, e incluso, en los últimos padrones, se observa que porcentualmente el índice de envejecimiento se ha reducido y el desequilibrio sexual se ha invertido.

creciendo progresivamente tanto en números totales como porcentualmente a lo largo de los últimos años, y actualmente, según datos del padrón Municipal de 2006, un 35,15% de la población total es extranjera, superando el 50% en algunas secciones censales del barrio. Todo esto parece confirmar las expectativas de recuperación y de rejuvenecimiento del barrio que se anunciaba más arriba y que hemos justificado a través de los procesos inmigratrios.

Estos datos y figuras son aún más relevantes si reparamos en que el número de inmigrantes en Lavapiés, ha ido

Igualmente resulta muy interesante apreciar cómo esta dinámica de crecimiento poblacional y de predilección

Pirámide 1: Población española del barrio de Lavapiés por grupos de edad y sexo a 1 de Enero de 2006.

Tabla 4: Población total y por procedencia del barrio de Embajadores, de 2000 a 2006, datos totales y porcentuales.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Pirámide 2: Población extranjera del barrio de Lavapiés por grupos de edad y sexo a 1 de Enero de 2006.

Gráfica 2: Evolución comparada de la población española y extranjera del barrio de Embajadores entre 2000 y

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

Fuente: elaboración propia a partir de padrones municipales.

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hacia este entorno, no ha variado en los últimos años, a pesar de los muchos cambios acaecidos, como el encarecimiento del acceso a la vivienda, la presión institucional y social, o la falta de trabajo en el interior del barrio. El mantenimiento de Lavapiés como un barrio en crecimiento y en (re)construcción urbana y social, se debe, sin duda también, al "factor inmigración", que ha posibilitado la creación y recreación, a lo largo de estos años, de redes formales e informales de inmigrantes y de nacionales, que han hecho de Lavapiés un nuevo espacio vívido, en el que los cambios sociales, tienen un calado y una expresión mucho más honda que los cambios demográficos.

4. Lavapiés, un barrio translocal La inmigración transnacional está presente tanto en los ámbitos rurales como en los metropolitanos, sin embargo, los espacios urbanos juegan un papel trascendental y muy particular en cuanto a las relaciones sociales que albergan, dada la multiplicidad de actores y las dimensiones espaciotemporales limitadas de estas áreas, como sucede en el barrio de Lavapiés. Así, en un espacio relativamente pequeño pero de gran complejidad como es la ciudad o un barrio de la urbe, se produce una lucha intensa entre varios grupos e individuos por los recursos económicos y sociales. En estos lugares, aunque siguen existiendo rasgos diferenciables entre los grupos étnicos, que son creados y recreados por los individuos, la modificación y reducción-extensión de los espacios de interacción hace que las identificaciones y las relaciones interétnicas sean aún más complejas. Por un lado los espacios se reducen cuando la interacción se produce en los contextos urbanos (espacio local), pero por otro se amplían a través de la transformación diaspórica (espacio global) del fenómeno migratorio que dispersa a los grupos étnicos a lo largo del globo y, así mismo, del desarrollo de los medios de comunicación globales (materializados en espacios dentro de estos espacios-locutorios-), que facilitan el mantenimiento y la recreación de los lazos étnicos que perduran a través y a pesar de la distancia.

La inmigración contemporánea tiene, por tanto, un fuerte componente urbano, pero a la vez tiene también un inevitable componente global, que está presente en estas relaciones transnacionales o diaspóricas con el país de origen y con otros paisanos inmigrados. Del mismo modo, es precisamente en estas ciudades donde los grupos étnicos inmigrados entran en contacto con otros grupos étnicos, incluidos los autóctonos, y donde se generan las situaciones de cambio, interacción, enriquecimiento y tensión social; donde lo propio entra en contacto con lo ajeno. En estos nuevos espacios locales-globales la identidad no se apoya en un único referente concreto y visible, sino que se agarra a muchos presupuestos cambiantes, dinámicos y contingentes. El estar aquí y allá para los inmigrantes, es decir, el llevar una doble vida en un contexto distinto al que conocieron al nacer, pero sin perder sus raíces culturales, muestra la multiplicidad y el carácter cambiante y en continua construcción de la identidad, especialmente en estos espacios. El marco global, en su influencia en lo local, propone y posibilita nuevas formas de construcción del sujeto, que poco tienen que ver con los preceptos tradicionales. Los contextos multiculturales, multiétnicos y plurales, reconfiguran los puntos de partida de las identidades de unos y otros. La globalización, que ha puesto en contacto a individuos que antes no sabían ni de su existencia mutua, que ha posibilitado la creación de diásporas de colectivos dispersadas por todo el mundo, ha favorecido que las identidades, tanto en sus vertientes individuales como colectivas, sean cada vez más variables y complejas, aunque todavía en algunos sectores parezcan homogéneas. Anteriormente cada identidad era entendida como un conjunto relativamente estable, delimitado, que buscaba reproducirse y ser reconocida, sin embargo, en las últimas décadas estos preceptos han cambiado. La identidad ya no se sustenta únicamente sobre el marco del Estado-nación, en el caso europeo, sino que cada vez son más determinantes las situaciones, los marcos de referencia transnacionales, transfronterizos (Wieviorka, 2004: 23-24). La globalización es, por tanto, un fenómeno mucho más amplio que lo descrito por

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Jameson y por Bourdieu, ya que supone la multiplicación de los espacios, de los lugares de paso, mezcla y fricción entre diversas culturas y la transformación de los referentes subjetivos (García Selgas, Romero y García García, 2002:12). Los inmigrantes, aunque en posiciones de inferioridad o marginalidad, cambian, aún sin pretenderlo, las condiciones materiales y simbólicas de las sociedades de acogida, además de cambiar ellos mismos. No podemos comprender la supuesta identidad nacional, si esta existiera o hubiera existido en algún momento, sin la participación, sin la influencia y el influjo de la inmigración, no podemos pensar la realidad "autóctona" al margen de la alteridad, pero entendida no como oposición, sino como parte indiferenciable de la multiplicidad, de la pluralidad de posiciones, opciones, adscripciones, identidades, formas de vida, que conforman nuestras sociedades locales-globales.

5. Conclusiones Lavapiés es una muestra clara de cómo estos espacios locales-globales se transforman en articulaciones sociales y materiales totalmente distintas a las tradicionales. Desde los años 70, como hemos visto, estaba inmerso en un proceso galopante de expulsión de la población y de envejecimiento. La inmigración, los inmigrantes, han conseguido invertir esta tónica de decrecimiento, pero además han revitalizado y regenerado el barrio en todos sus aspectos. Económicamente el barrio ha crecido con nuevos comercios, nuevos puestos de trabajo, pero sobre todo se ha enriquecido culturalmente, por lo que muchos intelectuales y estudiantes ven en Lavapiés un lugar de enorme creatividad y profusión de vida. Los encuentros culturales, las celebraciones, los nuevos restaurantes, todos los lugares étnicos, abren nuevas posibilidades de acción, relación y ocupación del espacio. Pero además del enriquecimiento cultural y creativo, también se han producido, nuevas situaciones de conflicto, nuevas tensiones, que lo que certifican es que la realidad, la cotidianidad de los espacios metropolitanos, en este caso de Lavapiés, ha cambiado, se ha complejizado y no respon-

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de ya a situaciones o paradigmas pretéritos, para bien o para mal.

Bibliografía ÁLVAREZ BENAVIDES, A. (2005), "La globalización según Bourdieu", Cuadernos de Trabajo Social, 18: 121-135. BARAÑANO, M.; RIESCO, A.; ROMERO, C. Y GARCÍA, J. (2006), Globalización, inmigración transnacional y reestructuración de la región metropolitana de Madrid. Estudio del Barrio de Embajadores, Fundación Sindical de EstudiosCCOO de Madrid, GPD ed., Madrid. BARAÑANO, M (1999) "Postmodernidad, modernidad y articulación espacio-temporal global: Algunos apuntes", en RAMOS TORRE, R. Y GARCÍA SELGAS, F. Globalización, riesgo, reflexividad; CSIS, Madrid. BOURDIEU, P. (1999) Contrafuegos, Anagrama, Madrid. BOURDIEU, P (2001) Contrafuegos 2, Anagrama: Madrid. GARCÍA SELGAS, F.; ROMERO, C. Y GARCÍA, A. (2002): "Sujetos e identidades en la globalización", en BARAÑANO, M: La globalización económica; Consejo General del Poder Judicial, Madrid: 9-67. JAMESON, F. (1996) Teoría de la postmodernidad, Trotta, Madrid. SOJA, E. (1996a) Thirdspace, Blackwell, Cambridge. SOJA, E. (1996b) "Los Angeles, 1965-1992: From CrisisGenerated Reestructuting to Reestructuring-Generated Crisis", en SCOTT A. y SOJA, E.: The City. Los Angeles and Urban Theory at the End of the Twentieth Century; University of California Press: Los Ángeles: 426-462. WIEVIORKA, M. (2004): "El trato político de las identidades culturales", en TOURAINE, A.; WIEVIORKA, M.; FLECHA, R. Y OTROS: Conocimiento e identidad, El Roure, Barcelona: 2233.

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