Creación del Estado argentino sobre el genocidio indígena

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SOLÍAN LLORAR CUANDO CONTABAN Por Claudio Barrientos

En La voluntad de saber, Michel Foucault sostiene que el genocidio forma parte intrínseca de la constitución de las naciones modernas. Esta afirmación se comprueba claramente en la historia argentina. Hacia fines del siglo XIX, para anexar al incipiente Estado-nación argentino las tierras pampeanas y patagónicas, se dio inicio a la llamada Campaña del desierto, renombrada luego Conquista del desierto. Desde las ciencias sociales se observan estas campañas dentro de un proceso de aniquilamiento de los pueblos originarios, que comienza con la Conquista de América. 1 El genocidio sobre el que está construido el Estado argentino se concretó con un amplio repertorio de acciones: persecución, fusilamientos, domesticación, torturas, borramiento de la identidad, separación de hombres, mujeres y niños, traslados, reclusión; adopciones, bautismos, esclavitud. Todas las violencias posibles, incluidas las de género. No está mal decir que el hombre desciende del mono, y los argentinos de los barcos; pero deberíamos agregar que descendemos también de todas las violencias físicas y simbólicas, y que el desamparo y la brutalidad alimentaron nuestro mestizaje. “Decían cómo los ataban cuando los arreaban, dice que arreaban las personas, las que iban así embarazadas cuando iban teniendo familia le iban a cortar el cogote del chico y la mujer que tenía familia iban quedando tirao, los mataban.” [I] El libro Historia de la crueldad argentina, coordinado por Osvaldo Bayer, reúne ponencias de varios integrantes de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena. Publicado en 2010, este trabajo se constituye como un documento base para el debate sobre los crímenes de lesa humanidad perpetrados contra los pueblos de esta parte del continente, para la aniquilación de sus culturas milenarias. Un debate sobre la posibilidad de subsanar las consecuencias de la falta de conciencia histórica: la negación de los derechos de los sobrevivientes y el silenciamiento de su historia, de nuestra historia. Lejos de tratarse de una guerra entre dos ejércitos, como quiere imponer la historiografía hegemónica, se trató de un genocidio en manos del Estado y sus fuerzas armadas, con participación de distintos sectores de la población civil. Entre ellos grandes productores, la Sociedad Rural, los ingenios azucareros. Estos últimos, como consecuancia del acelerado proceso de industrialización, generaron una gran demanda de mano de obra. En este contexto el ministro Julio A. Roca sugería por carta en 1878, al gobernador tucumano Domingo Martínez Muñecas que se reemplacen los indios holgazanes y estúpidos que la provincia se ve obligada a traer desde el Chaco, por los Pampas y Ranqueles, que él mismo los enviaría a cambio de apoyo político para la futura campaña presidencial. Las respuestas no se hicieron esperar y los ingenios azucareros se convirtieron en uno de los destinos donde se enviaba a miles de personas. El paisaje cambiaba. Así lo describía el gobernador Fontana:

«…como fantasmas en la desolada amplitud del desierto, tolderías del cacique Foyel… los toldos abandonados, lanzas rotas, los esqueletos de hombres y caballos, cápsulas del ¨Remington¨ y los girones de quillangos, bombachas y chaquetillas de paño gris (…) una tragedia muerte. “

las las las de de

Osvaldo Bayer nos invita a preguntarnos: ¿por qué aceptar una historia plena de muertes del Otro y desprecio por su origen y por su idea? Para pensar en torno a esta pregunta conversamos con Walter Delrío, historiador e investigador del Conicet, quien junto a la antropóloga Diana Lenton, coordina la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena. Delrío es autor de Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943), libro en el que comparte una minuciosa investigación sobre el tema. Compartimos parte de la charla: -¿Cómo surge esta investigación sobre la conquista del desierto y más específicamente, sobre los campos de concentración que existieron en el territorio? -El objetivo era hacer un trabajo de investigación para mí tesis, para obtener la Licenciatura en Historia. A partir de ahí comencé a construir como objeto de estudio la Conquista del desierto, pero desde el punto de vista de grupos de familias y comunidades que atraviesan las campañas desde un momento antes, durante y después de éstas. En el trabajo con archivos documentales me encuentro con el reclamo que hace una familia en 1930, por su situación de tierra, y esa era la Colonia Cushamen. Es todavía un proceso que se lo conoce en términos macro: el Estado argentino anexa a su territorio estas tierras, pero poco se conocía lo que ocurría en los casos concretos, con estas familias. Fui encontrando quiénes eran estas personas en bibliotecas, hemerotecas y en la obra de Clemente Onelli y Perito Moreno, y periódicos de la época. Cada vez que encontraba integrantes de esas familias trataba de precisar cuál había sido el vínculo con esta historia. Una vez que reuní un corpus de documentación interesante, fui al campo para hacer una especie de devolución e intercambio entre lo que era la memoria escrita a través de esos archivos y el testimonio de la historia oral, la historia social de esos episodios. En ese intercambio, empecé a escuchar otro tipo de historias que no hablaban precisamente de la Conquista del desierto, si no de la relación que habían tenido las comunidades con el Estado. Estas historias solían tener la marca de apertura Sabían llorar cuando contaban y la marca de clausura era: así contaban los abuelos. Hay muchas variantes de estas marcas de apertura y marcas de cierre. En esas historias tristes, hay la

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existencia de campos de muerte, donde se fusiló o se pasó a degüello, o lugares de concentración para deportar a las personas, para trasladarlas a cientos de kilómetros a pie, y esas deportaciones implican también la separación de madres de hijos. En el encuentro de estos registros orales con la información documental, catastral, van apareciendo marcas también en el espacio: Valcheta, Chichínales, el cuartel Retiro, todos campos de concentración. -En realidad esa información siempre estuvo en los archivos. Faltaba la pregunta. -Claro, en esa búsqueda se profundizó la investigación para recomponer una descripción más precisa de cómo funcionaban esos lugares de detención. Apareció documentación oficial que tiene que ver con la denuncia de lo que allí ocurría, por ejemplo listados de personas deportadas a Valcheta. También documentación que no había sido tocada, como registros de bautismos en parroquias de distintos lugares del país: Buenos Aires, Mendoza, Tucumán, Misiones, Carmen de Patagones. En cada uno de estos lugares donde uno vaya a recoger documentación, como las actas bautismales, va a encontrar el fenómeno del reparto de niños, borramiento de la identidad, cambio de nombre. La memoria oral, la historia social son piezas de estas narrativas que hablan de esas relaciones sociales asimétricas en las cuales unos expropiaron a otros. Hay elementos que para algunos son fantásticos, para otros no; animales que hablan, que ayudan…pero lo que no podemos soslayar es que están dando cuenta de una relación social en la cual unos expropian a otros, unos construyen derecho propio excluyendo el derecho de otros. ¿Por qué? Porque algunos van a tener derecho a la propiedad y otros no la van a tener, algunos van a tener la condición de ciudadanos y otros de menores de edad. Es curioso e importante cómo en la memoria social se conserva que estas campañas fueron un momento clave para las comunidades mapuche tehuelche, porque implicaron el fin de una época y el principio de otra. ¿Qué es lo que caracteriza esa nueva época? ¿Que siempre va a haber una policía, una escuela? No. Pero sí que existe un poder estatal que puede reprimir como lo hizo la misma Campaña del desierto. Veamos por qué se transmitían estas historias de una generación a otra. Una frase que me generó mucho sentido fue cuando una persona me dijo: “yo no sabía de qué guerra me hablaba el abuelo cuando hablaba, pensé que era la guerra mundial, era algo muy impreciso. Pero una vez cuando a mí me pasó…”, y cuenta una experiencia que le pasó a esta persona, también, de violencia policial, de expropiación de su campo, destrucción de su casa; entonces dice “ahí entendí lo que el abuelo me quería contar.” Lo que se le estaba explicando a la nueva generación es que lo que ellos habían vivido bien podía pasarle a la siguiente generación: desalojos, procesos judiciales, personas que son llevadas a la comisaría, que son torturadas, que son obligadas a trabajar para otros. Y esto ocurrió a los abuelos, a los hijos, y a los testimoniantes presentes.

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“Somos los guardianes de esa memoria. Nosotros hemos aprendido a tener memoria. Y gracias a esa memoria, supongo yo, hemos sobrevivido a tanto genocidio. Porque es inexplicable cómo, a pesar de tanto intento genocida de que desaparezcamos de la faz del planeta, acá está una mapuche nacida y criada en ciudad, hablando del conocimiento mapuche.” [II] -Se les presentó el problema de cómo nombrar al Otro indígena. Salvajes, argentinos rebeldes, … -Sí, las formas de nombrar al Otro están vinculadas, porque es precisamente en el uso de las palabras donde podemos ver luchas sociales, y la asimetría. Porque ese Otro nunca es entendido en términos de igualdad. Principalmente porque no se le da el derecho a opinar con respecto a cómo quiere ser nombrado. -Con la Conquista del desierto hay un corrimiento de la frontera. La palabra frontera, además, adquiere connotaciones ideológicas, ¿qué pasa en el presente con esa frontera ideológica? -Claro, el relato que va a ser hegemónico desde los sectores de poder que producen las campañas al desierto, construyen a esos eventos como el fin de la frontera con el indio. Supuestamente las campañas terminaban con esta frontera entre el pasado y el futuro; no obstante esa frontera permanece como una distancia entre aquello que se percibe como el nosotros y lo que no termina de entrar y fundirse en el nosotros. “El actual gobierno argentino, que ha avanzado en la visibilización y reivindicación de la memoria de las víctimas de la última dictadura, no ha producido un reconocimiento similar para el genocidio y los crímenes de lesa humanidad contra los pueblos indígenas. En el caso concreto del proceso iniciado por los hechos de Napalpí de 1924, el Estado niega el reconocimiento de los Qom o tobas como grupo étnico específico y sostiene la posibilidad de que, en este caso, sí prescriba un crimen de lesa humanidad. Al mismo tiempo, y paralelamente, promueve planes educativos que tienen como objetivo explícito fomentar la interculturalidad, la educación bilingüe y la tolerancia” [III] -Y que en todo caso el concepto jurídico es el que más dudas me genera, el sistema judicial tiene grandes dificultades para concretar lo que uno esperaría, que si hay evidencia, una denuncia de un tipo de crimen haya una reparación. -Es que el sistema judicial es parte de la construcción del Estado. -Si es difícil pensar el sistema jurídico más allá de eso, y también lo que ocurre en el plano científico. Un dato que es importante es que nuevos conceptos y el desarrollo de ciertas líneas de investigación generan ruidos con lo que ya está consolidado. El sistema científico defiende lo consolidado, antes que aceptar lo

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nuevo. En esta defensa hay muchos intereses heterogéneos que pueden pasar por la duda con respecto a paradigmas nuevos, un conservadurismo… “Aspiro a que alguna vez la Argentina deje de guardar formas ante las carnicerías a las que sometió a ciudadanos indefensos y se transforme en una República coherente y fraterna, en un país real, o resignarse de una vez y para siempre a habitar un campamento con Internet que simula ser un apéndice perdido de la civilización occidental y cristiana en medio de la oscura barbarie latinoamericana” [IIII] 5 [I] Catalina Antilef, pobladora de Futahuao (Pcía. de Chubut) [II] Moira Millán, comunidad Pillan Mahuiza (Pcía. de Chubut) [III] Walter Delrío, Diana Lenton, Marcelo Musante, Mariano Nagy, Alexis Papazian, Pilar Pérez. “Del silencio al ruido en la Historia. Prácticas genocidas y Pueblos Originarios en Argentina.” III Seminario Internacional Políticas de la Memoria ³Buenos Aires, 28, 29 y 30 de octubre de 2010. [IIII] Valko, Pedagogía de la desmemoria. Bs. As. 2010

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