Cornelius Castoriadis. Figuras y praxis de la autonomía

September 3, 2017 | Autor: Fernando Golvano | Categoría: Autonomia, Filosofía Política, Filosofía
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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

Cornelius Castoriadis Figuras y praxis de la autonomía texto de Fernando Golvano

V

o l ver a Ca s t o riadis es vo l ver a pensar su elucidación sobre el proyecto de autonomía, la imaginación radical, la subjetividad re f l e x i va, la va l i d ez de derecho de nuestra s s o c i e d a d e s,la creación histórico-social, la noción de ve rdad, el conflicto entre psique y sociedad, y sobre tantas cuestiones relacionadas con el pensamiento y el hacer político instituyente que estas bre ves notas apenas logran esboz a r.

El proyecto de autonomía no es una fulguración en un cielo límpido. En verdad, va con otra cosa, condiciona, motiva, incita a otra cosa. Resumiendo, a lo mejor de la creación que nos rodea. (...) Donde no hay voluntad, no hay camino, sino únicamente devenir CASTORIADIS, Hecho y por hacer, 1997

La pasión y la voluntad reflexiva de este filósofo, economista, psicoanalista y militante de la emancipación humana, de este “titán del espíri t u” –en palabras de su amigo Edgar Mo rin–, se desplegó en una encrucijada incómoda frente al pensamiento heredado, los linajes marxistas y las d e ri vas reduccionistas de las diversas escuelas adscritas al psicoanálisis. Quizá por todo ello, su transgresora y cabal a p o rtación sigue siendo bastante ignorada tanto en el en72 / El Viejo Topo

t o rno del pensamiento crítico como en el académico. Con todo, parece emerger un nuevo intersticio crítico a través de la publicación de sus seminarios de los años ochenta, la edición y traducción de anteri o res trabajos y la difusión de sus ideas a través revistas y sitios de intern e t . Siempre defendió que filosofía y democracia, desde su o rigen común en la antigüedad griega, son solidari a s, dado que ambas expresan (deberían expresar) el re c h a zoa la heteronomía (a saber, el rechazo a toda autoridad o fuente extrasocial de legitimación de la verdad y la justicia). Toda su elucidación teórica y su pasión crítica es una invitación a pensar, a cuestionar la filosofía y las significaciones imaginarias heredadas. Al final de su ensayo Hecho y por hacer (1997) dice: «pero algo es seguro: no va a ser c o r riendo detrás de lo que “se usa” y “se dice”, ni emasculando lo que pensamos y quere m o s, como vamos a aum entar nuestras posibilidades de libertad. No es lo que

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existe, sino lo que podría y debería existir, lo que necesita de nosotros». El proyecto de autonomía Desde adolescente quedó muy fascinado por la filosofía. A finales de 1945 se marcha a París para seguir con sus estudios de doctorado en filosofía. En esa ciudad se vincularía al trostskista PCI hasta 1948. Pero reconoció que fue desde las ideas políticas y no tanto desde una interrogación filosófica como emergió su reflexión sobre la autonomía (ya presente en sus primeros textos de Socialismo o Barbarie, 1947-1949) y la potencia creadora de las clases trabajadoras y del imaginario instituyente. La critica a los regímenes autodenominados socialistas se anudaba al análisis y rechazo de la economía capitalista contemporánea al tiempo que iba definiendo su filosofía de la institución imaginaria; de la sociedad. Su alejamiento del trostkismo estuvo motivado por la incapacidad de éste para dar cuenta de la verdadera naturaleza de la URSS (régimen de capitalismo burocrático y totalitario y no “Estado obrero degenerado” como lo definían). Junto a Claude Lefort, y otros críticos de esa corriente marxista, funda el grupo y la revista Socialismo o Barbarie, que se mantendrán hasta 1966-67. Durante ese periodo y hasta principios de los años setenta se ocupó menos de la acción política y se dedicó más la profundización de la crítica al estalinismo, al leninismo, y al trotskismo, además de elaborar una profunda revisión crítica del marxismo. Esa relectura de Marx se complementará con otra fértil relectura de Freud en los años siguientes. Su reelaboración de las aportaciones freudianas sobre la psique le permitirá asumir el psicoanálisis como actividad práctico-poiética, análoga a la de la pedagogía y la política, y cuyo objetivo «es crear formas nuevas que son los individuos autónomos y una sociedad autónoma». En su programa de investigación crítica desarrollado en los años sesenta y setenta reformulará el proyecto de autonomía, que vendrá a reemplazar la noción de socialismo y que al mismo tiempo conllevará la renuncia a las ilusiones y ficciones de una “filosofía política racional”. Lo social-histórico será entendido como una form a ontológica que puede cuestionarse a sí misma y, mediante esta actividad autorreflexiva, alterarse explícitamente. De este modo, postularía una ciencia general del ser humano que integrara una dimensión antropológica, filosófica, política y psicoanalítica. Sin dogmas, ni telos o

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mitos escatológicos que orienten definitivamente el devenir humano, sin verdades esencialistas que descubri r, queda entonces la interrogación sin fin que nos permita elucidar, dando cuenta y razón, otras formas de vida y de sociedad. La idea de autonomía (esa capacidad de cuestionar lo heredado y darnos nuestras propias leyes) recreada en la acción instituyente del ser humano, de la colectividad y de lo social-históri c o, conduce su reflexión a la idea de la institución imaginaria de la sociedad. Precisa-mente, con ese título publica un extenso volumen en 1975 (publicado en castellano en dos volúmenes: el primero, Marxismo y teoría revolucionaria, en 1983; y el segundo, El imaginario social y la institución, en 1989), en el cual ajusta cuentas críticas con el marxismo y el estru c t uralismo que a la sazón tan en boga estaba en algunos ent o rnos de la izquierda europea y la filosofía heredada. La profundidad de su crítica al marxismo ya venía configurándose en varios artículos publicados en la revista El Viejo Topo / 73

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Socialismo o Barbarie (principalmente en «Ma rxismo y Feuerbach reconocía esa cuestión al dejar escrito que «los teoría revolucionaria», 1965) y recogidos también en La seres humanos están condicionados por el estado de cosas institución imaginaria de la sociedad. Así, por ejemplo, existente, que sólo pueden modificarse mediante su impugna la concepción materialista de la historia, y tamacción». No obstante, Castoriadis, en su ensayo He re n c i a bién cuestiona el determinismo histórico en el que se insy revolución (1996), o b s e rva que Ma rx prefirió buscar más c ribe esa teoría, dado que pretende que «puede reducirse bien «causas sólidas, es decir, garantías de y para la revolula historia a los efectos de un sistema de fuerzas sometidas ción. Consecuencia de esto es su escaso interés por los ellas mismas a leyes comprensibles y p roblemas de la acción y de la organizadefinibles de una vez por todas, a part i r ción políticas como tales: en su lugar, de las cuales estos efectos pueden ser busca “leyes” económicas capaces de Marx tuvo un íntegra y exhaustivamente producidos (y llevar el hundimiento del capitalismo» escaso interés por por lo tanto también deducidos)». En ese (Figuras de lo pensable, 1999). Por lo tanlos problemas de nuevo enfoque de Castoriadis, el pro l eto el cambio político exige a su vez el tariado deja de tener ese destino emancambio de las costumbres y de las signila acción y de la cipador; más aún, no habrá ya ningún ficaciones imaginarias sociales arraigaorganización sujeto colectivo predestinado a realizar o das en un contexto social-histórico dapolíticas hegemonizar la tra n s f o rmación social; do, algo que ya fue lúcidamente captado como tales. como tampoco el marxismo ni ninguna por Rousseau, Platón, Ma q u i a velo o otra teoría garantizarán una indagación Montesquieu, para quienes «no puede radical y permanente del mundo conhaber institución “política” que, desde la temporáneo. Esta posición no conduce necesariamente a cúspide a la base, del nivel más superficial al más profunla defensa del escepticismo; sino antes bien debe reclamar do, no esté ligada a las costumbres, a las Si t t e n, a la totaliuna filosofía de la acción y de la reflexión: «hay realmente dad de la estructura antropológica, psicosocial de los indien cada instante para un estado determinado de nuestra viduos que viven en tal sociedad». experiencia, verdades y errores, y siempre la necesidad de Sabido es que toda tentativa revolucionaria o de tra s f o refectuar una totalización provisional, en movimiento y mación radical topa con esa cuestión, y por ello el potena b i e rta siempre, de lo verdadero. (...) En cada etapa de cial tra n s f o rmador de la clase obrera, por ejemplo, no ha n u e s t ro desarro l l o, debemos pues afirmar los elementos dependido tanto de su condición alienada cuanto de su de los que creemos poder estar seguros, pero también capacidad de autocreación en tanto que clase y elemento reconocer –y con absoluta sinceridad– que en las fronteras actuante en el seno de una sociedad capitalista: «en los de nuestra reflexión y nuestra práctica se encuentra n países “europeos”, el movimiento obrero se autocreó; pero necesariamente problemas cuya solución no conocemos esto fue posible gracias a la herencia, a la tradición del por anticipado». (La experiencia del movimiento obrero I I, movimiento democrático presente en la historia de estos 1974). países, a la orientación ofrecida por el proyecto social-hisConsidera absurda la idea de revolución total, por cuant ó rico de autonomía nacido en el seno del mundo “euroto que en la vida social lo inalterado sería mayor que lo peo”. Es, por tanto, perfectamente comprensible que, antransformado. El devenir histórico conlleva siempre una tes de la degeneración burocrática (socialdemócrata o boldialéctica de herencia y cambio; y parte de la siguiente chevique), el movimiento obrero crease instituciones de premisa ontológica: la historia humana es creación. Pero carácter profundamente democrático, algunas de las cuano podemos ni “explicar” ni “predecir” tal creación, pues les dejaban atrás las formas del movimiento democrático no está determinada; es, más bien, determinante. A su vez, b u rgués y resucitaban pri n c i p i o s, olvidados hacía ya también su tiempo y su ritmo forman parte de la creación. mucho tiempo, enraizados en las instituciones de la Grecia Esa naturaleza creativa de lo humano y de lo social-históantigua, como la rotación de los representantes en los sinrico, esa potencia poiética que pertenece a la imaginación dicatos británicos del primer periodo; la importancia de radical individual y colectiva, no fue percibida de manera las asambleas generales soberanas de todos los intere s aprofunda por Ma rx, a pesar de que en sus tesis sobre dos y la re vocabilidad permanente de los representantes

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introducida en la Comuna de París y reanimada o redescubierta siempre que los obreros formaron órganos autónomos, como los Consejos (tal como sucedió de nuevo en Hungría en 1956)». («Herencia y revolución», 1996). Disuelto el mistificado horizonte utópico, ¿cómo prefigurar entonces el futuro? Su respuesta no puede ir más allá de aceptar el futuro como «ese despliegue siempre imprevisible y siempre creador en cuya formación podemos participar, mediante el trabajo y la lucha, a favor y en contra». La pra x i s, definida por ese hacer específico que desarrolla la autonomía de uno y de los otro s, es profundamente solidaria del proyecto transformador, que implica vo l u ntad, deliberación (dar cuenta y razón), reflexividad subjetiva, y pasión/afección. Dado que ni la autonomía ni la praxis son datos o herencias de la natura l eza humana, sino que surgen como creación histórico-social, exponen su radical natura l eza política. Y por lo cual topan con el nudo gordiano de la cuestión de la autonomía: la actividad autónoma de la colectividad. En el hori zonte de lo por-ser, de la impugnación de lo existente se necesita de la creación de significaciones imaginarias sociales nuevas; y ello re q u i e re de una sinergia inédita entre la creación filosófica y creación de una política democrática. Pero en ese mov imiento, el sentido es la actividad de creación del sentido y «lo verdadero se hace creación, siempre abierta y capaz de vo l ver sobre sí misma, de formas de lo pensable y contenidos de pensamiento que puedan encontrarse con lo existente. (...) La afición a lo verd a d e roes la pasión del conocimiento, el pensamiento como Ero s » . (Hecho y por hacer, 1997)

categorías de determinidad y de indeterminidad como absolutas o excluyentes; dado que «precisamente creación quiere decir posición de nuevas determinaciones –surg imiento de nuevas form a s, e i d é, y por ende ipso facto de nuevas leyes: las pertenecientes a esos modos de ser». La idea de creación informa toda praxis disidente y toda i n t e r rogación crítica y filosófica. Mas esa idea encuentra su fuente en la dimensión re f l e x i va y práctica de nuestra imaginación radical, a saber: esa sede del logos, de la vis formandi y de la libido formandi. Desde los años setenta exploró la idea de imaginación radical, y se lamentó de que esa facultad y dimensión determinante del ser humano singular, de la psique o del alma, descubierta y discutida por primera vez hace veinticinco siglos por Aristóteles, nunca haya adquirido el lugar sustantivo que le pertenece dentro de la filosofía de la subjetividad. Definió el concepto de “creación” como la «capacidad de hacer emerger lo que ni está dado ni puede deri va r s e, combinatoriamente o de cualquier otro modo, a partir de lo dado» (El ascenso de la insignificancia). Y esa capacidad reside en la imaginación que es la que nos permite cre a rnos un mundo; y nos hace ver precisamente por qué la esencia de lo humano no puede ser la lógica, ni la racionalidad, sino antes bien será la imaginación radical (que reside en la psique y que es flujo incesante de representaciones, deseos y afectos) y lo i m a g i n a riosocial o instituyente. Aunque era consciente de que detrás de la palabra cre ación había un pasado teológico, no estaba obligado a cargar con esa herencia. Tal noción la relacionaba con otra a p o rtación original suya, la que elucida sobre la lógica de los magmas y que permite pensar de manera diferente el conDefinió el concepto Creación, magma e imaginación radical flicto y la solidaridad entre la razón y lo de “creación” como Estas nociones han devenido sustantin o - racional. Según esa “lógica”, «la vida la «capacidad de hacer vas en su pensamiento. Pa ra Castoriadis psíquica y social humana no es identitalas formas de sociedad, las obras, los ria; es magmática: no se la puede sepaemerger lo que ni está tipos del individuo que surgen en la hisdado ni puede derivarse rar en conjuntos bien constru i d o s, bien t o ria no forman parte de un listado, aundefinidos; es una totalidad en la que a partir de lo dado». que éste fuera infinito, de posibilidades todo se interf i e re con todo, porque hay dadas y positivas. Son creaciones en y algo localizable, hay conjuntos en pardesde lo social-histórico. La historia es el propio autodestes... Ya en su capital obra La institución imaginaria de la pliegue de la sociedad, y conlleva la creación y destru c c i ó n sociedad (1975) definía “magma” como aquello de lo que de formas; pero sin t e l o s, sin leyes inmanentes (como la pueden extraerse organizaciones conjuntistas en un núque subyace en la creencia en el progreso) que devienen mero indefinido, pero que no puede ser nunca reconstiotras formas modernas de heteronomía. El alcance ontotuido (idealmente) por composición conjuntista (finita o lógico de su noción de creación entraña abandonar las infinita) de esas organizaciones. Posteriormente, ha apun-

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talado mejor su intuición genuina: «cada sociedad crea un (y toda nueva forma) es un ser–esto y un ser- a s í». Si no hay magma de significaciones imaginarias sociales (SIS), irreuna fuerza trascendente, entonces habrá que reconocer la ductibles a la funcionalidad o a la “racionalidad”, encarn aexistencia tanto en las colectividades humanas y como en das en y por sus instituciones y que constituyen en cada los individuos de una vis formandi, una fuerza de creación caso su mundo propio (“natural” y “social”)» (Hecho y por inmanente que denomina imaginario social instituyente: hacer, 1997). Pero una propiedad del ser «una facultad de innovación radical, magmático de lo histórico-social se de creación, de formación». cifra en que el mundo se presta a múltiTal imaginario social instituyente El intelectual debe ples SIS y a múltiples organizaciones crea instituciones y también significaaceptar que lo que trata ensídicas, mas sin que privilegie ninguciones imaginarias sociales (SIS), que na. Ahí reside el modo de ser del magno se refieren ni a la realidad ni a la de hacer entender ma, su radical condición heteróclita y lógica (así Di o s, héroes fundadore s, todavía es una opinión, enigmática. mitos, tótems, tabús, fetiches, capital, no una ciencia. Lo que cara c t e riza tanto el imaginari o mercancía, ...). Cuando cristalizan esas social como la imaginación radical del SIS se conforma lo imaginario social sujeto y la imaginación teórica es, por instituido. Tales significaciones están ejemplo, en el ámbito únicamente cognitivo, la capacidad e n c a rnadas en, e instrumentadas por, instituciones, sean de crear nuevos axiomas, en el sentido más abstracto del religiosas, políticas, cultura l e s, económicas, familiares o termino, no forzosamente en el sentido matemático; nuede otra natura l eza. También están encarnadas en el propio vas bases», la cual no es fundamentable porque es una crel e n g u a j e,y todas tienen una dimensión “lógica” o conjunación. «Y una creación no es deductible, ni productible: ahí tista-identitaria (ensídica, es el término definido por este está el auténtico sentido de lo nuevo». (La insignificancia y autor), e instituyen un mundo propio, una clausura rela imaginación. Diálogos). De modo que la creación en el l a t i va.No obstante, el mundo y lo viviente, en su modo de dominio individual o social-históri c o, si bien es inmotivaser magmático no es exhaustivamente “ensídico”, no está da –es decir se produce ex nihilo y no in nihilo ni cum nihi - plenamente determinado, sino que es a-sensato, lo que l o–, siempre tiene lugar bajo re s t ricciones o coacciones. significa que se presta a significaciones va riadas sin que Desde esta perspectiva, para Ca s t o riadis «cualquier form a privilegie ninguna. Toda sociedad existe creando significa-

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Julio Alguacil Gómez Los ayuntamientos se han convertido en una institución trascendental para la vida de los ciudadanos. Son también el espacio donde se han producido mayor cantidad de innovaciones políticas relacionadas con la búsqueda de mecanismos que favorezcan la participación ciudadana. Los textos que aquí se reúnen establecen un debate sobre el poder político de los ayuntamientos, sobre la realidad de las experiencias de participación y sobre las potencialidades de desarrollo de este tipo de experiencias, a cargo de especialistas nacionales e internacionales en temas de participación y de personalidades directamente relacionadas con este tipo de experiencias.

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ciones imaginarias sociales –es decir, lo no percibido inmanente–, que son irreductibles a la funcionalidad y a la racionalidad. Son además y simultáneamente inmotivadas y efectivas. Por lo tanto, debe reconocerse un nivel del ser, lo social-históri c o, como un ámbito de creación de esas SIS, del para–sí, que tiene como caracteres esenciales: autofinalidad, creación de un mundo propio a través de representaciones, de afectos y de intenciones. (Sujeto y verdad en el mundo histórico-social). De lo anterior se deduce que para captar el eidos p a rt icular de una sociedad se necesita «penetrar y comprender el magma de sus significaciones imaginarias sociales» que son cara c t e rizados por tres vectores; el intencional, el representativo y el afectivo. Y este hacer reflexivo conlleva asimismo una recreación poiética, dado que no hay método riguroso que nos permita acceder al núcleo verdadero de esas significaciones. La psique y lo histórico-social son irreductibles el uno al otro. De manera cabal afirma que «la psique no es socializable sin resto –ni el inconsciente traducible sin resto en el lenguaje.» (Hecho y por hacer). Co n t rapone el conflicto psique / sociedad al tradicional individuo / sociedad: «el individuo es social, es fragmento total del mundo instituido cada vez. De lo que se trata es de elucidar, tanto como se pueda, el hecho de que la psique esté socializada (si bien nunca del todo)». Siempre hay posibilidad de cuestionar el orden y las significaciones instituidas, entre otras ra zo n e s, porque el lenguaje humano l l e va incorporada esa facultad reflexiva e interro g a d o ra; y p o rque no se desvanece la rebelión perpetua de la psique c o n t rala clausura de sentido que se le impone. Dejó escrito en uno de sus ensayos integrados en El mundo fragmentado que «no hay privilegio alguno de la realidad, ni filosófico ni norm a t i vo; el pasado no vale más que el presente y éste no es modelo sino materia. Restaurar, restituir, re-instituir, el cometido auténtico del intelectual, en la historia es, antes que nada, restaurar, re stituir, re-instituir su función crítica. (...) El intelectual debe considerarse ciudadano como los otros, sentirse port a voz , con derecho, de la universalidad y de la objetividad. La condición para poder mantenerse en ese espacio es que re c o n ozca los límites de lo que su supuesta objetividad y u n i versalidad le permiten; debe aceptar, y no a desgana, que lo que trata de hacer entender, todavía es una dox a, una opinión, no una episteme, una ciencia. (...) Sólo la cordura, la phrónesis y el gusto pueden permitir todavía separar el reconocimiento de la creatividad del pueblo, del

culto ciego a la ‘f u e rza de los hechos’». La democracia, ese régimen trágico de la autolimitación, de la autonomía, o de la autoinstitución, como movimiento real en la histori a , deja huellas, instituciones, significaciones, mediante las cuales somos o debemos ser libres e iguales. Sobre todo ello, supo Ca s t o riadis elucidar, anudando creación filosófica y praxis autónoma. Tal es su intempestivo legado.

Bibliografía En los últimos años se han publicado en castellano las siguientes obras: La exigencia Revolucionaria. Intro d u cción de Amador Fernández-Savater, Acuarela, Madrid, 2000; La insignificancia y la imaginación. Diálogos con Daniel Mermet, Octavio Paz, Alain Finkielkraut, Jean-Luc Donnet, Francisco Varela y Alain Connes. Ed i t o rial Trotta, Madrid, 2002; Sobre El Político de Platón. Editorial Trotta, Madrid, 2004; Sujeto y ve rdad en el mundo histórico-social (Se m i n a rios 1986-1987, La creación humana I). Fondo de Cu l t u ra Económica. Buenos Aire s, 2004; Escritos políticos (Edición de X. Pe d rol), Los libros de la catarata, Madrid, 2005; y Una sociedad a la deriva (1974-1997), Katz, Buenos Aire s, Argentina, 2006. Por otro lado, una serie de ensayos recientes divulgan algunos ámbitos de su praxis y de su pensamiento: J. M. Ve ra, Cornelius Castoriadis (19221997), Ediciones del Orto; N. Tello, Cornelius Castoriadis y el imaginario ra d i c a l, Campo de ideas, Madrid, 2003. También han aparecido n u m e rosos artículos en revistas como Ensayo y error (Colombia); Zona Erógena y Magma ( A rgentina), Archipiélago (nº 9, y el monográfico del nº 54, 2002), mientras tanto, Anthropos (monográfico, nº 198, 2003); hika (nº 173 y 176) en el contexto español. Por último podrían señalarse en internet los sitios siguientes: www.agorainternational.org; www.castoriadis. o rg; www. infoamerica.org /teoria/ castoriadis3.htm; www.magmanet.com.ar; www.fundanin.org/bibcastoriadis.htm;. A p a rtir de un seminario organizado por Arteleku (4-19 de mayo, 2006; y coordinado por F. Go l vano) se está pre p arando el proyecto www.nodocastoriadis.com (www. art eleku.net)■ Co py right©2006 Fernando Golvano. Este artículo ha sido publicado bajo una licencia Cre a t i ve Commons Reconocimiento-No Co m e rc i a l SinObra De ri vada 2.0. Eres libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente este texto por cualquier medio, siempre que sea de forma literal y sin fines comerciales.

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