Crónica de una muerte anunciada: Juan Casiano Barrientos Iyambae (1892-1936) (2010). En Luc Capdevila et al.: Los hombres transparentes. Indígenas y militares en la guerra del Chaco (1932-1935), Cochabamba: Itinerarios/CERHIO: 177-209.

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Descripción

Luc Capdevila, Isabelle Combès, Nicolás Richard y Pablo Barbosa

Los hombres transparentes Indígenas y militares en la guerra del Chaco (1932-1935)

tinerarios EDITORIAL

Este libro se publica gracias al apoyo de la Agence Nationale de la Recherche (Francia)

sUmarIo Introducción Los indígenas en la guerra del Chaco, años 1920 a 1930. Hombres, lugares, representaciones ..................................................

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Capítulo 1 La guerra del Chaco Tierra adentro. Desarticulando la representación de un conflicto internacional - LuC CapDeviLa ................................ 11 Capítulo 2 el coronel ayoroa y los indios del lugar - isabeLLe Combès .......... 33 Capítulo 3 Los fortines del “desierto”: ventanas abiertas sobre las relaciones indígenas/militares - LuC CapDeviLa ................................................ 83 Capítulo 4 La danza del cautivo. Figuras nivaclés de la ocupación del Chaco pabLo barbosa y NiCoLás riCHarD ................................................ 121 Capítulo 5 Crónica de una muerte anunciada: Juan Casiano barrientos iyambae (1892-1936) - isabeLLe Combès ........................................................ 177 Fuentes fotográficas .......................................................................... 210 siglas de archivos.............................................................................. 210 Tabla de entrevistas realizadas entre los nivaclés.............................. 211 bibliografía ........................................................................................ 213 Lista de mapas e ilustraciones .......................................................... 230

CapítULo 5

Crónica de una muerte anunciada: Juan Casiano barrientos Iyambae (1892-1936)251 Doce de octubre de 1936, sobre las playas del río Parapetí en el Isoso. La guerra que opuso durante tres años a Bolivia con Paraguay por la posesión del Chaco boreal recién ha terminado. El Isoso, el Paraguay mí (“pequeño Paraguay”) de los militares paraguayos, pertenece al territorio boliviano. Este día de octubre, en la orilla derecha del río a la altura de la comunidad de Kopere, un mestizo, hijo de una mujer isoseña y de un ganadero karai252, ejecuta a otro mestizo, Juan Casiano Barrientos, por traición a la Patria durante la guerra. Casiano y dos de sus compañeros, Nepou y Tupaire, cavan su propia tumba antes de los disparos, antes de morir por haber colaborado con el enemigo paraguayo. Y sin embargo, cuarenta y tres años más tarde, uno de estos paraguayos escribe: “la realidad fue que en ningún momento Casiano Barrientos aceptó colaborar con los paraguayos en operaciones de guerra: expuso con claridad que era y se sentía boliviano”253. ¿Traidor o patriota? Casiano Barrientos era hijo de karai, pero miembro legítimo y heredero de la “Casa real” isoseña; fue mburuvicha guasu 251 La vida y la muerte de Casiano Barrientos han sido objetos de numerosas menciones por parte de investigadores como Bárbara Schuchard (1981; 1995 [1982], Silvia Hirsch (1990) y Jürgen Riester (2005). Abordé el tema en dos publicaciones anteriores (Combès 2005; Bossert, Combès y Villar 2008). 252 Karai se dice en guaraní boliviano del no-indígena, blanco o mestizo. 253 IZO 22, 13 de noviembre de 1979.

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(capitán grande, jefe máximo) de los isoseños pero fiel cumplidor de las órdenes del alto mando militar boliviano; los ganaderos del Isoso lo apoyaron y luego lo rechazaron alegando una sola y única razón –era hijo de blanco; luchó por conseguir títulos agrarios para sus comunidades, pero fue denunciado por abusivo por su propia gente ante el ejército paraguayo. La figura de Casiano Barrientos es tan ambigua como su condición de mestizo, y su destino más contradictorio aún. La guerra del Chaco sin duda fue una guerra ajena para los isoseños y todos los guaraní-hablantes de Bolivia: “los blancos eran los que se peleaban”254, obligándolos a huir, a enrolarse o a morir por una patria desconocida; pero la guerra fue también un episodio más de otra contienda estrictamente isoseña, donde fueron los karai –bolivianos como paraguayos– los que a su vez fueron empujados como piezas de ajedrez hasta el desenlace final, hasta el disparo de Julio Ortiz en las playas del Parapetí, un lunes 12 de octubre.

El Isoso Pocos kilómetros al sur de Charagua, el río Parapetí, nacido en los valles andinos, se vuelca hacia los llanos chaqueños, donde llega a insumirse totalmente en la época seca de invierno: es el territorio del Isoso –i oso oso en guaraní, “el agua que se insume”. En verano, la fuerza del agua permite al río retomar su curso a través de los arenales, hasta los llamados bañados del Isoso al noreste. A su vez, los bañados alimentan varios riachuelos, entre ellos la quebrada Quimome, que se unen, mucho más al norte, al río San Miguel y de ahí al río Iténez o Guaporé, alimentando la cuenca amazónica. Los arenales formados por el Parapetí antes de llegar a los bañados fueron conocidos, durante toda la época colonial, como “los llanos de los Chaneses”, más específicamente como “aquella aspereza de tierra” adonde grupos de indígenas chanés, esclavizados por los chiriguanos en el piedemonte andino, encontraron refugio255. Un refugio tan seguro, 254 En Riester 2005: 184. 255 Combès 2005a: cap. 2. De aquí en adelante, para todo este acápite, me baso sobre esta investigación para la presentación general del Isoso y de su historia antes de la guerra.

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que las noticias escasean lamentablemente sobre el Isoso colonial inaccesible a los mismos españoles. Hay que esperar los años 1840 para que la situación cambie, de una manera pacífica por cierto, pero no por eso menos abrupta. El gobierno Ballivián (1841-1847) abre el oriente boliviano (y con él el Chaco) al país, fomentando en particular exploraciones de ríos y aperturas de caminos. Uno de estos caminos debe conectar la ruta Sucre (capital de la República)/Santa Cruz a las salinas de Chiquitos, y de ahí llegar al río Paraguay. De la carretera troncal hasta las salinas, el camino debe pasar, forzosamente, por el Isoso. Por lo demás, el afán no era nuevo, y al proyectar el camino el gobierno boliviano no hacía más que retomar el sueño colonial de la Audiencia de Charcas por encontrar un camino a través del Chaco hasta el Paraguay, y de ahí al “mar del Norte”, el Atlántico. Ballivián dio un nuevo impulso a este sueño buscando la integración del país; a partir de 1870, con la pérdida del litoral boliviano en la guerra del Pacífico, la conexión con Paraguay se torna vital para Bolivia. No se logró hasta 1887, gracias a una precaria senda abierta por Cristián Suárez Arana desde Isoso hasta las salinas: pero las múltiples tentativas por penetrar en el Chaco a partir del río Parapetí, iniciadas en 1843, fueron el motor de la colonización efectiva del refugio isoseño por las haciendas ganaderas. Las primeras adjudicaciones de tierras tienen lugar en 1854, y siguen luego hasta fin de siglo a un ritmo desenfrenado; en 1866, 40 propietarios blancos residen en el Isoso, dueños de 12.000 cabezas de ganado256; muchos más viven en la capital departamental, Santa Cruz, y delegan el cuidado de su ganado a mayordomos y vaqueros. Los sembradíos indígenas están invadidos por el ganado de los hacendados, los isoseños pasan a ser peones y reciben órdenes de capataces, alcaldes políticos y corregidores que no son otros que los mismos propietarios karai de la zona.

256 MHSC FP 2/84-41, 1 de diciembre de 1866.

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Nombrado o ratificado como capitán grande de la región en 1854, José Manuel Iyambae multiplica desde entonces los reclamos legales ante las autoridades bolivianas, sin ningún éxito. El fracaso de las gestiones tiene varios motivos: primero, y más evidente, las autoridades departamentales a quienes están dirigidos los reclamos no son otros, en la mayoría de los casos, que los mismos propietarios que invaden paulatinamente el Isoso –empezando por el prefecto de Santa Cruz, Nicolás Cuéllar, quien recibe la primera queja oficial de Iyambae. Segundo, los reclamos pasan por las autoridades isoseñas reconocidas por el gobierno boliviano, es decir los corregidores y alcaldes políticos, todos karai, y todos dueños de ganado en la región –poco proclives a perjudicar sus propios intereses y responder al capitán isoseño. Otro motivo, menos evidente en las fuentes pero tal vez más importante en los hechos, reside finalmente en la tensa situación política interna del Isoso indígena. Pugnas internas por el poder desgarran a los “Grandes” (tuicha vae reta) del Isoso, todos parientes, todos miembros de la misma “familia real” (para emplear los términos de los isoseños contemporáneos), y todos disputándose el poder sobre el Alto y el Bajo Isoso a fuerza de argumentos varios: mayor o menor legitimidad “de sangre”, mayor o menor apoyo de la prefectura de Santa Cruz en la obtención de títulos, etc.257. Es así que José Manuel Iyambae probablemente suplantó a su antecesor y pariente Uchuapi, relegándolo en 1854 al rango de simple “segundo capitán”; es así que el mismo Iyambae se enfrentó en diferentes oportunidades, durante su larga gestión, a diferentes opositores: Kayumbare, Amboco, Arïgui. Si bien todos ellos reclaman su “capitanía hereditaria” y su legitimidad por su pertenencia a la familia real, todos también recurren a los nuevos actores karai presentes en la región: ganaderos, militares, prefectura, corregidores. Contra Arïgui, Iyambae recuerda por ejemplo al prefecto que apoyó decididamente la expedición de Marceliano Montero en 1844 para abrir un camino al Paraguay; contra Iyambae, el mismo Arïgui convence a otro explorador, Miguel Suárez Arana, de conferirle el título tan ansiado de “capitán grande”258. 257 Sobre las “Casas” nobles chané, ver Combès y Villar 2004; Combès 2005; Combès y Lowrey 2006. 258 Combès 2005a: cap. 6, y 2005b.

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Afanados en mantenerse en el poder, los pretendientes al cargo parecen más interesados en buscar el apoyo de los bolivianos que en reclamar contra ellos. A inicios del siglo XX en todo caso, el Isoso está totalmente invadido por las haciendas ganaderas, y cuando Nordenskiöld visita la zona en 1908, “los chané del río Parapetí ya no tienen jefe principal”259. El último en ejercicio fue precisamente este mismo Arïgui quien disputó el poder a José Iyambae desde al menos 1871, y se enfrentó luego con dos de sus hijos y herederos, Soporoke y Sacayande. Porque, aunque miembro de la familia de los “Grandes” isoseños, no representaba a todas las facciones, porque “condujo a muchos indios de su tribu a trabajar a la Argentina”260 y actuó así como contratista (ganando dinero con el trabajo de su gente), Arïgui acabó siendo expulsado del Isoso hacia finales del siglo XIX o inicios del XX, encontrando refugio en el noroeste argentino. Esta situación indecisa perdura hasta los años 1920 en el Isoso, cuando un intento de reorganización de la antigua capitanía coloca a dos hombres en el poder: Enrique Iyambae, hijo de José Manuel, y su sobrino Casiano Barrientos.

259 Nordenskiöld 2002 [1912]: 215. 260 Nordenskiöld 2002 [1912]: 157.

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Ilustración 16. Genealogía de los Grandes isoseños (adaptación del árbol genealógico de Combès 2005a: 232)

El heredero mestizo Hijo de José Manuel Iyambae, Enrique pasó, como muchos isoseños, parte de su juventud en el norte argentino261, y eso es importante. Desde mediados del siglo XIX, los ingenios de azúcar de Mbaaporenda, Argentina –literalmente “el lugar del trabajo”– son el destino de masivas migraciones laborales por parte de los chiriguanos e isoseños de Bolivia. En Argentina también se refugia Arïgui tras de su expulsión del Isoso; en Argentina aprendió Casiano Barrientos a leer y escribir. Mbaaporenda no es sólo el lugar del trabajo remunerado (a diferencia de lo que pasa en las haciendas bolivianas), es también un “lugar de refugio, de estudios, de trabajo o de asilo”262. Y no es excesivo afirmar que los isoseños del inicio del siglo XX conocían mucho más a la república Argentina que a la misma Bolivia que poco después les tocó defender durante la guerra. Probablemente hacia 1919, Enrique Iyambae vuelve al Isoso, donde tiene lugar un incidente decisivo. Emilio Castro, un hacendado karai, pretende obligar a un anciano isoseño, Mikeranti, a trabajar en su pues-

261 Schuchard y Gómez 1981: 83. 262 Schuchard 1995 [1982]: 444.

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to ganadero. El anciano se niega a obedecer, y decide huir al norte argentino para escapar de un castigo seguro. Mikeranti era pariente de los Iyambae como del linaje de los Arïgui, pertenecía a la familia de los Grandes del Isoso. Tal vez instruido por lo que conoció de las condiciones laborales en Argentina. Enrique le pide esperar: “Hazme el favor de no irte, yo voy a buscar la forma de la justicia, es la primera vez que voy a hacer esto”263. Empieza así la carrera política de Enrique Iyambae con una peregrinación de oficina en oficina, “buscando justicia” y encontrándola con el prefecto de Santa Cruz que decide nombrarlo capitán grande. Con una condición: [Enrique] se fue a Santa Cruz y presentó ante la autoridad, él presentó el total de comunidades, entonces dicen que eran 17 a 20 comunidades en el Isoso. Para recorrer de punta a punta, uno tarda dos días y es largo, entonces el prefecto le dijo que se debe buscar su colaborador (…) entonces [Enrique] se vino a Isoso con la recomendación de la autoridad de buscar una persona tanto para arriba como para el bajo264.

Aunque presentada en este testimonio y en muchos otros como una decisión prefectoral, la partición del Isoso en dos zonas (Alto y Bajo) es una constante de la organización política del Isoso y, de hecho, la mayor fuente de conflictos entre hombres de poder hasta hoy –pues en la práctica, el capitán designado para el Alto representa a toda la zona, y el líder del Bajo no es más que “su colaborador”. Enrique fue nombrado capitán en 1923 –aunque posesionado oficialmente uno o dos años más tarde–, y se dedicó entonces a buscar a su contraparte en el Bajo Isoso. Al parecer, los candidatos eran pocos. Enrique acaba, finalmente, por escoger a otro miembro de la familia real isoseña para acompañarlo: su sobrino Casiano.

263 Schuchard y Gómez: 20. 264 Testimonio de Natalio Barrientos, 2003.

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¿Quién era Casiano Barrientos? Un miembro de la familia de los dirigentes isoseños, por cierto, pero un miembro diferente. Su madre era Naicho –o María Manuela en español–, hija de José Manuel Iyambae, hermana de Enrique, y aparentemente todo un personaje en el Isoso de finales del siglo XIX. Naicho vestía “pollera” (vestido) en vez del tradicional tipoi femenino265; hablaba, dicen sus bisnietos, un castellano fluido. Y su primer matrimonio tuvo lugar con un karai originario de Vallegrande en los valles cruceños. Juan Barrientos está descrito hoy como un comerciante que entraba a la zona, probablemente a comprar ganado. Tuvo con María Manuela dos hijos: una hija mayor de la cual no sabemos nada, y que fue probablemente llevada a Vallegrande para ser criada con su familia paterna; Juan Casiano, por su parte, nació a mediados de 1892, huérfano de padre. 1892 es, de hecho, el año de la rebelión chiriguana de Kuruyuki al sur del Isoso, que acabó a fines de enero con la masacre de casi 5.000 guerreros chiriguanos y sus familias. El Isoso no participó de esta rebelión, o mejor dicho algunos isoseños sí estuvieron presentes, pero apoyando al ejército boliviano en contra de los rebeldes y de su jefe espiritual, el tumpa Apiaguaiki266. Sea lo que sea, estos isoseños eran pocos, y probablemente mandados por sus patrones karai; con ellos, Juan Barrientos participó de la represión. Murió en Charagua de las consecuencias de una herida de flecha267, cuando su mujer isoseña estaba embarazada de unos tres meses. Pocos años después, Naicho Iyambae se vuelve a casar, esta vez con nadie menos que el entonces capitán grande del Isoso, Arïgui. De este segundo matrimonio nace, hacia 1895, el único hijo de la pareja, Bonifacio Arïgui, que su padre llevará luego con él al exilio en el norte argentino.

265 Schuchard y Gómez 1981: 22. 266 Tumpa significa “sagrado, dios” en guaraní boliviano. Fue el título dado a los líderes religiosos de varios movimientos mesiánicos chiriguanos. Sobre el movimiento de 1892, ver Sanabria 1972, Combès 2005c. 267 Schuchard y Gómez 1981: 17-18.

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Sin padre, Casiano fue criado, contrariamente a su hermana, en el Isoso mismo. Como lo dijo él mismo a un oficial paraguayo: “es cierto mi padre es blanco pero yo me crié en el seno de mi madre y mi abuelo. A mi padre no conocí”268. Lo que no impide que, según lo admiten hoy sus propios descendientes, en el Isoso mismo “todos le decían karai”. Su estadía, cuando joven, en el norte argentino, reforzó de hecho esta faceta del personaje: [Casiano] se fue a la Argentina, no sabemos en qué año […] allá habían clase por turno entonces él tomó su clase por turno y aprendió en la Argentina269. Entró a una escuela nocturna para estudiar, ahí aprendió a escribir, leer y hablar en castellano (…) Casiano sabía leer, escribir y habla bien el español270.

Un militar paraguayo indica que el hijo de Naicho Iyambae hablaba “en fluido y castizo idioma español”271. A este sobrino suyo escogió Enrique Iyambae para ocupar el cargo de capitán del Bajo Isoso a su lado. El caso de Casiano es diferente del de los otros mestizos quienes, en diferentes épocas de la historia chiriguana, consiguieron el poder político precisamente por su lado blanco, por los conocimientos y habilidades que éste representaba: tales como Sebastián Rodríguez, Capillas o Chundi en el siglo XVI, que sabían, entre otras cosas, forjar armas y hacer pólvora272. Por el contrario, Casiano llega al poder ante todo por su “sangre”, por su pertenencia a la “Casa real” isoseña. Sin embargo, su capacidad a desenvolverse con los karai, su habilidad a hablar castellano, leer y escribir con seguridad influyeron en la elección de Enrique, él mismo analfabeto y poco diestro en el idioma español. La figura de Casiano anuncia así, y mucho más 268 Testimonio de Natalio Barrientos en Riester 2005: 120. 269 Schuchard y Gómez 1981: 19. 270 Testimonio de Rosendo Méndez, 2003. 271 IZO 22. 272 Ver Saignes 1982, Combès 2009b.

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que la de su tío, a los dirigentes modernos del Isoso: miembros todos de la familia de los Grandes –poseedores de una legitimidad de sangre–, pero todos capaces de tratar con los karai, sean autoridades, financieros, o trabajadores de organizaciones de desarrollo. No se trata además, lo veremos, del único rasgo moderno del capitán isoseño. La condición de mestizo de Casiano Barrientos es la clave para entender las pasiones que el personaje suscitó en pro o en contra suya. Para sus partidarios de entonces, para sus descendientes de hoy, Casiano es ante todo un isoseño, un heredero de los Iyambae, alguien que luchó por conseguir títulos agrarios para las comunidades de la zona, y su lado karai es en este sentido una ventaja, una clave de su éxito, una condición sine qua non que le permitió llevar adelante los trámites. Algunos de los que defienden esta posición hacen incluso de su padre, Juan Barrientos, un consejero del tumpa de 1892273 –una afirmación históricamente errónea, pero que permite sentar antecedentes para la actuación posterior de su hijo. Para los demás, Casiano es y sólo es un “hijo de colla”274, un capitán abusivo que prefiere obedecer a los blancos (al gobierno boliviano) que defender los derechos de su gente. ¿Prueba?: su padre era colla, y participó de la represión de 1892.

Casiano mburuvicha El co-gobierno entre Enrique Iyambae y su sobrino Casiano logra el inicio, entre 1923 y 1926, de las primeras gestiones para conseguir títulos agrarios para las aldeas isoseñas. Un incidente imprevisto cambia entonces la situación, al mismo tiempo que demuestra la fragilidad del poder real de los capitanes isoseños. Sea por voluntad propia según los unos, sea por accidente según otros, Enrique mata a su esposa empujándola con fuerza. Adoptando la tesis del accidente, Casiano aconseja a su tío quedarse para arreglar el asunto con las autoridades bolivianas, pero Enrique prefiere huir, escapando a la vez de una probable venganza de su familia política y de la represión del corregidor 273 Michel 1985. 274 Se llama “colla” en Bolivia a los habitantes del occidente andino del país (quechua, aymara y mestizos).

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karai –al parecer, la capitanía recientemente establecida no era ni lo bastante unida ni lo bastante fuerte como para hacer frente a las autoridades bolivianas, representadas en la zona por los mismos hacendados ahora afectados por los trámites legales iniciados por los dirigentes. El destino de Enrique Iyambae es, una vez más, Mbaaporenda, de donde sólo volverá después de la guerra del Chaco. Hacia finales de 1926 o inicios de 1927, Casiano queda solo al mando del Isoso –no sin problemas. Otros “Grandes” le disputan el poder, y en particular Käsu, capitán local del bajo Isoso, célebre shamán y posible hijo de Soporoke Iyambae –es decir pretendiente tan legítimo como Casiano al cargo de capitán grande: Iyambae mató a su mujer y se fue a la Argentina. Entonces llegó Käsu. Los Karai regañaron a Käsu. “Por qué no se vuelve Casiano mburuvicha, es hijo de un karai, puede ser autoridad”, dijeron. Hicieron reunión y Casiano preguntó qué pasaba. “Pensamos que puedes ser la autoridad”. Käsu dijo “Yo soy viejo, los karai juegan conmigo, quieren matarme, tú, Casiano, cuidarás del pueblo”. “Bueno, sé paciente” replicó Casiano (en Hirsch 1991: 154).

Este episodio demuestra primero la ingerencia de los karai en los asuntos internos de la capitanía, y entonces la debilidad de la misma. Enfatiza, también, la condición de mestizo de Casiano Barrientos, motivo en este caso de su toma de poder gracias a la intervención de los ganaderos blancos –algo que alentó sin duda las denuncias que harían luego varios isoseños en contra de su capitán “hijo de colla”. Sin embargo, y contrariamente a las esperanzas de los ganaderos, el ahora único capitán del Isoso sigue adelante con los trámites agrarios, lo que provoca un repentino y verdaderamente caricaturesco cambio en las actitudes karai hacia Casiano. Los mismos que favorecieron su permanencia en el poder por ser “hijo de un karai” lo denuncian ahora por la misma razón: “Casiano Barrientos no es indígena, él se hace amigo con esto y se hace pariente en falso, dijeron los blancos”275. Precaria 275 Schuchard y Gómez 1981: 32.

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situación la del mburuvicha, hijo de colla, hijo de karai, falso indígena y sin embargo capitán grande. Es probable que los ganaderos del Isoso sentaron una denuncia oficial contra él ante el gobierno boliviano; en todo caso, en 1929276, un viaje de 17 autoridades isoseñas tiene lugar hasta la ciudad de La Paz, con dos objetivos: agilizar los trámites agrarios, y responder a las acusaciones en contra del capitán grande. El viaje de 1929, bajo el gobierno del presidente Siles, es el único recordado en la gestión de Casiano Barrientos, y fue épico. Para subvencionar los gastos de viaje, estadía y trámites, los hombres se emplean en las haciendas vecinas, en los ingenios azucareros de Santa Cruz y hasta en las minas de oro de Tipuani en el altiplano; las mujeres, por su parte, tejen ponchos, alforjas, bolsas y hamacas para la venta. Cabe mencionarlo, el viaje de 1929 marcó también el inicio de una colaboración informal entre Casiano y su medio hermano Bonifacio recién llegado de Mbaaporenda, quien contribuye a los gastos llevando gente a trabajar en las minas y los ingenios. Sin embargo, lo que no recuerda ningún isoseño de este viaje es tal vez lo más importante, a saber el encuentro que tuvo lugar en La Paz entre Casiano y Eduardo Nina Quispe. Este líder aymara estaba a la cabeza de un movimiento social que buscaba la “renovación de Bolivia”, y pregonaba en particular una reforma agraria que legitime los títulos propiedad de las comunidades campesinas (Arze 1986). Lo hacía, es lo importante, pretendiendo reunir en una suerte de prehistoria de los actuales movimientos indígenas, a diferentes líderes de todo el país. La única huella que subsiste de los contactos entre el líder aymara y Casiano Barrientos son documentos conservados hoy en el archivo de La Paz, fechados de 1933 y 1934277. Todos consisten en un reclamo acerca de la solicitud presentada en 1932 al gobierno boliviano sobre el “deslinde de tierras de origen situadas en distintos Departamentos y Provincias”, y que seguía sin respuesta dos años después. El 21 de junio de 1933, esta solicitud, que presentó 276 Este viaje fue tradicionalmente fechado de 1927. Sin embargo, Casiano estaba en La Paz en 1929, como lo muesta el artículo de La Razón que publicamos al final de este capítulo. 277 ALP, 16 de agosto, 18 de octubre y 16 de noviembre de 1934. Estos documentos me fueron gentilmente comunicados por Esteban Ticona.

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Nina Quispe “como apoderado general de los indígenas” había sido respaldada por cartas de representantes de todo el país. Entre ellos, por parte del departamento de Santa Cruz, figuran los “Señores Capitán Casiano Barrientos y otros comunarios del cantón Izozog, Saipurú, Parapetí grande de la provincia Cordillera”. El 19 de noviembre, el único representante citado por Santa Cruz es “Casiano Barrientos, capitán de Santa Cruz”. Ninguno de estos documentos lleva la firma de Casiano. Este último viajó una sola vez a la ciudad de La Paz, en 1929, y es probable que los contactos con el movimiento de Nina Quispe se establecieron en esta oportunidad. Casiano Barrientos es el primer dirigente isoseño en inscribir su lucha legal en una estrategia más amplia de “lucha indígena” –y en este aspecto también es un precursor de los actuales dirigentes miembros de la APG, la CIDOB278 y demás siglas aglutinadoras. Sus gestiones no prosperaron, como tampoco lo hicieron las de Nina Quispe, truncadas por la guerra y luego por la muerte misma de este dirigente. Sin embargo, y aparte de su valor histórico como antecedente de los movimientos indígenas actuales, el encuentro de La Paz también merece ser recalcado en lo que preparó el terreno a las posteriores acusaciones de traición en contra de Casiano. De hecho, en los años que precedieron inmediatamente a la guerra, los campesinos andinos fueron acusados de estar al servicio del Paraguay (Arze 1986: 618, 623); en el documento de noviembre 1934, donde figura el nombre aunque no la firma de Casiano, se deja muy en claro que “el Paraguay no tiene derecho a nada”, tal vez respondiendo así a acusaciones anteriores. No se puede dejar de relacionar esta situación con la de Barrientos acusado pocos años después de haber entablado lazos con el Paraguay, y es así posible que las acusaciones de traición que le costaron la vida hayan tenido raíces más lejanas. La otra consecuencia del viaje a La Paz tampoco es muy favorable a Casiano. Si bien logra conservar su cargo de capitán, los trámites agra278 APG: Asamblea del Pueblo Guaraní, fundada en 1985; CIDOB. Confederación Indígena de Bolivia, fundada en 1982.

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rios se estancan. Un resultado bastante inesperado es la reapertura del camino que conduce de Charagua hasta el Isoso. Aunque, según el testimonio de su hijo, Casiano mismo habría pedido esta reapertura279, lo más probable es que correspondía a los preparativos del gobierno boliviano para la guerra venidera280. La “Delegación nacional de los llanos de Manso y Parapetí” se encarga de la obra a partir de 1929281, con mano de obra indígena; el 30 de agosto de 1930, se encarga al mismísimo Casiano la reapertura de un camino desde Isoso (Guirapembi) hasta Saipuru o cualquier punto de la carretera Santa Cruz-Yacuiba282. Poco antes, en 1927, el mayor Ángel Ayoroa había salido del Alto Isoso hacia el Pilcomayo, explorando la zona como parte de los preparativos de la guerra283. Otro indicio del interés repentino del gobierno por el Isoso por la proximidad del conflicto se encuentra en el discurso del ministro de guerra José Lanza en 1931, afirmando que una presencia misionera “sería muy eficaz para la instrucción de los numerosos neófitos, que más tarde han de prestar importante colaboración en la futura fundación de fortines”284. De esta manera la región ingresó a una etapa de “pre-guerra”, que para los isoseños se prolongó hasta inicios de 1935. Los combates no llegaban todavía a las comunidades, pero todos los hombres ya estaban movilizados para la apertura de caminos hacia el interior del Chaco, y lo estaban gratuitamente: el camino de Guirapembi a Saypurú se debe efectuar sólo “con los brazos de la referida tribu [isoseña] y la ayuda de propietarios que aportarían con algunas cabezas de ganado”285. Fatales caminos hacia el este, que costaron su independencia al Isoso en 1844 279 Schuchard y Gómez 1981: 33. 280 Schuchard 1995 [1982]: 437-438. De hecho, la memoria del ministerio de guerra y colonización de 1931 sugiere que “convendría continuar este camino, hasta ponerlo en contacto con los fortines del Roboré” (República de Bolivia, 1931: 120). 281 Periódico La Unión, Santa Cruz, 8 de febrero de 1929: 2. 282 República de Bolivia, 1931: 123. 283 Ayoroa 1927. 284 República de Bolivia, 1931: 138. 285 República de Bolivia, 1931: 123.

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y sellaron su destino en la guerra 70 años más tarde; fatales caminos que sometieron los mburuvicha del siglo XIX al poder de los ganaderos karai, y costaron la vida a su heredero mestizo. Los trabajos no se reducen a la apertura del camino a Charagua. Siguen luego otros hasta Joseravi al norte, hasta Irendagüe al sur, y luego más allá hacia Camacho. Los isoseños trabajan primero por turnos de una semana, que se van alargando a medida que la punta de camino se aleja: Cuando ya entramos hasta el cruce de Sopeti, ya íbamos por dos semanas (…) y hasta allá [Irendagüe] ya era en un mes que iban nuestros reemplazantes (…) y nos pagaban en víveres, harinita asicita, de ahí seguíamos yendo, llegamos al final del camino. De ahí comenzamos de nuevo, nosotros comenzamos, aquellos ya trabajaron dos meses y medio ya, nosotros fuimos para tres meses, ¡métale!, ¡métale!286.

El papel de Casiano en estos afanes es el de un simple capataz: “Casiano, como capitán, venía a él la orden de enviar gente, como capitán tenía que cumplir la orden de la autoridad”287. Pero ¿a quién más reclamar? Al reclutar hombres por orden del gobierno, Casiano desempeña, aunque tal vez muy a pesar suyo, el papel poco apreciado de contratista que costó el cargo a su padrastro Arïgui. Lejos de sus familias, aguantando duros trabajos sin comprender por qué, miserablemente pagados “en harinita”, los isoseños acumulan un rencor creciente contra su capitán. Y como no podía ser de otra manera, el primer argumento que sale a la luz es la condición mestiza de Casiano: Por esto de mandar hombres a la línea, entre algunos de los hombres ya se escuchan rumores, porque él es karai, por esto no nos defiende y no nos guía, se alió con los karai para mandarnos a trabajar para ellos. Así habló la gente288.

286 Testimonio de Agustín Chiraye en Riester 2005: 61-63. 287 Testimonio de Rosendo Méndez, 2003. 288 Testimonio de Rosendo Méndez, 2003.

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Por esta razón dicen que Casiano no dejó vivir en paz a la gente, especialmente los de Güirapembi, un tal Jayasi, decía que ya no se vivía tranquilo, “por ser hijo de colla, hace lo que quiere” decía289.

En este ambiente más que tenso, un incidente más se suma a la desconfianza hacia Casiano: la sospechosa muerte de su esposa Lorenza, encontrada ahorcada el 10 de febrero de 1933 cerca de su comunidad Yovi290. Día antes, Lorenza se había emborrachado con otras mujeres, y se había negado a preparar comida para unos amigos de su esposo; en respuesta, Casiano la pegó y Lorenza huyó de su casa. Se la encontró sin vida al día siguiente, y su madre Aguyei (o Asunta en español) sentó una denuncia contra Casiano ante el corregidor, acusándolo de asesinato. Sin embargo, la denuncia no prosperó y el veredicto unánime concluye, en septiembre del mismo año, a un suicidio. De hecho, muy probablemente lo fue realmente. A favor de la tesis del suicidio testimoniaron tanto los parientes mismos de Lorenza como José Pailao, un isoseño que encontraremos pronto poco favorable a Casiano, e incluso el propietario karai Emilio Castro con quien Casiano estaba en pleito por los títulos de tierra. El ahorcamiento es, además, el modo de suicidio más común entre los chiriguanos, hecho notado ya a finales del siglo XVIII por un fraile franciscano (AFT M 82). Pero “si el río suena es que piedras trae”, y la muerte de Lorenza recuerda demasiado al fallecimiento de la esposa de Enrique Iyambae como para no hacer surgir sospechas que los opositores de Casiano saben sin duda aprovechar. Vale la pena recordar también que Lorenza, por parte de su padre, era sobrina directa de Arïgui, representando así otro linaje de la familia de los “Grandes” del Isoso que nunca estuvo muy favorable a Casiano. Este hecho, sumado a las problemáticas relaciones entre Casiano y su medio hermano Bonifacio, hijo de Arïgui –lo habría hecho amarrar a un árbol en un día de borrachera–, no hacen más que complicar la ya precaria situación del capitán isoseño, cuando la guerra está a las puertas de las comunidades. 289 Entrevista a Natalio Barrientos por Antonio Méndez, 2007. 290 “Juicio criminal para aberiguar [sic] la muerte de la indigena Lorenza N (1933)”, JL-IDAG caja 33 folder 7; este documento me fue gentilmente comunicado por Franz Michel.

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1935: el llamado a los paraguayos La guerra llegó al Isoso a inicios de 1935 con la llamada “ofensiva del Parapetí”. Para contarla, las fuentes orales isoseñas y los escritos de los militares paraguayos coinciden perfectamente sobre los hechos –su interpretación es la que varía. Sin embargo, la idea de fondo es la misma, expresada en esos términos por uno de los sobrevivientes: “la guerra iba a pasar por lejos de Isoso, pero algunos comunarios se hicieron contra la capitanía”291; o, para decirlo más claramente, el ejército paraguayo fue llamado al Isoso por los opositores de Casiano. En enero de 1935, el destacamento paraguayo Caballero Irala avanza hasta Huirapitindi, Amboro y luego Santa Fe sobre la orilla derecha del río Parapetí, más arriba del Isoso. Las tropas bolivianas se repliegan en la ribera izquierda del río. Hasta fines de enero, los paraguayos ocupan toda la orilla derecha del río hasta Tamachindi, en el centro del Isoso292. Un mes después, el 27 de febrero, los paraguayos ocupan el puesto de Yuqui, río abajo de Tamachindi, sobre la orilla izquierda del río293. Pasa luego un mes sin más novedad, sin avance de las tropas paraguayas294. La ofensiva paraguaya sobre el río Parapetí deja perplejo al historiador y militar boliviano, quien escribe: La verdad es que Yuqui, para los paraguayos, estaba tan distante y aislado de cualquier objetivo militarmente válido como, recíprocamente, lo estaba para los bolivianos (…) la operación sobre Yuqui sí tuvo una finalidad bien definida: la recolección de ganado vacuno y caballar boliviano de la región del bajo Parapetí para asegurar el abastecimiento de las tropas del Segundo Cuerpo paraguayo. La acción fue cumplida satisfactoriamente y con buen rendimiento con la ayuda de centenares de nativos (…) el avance paraguayo en el Parapetí no tuvo una justificación militar válida295. 291 Testimonio de Ángel Rivero, 2003. 292 Lechín Suárez 1988 t. I: 313-314. 293 Lechín Suárez 1988 t. II: 59. 294 Lechín Suárez 1988 t. II: 62. 295 Lechín Suárez 1988 t. II: 62, 127.

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Lechín Suárez habla incluso de un “error paraguayo” al avanzar, queriendo demostrar un avance territorial pero exponiéndose innecesariamente al ejército boliviano. En esta perspectiva, el abastecimiento de ganado no parece ser una razón suficiente o válida para la ocupación de Yuqui: son las fuentes orales isoseñas las que nos permiten arrojar algo de luz sobre esta situación. Absolutamente todos los testigos coinciden en afirmar que, advertido de la presencia paraguaya en Amboro, a las puertas del Isoso, Casiano Barrientos decidió reunir a su gente en Yuqui para luego hacerla escapar hacia el noroeste por los arenales de Guanacos. En este momento –es decir, a finales de febrero de 1935–, un grupo de isoseños se acercó a las tropas paraguayas de río arriba. La versión de los hechos varía evidentemente según quién cuenta la historia. Algunos dicen que Chipacu, Nepou, Jayasi, Atero y otros isoseños más “eran los que fueron a consultar con los paraguayos”, para decirles: “acudimos a usted para que no nos maten”. Estos mismos isoseños fueron los que guiaron al ejército paraguayo hasta Yuqui: “el Nepou los condujo por la orilla del río, el Jayasi los condujo por esta orilla con dirección a Yuqui”296. El mismo testigo afirma que Casiano se entregó ahí voluntariamente a los paraguayos. Agustín Chiraye quien contó esta historia llama che ru, es decir “mi padre”, a Jayasi. Aunque el término deba entenderse lato sensu, y pueda designar a cualquier hombre emparentado y mayor (un tío, etc.), evidencia de todas maneras un fuerte lazo afectivo hacia este personaje que otros describen como uno de los peores enemigos de Casiano Barrientos. Hay que comparar el relato de Chiraye con los de los partidarios de Casiano para apreciarlo. El hijo de Casiano, Natalio, fue entrevistado en múltiples oportunidades sea por Bárbara Schuchard, Jürgen Riester, Silvia Hirsch, y otros antropólogos trabajando en el Isoso. Su versión de los acontecimientos nunca varió:

296 Testimonio de Agustín Chiraye en Riester 2005: 78.

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Para que vengan [los paraguayos] a entrar aquí, es por la culpa de aquellos que aborrecieron a mi padre (…) culpando a mi padre que no dejaba descansar a la gente, que no dejaba vivir tranquila a la gente, pero la guerra estaba promovida por el gobierno era obligado y él era jefe de ellos (…) era imposible negarse, era obligatorio297. Jayaji fue hasta Kavayu ndapi, avisando cómo era nuestra vivencia, diciendo que recibían muchos maltratos del capitán Casiano, no nos deja vivir tranquilo, había manifestado. Por ser hijo de colla, abusa demasiado, a causa de esto muchos de nosotros están en la guerra, abriendo camino, haciendo posesión, dijo. Así se había quejado298.

Ángel Rivero, compañero de armas de Casiano, afirma que Jayasi contó a los paraguayos que Casiano “es hijo de colla y juega mucho con nosotros”; otros más recuerdan el discurso de Jayasi a los paraguayos: “él es karai, no nos defiende, se ayudaron o se aliaron con los collas contra nosotros”299; “habló mal de Casiano diciendo que explotaba a la gente”300. Cotejando los diferentes testimonios, se puede identificar a los denunciantes, o al menos a sus líderes: Sipaku o Chipacu, de la comunidad de Yapiroa o Ibasiriri; varias personas de Kopere; un tal José María Iyambae, sobrino de María Manuela Iyambae y entonces primo de Casiano, vecino de Guirapembi; y, sobre todo, Jayasi, también de Guirapembi. A esta lista se debe sumar, según Natalio Barrientos301 un tal Miguel Cuéllar, de San Antonio del Parapetí río arriba de Isoso. Se trataba, dice Natalio, de un chiriguano (un “ingrato ava”), “cuñado” de los Barrientos, y desertor. Aunque con un punto de vista diferente, los soldados y oficiales paraguayos cuentan la misma historia. El general Estigarribia comunicó, a 297 Testimonio de Natalio Barrientos en Riester 2005: 95. 298 Testimonio de Natalio Barrientos entrevistado por Antonio Méndez, 2007. 299 Testimonio de Rosendo Méndez, 2003. 300 En Hirsch 1987. 301 En Riester 2005: 95.

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inicios de marzo de 1935, que “los pobladores guaraníes del Parapití Norte y del Yzozó, en número de mil, se presentaron a nuestras tropas, con sus caballos y vacunos, ofreciéndoles sus servicios”302; y retomó el tema en sus Memorias: Los guarayos, que son los indios guaraníes del Parapití, nos recibieron como hermanos, cuando nos oyeron hablar su misma lengua, aunque un poco asombrados de ver que sus hermanos eran blancos. Nos dijeron que se cumplía una vieja leyenda, según la cual alguna vez vendrían del oriente hombres de su misma procedencia. Nuestra llegada fue para ellos como una fiesta religiosa, e hicieron derroche de hospitalidad con nuestros soldados303.

Otro militar también cuenta: Los indios guarayos [del Parapetí] se llenaron de holgorio al arribo de nuestras tropas. En noches de toldos, los caciques y ancianos a sus progenios que algún día llegarían sus hermanos del Oriente trayéndoles la ansiada redención. Desde Amboro hasta Joserabi se presentaron en tropeles portando presentes para los Oficiales y tropas, ofreciéndose asimismo a servir de guía al Ejército victorioso, facilitando a su vez valiosas informaciones sobre el enemigo304.

Paraguay mí, “pequeño Paraguay”, es el nombre que dan los paraguayos al Isoso, y el nombre que adoptan también los isoseños que los guiaron hacia Yuqui: éstos “explicaron a todas las tribus que Izozog ya no iba a quedar para Bolivia sino que iba a quedar para los paraguayos (…) así lo decían Paraguaymi305. Traición, miedo a los paraguayos o júbilo por encontrarse con sus antiguos hermanos de raza: lo que parece establecido es, en todo caso, que los paraguayos realmente acudieron a un llamado de una parte de los

302 Comando en Jefe de las F.F.A.A de la Nación 1950: 229. Este comunicado corresponde al 2 de marzo de 1935. 303 Citado por González 1977: 37. 304 García Delgado sf: 156-157. 305 Schuchard y Gómez 1981: 37.

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isoseños, y que este llamado bien puede explicar el por qué de la inexplicable avanzada paraguaya hasta Yuqui. De la misma manera, los militares paraguayos coinciden con la tradición oral isoseña para afirmar que la actitud de Casiano fue, desde un principio, diferente. Empeñado en celebrar el re-encuentro de los “hermanos guaraní”, García Delgado subraya la condición de “mestizo boliviano” de Casiano: Isidro Pucú, un fornido Cacique de 70 años, era el principal caudillo que en compañía de otros como Pique, Miguel, Segundo y Pailao se hallaban enemistados con el Capitán general de las tribus del Isosoc, título dado a Casiano Barrientos, un mestizo boliviano. Este tuvo que ser aislado y remitido a retaguardia306.

Los oficiales González y Caballero Irala manifiestan más respeto y comprensión hacia la actitud de Casiano, que también atribuyen a su condición de mestizo: “expuso con claridad que era y se sentía boliviano”; si el mburuvicha no acogió con particular entusiasmo a las tropas paraguayas, “las causas que motivaron tal actitud, nos explicó él mismo, diciéndonos que obedecían al hecho de haber sido hijo de padre boliviano”307. Asimismo, en la versión de su hijo, Casiano habría declarado a González: “yo nací bajo la bandera boliviana, entonces soy boliviano”308. Estas “explicaciones” no lo son realmente; pues el gen de la nacionalidad no se hereda con la sangre, mucho menos cuando, como Casiano, el mestizo no conoció a su padre y fue criado en el Isoso y como isoseño. Creo mucho más probable que las mismas gestiones de Casiano, que lo llevaron hasta las más altas autoridades bolivianas y hasta la sede de gobierno, su encuentro también con Nina Quispe y su ideal de “unión indígena”, influyeron en el evidente sentimiento nacionalista del mburuvicha. Esta visión de conjunto y de país, que es hoy la de los dirigentes indígenas, era probablemente demasiado moderna para la época, y en todo caso aislada. Casiano no logró nunca hacer 306 García Delgado sf: 157. 307 IZO 22. 308 En Riester 2005: 121.

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compartir sus esperanzas a los suyos y para ellos como para los paraguayos, todo se resume, una vez más, a su sangre mestiza. Según las perspectivas, esta sangre lo convierte en patriota boliviano o en traidor a la causa guaraní: sea lo que sea, el mburuvicha isoseño estaba lejos de participar del “holgorio” general. De hecho, el grupo de Jayasi, José María Iyambae y demás Sipaku, no contento con denunciarlo a los paraguayos, reclaman su muerte inmediata. Es entonces cuando los oficiales paraguayos se entrevistan con Casiano, revisan su casa y encuentran los papeles del juicio agrario seguido por Casiano en contra del propietario Emilio Castro. De ahí, según su hijo, un vuelque total en la actitud de los paraguayos, que se dan cuentan que Barrientos “había sido el padre de estos indígenas” luchando a su favor309. Es así que, ironía de la historia, el alto mando paraguayo llega a proteger a Casiano de la vindicta de los “traidores”: Estos quieren matarte, dijo [el oficial paraguayo]. Más bien váyase a Asunción, que te vea el gobierno (…) Éstos que te están amenazando hasta son capaces de matarte (…) por lo tanto irás a Asunción, irás para que te vea el presidente310.

Lo que fue en su momento una oportunidad de salvación para Barrientos se convertirá luego en un motivo más de su muerte. Porque Casiano se marcha efectivamente a Paraguay, con seis de sus compañeros, “prisionero” sin serlo. Ángel Rivero, uno de sus compañeros, cuenta: “Fuimos custodiados pero no nos llevaron como prisioneros, el viaje duró como tres días hasta el Paraguay. Vivimos bien, anduvimos por todas partes, ya todos nos conocían”. Si bien Casiano y sus seis hombres partieron primero, varios centenares o miles de isoseños no tardarían en seguirlos, en circunstancias iguales bastante alejadas a las de otros “prisioneros de guerra”. Natalio Barrientos presenta esta partida como un engaño de los paraguayos

309 Schuchard y Gómez 1981: 47; ver también el testimonio del mismo Natalio en Riester 2005: 96. 310 Testimonio de Natalio Barrientos en Riester 2005: 104, 129.

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hacia los isoseños, haciéndoles creer que los “collas” los iban a matar: “por este motivo hemos seguido a ellos. No nos llevaron arreando ellos, los hemos seguido no más a ellos, como si estuviéramos yendo a nuestra propia casa, como niños en el seno de su madre”311. En la versión del militar paraguayo García Delgado, …cuando se desencadenó la ofensiva boliviana, el Cap. Martincich reunió a la población guaraya explicándole que el Ejérsito [sic] paraguayo se veía obligado a abandonar las márgenes del Parapití y que por tanto quedaban en libertad de elegir si retornaban a sus poblados o se unían al Ejército. La unanimidad en cuanto a seguir al Ejército paraguayo fue sorprendente312.

La gente fue llevada a pie hasta Irendagüe, y de ahí en camión hasta Camacho. Hicieron varias idas y venidas entre Camacho, Pozo Redondo, Toledo, y finalmente Karandaiti. Según Schmidt, 2.493 personas en total partieron del Isoso, entre adultos (1.674), niños (724) y bebés (122). Un anciano isoseño entrevistado por Silvia Hirsch da la cifra de 5.000 isoseños prisioneros313. Viajando “como niños en el seno de su madre”, los isoseños fueron bien tratados en Paraguay: “no abusaron de nosotros, nos dieron de comer, no abusaron de nosotros, eran buenos con nosotros”314. Por su parte, Casiano y su pequeña comitiva llegan hasta Asunción donde se entrevistan con el alto mando militar e incluso tal vez con el mismo presidente paraguayo. “No hemos ido como prisioneros, sino como cualquiera, tranquilos (…) había respeto a nuestro mburuvicha Casiano”315. “De vez en cuando viene a vernos a Camacho” dice uno de los “prisioneros”316… y en estas ocasiones, Casiano vestía a veces el uniforme paraguayo. 311 Testimonio de Natalio Barrientos en Riester 2005: 106. 312 García Delgado sf: 157. 313 Schmidt 1938: 1-3; Hirsch 1987. 314 Testimonio de Rosendo Flores en Riester 2005: 48. 315 Testimonio de Ángel Rivero, 2003. 316 Testimonio de Rosendo Flores en Riester 2005: 50.

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A decir verdad, los argumentos no faltan para considerar a Casiano como lo hicieron luego las autoridades bolivianas, es decir como un traidor a su patria. Tal vez el mburuvicha quería contestar así a las acusaciones contrarias que hacían de él un traidor a los guaraníes. Sin embargo, una vez más, los mismos oficiales paraguayos matizan esta imagen. Casiano les habría manifestado que “lo más que podría hacer sería contribuir como autoridad (…) a mantener el orden interno entre los pobladores317” –sus relaciones cordiales con los paraguayos no habrían tenido otro motivo, y habría actuado de esta manera como cualquier oficial prisionero. Según los isoseños que volvieron de Paraguay, debajo de estos buenos modales, Casiano tenía una idea fija: Nos dijo que tenemos que volver otra vez al Isoso, no sé cómo pero volveremos (…) siempre nos repetía esta palabra de volver318. Casiano también sabía que iba a morir y dijo “estos me van a matar” y dijo “no importa con tal que yo les saque a Ustedes a Bolivia, que me maten a mí, yo quiero que el Isoso se vuelva otra vez a poblar”319.

La fuga isoseña tiene lugar en Carandaiti. Con pretextos varios (ir a cazar, a recolectar, etc.), los hombres van abriendo una senda. Por su parte, Casiano habría escrito una carta a su hermano Bonifacio a Camiri, llevada por dos hombres que lograron volver con una respuesta poco alentadora: la versión corre en Bolivia que algunos oficiales bolivianos quisieron ir a rescatar a los isoseños, pero que los paraguayos habían afirmado que ninguno quería volver a Bolivia. En Carandaiti mismo, la situación se vuelve apremiante y en cierto sentido parece confirmar la versión de los militares bolivianos: al menos una fracción de los isoseños no tenía el más mínimo deseo de volver a Bolivia. “Algunos de los que no estaban de acuerdo con Casiano ya estaban dando cuenta [a los paraguayos] que el capitán envió comisión

317 IZO-22. 318 Testimonio de Rosendo Méndez, 2003. 319 Testimonio de Natalio Barrientos en Hirsch 1987.

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a Camiri”, cuenta un testigo320. Se debe apurar la fuga, que tiene lugar en el invierno de 1935. Una mujer isoseña, llamada Pura, se encarga de “distraer” a los soldados paraguayos mientras los otros huyen; es rescatada al día siguiente por Natalio, el joven hijo de Casiano. Según Schmidt321, son 1.823 personas las que logran escapar, aunque apenas la mitad lograr llegar viva hasta el Isoso. Otros isoseños, junto con muchos chiriguanos de Macharetí y otras comunidades del piedemonte, se quedaron en Paraguay, donde siguen viviendo hasta hoy, conocidos bajo el nombre de “guarayos” o “guaraní occidentales”.

La doble muerte de Casiano Barrientos “Yo no voy a vivir, me matarán”; “Yo nuevamente voy a estar en manos de mis enemigos”322: Casiano sabía que iba a morir, repiten incansablemente los sobrevivientes de la guerra. Y murió, a manos del militar Julio Ortiz, mestizo isoseño como él pero identificado (y auto-identificado) como karai. La historia sin embargo no acabó el 12 de octubre de 1936 con el fusilamiento del mburuvicha. De hecho, todos cuentan en el Isoso que después de esta ejecución, Julio Ortiz empezó a recorrer las comunidades del Isoso en busca de los seguidores de Casiano, para eliminarlos uno por uno. Hasta que, en un día de borrachera en Tamachindi, “lo mataron (…) iba a matar harta gente Julio si no lo hubieran matado. Ha hecho favor, ha hecho bien el finado Leoncio Gutiérrez [quien mató a Ortiz]”323.

320 Testimonio de Ángel Rivero, 2003. 321 Schmidt 1938. 322 Testimonios de Ángel Rivero y Rosendo Méndez, 2003. 323 En Schuchard 1981: 55.

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Ilustración 17. La muerte de Casiano Barrientos (dibujo de Edgar Cuéllar, escuela de Kapeatindi (Alto Isoso) en Combès [coord] 1999: 45)

¿Por qué murió Casiano Barrientos? ¿Por qué sabía que iba a morir? El cargo oficial, lo vimos, es de “alta traición” a la patria boliviana… y es un cargo negado por los mismos militares paraguayos que estuvieron presentes en el Isoso. A este motivo evidentemente insuficiente, erróneo y en todo caso parcial y partidario, los isoseños agregan otro, más puntual: Julio Ortiz habría fusilado a Casiano primero por rencor personal, por haber sido mandado a abrir caminos antes de la guerra “como cualquier tapii”, como un indio más. A esto se suma el hecho que Julio Ortiz era propietario en el Isoso, y uno de los afectados por los trámites agra202

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rios iniciados por Barrientos antes de la guerra. Este punto explica, tal vez, porque el personaje se encarnizó luego tanto contra los seguidores de Casiano. Finalmente, y sobretodo, está la cuestión del llamado isoseño al ejército paraguayo en 1935. Admitido por todos, este llamado fue (y sigue siendo) diversamente interpretado: consecuencia de un simple miedo, según Agustín Chiraye; re-encuentro con la “patria grande” guaraní de Paraguay, según los comentarios de los militares paraguayos; traición de los opositores internos de Casiano, según Natalio y otros partidarios del mburuvicha. Tarea vana sería la de querer encontrar la verdad entre esas múltiples visiones de la historia. Probablemente cada versión sea exacta y refleje al menos parcialmente la realidad. “La verdad”, si existe, se sitúa sin duda en el cruce de estas diferentes interpretaciones. Lo que sí enseña la extraña historia de Casiano Barrientos es que la guerra del Chaco no se tradujo solamente para los indígenas en un desastre “porque los blancos peleaban”, en muertes inocentes, epidemias fatales y huidas desesperadas de gente inocente. La guerra fue todo eso, sin duda, pero también fue leída y absorbida en términos propios e inteligibles por los indígenas; en el caso del Isoso, no cabe duda que constituyó un detonador para reavivar y solucionar querellas más antiguas, pugnas de los “Grandes” de la región por el poder político. Entre los que denunciaron a Casiano a los paraguayos, figura un hombre de apellido Iyambae, miembro de la “familia real” isoseña y tal vez heredero incluso más legítimo que Casiano el “hijo de colla”. Entre los traidores “pasivos” del mismo Casiano, entre los que dejaron que los acontecimientos sigan su curso, figura su medio hermano Bonifacio, hijo de Arïgui, representante de otro linaje más de la Casa noble del Isoso. “Traidor” a la patria, Casiano también fue –y fue primero– traicionado; murió más por consecuencia de una guerra isoseña que como víctima de la guerra ajena del Chaco. Este hombre, ya acusado de contactos con el enemigo en tiempos de Nina Quispe y llevando uniforme paraguayo entre los enemigos, entendía sin duda que su destino estaba sellado por los militares boli-

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vianos; pero su certeza tan absoluta de morir tampoco puede ser entendida sin relacionarla con la causa de su partida del Isoso, para escapar de un grupo de isoseños mismos, sus parientes, que reclamaban su cabeza: “Yo nuevamente voy a estar en manos de mis enemigos”. No todos los hombres del Isoso partieron como prisioneros o como entusiastas reclutas a Paraguay: otros se enrolaron, muy temprano, en el ejército boliviano. Fue el caso de Bonifacio, el medio hermano de Casiano, quien se presentó en Charagua y trabajó como zapador durante tres años, desde octubre de 1932 hasta octubre de 1935. Entre 1937 y 1939, en todo caso durante el gobierno de Germán Busch, Bonifacio vuelve al Isoso y es escogido como el nuevo mburuvicha guasu de la zona. Este Bonifacio, hay que notarlo, se llama desde 1932 Bonifacio Barrientos y ya no Arïgui. En efecto, Casiano habría “adoptado” a su hermano al inicio de la guerra, dándole la autoridad de su apellido (Schuchard y Gómez 1981: 72) –tal vez también para evitarle cargar con un nombre, Arïgui, demasiado guaraní en esos tiempos de conflicto. El hijo de Casiano, Natalio, explica: [Casiano] le dio su nombre a su hermano con ese apellido, él representaba el mismo cuerpo de su hermano mayor (...) Delegó el poder ante las autoridades a su hermano como su hijo propio para llevar gente como zapadores. De esa manera se están reconociendo como verdaderos hermanos aunque tuviesen distinto padre, pero una sola madre324.

En otras palabras, lo que une a ambos hermanos es su ascendencia Iyambae, lejos del conflictivo Arïgui y del colla Barrientos. De hecho, si Bonifacio fue escogido como capitán grande, fue “porque usted es su hermano [de Casiano], porque su abuelo es Iyambae”325. La gestión de Bonifacio Barrientos fue larga (duró hasta su muerte en 1985) y fructífera. Logró levantar a un Isoso totalmente desolado por la guerra – “era silencio, no había nada, no había comida”, “no había 324 En Hirsch 1987. 325 Schuchard y Gómez 1981: 9.

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gente, casas vacías”326. Logró completar y ampliar los títulos de propiedad de las comunidades, participó activamente de la fundación de la Confederación Indígena (CIDOB) en 1982. En otras palabras, Bonifacio siguió al pie de la letra el ejemplo precursor de su hermano, aunque se demarcó siempre de él en el discurso –o en una más significativa ausencia de discurso. Sin duda para consolidar su legitimidad y marcar la diferencia con un hermano tachado de traidor, Bonifacio Barrientos siempre exaltó su patriotismo327 y sus acciones en el ejército boliviano durante la guerra del Chaco –u otros lo hicieron por él, tal este escritor de Charagua que opone en sus escritos al “desleal” Casiano hijo de colla con su “inocente hermano” Bonifacio328. Pero más reveladores son los silencios de Bonifacio. Su papel en la muerte de Casiano no es en efecto nada claro, y él mismo nunca lo aclaró. Según los familiares y descendientes de Casiano, Bonifacio habría dejado que Julio Ortiz lo ejecute, para vengarse de un hermano que lo había hecho amarrar a un árbol para castigarlo –“no lo defendió su hermano”329; más grave aún es lo que todos hoy recuerdan en el Isoso: cuando Ortiz recorrió el Isoso con la intención de matar a todos los partidarios de Casiano, Bonifacio lo acompañaba. Cuando, finalmente, llegaron al Isoso las cartas escritas por los oficiales paraguayos a la antropóloga Bárbara Schuchard en 1979 –cartas que rehabilitan explícitamente a Casiano–, no fueron leídas en público. Los seguidores y consejeros de Bonifacio se opusieron a su lectura; Bonifacio mismo mantuvo un equívoco silencio. Evocando la muerte de Casiano, Xavier Albó escribía en 1990: “algunos dirigentes actuales del Isoso hablan incluso de solicitar al gobierno boliviano fondos para alzar un monumento a Casiano Barrientos en el lugar 326 Testimonio de Rosendo Méndez 2003; Muchos testimonios sobre el lamentable estado del Isoso después de la guerra se encuentran en Schuchard 1995 [1982], Hirsch 1987, Combès [coord.] 1999, y Riester 2005. 327 IZO 17. 328 Barba Hurtado 2003. 329 Testimonio de Mercedes Iyambae, 2003.

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donde fue ejecutado”330. Quince años después, yo misma volvía sobre el tema: Hasta la fecha, Casiano Barrientos no está oficialmente rehabilitado y sigue figurando como “traidor”, a pesar de los testimonios de los mismos oficiales paraguayos que hablan de su “injusto fin” y de “delitos de guerra o de traición que no cometieron” sus seguidores. En 2004, los nietos de Casiano empiezan a movilizarse para exhumar sus restos y darle sepultura en una de las comunidades del Isoso331.

Sin embargo hoy, cinco años más tarde, sus restos siguen descansando en el hoyo que él mismo cavó en la orilla derecha del río Parapetí. Sin sepultura ni monumento, Casiano Barrientos fue también sepultado de esta manera en el olvido de la historia. Sigue siendo traidor en la memoria militar, sigue siendo callado en la memoria oficial del Isoso también, hoy al mando de los descendientes de Bonifacio. A diferencia de la contienda del Chaco cuyas armas callaron en 1935, la larvada guerra de los “Grandes” del Isoso sigue en pie, y parte de ella descansa sobre la memoria o el olvido del mburuvicha mestizo.

330 Albó 1990: 148. 331 Combès 2005a: 292.

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doCUmento anexo

Casiano barrientos, capitán grande de bajo Izozo, llegó en compañía de dieciséis representes de diferentes tribus del oriente, a reclamar por sus tierras y pedir garantías332. Hace algunos días que ha llegado a esta ciudad Casiano Barrientos capitán grande de Bajo Izozo en compañía de dieciséis indígenas representantes de varias tribus del indicado lugar, comprensión de la provincia de Cordillera del departamento de Santa Cruz. No es la primera vez que llega hasta La Paz un cacique oriental: en otras ocasiones han venido también. Recordamos a Santos Airayu [sic: Aireyu], jefe de las tribus de Caipependi. El titulo de Capitán Grande, que posee Barrientos, es hereditario, reconocido por la prefectura de Santa Cruz desde tiempos remotos. Quién lo lleva esta a cargo de gobierno directo de los pueblos o caseríos que forman numerosas tribus tanto de Alto como Bajo Izozo; y es por su intermedio que las autoridades políticas de Santa Cruz mantienen sin mengua el poder nacional y todas sus manifestaciones. Barrientos ocupa el puesto desde que su tío Enrique Iyambáe se fue a la Argentina. ¿Cómo han llegado estos indígenas des las alejadas tierras de Ñuflo de Chávez hasta la ciudad de Alonzo de Mendoza? Treinta y siete días emplearon en su marcha, habiendo recorrido a pie, desde sus pagos siguiendo el antiguo camino de El Filo por Vallegrande y Totora, hasta Cochabamba. En esta ciudad merecieron del prefecto teniente coronel Reque Terán, concesión de pases libre en el ferrocarril para venir a La Paz. 332 La Razón, La Paz, jueves 19 de septiembre de 1929. Agradezco a Marie Morel quien encontró este artículo y lo transcribió.

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-¿Qué les trae por acá, Barrientos? – inquirimos al Capitán Grande, que tiene vivo deseo de que la prensa auspicie los distintos aspectos de su cometido. -Venimos, pue señor, a reclamar de nuestra tierra-, responde, y sigue reaccionando este punto capital de los intereses que defienden él y los suyos. Son portadores, estos hombres de expedientes de tierra pertenecientes a sus tribus por disposiciones de antiguas leyes, que han sido tramitados por la prefectura de Santa Cruz. Muchos blancos se han apropiado de tales tierras, que ahora se encuentran en poder de unas cuantas firmas pudientes, quienes han obtenido adjudicación, valiéndose de los preceptos de la ley del 28 de octubre de 1905, al amparo de la ignorancia de las tribus y de la enormes dificultades que éstas encuentran para la defensa de sus derechos. Los personeros de Bajo Izozo, pretenden la revisión de los títulos de propiedad otorgada a quienes detentan su patrimonio territorial, así como una recensura de los terrenos, actos de gobierno en los cuales demostrarán el despojo de que han sido victimas y también las exacciones de que se les ha hecho objeto. A no dudarlo, constituye un deber sagrado para el gobierno dar paso a las reclamaciones que interpongan los pobladores de las comarcas nombradas del Oriente. Las tribus en cuestión, diseminadas en numerosos pueblos otrora, están hoy desoladas. Han venido desapareciendo como resultado del despojo de las tierras y como consecuencia de trabajos que muchos individuos – particulares y autoridades inferiores- han impuesto a la naturaleza; todo con una secuela de ultrajes y violencias, dignos de figurar en las paginas negras de la conquista y colonización españolas. En pocos años esas tribus se han mermado en un sesenta por ciento, trasladándose sus componentes a la Republica Argentina donde encuentran trabajo y garantías suficientes. Y es el cuadro

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Desolador que ofrecen ahora los campos populosos de otras épocas, y las horas de amargura vividas en nuestros tiempos, lo que trae como principal motivo, hasta estas elevadas cumbres a los representativos de las hospitalarias sencillas, trabajadoras y respetuosas familias del Izozo. Pero hay algo más. Las amenazas de la delegación militar que se crearé con el nombre delegación del Parapeti y llanos de Manzo, juntamente con las amenazas de los corregidores de Alto y Bajo Izozo, reunidas a los procedimientos de organizar a movilización pasada, redujeron las diezmadas tribus. -¿Qué pasó entonces, Barrientos? – le preguntamos; - Obligaron a todos los hombres, desde quince a sesenta años a presentarse como reservista y nos quitaron caballo, mula, burro, todo y se lo llevaron. Tamaña injusticia necesita reparación. Eso ha sido tomado arbitrariamente sin reembolso ni devolución alguna. Pobladores pacíficos, atalayas de nuestros legítimos dominios en los apartados lugares fronterizos del Chaco, que pueden ser movidos por los altos impulsos de la defensa del hogar patrio, merecen consideraciones, si no especiales, por lo menos legales y humanas. El Capitán Grande y sus dieciséis compañeros esperan que se solucione la crisis ministerial – ya operada ayer – para solicitar al presidente de la república, al ministro de la guerra, entrevistas en las cuales puedan exponer sus derechos y pedir las garantías suficientes para vivir en las tierras de sus mayores, y de sus caros arraigos y afecciones.

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