Cotidianidad e identidad en el Caribe colonial 1590 1620

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Descripción

Cotidianidad e identidad en el Caribe colonial, 1590–1620

Luis Rafael Burset Flores, Ph.D.



1. COTIDIANIDAD E IDENTIDAD
Los estudios históricos sobre el Caribe se han enfocado principalmente
en aspectos económicos, políticos o sociales, abordando países determinados
como sujeto desde una visión amplia. Acostumbramos a utilizar la
definición de Caribe como insular o etnohistórico; según señala Antonio
Gaztambide, ésta es la más utilizada en la historiografía en cuanto
coincide con las identidades regionales que se generaron internamente. Sin
embargo, en la documentación consultada de los siglos XVI y XVII, las islas
estaban conectadas con las ciudades costeras de los actuales países de
Venezuela, Colombia y Panamá. Esto nos fuerza a reconocer la definición de
"cuenca" o "Gran Caribe", que además de las islas, incluye las costas de
Centro y Sudamérica. [1]
El interés de los historiadores se ha centrado en abordar los grandes
eventos relacionados a los conflictos entre las naciones europeas que se
dirimieron en esta región. Destacamos los trabajos de Frank Moya Pons,
Eric Williams, y Juan Bosch en esta categoría. En cuanto a temas
historiográficos, han dominado las instituciones coloniales y el
contrabando, particularmente en Puerto Rico y República Dominicana; y el
azúcar y la economía de plantación, la esclavitud negra, y los esfuerzos de
independencia, mayormente del Caribe anglófono, donde se han obviado las
décadas de dominación española sobre Jamaica y Trinidad.
Sostenemos que existe una relación directa entre la cotidianidad y la
identidad. El antropólogo Carlos Andújar define identidad como "el
conjunto de valores, tanto sociales como culturales, que se van forjando a
través del tiempo, constituyendo un soporte en la memoria social de los
seres humanos que forman una colectividad y un sentido de pertenencia".
Entre los valores a los que hace referencia, incluye religiosos, morales,
organizativos, y patrones de conducta. [2] Mary Luz Uribe Fernández
sostiene que es dentro de la vida cotidiana que el hombre construye su
realidad, que define como "la vida de todo hombre y constituye el centro de
la historia", y desarrolla su identidad. [3]
La cotidianidad se ocupa de hechos individuales, encontrándose en el
extremo opuesto a los llamados eventos "históricos"; por esto, queda
atendida por la microhistoria. Sobre la relación entre la historia y la
microhistoria, Mario Cancel subraya que "Muchas veces, la Microhistoria
rectifica los consensos de la Historia Nacional. … La Microhistoria y la
Microbiografía se mueven por los márgenes, las periferias y la infamia."
[4]
Para abordar la microhistoria, tradicionalmente se ha recurrido al
relato oral, las crónicas y a los diarios personales. [5] Sin embargo, la
misma documentación de archivo de donde surgen los grandes relatos
históricos nacionales nos permite un atisbo a la cotidianidad colonial de
las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del XVII. Más aun, aunque
tiende a privilegiar a las clases dominantes, hay referencias a la gente
común, sus costumbres y sus conflictos, permitiéndonos un atisbo a su
naciente identidad.
Desde la óptica oficialista, esta gente constituye una masa anónima de
individuos sin orden, honor ni importancia. Frank Moya Pons la reivindica,
y se ha referido a este segmento de la población como "el aliento real que
ha animado la historia humana". [6] Desde esta perspectiva hemos querido
trabajar este ensayo, buscando en la documentación oficial referencias a
actitudes y comportamientos que hacían a los indianos gente diferente al
peninsular, pues es posible que en ellas encontremos las raíces de la
identidad del que será el pueblo caribeño.

2. LA GENTE DE LAS INDIAS
Nos parece pertinente comenzar nuestro esbozo sobre la relación entre
la cotidianidad y la identidad en el Caribe con las apreciaciones generales
sobre su gente. En 1609, el presidente de la Real Audiencia de Santo
Domingo, Diego Gómez de Sandoval, inadvertidamente nos describe la
composición de las sociedades indianas y su disgusto por el trabajo.
Refería al rey: "…en estas provincias hay mucha gente española, así de la
que de ordinario viene de esos reinos, como de los criollos mulatos y
zambaigos, los cuales, con ser personas humildes y pobres, rehúsan el
trabajo y mucho más el servir españoles, de que resultan inconvenientes
claros, con lo cual se dobla el trabajo a los indios…". [7]
El licenciado Salazar, oidor de la Real Audiencia de Panamá,
compartió con el rey su pobre opinión de las gentes de las Indias, y la
relación del ocio con el desorden. En 1592 escribió:
Suplico a Vuestra Majestad sea servido de mandar que se advierta que
las Indias están llenas de gente viciosa y pobre (que son los que
suelen desasosegar la república) que han pasado sin orden y
asentándose del servicio de las armadas, los cuales les será bien
ocuparlos en la guerra; excusarse ha el gasto (que no es pequeño) que
se hace con la gente que Vuestra Majestad manda hacer en Castilla, y
ocuparse han los que están acá y con el ejercicio olvidarán los
inconvenientes que trae la ociosidad. [8]


Como va el dicho popular, "el ocio es la madre de todos los vicios". Por
lo tanto, emplearlos en el ejército les daría orden y ayudaría reducir los
gastos de la Corona.
Regresando a Gómez de Sandoval, en 1610 justificaba el incumplimiento
de diversas cédulas reales que ordenaban no se permitiera quedarse a los
que llegaran a las Indias en barcos de negros o en otros navíos por vía de
Canarias, revelando su opinión sobre los naturales. Informó que muchos de
los individuos a quienes aplicaban estas órdenes se habían convertido en
soldados, tan necesarios para la defensa de la isla y para mantener sus
costas limpias de enemigos. Para cumplir con el número ideal de plazas
militares, añadía, "he procurado sustentar con alguna gente suelta que
viene en los navíos porque de otra manera no se puede hacer, así porque los
naturales no son inclinados a la guerra, como porque el vicio con que se
crían es tan grande que aborrecen todo género de trabajo…". [9]
La Audiencia de Santo Domingo compartía este parecer. En respuesta a
una real cédula relacionada al envío de mil casas o familias de pobladores
canarios, dejan conocer su opinión de quienes ya se encontraban en la Isla.
Informaba que a pesar de que era muy escasa la población de españoles,
éstos no se querían aplicar al trabajo "porque es tan introducido por acá
el tener esto por afrenta, cuando lo es el vivir pobres y necesitados por
no hacerlo, porque como para sus labores y granjerías tienen necesidad de
negros, y éstos no trabajan la mitad de lo que un peón en España, y cuestan
muy caros, y se mueren, es fuerza que estén siempre pobres y con
necesidad". [10]
En 1606 el presidente Osorio nos abre una ventana a la vida doméstica
en Santo Domingo. Se quejaba al rey de lo que él entendía era un exceso en
el número de esclavos que los vecinos tenían en su casa. Sobre esto,
refería "los que no tienen más caudal que veinte o veinte y cinco esclavos
ocupan la mitad de ellos y las veces más era en el servicio de ellas,
siendo cosa tan supérflua y tan costosa, por tener empleado tanta cantidad
en lo que en España se hace con una o dos criadas". [11] Evidentemente, los
pobladores de las Indias habían asumido los conceptos hidalgos del
desprecio por los trabajos realizados con las manos, considerados viles e
indignos de personas de honra.
Una carta de la Real Audiencia de Santo Domingo refuerza esta visión,
informando que las labores mecánicas y manuales las relizaban los negros y
los mulatos:
Y es infalible que la ocupación y trabajo de estas mujeres y hombres
pobres no bastarían acaudalar ocho reales en toda una semana, porque
para las costuras y labores de camisas y ropa blanca hay muchas negras
y mulatas libres que no se ocupan en otra cosa. Y los esclavos pagan
a sus amos tarea y jornal en estas costuras. Y la misma razón corre
en cuanto a los hombres, porque las labores del campo y oficios
mecánicos del pueblo lo hacen negros y mulatos libres, y esclavos
jornaleros. [12]


Numerosas referencias a los habitantes de las Indias por parte de los
funcionarios reales reflejan la "otredad" de aquellos. En 1604 el fiscal
en Santo Domingo, Pedro de Arévalo Sedeño menospreciaba la preparación del
clero criollo. Sobre los frailes y religiosos vertía su opinión de que "no
son tan observantes como en España y mucho menos lo son los criollos que
han nacido en estas tierras y recibido aquí el hábito, porque los que de
allá vienen ya profesos son los que sustentan la observancia y son causa
que del todo no se olvide la regla, haciendo en esto notable ventaja a los
criollos". [13]
En voz de miembros de las dos Reales Audiencias que tenían a la
Cuenca del Caribe como jurisdicción, los caribeños eran ociosos y dejaban
el trabajo a los negros, además de desordenados y poco inclinados a las
cosas de guerra.

3. PARCIALIDADES
El compadrazgo y las enemistades se materializaron tempranamente en el
Caribe, dando pie a la creación de bandos entre los colonos. Desde la Real
Audiencia de Santo Domingo, dos voces se alzaron para descubrir esta
situación. Por un lado, el oidor Pedro Sáenz Morquecho denunciaba el
problema que representaba para la administración de justicia las amistades
entre los oficiales reales y el pueblo. Por esa razón, no era posible
conseguir que ofrecieran testimonios unos contra los otros, aunque sí los
ofrecían contra los oficiales reales y los jueces. [14]
Por otro, el presidente Gómez de Sandoval escribiría al rey en
relación a la revocación del grado de apelación a los corregidores por ser
naturales de la tierra y "disimularles muchos delitos". [15] Sobre esta
situación, el oidor de Panamá, Diego de Villanueva Zapata, informaba:
Este lugar de pocos vecinos y más avenidos está lleno de
contradicciones y pasiones, y no hay caso ni persona que no tenga
amigos defensores y contrarios perseguidores, y así de palabra y con
juramento cada uno dice según siente o tiene la afición, cosa
trabajosa y que oscurece algunas veces la verdad y es impedimento de
que el deseoso de apurarla no lo pueda hacer como quería y aun en el
consejo real de Vuestra Majestad se hacen las relaciones como
sospechosas por esta variedad de escritores y testigos… [16]


En 1595, el gobernador de Puerto Rico escribía en relación al problema
que representaban las rivalidades entre los miembros de la Real Audiencia
de Santo Domingo y las parcialidades que asumían los vecinos. Expresaba
que "…no se podrá hacer el servicio de Vuestra Majestad porque tan
públicamente traen los bandos unos contra otros y tienen sus parcialidades
en la tierra, diciendo 'yo soy del bando de tal oidor' y otros de otro y
otros del presidente, y esto públicamente lo dicen los vecinos de la
tierra…". [17]

En Panamá, Melchor Suárez de Poago, quien actuaba como visitador en
relación a los problemas entre el presidente y los oidores de la Real
Audiencia de Panamá, reportada una situación idéntica, señalando su origen.


Este lugar es de muy corta población, pues no pasan de 200 vecinos los
que tiene. La mayor parte de éstos y de la gente más granada han
declarado como testigos, unos por el Presidente y otros por los
oidores. Y como el lugar es tan corto, se sabe quién[es] son y lo que
han declarado. Júntase de esto los naturales, tan fuertes de algunos
de los oidores y tan enderezados a inquietudes. Y los ánimos de unos
y otros ministros tan venenosos y tan arraigados en rencor y deseo de
venganza, que para tomarla unos contra otros y contra los testigos que
han declarado son públicas las injurias, agravios y amenazas… [18]




Los funcionarios reales construyeron una imagen del vecino de las
ciudades del Caribe como apasionado en cuanto a sus relaciones, cerrándose
en amistades que darían paso a confrontaciones y al surgimiento de
enemistades. La pasión los llevaría a extender la verdad al punto de
favorecer a los suyos, más allá de lo que sería veraz. Los conductuales
son uno de los valores que reconoce Andújar en la forja de las identidades
de los pueblos.


4. LA TIERRA ADENTRO
En el fondo de la escala social, y fuera de las ciudades, se
encontraba la mayoría de las personas que vivían "la tierra adentro"; es
decir, lejos de la supervisión que proveían los centros de poder.
Constituían una especie de masa anónima que sufría de una imagen negativa
generalizada por su modo de vida, más laxo que lo que hubieran preferido
los funcionarios reales. Esto se debía en parte a que aprovechaban la
distancia física de las capitales para vivir de acuerdo a sus necesidades,
explotando oportunidades como las que representaba el contrabando con
extranjeros, y libres de las convenciones sociales que regían a aquellos
centros de poder.
En 1604, el presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo se
refería a los pobladores de la "tierra adentro" de la siguiente manera:
"…considerando que lo que puede dilatar que no se haga [las despoblaciones
de la Banda Norte] es solo lo que he escrito a Vuestra Majestad de la gente
perdida que hay en esta isla, que como es tan larga hacen la vida a esta
medida, sin temor de justicia divina ni humana…". [19] Con una opinión muy
dura, Osorio califica a los pobladores que rescataban en aquella región
como "hombres baldíos sin oficios y que no sirven y andan baldíos por
los... lugares de esta isla… gente perdida…". [20]
El gobernador de Venezuela, Alonso Suárez del Castillo, denunciaba la
manera en que se repartía la justicia en aquella jurisdicción como
consecuencia del nombramiento de un vecino del lugar a un oficio real. En
su carta, nos lleva a la "tierra adentro" de la provincia, "a donde no para
negocio en solo lo dicho [irregularidades en la ejecución de la justicia]
sino que sin ningún temor de Dios ni de Vuestra Majestad ni de su justicia,
usan de hiervas perversas que con po[co] enojo que con uno tengan es fácil
matarlo sin que haya habido justicia que lo remedie…". [21]
En la tierra adentro, los hatos y las estancias recogían a
comunidades mixtas que incluyeron blancos, mulatos y negros esclavos.
Estas gentes darían vida al surgimiento del campesinado en el Caribe. [22]
La forma de vida giraba en torno a la montería de vacas, de las cuales se
tomaba la carne y el cebo – que se utilizaba también para contrabandear en
la isla de Trinidad. [23] Se reconoce que en los hatos la vida era más
libre para los esclavos, a quienes en ocasiones se llegó a prohibir que
pudieran salir a montear reses.
Conocemos el mobiliario de las casas de los residentes en la "tierra
adentro" gracias al juicio que pasó el presidente Osorio sobre las pérdidas
que reclamaban los pobladores que representaría la mudanza de sus pueblos.
Según opinaba, las posesiones de estas personas consistían en "algunas
sillas y bancos hechas de sus mismas manos de ellos o de sus esclavos, con
los cueros de sus vacas, que donde quiera las podrán volver a hacer, porque
camas ni mesas ni otros aderezos de los que se usan en España que pudiera
embarazar el traerlo por caminos largos no lo tenían, ni entre ellos se
usaba…". Además, las casas eran de paja, que podrían ser reconstruidas en
cualquier otro lugar. [24] Este ajuar contrasta dramáticamente con el de
las casas capitalinas, amuebladas con camas doradas y escritorios alemanes.
[25]
Gómez de Sandoval nos revela la libertad con la que los negros y
mulatos vivían en la tierra adentro. Hacía referencia al fenómeno de
mayorales mozos y esclavos de servicio de los hatos, y mencionaba que a
ellos acudían muchas mulatas y negras ganaderas y libres "dando ocasión a
los mayorales vaqueros mozos y esclavos que ofendan nuestro Señor y a que
hurten a sus dueños para pagar los excesos que con ellos cometen". [26]
Desde Panamá, el presidente de la Audiencia, Francisco Valverde de
Mercado reflejaba la realidad que representaba la vida en los hatos para
las provincias de las Indias. Aunque pobres y sin ajuares para vestir,
vivían felices. Valverde señalaba que
...de 10 a 12 años a esta parte, los vecinos de la ciudad de Nata se
han inclinado a vivir en sus hatos de ganado que tienen en aquella
comarca sin hacer vecindad en aquella ciudad, y que hay pocas casas y
así lo que dice la pobreza, la falta de estimación de ganado por haber
crecido en otras partes de este reino, y particularmente en la
jurisdicción de esta ciudad de Panamá, ha dado causa a que los vecinos
se contenten con vivir miserablemente en sus hatos, donde excusan
vestidos suyos y de sus mujeres e hijos, y aunque a la frecuentación
de los sacramentos asisten menos de lo que fuera razón, ellos muestran
de esto harto sentimiento y algunas veces lo ha comunicado conmigo el
dicho gobernador y siempre se les manda que vivan en la ciudad y
tengan sus casas pobladas, y no se procede a ejecución rigurosa por la
pobreza, como tengo dicho de los dichos vecinos, y porque hay muchos
de ellos que no tienen una negra de servicio, e indios e indias que
solían tener; los he ido reduciendo a sus poblaciones y naturalezas...
[27]

Dando importancia al alejamiento del cumplimiento de los requisitos de
la Iglesia, por el cual los vecinos de la tierra adentro debían pasar a los
pueblos a oir misa semanalmente, el gobernador de Santa Marta, Diego
Fernández de Argote, reportaba la necesidad de mantener pueblos donde la
gente de los hatos pudiese pasar a oír misa. [28]
Si fueron la raíz del campesinado que surgirá en la región
posteriormente, encontramos grupos de personas que no se regían por los
convencionalismos prevalecientes en el periodo tardío del Imperio español
en el Caribe. Su conducta atentaba contra los estándares morales que
promovía el poder colonial, y, peor aún, eran felices a pesar de que
ofendían a Dios.

5. PROBLEMAS SOCIALES
Sobre algunos de los problemas sociales en las Indias, el gobernador
de Puerto Rico, Gabiel de Rojas Páramo, destacaba los amancebamientos y
advertía la manera en que la clase dominante resistía los esfuerzos por
ponerles fin:
...y tengo mucha necesidad de la ayuda de la doctrina y santidad del
obispo de esta isla y de estos buenos frailes para poder desarraigar
del demonio a muchos hombres principales y de lo más granado de esta
ciudad y muchos del cabildo de ella que viven tan desenfrenadamente en
materia de amancebamientos con mujeres casadas y solteras, que obligan
a que en los púlpitos se lo prediquen y digan cada día y aun con todo
eso no basta sino que antes, en saliendo de la iglesia, andan haciendo
corrillos sobre los sermones, y particularmente cuando la reprehensión
es de su prelado y obispo, que aun sobre esto he tenido algunas
pesadumbres con ellos, porque hablan desvergonzadamente y con
atrevimiento, a cuya causa habré de desterrar algunos para apartarles
de la ofensa que a Dios hacen que como son hombres poderosos les
parece que no hay justicia para ellos, procurando venganza por las
vías que pueden, así contra el obispo como contra los demás
sacerdotes... [29]

En La Española, la esposa del extranjero Juan de Monpobilla, Juana de
Rivera, estaba amancebada con el licenciado Gonzalo Mejía de Villalobos.
Ante esta situación, Monpobilla la abandonó con dos hijas y se fue a
Francia, su tierra natal, en un navío francés por la banda del norte. [30]
Por su parte, Catalina de los Ángeles, residente en Santa Marta, fue
delatada en 1593 como la manceba del gobernador Francisco Marmolejo. [31]
La portuguesa María Rodríguez vivía en Cuba, con casa propia, estancia
y esclavas. Casada con portugués, cuyo marido hacía cuatro años había
salido a Sevilla, de donde la envió a buscar para hacer vida maridable.
Ella se excusaba diciendo que no había quién le comprara su hacienda, sin
mucha pérdida, y que su marido la dejó muy empeñada, por lo que ella tenía
que ir pagando lo que debía. Tras averiguaciones, se supo que no era
pariente de Pedro Francisco, con quien vivía, sino que estaban amancebados,
por lo que fueron acusados y él desterrado de la isla, aunque apeló a la
Real Audiencia de Santo Domingo. [32]
Estos "crímenes" no excluían a las clases dominantes. En los cargos
que se le pusieron al oidor de la Real Audiencia de Santo Domingo,
Francisco Manso de Contreras, se le descubrió el cobro de perdones por
medio de favores sexuales. Por lo completo e ilustrativo del texto,
citamos el cargo íntegramente.
Iten, se le hace cargo que en la comisión de rescates a que fue la
vista de Azua, habiendo resultado culpa contra Paulo de Araujo y María
Magdalena, mulata, su amiga, y por ello desde Azua enviado a esta
ciudad de Santo Domingo a prender a los susodichos y les secuestrar
sus bienes y se tuvo por cierto que para la dar tormento, y habiendo
sido presa en esta dicha ciudad, y llevado ante el dicho oidor al
ingenio de Nigua, del depositario, y habiendo ido con ella otra
mulata, Mari Núñez, con quien el dicho oidor tenía amistad, la cual
rogó por la dicha María Magdalena, y así a la una y la otra el dicho
oidor las tuvo en su aposento y a la dicha Mari Núñez de noche, y se
entendió que para dormir con ella, por cuya causa luego soltó a la
dicha María Magdalena, y en el mismo ingenio habiéndose presentado por
preso el dicho Araujo, las soltó el dicho oidor y no procedió más
contra ellos. [33]


El amancebamiento se castigaba con multas y destierros. En La
Española, doña Guiomar de Guzmán tenía "amistad" con Baltasar de Plasencia.
El oidor Gonzalo Mexía de Villalobos tenía enemistad con Plasencia, por lo
que trató de lograr que doña Guiomar le pusiera una demanda por estupro,
con la promesa de que así se casaría con ella. Al negarse, la acusaron de
amancebamiento, con una multa de cien ducados buenos y seis años de
destierro. La cosa no terminó ahí, puesto que doña Guiomar intentó hacer
descargo y presentar sus pruebas, no se la quisieron recibir, y por el
contrario, la amenazaron con diferentes personas, "las cuales fueron de
manera que la mujer se volvió loca, como lo está, y actualmente estando en
este estado, y desposeída de su hacienda como loca la hicieron". [34]
No sólo se cometían crímenes contra las leyes del Hombre, sino también
las de Dios. La sodomía queda registrada en pocas pero interesantes
instancias. En Cartagena, en 1595 fue condenado el negro Juan Gerónimo por
haber cometido el pecado nefando con César de Bartolomé, y Tomás Ximénez,
todos forzados de las galeras. Se les dio tormento a los tres y se
hicieron diligencias para averiguar, siendo condenados a ser quemados. [35]
Esta situación parece haber sido común entre los forzados. Juan Martín de
Marchena, que se hacía llamar Juan Bautista de Tetuán, había sido condenado
a servir en las galeras por seis años, siendo recibido en 1586; cumpliría
su sentencia el 19 de junio de 1592. [36] En 1594 fue encontrado culpable
de cometer el pecado nefando con Diego Ruiz Mohan; "murió sobre la fragata
napolitana yendo por remos a Panamá", pero Ruiz Mohan fue encontrado
culpable y condenado a ser quemado, ejecutándose la condena el 13 de abril
de ese año. [37]
En Cuba, el gobernador Juan Maldonado Barnuevo refería el problema de
los sodomitas en la galera capitana y otras gentes, como mulatos negros y
mestizos. Informa que había quemado a 46 personas de dos meses a esa
parte, "con que se acabó todo lo que se pudo saber". Añadía que habían
sido culpados por confesiones de los demás muchos moros de la misma galera.
[38]
Los amancebamientos continuarán siendo un serio problema, tanto para
las autoridades civiles como para las eclesiásticas. En el siglo XIX, la
administración civil de Puerto Rico Isla pasará el problema a la Iglesia,
para que desde el púlpito, los párrocos predicaran contra el concubinato,
imponiendo amonestaciones y penas espirituales. [39]

6. EL JUEGO
Una real cédula del 25 de julio de 1609 nos retrata la costumbre de
jugar en las sociedades indianas. Se ordenaba tener "especial cuidado que
en esta ciudad y distrito de esta Audiencia no consienta haya tablajes
públicos, así en las casa de los corregidores como en las de particulares y
eclesiásticos". En su respuesta, Gómez de Sandoval niega que las haya, "y
si alguna vez se jugó, ha sido en diferentes casas de hombres principales,
no asistiendo a jugar en ellas sino cuanto duran las ocasiones de bodas,
desposorios y bautismos, sin haber exceso en ello". [40]

A pesar de la negativa del Presidente, las referencias a la presencia
de estos tablajes son frecuentes. En 1601 el oidor Pedro Sáenz Morquecho,
que actuaba como presidente por la muerte de Diego Osorio, informó al rey
que había quitado los tablajes de juegos que había en casa de dos
regidores; también que Tomás Franco estaba preso por haberse alzado con
sus bienes, y que en la cárcel retobaba (sic) naipes y los vendía; que se
los quitó e hizo pregonar el estanco de naipes en la Isla. [41] Entre los
cargos de la visita que el oidor Gonzalo Mexía de Villalobos hizo al
gobernador de Puerto Rico, Sancho Ochoa de Castro, menciona: "…ha
consentido y permitido que en su casa y en la del sargento mayor se jueguen
juegos de dados y carteta y otros juegos prohibidos, mandando echar como se
echó bando en esta ciudad para que no se pudiese jugar en otra parte,
habiendo él jugado muchas veces los dichos juegos en su casa contra una
cédula que tiene de Su Majestad". [42]

Sin embargo, la venta de naipes estaba reglamentada por la Corona y
pagaba impuestos. Estos dos datos nos estarían señalando a la existencia
de un hábito entre el pueblo que requería reglas y cobro. En Panamá, el
fiscal Bartolomé Morquecho advertía al rey: "Una de las cosas en que
Vuestra Majestad tiene aprovechamiento en este reino es la renta de los
naipes, y ésta va cada día en disminución por no haber persona que quiera
tomarla en arrendamiento, así porque los que aquí se hacen vienen a ser muy
costosos respecto de valer caro el papel, como por ser excesivos los
jornales de los negros." Recomendaba mandar poner en administración la
renta, pero que se llevaran cada año 8 o 10,000 barajas de naipes, siendo
selladas en Panamá para que no se puedan gastar otros. Informaba que la
gente de mar y guerra que llegaba en las flotas o armadas vendía a tres y
cuatro reales cada baraja, cuando en Panamá valía a ocho. [43]

También en Panamá, el licenciado Manso de Contreras fue acusado de
utilizar los juegos de naipes para encubrir el cobro fraudulento de dinero
de la caja real: "…por decir un mulatillo suyo de doce a trece años que
había jugado con este solicitador a los naipes algunas veces, y ganándole
no sé qué dineros, y no teniendo de qué cobrarlos, trazó de hacerle librar
este salario de la Real Caja sin debérsele ni haberlo servido". El fiscao
Poago remató el informe revelando la debilidad lúdica del Oidor:

Y así el trabajo que el licenciado Manso ha tenido es el que tengo
referido. Sólo es cierto el haber trasnochado, porque no una, sino
muchas noches, le ha sucedido y sucede venir a las tres y a las cuatro
de la mañana de jugar de en casa del licenciado Villalobos y de otros
en entretenimientos que se habla bien mal de ellos, de que han sido
bien mal opinados, donde quiera que han estado. [44]



En la Isla Margarita el gobernador fue acusado por el Obispo Martín
Vázquez de Arce de hacer un juego de trueces por orden de su mujer, "a
donde se juega de día y de noche, y se sacan cada día de los que se juegan
diez o doce pesos de baratos y se hacen diferentes partidos, entrando unos
jugadores y saliendo otros…". Estimó el valor anual de estos juegos en
2,000 pesos. [45]

El gusto por el juego se convertirá en un elemento característico del
caribeño, y al que los gobernantes españoles sacarán partido. Volviendo a
Puerto Rico en el siglo XIX, el gobernador Miguel de la Torre sacará
partido a este gusto. Así, instituirá la política de "baile, botella y
baraja" para controlar a la población, pues un pueblo entretenido no piensa
en rebeliones. [46]




7. EL MAR: AMENAZA CONSTANTE
El medio de comunicación entre las colonias y la metrópoli era el mar.
Sobre la inseguridad que representaba esta situación, el oidor Alcázar de
Villaseñor incluía una reflexión en un testimonio que tomaba en 1599: "…por
ser como son las cosas de la mar dudosas…". [47] La documentación
consultada contiene infinidad de menciones de pérdidas de barcos, algunos
que llevaban correspondencia, y otros que llevaban los tesoros del Perú.
Éste fue el caso de los galeones que llevaban plata y oro desde Cartagena
para La Habana en 1606, pero una tormenta los hundió. [48] En uno de los
barcos iba el presidente de la Real Audiencia de Panamá.
Francisco Tostado de la Peña, de familia dominicana y vecino de
Caracas, fue muerto por una bala de artillería de un navío de piratas que
trató de abordar la fragata Santa Elena de Hernando Riberos, que salió el
18 de septiembre de 1609 de Santo Domingo para Caracas, junto a la costa de
San Germán. El pirata se conocía como el capitán Manuel, y había tomado
otro barco que había salido de Tenerife con vinos para La Española.
Abandonó a los tripulantes y pasajeros en San Cristóbal, de donde fueron
rescatados por residentes de Puerto Rico. [49]
Las razones para atacar barcos españoles en el Caribe quedan recogidas
en el siguiente encuentro. En 1610, el capitán Recharte [¿Richard?] robó
una fragata en la que viajaba el fraile dominico Francisco Manso de
Contreras, sobrino del oidor homónimo, que salía de Santo Domingo para
Caracas. El inglés tomó la fragata y dejó a los pasajeros en tierra en los
Macorices. En conversación con el fraile, el capitán le informó lo
siguiente:
…[él] era de Plemua [Plymouth] y hacía tres años que residía en Argel
y venía con el turco. Había hecho su viaje por la isla de Trinidad,
donde quedaban rescatando como él lo había hecho otros 20 navíos.
Según declaró al fraile, traían "determinación de hacer el daño que
pudiesen, diciendo que ya no había paces y que todos trataban de
buscar su vida y rescatar en todas las Indias, para cuyo efecto traía
mercaderías para 10,000 cueros y fuerza para tomar navíos en qué
enviarlos… [50]


En 1612 el presidente Gómez de Sandoval reportaba el ataque de unos
navíos franceses a los suyos cerca de la costa de Cabo Rojo. Sobre estos
tratados entre España y sus enemigos a las que hacía referencia el inglés
apresado, el presidente expresaba "doy cuenta a Vuestra Majestad de esto
para que vea cuánto importa la asistencia de estos navíos y presidio en
esta isla, y cuán mal cumplen los franceses con las paces asentadas y
juradas por su rey". [51]
Los ataques de corsarios interrumpieron la vida diaria y también
tuvieron su precio. En 1600, la fragata Santa Ana fue tomada por corsarios
ingleses frente a la isla Margarita. Los ingleses llevaron a los pasajeros
hasta las Azores, donde los dejaron en una laja que cubría el mar para que
se ahogaran. Fray Pedro Bejarano pudo ser rescatado por los habitantes de
la isla San Miguel, aunque otros se ahogaron. [52] En 1618 en Trinidad, los
capitanes Arias Nieto y Juan Ruiz Monje se enfrentaron al inglés Guatarral
[Sir Walter Raleigh] cuando atacó la ciudad de San Tomé en Guayana y se
mantuvieron al lado del gobernador Palomeque cuando fueron embestidos por
el inglés, muriendo los tres. [53]

8. EL CONTRABANDO
La contraparte de los ataques de extranjeros a las colonias fue el
contrabando. Conocido en aquellos años como rescates, el contrabando ha
sido un tema harto investigado en la historiografía caribeña. Sin embargo,
las declaraciones que se tomaban a piratas, corsarios y a los rescatadores
mismos nos arrojan una luz fresca sobre este tema familiar, y nos retratan
a apertura de los moradores de la tierra adentro, y de algunos oficiales
reales, a los avances comerciales de estos enemigos de la Corona española.

En 1611, el dueño y maestre de fragata, Agustín de Brito, narró la
ruta de contrabando que siguió el navío inglés que lo capturó:
A los 21 de junio descubrieron otro navío y una fragata entre Ocoa y
La Beata que iba dándoles caza, y habiéndoles alcanzado al anochecer
pelearon con él hasta que la oscuridad de la noche y el tiempo los
apartó. Y que prosiguiendo su viaje, llegaron al puerto de la Sabana,
que es en el Cabo de Tiburón, por la banda del sur, y allí surgieron
para aderezar su navío de los balazos que llevaba, a donde hallaron
otros dos, el uno inglés y el otro flamenco, los cuales rescataron
carne y cueros, pero no supo con quién porque le pusieron debajo de
cubierta, ni más de que era gente ladina, y que los ingleses a quien
preguntó qué población era aquella le dijeron que los que estaban en
ella tenían armas de artillería y municiones, y habiendo estado allí
17 días, hicieron su viaje por el canal de la Bahama a La Trinidad, a
donde hallaron tres navíos flamencos y dentro de pocos días llegaron
otros muchos, y habiendo rescatado el capitán inglés del navío en que
había ido con el gobernador don Hernando de Berrio cantidad de tabaco
por mercadurías, se había ido la vuelta de su tierra, dejándole y en
su compañía a Guillermo Pereyra, francés, y volviéndole su fragata en
la cual fue a Cumaná y a La Margarita, y de allí a este puerto [Santo
Domingo] con pescado. [54]


Este testimonio quedó complementado con el de Pereyra, que también
transcribimos:
Relató que había salido del puerto de Abe de Gracia con un capitán
francés en 1606 con intención de ir a Cuba a rescatar. En el viaje
toparon con un navío inglés que les rindió y tomó lo que llevaban, y
lo tomaron prisionero. Después de un año lo soltó en La Española, en
el Cabo de Tiburón, en el puerto de la Sabana de la Mar. Topó con
cuatro negros que lo llevaron a una población de ellos, donde habría
como 50, muy ladinos, donde estuvo por cuatro años. Los negros
rescataban con ingleses y flamencos carne salada y cueros a cambio de
mosquetes, pólvora, balas, cuerda, lanzas y desjarretaderas, ruan,
paño cañamazo, cuchillos, hilo y 23 negros bozales. Consiguió que uno
de los capitanes ingleses pidiese a los negros que se lo entregaran,
yendo con él hasta La Trinidad, de donde dio libertad a Agustín Brito,
volviéndole la fragata que le había tomado. Acompañó a Brito a
Cumaná, donde cargaron de pescado, y pasando por La Margarita,
llegaron a Santo Domingo. [55]


A pesar de los númerosos intentos por finalizar con los rescates, que
incluyeron el proyecto de movilizar y relocalizar a todos los pobladores de
cuatro pueblos o villas de la banda norte, con todos sus ganados, el
contrabando continuó después de 1605. La armada que se creó para vigilar
las costas de la isla Española, a cargo del hijo mismo del presidente de la
Real Audiencia, tuvo algún éxito en capturar piratas. Uno de ellos, Tomás
Curi, ofreció interesantes testimonios sobre sus "clientes" en las islas,
particularmente en Trinidad.
Entre los objetos encontrados en su barco había cartas y billetes
firmados por los vecinos de la mencionada isla. Éstas demuestran la
confianza y comunicación que había entre los españoles de las islas y los
piratas, declarados enemigos de la Corona. Uno de estos billetes, firmado
por el teniente de gobernador de La Trinidad, leía:
Señor capitán Tomás. No entienda estamos enojados porque Pedro de
Lares se echó a la mar desde su nao, que no es sino porque se le llevó
la piragua con la ropa sin licencia que yo no quería quedarme con ella
y no pagársela muy honradamente con tabaco a su gusto, pero pues no
quiso fiarse de mí, haciendo burla. No importa que más perderá
vuestra merced que yo, porque si no me da la hacienda que estaba en la
piragua, no tiene que aguardarle en el puerto sino irse y no volver a
él en su vida, porque no se echará buen trato ni le dejarán tomar
tierra, agua ni leña, y si me la da, me tendrá por amigo, y a todos
mis compañeros, y tendrá trato todo el tiempo que quisiere y será
bienvenido y se le pagará lo que le deben en el pueblo. Pero si no,
no verá más hoja de tabaco a su bordo porque no me iré de este puerto
hasta que vuestra merced se haya ido y sabrá vuestra merced a quién
hace (folio 2) amistad. Dios le guarde. [56]


Transcribimos en este apartado una de las cartas capturadas en el
barco inglés, que es muy reveladora en su contenido y en su tono.
Vuestra merced sea bienvenido a esta tierra que me [he] holgado mucho
con su venida, aunque este año hemos sido desgraciados, que por falta
de aguas no cogemos sino muy poco tabaco y ése tengo dada la palabra
al capitán Miller y al capitán Moro [¿Morrow, Moore, More?] de
guardarlo para ellos, y no puedo faltar de esto, que los caballeros
guardamos mucho la palabra. Si vuestra merced quiere aguardar a la
cosecha de la Trinidad, holgaré mucho y haré muy buen tratamiento y
muy buen trato, y para este tiempo también habrá mucha cañafístula, de
manera que si vuestra merced aguarda, irá muy bien despachado, y
contento si vuestra merced hubiere menester algo envíe a Richarte, que
todo lo que hubiere menester lo enviaré. Nuestro Señor etcétera-------
----------------[57]


A manera de cierre, entre las razones que tenían los españoles para
visitar los barcos enemigos con los que contrataban era para recibir
servicios médicos. En la declaración que se tomó a Tomás Curri, capitán
del barco con el que se realizaron las transacciones antes mencionadas,
éste destacó que Gómez Hernández había llevado y dejado a un hijo para que
el cirujano que traía en el barco lo tratara de una enfermedad que padecía.
[58]
La comunicación continúa con cartas y argumentos de parte y parte,
reflejan un intenso y extenso proceso de negociación entre los oficiales
reales de las islas y los ingleses que pasaban a comerciar ilegalmente con
ellos. Nos quedan documentadas las relaciones que sostenían los
extranjeros con la gente "baldía" al igual que con altos funcionarios de la
Corona. En una región rodeada por el mar, esta apertura hacia el
extranjero, y el poco apego a las leyes coloniales, se constituirán en
valores actitudinales de los caribeños.


A través de esta investigación, hemos intentado retratar las
sociedades caribeñas en las últimas décadas de la hegemonía imperial
española en la región. En ella hemos descubierto una colección de
individuos y grupos heterogéneos, llenos de actividad económica y
comercial, y de choques de intereses e intrigas. A través de las
referencias en los documentos oficiales, tenemos un atisbo al surgimiento
de una identidad particular, diferente a la del peninsular, que se fue
formando a golpes de la realidad que les tocó vivir, diferencia que
aumentaba según lo hacía la distancia entre los lugares habitados y los
centros de poder de las colonias.
Así, aunque imperfectamente, reflejamos la naciente identidad de la
América temprana en las últimas décadas de la hegemonía absoluta de España
sobre la región, y de los modos de vida de su gente. Aquí quedan los
representantes del poder, por un lado, y por otro, los que hasta la fecha
se han conocido como "los sin historia". Junto a los poderosos hemos
podido conocer a algunos de los individuos que Moya Pons califica como
"actores que se desenvuelven en los márgenes de nuestra visión
acostumbrada, en los intersticios económicos, sociales, culturales y
territoriales…" de un país. [59] Son aquéllos que una mirada contemporánea
calificaba como "gente de poco entendimiento", [60] y que constituirán las
sociedades caribeñas.




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[1] Gaztambide, 2003.
[2] Andújar, 2007, p. 17.
[3] Uribe Fernández, 2014, p. 101.
[4] Cancel, 2012.
[5] Pasek de Pinto, 2006, p. 85.
[6] Moya Pons, 1976, 7.
[7] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 20 ago 1609. AGI, SD 53, R.1, N.27, f. 1v.
[8] Carta del oidor licenciado Salazar. 3 may 1591. AGI, PAN 14, R.7, N.34
f 1v.
[9] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 30 sept 1610. AGI, SD 54, R.1, N.37, f. 1.
[10] Carta de la Audiencia de Santo Domingo. 17 jul 1611. AGI, SD 54, R.2,
N.71, f. 1.
[11] Carta de Antonio Osorio, presidente de la Audiencia de Santo Domingo.
12 oct 1606. AGI, SD 52, R.6, N.74, f. 2v.
[12] Carta de la Audiencia de Santo Domingo. 27 oct 1608. AGI, SD 52, R.8,
N.138, f. 1v.
[13] Carta de Pedro de Arévalo Sedeño, fiscal de la Audiencia de Santo
Domingo. 20 dic 1604. AGI, SD 52, R.4, N.15, f. 1v.
[14] Carta de Pedro Sáenz Morquecho, oidor de la Audiencia de Santo
Domingo. 8 feb 1601. AGI, SD 52, R.1, N.1, f. 1v.
[15] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 2 may 1610. AGI, SD 54, R.1, N.12, f. 1.
[16] Carta del oidor Diego de Villanueva Zapata. 20 may 1596. AGI, PAN 12,
R.72, f. 1v.
[17] Carta de Pedro Suárez Coronel, gobernador de Puerto Rico, al rey. 15
feb 1595. AGI, SD 155, R.12, N.140, f.1v.
[18] Carta del fiscal Melchor Suárez de Poago, al rey. 13 jun 1614. AGI,
PAN 16, R.6, N.67, f.1v.
[19] Capítulo de Antonio Osorio, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 15 dic 1604. AGI, SD 52, R.4, N.10, f. 1.
[20] Carta de Antonio Osorio, presidente de la Audiencia de Santo Domingo.
12 octa 1606. AGI, SD 52, R.6, N.73, f. 4.
[21] Carta de Alonso Suárez del Castillo, gobernador de Venezuela. 7 sept
1602. AGI, SD 193, R.13, N.36, f. 1v.
[22] Sydney Mintz ha escrito sobre el tema del surgimiento del campesinado
en el Caribe, proponiendo categorías según la actividad productiva en la
que se vieron involucrados: Mintz, 1985, pp. 125–153.
[23] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 20 ene 1610. AGI, SD 54, R.1, N.1, f. 1.
[24] Carta de Antonio Osorio, presidente de la Audiencia de Santo Domingo.
20 ago 1605. AGI, SD 52, R.5, N.28, f. 1v.
[25] Estos artículos de lujo aparecen registrados desde Sevilla hacia
varios puntos de la cuenca del Caribe. En 1609, Melchor de torres de la
Cámara registró para Alonso Álvarez Muñiz en Tierra Firme un cajó con la
madera de una cama dorada con sus estopas. Registro del navío Nuestra
Señora de la Concepción. 1609. AGI, CT 1155A, N.2, f. 88.
[26] Expediente sobre varios puntos relativos al funcionamiento de la
Audiencia de Santo Domingo. 3 oct 1608 – 11 jul 1621. AGI, SD 52, R.8,
N.131, fs. 1-2.
[27] Carta del presidente Francisco Valverde de Mercado. 23 may 1609. AGI,
PAN 16, R.1, N.4, f. 10.
[28] Carta de Diego de Argote, gobernador de Santa Marta. 21 jun 1612. AGI,
SF 49, R.15, N.104, f. 1.
[29] Carta de Gabriel de Rojas, gobernador de Puerto Rico. 29 feb 1609.
AGI, SD 155, R.16, N.205.
[30] Testimonio de autos. 1606. AGI, SD 17, N.12, f. 50.
[31] Carta de Francisco Manso de Contreras, gobernador de Santa Marta. 7
abr 1593. AGI, SF 49, R.12, N.48, f. 3v.
[32] Carta de Pedro de Valdés, gobernador de La Habana. 12 ago 1607. AGI,
SD 100, R.2, N.57, f. 1.
[33] "Testimonio del estado de la visita que el señor presidente de Santo
Domingo por comisión de SM tomó a los licenciados Villalobos y Manso,
oidores". Carta de Antonio Osorio, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 25 mar 1607. AGI, SD 52, R.7, N.92.
[34] Información. Testimonio de autos. AGI, SD 17, N.12, f. 5.
[35] "Título de Teniente de gobernador de Cartagena, 4 mayo 94". Expediente
relativo a don Juan de Quincoces, teniente general de Cartagena. 2 jul
1600 a 19 jul 1601. AGI, SF 38, R.1, N.26, f. 11.
[36] "Relación de los forzados de las galeras". Carta de Pedro de Lodeña,
gobernador de Cartagena. 29 ago 1591. AGI, SF 37, R.6, N.101, f. 12.
[37] "Título de Teniente de gobernador de Cartagena, 4 mayo 94". Expediente
relativo a don Juan de Quincoces, teniente general de Cartagena. 2 jul
1600 a 19 jul 1601. AGI, SF 38, R.1, N.26, f. 11v.
[38] Carta de Juan Maldonado Barnuevo, gobernador de La Habana. 2 ago 1596.
AGI, SD 20, R.204.
[39] Medidas gubernamentales contra el concubinato. 1845. Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, Expediente 43.
[40] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 30 dic 1609. AGI, SD 53, R.1, N.52, f. 1.
[41] Carta de Pedro Sáenz Morquecho, oidor de la Audiencia de Santo
Domingo. 20 feb 1601. AGI, SD 52, R.1, N.2, f. 2.
[42] "Autos de la visita del oidor Gonzalo Mexía de Villalobos contra el
gobernador Sancho Ochoa de Castro". Carta de Sancho Ochoa, gobernador de
Puerto Rico. 27 oct 1605. AGI, SD 155, R.15, N.175, f. 21.
[43] Carta del fiscal Bartolomé Morquecho. 8 may 1609. AGI, PAN 16, R.1,
N.3.
[44] Carta del fiscal Melchor Suárez de Poago. 17 nov 1615. AGI, PAN 16,
R.7, N.83, fs. 2 y 5v.
[45] Memorial de 74 capítulos del obispo M. Vázquez de Arce contra
Francisco Manso de Contreras y otros oficiales reales. 26 jul 1604. AGI,
SD 172, fs.403-453v.
[46] Trías Monge, 1989, p. 44. Según el Gobierno de Puerto Rico, en 2014
los juegos de azar generaron sobre US$5,600 millones de dólares, que
incluyen las máquinas tragamonedas, los casinos, la lotería tradicional,
la lotería electrónica, las carreras de caballos y las galleras. Ley Núm.
199 de 2014. www.lexjuris.com/lexlex/Leyes2014/lexl2014199.htm. Capturado
el 8 de noviembre de 2015.
[47] Testimonio de la declaración tomada a Tomé Rodríguez por la Audiencia
de Santo Domingo. 18 ago 1599. AGI, SD 51, R.20, N.164, f. 4v.
[48] "Testimonio de las gestiones que hizo el gobernador Pedro de Valdés
para recuperar el oro y la plata y la gente de los galeones perdidos tras
la tormenta". Expediente sobre las diligencias de busca de los galeones
del palaje. 2 abr 1606. AGI, SD 100, R.2, N.32, f. 1.
[49] "Información sobre haber tomado un navío de franceses en la isla de
Puerto Rico...". Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la
Audiencia de Santo Domingo. 10 mar 1610. AGI, SD 54, R.1, N.8, fs. 1-2v.
[50] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 6 jun 1610. AGI, SD 54, R.1, N.20, f. 1v.
[51] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 31 ago 1612. AGI, SD 54, R.3, N.96, f. 1v.
[52] Informaciones: Alonso Suárez del Castillo. 1580, 1590, 1600. AGI, SD
16, N.1, fs. 54v y 62.
[53] Carta de Juan de Haro, gobernador de Cumaná. 20 jun 1618. AGI, SD 187,
R.5, N.33, f. 1v.
[54] Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo
Domingo. 29 may 1611. AGI, SD 54, R.2, N.49, fs. 1-1-v.
[55] Ibid, fs. 2-2v.
[56] "Auto sobre los papeles y billetes que se encontraron en el barco del
capitán inglés Tomás Curi". Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente
de la Audiencia de Santo Domingo. 15 jul 1611. AGI, SD 54, R.2, N.62, fs.
1v-2.
[57] "Auto sobre los papeles y billetes que se encontraron en el barco del
capitán inglés Tomás Curi". Carta de Diego Gómez de Sandoval, presidente
de la Audiencia de Santo Domingo. 15 jul 1611. AGI, SD 54, R.2, N.62, f.
4v.
[58] "Despachos sobre los rescates de La Trinidad y comprobaciones que se
hicieron de algunos billetes originales con el capitán Tomás Curri,
inglés, de vecinos de La Trinidad. Van asimismo otras declaraciones de
algunos flamencos que se sacaron". Carta de Diego Gómez de Sandoval,
presidente de la Audiencia de Santo Domingo. 15 jul 1611. AGI, SD 54,
R.2, N.62, f. 1.
[59] Moya Pons, 2009, p. 20.
[60] Testimonio de los autos hechos por Hernando Varela, juez de comisión,
contra Simón de Meneses, oidor de la Audiencia de Santo Domingo. 28 oct
1597. AGI, SD 51, R.19, N.162, f. 11. Se refería a los vecinos de la
tierra adentro, casi todos involucrados en el negocio del contrabando.
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