Conventos y mujeres: Un estudio arqueológico sobre Género y Arquitectura.

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Descripción

CONVENTOS Y MUJERES: UN ESTUDIO ARQUEOLÓGICO SOBRE GÉNERO Y ARQUITECTURA Dafna Goldschmidt Levinsky*1 El presente trabajo tiene como objetivo estudiar a la sociedad y mujer colonial a través de un análisis arquitectónico en base a las plantas de dos conventos femeninos de claustro. Considerando que estos espacios reproducían los roles y jerarquías propias de la sociedad colonial pero dentro de un espacio cerrado, que les permitió a un grupo de mujeres adquirir un “empoderamiento” inédito para el género femenino de la época, manifestado en la arquitectura y en la escritura, entre otros. Los conventos analizados fueron el convento de Santa Catalina de Arequipa en Perú (1579) y el convento de Santa Catalina de Sena en Buenos Aires, Argentina (1745). Con el dominio hispano se produjo un reordenamiento social donde fueron clave las relaciones de género. El europeo, como nuevo agente de cambio, reestructuró de forma significativa las pautas y comportamientos sociales en el nuevo mundo, esto de la mano con las nuevas jerarquías sociales que se gestaron dentro de estas nuevas dinámicas culturales. Una de estas nuevas pautas fue la creación de diversas instituciones de recogimiento femenino cuyo fin fue proteger el honor familiar y de la mujer dentro de la sociedad patriarcal colonial y de conquista (Mannarelli 1993). Dentro de estas instituciones, las que adquirieron más relevancia fueron los conventos (Lavrin 1992), generándose en su interior diversas relaciones altamente complejas, acorde con la nueva realidad social de la América colonial 2. Estas practicas de recogimiento son consecuentes con lo que menciona la arqueóloga Almudena Hernando(2000), en el sentido que para el género femenino durante la modernidad se les incentivó un constructo de identidad ligado principalmente al espacio(estático), mientras que la identidad masculina se sustentaba más en el tiempo (dinámico) pudiendo estos tener variadas identidades en diferentes espacios que les permitió evangelizar y conquistar diferentes lugares a lo largo del tiempo, manifestándose esto, por ejemplo, en las ordenes religiosas masculinas, ya que estas tuvieron principalmente fines evangelizadores llegando a variados y remotos territorios, mientras que los conventos femeninos se ubicaron exclusivamente en las ciudades y eran todos de claustro (Lavrin 1992). A pesar de lo que menciona Hernando (2000), estos conventos femeninos permitieron en muchos casos (y en algunas religiosas), al funcionar como espacios cerrados, generar desde su marginalidad un “empoderamiento” y una libertad femenina inédita para la época, que entró en pugna y contradicción de forma permanente con el foco de poder dominante, netamente masculino, representado por el Estado y la Institución de la Iglesia, y que se ha visto reflejado en la pintura y la literatura colonial. Esta pugna también es posible de observar en las relaciones de género y la arquitectura, entendiendo que tanto género como arquitectura son elementos llenos de intencionalidad de poder, es decir, de significados diversos variables en el tiempo teniendo por tanto un carácter histórico (Scott 1990 y Zarankin 1999 ) Consecuente con lo anterior, el estudio de la interrelación entre el género y la arquitectura es un elemento clave para comprender algunos aspectos sociales de nuestro pasado colonial. Abordando el concepto de género como “una categoría social impuesta sobre cuerpos sexuados”, siendo “el género una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott 1990: 21). Donde los conceptos de género incluso permitirán establecer referencias en el como se debe de distribuir el poder dentro de la sociedad (Scott 1990). Distribuciones que, como se desprende en la cita anterior, no se va a relacionar directamente con aspectos biológicos, si no mas bien con status, origen étnico o clase, los que definirán roles de género dentro de cada grupo social y cultural; divisiones que también van a estar presentes dentro del variado grupo de mujeres que conforman los conventos femeninos y que les permitió a algunas acumular un poder económico y simbólico notable en relación a sus pares que se vio materializado de muchas formas al interior de los conventos.

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Arqueóloga Universidad Internacional SEK. E-mail [email protected] Dentro del convento había un sinfín de personajes, mayoritariamente femeninos, que le daban vida a estos espacios. Los de más alta jerarquía eran las religiosas de velo negro (Lavrin 1992)que pertenecían a la elite colonial con una asignación cultural hispana, en continuidad con esto, ocupaban los cargos de más alta jerarquía dentro del convento (roles más masculinos como el de priora, subpriora, contadora, madre de novicias, farmacéuticas etc). Luego estaban las monjas de velo blanco (roles más femeninos) destinadas a labores domésticos. Finalmente venia una variedad compleja de sirvientes y esclavos (para cada monja de velo negro o perteneciente al convento (Lavrin 1992). Sin mencionar familiares, protegidas, ahijadas y “amigos” que visitaban y vivían esporádicamente en las celdas de las religiosas de elite. 2

En este trabajo la arquitectura(como una materialidad más), y el modo en que sus espacios internos se articulan, será vista como una estrategia de poder que esta funcionando como dominio del ámbito religioso en el que se percibirá una violencia simbólica sobre el género femenino, en relación a estas practicas de recogimiento. Considerando los postulados de Andrés Zarankin (1999: 119) donde “la arquitectura puede ser abordada como un campo de luchas e ideologías opuestas”. Se tratará de identificar como estos significados se estarían expresando en la cultura material y como esta, siendo un elemento activo, estaría respondiendo desde su marginalidad (femenina) a la imposición masculina y, a la vez, como se fueron generando diferentes “espacialidades alternativas que responden a otros ámbitos de relaciones sociales” (Quiroga 1999: 281), altamente complejas y variadas, acorde al mundo colonial, que como se desprende, quedarían manifestadas en la imposición, apropiación y transformación de estos espacios conventuales. Ya que la arquitectura no es solo forma si no también contenido (Mañana et. Al 2002) y es este contenido (los individuos) el que le da vida y significado a dichas formas arquitectónicas. Esto se abordará de forma preliminar a través de un Análisis gamma en los 2 conventos mencionados en un principio. Este tipo de análisis fue propuesto por Hiller y Hanson (1984) en su libro The social logic of Space, y ha sido aplicado y perfeccionado en algunos trabajos arqueológicos entre ellos los realizados por Andrés Zarankin (1999, 1999b, 2003). Este análisis estudia el grado de accesibilidad en las diversas estructuras por medio del número de umbrales que permiten su acceso. Siendo de mucha importancia las vías de acceso y la forma en que estos accesos y vías articulan un espacio con otro (Zarankin 1999). Esto es un reflejo del modo en que las personas se relacionan dentro de estos espacios. Y de cómo esta arquitectura estaría controlando y promoviendo ciertos movimientos en su interior. Considerando que las religiosas, acorde a su bagaje cultural civil previo, estarían perpetuando, dentro de sus celdas y del lugar que ellas ocupan dentro de éstas, las lógicas de sociabilización propias de la sociedad colonial. Se eligió el convento de Santa Catalina de Arequipa 3 (1579) por haber sido fundado en los inicios de la colonia y el convento de Santa Catalina de Sena por ser fundado en momentos finales de este periodo(1745), habiendo un margen entre uno y otro de más de 150 años de diferencia. Transcurso de tiempo donde la sociedad colonial se vio afectada por numerosos cambios, entre ellos la forma de pensamiento, que conllevó a un cambio en el ideal de mujer y los roles que esta tenia que ocupar en su sociedad que se deberían de estar reflejando en la arquitectura conventual y en el modo en que esta se articula, tomando en cuenta que la arquitectura, en este trabajo, se ve como una tecnología de poder y de control. Por lo que las variaciones en la forma de control serian un reflejo de los cambios de las relaciones de género por parte de los hombres a las mujeres y en relación a los diferentes estatus y roles que se están promoviendo entre las mujeres dentro de los conventos. El contexto histórico donde fue fundado el convento de Santa Catalina de Arequipa estaría dentro de una sociedad Barroca de tipo soberana (Zarankin 2003) donde el control se efectúa por medio del castigo y la muerte. Por otra parte, en el contexto histórico donde se encuentra el convento de Santa Catalina de Sena, la lógica de pensamiento que se va gestando a partir del siglo XVIII, sobre todo bajo el mando de la nueva dinastía Borbónica, es un pensamiento ilustrado teniendo su correlato en lo que se ha definido como una sociedad de tipo disciplinar (Zarankin 2003), donde el control se efectúa principalmente en espacios donde prima la sensación de permanente vigilancia. En este periodo los médicos van teniendo una gran relevancia en la configuración de los nuevos ideales a seguir. “Un miedo obsesivo ha recorrido la segunda mitad del siglo XVIII: el espacio oscuro, la pantalla de oscuridad que impide la entera visibilidad de las cosas, de las gentes, las verdades. Disolver los fragmentos de noche que se oponen a la luz, hacer que no existan mas espacios oscuros en la sociedad, demoler esas cámaras negras en las que se fomenta la arbitrariedad política, los caprichos del monarca, las supersticiones religiosas, los complot de los tiranos y los frailes, las ilusiones de la ignorancia, las epidemias. Los Castillos, los hospitales, los depósitos de cadáveres, las casas de corrección, los conventos, desde antes de la revolución han suscitado una desconfianza o un odio que no fueron subestimados; el nuevo orden político y moral no puede instaurarse sin su desaparición” (Foucault 1980: 5).

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El plano del convento de Santa Catalina de Arequipa se obtuvo de la pagina web oficial del convento http://www.santacatalina.org.pe/cd.html

Era pues, necesario minar estos espacios oscuros conventuales que formaban las celdas de la religiosa que fomentaban y reflejaban el empoderamiento de estas religiosas-monarcas que por lo demás se legitimaban entre otras cosas en un contexto místico (presentes en sus autobiografías conventuales, cartas de confesión y en las obras pictóricas) contrario al nuevo discurso médico ilustrado que se iba forjando en la sociedad. Basándonos en la hipótesis de Zarankin (1999b) se esperará que en los conventos de mayor antigüedad existan espacios de menor control sobre los individuos a diferencia de los más recientes, construidos en los últimos momentos de la colonia. Es decir el sistema capitalista fue creciendo, llevando a un mayor control sobre los individuos4 Se identificarán las vías de circulación en que “a mayor grado de control menor será la posibilidad de circulación dentro de las estructuras” (Zarankin 1999b: 252); en cuanto a la forma de comunicación entre estructuras y con su espacio exterior. Esto se debería contraponer a las estructuras arquitectónicas menos estrictas donde hay una mayor integración, que se reflejará en rutas alternativas “de forma que existan varias rutas potenciales para acceder de un lugar a otro” (Zarankin 1999b:253). Este control será posible de observar no sólo en los espacios de circulación, sino también en la morfo funcionalidad de las estructuras (Zarankin 1999b). En este caso se podría esperar que en los conventos de menor antigüedad, como el convento de Santa Catalina de Sena, existieran espacios similares al panóptico, entendiendo que éstos pueden ser aplicados a cualquier grupo social “comprendido como un modelo generalizable de funcionamiento; una manera de definir las relaciones de poder con la vida cotidiana de los hombres” (Foucault 1976:209). Este es un dispositivo importante, ya que como menciona el autor, automatiza y desindividualiza el poder, …“la multitud, masa compacta, lugar de intercambios múltiples, individualidades que se funden, efecto colectivo, se anula en beneficio de una colección de individualidades separadas”, “induce en el detenido (en este caso la religiosa) un estado de consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder” (Foucault 1976:204), neutralizando los potenciales focos de poder a surgir. En los conventos grandes, como el convento de Santa Catalina de Arequipa, sería esperable encontrar más espacios de circulación alternativos y que apelen a una individualidad colectiva, a focos de poder diversos y a una variación morfo funcional de las estructuras mayores, acordes con la mayor libertad interna y de riqueza en relación con el exterior, en contraposición a lo que sucede en los conventos menos antiguos como lo es el convento de Santa Catalina de Sena. Cabe mencionar un dato clave brindado por la historiografía (Armacanqui-Tipacti 1999), y es que todos los conventos fundados en el siglo XVIII imponían la vida en común, siendo denominados a nivel general como ordenes descalzas5. Esto es contrario a lo que ocurre en la mayoría de los conventos fundados durante el siglo XVI y XVII que eran llamados ordenes calzadas o conventos grandes 6 puesto que no promovían ni cumplían un estilo de vida de humildad ni de vida común dando pie para que el convento como institución y muchas religiosas tuvieran un manejo de dinero que les permitió modificar sus espacios y acumular grandes riquezas que en muchos casos fue invertida en propiedades, bienes de lujo, sirvientes y esclavos ,pasando las religiosas de velo negro la mayor parte del tiempo en sus celdas, mientras que en los conventos que se fundan a partir del siglo XVIII, como lo es el caso de Santa Catalina 4

“una ideología basada en la acumulación, el refinamiento y la individualización contribuyeron a que posteriormente, en el siglo XVIII, se estatuyera en el modelo ideal con el cual racionalizar los espacios sociales y físicos acorde al pensamiento ilustrado y germen de una sociedad capitalista” (Therrien et. Al 2003: 154). 5 Se llamaban órdenes descalzas porque las religiosas que profesaban en este tipo de conventos utilizaban zapatos muy sencillos hechos de cáñamo o sandalias de cuero (Exposición “Visiones Develadas. Colección de pintura de Carmelitas Descalzas”. Efectuada en el año 2009 en el Museo Nacional de Bellas Artes, Chile) 6 Para el caso de Santiago de Chile los tres conventos de más antigüedad que son fundados en el siglo XVI y XVII son de órdenes denominadas calzadas, mientras que todos los conventos fundados en el siglo XVIII y XIX corresponden a órdenes descalzas. Este cambio ocurrió en la mayoría de las colonias donde se ve un cambio arquitectónico en la configuración de los conventos a partir del siglo XVIII. En Santa Catalina de Arequipa también es posible de ver estas transformaciones en la zona de nueva clausura.

de Sena, se impone un estilo de vida común donde las religiosas utilizan sus celdas prácticamente solo para dormir, estando la mayoría del tiempo en lugares comunes junto a las otras religiosas Para efectuar este análisis gamma se elegirá en cada plano conventual un espacio físico definido que cuente en su interior con subestructuras pertenecientes a las celdas. Posterior a esto se procederá a enumerar con azul las estructuras (nodos) que conforman el convento y con rojo los accesos entre las estructuras Para el convento de Santa Catalina de Arequipa se eligió el conjunto integrado de celdas ubicado entre la calle Sevilla por el norte, la calle Toledo por el Oeste y la calle Granada por el Este. Nos referiremos a este como conjunto A donde se identificaron un total de 41 estructuras, de ese total, para este análisis, solo se consideraron 26 estructuras ya que los otros nodos restantes si bien están anexadas al conjunto A, no están integrados a esta ya que el acceso a estos recintos se realiza de manera absolutamente independiente7. Dentro del conjunto A considerado, se identificaron 34 accesos que integran las 26 estructuras. Esta zona es una de las más antiguas del convento. Para el convento de Santa Catalina de Sena se consideró la totalidad de la planta baja del primer claustro, ya que la mayoría de las estructuras están integradas a un espacio central. En la planta de dicho claustro 8 se identificaron 42 estructuras (nodos) y 47 accesos.

Conjunto A Santa Catalina de Arequipa (1579)

Análisis gamma convento Santa Catalina de Arequipa

Primer claustro Santa Catalina de Sena (1745)

Análisis gamma convento Santa Catalina de Arequipa

Se puede apreciar en el análisis gamma que en el primer convento 12 de las 26 estructuras están integradas entre ellas, habiendo más de una vía de circulación para poder transitar entre estos espacios. Conformando esta red integrada el 46% de las estructuras totales. Pero en el segundo convento solo 10 estructuras de las 42 totales forman una red de integración. Conformando esta red integrada solo el 12% de la estructuras totales. Por otra parte, se puede apreciar que en el convento de Santa Catalina de Arequipa la mayoría de los nodos corresponden a espacios distributivo que son estructuras más integradas y de menos control ya que tienen más de una vía de acceso (Zarankin 2002), es decir mayores posibilidades de decisión9 de transito. 7

Estos espacios independientes, por tanto, no fueron cuantificados para este análisis, pero en el plano que se muestra a continuación están señalados con líneas celestes. Tampoco se consideró las posibles plantas altas de algunas celdas particulares ya que en las plantas no se encuentra especificado. Y si se considera la salida hacia el exterior del convento hay que sumarle al análisis gamma dos nodos más. 8 obtenido del articulo “La vida cotidiana en un convento colonial: Santa Catalina de Sena a través de la arqueología” realizado por los arqueólogos Daniel Schavelson y Mario Silveira en el año 2006.

En el complejo A de Santa Catalina de Arequipa hay múltiples estructuras diferenciales que nos hablan de jerarquización, pero para salir o llegar a éstas tenemos varias vías posibles. Estos espacios en este convento corresponden a 18 estructuras y corresponden al 69% del total de estructuras consideradas. De forma contraria vemos que en el convento de Santa Catalina de Sena la mayoría de los espacios son no distributivos que se integran a través de una única vía (Zarankin 2002), en este caso hacia estas estructuras centrales que concentran el poder y control de manera heterogénea ya que éstas son prácticamente las únicas estructuras que paradójicamente tienen una gran cantidad de accesos. A su vez estas estructuras solo tienen una única salida hacia el espacio exterior. En estos espacios el poder de decisión en lo referente a la circulación es escaso. Los espacios distributivos corresponden solo a 12 estructuras siendo solo el 29% de las estructuras totales. En este tipo de sociedades ya no es necesario que las personas sean castigadas físicamente ya que estos nuevos espacios disciplinarios producen que ni siquiera puedan obrar mal producto de la permanente sensación de vigilancia que termina en un permanente auto vigilancia10 (Foucault 1980). Lo interesante es que la lógica de este espacio no corresponde a una idea de sociedad propuesta por la historiadora Alejandra Araya (2005) que menciona que en este periodo y hasta bien entrado el siglo XIX toda la rama de familiares, sirvientes y esclavos compartieron y convivieron en los espacios domésticos con sus amos bajo el mando de un padre encargado de proteger y velar por todos sus subordinados. El pertenecer a uno de estos espacios domésticos era uno de los elementos esenciales de identidad. En este caso los conventos más antiguos, como complejos contextos domésticos, estarían reproduciendo esta idea familiar, y las religiosas de más altas jerarquías, llamadas monjas de velo negro, estarían al mando, con los más altos cargos de poder y asociadas a las familias más importantes de la sociedad colonial. Pero en los conventos del siglo XVIII la lógica esta dentro de una sociedad más disciplinar. Esto se puede explicar porque como menciona Foucault (1980) estos dispositivos de control, de tipo panóptico, estarían operando en primera instancia a los géneros más débil y se estaría reafirmando no solo por lo que menciona Araya (2005) si no también en la evidencia que expone Zarankin (1999b)en sus estudios sobre la casa de Buenos Aires, el identifica que las casas coloniales del siglo XVIII tienen un alto grado de integración, mientras que la casa moderna tiene un índice muy bajo de integración, de hecho en el análisis que este arqueólogo efectuó a una casa moderna actual esta dio como resultado un índice de integración 1,1, resultado similar al obtenido en el convento de Santa Catalina de Sena11. Este cambio arquitectónico evidencia un nuevo cambio en la forma de pensamiento y en los ideales femeninos acorde a un discurso medico ilustrado donde los médicos definían que el rol fundamental de la mujer era dar a luz a los futuros ciudadanos de la nación que se iba gestando, por lo que tenían que ser sumamente cuidadosas ya que en ellas recaía absolutamente el cuidado y la educación de sus hijos (Zegarra 2001), conllevando asimismo a un cambio en la idea del cuerpo y de la privacidad. Si bien la mujer religiosa se empezó a integrar de forma lenta y paulatina a estas nuevas ideas (Zegarra 2001). Se infiere en este trabajo que estas ideas pudieron llegar en un primer momento a las religiosas. Esto se apoya en los planos de los conventos y de las casas de fines del siglo XVIII y por lo que expone Foucault (1980). El hace referencia a que la inclusión de la mujer Europea al trabajo de las fábricas en ese periodo se debió al entrenamiento previo por parte de religiosas. Esto es consecuente con lo que se ve en Latinoamérica donde la religiosa fue una participarte primordial en los ámbitos de la salud y la educación (Agaña et al 2003 y Velandia 1995) donde a partir de la república la religiosa tuvo un rol fundamental como educadora y enfermera, surgiendo nuevas ordenes a partir de los conventos de claustro, forjando su identidad, ya no solo en su capacidad de mujer penitente y recogida, si no como mujer-enfermera y educadora, en nuevos espacios como lo son escuelas y hospitales, que paradójicamente son muy similares a los espacios conventuales. Espacios de tipo disciplinario, que en primera instancia fueron aplicados a religiosas para luego delegar en ellas la responsabilidad de enseñar el modo de habitar en ellos, como algo natural, acorde a los preceptos cívicos modernos que perduran de forma eficiente hasta hoy en día. 9

Aunque hay que barajar la posibilidad de que en el convento de Santa Catalina de Arequipa algunas salidas y entradas pueden haber sido exclusivas para algunos miembros del convento. Ya sea por afinidad o por estatus. Desgraciadamente no contamos con la información. 10 Donde todos los miembros del convento son potenciales vigilantes y vigilados ya que desde las celdas se mira y se accede a estos patios y pasillos centrales y desde estos se mira y se accede a las celdas. 11 En ambo conventos se efectuaron, como complemento al análisis gamma, los índices de integración, de complejidad A y complejidad B en base a los trabajos realizados por Andrés Zarankin (1999b, 2002 y 2003) considerando las variables de accesibilidad y profundidad de las distintas estructuras que conforman ambos conventos. Índice de escalaÍndice de integraciónÍndice de complejidad AÍndice de complejidad BConvento de Santa Catalina de Arequipa261,360/promedio 2,3131,1/promedio mínimo 2,5Convento de Santa Catalina de Sena421,189/promedio 2,1150/ promedio 3,5

En este trabajo se intentó identificar, a través de la arqueología histórica, valiéndonos de la historiográfica y de algunos desarrollos teóricos de la arquitectura y de género, el cambio social y cultural de la sociedad colonial. Este cambio se pudo apreciar arqueológicamente en los resultados de los análisis de las plantas arquitectónicas de dos conventos que permitió reafirmar el carácter histórico y por ende cultural de las relaciones sociales y de género que se plasman y se desarrollan en la materialidad que los humanos somos capaces de pensar, proyectar y producir en la sociedad. Ejemplificado en los 2 planos analizados, que demuestran pautas culturales diferentes donde, de la mano con la historiografía, se puede apreciar el cambio de una sociedad Soberana a una de tipo Disciplinar. BIBLIOGRAFIA: Araya, A. 2005.Sirvientes contra amos: Las heridas en lo íntimo propio. Historia de la vida privada en chile. El Chile de la conquista a 1840.Editado por Sagredo, E. y C. Gazmuri, pp. 160-197. Ediciones Taurus, Santiago. Armacanqui- Tipacti, E 2009. Sor María Manuela de Santa Ana. Una Teresiana Peruana. Cuadernos para la historia de la evangelización en America Latina 21. Editorial CBC. Cuzco. Egaña, L., I. Núñez. y C. Salinas. 2003. La educación primaria en Chile: 1860-1930. Una aventura de niñas y maestras. Editorial LOM. Santiago. Foucault, M. 1976. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo Veintiuno Editores Argentina. Buenos Aires. Foucault, M. 1980. El ojo del poder. En: entrevista con Michel Foucault, En Betcham, Jeremias: “El Panoptico”. Editorial La Piqueta, Barcelona. Hernando, A. 2000. Hombres del tiempo y mujeres del espacio. Individualidad, poder, e identidades de género. Arqueología espacial Nº 22: 23-44. Lavrin, A. 1992. Religiosas. Ciudades y sociedad en América Latina Colonial Editado por L.S. Hoberman y S. Socolow, pp. 175.213. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. Mannarelli, M. E. 1993. Pecados públicos. La ilegitimidad en Lima, siglo XVII. Editorial Flora Tristán. Lima. Mañana, P., R. Blanco y X. Ayán. 2002. Arqueotectura 1: Bases teórico y metodológicas para una arqueología de la arquitectura. Tapa 25: 14-24Quiroga, L. 1999.La construcción de un espacio colonial: paisaje y relaciones sociales en el antiguo valle de Cotahau (Provincia de Catamarca, Argentina). Sed Non Satiata. Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea. Editado por A, Zarankin. Schávelson, D. y M. Silveira. 2005. La vida cotidiana en un convento colonial: Santa Catalina de Sena a través de la arqueología. Mundo de antes Nº4: 105-126. Scott, J. 1996. El género: una categoría útil para el análisis histórico. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. Lamas, M. compiladora, pp. 265-302. Ediciones PUEG. México. Therrien. M; L. Jaramillo y M.F. Salamanca. 2003. Política cultural en la significación de la casa: contextos de reflexión sobre las cerámicas arqueológicas. Escenario: Santa Fe, Nuevo Reino de Granada (Colombia). Revista de arqueología americana Nº 22. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. 137-164. Velandia, A.L. 1995. Historia de la enfermería en Colombia. Editorial Universidad Nacional-Facultad de enfermería. Colombia. Zarankin, A.1999a. Arqueología de la arquitectura: Another brick in the wall. Revista do Museu de Arqueología e etnología. Suplemento 3:119-128. Zarankin, A. 1999b. Casa tomada; sistema, poder y vivienda familiar. Sed Non Satiata. Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea, editado por A, Zarankin y F, Acuto,pp. 239-272. Ediciones DEL TRIDENTE, Buenos Aires. Zarankin, A. 2002. Paredes que Domesticam: Arqueología da Arquitectura Escolar Capitalista. O caso de Buenos Aires. Editorial UNICAMP, Campiñas, Brasil. Zarankin, A. 2003. Arqueología de la arquitectura, modelando al individuo disciplinado en la sociedad capitalista. Revista de arqueología americana Nº 22. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. 2541. Zegarra, M. 2001. La construcción de la madre y de la familia sentimental. Una visión del tema a través del Mercurio Peruano. HISTORICA volumen XXV Nº1: 161-207.

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