Crónicas de un viaje. Aproximación a las representaciones sociales del Comunicador Social en actores sociales relevantes para su desarrollo, en tanto figura profesional, en Cuba

July 18, 2017 | Autor: Yadir Gonzalez | Categoría: Social Representations, Sociology of Professions, Comunicacion Social, Social Communication
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Descripción

Crónicas de un viaje…

El Camino sigue y sigue desde la puerta. El Camino ha ido muy lejos, y si es posible he de seguirlo recorriéndole con pie fatigado hasta llegar a un camino más ancho donde se encuentran senderos y cursos. ¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo. John Ronald Reuel Tolkien

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Crónicas de un viaje…

A la memoria de mi abuela, Georgina Oliva Almendis (1939-2006). Yadir

A mami, donde se inician mis días y mis sueños. A Raydel, la persona ideal para compartir cada día y cada sueño. Lisandra

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Agradecimientos A la Lic. Rosa Muñoz Kiel, nuestra tutora. A la profesora Rosa. A Rosi, la amiga. A Rainer, por descubrirnos el camino a las representaciones sociales. A Hilda, por encontrar siempre un espacio para nosotros. Por el abrazo. A Magda, por la gentileza constante. A Yanet y a Elena, por la preocupación. A Maricela Perera, por la lectura minuciosa y las acertadas recomendaciones. A Giselle, porque la premura no fue pretexto. A Adamís, Raúl y Claudia por las páginas transcritas. A Formoso, Yanelis, Daviel y Margarita, por las gestiones oportunas. A Lili, porque siempre está dispuesta a ayudar. A nuestros entrevistados, por compartir su tiempo y sus ideas. A los comunicadores cubanos.

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De Lisandra A mami, mi principio y mi sustento, mi fuerza y mis alas; porque confía en mí aún sin entender, porque nunca se desalienta, porque no se deja ni nos deja caer. A Raydel, mi cómplice y mi guarida, por dar color y sentido, por nunca soltarme la mano, por creer tanto en mí, porque somos uno. A Gina y al Benny, mis abuelos, porque el amor y el dolor no acaban. A papi, por la ternura a su modo y la preocupación constante. A mi abuela Justina, por no ceder ante el tiempo, por la batalla diaria con sobrinos y nietos. Al Yado, la otra mitad de esta tesis; por el talento y la precisión, por ser el mejor compañero para este viaje que llegó más allá del proemio, del exordio y del introito. Por supuesto, a la familia González-Hernández. A Rosi, la tutora de talento y horarios sin límites, la amiga. A Tomás, por la paciencia. A Pachi, mi padrino, apoyo imprescindible cuando el mundo parecía venirse abajo. A Mady, la amiga que ha tenido tiempo para mí en buenas, en malas y en tesis. A Migue y Rafe, los diablillos, que me hicieron imposible el trabajo, pero no dejaron de preocuparse ni un solo día por las páginas que me faltaban para terminar. A Adamís y Ernestico, mis otros hermanos. A Evita, a quien siento más mi madre que mi suegra. A la Chinita, Dayi, Mailyn y Maydel, las brujas que La Lenin me regaló y que ya nada me podrá quitar. A Ariel, por las noches en vela, por creerme su socio, por la seguridad de siempre ante mis dudas. A mi familia de La Lisa, de Calimete, de Atarés, del Vedado. Y a esa nueva familia que encontré en la Habana Vieja y en el Cotorro.

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Crónicas de un viaje… A Raulito y a Justo, con quienes puedo contar siempre. A mis amigos de La Lenin: Paula, Yasneidys, Judith, Tania, Aymée, Mayito, Yusbel … A la gente del aula: las Lisandras (¡a mí me pusieron el nombre primero!), Ana, Yanier, Aly, Yuleidy, Isa, Yane y a todos los demás; porque me niego a creer que esta aventura acaba ya. A Harry, por dormir bajo mi cama cuando no puede dormir en ella.

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De Yadir A las tres personas más importantes del mundo, mi familia: Margarita, Felipe y la Glendy. A mi mamá especialmente. A Pipo, a mi tía, a Dayron. A mi abuela Ana y a mi abuelo Felipe. À Venegas, puisque toutes les raisons ont déjà été dites. A Lissyr, por adoptarme en este proyecto, por transitar juntos el Camino, porque hemos llegado hasta aquí. A Rosa, por el apoyo y la claridad meridiana. A Mahe y a Ro, a mi derecha y a mi izquierda en estos cinco años. A Jorge, mi padrino en FCOM.

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En pocas palabras Crónicas de un viaje… constituye una aproximación a las representaciones sociales del Comunicador Social que poseen los sectores académico, decisor político y profesional –comprendidos entre los actores sociales de relevancia para el desarrollo del comunicador en tanto figura profesional en Cuba. En estas representaciones inciden determinantes socio-históricas y personales, así como la historia reciente de la configuración de los campos académico y profesional de la Comunicación en nuestro país. Desde una perspectiva cualitativa, la presente investigación intenta acceder a estas estrategias y contenidos representacionales mediante entrevistas semiestructuradas y observación participante, y caracterizarlas a partir del análisis de contenido cualitativo.

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Índice

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Crónicas de un viaje… EN EL UMBRAL

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PROVIDENCIAS PARA UN VIAJE 1. Comunicación y comunicador social: campo y figura profesional 1.1. Referencias teóricas imprescindibles 1.1.1. Noción de campo 1.1.2. Profesionalización 1.1.3. Institucionalización 1.2. Profesionalización de la figura e institucionalización del campo 1.2.1. Hacia una definición de Comunicador Social 1.2.2. Campo profesional de la Comunicación (Social) 1.2.3. Campo académico de la Comunicación (Social) 1.2.3.1. El caso latinoamericano: la “desarticulación múltiple” del campo 2. Representaciones sociales: una teoría en construcción 2.1. Surgimiento y antecedentes de la teoría 2.2. Concepto de representación social, características y funciones 2.3. Estructura de las representaciones sociales 2.4. Procesos de formación: la objetivación y el anclaje

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2.5. Factores que inciden en la formación de representaciones sociales: la comunicación social como condición de emergencia 2.6. Conceptos afines 2.6.1. Imagen 2.6.2. Imaginarios sociales 2.6.3. Ideología 2.6.4. Actitud 2.6.5. Opinión 2.6.6. Estereotipos 2.6.7. Percepción social 2.7. Metodología para el estudio de las representaciones sociales 2.8. Trascendencia, críticas y lectura propia de la teoría 2.9. Corrientes internacionales de estudio 2.10. Corrientes de estudio en Cuba

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ITINERARIO 3. Coordenadas metodológicas 3.1. Problema de investigación 3.2. Preguntas de investigación 3.3. Objetivo general 3.4. Objetivos específicos 3.5. Premisa 3.6. Diseño de la investigación 3.7. Categorías analíticas

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Crónicas de un viaje… 3.8. Unidades de análisis 3.9. Técnicas de investigación

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3.9.1. Entrevista semiestructurada a expertos o informantes clave 3.9.2. Observación participante 3.9.3. Análisis de contenido cualitativo 3.10. Fuentes de información

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EL CAMINO DESANDADO 4. La Comunicación Social en Cuba –apuntes sobre la configuración del campo 4.1. De los orígenes a la época dorada del campo profesional 4.2. El impasse 4.3. La reapertura 4.3.1. Sobre el desarrollo de algunos perfiles profesionales 4.3.2. Nuevos derroteros en la formación académica 4.3.3. Hacia la profesionalización: Asociación Cubana de Comunicadores Sociales 4.3.4. Balance del período

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DESTINO: COMUNICADOR 5. El comunicador representado 5.1. Disposiciones generales de la representación

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5.2. Un objeto, varias representaciones 5.2.1. Fuentes de representación y representaciones (im)posibilitadas 5.3. El comunicador construido en las prácticas comunicativas

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AL FINAL DEL CAMINO

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SUGERENCIAS A OTROS CAMINANTES

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ANEXOS

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Respuestas a la oponencia

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En el umbral

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Crónicas de un viaje… Introducción Animados por la posibilidad de desempeñarnos en las áreas de Publicidad y Relaciones Públicas, seleccionamos Comunicación Social como la opción que encabezaría nuestras aspiraciones de ingreso a la educación superior. Tras una serie de rigurosos pasos, llegamos a las aulas de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en septiembre de 2003. Materias como Cultura Organizacional, Marketing, Relaciones Públicas, Publicidad, Comunicación Organizacional y Fundamentos de Gestión Empresarial, y los períodos de prácticas preprofesionales confirmaron que la carrera privilegiaba el perfil institucional. No obstante, descubrimos que existían otros campos de acción del comunicador social igualmente importantes: Comunicación Comunitaria, Comunicología... A pesar de sus múltiples aplicaciones y de su creciente arsenal teórico-metodológico, la riqueza que experimenta la Comunicación Social en el ámbito académico no posee una contraparte de tal extensión en otros sectores de la sociedad, ni siquiera en el institucional. El desarrollo de la Comunicación Social en Cuba como campo académico es heredero tardío de los modelos latinoamericanos, que en sus inicios estuvieron marcados por la figura del periodista: las primeras escuelas de Comunicación lo fueron de Periodismo (Fuentes, 1992, cit. por Sánchez Ruiz, 2002). Enrique Sánchez Ruiz, profesor e investigador mexicano, al analizar el desarrollo de los modelos predominantes en la configuración del campo académico de la Comunicación Social en América Latina caracteriza diferentes etapas. Distingue los años ‘60 como un período de pragmatismo, por la formación de profesionales vinculados a los medios y la influencia del empirismo norteamericano; lo que coexistía con la transformación del comunicólogo en intelectual: los medios eran vistos desde un enfoque filosófico, marcado por el universalismo humanista de ciertas universidades católicas. Durante los ‘70 el campo se enriqueció con los postulados del análisis social crítico con bases marxistas, la teoría de la dependencia y la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. Los ‘80 se caracterizaron por una vuelta al pragmatismo y cierta especialización provocada por la emergencia de nuevos ámbitos de actuación. Los ‘90 llegaron bajo la égida de los estudios culturales, por un lado, y la continuidad de los estudios de recepción, por otro (Sánchez Ruiz, 2002). Si bien en Cuba se produjo una apropiación de estos modelos, con más o menos desfase temporal, no es hasta los últimos años, especialmente con 13

Crónicas de un viaje… el establecimiento de la Comunicación Social como objeto de estudio de pre y postgrado, en que se ha visto un esfuerzo por integrar estos modelos, y los de las tradiciones norteamericana y europea, en un corpus teórico coherente de especialidades como Teoría de la Comunicación. La apropiación, por otra parte, no se circunscribe a las instituciones que se desempeñan en el campo, ni al ámbito universitario, pues por su naturaleza de encrucijada la Comunicación es de interés de otras ciencias, que acuden a ella desde un enfoque transdisciplinar. El propio estatuto disciplinario del campo académico de la Comunicación está en discusión. “La Comunicación no es una ciencia es un «objeto de estudio». Tampoco es una disciplina, por lo menos en el sentido fuerte que denota sinonimia de «disciplina» con «ciencia», aunque incluye los dominios humanísticos” (Sánchez Ruiz, 2002: 25). Quizá entre los criterios más manidos contra la disciplinarización del campo estén la insuficiente autonomía de la Comunicación desde el punto de vista teórico y metodológico para alcanzar tal estatus, así como su naturaleza transversal como objeto de estudio, la que posibilita su investigación desde diversos referentes. Para la investigadora brasileña Maria Immacolata Vassallo de Lopes este campo está caracterizado por una convergencia, más que por una síntesis de saberes se trata de un movimiento de intersección; Vassallo de Lopes (2001) apunta al estado de insatisfacción con la situación actual del campo en América Latina, lo que se demuestra en las múltiples propuestas de reformulación teórica de los estudios de Comunicación. Analizando los desafíos futuros para el campo académico de la Comunicación el también mexicano Raúl Fuentes Navarro señala “que la búsqueda de legitimación académica de la Comunicación como disciplina autónoma, aislándola institucional y operacionalmente de las ciencias sociales (y de las naturales, de las artes, de la ingenierías y de todo los demás), ha llevado al efecto contrario: a la pérdida del impulso en la consolidación de su especificidad disciplinaria y al reforzamiento de lo que Mauricio Antezana llamó una vez «determinación socio-profesional», que tiende a reducir el estudio universitario de la Comunicación a la reproducción de ciertos oficios profesionales relativamente establecidos” (Fuentes, 1997: 44). En Cuba la situación es aún más compleja, en tanto ni siquiera estos oficios primigenios del campo cuentan con una tradición demasiado asentada –ha influido en ello la interrupción del proceso de profesionalización de la Comunicación en Cuba durante aproximadamente 30 años-, además se produce la formación en la misma matriz de 14

Crónicas de un viaje… comunicadores y comunicólogos, que una vez graduados defienden sus campos de acción desde perspectivas, en ocasiones, antagónicas. Otro factor que agrava el desarrollo de la Comunicación Social en Cuba hoy es su insuficiente legitimación social. Esto se debe en gran medida a los límites difusos que presenta cuando la comparan con otros campos ya consagrados, como la Psicología o la Sociología. Comunicación Social, como la carrera universitaria que conocemos hoy, surge en nuestro país entre los años 2000 y 2001, como resultado de determinadas dinámicas institucionales y para dar respuesta a una demanda del mercado laboral en tal sentido. Más de un lustro después la cuestión no varía: comunicadores, ¿para qué? Esto hace que el replanteo del perfil del comunicador social por parte de la Academia –que insiste en formar a un profesional adecuado a las necesidades de nuestra sociedad, pero también a los intereses del (sub)campo educativo de la Comunicación- sea constante. La investigación que recién comienza pretende describir el modo en que los académicos, los decisores políticos y los empleadores piensan y conciben al comunicador social, a saber, la representación social que de él poseen; y determinar qué procesos comunicativos intervienen en su formación. Para tales efectos iniciamos el presente estudio reflexionando sobre las principales concepciones teóricas que giran en torno al comunicador social. El capítulo dos está dedicado a la sistematización de los postulados fundamentales de la teoría de las representaciones sociales y al análisis de las tendencias más relevantes de abordaje de la categoría en el orbe, en América Latina y muy puntualmente en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Este acápite referido a la teoría moscoviciana lo asumimos deliberadamente extenso, porque fue una necesidad de los investigadores adentrarse en la teoría, que si bien ha sido ampliamente abordada incluso en la Facultad, no forma parte del programa de estudios y resultaba bastante desconocida hasta el momento de enfrentar la investigación. Por ello se requirió sistematizar toda la información disponible para comprender y aplicar sus postulados teóricometodológicos, que en general proviene de la Psicología Social, y se imponía su aprehensión desde un enfoque comunicológico –una operación de verdadera envergadura si tenemos en cuenta que se trata de una tesis de licenciatura.

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Crónicas de un viaje… A estos pasos siguió la declaración del itinerario metodológico que guía la investigación. Posteriormente se intentó esbozar la trayectoria histórica – sin perder de vista las condiciones económicas, políticas y sociales de cada período que han influido en la práctica profesional- del campo de la Comunicación en Cuba, tarea compleja dada la multiplicidad de esferas que lo conforman. Por último elaboramos los acápites de resultados, conclusiones-recomendaciones y anexos. Indagar sobre la representación del comunicador social que poseen los sectores académico, decisor político y profesional, resulta a nuestro juicio sumamente útil, ante todo por la gran influencia que estos actores tienen en el desarrollo de la figura del comunicador y de los campos profesional y académico de la Comunicación Social. Luego porque en cierta medida determinaría cuán alejadas o no se encuentran las competencias profesionales que intenta formar la Academia de aquellas que otros actores sociales de relevancia para el desarrollo del comunicador identifican como necesarias. Además los resultados de esta investigación pueden resultar clarificadores en un contexto social donde esta figura profesional no aparece ceñida al marco de los egresados universitarios de la especialidad. Por otro lado consideramos que en manos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, en tanto centro rector del quehacer teórico y metodológico sobre el tema en el país, los resultados de este estudio pudieran ser muy provechosos, pues constituirían un punto de análisis en la labor de perfeccionar la formación de un profesional adecuado a las exigencias del país, pero también como identificador de ideas preconcebidas negativas que pueden subyacer en los sectores decisor político y profesional sobre la figura del comunicador, en función de fomentar desde los centros relacionados directamente con los campos académico y profesional de la Comunicación, un discurso más rico en información sobre la figura profesional del comunicador social. Desde el punto de vista teórico esta investigación dedica un aparte a reflexionar sobre las prácticas comunicativas que intervienen en la formación de estas representaciones sociales, determinantes en tanto estas últimas se construyen y se comunican en el marco de las interacciones sociales.

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Crónicas de un viaje…

Providencias para un viaje

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Crónicas de un viaje… 1. Comunicación y comunicador social: campo y figura profesional

1.1. Referencias teóricas imprescindibles La concepción contemporánea del comunicador social –a saber, su objeto social, su perfil profesional, sus competencias profesionales, los campos de acción en que se desempeña- se podría definir como producto en gran medida del estado de estructuración, de la identidad y, en última instancia, de la historia misma del campo de la Comunicación. Entender el comunicador social en tanto figura profesional supone entonces explicarlo desde el campo, desde sus (des)articulaciones e intersecciones. El capítulo que aquí comienza propone una aproximación necesaria a los campos académico y profesional de la Comunicación (Social) –como base de la definición evolutiva del comunicador social- a partir de referentes teóricos –concretamente campo, profesionalización e institucionalizaciónque permitan esclarecer los marcos desde los cuales se entiende el campo y su funcionamiento.

1.1.1. Noción de campo Las ciencias sociales deben al filósofo y sociólogo francés Pierre Bourdieu la noción de campo tal y como la entendemos hoy: “Un campo es un espacio social estructurado, un campo de fuerzas –hay dominantes y dominados, hay relaciones constantes, permanentes, de desigualdad, que se ejercen al interior de ese espacio- que es también un campo de luchas para transformar o conservar este campo de fuerzas. Cada uno, al interior de ese universo, empeña en su competencia con los otros la fuerza (relativa) que posee y que define su posición en el campo y, en consecuencia, sus estrategias” (Bourdieu, 1997, cit. por Vassallo, 2001: 45). En esta cita se recogen sucintamente las “leyes generales” de los campos enunciadas por Bourdieu en 1976. Entre estas el autor refiere cómo un campo se define a partir de objetos en juego y de intereses específicos propios, irreductibles por tanto a los de otro (Bourdieu, 2000). El funcionamiento del campo, a su vez, es garantizado por la existencia de personas interesadas en el juego, esto es, “dotadas con los habitus que implican el conocimiento y el reconocimiento de las leyes inmanentes del juego, de los objetos en juego” (Bourdieu, 2000: 113).

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Crónicas de un viaje… Según Bourdieu (2000), la estructura del campo está dada por la relación dominantes/dominados a su interior, o lo que es lo mismo, la lucha por la distribución del capital específico. De esta forma aquellos agentes – actores que constituyen el campo- que monopolizan el capital específico, y por tanto la autoridad específica del campo, desarrollan estrategias de conservación para preservar su estructura, mientras los agentes dominados, generalmente los nuevos ingresados al campo, producen estrategias de subversión. Es por ello que la estructura del campo está siempre en juego: ella misma constituye la génesis para transformarla. No obstante, Bourdieu cuestiona el verdadero carácter antagónico de la lucha –en tanto un fondo de intereses compartido por los implicados en el campo supone cierta complicidad objetiva. En todo caso se trataría de una validación de los objetos en juego: “los que participan en la lucha contribuyen a la reproducción del juego contribuyendo, más o menos completamente según los campos, a producir la creencia en el valor de los objetos en juego” (2000: 115). Muy relacionado a estas creencias se encuentra la pertinencia científica al interior del campo de un problema dado, que entonces se establece a partir de la historia del campo y del valor que en su interior este posee, o sea, su legitimación. “Un problema filosófico (o científico, etc.) legítimo es un problema que los filósofos (o los científicos, etc.) reconocen (en el doble sentido del término) como tal (porque está inscrito en la lógica de la historia del campo y en sus disposiciones históricamente constituidas para y por la pertenencia al campo) y que, por el hecho de la autoridad específica que se les reconoce, tiene todas las posibilidades de ser ampliamente reconocido como legítimo” (Bourdieu, 2000: 117). Este hecho implicaría marcos establecidos desde la propia historia del campo para la acción de sus profesionales, o sea, “el habitus de profesional ajustado de antemano a las exigencias del campo” (Bourdieu, 2000: 118). Los postulados de Bourdieu poseen un valor heurístico que permite superar el concepto de sistema al reconocer, en un campo, “las tensiones y los desfases entre los actores que lo constituyen con sus prácticas, más que los ingredientes y las articulaciones relativamente estables o las autorregulaciones con que un sistema preserva su identidad, esto es, su estructura” (Fuentes, 1997: 47). Igualmente posibilitan la comprensión del sentido de las prácticas que subyacen a la institucionalización de un campo científico.

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Crónicas de un viaje… 1.1.2. Profesionalización La vida en colectivo ha sido un aspecto inherente al desarrollo de la humanidad. Desde tiempos remotos los grupos humanos han experimentado un proceso ineludible y paulatino de especialización de sus miembros en diferentes actividades encaminadas al sostenimiento y la evolución del conjunto. Tanto la variedad como la estructuración de estas actividades han estado en correspondencia con el nivel de complejización de la organización social. En las comunidades primitivas, por ejemplo, los hombres generalmente se dedicaban a la defensa y a la obtención de alimentos, mientras que las mujeres quedaban a cargo del cuidado de niños y ancianos y de labores domésticas. Para cuestiones de salud, enigmas y adivinaciones estaba el curandero, y para la administración y toma de decisiones el jefe en sus diferentes denominaciones. Ya en las polis griegas, como es lógico, había ocurrido una diversificación ocupacional, pero aún destacaba la pluralidad de habilidades que podía desempeñar un solo sujeto. Es el caso de Tales de Mileto, Pitágoras, Aristóteles, Arquímedes… cuyos conocimientos se extendían a más de una rama de la ciencia. La Revolución Industrial a fines del siglo XVIII fue un paso importante en la especialización, en la consiguiente diversificación ocupacional y en los procesos de profesionalización a los que se refirieron numerosos sociólogos del siglo pasado. De técnicas de producción muy artesanales en pequeños espacios destinados para ello, se pasó a un grado mayor de mecanización en fábricas de gran tamaño. El avance tecnológico junto a la nueva organización del proceso productivo –dada en gran medida por la especialización que tenía lugar- condujo a mayores niveles de eficiencia, lo que demostró cuán pertinentes eran estas renovaciones. El desarrollo posterior alcanzado por la sociedad en múltiples aspectos ha generado un gran número de áreas1, saberes2 e instrumentos3 que 1

Por ejemplo, la industria cinematográfica que tuvo sus inicios con la invención del cinematógrafo por los hermanos Lumière a fines del siglo XIX, o la industria biotecnológica que ha experimentado un gran auge en las últimas décadas. 2

Como la identificación hecha por Carlos J. Finlay del agente transmisor de la fiebre amarilla, el mosquito Aedes aegypti. Ese conocimiento conllevó a la formación de numerosos especialistas para controlar la existencia de este insecto. 3

Muestra de ello es la computadora en tanto dispositivo de trabajo que emplea el hombre y que ha demandado el surgimiento de una nueva figura profesional: el informático. 20

Crónicas de un viaje… requieren de gran especialización. A su vez, la competencia impuso una superación constante pues al existir un gran universo expectante era el más apto quien, generalmente, ocupaba el puesto. “Las profesiones surgen también dentro del marco de la aparición y solidificación de un aparato burocrático basado en el empleo, el sueldo, los ascensos, la preparación profesional, la propia división del trabajo, el formalismo documental, la subordinación y la superioridad jerárquica” (Nápoles, 2003: 17). En la actualidad el alto nivel de especialización requerido produce una gran fragmentación de los campos de acción del hombre, lo que ha provocado la múltiple ramificación de la mayor parte de las áreas del conocimiento. Ello ha conducido a tal explosión de ocupaciones y profesiones, que el estudio de estas se ha convertido en tema recurrente en la investigación de diversas áreas como la Sociología, la Psicología, o la Comunicación. Sólo en Sociología se han articulado varias líneas de investigación más o menos cercanas que tienen como foco indagatorio aspectos asociados al trabajo: su razón de ser, su organización, sus niveles de especialización, las relaciones entre ocupaciones y profesiones, el trabajo en sectores específicos, etc. La Sociología de las Profesiones4 es una de esas ramas del conocimiento. En sus predios se destacan las escuelas estructuralista, funcionalista, interaccionista y sistémica-ecológica. La perspectiva funcionalista se desarrolló principalmente en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial. Carr-Saunders y Wilson, investigadores ingleses, publicaron en 1933 la obra Los profesionales, donde realizan un estudio de las peculiaridades de las profesiones ante ocupaciones no profesionales. Definen que: “Las profesiones implican una técnica intelectual especializada, adquirida por medio de una formación amplia y formalizada que permite ofrecer un servicio eficaz a la comunidad” (Carr-Saunders y Wilson, 1933: 284, cit. por Real, s/f: 23). Estos autores también hacen hincapié en el papel que desempeñan las asociaciones profesionales en tanto reguladoras de la vida social al igual que instituciones paradigmáticas en la historia de la humanidad como la familia, la iglesia y la universidad. Otro autor de esta corriente, el norteamericano Marshall (cit. por Real) destaca igualmente el papel de las asociaciones profesionales, 4

Para algunos autores no se puede hablar de una Sociología de las Profesiones, sino de “enfoques sociológicos de grupos profesionales” (Real, s/f: 48), ello se debe a las diversas corrientes de estudio que desde perspectivas a veces contrapuestas, han abordado este tema sin lograr consenso. 21

Crónicas de un viaje… analizándolas como otorgadoras de prestigio y experiencia a sus miembros. Al afiliarse a una asociación, el profesional asume los valores establecidos por ese gremio, que pueden ser normas universales o propias del sector. Estas lo harán identificarse con los profesionales de su tipo y lo diferenciarán de otros. Después de la Segunda Guerra Mundial sobresalen las investigaciones de importantes figuras dentro de la corriente estructuralista desde Estados Unidos. Harold Wilensky, catedrático de la Universidad de California, publicó en 1964 el artículo “The professionalization of everyone?” donde, al referirse a las diferencias entre profesiones y ocupaciones, plantea que el trabajo del profesional requiere de gran especialización y se basa en un conjunto de conocimientos sistemáticos o doctrinas que se aprehenden mediante un entrenamiento extenso y formalizado. Por otra parte, los profesionales están sujetos a una serie de valores y normas éticas propios de su gremio que van más allá de la competitividad técnica; también está presente el compromiso con el cliente, que debe estar por encima de los intereses individuales del sujeto, lo que Wilensky (1964) ha dado en llamar “servicio ideal”. Pero el énfasis aquí está dado en lo que él denomina profesionalización, entendido como el proceso que debe experimentar una profesión para alcanzar tal estatus. Este proceso se compone de cinco etapas: 

“Dedicación exclusiva a la actividad como resultado de la complejización del proceso productivo. En este primer paso se puede necesitar de la colaboración de determinadas ocupaciones.



Establecimiento de un centro de enseñanza superior de la especialidad. En casos en que no se han iniciado los estudios con nivel universitario es común la búsqueda de nexos con universidades y el enriquecimiento paulatino de la base teórica de conocimientos.



Creación de una asociación profesional, que deberá alcanzar carácter nacional, que represente los intereses del medio y contribuya a su reconocimiento y legitimación social. Ello deberá ir acompañado de la resolución paulatina de determinados conflictos tanto a lo interno como a lo externo del gremio. Se trata de la identificación de las tareas esenciales de la profesión y a partir de ese análisis relegar cuestiones menos centrales en ocupaciones afines; la pugna entre los profesionales empíricos, pero de gran experiencia práctica, y las nuevas generaciones recién salidas de la Academia y deseosas de aplicar esos conocimientos; y la competencia con disciplinas afines.

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Crónicas de un viaje… 

Reconocimiento por parte de las instancias políticas que permita la obtención de amparo legal, con el fin de proteger el campo profesional del intrusismo y conseguir el sostenimiento del código de ética.



Elaboración de un código de ética que resguarde al campo profesional de prácticas no calificadas o inescrupulosas, que regule la competencia interna, que proteja a los clientes y que haga énfasis en la concreción del servicio ideal” (Wilensky, 1964: 139-146 –trad. pers; subrayado nuestro).

Este autor, basándose en los aspectos anteriores, clasifica el estadio de profesionalización de una serie de sectores. Así, reconoce la gran tradición de abogados, clérigos, médicos, profesores universitarios y militares. Vislumbra otros profesionales más jóvenes como dentistas, arquitectos, etc.; y pone en duda la legitimidad de una serie de áreas, entre ellas la Publicidad y las Relaciones Públicas: “muchas ocupaciones reclaman estatus profesional y encuentran que nadie más percibe que se merezcan ese honor, excepto ellas mismas. Me inclino a mencionar ocupaciones cuya orientación al mercado es abrumadora –Relaciones Públicas, Publicidad y Dirección de Funerales” (1964: 142). Wilensky reconoce que en una profesión son tan importantes los saberes teóricos como prácticos, y agrega que muchos de estos conocimientos se declaran explícitamente en publicaciones o en contextos conversacionales, pero otros se derivan del análisis propio, de la observación, del contacto con la práctica, de la experiencia. Es la combinación de estos elementos la que conforma el know how de un profesional, la que le proporciona la destreza en su actividad, que le hace merecedor de una autoridad profesional. También en Estados Unidos vio la luz la corriente interaccionista de la Sociología de las Profesiones encabezada por Everett Hughes y sus discípulos, quienes no veían diferencias conceptuales entre ocupaciones y profesiones, sino que las atribuían a manifestaciones del poder político. Afirmaban que son las legislaciones gubernamentales las que legitiman las asociaciones profesionales, y estas, en defensa del monopolio sobre su campo de actuación, sólo permiten la entrada de sujetos que ostenten títulos académicos reconocidos. Esta relación surge, según Hughes, por el pacto que la sociedad establece con las profesiones: estas la dotan de un inmenso caudal de conocimientos en múltiples áreas del saber, y a cambio la sociedad le brinda respaldo institucional para legitimarse, alcanzar autonomía y con ello poder de decisión. Las ocupaciones no profesionales

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Crónicas de un viaje… al carecer de ese privilegio sólo pueden agruparse en organizaciones sindicales (cit. por Real, s/f). Los interaccionistas planteaban además que las profesiones deberían dejar de ser analizadas como un conjunto de saberes y comenzar a verse como un sistema de conocimientos y prácticas en constante evolución. Coincidimos con esta afirmación en tanto las profesiones no se componen de actividades invariables, aunque las matrices centrales deben mantenerse, sino que cada contexto impone peculiaridades, y las profesiones tienen que estar en sintonía con estas peculiaridades para ser realmente útiles a la sociedad donde se insertan. Los años ‘70 y ‘80 del siglo pasado marcaron una etapa importante en la producción científica de la Sociología de las Profesiones, dominada por la corriente sistémico-ecológica. La investigación fructificó en diversas aristas y los autores retomaron, en mayor o menor medida, postulados e inquietudes de escuelas anteriores. Terry Johnson en su obra Professions and Power de 1972 considera las profesiones como “una de las formas históricas de organización de las actividades económicas, donde el productor define las necesidades de los consumidores y la manera de satisfacer estas necesidades” (cit. por Real, s/f: 39). En la tesis principal de sus reflexiones Johnson se acerca a la idea de Hughes del pacto tácito de las profesiones con la sociedad, pero difiere en las motivaciones que lo generan. Para Johnson se establece una alianza entre profesiones y poder hegemónico porque este último está interesado en la reproducción de las fuerzas de trabajo necesarias para su sostén, y a cambio concede a las profesiones autonomía y estatus social para sus miembros. En 1977 Magali S. Larson publicó la obra The rise of Professionalism: a sociological analysis, donde abordaba su teoría de la estrategia profesional. Esta explica que el interés histórico de las profesiones es conseguir, con la cooperación del Estado, el monopolio de un campo profesional y el reconocimiento público de que ese espacio les pertenece. El Estado establece la necesidad de un título que avale determinadas competencias profesionales para ejercer una actividad profesional y son las universidades las que desempeñan el rol de formadoras de esas habilidades. Luego de la consecución del crédito pertinente los profesionales de un área determinada se pueden “adquirir” en los mercados laborales. Todo ello conduce al aislamiento social –otra noción introducida por esta autora- entendido en dos direcciones: la existencia de un segmento cerrado de trabajo y la asunción de que un gremio profesional tiene 24

Crónicas de un viaje… determinados conocimientos que los diferencian del resto de los sujetos de la sociedad. Pero a su vez los propios profesionales son los que tienen los medios para salir de ese aislamiento pues cuentan con autonomía para definir los términos del dominio que ejercen sobre el monopolio legal, el saber legítimo y el estatus social. A partir de los postulados anteriores “Larson considera que el profesionalismo es en Estados Unidos, el principal soporte ideológico de la ideología dominante. Mantener los privilegios sociales debidos a la educación se ha convertido en el centro de las estrategias profesionales. Justificar la integración en la gran empresa de los nuevos profesionales por la posesión individual de competencias cognitivas y técnicas, y excluir a los que no las poseen se ha vuelto el credo de la ideología dominante” (Real, s/f: 43). De los años ‘90 es el título Power in the highest degree: professional and the rise of a new mandarin order de Charles Derber, William Schwartz y Yale Magrass. Estos autores afirman que el interés primero de los profesionales es alcanzar estatus social y conseguir privilegios en la sociedad; y para ello se apropian de conocimientos especializados sobre una actividad determinada (conocimiento logocrático). Dada la autonomía alcanzada por muchas profesiones en la actualidad, estos estudiosos sugieren la búsqueda de nuevas vías para la regulación de la actividad profesional, como la generación de condiciones que favorezcan un equilibrio entre las necesidades de la sociedad y los intereses de los profesionales en sus diferentes gremios y como sujetos particulares (Real, s/f). Hemos visto hasta aquí algunos modos de aproximarse al estudio de las profesiones. Estas diversas tendencias han transitado desde la reflexión sobre cuestiones internas –cuándo una profesión puede comenzar a considerarse como tal, objetivos de las profesiones, características de las asociaciones profesionales- hasta su vinculación con otros elementos – relaciones que se establecen con las ocupaciones, con la sociedad, con el Estado. La paulatina complejización de estas investigaciones ha enriquecido un campo de investigación que, sin lugar a dudas, no está agotado. No ha sido nuestro objetivo elaborar un concepto de profesiones, sino abordar diferentes presupuestos que nos provean de elementos teóricos para adentrarnos en el estudio de la figura profesional del comunicador social.

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Crónicas de un viaje… 1.1.3. Institucionalización Explicar la institucionalización, particularmente la de un campo científico, nos hace remitirnos a dos términos de los que etimológicamente se deriva tal vocablo: institución e institucionalizar. Básicamente, la institucionalización se produce en ambos sentidos, o mejor, los conjuga. Explicando la constitución de las sociedades, Anthony Giddens (1995, cit. por León, 2006) comprende las instituciones entre las propiedades articuladoras de la estructura que es la sociedad, al posibilitar la existencia de prácticas sociales similares a lo largo de intervalos variables de tiempo y espacio, dotándolas de una forma sistémica. La actualización de estas prácticas deviene hábitos, que van constituyendo la estructura, pues de ello emanan “reglas” y “recursos” destinados a la reproducción del sistema social. La estabilización de las relaciones, que se obtiene como consecuencia, en el espacio-tiempo se traduce en la aparición de rasgos institucionalizados de una sociedad que conforman las propiedades estructurales. La existencia de las estructuras sociales es posibilitada por la rutinización de las prácticas, o sea, su perpetuación por un tiempo. La rutinización, dada por la continuidad del agente y de las instituciones –así concebidas en tanto coadyuvan a la reproducción social-, “provee el carácter habitual del grueso de las actividades de una vida social cotidiana” (León, 2006: 33). Ello imbrica perfectamente con el principio foucaultiano de que “las prácticas sociales perpetuándose en un espacio y en un tiempo están en el fundamento de la constitución del objeto y el sujeto social” (Foucault, 1978, cit. por León, 2006: 33). De esta forma, para Giddens las prácticas institucionalizadas son aquellas de profundo arraigo en tiempo y espacio. Desde la sociología del conocimiento, Peter Berger y Thomas Luckmann (1972, cit. por León: 2006) plantean la habituación como el proceso que posibilita –y precede- la rutinización de una práctica, y que además implicaría comportar un significado para quienes la producen: “todo acto que la actividad humana repite con frecuencia y que crea, a su vez, una pauta que después puede ser reproducida con economía de esfuerzos, y que, ipso facto, es aprendida como pauta por el que la ejecuta” (Berger y Luckmann, 1972, cit. por León, 2006: 34). Hasta aquí podemos resumir que la habituación, o sea, la repetición sistemática de cierta práctica, antecede su rutinización, es decir, su perpetuación por un tiempo. A partir de estos procesos la práctica se institucionaliza, sin embargo, paralelamente se produce la tipificación, fenómeno que forma parte de la habituación y que provee a los agentes 26

Crónicas de un viaje… de “horizontes abiertos de experiencias similares anticipadas”, reconocidos como típicos (Schütz, 1974, cit. por León: 2006). “Toda tipificación de esta clase es una institución porque una práctica institucionalizada aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores y agentes” (Berger y Luckmann, 1972; Schütz, 1974, cit. por León, 2006: 35). El campo se institucionaliza en la medida que las prácticas que lo conforman devienen prácticas institucionalizadas, esto es, tipificadas luego de habitualizadas y rutinizadas por los agentes. La investigadora mexicana María Luisa Rodríguez-Sala entiende por institucionalización “el compartir entre los científicos –ocupados en un campo- un común enfoque de los objetivos, metas y métodos de ese campo científico y que es precisamente lo que lo distingue de otros campos de la ciencia5” (1990, cit. por Fuentes, 1995: 52). Del estudio de la institucionalización de un campo científico se encarga la Sociología del Conocimiento. A juicio del profesor e investigador mexicano Raúl Fuentes Navarro ello exige el análisis articulado de dos dimensiones: “el proceso de su constitución social como un «universo simbólico específico» (institucionalización cognoscitiva) y el proceso de la organización objetiva de las instituciones especializadas en su producción y reproducción (institucionalización social), que en las sociedades contemporáneas son sobre todo las universidades” (1995: 41). Siguiendo a Rodríguez-Sala, Fuentes Navarro señala dos fases de institucionalización: “la primaria o inicial, cuando se observan: a) delimitación del campo de estudio; b) localización de un grupo de científicos; c) comunicación entre ellos; d) membresía a asociaciones u organizaciones académico-profesionales. En una fase «más elevada» se analiza el nivel de desarrollo y acreditación de: a) comunidades científicas; b) publicaciones periódicas y c) normas éticas. Se consideran como elementos auxiliares en el análisis de la institucionalización, la profesionalización y las normas y valores” (1990, cit. por Fuentes, 1995: 52). Habría que preguntarse, partiendo de las reflexiones de Bourdieu, en qué punto del proceso de institucionalización de un campo científico las prácticas institucionalizadas conforman estrategias de conservación de los agentes dominantes para mantener el orden científico con el que se identifican. Al respecto la investigadora brasileña Maria Immacolata 5

Ahí radica la propiedad enunciada por Bourdieu respecto a la irreductibilidad de los objetos en juego y los intereses específicos de un campo. 27

Crónicas de un viaje… Vassallo de Lopes, refiriéndose a Bourdieu, señala: “ese orden, al que él llama ciencia oficial, no se reduce al conjunto de recursos científicos heredados del pasado que existen en estado objetivado, bajo la forma de instrumentos, obras, instituciones, etc., y en estado incorporado, bajo la forma de hábitos científicos, sistemas de esquemas generados de percepción, de apreciación y de acción. Es también una especie de acción pedagógica que hace posible la elección de los objetos, la solución de los problemas y la evaluación de las soluciones, que es la esencia del sistema de enseñanza. De manera complementaria, existen instancias encargadas específicamente de la consagración (Academias, premios) y aun el sistema de circulación, constituido por las revistas científicas, libros y congresos, que operan en función de los criterios oficiales de evaluación” (2001: 4647). Hasta aquí hemos visto qué procesos intervienen en la institucionalización de las prácticas de los agentes al interior de un campo científico y las fases que conforman la institucionalización como tal. En el segundo epígrafe de este capítulo retomaremos este concepto, esencialmente su dimensión social, para dar cuenta de la paulatina configuración del campo académico de la Comunicación.

1.2. Profesionalización de la figura e institucionalización del campo 1.2.1. Hacia una definición de Comunicador Social La comunicación es una actividad tan antigua como el hombre mismo, incluso antes de desarrollar el lenguaje oral nuestros antepasados primitivos ya se comunicaban de forma extraverbal. Históricamente se ha utilizado el término comunicación asociado a una pluralidad de situaciones, así se ha resemantizado una y otra vez, “su definición ha sido muy variada en matices y perspectivas como diversa su complejidad, toda vez que es fenómeno, pero además es proceso y resultado, práctica o conjunto de prácticas, parte esencial de la cultura y la innovación cultural, soporte simbólico y material del intercambio social en su conjunto, ámbito donde se genera, se gana o se pierde el poder, enlace y registro de agentes, agencias y movimientos sociales, herramienta de interlocución, espacio de conflicto, conjunto de imágenes, sonidos y sentidos, lenguajes y lógica de articulación de discursos, dispositivo de la representación, herramienta de control al servicio de unos cuantos y de exclusión de las mayorías de los beneficios del desarrollo, ámbito diferenciador de prácticas sociales” (Orozco, 1997, cit. por Saladrigas, 2006: 12).

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Crónicas de un viaje… El origen de la palabra comunicación “proviene del latín communis, significa poner en común y expresa la esencia de un proceso sociocultural básico que se da en diferentes espacios, entre un número diverso de actores sociales que producen y hacen uso de la información de manera privada o pública: sociales, grupales e interpersonales, y que con el desarrollo industrial se ha tecnologizado, diversificando sus soportes” (Saladrigas, 2006: 12). Otros autores confirman que la comunicación “es un concepto que atraviesa los múltiples campos de lo social y lo cultural. La comunicación es un proceso humano fundamental, que preside y enmarca la vida del hombre, tanto en su construcción como individuo como en su inmersión en lo social. Lo comunicativo está en la base de la mayoría de las prácticas sociales y es el proceso que posibilita la vida de relación. En tal sentido, toda práctica social involucra, en diversos grados, una forma de práctica comunicativa” (Zalba y Bustos, 2001: 37). Pero la comunicación ha devenido también “espacio profesional, campo académico y objeto de estudio transdisciplinar” (Saladrigas, 2006: 12) de las Ciencias Sociales. Con la denominación Comunicación Social se identifica un campo de reciente configuración donde “la comunicación es entendida como aquello que entrecruza, mantiene y simultáneamente transforma el espacio de lo social” (Zalba y Bustos, 2001: 37). El campo de la Comunicación está conformado por una serie de subcampos o esferas de actuación que van desde “el Periodismo hasta las Relaciones Públicas pasando por la Publicidad y la Propaganda, la Realización Audiovisual y Cinematográfica, la Editorialización, prácticas a su vez más antiguas y otras de reciente incorporación como la Divulgación Científica, la Teleducación, la Comunicación Organizacional, la Comunicación Cultural, la Comunicación Educativa y la Información Digital” (Saladrigas, 2006: 12). El profesional que se desempeña en este ámbito cuenta así con una amplia gama de posibilidades para su ejercicio. Pero esta figura no es concebida de igual forma en todos los espacios académicos. La tradición estadounidense, por ejemplo, contempla estudios de nivel superior altamente especializados, es decir, las carreras de Periodismo, Publicidad, Relaciones Públicas, etc. separadas; en tanto la escuela latinoamericana tiende a aglutinar todas las áreas en una misma carrera, durante la cual el estudiante se especializará en aquella por la que sienta mayor interés. Mas, ¿qué tiene en común estas múltiples esferas en apariencia tan diferentes que conforman el campo de la Comunicación Social? Ocurre que todas abordan los procesos de investigación, planificación, 29

Crónicas de un viaje… producción, gestión e interpretación de significados que se intercambian a través de la comunicación a diferentes niveles -más micro, en el caso de la Comunicación Organizacional y las Relaciones Públicas por ejemplo; y más macro en los ámbitos publicitario, periodístico y mediático en general. Pero no se trata de un campo conformado por una suma de saberes semejantes, sino que estos saberes establecen nexos de interrelación articulándose al interior del campo; es decir, que los profesionales del sector, más allá de que se especialicen en un área, tienen que lograr la integración –tanto en los planes de estudio de las escuelas de Comunicación como en el ejercicio práctico- de las diferentes ramas en aras de adquirir una visión holística de los fenómenos comunicativos que les permita comprenderlos, interpretarlos e incidir sobre ellos globalmente, y no como manifestaciones aisladas. Así se ha configurado el profesional de la Comunicación Social “como un estratega de la Comunicación. Un estratega es alguien que debe saber intervenir en un proceso regulable (en nuestro caso, de comunicación), para lo que tiene que disponer de conocimientos generales y específicos, en sincronía con las destrezas que le aseguren la toma de una decisión óptima en cada momento. No es un simple mediador ni un escriba ni un “manager”, sino alguien que debe ser capaz de analizar, interpretar, diagnosticar, gestionar, planificar y ejecutar, con pertinencia y pericia, en los diversos contextos que lo requieran” (Zalba y Bustos, 2001: 39). A su vez, la profesora colombiana Mariluz Restrepo opina que “El comunicador profesional, entonces, no se limitaría a hacer productos de comunicación, es quien gesta comunicación con otros. Es quien `escucha´, `interpreta´ mundos, abre caminos para la comunicación. Podemos pensarlo más como intérprete, como seleccionador y combinador de posibilidades para generar con otros procesos de comunicación, trascendiendo la información” (1997: 81). Pero no todas las cuestiones están explícitamente definidas en el campo de la Comunicación Social. Desde hace varios años se sostiene una polémica de grandes proporciones en torno al estatuto científico de este campo, en la que aún no se ha logrado consenso. “Esa cuestión de la identidad o la autonomía de la comunicación en cuanto campo –o sobre sus interfaces con otras disciplinas- es siempre actual, en un área considerada nueva y multidisciplinaria. Hay quien propone que no se considere a la comunicación como una ciencia o una disciplina, puesto que no tiene principios explicativos propios; sigue modelos teóricos prestados de otras disciplinas. Hay también quienes aceptan la existencia de una

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Crónicas de un viaje… disciplina llamada comunicación, si bien señalan su falta de autonomía como campo de conocimiento” (Capparelli y Stumpf, 2001: 63-64). Desde una perspectiva más radical Francisco Rüdiger fundamenta la postura tomada: “La comunicación no es una ciencia sino un campo de estudio multidisciplinario, cuyos métodos de análisis no tienen ninguna especificidad: fueron desarrollados por diversas ramas del conocimiento filosófico, histórico o sociológico. El concepto mismo no dispone de autonomía teórica, pues debe ser investigado en el marco de las teorías de la sociedad” (Rüdiger, 1996, cit. por Capparelli y Stumpf, 2001: 66-67). Esta reflexión conduce a otro debate de mayores implicaciones para las Ciencias Sociales: la pertinencia o no de la actual división entre sus disciplinas. “Se sabe que las múltiples disciplinas existen desde que hay múltiples departamentos académicos en las universidades de todo el mundo, programas de formación en esas disciplinas y asociaciones nacionales e internacionales de investigadores de esas disciplinas. Es decir, nosotros sabemos políticamente que existen diferentes disciplinas, que tienen una organización delimitada, estructura y personal para defender sus intereses colectivos y asegurar su reproducción. Pero esto no nos dice nada acerca de la validez de las exigencias intelectuales de la separación, exigencias que presumiblemente justifican sólo la red organizativa” (Wallerstein, 1991; cit. por Vasallo, 2001: 51-52). Ello demuestra que la discusión acerca de la Comunicación Social no es un caso único o excepcional, sino que se extiende a todas las Ciencias Sociales, sólo que para la Comunicación se intensifica dado lo reciente de su surgimiento y la multiplicidad de espacios tradicionales y emergentes que abarca. Estos factores redundan en el escaso reconocimiento y legitimación social que posee la Comunicación: “Mientras siga considerándose por sus propios practicantes como un mero conjunto de técnicas o de `aplicaciones´ sin especificidad teórica, como un oficio simplemente reproducible o como una ocupación éticamente (prácticamente) neutral, seguirá dificultándose la clarificación (social) del sentido del campo” (Fuentes, 1997: 45). La profesora brasileña Maria Immacolata Vassallo de Lopes avizora una posible solución al contemplar “la realidad del mundo como algo que al fin no es una reunión de visiones disciplinarias del empirismo ingenuo sino algo que se construye como contexto de narrativas múltiples. Tematizar el mundo en estos términos es precisamente la tarea y el significado de las ciencias humanas” (Vasallo, 2001: 54). Y agrega “Es precisamente a través de la conquista del rigor teórico-metodológico y de la ampliación y consolidación del dominio de los saberes hasta ahora fragmentados en 31

Crónicas de un viaje… disciplinas, que nosotros, investigadores en ciencias sociales, podremos avanzar, desde el espacio académico, junto a nuestro tiempo sociocultural” (Vasallo, 2001: 55-56). Cuba se inserta en esta enmarañada red de posturas diversas, debates teóricos y nuevas exigencias del entorno. La Comunicación Social en el contexto nacional toma de la corriente latinoamericana 6 fundamentalmente, aunque con visibles peculiaridades : en el año 2000 y como resultado de lógicas institucionales más que de exigencias epistemológicas, ocurrió la bifurcación de la entonces carrera de perfil amplio Comunicación Social, en Periodismo y Comunicación Social. Con tal hecho se separaba al periodista del profesional de las otras prácticas de la Comunicación. Esta escisión ficcional se mantiene hasta nuestros días. Igualmente caracteriza la Comunicación Social en Cuba la existencia de la carrera en las Sedes Universitarias Municipales (SUM) –con lo que esta se extiende a miles de jóvenes en la mayoría de los municipios del país- y a los especialistas de otras áreas que asumieron el rol de comunicadores ante la ausencia de Academias formadoras de estos profesionales por un período de aproximadamente 30 años. En consecuencia entenderemos por comunicador social a aquel profesional encargado de la conceptualización, implementación, control y evaluación de estrategias, políticas y productos comunicativos en instituciones, empresas y medios de comunicación masiva sobre la base de investigaciones previas; y que puede desempeñarse en cualquiera de las siguientes especialidades: Relaciones Públicas, Marketing, Publicidad, Propaganda, Comunicación Organizacional, Comunicación en Medios, Comunicación Educativa, Comunicación Comunitaria y docencia en Comunicación; sin importar cual fuere su formación académica.

1.2.2. Campo profesional de la Comunicación (Social) El campo profesional de la Comunicación se puede definir como el conjunto de instituciones especializadas y de individuos calificados (formal e informalmente) en las diversas ramas de la actividad profesional de Comunicación, que desarrollan prácticas de aplicación del conocimiento sobre la Comunicación (Fuentes, 1995). La configuración del campo profesional de la Comunicación Social tuvo sus orígenes en el surgimiento de algunos oficios que con el transcurso de los 6

Para mayor profundización en este aspecto véase el Capítulo 4 referido a las particularidades del contexto cubano. 32

Crónicas de un viaje… años devinieron profesiones. Ha sido la propia demanda de la sociedad la que ha exigido la aparición de estas especialidades. Pero ellas no nacieron al unísono, más bien paulatinamente en diferentes estadios de complejización de la estructura social. El Periodismo, por ejemplo, comenzó a experimentar el proceso de profesionalización a finales del siglo XIX e inicios del XX con el desarrollo social alcanzado hasta la época y la aparición de singulares renovaciones que mucho influyeron en su práctica. “la llegada del teléfono, el telégrafo y la luz eléctrica a las redacciones de los periódicos (…), la sustitución de la pluma por la máquina de escribir, la modernización de la tecnología de impresión y composición, (…) variaron definitivamente la estructura y muchos de los conceptos de la prensa para el nuevo siglo. A partir de ese momento los grandes medios abandonaron su propósito de hacer un periodismo casi intergrupal, y con las nuevas posibilidades ampliaron sus tiradas para llegar a las grandes masas que, fruto de la urbanización, los procesos de alfabetización y cierta participación política, estaban urgidas de información veraz y ágil. Además, el desarrollo en esta área dejó ver claramente la posibilidad de montar jugosos negocios” (Tembrás, 2006: 39). Todos estos factores resultaron terreno fértil para la evolución vertiginosa de la profesionalización del Periodismo. Fue Estados Unidos el país que encabezó este fenómeno, que se extendió rápidamente por Europa y otras partes del mundo. Aunque se han identificado formas embrionarias del ejercicio publicitario desde tiempos remotos, no es hasta el siglo XIX que este cobra auge. “La publicidad comercial, parece tener su origen primero en la crisis del capitalismo de 1848 y en el surgimiento de mercados bursátiles que a su vez reestructuraron las formas de producción y distribución de una enorme gama de productos destinados al consumo. El desequilibrio del sistema financiero que trajo consigo la crisis se hizo presente y la publicidad intentó proporcionar los mecanismos para el desarrollo de una cultura de mercado que estabilizara el tambaleante sistema financiero” (Nápoles, 2003: 49). El escenario fundamental de este proceso fue también Estados Unidos. El desarrollo alcanzado por los medios de comunicación masiva existentes y la posterior aparición de otros fomentó tal avance al suministrar diferentes soportes para la Publicidad. Los adelantos tecnológicos también fortalecieron su práctica al permitir que se hiciera más atractiva. A su vez las Relaciones Públicas se originaron en los primeros años del siglo pasado, igualmente en Estados Unidos. “Surgen como expresión de un determinado nivel de desarrollo de las empresas e instituciones 33

Crónicas de un viaje… sumergidas en una fuerte competencia y en la necesidad de estas de obtener reconocimiento público para su actividad e, incluso, para sus propios puntos de vista” (Piedra, 2005b: 27). No es una coincidencia que el impulso definitivo para la profesionalización de estas disciplinas se alcance hacia finales del siglo XIX e inicios del XX en Estados Unidos. Ocurre que en aquellos años este país experimentaba un proceso de renovación dado por una conjunción de factores a los que ya nos hemos referido. En primer lugar el avance tecnológico llevó al desarrollo de variados sectores de la economía, intensificándose así la actividad comercial y con ello la competencia. Tal hecho, unido a la urbanización y al proceso paulatino, pero aún así creciente, de alfabetización de determinadas poblaciones propició la consolidación de la práctica del Periodismo, la Publicidad y las Relaciones Públicas. Sin embargo, en sus inicios eran sólo ocupaciones cuyos saberes, como es lógico, eran aprendidos en el ejercicio cotidiano y no había demasiado espacio para la reflexión teórica. En décadas posteriores aparecen diferentes Academias7 -que paso a paso fueron ganando prestigio y legitimación social- para la enseñanza de estas actividades. “Si aceptamos que siempre ha habido comunicadores, que muchos de ellos de hecho han ejercido la comunicación profesionalmente, pero que es en los años sesenta cuando aparecen las primeras Facultades de Comunicación, resulta evidente que esa fecha sólo marca la constitución del campo educativo de la comunicación, pero no la de las prácticas profesionales de la comunicación, ni mucho menos define la existencia de los comunicadores” (Fuentes, 1991). ¿Qué puede significar esto? Precisamente que el ejercicio “profesional” precedió a la enseñanza de la Comunicación. Al respecto otros autores reflexionan que “en el caso de la comunicación, es claro que la profesión es anterior al campo educativo que se conforma a su alrededor. La profesión de periodista es más vieja que la carrera de periodismo. Esto nos remite al hecho de que un campo educativo, o sea, el conjunto de prácticas educativas que buscan difundir el conocimiento sobre una profesión, se ha conformado a partir de lo que la sociedad ha 7

Las primeras escuelas de Periodismo surgieron en Estados Unidos en 1908 y 1910, y fueron las de Missouri y Columbia respectivamente –aunque se tienen noticias de que con anterioridad estos temas habían sido objeto de reflexión en otras Academias europeas e incluso norteamericanas. En cuanto a la Publicidad también aparecieron diferentes escuelas en Estados Unidos hacia 1910 que la impartían como disciplina. Mientras, los primeros cursos superiores de Relaciones Públicas comenzaron a inicios de la década del 20 –aproximadamente en 1923- en la Universidad de Nueva York. 34

Crónicas de un viaje… ido definiendo como prácticas profesionales legítimas, objetivables o no; es decir, enseñables en currículos explícitos, pero también, aprendidas en términos de generalización de lo que llamaríamos, los “intangibles” de la profesión, o sea, las ideologías que la envuelven” (Lalinde, cit. por Tembrás, 2006: 3-4). En la actualidad no se trata de actividades solamente empíricas8. Aunque en numerosos espacios persiste la idea de que estos son “haceres” que no requieren de formación académica, sino que se aprenden practicándolos, lo cierto es que cuentan con una reflexión teórica importante, a tal punto, que en algunos países, como Estados Unidos por ejemplo, han devenido especialidades universitarias independientes que requieren de un entrenamiento de varios años. Quizás por ser las especialidades pioneras del campo de la Comunicación, y por tanto las de mayor tradición, Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas resulten las esferas que han gozado de mayor reconocimiento social. Pero el devenir histórico y las nuevas realidades sociales han demandado el surgimiento de otras áreas para dar respuesta a reclamos emergentes. “El comunicador social se enfrenta a un campo profesional cuya expansión es un correlato de la complejización del fenómeno comunicativo en las sociedades actuales” (Zalba y Bustos, 2001: 39). Así han aparecido en diferentes momentos la Propaganda, la Realización Audiovisual, la Comunicación Organizacional, la Investigación en Comunicación, la Editorialización, la Comunicación Educativa y Comunitaria, por sólo citar algunas esferas. Al respecto se afirma que “La Comunicación como profesión cobija multiplicidad de campos. Si bien es cierto que la sociedad ha legitimado algunos, como el Periodismo de manera privilegiada y otros, como la publicidad, la producción audiovisual, la comunicación de las organizaciones, entre otros, el espectro cada día se abre más. Es frecuente encontrar la relación explícita de la Comunicación con la Educación, la salud, la administración, el desarrollo económico, la ecología, la política, la religión, las artes, la técnica por solo mencionar algunos campos. Basta con volver sobre la Comunicación como constitutiva de lo humano en comunidad para descubrir que cualquier actividad humana está cruzada 8

Pero la demanda del mercado laboral a la Academia de formación de determinados profesionales en el área de la Comunicación ha tenido un carácter fundamentalmente mercantilista e instrumental, por ello numerosos especialistas reclaman revisiones a los currículos de las carreras de Comunicación Social en aras de lograr un mayor nivel teórico en los egresados y una reactualización constante para identificar las nuevas exigencias de la sociedad e intentar satisfacerlas. 35

Crónicas de un viaje… por ella; no es que todo sea Comunicación, sino que esta es condición necesaria del desarrollo humano” (Restrepo, 1997: 82). No obstante, los egresados de las universidades muestran una tendencia sostenida a dedicarse profesionalmente a las áreas más tradicionales de la Comunicación Social. Un diagnóstico realizado por las docentes venezolanas Elda Morales y Luz Neira Parra (1993) sobre la situación ocupacional del egresado de la escuela de Comunicación Social de La Universidad de Zulia (LUZ) muestra que más de un 70% de los graduados se especializaron en Periodismo –tanto impreso como audiovisual-, aproximadamente un 17% en Publicidad y Relaciones Públicas y apenas un 5,38% en el área de la Investigación en Comunicación. En relación con la reflexión sobre el campo académico de la Comunicación, la reflexión académica sobre el campo profesional, al menos en los países del área, apenas alcanza un grado mínimo de desarrollo9. Al respecto resulta significativo, aunque reduccionista, el cuestionamiento sobre la investigación de los mercados laborales y su traducción en reformulaciones de programas de estudio10. En la actualidad el campo profesional de la Comunicación Social se caracteriza por una constante pugna de legitimaciones. En las esferas de mayor tradición se suceden polémicas como la de la Publicidad, por ejemplo, que es objeto constante de críticas acusándosele de promover estereotipos, de incitar al consumo irracional, de saturar hasta el máximo a los individuos, etc. Hacia lo interno del campo existe el conflicto de la emergencia de la Comunicación Organizacional, que ha provocado que numerosos relacionistas públicos teman el intrusismo de aquellos en sus funciones ante las muchas similitudes entre una y otra actividad. Refiriéndose a la Comunicación Organizacional algunos autores plantean que: “Esta modalidad fue desarrollándose a partir de la demanda, en las diversas organizaciones (privadas y públicas), de la presencia de comunicadores 9

Entre las investigaciones sobre formación profesional, campo profesional y mercado laboral se encuentran las de Vassallo de Lopes (1998), y Quiroz (1991). También se podrían referir las sucesivas aproximaciones al respecto de Fuentes Navarro en Diá-logos de la Comunicación (1987, 1991 y 1992) o Signo y Pensamiento (1997), además de su Tesis de Doctorado (1995) o los aspectos referidos en la compilación de Vassallo de Lopes y Fuentes Navarro (2001). 10

Martín Barbero (1992) ha llamado la atención sobre la especialización de las prácticas por oficio siguiendo los requerimientos del mercado laboral y cómo el modelo de formación del comunicador en América Latina ha transitado del humanismo al tecnicismo. Aquí concurre el pensamiento de Fuentes Navarro (1991) sobre la naturaleza del trabajo universitario en la sociedad. 36

Crónicas de un viaje… para solucionar diferentes problemas relativos a la circulación de la información dentro de la institución y a sus vinculaciones con el entorno social, que poco a poco fue intersectándose con las áreas tradicionalmente a cargo de los especialistas en relaciones públicas. Este nuevo espacio requiere de una ampliación y profundización de competencias y saberes que exigen a las carreras la inclusión de nuevos contenidos aún no claramente consolidados desde la reflexión teóricometodológica” (Zalba y Bustos, 2001: 38). En cuanto a las prácticas emergentes el tema del reconocimiento social es aún más complicado, pues mayormente las personas no tienen nociones claras de cuáles son las funciones que ese profesional puede desempeñar y mucho menos lo asocian con el campo de la Comunicación Social. Otro problema que atenta contra la legitimación del campo es la multiplicidad de denominaciones de sus profesionales. “En el mercado de trabajo existe una gran heterogeneidad, debido a la gran cantidad de tareas y responsabilidades que despliegan los profesionales de la comunicación en sus respectivos puestos de trabajo. Cada ocupación es tan diferente una de otra, que parece imposible que el perfil profesional que se demanda sea el de un comunicador social. Un cargo exige el cumplimiento de determinadas tareas y funciones, que demandan a su vez ciertos perfiles, por lo tanto estos son heterogéneos, respondiendo a las características de cada cargo. En el mercado de trabajo un comunicador social ejerce una multiplicidad de cargos que exigen perfiles diversos” (Morales y Parra, s/f: 107). Se trata entonces, sin lugar a dudas, de un campo vastísimo en plena efervescencia, cuya legitimación social no se puede comparar con el de otras profesiones de mucha más tradición como la abogacía o la medicina. Se impone así el trabajo constante, responsable, con basamento teórico; la permanente reactualización ante las demandas sociales; la creación de espacios para la polémica constructiva, la generación teórica y la búsqueda de consenso en aras del fortalecimiento del campo y de la articulación de sus esferas. Depende de los propios comunicadores sociales que los múltiples debates actuales no debiliten el campo, sino que hagan crecer la profesión y que el anhelado reconocimiento social por fin se haga realidad.

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Crónicas de un viaje… 1.2.3. Campo académico de la Comunicación (Social) Maria Immacolata Vassallo de Lopes define campo académico de la Comunicación como “un conjunto de instituciones de educación superior destinadas al estudio y a la enseñanza de la comunicación, donde se produce la teoría, la investigación y la formación universitaria de los profesionales de la comunicación. Eso implica que en ese campo se pueden identificar varios subcampos: el científico, implicado en prácticas de producción de conocimiento: la investigación académica tiene la finalidad de producir conocimiento teórico y aplicado por medio de la construcción de objetos, metodologías y teorías; el educativo, que se define por prácticas de reproducción de ese conocimiento, es decir, mediante la enseñanza universitaria de materias relacionadas con la comunicación, y el profesional, caracterizado por prácticas de aplicación del conocimiento y que promueve vínculos variados con el mercado de trabajo” (2001: 44 -subrayado nuestro). Para Raúl Fuentes Navarro el concepto de campo académico de la Comunicación resulta “bastante más –de hecho otra cosa- que el conjunto de instituciones en que se estudia la comunicación a nivel superior. Incluimos en él a la teoría, la investigación, la formación universitaria y la profesión, y centramos el concepto en las prácticas que realizan actores o agentes sociales concretos –sujetos individuales y colectivos como nosotros- con el fin de impulsar proyectos sociales específicos: en este caso, estructuras de conocimiento y pautas de intervención sobre la comunicación social” (1997: 47). Como se puede apreciar ambos autores comprenden el campo profesional dentro del académico pues, al decir de Fuentes Navarro: “las prácticas profesionales en las «industrias culturales» han sido el referente primordial del campo académico, especialmente en su modalidad reproductiva de los saberes instrumentales que las constituyen (Fuentes, 1995: 138). La inclusión del campo profesional en el académico se justifica en la articulación de las prácticas de aplicación y reproducción del conocimiento. Sin desconocer tal relación abordamos ambos campos de manera separada basados sobre todo en la dualidad de escenarios donde se desarrollan estas prácticas –la investigación y la formación de profesionales tienen básicamente su marco en las universidades, mientras las prácticas profesionales se producen en el mercado laboral. Asimismo esta escisión responde al objetivo ex profeso de los autores de proveer un modelo “desarticulado” propicio al análisis del caso cubano, pues en

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Crónicas de un viaje… determinadas etapas de la historia del campo en Cuba estos subcampos han sido reducidos a unas pocas prácticas. En este sentido nos proponemos abordar la institucionalización de los subcampos científico y educativo en su dimensión social, esto es, la organización objetiva de las instituciones que los componen: estudios de pregrado y posgrado, asociaciones académicas, problemas de investigación, referentes teóricos, y metodológicos, etc. Como se ha visto el desarrollo de ciertos oficios reconocidos actualmente como prácticas profesionales de tradición en Comunicación –el Periodismo o la Publicidad- antecedió por muchos años cualquier intento por establecer su enseñanza en el ámbito académico. Los primeros pasos en este sentido se podrían situar en las postrimerías del siglo XIX. Para ese entonces las aulas de algunas universidades de los Estados Unidos comienzan a incorporar el Periodismo como materia en sus diseños curriculares11. Con la llegada del nuevo siglo y, particularmente, el auge de las industrias mediáticas, la lógica del mercado se impuso: en la carrera por el dominio de las audiencias los medios de comunicación necesitaban un “profesionista”, un sujeto capacitado según los modelos de la industria, un hacedor formado en el dominio de las técnicas y el lenguaje mediático. Así surgieron los primeros cursos en las universidades de Europa y Estados Unidos. Dos características distinguieron la enseñanza en ese entonces: su perfil profesionalizante, dado por la permanente supervisión de las empresas mediáticas y la cooperación de los estudiantes con el sistema productivo; y la preservación de la heterogeneidad de los oficios, ya que periodismo, cine, relaciones públicas o publicidad se instituyeron como escuelas separadas (Marques, 2001). No obstante, al estar insertadas generalmente en el mismo campus, los estudiantes de estas escuelas establecieron un contacto que se tradujo en “la asimilación de los contenidos inherentes a los mensajes. El aprendizaje de las metodologías indispensables para su producción y difusión (estética, lenguaje, tecnologías, mercadologías). La comprensión de las teorías relativas a los

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En el caso de la Publicidad, su enseñanza en las universidades comenzó un poco más tarde: “Los centros universitarios norteamericanos la convierten en disciplina académica hacia 1910 y entre 1913 y 1914 la Universidad de Nueva York crea un centro de estudios publicitarios integrado por profesores provenientes de varias especialidades dentro de las ciencias humanísticas y las artes” (Nápoles, 2003: 50).

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Crónicas de un viaje… efectos socioculturales de los sistemas mediáticos” (Nixon, 1963, cit. por Marques, 2001: 27-28). Por otra parte, el interés de los media no se redujo a la formación – reproducción- del saber-hacer, sino que se dirigió también a la investigación en las áreas de la propaganda política, el periodismo o el entretenimiento, como vía para perfeccionar sus mensajes y, con ello, obtener los resultados deseados. Paralelamente los procesos comunicacionales habían despertado la curiosidad en las ciencias sociales aplicadas y las humanidades –según Wilbur Schramm la propia naturaleza de estos fenómenos era lo que los convertía en focos de interés de cualquier disciplina vinculada a la sociedad y el comportamiento humanos (1972, cit. por Marques, 2001). De esta manera, bien al servicio de los medios, o bien al de sus respectivas disciplinas, sociólogos, psicólogos, lingüistas, filósofos, politólogos se dedicaron al estudio de las audiencias desde la perspectiva de los emisores, muchas veces con postulados que sólo podrían explicarse por el positivismo imperante –la hipótesis de la aguja hipodérmica se enunció en el marco del paradigma behaviorista. La investigación de estos procesos llegó a ocupar espacio entre las actividades universitarias. En este sentido es importante destacar en Estados Unidos la labor del propio Schramm, quien crea institutos para la investigación de la Comunicación en las universidades de Illinois y Stanford, en 1948 y 1955 respectivamente. Este acontecimiento propicia –e inicia- la institucionalización del campo en ese país. Se sumarían a éste otros logros de Schramm que contribuyeron a tal objetivo: la redacción de libros de texto definitorios para el campo en los años ‘50 del siglo pasado, la formación de los primeros doctores en comunicación, la fundación de asociaciones (Rogers, 1993, cit. por Fuentes, 1999). “El proceso de institucionalización del campo impulsado así por Schramm en Estados Unidos tiene el mérito de haber superado el conservadurismo del sistema universitario norteamericano, que resiste tradicionalmente la creación de departamentos o campos «nuevos», mediante el recurso de introducir las actividades de investigación a los departamentos ya existentes de las universidades –de periodismo y, más adelante, de Speech- e irlos transformando paulatinamente en departamentos de comunicación” (Fuentes, 1999: 63)12.

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El mismo autor señala cómo, a más de 40 años de iniciado, este proceso no ha concluido, generando la mayor “desarticulación” en el campo académico de la comunicación en ese país, a saber, la división entre la investigación de la comunicación masiva y la de la comunicación interpersonal –entre Mass Communication y Speech Communication- (Fuentes, 1999). 40

Crónicas de un viaje… El caso norteamericano ha sentado las pautas para la constitución e institucionalización del campo académico de la Comunicación en el resto del mundo. Sin embargo analistas estadounidenses advierten una tendencia al crecimiento institucional en detrimento del desarrollo teórico (Paisley, 1984, cit. por Fuentes, 1999). Este hecho constituye una alerta incluso para América Latina, a pesar de las diferencias regionales, en que la propensión del campo a la fragmentación resulta evidente (Fuentes, 1999). La institucionalización del campo en Europa respecto a Estados Unidos reviste características particulares: “Mientras que en Estados Unidos la disciplina ha llegado a ser una parte viable de la universidad, autónoma, con sus propios departamentos, organización científica y programas doctorales, no ha ocurrido lo mismo en Europa. En los países del viejo continente, con la posible excepción de España, los departamentos de comunicación masiva normalmente están ocupados por miembros de otras facultades, departamentos de sociología o lingüística o ciencia política. El extremo en este sentido lo representa Italia: sólo hasta 1992 fueron establecidos cursos para obtener un grado en ciencias de la comunicación, y eso bajo una fuerte influencia de los departamentos de lingüística o letras. Exceptuando el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Bologna, no existen departamentos de comunicación ni hay organizaciones científicas para los especialistas en comunicación masiva, que forman parte, principalmente, del campo académico de la sociología” (Mancini, 1993, cit. por Fuentes, 1995: 87). Podríamos sistematizar lo hasta aquí visto en tres aspectos fundamentales: las prácticas profesionales antecedieron a las académicas; la génesis de los subcampos científico y educativo está ligada al desarrollo de las industrias culturales, por tanto la formación en las universidades ha sido per se profesionalizante; las conquistas institucionales no representan necesariamente avances teóricos. Estos hechos se erigen como punto para la comparación del caso latinoamericano que seguidamente abordaremos.

1.2.3.1. El caso latinoamericano: la “desarticulación múltiple” del campo En América Latina el campo profesional se desarrolló tardíamente respecto a otras latitudes. Como consecuencia, la primera escuela de Periodismo en la región inició sus cursos en 1935, en la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina. “Con esta primera experiencia de un carácter muy significativo al interior del campo de la comunicación, se formaría rápidamente un proceso de habituación a lo largo y ancho de 41

Crónicas de un viaje… Latinoamérica” (León, 2006: 48). La experiencia argentina constituyó la primera práctica de enseñanza de la comunicación como un proceso germinal de la práctica institucionalizada en nuestra región (León, 2006: 48) y fue seguida por Brasil, con el establecimiento de dos cátedras entre 1947 y 1948. Estas escuelas devendrían primer modelo fundacional en la formación de comunicadores13 caracterizado por “la prioridad de la habilitación técnico-profesional, el relativo ajuste a las demandas del mercado laboral y el propósito de incidencia político-social a través de la «opinión pública»” (Fuentes, 1997: 49). Sin embargo, entrada la década del ‘50, factores vinculados fundamentalmente a la expansión de los medios en la región y al fomento en el mercado laboral de otras prácticas que trascendían la figura del periodista influirían en un cambio en la formación originalmente periodística de estas escuelas14. Se experimentaba una diversificación en los cursos y perfiles profesionales: producción de radio y televisión, relaciones públicas… Así surgieron las facultades de Comunicación15.

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De manera genérica, el importante teórico colombiano Jesús Martín Barbero resume los modelos pedagógicos que se han seguido en la formación del comunicador: “El modelo más antiguo, y en cierta medida y ámbitos, el más «noble» de esos modelos es el humanista, que da la primacía a la formación «integral» de la persona por encima de la adquisición de destrezas e incluso de saberes, y que tiende a supeditar cualquier razón científica o política a la razón moral. El modelo racionalista tiene como eje el saber científico, con frecuencia de talante si no positivista al menos empirista, identifica la formación con la disciplina de la mente y la adquisición del rigor en el desarrollo del conocimiento. El modelo tecnicista tiene a la base la fragmentación de los saberes, de ahí que formar se identifique con especializar, y la tendencia a valorar, sobre cualquier otra estrategia pedagógica, las técnicas de aprendizaje y el desarrollo de saberes instrumentales” (1990: 8). 14

“No sólo había más medios sino que, además, estos habían empezado a diversificar su oferta de productos y servicios y se encontraban en franca expansión empresarial” (Alba y Buenaventura, 1997: 16). Asimismo “es resultado de la expansión de las firmas transnacionales de publicidad y marketing en América Latina y a nuestra demarcación como mercado estable y potencial para el consumo de la producción ajena” (López, 1991: 2). 15

“Si bien fueron las escuelas norteamericanas las que le cambiaron el título a los estudios de periodismo por el de Ciencias o Artes de la Comunicación, y no las europeas y latinoamericanas como comúnmente se piensa –aunque ambas lo aceptaron pero con notables diferencias-, allí la homogeneización no fue tan acelerada y notoria como lo fue en América Latina al tiempo que ha tenido un desarrollo, una connotación, y una valoración diferentes” (Alba y Buenaventura, 1997: 15). Por su parte, Gustavo A. León (2006) establece la transformación de las escuelas de Periodismo a partir de las recomendaciones del Centro Internacional 42

Crónicas de un viaje… Este mismo contexto propiciaría un vuelco en las investigaciones, que habían tenido su inicio con estudios descriptivos sobre la historia del periodismo y la propaganda, al interesarse en los procesos de comunicación inherentes a la realidad latinoamericana. A los temas precedentes se unieron categorías hegemónicas del desarrollo emergente de la industria cultural en la región. Con la introducción de la televisión se inicia la historia “mediocéntrica” de la investigación comunicativa en América Latina (Orozco, 1997, cit. por León, 2006). Quito, la capital ecuatoriana, fue escenario en 1959 de la fundación del Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL). El Centro estableció sus líneas de trabajo en pos de la enseñanza del Periodismo y la Comunicación, la documentación y la investigación. “Con la fundación de CIESPAL se instaura el germen y cimiento de mayor peso para el desarrollo del campo académico de la Comunicación en América Latina, que origina, además, la vía para abrir, por un lado, el desarrollo de la institucionalización en su investigación, por otro, el de la consolidación de su enseñanza” (León, 2006: 53). En 1960 la Universidad Iberoamericana de México aportó el segundo modelo fundacional de las escuelas de Comunicación, de bases humanísticas más amplias que habilitación técnica –lo que lo distinguiría de la carrera de Periodismo-, pero sin desecharla del todo –con lo que se diferenciaba de las ciencias sociales y humanidades: el comunicador era un intelectual. “Este nuevo modelo propiciaba un alejamiento crítico de la operación cotidiana de los medios, desde un plano más bien filosófico” (Sánchez Ruiz, 2002). Asimismo, este modelo vio en el ensayismo teórico la principal característica que definió la escasa producción de conocimiento en la región durante los ‘60 (Katzen, 1975, cit. por León, 2006). Una década después se perfilaría el tercero de los modelos fundacionales. El abordaje generalizado de contenidos marxistas, en detrimento casi total de la formación profesional, hacía del comunicólogo un científico social avocado hacia el análisis social crítico. A mediados de los ‘70, CIESPAL insiste en procurar al área de un banco de datos para facilitar el intercambio de información sobre la investigación. En 1973 organiza el I Seminario sobre Investigación de la Comunicación en América Latina, muy a tono con el carácter crítico y de especificidades propias del subcontinente que iba asumiendo la investigación. En este contexto surgen figuras como Antonio Pasquali en Venezuela, Paulo Freire de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL), resultado de cuatro seminarios realizados a mediados de los años ‘60. 43

Crónicas de un viaje… en Brasil, Luis R. Beltrán en Bolivia, Armand Mattelart en Chile, y Eliseo Verón en Argentina que establecerían sendos temas en la investigación latinoamericana, si bien compartían el sincretismo metodológico derivado de la convergencia de la metodología norteamericana y la reflexión europea (León, 2006). Era la época de la teoría de la dependencia y el campo se debatía entre la neutralidad científica y el compromiso político (León, 2006). Así llegaron los ‘80. En opinión del catedrático mexicano Enrique Sánchez Ruíz (2002) estos años aportaron también otra concepción del comunicador, en esta ocasión con un retorno al pragmatismo de los primeros años y cierta especialización vinculada a prácticas profesionales emergentes. La crisis económica del momento en el área trajo graves consecuencias para el desarrollo institucional que la Comunicación había alcanzado en las décadas precedentes. La propia Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), fundada en 1978, a duras penas pudo resistir el embate que azotó las ONG del subcontinente, lo que imposibilitó su consolidación. A mediados de 1988 la crisis provocó la cuasi desintegración de sus consejos directivos. Paradójicamente, el campo desde la investigación-producción se revitaliza como nunca: “El sentido de los desplazamiento teóricos y metodológicos de la investigación latinoamericana de la Comunicación sufre un cambio trascendental y, con esto, también lo hace la estructura de las relaciones objetivas que componen el campo académico. La opción histórica mediática hace necesario investigar, a la luz de la nueva irrupción tecnológica, los procesos de constitución de lo masivo desde las transformaciones de sujetos sociales e identidades culturales nuevas” (León, 2006: 82). Es la época de la publicación de De los medios a las mediaciones, de Jesús Martín Barbero. “Jesús Martín propondría entonces romper radicalmente con la dependencia teórica que padecía el campo académico de la comunicación desde sus inicios. Propondría romper con la tendencia a vivir de las «modas» y los «bandazos» que se producen en otras partes y que llevan a pasar de «el mensaje contra los efectos» a «el receptor contra el mensaje»” (León, 2006: 85). Según el propio Barbero, de ello se desprendían sus primeras líneas de trabajo: “desplazar el concepto de comunicación al concepto de cultura, y del concepto de lo masivo (donde se incluye también la mediación) al concepto de lo popular” (1982, cit. por León, 2006: 85).

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Crónicas de un viaje… En septiembre de 1981 el proceso de institucionalización del campo académico de la Comunicación en el continente iniciado con la creación de las escuelas16 experimentó un importante avance con la fundación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS), como iniciativa de los decanos de algunas facultades que reunidos en 1979 en Lima consideraban “la búsqueda de mecanismos que permitiesen la promoción de vínculos permanentes para el intercambio de experiencias entre nuestras Escuelas” (Sánchez García, 1987: 2). Con una actitud en pos del desarrollo independiente y el progreso social, la Federación se propuso contribuir al mejoramiento científico y tecnológico de la enseñanza de la Comunicación17. Raúl Fuentes Navarro sintetiza la labor desempeñada por FELAFACS en estos años: “Después de una etapa inicial de integración y de conformación de un consenso mínimo transinstitucional alrededor del campo, se realizaron diagnósticos y se iniciaron algunos proyectos de apoyo al interés común (documentación, publicaciones, encuentros). Después se comenzó a trabajar en talleres sobre el diseño y evaluación curricular primero, luego sobre la metodología de la enseñanza y la 16

Al respecto, Raúl Fuentes Navarro advierte: “Su institucionalización [la del campo académico de la Comunicación] parte entonces de la licenciatura (o estudios de pregrado) y casi se limita a ella, pues ni los posgrados ni los centros de investigación ocupan cuantitativamente un lugar significativo ni cualitativamente un papel central” (1997: 48). No obstante, es importante considerar los centros y asociaciones de investigación que surgieron, en sus inicios a imagen y semejanza de CIESPAL, pero que no se pueden circunscribir a las instituciones universitarias: el Instituto de Ciencias de la Información (ICINFORM), Brasil, 1963; el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN), Chile, 1968; la Asociación Brasileña de Enseñanza e Investigación de la Comunicación (ABEPEC, por sus siglas en portugués), Brasil, 1975; el Instituto de Investigación de la Comunicación (ININCO), Venezuela, 1975; el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC), México, 1976; y el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET), México, 1976. Con la conformación entre 1976 y 1979 de la Asociación Venezolana de Investigadores de la Comunicación (AVIC), la Sociedad Brasileña de Estudios Interdisciplinares de la Comunicación (INTERCOM), la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) y, concretamente, la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) a juicio del profesor mexicano Gustavo A. León (2006) se produce la consolidación de la institucionalización en la investigación latinoamericana de la comunicación. 17

La actuación de FELAFACS no se limita al campo académico sino que la organización insta a sus miembros a participar en la formulación de políticas de comunicación, de legislaciones para el desempeño de la profesión y supervisar el ejercicio individual y social de los derechos de la profesión (Sánchez García, 1987). 45

Crónicas de un viaje… investigación académica, para en los años más recientes emprender la tarea de examinar empíricamente la estructura de los campos profesionales y los mercados laborales de la comunicación” (1997: 45). Sin dudas, la institucionalización del campo se produce también en términos de crecimiento: para enero de 1987 existían 207 facultades de Comunicación en la región (Sánchez García, 1987). Diez años después, la carrera se impartía en más de 300 universidades, con un matrícula total que superaba los 100 mil alumnos (Fuentes, 1997). En abril de 2005 existían 1026 escuelas en la región, distribuidas en 22 países (León, 2006). Ha sido también resultado del aumento paulatino de los cursos de posgrado, que en 1987 eran 12, –cuatro en Brasil, cuatro en México, dos en Chile, uno en Venezuela y uno en Puerto Rico (Sánchez García, 1987). Cuatro años más tarde se habían incrementado en seis, distribuidos de la siguiente manera: uno más en México, dos más en Brasil, uno en Colombia, uno en Panamá y uno en República Dominicana (Sánchez García, 1991). En la década de los ‘90 la perspectiva sociocultural en los estudios de Comunicación se vería consolidada, incluso en la misma manera de concebir la Comunicación, en tanto objeto de estudio. Ello provocó la acentuación del debate en torno al estatuto disciplinario de los estudios de Comunicación y el inicio de la disputa respecto al proyecto mediador de la actividad profesional del comunicador y el mercado laboral (Fuentes, 1991 y Marques, 1991, cit. por León, 2006). Avocadas al rescate de las prácticas institucionales, las directivas trienales de ALAIC desde 1989 impulsaron la constitución o reactivación de las asociaciones nacionales y el establecimiento de foros del gremio a través de congresos bienales que se iniciaron en 1992. Con la constitución de los Grupos de Trabajo (GT) en el IV Congreso, “la ALAIC tiraría para consolidar las pistas que marcarían la sistematización de las líneas de investigación en América Latina, consolidando la principal característica que marcaría la definición del gremio y de su pensamiento comunicacional” (León, 2006: 97). No obstante, “el esfuerzo investigativo dominante en la década de los 90 no se caracterizó por llevar una «vigilancia epistemológica», lo que se manifestó claramente por la politización del discurso sobre comunicación y un nivel descriptivo prevaleciente” (Orozco, 1997 y Vassallo, 1999, cit. por León, 2006: 98). “Hasta mediados de la década de los 90, el proceso ascendente de institucionalización que comportan las prácticas de investigación de la comunicación en América Latina (desde la creación de las diferentes asociaciones de investigadores) y, concretamente, con la creación de 46

Crónicas de un viaje… ALAIC o FELAFACS, como organizaciones aglutinadoras de diferentes experiencias de investigación y docencia, no habían logrado generar una discusión académica sistemática que provocara reflexiones epistemológicas y metodológicas importantes para trascender en el ámbito internacional” (Orozco, 1997, cit. por León, 2006: 99). El siglo XXI ha arribado y las miradas parecen dirigirse impotentes hacia el caso irresuelto del estatuto disciplinario de la Comunicación. “La comunicación en América Latina es estudiada como un campo de conocimiento con un objeto de estudio transhistórico, eminentemente sociocultural, complejo, multidimensional y centrado en los sujetos y en los procesos de producción de sentido. La afirmación disciplinaria de la comunicación en Latinoamérica se sostiene dominantemente por este consenso y sostenida sobre una plataforma ética-política, pues es justamente aquí, donde parecen residir las condiciones de construcción de una especificidad en su objeto” (León, 2006: 102). Por paradójico que resulte, el desarrollo del campo académico de la Comunicación en América Latina ha sido producto en gran medida de su propio cuestionamiento. Este cuestionamiento, que ha impulsado la búsqueda de resultados, se establece básicamente en torno a aspectos de carácter institucional y epistemológico. Evaluando el quehacer de las escuelas latinoamericanas al respecto, el investigador mexicano Carlos Luna (1991, 1995) ha calificado la situación como de desarticulación múltiple. A continuación se presentan las principales desarticulaciones que aquejan al campo. En un diagnóstico de 1983, se identificaron los problemas fundamentales relacionados con el campo: “el objeto de la carrera, aun cuando ha venido ampliándose constantemente, sobre todo para cubrir nuevas áreas de ejercicio profesional, no se encuentra plenamente definido (…) la reflexión profunda y la investigación sobre las condiciones en que se forman los comunicadores sociales latinoamericanos han sido desbordadas por el ritmo de crecimiento cuantitativo (…) un problema generalizado es el distanciamiento de la formación teórica, la investigación, y la capacitación técnica (…) dos de los problemas que han caracterizado desde hace décadas a las escuelas de comunicación han sido la insuficiencia de las instalaciones físicas, especialmente en lo que se refiere a los laboratorios y talleres, y la carencia de personal docente en el número y la calidad requeridos” (FELAFACS, 1983, cit. por Fuentes, 1997: 42). La caracterización que realiza Jesús Martín Barbero de los estudios en Comunicación latinoamericanos resulta familiar si conocemos tales referentes: “El recorrido de los estudios en América Latina muestra las 47

Crónicas de un viaje… dificultades que encuentra aun la articulación de lo abordado en la investigación con lo tematizable en la docencia, así como la lenta consolidación en propuestas curriculares de la interacción entre avance teórico y renovación profesional. De otra parte, al no estar integrado por una disciplina sino por un conjunto de saberes y prácticas pertenecientes a diversas disciplinas y campos, el estudio de la Comunicación presenta dispersión y amalgama, especialmente visible en la relación entre ciencias sociales y adiestramientos técnicos. De ahí la tentación tecnocrática de superar esa amalgama fragmentando el estudio y especializando las prácticas por oficio, siguiendo los requerimientos del mercado laboral. Pero en países como los nuestros, donde la investigación y el trabajo teórico no tiene, salvo honrosas excepciones, espacios de desarrollo institucional fuera de las universidades, ¿dónde situar entonces la tarea de dar forma a las demandas de comunicación que vienen de la sociedad y al diseño de alternativas?” (1990: 1). De la confrontación de ambos criterios se derivan las desarticulaciones del campo en el continente: ante la prolongada indefinición del estatuto científico de la Comunicación, ¿es la institucionalización del campo académico un proceso que responde más a “conquistas institucionales” que a “luchas epistemológicas”? ¿Es ese el motivo de su crecimiento acelerado, cuando algunos lo consideran en crisis? O, ¿hasta qué punto el crecimiento cuantitativo no va en detrimento de la calidad de la enseñanza, sobre todo si tenemos en cuenta “la carencia de personal docente”? Por otra parte podríamos preguntarnos a qué criterios debería obedecer la reformulación de perfiles profesionales y planes de estudio: ¿Exigencias del mercado laboral? ¿Supuestos académicos? ¿Requerimientos sociales emergentes? Y muy relacionado con ello, ¿Qué debe tener más peso en los diseños curriculares: las teorías sociales o las habilidades profesionales? Asimismo, ¿Debe tratarse de una formación generalista o especializada? ¿Cuánto más vasto puede ser el universo teórico ofrecido cuando los espacios para su aplicación práctica son en comparación más reducidos? Resulta evidente que la investigación y la enseñanza de la Comunicación antecedieron a la preocupación por su definición disciplinar, proceso que generalmente es previo o coexiste con la institucionalización del campo académico (López, 1991)18. A criterio de Fuentes Navarro “la búsqueda de legitimación académica de la comunicación como disciplina autónoma, 18

Hacia 1997 Raúl Fuentes Navarro alertaba cómo los esfuerzos de auto-reflexión en el campo resultaban escasos. 48

Crónicas de un viaje… aislándola institucional y operacionalmente de las ciencias sociales (y de las naturales, de las artes, de la ingenierías y de todo los demás), ha llevado al efecto contrario: a la pérdida del impulso en la consolidación de su especificidad disciplinaria” (1997: 44). ¿Es que la acelerada institucionalización, en tanto “afán del campo por sobrevivir”, actúa en detrimento del desarrollo teórico? ¿“Lo que sobrevive es un fruto de la ambición más que del sentido”? (Peters, 1986, cit. por Fuentes, 1999: 13). En cualquier caso, la legitimidad académica y social de un campo de estudio debe depender “cada vez más de la profundidad, extensión, pertinencia y solidez de las explicaciones que produzca, y no del prestigio institucional acumulado” (Vassallo, 2001: 53 – subrayado nuestro). Considerando la naturaleza del campo –caracterizado por una convergencia, más que por una síntesis de saberes, un movimiento de intersección- Maria Immacolata Vassallo de Lopes propone reafirmar el estatuto transdisciplinar de la Comunicación: “Ese estatuto (…) no constituye un caso aislado sino que debe ser entendido como parte del movimiento contemporáneo de reconstrucción histórica de las ciencias sociales” (2001: 55). No obstante, sigue siendo un hecho que “la comunicación, en su dimensión institucional, busca organizarse de manera autónoma pero no en términos epistemológicos. No es que los objetos de estudio se hubieran vuelto particulares o que los presupuestos teóricos fueran propios. En realidad, la masa crítica sobre el fenómeno creó nichos de investigadores situados, en términos profesionales o burocráticos, en los llamados departamentos de comunicación. En otras palabras, el campo institucional buscó especializarse, pero mediante una paradoja: buscó especializarse institucionalmente en un momento de aumento de la fragmentación en términos de interfaces y de perspectivas teóricas” (Capparelli y Stumpf, 2001: 67)19. Martín Barbero enfatiza en cierta tendencia aparecida en los ‘90 a la crítica de “todo tipo de estudio que no responda a unas demandas sociales confundidas con las del mercado o, al menos, mediadas por este”; lo que a su juicio representa una muestra a la “sofisticada legitimación académica de la comunicación” conseguida por el neoliberalismo en el área, y alerta cómo torna “altamente sospechosa” una búsqueda de

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Para ahondar sobre el tema recomendamos la consulta de Vassallo de Lopes, Maria Immacolata y Raúl Fuentes Navarro (compiladores): Comunicación: campo y objeto de estudio. ITESO. México. 2001. 49

Crónicas de un viaje… institucionalización del campo de la Comunicación (1999, cit. por León, 2006: 99). Asimismo resulta paradójico hablar de una crisis en la enseñanza de la Comunicación en América Latina. Por una parte, la crisis se avizora ante planes y programas de estudio que abarcan un espectro teórico que se escapa del campo de la Comunicación; por otra, el alumnado sigue creciendo: la carrera es muy popular. ¿Qué hay detrás del aumento de estudiantes y, por consiguiente, de escuelas de Comunicación?20 La explicación no está en el mercado laboral, al menos no en los sectores tradicionales, y aunque las necesidades sociales de comunicación no se reducen a esos sectores, tampoco las escuelas se dedican frecuentemente a investigar las demandas emergentes en el entorno social. Quizá la razón esté dada por la representación del comunicador que se han construido los estudiantes que ingresan en las escuelas: “Vamos a señalar las cuatro [imágenes proyectadas] que nos parecen predominantes en las escuelas de comunicación. La de empleado, cuyo horizonte vital es el de la seguridad laboral y el ascenso social, y cuya expectativa profesional es la de ejecución o administración. La de investigador, que teniendo como ubicación ideal las instituciones académicas, identifica su trabajo primordialmente con el análisis, la crítica y la docencia. La de animador o promotor, cuya ubicación suele encontrarse en las instituciones públicas o en las organizaciones comunales y cuyo horizonte de trabajo es la planificación y la promoción de actividades que alienten la participación comunitaria. La de artista o creador cuyo horizonte primordial es el de la autonomía de su trabajo y que, ya sea en la empresa privada o en la institución pública, lo identifica con el diseño, la experimentación y la producción innovadora” (Martín Barbero, 1990: 7-8). La proliferación de escuelas constituye foco de atención por parte de instituciones como FELAFACS: “nos obliga, a estas alturas del trabajo de FELAFACS, a establecer seriamente un control de calidad de las instituciones afiliadas con el objeto de presionar, si no es posible por las normas educativas nacionales, sí como miembros de la Federación que ya tiene suficiente peso y prestigio dentro y fuera de la región. Esto no con el propósito de hacer un «club de Escuelas de primera categoría» sino de exigir a las instituciones que no ofrecen niveles aceptables, el mayor cuidado por alcanzar unos estándares mínimos como institución

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Al respecto, Joaquín Sánchez García plantea: “No pocos estudiantes siguen buscando en nuestra profesión un recurso fácil y rápido para obtener trabajo o para otros intereses de «vedetismo» poco serios dentro de lo que pretenden las instituciones” (1991: 5). 50

Crónicas de un viaje… universitaria” (Sánchez García, 1991: 4). Y es que, aparejado a este crecimiento, se cuestiona la capacitación y calidad del claustro. El diseño de los programas de estudio, y del propio perfil del comunicador, pone en tela de juicio el papel de las facultades y su articulación con la sociedad. La perspectiva predominante ha sido tratar de ajustar la formación a las exigencias de ciertos mercados laborales, fundamentalmente los medios: “si en las escuelas de comunicación el que predominó durante mucho tiempo fue el modelo humanista (…) hoy asistimos a su desplazamiento, pero no por el modelo racionalista sino por el tecnicista” (Martín Barbero, 1990: 8). Las facultades no pueden ignorar las habilidades y competencias profesionales que demandan los mercados de trabajo –y deben calificar a sus estudiantes en ese sentido-, pero sin descuidar su función como institución universitaria de “estudiar, cuestionar, prever e, incluso, reinventar el mercado laboral” (Alba y Buenaventura, 1997: 13). Situarse en los extremos sería “condenar a sus egresados a la obsolescencia profesional” o “convertir a la universidad en un simple eslabón de la cadena productiva” (Alba y Buenaventura, 1997: 13). Muy vinculado a ello se encuentra el hecho de que históricamente la formación basada en los quehaceres profesionales concretos se ha opuesto a aquella que se sustenta en las ciencias sociales, provocando una brecha entre las escuelas supeditadas a los modelos del mercado –a la “inmediatez profesional irreflexiva”- y las que ostentan un pensamiento comprometido desde los marcos de la teoría social. Para Barbero “el problema ya no es la ponderación del peso que en la formación del comunicador deben tener los diversos saberes y destrezas sino qué tipo de reflexión teórica puede articularse al «hacer comunicación» sin quedar absorbida o neutralizada por la razón tecnológica y la «expansión» de la lógica mercantil a modelo de sociedad” (Martín Barbero, 1990: 1-2). Respecto a la segmentación en especialidades, Sergio Caletti considera que “no cabría hablar de «especializaciones» respecto a un mismo saber (…) Por lo demás, tampoco se trata de echar por la borda aquello que se ha avanzado en la constitución misma del campo como espacio de una cierta unidad. Pero difícilmente podremos aportar a su desarrollo en toda su fecundidad posible si no descongestionamos nuestra propia formulación de cometidos” (1991: 8). Así, la especialización resultaría en reducción y la heterogeneidad que caracteriza el campo sería la forma de combatirla; no hay que olvidar que la Comunicación Social tiene un perfil multifacético (Marques, 2001).

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Crónicas de un viaje… Estas son grosso modo las desarticulaciones o indeterminaciones que caracterizan el campo académico de la Comunicación en América Latina, mayormente centradas en el subcampo educativo. Para finalizar, valdría insistir en que “esas indeterminaciones que hoy nos marcan no son el resultado de un «origen maldito» sino, por el contrario, crecen más y más en una historia brutalmente signada por la transformación continua de las prácticas, las tecnologías, las instituciones intervinientes en la comunicación, así como las perspectivas teóricas con que se los aborda, y los mismos escenarios sociales en los que esas prácticas y sus designaciones van a instalarse. Es pues, en buena medida, en el espacio mismo de la sociedad que las formula donde se produce esta ruptura de moldes conceptuales” (Caletti, 1991: 2).

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Crónicas de un viaje… 2. Representaciones sociales: una teoría en construcción 2.1. Surgimiento y antecedentes de la teoría En el año 1961 el psicólogo social francés Serge Moscovici21 dio a conocer la teoría de las representaciones sociales en su tesis doctoral El Psicoanálisis, su imagen y su público. Este estudio fue el resultado de diez años de investigación en que indagó sobre las significaciones que para sus contemporáneos revestía el Psicoanálisis. A través de cuestionarios aplicados en diferentes sectores de la sociedad francesa y del análisis de contenido de artículos referentes a este método psicológico aparecidos en periódicos y revistas entre 1952 y 1956, Moscovici pudo teorizar sobre un proceso no exclusivo del Psicoanálisis: “Su propósito era mostrar cómo una nueva teoría científica o política es difundida en una cultura determinada, cómo es transformada en este proceso y cómo cambia a su vez la visión que la gente tiene de sí misma y del mundo en que vive” (Farr, 1986: 497). El proceso mismo y su producto fueron denominados por Moscovici representaciones sociales. La obra fundacional de Moscovici se presenta en el campo de la Psicología Social dominado entonces por el positivismo y el conductismo. No es de extrañar que su teoría, ubicada a medio camino entre la Psicología y la Sociología, que aportaba un espíritu más social a la socio-psicología europea, no fuera acogida calurosamente: la etapa de posguerra había marcado un retorno hacia el estudio de los procesos cognitivos intraindividuales. Sólo aisladas investigaciones se hicieron eco de la propuesta moscoviciana: J. M. Chombart de Lauwe (1963) estudió las representaciones de la infancia, Claudine Herzlich (1969) investigó acerca de la salud y la enfermedad y René Kaës (1968) las representaciones de la cultura entre obreros franceses (Perera, 2005)22. 21

Serge Moscovici realmente nació en Rumania, en la ciudad de Brăila, al sureste del país, en 1928. Fue enviado a un campo de trabajo forzado durante la Segunda Guerra Mundial y tuvo que eludir numerosas adversidades antes de arribar a París en 1948. En la capital francesa estudió Psicología y ha logrado desarrollar toda su obra. En 1957 se le otorgó la nacionalidad de ese país europeo. Actualmente se desempeña como director del Laboratorio Europeo de Psicología Social de la Casa de las Ciencias del Hombre en París. 22

Según plantea el teórico español Tomás Ibáñez (1988), la actitud asumida ante los postulados de la teoría de las representaciones sociales en sus inicios, se debe a varias razones que aún hoy no se han superado del todo: primero, la fuerte y asentada tradición en el campo de la Psicología Social de las corrientes que favorecían el estudio de los procesos individuales; en segundo lugar, la desconfianza que suscitaba en determinados campos intelectuales la corriente francesa de investigación socio-psicológica; y, por último, su semejanza con otros 53

Crónicas de un viaje… La teoría de las representaciones sociales destaca por un enfoque teórico23 que demuestra una pluralidad de referentes bibliográficos, multidisciplinariedad y que se apoya en autores tanto de la tradición europea como de las corrientes norteamericanas de la época. Moscovici ha confirmado el peso que han tenido en su desarrollo Émile Durkheim, Jean Piaget y Sigmund Freud. Asimismo, en publicaciones sobre El psicoanálisis, su imagen y su público, algunos estudiosos de la obra moscoviciana han reconocido, además, la presencia implícita de los postulados de Gabriel Tarde, Fritz Heider y George Herbert Mead, por solo citar los más relevantes24. El referente más directo del concepto de representaciones sociales se remonta a los postulados de otro francés, el sociólogo Émile Durkheim (1858-1917), en su tesis doctoral La división del trabajo social de 1893. Allí Durkheim plantea que “las sociedades modernas también necesitan de algún tipo de conciencia colectiva: una serie de valores o visiones del mundo comunes y compartidas que actúen como «pegamento social» moderando las aspiraciones puramente egoístas de los individuos y manteniéndoles unidos por encima de sus intereses particulares, pero sin ahogar estos”25. Estas visiones compartidas son lo que en 1898 Durkheim denominó representaciones colectivas en su artículo “Représentations individuelles et représentations collectives”, definidas como “formas de conocimiento o ideación construidas socialmente, que no pueden explicarse como epifenómenos de la vida individual o recurriendo a una psicología individual” (cit. por Álvaro, 2002). Para Tomás Ibáñez se trata de

conceptos –como el de representaciones colectivas de Émile Durkheim y otros a los que el propio Moscovici se refiere: “las nociones de opinión (actitud, prejuicio, etc.) y de imagen parecen muy cercanas [a la de representación social]. Quizás sea verdad en un sentido estricto, pero es falso en un sentido fundamental” (1979: 30-31). 23

La psicóloga y catedrática venezolana María Auxiliadora Banchs califica el enfoque teórico de Moscovici (y de su discípula más conocida, Denise Jodelet) de procesual y lo diferencia del enfoque de Jean-Claude Abric y otros autores de la Escuela de Aix-en-Provence, que cataloga como estructural (Banchs, 2000). 24

Los autores consultados se refieren a numerosos investigadores cuyas obras ven reflejadas en algún grado en la teoría de las representaciones sociales. No obstante, sólo tratamos aquí aquellos cuya influencia –en algunos casos más notable que en otros- es más inmediata. 25

“El funcionalismo moderno: Émile Durkheim”. Disponible en http://www.sociologicus.com/clasicos/durkheim3.htm 54

Crónicas de un viaje… “producciones mentales colectivas que trascienden a los individuos particulares y que forman parte del bagaje cultural de una sociedad. Es en base a ellas que se forman las representaciones individuales que no son sino su expresión particularizada y adaptada a las características de cada individuo concreto” (1988: 30). La representación colectiva se configura sobre un hecho social que adquiere carácter simbólico cuando el grupo le atribuye significados; los hechos sociales estudiados por Durkheim eran los mitos, la religión, la ciencia, etc.; es decir, fenómenos sociales asentados en el tiempo al pasar de generación en generación logrando consolidarse como parte del bagaje cultural de la sociedad. “Las representaciones colectivas son el producto de una inmensa cooperación que se extiende no solo en el espacio, sino también en el tiempo, para constituirlas, una inmensa multitud de espíritus diferentes, ha asociado, mezclado y combinado sus ideas y sentimientos; largas series de generaciones han acumulado allí su saber. Una intelectualidad muy especial, infinitamente más rica y compleja que la del individuo, se encuentra allí concentrada” (Durkheim, 1912, cit. por Leiva, 2006: 9-10). Destaca también su carácter impersonal y estático, pues supone que cada individuo debe atenerse a ella como referente para la acción y la comunicación, pero estas prácticas no influyen en el estado de las representaciones colectivas, las que no cambiarán a menos que un acontecimiento social relevante las impacte y las transforme. Estas representaciones colectivas “están fuera del tiempo y del devenir, son formas de pensar fijadas y cristalizadas. En la medida que son lo que deben ser, son inmutables y si cambian no es por su naturaleza, sino por alguna imperfección que debe ser rectificada” (Perera, 2005: 27). Es decir, que son concebidas como macroestructuras exteriores y superiores a los individuos, que tienen la doble función de pautar el comportamiento particular de los miembros del grupo y contribuir a la cohesión grupal reafirmando los valores de la sociedad. “En opinión de Moscovici las representaciones colectivas son mecanismos explicativos que se refieren a una clase general de ideas y creencias, mientras que las representaciones sociales son fenómenos que necesitan ser descritos y explicados” (Álvaro, 2002). Las representaciones sociales son explicaciones de sentido común, más dinámicas, menos grandilocuentes, explicaciones que, a diferencia de aquellas [las representaciones colectivas], no se pueden asentar porque el flujo de información constante que caracteriza las sociedades modernas no lo permite (Moscovici, 1979). 55

Crónicas de un viaje… Asimismo es importante señalar que los calificativos de colectivo y social no pueden ser usados indistintamente; si bien lo social incluye por naturaleza a lo colectivo no sucede a la inversa: “Lo social es una propiedad que se imprime en determinados objetos en base a la naturaleza de la relación que se establece con ellos, y es precisamente la naturaleza de esa relación la que es definitoria de lo social (…) La expresión representaciones colectivas apunta a una de las características que redundan en el carácter social de las representaciones, pero excluye otras y vehicula cierta representación de lo social que no parece plenamente satisfactoria” (Ibáñez, 1988: 45). Además, Moscovici defiende el rol activo del sujeto en el proceso de construcción de las representaciones sociales. No se trata entonces de conceptos impersonales, sino de una explicación que toma en cuenta las experiencias vividas por el individuo, sus intereses, sus motivaciones, su bagaje cultural, su inserción social, el contexto en que se desarrolla, en fin, todo aquello que aporta a la identidad del grupo al que pertenece y que funge como tamiz en su visión de la realidad. Moscovici logra explicar la formación del pensamiento social desde la vinculación de las determinaciones sociales a los procesos cognitivos individuales. Por otra parte, la concepción durkheimniana de representación colectiva se refiere a un producto acabado; las representaciones sociales, por su parte, distan de serlo: su carácter dual de producto-proceso, de pensamiento constituido y constituyente, el hecho de crearse y recrearse continuamente en el marco de las interacciones sociales cotidianas así lo aseguran. Según la psicóloga cubana Maricela Perera, el marcado interés por advertir los puntos de desencuentro entre los principios de Durkheim y la reformulación de Moscovici impide apreciar los rasgos de continuidad. Al respecto esta autora señala la similitud entre las representaciones colectivas del primero y las representaciones sociales hegemónicas26 que propone el segundo, establecidas por un alto nivel de consenso entre los miembros del grupo; el estudio del lenguaje o los contextos conversacionales, que ambos identifican como medio de expresión de los contenidos representacionales; así como los cambios relevantes en la sociedad, que ambos catalogan de transformadores –y detonadores del surgimiento, como señala Moscovici- de las representaciones (Perera, 2005). 26

Sobre la clasificación que hace Moscovici de las representaciones sociales profundizaremos más adelante. 56

Crónicas de un viaje… En la concepción moscoviciana sobre la relación sujeto-objeto de la representación subyace la idea del psicólogo suizo Jean Piaget (18961980) respecto a la modificación mutua. La representación implica un proceso de adaptación, familiarización, del objeto a los esquemas de ideas preexistentes que lo transforman y se transforman. Estos procesos que habían sido denominados por Piaget como asimilación (lo externo se amolda a la acción del sujeto) y acomodación (adaptación o modelación de uno mismo a lo externo) ayudaron a explicar los procesos cognitivos mediante los cuales el objeto de representación se "ancla" en un "fondo mental" ya constituido (Perera, 2005). De Piaget, Moscovici rescata también el pensamiento por imágenes como modo del pensamiento social, y la influencia de la cooperación en la construcción de las representaciones, lo que pone en evidencia el papel que en este sentido juegan las interacciones sociales. “En general las ideas de Piaget tuvieron un importante papel en los análisis de Moscovici dirigidos a superar los sesgos que percibió en el concepto de representación colectiva, para comprender el funcionamiento del pensamiento y aplicarlo a su propuesta sobre el acto de representar y el proceso de formación y funcionamiento de una representación social. Las nociones de asimilación y acomodación le aportaron elementos para proponer los procesos de constitución y funcionamiento de las representaciones (Objetivación y Anclaje)” (Perera, 2005: 33). En reiteradas ocasiones Moscovici se ha acercado a la teoría del Psicoanálisis elaborada por el psicólogo austríaco Sigmund Freud (18961939). Así, por ejemplo, la empleó como objeto de representación en la obra en la que lanzó a la luz sus postulados, además se ha referido a ella de la siguiente forma: “El psicoanálisis es un acontecimiento cultural que, sobrepasa el círculo restringido de las ciencias, de la literatura o de la filosofía, afecta el conjunto de la sociedad” (Moscovici, 1961, cit. por Perera, 2005: 31). Por tal motivo no es de extrañar que se puedan establecer nexos entre la teoría de Freud y la de las representaciones sociales. Refiriéndose al modo en que los niños conocen la sexualidad, Freud planteaba que en las características personológicas y en los comportamientos de los sujetos, influye una especie de representación difusa construida colectivamente, en la que interviene de forma decisiva el trasfondo cultural. A diferencia de Durkheim, “Freud asumió el carácter social de la psicología individual, como característica constituyente de la vida humana” (Perera, 2005: 32). A esto hay que añadir la importancia que 57

Crónicas de un viaje… concede al bagaje cultural, como aspecto fundamental en la determinación de estas construcciones. Por otro lado, Moscovici también se nutrió de las ideas del psicólogo y criminalista francés Gabriel Tarde (1843-1904). Este teórico fue contemporáneo de Émile Durkheim, con quien sostuvo una conocida polémica. La base de la disputa entre ambos se sustentaba en que Tarde reconocía el hecho social –lo que Durkheim identificaba como “concepto”como contenido de las conciencias individuales. Tal idea era radicalmente opuesta a aquella de Durkheim según las cual los conceptos existían con independencia del individuo. Para Tarde era evidente que la relación entre las conciencias individuales incidía en la colectiva y ésta, a su vez, en la conducta de los sujetos. Tarde estudió además los procesos conversacionales en tanto consideraba la comunicación como gestora de la transformación social. Dejando al descubierto la influencia que ejercerían los postulados de Tarde sobre su propia teoría, Moscovici explica la importancia de los procesos conversacionales en la creación y transformación de las representaciones sociales: “Fragmentos de diálogo, lecturas discontinuas, expresiones oídas en otra parte, reaparecen en el espíritu de los interlocutores, se mezclan con sus impresiones; surgen los recuerdos, las experiencias comunes los acaparan. Por medio de estas conversaciones no solamente se transmiten las informaciones y se confirman las convenciones y los hábitos del grupo, sino que cada uno adquiere una competencia enciclopédica sobre el tema que es objeto de la discusión. A medida que el coloquio colectivo progresa, el relato se regulariza, las expresiones se expresan. Las actitudes se ordenan, los valores se ponen en su lugar, la sociedad comienza a ser habitada por frases y visiones nuevas. Y cada uno se vuelve ávido de transmitir su saber” (1979: 9). Igualmente es nítida la relación que existe entre la psicología ingenua de otro austríaco, Fritz Heider (1896-1988), y el conocimiento “espontáneo, ingenuo”, que postula la teoría de las representaciones sociales contrapuesto al pensamiento científico (Jodelet, 1986). En su obra de 1958, The psychology of interpersonal relations, Heider denomina psicología ingenua al conjunto de conocimientos de sentido común que nos permite interpretar la actuación ajena y la propia y comportarnos en consecuencia. Esta concepción de Heider sitúa la psicología ingenua como base de los intercambios interpersonales y la conducta social, de lo que se deriva su importancia para la Psicología Social. Es relevante que Moscovici retomase estos postulados y elevara nuevamente el sentido común como objeto priorizado del campo. 58

Crónicas de un viaje… Otro autor relevante para la teoría de Moscovici, el filósofo, psicólogo y sociólogo estadounidense George Herbert Mead (1863-1931) fue discípulo del alemán Wilhem Wundt, padre de la Psicología Social, en el Instituto de Psicología de Leipzig. Sus postulados teóricos, que parten del principio que toda conducta humana intencionada está dotada de sentido, fueron recogidos en su obra principal Mind, self and society, publicada póstumamente en 1934. El también sociólogo norteamericano Herbert Blummer (1900-1987) organizó teórica y metodológicamente los aportes de Mead en un corpus que denominó “Interaccionismo simbólico”. En consideraciones sobre las convergencias de los presupuestos del interaccionismo simbólico y la teoría de las representaciones sociales se ha dicho que: “La visión de la sociedad como entidad simbólica y proceso, más que como estado. La concepción de los seres humanos como interactores autónomos y creativos, más que como interactores pasivos sometidos a fuerzas externas sobre las que no tienen control. La suposición de que es real y amerita ser estudiado lo que los miembros de una sociedad definen como lo real, pues eso es sobre lo que ellos actúan y el compromiso con los métodos que han de reflejar y detectar las definiciones de los miembros más que los constructos de los científicos” (Deutsher, 1979, cit. por Perera, 2005: 36). Si bien la publicación de la teoría de las representaciones sociales data de 1961, las investigaciones de otros autores sobre temáticas afines enriquecieron su construcción ulterior. Este es el caso de Peter L. Berger (Austria, 1929) y Thomas Luckmann (Yugoslavia, 1927) quienes publicaron en 1967 La construcción social de la realidad, obra en la que hacen importantes aportes al campo desde la Sociología del Conocimiento. Berger y Luckmann declararon como tesis fundamental que: “la realidad se construye socialmente y que la Sociología del Conocimiento debe analizar los procesos por los cuales esto se produce” (1995: 13). El hecho de que el conocimiento sea un constructo social, y que las representaciones sociales sean una forma de conocimiento –de sentido común, natural, ingenuo- justifica en gran medida que esta última asuma algunos postulados de La construcción social de la realidad27. 27

En el prólogo de la edición de 1979 de El psicoanálisis, su imagen y su público, Moscovici se traza como objetivos: "redefinir los problemas y los conceptos de la psicología social (…) insistiendo en su función simbólica y su poder para construir lo real" (Moscovici, 1979, cit. por Perera, 2005: 44). Aquí es notable el deseo de replantear la teoría haciendo mayor énfasis en el rol activo de los sujetos como constructores de la realidad social.

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Crónicas de un viaje… En su obra de 1967, Berger y Luckmann plantean que la realidad es un conocimiento elaborado en el marco de las interacciones sociales, y por tanto, influenciado poderosamente por los factores contextuales; pero que debido a procesos como la externalización28, la objetivación29, y la internalización30, asemeja a una entidad concreta, objetiva y superior a los hombres. La teoría de las representaciones sociales coincide al contemplar el saber de sentido común, la realidad cotidiana, como producto constituido del fenómeno de elaboración social de la realidad y como proceso constituyente del propio fenómeno. Otro teórico de las representaciones sociales, el psicólogo español Tomás Ibáñez (1988: 26), plantea que: “No hay más realidad que la realidad tal y como la desciframos. Son los significados que le atribuimos los que van a constituirla como la única realidad que para nosotros existe efectivamente. La realidad tal y como la interpretamos es la única realidad que puede tener, por consiguiente, un efecto sobre nosotros (…) La realidad social impone a su vez las condiciones de su interpretación por los sujetos, sin que esto implique, por supuesto, un determinismo estricto.” Expresan además Berger y Luckmann que todos los conocimientos, una vez elaborados, no presentan la misma importancia para los individuos, pues se organizan jerárquicamente, respondiendo a determinados aspectos: “Mi conocimiento de la vida cotidiana se estructura en términos de relevancias, algunas de las cuales se determinan por mis propios intereses pragmáticos inmediatos, y otras por mi situación general dentro de la sociedad” (1995: 64). La teoría de las representaciones sociales contempla igualmente que los contenidos se ordenan de forma jerarquizada, alrededor de una estructura estable denominada núcleo figurativo, mientras que otros conocimientos menos importantes van a formar los elementos periféricos, mucho más dinámicos. Otro punto de convergencia de La construcción social de la realidad y la teoría de las representaciones sociales es la importancia que otorga al lenguaje y a la comunicación como marcos para la elaboración de la

28

Proceso mediante el cual los conocimientos instituidos aparecen como una realidad exterior al hombre. 29

Ocurre cuando estos fenómenos exteriores al individuo adquieren carácter objetivo, concreto, accesible. 30

Consiste en la apropiación por parte de los sujetos de las denominadas realidades objetivas. 60

Crónicas de un viaje… realidad y mecanismos de asignación de sentido en las interacciones sociales. Los mencionados hasta aquí constituyen los principales referentes teóricos en los que se asienta el desarrollo ulterior de la teoría de las representaciones sociales. A decir de Tomás Ibáñez, si bien los postulados teóricos que antecedieron a la formulación de Moscovici daban cuenta del proceso, no llegaban a explicarlo en su totalidad: “esta ingente cantidad de conocimientos carecía de un principio unificador que permitiera integrar en una misma perspectiva la explicación del origen y de la naturaleza del pensamiento social” (Ibáñez, 1988: 30). Y es justamente en ese aspecto donde radica el mayor mérito de Serge Moscovici con su teoría de las representaciones sociales.

2.2. El concepto de representación social, sus características y funciones Cierta ambigüedad conceptual ha caracterizado a la teoría de las representaciones sociales, desde su propia enunciación. El mismo Moscovici propicia tal vaguedad con su deseo de no someter las representaciones a límites conceptuales y dejar el campo abierto a otros que enriquezcan sus postulados, pues “si bien la realidad de las representaciones sociales es fácil de captar, el concepto no lo es” (1979: 28). Tanto este hecho como los diferentes enfoques desde los que se han investigado las representaciones sociales31, han provocado que el concepto se reescriba constantemente, si bien respetando los postulados originales de Moscovici y el esfuerzo integrador de Denise Jodelet, su más destacada discípula. Se trata, en esencia, de un constructo difícil de acotar debido a la complejidad del fenómeno a que hace referencia.

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Así, para el catedrático suizo Willem Doise, quien ha centrado su interés en las condiciones de producción y circulación de las representaciones sociales (enfoque procesual), estas “constituyen principios generativos de tomas de postura que están ligadas a inserciones específicas en un conjunto de relaciones sociales y que organizan los procesos simbólicos implicados en las relaciones" (1991, cit. por Perera, 2005: 50). Para el francés Claude Flament, de la Escuela de Aix-en-Provence, centrado en la composición de las representaciones (enfoque estructural), se trata de un “conjunto organizado de cogniciones relativas a un objeto, compartidas por los miembros de una población homogénea en relación con ese objeto” (2001, cit. por Perera, 2005: 50). 61

Crónicas de un viaje… El estudioso español Tomás Ibáñez (1988) señala que representación social ha devenido un concepto marco, primero por su naturaleza psicosociológica y segundo porque en su interior subyacen otras definiciones menos abarcadoras, más operativas. Refiriéndose a las representaciones como “sistemas que tienen una lógica y un lenguaje particulares”, el mismo Moscovici alerta sobre su carácter irreductible y su especificidad: “No los consideramos «opiniones sobre» o «imágenes de», sino «teorías» de las «ciencias colectivas» sui generis, destinadas a interpretar y a construir lo real” (1979: 33). Denise Jodelet, profesora adjunta de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, plantea al respecto: “En tanto que fenómenos, las representaciones sociales se presentan bajo formas variables, más o menos complejas. Imágenes que condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. Y a menudo, cuando se les comprende dentro de la realidad concreta de nuestra vida social, las representaciones sociales son todo ello junto” (1986: 472-473 –subrayado nuestro). Para entender la noción moscoviciana de representación social debemos tener en cuenta ante todo que el psicólogo social francés rompe con el paradigma conductista que imperaba en su época. Trascendiendo la concepción estímulo social-respuesta (objeto de la realidad-respuesta determinada por la actitud hacia el objeto en cuestión) Moscovici explica la relación entre sujeto y objeto de la representación en términos de construcción recíproca. “Este fenómeno es una característica de la interacción del sujeto y del objeto, que se enfrentan modificándose mutuamente sin cesar” (Piaget, 1968, cit. por Jodelet, 1986: 477 – subrayado nuestro). “En primer lugar, consideramos que no hay un corte dado entre el universo exterior y el universo del individuo (o del grupo), que, en el fondo, el sujeto y el objeto no son heterogéneos en su (...) comportamiento y [que ese corte] sólo existe en función de los medios y los métodos que permiten conocerlo” (Moscovici, 1979: 32). “Los dos –«el objeto social y el sujeto»– son extremos de un continuo con los que se debe operar simultáneamente. Ellos, desde esta propuesta, no guardan entre sí una relación de determinación lineal sino de interdependencia e interinfluencia mutua, que supera la división racionalista y positivista entre sujeto y objeto” (Perera, 2005: 52).

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Crónicas de un viaje… En tanto las representaciones sociales llegan a adquirir carácter de evidencia fáctica32 junto al objeto que representan, retomadas y transfiguradas en el curso de las interacciones cotidianas, forman parte de la realidad social. Su incidencia en el entramado colectivo está dada por el hecho de que contribuyen a construir los objetos, los eventos sociales, que son revestidos de significados atribuidos por los miembros del grupo en un proceso de apropiación y socialización. “Representarlos lleva a repensarlos, a re-experimentar, a re-hacerlos a nuestro modo, en nuestro contexto” (Moscovici, 1979: 41). Así, las representaciones permiten que hechos ajenos al grupo sean incorporados y que existan en el plano de lo simbólico, más allá de su dimensión sensorial, como guías para el comportamiento del individuo respecto al objeto y con los otros. Las representaciones sociales contribuyen a la construcción social de la realidad: “Al dar sentido, dentro de un incesante movimiento social, a acontecimientos y actos que terminan por sernos habituales, este conocimiento forja las evidencias de nuestra realidad consensual, participa en la construcción social de nuestra realidad” (Jodelet, 1986: 473 –subrayado nuestro). Destaca también en la concepción de Moscovici el pensamiento por imágenes, tomado de Piaget y la propiedad significante de la representación. Moscovici (1979) imbrica ambas cualidades al enunciar que la representación social posee dos caras –una faz figurativa y otra simbólica- lo que permite atribuir a toda figura un sentido y a todo sentido una figura. “La comunicación que se establece entre el concepto y la percepción, mediante la penetración de uno en la otra, transformando la sustancia concreta común, da la impresión de «realismo», de materialidad de las abstracciones, porque podemos actuar con ellas, y de abstracción de las materialidades, porque expresan un orden preciso” (Moscovici, 1979: 38). En El psicoanálisis, su imagen y su público Moscovici plantea: “La representación social es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación” (1979, cit. por Mora, 2002).

32

“Las representaciones sociales son entidades casi tangibles” (Moscovici, 1979: 2). 63

Crónicas de un viaje… Esta definición apunta al carácter dual de “producto/contenido” y “proceso”, o de pensamiento constituido y constituyente de las representaciones. Las representaciones reflejan en sus contenidos sus propias condiciones de producción, actúan como estructuras preformadas a partir de las cuales se interpreta la realidad (Ibáñez, 1988), dan cuenta de la dinámica psíquica y de la dinámica social de las que son resultado: los procesos cognitivos y mentales, de carácter individual y los procesos de interacción y contextuales de carácter social (Banchs, 2000). Es imposible estudiar las representaciones sin referirse a las estructuras sociales en que se insertan los individuos que las comparten. Este es uno de los puntos que indican el carácter social de las representaciones, a saber, la naturaleza social de las condiciones en que se producen33. Por ello, a través de su estudio se pueden inferir los rasgos de la sociedad en que han emergido (Ibáñez, 1988). Sin embargo, la ambivalencia psicosociológica del concepto puede entrañar un doble riesgo para los investigadores: “el hecho de que la representación social constituya una forma de conocimiento implica el riesgo de reducirla a un acontecimiento intraindividual, donde lo social tan solo interviene de forma secundaria. El hecho de que se trate de una forma de pensamiento social entraña el peligro de diluirla en fenómenos culturales e ideológicos” (Jodelet, 1986: 474). Al decir de Moscovici (1979) en las sociedades modernas puede identificarse la época de las representaciones sociales: su dinámica y la circulación constante de grandes volúmenes de información no permiten 33

Podríamos sistematizar las causas del carácter social de las representaciones en los siguientes aspectos:  su condicionamiento socio-histórico: “Los contenidos y características de una representación guardan relación directa con las prácticas, valores y normas sociales prevalecientes en la historia del contexto particular donde se forman” (Perera, 2005: 54);  la inserción social del grupo, cuya realidad material y objetiva orienta la construcción del objeto;  sus efectos sociales, entre ellos la comunicación, que se sustenta en un marco referencial común de representaciones;  su carácter colectivo, son compartidas por un conjunto de personas;  “las categorías que la estructuran y expresan, categorías tomadas de un fondo común de cultura”, “categorías del lenguaje” (Jodelet, 1986: 478);  el papel que desempeñan en la configuración de los grupos sociales, y especialmente en la conformación de su identidad (Ibáñez, 1988). En resumen, “Las representaciones sociales son sociales tanto por la naturaleza de sus condiciones de producción como por los efectos que engendran y por la dinámica de sus funcionamientos” (Ibáñez, 1988: 44). 64

Crónicas de un viaje… que las representaciones se asienten, lo que determina su carácter dinámico y, por contradictorio que parezca, dota de flexibilidad a estas formas de pensamiento social cuyo núcleo permanece estable –a menos que entre en contradicción con nuevas prácticas sociales. Pensados como guías, como índices para direccionar la conducta en sociedad, estos saberes de sentido común “sirven para orientarse en el contexto social y material, para dominarlo” (Moscovici, 1979, cit. por Rubira: 32-33). Puesto que este conocimiento ingenuo es contrapuesto al pensamiento científico, “el objetivo no es hacer avanzar el conocimiento, sino «estar al corriente», «no ser ignorante», fuera del círculo colectivo”34 (Moscovici, 1979: 36) –si bien la incorporación de la novedad, en términos de sentido común, es una de las funciones principales de este proceso: "hacer que lo extraño resulte familiar y lo invisible perceptible” (Farr, s/f, cit. por Mora, 2002). Por otra parte, la comunicación se establece como eje fundamental de la concepción de Moscovici. Las representaciones sociales, en tanto conocimiento compartido, constituyen códigos comunes que permiten la comunicación al interior y entre los grupos. Además, es en el curso de las conversaciones que se vehiculan, se expresan y se transforman las representaciones, sin mencionar el papel que desempeñan los medios de comunicación masiva en su socialización y el privilegio de algunas en detrimento de otras. Denise Jodelet integra los rasgos que hemos analizado hasta aquí en uno de los esfuerzos conceptuales (exceptuando quizás los del propio Moscovici), más utilizado por los investigadores de la teoría de las representaciones sociales: “El concepto de representación social designa una forma de pensamiento específico, el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio designa una forma de pensamiento social. Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En tanto que tales, presentan 34

El interés individual por responder a la presión del grupo que exige que el sujeto tome partido respecto a determinado evento -por ser “funcional”- provoca generalmente la emergencia de representaciones.

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Crónicas de un viaje… características específicas a nivel de organización de los contenidos, las operaciones mentales y la lógica. La caracterización social de los contenidos de los procesos de representación ha de referirse a las condiciones y a los contextos en los que surgen las representaciones, a las comunicaciones mediante las que circulan y a las funciones a las que sirven dentro de la interacción con el mundo y los demás” (1986: 474-475 –subrayado nuestro). Esencialmente, estos aspectos se abordan en este capítulo, como puntos significativos de la teoría de las representaciones sociales, entendidos por Serge Moscovici como condiciones de emergencia –la comunicación social comprendida entre ellas- y sus funciones. En los marcos de este concepto en construcción, la propia Denise Jodelet (1986), enuncia además algunas características constantes que permiten identificar a las representaciones sociales: a) siempre son la representación de un objeto Sin importar la naturaleza material o abstracta del objeto, la representación se construye a partir de este. Además, a través de la representación se establece un vínculo entre el objeto y el individuo, que interactúan y se influencian mutuamente. Ya adelantábamos la naturaleza de esta relación, basta insistir en que “Esta [la representación] no es una reacción a aquel [el objeto], sino, hasta cierto punto, su origen” (Moscovici en Herzlich, 1996, cit. por Mora, 2002). b) tienen un carácter de imagen y la propiedad de poder intercambiar lo sensible y la idea, la percepción y el concepto El término imagen aquí empleado remite a la idea de imaginación, de imaginario social o individual, y no al de “copia conforme” de la realidad (Jodelet, 1986); es la cara figurativa de la representación (Mora, 2002). La representación como imagen es entendida como unidad de figura y significado, como fusión de precepto y concepto; esta imagen construida permite asociar una idea a lo percibido y viceversa. c) tienen un carácter simbólico y significante Esta característica está estrechamente relacionada con la anterior. Debemos precisar que “el contenido simbólico de las representaciones se refiere a la estructura imaginaria de los individuos, que junto a los discursos (manifiestos en el lenguaje) constituyen los medios de expresión de las representaciones” (Perera, 2005: 54). Hace referencia a la restitución simbólica que se produce de algo ausente, e incluso de lo que 66

Crónicas de un viaje… está presente, mediante símbolos o imágenes; así como a la asignación de nuevos significados al objeto de la representación: “el objeto de representación tiene un significado que se actualiza en cada sujeto” (Perera, 2005: 54). d) tienen un carácter construido En tanto todo proceso de representación entraña una construcción y reconstrucción del objeto (Jodelet, 1986), el individuo desempeña un papel activo desde su subjetividad, pero también como sujeto social, constructor de la realidad: “toda realidad es representada, apropiada por el individuo o el grupo y reconstruida en su sistema cognitivo, integrada en su sistema de valores que depende de su historia y del contexto social e ideológico que le circunda. Y es esa realidad apropiada y reestructurada la que para el individuo o el grupo constituye la realidad misma” (Abric, 2001). e) tienen un carácter autónomo y creativo Jodelet (1986) enuncia este rasgo teniendo como referencia no solamente el objeto, sino el sujeto: las representaciones lo habilitan para desarrollar funciones simbólicas y cognitivas que resultan en la transformación de ellas mismas. A estas características, habría que añadir el carácter dinámico y el carácter social de las representaciones, a las que ya nos habíamos referido. Respecto a este último punto, cabe insistir teniendo en cuenta tres criterios expresados por el propio Moscovici, a partir de los cuales se puede calificar de social una representación: el cuantitativo –hace referencia a la extensión que alcanza la representación en determinada comunidad-, el productivo –cuando se entiende como expresión de una organización social-, y el funcional –al analizar cómo las representaciones contribuyen a la formación y orientación de las conductas y comunicaciones sociales (cit. por Banchs, 1984: 5). Asimismo, Moscovici (1988) realizó una clasificación de las representaciones que apunta a estas como resultado de relaciones sociales de poder (Muñoz, 2003): Las representaciones hegemónicas son aquellas caracterizadas por su alto grado de consenso en el seno de la sociedad: son compartidas por un mayor número de grupos sociales y están más arraigadas, lo que garantiza su estabilidad y permanencia. De ahí también su ascendencia, o sea, el relativo poder de coerción que ejercen sobre los miembros del grupo que

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Crónicas de un viaje… las comparten. Es evidente su similitud con las representaciones colectivas de Durkheim. Las representaciones emancipadas no tienen el mismo alcance de las hegemónicas, apenas se sustentan en algunos grupos interrelacionados que las comparten, subgrupos sociales, muy específicos, de carácter emergente, con nuevas formas de ver el mundo. De ahí la flexibilidad de este tipo de representaciones que pueden evolucionar, expandirse y asentarse como hegemónicas; aunque devienen polémicas en función de las circunstancias sociales. Por último, las representaciones polémicas son aquellas que se configuran a partir de conflictos sobre la base de hechos sociales relevantes, por lo que expresan formas de pensamiento divergentes. Delimitan más la identidad grupal en tanto son resultado de relaciones antagónicas con otros grupos. Suelen ser generadoras de cambios sociales. En un punto medio que imbrica las características y funciones de las representaciones sociales, el catedrático vasco Darío Páez reconoce como rasgos de estas: “1) Privilegiar, seleccionar y retener algunos hechos relevantes del discurso ideológico concernientes a la relación-sujeto [sic] en interacción, o sea, descontextualizar algunos rasgos de este discurso. 2) Descomponer este conjunto de rasgos en categorías simples, naturalizando y objetivando los conceptos del discurso ideológico referente al sujeto en grupo. 3) Construir un «mini-modelo» o teoría implícita, explicativa y evaluativa del entorno a partir del discurso ideológico que impregna al sujeto (…) 4) El proceso reconstruye y reproduce la realidad otorgándole un sentido y procura una guía operacional para la vida social, para la resolución de los problemas y conflictos” (1987a: 316-317). Henry Tajfel resume las funciones de las representaciones sociales en: “a) clasificar y comprender acontecimientos complejos y dolorosos; b) justificar acciones planeadas o cometidas contra otros grupos; y c) (…) diferenciar un grupo respecto de los demás existentes, en momentos en que pareciera desvanecerse esa distinción” (1984, cit. por Páez, 1987a: 300). 68

Crónicas de un viaje… Mientras, Tomás Ibáñez (1988) se refiere al papel que las representaciones desempeñan para la comunicación social; cómo integran las novedades en el pensamiento social; en la conformación de las identidades personales y sociales, y en la expresión y configuración de los grupos; y cómo actúan en tanto generadores de tomas de postura. Por su parte, Jean-Claude Abric (2001) apunta a funciones de saber, identitarias, de orientación y justificadoras. Partiendo de estas propuestas, se podrían sistematizar las principales funciones de las representaciones sociales de la siguiente manera: 

Permiten a los individuos integrar nuevos objetos o acontecimientos sociales a sus esquemas de pensamiento, y en sentido general, interpretar la realidad. Como se verá más adelante, se trata de todo un proceso de reelaboración e incorporación de la novedad – familiarización- a los sistemas de referencia preexistentes, que les permiten hacerla comprensible.



Posibilitan la comunicación social. Al crear una visión compartida de la realidad, las representaciones dotan a los miembros del grupo de un código común, que les permite expresarse en términos que remiten a significados familiares: “Los intercambios verbales exigen (…) que se comparta un mismo trasfondo de representaciones sociales, aunque sea para expresar posturas contrapuestas” (Ibáñez, 1988: 53)



Viabilizan la configuración de grupos sociales y contribuyen a la definición de la identidad grupal. Básicamente los grupos se diferencian por poseer valores, creencias, normas y formas de actuar propias, productos todos, en gran medida, de una visión similar del mundo –visión aportada por un trasfondo común de representaciones sociales-, lo que facilita la cohesión grupal. En la relación con otros grupos este trasfondo común permite diferenciarlo, lo que apunta hacia su identidad.



Orientan los comportamientos y las prácticas. Por su dimensión valorativa las representaciones sociales orientan la postura –y por tanto la conducta- de una persona hacia determinado objeto. De igual forma, al proveer a los individuos de los significados para comprender los sucesos de la realidad, constituyen guías para la acción que les permiten adaptarse a las circunstancias y actuar en consecuencia.

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Crónicas de un viaje… 

Justifican a posteriori las posturas tomadas y las prácticas producidas. Esta función se asocia a la relación entre grupos y a las representaciones sociales que cada grupo se hará del otro, justificando a posteriori tomas de posición y comportamientos en base a estas representaciones. Propuesta por Tajfel (1984) y Abric (2001), responde a la necesidad del grupo involucrado de mantener o reforzar su posición social (Abric, 2001).

Para concluir, debemos señalar que no necesariamente poseemos una representación social de todos los fenómenos que nos rodean, como tampoco ciertas opiniones o valoraciones sobre un asunto dado indican la presencia de una representación. No al menos si no se trata de una forma de pensamiento consensuado, tanto en el aspecto estructural de la representación –elementos centrales portadores de significación- como al interior de las dinámicas grupales, al ser compartidos por sus miembros. Como veremos, para determinar si un conjunto de consideraciones, criterios, imágenes, etc. constituyen una representación se debe tener en cuenta, además de todos los aspectos antes reflejados, su nivel de estructuración. Jean-Pierre Di Giacomo (1987) señala este punto como el primer criterio para identificarlas y agrega “una representación social es un conjunto estructurado de tipo modélico” (Di Giacomo, 1987: 284). Analizaremos más adelante esta característica al referirnos a las dimensiones y la estructura de las representaciones sociales.

2.3. Estructura de las representaciones sociales “La representación social se muestra como un conjunto de proposiciones, de reacciones y de evaluaciones referentes a puntos particulares... organizadas de manera diferente según las clases, las culturas y los grupos y constituyen tanto universos de opiniones como clases, culturas y grupos. Cada universo tiene tres dimensiones: la actitud, la información y el campo de representación o la imagen” (Moscovici, 1979, cit. por Perera, 2005: 51). Así enuncia Moscovici las dimensiones de la representación social, a saber los ejes en que se estructuran los contenidos representacionales. La actitud es la que se ha calificado como inicial en el proceso de formación de la representación y se considera como dimensión evaluativa, ya que se refiere a la orientación global favorable o no hacia el objeto de la representación: “se deduce que la actitud es la más frecuente de las tres dimensiones y, quizá, primera desde el punto de vista genético. En consecuencia, es razonable concluir que nos informamos y nos 70

Crónicas de un viaje… representamos una cosa únicamente después de haber tomado posición y en función de la posición tomada” (Moscovici, 1979, cit. por Mora, 2002). El hecho aquí señalado por Moscovici implica que el carácter de las actitudes como dimensión evaluativa no depende completamente de la cantidad o tipo de información disponible (Perera, 2005). Por su función evaluativa la actitud es la dimensión que determina el carácter dinámico de las representaciones en tanto orienta las conductas respecto al objeto. Aun si la información es escasa y la representación está poco estructurada, la posición hacia el objeto ha sido fijada por la actitud. “Todos sabemos perfectamente que las lagunas informativas no impiden que las personas tomen posturas contundentes sobre ciertos objetos aunque apenas sepan de qué están hablando” (Ibáñez, 1988: 47). La información remite a la organización de los conocimientos que se tienen sobre un objeto social determinado, o sea, la suma de conocimientos, de saberes; pero también alude a la calidad y cantidad de la información, que varían. Como se ha visto, la inserción social del individuo condiciona el acceso a la información, así como la experiencia con el objeto de la representación; la información obtenida a partir de contactos directos con el objeto resulta diferente de la que circula a través de los medios de comunicación (Ibáñez, 1988). Por último el campo de representación hace alusión a la organización y al orden jerárquico de los elementos que conforman los contenidos representacionales. “Nos remite a la idea de imagen, de modelo social, al contenido concreto y limitado de las proposiciones que se refieren a un aspecto preciso del objeto de representación” (Moscovici, 1979, cit. por Mora, 2002). El campo se articula en núcleo o esquema figurativo, parte más estable que dispone en torno a sí los contenidos representacionales, dotándolos de sentido; y periferia, de carácter más flexible y que permite la adaptación de la representación a cambios coyunturales. “En el «núcleo figurativo» (…) se integran los contenidos representacionales de mayor significación o centralidad. Aquellos que son relevantes para los sujetos, en forma de un conjunto de proposiciones, términos, significados o imágenes simbólicas y que expresan vívidamente al objeto representado” (Perera, 2005: 63). La hipótesis del núcleo central, presentada por Jean-Claude Abric en 1976, parte de la formulación de Moscovici sobre el núcleo figurativo. La idea fundamental de Abric es que los elementos cognitivos que forman la representación desempeñan roles diferentes. Así, los componentes 71

Crónicas de un viaje… centrales se agrupan en una estructura llamada núcleo central o núcleo estructurante35, que posee dos funciones: actúa como generador de sentido –a partir de este se crea o se transforma el significado de los otros elementos constitutivos de la representación- y como organizador –es a su alrededor que se disponen los elementos cognitivos de la representación, estableciendo vínculos entre sí, cuya naturaleza también es determinada por el núcleo central36. En este sentido el núcleo central es el elemento unificador y estabilizador de la representación. Por su parte, los elementos periféricos –que “comprenden informaciones retenidas, seleccionadas e interpretadas, juicios formulados a propósito del objeto y de su entorno, estereotipos y creencias” (Abric, 2001)cumplen funciones diferentes, pero complementarias. Siguiendo la hipótesis de Abric, Claude Flament habla de las funciones de los elementos periféricos en términos de prescripción, personalización de las representaciones y de las conductas relacionadas a estas, y protección del núcleo central. En el primer caso brindan las pautas para “comprender cada uno de los aspectos de una situación, preverlos, deducirlos y establecer un discurso y las conductas apropiados a la situación” (Rouquette y Rateau, 1998, cit. por Mora, 2002). En el segundo permiten cierta flexibilidad en las representaciones –función de regulación para Abric-, al potenciar la apropiación individual y el contexto en que se elaboran. Por último funcionan como “parachoques” de la representación, en tanto defienden al núcleo de prácticas sociales emergentes que puedan entrar en contradicción con aquel –lo que Abric denomina como función de defensa. La naturaleza del objeto y la finalidad de la situación definen el o los elementos centrales de la representación que adquieren, entonces, dos dimensiones: una dimensión funcional, donde los elementos centrales serán los relacionados a la realización de una tarea; o una dimensión normativa, donde los elementos centrales son constituidos por una norma, un estereotipo o una actitud dominante hacia el objeto de la representación. 35

El núcleo central –al igual que el figurativo- está constituido por elementos objetivados, dispuestos en un esquema simplificado del objeto (Abric, 2001). 36

Para Abric, el número de vínculos cuantificables que mantiene un elemento representacional con los demás es un indicador pertinente de su centralidad. “El estudio de los diferentes elementos de una representación debe entonces tomar en cuenta las relaciones mantenidas entre los elementos para poder determinar el núcleo central, teniendo siempre presente una cuestión fundamental: ¿de cuál(es) elemento(s) se desprende la significación de la representación? (Mora, 2002). 72

Crónicas de un viaje… Siguiendo a Abric (2001) la organización y el funcionamiento de la representación social está regido por un doble sistema: el sistema central y el sistema periférico. El sistema central estructura los elementos cognitivos relativos al objeto que son resultados de las determinantes socio-históricas en que se encuentra inmerso el grupo social –por tanto el núcleo central está directamente ligado a las condiciones socio-históricas e ideológicas y marcado por la memoria colectiva del grupo y el sistema de normas que le sirven de referente. El sistema central constituye la base común, compartida de las representaciones. Su función es consensual y a partir de él se configura y se define la homogeneidad de un grupo social. Como es estable, coherente y resistente al cambio asegura la continuidad y permanencia de la representación; esto le permite, al mismo tiempo, ser relativamente independiente del contexto social y material en el que la representación se pone en evidencia. El sistema periférico, por su parte, está ligado a las contingencias diarias, lo que le posibilita en mayor o menor medida la adaptación de la representación a contextos sociales varios. Contrariamente al central, este sistema es más sensible y está más determinado por las características del contexto inmediato. Al erigirse como punto de contacto entre la realidad concreta y el sistema central, el periférico permite la regulación y adaptación de aquel a las demandas de la situación concreta a la que el grupo se enfrenta, lo que resulta en cierta modulación individual de la representación.

2.4. Procesos de formación de las representaciones sociales: la objetivación y el anclaje La formación de las representaciones sociales contempla dos procesos: la objetivación y el anclaje. Siguiendo a Denise Jodelet (1986), estos mecanismos dan cuenta de cómo interviene lo social en la representación, vista como construcción psicológica, y cómo interviene dicha construcción en el ámbito social, respectivamente. Son procesos que una vez más ponen de relieve el enfoque socio-psicológico de la teoría de las representaciones sociales y que se caracterizan por su interdependencia. La objetivación, como el mismo término indica, se refiere al proceso a través del cual nociones abstractas devienen concretas, se materializan en 73

Crónicas de un viaje… una imagen o modelo que permite su explicación. En palabras del propio Moscovici, “Objetivizar [sic] es reabsorber un exceso de significados materializándolos” (1976, cit. por Jodelet, 1986: 481). A partir de su estudio de 1961, Moscovici estableció tres fases para explicar la objetivación. La primera de estas fases es la selección y descontextualización de los elementos, o construcción selectiva, que explica cómo del contexto original de la información se seleccionan determinados elementos que resultan relevantes para el grupo y que pasan a formar parte de los conocimientos manejados por sus miembros. A juicio de Jodelet la selectividad está dada por criterios culturales y normativos pues, como habíamos visto, la inserción social del grupo determina cualitativa y cuantitativamente el acceso a la información, y los valores grupales inciden en la retención de ciertos elementos, y sobre todo en que se desechen otros. A esta fase le sigue la formación del núcleo figurativo o esquematización estructurante, que se produce cuando “una parte de la información seleccionada adquiere un carácter estructurador alrededor del cual se organizará el contenido de la representación” (Banchs, 1984: 13). El modelo o esquema que se obtiene como resultado da cuenta de la estructura conceptual: de sus componentes y de la interrelación entre ellos. Su carácter de imagen permite eludir el grado de abstracción que caracterizaría al objeto en su contexto original. “La representación social se transforma de representación conceptual abstracta en expresión directa del fenómeno presentado (…) el esquema figurativo va a «ser» el fenómeno presentado” (Páez, 1987a: 309). Así resume Darío Páez la fase de naturalización. Los elementos ya materializados permiten ser manejados, deviniendo parte de la realidad, por eso son: adquieren estatus de evidencia, existen más allá del contexto que dio origen al modelo figurativo. Esto se explica en tanto constituye “una manera de consolidar nuestra actividad de construcción de la realidad social otorgándole una «capacidad física»” (Berger y Luckmann, 1976, cit. por Páez, 1987a: 310). La naturalización por consiguiente provoca que los elementos materializados devengan categorías del lenguaje. La investigadora venezolana María Auxiliadora Banchs (1984) ha señalado cómo la objetivación de una teoría –el psicoanálisis, en el caso de Moscovici- es más complicada debido al grado de abstracción del objeto. En el caso de los objetos de naturaleza concreta este proceso también implica la selección de información y la formación de un núcleo figurativo, 74

Crónicas de un viaje… si bien difiere en la necesidad de su materialización: “En la representación de objetos concretos, el propio objeto tiene espesor de realidad, es material y tangible y en consecuencia el proceso de objetivación será menos complejo y, tenderá a constituirse sobre la base de las actitudes (genéticamente primeras) y de los estereotipos aplicados a la clase o género a la cual ese objeto pertenece” (Banchs, 1984: 14). “Los elementos que en nuestra opinión distinguen la objetivación de una entidad abstracta respecto a una concreta serían la descontextualización y la naturalización. Estas fases del proceso estarían presentes cuando el objeto es abstracto y lejano al grupo que se lo representa, y ausentes, cuando el objeto es concreto y se encuentra en el campo de interacción de los miembros de ese grupo” (Banchs, 1984: 14). El anclaje da cuenta de “el enraizamiento social de la representación y de su objeto” (Jodelet, 1986: 486). En este proceso la marca de lo social está dada por el significado y el uso que les son atribuidos. El sistema de pensamiento preexistente proporciona los marcos a partir de los cuales se interpreta el objeto y los significados que se le asocian. Por tanto se trata de una modificación de la novedad, en tanto ajuste a nuestro sistema previo, y también de cierta reconfiguración de éste para hacerse compatible con la novedad. Jodelet (1986) apunta a tres etapas que conforman el proceso y responden a las siguientes interrogantes: ¿cómo se confiere el significado al objeto representado?, ¿cómo se utiliza la representación en tanto que sistema de interpretación del mundo social, marco e instrumento de conducta?, y ¿cómo se opera su integración dentro de un sistema de recepción y la conversión de los elementos de este último relacionados con la representación? En tanto otorgador de sentido el anclaje indica cómo el grupo atribuye una significación al objeto representado, a través de la cual se expresa su identidad social y cultural. Se da también como instrumentalización del saber: por una parte los elementos de la representación contribuyen a constituir las relaciones sociales –el modelo figurativo resultado de la objetivación es usado como referente para interpretar la realidad, para clasificar los individuos, los acontecimientos, por tanto va a mediar las relaciones del individuo al interior y al exterior del grupo como orientador de las conductas-; por otra se establecen como código común que les permite comunicar en el mismo lenguaje y, por tanto, influenciar (Jodelet, 1986). Finalmente el anclaje como enraizamiento en el sistema de pensamiento preexistente alude a la doble modificación a la que nos referíamos al 75

Crónicas de un viaje… plantear la inserción de la novedad en sistemas de representaciones anteriores –desde los cuales se construye la realidad. Esta integración no es para nada caótica. “El sistema de representación proporciona los marcos, las señales a través de las que el anclaje clasificará dentro de lo familiar y explicará de una forma material” (Jodelet, 1986: 492). Lo nuevo se acomoda a lo ya conocido que, aunque experimenta ciertas modificaciones para asimilar las características de la novedad, termina prevaleciendo. Sobre la importancia del anclaje, Denise Jodelet ha expresado: “el anclaje garantiza la relación entre la función cognitiva básica de la representación y su función social. Además proporcionará a la objetivización [sic] sus elementos gráficos, en forma de preconstrucciones, a fin de elaborar nuevas representaciones” (1986: 492-493).

2.5. Factores que inciden en la formación de representaciones sociales. La comunicación social como condición de emergencia “Las representaciones sociales tienden a surgir ante sucesos críticos”, afirma Darío Páez (1987a: 301) siguiendo las funciones enunciadas por Tajfel y el criterio de Moscovici. Las situaciones de conflicto o de crisis pueden referirse a un hecho complejo al que nos enfrentamos o a las relaciones con un grupo social antagónico, por ejemplo. En ambos casos nuevas representaciones se crean y se difunden al interior del grupo. Moscovici estudió las condiciones que inciden sobre la formación de las representaciones sociales. Estas se pueden clasificar en dos grandes conjuntos: los factores referidos a su organización intelectual y los factores vinculados a la determinación social (Banchs, 1984). Moscovici había señalado cómo las sociedades modernas eran el espacio de producción por antonomasia de las representaciones sociales; “bombardeadas de manera constante por la información que los medios de comunicación divulgan” (Banchs, 1984, cit. por Mora, 2002). Por tanto, “Los datos de que disponen la mayor parte de las personas para responder a una pregunta, para formar una idea a propósito de un objeto preciso, son generalmente, a la vez, insuficientes y superabundantes” (Moscovici, 1979, cit. por Mora 2002). A esto se denomina dispersión de la información: la calidad y la cantidad de la información contenida en una representación (o disponible para su emergencia) son desiguales. Mientras grandes cúmulos de información llegan al sujeto por diferentes vías –es imposible asimilarla toda-, resultan generalmente insuficientes en 76

Crónicas de un viaje… cuanto a calidad. Suele tratarse de un conocimiento amplio en extensión, y pobre en profundidad; o viceversa: demasiado complejo para que el individuo pueda aprehenderlo, sobre todo con la especialización y la parcelación que caracteriza la producción de conocimiento contemporánea. Por tal motivo, “Nunca poseemos toda la información necesaria o existente sobre un objeto socialmente relevante” (Banchs, 1984: 10). Debido a ello los sujetos encuentran en los intereses y las normas grupales una guía para la organización de la información recibida. La dispersión de la información incide de forma directamente proporcional sobre la emergencia de representaciones sociales: mientras mayor sea, más probabilidades existen de que se cree una nueva representación. La diversificación del saber produce que “todo individuo, aun el más culto, es un «ignorante» en relación a determinadas áreas sociales [Moscovici & Hewstone, 1984, p. 541]. Esto quiere decir que todos los sujetos, incluso los miembros de la élite ideológica-científica, piensan mediante los mecanismos de la representación social” (Páez, 1987a: 301). La segunda condición, vinculada a la organización intelectual, se refiere a la focalización. “En forma espontánea, un individuo o un grupo otorga una atención específica a algunas zonas muy particulares del medio circundante y toma distancia frente a otras zonas del mismo medio. La distancia, el grado de implicación con relación al objeto social varían necesariamente” (Moscovici, 1979, cit. por Rubira, 2006: 62). Resulta evidente que la necesidad de apropiarse de un determinado objeto y, por tanto, la atención brindada varían de un grupo a otro pues responden al grado de implicación o de interés que tiene el objeto dado al interior de cada grupo social (Banchs, 1984). “En la vida corriente, las circunstancias y las relaciones sociales exigen del individuo o del grupo social que sean capaces, en todo momento, de estar en situación de responder” (Moscovici, 1979, cit. por Mora, 2002). En la medida en que determinado objeto social37 cobra importancia para el grupo, este ejerce una presión indirecta sobre sus miembros, incitándolos a pronunciarse y a tomar postura al respecto. Para no quedar excluido de las prácticas grupales, fundamentalmente de las conversaciones, el sujeto debe realizar una serie de inferencias, representándose apresuradamente el objeto, que le permitan articular un discurso más o menos coherente sobre este; que lo provean de “una orientación de acción ante el área 37

Referido generalmente a “temas controversiales, considerados de actualidad en los círculos sociales de pertenencia” (Banchs, 1990, cit. por Mora, 2002). 77

Crónicas de un viaje… problemática” (Páez, 1987a: 301). Esta es la condición denominada como presión a la inferencia. “Por esa razón, puede emerger una representación, un conocimiento de sentido común, estimulado por la premura que nos conmina a construir un juicio espontáneo sobre el objeto sin tiempo a verificar o contrastar tal o cual creencia, hipótesis o apreciación” (Rubira, 2006: 57). Sobre las condiciones relacionadas con la organización intelectual, se ha dicho que: “Con el movimiento de tales condiciones de emergencia quedaría determinada tanto la naturaleza de la organización cognoscitiva de la representación, es decir, su estructuración como esquema cognoscitivo; así como su misma existencia y grado de estructuración” (Mora, 2002). Moscovici clasifica los factores referidos a la determinación social de las representaciones en centrales y laterales. Las determinaciones sociales centrales apuntan a los condicionantes socio-económicos globales que inciden en la formación de las representaciones. La estructura social y la inserción del sujeto en la misma determinan el acceso a la información en términos cualitativo y cuantitativo, incluyendo la entrada y exposición a determinados contextos y contenidos conversacionales; las actividades simbólicas del sujeto, pues se nutren de materiales socio-culturales sedimentados por la historia y ciertas prácticas sociales; y por último el tipo de experiencia personal que se establece con el objeto de representación, la que condiciona la relación con el objeto y también la naturaleza del conocimiento que se alcanza sobre él (Ibáñez, 1988). “La génesis de los sistemas de orientación está estrechamente ligada al tipo de sociedad, y a las propiedades generales de los grupos elementales” (Käes, 1968, cit. por Banchs, 1984). Respecto a las determinaciones sociales laterales habría que apuntar al papel del grupo en cuestión y de los sujetos individuales en la formación de la representación. Los mismos procesos de focalización y presión a la inferencia dan cuenta de cómo los sujetos discriminan sectores de interés y los elevan al rango de temas priorizados en el marco de los intercambios simbólicos intra/inter-grupales. Ya habíamos visto que el proceso de representación implica una relación de construcción mutua objeto-sujeto, con esta advertencia Moscovici insiste en el rol activo del sujeto y en su influencia desde el grupo en la estructura social (Banchs, 1984). Además, “Cada grupo, cada sujeto tiene expectativas, sueños, objetivos trazados, explícitos o latentes, que pueden tener respuesta, al menos parcial, en un objeto social al alcance” (Rubira, 2006: 58).

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Crónicas de un viaje… Como proceso indispensable para la existencia de las representaciones sociales, la comunicación, a nuestro juicio, se ubica en un punto medio entre los factores referidos a la organización intelectual y los factores vinculados a la determinación social. Si analizamos el papel que asignan a la comunicación los teóricos de las representaciones sociales, veremos que la entienden como el espacio en el que las representaciones se crean y recrean (Moscovici, 1979; Jodelet, 1986; Ibáñez, 1988). Además, y en tanto condición de producción, la naturaleza social de la comunicación contribuye al carácter también social de las representaciones. Tomás Ibáñez (1988) insiste en el papel de las prácticas sociales, particularmente de la comunicación social, como fuente de determinación de las representaciones sociales. Este autor distingue dos vías a partir de las cuales la comunicación se constituye en génesis del proceso representacional: la comunicación masiva –desprendida de la acción massmediática- y la comunicación interpersonal –vinculada al permanente trasfondo conversacional de las representaciones. Asimismo, Ibáñez establece una relación de causalidad entre la inserción social del sujeto y la entrada a ciertos contextos conversacionales –y, por tanto, la exposición a ciertos contenidos conversacionales-, lo que determinaría la formación de diferentes representaciones sociales. Adscrita al enfoque procesual, Denise Jodelet se ha interesado por investigar qué fuentes de información sirven de origen a las representaciones sociales. Jodelet “ha propuesto como técnica de análisis la ubicación de la procedencia de la información (independientemente del contenido temático) y ha establecido como fuentes halladas en sus investigaciones: la vivencia del propio sujeto, lo que el sujeto piensa sobre sí, lo adquirido a través de la comunicación social38 y la observación (refranes y creencias populares), y los conocimientos adquiridos a través de medios formales como estudios, lecturas, profesión” (Muñoz, 2003: 33). Sin embargo, las interpretaciones de la comunicación –desde la teoría de las representaciones sociales- como fuente de información, como código y aun como espacio o vía de socialización de las representaciones, no dan 38

Por comunicación social Jodelet entiende la comunicación mediática, con lo que reduce un concepto mucho más abarcador, que debe extenderse a todos los modos y ámbitos de la producción social de comunicación, comprender los niveles interpersonal, grupal y masivo, así como las prácticas comunicativas institucionales y espontáneas. 79

Crónicas de un viaje… cuenta totalmente de la naturaleza de la relación entre ambos procesos. Resulta indispensable que tales concepciones sean enriquecidas con un acercamiento desde la Comunicación, en tanto campo de estudio. La teoría de las representaciones ha dotado a las Ciencias Sociales de un objeto de estudio cuya explicación no se agota en su campo originario –la Psicología Social- sino que permite apropiaciones desde otros, entre ellos el de la Comunicación. Sin embargo, las aproximaciones desde la Comunicación no han sido tan numerosas como hubiera podido esperarse y han estado principalmente vinculadas a la investigación de la comunicación pública, particularmente la mediática, pues “al ubicarse en el punto de contacto entre los imaginarios y las prácticas, como guía socializada para la acción y la comunicación de los sujetos, el constructo de la representación puede aplicarse al análisis de las mediaciones” (Rubira, 2006: 96). En este sentido destaca el empleo del concepto por parte del estudioso español Manuel Martín Serrano en su Teoría Social de la Comunicación (1986, 1993). Para Martín Serrano “una representación social consiste en la propuesta de una determinada interpretación de lo que existe o de lo que acontece en el entorno. La representación social hace referencia precisamente a tales o cuales temas, incluyendo unos datos en vez de otros y sugiriendo ciertas evaluaciones en vez de otras posibles” (Martín Serrano, 1993: 47). Desde un análisis mediocentrista, Martín Serrano da cuenta de cómo las representaciones integran los relatos propuestos por las instituciones mediadoras, entre ellas los media: “La representación social sirve como modelo de influencia precisamente porque esclarece a los sujetos cuáles son las concepciones de la realidad que el relator distingue, entre todas las representaciones alternativas que serán posibles” (1993: 47). De esta forma, las representaciones sociales, que pueden llegar a ser colectivas en función de su legitimación por parte de la comunidad a la que se destina el relato, se encuentran en la base de lo que Serrano enuncia como mediación comunicativa. “La representación social deviene un producto cognitivo inseparable del producto comunicativo” (Martín Serrano, 1993: 48). Tras esta concepción está la idea de que, al contener representaciones sociales, los relatos participan en el control social; lo que remite al postulado de la teoría de las representaciones sociales referido a cómo éstas pueden forzar el accionar del sujeto, si bien Martín Serrano no reconoce su deuda con la teoría moscoviciana (Rubira, 2006). Así, la 80

Crónicas de un viaje… mediación comunicativa y los medios mismos son entendidos como resultado del control social, técnica de ajuste al cambio social. “Según Serrano, toda comunicación establece una cierta consonancia entre el cambio del entorno y la transformación de las representaciones del mundo, o sea, tiene una función de ajuste entre conocimiento y realidad (…) la comunicación pública es una forma institucional de intervenir en esa mediación” (Gámez, 2005: 35). La mediación comunicativa se articula en dos direcciones: la mediación cognoscitiva y la mediación estructural. La primera está ligada a la función social de los medios y da cuenta de cómo estos intentan incorporar los nuevos sucesos ajustándolos a los valores sociales preestablecidos, al poner a disposición de las audiencias marcos de referencia a partir de los cuales interpretarlos, en resumen “datos de referencia familiares”. La segunda tiene que ver con el modo en que los medios “empaquetan” estos sucesos, es decir la forma que les proporcionan: los medios suelen disponer los sucesos en una serie de categorías preconcebidas, asignándoles un formato en correspondencia, de manera que resulten familiares para los receptores, como “formas estables del relato”. “El fin último de ambas mediaciones es ofrecer seguridad al sugerir que los cambios no afectarán la continuidad social” (Gámez, 2005: 36). De esta manera la mediación comunicativa está encaminada a fomentar el equilibrio del sistema, por naturaleza en crisis, re-presentando la realidad, proponiendo determinadas visiones del mundo en un esfuerzo de ajuste ante el cambio social que englobe también al mismo. La mediación comunicativa queda entonces expresada solamente en términos de comunicación pública, destinada a forzar indirectamente al individuo, en una propuesta teórica que presenta un sesgo funcionalista. La comunicación, o más bien la comunicación mediática, más allá de constituir una fuente de información, brinda marcos de referencia cognoscitivos, valorativos, normativos para explicarse el mundo y significarlo. He ahí la importancia que reviste en la formación de nuevas representaciones sociales. Así como las prácticas comunicativas del sujeto no se reducen al consumo de los productos comunicativos propuestos por los medios, la mediación comunicativa tampoco puede reducirse al ámbito massmediático. Por tanto, la concepción de Martín Serrano resulta insuficiente para explicar 81

Crónicas de un viaje… otros niveles de interacción comunicativa y su relación con la conformación de representaciones sociales, aunque evidentemente este no es el objetivo del reconocido teórico español. Una interpretación más amplia al respecto es la que brinda el también catedrático español José Luis Piñuel (1987). Al referirse a esta relación, Piñuel apunta que “las representaciones sociales son imposibles sin comunicación, en tanto en su génesis, como en su vida y evolución, las representaciones sociales se constituyen en su integridad por datos exclusivamente construidos por la vía de la mediación comunicativa; es decir, producidos y reproducidos a través de sistemas más o menos complejos de circulación de mensajes, o sea, de interacciones comunicativas entre los individuos” (Piñuel, 1987, cit. por González Prieto, 2006: 97 –subrayado nuestro). La construcción de datos a que hace referencia Piñuel alude a una concepción de la mediación comunicativa como proceso de elaboración enmarcado en las interacciones comunicativas de los sujetos, lo que trasciende el presupuesto de la comunicación como fuente de emergencia de las representaciones en tanto fuente de información. De esta manera, el autor defiende una interpretación de la mediación comunicativa no reduccionista –en términos de complejidad- y global –en términos de niveles de interacción comunicativa. El sujeto individual o grupal se configura en sujeto social en el marco de los intercambios comunicativos interpersonales, intergrupales y massmediáticos. Los estudios latinoamericanos sobre mediaciones desarrollados por Jesús Martín Barbero, Guillermo Orozco, Enrique Sánchez Ruíz, por sólo referirnos a los criterios más reconocidos, se han centrado en redes tipológicamente diversas de determinantes e influencias en la recepción mediática. Tal vez por la relativa simultaneidad cronológica de estos estudios y el desarrollo de la teoría de las representaciones sociales, estas últimas no hayan sido abordadas en el espectro de las mediaciones explícitamente (Rubira, 2006). Sin embargo, del proceso contrario, o sea, la comunicación como mediación en la conformación de las representaciones sociales, pocos esfuerzos teóricos, más allá de los hasta aquí mencionados, dan cuenta. Nuestro referente más cercano, a saber, las investigaciones sobre representaciones sociales realizadas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, suelen justificar su pertinencia teórica abordando las mediaciones que inciden en el proceso de construcción de la representación de un objeto dado. Sobre tal hecho habría que apuntar 82

Crónicas de un viaje… que, aunque no bajo esa denominación, las mediaciones están incluidas en los postulados de la teoría moscoviciana, circunscritas a las determinaciones sociales centrales y laterales a que hacíamos referencia con anterioridad; de esta forma el verdadero interés comunicológico, es decir, cómo se articulan representaciones y comunicación, qué especificidades distinguen a las prácticas comunicativas que coadyuvan a la representación de este o aquel objeto, ha sido descuidado. Uno de los intentos por esclarecer en alguna medida estas cuestiones es el del trabajo de diploma de Alena González Prieto (2006). Enfocada en la relación que se establece entre la representación social (RS) sobre la organización y la dinámica comunicativa (DC) que se genera a su interior, entiende la DC como el “sistema de interacciones comunicativas interpersonales, grupales y organizacionales que se dan en un espacio y tiempo determinado, específicamente, dentro de los marcos de una organización y que tributa a la formación, mantenimiento y transmisión de la cultura del lugar así como la enriquece y desarrolla” (González Barreiro, 2003, cit. por González Prieto, 2006: 23) y concluye que “la RS es una formación subjetiva colectiva que no podría configurarse fuera de una DC específica; entre las RS y la DC existe una relación recursiva, es decir, ambas se constituyen mutuamente y configuran un todo que trasciende a cada una por separado” (González Prieto, 2006: 97). Al efecto de acercarnos a una explicación más adecuada a la complejidad de la relación entre comunicación y representaciones sociales, particularmente en la influencia de la primera en la formación de estas, proponemos se retome la noción de mediación comunicativa como la entiende Piñuel (1987); mediación concretada en las prácticas comunicativas que intervienen en la elaboración de la representación que desarrolla el “alguien” a que se refiere Jodelet (1986) –ya sea un sujeto grupal o un medio de comunicación, con sus diferencias correspondientes. Prácticas comunicativas que variarán de grupo a grupo, pero que tienen en común los niveles a los que se producen: interpersonal, grupal y masivo. “Como proceso y forma de organización de la subjetividad social, las representaciones generan espacios de comunicación que llegan a instituirse en la sociedad; sin embargo, las representaciones sociales se forman y evolucionan en el propio proceso de comunicación. Por tanto, entre las representaciones sociales, la comunicación y la producción del conocimiento social se produce una relación de recursividad” (González Rey, 2002, cit. por Rubira, 2006: 94).

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Crónicas de un viaje… Por tal motivo, las representaciones sociales desde esta perspectiva deben ser concebidas como procesos estructurados desde y estructurantes de las prácticas comunicativas. Codeterminación, interdependencia, recursividad califican la naturaleza de los vínculos entre comunicación y representaciones sociales. Desde esta visión la tesis de maestría de la profesora cubana Nora Gámez (2005) encomienda al estudio de la comunicación interesarse por el papel mediador de las representaciones y al mismo tiempo, por el rol de la comunicación social en la estructuración y distribución de esas formas del pensamiento social. De esta forma, entenderemos las prácticas comunicativas que intervienen en la formación de representaciones sociales como las interacciones comunicativas que se producen a diferentes niveles – interpersonal, grupal y masivo-, que proveen de un marco referencial – cognoscitivo y valorativo- sobre el objeto de representación, y que se constituyen en espacios de construcción y socialización de contenidos en torno a éste.

2.6. Conceptos afines Las representaciones sociales no son la única categoría que pretende dar cuenta de la acción y el pensamiento sociales y, como es lógico, algunos de estos conceptos se asemejan, en mayor o menor medida. Esta similitud le ha traído a la teoría moscoviciana, desde su surgimiento, la crítica y el desdén de numerosos autores. Intentaremos demostrar en este epígrafe que si bien las representaciones sociales muestran rasgos comunes con otros conceptos, no los reiteran ni son la sumatoria de ellos, sino que constituyen un corpus teórico con características propias que integra los conceptos y que resulta cualitativamente superior. 2.6.1. Imagen Imagen es probablemente la categoría que más se ha utilizado como sinónimo de representaciones sociales. En 1961, cuando Moscovici publicó su teoría, lo hizo sin enunciarla explícitamente, bajo el título El psicoanálisis, su imagen y su público39. Desde entonces diversos especialistas han empleado esta aparente analogía en sus estudios, ya sea por cuestiones estilísticas en sus composiciones o por ignorancia. 39

Es evidente que en el caso de Moscovici la denominación de la obra no obedeció a desconocimiento teórico, pero aún así pudo favorecer cierta confusión respecto a los términos.

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Crónicas de un viaje… Múltiples investigadores de las representaciones sociales conciben la imagen como mero reflejo subjetivo de la realidad, como reproducción mecánica en las conciencias de fenómenos externos a ellas (Ibáñez, 1988; Mora, 2002; Márquez, 2006). Sin lugar a dudas, al acogerse a esta reducida definición de imagen, se agudizan las diferencias entre ella y representaciones sociales, lo que permite rebatir con fuerza las críticas a la supuesta redundancia de las representaciones con otros conceptos. Pero desde la Sociología, la Comunicación40 e incluso otras áreas de estudio de la Psicología, la imagen es pensada como un concepto más abarcador. El destacado psicólogo cubano de tendencia marxista Manuel Calviño ha realizado formulaciones teóricas respecto a la imagen, logrando trascender la concepción reproductiva de esta. Calviño plantea que la formación de la imagen no es un simple proceso de copia o traslado de la realidad a las conciencias, sino que en ella intervienen las peculiaridades personológicas, así como las características contextuales, es decir, elementos individuales y sociales (1987, cit. por Muñoz, 2003). Agrega que la imagen se puede definir a partir de un conjunto de ideas rectoras, que son explicadas por el también psicólogo cubano Yamel Álvarez (2000: 26-27) de la siguiente forma: 

“Carácter objetal. La imagen siempre es imagen de algo: su objeto o modelo.



Sensorialidad y suprasensorialidad. La imagen sensorial es el dato de conformación primaria de la conciencia, pero ella no se detiene en el contenido sensorial; no es sólo una “reproducción”. La imagen es también una creación de propiedades funcionales que no están directamente dadas en su sustrato sensorial.



Ella puede expresarse como representación, como juicio valorativo, o como comportamiento.



La imagen es el producto de la actividad del hombre, de su intercambio con su entorno, con otros hombres. Es el resultado de las experiencias personales (vivenciadas en la actividad personal) y de las

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La profesora cubana Irene Trelles señala que los aportes de los especialistas de esta área “serían limitados, puesto que se centraron en adaptaciones prácticas o analíticas de los supuestos elaborados por psicólogos y sociólogos, restringiéndolos a los ámbitos de las organizaciones o la gestión política, y evitando acercarse a la ‘intangibilidad teórica’ del concepto aplicado en espacios más generales” (2002: 46). 85

Crónicas de un viaje… interpersonales (asimiladas como cultura, ideología, valores, gustos, preferencias, etcétera). 

La imagen constituye una base orientadora en la regulación del comportamiento.



La imagen es ante todo subjetividad humana. La imagen tiene un significado. Ella es un lenguaje que expresa la unidad de lo psíquico en el individuo, su subjetividad”.

Calviño y Álvarez contemplan dos tipologías de imagen: la reproductiva y la representativa. Definen la primera como el resultado de la actividad sensorial, que consiste en la percepción íntegra de determinada característica de un objeto o fenómeno dado. Por su parte, la imagen representativa tiene dos niveles de elaboración, la imagen de la representación y la valorativa. Cuando se trata de la imagen de la representación el nivel de elaboración es mucho menor, vinculado casi a la imagen reproductiva, de carácter figurativo y con gran influencia de la actividad sensorial, aunque el objeto no tiene que estar presente para que surja. En cambio la imagen valorativa expresa un nivel más abstracto de elaboración y se manifiesta en un sistema de opiniones, criterios, valoraciones, generalizaciones, estereotipos, esquemas, etc. (Álvarez, 2000; Muñoz, 2003). “En el primer caso, [la imagen mental] se formará a partir del significante; en el segundo, lo hará a partir del significado” (Álvarez, 2000: 21). Lo planteado hasta aquí pone de manifiesto ciertas semejanzas entre la imagen y las representaciones sociales. Entre estas similitudes se encuentra la condición primigenia de la existencia de un sujeto individual y/o colectivo que las desarrolle, y de un objeto a partir del cual tendrán lugar, porque no existe imagen ni representación sin referente. Otra característica común es que las dos categorías actúan como brújulas de la conducta, guiándolas y regulándolas. También son similares en tanto ambas se pueden expresar mediante opiniones, juicios, valoraciones, criterios y conductas. Las interacciones cotidianas constituyen el escenario donde se forman. Además, en sus elaboraciones resultan determinantes las características personológicas de los sujetos que intervienen; el contexto económico, político, social e histórico en el que se han desarrollado; su experiencia previa; su bagaje cultural; su posición en el entramado social; etc. Es decir, que en la formación de ambos conceptos se conjuga tanto el aspecto 86

Crónicas de un viaje… individual como el social. Pero mientras que las representaciones sólo pueden ser sociales, la imagen puede ser individual. Como ya hemos visto, ambas formulaciones tienen carácter policonceptual, pero entre las categorías que agrupa el concepto de representaciones sociales está imagen, es decir, que la imagen es una de las formas de manifestación de las representaciones sociales –pero toda imagen no necesariamente es producto de una representación social. Tanto la imagen como las representaciones son formas de elaboración mental, pero con el concepto de imagen históricamente se ha tratado de dar cuenta de un proceso cognoscitivo más vinculado a lo sensorial, más relacionado con los mecanismos perceptivos –aunque en ocasiones puede tener un nivel mayor de abstracción. Además las representaciones sociales se distinguen de la imagen por su nivel de organización –como ya hemos apuntado, los contenidos representacionales se estructuran jerárquicamente en núcleo central y elementos periféricos. Desde el punto de vista del abordaje de sus postulados, las representaciones sociales cuentan con una tradición más consolidada. Dan fe del desarrollo de la teoría los numerosos investigadores y escuelas de varios continentes que por más de tres décadas se han dedicado a su estudio, los diversos enfoques desde los que se trata, las publicaciones y eventos internacionales que se centran en él, etc. Mientras que bajo el nombre de imagen se han reunido estudios de variados enfoques provenientes de diversas disciplinas41. Ello, si bien ha dado cuenta de la 41

Ces Van Riel, estudioso holandés, divide a los autores que han investigado la imagen en varios grupos: “El primero son los críticos sociales, cuyo estudio de la imagen es desde una posición sociológica; entre ellos encontramos a Boorstin (1966), Morgan (1986) y Alvesson (1990). El segundo grupo son los de orientación analítica, interesados fundamentalmente por el significado del término, y por los métodos de medición del mismo; por ejemplo Reynolds y Gutman (1984), Wierenga y van Raaij (1987), Verhallen (1988), Beeijk y van Raaij (1989), Pruyn (1990), entre otros. El último grupo son los que se interesan por la utilidad práctica: aquí se encuentran los académicos, interesados más bien por el proceso de formación de la Imagen, como Kennedy (1977), van Raaij (1986) y Dowling (1986); y los que pertenecen al campo de lo aplicado, entre los más importantes están Bernstein (1986), Olins (1989), Ind (1990) y Blauw (1994), quienes se ocupan de cómo crear una imagen favorable a partir de la creación de planes de etapas múltiples” (1998, cit. por González Prieto, 2006: 6). Los autores analizados por Van Riel son básicamente de su misma zona geográfica, a ellos es necesario sumar a los estudiosos iberoamericanos Joan Costa y Justo Villafañe, quienes se han centrado en el tratamiento de la imagen desde la Comunicación 87

Crónicas de un viaje… adaptabilidad del concepto, ha hecho su campo de estudios fraccionario al no construirse un corpus teórico común con las lógicas variaciones disciplinares, sino microteorías funcionales a los intereses del área de cada investigador. 2.6.2. Imaginarios sociales La facultad de imaginar ha sido indispensable para el desarrollo de la humanidad en tanto capacidad de significar lo desconocido. Este proceso ha devenido superación de lo ya existente: agente de cambio social. Los estudios sobre imaginarios han cobrado vitalidad en los últimos tiempos. Así, el término ha pasado “de la `periferia´ al `centro´ de un campo discursivo” (Baczko, 1991, cit. por Álvarez, 2001: 10). Sobre la base de su acepción clásica –lo relacionado con lo supuesto, lo ficticio, lo irrealha sido utilizado con diversos matices. “Tan pronto se le nombra como el conjunto o tipo de imágenes (preferentemente audiovisuales) a través de las cuales los medios de comunicación masiva construyen una realidad videotecnológica paralela al tiempo y espacio reales. Como se le equipara con el concepto de representaciones sociales, cual esquema de aprehensión y construcción mental de la realidad. O igual se asocia a la idea originaria de proyección de imágenes mentales ficcionadas” (Muñoz, 2003: 37). “En el nivel de los discursos sociopolíticos, el término aparece unido a la creación de utopías, o sea, un pensamiento proyectivo, que crea imágenes representables de su creación, anhelo, creación de futuro” (Álvarez, 2001: 10). Los imaginarios sociales, a los efectos de este estudio, dan cuenta del proceso de atribución de significados a elementos que nos son total o parcialmente ajenos, y mediante el cual los sujetos crean, recrean y se apropian de la realidad. La extensión de esta categoría a múltiples áreas de Ciencias Sociales, quizás se deba a su aceptación como postulado que da cuenta del pensamiento social y del contexto socio-histórico que le dio lugar. Esta dimensión, y algunos rasgos que abordaremos posteriormente, hacen que guarde relación con las representaciones sociales.

Organizacional. “Ambos autores, corresponderían tanto a la segunda corriente como a la tercera, pues además de analizar la imagen, incursionan en el campo de lo aplicado” (Trelles, 2002: 47).

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Crónicas de un viaje… A pesar de la heterogeneidad -o quizás por su causa- de enfoques y de campos de estudio que han trabajado los imaginarios sociales, no existe un concepto acabado que aborde con suficiencia los rasgos y funciones de la categoría, ni se ha asentado a su alrededor un corpus teórico sólido. Desde la Sociología, y particularmente desde el estudio de los grupos sociales, se ha definido la categoría imaginarios como “la construcción social (que por medios de símbolos, imágenes, sentidos y significaciones efectúan la aprehensión y el control de su entorno en un espacio-tiempo múltiple), que realizan, difunden y aceptan los miembros de una determinada agrupación (grupo, comunidad, etnia, otros) a partir de la confluencia o el encuentro –a nivel psico-sociológico- de los elementos objetivos y subjetivos principales que caracterizan a dicha agrupación y que pueden definir un sentimiento compartido de pertenencia y diferenciación entre los miembros” (Álvarez, 2001: 25). En la conformación de los imaginarios –al igual que en las representaciones sociales- desempeñan un papel preponderante los elementos micro y macro sociales. Otra similitud entre ambos conceptos radica en su carácter social, en tanto se forman al interior de los grupos sociales. El catedrático español Juan Luis Pintos (2002), confiere a los imaginarios la función de “elaboración y distribución generalizada de instrumentos de percepción de la realidad social construida como realmente existente”. Mientras que la profesora cubana Rosa Muñoz agrega a esta función de recreación de la realidad, la de completamiento y asignación de sentido: “la idea del imaginario social implica, en primer lugar, la doble función de explicar el mundo e inventarlo. Crearlo y recrearlo en círculos. Nombrarlo para hacer que exista, y pretender que se comprende su principio de funcionamiento” (Muñoz, 2003: 40). Al otorgar a los sujetos un rol activo en la reconstrucción y elaboración de la realidad, se suma otra semejanza de los imaginarios con la teoría moscoviciana. Pero existen entre estas categorías diferencias importantes. Las representaciones son una teoría más estructurada y asentada, que brinda elementos para conocer con mayor grado de profundidad el origen, los contenidos, la organización y el funcionamiento del pensamiento social. Por su parte el campo de los imaginarios está más fraccionado, menos explicado, dividido en diversas disciplinas que han hecho de él disímiles usos.

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Crónicas de un viaje… Además, la teoría de las representaciones da cuenta del pensamiento social no sólo como producto –por demás inacabado-, sino también como proceso; mientras que los estudios sobre imaginario social generalmente lo abordan como contenido. 2.6.3. Ideología Las concepciones de ideología y representación social poseen numerosos rasgos comunes. Ambas son manifestaciones del pensamiento social influenciadas por la situación social de los sujetos y tienen entre sus funciones constituir guías para la acción e integrar la novedad a los esquemas preexistentes. Además se establece entre ellas una estrecha interrelación en tanto la ideología tiene gran influencia en la configuración de la representación, mientras que la representación puede modificar aspectos de la ideología. De esta interdependencia se deriva que al estudiar una representación se revelan elementos de la ideología subyacente y viceversa. Sin embargo, ambas formulaciones tienen peculiaridades y dinámicas propias. Las ideologías se refieren a procesos de tipo general, menos determinados; mientras que las representaciones requieren de sujeto y objeto de representación: siempre están contextualizadas, ancladas a una situación específica. Quizás ha sido Tomás Ibáñez (Ibáñez, 1988: 59) quien ha ilustrado mejor esta diferencia: “la ideología tiene un carácter de generalidad que la asimila a un código interpretativo o a un dispositivo generador de juicios, percepción, actitudes, etc. sobre objetos específicos, pero sin que el propio código este anclado en un objeto particular. Las representaciones sociales serían como los textos, siempre concretos y particularizados, mientras que la ideología sería como el código que permite producirlos”. Para el estudioso español Darío Páez “Las representaciones sociales son la forma presistematizada o vulgarizada, en el discurso de sentido común, de las ideologías. (…) se trata del discurso ideológico no institucionalizado. Por el contrario, la ideología es el discurso social de legitimación de la hegemonía basada en la división del trabajo y en el lenguaje. (…) La ideología está imbricada con las alianzas de clase, con el estado y con las relaciones sociales: no es sólo un conjunto de representaciones, sino también una serie de instituciones que producen el discurso de legitimación y una serie de prácticas que lo concretan” (1987a: 297).

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Crónicas de un viaje… Tampoco es la representación una construcción lineal a partir de las ideologías, “sino que es una reproducción y una activación de los útiles del conocimiento de sentido común, aplicados a una situación concreta, con una visión estratégica de acción social” (Páez, 1987a: 298). Por ello para conocer a fondo representaciones e ideologías se requiere de investigaciones particulares, pues mediante el estudio de una no se penetra completamente en los contenidos de la otra. 2.6.4. Actitud La teoría de las representaciones sociales ha sido imputada de no aportar elementos que no fueran recogidos ya por el concepto de actitudes. Para referirnos a estas últimas es necesario acotar que han sido estudiadas desde dos vertientes fundamentales: la inaugurada por Thomas y Znaniecki con su estudio sobre el campesino polaco (1918) y que le otorga un matiz más social, y otra, la más extendida, le asigna un marcado carácter individualizante. En la variante más social, se entienden las actitudes como “el aspecto individual (subjetivo) del valor social, caracterizadas por su naturaleza social, al referirse a valores u objetos de origen cultural y al ser compartidas por grupos sociales, quienes se valen de ellas para guiar su comportamiento. De tal modo, junto al énfasis en los aspectos sociales, las actitudes son concebidas como conjuntos o sistemas de creencias, afectos y tendencias de comportamiento compartidos por una grupalidad” (Perera, 2005: 77). Ante esta concepción, parecen desaparecer las diferencias entre actitudes y representaciones. Sin embargo, posteriormente se hicieron reformulaciones del concepto de actitudes que hacían mayor énfasis en su dimensión individual. “A medida que el concepto de actitud se iba configurando como un constructo psicológico, se difuminaba paulatinamente la dimensión colectiva de las actitudes, así como sus condiciones sociales de producción y su estrecha vinculación con las dimensiones estructurales y culturales de la sociedad. La actitud dejaba de ser un concepto útil para estudiar la realidad social y pasaba a ser un instrumento para conocer al individuo, predecir su conducta personal o explicar su relación con los demás” (Ibáñez, 1988: 61). Esta perspectiva ha sido cultivada por importantes psicólogos como Gordon Allport: “Una actitud es un estado mental y neural de disposición, organizado a través de la experiencia, que ejerce una influencia directiva o 91

Crónicas de un viaje… dinámica sobre la conducta ante cualquier clase de situaciones y objetos con los que se relaciona” (1935, cit. por Perera, 2005: 77). Más allá de la postura que se asuma para el estudio de las actitudes, estas no dejan de presentar diferencias con las representaciones. Aunque es cierto que al colocarnos en la segunda posición –la más extendida y estudiada- las divergencias se acentúan dada la naturaleza social de las representaciones y el carácter individualizante de las actitudes, en las que no se brinda demasiada importancia a los aspectos culturales y sociales. Además, en el estudio de las actitudes fue ganando un mayor espacio tanto desde el punto de vista teórico como metodológico la dimensión afectiva sobre la cognitiva. El concepto de representación trasciende al de actitud, en tanto las actitudes presuponen siempre la existencia de un estímulo que las genere, mientras que en las representaciones estímulo y respuesta son una unidad indisoluble marcada por una relación de codeterminación. Es así que Moscovici incluyó la actitud –entendida como predisposición favorable o no al objeto de representación- entre las dimensiones de las representaciones sociales. 2.6.5. Opinión Opinión es otro de los conceptos que guarda relación con el de representaciones sociales. Una opinión constituye una toma de postura frente a un elemento o fenómeno dado; para Moscovici es “una fórmula socialmente valorizada a la que un individuo adhiere y, por otra parte, una toma de posición acerca de un problema controvertido de la sociedad” (1979: 31). En su formación, al igual que en las representaciones, juega un papel importante tanto el contexto, como la experiencia adquirida. Las opiniones también pueden actuar como guías de la conducta, pues el juicio que se hayan creado los sujetos deberá regir su comportamiento. Se considera que son un punto medio entre las actitudes y los estereotipos. Las opiniones se diferencian de las representaciones, en primer lugar, por su nivel de especificidad, por tener carácter más puntual. Además, al igual que las actitudes, implican una reacción ante un estímulo externo.

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Crónicas de un viaje… 2.6.6. Estereotipos Los estereotipos están muy vinculados a las representaciones sociales, pues, en primer lugar, todo estereotipo es una forma de representación. Se trata de esquemas rígidos de conocimiento que se forman a partir de determinada información que es luego generalizada. Es frecuente hacer generalizaciones cuando una representación se está configurando. En la conformación de las representaciones los estereotipos desempeñan un papel importante, en tanto al interactuar con objetos desconocidos las personas tienden a atribuirle las características con las que han asociado a los demás de su clase. Pero contrario al carácter sumamente dinámico de las representaciones, los estereotipos se constituyen como estructuras inmóviles, estáticas, que pueden perdurar intactas por largos períodos de tiempo. 2.6.7. Percepción social Este concepto apunta al proceso mediante el cual se le atribuyen rasgos a determinado objeto, sujeto o fenómeno. “La percepción es descrita como una instancia mediadora entre el objeto exterior y el concepto que de él nos hacemos” (Mora, 2002: 18). Atendiendo a ello los investigadores de este campo suelen coincidir con los teóricos de las representaciones en lo que a objeto de estudio se refiere, lo que ha provocado una sostenida pugna entre ambos grupos. “Es efectivamente cierto que los cognitivistas sociales se centran sobre los procesos cognitivos implicados en lo que hemos venido llamando el «pensamiento ordinario», reanudando así con la misma tradición heideriana que reivindican los estudiosos de las representaciones” (Ibáñez, 1988: 63). A pesar de ello existen discrepancias entre ambas líneas de investigación. A la primera ya hacíamos referencia en párrafos anteriores, se trata del carácter mediador que desempeña la percepción social entre el objeto y su conceptualización, mientras que en las representaciones –como ya hemos señalado- ambas estructuras son intercambiables por la relación de codeterminación que establecen. La corriente de percepción social, se enfoca en los mecanismos sensoriales y en el análisis de las instancias que procesan la información que captamos a través de dichos mecanismos; se obvia así, un punto esencial 93

Crónicas de un viaje… de los intercambios sociales: los aspectos simbólicos, el que sí se reconoce en la teoría de las representaciones sociales. “La representación se refiere a un nivel más profundo [que la percepción social], es aquel que condensa los elementos simbólicos que se articulan sobre un nivel colectivo casi inconsciente” (Rizo, 2002: 26). Los estudiosos de la percepción social olvidan igualmente los procesos que dan origen al pensamiento social, de forma tal que pareciera que este surge de la nada. Además de despreocuparse del origen lo hacen también de sus secuelas, pues ignoran cómo influye y/o determina la realidad.

En resumen, como se ha podido observar, existen diferencias, más o menos notables, entre los otros conceptos hasta aquí expuestos y las representaciones sociales. Se trata pues, de “sistemas cognoscitivos con una lógica y un lenguaje propios. No representan simplemente opiniones acerca de, `imágenes de', o `actitudes hacia' sino `teorías o ramas del conocimiento' con derechos propios para el descubrimiento y la organización de la realidad” (Farr, 1983, cit. por Mora, 2002). Sin embargo, no se trata de negar ninguno de los conceptos analizados, ni de ofrecer un nivel jerárquico donde alguno sea superior, sino que debe ser el investigador quien asuma en dependencia de los objetivos de su pesquisa, el que resulte más conveniente.

2.7. Metodología para el estudio de las representaciones sociales La cuestión de la metodología es una de las que mayores retos supone para los estudiosos de las representaciones sociales. La propia naturaleza de las representaciones, su carácter de producto siempre inacabado y de proceso transformador, atenta contra la posibilidad de plasmarlas en una instantánea que sea duradera en el tiempo. Además múltiples elementos no son verbalizados ante el investigador, muchos no son ni siquiera conscientes: “cuando las personas nos revelan cuáles son sus representaciones mediante sus producciones verbales, no están efectuando la descripción de lo que está en su mente, sino que están construyendo activamente la imagen que se forman del objeto con el cual les confronta las preguntas del investigador” (Ibáñez, 1988: 66). Un sesgo notable constituye el hecho de que las representaciones sean elaboraciones colectivas y sólo se pueda acceder a ellas mediante el discurso de sujetos individuales. Debemos recordar que aunque parten de 94

Crónicas de un viaje… una matriz común –el sistema de representaciones del grupo- cada miembro hace su apropiación particular que puede estar más apegada o más alejada de aquella. Entonces es un lance peligroso, sin dudas, generalizar las representaciones de algunas personas a todo el grupo. Se corre el riesgo además de que la población escogida no sea lo suficientemente representativa de los puntos de vista del conjunto. A estas dificultades se suma la existencia de variadas categorías que agrupa el concepto de representación y que son manifestaciones de esta última. Es decir, que para la investigación de las representaciones se requiere de un diseño metodológico que sea lo suficientemente abarcador para contemplar esos otros conceptos. No obstante el doble carácter producto-proceso de las representaciones, numerosos especialistas privilegian la investigación de una sola de estas áreas, en función de sus objetivos. “Aquellos que se centran en la representación social en tanto que producto sociocultural están guiados por el propósito de investigar un determinado objeto (…) en sus aspectos sociales. También pueden estar guiados por el interés en conocer las diferencias que median entre diversos grupos sociales respecto de dicho objeto. Por otra parte, aquellos investigadores que se centran sobre la representación social en tanto que proceso, suelen estar preocupados por entender, los mecanismos de producción de una determinada representación social, o bien por conocer la forma en que una representación social incide sobre las conductas relacionadas con cierto objeto” (Ibáñez, 1988: 66). En estas investigaciones, la teoría de las representaciones sociales adquiere un carácter puramente instrumental en tanto funciona como vía para acceder a la representación de cierto objeto social relevante. Existe un tercer caso, y es el de aquellos que toman un objeto y estudian su representación social sólo como un pretexto para aproximarse a cómo se originan, estructuran y/o funcionan las representaciones. Por ejemplo, la obra fundacional de Moscovici, cuyo interés principal no era conocer los contenidos de la representación social que sobre el Psicoanálisis tenían los franceses de la época, sino, basándose en un tema muy interesante, desarrollar y dar a conocer su teoría. Sería ideal poder acceder a todas las manifestaciones de las representaciones en su riqueza subjetiva y social, pero como hemos visto, es imposible. Entonces la alternativa más viable es recurrir a las producciones verbales, a los discursos de los sujetos y a partir de ellos

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Crónicas de un viaje… determinar si efectivamente existe representación y privilegiar uno u otro componente de la misma, en dependencia de nuestros intereses. Los investigadores de las representaciones han desarrollado variados enfoques para su estudio. Así, por ejemplo, Jean-Claude Abric y sus colaboradores privilegian diseños metodológicos de corte positivista donde abogan por ecuaciones matemáticas y validaciones estadísticas. Otra perspectiva es la inaugurada por el propio Moscovici, en la que no se establecen reglas rígidas, sino que se sugieren principios generales. Conociendo la naturaleza de las representaciones y lo difícil que se hace captarlas, su autor recomienda el cruzamiento de variadas técnicas para tratar de recoger la mayor cantidad posible de información. Para ello, desde la metodología cualitativa, Moscovici se apoya en entrevistas en profundidad, análisis de contenido y del discurso, cuestionarios abiertos y observación participante. Por su parte, Jean-Pierre Di Giacomo ha desarrollado un método denominado «análisis de correspondencias». Consiste en la elaboración de una serie de palabras-estímulo que giran alrededor del objeto que se pretende estudiar. A partir de ellas los entrevistados hacen asociaciones obteniéndose nuevas palabras: “Se desemboca de esa forma en la constitución de «diccionarios de asociación» que pueden considerarse como representativos del «campo semántico» de cada palabra-estímulo (…) El paso siguiente consiste en recurrir al análisis de correspondencias para establecer el grado de similitud existente entre los diversos campos semánticos. Este tipo de tratamiento genera unas representaciones gráficas en las que se puede visualizar el grado de solapamiento o de dependencia entre los campos semánticos (…) Así, las palabras que se han asociado con muchos de los estímulos presentados quedan agrupadas en el centro de la representación gráfica, mientras que aparecen agrupadas en otras zonas aquellas palabras que han sido asociadas de forma particular” (Ibáñez, 1988: 67-68). La anterior constituye una forma muy extendida de penetrar en los contenidos y la estructura de las representaciones. Otra técnica igualmente muy utilizada es la del completamiento de frases. Aquí se trata de construir una serie de estructuras gramaticales sugerentes en torno al objeto de la representación para que el interlocutor las culmine otorgándole sentido. Es una vía útil para abordar la organización de las representaciones en tanto el entrevistado deberá completar las frases en dependencia de su representación social del fenómeno en cuestión. 96

Crónicas de un viaje… También se han empleado los dibujos proyectivos, donde los sujetos del público meta deben esbozar determinados aspectos que se le piden asociados con el objeto estudiado. Para el análisis de estas técnicas se requieren competencias formadas en la Psicología. Atendiendo al tema, los objetivos, los sujetos de la representación y el análisis de la bibliografía consultada, la presente investigación se propone aplicar, desde un diseño cualitativo, un conjunto de técnicas que le permitan el acercamiento a reacciones, gestos, expresiones y a producciones verbales y escritas de los grupos estudiados. Estas técnicas – entrevista, observación participante, análisis de contenido cualitativocoinciden con las sugeridas por Serge Moscovici, y la información obtenida se empleará en un posterior cruzamiento que permita enriquecer el resultado final.

2.8. Trascendencia, críticas y lectura propia de la teoría Aproximarse a los postulados de las representaciones sociales es una tarea ardua. La ambigüedad conceptual defendida por Moscovici ha estimulado a numerosos autores a investigar y hacer aportes a la teoría. Ello la ha enriquecido considerablemente, pero también la ha hecho un área de estudios fragmentada. El principio cohesionador constituye una de las mayores fortalezas de la categoría, y a su vez, uno de los principales ejes objeto de críticas. Sucede, como hemos apuntado en epígrafes anteriores, que las representaciones son una teoría marco, en cuyo seno se agrupan e interactúan conceptos psicológicos, sociológicos, etc. Pero los detractores de las representaciones insisten en que estas no aportan elementos nuevos, sino que son redundantes con conceptos como actitud o ideología. Si bien no coincidimos con esta afirmación42, reconocemos que los límites entre algunas de estas definiciones no son demasiado evidentes, lo que puede favorecer posturas contrarias a la teoría. Otra señal de alerta se ha colocado sobre el supuesto enmascaramiento que las representaciones pueden producir de las realidades sociales. Se afirma que dado su carácter consensual estas actúan como ideologías conservadoras que pueden esconder la situación agónica de una determinada sociedad legitimando y perpetuando el estado de cosas. 42

En el epígrafe 2.6. nos referimos a las diferencias de las representaciones sociales con otros conceptos afines. 97

Crónicas de un viaje… Pero sucede que las representaciones son construidas por el propio grupo y en ellas sí se da lugar a los elementos de disenso, lo que contribuye a sedimentarlas. Aunque no se puede negar que aspectos como la ideología dominante y el lugar que los sujetos ocupan en la estructura social influyen notablemente en esta elaboración conjunta, pero no determinan ni imponen la representación pues “las producciones ideológicas disfrutan de cierta autonomía. Si ciertos componentes ideológicos nacen de la propia actividad desplegada por los agentes sociales y evolucionan a partir de una dinámica que les es propia, nada impide considerar que también las representaciones sociales pueden desarrollarse a partir de una dinámica que encuentra gran parte de sus fuentes de determinación en el propio grupo que las genera” (Ibáñez, 1988: 73). Un elemento para tener en cuenta es que se han descubierto representaciones sociales contrarias sobre un mismo objeto en diferentes grupos de una sociedad. Este factor niega también la supuesta función de las representaciones de homogeneizar a los individuos y de encubrir las realidades que no son funcionales a la ideología dominante. A estas críticas se suman las de otros autores, que se preguntan si son realmente las representaciones sociales los mecanismos que guían la conducta de los individuos. Explican que los sujetos modelan sus posturas de acuerdo con los diferentes contextos que se presentan en su vida cotidiana, entonces no tendrían una representación de cada fenómeno, sino una para cada situación que se le pueda presentar (Potter y Wetherell, 1987, cit. por Ibáñez, 1988). Efectivamente los factores contextuales influyen en la conducta que las personas asumen, pero no determinan la existencia de múltiples representaciones sobre el mismo objeto, sino que inciden en la manifestación de la representación existente. Los seres humanos somos creativos por naturaleza, así que el tener una representación sobre un objeto no es sinónimo de qué actuaremos mecánicamente en correspondencia con ella, sino que somos capaces de recrearla e incluso de acallarla en dependencia de los intereses individuales y/o grupales. Esto plantea un reto metodológico para la teoría, ya que ni los discursos ni las conductas son suficientemente fiables como único testimonio para reconstruir las representaciones sociales de los grupos. Se cuestiona además la imprecisa definición de grupo que se expresa en la teoría de las representaciones sociales: “¿Cómo se sabe que un conjunto de personas constituyen efectivamente un grupo? Porque comparten cierta representación social. ¿Pero cómo se sabe que un grupo comparte 98

Crónicas de un viaje… efectivamente una representación? Porque se excluye del grupo todos aquellos elementos que no comparten esa representación” (Potter y Wetherell, 1987, cit. por Ibáñez, 1988: 73). Las interrogantes anteriores plantean una problemática de primer orden porque abren la posibilidad de que todos los miembros de un grupo no compartan la misma representación, entrando en contradicción con uno de los postulados básicos de la teoría. Pero Tomás Ibáñez responde a esta crítica planteando una flexibilización en el modo de entender las representaciones: “no significa que todos los componentes del grupo tengan que compartir la representación social exactamente en el mismo grado, ni tampoco que no puedan existir excepciones aisladas. El hecho de que varias personas compartan la misma representación no implica que cada una de ellas reproduzca una copia exacta de la misma” (Ibáñez, 1988: 74). Como ya se ha visto, el propio Moscovici trata de resolver la polémica referente al grado de consenso en torno a las representaciones sociales a través de su clasificación en hegemónicas, emancipadas y polémicas. ¿Cuándo estamos ante un grupo? Es ese uno de los principales cuestionamientos que hacen a los teóricos de las representaciones, no sólo sus más enconados críticos, incluso muchos seguidores. Tomás Ibáñez (1988) expresa que la cuestión fundamental radica en establecer los criterios de existencia del grupo más allá de la presencia de representaciones sociales, y luego aportar evidencia de que efectivamente, los miembros comparten, en mayor o menor grado, un sistema de representaciones: “El que una representación social no sea compartida por todos no es un dato decisivo mientras se pueda demostrar que, en su conjunto, el sistema de representaciones es suficientemente compartido por los distintos miembros del grupo” (Ibáñez, 1988: 75). A esto se agrega el hecho de que un individuo pertenece a más de un grupo, lo que complejiza la cuestión tanto teórica como metodológicamente. Es evidente que este punto sigue constituyendo uno de los retos fundamentales de la teoría. En el caso de la presente investigación, los grupos seleccionados se definen a partir de su encargo social. Otro asunto de relevancia es la inexistencia de criterios para delimitar la presencia o no de una representación. Como ya hemos apuntado los grupos no poseen representación social de todos los objetos, sujetos y fenómenos que aparecen en su vida cotidiana, sino fundamentalmente de aquellos que son de su interés y con los que interactúan a menudo. Es decir, puede que en algunos casos sólo haya un conjunto de ideas, opiniones e imágenes más o menos estructuradas. Pero delimitar cuando existe una representación y cuando un grupo de juicios está aún 99

Crónicas de un viaje… pendiente. Al respecto los teóricos de la categoría sostienen que sólo cuando existen valoraciones bien organizadas estructuralmente es que se puede hablar de una representación social. No obstante, estos criterios resultan imprecisos e insuficientes. Los problemas de orden metodológico son uno de los temas sobre los que más se ha polemizado en las investigaciones de representaciones sociales. Si bien la metodología expuesta por Moscovici y sus seguidores es muy flexible, no logra dar respuesta a determinados aspectos. Ya nos referíamos al sobredimensionamiento que se hace de las conductas y los discursos de los sujetos como evidencias para reconstruir las representaciones de sus respectivos grupos, lo cual puede obedecer a la escasez de métodos para indagar por otras manifestaciones de las representaciones. También hemos abordado el asunto de la pertenencia de los sujetos a más de un grupo. Además, se han señalado otros problemas como que si bien las representaciones se construyen colectivamente, son estudiadas en los sujetos individuales para luego generalizar los resultados. Esto violenta la idea de la apropiación particular que hace cada persona de la representación elaborada por su grupo de pertenencia. Se impone entonces a los teóricos de las representaciones sociales reflexionar y articular propuestas novedosas ante los numerosos cuestionamientos que se le hacen a la Teoría. No obstante, esta cuenta con una serie de características remarcables a las que nos referiremos a continuación. La teoría de las representaciones sociales emergió con una propuesta que conjugaba lo individual y lo social, en un contexto dominado por las investigaciones que privilegiaban la psicología individualizante. Ese es uno de los aciertos de Moscovici: no ser un continuador más de lo que estaba en boga en la época, al elaborar una teoría revolucionaria en la que se revalorizaba el papel de la sociedad y se seguía teniendo en cuenta al propio sujeto. En el discurso que articula se concede capital importancia al background del individuo: su formación, su bagaje cultural, su experiencia previa, su contexto socio-histórico, su posición social, etc. Cuando expresa la necesidad de analizar el aspecto social conjuntamente con el psicológico, no concibe a los sujetos salidos de la nada, sino como productos de una complicada red de relaciones que se teje sobre ellos desde antes de su nacimiento. 100

Crónicas de un viaje… Moscovici elevó a primer plano el conocimiento de sentido común, espontáneo, natural –o ingenuo, al decir de Heider. Lo sustrajo de su anterior categorización como conocimiento burdo y equiparó su importancia como objeto de estudio al nivel del conocimiento científico. Asimismo asignó relevancia a los contextos conversacionales –estudiados anteriormente por Gabriel Tarde- en tanto fuentes de intercambio y formación de conocimientos, creencias y opiniones. Además reabrió esta perspectiva de investigación para la Psicología Social dada su importancia como contextos privilegiados de actuación de los individuos. A la teoría de las representaciones sociales corresponde el mérito, que hemos apuntado ya, de constituir un principio unificador para varios conceptos como actitud, imagen, percepción social, opinión, etc. Es decir, que otorgó a múltiples categorías inconexas teóricamente hasta su surgimiento, la posibilidad de una perspectiva inédita de abordaje, donde todas se interrelacionan para explicar cómo se origina, se estructura y funciona el pensamiento social. También ha abierto un debate que dura ya más de cuatro décadas en torno a sus contenidos y pertinencia. Estas polémicas han devenido espacios para la reflexión y el encuentro de especialistas de varias áreas. Además, han favorecido la investigación científica y el desarrollo de estudios y teorías, llevando a algunas disciplinas a una superación constante. La flexibilidad y amplitud conceptual que enarbola la teoría de las representaciones sociales ha permitido su asimilación por otras ramas que no fueron las que le dieron origen, dotando así, a campos como la Comunicación Social y la Filosofía, de nuevas formulaciones teóricas para sus investigaciones. Según Denise Jodelet “que la representación social esté situada en la intersección de lo psicológico y lo social, determina un valor heurístico para todas las ciencias humanas. Cada una de estas ciencias aporta un enfoque específico a este complejo concepto. Todos los aspectos de las representaciones sociales deben ser tomados en cuenta: psicológicos, sociales, cognitivos, comunicacionales” (1991, cit. por Mora, 2002). Se trata pues de una teoría amplia, profunda, articulada, que se mantiene abierta a nuevas aportaciones, pero que aún presenta limitantes y aspectos imprecisos. Son necesarias entonces propuestas teóricas que den respuestas a sus múltiples carencias, y diseños metodológicos más abarcadores. 101

Crónicas de un viaje… Aunque el debate entre continuadores y detractores de la teoría sigue siendo intenso, creemos que no se trata de cercenar sus posibilidades de desarrollo, ni de asumir una postura radical en su contra, ni de categorizarla de buena o mala; tampoco de su alabanza a toda costa inspirados por corrientes de moda. Opinamos que lo más atinado es analizarla desde una visión crítica, que nos permita advertir sus limitaciones actuales, así como las posibilidades de investigación que brinda y sus numerosos aportes. Como colofón a este acercamiento a la teoría de las representaciones sociales, veamos algunas tendencias para su abordaje que se han desarrollado en distintas partes del mundo. Al desarrollo de este fenómeno en Cuba dedicamos una mirada más detenida.

2.9. Corrientes internacionales de estudio Al ser publicada en 1961 la teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici, no tuvo una acogida entusiasta en el seno de la comunidad científica. Sin embargo, las postrimerías de la década del ‘60 marcaron un punto de giro en este sentido. Una serie de hechos de gran relevancia social pusieron en dudas a una Psicología Social centrada en las investigaciones intraindividuales y de corte experimental. La llamada "Crisis de la Psicología Social” llevó a repensar teorías, a desarrollar estudios sobre problemáticas acuciantes con métodos de investigación más pertinentes, y a fomentar la interdisciplinariedad (Perera, 2005). En este contexto resurge la teoría de las representaciones sociales. Se vuelve entonces útil herramienta para muchos investigadores que ven en ella una estructura flexible y abarcadora que permite abordar numerosos objetos de estudio. Asimismo se publican nuevas ediciones de El Psicoanálisis, su imagen y su público, la obra fundacional de Moscovici. A partir del interés despertado, estudiosos de diversas partes del mundo se comienzan a reunir en coloquios y congresos para discutir acerca de las representaciones. Estos encuentros resultan muy provechosos en tanto propician el debate –siempre enriquecedor- y regularmente generan publicaciones entorno a la teoría. Muestra de ello son las Conferencias Internacionales de Representaciones Sociales, cuya primera edición se celebró en Ravelo, Italia, en 1992. Desde entonces estas reuniones se han celebrado cada dos años y su sede se ha trasladado a varios países. Así en 1994 se realizó en Río de Janeiro, Brasil; 102

Crónicas de un viaje… en 1996 en Aix-en-Provence, Francia; en 1998 en Ciudad de México; en el 2000 en Montreal, Canadá; en el 2002 en Stirling, Escocia; en el 2004 en Guadalajara, México; y en Roma, la capital italiana en el 2006. Estos encuentros se caracterizan por reunir, en cada ocasión con un tema central diferente, a los especialistas que se encuentran en la vanguardia de los estudios sobre representaciones sociales y a jóvenes investigadores interesados en el tema. Integran el Comité Científico del evento destacadas figuras de los cinco continentes, aunque la mayor representación es de Europa y de América Latina. En el presente año se realizará la novena edición del 30 de junio al 5 de julio en Bali, Indonesia; esta vez la principal cuestión a tratar será “Las producciones alternativas del saber y las representaciones sociales”. Otro aspecto notable de la producción científica del tema, es el creciente número de tesis de licenciatura, de maestría y de doctorado que se refieren a las representaciones. La disciplina marco de estudio ya no es sólo la Psicología Social, de ello da fe este trabajo de diploma. Desde 1992 se empezó a publicar, de forma ininterrumpida hasta la fecha, Papers on Social Representations43, revista anual que se dedica a divulgar –en inglés, francés o español- investigaciones relevantes sobre diferentes aspectos de la teoría. En su Consejo Científico Asesor se distinguen nombres como Serge Moscovici, Denise Jodelet, Jean-Claude Abric, Willem Doise, María Auxiliadora Banchs y Celso Pereira de Sá. Como ya señalábamos, al tratar esta noción es imposible no referirse a su ambigüedad conceptual, la cual Moscovici defendía planteando que dota a las representaciones de flexibilidad para su abordaje al no imponer pautas estrictas que actúen como camisas de fuerza, además de que deja una puerta abierta para que otros investigadores enriquezcan la teoría con aportaciones propias. Así, se han desarrollado diferentes enfoques teóricos que privilegian el estudio de aspectos determinados de las representaciones sociales. Celso Pereira de Sá y María Auxiliadora Banchs (2000) coinciden en señalar tres corrientes fundamentales: la escuela parisina, clásica, inaugurada por Moscovici y cuya continuadora más destacada es Denise Jodelet; la escuela estructural, liderada desde Aix-en-Provence por Jean Claude Abric; y una de corte más sociológico fomentada por Willem Doise en Ginebra. También son importantes los aportes de Wolfang Wagner desde Austria, 43

Todos los números de la publicación están disponibles en la dirección electrónica http://www.psr.jku.at 103

Crónicas de un viaje… Robert Farr en Reino Unido y los españoles Darío Páez y Tomás Ibáñez. Aunque todos los investigadores mencionados hasta aquí radican en el viejo continente, la teoría no es exclusiva de Europa; en Asia y América también ha tomado auge. En Latinoamérica son relevantes los resultados obtenidos en Venezuela y Brasil, donde desde los años ‘80 las investigaciones sobre representaciones sociales han venido tomando fuerza. Es destacable el número de tesis y ponencias para encuentros internacionales que se realiza en estos países, así como los cursos impartidos por los autores más notables de la teoría. Ya mencionamos anteriormente a María Auxiliadora Banchs44 (Venezuela) y Celso Pereira de Sá (Brasil), autores de gran trayectoria y reconocido prestigio en la investigación sobre representaciones sociales. En cuanto a la escuela clásica, Banchs (2000) propone también la denominación de corriente de estudio procesual. Esto se debe a que las representaciones tienen el doble carácter de producto constituido de la elaboración social de la realidad y pensamiento constituyente del propio proceso, dando la posibilidad a los autores, según su objeto de estudio, de centrarse en un aspecto u otro del fenómeno. Mientras que la escuela estructural debe su nombre a su interés por abordar cómo se organizan los contenidos de la representación, la tradición parisina aboga por el mayor énfasis en el proceso y concibe el estudio de las representaciones llevando al unísono tanto la dimensión psicológica como la social. Este enfoque privilegia además la investigación cualitativa mediante el análisis del discurso, las entrevistas en profundidad, los cuestionarios abiertos y la observación participante, lo que favorece la interacción directa con el objeto de estudio. Además de Jean-Claude Abric, la aproximación estructural cuenta con autores importantes como Claude Flament. Estos indagan por las formas en las que se organizan los contenidos de la representación y hace énfasis en los aspectos cognitivos. Han elaborado y desarrollado la teoría del núcleo central, la cual, como se ha visto, sostiene que los contenidos de la representación se estructuran jerárquicamente alrededor de un núcleo central, que es estable, y en torno al cual se forma el sistema periférico, que es más dinámico. Sus diseños de investigación se acercan al positivismo y abogan por las validaciones estadísticas.

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Esta autora tiene el mérito de ser la segunda latinoamericana que en la realización de su tesis doctoral –en 1979- fue asesorada por Serge Moscovici (Perera, 2005). 104

Crónicas de un viaje… María Auxiliadora Banchs, que se clasifica a sí misma dentro del enfoque procesual y hace duras críticas a la corriente estructural, distingue dos diferencias esenciales entre estas escuelas: 

“Un uso claramente distinto del lenguaje que remite en un caso al paradigma socioconstruccionista y en el otro al paradigma positivista45. (…) En el primer caso se trata de describir en toda su riqueza simbólica significados cambiantes, en el segundo se trata de corroborar, clasificar hipótesis, teorías, métodos. Si aceptamos que tanto el método como el lenguaje construyen en parte el objeto que estudiamos, cabe preguntarnos si es lo mismo hablar de prácticas, acciones o praxis que de conductas, si es lo mismo hablar de discurso, de lenguaje, de comunicación que de cogniciones, esquemas, cognemas; si es lo mismo hablar de sentidos, de significados, de símbolos, que de estructuras, de organizaciones, de lógicas” (Banchs, 2000: 3.9).



“Una presencia claramente diferente de lo social en unos y otros” (Banchs, 2000: 3.9). La autora explica que el enfoque procesual contempla el carácter social de las representaciones no como un rasgo más, sino como uno definitorio que se manifiesta en tres aspectos fundamentales: las condiciones de producción, las condiciones de interacción, y las funciones sociales. Agrega que aunque la mayoría de las investigaciones de la escuela estructuralista se acogen en sus inicios a los postulados de Moscovici y Jodelet sobre el aspecto social de las representaciones, no mantiene este enfoque posteriormente ni en el lenguaje que utilizan, ni en los contenidos que describen, en cambio expresan una concepción reduccionista “limitándose a señalar que la condición social de los elementos del núcleo central radica en que ellos constituyen el hard core de la representación y que en ellos se inscribe la memoria social, valores, normas, creencias culturales, etc.” (Banchs, 2000: 3.11).

La tercera corriente, a la que hacíamos referencia, de estudio de las representaciones es la de Willem Doise, que desde Ginebra se aparta del enfoque psicológico y fomenta un espíritu más sociológico. El mayor interés de este especialista no es la representación en sí, sino las circunstancias en las que se elaboran e interactúan. “Para comprender una representación hay que analizar las relaciones que se establecen entre el metasistema social y el universo mental de los sujetos, los cuales se encuentran afectados por la respectiva posición que ocupan en dicho 45

En primer lugar se refiere al enfoque procesual y en segundo al estructural. 105

Crónicas de un viaje… metasistema. La particular pertenencia social de individuos y grupos es determinante en la estructuración de sus representaciones” (Rubira, 2006: 47). Desde el punto de vista metodológico, esta corriente emplea los análisis estadísticos correlacionales. Más allá de la perspectiva desde la que se aborde, existen determinados objetos de estudio recurrentes en la investigación de representaciones sociales. La doctora cubana Maricela Perera de forma muy acertada agrupa estos temas de la siguiente manera (Perera, 2005): 

Ciencia popularizada: Se refiere a aquellas investigaciones que indagan por el conocimiento de sentido común sobre determinadas áreas de la ciencia. Es el caso de la Biotecnología, la Genética o las nuevas tecnologías.



Salud/enfermedad: En este sentido se han abordado temas como la enfermedad mental, la diabetes, el cáncer, el SIDA, etc.; en fin, distintas dolencias que han preocupado a los investigadores. También se han tocado cuestiones sobre la prevención y otras problemáticas que inciden en la salud, como el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción, el aborto, etc.



El desarrollo humano: Se incluyen aquí las temáticas relacionadas con las distintas etapas de la vida humana: la infancia, la adolescencia, la vejez, etc.



El campo educativo: Bajo este nombre se reúnen investigaciones de diversos temas que van desde los estudios de la inteligencia humana y las cuestiones propias de la formación educacional hasta las experiencias pedagógicas que tienen su base en la teoría de las representaciones sociales.



El trabajo: Relacionadas con este asunto se han hecho investigaciones sobre la representación del trabajo en determinados grupos, de figuras profesionales, de la relación trabajo-salud, de las condiciones laborales, etc.



Temas sociopolíticos: En este tipo de investigaciones la tradición latinoamericana ha jugado un papel importante. Engloba una variada gama de aspectos de relevancia como los movimientos sociales, la justicia, la democracia, la paz, la guerra en determinados contextos. Se han abordado además flagelos sociales entre los que se encuentran el

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Crónicas de un viaje… desempleo, la pobreza, la prostitución, la marginación y el trabajo forzado. 

La cuestión comunitaria: Esta área reúne un creciente número de investigaciones sobre problemáticas como la representación de espacios urbanos, del ciudadano y de determinadas comunidades. Incluye además lo relacionado con el medio ambiente y su protección.



Internet y las ciber-representaciones: La apertura de esta esfera de estudio de las representaciones sociales es reciente. Se refiere a las investigaciones relacionadas con la Red, sus usos y su influencia en los sujetos.

2.10. Corrientes de estudio en Cuba En Cuba las investigaciones sobre representaciones sociales no han alcanzado aún la profusión ni el alcance que mantienen en Europa o en determinados países de Latinoamérica. Ello obedece en gran medida a la baja disponibilidad de los textos de los autores clásicos de la teoría en el contexto nacional –los que existen pertenecen mayoritariamente a colecciones privadas y han sido adquiridos fundamentalmente en el exterior. Aunque en los últimos tiempos ha aumentado su número en bibliotecas y centros de investigación, siguen siendo escasos y por tanto, de difícil acceso. También ha influido la falta de espacios para la socialización de resultados y el debate teórico de forma sistemática. Otra circunstancia que atenta contra el desarrollo de la teoría no sólo en el país, sino también en América Latina, es el escaso número de traducciones de los textos insignes al español. La propia revista a la que ya nos hemos referido, Papers on Social Representations, admite artículos en inglés, francés y castellano; pero advierte a los autores que si publicaran en inglés podrían llegar a un mayor número de lectores, dada la amplia difusión de este idioma en el mundo. Es así que los hispanohablantes tenemos acceso a una cantidad reducida de información. Como señala Maricela Perera (2005), incluso el texto fundacional, El psicoanálisis, su imagen y su público, tiene una sola edición en nuestra lengua –realizada en 1979 en Argentina y que consta de apenas 2000 ejemplares. El interés por la teoría de las representaciones sociales surge tardíamente en Cuba, más de 20 años después de haber tomado auge en Europa, y luego de aproximadamente diez de haber sido introducida en Venezuela y Brasil. Fue la década del ‘90 la que marcó el despertar de estos estudios 107

Crónicas de un viaje… en el contexto nacional. En 1998 ocurrió un hecho de suma relevancia: la visita de Denise Jodelet, quien fue invitada por la Universidad de La Habana a la Conferencia “Subjetividad e Identidad”. Desde los inicios de la recepción de la teoría en Cuba, la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana46 ha jugado un papel esencial. En su seno destacados especialistas han realizado trabajos de relevancia, han desarrollado ponencias para numerosos eventos nacionales e internacionales y han asesorado tesis de maestría y fundamentalmente de licenciatura47. Que la teoría de las representaciones sociales comience a ser tratada y tome auge en las facultades de psicología es un hecho predecible, ya que fue precisamente la Psicología Social la disciplina cuna de este campo de investigación y uno de los enfoques teóricos que más fuerza tiene en la actualidad. También se han destacado, aunque de forma menos sistemática, especialistas de diversos centros de investigación adscritos a la Universidad de La Habana, del Centro de Estudios de la Juventud, del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Es imposible no mencionar entonces a Maricela Perera, investigadora del CIPS, profesora adjunta de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana y pionera del estudio de las representaciones sociales a nivel nacional. Tiene el mérito, junto a la también profesora Consuelo Martín, de haber representado a Cuba en varias ediciones de la Conferencia Internacional sobre Representaciones Sociales. Como ya señalábamos, en su tesis doctoral Maricela Perera hace, con una mirada crítica, una sistematización de la teoría de las representaciones sociales, donde incluye un recorrido por la evolución del campo en Cuba, la primera de la que tenemos referencia. Además a ella se debe la introducción en 1994,

46

En su tesis de doctorado Sistematización crítica de la teoría de las representaciones sociales (Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. Ciudad de La Habana. 2005) Maricela Perera expone un listado de algunas de las investigaciones sobre representaciones sociales realizadas en Cuba hasta el año 2004. De los 73 estudios presentados, el 50% corresponde a la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. 47

En la misma investigación, Perera señala que hasta ese momento sólo había identificado la existencia en Cuba de dos tesis de doctorado sobre el tema, mientras que las de maestría sumaban ocho y los trabajos de diploma superaban los 30. 108

Crónicas de un viaje… de las primeras nociones sobre representaciones en la educación superior en el país. La teoría de las representaciones sociales ha comenzado a ser vista en los últimos tiempos desde otras facultades universitarias. Muestra de ello es la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, donde han abordado el tema algunas tesis de diploma como La representación social del ideal del ser humano en la cuentística novísima (1999) de Y. Betancourt y El sistema de atención a ex atletas. Su representación social (2000) de Y. Stable. Mientras que la Facultad de Comunicación de la propia casa de altos estudios ha sido escenario de un creciente número de investigaciones que abordan diferentes objetos de estudio desde la teoría de las representaciones. De las investigaciones que abordan las representaciones sociales como categoría principal de estudio, tenemos noticia que la primera es la de Aymée Plasencia Pons, denominada Acercamiento al estudio de la población de la comunidad Comodoro desde la teoría de las Representaciones Sociales. La estrategia de comunicación participativa como propuesta alternativa. Con este trabajo su autora aspiró al grado de Máster en Ciencias de la Comunicación en el año 2002. Al año siguiente José Ramón Vidal en su tesis de doctorado se acercó a Los estudios sobre los efectos y la recepción de mensajes mediáticos: un análisis crítico de las principales tendencias y escuela. Entre sus objetivos estaba el de precisar la relación que se establece entre la representación social de los medios y su consumo, por lo que se refirió ampliamente al tema de las representaciones sociales. Tras el curso 2003-2004, en el que no se realizaron tesis de licenciatura48, en 2005 se propusieron dos trabajos de diploma que abordaban las representaciones sociales, el de Mónica de la Guardia Durán (La otra cara de la moneda. Una aproximación a la representación social de la ciencia en los estudiantes de la Universidad de La Habana) y el de Yaiset Rodríguez Fernández, Del amor y sus trabas en tiempos de trova, sobre la representación social del amor que expresan en sus canciones los exponentes de la tradición trovadoresca cubana. En 2006, también como tesis de licenciatura, se adentraron en el tema de las representaciones Alena González Prieto, Giselle Leiva Pedraza, Rainer 48

En ese período los estudiantes de quinto año de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana estuvieron insertos en programas sociales y se les exoneró de la realización de trabajos de diploma. 109

Crónicas de un viaje… Rubira García, Yenira Estenoz Pérez y Saylín Martínez Tarrío –estas últimas integraron un dúo de investigación. En el primer caso se trató de un estudio ambicioso (Representaciones Sociales y Dinámicas Comunicativas) donde la diplomante se propuso identificar la relación que se establece entre las representaciones sociales de algunos miembros y la dinámica comunicativa interna de determinadas instituciones, con el fin de generar teoría que contribuyera a la elaboración de una metodología para el estudio y formación de representaciones sociales sobre la organización. Por su parte, Rainer Rubira estudió la representación social de Internet bajo el título de Huellas digitales: una aproximación a la representación social de Internet en grupos de estudiantes de la Universidad de La Habana; Giselle Leiva se acercó a la Representación Social de los creativos independientes en el mercado laboral capitalino; y Yenira Estenoz y Sailín Martínez analizaron la representación del periodismo cubano actual (Éramos tan jóvenes… Una aproximación a la representación social del periodismo cubano actual en los estudiantes de periodismo de la Universidad de La Habana). A estas investigaciones siguió la de Katia Moreno Duménigo en 2007 sobre La Representación Social de la brigada y Dinámica Comunicativa en grupos de estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Esta pesquisa también se trazó el objetivo de generar teoría que contribuyera a la creación de las bases teórico-metodológicas para estudiar la relación entre las representaciones sociales de los miembros y las dinámicas comunicativas que se establecen en las organizaciones. Aunque no de modo central, otros estudios de la Facultad de Comunicación se han acercado igualmente a la teoría moscoviciana. Es el caso de La tierra prometida. De cómo algunos jóvenes habaneros imaginan Cuba: el deseo o la certeza de país, trabajo de diploma de Rosa Muñoz Kiel realizado en 2003. Esta autora indagó por la relación de imagen con otros conceptos afines y sistematizó ampliamente el de representaciones sociales, para integrarlo en su definición de imagen. Tesis de licenciatura posteriores como Cara o cruz: una aproximación a la imagen pública de la Iglesia Católica en Cuba (2005) de Lenier González Mederos y Luis Alberto García Martínez; El hombre en el espejo. ¿Cómo ven al Che los niños de hoy? (2005) de Disamis Arcia Muñoz y “The Cuban doctors”. Un acercamiento a la imagen publicada por la prensa sudafricana (Sunday Times y Mail & Guardian entre 1996-1998 y 20002001) (2006) de Mayreth González Peña, también abordan la relación que se establece entre imagen y representaciones sociales. 110

Crónicas de un viaje…

Nora Gámez Torres en su investigación de 2005 para acceder al título de master abordó La mediación como objeto de estudio de la comunicación: críticas y perspectivas. Sobre la base de uno de los objetivos de su trabajo –clarificar las relaciones que se establecen entre los conceptos de mediación, representación social, ideología y habitus- trató críticamente la noción de representaciones sociales. Teniendo en cuenta que en el momento en que este trabajo de diploma se escribe, otros proyectos de investigación sobre representaciones se llevan a cabo en la propia Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, podemos afirmar que, aunque aún en ciernes, un interés en ascenso por el estudio de las representaciones sociales, como marco conceptual para el abordaje de disímiles fenómenos, desde una perspectiva comunicológica, se va haciendo relevante en este centro. Estas investigaciones realizadas desde la Comunicación Social son en su mayoría trabajos de diploma, que en sentido general se caracterizan por utilizar la teoría de las representaciones sociales para investigar un objeto de estudio determinado y por sistematizar los postulados que han hecho otros autores, pero sin formular aportes teóricos propios. Algunas de estas tesis han contado con la asesoría de psicólogos sociales de experiencia en la materia y otras han abordado la temática de las mediaciones, como parte del enfoque comunicológico que necesariamente deben poseer las investigaciones realizadas desde este campo. Predominan en estos estudios los diseños metodológicos cualitativos y el uso de entrevistas en profundidad, observación participante, grupos focales y revisión bibliográfica. En menor medida se emplean encuestas o cuestionarios, análisis de contenido cualitativo y entrevistas semiestructuradas. Se han empleado en algunos casos técnicas típicas de la Psicología como el diferencial semántico, las asociaciones libres y los dibujos proyectivos.

111

Crónicas de un viaje…

Itinerario

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Crónicas de un viaje… 3. Coordenadas metodológicas 3.1. Problema de investigación ¿Qué representación(es) social(es) del comunicador social poseen en Cuba determinados actores sociales de relevancia para su desarrollo en tanto figura profesional?

3.2. Preguntas de investigación ¿Qué condiciones sociales han rodeado históricamente el desarrollo de los campos académico y profesional de la Comunicación en Cuba (y en consecuencia la construcción de una representación social sobre esta figura profesional)? ¿Qué rasgos han caracterizado de manera general la práctica profesional del comunicador social en Cuba a lo largo de su desarrollo? ¿Cuáles son las principales prácticas comunicativas que intervienen en la formación de la representación social del comunicador social que poseen determinados actores sociales de relevancia para su desarrollo en tanto figura profesional en el país? ¿Qué consensos y disensos existen entre las representaciones sociales de los diferentes actores?

3.3. Objetivo general Caracterizar la(s) representación(es) social(es) del comunicador social que poseen en Cuba determinados actores sociales de relevancia para su desarrollo en tanto figura profesional.

3.4. Objetivos específicos Presentar las condiciones sociales que han enmarcado históricamente la práctica profesional del comunicador social en Cuba (y en consecuencia la construcción de una representación social sobre esta figura profesional). Referir los rasgos que han caracterizado de manera general la práctica profesional del comunicador social en Cuba a lo largo de su desarrollo. 113

Crónicas de un viaje… Identificar las principales prácticas comunicativas que intervienen en la formación de la representación social que sobre el comunicador social poseen algunos actores sociales relevantes para su desarrollo como figura profesional. Señalar los consensos y disensos existentes entre las representaciones sociales de los diferentes actores.

3.5. Premisa La configuración en Cuba de los campos académico y profesional de la Comunicación es un proceso aún en ciernes que tiene su génesis en el rescate formal de ciertas prácticas profesionales como la Publicidad y las Relaciones Públicas hace poco más de 15 años. La labor de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS) y de las instituciones de educación superior destinadas a la enseñanza de la Comunicación Social en pos del reconocimiento del campo ha conllevado a una paulatina concientización en los decisores políticos de su significado y valor social. De ello dan fe recientes normativas como el Decreto No. 281 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (actualización de las Bases Generales del Perfeccionamiento Empresarial)49, que plantea la proyección e implementación de un Sistema de Comunicación Empresarial en las entidades que se encuentran en este proceso en el país50, y las orientaciones del Buró Político del Partido Comunista de Cuba para aumentar la eficacia informativa de los medios, que estimula al diseño de planes de comunicación con medios en los Organismos de la Administración Central del Estado. 49

“El proceso de Perfeccionamiento Empresarial tiene como objetivo garantizar la implantación de un Sistema de Dirección y Gestión (SDG) en las empresas estatales y organizaciones superiores de dirección que logren un significativo cambio organizativo al interior de las mismas y gestionar integralmente los sistemas que la componen. El Perfeccionamiento Empresarial se rige por las políticas del Partido Comunista de Cuba, del Estado y del Gobierno, tiene como objetivo supremo garantizar el desarrollo de un sistema empresarial organizado, disciplinado, ético, participativo, eficaz y eficiente, que genere mayores aportes a la sociedad socialista y que todas las empresas se conviertan en organizaciones de alto reconocimiento social” (Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, 2007: Capítulo I). 50

De un total de 2734 empresas nacionales, 891 aplican el Perfeccionamiento Empresarial para un 32,64% (Pérez Betancourt, 2008 –entrevista). 114

Crónicas de un viaje… Tales hechos, a los que se puede sumar la propia inserción en el mercado laboral de comunicadores sociales egresados del curso regular diurno desde 2005 y de las Sedes Universitarias Municipales, han provocado cierto reconocimiento de esta figura profesional emergente, si bien aún insuficiente en extensión y profundidad.

3.6. Diseño de la investigación Dar cuenta de la representación social del comunicador social en Cuba, comprendida como producto y proceso en que confluyen condicionantes socio-históricas generales y puntuales –relacionadas con la evolución del campo profesional-, dinámicas grupales y subjetividad individual; comprendida además como construcción simbólica enriquecida por las interacciones comunicativas, exige interpretar el fenómeno a partir de su significación para los grupos implicados y, desde luego, en su marco de referencia. Este estudio intenta ser una primera aproximación a la complejidad que caracteriza su objeto. De tal manera, se trata de una investigación descriptiva que, si bien se plantea un análisis multilateral, no creemos –ni pretendemos- que agote completamente tal complejidad. A tales efectos consideramos que un diseño cualitativo puede cubrir los requerimientos metodológicos de esta empresa. El diseño de esta investigación está determinado por un estudio de casos múltiples inclusivo de tipo descriptivo. Por la posibilidad de contrastar las evidencias parciales que brinda la investigación de cada caso, los resultados aportados mediante el empleo de esta estrategia metodológica51 han demostrado generalmente ser más convincentes que los conseguidos a través del estudio de caso único (Rodríguez y otros, 2002). En la investigación en curso la elección de esta estrategia de diseño coadyuva al abordaje del problema de investigación y, particularmente, al establecimiento de las zonas de superposición y divergencia en las representaciones sociales del comunicador social que poseen cada uno de los sectores que constituyen unidades de análisis.

51

Rodríguez, Gil y García (2002) plantean que si bien el estudio de casos es considerado por algunos autores como un método de investigación, a su juicio se trata sólo de una estrategia para el diseño de esta en tanto carece de especificidad –no da cuenta de una disciplina fuente, ni de una tipología de cuestiones en particular que guíen la investigación. 115

Crónicas de un viaje… Tradicionalmente los estudios sobre representaciones sociales han tenido como blanco de análisis las producciones discursivas de los individuos, obtenidas generalmente a través de entrevistas semi-estructuradas o del análisis de contenido en publicaciones. En ambos casos ello responde al presupuesto teórico de que la conversación es la vía a través de la cual se puede inferir las representaciones de un grupo respecto a un objeto dado. A pesar de los riesgos que esta concepción entraña –la comunicación es una construcción en que se pueden omitir elementos, brindar criterios parciales o adecuados a una situación comprometedora- nos adscribimos a tal precepto considerando que un análisis global que haga dialogar los resultados obtenidos en las entrevistas y el análisis de contenido cualitativo de documentos que expresen la “visión oficial” de cada sector sobre el comunicador, con el marco situacional que ofrecemos en nuestro capítulo referencial, permitirá un acercamiento metodológicamente válido al objeto de estudio. Basada en el presupuesto de que el mundo social está compuesto de significados y de puntos de vista compartidos, la etnometodología se establece como el método adecuado para la investigación en curso. “La característica distintiva de este método radica en su interés por centrarse en el estudio de los métodos o estrategias empleadas por las personas para construir, dar sentido y significado a sus prácticas sociales cotidianas” (De Landsheree, 1994, cit. por Rodríguez y otros, 2002: 50). La investigación tradicional en ciencias sociales, particularmente la de raíces positivistas, ha intentado posicionar la objetividad como paradigma y garantía de su validez científica. Esta perspectiva intenta minimizar el sesgo subjetivo, inherente a la presencia del propio investigador en la recogida y análisis de los datos. Al defender un retorno al sujeto de la investigación, el enfoque cualitativo (al que nos adscribimos) refuta esta idea. Aun así, creemos (con el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset) que el hombre es él y su circunstancia, y en determinadas ocasiones, como la presente, el investigador está más comprometido con el objeto estudiado. Como alumnos del curso regular diurno de la carrera de Comunicación Social, nuestra mirada de investigadores es mediada, inevitablemente, por una representación del objeto de estudio (la representación social de la figura profesional del comunicador social) formada desde la Academia. Asimismo, el contacto diario con profesores del centro y el intercambio sistemático con representantes del sector profesional (durante las etapas de práctica pre-profesional y la asistencia a eventos organizados por la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales) inciden en tal sentido. 116

Crónicas de un viaje… La mirada cualitativa que caracteriza al diseño de esta investigación intenta “curar” el efecto de los posibles sesgos derivados de esta situación.

3.7. Categorías analíticas A partir de la definición que realiza Denise Jodelet, entendemos por representación social “el conocimiento espontáneo, ingenuo, que se constituye a partir de experiencias y de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que recibimos y trasmitimos mediante la tradición, la educación y la comunicación social. Este conocimiento socialmente elaborado y compartido es también un conocimiento práctico, pues orienta nuestra conducta, nos permite dominar el entorno, da sentido a actos y fenómenos que acaban por sernos habituales” (s/f, cit. por Muñoz, 2003: 31). El hecho de constituir una particular forma de conocimiento y, a su vez, una estrategia de adquisición y comunicación del propio conocimiento es, a juicio de la investigadora María Auxiliadora Banchs (2000), lo que determina el doble carácter de la representación social como contenido y proceso. Las representaciones sociales están conformadas por tres dimensiones: 

Información: “Dimensión o concepto, se relaciona con la organización de los conocimientos que posee un grupo respecto a un objeto social” (Moscovici, 1979: 42). Es la suma de conocimientos –con sus particularidades en cuanto a cantidad y calidad- que poseen los sujetos sobre el objeto de la representación. Asimismo hace referencia a la fuente de donde proviene la información.



Actitud: “Orientación global en relación con el objeto de la representación social” (Moscovici, 1979: 43). Constituye el componente evaluativo, conductual y motivacional de la representación. Es, por tanto, una guía para la toma de postura y conductas.



Campo de la representación: “Nos remite a la idea de imagen, de modelo social, al contenido concreto y limitado de las proposiciones que se refieren a un aspecto preciso del objeto de representación” (Moscovici, 1979: 44). Expresa la organización del contenido de la representación en forma jerarquizada. Se estructura en núcleo figurativo, la parte de mayor estabilidad, y periferia, más flexible.

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Crónicas de un viaje… Vinculando esta categoría al objeto que nos compete, entendemos que la(s) representación(es) social(es) del comunicador social están conformadas por un conjunto de consideraciones, reflexiones, valoraciones que se estructuran en informaciones, actitudes e imágenes – campo de la representación- en torno a esta figura profesional. Para su estudio proponemos entonces a priori los siguientes indicadores, cuya pertinencia podrá confirmarse o actualizarse a posteriori a partir del análisis de la información obtenida durante la fase empírica de esta investigación (de acuerdo con el procedimiento abierto que asumiremos para su procesamiento): 1. Información 1.1. Fuentes de información sobre el comunicador social 1.1.1. Identificación de la fuente 1.1.2. Variedad de fuentes 1.2. Contenidos 1.2.1. Actitudes del comunicador social 1.2.3. Competencias profesionales o aptitudes del comunicador social 1.2.4. Campos de acción que son asociados al comunicador social 1.2.5. Funciones asignadas al comunicador social en cada campo de acción 1.3. Cantidad de información 1.3.1. Extensión 1.3.2. Profundidad/exhaustividad 1.4. Calidad de la información 1.4.1. Pertinencia/Coherencia 2. Actitud 2.1. Contratación o inserción de comunicadores sociales 2.2. Lugar que le es asignado al comunicador en la estructura institucional 2.3. Contactos con instituciones relacionadas directamente con el comunicador social (Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Asociación Cubana de Comunicadores Sociales) 2.4. Consulta de publicaciones especializadas 2.5. Valoración sobre el rol del comunicador social en la sociedad cubana 2.6. Campo de acción al que se le concede mayor importancia

118

Crónicas de un viaje… 3. Campo de la representación 3.1. Núcleo figurativo (elementos centrales –los más potenciados y recurrentes en los argumentos presentados) 3.2. Periferia (elementos periféricos –contenidos secundarios o subordinados a los elementos centrales. Pueden estar vinculados a determinantes individuales, lo que particularizaría la representación)

Este estudio también se centra en las prácticas comunicativas que intervienen en la formación de la representación social del comunicador social y que definimos como las interacciones comunicativas que se producen a diferentes niveles –interpersonal, grupal y masivo-, que proveen de un marco referencial –cognoscitivo y valorativo- sobre el comunicador social, y que se constituyen en espacios de construcción y socialización de contenidos en torno a esta figura profesional. Entre las prácticas comunicativas que se producen en cada uno de los niveles antes mencionados se establece una relación de retroalimentación. Así las prácticas interpersonales enriquecen a las grupales y éstas, a su vez, influyen en aquellas y en las mediáticas. Por su parte, las mediáticas intervienen en los otros niveles. 1. Prácticas comunicativas a nivel interpersonal 1.1. Intercambios conversacionales con comunicadores sociales 1.2. Intercambios conversacionales sobre el comunicador social 2. Prácticas comunicativas a nivel grupal 2.1. Congresos 2.2. Eventos científicos, comerciales y/o sociales 2.3. Contactos interinstitucionales 3. Prácticas comunicativas a nivel masivo 3.1. Cobertura mediática referida al comunicador social destinada a público global 3.2. Tratamiento mediático especializado (publicaciones especializadas) Estas prácticas serán reconocidas en la medida en que sean explicitadas por los sujetos en sus discursos (vía por la que accedemos a sus representaciones, con las limitaciones que ya hemos enunciado) o puedan 119

Crónicas de un viaje… reconocerse por inferencia a través de la técnica que proponemos para el análisis de la información recuperada durante la fase empírica de esta investigación.

3.8. Unidades de análisis Las unidades de análisis de esta investigación se circunscriben a los sectores académico, decisor político y profesional que constituyen actores sociales de relevancia para el desarrollo del comunicador social en tanto figura profesional en Cuba. La elección de estos grupos sociales responde esencialmente a un criterio de intencionalidad de los investigadores, basado en la evaluación de la relación de influencia que los grupos sostienen con el comunicador social, su formación y ejercicio profesional. Además, las estructuras rectoras de estos sectores a nivel nacional, así como las de mayor significación, se encuentran ubicadas en Ciudad de La Habana, zona geográfica donde se desarrolla el presente estudio. A los efectos de esta investigación, el sector académico es entendido como el grupo social que conforman las instituciones de la educación superior orientadas hacia la formación de comunicadores sociales, y por consiguiente sus profesionales. Por su parte, el sector decisor político constituye otro grupo social, compuesto por entidades y funcionarios vinculados a las altas esferas de poder de la nación que concentran las decisiones más trascendentes y regulan el accionar social influyendo, en este caso, en la configuración y desarrollo de los campos académico y profesional de la Comunicación. Finalmente, en el sector profesional incluimos, por una parte, a la agrupación profesional del gremio de comunicadores sociales y, por otra, al conjunto de instituciones52 y sus directivos o funcionarios.

3.9. Técnicas de investigación Para el levantamiento de información se utilizará la entrevista semiestruturada a expertos o informantes claves, así como la observación

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Aquí identificamos como instituciones a las organizaciones lucrativas y no lucrativas, organismos de la administración central del Estado, organizaciones políticas y de masas, etc.

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Crónicas de un viaje… participante. Para el procesamiento de información será empleada la técnica de análisis de contenido cualitativo. 3.9.1. Entrevista semiestructurada a expertos o informantes clave La entrevista es un proceso comunicativo por el cual el investigador obtiene información de una persona (informante). Convergen en el diseño semiestructurado, como indica su nombre, cierto grado de formalización en el procedimiento y algo de flexibilidad. En el caso de esta investigación, la labor que desempeñan los funcionarios, directivos y académicos seleccionados como fuentes de información (véase el siguiente epígrafe) hace casi imposible otro acercamiento que no sea a través del contacto personal que caracteriza a la entrevista. Técnicas como los grupos focales, que podrían aportar información derivada del consenso grupal mediante la discusión, no habrían sido irrealizables, mas sí difíciles de coordinar53. Para el levantamiento de información a través de esta técnica, proponemos una guía –disponible en el Anexo 1-, que variará en dependencia de otros datos enriquecedores que pueda aportar el entrevistado. 3.9.2. Observación participante La observación se presenta como instrumento imprescindible para complementar la información obtenida con otras técnicas, en tanto “la observación es un procedimiento de recogida de datos que nos proporciona una representación de la realidad, de los fenómenos en estudio. Como tal procedimiento tiene un carácter selectivo, está guiado por lo que percibimos de acuerdo con cierto cuestión que nos preocupa” (Rodríguez y otros, 2002: 151). Ante la posibilidad de que las personas no revelen de forma verbal todas sus reflexiones relacionadas con el objeto de estudio, la observación brinda una vía alternativa para acceder al menos a una parte de esa riqueza de conocimiento. En el caso de esta investigación se impone la observación no encubierta sino declarada, abierta, y en el propio campo de actuación de los 53

El acceso personal a algunos entrevistados resultó bastante difícil. Este hecho nos hizo descartar la posibilidad de un grupo de discusión sectorial (mucho menos intersectorial) que en inicios incluíamos en el diseño metodológico. 121

Crónicas de un viaje… implicados. Será además del tipo participante. Al respecto reflexionan Gregorio Rodríguez, Javier Gil y Eduardo García: “Podemos considerar a la observación participante como un método interactivo de recogida de información que requiere una implicación del observador en los acontecimientos o fenómenos que está observando” (2002: 165). Por otra parte, para el estudio de las representaciones sociales la observación es una técnica prácticamente obligada. El propio Moscovici la ha utilizado de forma recurrente en sus investigaciones y sugiere su aplicación y su posterior cruce con otras técnicas para obtener resultados más ricos. La observación se aplicará en el transcurso de las entrevistas (consúltese la guía en el Anexo 2). 3.9.3. Análisis de contenido cualitativo El carácter cualitativo del análisis de contenido en la investigación social ha estado marcado por un “énfasis en la captación de significados” (Andréu, 2000: 8). “Cuando nos estamos refiriendo al análisis de contenido de un texto –y, en general, de cualquier tipo de expresión- a lo que se está aludiendo en realidad, de una forma un tanto paradójica, no es al texto mismo, sino a algo que estaría localizado fuera de él, y que se definiría y revelaría como su «sentido»” (Andréu, 2000: 8). Quizá sea por ello que el catedrático español Jaime Andréu (2000: 22) defina el análisis de contenido cualitativo como “un conjunto de técnicas sistemáticas interpretativas del sentido oculto de los textos”. Philipp Mayring, destacado investigador alemán, afirma que el análisis de contenido no radica solamente en el contenido manifiesto del material, como su nombre puede sugerir (Mayring, 2000) y nos remite a la idea de Becker y Lissmann (1973, cit. por Mayring, 2000) quienes diferenciaron dos niveles de contenido: el contenido primario, dado por los temas y las principales ideas del texto; y el contenido latente, que aporta la información del contexto. De tal forma, “el análisis de contenido cualitativo se define dentro de este marco como una aproximación de análisis empírica y metodológicamente controlado de textos en su contexto de comunicación, siguiendo reglas analíticas de contenido y modelos escalonados, sin cuantificaciones

122

Crónicas de un viaje… apresuradas” (Mayring, 2000: 2 –trad. pers.)54. Asimismo, el análisis de contenido cualitativo procura preservar ciertas ventajas del cuantitativo, aunque en función de una interpretación más cualitativa del texto (Mayring, 2000)55. El estudioso alemán propone dos maneras de proceder en el análisis de contenido cualitativo vinculadas al establecimiento de las categorías: el desarrollo de categorías inductivas y la aplicación de categorías deductivas. El primero permite formular las categorías en términos del material analizado a partir de procesos de reducción heredados de la Psicología de procesamiento de texto: “La idea principal del procedimiento es formular un criterio de definición, derivado del background teórico y de la pregunta de investigación, que determina los aspectos del material textual a tener en cuenta. Siguiendo este criterio se trabaja el material y las categorías son tentativamente y paso a paso inferidas, revisadas en una retroalimentación circular y eventualmente reducidas a categorías principales y chequeadas con respecto a su confiabilidad” (Mayring, 2000: 4).

54

“Qualitative content analysis defines itself within this framework as an approach of empirical, methodological controlled analysis of texts within their context of communication, following content analytical rules and step by step models, without rash quantification” (Mayring, 2000: 2) 55

Mayring (2000: 2-3 –trad. pers.) enfatiza en cuatro ventajas del análisis de contenido cuantitativo de las que el cualitativo intenta apropiarse: 







Ajuste del material a un modelo de comunicación: debe determinarse en qué parte de la comunicación las inferencias serán realizadas, en aspectos del emisor (experiencias, opiniones, sentimientos), en la situación de la producción del texto, en el fondo socio-cultural, en el texto en sí mismo o en el efecto del mensaje. Pautas para el análisis: el material será analizado paso a paso, siguiendo pautas de procedimiento, siendo dividido en unidades analíticas de contenido. Categorías en el centro del análisis: los aspectos de la interpretación de texto, siguiendo las preguntas de investigación, son llevados a categorías que fueron cuidadosamente establecidas y revisadas en el proceso de análisis (feedback loops). Criterio de confiabilidad y validez: el procedimiento debe ser comprensible para otros, para comparar los resultados con otros estudios –triangulación- y probar ante revisiones su confiabilidad. Para estimar la confiabilidad del intercodificador en el análisis de contenido cualitativo (a diferencia del análisis de contenido cuantitativo) se utilizan sólo miembros entrenados del equipo del proyecto y se reduce el estándar del acuerdo de codificación.

123

Crónicas de un viaje… En el segundo caso, las categorías teóricas previamente establecidas en el diseño de la investigación se hacen dialogar con el texto: “La aplicación de categorías deductivas trabaja con aspectos de análisis formulados y derivados de la teoría, conectándolos con el texto. El paso cualitativo de análisis consiste en la asignación metodológica controlada de la categoría al pasaje del texto (…) La principal idea en este caso es dar a cada categoría deductiva definiciones explícitas, ejemplos y reglas de codificación, determinando exactamente bajo qué circunstancias un pasaje del texto puede ser codificado con una categoría. Esas definiciones de categoría se recogen en una guía de codificación” (Mayring, 2000: 4-5). A nuestro juicio es este último procedimiento propuesto por Mayring el que resulta más adecuado a las características de la presente investigación. La aplicación de categorías deductivas, entonces, se realizará a partir de las siguientes unidades analíticas de texto: 

Transcripciones de las entrevistas efectuadas a expertos o informantes clave



Documentos oficiales producidos por las unidades de análisis (sectores académico, decisor político y profesional) que se relacionen con la figura del comunicador social

La guía de codificación puede consultarse en el Anexo 3.

3.10. Fuentes de información La selección de los informantes reviste características particulares en la investigación cualitativa: “la investigación cualitativa propone estrategias de selección de informantes que suponen una selección deliberada e intencional. Las personas o grupos no se seleccionan al azar para completar una muestra de tamaño n, se eligen uno a uno de acuerdo con el grado en que se ajustan a los criterios o atributos establecidos por el investigador” (Rodríguez y otros, 2002: 135). Para nuestro estudio estos criterios de selección varían de acuerdo a la unidad de análisis. En los sectores académico y decisor político –también en la vertiente gremio del sector profesional- las fuentes de información han sido escogidas en función de la tipología y la relevancia del rol que los sujetos desempeñan.

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Crónicas de un viaje… La presente investigación está ceñida espacialmente a la ciudad de La Habana. La condición de capital de la nación ha provocado a través de los siglos que en ella se concentren no sólo el mayor número de instituciones lucrativas y no lucrativas del país, sino generalmente las más importantes; las estructuras centrales de la dirección del Estado cubano y los centros educativos de mayor tradición, como la cuasi tricentenaria Universidad de La Habana. Si tales motivos hacen que para muchos la ciudad capital sea territorio “privilegiado”, su singularidad propone múltiples escenas comunes a cualquier parte de la nación. A los efectos de esta pesquisa, la especialización laboral y la pluralidad de instituciones habaneras enmarcan las esferas de actuación y los campos de acción tipos del comunicador social. De igual forma, la urbe acoge las estructuras políticas de peso en la regulación macrosocial del campo profesional, así como las entidades docentes rectoras del campo académico. La ciudad de La Habana se configura como el espacio indicado para realizar este estudio. En tanto fuente de información, el sector académico está representado por los profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Este es el centro de enseñanza superior que rige los estudios de la especialidad a nivel nacional y establece las pautas de organización de la carrera. Asimismo, ostenta el mayor número de graduados en Comunicación Social del país, en tanto centro inaugural de la especialidad, lo que da fe de la experiencia y de la preparación de su claustro. Fuentes de información (sector académico)   





Dr. Julio García Luis, Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Dra. Irene Trelles Rodríguez, Jefa de la Comisión de Carrera de Comunicación Social a nivel nacional. MSc. Yanet Toirac García, Jefa del Departamento de Comunicación Social de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (en el momento de la entrevista). Dra. Rayza Portal Moreno, profesora de Comunicación y Sociedad Cubana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Dra. Hilda Saladrigas Medina, profesora de Metodología de la Investigación y Vicedecana docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

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Crónicas de un viaje… 

Lic. Abel Montero Alarcón, profesor de Comunicación e Imagen Corporativa de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

(Los tres últimos profesores representan los campos de actuación del comunicador social educativo y comunitario, de docencia e investigación, e institucional, respectivamente56.) Asimismo, consideramos como fuentes de información los Planes de estudio de la carrera de Comunicación Social –Plan C (perfeccionado) y Plan D-, donde se expresa (debe expresarse) la representación institucionalizada de esta figura profesional. El sector decisor político, como fuente de información, será comprendido por los funcionarios del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) que por su cargo y funciones están vinculados al desarrollo de los campos académico y profesional del comunicador social. El Departamento Ideológico ha intervenido activamente en las formulaciones y replanteamientos que ha experimentado la carrera desde sus inicios. Además, dado el matiz ideológico que caracteriza la labor profesional de los comunicadores sociales, éste se ha encargado anualmente de la ubicación de los egresados para la realización de su servicio social –incluso cada año algunos graduados se incorporan a esta estructura a solicitud de la misma. Desde el punto de vista político, el Departamento Ideológico concentra el máximo poder de decisión en las normativas que enmarcan a nivel macro el sistema de comunicación pública cubano –incidiendo significativamente en las regulaciones de la programación mediática, la Propaganda Política y la Publicidad, entre otras áreas profesionales. Asimismo, comprendemos en este sector al Grupo Nacional de Perfeccionamiento Empresarial, entidad subordinada al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, que recientemente aprobó la inserción del Subsistema de Comunicación dentro de las bases de este proceso.

56

Estos campos se corresponden con los campos de actuación del comunicador social definidos institucionalmente para el egresado de esta carrera, y enunciados en el esbozo del más reciente Plan de Estudios D (aún en proceso de aprobación). No se tiene en cuenta el perfil de Comunicación Mediática debido a que este aún se encuentra en proyecto y el claustro no ha tenido experiencias anteriores en tal sentido. 126

Crónicas de un viaje… Fuentes de información (sector decisor político) 

 

Lic. Rolando Alfonso Borges, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC. (Entrevista realizada vía correo electrónico por imposibilidad de acceso personal a la fuente.) Coronel Armando Pérez Betancourt, Jefe del Grupo Ejecutivo Nacional de Perfeccionamiento Empresarial. MSc. Elsa Agüero, funcionaria del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC que atiende a la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

De igual forma, incluimos entre estas fuentes los documentos: “Orientaciones del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba para incrementar la eficacia informativa de los medios de comunicación masiva del país” y el Decreto No. 281 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (actualización de las Bases Generales del Perfeccionamiento Empresarial). Ambos apuntan (más explícita o implícitamente) a la visión oficial de este grupo con respecto a los campos de acción del comunicador y las funciones que le son asignadas.

Por su parte, el sector profesional ha sido concebido en dos direcciones: los empleadores –grupo de instituciones que constituye el mercado laboral del comunicador social- y la agrupación profesional del gremio, a saber, la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS). Esta resulta relevante en tanto representa los intereses de sus afiliados ante otros grupos sociales y desempeña una labor proselitista en pos de la legitimación social del campo profesional. Además, aunque los estatutos de la ACCS no podrían considerarse como políticas de comunicación, constituyen un esfuerzo en la autorregulación de la práctica profesional. A estos elementos se suma el rol que, junto a la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, la Asociación ha desempeñado en el desarrollo de la carrera. Los empleadores son los máximos decisores en las esferas de actuación del comunicador, pues determinan a nivel micro las funciones que a este le son asignadas. Las especificidades de cada institución y la dinámica cotidiana facilitan su constante interacción con el entorno profesional, lo que coadyuva al surgimiento de necesidades particulares que pueden tener respuesta en el accionar del comunicador. Por tanto, los empleadores pueden constituir termómetros para determinar nuevas exigencias en la práctica profesional del comunicador. Sin embargo, las instituciones cubanas han manifestado una tendencia a no valorar en su 127

Crónicas de un viaje… totalidad el papel de este profesional en su seno, pero requerimientos recientes como el proceso de Perfeccionamiento Empresarial, y particularmente la inserción del Subsistema de Comunicación en este, han provocado un replanteamiento al respecto y la necesidad, al menos formal, del comunicador. Fuentes de información (sector profesional) ACCS  

 

MSc. Rosa María Pérez Gutiérrez, Presidenta Nacional de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales. MSc. Rebeca Galán, Miembro del Comité Asesor de la Presidencia Nacional de la ACCS y Presidenta Nacional de la misma entre los años 1991-2007. Lic. Ángel R. Hernández Gómez, Presidente del Círculo de Investigadores de la Comunicación y la Mercadotecnia. Dr. Julio García Luis, miembro de la Presidencia Nacional de la ACCS.

En el mismo sentido, entendemos pertinente considerar los Estatutos y el Código de Ética de la ACCS entre las fuentes de información del sector, teniendo en cuenta cuán relevantes pueden resultar al explicitar el perfil –profesional y ético- que se espera en los asociados a esta organización.

Para la vertiente empleadores de este sector hemos seleccionado una representación de funcionarios de instituciones de la capital, las que dan cuenta, por una parte, de su pluralidad tipológica en tanto esferas de actuación –Organismos de la Administración Central del Estado (OACE), entidades lucrativas y no lucrativas, instituciones docentes, comunitarias, educativas, medios de comunicación masiva, organizaciones políticas y de masa- y, por otra, de los campos de acción del comunicador social establecidos por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en su diseño del Plan de Estudios D para la carrera de Comunicación Social –Comunicación Institucional, Comunicación Educativa y Comunitaria, Gestión de Comunicación Mediática y Docencia e Investigación- donde potenciamos el campo institucional, por ser el históricamente privilegiado.

128

Crónicas de un viaje… Empleadores      

MSc. Rafael Bell, Director de Colaboración del Ministerio de Educación (MINED). Lic. Ángel R. Hernández Gómez, Director de Mercadotecnia de la Corporación CIMEX S.A. Dr. José Ramón Vidal, Coordinador del Programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr. MSc. Abel Ponce, Vicedirector de Ciencia del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. MSc. Alejandro Castañeda, Director del Canal Educativo 2. Cro. Yohanier Sierra Infante, Organizador del Secretariado Nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).

129

Crónicas de un viaje…

El camino desandado

130

Crónicas de un viaje… 4. La Comunicación Social en Cuba –apuntes sobre la configuración del campo El campo de la Comunicación Social abarca diversas y variadas prácticas, algunas emergentes, otras con una tradición más asentada. Este es el caso del Periodismo, la Publicidad y las Relaciones Públicas, las prácticas pioneras del campo y, quizás por ello, las más reconocidas. Así, el presente esbozo de la trayectoria histórica de la Comunicación Social en Cuba y del proceso de profesionalización que la ha acompañado, sitúa sus comienzos en los orígenes de estas actividades en el país. La propia historia al ser contada exige que se le divida al menos en tres etapas fundamentales, cuyos inicios están dados por grandes transformaciones que han tenido lugar en la Isla y que han supuesto cambios a nivel macrosocial; estos han influido en los modos de hacer y entender las prácticas de la Comunicación Social. La presente investigación, si bien comprende epistemológicamente el Periodismo como parte del campo de la Comunicación Social, concentra su atención en las otras esferas del campo que ya hemos enunciado. Este sesgo está dado por la exclusión institucional del periodista de la denominación comunicador social, a partir de la bifurcación en el año 2000 de la especialidad en dos carreras autónomas: Periodismo y Comunicación Social. Tal hecho ha quedado refrendado tanto en el campo académico –el Plan de Estudios C (perfeccionado) es muestra de ellocomo en el profesional –en la nomenclatura de las asociaciones profesionales de ambos sectores57, por ejemplo.

4.1. De los orígenes a la época dorada del campo profesional En Cuba los antecedentes del campo profesional de la Comunicación Social se remontan a fines del siglo XVIII, vinculados fundamentalmente al Periodismo y en alguna medida a la Publicidad. En 1790 apareció El Papel Periódico de La Havana58, primera empresa periodística de relevancia en el país, a la que siguieron intentos similares a lo largo del siglo XIX, como El 57

La agrupación gremial que reúne a los profesionales de la Comunicación Social –entendidos como los profesionales del resto de las áreas de la Comunicación al margen de los periodistas- se denomina Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS); mientras, la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) es la organización que acoge a los profesionales del Periodismo. 58

Aparentemente en 1764 había surgido la Gazeta de La Havana (Romero, 2006), pero no se conservan pruebas testimoniales al respecto. 131

Crónicas de un viaje… Diario de La Habana y El Diario de La Marina. En estas publicaciones aparecían anuncios promocionales que constituían intentos aislados de instituciones o personas por dar a conocer determinado producto, servicio o suceso; por lo que resulta imposible hablar de una práctica publicitaria profesionalizada para ese entonces. A inicios del siglo XX la Publicidad tomó auge en Cuba, a raíz de la creciente introducción de productos norteamericanos y de su consecuente promoción. En 1916 se creó el Havana Advertising Club, que posteriormente se integró a la asociación internacional Advertising Clubs of the World. Los años ‘20 llegan a la Isla de la mano de la radio y del florecimiento de publicaciones seriadas, donde encontraron espacio anunciantes de diversa índole. Para esta fecha aún se encargaban mayoritariamente de la actividad publicitaria trabajadores de los propios medios, en los que se insertaban promociones institucionales, de productos y de servicios; es decir, que no había ocurrido el desgaje masivo de profesionales que se especializaran exclusivamente en la Publicidad. Las Relaciones Públicas, por su parte, se desarrollarían de manera esporádica desde fines de esta década. Un ejemplo de ello es el caso del premio periodístico “Justo de Lara”, creado por la tienda “El Encanto”. Este hecho se considera como “un acontecimiento que sucede con bastante frecuencia en las empresas de cierto prestigio como forma de legitimar su nombre y con ello atraer al sector periodístico en busca de publicity” (Socarrás, 2006: 113). En 1935, a raíz de la fuerza que tomaba la Publicidad, surgió la Asociación de Anunciantes de Cuba (AAC). Esta organización tenía a su cargo la representación de aquellas empresas con inversiones en el sector. La AAC no tuvo un carácter gremial; entre sus acciones estuvo la introducción de una serie de mejoras en las técnicas comerciales. Se le debe la periodicidad de la realización de las investigaciones de audiencia, fundamentalmente de los surveys. “Mejoró los estilos de dibujo comercial y diseño de envases; estimuló el arte de decoración de vidrieras comerciales. La psicología experimental, investigación de mercados y métodos estadísticos, recibieron un buen impulso bajo los auspicios, en conferencias, concursos y orientaciones, de la AAC” (López, 2002: 401). La década del ‘50 del siglo pasado marca un punto importante en el desarrollo de la práctica profesional de la Publicidad y las Relaciones Públicas. Las condiciones sociales imperantes en el país, especialmente las 132

Crónicas de un viaje… económicas, así lo permitieron. Se trata de un decenio que nace bajo el segundo gobierno auténtico, el de Carlos Prío Socarrás. Este, como Ramón Grau San Martín, no haría más que deslegitimar la denominación de su partido –lo de auténtico era por considerarse “genuino” continuador de la obra del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí. En sentido general su gobierno repetía una fórmula a esas alturas bien conocida: responder a los intereses de la oligarquía nacional asociada al capital norteamericano y entreguismo político a Estados Unidos. Las elecciones del año 52 se acercaban, cuando el 10 de marzo Fulgencio Batista protagonizó un golpe de Estado. Batista instauró una dictadura caracterizada por su política reaccionaria y proimperialista. En tal sentido apoyó las demandas del capital exterior, lo que perpetuaba la crisis económica en que se encontraba Cuba desde las primeras décadas de la República Neocolonial. No es de extrañar entonces que la práctica sistemática de las Relaciones Públicas en el país –aunque no siempre se desarrollaran bajo ese nombretuviera como escenario las grandes compañías norteamericanas que radicaban en la Isla –fundamentalmente las de hidrocarburos como la Shell y la Esso- y otros grandes consorcios cubanos, incluidas empresas mediáticas como la CMQ o establecimientos comerciales como “El Encanto”. La gestión promocional de estas instituciones, influida notablemente por las escuelas de management estadounidenses, comenzó a preocuparse por el logro de una buena voluntad en el ámbito interno y externo a la empresa, aspecto que no descuidaba intereses económicos. Es esta también la época del llamado “boom publicitario”, en la que se usa a la Isla como laboratorio para la prueba de diferentes productos norteamericanos. Ello conlleva a que proliferen agencias publicitarias y a que muchas de las grandes compañías estadounidenses que llegan a Cuba creen sus propios departamentos y equipos de Publicidad –las empresas punteras en este proceso fueron Crusellas y Sabatés, seguidas por la Gravi, otro gran consorcio jabonero. Aunque para un gran número de pequeños negocios fue mucho más rentable continuar contratando los servicios de las agencias publicitarias. La proliferación de estas agencias y departamentos especializados va siendo muestra del proceso de profesionalización de esta “ocupación” publicitaria en nuestro país. Tales agencias, en la Cuba de los años ‘50, operaban apegadas al modelo norteamericano. Se caracterizaban por su estricta organización y especialización por áreas. En ellas ocupaba un espacio de gran 133

Crónicas de un viaje… importancia la investigación mediante los llamados surveys. Algunas de las mayores agencias que existieron en la Isla fueron la Guastella, la Mc Cann Ericsson59, la Siboney, la Organización Técnica Publicitaria Latinoamericana (OTPLA), la Soria y Ruiz, etc. También hubo agencias pequeñas, incluso conformadas por un solo individuo que hacía y gestionaba una cantidad increíble de asuntos. La irrupción de la televisión en esta misma década, puso a disposición de la Publicidad un nuevo lenguaje donde se podía combinar imagen en movimiento y sonido, y que atrajo de inmediato la atención de disímiles anunciantes. Como sucedió primero en la radio, en la televisión fueron tomando fuerza los espacios patrocinados por determinadas empresas. Quizás el caso más típico sea el de los dramatizados, financiados por empresas de artículos de higiene como Colgate-Palmolive (representada en Cuba por Crusellas) y Sabatés (filial de Procter & Gamble). Otras compañías, como Gillette y Standard Oil, tenían sus espacios promocionales en los programas deportivos o en los dirigidos al sector más culto, fundamentalmente. Al esplendor de la práctica publicitaria en Cuba durante los años ‘50 contribuyeron importantes figuras del mundo cultural, como los escritores José M. Carballido Rey, Marcos Behmaras, Iris Dávila y Raúl Aparicio –quien luego ganó el Premio Casa de Las Américas-; los directores de televisión Roberto Garriga, Ernesto Casas y José A. Caíñas Sierra; diseñadores como Raúl Martínez, Guillermo Menéndez, y Sergio Ruiz; fotógrafos de la talla de Korda; músicos como Bebo Valdés, Eduardo Saborit o Ñico Saquito; cantantes como Benny Moré, Celia Cruz y Ramón Veloz; y poetas de la altura del Indio Naborí (Muñiz, 2003). El 24 de febrero de 1954 se fundó la Escuela Profesional de Publicidad60 –que se oficializó al año siguiente- atendiendo a la Ley No. 10 de 1946 que obligaba a la obtención de algún título académico para el ejercicio de determinadas profesiones que no se estudiaban en la Universidad de La Habana. Así, el disperso gremio de publicitarios cubanos creó la institución académica que otorgaba el título de Profesional Publicitario. Se trataba de legitimar de este modo la profesión mediante la necesidad de que los 59

Encontrada también en la bibliografía como McCann Erickson.

60

Esta no constituyó el primer centro educacional establecido en Cuba para la enseñanza de la Comunicación Social, ya que desde 1942 se había creado la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling. Nuestro país fue la cuarta nación latinoamericana, antecedida por Argentina, Brasil y México, en contar con una institución de este tipo.

134

Crónicas de un viaje… especialistas que la desearan cultivar se vieran obligados a presentar un título que los acreditara como tales, de consolidar el monopolio sobre el campo y evitar el intrusismo de otros profesionales, además de acercar a los profesionales del campo a la producción teórica en torno al mismo, a los métodos y técnicas diseñados para la investigación, etc. El diseño del plan de estudios de la Escuela Profesional de Publicidad se conformó a partir de dos cursos introductorios, cuatro básicos y dos para la especialización –en el caso de Prensa y de Radio y Televisión, pues Investigaciones contaba con tres cursos de especialización. Estas tenían materias en común como Psicología –aplicada a las particularidades de cada caso- y Legislación publicitaria. A su vez existían asignaturas propias de cada ámbito (Benítez, 1984): Prensa  Redacción de textos para medios impresos  Producción gráfica  Investigaciones de medios publicitarios  Redacción de textos de prensa Radio y Televisión  Producción radial  Redacción de textos de radio  Investigaciones de medios publicitarios  Administración de ventas  Promoción  Comunicaciones y Propaganda  Métodos de estadísticas Investigaciones  Investigaciones de mercadismo  Investigaciones de medios publicitarios  Métodos de estadísticas  Investigaciones de Opinión Pública En este instituto impartieron clases numerosos especialistas de la época. De su primera graduación emergieron 13 profesionales de la especialidad de Radio y Televisión, 10 de Investigación y cinco de Prensa. Como se ha podido apreciar, el grado de desarrollo y de complejización de la práctica profesional era el propicio para el surgimiento de agrupaciones que reunieran a los trabajadores del gremio. De este modo surgieron la Asociación de Agencias de Anuncios (AAA, o Triple A, como también se le 135

Crónicas de un viaje… conoció) y la Asociación Nacional de Profesionales Publicitarios (ANPP). Estas no fueron las únicas que aparecieron, pero sí las que más relevancia alcanzaron y las que lograron concentrar un mayor número de profesionales. Otra institución del mismo carácter que se creó en esta época fue la Asociación de Dibujantes Publicitarios de Cuba, que editaba la revista Arte y Publicidad. La AAA tenía la función de reunir y representar a los dueños de las agencias publicitarias. Esta sociedad manifestaba un marcado carácter elitista pues no actuaba a nombre de todos los profesionales del sector, sino apenas de los propietarios de las agencias, que eran, por lo general, los más poderosos económicamente. Por su parte, la ANPP se constituyó en 1955 y brindó gran ayuda a la Academia de publicitarios mediante las conferencias de sus miembros, por ejemplo. Ambas asociaciones tenían la función de organizar, junto a la AAC y los dirigentes de la Escuela Profesional de Publicidad, el Festival de la Publicidad. Este era un evento en el que participaban especialistas de todos los sectores de la industria publicitaria con el pretexto de otorgar premios a los programas, artistas y anunciantes más destacados en el año. Según Oscar Luis López, la autenticidad de estos galardones era discutible, y las ceremonias de entrega devenían eventos de la alta sociedad: “cena lujosa, finos licores y el cadencioso ritmo de baile en la pista de Tropicana” (2002: 401). Otro aspecto importante, el papel que estas asociaciones gremiales debían desempeñar como reguladoras de la práctica profesional publicitaria, no fue tal. Dicha función, que debía realizarse a través de un código de ética o de su participación en formulación de proyectos de leyes en tal sentido fue desempeñado casi siempre por los medios de comunicación de la época61. Las regulaciones a la inserción de anuncios en medios estaban dadas por la Ley de Radiodifusión de la República de Cuba de enero de 1953, que no normaba exclusivamente la actividad publicitaria, pero dado su alcance incidía en aspectos como el tiempo de transmisión invertido en Publicidad, la tarifa de los anuncios, la interrupción de programas por cuñas publicitarias, y lo relacionado con el respeto a las buenas costumbres, la decencia y la moral nacional.

61

Algunos anunciantes llegaron a tener tal poder, que diseñaron políticas de programación en sus propios medios, donde el contenido publicitario alcanzó niveles desproporcionados. 136

Crónicas de un viaje… La década del ‘50 también marca los primeros pasos para la profesionalización de la labor de Relaciones Públicas. A la toma de conciencia por parte de determinadas empresas sobre los beneficios comerciales y comunicativos que posee el desarrollo de acciones dirigidas a explotar su función social –al margen de la actividad económica, pero que tributa a ella-, se sumarían la regularización de estas acciones, la contratación de personal que se desempeñase como ejecutivo o asesor de tales prácticas, y, como consecuencia de las anteriores, cierta legitimación en un segmento del mercado laboral –grandes empresas norteamericanas y algunas firmas cubanas- de una figura profesional que realizaba una labor diferente grosso modo a la del publicitario. Es en este punto del desarrollo de dicha práctica comunicativa que se crea, en 195662, la Asociación Cubana de Ejecutivos de Relaciones Públicas (ACERP). “La sola existencia de aquella asociación constituye un argumento irrebatible del desarrollo de la profesión en tan lejana fecha” (Piedra, 2005a: 11). Sin embargo, la ACERP no surge sólo como resultado de la evolución antes descrita. A este hecho se añade la preocupación de unos pocos interesados en proveer a la disciplina de un corpus teórico propio y, de alguna manera, frenar el “intrusismo profesional” de ciertos practicantes con profesiones de perfiles afines -como los publicitarios o los periodistas- y en el peor de los casos, de especialidades nada parecidas. La ACERP, con sede en el edificio de Radiocentro, fue sin dudas una asociación de marcado carácter elitista, y no porque preconizara la lucha contra el intrusismo profesional y por la autonomía de la disciplina, sino por la exclusividad que caracterizó a su membresía, resultado de un riguroso proceso de selección. Basta señalar que sólo podían ser miembros activos aquellos que contaran con cinco años de trabajo en la profesión. La Asociación se propuso “promover el fomento y desarrollo de la ciencia y el arte de las Relaciones Públicas en Cuba” (Estatutos de la ACERP, en Socarrás, 2006). En tal sentido ejecutó varias líneas de trabajo: lo que podríamos llamar actividad teórica, en la que destacan una serie de conferencias que impartirían sus miembros en diversas instituciones 62

En su investigación sobre el desarrollo de las Relaciones Públicas en La Habana entre 1956-1960, Annelis Socarrás (2006) plantea que la constitución de la ACERP se produce el 15 de noviembre de 1956, mientras Mario Piedra, coordinador del Manual de Relaciones Públicas (Editorial Félix Varela. La Habana. 2005) en su artículo “Las Relaciones Públicas en Cuba” señala como fecha de fundación el 11 de octubre del mismo año. 137

Crónicas de un viaje… educativas nacionales –algunas de ellas serían distribuidas en formato impreso, radial y televisivo-; el establecimiento de vínculos de intercambio y cooperación con algunas de sus homólogas en el extranjero; y la labor en función de la conformación de una colegiatura de la disciplina. Quizá el hecho más significativo de la acción de la ACERP en tal sentido fue la publicación del libro Relaciones Públicas, de Arnaldo Sehwerert en 1958. En él “se recoge el pensamiento científico de los profesionales de la época, convertido en una especie de libro de cabecera o manual práctico para los relacionistas públicos cubanos de esos años (…) En 183 páginas se descubre la teoría propia de las Relaciones Públicas cubanas tal como eran vistas en los años ‘50, sus peculiaridades y principales tendencias a la hora de adaptar al contexto de la Isla las interpretaciones mundiales del concepto, funciones y ejercicio de las Relaciones Públicas” (Socarrás, 2006: 135). Desde muy temprano la recién creada Asociación contó con el respaldo de sus homólogas fuera de la Isla. Este fue el caso de la Public Relations Society of America y de la American Public Relations Association (APRA) con las que estableció relaciones de corte “teórico”, principalmente vinculadas al suministro de literatura sobre la disciplina. También es válido señalar los intercambios con la escuela latinoamericana, representada por la Asociación Mexicana de Profesionales de Relaciones Públicas y otras figuras de la profesión de Chile y Colombia. De la escuela europea destacan las relaciones con Bélgica, Italia, Francia y Suiza. “Incluso el mundo asiático no vive ajeno a la existencia de la ACERP, cuando en abril de 1959, la Japan International Public Relations Institute invita a los profesionales cubanos a una conferencia que se ha de celebrar en Tokio” (Socarrás, 2006: 129). La enseñanza de las Relaciones Públicas antes de la ACERP había estado vinculada fundamentalmente con la de la Publicidad, mediante cursos y conferencias que tenían lugar en instituciones como la AAC. No fue hasta mayo de 1957, ante la decisión de la Escuela Profesional de Publicidad de incluir las Relaciones Públicas en el reglamento para el ejercicio de la Publicidad, que la ACERP tomó cartas en el asunto, en un acontecimiento que devendría en la conformación de la colegiatura para la disciplina. Las conversaciones que siguieron entre ambas instituciones permitieron que prevaleciera el criterio de los miembros de la ACERP, los que “demuestran en forma teórica y práctica, científica y legal, las diferencias existentes entre las Relaciones Públicas y la Publicidad” 138

Crónicas de un viaje… (Socarrás, 2006: 161). Para noviembre de 1958 –como resultado de la proposición del Colegio de que la ACERP se asocie al mismo y se encargue de las temáticas vinculadas a la disciplina en su seno, y de la no asimilación de la profesión como quehacer del publicitario por la Escuelase constituye el curso de Relaciones Públicas. La colegiatura se organizó contemplando un curso introductorio, dos años de básico y dos semestres de especialización. Entre las asignaturas de la especialización se encontraban (Benítez, 1984):         

Psicología aplicada a las Relaciones Públicas Principios de economía Comunicaciones y propaganda Investigaciones de medios publicitarios Principios de administración de empresas Relaciones industriales Investigaciones de opinión pública Métodos de estadística Legislación publicitaria

La ACERP tuvo un alcance limitado, tal vez su evidente carácter elitista influyó como obstáculo en la socialización de su prédica: “es más bien un club. Un grupo de gente que se reúne en lugares exquisitos, pero que no funciona como un gremio. Es más bien una actividad social. Donde se reúnen, hacen banquetes. Es como una sociedad donde hay un grupo de personas afines en el tipo de trabajo que realizan” (Daniel García – dibujante comercial de la Grant Advertising-, en Socarrás, 2006: 126-127).

Un balance general de lo acontecido en el período nos lleva a la conclusión de que en la primera mitad del siglo XX se dieron los pasos iniciales para la profesionalización de las manifestaciones pioneras de la Comunicación Social –específicamente en las especialidades de Publicidad y Relaciones Públicas-, pero este proceso no se completó. Resulta positivo el logro de especialización por parte de las personas que se desempeñaban en estas áreas –recuérdese que a inicios de siglo eran los propios trabajadores de los medios de comunicación existentes los que se dedicaban a la Publicidad y esta era vista más bien como un “trabajo de medio tiempo” o una actividad complementaria. También es relevante el auge que tomó el ejercicio profesional y los intentos de proveer tanto a la Publicidad como a las Relaciones Públicas de cierta reflexión teórica. Destaca a su vez el reconocimiento de los puntos de contacto entre ambas 139

Crónicas de un viaje… esferas –que pudiera considerarse como los primeros pasos para su posterior asunción como quehaceres relativos al campo de la Comunicación- sin perder de vista la autonomía de cada una. Sin dudas trascendente fue la creación de una escuela para la enseñanza de la Publicidad, que luego incorporó los estudios de Relaciones Públicas. En sentido general cabe señalar que esta potenció en sus planes de estudio materias y saberes de marcado carácter pragmático, y no llegó a constituir un modelo de enseñanza autóctono acorde con las necesidades nacionales, sino que fue más bien una réplica a la usanza de la escuela norteamericana. En cuanto a las asociaciones profesionales de los comunicadores en esta etapa, se caracterizaron por el trabajo en pos del reconocimiento social de la profesión y del profesional y por el apoyo al enriquecimiento teóricoaplicado de la disciplina, fundamentalmente en acciones vinculadas a los cursos que se impartían en la Escuela Profesional de Publicidad. Pero estas asociaciones, confinadas a una breve existencia, no lograron consolidarse. La afirmación anterior se sustenta en su alcance limitado y en la no solución de dos de las tareas que, según Harold Wilensky, deben intentar resolver las asociaciones gremiales: buscar soluciones a los conflictos que se establecen entre los profesionales no formados en Academias pero de gran experiencia en el sector y los recién egresados de las escuelas de la especialidad, y proponer vías para crear relaciones con disciplinas afines. Las asociaciones cubanas de los años ‘50 eran vistas como clubes de high life más que como organizaciones gremiales. No obstante sus limitaciones, la constitución en sí misma de estas asociaciones significó un paso de avance considerable. La ACERP, por ejemplo, precedió a las agrupaciones de su tipo en numerosos países de América Latina y Europa. El interés de los profesionales del sector por lograr reconocimiento de las instancias políticas y así amparo legal, no logró resultados explícitos en normativas o regulaciones gubernamentales. La Ley No. 10 de 1946, en la que se sustentaba la creación de la Escuela de Publicidad, no fue dictaminada exclusivamente para este fin, sino que perseguía un objetivo mucho más general: establecer la obligatoriedad de la creación de colegiaturas para todas aquellas profesiones que no se estudiaran en la Universidad de La Habana. Por su parte, la Ley de Radiodifusión de enero de 1953 que regulaba en cierta medida a la Publicidad, tampoco surgió con esta única meta. Se trata entonces de decretos de carácter más general que debido a su alcance influían de algún modo en la Publicidad o las Relaciones Públicas, pero no de una evidente voluntad política por amparar o regular estas actividades. 140

Crónicas de un viaje… En lo referente al código de ética podemos afirmar que no llegó a comprenderse como una necesidad de los gremios profesionales. Sólo la ACERP elaboró estatutos, en los que establecía los objetivos y el carácter de la asociación, las cuestiones concernientes a su estructura, entre otros temas importantes. Finalmente, el proceso hacia la profesionalización de las prácticas de la Publicidad y las Relaciones Públicas, que se puede decir que experimentó una década dorada durante los años ‘50 del siglo pasado, se vio frenado en las nuevas circunstancias.

4.2. El impasse A inicios de los años ‘50 se comenzó a gestar en Cuba una Revolución para derrocar no sólo al gobierno existente, sino además al régimen político títere y proimperialista instaurado desde 1902. Así, el primero de enero de 1959 triunfó la Revolución Cubana, encabezada por el Movimiento 26 de julio y su máximo líder Fidel Castro. A partir de entonces se comenzaron a tomar medidas de carácter agrario, popular y antiimperialista que perjudicaban los intereses de las clases económicamente más poderosas. Estas no vieron con agrado la estrategia llevada a cabo por el nuevo gobierno, y empezaron a desarrollar una serie de acciones subversivas, cuyo influjo se vio contrarrestado por la nacionalización de instituciones de diferentes sectores de la economía –entre las que se encontraban agencias y departamentos de Publicidad de grandes compañías norteamericanas, las cadenas de radio y televisión, y numerosas empresas privadas. De este modo, se quebró el monopolio de la poderosa burguesía ultrarreaccionaria sobre los medios de comunicación y otras instituciones, y el nuevo gobierno pudo acceder a estos espacios con su mensaje igualitario y antiimperialista. Los factores antes descritos contribuyeron a que abandonara el país una buena parte de la oligarquía nacional: acaudaladas compañías, empresarios, dueños de medios de comunicación y de agencias publicitarias, numerosos profesionales de todos los campos, en fin, un importante grupo de aquellos que financiaban, dirigían y/o protagonizaban las actividades de Relaciones Públicas y Publicidad. Este factor, unido a las nuevas medidas tomadas por el gobierno revolucionario, la situación en la que se encontraba el país y las incomprensiones de múltiples funcionarios, frenó el desarrollo y el proceso de profesionalización de la Comunicación Social –específicamente vinculado a las áreas de Publicidad y Relaciones Públicas- en Cuba por un período de aproximadamente 30 años. 141

Crónicas de un viaje… La actividad publicitaria se fragmentó según su carácter y quedó en manos de diversas instituciones. Así, se encargó al Consolidado de Publicidad, las promociones comerciales; a Intercomunicaciones, los mensajes estatales; y a la Comisión de Orientación Revolucionaria de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la propaganda política. El Consolidado de Publicidad –que inicialmente había tenido entre sus misiones fundamentales la de reunir a las agencias publicitarias que quedaban dispersas en aras de coordinar sus esfuerzos, labor que se le encomendó a Mirta Muñiz- funcionó en realidad como una dependencia del Departamento de Industrialización del INRA, y se dedicó más a la planeación del aspecto comunicativo de la Campaña de Alfabetización. “Con la creación del Consolidado de Publicidad se le dio un vuelco a las campañas existentes de las cervezas, las maltas y los cigarros. Se les impregnó de un contenido social” (Alberto Pozo, cit. por Sarduy, 2005: 124). El 31 de mayo de 1961, se desintegró el Consolidado. Intercomunicaciones, por su parte, al estar al frente de los mensajes estatales, articuló una serie de campañas de bien público como las de apoyo al programa de salud pública y al proceso educacional. Estas instituciones constituyen los pasos más importantes dados en materia de Publicidad en Cuba en el período inmediato posterior a 1959. En ellas laboraron algunos especialistas que permanecieron en el país, un grupo importante de los cuales se trasladaron a la Comisión de Orientación Revolucionaria de las ORI. En febrero de 1961 se llevó a cabo un experimento de 24 horas sin transmitir Publicidad, y al mes siguiente, se prohibió la aparición de comerciales en los medios masivos de comunicación. Ante la difícil situación económica existente –reducción de la cuota azucarera, implantación del bloqueo económico de Estados Unidos, aumento de la especulación, insuficiente producción del mercado nacional, etc.- el 12 de marzo de 1962, Fidel anunció la introducción de una libreta de abastecimientos por núcleo familiar, como medida para hacerle frente a la crisis y garantizar la llegada de una cuota básica de alimentos a cada hogar cubano. “La medida (…) responde a una estrategia para asegurar la igualdad social también en el plano del consumo y al mismo tiempo, significa la estandarización de un tipo de consumo, el consumo organizado, que responda a “necesidades reales” de los individuos o, al menos, a aquellas que la nueva sociedad socialista

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Crónicas de un viaje… considera que son las verdaderas necesidades del hombre” (Nápoles, 2003: 73-74). Estas renovaciones, unidas a la difícil situación interna, a las constantes agresiones del imperialismo norteamericano, a las concepciones relacionadas con el hombre nuevo y el espíritu de sacrificio que debía acompañarlo, mediaron la representación que del consumo existía en el país, y con ello la de la Publicidad comercial, que comienza a ser vista como sinónimo de consumismo. Todos estos factores condujeron a la desaparición tanto de las asociaciones profesionales de publicitarios y relacionistas públicos, como de la propia escuela de Publicidad. En los años siguientes primó el espíritu de elusión hacia las denominaciones de Publicidad y de Relaciones Públicas por las marcadas connotaciones capitalistas que portaban en el imaginario revolucionario. Aparecieron entonces los departamentos de “divulgación” en las empresas para suplir las carencias de una gestión de Publicidad; y los de “atención al hombre” y “recursos humanos”, para desarrollar, entre otras labores, las de Relaciones Públicas dirigida a los trabajadores. En esta etapa experimentó un gran desarrollo la propaganda revolucionaria y proliferaron los mensajes de contenido políticoideológico y antiimperialista. Un periodista de la revista Bohemia resumía los motivos de las transformaciones: “la Publicidad se transforma para servir mejor a la Revolución: lo que ayer fue señuelo engañoso de las grandes compañías imperialistas para aumentar el volumen de sus ventas, se convierte hoy en un mensaje educacional, en orientación cívica y en perpetua advertencia al imperialismo de que nuestro pueblo está alerta, dispuesto a repetir cuantas veces sea necesario la página heroica de Playa Girón” (Medialdia, 1961, cit. por Nápoles, 2003: 75). Aunque la actividad propagandística tuvo que paliar en los primeros años de la Revolución la carencia de profesionales con experiencia, ya que la mayoría de ellos había emigrado, posteriormente alcanzó un notable desarrollo. Los jóvenes diseñadores que asumieron el reto lograron hacer piezas comunicativas que descollaban por su creatividad y precisión. “Los primeros diseños en destacarse no fueron precisamente los políticos, sino los de temática cultural. Estaban vinculados a instituciones como el Consejo Nacional de Cultura, la Casa de las Américas y el ICAIC. En este sentido, el cartel de cine cubano comenzó a utilizar una estética diferente, que no empleaba el star system” (Martínez y Polanco, 2006: 80).

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Crónicas de un viaje… Los mensajes de contenido político de los primeros años de la Revolución no alcanzaron el desarrollo de los relacionados con temas culturales. Pero en la segunda mitad de la década del ‘60 llegaron a destacarse al lograr interesantes soluciones creativas y una notable calidad estética, hasta el punto de convertirse “en un arma para movilizar a las masas” (Martínez y Polanco, 2006: 80). Este avance se extendió en cierta medida a algunos mensajes de bien público. Hacia el final de los años ‘70 e inicios de los ‘80 la situación había cambiado: “cuando ya se había consolidado el poder político, la etapa se identifica por el acompañamiento comprometido, por la solidez, estabilidad y madurez de nuestra propaganda revolucionaria con una evolución sin rompimientos conceptuales, una reinterpretación de lo que sucede a cada momento, de lo que es preciso prever” (Bello, 2005, cit. por Martínez y Polanco, 2006: 81). En esa época surgieron diversos centros vinculados a la conceptualización, la realización, la organización y la rectoría del ejercicio propagandístico, así como a la preparación de las personas que se dedicaban a la actividad. Entre estas instituciones se encontraba la Comisión de Orientación Revolucionaria. Dicha entidad se encargaba de “diseñar, orientar y dirigir las políticas de los medios de comunicación, así como la actividad de los equipos de divulgación y las diferentes entidades de la propaganda. A esta se subordinaba, entre otras entidades, el Taller de Diseño y Texto, donde existía un Equipo de Superación de Propagandistas que se dedicaba a la realización de la Revista Propaganda y a la preparación metodológica de los propagandistas, y un Grupo de Análisis e Investigación cuya labor se centraba en estudios relacionados con los medios gráficos del Partido, con la radio y la televisión” (Olivera y Salas, 2006: 79). También “los equipos de diseño de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y la Organización Caribeña y Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE), lograron resultados de alta calidad estética y comunicacional” (Porras Sánchez, 1991, cit. por Martínez y Polanco, 2006: 81). Para 1987 surge la Editora Política a partir de la fusión de algunas instituciones que le habían antecedido. Esta entidad desempeñó un rol relevante desde su surgimiento –que se extiende hasta la actualidad- en tanto protagonista de la actividad propagandística en el país. Como se ha podido observar, en esta época cristalizó un aparato institucional, que iba desde centros de creación, producción y supervisión de la Propaganda, hasta instituciones formadoras de propagandistas, y 144

Crónicas de un viaje… publicaciones relacionadas con el tema. Todo ello fomentó el gran desarrollo alcanzado por la Propaganda en Cuba durante el período. Los años ‘70 marcaron el despegue de la Investigación en Comunicación Social en Cuba –que había tenido su génesis en los departamentos de investigación de las agencias publicitarias existentes antes del Triunfo de la Revolución. Impulsadas más por el esfuerzo y el interés individual que por una política gubernamental de fomentar su desarrollo, se destacaron en este ámbito algunas instituciones con una producción científica más o menos relevante. Es el caso del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), del Instituto Cubano de Investigación y Orientación de la Demanda Interna63 (ICIODI), del Centro de Estudios Sobre la Juventud (CESJ), de CONTEX, del Instituto de Coyuntura del Ministerio de Comercio Exterior, de Publicitur, etc. Destacan también las investigaciones procedentes de la Educación Superior a partir de la implantación de los trabajos de diploma como ejercicio final obligatorio para la consecución de títulos universitarios. Se privilegiaron en esta etapa enfoques psicológicos y sociológicos, haciéndose énfasis en la investigación en comunicación mediática, aunque también tuvieron espacio otras áreas como la comunicación interpersonal y la grupal. A pesar de la buena voluntad de instituciones e individuos por conseguir un mayor desarrollo en las investigaciones, estas se caracterizaron por no poseer un nivel teórico demasiado elevado. Otras peculiaridades de la actividad investigativa en Comunicación durante el período fue la dificultad para acceder a bibliografía actualizada y el no reconocimiento social del área, que se manifestó, por ejemplo, en la ausencia de políticas gubernamentales que la regularan. “El sujeto investigativo se desenvolvía en un ambiente de cierta libertad creativa y autonomía en tanto no existían regulaciones para su actividad, pero no contó ni con los recursos ni con la comprensión hacia su labor” (Olivera y Salas, 2006: 172). En sentido general, el área de la Investigación en Comunicación durante esta etapa “Estuvo marcado por la desarticulación, la fragmentación y una fuerte tendencia hacia la investigación mediológica, tal y como ha ocurrido en los momentos fundacionales del campo a nivel internacional. Fue este también un período de marginalidad de la investigación en 63

Esta institución llegó a contar con una Empresa de Medios de Promoción e Intercambio y con un Departamento de Orientación a los Consumidores, el cual potenció el tratamiento de los temas relacionados con la comunicación.

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Crónicas de un viaje… Ciencias Sociales en el país, con lo cual la Investigación en Comunicación, desde su misma fundación, arrastró el estigma de una doble marginalidad: la de la investigación en Ciencias Sociales dentro de la sociedad, y la suya propia dentro de las Ciencias Sociales” (Olivera y Salas, 2006: 170). Aunque estos primeros pasos del subcampo de la Investigación ocurrieron con numerosas limitaciones, el solo hecho de que hayan tenido lugar resulta sumamente importante, pues constituyen los intentos iniciales de dotar a ciertas prácticas de una reflexión científica en la construcción del campo de la Comunicación Social. En tanto, los años ‘80 devinieron marco para la emergencia de la Comunicación Educativa y Comunitaria, asociadas fundamentalmente a las concepciones latinoamericanas de Educación Popular. Así, a inicios de la década se establecieron conversaciones entre el educador popular brasileño Frei Betto e instancias culturales cubanas, que fructificaron en encuentros realizados en la Isla en los años 1983, 1986, 1987, 1988 y 1990 (Brito y León, 2005). Si bien el mayor desarrollo en este sentido se alcanzaría en los años ‘90, la década del ‘80 resulta importante pues fue cuando se gestaron acercamientos definitivos con teóricos latinoamericanos del sector comunitario y educativo, que servirían de cimientos para la relación posterior. También en este período se dieron los primeros pasos en pos del desarrollo de la Comunicación Institucional en Cuba: “En nuestro país comienza a abordarse esta temática en la década del ochenta en círculos de estudiosos de la comunicación –en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana se reportaron 9 investigaciones (Tesis de Diploma)” (Saladrigas, 2006: 5). Aunque no reconocida, la necesidad de Publicidad se sintió en algunos ámbitos, conllevando a respuestas puntuales, que resultaron exiguas si se tiene en cuenta que el período que se abarca es de aproximadamente 30 años. Entre ellos se encuentra la creación de Publicitur64, del Departamento de Publicidad del Ministerio de Comercio Exterior (MINCEX) y de la Cámara de Comercio. También el ICIODI dio algunos pasos en este sentido65. Paulatinamente se instituyeron determinados 64

Pero no como agencia publicitaria, condición que alcanzaría en 1985, sino como entidad del Instituto Nacional de Turismo encargada de la imagen turística de Cuba. 65

Como ya hemos apuntado esta institución contó con determinados departamentos que realizaban actividades de promoción. 146

Crónicas de un viaje… espacios para la inserción de Publicidad destinada al turismo como Radio Taíno, el Canal del Sol, y las revistas Prisma Latinoamericano y Cuba Internacional. Ante la aparición de algunas marcas nacionales, los departamentos de divulgación vieron ante sí la posibilidad de desarrollar cierto trabajo de promoción.

A modo de conclusiones podemos afirmar que luego de 1959 y hasta finales de la década del ‘80, la Comunicación Social en Cuba experimentó un proceso ambivalente: de un lado, la contención casi total de algunas actividades que le habían dado inicio, las Relaciones Públicas y la Publicidad; del otro, se comienzan a dar los primeros pasos en el área de Investigación en Comunicación y la Comunicación Educativa y Comunitaria, mientras que la Propaganda alcanza notables niveles de desarrollo. Existía en el país “una falta de claridad y una limitada concepción (…) acerca de la comunicación como profesión (en tanto se legitimó solo al periodista y, en algunos casos al propagandista, pero casi se obviaron totalmente, por ejemplo, al relacionista público y al publicista)” (Olivera y Salas, 2006: 167). Las prácticas de la Comunicación Social que tuvieron algún espacio durante el período se concibieron como actividades a las que había que dedicarse con exclusividad, no como ejercicios complementarios de una profesión determinada. En cuanto a la institucionalización del campo académico, aunque Periodismo se vinculó a la enseñanza universitaria desde 1962 –siguiendo luego una ruta con numerosas variaciones66 hasta constituirse la Facultad de Periodismo en 1984- ninguno de los campos restantes de la Comunicación Social logró contar con una institución donde se impartieran sus contenidos y se reflexionara en torno al sector. Ante el déficit de profesionales con una formación académica en Comunicación Social, numerosos especialistas de otras áreas –como psicólogos, diseñadores, sociólogos, e incluso ingenieros- asumieron el reto y se desarrollaron las prácticas profesionales del campo. Por otro lado, tampoco se materializó una asociación profesional que reuniera a los que

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Periodismo se incluyó como carrera en la Escuela de Ciencias Políticas y después pasó a ser un Departamento de la Escuela de Letras. Con posterioridad devino Escuela de la Facultad de Humanidades y luego Departamento de la Facultad de Filología. A su vez en 1970 surgió el Departamento de Periodismo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba (Saladrigas, 2006; Martínez y Polanco, 2006; Olivera y Salas, 2006). 147

Crónicas de un viaje… se desempeñaban en el área. Fue la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) la organización que asimiló a algunos profesionales que se desempeñaban en la “divulgación” y otras prácticas afines. La consecución de un respaldo de las instancias rectoras del país que se concretara en resoluciones legales no ocurrió. “Después del Triunfo de la Revolución no han existido regulaciones dentro de la Política Nacional de Comunicación específicas para otras prácticas comunicativas. Las bases de la política que existe desde 1975, no regula todos los aspectos del fenómeno comunicativo, puesto que se centra solo en la parte periodística, de la que también quedan aspectos sin abordar. Por otra parte, las áreas de la propaganda y la publicidad no son referidas, lo cual da margen a la ambigüedad y a lo contingencial” (Enríquez, 1993, cit. por Martínez y Polanco, 2006: 89). Luego de analizar los aspectos anteriores resulta evidente que no existió en esta etapa un código de ética de los profesionales de la Comunicación. Todo ello condujo a un retroceso en cuanto al proceso de profesionalización del sector en comparación con lo ocurrido en la etapa anterior. Otro fenómeno que aconteció en el período fue la aparición en el contexto nacional, ante la demanda de la sociedad, de otras prácticas de la Comunicación Social que no habían descollado antes de 1959. Ya en los años finales de la década del ‘80 se avizoraba un viraje en torno al reconocimiento oficial de la Comunicación y una paulatina revitalización de sus campos académico y profesional. A ello nos referiremos en el epígrafe siguiente.

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Crónicas de un viaje… 4.3. La reapertura Muchos han visto en los primeros años del Período Especial, en el impulso dado al desarrollo del turismo y en el consecuente rescate de prácticas profesionales como la Publicidad, la reapertura que vivió la Comunicación Social en esos años. Lo cierto es que desde los años ‘80 se experimentaba una paulatina revitalización en nuestro campo profesional67. Muestra de ello fue el V Congreso de UPEC, donde se acordó elaborar un curso de nivel superior para los fotorreporteros y diseñadores gráficos con experiencia en los medios de comunicación. Así se inició en 1987 el curso de Periodismo Gráfico en la modalidad vespertina nocturna. En su plan de estudios se incorporaron contenidos de Publicidad, Propaganda, Relaciones Públicas, etc. También a la década del ‘80 se remonta la génesis de la Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas (ACPP). En 1986, “un levantamiento realizado en las filas de la Unión de Periodistas de Cuba reveló que una parte importante de su membresía estaba conformada por los llamados «Divulgadores del Estado», cuya labor no se relacionaba directamente con la prensa” (Nápoles, 2003: 82). Este hecho conllevó a la realización en 1989 del Primer Encuentro Nacional de Propaganda y Publicidad “–que reunió a doscientos cincuenta profesionales- con el objetivo de propiciar la interacción de profesionales que no se habían reunido en casi treinta años, de buscar cómo nuclear a todas las fuerzas y sobre todo, de validar ambas disciplinas en el país” (Nápoles, 2003: 82). A este siguieron encuentros similares en 1990 y 1991. “A partir de entonces, se asumió la tarea de comenzar a gestar una organización que nucleara a esos y otros profesionales vinculados con el sector de la comunicación” (Nápoles, 2003: 82). Paralelamente se comienza a sentir en Cuba la desestabilización económica68 resultante del derrumbe del Campo Socialista. Es así que se 67

Aunque es cierto que las medidas tomadas por el Gobierno Cubano (fundamentalmente las relacionadas con la inversión de capital extranjero, la actividad del turismo, la recaudación de divisas, etc.) a raíz de la crisis económica de los años ‘90, influyeron notablemente en el aumento de la demanda de profesionales de especialidades como Publicidad y Relaciones Públicas. 68

Entre 1989 y 1993 el Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó alrededor de un 35%; el intercambio comercial en un 60%; las exportaciones en un 75%; la inversión bruta en un 50%; mientras que la liquidez aumentó en más de 150% y el déficit de presupuesto del Estado en casi un 200% (Pérez, 2006).

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Crónicas de un viaje… traza una estrategia de supervivencia que intentaba salvaguardar, en primer lugar, las conquistas sociales alcanzadas por la Revolución. Fue la etapa denominada Período Especial en Tiempo de Paz, que tuvo entre sus objetivos “amortiguar al máximo los efectos de la crisis, que ésta fuera lo más equitativa posible y reorientar el funcionamiento económico del país de acuerdo con las nuevas condiciones” (Pérez, 2006). Identificó a esta etapa su carácter gradual, autóctono, consciente y planificado; la búsqueda del consenso interno en las medidas aplicadas; y su extensión a todos los ámbitos de la sociedad. Fue un proceso muy complejo, porque requirió, primero, que todo un pueblo se sobrepusiera al efecto devastador de la caída de sus referentes ideológicos y luego, exigió dosis extremas de creatividad y heroísmo para soportar la crisis en medio de un entorno externo hostil69. Entre las principales transformaciones que se llevaron a cabo estuvieron:       

   

Saneamiento financiero interno. Impulso a sectores emergentes como el turismo, las empresas mixtas, las sociedades mercantiles, etc. Legalización de la circulación de divisas. Apertura al capital extranjero. Implantación del sistema de estimulación en divisas. Mayor espacio para el cuentapropismo. Modificación de la Constitución en 1992, introduciéndole cambios referentes al carácter de la planificación, de la propiedad y del monopolio estatal del comercio exterior. Generalización del sistema de racionamiento. Preservación a toda costa de los empleos e ingresos de los trabajadores. Preservación de programas sociales. Discusión y consulta con el pueblo de las medidas antes de aplicarlas (Pérez , 2006)

Estas medidas contribuyeron al mejoramiento paulatino de la crítica situación que atravesaba el país, de forma tal que entre 1993 y 1999 el PIB aumentó en un 21%, disminuyeron los precios en el mercado de libre 69

Durante estos años se experimentó un recrudecimiento del bloqueo estadounidense hacia Cuba que se materializó en leyes como la Torricelli y la Helms-Burton, el financiamiento de la oposición interna, la intensificación de las agresiones biológicas, el impulso dado a la radio y las televisoras contrarrevolucionarias, el aumento de las acciones de agresión directa, etc. A esto debe sumársele el escaso vínculo comercial que Cuba mantenía con otros países del mundo en comparación con los que había establecido con el antiguo Campo Socialista y las difíciles condiciones imperantes en los mercados internacionales. 150

Crónicas de un viaje… formación, se diversificaron las fuentes de entrada de ingresos al país, y se recuperaron exportaciones tradicionales como el níquel, el tabaco y la pesca (Pérez, 2006). Si bien se registraron mejoras como las expresadas anteriormente, hubo muchas cuestiones que quedaron –y aún quedanpendientes de solución como el caso del logro de la eficiencia en la economía nacional, y la situación financiera interna y externa. 4.3.1. Sobre el desarrollo de algunos perfiles profesionales En medio de esta difícil situación, se abrió paso la Comunicación Social desde diversos campos de actuación. El propio contexto demandó la reaparición manifiesta de las prácticas de Publicidad y de Relaciones Públicas. Estas lograron extenderse y desarrollarse nuevamente, aunque las limitaciones económicas influyeron poderosamente en todos los ámbitos de la vida del país y por supuesto la Publicidad y las Relaciones Públicas no fueron la excepción. A pesar de ello, en los años ‘90 la Publicidad cobró un auge insospechado. Se comenzó a liberar espacios y surgieron otros nuevos para su inserción70; en correspondencia con la demanda social creció el número de profesionales –de las más disímiles especialidades- que se dedicaron a ella y se multiplicaron las agencias publicitarias: “Publicitur comparte a partir de entonces su espacio con Coral, Gong Publicidad, Grafos, Premium Publicity, Juglar, Fama, Publicentro e Imágenes S.A, entre otras, agencias organizadas por lo general en Departamentos Creativos, de Producción, de Diseño, de Investigación y hasta de Tráfico, donde confluyen en un mismo tiempo ejecutivos de cuenta, diseñadores e investigadores de mercado. El proceso productivo se complejiza no sólo en el sentido del enriquecimiento de todas las actividades a seguir desde que llega un trabajo hasta que se distribuye sino en el sentido de las tensiones que empiezan a atravesarlo y que transitan desde la baja disponibilidad de recursos materiales para la impresión, hasta los conflictos que pueden manifestarse en las relaciones con clientes cada vez más exigentes y los escollos del proceso creativo” (Nápoles, 2003: 80). A esta gran apertura de los años ‘90, que se extendió más o menos hasta los inicios de la actual década, siguió otro constreñimiento de la actividad publicitaria que se evidenció en la desaparición de la mayoría de las agencias publicitarias, en la reducción del presupuesto para Publicidad de

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Se llegó a colocar Publicidad incluso en la televisión asociada a determinados espacios fundamentalmente deportivos. 151

Crónicas de un viaje… las instituciones cubanas y en la disminución de los espacios para insertar mensajes. La Propaganda, por su parte, experimentó un momento de notable desarrollo a inicios de los años ‘90. En este sentido fue trascendental el rol desempeñado por la Editora Política. Las temáticas más abordadas en los productos comunicativos fueron la exaltación del amor patrio, los mensajes de contenido antiimperialista, el llamamiento al pueblo a cumplir determinadas tareas, la promoción de eventos –como el VI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)- (Martínez y Polanco, 2006). En cuanto a la Investigación en Comunicación también ha experimentado desde la década del ‘90 y hasta nuestros días un período de avance vinculado fundamentalmente al ejercicio académico, aunque algunas instituciones desde diversas ramas también lo han fomentado. La relevancia que ha alcanzado esta actividad en el ejercicio profesional se manifiesta en el hecho de que sus especialistas cuentan con un círculo profesional propio en la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales. La Comunicación Institucional es otra de las actividades del campo de la Comunicación que paulatinamente ha ido conquistando un espacio. Es asumido por lo pertinente de su concepción holística en el ámbito empresarial, pues el comunicador institucional es una figura que debe trabajar en estrecha coordinación con la dirección de la entidad y que debe englobar los saberes de Publicidad, Relaciones Públicas, Propaganda, Marketing, etc. Si bien esta especialidad emergió en los años ’80, “en los ‘90 se plantea ya con más sistematicidad, tanto en el plano teórico, con concepciones ajustadas a nuestras características económicas, culturales y sociales en general, como en su ejercicio práctico, en la búsqueda de fórmulas para el desarrollo grupal que potencien el trabajo por objetivos comunes, la motivación y participación de los públicos de la organización, la disciplina y exigencia, que redunde en una mejor imagen y desempeño de las mismas” (Saladrigas, 2006: 5). Estos profesionales también cuentan con un círculo propio en la ACCS. En los años ‘90 tomó fuerza igualmente la Comunicación Educativa y Comunitaria. La semilla sembrada en la década anterior por los educadores populares latinoamericanos encontró terreno fértil en la difícil situación del Período Especial: “En este escenario, la educación popular aparecía como opción para reforzar identidades, avivar sentimientos de 152

Crónicas de un viaje… que a cada cubano le correspondía un rol para continuar lo que a muchos les pareció moribundo: la construcción del proyecto nacional. Para concientizar que nadie cuidaría del país mejor que su propio pueblo” (Brito y León, 2005: 37). Y en este sentido no resultaba solamente importante la Educación Popular, sino el trabajo educativo a nivel comunitario en general –que tenía en la Educación Popular un sistema importante de conocimientos. Un rol sin dudas protagónico, ha sido el desempeñado por determinados espacios locales como los Talleres de Transformación Integral del Barrio y el Centro Memorial Martin Luther King Jr. El caso particular de esta institución destaca por su relevancia: desde la comunidad habanera de Marianao y con el Reverendo Raúl Suárez a la cabeza ha establecido relaciones con importantes teóricos latinoamericanos como Paulo Freire, imparte cursos sobre estas temáticas a cubanos y extranjeros, articula programas de intervención comunitaria en la localidad donde se inserta, cuenta con una notable bibliografía sobre estos temas –que constituye una de las pocas colecciones existentes en el país-, etc. Más recientemente han influido en el desarrollo en Cuba de la Comunicación Comunitaria y Educativa, el programa de formación de trabajadores sociales, y el de comunicadores sociales en las Sedes Universitarias Municipales (SUM), dado el papel que estos están llamados a desempeñar en las comunidades. En estos proyectos se socializan ideas de importantes autores como el propio Paulo Freire y Mario y Gabriel Kaplún, lo que provee a los estudiantes de herramientas teóricas para enfrentarse a su labor. A pesar de sus diferentes niveles de desarrollo y del desigual reconocimiento social que ostentan, todas estas esferas han logrado un espacio en el campo de la Comunicación Social. Veamos entonces cómo asume la Academia tal pluralidad de sectores para la formación de los futuros profesionales. 4.3.2. Nuevos derroteros en la formación académica En 1991, a propósito del llamado del Ministerio de Educación Superior (MES) a todas las universidades del país para elaborar planes de estudio de perfil amplio –los Planes C- la carrera de Periodismo pasó a denominarse Comunicación Social. Ello tenía como objetivo que los egresados, además de encargarse de espacios informativos, fueran capaces de asumir otras áreas como Publicidad, Propaganda, Relaciones Públicas e Investigación en Comunicación. El centro académico pionero en 153

Crónicas de un viaje… este sentido fue la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana que en 1993 comenzó a llamarse oficialmente Facultad de Comunicación. Cuba, aunque desfasada, se integraba por este medio a las tendencias latinoamericanas en la concepción de la carrera de Comunicación Social71. Le correspondía entonces batallar con un débil basamento teóricometodológico, luchar por su espacio en una sociedad en la que gozaba de muy poco reconocimiento, y tratar de aunar estructural y teóricamente a los profesionales de diversa formación que se desempeñaban en su seno. Los esfuerzos por ampliar los horizontes de la formación universitaria fueron protagonizados, fundamentalmente, por profesores que estaban al tanto de lo que ocurría con el campo internacionalmente. Es el caso de Rafael Rivera Gallardo, quien mantenía vínculos con importantes teóricos de la Comunicación y obtuvo la bibliografía iniciática para los estudios de perfil amplio.

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El hecho de que Cuba se haya incorporado tardíamente a la corriente latinoamericana de pensamiento en Comunicación Social se debe a fenómenos como: 

 

 

 

“Alejamiento entre América Latina y Cuba durante varios años, debido a las implicaciones del bloqueo norteamericano a la Isla, la inexistencia de relaciones bilaterales entre nuestros países, el predominio de varias dictaduras en el continente, y las agudas diferencias entre los proyectos sociales de Cuba y la mayoría de los países del área. Ello ocasionó un aislamiento de la producción teórica sobre la comunicación, así como de las prácticas académicas del campo en el área. La cercanía a los presupuestos teóricos y políticos de la URSS. El enfrentamiento al capitalismo y la defensa de varios principios del socialismo a la usanza soviética ocasionó que diferentes prácticas comunicativas asociadas a la publicidad, el marketing, las relaciones públicas etc., quedaran relegadas en el país, lo que devino a la vuelta de unos años en la falta de referentes reales en el campo profesional. Falta de conciencia sobre la necesidad de todas las prácticas comunicativas para el desarrollo económico, social y político de la nación. La escasa y dispersa investigación de los procesos comunicativos en el país, y la poca integración de los investigadores, con lo cual estaba coartada la posibilidad de delinear una estrategia de profundización en este campo. La Universidad carecía de una mirada integral al campo de estudios de la comunicación. Parte importante del claustro de la Facultad de Periodismo, al provenir de otras ramas de las ciencias sociales, debió madurar y asumir primero un grupo amplio de conocimientos que le permitiera dar el salto teórico que significaba estudiar la Comunicación” (Tembrás, 2006: 80-81).

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Crónicas de un viaje… Aunque incluidos algunos contenidos de otras áreas de la Comunicación Social en la nueva carrera que adoptó ese mismo nombre, la mayor carga horaria la siguieron teniendo las materias de Periodismo. Al resto de los contenidos le era dedicado aproximadamente un 30% del tiempo docente. Las cuotas de ingreso a la carrera eran ínfimas –sobre todo si se tiene en cuenta que la existencia de la carrera se limitaba a la Universidad de La Habana y a la de Oriente- oscilando entre las 15 y 20 plazas. Pero la situación empeoró dada lo crítico y convulso que resultó la primera mitad de los años ‘90, y en los cursos 1994-1995 y 1995-1996 no entraron estudiantes de la especialidad a las aulas universitarias. El VII Congreso de la UPEC, celebrado en 1999, trajo consigo una polémica de grandes proporciones en torno a la pertinencia de la concepción que se tenía de la carrera. Se analizaron las desventajas de formar periodistas junto a publicitarios, relacionistas públicos, etc. y la tendencia de los egresados de integrarse a esos otros sectores dada las ventajas económicas que tenían allí. En una controvertida decisión, que sigue siendo debatida aún en nuestros días, se planteó la separación de la carrera de Periodismo de aquel otro perfil que se dedicaba a prácticas “estigmatizadas” como Publicidad y Relaciones Públicas. En lo adelante, la carrera de Periodismo se dedicaría exclusivamente a la formación de especialistas para la programación informativa en los medios de comunicación masiva; mientras que la de Comunicación Social se encargaría de la de un profesional con un marcado perfil hacia el mundo empresarial. Según algunos autores esta división “fue el resultado de una decisión política, a diferencia de lo ocurrido en América Latina donde ello venía respondiendo a un criterio académico formulado a partir de las exigencias del mercado laboral (…) A diferencia de lo sucedido en Cuba en 1991, cuando la Academia determinó el establecimiento de la carrera de Comunicación Social, ahora el proceso fue a la inversa: la organización profesional72 influenció para que se produjera un cambio en el sector educacional” (Tembrás, 2006: 109). En el curso escolar 2000-2001 se puso en práctica la nueva concepción. El plan de estudios de la carrera definía al comunicador como “un profesional de la comunicación dotado de amplia base política e ideológica, teórico-metodológica y cultural, que realiza tareas dirigidas al perfeccionamiento de los procesos de comunicación interna y externa en 72

Se refiere a la Unión de Periodistas de Cuba. 155

Crónicas de un viaje… los organismos del estado, empresas, instituciones y organizaciones políticas, de masas y sociales, a fin de contribuir al logro de sus objetivos en la búsqueda de eficiencia económica; la adecuada vinculación con la sociedad sobre bases éticas que aseguren la conservación y enriquecimiento de nuestro patrimonio social y cultural; la educación y orientación comunitaria y ambientalista de la población, para el fortalecimiento de la identidad y los valores de la cultura nacional” (Plan de Estudio de Comunicación Social, 2000: 2). También establecía que “la formación de profesionales en esta especialidad responde a la necesidad de hacer más eficientes los procesos de comunicación interna y externa en las entidades, a fin de contribuir a su mejor desempeño” (Plan de Estudio de Comunicación Social, 2000: 4). Se concebía que las principales tareas que debía enfrentar el nuevo especialista fueran:        

“Diagnosticar y evaluar los procesos comunicativos en las entidades. Analizar, conceptualizar, organizar, ejecutar y evaluar estrategias de comunicación social. Analizar, conceptualizar, organizar, ejecutar y evaluar estrategias de comunicación con medios de comunicación. Participar en la realización de acciones de comunicación que se deriven de las estrategias. Participar en tareas de investigación social. Realizar labores ejecutivas en y para la comunicación. Analizar, asesorar y capacitar a diferentes públicos en el desarrollo de tareas de comunicación en las distintas áreas de una entidad. Asesorar en la toma de decisiones sobre el comportamiento de las entidades en su comunicación interna y externa” (Plan de Estudio de Comunicación Social, 2000: 5-6).

Para la realización exitosa de estas acciones, en la malla curricular se incluyeron materias como Relaciones Públicas, Comunicación Organizacional, Publicidad, Propaganda, Cultura Organizacional, Marketing, Comunicación Visual, Protocolo y Ceremonial, Comunicación y Sociedad General y de Cuba, Teoría de la Comunicación, etc. Además se seleccionaron otras destinadas a elevar el nivel cultural de los estudiantes y a enriquecer su formación profesional, como Filosofía; Gramática Española; Redacción, Composición y Análisis de Textos; Psicología; Historia del Arte Universal y Cubano; Inglés; Computación; Preparación para la Defensa; Educación Física; Literatura General, Hispanoamericana y Cubana; Historia General, de América y de Cuba; etc. Los cinco años de

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Crónicas de un viaje… carrera debían concluir con el trabajo de diploma, ejercicio integrador que al finalizarse avalaba la categoría de Licenciado en Comunicación Social. Como se puede apreciar, en la proyección de este perfil se privilegiaba la Comunicación Institucional, dado que era el sector que más demandaba de la presencia de comunicadores en aquel momento. En las promociones sucesivas de la carrera se experimentaron renovaciones, inclusiones y supresiones en los planes de estudio, lógicas si se atiende a su breve tiempo de existencia y a la poca experiencia de su ejercicio académico en Cuba. A su apertura en la Universidad de La Habana73 como carrera autónoma de nivel superior, siguió su inauguración en las universidades de Santiago de Cuba y Villa Clara. La Comunicación Social desbordó además los límites de las aulas universitarias clásicas, y llegó a la mayoría de los municipios del país de la mano del proceso de universalización de la enseñanza superior. Las Sedes Universitarias Municipales (SUM) surgieron como parte del proceso de “revolución de la enseñanza” que comenzó a gestarse en Cuba desde finales del siglo pasado e inicios de este y tienen el objetivo de democratizar las posibilidades de acceso a la Educación Superior, y así ofrecer opciones de estudio a jóvenes desvinculados. De esta forma Comunicación Social ha devenido una de las carreras más solicitadas y estudiadas de la universidad cubana actual. Se trata entonces, sin lugar a dudas, de una especialidad que se ha diseminado por todo el país. En la actualidad, la carrera de Comunicación Social está inserta en un proyecto nacional convocado por el MES de revisión de los planes de estudio de todas las carreras. Se trata de identificar deficiencias, 73

La Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana se ha mantenido como rectora en la planeación de la carrera a nivel nacional. Además de Comunicación Social acoge las carreras de Periodismo y Bibliotecología y Ciencias de la Información –esta última desde 1993. Cuenta con personal calificado, con grados científicos alcanzados en universidades nacionales e internacionales. Sostiene estrechos lazos con importantes especialistas de la información y la comunicación en el mundo, potenciando el intercambio con los académicos latinoamericanos. Entre las principales actividades que realiza se encuentra el evento internacional de frecuencia bianual ICOM, el cual convoca a numerosos estudiosos del campo. Sus académicos colaboran regularmente con publicaciones cubanas y extranjeras. También promueven sistemáticamente conferencias e intercambios con profesionales de experiencia. Actualmente la Facultad tiene entre sus principales proyectos el lanzamiento de la revista científica y digital Alcance, la cual se pretende que sea un referente para los investigadores del campo en Cuba y en Latinoamérica.

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Crónicas de un viaje… inconformidades y elaborar nuevos planes de estudio que las supriman y estén en mayor consonancia con la realidad cubana de hoy. El denominado Plan D será mucho más flexible que sus antecesores, pues contempla determinada cantidad de horas para la formación básica del alumno, mientras que el resto pueden ser empleadas por el estudiante en lograr una mayor especialización según sus propios intereses. Así queda reducido el tiempo de presencialidad frente al profesor, estimulando actividades como la investigación y cualidades como la creatividad y la independencia. Otra vez el marco propiciado por el MES resulta terreno fértil para canalizar nuevas propuestas de la Academia ante necesidades sociales que pueden ser resueltas con el ejercicio de los comunicadores. Así, en el nuevo plan de estudios para Comunicación Social quedarán definidos cuatro perfiles de salida de igual importancia: Comunicación Institucional, Comunicación para el Desarrollo, Comunicología y Gestión de Comunicación Mediática. El perfil de Comunicación para el Desarrollo comprende las áreas de Comunicación Comunitaria y Comunicación Educativa. Aunque en el plan de estudio vigente en la actualidad se le brinda alguna atención a estos aspectos, es sin dudas insuficiente. La Comunicología incluye la Investigación y la Docencia en Comunicación. En la actualidad, desde el plano académico se han alcanzado notables niveles teórico-metodológicos en este sentido y se mantienen relaciones con importantes personalidades e instituciones del orbe. Ha sido una preocupación de numerosas entidades el trabajo con los medios, el que debe estar a cargo de comunicadores. Pero en cuanto a la labor de estos en los medios se tiene muy poca experiencia académica y profesional. Así el perfil más novedoso de los concebidos en el Plan D resulta el de Gestión de Comunicación Mediática. Su creación se debe a que si bien los medios de comunicación masiva también son instituciones, tienen dinámicas propias que los diferencian del resto: poseen mayor visibilidad pública al producir comunicación para millones de personas. El contexto nacional está caracterizado además por el surgimiento de canales provinciales y locales, donde la labor de los profesionales de este perfil resultaría extremadamente útil como hacedores de políticas de programación, asesores de espacios de diversa índole, integrantes de equipos creativos para la concepción de la imagen de un canal o de un programa determinado, etc. 158

Crónicas de un viaje… El nuevo plan de estudios asume una visión más amplia del comunicador social. En este sentido el Postgrado en Comunicación Social aventajó al Pregrado, ya que en aquel existían los cuatro perfiles de salida desde hace varios años. El mayor reto está entonces en lograr la articulación de esa diversidad de saberes y prácticas en este nivel. 4.3.3. Hacia la profesionalización: Asociación Cubana de Comunicadores Sociales La ACCS quedó constituida el 25 de junio de 1991, bajo el nombre de Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas (ACPP). Esta nueva asociación de los profesionales de la Comunicación perseguía, en primera instancia, los mismos objetivos que sus antecesoras –en lo relacionado con la legitimación del campo y el profesional-, pero las superaba, en tanto pretendía una inserción mayor en la sociedad poniendo los conocimientos y las habilidades de sus miembros al servicio de las prioridades gubernamentales y del pueblo cubano en general. La denominación restrictiva de la Asociación –publicitarios y propagandistas- y el surgimiento en el año 2000 de la carrera de Comunicación Social con un nuevo perfil que incluía, además de las mencionadas disciplinas, otras como Relaciones Públicas, Comunicación Institucional, Marketing, etc. condujeron al cambio de nombre de la ACPP que, como acuerdo del III Congreso efectuado en 2003, comenzó a llamarse Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS). La agrupación de los profesionales cubanos de la Comunicación, cuenta con 3116 miembros en todo el país y 54 asociaciones de base (datos de 2007). La ACCS se organiza de manera territorial. Su constitución en las provincias comenzó en mayo de 1992. En este sentido se estructura en Presidencia Nacional, Presidencia Provincial y Presidencia de Asociaciones de Base. El Congreso es su máximo órgano de dirección. Se realiza cada cuatro años y se inicia en los niveles de base y provinciales y concluye con la Sesión Final a la que asisten los delegados electos en todo el país. La pluralidad de esferas de actuación de los profesionales agrupados en su seno conllevó a la creación de Círculos Especializados, dirigidos por un presidente, un vicepresidente y tres miembros. Así existen los círculos de Relacionistas Públicos, Directores de Comunicación Institucional, Investigadores de la Comunicación y la Mercadotecnia, Directores de Agencias de Publicidad, y Creativos. 159

Crónicas de un viaje… Desde los primeros años la Asociación desarrolló un intenso trabajo de intercambio y representación de la práctica profesional cubana en el exterior. Muestra de ello es su participación en fecha tan temprana como abril de 1992 en el Festival Iberoamericano de Publicidad, su ingreso en la Confederación Interamericana de Relaciones Públicas en 1998 –Cuba asumió la vicepresidencia de la zona norte de esta Confederación en 2000 y fue reelecta para este cargo en el 2002-, así como nuestra admisión en la Asociación Latinoamericana de Agencias de Publicidad (ALAP) en 2002. La Asociación ha desarrollado una importante labor en lo referente a promover el enriquecimiento teórico-práctico de las disciplinas que agrupa mediante la realización de eventos nacionales e internacionales como:       

Diálogo, Encuentro Iberoamericano de Marketing, Publicidad y Propaganda; Tocororo, Festival Internacional de Comunicación de Bien Público; Encuentro Caribeño de Relaciones Públicas; Encuentro Nacional de Comunicación Institucional; Seminario Nacional de Relacionistas Públicos; Coloquio Nacional de Creativos; Encuentro Nacional de Investigadores de la Comunicación y el Marketing

Además otorga diferentes lauros como GIROS –que anualmente reconoce las mejores piezas comunicativas en diferentes categorías-, los Premios Nacionales de Comunicación Institucional y Relaciones Públicas, e IN VESTIGUM –galardón que otorga el Círculo de Investigadores, para premiar cada año las investigaciones teóricas y aplicadas más relevantes en las temáticas de Comunicación y Marketing. La labor en función del desarrollo del campo también está presente en las publicaciones de la ACCS. Su sello editorial LOGOS ampara sus colecciones de libros y sus publicaciones periódicas, entre las que se destaca la revista cuatrimestral Espacio –en la que miembros y profesionales afines a la entidad publican artículos sobre las disciplinas que conforman el sector y donde se recogen también los principales acontecimientos vinculados al quehacer de la Asociación-, y el boletín digital homónimo. También ha publicado obras de autores cubanos y foráneos74. 74

Algunas de ellas han devenido libros de texto para carreras como la nuestra –es el caso del Manual de Relaciones Públicas, realizado por un colectivo de autores en que el MSc. Mario Piedra fungió como coordinador.

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Crónicas de un viaje… La ACCS posee un Centro de Entrenamiento para el Desarrollo de la Comunicación. En él se imparten cursos75 de superación sobre temas relacionadas con el campo de la Comunicación Social, en los que pueden tomar parte afiliados, estudiantes y profesionales que lo requieran; así como diferentes técnicos y especialistas de otras áreas. El Centro mantiene vínculos estrechos con la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, el Departamento de Comunicación de la Universidad de Oriente, el Centro de Estudios de Técnicas de Dirección (CETED) de la Facultad de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de La Habana, el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI) y la Facultad de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte (ISA). Además se relaciona con numerosas entidades internacionales como el Centro Iberoamericano para el Desarrollo de la Comunicación Visual (CIDCOVI) con sede en República Dominicana; la Confederación Interamericana de Relaciones Públicas (CONFIARP), que radica en Brasil; la Asociación Española de Agencias de Publicidad (AEAP); la Escuela Superior de Estudios de Relaciones Públicas (ESERP) con sede en Barcelona; la Asociación Latinoamericana de Agencias de Publicidad (ALAP); la Academia Nacional de Relaciones Públicas de México; la Universidad Autónoma de Guerrero, México; etc. La Asociación participa además en la elaboración de campañas de bien público, en las que emplea todo su potencial creativo. Los temas que ha tratado en este sentido son la lucha por la liberación de los Cinco Héroes prisioneros en Estados Unidos, la preservación del medio ambiente, la atención a la Tercera Edad y a los programas de salud, y la lucha contra las adicciones. A diferencia de las agrupaciones profesionales del campo de la Comunicación que le antecedieron, la ACCS actúa también como una empresa comercial en tanto representa a sus asociados en caso de que interese a un tercero contratar sus servicios. Funciona igualmente como una agencia de soluciones comunicativas integrales pues ofrece servicios de diagnósticos y auditorías en todas las ramas del campo, produce soportes comunicativos –en realidad subcontrata servicios de imprenta para este fin-, etc. En sentido general, con esta labor establece las políticas de precios para los servicios similares que desarrollan empresas como Publicimex, Publicitur y determinados free lance. 75

Estos cursos son generalmente de corta duración y su ejercicio final consiste en que los estudiantes realicen una investigación relacionada con los contenidos recibidos.

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Crónicas de un viaje… Es importante destacar la relación de la Asociación con los centros de formación superior de comunicadores sociales. La ACCS ha participado en los procesos de diseño de los planes de estudios para el nuevo perfil de la carrera de Comunicación Social –planes C perfeccionado y D- y cada año brinda su apoyo en la ubicación de los estudiantes para las prácticas preprofesionales. Además desde el año 2005 organiza el Taller Nacional "Academia y Realidad", donde se analizan los puntos de encuentro y desencuentro entre el ejercicio profesional y la formación académica del comunicador. La ACCS regula la labor de sus miembros a partir de su Código de Ética, creado en 1995 y actualizado en 1999. El Código…, que regula los deberes y prohibiciones de los profesionales, las relaciones con profesionales de otras ramas o perfiles y las medidas y procedimientos disciplinarios para aquellos que contravengan las normas establecidas por medio de él, parte del convencimiento de que los miembros de la Asociación están “conscientes de la necesidad de cuidar permanentemente los efectos de nuestros actos de modo que nuestra conducta personal no menoscabe la integridad y prestigio que necesariamente deben poseer los miembros de la ACPP” (Estatutos, Código de Ética y Reglamentos: 19). Asimismo se subraya que “los miembros de la Asociación pondrán sus conocimientos al servicio de la sociedad rigiéndose por las más estrictas normas de lealtad y veracidad, mantendrán una conducta acorde con las normas de la sociedad socialista, sostendrán durante todo momento un alto sentido de su responsabilidad social, revisarán constantemente la calidad de su trabajo, combatirán el fraude en el ejercicio de la profesión, serán juzgados por la Comisión de Ética correspondiente si violaran algún principio establecido en el código –como es el caso de la obtención de beneficios personales por revelar información confidencial de sus clientes a los competidores o por actuar en detrimento de intereses sociales, institucionales, así como la alteración o manipulación de datos, el plagio y el ejercicio de la docencia sin autorización, entre otras- con sanciones que incluyen la amonestación pública o privada, la suspensión de derechos por un año, y la expulsión del seno de la Asociación, por solo citar algunos correctivos” (Nápoles, 2003: 83). Otra huella importante de la Asociación, es su labor a favor de la legitimación de nuestra profesión en la sociedad, poniendo el caudal teórico-práctico de sus especialistas al servicio de la población y de las principales autoridades gubernamentales. Es también relevante su labor para la autorregulación del campo de la Comunicación Social, desde el

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Crónicas de un viaje… compromiso político y la toma de conciencia de las nociones básicas de la ética profesional. Una de las principales tareas que se planteó la ACCS desde los años en que todavía era ACPP, fue la de lograr la creación de una ley que regulara el ejercicio de la Comunicación Social en Cuba. De este modo elaboró un proyecto, que nunca se aprobó, para normar la práctica de la Publicidad, las Relaciones Públicas, la Propaganda, etc. En la actualidad sigue sin existir una ley de esa naturaleza. Refiriéndose concretamente a la Publicidad, Elsa Agüero, funcionaria del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba ha apuntado: “en el país no hay ley de publicidad ni se pretende que la haya, porque si se establece una ley de publicidad es porque se está trabajando la publicidad en todo el país y eso no es exactamente así. Con esas normas que tenemos es suficiente. Existen también mecanismos creados para atender la ubicación de la publicidad en exteriores como las comisiones de cada uno de los Gobiernos provinciales, encargadas de llamar la atención si encontraran alguna irregularidad en este sentido” (Agüero, cit. por Nápoles, 2003: 85). 4.3.4. Balance del período Al hacer un balance de lo acontecido en el período es imprescindible mencionar el franco desarrollo alcanzado por el proceso de profesionalización de la Comunicación Social en Cuba a partir de los años ‘90. Ha sido una etapa de crecimiento en casi todos los órdenes –el campo no sólo multiplicó el número de profesionales, sino que se extendieron también las áreas que lo componen. Es importante también la aparición en 1991 de la carrera de Comunicación Social en la universidad cubana. Esta ha sufrido numerosas variaciones y tiene ante sí retos acuciantes, como la superación constante de estudiantes y docentes en todos los centros de formación del país. No obstante, los pasos dados hasta el momento resultan significativos. La ACCS, en tanto asociación de los profesionales del sector, ha desarrollado una labor relevante. Quizás su principal mérito sea su visión holística del campo profesional, en lo cual supera a sus antecesoras que representaban sólo a segmentos del gremio. El cambio de nombre de ACPP a ACCS en 2003, oficializa el reconocimiento de esta concepción. Aunque queda pendiente la cuestión de la adopción o no por parte de la organización gremial de otras prácticas del campo de la Comunicación 163

Crónicas de un viaje… menos tradicionales –si se les compara con la Publicidad, las Relaciones Públicas, la Propaganda- como la Comunicación Comunitaria, por ejemplo. Se han dado pasos importantes en cuanto al reconocimiento de la profesión por parte de las instancias políticas. En este sentido destaca el rol del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Además se estableció recientemente en las Bases del Perfeccionamiento Empresarial la necesidad de que todas las instituciones que pasan el proceso implementen la Comunicación Institucional, como una vía que contribuye a la eficiencia organizacional. Pero el planteamiento de una ley que exclusiva y explícitamente regule la actividad del sector, sigue pendiente. También se creó en este período el Código de Ética del sector, lo que constituye un paso trascendental en la profesionalización de la Comunicación Social en el país. La etapa que recién analizamos es, sin dudas, cualitativamente superior a las anteriores en cuanto al proceso de su profesionalización y la institucionalización del campo académico de la Comunicación. Pero quedan asuntos sin respuesta como el logro de una mayor preparación teórico-metodológica de los profesionales y el poco reconocimiento social de la profesión influido por los años de silencio casi absoluto. “A la propia Facultad de Comunicación [de la Universidad de La Habana], todavía hoy muchas personas insisten en llamarle Facultad de Periodismo o incluso, Facultad de Comunicaciones, una variante que nos relaciona con especialistas en telecomunicaciones, telefonía, etc., y que expresa al menos el desconocimiento acerca del verdadero perfil de los profesionales que allí se gradúan (Recio, cit. por Tembrás, 2006: 81). El trayecto de la Comunicación Social en Cuba ha sido muy peculiar y se ha caracterizado por numerosas inflexiones, avances y retrocesos. Pero no es este el final del camino, es solo un espacio para la reflexión, la historia del campo la continúan escribiendo desde el esfuerzo cotidiano los profesionales de la Comunicación Social.

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Crónicas de un viaje…

Destino: Comunicador

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Crónicas de un viaje… 5. El comunicador representado 5.1. Disposiciones generales de la representación Quizás los significados asociados a figuras profesionales tradicionales, legitimadas de generación en generación, trasciendan a su objeto profesional, esto es, su ocupación, que la memoria social da por sentada. Este puede ser el caso de médicos, abogados, pedagogos, entre otros. En cuanto a otras figuras profesionales emergentes, o con una historia relativamente breve, la representación probablemente apunte a despejar la incertidumbre que la novedad comporta: ¿qué o quién es?, ¿a qué se dedica? Éste último parece ser el tipo de representación que puede emerger en torno al comunicador al interior de algunos grupos en nuestra sociedad, habida cuenta la historia particular de la profesión en el contexto cubano y, más aún, la relativamente reciente denominación de “comunicador social” (establecida además, por ejemplo, con criterios desiguales en relación con algunas tendencias internacionales). Al intentar descubrir qué representación(es) social(es) del comunicador social (cubano) poseen nuestros sectores académico, decisor político y profesional, constatamos en primer lugar una disposición general al diálogo en torno al tema, a la verbalización y/o negociación de su(s) representación(es). Sólo en aislados casos encontramos resistencia pues, en general, las fuentes que se muestran más accesibles resultan en posesión de mayor volumen de información y representaciones más estructuradas. Identificamos en los sectores estudiados la existencia de representaciones sociales con diferente grado de estructuración y consenso alrededor de la figura profesional del comunicador social. Ciertamente influyentes en ese grado de estructuración resultan el acceso a la información sobre el objeto de la representación y la relación que se establece entre éste y otros sujetos de diferentes grupos sociales (especialmente aquellos incluidos en este estudio cuya procedencia profesional difiere de la del comunicador). Dada la naturaleza de su propio desempeño profesional, los académicos se erigen como el grupo con mayor nivel de información –cuantitativa y cualitativamente-, lo que incide en el alto índice de organización de sus representaciones sociales del comunicador. Además el proceso actual que atraviesa el sector –inmerso en la elaboración, aprobación y pronta puesta en práctica de un nuevo plan de estudios- ha confrontado, actualizado y re-estructurado sus representaciones del objeto (figura profesional del comunicador social). 166

Crónicas de un viaje… Aunque menos compleja, la representación del sector decisor político se encuentra también bastante estructurada. Los contactos periódicos con el campo académico de la Comunicación –fundamentalmente con el subcampo educativo, en la figura de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana- y la relación con la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS) aseguran un intercambio sistemático con el objeto de tal representación. De hecho, es el propio Departamento Ideológico del Comité Central del Partido quien se encarga de la ubicación laboral de los egresados de las sedes centrales –carreras de Comunicación Social de las Universidades de La Habana, Villa Clara, Las Tunas y Santiago de Cuba. La asociación profesional del gremio –ACCS- posee una representación bien estructurada y ciertamente arraigada –la relación con el objeto es explícita, constante. En los empleadores no existe sin embargo una representación social per se, sino una serie de imágenes, opiniones y estereotipos (a veces aún desarticulados) –lógico si se considera la aún relativamente exigua presencia de comunicadores sociales en el mercado laboral. Ello como resultado, en cierta medida, de la interrupción histórica de algunas de las prácticas más tradicionales del campo profesional de la Comunicación –Publicidad o Relaciones Públicas- y el carácter emergente de otras –Comunicación Organizacional. Los núcleos figurativos de estas representaciones se concentran en el encargo profesional del comunicador. Al respecto se establecen posiciones similares, divergentes e, incluso, antagónicas. El comunicador es definido, por una parte, como un “estratega de la organización” o un “cientista social”; y, por otra, como un “comunicador institucional” o “un comunicador de perfil amplio”. Estas representaciones se construyen fundamentalmente en el marco de prácticas comunicativas interpersonales y grupales. Como principal fuente de información que nutre la representación, los sujetos investigados destacan abiertamente el contacto personal con estudiantes y docentes de la especialidad o profesionales en ejercicio, por encima de la consulta de fuentes especializadas, la participación en eventos, la recepción de mensajes provenientes de medios de comunicación masiva, etc. En general –aunque resulte paradójico-, el comunicador parece estar “incomunicado” si se consideran los insuficientes niveles cualitativos y cuantitativos de información sobre su práctica.

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Crónicas de un viaje… A partir de estas consideraciones generales los siguientes epígrafes se adentran con mayor profundidad en los elementos que conforman las representaciones sociales del comunicador en los sectores analizados.

5.2. Un objeto, varias representaciones La representación social contemporánea del comunicador social en Cuba se construye en paralelo con la historia reciente de su desarrollo como figura profesional. El capítulo en curso de esta historia, iniciado en las postrimerías del siglo XX, posee un gran peso en su representación, que dista de ser unívoca –carácter asegurado en cierta medida por las propias indeterminaciones que cualifican al campo de la Comunicación en tanto campo en construcción, a nivel nacional e internacional. El comunicador representado transita por los relatos personales y grupales –los determinantes laterales, según la teoría de las representaciones-, por las condiciones históricas del contexto inmediato: ideológicas, económicas, sociales; y esencialmente por la configuración específica de los campos académico y profesional de la Comunicación en Cuba, cuyos actores constituyen constantemente con sus prácticas (institucionales, comunicativas) los significados asociados a esta figura profesional. Estos elementos inciden inevitablemente en la producción de estrategias diversas para representarse al comunicador social y en las diversas representaciones construidas en el proceso. Una de estas representaciones es aquella que lo concibe como un comunicador institucional. Esta representación predomina en la asociación profesional del gremio, se localiza también en un grupo de profesores del sector académico, e identifica a grandes rasgos, en palabras de la Dra. Irene Trelles, Jefa de la Comisión Nacional de Carrera, al profesional que “contribuye a la gestión de Comunicación de los procesos tanto internos como externos de la institución donde esté, entendiendo como gestión la conceptualización y diseño de estrategias, su implementación” (2008 –entrevista), siempre en pos de los objetivos estratégicos de la entidad –en ello coinciden el Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y miembro de la Presidencia Nacional de la ACCS, Dr. Julio García Luis; la Presidenta de la ACCS, MSc. Rosa María Pérez Gutiérrez; y la miembro del Comité Asesor de la Presidencia Nacional de la ACCS y ex Presidenta de la misma, MSc. Rebeca Galán Caballero (2008 –entrevistas). 168

Crónicas de un viaje… Bajo esta representación se engloban imágenes que apuntan a las funciones conferidas a este profesional en el marco institucional. Los calificativos de “estratega de la organización” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista) y “brazo derecho de la máxima dirección de la institución” (Galán, 2008; Pérez Gutiérrez, 2008; Trelles, 2008 –entrevistas) constituyen definiciones objetivadas de las actividades de planificación y asesoría; mientras otros como el de “generador de confianza y credibilidad” (Galán, 2008; Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevistas) hacen referencia a la posición ética que debe mantener este profesional en su desempeño. El núcleo figurativo de esta representación parece encontrarse en la imagen de “integrador de intereses” (García Luis, 2008; Pérez Gutiérrez, 2008; Galán, 2008 –entrevistas). Esta describe condensadamente la naturaleza de la práctica profesional del comunicador en las instituciones, en relación con la actividad de otros profesionales al interior de la institución, o con la interacción de esta con el mundo exterior. En tal sentido el comunicador social se erige en “armonizador”, “negociador”, “conciliador” de las posturas y perspectivas de los públicos de la institución –interno y externo- y la dirección, respondiendo a todos equilibradamente, “en su justo medio” (García Luis, 2008 –entrevista). Estos atributos adelantan además la actitud desde la cual el comunicador debe enfrentar su encargo profesional y social. Como este es un profesional cuya esencia radica en el trabajo con seres humanos (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista) son ineludibles en su arsenal de recursos la disposición al diálogo y la capacidad de escuchar. Tales requerimientos son vitales si se considera que la labor del comunicador, a saber, la comunicación, “no se hace en solitario, es un trabajo en equipo”, pues sin dejar de reconocer la importancia de este profesional en las instituciones, debe insistirse en que “forma parte de un engranaje” mayor (Galán, 2008 –entrevista). Además, se trata de un profesional que debe distinguirse por su vocación humanista y su compromiso social. Y ello pasa por el sentido de la responsabilidad en relación con los públicos internos y externos de la organización, pero también (desde una perspectiva meso y macrosocial) con la entidad como institución social y con la sociedad de conjunto: “el comunicador en cualquier lugar, hoy más que nunca, debe ayudar a la cohesión del país, a la disciplina, a elevar los niveles de confianza en la Revolución” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista).

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Crónicas de un viaje… Las mismas aptitudes y competencias profesionales que se atribuyen o exigen para el comunicador se muestran coherentes en ese sentido. El comunicador debe ser creativo, pero ello no debe comprenderse únicamente en un sentido práctico, sino con un respaldo en el conocimiento especializado. Debe saber, por ejemplo, de Psicología, una herramienta que le permite “caracterizar psicosocialmente a cada uno de los grupos con los que trabaja” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista), o de Pedagogía “para asesorar a cualquiera de los públicos de la institución” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista). Debe dominar los métodos y técnicas de investigación social, pues ello le permite no tomar decisiones estratégicas sobre la base de intuiciones apriorísticas, sino sobre la base de resultados de investigación científica (Galán, 2008 –entrevista). El conocimiento de otra lengua, como el idioma inglés, podría ser uno de los requisitos adicionales en el comunicador, que le permitiría acceder a bibliografía e información actualizadas (Galán, 2008 –entrevista). En consecuencia, el comunicador se concibe como un profesional, en el sentido de ser egresado de centros de educación superior, con una formación “científica” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista) que le permita desarrollar competentemente las funciones asignadas. Esta percepción se opone al comunicador improvisado, de formación empírica, lo que se relaciona con fuerza con el surgimiento de la carrera de Comunicación Social (que marca un punto de giro en la institucionalización de los campos profesional y académico asociados) (García Luis, 2008 –entrevista). Por otra parte, esta representación contempla una pluralidad de esferas de actuación para el comunicador, que involucra una valoración positiva de la figura profesional y su relevancia social, a veces desde una perspectiva “pancomunicacionista” (que trata, a su vez, de enfrentar cierta subvaloración o el desconocimiento histórico en torno al campo y la figura profesional): “Considero firmemente que el comunicador es indispensable en nuestra sociedad; lo fue ayer, lo es hoy y lo será siempre porque todo lo que vayan a hacer [empresas, instituciones, la sociedad en su conjunto] tiene que pasar por nosotros [los comunicadores]” (Galán, 2008 –entrevista). Esta representación social ubica a la figura del periodista en los orígenes del campo profesional de la Comunicación. No obstante, la representación actualizada del comunicador institucional no da cabida al periodista, o sea, el periodista es también un comunicador social, pero no el comunicador social al que los sujetos se refieren, cuyos límites coinciden con los institucionalmente establecidos (en relación con el desarrollo y denominación de la actual carrera universitaria de Comunicación Social, y 170

Crónicas de un viaje… no con el desarrollo epistemológico del campo académico). En consecuencia la definición se establece por exclusión entre dos comunicadores sociales posibles, sólo uno de los cuales se denominará explícitamente como tal: “El graduado de Comunicación Social puede trabajar en los medios, pero yo no veo al comunicador graduado de nuestra carrera haciendo el reportaje, el comentario o la entrevista, para eso hay otro comunicador social que se especializó en su carrera en los medios” (Galán, 2008 –entrevista, subrayado nuestro). El perfil institucional del comunicador76 se circunscribe, en este tipo de representaciones, a las prácticas profesionales que podríamos definir como más “tradicionales” del campo profesional de la Comunicación. A las relativamente conocidas Publicidad, Relaciones Públicas y Propaganda, se suma la Comunicación Organizacional, de reciente desarrollo en los campos académico y profesional. Estas prácticas o especialidades gozan, por ejemplo, de una más clara legitimación en el marco de la asociación profesional del gremio, en relación con otras prácticas de la Comunicación Social como la Comunicación Educativa y Comunitaria, por sólo citar alguna que no parece incluirse en la representación del comunicador de perfil institucional. El cambio de nombre de la Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas (1991-2003) a Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, propuesto y aprobado en el marco de su III Congreso (2003), evidencia una intención del gremio de ajustar la concepción de esta figura profesional, ampliándola especialmente en el sentido de incluir el área de la Comunicación Institucional. Ello se refleja en la existencia de un círculo especializado de Directores de Comunicación Institucional al interior de la Asociación, junto a los círculos de Relacionistas Públicos, Creativos (diseñadores, redactores publicitarios y propagandísticos, etc.), Directores de Agencias de Publicidad e Investigadores de la Comunicación y la Mercadotecnia. Semejante ajuste estaría además en consonancia y/o aprovecharía la coyuntura de la distinción de dos carreras, Comunicación Social y Periodismo, impulsada desde la dirección política del país y el gremio de periodistas (en el VII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, UPEC).

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En la proyección del Plan de estudios D de la carrera de Comunicación Social, que debe comenzar a aplicarse en el curso regular diurno a partir del próximo año académico 2008-2009, la Comunicación Institucional como disciplina –y perfil- se estructura a partir del siguiente currículo básico: Comunicación Organizacional, Relaciones Públicas, Comunicación Visual, Publicidad, Propaganda, Diseño de Campañas, Identidad e Imagen Corporativa, Dirección y Gestión de Comunicación. 171

Crónicas de un viaje… Por otra parte, el comunicador social para este sector no es solamente aquel profesional de la especialidad egresado de la Academia tradicional. Esta concepción se constata en dos hechos: la pluralidad de formaciones profesionales de sus miembros y el apoyo brindado por sus asociados como docentes de la carrera en las Sedes Universitarias Municipales (García Luis, 2008; Galán, 2008 –entrevistas). La representación del comunicador de perfil institucional posee un alto grado de estructuración, pero su propia naturaleza denota un acceso, privilegio o adherencia a fuentes de información específicas de esta zona del perfil profesional. No obstante no ser a veces especialmente plural, se observan niveles de profundidad y coherencia en la información disponible. El acceso a la información está determinado en gran medida por la propia manera de concebir la especialidad: “nuestra disciplina fundamentalmente trabaja la Comunicación Institucional, las Relaciones Públicas, y todo esto que está como esencia científica en la Comunicación Organizacional” (Pérez Gutiérrez, 2008 –entrevista). Esta representación del gremio y una parte del sector académico, parece ser la representación “hegemónica”, la que evidencia mayor grado de consenso en torno a los campos de actuación y el encargo que debe cumplir el comunicador en ellos. Responde, además, a claras lógicas institucionales que establecieron un correlato entre lo que la Asociación en sus Estatutos y Círculos Especializados77, y la Academia con su Plan de estudios C (perfeccionado), habían entendido hasta tiempos recientes como “comunicador social”. Sin embargo, tal visión sufre actualmente un proceso de actualización, que adelanta representaciones probablemente aún “emergentes” (Moscovici diría “emancipadas”), especialmente impulsadas desde la Academia. Entre las representaciones halladas se encuentra, en un grupo de docentes del sector académico, aquella que concibe al comunicador social como un comunicador de perfil amplio, que desde su propia definición trasciende –y engloba- la visión del comunicador de perfil institucional. Esta representación se caracteriza por una mirada holística de los campos de acción del profesional de la Comunicación. De esta forma su 77

Los Estatutos de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales puntualizan que esta organización es “representativa de los profesionales, técnicos y directivos de la comunicación social que se desempeñan en las esferas de propaganda, publicidad, relaciones públicas, comunicación institucional, promoción de ventas y marketing e investigaciones de la comunicación” (p. 1). Los mismos círculos especializados en que se organiza también refrendan estas prácticas. 172

Crónicas de un viaje… desempeño no se circunscribe al espacio institucional, pues al ocuparse de “producir, transmitir y compartir, léase también el concepto de distribuir información y significados” (Saladrigas, 2008 –entrevista), esta figura atraviesa otros ámbitos y desarrolla prácticas cuya naturaleza y objetivos desbordarían las concepciones particulares del aquel perfil, si bien comparte con él una serie de características básicas. Esta representación pasa también por una concepción sistémica del campo de la Comunicación, por entenderlo como la integración de múltiples subcampos académicos y profesionales, sin desdeñar –más bien intentado complementar- las especialidades que lo componen. De esta forma, engloba imágenes del comunicador que van desde “transformador social” a “cientista social”, apuntando tanto a profesionales que se desarrollan en el ejercicio práctico (gestores de comunicación), como en la docencia y la investigación (Toirac, 2008; Montero, 2008 –entrevistas). Su núcleo figurativo señala la integración dialéctica de la diversidad de prácticas profesionales posibles del comunicador social. La representación del comunicador de perfil amplio bebe directamente del modelo de profesional formado por las escuelas latinoamericanas de Comunicación. Este modelo, como ya se ha visto, comporta la figura del periodista –figura que epistemológicamente es imposible desligar de la configuración del campo tanto profesional como académico de la Comunicación. La representación del comunicador de perfil amplio comporta el enfrentamiento de lógicas institucionales –contextuales- y epistemológicas, donde las primeras suponen renunciar institucionalmente a la figura del periodista como comunicador social, y las segundas a jamás haberlo distanciado. De cierta manera el subcampo educativo de la Comunicación en Cuba durante las dos últimas décadas ha asistido a subsecuentes habilitaciones y restricciones de la figura del comunicador social, relacionadas con las representaciones que de este poseen actores de otros campos (especialmente el campo de la política y aquellos actores que nombramos “decisores políticos”), cuyas prácticas intersecan –y median- los campos académico y profesional de la Comunicación. Ello explica por qué el periodista –institucionalmente- no puede o no debe ser considerado un comunicador social (Agüero, 2008 –entrevista), al menos en el sentido en que estos actores lo comprenden (identificado con el comunicador social que gradúa la Academia): “Nosotros [los académicos] hemos tratado de defender esa visión de cientista social, de perfil amplio, aun cuando tenemos que también arrastrar esa forzosa o ficcional división que se ha hecho en la Academia entre Periodismo y Comunicación Social, división 173

Crónicas de un viaje… que, a mi modo de ver, no se sustenta completamente” -precisa la MSc. Yanet Toirac, que se ha desempeñado en varios períodos como Jefa del Departamento de Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2008 –entrevista). Los elementos representacionales a los que se atribuye un significado más importante están dados por las actitudes que deben caracterizar a este profesional y las herramientas conceptuales y teóricas en que basa su desempeño. En este sentido el encargo profesional del comunicador tiene una naturaleza “pública”, lo que apunta hacia los altos niveles de responsabilidad y compromiso social inherentes a su práctica profesional. La actitud ética se establece como requisito sine qua non: “lo primero que tiene que tener un comunicador es una ética, o sea, valores muy bien definidos; esas no son habilidades, esos son valores, presupuestos conceptuales, elementos que tiene que cultivar en su personalidad” – insiste la Dra. Hilda Saladrigas, profesora de Metodología de la Investigación, Vicedecana Docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y presidenta del Círculo de Investigadores de la Comunicación y la Mercadotecnia de la ACCS entre los años 2003-2007 (2008 –entrevista). Asimismo, el comunicador debe poseer un amplio bagaje cultural, pero no sólo entendido como un número elevado de conocimientos, sino como la capacidad analítica para valerse de ese conocimiento: interpretarlo, resignificarlo, reemplearlo (Saladrigas, 2008; Montero, 2008 –entrevistas) y sobre todo poder ponerlo a disposición de las mayorías, esto es, democratizarlo, lo que apunta a su encargo educativo. El comunicador social, desde esta representación, tiene además un encargo político, está llamado a contribuir a la sobrevivencia del propio proyecto social cubano en tanto debe hacer saber a las personas que tienen “voz” y que pueden dialogar, participar en la construcción de tal proyecto (Saladrigas, 2008 –entrevista). La esencia democrática del proceso político cubano no sólo se garantiza a través de la elevada instrucción del pueblo, sino mediante su traducción en prácticas participativas. En este sentido el comunicador puede fungir como facilitador –articulador- del diálogo entre las altas instancias políticoadministrativas del país y la base (Montero, 2008 –entrevista). Lo que coincide con lo que muchos de los más destacados académicos del campo (Martín Barbero, Marques de Melo, Fuentes Navarro, Sánchez Ruiz, entre otros) trazan como utopía posible, necesaria, para el campo académico y profesional del comunicador en América Latina.

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Crónicas de un viaje… Para su efectivo desempeño, este comunicador debe estar formado en el dominio de la tecnología de la información y las comunicaciones, así como de los lenguajes de los medios, sobre todo si se tiene en cuenta el extenso número de prácticas comunicativas tecnológicamente mediadas a las que debe enfrentarse, en las que debe tomar parte, protagonizar. En el currículum básico del Plan D, se proyectan disciplinas de formación general como Idioma Inglés, Computación y Psicología; y disciplinas de la especialidad como Comunicación y Sociedad, Teoría e Investigación en Comunicación, Gestión y Lenguajes de los MCM, Comunicación para el Desarrollo, Gerencia y Mercadotecnia y Comunicación Institucional (Plan de Estudio de Comunicación Social, 2008). La capacidad de enjuiciar críticamente la realidad es otra de las actitudes más apreciadas (Toirac, 2008; Saladrigas, 2008 –entrevistas). Al respecto, el comunicador social debe ser “una persona con capacidad de análisis, con capacidad de discernir o con capacidad de enjuiciar determinados fenómenos sociales que lo rodean con argumentos, con sustancia o por lo menos tratar de acercarse a este deber ser que forma parte de la argumentación oportuna y de la argumentación juiciosa” (Toirac, 2008 –entrevista). La representación del comunicador de perfil amplio parece ajustarse mejor a la propia denominación del profesional –comunicador socialdesde una concepción más amplia de sus campos de acción y esferas de actuación en el marco de las prácticas y las ciencias sociales: “debe ser capaz de intervenir en todos los niveles de la comunicación desde el punto de vista investigativo y para la producción, aunque se puede concentrar en alguna realidad específica y debe saber desarrollar actividades básicas en disciplinas como la Comunicación Organizacional, la Gestión de Comunicación con y en medios (…) debe trabajar la Comunicación y la Educación” –indica el Lic. Abel Montero Alarcón, profesor de Comunicación e Imagen Corporativa en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y Jefe del Grupo de Comunicación Institucional de esta universidad (2008 –entrevista). La representación social de este comunicador de perfil amplio se presenta con contenidos relativamente estructurados, aunque al mismo tiempo dinámicos: ella se actualiza constantemente en las propias prácticas de los actores que la construyen. No podría ser diferente tratándose de sujetos que se encargan profesionalmente de la formación académica de comunicadores sociales. Este hecho posibilita el acceso expedito al objeto y a diversas fuentes de información autorizada, consensuada, 175

Crónicas de un viaje… mayormente de corte científico. Por otra parte, la representación encuentra una coyuntura favorable para evidenciarse en la proyección del nuevo Plan de Estudios D, en el marco de cuya concepción se ha actualizado o re-estructurado (como resultado del levantamiento de información documental y de fuentes vivas, así como de las dinámicas de discusión grupal que este proceso ha generado al interior del sector, con la participación de actores de todo el país). Los planes de estudio C perfeccionado y D de la carrera de Comunicación Social expresan sendas representaciones sociales en el sector académico. Cada plan y las prácticas educativas de ellos derivadas (o por derivarse) suponen la institucionalización de una representación. Ello explica por qué al interior del sector existen representaciones polémicas: conviven la representación del comunicador institucional, actualmente institucionalizada, y la representación hoy emergente de un comunicador de perfil amplio, que si bien no incluye al periodista (como el comunicador de perfil amplio que postuló en sus inicios el Plan de Estudios C), sí se actualiza y extiende hacia otros campos de actuación del profesional hasta ahora menos atendidos. Esta representación “emancipada” se encuentra sin embargo en vías de ser institucionalizada en breve. Otra representación del comunicador identificada es aquella que se estructura en torno a un núcleo figurativo claramente asentado en la imagen del comunicador social como “trabajador ideológico”, una representación hegemónica en el sector decisor político, que se concentra en el encargo y formación política del profesional. Ello debe provenir de aptitudes cultivadas que se reflejen a su vez en determinadas actitudes claramente comprometidas con el proyecto político nacional: “el comunicador social, en primer lugar, es un profesional con alta preparación político-ideológica, [formado] en los principios marxistas, martianos, fidelistas. Es decir, una persona integralmente revolucionaria, muy preparada, con principios sólidos, es muy importante, porque el comunicador es un trabajador ideológico” –define la MSc. Elsa Agüero, funcionaria del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (2008 –entrevista). Este matiz ideológico que, a ojos de estos actores, caracteriza de forma priorizada al encargo del comunicador social queda confirmado en el hecho de que sea el propio Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba quien se encargue de la ubicación de los egresados de la especialidad de las sedes universitarias centrales.

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Crónicas de un viaje… De igual forma, el comunicador debe poseer un elevado bagaje cultural que incluya información general y particular –referidas a la historia y la cultura internacionales y cubanas. Tales competencias y las actitudes que de ellas se derivan (cimentadas en los valores políticos que aquellas comportan), deben proveer al comunicador de las herramientas necesarias para una interpretación exhaustiva de cualquier mensaje comunicativo, lo que apunta a su identificación con el perfil de un analista de mensajes (analista de medios): “el comunicador tiene que buscar siempre las aristas de qué se transmite, cómo se transmite y buscar la esencia de lo que se está transmitiendo. Por eso digo incluso que en los medios de comunicación son importantísimos los comunicadores” (Agüero, 2008 –entrevista). La representación contempla, en su núcleo figurativo, el objeto profesional del comunicador social, esto es para el Lic. Rolando Alfonso Borges, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, “asesorar y organizar la gestión de comunicación en los diferentes escenarios donde se desarrolle” (2008 –entrevista). Para conseguirlo se observa, igualmente, la necesidad de una preparación profesional. En este sentido se reconocen como competencias profesionales el dominio de temáticas de participación, psicología social y gestión empresarial: “pienso que el comunicador social ante todo debe de saber mucho de participación, tiene que saber mucho de psicología social de los trabajadores (…) el [comunicador] que vaya para una empresa tiene que conocer la economía empresarial, la organización del trabajo, qué cosas es el capital humano, qué es la planificación, etc.” –puntualiza el Coronel Armando Pérez Betancourt, Jefe del Grupo Ejecutivo Nacional de Perfeccionamiento Empresarial (2008 -entrevista). Pero la importancia asignada a este profesional en la sociedad cubana actual radica fundamentalmente en el hecho de poner su labor en función de la defensa de la obra de la Revolución (Alfonso, 2008 –entrevista), en macro-escenarios (como facilitador de la interacción entre las altas instancias administrativas y políticas del país y la base), así como en escenarios meso y microsociales, del ámbito de la Comunicación Institucional: Organismos de la Administración Central del Estado, el sector empresarial, comunitario, los medios de comunicación –especialmente la radio, la televisión y sus áreas de investigación (Agüero, 2008; Alfonso, 2008 –entrevistas). Sin embargo, aunque todos estos campos se consideren relevantes, se insiste prioritaria y quizás coyunturalmente en “su importancia para la organización comunicacional 177

Crónicas de un viaje… en nuestras entidades productivas y de servicios” (Alfonso, 2008 –entrevista). En cualquier caso, debe señalarse como tendencia de futuro, la posibilidad de la emergencia de una transformación en la periferia de la representación del comunicador social que posee el sector decisor político. Ello podría evidenciarse en el replanteo de los límites del campo de acción profesional del comunicador social, influenciado por el nuevo plan de estudios de la especialidad (Plan D) recientemente presentado a los actores de este sector, y valorado por ellos como una “actualización más acertada” y “diferente de lo que habíamos previsto hasta ahora”. Mientras tanto, se cuestiona ya el plan de estudios anterior (aprobado, por cierto, con la anuencia de estos actores) cuando se expresa que la idea de la Academia sobre el comunicador “fuera de los medios” resulta hoy esquemática78 (Agüero, 2008 -entrevista). Según el criterio del sector decisor político, esta figura profesional debe poseer determinadas disposiciones, actitudes relacionadas básicamente con la propia naturaleza comunicativa de su profesión: el comunicador “tiene que saber oír, saber negociar y saber compartir sus habilidades profesionales” (Agüero, 2008 –entrevista) y, en contraposición, no puede ser “petulante” o “individualista” (Alfonso, 2008 –entrevista), ni creerse el “ombligo del mundo” (Agüero, 2008 –entrevista), pues “no se puede dirigir sin comunicarse adecuadamente o haciendo caso omiso de lo que piensan los que son objetos de la labor de dirección” (Alfonso, 2008 –entrevista). Se trata, en general, de una labor que persigue principalmente “aglutinar, cohesionar todas las fuerzas posibles en función de lograr los objetivos y el encargo social del centro donde desempeñe sus funciones” (Alfonso, 2008 –entrevista). Si bien el Departamento Ideológico ubica a los egresados de la especialidad de las sedes centrales, ello no significa que el sector decisor político circunscriba su definición del comunicador social a estos: “nosotros no podemos ver como los actuales y futuros profesionales de la Comunicación sólo a los que están en las aulas, dentro de los marcos tradicionales de la universidad, sino tenemos que enfocarnos a la 78

Como señala la entrevistada, en ese momento –elaboración del Plan C perfeccionado (curso escolar 2000-2001) a raíz de la escisión de la carrera sobre la base de los planteamientos del VII Congreso de la UPEC- el Partido apoyó la idea, pues se trataba de separar la figura profesional del periodista de la del comunicador social. Aunque, la propia entrevistada insiste: “no podemos ver el comunicador en los medios desde el punto de vista informativo: ese sí es un tema de los periodistas” (Agüero, 2008 –entrevista). 178

Crónicas de un viaje… formación que en el país se está haciendo de manera multiplicada, la universidad, de los comunicadores, que por demás es una carrera que tiene unos cuantos miles de estudiantes” (Agüero, 2008 –entrevista). En este sentido señala el Lic. Rolando Alfonso Borges: “Hoy están en formación en las SUM miles de jóvenes que irán a ocupar responsabilidades en determinadas entidades o que también se apropiarán de las herramientas que les ofrece graduarse de Comunicación para ser mejores trabajadores sociales o maestros emergentes, pues debemos aspirar que aunque se gradúen de comunicadores se mantengan en esas y otras responsabilidades por las que pudieron llegar a las SUM” (Alfonso, 2008 –entrevista). Mientras tanto, eventos recientes influenciados por un cierto reconocimiento de esta figura profesional por parte de la dirección política del país (el Partido y el Gobierno), se constituyen en factores de presión a la inferencia en un conjunto de empleadores, a saber, los Organismos de la Administración Central del Estado y las organizaciones en proceso de Perfeccionamiento Empresarial. Estos eventos toman cuerpo en la emisión de dos documentos: las “Orientaciones del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba para incrementar la eficacia informativa de los medios de comunicación masiva del país” y el Decreto No. 281 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros –actualización de las Bases Generales del Perfeccionamiento Empresarial-, que datan de febrero y agosto de 2007 respectivamente. El primero de estos documentos señala entre las causas que dificultan la circulación de la información y el ejercicio del Periodismo “una ausencia de políticas de divulgación y comunicación en la mayoría de las instituciones, lo que dificulta o complica el desarrollo de medidas o programas de amplia incidencia en la población, por no haberse previsto la información imprescindible para una mejor comprensión y apoyo popular” (PCC, 2007: 3). En este sentido se insiste en que “los cuadros administrativos y políticos deben estar preparados y es útil, cuando la prensa les solicita información, que la brinden de manera responsable, emitan sus opiniones, ayuden con veracidad a mostrar a nuestro pueblo el estado del trabajo en las áreas que dirigen, sin abordar la información clasificada” (PCC, 2007: 6). Estas orientaciones han producido en dirigentes y funcionarios estatales la preocupación por diseñar estrategias de comunicación con medios. El segundo documento supone el diseño e instauración, en un plazo de dos años, del Sistema de Comunicación Empresarial, que debe sostenerse 179

Crónicas de un viaje… en los manuales de Gestión de Comunicación y de Identidad Corporativa. Ello implica el diagnóstico y conceptualización de los procesos comunicativos, con la asesoría de personal calificado –“como los profesores de la Facultad de Comunicación”-, y en consecuencia, la creación de un área estructural de la empresa con profesionales de la especialidad, que se encarguen de la investigación, planificación, aplicación y evaluación de estos procesos en públicos internos y externos (Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, 2007). Si bien estas normativas constituyen factores de peso, resultan demasiado recientes para sustentar la conformación de representaciones sociales adecuadamente estructuradas y organizadas. Además este tipo de experiencia no encuentra aún generalmente un correlato en el sector “empleadores”, si tenemos en cuenta la inexistencia de una tradición sostenida en el ejercicio profesional de la Comunicación “no periodística” en el país. No obstante, sí facilitan la aparición de un conjunto de imágenes, percepciones y estados de opinión a veces más y a veces menos articulados que, como constatamos, no pueden considerarse per se una representación social. Estas visiones pasan por niveles de información desiguales –frecuentemente exiguos- y por las exigencias específicas de cada esfera de actuación. En consecuencia la figura del comunicador adquiere un significado instrumentalista, y las expectativas alrededor de su desempeño se mueven en el ámbito de los estereotipos, especialmente relacionados con aptitudes que se refieren a su dominio de ciertas “artes de la persuasión”: “esa cosa mágica que los comunicadores tienen de darle forma a las ideas como una cosa vendible –afirma el MSc. Abel Ponce, Vicedirector de Ciencia del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y profesor adjunto de Metodología de la Investigación de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2008 –entrevista) y añade que, por ejemplo, el relacionista público tiene que insistir de todas las maneras posibles hasta que consiga efectuar la venta. En ese sentido se potencian el rol de determinadas aptitudes y actitudes: “tiene que tener condiciones igual que un deportista, o como la talla en una modelo”, insiste el Lic. Ángel Hernández, Director de Mercadotecnia de la Corporación CIMEX S.A. y Presidente del Círculo de Investigadores de la Comunicación y la Mercadotecnia de la ACCS (2008 –entrevista); “la mala educación, el mal aspecto personal, el mal gusto, la mediocridad serían indeseados en un comunicador” –asegura el MSc. Rafael Bell, Director de Colaboración del Ministerio de Educación (2008 –entrevista).

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Crónicas de un viaje… Estos elementos indican un conjunto de miradas fragmentarias, no consensuadas, vinculadas a necesidades comunicativas concretas, que redundan en una figura utilitaria, en un comunicador “a la medida”. Desde el campo investigativo se agradece su capacidad para convertir un proyecto de investigación en un producto comunicativo: “esa capacidad que no tienen los otros (psicólogos, sociólogos, historiadores) de darle forma al proyecto de manera que quede bien en términos comunicativos, presentable para otro” (Ponce, 2008 –entrevista); desde el mundo empresarial, una formación especializada: “si se va a dedicar al mundo empresarial tiene que conocer cosas de empresa es decir organización de empresas, ciencias empresariales, etc.” (Hernández, 2008 –entrevista); y en los medios, la posibilidad de “aterrizar” información compleja, traduciendo en términos de la audiencia promedio contenidos densos –político-ideológicos, sociales, etc.-, añade el MSc. Alejandro Castañeda, Director del Canal Educativo 2 (2008 –entrevista). Asimismo, entre las funciones asignadas a este profesional, se encuentran básicamente: “la atención a personalidades, al público interno y externo de la institución, la preparación y organización de reuniones, eventos, actos públicos, homenajes entre otras actividades” (Bell, 2008 –entrevista); razón por la cual se le ubica “en el área de Promoción y Propaganda de la institución, Relaciones Públicas, el departamento de audiovisuales, etc.” (Bell, 2008 –entrevista). Como se aprecia, la dinámica del mercado laboral, más avocado a la resolución práctica, al “aquí y ahora”, supone un reto para el comunicador social de perfil amplio. Cada esfera demanda habilidades y saberes menos generales y más especializados, una formación más verticalizada. “Este mundo es muy complejo y tiene demasiado nivel de conocimientos para el perfil amplio, siempre la especialización se impone” –alerta el MSc. Abel Ponce, (2008 -entrevista), aludiendo a la formación de profesionales más ajustados a la práctica o las necesidades del contexto nacional. No obstante, en este mismo sector se puede identificar una visión otra del comunicador social (de carácter “emancipado”, con respecto a las precedentes) como es la aportada por el Dr. José Ramón Vidal, Coordinador del Programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr. y antiguo Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana: “es importante que se vaya abriendo paso la idea que la comunicación es una actividad estratégica para todo tipo de organizaciones, no desde la visión manipuladora de la comunicación al uso en los países capitalistas, sino que se vaya abriendo paso un modelo autóctono basado en las ideas del diálogo” (2008 – 181

Crónicas de un viaje… entrevista). En correspondencia, el comunicador es entendido como “un facilitador de la comunicación, un facilitador del diálogo, del intercambio de saberes entre personas diferentes, entre instituciones diferentes” (Vidal, 2008 –entrevista). Por otra parte, se reconoce la existencia de este profesional previamente al surgimiento de la carrera, si bien se indica el déficit en la formación de estos comunicadores “empíricos”. “Creo que la maestría ha cumplido un papel positivo llenando enormes lagunas, sobre todo en el campo teórico, conceptual, metodológico. Lo que había como experiencia en mucha gente anterior era un empirismo basado en los esquemas más simplones de la comunicación de los años ‘50, de los años ‘60. También creo que hay experiencias que son válidas y que los jóvenes deben aprender de ellas, porque hay gente que sin una preparación teórica y conceptual ha hecho en la práctica cosas regulares, buenas o malas, pero de todo eso se derivan experiencias” (Vidal, 2008 –entrevista).

En resumen se constata que no existe una representación social del comunicador social unívoca en el conjunto de los sectores investigados. No obstante, se establecen algunos puntos de consenso. Ante todo se reconoce en la figura del comunicador social a un profesional (lo que se justifica básicamente en su formación universitaria real o deseada). Las expectativas y exigencias de los actores confrontados pasan por este hecho, que implica un desempeño profesional competente que desplace paulatinamente las prácticas sustentadas en el empirismo y el voluntarismo. El otro punto de contacto señala hacia las aptitudes comunicativas indispensables en el comunicador social: la capacidad de diálogo y la capacidad de escuchar. Ambas aseguran los fundamentos básicos para una relación dialógica y empática con el ser humano, esencia misma del trabajo del comunicador. Igualmente el compromiso social, la responsabilidad ética se establece como una de las actitudes que median la práctica de este profesional. En este sentido, el comunicador social está avocado a erigirse a nivel micro, meso y macro como articulador del diálogo entre las instancias de poder y la base (las masas, los ciudadanos, según quien los nombre). Finalmente se vislumbran los trazos, inciertos en algunos casos, firmes en otros, del esbozo de un objeto profesional específico para la figura del comunicador social. “La Comunicación se encarga de la gestión –la 182

Crónicas de un viaje… construcción, la distribución- de valores o de códigos compartidos, y si bien otros profesionales afines –sociólogos, psicólogos- trabajan en esos procesos comunicativos, ellos no constituyen su razón de ser, su esencia misma” (Toirac, 2008 –entrevista).

5.2.1. Fuentes de representación y representaciones (im)posibilitadas Resulta paradójico constatar cuán poco extendido es el (re)conocimiento de los profesionales de la Comunicación Social, si se piensa en la naturaleza de la actividad que realizan. En esta situación han influido la juventud del campo y la interrupción por un período de aproximadamente de 30 años de su proceso de profesionalización en Cuba, que sólo retoma fuerzas en los albores de los años ‘90. Otros factores que influyen sobre ello son la aún exigua presencia de comunicadores en el campo profesional y la escasez de vías que faciliten la socialización de información en torno a esta figura profesional. Precisamente uno de los puntos de mayor consenso en los grupos analizados es la poca variedad y el carácter asistemático de las fuentes de información sobre el comunicador social. Así, se considera escasa la visibilidad mediática de este profesional e insuficientes los espacios proyectados desde instituciones como la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y la ACCS –vinculadas directamente a los campos educativo y profesional de la Comunicación: “resultan pocos esos espacios; en los medios de comunicación tenemos que insertarnos mucho más, tiene que existir un boletín para que circule por todos los miembros de la organización, etc.” –asegura la MSc. Rosa María Pérez Gutiérrez (2008 –entrevista). En este sentido señala la Dra. Hilda Saladrigas: “Ni siquiera tenemos resortes suficientemente divulgativos como publicaciones, que son muy limitadas en Cuba, y en los medios aparecen determinadas informaciones sobre eventos, congresos, etc., muy ocasionalmente” (2008 -entrevista). El alcance del limitado número de fuentes de información sobre el comunicador se ve afectado además por la baja regularidad de las existentes, debido a una variedad de restricciones entre las que se encuentran las cuestiones burocráticas79 y, fundamentalmente, las 79

Manifiestas en la tardanza para aprobar nuevos proyectos que funcionarían como fuentes de información sobre el comunicador –como la revista Alcance, publicación digital concebida por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y que hace más de dos años espera la aprobación de publicación por la Cámara del Libro- y en los numerosos asuntos de índole administrativa que 183

Crónicas de un viaje… económicas, porque “mantener una revista resulta caro” y “la posibilidad de editar más libros ha estado limitada dada la escasez de financiamiento”. No obstante los numerosos obstáculos que se presentan, mayores empeños en la organización y la proyección de este tipo de espacios pudieran dar resultados más satisfactorios. Los espacios concebidos desde la ACCS como fuentes de información sobre el comunicador social son, en primer término, la revista Espacio y las producciones del sello editorial Logos. También se reconocen en ese sentido los cursos impartidos en su Centro de Capacitación, su sitio web –aunque los entrevistados coincidieron en calificarlo de desactualizado- y “las actividades que generan los círculos profesionales como talleres, simposios, eventos, premios, etc.” (García Luis, 2008 –entrevista). La propia labor de la ACCS como organización gremial ha devenido fuente de información sobre la figura profesional del comunicador social. Desde la Academia se reconoce, por ejemplo en palabras de la Dra. Hilda Saladrigas que “la Asociación ha tenido incidencia sobre la sociedad”, y agrega que “como organización, es un gran canal que ha logrado que se concientice, sobre todo en las provincias, que existe el gremio y cuáles son las prácticas que realiza. Cada uno de los círculos que agrupa a los profesionales del sector organiza actividades. (…) Se han hecho acciones comunicativas, de capacitación, de gestión. Además ha interactuado a nivel social y a nivel local con las organizaciones más importantes de los territorios” (2008 –entrevista). También es relevante la actividad desplegada por la ACCS en aras de “lograr un impacto en el mundo empresarial” (Saladrigas, 2008 –entrevista). Las relaciones establecidas con diversas instituciones le han permitido a la Asociación “apoyar muchísimo en la preparación de las prácticas laborales. Esto ha sido algo que sin la Asociación no hubiéramos podido hacer, fundamentalmente en las provincias, porque nosotros no teníamos sedes, ahora sí tenemos sedes municipales en todo el país, pero es un fenómeno muy reciente. Por lo tanto la Asociación ha sido este lazo” –afirma la MSc. Yanet Toirac (2008 –entrevista). La Academia no ha logrado articular espacios sistemáticos que puedan funcionar como fuentes de información sobre el comunicador social. Pero se han identificado determinados escenarios que, si bien no tienen este objetivo como fundamental, han contribuido en alguna medida a

deben llevar los profesionales de los grupos académico y gremial conjuntamente con su práctica docente, científica o profesional. 184

Crónicas de un viaje… socializar conocimientos sobre esta figura. Las prácticas preprofesionales, dan fe de ello pues han “favorecido el diálogo con el mercado laboral y han logrado difundir la labor de los comunicadores e insertar a los estudiantes [en el mercado laboral]” (Saladrigas, 2008 -entrevista). Esto no sucedía de igual manera hace algunos años atrás: “En un principio el sector profesional no reconocía con total claridad la necesidad de este nuevo perfil [del comunicador institucional potenciado por el Plan de Estudios C (perfeccionado)]. Con certeza eso ya no pasa hoy y es una cuestión que he visto discurrir, que he visto transitar, por lo menos en los últimos cinco o seis años, de manera positiva para nosotros. Antes teníamos que explicar diez mil veces para qué hacía falta un comunicador e insistir a los centros para que acogieran a nuestros estudiantes. Ese problema de que no teníamos centros suficientes ya hoy terminó” (Toirac, 2008 –entrevista). Asimismo las Sedes Universitarias Municipales (SUM) han constituido una importante fuente de conocimientos sobre el comunicador social. En palabras de la Dra. Hilda Saladrigas “las SUM han sido positivas [porque] han dado a conocer la Comunicación Social y han roto estereotipos alrededor del comunicador que a las sedes centrales les hubiera costado mucho esfuerzo romper por sí solas, porque en graduaciones de 30 personas en el Occidente del país y otro tanto en el Oriente, con las limitaciones en el proceso de visualizarnos y de hacernos más presentes en la sociedad, se iba a retardar. Creo que ha sido un acto de democratización de la información sobre los comunicadores sociales, porque hoy tienes cientos de miles, de manera que los ha lanzado a la sociedad y hoy los reconocen más” (2008 –entrevista). Por su parte, los grupos decisor político y empleador aseguran que han recibido información sobre el comunicador social mediante el acercamiento a libros y revistas de la especialidad, aunque sólo en aislados casos se refirieron a la revista Espacio, y ninguno de los entrevistados mencionó la editorial Logos. También resulta importante como fuente de conocimientos la propia formación profesional de los sujetos, así como algunos entrevistados refirieron la Maestría en Ciencias de la Comunicación (educación posgraduada) que imparte la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana como una vía relevante en este sentido (Agüero, 2008; Ponce, 2008 –entrevistas). Las interacciones personales se erigen como la vía más favorable para el intercambio de información al respecto, especialmente en el marco de relaciones de colaboración profesional entre la Academia y el sector 185

Crónicas de un viaje… profesional: “Nuestro contacto con la Facultad está dado porque muchos estudiantes han venido a hacer trabajos aquí, antes no conocía la carrera ya que es realmente muy joven, fuera del contacto personal no he tenido ningún vínculo” –indica el MSc. Alejandro Castañeda (2008 –entrevista). A su vez, el Lic. Ángel Hernández señala: “Yo me he relacionado con muchos profesores en proyectos de investigación (…) Y no solamente con los profesores, sino también con los alumnos” (2008 –entrevista). En cualquier caso, un detalle significativo es la discordancia entre las fuentes de información proyectadas por la Academia y la asociación gremial (revista Espacio, las producciones del sello editorial Logos, el sitio web de la ACCS) con las efectivamente identificadas por los grupos decisor político y empleador (las interacciones personales).

5.3. El comunicador construido en las prácticas comunicativas En los diferentes niveles de comunicación –interpersonal, grupal y masivose articulan una serie de espacios que devienen marco propicio para el intercambio de información y para la configuración de representaciones sobre el comunicador social, a través de diversas prácticas comunicativas (que se constituyeron en uno de los principales focos indagatorios de la presente investigación). Luego del análisis de los datos obtenidos, el primer hecho que se evidencia es la escasa variedad de estas prácticas comunicativas de forma general, aunque sin dudas, el nivel masivo es el más débil, pues apenas han existido algunos espacios que de forma ocasional nombran, más no ofrecen información sobre este profesional. Estos han estado fundamentalmente asociados a promociones de determinados eventos de los campos profesional y académico como “Diálogo”, Encuentro Iberoamericano de Marketing, Publicidad y Propaganda; “Tocororo”, Festival Internacional de Comunicación de Bien Público; Encuentro Caribeño de Relacionistas Públicos; el Concurso Imagen de Cristal; e ICOM, Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación. Las prácticas comunicativas que se articulan a nivel grupal comprenden dos dimensiones: intergrupal e intragrupal. En la dimensión intragrupal se identifican los espacios fomentados por la ACCS y la Facultad de Comunicación que posibilitan el diálogo al interior de determinados sectores, entre ellos:

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Crónicas de un viaje…  



Congresos y eventos organizados por la ACCS –“Diálogo”, “Tocororo”, etc. Taller “Academia y Realidad”, que convoca al intercambio entre el sector profesional (la Asociación y empleadores) y los docentes de la especialidad La discusión de los planes de estudio que convoca, desde la Academia, al conjunto de los sectores de relevancia para el desarrollo de esta figura profesional a que hemos aludido en esta investigación.

La dimensión intragrupal se evidencia en el marco de la labor científica del sector académico, así como en el de los eventos referidos de la asociación profesional (que si bien posibilitan el intercambio entre varios sectores, son concebidos esencialmente para el diálogo al interior del gremio). La labor científica en el sector académico está asociada fundamentalmente a dos actividades muy relacionadas, de un lado, la constante búsqueda de información que permita la superación teóricometodológica, y de otro, la realización de investigaciones para la consecución de títulos de maestría y doctorado, para la elaboración y publicación de textos académicos, etc. Ello favorece la celebración de encuentros que tienen lugar al interior del sector académico y que funcionan como espacios para repensar y actualizar la representación social del grupo sobre el comunicador social. Aunque insuficientes y esporádicas, según los propios entrevistados, estas reuniones son un marco fundamental para la discusión, el análisis y la búsqueda del consenso. Así por ejemplo, las sesiones científicas devienen sitio vital para la investigación en el Departamento de Comunicación Social: “Nosotros estamos teniendo espacios que son interesantes, muy puntuales, pero interesantes, que son las diferentes sesiones científicas que se celebran a partir de la formación propia de cada uno de los profesores del Departamento. Somos muchos, de diferentes aristas, y desde esa formación que estamos teniendo, cada vez que uno de nosotros se está presentando de maestría o doctorado, esos son espacios de diálogo importantes, donde estamos tratando de discutir sobre las cuestiones del campo profesional y académico, entonces ese es un paso, y te puedo decir para ser exacta que es un espacio importante” –puntualiza la Dra. Hilda Saladrigas (2008 –entrevista). Al respecto la MSc. Yanet Toirac agrega que “estos foros en los que yo me entero de lo que está haciendo el otro y además no sólo me entero, sino que estoy convocada a hacer un juicio crítico con relación al trabajo 187

Crónicas de un viaje… científico que está haciendo el otro, esos espacios son vitales (…) En el último año se han organizado con sistematicidad, todo el mundo tiene que pasar por ahí, todo el mundo tiene que venir, presentar al Departamento qué está haciendo, a qué línea tributa, en qué contribuye, cuándo te gradúas” (2008 –entrevista). Igualmente importantes resultan las reuniones de Departamento que constituyen “el núcleo básico de convergencia o de conciliación de la visión, los intereses, las posturas de la Facultad. Pero la demanda institucional permanente es tal que muchas veces la reunión de Departamento se agobia en sí como figura, como espacio, en resolver lo perentorio” (Toirac, 2008 -entrevista). Aunque no se organizan sistemáticamente, sino que ha tenido lugar de forma coyuntural (en momentos separados en el tiempo, que además han respondido más a demandas institucionales externas, que a exigencias epistemológicas desde dentro del campo), la elaboración de los planes de estudio deviene oportunidad de búsqueda de información, de reflexión, de discusión, de análisis, de confrontación de puntos de vista: “Los momentos de construcción de un plan de estudios son espacios que les permiten a los académicos llegar a una opinión consensuada sobre el comunicador. Yo viví el del 1999 [el Plan C Perfeccionado], y este ahora con mucha más razón de causa. Aunque no es una cuestión autóctona, no es endógena, es exógena, o sea esta discusión sobre el plan de estudios no nos viene porque nosotros mismos queramos cambiar el plan de estudios, aún cuando tengamos muchas insatisfacciones, más bien nos viene dada por una indicación externa que nos hace el Ministerio de Educación Superior” (Saladrigas, 2008 -entrevista). Por otra parte, las prácticas comunicativas que se producen a nivel interpersonal se caracterizan por su naturaleza informal; este hecho posibilita que constituyan los espacios más frecuentes para la génesis de representaciones sobre el comunicador. Dichas prácticas están dadas por los contactos personales entre miembros de los diferentes grupos estudiados –especialmente el contacto entre representantes de los sectores decisor político y empleador con estudiantes, profesores de la especialidad y profesionales en ejercicio. Es evidente entonces que las prácticas comunicativas que se producen a nivel grupal e interpersonal devienen las de mayor relevancia en la construcción o confrontación de representaciones sociales sobre el comunicador. No obstante, y en pos de un (re)conocimiento más extenso e inmediato, se hace necesario el fomento de otros espacios en el nivel 188

Crónicas de un viaje… masivo. Se trata pues, de lograr una complementariedad entre los diferentes niveles, que permita extender hacia otros sectores de la sociedad un marco valorativo y cognoscitivo que devenga espacio de construcción de representaciones sociales sobre el comunicador. Lo que no resta importancia, sin embargo, a la necesidad de perfeccionar la producción y las posibilidades de acceso al resto de las fuentes de información, espacios y prácticas comunicativas especializadas a que nos hemos referido.

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Crónicas de un viaje…

Al final del camino

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Crónicas de un viaje… Conclusiones  En los sectores académico, decisor político y profesional –comprendidos entre los actores sociales de relevancia para el desarrollo del comunicador social en tanto figura profesional-, no existe una representación unívoca de éste, sino varias representaciones. Se trata de construcciones diferentes en cuanto a grado de estructuración y jerarquización de sus contenidos. En esta diversidad inciden el nivel de información, la naturaleza de la relación y la proximidad que estos actores han establecido con el profesional objeto de la representación por la que indagamos. Así, las representaciones del sector académico y de la asociación profesional del gremio presentan un mayor grado de estructuración (el encargo social de estos actores implica un vínculo directo con el desarrollo de los campos académico y profesional de la Comunicación); el sector decisor político posee una representación estructurada, si bien menos compleja; y los empleadores muestran un conjunto de imágenes, percepciones y estados de opinión aún relativamente desarticuladas y poco complejas que no pueden considerarse per se como una representación social. Otras condiciones, como la posición que estos actores ocupan en la estructura social y la propia historia del campo de la Comunicación en Cuba, inciden en el significado que se le atribuye al comunicador. De este modo, se pueden identificar tres representaciones: el comunicador institucional, el comunicador de perfil amplio y el comunicador como trabajador ideológico. La representación del comunicador de perfil institucional se erige como hegemónica en la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales. En el sector académico se observa una representación polémica en tanto coexisten las representaciones del comunicador social como comunicador institucional y comunicador de perfil amplio. El comunicador entendido como trabajador ideológico constituye la representación hegemónica en el sector decisor político. El significado concedido a esta figura profesional por los empleadores gira en torno a encargos instrumentales.  Estas representaciones evidencian en términos generales un (re)conocimiento del encargo profesional del comunicador social, así como de las funciones que éste puede desempeñar en cada ámbito de actuación. Se concibe entonces al comunicador como una figura 191

Crónicas de un viaje… necesariamente profesional, esto es, formada en la educación superior y dotada de una serie de conocimientos teórico-aplicados que garanticen la ejecución adecuada de la práctica profesional.  Se manifiesta un alto grado de consenso en torno a dos aspectos que deben caracterizar a esta figura profesional: las aptitudes comunicativas –capacidad de dialogar y de escuchar- y el compromiso social.  Si bien se reconoce la importancia del comunicador social en diferentes campos de acción –espacios comunitarios, ámbito institucional y empresarial, medios de comunicación masiva, centros de investigación, instituciones docentes-, se privilegia el campo institucional, relacionado con las prácticas de Publicidad, Propaganda, Relaciones Públicas y Comunicación Organizacional.  Desde el campo educativo de la Comunicación y la agrupación profesional del gremio se articulan las principales fuentes de información sobre el comunicador social. Estas resultan aún escasas, asistemáticas y de alcance limitado, lo que incide en la exigua visibilidad pública del comunicador y en que los contactos interpersonales se erijan como la principal fuente de información sobre esta figura profesional.  La configuración aún en ciernes de los campos académico y profesional de la Comunicación, la interrupción del proceso de profesionalización de su práctica en Cuba por un período de aproximadamente 30 años, la limitada presencia de comunicadores sociales en el campo profesional y el déficit de fuentes de información en torno a esta figura se constituyen como los principales factores que han provocado el poco extendido (re)conocimiento social del comunicador en la sociedad cubana actual.  La formación y actualización de representaciones sociales sobre el comunicador social se posibilitan en el marco de prácticas comunicativas grupales e interpersonales, fundamentalmente; articuladas en gran medida desde el sector académico y la agrupación profesional del gremio. A nivel interpersonal se identifican prácticas de carácter informal como el contacto con estudiantes y profesores de la especialidad y con profesionales en ejercicio. Mientras, a nivel grupal las prácticas se producen en dos dimensiones: intergrupal –congresos del gremio, eventos, talleres, presentaciones de planes de estudio, etc., e intragrupal – reuniones de departamento, sesiones científicas, etc. 192

Crónicas de un viaje…  El desarrollo de los campos académico y profesional de la Comunicación en Cuba (y en consecuencia la construcción de una representación social sobre esta figura profesional) ha estado mediado por las condiciones económicas, políticas y sociales de cada período histórico: A tenor con la vasta actividad comercial que experimentaba el país como neocolonia norteamericana, los años ‘50 del siglo pasado enmarcaron los primeros pasos del proceso de profesionalización de prácticas de la Comunicación como la Publicidad y las Relaciones Públicas, lo que probablemente ha influido en que estas se asocien aún, con la fuerza de su tradición, a los actuales núcleos de representación sobre esta figura profesional. Las condiciones que caracterizaron los años inmediatamente posteriores al Triunfo de la Revolución –dadas por la crisis económica en la que el país se vio envuelto y el enfrentamiento político con Estados Unidos- y el carácter del proyecto social emprendido –popular, democrático y antiimperialista- dieron al traste con la práctica profesional de la Publicidad y las Relaciones Públicas; hecho que significó la interrupción del proceso de profesionalización que había cuajado en la década anterior. Las mismas condiciones favorecieron el desarrollo de otras prácticas como la Propaganda Política. En los años siguientes aparecerían algunas señales de la configuración de un (sub)campo de la Investigación en Comunicación y de prácticas como la Comunicación Comunitaria. Las medidas económicas para disminuir el impacto del Período Especial en la nación supusieron un marco propicio para impulsar la incipiente revitalización que, desde fines de la década de los ‘80, experimentaban prácticas como Publicidad y Relaciones Públicas. La fundación de la agrupación profesional del gremio –Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas en un inicio, luego Asociación Cubana de Comunicadores Sociales-, y el surgimiento de la carrera de Comunicación Social en 1991 (a partir de la ampliación del perfil de la antigua carrera de Periodismo) marcaron el nacimiento de instituciones de gran relevancia al interior de los campos académico y profesional de la Comunicación. Si bien las condiciones sociales siguen interpelando el desarrollo del campo de la Comunicación, el papel de estas instituciones es cada vez más protagónico en este sentido.

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Crónicas de un viaje… El campo académico de la Comunicación es constantemente intersecado por lógicas de carácter institucional, más que epistemológico. Así, la figura del periodista, que precedió la configuración internacional y nacional del campo, quedó excluida institucionalmente de la denominación de “comunicador social” a partir de la escisión en 1999 de la carrera de Comunicación Social en otras dos: Periodismo y Comunicación Social. La definición de la figura profesional del comunicador social en Cuba difiere con respecto a las definiciones internacionales. Asimismo, trasciende a los egresados de la especialidad de las sedes universitarias centrales para englobar a los graduados en Comunicación Social de las sedes universitarias municipales, y a los profesionales que provienen de formaciones universitarias afines y/o con una formación empírica, y se desempeñan en las diversas especialidades del campo profesional de la Comunicación.

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Sugerencias para otros caminantes

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Crónicas de un viaje… Recomendaciones 

Como anticipábamos, esta investigación ha constituido una aproximación, un primer acercamiento a un objeto cuya complejidad no está agotada. Sería pertinente entonces complementar los resultados del presente con otros estudios que indaguen por el mismo proceso de formación de una representación social de sí mismos entre los comunicadores en ejercicio. La confrontación de estas investigaciones podría asegurar una comprensión holística de la forma en que se concibe al comunicador social en la Cuba contemporánea. Esta información podría tributar de igual forma al cumplimiento de la recomendación que sigue.



Dado el poco extendido (re)conocimiento social de esta figura profesional, se impone a las estructuras pertinentes diversificar las opciones que puedan constituir fuentes de información sobre el comunicador, así como mantener una determinada sistematicidad y aumentar el alcance de las existentes. Las limitaciones económicas son un freno importante, por tanto no apelamos tan solo a los espacios que requieren de inversiones significativas de capital, sino además a aquellos que se pueden lograr a partir de mayores niveles de organización y esfuerzo –ejemplo de ello son los espacios de formación vocacional en los preuniversitarios, instituidos sólo en aislados casos y que adolecen de una preparación concienzudamente planificada. Resultaría igualmente favorable la proyección de estrategias de comunicación con medios, tanto desde la ACCS como desde los centros de formación de comunicadores sociales, que redundara en una mayor visibilidad pública de este profesional.



En tanto el campo educativo de la Comunicación y la ACCS constituyen actores de relevancia para el desarrollo del comunicador social como figura profesional, consideramos que deberían fortalecer el diálogo con otros sectores, particularmente con el mercado laboral (empleadores), en función de contribuir, más que a la toma de conciencia sobre la necesidad del comunicador social en todos los ámbitos de la sociedad cubana (algo en lo que se visualiza cierto avance), a la claridad de esta toma de conciencia en torno a los roles y encargos profesionales y sociales específicos que pueden esperarse y deben demandarse de esta figura profesional.

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Anexos

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Crónicas de un viaje… Anexo 1. Guía de entrevista semiestructurada 1. Sector académico  

        

 

¿Qué es para usted un comunicador social? ¿Qué impresiones le produce el hecho de que bajo la denominación de comunicador social se reúna una pluralidad de profesionales que trasciende los egresados en Comunicación Social de los centros de enseñanza superior? ¿Qué cualidades y competencias profesionales debe poseer un comunicador social? ¿Hasta qué punto considera competentes a los comunicadores sociales que se encuentran en ejercicio? ¿Por qué? ¿A cuál (o cuáles) de los campos de acción del comunicador social concede mayor relevancia en la sociedad cubana actual? ¿Qué características serían indeseadas en un comunicador social? ¿Qué papel debe desempeñar el comunicador social en la sociedad cubana actual? ¿Cómo valora el rol del comunicador social en la sociedad cubana de estos tiempos? ¿Qué ha influido en su visión sobre el comunicador social? ¿Cuáles son las principales vías que posibilitan la socialización de información sobre la figura del comunicador social? ¿Cómo calificaría las relaciones de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana con la ACCS, el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido y el mercado laboral? Si tuviera que cambiar algún aspecto de la formación académica del comunicador social, ¿qué cambiaría? En resumen, ¿cuáles son las primeras palabras que le vienen a la mente ante el término “comunicador social”?

2. Sector decisor político  

 

¿Qué es para usted un comunicador social? ¿Qué debería estudiar una persona, en cuanto a carrera y a materias, para ser comunicador social? ¿Qué han estudiado los comunicadores sociales que usted conoce? ¿Qué cualidades y competencias profesionales debe poseer un comunicador social? ¿Hasta qué punto considera competentes a los comunicadores sociales que se encuentran en ejercicio? ¿Por qué? 198

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¿Cuáles son los campos de acción del comunicador social en la sociedad cubana actual? ¿A cuál (o cuáles) de ellos concede mayor relevancia? ¿Qué características serían indeseadas en un comunicador social? ¿Qué papel debe desempeñar el comunicador social en la sociedad cubana actual? ¿Cómo valora el rol del comunicador social en la sociedad cubana de estos tiempos? ¿Qué ha influido en su visión sobre el comunicador social? ¿A través de qué vías ha recibido información sobre el comunicador social? ¿Cómo calificaría las relaciones del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba con los centros de formación de comunicadores sociales, con la ACCS y con el mercado laboral? ¿Por qué el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba es la entidad encargada de la ubicación laboral de los egresados de la carrera de Comunicación Social? En resumen, ¿cuáles son las primeras palabras que le vienen a la mente ante el término “comunicador social”?

3. Sector profesional 3.1. Empleadores          

¿Qué es para usted un comunicador social? ¿Qué debería estudiar una persona, en cuanto a carrera y a materias, para ser comunicador social? ¿Qué cualidades y competencias profesionales debe poseer un comunicador social? ¿Cuán competente son los comunicadores que usted conoce o con los que ha interactuado? ¿Por qué razón(es) daría empleo a un comunicador en su institución? ¿Qué actividades designaría a un comunicador social que labore en su institución? ¿En qué lugar de la estructura institucional colocaría al comunicador social? ¿Qué otros campos de acción del comunicador social conoce? ¿A cuál (o cuáles) de ellos concede mayor relevancia? ¿Qué características serían indeseadas en un comunicador social? ¿Qué papel, a su juicio, debe desempeñar el comunicador social en las instituciones cubanas actuales? 199

Crónicas de un viaje…   



¿Qué ha influido en su visión del comunicador social? ¿A través de qué vías ha recibido (o recibe) información sobre el comunicador social? ¿Mantiene vínculos con centros de formación de comunicadores sociales y/o la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales? ¿Cómo calificaría estos vínculos en términos de frecuencia y relevancia? En resumen, ¿cuáles son las primeras palabras que le vienen a la mente ante el término “comunicador social”?

3.2. ACCS     

    



¿Qué es para usted un comunicador social? ¿Qué debería estudiar una persona, en cuanto a carrera y a materias, para ser comunicador social? ¿Qué cualidades y competencias profesionales debe poseer un comunicador social? ¿Hasta qué punto considera competentes a los comunicadores sociales que se encuentran en ejercicio? ¿Por qué? ¿Cuáles son los campos de acción del comunicador social en la sociedad cubana actual? ¿A cuál (o cuáles) de ellos concede mayor relevancia? ¿Qué características serían indeseadas en un comunicador social? ¿Qué papel debe desempeñar el comunicador social en la sociedad cubana actual? ¿Qué ha influido en su visión sobre el comunicador social? ¿Cuáles son las principales vías que posibilitan la socialización de información sobre la figura del comunicador social? ¿Cómo calificaría las relaciones de la ACCS con los centros de formación de comunicadores sociales, los decisores políticos y el mercado laboral? En resumen, ¿cuáles son las primeras palabras que le vienen a la mente ante el término “comunicador social”?

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Crónicas de un viaje… Anexo 2. Guía de observación participante 

Reacción ante las preguntas - Emoción/racionalidad - Atención/indiferencia - Sinceridad/ fingimiento - Resistencia/apertura - Preocupación - Duda  Estrategias discursivas Organización del discurso Denominaciones para referirse a los comunicadores sociales Asociaciones con el término comunicador social Variaciones en el léxico  Gestualidad

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Crónicas de un viaje… Anexo 3. Guía de codificación para aplicación de categorías deductivas en el análisis de contenido cualitativo 80

Categoría

Definición

Ejemplos

Amplia variedad de fuentes de información

Alta diversidad tipológica de fuentes confrontadas.

Escasa variedad de fuentes de información

Baja diversidad tipológica de fuentes confrontadas.

Alto grado de estructuración de la representación

Campo de la representación altamente articulado (Núcleo figurativo bien delimitado y disposición jerárquica de los elementos representacionales).

"reviso el plan de estudio, algunos libros muy buenos, algunas tesis de los propios compañeros [de la Facultad de Comunicación], trato de leerme la revista de la Asociación" (Agüero, 2008 – entrevista) “He recibido información a través de instituciones del sector jurídico durante las prácticas laborales” (Sierra, 2008 –entrevista) “la Comunicación Social es un campo profesional; desde ese punto de vista, yo creo que [el comunicador social] es un especialista que se prepara en el dominio de técnicas, de lenguajes, concepciones para organizar, dirigir, ejecutar de la mejor manera posible procesos de información y comunicación, a diferentes niveles” (Vidal, 2008 –entrevista)

Reglas de codificación Los sujetos explicitan variadas fuentes de información

Los sujetos explicitan pocas fuentes de información Información abundante y acertada (Revisar definición y vías por las que ha obtenido información y contrastar).

“Hay algunas revistas que trabajan los temas [de la Comunicación]: Chasqui, la revista de FELAFACS Diálogos de la Comunicación (…) Estamos en contacto con unos uruguayos, durante mucho tiempo con José Luis Rebellato, que ya falleció, un teórico importantísimo de la educación popular que trabajaba la dimensión de la Comunicación; tenemos una estrecha relación con Gabriel Kaplún ; con Armand Mattelart hemos tenido un diálogo fructífero, fecundo” 80

Estas categorías se derivan de las enunciadas en el diseño de la investigación. No se corresponden exactamente con aquellas debido a que algunas (como las que englobamos en la subcategoría actitud) son abiertamente explicitadas por los entrevistados en sus discursos. En todo caso podrían ser referentes para el análisis de las enunciadas en esta guía.

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Crónicas de un viaje… (Vidal, 2008 -entrevista) Bajo grado de estructuración

Campo de la representación pobremente articulado (Núcleo figurativo poco delimitado y elementos representacionales dispuestos aleatoriamente)

Núcleo figurativo

“En el «núcleo figurativo» (…) se integran los contenidos representacionales de mayor significación o centralidad. Aquellos que son relevantes para los sujetos, en forma de un conjunto de proposiciones, términos, significados o imágenes simbólicas y que expresan vívidamente al objeto representado” (Perera, 2005: 63).

Periferia

Está compuesta por los elementos periféricos que son contenidos secundarios o subordinados a los elementos centrales y pueden estar vinculados a determinantes individuales, lo que particularizaría la representación.

“es un mediador entre ese pensador [realizadores] y la pantalla” (Castañeda, 2008 –entrevista) “un grupo de segundo y tercer año de la facultad de ustedes [Facultad de Comunicación] estuvieron haciendo un estudio de la imagen del canal [Educativo 2]” (Castañeda, 2008 –entrevista) “es un profesional con alta preparación políticoideológica (…) una persona integralmente revolucionaria, con principios sólidos, esto es muy importante porque el comunicador es un trabajador ideológico” (Agüero, 2008 -entrevista, subrayado nuestro) “El Departamento [Ideológico] ubica dos carreras en específico: Periodismo y Comunicación Social porque ambos son trabajadores ideológicos y ambos trabajan precisamente en el área de la Propaganda, en el área de la información, en el área de la Publicidad, en el área, precisamente, de la ideología” (Agüero, 2008 –entrevista , subrayado nuestro) “es siempre un requisito adicional que conozca además de la lengua materna al menos uno más para que el pueda apropiarse de información actual” (Galán, 2008 –entrevista)

Información exigua y no acertada; (Revisar definición y vías por las que ha obtenido información y contrastar).

Elemento(s) más potenciado y frecuente(s) en los argumentos explicitados

Se establece en comparación con los elementos centrales.

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Referencias bibliográficas

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Crónicas de un viaje… Respuestas a la oponencia Ustedes declaran en el acápite metodológico el establecimiento de categorías deductivas y la operacionalización de determinados indicadores para proceder al análisis de los resultados. ¿En qué medida esta decisión metodológica facilitó o limitó la interpretación del objeto de estudio? Responder a esta pregunta ante todo implica presentar los principales rasgos de las categorías deductivas e inductivas. Las categorías deductivas son aquellas que se establecen a partir de los fundamentos teóricos de la investigación y que preceden al trabajo de campo. La información recogida durante la fase empírica de la pesquisa es analizada teniendo en cuenta dichas categorías apriorísticas. Por su parte, las categorías inductivas se derivan del análisis sistemático de la información recopilada, ello tiene como objetivo la selección de aspectos relevantes que devendrán categorías inductivas. En palabras del investigador español Jaime Andréu81 estas categorías provienen de “procedimientos reductivos a través de preguntas tras preguntas sobre las categorías que corresponden a los distintos segmentos del texto (…) las categorías se van deduciendo tentativamente paso a paso. Dentro de un proceso de “feedback” estas categorías se van revisando continuamente hasta obtener la categoría principal” (2000: 23-24). En el caso de la presente investigación la decisión metodológica de emplear categorías deductivas responde, en primer lugar, al hecho de que no perseguíamos generar teoría (lo que en cierta medida justificaría la aplicación de categorías inductivas), sino investigar la realidad desde una teoría construida (la de las representaciones sociales). En segundo lugar, el nivel de experticia de los investigadores –cuasi neófitos- por un lado constreñía las posibilidades de desarrollar categorías inductivas científicamente válidas y, por otro, presentaba la aplicación de categorías deductivas como la vía más expedita para realizar la investigación. Sin embargo no podemos dejar de señalar que esta decisión metodológica implica que el investigador enfrente el trabajo de campo con un sistema 81

Andréu, Jaime: “Las técnicas de Análisis de Contenido: Una revisión actualizada”. En: Centro de Estudios Andaluces. 2000. Disponible en http://public.centrodeestudiosandaluces.es/pdfs/S200103.pdf Consultado el 3 de octubre de 2007.

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Crónicas de un viaje… de interpretación preconcebido. El sesgo que esta visión puede entrañar para el análisis de los resultados intentó ser curado con la apertura a categorías inductivas que pudieran surgir en el trabajo de campo, y que no se hubieran considerado durante las fases previas, lo que a su vez fue posibilitado mediante el enfoque cualitativo de la investigación y el empleo del análisis de contenido cualitativo como método de procesamiento de la información recopilada. De esta forma, creemos que la aplicación de categorías deductivas, más que constituir un sesgo para la investigación, significó un acierto, en tanto nos proveyó de un camino a seguir acorde a los objetivos y a las competencias de los investigadores. A nuestro juicio la limitación que podía acarrear fue compensada con una actitud receptiva hacia posibles categorías inductivas no contempladas originalmente.

A su juicio, ¿qué implicaciones pueden traer para el presente y futuro de la figura profesional del Comunicador Social, la existencia de zonas relevantes de disonancia así como de diferentes grados de estructuración y consenso entre las representaciones sociales en los actores estudiados? Para adelantar las implicaciones que la existencia de zonas relevantes de disonancia, así como de diferentes grados de estructuración y consenso entre las representaciones sociales del comunicador social en los actores estudiados puede traer para el presente y futuro de la figura profesional del Comunicador Social, debemos enfatizar una vez más cómo tal situación es, en cierta medida, producto de condicionantes sociohistóricas que atraviesan el desarrollo de los campos académico y profesional de la Comunicación en Cuba, así como de la relativa juventud del campo y de las indeterminaciones epistemológicas que lo aquejan. En este sentido aventuramos dos implicaciones. La primera es que el desempeño de los comunicadores sociales en ejercicio está y estará mediado por las representaciones sociales que de su figura profesional poseen estos actores. En tanto la representación social adquiere estatus de evidencia (trasciende el objeto de la representación), el comunicador social es lo que estos actores se representan. En consecuencia, las funciones asignadas se corresponden con aquellas esperadas (representadas), lo que apunta, en última instancia, al ajuste del profesional al perfil representado. Se trata pues, de un comunicador social plural, pues en su desempeño profesional inciden representaciones sociales plurales que en cierta medida lo condicionan. Y aquí debemos entender plural más que en un sentido positivo, muchas veces en el 220

Crónicas de un viaje… sentido de la dispersión, de la falta de claridad en torno al encargo profesional y social del comunicador. Esta situación conlleva a la dilación del reconocimiento social de esta figura profesional, al menos en el presente y el futuro inmediato. Corresponde a los centros de formación de comunicadores y a la asociación del gremio, en tanto principales agentes de los campos académico y profesional de la Comunicación, la tarea de clarificar esta figura profesional a ojos del conjunto de la sociedad (lo que involucra al propio gremio, el sector empleador y los decisores políticos). Ello implica, entre otros, prescribir sus funciones a nivel micro, meso y macro social, en sistemático diálogo con el resto de los actores. El consenso que este diálogo debe facilitar constituiría el primer paso en pos de alcanzar el reconocimiento social del comunicador: la posición que cada uno posee en la estructura social permitiría extender esta representación consensuada. Esto significaría, por ejemplo, construir un código compartido para formar, demandar, emplear, nombrar al comunicador social.

A pesar de que se trata de un estudio descriptivo y no causal, ustedes desbordan estos límites y adelantan como principales causas que inciden en la diversidad de representaciones sociales detectada, la naturaleza de la relación, el nivel de información, y la proximidad que estos actores han establecido con el profesional de la Comunicación Social. ¿Ustedes avizoran que a mediano plazo estas circunstancias podrían modificarse? ¿De qué dependería? ¿Ello propiciaría que alguna de las representaciones sociales detectadas pueda erigirse como hegemónica? ¿Sería posible lograr una representación social más consensuada? Estas circunstancias podrían modificarse a mediano plazo si, y sólo si, se establecieran ciertas bases en pos del cambio. El escenario ideal implicaría en primer lugar la construcción consensuada al interior de los campos académico y profesional de la figura del comunicador social –que, como se ha visto, se caracteriza actualmente por visiones diversas y por fronteras institucionales que no responden a determinantes epistemológicas. La importancia de lograr consenso en primer término en estos actores sociales, está dada por su papel protagónico en la formación, desarrollo y autorregulación del campo. Retomando elementos de la respuesta anterior ello significaría prescribir sus funciones a nivel micro, meso y macro social, en sistemático diálogo con el resto de los actores sociales, lo que podría considerarse desde la visión del investigador mexicano Raúl

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Crónicas de un viaje… Fuentes Navarro (1991)82 como “utopía universitaria”. En este sentido decimos también con Alba y Buenaventura (1997: 23) que “es una función de toda institución universitaria (que quiera merecer ese nombre) estudiar, cuestionar prever e, incluso, reinventar el mercado laboral”83. Asimismo el sociólogo norteamericano Harold Wilensky (1964)84 reconoce la importancia del papel de las asociaciones profesionales en la profesionalización de una actividad, al representar los intereses del medio y contribuir a su reconocimiento y legitimación social. A este consenso debe seguir la proyección hacia el resto de la sociedad de la figura del comunicador social, lo que debe implicar la gestión de la imagen pública del comunicador, esto es, clarificar su encargo social, o sea, a qué demandas sociales debe dar respuesta, etc. Las bases de este proceso podrían estar en optimizar las fuentes de información existentes, a saber, las establecidas por la asociación profesional y los centros de formación de comunicadores (hacerlas más sistemáticas, de mayor alcance, más atractivas…) así como concebir otras nuevas. De esta forma se socializaría una visión del comunicador que, aunque no se constituya como unívoca (hegemónica), sí sería más consensuada, lo que contribuiría a catalizar la cristalización del concepto y el reconocimiento del comunicador en la sociedad cubana actual. Finalmente desearíamos apuntar que factores de orden socioeconómico (como pudo ser en su momento el desarrollo de la industria turística, o la reciente creación de televisoras locales, e incluso las nuevas bases del proceso de Perfeccionamiento Empresarial) pueden influir en la representación social de estos sectores, al propiciar mayores niveles de relación y proximidad con la figura profesional del comunicador social.

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Fuentes Navarro, Raúl: “Prácticas profesionales y utopía universitaria: notas para repensar el modelo del comunicador”. En: Diálogos de la comunicación. No. 31. Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social. Lima. 1991. 83

Alba, Gabriel y Juan G. Buenaventura: “Facultades de Comunicación: en el ojo del huracán”. En: Signo y pensamiento. No. 31 (XVI). Facultad de Comunicación y Lenguaje. Universidad Javeriana. Bogotá. 1997. pp. 11-24. 84

Wilensky, Harold: “The professionalization of everyone?” En: American Journal of Sociology. Vol. 70, No. 2. Septiembre, 1964. pp. 137-158. Disponible en http://www.jstor.org/sici?sici=0002-9602(196409)70%3A2%3C137%3ATPOE%3E2 .0.CO%3B2-1&cookieSet=1 Consultado el 6 de diciembre de 2007.

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