CRÉDITO Y REDES URBANAS: EL CASO DE GIRONA Y LAS PEQUEÑAS CIUDADES DE SU ENTORNO EN EL SIGLO XIV

July 3, 2017 | Autor: Lluís Sales i Favà | Categoría: Medieval History, Medieval Studies, Credit, Medieval Textiles and Clothing
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Lluís Sales i Favà1 Universitat de Girona



CRÉDITO Y REDES URBANAS: EL CASO DE GIRONA Y LAS PEQUEÑAS CIUDADES DE SU ENTORNO EN EL SIGLO XIV

1 Los resultados de este artículo se inscriben en el proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y dirigido por Pere Orti «Crédito y morosidad en la Cataluña nororiental (siglos XIV y XV)» [HAR2008-05757].

0. INTRODUCCIÓN “Les poblacions de mercat solen ésser caps de comarca i caps de districte i així, dintre dels seus murs s’hi concentra una cúria judicial, el fisc, el registre, les notaries, la direcció general de l’ordre públic, sense oblidar la repressió del contraban, naturalment”2. De esta forma, el escritor Josep Pla describía a mediados del siglo XX las características de cualquier pequeña ciudad de su Empordà natal. Algunas de las funciones atribuidas a estos núcleos urbanos pueden resultar familiares a los historiadores medievalistas que se han interesado por las villas de los siglos XIII, XIV y XV del noreste catalán. No nos debe extrañar que las villas contemporáneas descritas por Pla tengan su origen en la Baja Edad Media, cuando algunas de ellas eran ya el centro de un espacio económico y jurisdiccional, ejerciendo algunas de las funciones descritas. El mercado, la corte districtual o el notario eran las principales instituciones centrales que se ubicaban en las pequeñas ciudades medievales. Estas atribuciones convertían, además, a estos núcleos en puntos nodales de una red, a través de la cual las élites comerciales ofrecían sus servicios no sólo a los habitantes de las villas, sino también a las familias campesinas del espacio rural periurbano. Precisamente, este artículo pretende describir una de las funciones de las pequeñas ciudades de mercado, la articulación de redes del comercio, durante los años centrales del siglo XIV. Estas redes fueron extendiéndose a medida que se perfeccionaban las instituciones centrales de las villas y acabaron por conectar con cierta fluidez las grandes ciudades

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PLA, J., Nocturn de Primavera, Barcelona, Destino, 2006, p. 57.

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regionales con los espacios rurales. En este esquema, las villas representan un punto intermedio, central, para articular las actividades comerciales. Tomando como caso de estudio la pequeña ciudad de Caldes de Malavella, situada a unos 16 kilómetros al sureste de Girona, queremos analizar las empresas mercantiles que se proyectaban desde la capital de la veguería hacia el espacio agrícola, aprovechando las infraestructuras habilitadas en este núcleo3. Concretamente, nos interesaremos por las redes generadas por el comercio de paños de lana (los draps, en catalán) y de cereales.

1. PEQUEÑAS CIUDADES Y REDES Durante la Baja Edad Media, una villa o pequeña ciudad podía albergar entre 1.000 y 2.000 habitantes, que, tal y como fue apuntado por Rodney Hilton, se dedicaban fundamentalmente a actividades comerciales y manufactureras4. Este núcleo, a la vez, estaba rodeado por un espacio rural, habitado por familias campesinas dispersas en el territorio. Aquí se hallaban las unidades de explotación agrícola elementales, de encuadre familiar y que en la Catalunya nororiental se llaman mansos (mansus). Tal y como iremos analizando, el manso y la villa se encontraban estrechamente vinculados5. Tomando en consideración la geografía urbana de cuño germánico y los estudios del mismo Hilton, recientemente Víctor Farías ha propuesto definir la villa desde tres vectores diferentes: el proceso de creación señorial, en el que solían otorgarse

3 Sobre la interacción económica entre la ciudad de Girona y su hinterland, véase GUILLERÉ, Ch., Girona al segle XIV, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1993-1994, 2 v. 4 Véase HILTON, R. H., “Small Town Society in England before the Black Death”, Past and Present, n.º 105, 1984, pp. 53–78; y “Medieval Market Towns and Simple Commodity Production”, en Past and Present, n.º 109, 1985, pp. 3–23. 5 Para un estudio sistemático de las pequeñas ciudades catalanas en la Baja Edad Media véase FARÍAS ZURITA, V., El mas i la vila a la Catalunya medieval, València, Publicacions de la Universitat de València, 2009. Sobre los orígenes y evolución de las también llamadas villa-mercado, véanse SALRACH, J. M.ª, “Mercats i fires: el despertar de l’economia en terres de Besalú (segles IX-XIV)”, en Patronat d’Estudis Històrics d’Olot i Comarca (Annals), s.n, 1999, pp. 9-36 y TO, Ll., “Els remences i el desenvolupament de les viles catalanes a l’entorn de 1200”, en ASSIER-ANDREU, L. y SALA, R. (coord.), La ciutat i els poders. La Ville et les pouvoirs: Actes du Colloque du Huitième centenaire de la Charte de Perpignan, 23-25 octobre 1997, Perpinyà, Presses Universitaires de Perpignan, 2000, pp. 131-156.

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exenciones de las obligaciones serviles a los moradores del núcleo urbano6; la estructura urbana, es decir, la organización política de los ciudadanos y también las características topográficas de la villa; y lo que el historiador Stephen R. Epstein llamó la “premisa funcional”7. Nos interesa especialmente este último aspecto, es decir, el lugar que ocuparon las villas en relación a las redes comerciales. Debe entenderse que esta funcionalidad fue doble. Por un lado, la villa tuvo un papel a desempeñar en su entorno rural, tejiendo una interdependencia profunda entre el ager y la urbe. En el contexto de la Europa occidental, desde el siglo XIII, se estima que la producción campesina se encontraba por encima del nivel de subsistencia8. Fue entonces cuando entre los agricultores pudo producirse una renuncia a la elaboración de determinados productos complejos, dejando su adquisición al mercado urbano9. Tal y como hemos anotado ya, la villa actuó como punto nodal de penetración de los capitales urbanos, procedentes de la ciudades de rango regional. En este sentido, la posibilidad de comercializar en mercados nuevos generó un interés creciente del mercader de la ciudad regional. Queriendo atraer sus actividades, los señores feudales promovieron las villas-mercado que estudiamos. Este propósito hizo estallar la competencia entre diferentes señoríos, que a menudo proyectaban más de un mercado sobre una misma área de influencia10. A la larga fue generándose una red de mercados locales, integrados entre sí y también con los centros regionales. Aún reconociendo esta integración de mercados a diferente escala –gracias a la cual se reducían los costes de transacción– nunca deberíamos perder de vista la importancia real que tuvo la producción de las villas

6 Sobre la servitud medieval catalana, debemos consultar los últimos estudios de TO, Ll., “Servitude et mobilité paysanne: les origines de la remença catalane (XIIe-XIIIe siècle)”, en Mélanges de l’École Française de Rome, Moyen Âge, n.º 112, 2000, pp. 827-865 ; o también de FARÍAS ZURITA, V., “Entre ofensiva monàrquica i resistència senyorial. Sobre els origens de la ‘servitud’ dels homes de mas a la Catalunya dels seglex XII-XIV”, en Recerques, n.º 45-46, 2002-2003, pp. 139-169. Sobre la obtención de cartas de privilegio de las villas, véanse los estudios de FONT RIUS, J. M.ª, Cartas de población y franquicia de Cataluña, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1969-1983, 3 v. y también “Franquicias urbanas medievales de la Cataluña Vieja” en FONT RIUS, J. M.ª, Estudis sobre els drets i institucions locals en la Catalunya medieval, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1985, pp. 11-34. 7 FARÍAS ZURITA, V., El mas i la vila... op. cit., pp. 209-211. 8 MASSCHAELE, J., Peasants, merchants, and markets: inland trade in Medieval England, 1150-1350, New York, Saint Martin’s Press, 1997, pp. 33 y ss. 9 Tal y como argumentó DYER, Ch., Standards of living in the later Middle Ages: social change in England c. 1200-1520, Cambridge, Cambridge University Press, 1990, pp. 151 y ss. 10 Véase MASSCHAELE, J., Peasants, merchants..., op. cit.

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para el consumo local11, hecho que tan bien se documenta en las fuentes del noreste catalán. En este sentido, en los últimos años los historiadores han destacado el aumento del consumo por parte del campesinado de productos manufacturados. Estos productos fueron mayoritariamente ofrecidos por los mercaderes urbanos, procedentes de las pequeñas ciudades o de los centros regionales. A su vez, estos negociantes adquirían productos primarios de los habitantes de estos territorios12. Aún documentando todos estos flujos con precisión, más difícil es explicar cuál fue la lógica de los intercambios que se producían través de las pequeñas ciudades. La documentación notarial del noreste catalán presenta excelentes series desde finales del siglo XIII. Éstas también son disponibles en el caso de las villas. Pero a pesar de ello, ofrecen una visión demasiado parcial de estas actividades, ya que sólo describen lo que acaecía a nivel local, mientras muchos de los productos extraídos del contexto rural debieron ser reconducidos a otros mercados, seguramente de ámbito regional. Asimismo, los productos manufacturados, de cierta calidad, eran originalmente elaborados en las ciudades regionales. La documentación local tampoco nos permite observar cómo eran adquiridas (o producidas), en primera instancia, estas mercancías. Con esta misma documentación tampoco es fácil determinar si algunas de estas actividades que identificamos (específicamente la oferta de productos manufacturados y también la compra de materias primas) estuvieron relacionadas entre si. Para completar estos estudios sería menester sondear todos los protocolos notariales –en el caso de que hubiesen sido conservados íntegramente– tanto de las ciudades regionales como de los centros de distribución y consumo local. Contando con estas limitaciones, el presente artículo se centrará en dos de estas actividades, fácilmente documentables en las fuentes locales de las villas: la compraventa de paños de lana y de cereales. Por un lado, la documentación notarial nos muestra con cierta insistencia el comercio de paños al detalle, llevado a cargo por los drapers, y también mercaders. Sabemos que el comercio de paños de lana era uno de los negocios que articulaba la economía de la villa en redes, debido a la generalización de su consumo (una

11 Tal y como reclama BRITNELL, R., “Urban demand in the English economy, 1300–1600”, en Urban Hinterlands and Market Integration c.1300-1600, Londres, ed. James A. Galloway, 2000, p. 4. 12 Sobre la complejidad de estos mercados, véase, por ejemplo, SALRACH, J. M.ª, “El mercat de la vila, mercat de productes” en Idem. (coord.), Història Agrària dels Països Catalans, v.2 (Edat Mitjana), Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, 2004, pp. 433-464.

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familia, para vestirse, debía proveerse de paños con cierta regularidad)13. Además, en las fuentes catalanas bajomedievales constantemente se documentan obligaciones referentes al ajuar, donde nunca faltaron los vestidos nupciales, además de la ropa de cama. Ligado también al ciclo de vida, en Caldes, por ejemplo, documentamos el comercio de telas destinadas a la confección de vestidos lugubris, para ser usados durante los largos duelos familiares prescritos por la iglesia14. Estas reiteradas operaciones de compraventa de paños generaban una intrincada red comercial y relacional, ya que la mayoría se realizaban a crédito. Normalmente se asentaban mediante un debitorio notarial, obligando el pago cuando el mercader lo requiriese (solvere promito, vestre voluntatem et requistionem)15. Es decir, dicha requisición obligaba a mantener activa la relación, de una forma u otra, para finalmente acabar liquidando la deuda a petición del acreedor16. Por otro lado, intuimos que estos consumidores de paños de lana a crédito con obligación notarial, en su mayoría habitantes de mansos, vendían sus excedentes agrícolas, especialmente cereales, a los mismos mercaderes que les proporcionaban telas. Aún no disponiendo de pruebas directas, porque estas operaciones no solían quedar asentadas en documentos notariales específicos, hay numerosos indicios que inducen a pensar en ello: tal y como veremos, destaca el uso que hacían los mercaderes de los mecanismos coactivos de la corte jurisdiccional local durante los meses de la cosecha. Nos proponemos, por tanto, el estudio de un sistema complejo y muy específico, integrado por mercaderes que compraban paños de lana en un centro regional y los distribuían en las pequeñas ciudades, donde a través del mercado satisfacían las necesidades de consumo de los campesinos de su área de influencia. Esos mismos

13 Sobre los comerciantes de paños al detalle en la Catalunya medieval debemos recurrir a EMERY, R. W., “Tissus et marchand flamands à Perpignan au XIIIe siècle”, en Centre d’Études et de récherches catalanes des Archives, n.º 32-33, 1966, pp. 250-270 ; y a GUILLERÉ, Ch., “Un marchand de Gérone vers 1330: Pere Vilar”, en Cuadernos de Historia Económica de Cataluña, n.º18, 1978, pp. 223-254. Véase, para el caso valenciano, los apuntes de GARCÍA MARSILLA, J. V., Vivir a crédito en la Valencia medieval: de los orígenes del sistema censal al endeudamiento del municipio, València, Universitat de València, 2002, pp. 73-76. 14 El 14 de junio de 1344, Pere Tortosa, de Girona, reconocía haber recibido 6 s. de Bernat Duran, tutor de Nicolau, el hijo del difunto Arnau Duran, de Caldes. Este dinero fue entregado en nombre de Francesca Lambart, madre de Nicolau y esposa del difunto. La viuda, había adquirido estos paños para confeccionar los llamados vestidos lúgubres: AHG., Notariales CL 26, f. 111v (14.6.1344). 15 Los debitorios no asentaban ninguna fecha de pago y lo confiaban al acuerdo entre los contratantes. Por esta razón, desconocemos la duración media de los contratos por compras a crédito de paños. 16 Tal y como lo describió, por ejemplo, CLARK, E., “Debt litigation in a late medieval English vill” en Papers in Mediaeval Studies, n.º 2, 1981, pp. 247-279, especialmente 265-271.

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mercaderes adquirían los excedentes cerealícolas de los campesinos para venderlos después en los centros regionales. En este sistema, el crédito jugaba un papel central, porque por un lado permitía a los campesinos un nivel de consumo independiente de la temporalidad de sus ingresos y de las fluctuaciones debidas a las inclemencias naturales, y, por el otro, creaba una red clientelar que permitía a los mercaderes asegurar todo su ciclo económico en un mercado competitivo. Mientras los campesinos protagonistas de este sistema eran mayoritariamente siervos poseedores de un manso, en cambio, los responsables de la distribución y comercialización de paños y cereales podían variar de una pequeña ciudad a otra. Los protagonistas de esta parte del negocio podían ser, bien comerciantes de paños de la pequeña ciudad, bien mercaderes regionales. Así, por ejemplo, en el caso de la pequeña ciudad de Sant Feliu de Guíxols, estudiada por Pere Orti, estas actividades estaban monopolizadas por un reducido número de mercaderes locales, que adquirían paños en Girona o en otras ciudades para después venderlos a crédito y al detalle en el mercado de su villa. A la vez, en Sant Feliu de Guíxols adquirían cereales que después vendían en Girona. En otros contextos, estas actividades podían ser monopolizadas por mercaderes del centro regional; como es el propio caso de Caldes de Malavella, donde no se había generado una clase mercantil local capaz de proveer a sus vecinos de productos manufacturados, y a la vez conectar sus negocios con los centros urbanos de mayor rango. En cambio, documentamos que este sistema comercial fue controlado por gerundenses17. Veámoslo al detalle.

2. LAS REDES COMERCIALES DE LOS CEREALES Y LOS PAÑOS EN CALDES DE MALAVELLA Caldes de Malavella se encuentra en el sureste de la depresión de la Selva, entre las cuencas del río Onyar y Tordera y los sistemas montañosos de Les Gavarres y

17 Durante el año transcurrido entre julio de 1342 y el mismo mes de 1343, por ejemplo, en la notaría de Caldes se registraron 128 compraventas de paños. Entre éstas, sólo en una ocasión el vendedor es identificado como habitante de la pequeña ciudad, mientras el resto provenían de Girona. Un patrón parecido se repite durante todos los años estudiados.

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L’Ardenya. La zona llana, donde se halla Caldes, era rica en cereales, aunque en las faldas de las citadas sierras también se cultivó el olivo. Centro de un espacio de titularidad real durante el siglo XIII, a partir de 1326 Caldes y su antiguo distrito castral fueron integrados en una nueva baronía, en manos del linaje nobiliario de los Montcada. La baronía estuvo compuesta por tres subdivisiones jurisdiccionales –los distritos de bailía– que tenían su centro en tres núcleos diferentes: Cassà de la Selva, Llagostera y Caldes. El distrito de Caldes englobaba, además de la villa, diversos vecindarios rurales formados por mansos dispersos y también algunas incipientes agrupaciones de viviendas entorno las iglesias parroquiales. En suma, seis parroquias diferentes podían contarse inicialmente en el ámbito de influencia de Caldes: desde las costeras de Tossa de Mar y Lloret, hasta las cerealícolas e interiores de Franciac y Caldes, pasando por dos parroquias montañosas; Caulès y Santa Seclina (cf. mapa 1). Durante el siglo XIV la villa de Caldes fue el centro urbano más dinámico de toda la baronía. Aunque no llegaba a albergar los 1.000 habitantes, contaba a mediados del siglo XIV con un destacado desarrollo urbano, y además, ejercía funciones centrales en un amplio territorio rural18. Por otra parte, cabe señalar que la villa sirvió también de punto nodal de determinadas empresas comerciales, provenientes de Girona. Esto fue posible gracias a la relativa proximidad con la capital

18 SALES FAVÀ, Ll., Crèdit i morositat a la Catalunya del segle XIV. El cas de la vila de Caldes de Malavella, Trabajo de Investigación inédito, Girona, CRHR-IRH-Universitat de Girona, 2008.

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de la veguería, con la cual Caldes estaba conectada a través de importantes vías de comunicación19, a la solidez institucional del espacio jurídico20 y una serie de infraestructuras urbanas con las cuales estaba dotada la villa (entre ellas, cabe destacar el mercado semanal, la feria estacional, la notaría y la corte jurisdiccional). En este último sentido, para estudiar el sistema comercial basado en la oferta de paños y la compra de cereales, disponemos de una colección excepcional de fuentes provenientes de estas oficinas de Caldes: los protocolos notariales de un lado y los registros de la corte del baile jurisdiccional, del otro. Caldes contaba con una notaría –de monopolio señorial– que emitía un registro, donde, entre otros, se asentaban las operaciones que requerían la fe pública para garantizar las condiciones pactadas en los negocios. Los registros consultados incluyen esas actividades otorgados por caldenses o también por forasteros, y especialmente en el ámbito que nos ocupa, operaciones comerciales. Los protocolos reúnen documentación referente a las fases de contratación de estos negocios, de alargamiento de deudas, de transportación de éstas o también de quitación de las obligaciones. Específicamente, sobre las redes generadas por la compraventa de paños, la fuente notarial nos informa sobre los lugares de procedencia de los contratantes. Da una imagen, de hecho, de lo que ha sido llamado el catchement area21, es decir, el ámbito de difusión de competencia de la notaría, un fenómeno que no dependía tanto de las atribuciones de la misma institución como de la capacidad de atracción comercial de la villa22. De esta forma, podemos decir que la aparición de patronímicos

19 El camino real que conectaba Girona con Barcelona, el llamado camino barchelonensis, transitaba cerca de Caldes, por la pequeña sagrera de Franciac. 20 A pesar del estallido de algunos conflictos entre los titulares de la bailía de Caldes, los Montcada, y la ciudad real de Girona –por ejemplo, la prolongada pugna por la jurisdicción del vecino castillo de Cassà de la Selva– la balanza de poder entre los dos espacios fue suficientemente fluida, posibilitando el acceso y las actividades de los gerundenses en éste ámbito. Muestra de ello, por ejemplo, son los salvoconductos que periódicamente recibían estos mercaderes para acceder sin restricciones a Caldes. Véase, por ejemplo, el salvoconducto otorgado por el baile señorial Arnau Sibil a Bernat Cervià y a Francesc Geronès, comerciantes de paños de Girona: AHG., Notariales, CL 53, f. 50r (23.6.1356). Sobre la adecuación entre estructuras políticas y mercado, véase EPSTEIN, S. R.: Freedom and growth: the rise of states and markets in Europe, 13001750, New York, Routledge, 2000, cap. 3. 21 FARÍAS ZURITA, V., El mas i la vila..., op. cit., p. 380. 22 En un contexto de competencia jurisdiccional entre dos señoríos, cabe matizar que los Montcada impusieron restricciones concretas, dentro de la baronía de Llagostera, para que algunas parroquias geográficamente aisladas no pudiesen habilitar un notario propio. Por esta razón, durante la vigencia de esta norma, los habitantes de zonas como Tossa de Mar se vieron obligados, jurídicamente, a asistir a otros notarios, entre ellos el de Caldes. Cuando Tossa fue separada del dominio de los Montcada, en 1348, la afluencia de sus habitantes a la notaría caldense disminuyó drásticamente. Véase SALES FAVÀ, Ll., Crèdit i morositat..., op. cit.

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provenientes de lugares alejados de Caldes en su documentación notarial se debe a determinadas citas estacionales (la celebración de las ferias anuales o de los mercados semanales) así como a las dinámicas de la propia oferta y demanda. Para los años estudiados (entre 1335 y 1370) el Archivo Histórico de Girona conserva, en la sección notarial de Caldes-Llagostera, la serie casi completa de los registros notariales de la villa, aún presentando pequeñas lagunas documentales23. Al margen de la preservación de las series notariales y de su estado de conservación, esta fuente plantea dos retos principales al análisis de las redes comerciales en Caldes. Ambos tienen relación con la movilidad de los actores, que es una característica destacable de muchos segmentos sociales en la zona y el periodo que estudiamos. En primer lugar, debemos advertir de la parcialidad de esta fuente local para estudiar las actividades de unos actores que trascendían con facilidad el ámbito específico de Caldes. Tratamos con mercaderes provenientes de Girona, que muy posiblemente contaban con una cartera de negocios diversificada, operando tanto en Girona como en otros espacios semejantes a Caldes. Generalmente, pues, no tenemos conocimiento de estas otras esferas de su actividad. Por otro lado, sospechamos que algunas de las redes que documentamos en Caldes, entre los mercaderes de Girona y su bolsa de clientes, se extendían a otras esferas, más allá de la pequeña ciudad. En primer término, algunos de los contratos o de las negociaciones entre ellos podían quedar registrados, eventualmente, en las notarías de Girona. De hecho, sabemos que los caldenses se desplazaban con frecuencia a Girona, a pocas horas de camino, en busca de mejores condiciones comerciales o atraídos por la variedad de la oferta y por su mercado semanal. La otra fuente que disponemos para estudiar las redes comerciales son los registros de la corte del baile, es decir, aquellos libros que recogen las operaciones realizadas por cada uno de los oficiales de la corte jurisdiccional24. Entre estas acciones destacan todos los mecanismos instados por los mercaderes ante la morosidad

23

Véase ADROER PELLICER, M.ª À., MATAS BALAGUER, J. y GRAU I PUJOL, J. M.ª, Catàleg dels protocols del districte de Girona, Barcelona, Fundació Noguera, 1996. 24 El señorío centralizaba sus funciones como titular jurisdiccional en una corte que físicamente estaba situada en la misma villa de Caldes. La corte contaba con la infraestructura y los oficiales necesarios para llevar a término las tareas que le eran encargadas, específicamente la sanción de los delitos y las penas de carácter económico. Estaba presidida por el baile jurisdiccional, que tenía a su disposición una amplia nómina de oficiales: los sayones (peones ejecutivos de la corte), el corredor (encargado de realizar las subastas públicas), el pregonero, el carcelero y el escribano. Cabe decir que la corte señorial tuvo un papel destacado en la dinamización económica de la villa, pues garantizó un marco jurídico estable que permitía, como se verá, la persecución eficaz de la morosidad.

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(o cualquier incumplimiento de contrato) por parte de sus clientes. En esencia, se trata de denuncias, de embargos preventivos de bienes o de subastas públicas25. Esta fuente nos proporciona una visión más amplia de las redes comerciales, sobre todo si planteamos cotejarla con las series notariales. Gracias a los libros de la corte del baile podemos documentar otras fases contractuales de los negocios, específicamente sus estadios ejecutivos. Podemos describir, por tanto, cómo interactuaron las partes en un contexto litigioso (qué mecanismos se usaron o cuáles se omitieron, qué resiliencia tenían los mercaderes ante la omisión de pagos...). Por otro lado, teniendo en cuenta que la geografía de la inscripción de un contrato podía diferir de la de su ejecución (debido a la misma movilidad social), los registros de la corte nos ofrecen perspectivas nuevas también en este punto. Por ejemplo, y tomando en consideración un caso ya referido, gracias a los libros de la corte del baile de Caldes somos capaces de localizar pleitos instados por mercaderes gerundenses contra sus clientes caldenses por contratos originalmente registrados en Girona. De esta forma, aunque sea en una fase aparentemente litigiosa, trazamos nuevas relaciones entre mercaderes y caldenses que no éramos capaces de constatar sólo con el estudio de los protocolos notariales. Por el contrario, esta fuente excluye a los clientes que no residían en el distrito jurisdiccional de Caldes. Las medidas jurisdiccionales –es decir, la acción punitiva de la corte– sólo podían ser aplicadas sobre aquellos individuos que habitaban en el espacio geográfico definido por el distrito de bailía. Deberemos reconocer la escasa conservación de esta fuente –los libros de la corte del baile– en las secciones notariales de la Catalunya nororiental. A pesar de ello, en el caso de Caldes de Malavella (y no se trata de un caso completamente aislado) disponemos de una importante serie correspondiente al ciclo 1334-1349, con ciertas lagunas temporales. Con todo, a partir de la segunda mitad de siglo sólo hemos localizado los asentamientos de este tipo para el periodo 1356-1360 y 1363-136526.

25 Véase SALES FAVÀ, Ll., “Los libros de la corte del baile: fuente para el estudio de las élites urbanas y sus actividades financieras en el noreste catalán (s. XIV y XV)”, en Las fuentes para el estudio del negocio fiscal y financiero en los Reinos hispánicos (siglos XIV-XVI), Instituto de Estudios Fiscales (en prensa). 26 Debido a la inexactitud de su descripción no referimos aquí al catalálgo del archivo. En nuestro Trabajo de Investigación hemos intentado dar cuenta de ello. Todos los documentos de la corte del baile de la segunda mitad del siglo XIV que hemos localizado se encuentran en manuales, libros del notario en que las actas tenían carácter provisional y sus cláusulas no se desarrollaban completamente. En estos manuales, los documentos que recogen las acciones de los oficiales de la corte fueron asentados, sin distinción, junto a los instrumentos emanados de la práctica de la notaría pública. Estos libros aparecen bajo las signaturas AHG., Notariales, CL 53, (11.1.1356-21.11.1358), del AHG., Notariales, CL 58 (9.12.13582.3.1360), y del AHG., Notariales, CL 70 (4.8.1363-6.6.1365).

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Con el uso de las citadas fuentes, a continuación proponemos la descripción de las actividades de dos compañías comerciales de drapers de Girona que tomaron Caldes como su base de operaciones. Éstas se muestran activas en dos periodos diferentes: la década de 1340 y la de 1360. Los dos contextos presentan diferencias en cuanto a la afluencia de mercaderes gerundenses en la villa y al volumen total de sus actividades. En todo caso, en ambos escenarios constatamos que los mercaderes, al margen de la venta de draps, adquirían, también, parte de las cosechas de sus clientes. Al desarrollar ambas actividades, a su vez, los mercaderes parecen plantear una estrategia común. Para su mayor comprensión nos centraremos en la descripción de estas acciones, dejando de lado, momentáneamente, operaciones secundarias que también tuvieron ocupados a los mismos actores. Entre éstas destacaron la compra de violaris27 a particulares (muchas veces consignados con pensiones en especies, generalmente cereales) o también los préstamos en forma de mutua o de comandas (préstamos para el consumo en que confiaban tanto numerario como pequeñas cantidades de grano).

2.1 LA SOCIEDAD COMERCIAL DE LOS TORTOSA DE QUEIXÀS Los negocios en Caldes de Pere y Ramon Tortosa de Queixàs se dieron a caballo entre las décadas de 1330 y 1340. Para ilustrar este periodo, dispondremos primero del conjunto de la actividad comercial desarrollada y registrada por todos los gerundenses durante el tiempo transcurrido entre julio de 1342 y julio de 1343. Con lógicas variaciones coyunturales, el año vaciado contextualiza la situación de la villa hasta los dramáticos cambios que tuvieron lugar a partir de 1348. A lo largo del periodo 1342-1343 documentamos que los caldenses cerraron 294 contratos con mercaderes provenientes de Girona. Al margen del préstamo judío (representado por 10 operaciones, llevadas a cabo por cinco individuos diferentes) y de dos violaris comprados por gerundenses a particulares, ese año se documentan 282 obligaciones nuevas que requerían un pago aplazado a los mercaderes. Mayoritariamente se trataba de la contratación de comandas, de préstamos (monetarios y en especias) y, especialmente, de la compra de paños. Estos productos

27 Los violaris y los censals morts son las rentas vitalicias o perpetuas, respectivamente, que debían ser entregadas anualmente, a cambio de un préstamo fijo. Muchos de estos créditos fueron concedidos por gerundenses a particulares caldenses.

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fueron ofrecidos a la población local por una amplia nómina de hombres de negocios28. De entre ellos, sólo cinco negociantes superaron las diez operaciones anuales29. La clientela de estos hombres de negocios se concentraba en la villa de Caldes y en los mansos de su distrito de bailía. En el caso de la villa se cerraron 57 contratos, el 20% del total de las operaciones, mientras que los habitantes de los mansos asumieron 60 contratos (21%). Al margen de este espacio más próximo, Caldes también actuaba como nodo comercial cuando allí mismo se registraban, por ejemplo, 46 contratos (16%) de habitantes de Lloret, una parroquia rural situada a 16 kilómetros; o 32 (11%) contratos de Vidreres y Sils, parroquias adyacentes pero que quedaban al margen del espacio jurisdiccional de Caldes. Es en este contexto comercial, de fuerte competencia gerundense en la villa, donde a partir de 1334 Pere Tortosa de Queixàs, draper, aparece en la documentación de Caldes30. Documentamos a un Ramon Tortosa de Queixàs, probablemente su hermano, doce años más tarde y operando en sociedad con el primero31. Sin abandonar su residencia en Girona, ambos trabajaron en este marco local hasta que la muerte les sorprendió en 134832. En sus negocios, los Tortosa de Queixàs tejieron una red comercial con una gran bolsa de clientes. Sus operaciones se concentraban en la venta a crédito de paños, que al menos durante un tiempo despacharon a través de una taula, un puesto permanente ubicado bajo las arcadas de la plaza del mercado de Caldes33. Estos drapers también debieron adquirir las cosechas de sus clientes. Creemos que ciertas acciones registradas en los libros de la corte del baile dan cuenta de ello. Mientras en 1342-43 Pere Tortosa de Queixàs cerraba 50 ventas de paños en Caldes, durante el mismo período dirigía también denuncias contra 194 de sus

28 Se trata de 37 individuos diferentes, entre los cuales 15 son calificados como drapers. A 12 persones en cambio, no se les atribuye un oficio concreto. Existen, además, tres mercaderes, un comerciante de frazadas (flassader), un tahonero (flequer), un pelaire (paraire), un cantero (pedrer), un pergaminero (pergaminer), un tabernero (taverner) y un tejedor (teixidor). 29 Fueron Ramon Massot, quien llevó a término 19 contratos, Bernat Cervià (27), Guerau Abadia (36), Pere Tortosa de Queixàs (54) y Bonanat Ferrer (63). 30 El 4 de julio de 1334 Pere Tortosa de Queixàs dirigió una denuncia por deudas contra 12 individuos, habitantes de Caldes y de las parroquias rurales de Santa Seclina y Caulès. Véase AHG., Notariales CL 8, f. 46v-47r (4.7.1334). 31 Aunque ya aparezca, fugazmente, en algún documento anterior, por ejemplo en AHG., Notariales, CL 12, f.35r35v (22.7.1335). La primera operación en sociedad, que es una venta de paños, fechada el 5 de septiembre de 1346: AHG., Notariales, CL 28, f. 131r (5.9.1346). 32 Sabemos más bien poco del contexto familiar de los Tortosa de Queixàs, aunque su patronímico aparece con frecuencia desde el siglo XIII en la documentación de Girona (GUILLERÉ, Ch., Girona al segle XIV... op. cit., v.1, p. 429). Ramon Tortosa de Queixàs fue nombrado jurat por la mà menor de esta ciudad en 1340. Un homónimo suyo volvería a situarse en esta mismo cargo en 1351. 33 Véase el arriendo de esta taula: AHG., Notariales, CL 31, f.135v-137r (17.9.1347).

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clientes34. Así, por ejemplo, el 20 de mayo de 1343 el draper mandó que los oficiales de la corte notificasen deudas impagadas a 160 personas de varios lugares, todos ellos encuadrados en el distrito jurisdiccional de Caldes35 Fijémonos en un caso concreto. El 15 de julio de 1342 Arnau Barceló, de la villa, había comprado paños a Tortosa de Queixàs, contrayendo una deuda de 21 s. (que sería pagada en diversos términos)36. Faltando a uno de estos pagos, el draper mandó una reclamación contra él, pidiéndole la satisfacción de 15 s. Esta denuncia era, de hecho, una de las 160 advertencias que apuntábamos. Las denuncias monetarias dirigidas contra varios individuos aparecen en la documentación con cierta periodicidad. A menudo se repetían los nombres de los infractores, queja tras queja, aunque las cantidades en deuda podían variar. En algunos casos se evidencia que se trataba de un sistema de cuenta abierta, en que la denuncia funcionaba como un mecanismo recordatorio de la deuda contraída por los clientes37.

Denuncias dirigidas por la sociedad comercial Tortosa de Queixàs contra sus clientes en Caldes de Malavella (1334-1346). 1334 1335 13361337 1338 1339 1340 1341 1342 1343 1344 1345 1346

enero febrero marzo abril mayo junio julio 12 agosto septiembre octubre noviembre diciembre

7

28

60

1 35 160

35

20

46 48

35

48

19

34

21 1 2 1

1 1 100 37

* No disponemos de datos suficientes para los períodos sombreados.

34

Estas denuncias son documentos poco explícitos, dónde aparece la forma conqueritur, el nombre del actor, el del denunciado y finalmente, la suma de dinero por la cual se había iniciado el proceso. Las notificaciones las debían efectuar los sayones de la corte. Para dar respuesta a la queja se ofrecían plazos, que generalmente eran de 10 días. 35 AHG., Notariales, CL 23, f.112r-115v (19.5.1343). 36 AHG., Notariales, CL 23, f. 5r-5v (15.7.1342). 37 Véase, en este sentido, el caso de Bonanat Boïga, quien arrastró una misma deuda con Pere Tortosa de Queixàs durante 10 años. Sabemos de ello gracias a las periódicas denuncias registradas en la corte: AHG., Notariales, CL 12, f.40r40v (?.8.1335); AHG., Notariales, CL 15, f. 11r-12r (31.8.1338); AHG., Notariales, CL 23, f. 112r-115v (19.5.1343) y AHG., Notariales, CL 575, f. 177r-178r (13.6.1345).

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Pero creemos que este sistema tenía, sobre todo, otra función, que era la de abrir un proceso de negociación que podía inducir a la compra de los excedentes agrícolas del deudor38. Si asumimos ésta hipótesis no nos debería extrañar que la mayoría (un 63%) de denuncias realizadas por los Tortosa de Queixàs, a lo largo del período 1336-1346, se efectuasen entre los meses de abril y octubre, próximos a las cosechas y a la vendimia. Antes de proceder con mecanismos más ejecutivos –la denuncia no dejaba de ser una notificación–, éste debía ser el momento aprovechado por los gerundenses para negociar la adquisición de determinados contingentes de materias primas de sus clientes. Sin embargo, los Tortosa de Queixàs ponían en práctica un segundo mecanismo jurisdiccional: el embargo preventivo (empara). Se trataba de la inmovilización forzosa de toda la cosecha de un deudor, que persistía hasta que tuviese lugar la requisa definitiva o bien la cancelación de la medida debido al pago de la deuda o, sobre todo, a un acuerdo negociado entre las partes en conflicto. De igual forma, los drapers también dirigían largas empares contra su clientela39. Así, por ejemplo, el 26 de junio de 1340 Pere Tortosa de Queixàs mandó emparar toda la cosecha a 46 de sus clientes, habitantes de los mansos de Caldes40. Con esta medida, pretendía negociar la apropiación de una parte de sus cosechas. Véase, por ejemplo, el caso de uno de estos morosos, Bartomeu Figuera, quien, debiendo la cantidad de 31 s. al draper, fue incluido en esta larga empara. El caldense, temiendo la inmovilización de toda su producción, pudo al cabo de un mes cancelar la medida, a cambio de comprometer la entrega de grano valorado en 31 s. aTortosa de Queixàs41. Hemos constatado cómo los Tortosa de Queixàs llevaron a término un negocio doble, que consistía tanto en la venta a crédito de paños como en la compra de excedentes agrícolas a sus clientes. La actividad reflejada en la documentación de la corte, esencialmente las quejas, da prueba de esta segunda actividad.

38 Esta hipótesis se refuerza con el hecho de que muy pocas de las quejas presentadas en la corte tuviesen consecuencias procesales que tendieran hacia la ejecutividad. En este sentido, por ejemplo, sólo un 11,7% de las denuncias presentadas en 1346 tuvieron continuidad documental en la corte. 39 Su notificación era el documento que finalmente quedaba registrada en los libros de la corte: es decir, el hecho que que un sayón, a instancias de Tortosa de Queixàs, hubiese comunicado la medida a todos los deudores. 40 AHG., Notariales, CL 17, f. 64r-65r (26.6.1340). 41 AHG., Notariales, CL 17, f.72r (21.7.1340).

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2.2 LA SOCIEDAD COMERCIAL DE LOS VIVES Los hermanos Guillem y Bernat Vives formaron una sociedad comercial de venta de paños en Caldes en los inicios de la década de 1360. En 1364, esta sociedad, constituida ya por segunda vez, se encontraba plenamente operativa. La documentación conservada para este período nos muestra un contexto comercial de la villa de Caldes que había cambiado significativamente respecto a los años anteriores a la Peste de 1348. En 1364 sólo documentamos 84 operaciones de mercaderes gerundenses en Caldes. Entre ellas, se asentaron tres préstamos concedidos por dos actores judíos diferentes. Ni un solo violari fue comprado a los particulares de la zona por los mercaderes de Girona. Las 81 operaciones restantes (comandas, mutua y ventas) fueron ejecutadas por siete mercaderes cristianos42, entre los cuales sólo dos fueron capaces de cerrar más de 10 operaciones. Precisamente se trataba de Guillem Vives, con 11 contratos y la sociedad comercial que compartía con su hermano, con 61. Es decir, los Vives se hicieron cargo de casi el 86% de las operaciones comerciales desarrolladas en Caldes por capitales gerundenses durante 1364. Su clientela se concentraba, de nuevo, entre la villa (21 operaciones, un 26% del total), los mansos del entorno (10 contratos, un 12%) y las parroquias adyacentes de Vidreres, Sils, Maçanet o Vilobí (15 contratos, un 19%). Los habitantes de Lloret, con una sola operación registrada, podían haber perdido los incentivos para desplazarse a la villa43. Aún sin disponer de datos concluyentes, parece que el comercio en Caldes se encontraba en un momento de contracción, acompañando al declive demográfico posterior a las epidemias de 1348 y 1362 y a la guerra con Castilla. En este contexto, los Vives supieron copar la mayor parte de las redes comerciales que unían la villa con Girona. La oportunidad de describir la actividad comercial de los Vives en Caldes nos la ofrece el vaciado de la documentación local y también concisas catas efectuadas en los protocolos del notario de Girona Bartomeu Tort44.

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Cuatro drapers, un mercader de paños de lino, un notario y un individuo al que no se le atribuyó oficio. Este fenómeno coincide con una sentencia - fechada en 1357 - que retornaba la jurisdicción civil de Lloret al antiguo señorío de la parroquia, la Pabordia de la Sede de Girona, sustrayendo esta competencia a la corte de los Montcada en Caldes. Véase ZUCCHITELLO, M., “Jurisdiccions compartides: els exemples de Tossa i Lloret de Mar”, en Quaderns de la Selva, n.º 13, 2001, pp. 109-140. 44 Agradecemos una buena parte de estas referencias a Albert Reixach. 43

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Los negocios de los miembros de esta familia en la villa se remontan a la década de 1330. Los Vives, son, de hecho, un linaje originario de Caldes de Malavella. Pere Vives, casado con Sibil·la, fue ya un activo comerciante de grano local que antes de 1340 consiguió situarse en una posición acomodada en el marco de la comunidad45. La pareja tuvo hasta siete vástagos, tres de los cuales, Bernat, el heredero universal del padre, Guillem y Bartomeu, acabarían por asentarse en Girona para desarrollar carreras profesionales de éxito46. A partir de mediados de 1355 Guillem Vives reaparece fugazmente en la documentación de Caldes intitulándose como civis Gerunde47. Sabemos que durante los siguientes años, en solitario y en compañía de su hermano Bernat, gestionó desde Girona diferentes negocios crediticios con clientes provenientes de parroquias situadas al sureste de la ciudad48. Finalmente, a partir de 1362, documentamos de nuevo su presencia regular en Caldes, conjuntamente con su hermano y esta vez dedicados a la venta de paños49. Hemos localizado la constitución, en febrero de 1364, de lo que probablemente fuese su segunda sociedad comercial50. En ella, por un lado, Guillem Vives invertía 243 l. 18s. 10d., mientras que paralelamente, su hermano Bernat, y esta vez también Francesca (esposa de Bartomeu Vives, ya difunto), aportaban exactamente el doble, 487 l. 17s. 8d. Durante dos años se disponía que los actores societatis operatorium draperie debent tenire et regire in villa de Calidis, convirtiendo además un obrador que Guillem Vives ya poseía en la villa como la base de operaciones del negocio. Concretamente Guillem se desplazaría a Caldes qualibet die lune, pro faciendo negocia societatis y, a cambio, éste percibiría 300 s. adicionales cuando la compañía se disolviera.

45 Véase, por ejemplo la compra de un albergue en la villa por la notable cantidad de 1.600 s., que además, ocasionaría un episodio de presión immobiliaria sobre las antiguas inquilinas del edificio, que al parecer se resistían a abandonarlo. Véase AHG., Notariales, CL 15, f.82-83r (3.5.1339) y AHG., Notariales, CL 15, f. 84r (3.5.1339). 46 Véase el testamento de Pere Vives redactado en junio de 1348: AHG., Notariales, CL 37, f.122v-123r (17.6.1348), en que nombraba heredero universal a su hijo Bernat. Pere Vives moriría poco después. Entre los hijos de Pere debemos destacar a Bartomeu Vives, quien se había convertido, desde 1346, en uno de los notarios más activos de la ciudad de Girona. 47 AHG., Notariales, CL 49, f.21r (3.8.1355). 48 Por ejemplo, ya en la década de 1360, la compra de violaris en Hostalric [AHG., Notariales, Girona (Gi)-05, 261, s.f (5.10.1362)] o el préstamo de numerario a habitantes de la parroquia de Vilobí [AHG., Notariales, Gi-05, 264, s.f (7.11.1363)]. 49 Véase, por ejemplo la primera de estas operaciones que tenemos documentada, en la que Guillem Vall·llosera, de Vidreres, reconoció una deuda de 34 s. 7 d. a Guillem y a Bernat Vives, drapers de Girona, por la compra de paños: AHG., Notariales, CL 61, f. 13v (8.8.1362). 50 AHG., Notariales, Gi-5, 270, s.f (27.2.1364).

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Esta sociedad comercial centró la actividad de GuillemVives, por lo cual en algún momento antes de 1365 volvió a residir, momentáneamente, en la villa de Caldes51. Durante este período Guillem debió aprovecharse de la información y de las redes comerciales que años atrás había trabado en sus actividades como habitante de la villa52. De esta manera, juntamente con sus socios, pudo concentrar gran parte del negocio gerundense en Caldes. Documentamos la liquidación de la sociedad comercial de paños a través de dos extraordinarios documentos, fechados el 3 y el 4 de julio de 1366 y que ocupan 23 folios de un protocolo notarial de Girona53. Estos instrumentos, son, de hecho, la partición de las deudas –en función del capital inicial aportado– contraídas con los Vives por sus clientes. Para tal efecto se copió el contenido del libro de cuentas de la sociedad, indicando el nombre de cada deudor, su lugar de procedencia, la deuda contraída con los drapers y el tipo de producto contratado. Ello nos ofrece una instantánea, anterior a julio de 1366, sobre la tienda de paños que los Vives tenían en Caldes. Sin querer extendernos en la descripción de estos documentos, advertimos que en ese momento la sociedad era acreedora de 354 clientes, con una deuda total de 14.354 s. Un 96% de este dinero correspondía a la venta de paños a crédito. El primer documento cedía a Bernat Vives y a Francesca, su cuñada, 9.483 s. en deudas, mientras que el segundo instrumento traspasaba a Guillem Vives 4.871 s. (entre los cuales se contaban los citados 300 s. adicionales por su tarea específica en la compañía). La media de las deudas registradas era de 39 s., siendo un 92% de ellas inferiores a 100 s. Se documentan sumas insignificantes, como los 2 d. que debía Pere Martorell, de Caldes, pero también cuantías respetables, como los 595 s. que habían costado los paños comprados por un tal Arnau Colomers, de la parroquia d’Hortsavinyà.

51 En una acta de recibo, fechada en marzo de 1365, por ejemplo, documentamos a Guillem Vives, de Girona, nunc habitante in Calidis: AHG., Notariales, CL 70, f. 258v (11.3.1365). Vives se resituaba en una posición social privilegiada en el contexto local. Ejemplo de ello es el hecho que juntamente con el baile señorial, Arnau Sibil, fuese nombrado por la universitas colector de legados i deixes pies de los difuntos de Caldes de 1363 y 1364: AHG., Notariales, CL 70, f. 170r (7.10.1364). 52 De hecho, según los indicios que nos ofrece la documentación, no podemos afirmar que hubiese cortado los vínculos con Caldes y sus habitantes. Es significativo, en este sentido, que aún viviendo en Girona en algún momento hubiese actuado como intermediario de pagos de habitantes de Caldes a otros mercaderes de Girona. Véase, por ejemplo, AHG., Notariales, Gi-05, 264, s.f (20.9.1363). 53 AHG., Notariales, Gi-05, 281, s.f (3.7.1366) y AHG., Notariales, Gi-05, 281, s.f (4.7.1366).

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La propia villa y los mansos del territorio de Caldes concentraban 85 y 19 contratos respectivamente (con deudas de 4.147 s. y 889 s.). Los habitantes de ambos espacios eran responsables del 37% del capital debido a los Vives. Además, el área de influencia trazada por la venta de paños continuaba dibujando una zona de penetración comercial que iba más allá del territorio de Caldes, destacando en este punto las vecinas parroquias de Llagostera (56 contratos, 1.646 s. en deuda) y Vidreres (50 contratos, 1.450 s. en deuda). Cabe decir que en paralelo a la venta de paños, los fragmentarios documentos de la corte del baile que conservamos para esta época nos muestran a los Vives ejerciendo presión sobre sus clientes a través de mecanismos parecidos a los que hemos visto en el caso de Tortosa de Queixàs, destinados al acopio de los excedentes agrícolas de sus clientes54. Disuelta la compañía con Bernat y Francesca, Guillem

54 Por ejemplo, a través de empares sobre las cosechas [AHG., Notariales, CL 70, f. 158r (3.9.1364)] o a través de la negociación para percibir cantidades de grano [AHG., Notariales, CL 70, f. 209r (13.12.1364)].

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Vives seguiría con esta misma dinámica comercial hasta finales de la década de 1360. Con todo, constatamos que a pesar de presentar trayectorias muy diferentes, los Tortosa de Queixàs y los Vives compartieron un mismo sistema comercial, centrado en la venta de paños desde un nodo (la villa de Caldes) que generaba, a la vez, una extensa red clientelar. De forma más explícita en el primer caso y más veladamente en el segundo (debido a un déficit de documentación), hemos comprobado también que la venta de paños se acompañaba de una estrategia encaminada a adquirir los excedentes de las cosechas de sus clientes. Ello se realizaba a través de la negociación, en que los clientes podían colocar sus excedentes agrícolas en manos de un comprador.

3. CONCLUSIONES Con las fuentes notariales y los registros de la corte del baile jurisdiccional podemos describir las características que presentaba una pequeña ciudad, Caldes de Malavella, durante los años centrales del siglo XIV. A escasos kilómetros al sureste de Girona, este núcleo contaba con elementos claramente urbanos, especialmente aquellas infraestructuras centrales (el mercado, la notaría o la corte jurisdiccional) que la convertían en lugar de referencia para el espacio rural de su propio entorno. Además, gozando de relativa estabilidad institucional, de proximidad con Girona y de un efectivo sistema de comunicaciones, este núcleo fue utilizado por compañías de mercaderes gerundenses como punto nodal para la distribución del capital urbano. Estas compañías ofrecían a crédito productos manufacturados en Girona –como los paños, objeto de nuestro estudio– para una demanda local. Este negocio en concreto generó extensas redes clientelares que iban más allá de la villa, adentrándose en los espacios rurales y también en las parroquias vecinas que no estaban dotadas de mercado o dónde no se ofrecían los mismos productos. Estas mismas redes sirvieron para obtener los excedentes agrarios de los mansos y reorientarlos, después, hacia la ciudad de Girona. A través de unas relaciones que ya estaban constituidas, los mercaderes del drap, del paño de lana, obtenían con cierta facilidad las cosechas para ampliar su margen de negocio. REDES SOCIALES Y ECONÓMICAS EN EL MUNDO BAJOMEDIEVAL 149

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Desde el punto de vista del productor, las cosechas habían de ser colocadas, también, en el mercado. Por ende, no deberíamos situar a los agricultores como la parte perdedora en este negocio. Eran estos mercaderes una opción segura para colocar los excedentes agrícolas ? Posiblemente sí, ya que la actividad cíclica de los gerundenses en la villa garantizaba que los excedentes serían adquiridos. A la vez, estas ventas permitían al campesinado acceder a ciertos niveles de consumo de productos manufacturados, como los paños. Concentrar ambas actividades en un solo mercader (la compra de paños y la venta de cereales) incluso podría permitirles consumir independientemente de los recursos acumulados en un momento concreto. Además, hay que destacar que, cuando los habitantes de estas explotaciones quedaban expuestos a situaciones de morosidad a causa de la compra de paños a crédito, los mecanismos jurisdiccionales iniciados contra éstos no resultaban excesivamente agresivos. Tal y como hemos podido constatar, la mayor parte de las acciones instadas por los acreedores no eran ejecutivas, sino que se limitaban a la denuncia o a la requisa, en todo caso provisional, de bienes. Utilizando estos mecanismos coercitivos sobre los clientes morosos, los mercaderes gerundenses podían forzar la negociación (por ejemplo sobre el precio de venta), de una parte de las cosechas. Cabe no olvidar, por otro lado, que los sistemas clientelares generados por estos negocios que hemos descrito involucraban a una parte destacada de la población. Es por esta razón que las redes tenían efectos específicos sobre el espacio local, concretamente en la generación de vínculos familiares (algunos mercaderes gerundenses originariamente provenían de Caldes u otros acabaron emparentándose con familias locales) y también laborales (en algunos casos estos gerundenses empleaban a peones o trabajadores de la misma villa). Su misma presencia, incluso podía suscitar cierta conflictividad social55. En futuros estudios deberemos tener en cuenta, pues, que las redes comerciales no sólo dinamizaron los intercambios entre la población rural y las ciudades regionales, sino también incidieron en la vida social de estas pequeñas ciudades y de su entorno.

55 Este es el caso, por ejemplo, del conflicto prolongado - del cual desconocemos sus razones exactas - entre el mercader de Girona Ramon Massot, activo comerciante en la villa, y Arnau Roig, un prominente habitante de Caldes. Véase AHG., Notariales, CL 23, f.27v (9.9.1342).

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