Crónica de la población de Ávila retomada. Carta abierta a José María Monsalvo Antón

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Descripción

Crónica de la población de Ávila retomada. Carta abierta a José María Monsalvo Antón1 Crónica de la población de Ávila Revisited. Open Letter to José María Monsalvo Antón Marcia Inés Ras Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Argentina.

Resumen: Se presenta una crítica al artículo de José María Monsalvo Antón (2010) “Ávila del rey y de los caballeros. Acerca del ideario social y político de la Crónica de la Población”. Se plantean algunos de los problemas en torno a la Crónica de la población de Ávila descuidados por Monsalvo Antón. Se cuestiona la forma en que manipula las fuentes. Se fundamenta por qué se mantiene que la Crónica de la población de Ávila es una fuente invalorable para estudiar la autorrepresentación de la caballería villana abulense en tanto clase intermedia entre el campesinado y la aristocracia medieval de Ávila. Se demuestra que José María Monsalvo Antón ha plagiado partes sustanciales del trabajo de Marcia Ras (1999a) “Percepción y realidad guerrero-campesina en la Crónica de la Población de Ávila”.

Abstract: This is a critique of José María Antón Monsalvo (2010) “Ávila del rey y de los caballeros. Acerca del ideario social y político de la Crónica de la Población”. It presents some of the problems posed by Crónica de la población de Ávila neglected by Monsalvo Antón. It questions the way Monsalvo Antón manipulates sources. It supports that Crónica de la población de Ávila is an invaluable source to study the self-representation of the caballeros villanos from Avila as an intermediate social class distinct from the peasantry and medieval aristocracy of Avila. It demonstrates José María Antón Monsalvo plagiarized substantial parts of Marcia Ras (1999a) “Percepción y realidad guerrero-campesina en la Crónica de la Población de Ávila”. PALABRAS CLAVE: EXTREMADURA CASTELLANA, CABALLERÍA VILLANA, CRÓNICA DE LA PROBLACIÓN DE ÁVILA. KEYWORDS: CASTILIAN EXTREMADURA, CABALLERÍA VILLANA, CRÓNICA DE LA PROBLACIÓN DE ÁVILA. 1

Una versión aligerada de este artículo se encuentra en prensa para Revista de Historia Social y de las Mentalidades de la Universidad de Santiago de Chile.

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El repentino interés en la Crónica de la población de Ávila demostrado por José María Monsalvo Antón en “Ávila del rey y de los caballeros. Acerca del ideario social y político de la Crónica de la Población” (2010) artículo en el que ha plagiado y tergiversado partes sustanciales de un trabajo que publiqué en 1999 (Ras, 1999a) me impulsa a escribir las siguientes reflexiones:

1. La Crónica de la población de Ávila: La Crónica de la población de Ávila (CPA de aquí en más) es la primera fuente narrativa sobre hechos históricos en lengua romance que se conserva. Fue escrita hacia 12562 por un laico; un serrano, es decir, un caballero villano de Ávila. Este jinete plebeyo surgido del campesinado rico del concejo muy probablemente perteneció a o estaba relacionado con la familia de los Mateos3. Gómez-Moreno aventuró que se trataría de Gonzalo Mateos (Gómez-Moreno, 1943: 16), conjetura bien fundamentada pero no concluyente4. La CPA es una fuente problemática. Es por eso que “no gozó de una gran fortuna en la galaxia Gutenberg” (Abeledo, 2012: XV) al menos entre filólogos e historiadores. Como es poco amigable como objeto de estudio, sea como “texto” o como “fuente”, los eruditos tienden a tomar de ella sólo aquellos tramos (“episodios” o “acontecimientos”) que reconocen como familiares o emparentados con la materia más habitual de sus ramas de conocimiento. Su “bastante tardía” (XV) primera edición fue ignorada5. Cuando GómezMoreno presentó su edición en 1943 se encontraba todavía “cubierta de oprobio, por falsa” (1943:11) entre los historiadores por “patraña (…) plagada de desatinos históricos” (17). Setenta años después no es mucho lo que se ha avanzado: los filólogos le siguen teniendo desconfianza porque “carece de muchas de las características que esperamos de la narrativa histórica” (Ward, 2013: 315). Tienden a encontrarle escaso valor estético a su prosa rudimentaria y la encuentran más bien decepcionante a excepción de algunos episodios puntuales que en ella se recogen. El “lenguaje imaginativo y fantástico propio de los relatos legendarios” (Barrios García: 1983: 189) de la CPA viene provocando también la reacción instintiva de rechazo de los historiadores que tienden a ser intolerantes con las imprecisiones factuales y cronológicas, especialmente si se contradicen con otros registros que pueden tenerse por más seguros. En consecuencia, la narración de la CPA es sistemáticamente abandonada a partir del momento en el que se encuentra un documento más “fiable” en el que apoyarse. Aun para los que – 2

El último episodio narrado es de fines de 1255 por lo que se data su redacción entre ese momento y la concesión de privilegios al concejo por parte del rey el año siguiente, acontecimiento absolutamente relevante pero que ya no aparece mencionado en el texto: Gómez-Moreno (1943:16), Gautier-Dalché (1982: 24), López Valero (1995: 95), Gaffard (2004: 2-3), Abeledo (2010: XVIII). 3 No se ha puesto en duda que haya sido escrita por un laico: Gómez-Moreno (1943:16), Gautier-Dalché (1982: 24), López Valero (1995: 94-95) Abeledo (2010: XIX). Su vinculación a los Mateos se fundamenta en que uno de los manuscritos conservados se encontró en los repositorios de un monasterio en Ávila fundado por el padre o tío de Gonzalo Mateos y al lugar destacado en la narración de varios miembros de esta familia. 4 Argumentado en base al marcado protagonismo de Gonzalo Mateos en los últimos episodios narrados. Los editores posteriores no formularon hipótesis de autoría alternativas ni encontraron fundamentos sólidos para cuestionarla por lo que permanece vigente al día de hoy 5 Foronda y Aguilera (1913).

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faute de mieux- hicieron el esfuerzo por superar la impresión “toute négative” de su primera lectura (Gautier-Dalché: 1982: 25), resultó una fuente “bastante mediocre” (1979: 102) porque en ella la realidad histórica está “bastante deformada” (1982: 25). Comprensiblemente, apreciaciones de este tenor no ayudaron a convocar multitudes de historiadores a su análisis. A fuerza de no encontrarla citada en sus textos, se terminó por instalar la percepción de que “ha interesado más a los filólogos que a los historiadores” (Monsalvo Antón, 2010: 163, nota 2). Curiosamente, los filólogos parecieran tener la impresión inversa. A juzgar por las reseñas al “trabajo excelente” (Ward, 2013: 316) realizado por Manuel Abeledo (2012) en la edición de un nuevo texto de la CPA, que es la que se sigue en este trabajo, parecería que entre los filólogos se ha instalado la percepción de que la CPA “ha ido atrayendo cada vez más (…) la atención de los historiadores, mientras que la crítica textual casi parecía haberse olvidado de ella” (Bayo Julve, 2014: 199). Desde su visión sería la crítica la que casi no le ha prestado atención (Zubillaga: 2013: 67). Pocos son los estudiosos que han sido compasivos con el texto dudoso y rústico de la CPA (Abeledo, 2012: XVI). Desde el campo de la filología, Ludivine Gaffard la definió como un texto en el cual “las fronteras genéricas entre historia y literatura se difuminan” por lo que “encierra numerosas riquezas aún inexploradas” (2012:183). Abeledo estima interesante en ella “el cruce de géneros y su particular desarrollo narrativo” (2012: XVI). Para referir una visión no negativa desde la perspectiva de los historiadores se deberá excusar que apele a la autocita a falta del nombre de un colega que la haya rehabilitado a excepción del plagio de Monsalvo Antón6. En 1999 la caractericé fuera del género de la crónica histórica, como un relato genealógico sui generis escrito por un caballero villano “hablando sobre los de su clase” (Ras, 1999a: 197). Hoy me ayuda a pensar su peculiar naturaleza la siguiente metáfora: la CPA es una fuente narrativa irreverentemente a horcajadas entre la historia y la literatura, al igual que las aspiraciones sociales de su desconocido autor, miembro de una clase social intermedia entre el campesinado y la nobleza. Este advenedizo medieval a caballo resulta hoy a la academia tan incalificable como entonces a la aristocracia feudal. Es esta específica posición social intermedia entre dos clases sociales del autor la que determina el sincretismo de su cultura y la producción de este relato híbrido. He ahí su valor. 2. Ras, Marcia. “Percepción y realidad guerrero-campesina en la Crónica de la Población de Ávila”. Anales de Historia Antigua y Medieval, No 32, Buenos Aires, 1999(a). 189-227. Impreso. Durante aproximadamente 10 años investigué cuestiones relativas a la caballería villana bajo la atenta dirección de Carlos Astarita quien en ese momento se ocupaba también del tema (Astarita, 1994)7 entre otros muchos en una dimensión cronológica y espacial siempre más abarcadora. Fue él quien inicialmente me sugirió explorar la CPA desde la perspectiva de los aspectos “reveladores de la autoconciencia de los caballeros villanos abulenses”, los serranos de la CPA (Ras, 1992: 73, nota 36; 1999a: 190, nota 7). Seguramente 6 7

Vid infra. A diferencia de mí, Astarita continúa explorando estos problemas al día de hoy.

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el trabajo más elaborado que haya publicado hasta el momento es precisamente el que presenta el resultado de varios de estos años de estudio y reflexión sobre la memoria, autorrepresentación y valores culturales de los serranos (Ras, 1999a). Hacia 1999 la posición objetiva de los caballeros villanos de los concejos de la Extremadura castellana histórica entre los siglos XI y XIII era materia añeja de debate. Las diferentes líneas interpretativas oscilaban entonces entre caracterizarlos como “clase social” (Sánchez Albornoz, 1956; Pescador, 1961-1964; Pastor, 1970; Astarita, 1994), “institución social” (Arriaza, 1983), “subclase” (Glick, 1979), o “grupo social” (Gautier-Dalché, 1982; García de Cortázar, 1988). Huelga decir que estas distintas apreciaciones acerca del sujeto histórico de los caballeros villanos se correspondían con interpretaciones divergentes sobre la feudalidad de la región, materia de una de las grandes discusiones en las que se trenzaban (y se siguen trenzando) los pesos pesados de la historiografía castellana medieval. Yo venía a ser algo así como un sparring en este ring, vistiendo orgullosa los colores del grupo de estudiosos que consideran a los caballeros villanos de la Extremadura castellanoleonesa entre los siglos X y XIII un grupo social intermedio diferenciado del campesinado y de la aristocracia feudal. Encarar una aproximación al problema desde la perspectiva de la autorrepresentación de los caballeros villanos de Ávila, los serranos, según se desprendía de la CPA implicaba introducir una novedad en este debate. La originalidad de mi análisis de la CPA “desde otro ángulo” (Abeledo, 2009: 32), en tanto fuente para el estudio de la “imagen que los serranos se hacían de sí mismos” (Ras, 1999a: 191) fue destacada por algunos (Astarita, 2007: 24; Abeledo, 2009: 32-33). Debe haberle parecido particularmente acertada a Monsalvo Antón porque se encuentra entre las interpretaciones que me plagió8 en el trabajo que nos ocupa (Monsalvo Antón, 2010). 3. Monsalvo Antón, José María. “Ávila del rey y de los caballeros. Acerca del ideario social y político de la Crónica de la Población”. Memoria e Historia. Utilización política en la Corona de Castilla al final de la Edad Media. Fernández de Larrea, J. A. y J. R. Díaz de Durana, eds. Madrid: Sílex, 2010. 163-199. Impreso. Mi referencia a un “repentino interés”9 por parte de Monsalvo Antón por la CPA surge de la constatación de que no aparece citado entre los autores que la han estudiado10 y porque en las notas al pie de este artículo11 casi no refiere -o no cita debidamente- a los que se han interesado en ella antes que él. A priori, esto podría sugerir un cierto desconocimiento de algunas de las cuestiones que a ella refieren. No obstante, antes de acometer su análisis, Monsalvo Antón hace cuestión de dejar en claro que sus parámetros académicos son muy elevados, al menos a la hora de evaluar los trabajos realizados hasta el momento sobre la CPA. Su opinión con respecto a las dos ediciones que conoce del texto12 es que “no son 8

Vid infra, especialmente el cuadro final. Vid supra. 10 El estado de la cuestión más exhaustivo que conozco está en Abeledo (2009). 11 Vid especialmente las notas 1 a 3. 12 Monsalvo Antón está equivocado. Los textos entonces disponibles eran tres y no dos. Desconoce la existencia de la edición de Foronda y Aguilera de 1913. Concedámosle que Gómez-Moreno tampoco pareciera haberla conocido ya que afirma que con su edición la CPA “por primera vez se imprime” (Gómez-Moreno, 1943: 11). 9

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precisamente buenas” (163) sino más bien “a todas luces imperfectas” (163, nota 1). No se toma el trabajo de explicarnos a los legos los fundamentos para esta descalificación. Sin embargo, para los entendidos en las celadas que puede tender una fuente tan problemática como la CPA, Monsalvo Antón comienza con un faux pas: entre las dos ediciones que conoce, opta por la menos confiable13. Es posible que su decisión se deba a que contiene índices de lugares y personas que facilitan algunos de los pasos del análisis histórico. Pero de su equiparación de las dos ediciones no puede inferirse que sea consciente de la enorme diferencia cualitativa entre ellas. Tanta falta de rigurosidad obliga a prender las primeras luces de alerta. Sumado a esto, Monsalvo Antón demuestra ligereza en una zona muy sensible para los filólogos, que son personas que se toman muy en serio cuestiones tales como las diferencias de peso de las variantes de un texto, si estas variantes son verdaderas o meras peculiaridades gráficas y si estas debieran o no ser consideradas lecturas enfrentadas y un montón de otras cuestiones muy eruditas que no termino siempre de entender pero de las que alcanzo a darme cuenta las implicancias. Por mi parte, me siento siempre agradecida por esa misteriosa tarea que los filólogos realizan. Yo no sabría cómo hacerla. Por eso, cuando hablo de ligereza por parte de Monsalvo Antón, me refiero al hecho de que ni siquiera cita correctamente su fuente principal: para él se titula indistintamente “Crónica de la Población” o “Crónica de la Población de Ávila” mientras que para la edición que sigue se titula “Crónica de la población de Ávila”14. Tanto descuido permite sospechar que no aplica para su trabajo los mismos estándares de exigencia con el que evalúa el trabajo de los demás. Pero una mirada más atenta permite comprobar que en su flagrante ligereza, Monsalvo Antón inadvertidamente también brinda un vergonzoso ejemplo de los errores en los que solían incurrir los más mediocres copistas medievales: no sólo no corrige los errores del original sino que agrega los propios. He aquí la primer prueba de su plagio: de compararse los errores en el uso de mayúsculas y minúsculas en la transcripción del título de la CPA en mi trabajo de 1999a y en el de Monsalvo Antón de 2010 se advertirá que son idénticos. En mi experiencia como docente de secundario muchas veces la réplica de un error tan grosero fue el primer indicio de un plagio. En este caso lo sorprendente es encontrar in fraganti a un catedrático en las prácticas y errores que sólo se esperan de los alumnos menos dotados. Para poder probar la hipótesis de que Monsalvo Antón repetía el mismo error de mi trabajo de 1999 porque se había copiado de él debía probar que lo conocía. Eso podría haberme resultado difícil si Monsalvo Antón no me hubiese allanado la tarea citándolo en las notas al pie número 2, 60, 61, 65. Mi nombre nunca aparece mencionado en el texto de su artículo. En ese caso recurre a la circunlocución, pero es mi trabajo el único que aparece Según Abeledo la edición de Foronda y Aguilera fue ignorada casi por completo por la crítica (Abeledo, 2012: XV y XXV). 13 La de Amparo Hernández Segura. En palabras de Francisco Rico es de una “chapucería lamentable” (Rico, 1975: 537). Para Abeledo no sólo no enmienda los errores de lectura de Gómez-Moreno sino que agrega otros “que los superan en varias veces” (Abeledo, 2012: XXVII). 14 A veces incluso alterna entre Crónica de la Población y Crónica de la Población de Ávila en la misma página, como por ejemplo en la página 163; en la página 165 abrevia como “Crónica” pero en la 166 como “CPA”; en la 174 alterna esta vez entre “Crónica de la Población” y “Crónica” (Monsalvo Antón, 1999: 163).

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citado en la nota 61 que corresponde a su “se ha dicho” en la página 19215, por lo que puedo estar segura de que por lo menos en esa breve mención se está refiriendo a mi trabajo de 1999. En esa única parte de su artículo en la que Monsalvo Antón comenta directamente el mío después de haberse apropiado descaradamente de varias pasajes sin la debida nota al pie, sólo me cita para criticarme que haya caracterizado a la CPA como una “forma particular de literatura genealógica de una clase social” (Ras, 1999a: 197). En su opinión: “es cierto que el linaje aparece, (…) pero no hay genealogía” (Monsalvo Antón: 192). Debo admitir que cuando me leo quince años después, no puedo menos que estar de acuerdo con él. Sin embargo, y tal vez inadvertidamente en su afán por desacreditar mi trabajo a pesar de lo bastante que debe haberle gustado a juzgar por los extensos y numerosos pasajes que de él plagia16, en su intento por derribar mi argumentación en favor de la CPA como literatura genealógica, Monsalvo Antón fortaleció mi tesis principal: la que afirma el estatuto no noble de los serranos. La cuestión es bastante sencilla: si los serranos se trataran, como afirma Monsalvo Antón, de la “élite antigua de la ciudad” (194), ¿cómo es que no puede encontrar en la documentación contemporánea registros de esta “élite antigua” (195, especialmente nota 68)? Es una cuestión bastante simple, mis alumnos de secundario no tienen dificultad alguna en entenderla cuando se les explica que quien dice “élites” quiere decir “personas con mucho dinero y/o influencia” y este tipo de personas típicamente son propietarias de muchos bienes y por eso hacen (o pueden hacer) cosas que tal vez los pobres no hacen (o no pueden) hacer: comprar, vender, donar, testar. Típicamente todas esas acciones se ponen por escrito. Porque si bien en la Edad Media al igual que en el presente había copistas, a diferencia de entonces, hoy a los copistas se los llama plagiadores y se los tiene por ladrones. Más aún si son catedráticos. Pero Monsalvo Antón no pareciera siquiera haber contemplado la posibilidad de ser descubierto, habida cuenta de que me plagia in extenso y con descaro17. En cambio, es posible que haya querido protegerse de un posible efecto no deseado de destacar otros aspectos que se oponen a su tesis principal y para los que no debe haber encontrado argumentos con qué rebatirlos. Sospecho que ese es el motivo por el cual no hace referencia, por ejemplo, a mi demostración en base a las taxonomías lingüísticas de John L. Austin (1996) y John Searle (1975) de que la posición privilegiada de los serranos en el concejo constituye una autorrepresentación del grupo antes que un atributo estamental emanado de una fuente legítima (Ras, 1999a:194 y 205 et ss.) y que los serranos están mucho más cercanos a la otra gente del concejo de lo que él afirma. Omite también Monsalvo Antón mencionar la identificación que hago de distintas

etapas en la formalización de la memoria serrana y su correspondencia con formas típicas de la memoria campesina o manifestaciones incipientes de modalidades más semejables a Más arriba en la misma página utiliza un “en algún trabajo” pero en la nota al pie refiere al trabajo de María del Mar López Valero y al mío sólo en segundo lugar. Como “algún” está en singular, dudo a la hora de incluirlo como una referencia al mío. Temo adjudicarle a mi trabajo la que tal vez sea la única referencia directa al de María del Mar López Valero en el artículo de Monsalvo Antón. 16 Vid infra. 17 Vid infra. 15

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una memoria aristocrática (219 et ss). Tal vez no lo haga porque allí demostré a partir del análisis de la memoria de los héroes más paradigmáticos del grupo, de su caracterización, sus virtudes, sus lides y espolonadas cómo evoluciona esta memoria. Demostré también cómo las sucesivas generaciones de serranos se van desembarazando de una forma más primitiva de memoria por transmisión oral para pasar por una etapa más formalizada, transmitida y reelaborada en los corros por medio de cantinelas que finalmente quedará fijada por escripto en piedras en las necrópolis de los paladines del concejo. La redacción de la CPA es prueba de que esta memoria se ha cristalizado en una narración escrita. Sospecho que Monsalvo Antón omitió referirse a estos importantes pasajes en mi trabajo porque de esta evolución que establecí se puede vislumbrar una correlación directa entre sangre plebeya, memoria serrana y, por ponerlo en sus palabras, linaje que “aparece” con ausencia de genealogía. Esta correlación derrumba, por supuesto, la interpretación de Monsalvo Antón de una supuesta “hegemonía y exclusividad” (2010: 196) de los serranos al momento de redacción de la CPA. Es por eso que ni se mete con ellos. Tampoco menciona Monsalvo Antón la conflictiva relación que demuestro mantuvieron los serranos con Fernando III (Ras, 1999a: 216-219). Tanto es capaz de manipular sus fuentes, que omite mencionar incluso las referencias explícitas del cronista a que este rey era sañudo contra ellos porque llegaron tarde a la convocatoria a las armas, motivo por el cual en el cerco de Jaén fueron apostados en un lugar donde estaban en muy gran peligro (Abeledo, 2010: 65). Tomar en cuenta esta admisión autoinculpatoria por parte de un cronista tan preocupado por resaltar los servicios caballo prestados por los serranos a la corona le hubiese obligado a matizar su afirmación de que la obra “presenta la idea permanente de lealtad y servicio al rey” (Monsalvo Antón: 2010: 193). Pero es que a la hora de elegir entre seguir al cronista o su tesis, Monsalvo Antón elige descartar los pasajes de la fuente que contradicen su tesis para no verse obligado a modificarla. Si bien ya he señalado que no calificaría hoy a la CPA como literatura genealógica, su relectura me confirmó que había estaba en lo correcto en mi intuición de que es una fuente valiosa para explorar aspectos referidos a la representación subjetiva y evolución de la memoria de los serranos. Tan en lo correcto estaba que Monsalvo Antón la plagia intentando hacerla pasar como de su autoría18. Al revisitar el texto para este artículo, me llamó esta vez la atención un pasaje que contiene todos los elementos de una “marca de memoria”: intervención en el espacio, en el tiempo, construcción de un memorial, celebración ritualizada de la memoria serrana, etc. Se enmarca dentro del episodio de las Fervencias: Velasco Ximeno, quien según el relato de la CPA perdió la vida por limpiar el honor de los serranos, es el primer “héroe” cuya memoria el grupo guarda para sí. Los testigos de su hazaña reactualizaron la memoria de su heroico acto de la siguiente forma: E después en este lugar que a él mataron pussieron por señal un canto muy alto, e ende está oy entre Cantiveros y Fuentiveros. E después d’esto duró muy gran tiempo que cada año venién los cavalleros fazer allí fiesta en tal dia 18

Vid infra.

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como él murió, e bofordavan e alanavan e facién grandes alegrías e davan de comer a cuantos pobres ý venien por su alma. E del linaje d’este cavallero venié …(16-17)19.

He allí una bellísima formulación de una “marca de memoria” de los serranos. Pero el problema (para Monsalvo Antón) es que yo no la señalé en mi trabajo de 1999 que tan atentamente ha leído para plagiar lo que le gustó para hacerlo pasar por suyo, criticar lo que pudo e intentar enterrar lo que derriba sus argumentaciones. Tal vez porque no le había marcado entonces este punto o por no saber qué hacer con la referencia al contundente canto muy alto que según el cronista pussieron los serranos fuera de la villa, nada dice al respecto. Cuando de piedras se trata, refiere a las murallas de Ávila que, a diferencia del canto muy alto de la CPA son de visibilidad que difícilmente podría pasarle desapercibida y tienen la ventaja de haber sido ya estudiadas por otros colegas20. Revisitar la CPA implicó volver a repensar la posición objetiva de los serranos a partir de la imagen que ellos se hacen de sí mismos21. Como a menudo sucede cuando se revisitan lugares familiares, de la relectura también surgieron preguntas nuevas. Preguntas simples, como por ejemplo, ¿por qué está el cronista de la CPA tan obsesionado con los cavallos? ¿Por qué hace referencias tan frecuentes no sólo a las ocasiones en que estos caen muertos durante el combate sino incluso a aquellas en las que los animales son únicamente expuestos a peligro (43, 64, 68, 69, 73)22? ¿Cómo podría explicarse que los serranos hasta lleguen a arriesgar su propia vida para proteger la de sus cavallos, como en la espolonada a la puerta de Fonsario durante el cerco de Jaén en la que los cavalleros de Ávila non se quitaron ende fasta que sacaron la silla, el freno e el cavallo en salvo (70)23? ¿Me había pasado por alto en alguna colección diplomática la mención a la creación de la asociación medieval protectora de los derechos de los animales? Y ese pensamiento me llevó a este otro más simple aun: si los serranos querían tan entrañablemente a sus animales al punto de arriesgar su vida para salvar las suyas ¿por qué el cronista de la CPA menciona que tenían únicamente cavallos y aves? Si tanto les gustaban 19

El día y lugar en el que murió Velasco Ximeno fueron intervenidos, marcados, memorializados, celebrados. Esto permitirá a los serranos re-presentarse este hecho y transmitir la experiencia de esta memoria a los miembros de la próxima generación y a los otros grupos invitados a concelebrar. El subrayado es mío. Monsalvo Antón plagió también mi interpretación de 1999. Vid infra. 20 En las notas al pie Monsalvo Antón refiere a Cátedra, María y Serafín de Tapia. “Imágenes mitológicas e históricas del tiempo y del espacio: las murallas de Ávila”. Política y Sociedad, 25. 1997.151-183. Este trabajo no pudo ser consultado para el presente artículo. 21 Otro aspecto de mi trabajo de 1999 plagiado por Monsalvo Antón, vid infra. 22 Cuatro bestias (43), Vlasco Vlásquez pierde el caballo: cansó el cavallo con él, e non podié cobrar el cabalgar en él, cayol e saliosse de pie con los otros cavalleros (64); el lugar era peligrosso, que todos se maravillaban de cómo los caballos por ý podién andar, e mataron ý muchos moros e fueron ý bien andantes pero matáronles ý muchos caballos (68), e mataron un cavallo a Yeñego Ricón (69), mataron ý tres caballos (73). 23 El episodio completo es fizieron ý dos espolonadas. La una fue a la puerta de Fonsario (…) e ellos non recibieron ý ningún daño, salvo ende a la sa[l]ida que dieron a Estevan Domingo d’un tragazete quel’ pasaron el brazo e la loriga de amas partes, e una lançada a Vlasco Vlásquez su hermano, e otra a Lázaro Muñoz, e una saetada a Pascual Gómez, e mataron un cavallo a Yeñego Ricón, fijo de Vlasco Yeñego en la mayor prisa que ý ovo. E los cavalleros de Ávila non se quitaron ende fasta que sacaron la silla, el freno e el cavallo en salvo (69-70).

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los animales, ¿por qué no criaban también palafrés, falcones o adtores mudados24? A juzgar por lo que nos dice el cronista, los serranos se la pasaban combatiendo, sin embargo nunca menciona que tuviesen espadas, arzones, calças, buenas vestiduras, lorigas vestidas o grandes yantares25. ¿Cómo podrían conjugarse esa “conciencia colectiva elitista en extremo” (Monsalvo Antón, 2010: 196) de la que nos habla Monsalvo Antón con esta vida material tan despojada por parte de los serranos? Y siempre estaba este otro pensamiento que también me molestaba: el cronista afirma que algunos serranos se casan con hijas de infanzones. ¿Por qué no habrá tenido la gentileza de mencionar los nombres de estas mujeres? Eso le hubiese permitido a Monsalvo Antón identificar los linajes que tanto insiste que existían al momento de la redacción de la CPA pero que no puede encontrar en las fuentes contemporáneas (195, especialmente nota 68)26. Qué cosa más atípica, esta “caballería tan antigua” de Monsalvo Antón (194) tan desinteresada en el futuro de sus hijas casaderas a la vez que tan preocupada por la suerte de sus cavallos. Y una vez que tenía todas estas preguntas en la cabeza, traté de responderlas siguiendo el razonamiento de Monsalvo Antón cuando afirma que el ideario social de la CPA se corresponde con el de “una caballería tan antigua que no quería compartir los privilegios que ya tenía (…) con aquellos que simplemente cumplían el requisito elemental de tener caballo y armas (194). Como es de esperar, resultó imposible. En síntesis: tengo malas noticias para usted, Don José María Monsalvo Antón. No sólo se están enterando mis lectores en este momento de que usted plagia y manipula fuentes. Simultáneamente han advertido que los serranos de la CPA y “aquellos que simplemente cumplían el requisito elemental de tener caballo y armas” (194) son el mismo sujeto histórico. ¿Por qué no lo advirtió usted? Aventuro una respuesta: porque usted no leyó la CPA con la intención de conocer el “ideario social” de los serranos. Usted la leyó buscando confirmación de su tesis preconcebida de un “discurso que circula” (192). Como no lo encontró, tergiversó la fuente para hacerla encajar en él. Para concluir con este comentario mío que explora la forma en que usted no se detiene ante nada, plagia y manipula las fuentes, le adjunto un cuadro en formato similar al que empleó en su artículo, ejemplificando solo algunos de los reiterados casos en que usted plagió mi trabajo.

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Todos mencionados como pertenecientes al Cid o aquellos que lo acompañan al destierro en el Cantar Primero del Cantar de Mío Cid (CMC), en el momento de su mayor pobreza. 25 Vid supra. 26 Tampoco debiera pasarse por alto que los nombres propios en las ediciones son lugares textuales sumamente problemáticos que los editores muchas veces establecen a falta de una opción mejor pero que debieran también tomarse con mucho más cautela de la que demuestra Monsalvo Antón.

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Ras, 1999a. La CPA “constituye una fuente inestimable para el estudio de la memoria, ideología, valores culturales y percepción del pasado [de los caballeros de Ávila] en estado casi puro” (190)

Este trabajo propone analizar la CPA “en sus aspectos más reveladores de la autoconciencia de los caballeros villanos abulenses” (190) “es posible emplear a la crónica como fuente para el estudio de la imagen que los serranos se hacían de sí mismos” (191) “se tomará a la CPA como una fuente que refleja en su aspecto más esencial lo que un miembro del grupo de los serranos de mediados del siglo XIII recuerda o elige referir sobre el pasado más glorioso de los de su clase en el concejo de Ávila” (195)

Monsalvo Antón, 2010. La CPA “es una obra excepcional (…) nos servirá (…) para adentrarnos en un discurso que me atrevo a considerar único en Castilla…” (163) “expresión de la ideología social y política de una parte de la caballería villana, concretamente, la que gobernaba Ávila” (165)

“Los puntos de vista de ese autor desconocido no deben verse como algo personal (…) sino como la expresión de la ideología social y política de una parte de la caballería villana, concretamente, la que gobernaba Ávila” (165)

“Esta obra, (…) nos ofrece en efecto la recreación que (…) quiso hacer su autor de la historia abulense acaecida desde los tiempos de la repoblación” (165).

“es posible emplear la crónica como fuente para el estudio de la imagen que los serranos se hacían de sí mismos” (191)

“los serranos, quisieron mostrar de sí mismos, a través de la Crónica, una imagen” (199)

“[la CPA]“… correspondería más bien a una autorrepresentación que refleja una mentalidad campesina antes que una mentalidad aristocrática” (201)

La CPA “no utiliza el discurso de una nobleza norteña (…) Esta obra nos ofrece un relato de cómo se forjó una caballería noble desde orígenes no nobiliarios” (174)

“No es el propósito de este trabajo continuar aquí la discusión sobre la fidelidad histórica de los hechos narrados” (190) “En todo caso, lo más seguro –y sobre todo si tenemos en cuenta la relación entre historia y narrativa medievales aceptar que la crónica describe con mayor precisión el presente que el pasado” (193-194)

“parece recomendable para encontrar el sentido de las crónicas medievales poner el acento en el discurso que circula por ellas y que responde al momento de su elaboración, y no tanto al grado de veracidad histórica de los hechos narrados” (192)

“Por un lado, los serranos, siempre onrrados (…) en contraposición con los “villanos” de la crónica, siempre indignos y viles, (…) en general bajo la denominación de la ottra gente (196)

“contrastes entre los caballeros o serranos y los demás, (…) esa otra gente” (179)

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“la superioridad social de los serranos en la crónica es reclamada y construida fundamentalmente a partir de su valentía extraordinaria y su onrra” (200)

“la idea de una selección natural de los caballeros nacida (…) de la pureza interna del grupo: y su recompensa derivada de ciertos comportamientos individuales y colectivos, como la valentía y el pundonor” (176)

“vaticina desde los orígenes la vocación guerrera de los serranos” (219).

“en sus primeras líneas, ofrece una especie de presagio del destino de los distintos repobladores” (176)

Para el episodio de las Hervencias “Velasco Ximeno vivirá por siempre (…) se trata todavía de una memoria (…) en el terreno en el que la hazaña fue llevada a cabo y en el lugar mismo en el que el héroe recibió sepultura. (…) Velasco Ximeno recibe de sus pares un culto similar al de un santo, el espacio físico de su muerte es venerado como sagrado” (222-223)

“El episodio de las Hervencias, con el subsiguiente riepto, presenta interesantes argumentos en el discurso de legitimización de los caballeros abulenses. Por lo pronto, su probada valentía, como no: de hecho, el lugar donde fue muerto Blasco Ximeno adquirió pronto un valor simbólico, casi sacralizado” (186)

4. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA. FUENTES. 1. 2.

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