Crack de 1929.
Descripción
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. A NTECEDENTES Y C ARACTERÍSTICAS D E L A D EPRESIÓN E CONÓMICA
La prosperidad general de los años 1924 a 1929 estaba amenazada por graves desequilibrios d el s istema e conómico. U no d e e llos s e d ebía : ⇒ a l a d esigual d istribución d e l a r iqueza; ⇒ los ingresos de los asalariados, que constituían la mayoría de la población, eran insuficientes para asegurar el poder adquisitivo necesario para que una producción industrial c reciente p udiera s er v endida. N o m enos g rave e ra ⇒ la crónica depresión agrícola, motivada por la insuficiencia de la demanda frente a la expansión de la producción. En definitiva uno y otro eran aspectos de un desequilibrio básico: l a o ferta t endía a s uperar a l a d emanda.
Dos fenómenos contribuyeron a retrasar las graves consecuencias de esta tendencia a la insuficiencia d e l a d emanda. U no d e e llos f ue l a e xportación d e c apital. A. Una i mportante p orción d e l os a horros n orteamericanos, e n l ugar d e s er i nvertida e n e l país, e ra t ransferida a o tros países en forma de préstamos o inversiones. Francia y Gran Bretaña durante la guerra, Alemania y Austria después, habían recurrido en gran escala a los préstamos norteamericanos. Esto a su vez potenció las exportaciones, ya que el dinero tomado en préstamo a los Estados Unidos permitía a otros países comprar mercancías n orteamericanas. B. El otro fue el empleo en gran escala de las ventas a plazos, que estimuló la demanda interna. Los años 20 presenciaron el primer gran desarrollo de este sistema que permitía comprar a quien todavía no tenía dinero para pagar. En el caso de nuevos productos, como automóviles, radios o los primeros electrodomésticos, las ventas a plazos t uvieron e special i mportancia. En cuanto a la agricultura, atravesó por graves dificultades en todo el mundo a lo largo de los años 20. Durante la guerra el cultivo de trigo en Europa se había reducido en una quinta parte, lo que hizo que su precio mundial. Unicamente en Canadá, en Estados Unidos y en otros países extraeuropeos, s u cultivo se expandió y, a menudo, los granjeros se endeudaron para poder comprar nuevos campos de trigo. Ahora bien, tras la guerra, la producción europea recuperó su nivel anterior, por otra parte nuevos avances técnicos acrecentaron la productividad: por ejemplo, las nuevas cosechadoras-‐trilladoras permitían multiplicar por cinco la productividad por trabajador durante la cosecha. El resultado fue un considerable incremento en la producción. Pero la demanda de trigo difícilmente podía aumentarse, ya que, en el mundo occidental, la gente consumía, más o menos, tanto pan como deseaba. Por supuesto, las masas infra-‐alimentadas de Asia habrían estado dispuestas a consumir ese trigo sobrante, pero eran demasiado pobres para poder pagar incluso los mínimos costes de producción y transporte. Todo ello se tradujo en el hundimiento a nivel mundial del precio del trigo y en graves dificultades para muchos agricultores. Durante los años 20 los mismos problemas de sobreproducción se plantearon en el caso de otros artículos: algodón, cacao, café, azúcar, maíz. La falta de capital y de conocimientos técnicos, la carencia de redes de transporte refrigerado, y en muchos casos lo inadecuado del clima, eran otros tantos obstáculos que impedían a l a m ayoría d e l os a gricultores e l d edicarse a e stos c ultivos m ás r entables. 1
Este factor básico, la tendencia de la demanda a quedar rezagada respecto a la oferta, ha de ser tenido muy en cuenta para comprender la magnitud que alcanzó la crisis a partir de 1929 y l a r apidez c on q ue s e extendió por el mundo. Otros factores influyeron también: el desarrollo de la industria en ultramar, con el consiguiente perjuicio para las industrias exportadoras europeas, multiplicación de barreras aduaneras, p roblemas d erivados d el p ago d e l as d eudas y l as r eparaciones d e g uerra. La crisis en concreto comenzó con el hundimiento de la Bolsa de Nueva York, que asumió proporciones catastróficas el jueves 24 de octubre de 1929, el jueves n egro. E ra l a c onsecuencia d e v arios a ños d e l a desenfrenada especulación bursátil, en los que, con el fin de ganar un dinero fácil, había habido una formidable inversión en valores bursátiles, que elevó considerablemente sus cotizaciones. Para adquirir más y más acciones, muchos inversores habían recurrido al préstamo, endeudándose; era un juego peligroso, ya que sólo el continuo aumento de las mismas permitía al comprador pagar puntualmente sus deudas. Bastó que aquéllas comenzaran a bajar para que muchos accionistas tuvieran que vender sus valores para hacer frente a sus deudas. En un mes el índice de la Bolsa de Nueva York s e h undió e n u n 4 0%. La ruina de la bolsa obligó a mucha gente a retirar sus ahorros de los bancos, y éstos, no pudiendo hacer frente a la vez a tantos depositantes que exigían se les entregara su dinero, quebraron en masa: entre 1929 y 1932 no menos de 5.000 bancos norteamericanos cerraron sus p uertas. Repercutió asimismo en la industria, ya que la gente arruinada hubo de reducir sus compras de productos industriales. En los tres meses finales de 1929, la industria norteamericana del automóvil, por ejemplo, tuvo que reducir su producción a la mitad. Este descenso de la actividad industrial trajo como consecuencia el aumento del paro y la disminución de los salarios, lo que a su vez suponía disminución del poder adquisitivo de la población, con fatales c onsecuencias t anto p ara l a a gricultura c omo p ara l a i ndustria. De Estados Unidos la crisis se propagó muy pronto al resto del mundo, salvo la Unión Soviética, debido al alto grado de interconexión que había alcanzado la economía mundial. Tras el crack Norteamerica prohibió la salida de dólares vitales para Alemania y Austria, y en menor medida al resto de Europa. En 1931 la suspensión de pagos por parte del mas importante banco vienés, originó una cadena de quiebras bancarias en toda Europa. Los capitales extranjeros, sobre todo norteamericanos, invertidos en Alemania, comenzaron a ser repatriados, hundiendo las bases de la prosperidad alemana, cuyo gobierno finalmente congeló l as i nversiones e xtranjeras, e s d ecir p rohibió q ue f ueran r etiradas d el p aís. El descenso del poder adquisitivo norteamericano supuso, por otra parte, para muchos exportadores de todo el mundo, la desaparición de sus mercados. A medida que la crisis avanzaba, el comercio internacional se contraía más y más, hasta quedar reducido a un tercio d e s u v olumen a nterior. En definitiva en 1932, el período más agudo de la depresión, la producción mundial representaba aproximadamente el 60% de la producción de 1929, y las estadísticas mundiales 2
de desempleo recogían la cifra de 30 millones de parados, sin contar las masas de ellos de Africa y Asia, que ninguna estadística recogía. Humanamente el paro fue la más terrible consecuencia de la depresión: millones de hombres deseosos de trabajar se veían imposibilitados de ejercer sus capacidades y reducidos a vivir del seguro de desempleo o la caridad p ública. Cada estado intentó encontrar una solución a sus problemas en una política proteccionista e intervencionista, lo que supuso la desaparición de todo resto de librecambio internacional. Uno tras otro devaluaron sus monedas, en un intento de que sus productos resultaran más baratos para el c omprador e xtranjero, y l os e xtranjeros m ás c aros p ara e l c omprador n acional, estimulando a sí l as e xportaciones, a l t iempo q ue s e r estringían l as i mportaciones. Gran Bretaña veía cerrarse sus mercados exteriores, lo que supuso un grave descenso de sus exportaciones, y por tanto la necesidad de recurrir a las reservas de oro para pagar sus importaciones. El descenso de dichas reservas, que respaldaban el valor de la libra, sembró la desconfianza: muchos extranjeros comenzaron a transformar las libras que poseían en oro o en otras divisas. Finalmente, en 1932, Gran Bretaña abandonó el patrón oro, es decir que en adelante el Banco de Inglaterra no cambiaría libras por oro. Esto supuso una importante devaluación de la libra, que fue seguida por la de l as m onedas d e d iferentes p aíses m uy l igados económicamente a G ran B retaña. Los efectos estimulantes que para las exportaciones de un país tenía la devaluación de su moneda, eran anuladas en cuanto más y más países tomaban esta medida. Resultaba por otra parte para un país muy peligroso el no hacerlo, ya que suponía que sus precios resultaran muy caros a nivel internacional. Por ello, incluso los Estados Unidos, que tenían las mayores reservas d e o ro d el m undo, d evaluaron e l d ólar e n 1 934. Las medidas monetarias no fueron las únicas tomadas por los gobiernos para equilibrar su comercio exterior. Se recurrió a la bilateralización de los intercambios, esto es, a que el país extranjero al que se adquirían determinados productos tuviera que emplear a su vez las divisas así obtenidas en comprar productos del otro país. Se generalizaron las tarifas aduaneras elevadas que redujeron las importaciones. Incluso se establecieron restricciones cuantitativas: e s d ecir c uotas l imitadas p ara c ierto t ipo d e i mportaciones. Estas medidas fragmentaron el mercado mundial en segmentos nacionales encerrados en sí mismos. Intentos de liberalizar y estimular los intercambios internacionales, como la Conferencia Económica y Monetaria Internacional, que se reunió en Londres en 1933, fueron un fracaso. El año anterior Alemania se había negado a seguir efectuando pagos de reparaciones, y en consecuencia Francia y Gran Bretaña incurrieron en graves retrasos en el pago de las deudas de guerra a Estados Unidos. Estos reaccionaron prohibiendo la contratación d e n uevos p réstamos e n N orteamérica p or p arte d e l os p aíses d eudores. •
LA R EACCIÓN A LA D EPRESIÓN: EL "NEW DEAL" N ORTEAMERICANO
En 1932 los Estados Unidos estaban sumidos en lo más hondo de la depresión: la renta nacional equivalía a menos de la mitad de la de 1929, el comercio exterior se había reducido a menos de la tercera parte, los desempleados eran más de doce millones. En noviembre de dicho a ño Franklin D . Roosevelt ( 1882-‐1945) f ue e legido p residente. 3
El amplio programa de reformas desarrollado por el Gobierno de Roosevelt es conocido como e l New Deal ( nuevo t rato). E n e sencia s u o bjetivo e ra: ⇒ Salvar el sistema capitalista, mediante la eliminación de todos aquellos rasgos del mismo c uyas n efastas c onsecuencias s e h abían p uesto d e m anifiesto e n l a d epresión. ⇒ La doctrina del laissez-‐faire, que había sido la base del antiguo capitalismo, fue sustituida p or l a d e l a n ecesaria i ntervención e statal; ⇒ La aceptación por parte del Estado de la cerrada oposición patronal a los sindicatos obreros d io p aso a l c oncepto d el d erecho l egal d e l os t rabajadores a a utoorganizarse; ⇒ La B anca y l a B olsa r ecibieron u na r eglamentación m ás e strecha; ⇒ La idea de que sólo las instituciones de caridad debían ayudar al pobre, fue suplida por la de que era obligación del Estado apoyar a los ciudadanos más desfavorecidos. En s uma, e l v iejo l iberalismo e conómico d esapareció. El problema más urgente: el colapso general del sistema bancario. El 9 de marzo el Congreso aprobó una ley que concedía al Gobierno una autoridad incondicional sobre los bancos. Tres días después Roosevelt pronunciaba el primero de sus famosos discursos por radio, que tuvo un extraordinario impacto psicológico, convenciendo a mucha gente de que la situación estaba bajo control y de que, por tanto, podían reingresar tranquilamente su dinero en los bancos. Pronto se adoptaron medidas de socorro para los más necesitados, estableciéndose organismos encargados de distribuir subsidios en dinero, alimentos, etc. Pero más importante fue el esfuerzo gubernamental orientado a dar trabajo a los desempleados. U n organismo estatal se encargó de contratar, con salarios levemente inferiores a los habituales, a numerosos desempleados (de uno a tres millones, según los años), que construyeron cientos de miles de kilómetros de carreteras, caminos y calles, miles de puentes, parques, escuelas y hospitales. Puesto que el dinero empleado en estas tareas se consiguió mediante un aumento d e l os i mpuestos, e ste programa recibió críticas por parte de elementos acomodados de la sociedad. Y, a pesar de todo, millones de desempleados no recibieron ayuda alguna del Estado. Se otorgaron préstamos a más de medio millón de granjeros, que evitaron así la pérdida de sus tierras. Esto supuso también un alivio para los acreedores, con frecuencia bancos o compañías de seguros, que, aunque a tasas de interés reducidas, vieron cómo eran pagados por d eudores a ntes i nsolventes. Estados Unidos, el país más rico del mundo, era también uno de los más atrasados en materia de legislación social. El capitalismo americano se había basado en un exacerbado individualismo, cuyos efectos negativos quedaron patentes a raíz de la depresión. Por ejemplo Alemania había establecido un sistema estatal de seguro para la vejez ya en 1891, y en Gran Bretaña se adoptó por el Estado, en 1911, un plan de seguro de desempleo. Estos tipos de seguros se introdujeron en Estados Unidos sólo gracias a la ley de Seguridad Social de a gosto d e 1 935. Otras medidas procuraron restringir la oferta, sobre todo en la agricultura. La ley de Ajuste de la Agricultura, aprobada en mayo de 1933, estableció que los granjeros que se comprometieran a reducir la producción recibirían subsidios estatales: se les pagaría por no producir. En adelante las cosechas podrían ser limitadas de antemano. Esta política recibió 4
fuertes críticas. Sin embargo lo que estaba haciendo el gobierno norteamericano era ayudar a los granjeros a seguir la misma política que los grandes oligopolios seguían desde antiguo: restringir la producción para que los precios se elevaran. Si se quería que la agricultura se recuperara había que elevar los beneficios de los granjeros, y el medio más sencillo era reducir la oferta. El New Deal lo logró, con ayuda de las sequías de 1934 y 1936. En este último año los i ngresos d e l os a gricultores n orteamericanos c asi d uplicaban l os d e 1 932. Respecto a la industria, la principal medida fue la ley de Recuperación de la industria nacional. Esta ley instó a los empresarios de cada rama a firmar acuerdos para restringir la competencia (algo que anteriormente las leyes anti-‐trust prohibían); abolió el trabajo de los niños; estableció salarios mínimos y horarios máximos; concedió a los trabajadores el derecho a organizarse sindicalmente y a negociar convenios colectivos; y creó la Administración d e O bras P úblicas. La recuperación se produjo, pero no total, ya que siguió habiendo un considerable número de parados h asta e l c omienzo d e l a s egunda g uerra m undial. Uno de los bastiones de la oposición al New Deal fue el Tribunal Supremo, que declaró anticonstitucionales algunas leyes, como por ejemplo, en mayo de 1934,1a ley de Recuperación de la industria nacional. No obstante, las elecciones de 1936, en las que Roosevelt triunfó en todos los estados salvo dos, demostraron que la mayoría del país apoyaba al New Deal, apoyo que volvió a manifestarse en los triunfos de Roosevelt en las elecciones d e 1 940 y 1 944. • GRAN B RETAÑA EN LOS A ÑOS DE LA D EPRESIÓN En los años 30 menudearon, como era de esperar, los estudios sobre los orígenes y los posibles remedios de las crisis económicas. Un británico, John Maynard Keynes (1883-‐1946), fue quien en mayor grado desarrolló una teoría económica que explicara las raíces de la depresión y sentara las bases para una política destinada a combatirla. Su Tratado sobre /a moneda ( 1930) y s obre t odo s u Teoría g eneral d e/ e mpleo, e / i nterés y e l d inero (1936) supusieron una revolución en el pensamiento económico, y tendrían una decisiva influencia e n l a p olítica e conómica d e l os a ños p osteriores a l a s egunda g uerra m undial. Su teoría, que sostenía que en momentos de depresión y desempleo era conveniente aumentar el gasto público y estimular el consumo, venía a dar la razón a la política del New Deal norteamericano. Sin embargo tuvo muy poco que ver con la política efectivamente seguida en Gran Bretaña en los años 30, que estuvo de acuerdo con el punto de vista económico tradicional de que, en tiempos difíciles, tanto el Estado como los particulares deben r educir s us g astos. En cierto sentido la depresión económica había sido endémica en Gran Bretaña desde 1919, y nunca en los años 20 la cifra de desempleados descendió del millón. La prosperidad británica de la preguerra se había basado en los beneficios del capital invertido en el exterior y en determinadas exportaciones, sobre todo carbón, productos mecánicos y textiles. El porcentaje de las exportaciones respecto a la producción industrial total era doble que en Francia o Alemania. Pero diversos fenómenos hicieron que Gran Bretaña fuera perdiendo mercados: aparición de nuevas potencias industriales competidoras, nuevas barreras aduaneras, surgimiento de industrias en ciertos países ultramarinos clientes de 5
Gran Bretaña, progresiva sustitución de los tejidos de algodón y lana británicos por nuevas fibras y del carbón británico por nuevas fuentes de energía. La primera guerra mundial, , agravó la situación por la pérdida de inversiones ultramarinas y por los trastornos que produjo e n e l c omercio i nternacional. Sobre ese trasfondo de dificultades se produjo el impacto de la crisis de 1929. Cuando, a finales d e a ño, c omenzaron a s entirse l os e fectos d e é sta en Gran Bretaña, hacía apenas unos meses que se había constituido el segundo gobierno del socialista Mac Donald. Este hubo de hacer frente a un vertiginoso aumento del desempleo, que llegó a afectar a más de tres millones de trabajadores en 1931. Las primeras medidas de Mac Donald no fueron sino paliativos: un limitado programa de obras públicas, extensión del seguro de desempleo, un nuevo p rograma d e a yuda a l a c onstrucción d e c asas b aratas. Debido al grave déficit de la balanza comercial las reservas de oro del Banco de Inglaterra disminuían, y la depresión hizo que se contrajera el rendimiento de los impuestos, amenazando con un grave déficit presupuestario. Ante esta situación, en el verano de 1931 Mac Donald decidió recurrir a una política de restricción del gasto público, incluyendo la disminución d e l os s ubsidios d e d esempleo. T ambien s e a bandonó e l p atrón o ro. En agosto Mac Donald formó un gobierno nacional, esto es, constituido por miembros de los tres p artidos, c onservador, l iberal y laborista. E ste g obierno tomó medidas para restringir el gasto público (reduciendo los salarios del profesorado, la policía y las fuerzas armadas, así como los subsidios de desempleo); elevó las tarifas aduaneras; y en la Conferencia Imperial de Ottawa, en el verano de 1932, logró un acuerdo según el cual cada país miembro de la Commonwealth daría preferencia en sus importaciones a los productos provenientes de otros p aíses m iembros d e e lla. En 1933 comenzó una recuperación económica que continuó en los años sucesivos. El número de desempleados llegó a ser por primera vez en mayo de 1935 inferior a los dos millones, Ciertas industrias, como la construcción y las actividades ligadas a ella, estimuladas por el programa de apoyo a las casas baratas, o las que fabricaban productos nuevos, como automóviles, radios, fibras sintéticas, tuvieron un marcado auge. Esto, sumado al descenso del coste de la vida y a la relativa abundancia de casas baratas, hizo que m ejorara l a s ituación d e a quellos q ue t enían e mpleo. Sin embargo, en ciertas zonas en que las industrias estaban orientadas a la exportación, las dificultades del comercio exterior se tradujeron en un desempleo generalizado y en una creciente pobreza, que contrastaba dramáticamente con los buenos salarios de quienes tenían e mpleo e n l as i ndustrias e n e xpansión. En el caso de Irlanda, el status de dominio fue transformándose hasta una situación de plena independencia, bajo la dirección de Edmon De Valera (1882-‐1975), a quien los ingleses habían condenado a muerte en 1916, siendo luego indultado, y que en 1932 se convirtió en primer ministro. De Valera fue cortando los lazos con Gran Bretaña, mantuvo una guerra de tarifas con ésta, y en 1937 hizo finalmente de Irlanda una República, manteniendo únicamente u na " asociación e xterna" c on l a C ommonwealth. En cuanto a la India, donde la miserable condición de las masas se vio agravada por la depresión económica mundial, Gandhi dirigió durante los años 1930 a 1934 una gran 6
campaña de protesta no violenta, cuyo elemento principal de lucha fue el boicot al monopolio legal de la sal, que suponía una pesada carga para los campesinos pobres. El apoyo popular a la campaña fue masivo, excepto entre los musulmanes, y sólo pudo terminar con ella una dura represión, que incluyó decenas de miles de detenciones, disolución violenta por la policía de manifestaciones pacíficas, y la prohibición durante dos años d el p artido d el C ongreso. Sin embargo, en 1935, el parlamento británico aprobó una nueva constitución para la India, que si bien no le concedía el status de dominio, sí suponía una relativa democratización para aquellas provincias que estaban directamente sometidas a la soberanía británica, aunque no entró en vigor en aquellas otras provincias que seguían estando gobernadas por príncipes locales. En suma, lentamente, la India avanzaba hacia su liberación, aunque las crecientes tensiones entre la mayoría hindú y la minoría musulmana suponían u n g rave o bstáculo. • FRANCIA: L A D EPRESIÓN E CONÓMICAY F RENTE P OPULAR Para Francia los años 20 fueron una etapa de prosperidad económica, en la que nuevas industrias tuvieron un gran desarrollo: La industria eléctrica, la automovilística, bajo el liderazgo Renault y Citroen, La industria química, la siderúrgica recibió un gran impulso gracias a la 'corporación de las minas y fábricas de Lorena, de tal manera que se convirtieron e n l a s egunda p otencia e conómica d e E uropa. La crisis económica mundial tardó en afectar a Francia, en parte debido a que la economía francesa tenía menos interconexión con el mercado mundial que la de las otras grandes potencias capitalistas. Sólo en la primavera de 1931 comenzó a declinar la producción. A mediados de 1932 la depresión tocó fondo por primera vez, pero tras una relativa recuperación, en 1935 la producción volvió a descender a niveles similares a os de 1932. La mejoría económica que tuvo lugar en Estados Unidos o Gran Bretaña no se dio en Francia: en vísperas de la Segunda Guerra Mundial seguía sin haberse recuperado el nivel de producción d e 1 930. Aunque la depresión no fue tan violenta como en otros países, fue mas prolongada. En parte la ausencia de una recuperación se debió a la actitud pasiva de los gobiernos, que se caracterizaron por su corta duración: en 1933 hubo nada menos que cinco. Después de las devaluaciones británica y norteamericana, los precios franceses resultaron caros a nivel internacional, lo que planteaba serias dificultades a las exportaciones. Había dos opciones: o bien devaluar el franco, o bien seguir una política deflacionista, procurando que los precios internos bajaran. Tras varios años de indecisión, en junio de 1935 el gobierno derechista de Pierre Laval (1883-‐1945) optó por una política de severa deflación. Redujo los salarios de los empleados del estado en un 10% e instó a los empresarios a hacer lo mismo. El desempleo aumentó, lo que suele ocurrir en momentos de deflación, se originó un grave descontento e ntre l os o breros. A la altura de 1935 los problemas económicos se habían complicado con otros de índole política. Desde comienzos de la III República había existido en Francia una derecha anti-‐ republicana y antidemocrática, minoritaria pero influyente. A ésta se sumaron en los años 30 nuevas organizaciones directamente inspiradas en el fascismo italiano. En 1934 pareció llegar para estos sectores la hora de dar la batalla final a la República. Un escándalo 7
financiero con implicaciones políticas, sirvió de pretexto para acusar de corrupción al régimen, y en febrero de ese año una masiva manifestación de tendencia fascista intentó asaltar la sede del Parlamento en París, produciéndose una batalla con la policía que ocasionó varios muertos y c entenares d e h eridos. Esta amenaza produjo la unión de toda la izquierda francesa. Los comunistas, que hasta entonces se habían mantenido aislados, denunciando a los dirigentes socialistas como los peores enemigos de la clase obrera, cambiaron radicalmente de política, convirtiéndose en ardientes defensores de la unidad de la izquierda contra el fascismo, en el momento en que Stalin y la Internacional comprendieron el peligro que el fascismo representaba para la Unión Soviética. Finalmente, el 14 de julio de 1 935, aniversario de la Gran Revolución Francesa, medio millón de socialistas, comunistas y radicales se manifestaron conjuntamente en París. Era el nacimiento del Frente Popular.. El 4 de junio, por primera vez en Francia, un socialista, León Blum (1872-‐1950), formó gobierno. En el mismo entraron socialistas y radicales, los comunistas le apoyarían desde fuera. Tres mujeres ocuparon sendas secretarías de Estado, aunque el voto femenino todavía no existía en Francia. Apenas formado el gobierno Blum, éste logró reunir a representantes de la CGT y del empresariado, quienes firmaron los acuerdos de Matignon, que incluían el alza salarial, la inmediata negociación de convenios colectivos y el compromiso de respetar las libertades sindicales. A partir de la firma de estos acuerdos se produjo, aunque lentamente, la vuelta al trabajo. La conflictiva situación social no fue el único problema que tuvo afrontar Blum, ya que no menos graves eran la situación económica, la evasión de capitales y el panorama internacional, c aracterizado p or l a c reciente ente a gresividad d e l as p otencias f ascistas. Su principal obra fue, sin embargo, la legislación social. En julio de 36 el parlamento aprobó sendas leyes que fijaron el procedimiento para la negociación colectiva, establecieron quince días d e v acaciones p agadas a l a ño y l imitaron a 4 0 h oras l a d uración d el t rabajo s emanal. En apoyo de los campesinos, logró elevar el precio de los cereales y el consumo de vino en el ejército. Las dificultades económicas antes mencionadas provocaron la persistencia de conflictos sociales, dieron argumentos a los enemigos del Frente Popular y ocasionaron la división de éste. Los comunistas proclamaban la necesidad de una política social y económica más audaz, mientras que los radicales pensaban que se había ido ya demasiado lejos. El comienzo de la guerra civil española ocasionó nuevas disensiones; los comunistas eran partidarios de un decidido apoyo al Frente Popular español, mientras que Blum, temiendo quedar aislado respecto a G ran B retaña, p ropuso l a n o i ntervención. La tensa situación internacional obligó por otra parte a emprender un programa de rearme, que pesó gravemente sobre el presupuesto, que tuvo por consecuencia un aumento de la inflación. Finalmente, en octubre de 1936, el Gobierno se vio obligado a una devaluación del franco, tardía y no tan drástica como las que habían experimentado anteriormente la libra y el d ólar, p or l o q ue f ue i nsuficiente p ara e liminar e l d éficit c omercial. 8
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