Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses

July 5, 2017 | Autor: F. Fernández Pala... | Categoría: Roman Britain, Roman Army, Roman Archaeology
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Descripción

Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

EN PORTADA: Foro romano.

SIGNIFER LIBROS Gran Vía, 2-2º SALAMANCA Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-05-8 PVP. 35,00 €

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

No parecen haber existido dudas en la historiografía tradicional acerca del carácter fuertemente centralista del Estado romano, tanto en época republicana como imperial. Sin cuestionar la realidad histórica de las bases estructurales que permiten confirmar en gran medida esta visión, resulta imprescindible analizar cómo se percibía, se asumía o, en otros casos, se escamoteaba, el poder central en la periferia del mundo romano y en el ámbito provincial y local. ¿Qué tipo de relaciones imperaba entre los poderes centrales y locales en el mundo romano a lo largo de sus diferentes períodos históricos? ¿Qué grado de concomitancia, de sumisión o de desconfianza, pudo haber existido, según los momentos y los lugares, entre el epicentro del poder y la estructura tentacular que caracterizaba a la órbita política romana? Para dar respuesta a estas preguntas será forzoso entender la categoría conceptual de “órbita política” en un sentido amplio en relación con los diferentes mecanismos y estructuras del poder establecido, de modo que podamos acercarnos a las diferentes variables de dicho poder en sus vertientes administrativa, económica, jurídica o religiosa, siempre que guarden relación (incluso antagónica o contestataria) con la oficialidad estatal.

Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana

Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL: DOS REALIDADES PARALELAS EN LA ÓRBITA POLÍTICA ROMANA

Actas del XII Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

SIGNIFER vLibros

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL Dos realidades paralelas en la órbita política romana

MADRID – SALAMANCA 2015

SIGNIFER LIBROS SIGNIFER Monografías de Antigüedad Griega y Romana 45

SIGNIFER Libros

EN PORTADA: Vista del Foro Romano

ACTAS DEL XII COLOQUIO DE LA ASOCIACIÓN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID LOS DÍAS 19-21 DE NOVIEMBRE DE 2014

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© De la presente edición: Signifer Libros 2015 Gran Vía, 2, 2ºA. SALAMANCA 37001 Apto. 52005 MADRID 28080 ISBN: 978-84-16202-05-8 D.L.: S.242-2015 Diseño de páginas interiores: Luis Palop Imprime: Eucarprint S.L. – Peñaranda de Bracamonte, SALAMANCA.

Índice

Gonzalo Bravo y Raúl González Salinero Introducción��������������������������������������������������������������������������������������������������������11

Sobre fuentes y su interpretación José d’Encarnação Roma y Lusitania: ¿dos poderes paralelos?��������������������������������������������������������19 Fernando Fernández Palacios Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses�������������������������������31

El poder en las ciudades Alfonso López Pulido El gobierno de las ciudades griegas como ficción política................................. 51 Marta González Herrero Evidencias del intervencionismo del poder central en la integración del extranjero en las ciudades romanas....................................... 69 Mauricio Pastor Muñoz y Héctor F. Pastor Andrés Poder político y social de los aediles en los municipios de la Bética................ 81

Índice

En Italia y las provincias Enrique Hernández Prieto Hispania: 206-197 a. C.: ¿dentro o fuera de Roma?........................................ 107 Juan Luis Posadas La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en el año 73 a. C................................................ 123 Alejandro Díaz Fernández Dum populus senatusque Romanus uellet? La capacidad de decisión de los mandos provinciales en el marco de la política romana (227-49 a. C.).................................................................................................... 135 Alejandro Fornell Muñoz Intervención del Estado romano en la producción y comercialización del aceite bético................................................................. 153 Enrique Gozalbes Cravioto Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauretania Tingitana................ 169

En la Roma imperial Pilar Fernández Uriel Domiciano, el administrador eficiente.............................................................. 189 Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar........................................... 203

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Índice

En la Roma tardía Gonzalo Bravo Gobierno central y autonomía local: ¿dos poderes antitéticos en el Occidente tardorromano?.................................. 237 Francisco Javier Guzmán Armario Urbes y poder central en la Antigüedad Tardía: los casos de Alejandría, Antioquía y Constantinopla....................................... 251 Raúl González Salinero Indisciplina y resistencia a la autoridad romana en la Iglesia dálmata: Gregorio Magno y la sede episcopal de Salona................................................ 263

Comunicaciones Helena Gozalbes García Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?.......................... 285 David Soria Molina Arabia Petraea, de reino cliente a provincia romana (63 a. C.-106 d. C.)........................................................................................... 313 José Ortiz Córdoba Vespasiano y los saborenses: el traslado al llano de la ciudad de Sabora....................................................... 331 Diego Mateo Escámez de Vera La lex Narbonensis y la centralización del culto imperial en época Flavia.................................................................... 355

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Índice

Carles Lillo Botella Patriarcas y emperadores: judaísmo y poder político tras la destrucción del Segundo Templo........................................................... 375 Héctor Valiente García del Carpio Los confines del Imperio: Olbia del Ponto y el mundo romano entre los siglos I y IV d. C. .................... 395 Begoña Fernández Rojo Advertencias de un «anónimo» al emperador: causas de la aparición del De rebus bellicis..................................................... 409 Elisabet Seijo Ibáñez El desafío del poder local al poder central: la disputa entre el obispo Ambrosio de Milán y la emperatriz Justina............. 423 Nerea Fernández Cadenas Las relaciones entre los vándalos y el Imperio romano de Occidente: ¿política destructiva o diplomática? El caso de las damas imperiales............. 443 Agnès Poles Belvis El patronato imperial y episcopal en la relación entre poderes: el caso de Porfirio de Gaza y sus embajadas a Constantinopla........................ 453

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Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses Fernando Fernández Palacios Centre for Advanced Welsh & Celtic Studies University of Wales

Cras bene mane Vindolandam veni Flavius Cerialis, TV II 242 1. El trabajo que tienen en sus manos analiza la interrelación entre el poder central y los diferentes poderes de menor entidad tal y como aparecen reflejados en las llamadas Tabulae Vindolandenses, unos excepcionales documentos escritos de los que se han publicado ya casi 900 ejemplares1 y que proceden de Vindolanda (Chesterholm, Northumberland, Inglaterra), yacimiento situado ligeramente al sur de la línea de lo que acabó siendo el Muro de Adriano en Britannia (véase la figura 1)2. Para nuestro propósito resulta de especial interés el hecho de que buena parte de las tabulae pueden situarse en un momento muy determinado que va del año 92 al 105 d. C., época de ocupación del fuerte romano de Vindolanda por parte sobre todo de la primera cohorte de los tungros y la novena de los bátavos3, lo que supone una excelente oportunidad para estudiar el tema del poder central y su relación con los poderes locales en un lugar muy específico, en un espacio de tiempo breve y desde una fuente rica y a la vez inusual. 2. El yacimiento de Vindolanda fue primariamente un enclave militar donde los romanos alzaron hacia el año 85 d. C., a la vez que Agrícola dejaba su puesto como gobernador 1 Véase TV I, TV II, TV III y TV IV. Se pueden consultar online, aunque no todas las tablillas, en http://vindolanda. csad.ox.ac.uk/. Cf. también Birley, 1991. Una introducción y selección de textos la constituye Bowman, 1983, vid. también Birley, 1999. 2 La bibliografía sobre el yacimiento de Vindolanda es extensísima. Valga aquí mencionar Bidwell, 1985; Birley y Blake, 2007; Birley, 2002, estupendo y exhaustivo panorama sobre la vida en el lugar en época romana; Birley, 2009, que es una reciente aportación que deja anticuado Birley, 1977 y que incluye una historia de las investigaciones arqueológicas en el lugar hasta 1973 (pp. 17-32); y Birley, 2012, moderna guía del yacimiento. Los avances arqueológicos en el yacimiento pueden seguirse en http://www.vindolanda.com/. Otros trabajos nos irán saliendo a lo largo de las páginas. El nombre de Vindolanda, de carácter céltico, vendría a significar «bright moor» o «fair moor» (cf. Rivet y Smith, 1979, p. 502). 3 En la batalla del Mons Graupius (año 84 d. C.) desarrollada contra los caledonios en la actual Escocia habían luchado cuatro cohortes bátavas y dos tungras, cf. Ogilvie y Richmond, 1967.

G. Bravo y R. González Salinero (eds.), Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana, Signifer Libros, Madrid, 2015 [ISBN: 978-84-16202-05-8], pp. 31-47.

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Fig. 1. Mapa del norte de Inglaterra y sur de Escocia en la época tratada en el trabajo, con una esquemática red de carreteras (Birley, 2002, p. 55).

de Britannia, un fuerte de madera . Formaba parte originalmente de la línea Stanegate, que unía Luguvalium (Carlisle) al oeste y Coria (Corbridge) al este, línea que data de fines del siglo I-primer cuarto del siglo II d. C.5 Coria se situaba unas 12 millas al este de Vindolanda. Con la construcción del Muro de Adriano hacia 122-125 d. C. la posición de Vindolanda quedó un poco al sur de éste, aunque se integró después como un fuerte más de la Muralla, entre Camboglanna (Housesteads) y Aesica (Great Chesters)6. 4

4 Sobre este y los restantes fuertes de madera de Vindolanda (cinco en total) se anunciaba la publicación en los años 90 del siglo XX de cinco volúmenes en Vindolanda Research Reports, New Series, aunque yo sólo tengo constancia de la existencia de dos. Cf. también Birley, 2009, pp. 45-112. 5 Vid. Graham, c. 1981. 6 Cf. acerca de los nombres britónicos de los dos lugares y sus variantes Rivet y Smith, 1979, pp. 293-294a y 242, respectivamente.

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En el fuerte se distinguen varios períodos. Los que nos interesan son: I (c. 85-92), con una extensión de alrededor de 3,5 acres, ocupado por la Cohors I Tungrorum; II (c. 92-97), fuerte engrandecido de alrededor de unos cinco acres ocupado por la Cohors VIIII Batavorum; III (c. 97-104), fuerte renovado ocupado por la misma unidad, con un praetorium de casi 20 habitaciones sólo en el ala oeste; IV (c. 105-c. 120), fuerte reconstruido con un adicional establecimiento probablemente legionario en el oeste, ocupado por la Cohors I Tungrorum y otras fuerzas; y V (c. 120-c. 130), fuerte reconstruido ocupado por la misma cohors recién mencionada (véase la figura 2)7. Aunque ha habido dudas con respecto al período I, al parecer nos han llegado tablillas de todos los mencionados. La mayoría han aparecido en el praetorium y en una de las calles adyacentes, estando en el período IV ocupado el espacio ya no por dicho edificio sino por un bloque de barracones quizá pertenecientes a centuriones u optiones, y en el período V por una fabrica. En cualquier caso, la mayoría de las tablillas corresponden a niveles de ocupación fechados entre c. 92 y 105 d. C. (períodos II y III), y por lo tanto anteriores a la construcción del Muro de Adriano. El período III es con mucho el más rico en tablillas (véase la figura 3)8. Esta documentación, que no es única en Britannia9, constituye una riquísima contribución al conocimiento del mundo romano en general y del ámbito militar particularmente10, y en este sentido recuerda al yacimiento de Dura Europos en Siria, donde se localizó en papiro parte del archivo documental de la XX Cohors Palmyrenorum en unas fechas que van desde fines del siglo II a mediados de la siguiente centuria11, algunos óstraka descubiertos en la parte este del Imperio12, los hallazgos de Bu-Njem (Libia)13 o los de Vindonissa en Suiza14, por citar sólo algunos casos. Vindolanda es también un filón lingüístico fundamentalmente pero quizá no sólo desde el punto de vista del latín15, ya que ha habido alguna propuesta de haberse hallado también una palabra en britónico16. Las primeras tablillas de madera escritas con tinta (llamadas normalmente leaf tablets y también ink tablets en inglés), que son las que fundamentalmente nos interesan17, 7 De acuerdo a la periodización establecida en Bowman, 2003, p. 6, que apenas varía de la ofrecida por Robin Birley en Birley et alii, 1993, p. 3, donde se recogen también los períodos romanos subsiguientes del yacimiento. 8 Como escribe A. R. Birley: «The writing tablets from period III outnumber those from the other four periods put together» (Birley et alii, 1993, p. 33). 9 Aunque con una cantidad mucho menor de tablillas, véase por ejemplo el caso de Luguvalium (Carlisle) en Tomlin, 2003. 10 Aparecen detalles como la celebración el 9 de mayo de 105 de los rosalia signorum. 11 Cf. Hopkins, 1979 y Kennedy, 1994, y véase ahora Austin, 2010, con bibliografía anterior. 12 Véase, por ejemplo, Maxfield, 2003. 13 Marichal, 1992. 14 Speidel, 1996. 15 Adams, 1995. 16 Se trata de uocridem, que aparece en la línea 4 de TV IV 862, perteneciente al período II o III, y que haría referencia a «some kind of binding used in the manufacture of wagons, whether as part of its structure or as a covering» (Rusell, 2011, p. 196). 17 Se han encontrado también tabellae ceratae, también llamadas tablillas de stylus (stylus tablets en inglés), las cuales constituyen prácticamente el 20 % del total, pero permanecen casi todas sin poderse leer. Véanse algunos

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Fig. 2. Los distintos períodos del fuerte de Vindolanda (Chesterholm, Northumberland, Inglaterra). Rojo: Período I; verde: Períodos II y III; azul: Período IV; negro: el tardío fuerte de piedra (Birley, 2002, lám. 4).

aparecieron en las excavaciones del año 1973 dirigidas por Robin Birley. La mayoría de las recuperadas hasta el momento, como se ha indicado anteriormente, se pueden fechar entre 92 y 105 d. C., época en la que el fuerte estuvo ocupado sobre todo por la primera cohorte de los tungros y la novena de los bátavos. En aquellos momentos en Britannia estaban situadas tres legiones, más de 40 cohortes auxiliares y más de 12 alae (es decir, unos 15.000 legio-

procedimientos para su fotografiado en Birley et alii, 1993, pp. 107-108 (apartado obra de Robin Birley), y un prototipo para analizar las tabletas de stylus se presenta en Terras, 2006, donde se ofrece un corpus de las formas de las letras de las tablillas de Vindolanda, sean de stylus o de tinta (pp. 211-230). Sobre los elementos de escritura en Vindolanda véase Birley, 2002.

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narios y 30.000 auxiliares). De unas 400 personas mencionadas en las tabulae, unas 200 son miembros de las guarniciones bátava y tungra. Casi todas portan un solo nombre y eran por lo tanto claramente no ciudadanos romanos (como es bien sabido se requerían 25 años de servicio en el ejército para alcanzar tal condición). 4. Alrededor del año 85 d. C. estaba en el período I del fuerte como guarnición la Cohors I Tungrorum que sumaba en total 480 hombres. Por un documento fechado el 18 de mayo de aquel año sabemos que se encontraba al mando el praefectus (no llamado tribunus, como se esperaría) Iulius Verecundus, de probable extracción tungra. Este contaba con 752 hombres a su disposición (TV II 154, escrita inusualmente en madera de roble), pero sólo se encontraban en aquel momento en Vindolanda 296 (entre ellos 1 centurión). De los 456 ausentes (entre los que se encontraban 5 centuriones), 1 centurión estaba en Londinium, 337 hombres y dos centuriones en Coria, 46 servían como singulares (guardias) del legado en el officio de Iulius(?) Ferox, 6 soldados y 1 centurión estaban destacados en otro lugar, 9 soldados y 1 centurión andaban en la Gallia, y 11 soldados habían ido a recoger la paga de la unidad (stipendiatum) probablemente a Eboracum. Por su parte, de los soldados presentes en el fuerte, 31 no estaban en condiciones de realizar sus deberes, 15 estaban enfermos (aegri), 6 heridos (volnerati) y 10 con inflamación de ojos (lippientes)18. Aquí tenemos reflejado con claridad el ámbito de relaciones estrictamente profesionales de los soldados de Vindolanda, que tenían contactos personales debido a desplazamiento de personas con Londinium, residencia del gobernador y representante máximo en la provincia del poder central, a la vez que parece que era normal la estancia de dispositivos suyos en guarniciones cercanas, como Coria, además de acudir a recibir la paga de la unidad probablemente a Eburacum, residencia del legado legionario más cercano a Vindolanda. De esta manera, de menor importancia a mayor, vemos la red que Vindolanda establecía con Coria (un enclave local, de su misma categoría), probablemente Eboracum (la residencia del legado legionario) y, en lo más alto, la capital provincial, Londinium. No obstante, va a ser a partir del período II cuando tengamos a través de las tablillas una información más rica sobre diversos aspectos de la vida en el fuerte, incluidos los vínculos y tensiones entre distintos poderes. Durante casi toda esta época se hallaba al mando del recinto Flavius Cerialis, uno más de los alrededor de 60 oficiales ecuestres al mando de cohortes auxiliares y unidades de caballería en Britannia en aquel momento. Para acceder a dicho puesto era requisito imprescindible poseer al menos 400.000 sestercios. Además, su salario era 50 veces el de un soldado normal (un legionario cobraba 1200 sestercios al año, es decir, 300 denarios). De aquí se deduce que las condiciones de vida, evidentemente, no eran iguales aun residiendo en el mismo lugar. Es decir, que se establece una compleja red de conexiones mediante la cual, de manera jerárquica, incluso 18 El documento ha sido extensamente estudiado en Bowman, 1991. Algunas posibles explicaciones sobre la dispersión tan acentuada de la guarnición se ofrecen en Birley, 2009, p. 47. Un documento del mismo tipo («military strength report»), en papiro, datado en el primer cuarto del siglo III d. C. y procedente de Egipto lo publicaron Thomas y Davies, 1977. La unidad en este caso era una cohors quingenaria equitata.

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en el ámbito local de Vindolanda cada escalón superior se convierte en una referencia del poder central para sus subordinados. De esta manera, el prefecto es el representante del poder central en la localidad para los que jerárquicamente se situaban por debajo de él, y a la vez, por ejemplo, un centurión era para los legionarios de su unidad también un elemento clave del poder central. Así, podemos dejar establecido que no existe poder local militar en el ámbito de la Vindolanda romana sin que detrás no esté el respaldo y autoridad del poder central, cuya representación es múltiple y queda establecida a modo de tela de araña, con diversos lados y radios cuya laxitud sólo varía en función de la proximidad o el alejamiento a la fuente de poder. Por ello, antes de continuar quizá es bueno que hagamos un recorrido rápido por la escala de mando en los momentos de mayor documentación de tablillas en el fuerte. El gobierno imperial residía en Roma y recaía en la mayor parte del tiempo que nos ocupa ahora en Trajano (98-117 d. C.). La capital provincial de Britannia estaba situada en Londinium (Londres), donde vivía el gobernador provincial (legatus Augusti), que era nombrado directamente por el emperador. En Britannia normalmente solía tratarse de alguien de rango consular con experiencia militar y administrativa. Sabemos que el 19 de enero de 103 d. C. era Lucius Neratius Marcellus, cónsul en 95 d. C., quien aparece mencionado en TV I 37 = TV II 225, el cual carecía de experiencia militar y debió ser nombrado como muy tarde en 101 por Trajano19. Él o su sucesor hicieron una visita a Vindolanda el 1 de mayo de 104 d. C. (TV III 581). Tenemos documentado en las tablillas un equisio consularis, Veldedeius, cuya lápida puesta por su heredero se encontró en Vercovicium (Housesteads) en la línea del Muro de Adriano (RIB 1420)20. El tercer escalón en la cadena de mando era el legatus legionis Britanniae. Al haber en aquellos momentos tres legiones en Britannia, eran asimismo tres los legati destacados. Sabemos que uno de ellos, Iulius Ferox, que probablemente estaba al mando de la Legio IX Hispana (situada en Eboracum, York), realizó una visita a Vindolanda21. Este personaje mantuvo correspondencia con Plinio El Joven. El cuarto escalón de mando lo constituía el praefectus de la Cohors IX Batavorum, Flavius Cerialis, máximo protagonista de las tablillas vindolandenses y que ocupó dicho puesto entre principios del verano de 101 y el año 105 d. C. Su predecesor había sido quizá Flavius Genialis, de probable origen bátavo. Uno de los correspondentes de Flavius Cerialis, Haterius Nepos (TV II 196, TV II 243-248), culminó su carrera ecuestre como praefectus de Egipto (120-4 d. C.); en Britannia tuvo posiblemente su base en Coria (Corbridge), desde donde probablemente llevó a cabo operaciones de censo en Annandale (sudoeste de Escocia). Quizá fue praefectus equitum del ala Petriana.

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Cf. Birley, 2002, pp. 25 y 65-66. En efecto, parece correcto pensar que la persona mencionada en la tablilla TV II 310 y la conmemorada en la lápida sean la misma. A él puede quizá atribuírsele asimismo la testera para cabeza de caballo encontrada en el yacimiento, véase por ejemplo Bowmann, 2003, 54. 21 Existe la posibilidad de que estuviera actuando como gobernador temporal, como apunta Birley, 2002, pp. 77-79, quien se decanta más por la opción de legado legionario en Birley, 2009, pp. 45-47. 20

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5. Los oficiales ecuestres del tipo de Flavius Cerialis solían andar por los 30 años al comienzo de su destino y habían mayoritariamente tenido experiencia como magistrados municipales con anterioridad. Sin embargo Flavius Cerialis, que era un noble bátavo, llegó a dicho puesto con más edad de la normal y dirigió a su unidad más de los 3 o 4 años habituales, ya que realizó su labor como praefectus de la Cohors IX Batavorum hasta el verano de 105, gozando del acompañamiento de su esposa Sulpicia Lepidina. A su disposición tenían al menos a dos esclavos, un escriba y un privatus. Gracias a las tablillas sabemos que Flavius Cerialis estaba en contacto con C. Aelius Brocchus, quizá habitante de Briga (lugar todavía inidentificado que pudiera corresponder a Kirkbride). Brocchus visitó Vindolanda en tres ocasiones entre agosto de 101 y febrero de 102, y una vez más en abril de 105. Además, ambos estuvieron de caza en otra ocasión con un tal Celsus (TV III 615), que quizá fue el sucesor de Neratius Marcellus como gobernador provincial (pudo no obstante el prefecto del ala Pannoniorum Tampiana). Las funciones de Flavius Cerialis como máxima autoridad romana en el fuerte eran variadísimas y excedían lo que en principio podríamos pensar de un mando militar. De esta manera, por ejemplo, podemos encontrarle tan pronto realizando investigación legal (TV II 317: cognitionem) como dirimiendo casos de préstamos no devueltos, para lo que disponía asimismo de oficiales militares de la administración de justicia, que aparecen documentados en Vindolanda al menos en las TV II 226, 320 y 345. En una carta, TV I 37 = TV II 225 Flavius Cerialis escribe a Crispinus (al que trata como [d]ominum meum). Este Crispinus era una persona que asistía a un prefecto ecuestre con el poder de interceder ante el gobernador, por lo tanto un senatorial (tribuno laticlavo o legado legionario), y es evidente que Flavius Cerialis intentaba mediante la misiva lograr influencia en última instan37

Fig. 3. Plano de parte del praetorium del período III, hogar de Sulpicia Severa y Flavius Cerialis (Birley, 2009, p. 64).

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Fig. 4. TV II 291, díptico que contiene una carta a Sulpicia Lepidina por parte de Claudia Severa en la que la invita a visitarla por el día de su cumpleaños.

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cia sobre el gobernador Marcellus. Pero no sólo era el prefecto de Vindolanda el que movía sus hilos, también su mujer tenía tal peso en ese microcosmos que en una carta escrita quizá por una mujer llamada Valatta a Flavius Cerialis aquella habla de alguna concesión hecha a ella gracias a la influencia de Lepidina (per Lepidinam), esposa de Flavius Cerialis (TV II 257). Es de suponer que parecido poder tuviera Severa, la mujer de Brocchus, mencionada en TV II 244 y 291-293 (véase la figura 4). Un aspecto muy importante es el hecho de que la guarnición del fuerte esté formada por bátavos, ya que a pesar de los años transcurridos desde la formación de la unidad la recluta de soldados continuaba realizándose entre bátavos, y al parecer lo mismo sucedía en la Cohors I Tungrorum. Esto formaba una solidaridad y una cohesión excepcionales en una cohorte que a lo largo de su historia se había destacado por ser una excepcional fuerza de combate. En una tablilla el cornicularius Ascanius saluda a Verecunda, Sanctus, Capito y otra persona, y después añade: «[Y] a todos los ciudadanos y amigos» (et omnes cives et amecos) (TV III 650). Esto sólo puede interpretarse en este contexto como un saludo a sus amigos y colegas bátavos. No puede caber duda de que entre los singulares, que formaban la guardia personal del praefectus, debían encontrarse los hombres de mayor confianza y muy posiblemente de la misma procedencia que la del propio prefecto22. La comunidad bátava, además, no se limitaba sólo al fuerte de Vindolanda, ya que la Cohors III Batavorum estaba des-

Se mencionan singulares del legatus Augusti en TV II 154 y en TV III 581.

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tacada cerca. De esta manera Roma se había decantado por confiar en los bátavos y sus razones debía tener para decidirse a hacer eso a pesar de las posibles consecuencias de una revuelta en primera línea de defensa contra tierras no conquistadas. Entre las tablillas se menciona la fiesta de las Matronalia, celebrada el 1 de marzo, y sin duda no es casualidad que aparezca en la documentación, ya que el culto a las Matres era muy común en el lugar de origen de los tungros y bátavos23. Epigráficamente se documenta la devoción a Magusanus, quizá el más importante dios de los bátavos, y al que posiblemente estuvo dedicado el templo de diseño celtorromano de principios siglo II d. C. documentado arqueológicamente y que cabe la posibilidad de que se trate del fanum guardado, según una tablilla (TV II 180), por un tal Amabilis24. Entre los soldados aparecen fundamentalmente nombres latinos, celtas y germanos, aunque a veces la distinción entre onomástica celta y germana resulta difícil. La adopción de nombres romanos por los soldados auxiliares es algo habitual. 6. El mundo de Vindolanda, sin embargo, no se ceñía a la esfera militar. Desde muy temprano sabemos que hay civiles residiendo en el propio fuerte. Por ejemplo, durante el período que nos ocupa se constata la presencia de mujeres y niños tanto dentro del fuerte en general como en el praetorium en particular. Significativamente, del praetorium en el período III proviene un pendiente de oro25. La presencia de niños, por su parte, se atestigua desde el período I, donde aparece una espada de juguete y calzado infantil26. La existencia de al menos ejemplares (o recensiones) de los libros I y IX de la Eneida de Virgilio, así como de las Geórgicas del mismo autor, en el praetorium durante el período III puede deberse asimismo a la educación de los niños27. Sin embargo, el vicus propiamente dicho no lo tenemos epigráficamente documentado hasta fines del siglo II-inicios del siglo III d. C., que es la fecha que se da a una inscripción que indica que los vicani Vindolandesses (sic) realizaron una ofrenda al dios Vulcano (RIB 1700). Por lo tanto, asistimos aquí a la entrada en el panorama que estamos ofreciendo de relaciones entre poder central y poderes locales, de un factor clave para explicar el sostenimiento económico del propio fuerte y hacer aún más complejo el análisis de los distintos vectores de fuerza. Una parte de los residentes en el vicus provendrían de otras partes de Britannia o incluso de más allá, gentes en contacto por diversas razones con las fuerzas armadas. Pero hay que contar con individuos indígenas viviendo en ese mismo vicus. Esa mezcolanza dio lugar con el 23

Cf. Bowmann, 2003, pp. 66 y 70. Cf. Birley, 2002, p. 31. El dios como Hercules Magusanus se documenta epigráficamente también en Mumrills (Muro de Antonino) en un altar dedicado por Valerius Nigrinus, duplicarius del ala I Tungrorum (RIB 2140). 25 Se trata de SF1020 en la clasificación de Barbara Birley (cf. Birley y Greene, 2006, pp. 154-155). 26 Birley, 2009, pp. 47-48. Sobre el calzado en Vindolanda véase ahora Van Driel-Murray, 2009. 27 Cf. Bowmann, 2003, p. 11 y Birley, 2009, pp. 67, 70, aunque TV II 452, que contiene varias intentos de cita de la primera línea de la Eneida, pudo haber venido de una barraca para soldados (Birley, 2009, 97). TV II 333, por su parte, menciona libros pero no implica que necesariamente estuvieran relacionados con tareas escolares. En TV III 656 se hace mención de una sc(h)ola, pero está más relacionada con los collegia militares que con una instalación puramente educativa. Sobre ejercicios de escritura documentados en Britannia en muy diversos soportes véase Raybould, 1999, pp. 357-358. 24

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tiempo a la oficialización de lo que al principio no serían más que cannabae, y produjo una entidad diferenciada del propio fuerte cuyas relaciones y autonomía no quedan muy aclaradas. Es por ello que, a pesar de que a dos millas de Vindolanda se encontró un altar a la diosa Sattada dedicada por la curia de los textoverdi (RIB 1695)28, no podemos afirmar tajantemente si tales textoverdi eran los primitivos habitantes de la zona que habían formado una entidad al modo romano muy cerca del fuerte29, o si se trataba de algo nuevo fundado por el poder romano ab novo (lo que parece menos probable), e incluso pudo haber existido algún tipo de relación jerarquizada entre el poder representado por la curia de los textoverdi y la propia Vindolanda. 7. Con las anteriores consideraciones nos hemos alejado de las tablillas y hemos entrado en epigrafía pétrea, pero es indudable que debemos acudir también a esas fuentes, así como lo hemos hecho ya a la arqueología propiamente dicha, con el fin de entender asuntos que las tablillas sólo podrían resolvernos de manera más hipotética aún. Más arriba habíamos detenido la escala de mando militar del fuerte en un cuarto escalón constituido por el praefectus de la Cohors IX Batavorum. Ahora vamos a continuar descendiendo en dicha escala a través de los puestos que se documentan en las tablillas de Vindolanda. De esta manera un beneficiarius del praefectus aparece en una carta de apelación contra maltrato (TV II 344). Conviene detenerse en dicha carta porque nos va a servir para documentar la cruda realidad de la vida del fuerte, permitiéndonos un acercamiento extraordinario a la cadena de mando del lugar. La tablilla en la que se escribió la carta fue hallada en las dependencias del centurión. Está escrita por un homo tra(n)smarinus (hominem trasmarinum, línea 15), probablemente un mercader, que por razones que él considera injustas ha sido golpeado de mala manera con barras. Tan claro debía ver la injusticia que su reacción inicial fue la de dirigirse al praefectus mismo, pero este, según le dijeron, estaba enfermo. Por ello, fue descendiendo en la escala de poder para dirigirse al beneficiarius y después a varios centuriones sin obtener el más mínimo éxito. De esta manera, tras no encontrar justicia alguna en ninguno de ellos, parece que dio por imposible llevar adelante su reivindicación dentro de los poderes del fuerte y por ello imploró a «tu majestad» (tuam maies[t]atem imploro) en un inusual giro que ha sido interpretado por algunos como que la carta estaba dirigida al propio emperador Adriano, que por la época en que se escribió la misiva pudo visitar Vindolanda en las labores preliminares de la construcción del muro que llevaría su nombre. En efecto, Adriano llegó a Britannia en 122 y la arqueología sugiere que se preparó alojamiento para él en Vindolanda30. La razón por la que la carta apareció en las dependencias del centurión quizá fuera que había sido requisada antes de que el apaleado hubiera conseguido su objetivo de entregarla al emperador. 28 29

472a).

DEAE SATTADAE CVRIA TEXTOVERDORVM V(otum) S(olvit) L(ibens) M(erito). Se ha supuesto que quizá formaban parte de la “confederación” de los brigantes (Rivet y Smith, 1979, pp. 471b-

30 En el anterior período, la tablilla TV II 156 menciona a 30 constructores (structores) enviados para hacer una casa de hospedaje (ad hospiti[u]m… facendum), que estuvieron acompañados por el medicus Marcus.

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Sigamos en nuestro repaso de la cadena menor de mando documentada en las tablillas de Vindolanda. Sin pretender ser exhaustivos, en lo que se refiere a centuriones legionarios tenemos a Clodius Super (TV II 255), y centuriones de Vindolanda podemos mencionar a Equester (TV II 263), Crescens (TV II 127-128, 148 y 169), Felicio (TV II 138, 166, 168, 182, 193), Tullio (TV II 184) y Exomnius (TV II 182). En cuanto a decuriones, está Lucius (TV II 299-300), Atto, que se encontraba de misión en Vindolanda (TV II 345), Masclus/Masculus, que escribe a Flavius Cerialis pidiendo instrucciones acerca de la colocación de su destacamento y pidiendo más cerveza para sus hombres (TV III 628), y se mencionan además decuriones del ala Petriana y del ala Augusta. Como principales tenemos a Vittius/Vettius Adiutor, aquilifer de la Legio II Augusta (estacionada en Caerleon, Gales), quien en el período del segundo fuerte de madera se dirige por carta a Cassius Saecularis ―posiblemente un centurión legionario―, tratándolo de fraterclus (TV II 214), y también a Tagamatis (genitivo), vexillarius de oficio (TV II 181), un cornicen (TV II 182), y un duplicarius (Cessaucius Nigrinus) (TV II 312). Finalmente, en el caso de los optiones, que eran segundos en el mando después de los centuriones y decuriones, encontramos a Candidus, Verecundus y Arquittius31. 8. El tratamiento con el que se dirigen uno a otro los protagonistas de las tablillas es muy significativo en cuanto a la relación establecida y sus jerarquías. Entre los praefecti se tratan normalmente de «hermano», «señor hermano» o «queridísimo hermano». Entre las mujeres de estos prefectos encontramos el tratamiento de soror karissima. Por su parte, los soldados llaman a sus contibernales (sic) y commilitones «hermanos». Extraño es el tratamiento que el decurio Masclus/Masculus dispensa a Flavius Cerialis, ya que lo denomina «su rey» (regi suo) (TV III 628), que pudiera interpretarse simplemente como equivalente a «su patrono». El decurio Vitalis, por su parte, se dirige a la mujer del praefectus tratándola de domina (TV II 263), y los soldados llaman al praefectus «señor». Un soldado, posiblemente se trata de un centurión, llama a su tropa «mis chicos», y un centurión que posiblemente era ciudadano romano se dirige de dos maneras al praefectus: por un lado con la esperada deferencia (dominus) pero por otro lado parece que su ciudadanía le llevaba a poder tratar al praefectus de una manera más coloquial, y así también le invoca como domine frater carissime (TV II 255). En otro orden de cosas, en las tablillas aparecen personajes que en algunos casos podían pertenecer al cuerpo militar y en otros no. Así se nombra a un balniator (Vitalis) (TV II 181)32, a un cervesarius (Atrectus) (TV II 182), a un scutarius (Lucius) (TV II 160 y 184), a un medicus (Marcus) (TV II 156), a un seplasiarius (Vitalis) (TV III 586), a dos veterinarii (Virilis y Alio) (TV II 310 y TV II 181, respectivamente) y a un suministrador de ropa (Gav(v)o) (TV II 192, 207 y 218). 31 He escrito monográficamente sobre los optiones en Britannia, incluyendo los mencionados en el texto, en Fernández Palacios, 2013. 32 Constructores del balneum se mencionan en TV II 155. Es muy probable que el edificio haya sido hallado arqueológicamente y sea el protagonista principal de Birley, 2001. Cf. también Birley, 2009, pp. 59-61.

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En cuanto a los lugares que aparecen mencionados en las tablillas, que son muchos33, en la línea Stanegate, aparte de la propia Vindolanda (en muchas tablillas), se nombra Coria (Corbridge) (varias tablillas), importante lugar de suministro para Vindolanda34, así como Luguvalium (Carlisle) (mencionado en TV II 211 y TV I 22 = 250). Otros lugares que se nombran, como Briga (quizá Kirkbride) (TV I 4 = TV II 190, y 292) y Ulucium (quizá Newbrough) (TV II 174, 311, etc.), probablemente eran fuertes situados a lo largo de Stanegate. No aparece Newstead (fuerte en el sur de Escocia evacuado c. 105), y Bremesio (identificado por algunos con Piercebridge) es probablemente el lugar que se menciona en una carta fechada en la segunda mitad del s. II d. C. (TV III 670). Por lo que se refiere a bases en el sur de la Isla, aparecen Vinovia (Binchester) (TV II 185, etc.), Cataractonium (Catterick) (TV II 185, etc.) (lugar importante por su producción de cuero), Isurium (Aldborough) (TV II 185 y TV III 595), Bremetennacum (Ribchester) (TV I 30 = TV II 295)35, Eboracum (York) (TV II 154 ―cf, TV III App. 154― y TV III 850), Londinium (Londres) (TV II 154, TV II 310, etc.), capital y residencia del gobernador, lugar al que se podía llegar desde Vindolanda en menos de una semana, y quizá también Lindum (Lincoln) (TV II 295), que pasó a ser colonia con Domiciano. Se aprovisionaban de ostras gracias a un lugar llamado Cordonovis (ablativo) (TV I 39 = TV II 299), que probablemente estaba situado en la costa este. Incluso en la documentación aparece Roma: así en TV II 283 se habla de alguien de camino a Roma (Romam petere), donde se mencionan asimismo los gastos de viaje (viatico) y el uso de tablillas de escribir (tabulas), y la Gallia (TV II 154, cf. TV III App. 154, y TV II 255). 9. Los anteriores apuntes dejan suficientemente claro, aunque de manera un tanto impresionista, que Vindolanda, enclave «al norte del norte», en la vanguardia britana por entonces, no estaba ni mucho menos aislado. Por lo tanto, el conocimiento de la red económica que debió funcionar para sustentar tanto a Vindolanda como a otros lugares vecinos es fundamental a la hora de entender luchas de poderes y subordinaciones entre poderes más locales y el poder central. En este sentido, y como señala Grønlund Evers: «Civilian entrepreneurs and traders were operating on a large scale and were routinely buying, processing, transporting and selling a wide variety of goods». Las necesidades materiales de los habitantes del fuerte pusieron en marcha una red comercial en la que participaban lugares tan alejados como la Galia o Londres. De esta manera, se compraban bienes en Londres a través de un tal Adiutor (TV III 588), y al menos parte de la ropa se traía de la Galia (TV II 255). La ropa era normalmente propiedad personal y en el caso de Vindolanda quizá existió algún tipo de manufactura en el sitio, ya que arqueológicamente

33 Los soldados con frecuencia mandan cartas al prefecto con la intención de viajar a algún sitio (commeatus). Los lugares suelen aparecer en locativo (Londini, Coris, Eburaci/o, Catarac(tonio), Vinovis, Vindolandae). 34 De hecho una tablilla al parecer se refiere a Cerialis Coris iussu. 35 El praefectus Priscinus envió a dos hombres de la cohorte a Bremetennacum con una carta para el gobernador, el cual ya se había ido cuando llegaron al lugar, por lo que fueron reenviados a otro sitio para cumplir con su misión, quizá a Lindum (Lincoln).

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se ha detectado una gran cantidad de ovejas36. El calzado, por su parte, podía alcanzar gran calidad, tal y como se comprueba arqueológicamente37, y de la importancia de su producción baste decir que se documentan 12 zapateros (sutores) en los talleres (TV II 155). La sofisticación de estos mercados alcanza también al nivel y método de suministro y demanda. Encontramos documentada asimismo una comida de gran calidad en el praetorium. Había variedad, sofisticación y carne, y el pan se hacía localmente, todo lo cual indica el buen abastecimiento de que gozaban los oficiales ecuestres y sus familias. Conocían y usaban los pagos en dinero y utilizaban de hecho moneda pequeña (in aere minuto), por lo que no se trataba simplemente de un sistema de suministro por requisición (este tipo de suministro se usaría para las raciones oficiales). También observamos variación de precios en el mercado local y pequeños pagos de dinero ad sacrum, e incluso el repago de un préstamo. Así pues, se trataba de una economía en la que el uso de la moneda no era circunstancial38. Además, encontramos la expresión reditus castelli (TV II 178), por lo que el fuerte vendía cosas, y parece que el praefectus también. Particularmente instructiva es la tablilla TV II 180, fechada en septiembre de 121 d. C. y proveniente de las dependencias del centurión, en la cual a través de 38 líneas distribuidas en 3 páginas se nos presenta lo que probablemente es una ratio frumenti em[ensi], donde aparece una cantidad tan alta como 320,5 modii, y todo ello por obra y gracia de un suministrador civil. El fuerte, como generador de romanitas en todos los sentidos, a través de diversas acciones contribuía a la mejora de las comunicaciones terrestres. De esta manera, la guarnición de Vindolanda ―y esto pensando particularmente en la Cohors I Tungrorum― probablemente participó en algún programa de construcción de carreteras junto con otras unidades. No hay que olvidar la atención cuidadosa y continua que tal tipo de infraestructuras debían recibir en aquellas duras condiciones39 para que fueran útiles. 10. En definitiva, visitas y contactos con prefectos40, estancia de un legado41 y al menos de un gobernador42, además de la posible presencia del propio emperador Adriano en 36

Véase, por ejemplo, Hodgson, 1977. Van-Driel Murray, 2001. 38 Concluye Grønlund Evers, 2011, p. 23b: «Exchange was conducted through buying and selling, often on credit, at recorded prices, and in nearly all instances the exchange was facilitated by the use of standard Roman currency. Prices varied between fractions of a day’s pay to huge outlays, and most transactions concerned only some three days’ worth of payment, but every exchange was still meticulously recorded with its cash price». 39 En una tablilla se dice: dum uiae male sunt (TV 343). 40 Unos 25 hombres (escritores, receptores de cartas o individuos) que tenían mandos ecuestres pero que suelen aparecer como praef(ecti) se mencionan en tercera persona en las tablillas de Vindolanda, aunque muchos de ellos no habrían estado en el lugar. 41 Además en TV II 326 se menciona un senador de nombre fragmentario, c(larissimu-) v(ir-), que probablemente se tratara de un legado legionario. 42 El gobernador llegó a Vindolanda el 1 de junio de 105. Posteriormente Flavius Cerialis lo acompañó a Coria. Se ha pensado que la visita tendría como uno de sus motivos ―quizá el principal― el anuncio de que empezaran los preparativos para abandonar Britannia. 37

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Vindolanda, convierten el lugar en un sitio estratégicamente situado en la línea Stanegate antes de la construcción del Muro de Adriano que explica su permanente contacto tanto con el poder central entendido a la manera tradicional como con poderes locales como el suyo propio. Y desde Vindolanda, gracias a los programa de obras públicas, podía llevarse a efecto el censo de la zona, instrumento fundamental para la captación de riqueza mediante impuestos. Así, a través de una carta dirigida a Vettius Severus y conservada fragmentariamente hay una referencia durante el período del segundo fuerte de madera a la organización de un censo (census administret) (TV II 304). 11. Llegamos casi al final de nuestras líneas, y se hace evidente mediante ellas que prácticamente no hemos hablado de los indígenas, la población local previa a la llegada de los romanos. Por algunos restos arqueológicos sabemos que hubo poblamiento indígena, si no en el yacimiento ―que todavía no ha revelado nada en ese sentido―, sí a unas pocas decenas de metros43. Tenemos la suerte de que de los brittones sí se habla, aunque suelen salir mal parados. Es como si san Isidoro hubiera estado en lo cierto cuando, en su explicación del nombre brittones a través de una asociación etimológica con bruti, señalaba: Brittones quidam Latine nominatos suspicantur, eo quod bruti sint (9. 2. 102) y por tanto merecieran tal tratamiento. Nada más lejos de la realidad ya que sabemos que su etimología es bien distinta. En las tablillas de Vindolanda encontramos mencionados carros de los brittones trayendo grano a la guarnición (TV III 649)44. Además, se les nombra en alguna que otra ocasión con una forma de diminutivo que parece despectivo, brittunculi (TV II 164), para señalar que poseían pobres habilidades con las armas («los britones, bastantes de ellos a caballo, están desnudos. Los de a caballo no usan espadas, ni los brittunculi montan para lanzar jabalinas»). En ocasiones se ha pensado que los anavionenses mencionados en una tablilla (TV III 594) y también de manera epigráfica (la inscripción de Aulus Platorius Nepos, RIB 1702, el hombre que se encargó de dirigir la construcción del Muro de Adriano), serían los brittunculi, que habitarían la zona de Annandale (sudoeste de Escocia). La verdad es que no podemos afirmarlo, y en muchos casos tampoco estamos seguros de la función que los brittones mencionados desarrollaban. Los hemos visto trayendo grano a la guarnición, y por lo tanto contribuyendo al aprovisionamiento del fuerte, pero no sabemos en calidad de qué: quizá obligados a ello por conquista, quizá en otro tipo de régimen menos subyugador. Por otro lado, la observación de la manera de desenvolverse en combate de los britones nos ofrece datos como que los que estaban en contacto con Vindolanda iban de manera mayoritaria a caballo y desnudos, y que en la función de jinetes no llevaban espada alguna; también que para lanzar jabalinas montaban en el caballo. Se ha apuntado en alguna ocasión que quizá esta documentación nos está indicando que había conscriptos britanos que eran entrenados militarmente en Vindolanda. Pudiera ser, pero lo cierto es que no somos capaces ni siquiera de establecer 43 44

Véase Birley, 2009, pp. 39-40. Birley, 2002, p. 50, con foto de la tablilla en la p. 51.

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una diferenciación segura entre brittones y brittunculi, ya que vemos que en la misma tablilla aparecen ambas denominaciones que pudieran referirse a un mismo grupo o a dos. Quizá los brittunculi eran los que estaban más allá del poder de Roma. También se ha querido ver detrás de la mención de ser un homo tra(n)smarinus que hace el apaleado que escribe la carta TV II 344 una manera de señalar que no se trataba de un indígena al que poder maltratar impunemente, pero dicha mención también puede interpretarse como una manera de reclamar su estatus de viajero, mercader extranjero o incluso huésped. De algo sí podemos estar seguros: los romanos no podían establecer todavía relaciones de confianza con poderes locales indígenas situados muy allá de la línea Stanegate. Tendrían su zona de influencia más o menos amplia al norte, que pudo alcanzar parte del sudoeste de Escocia como se ha apuntado anteriormente, pero la presencia de un centurio regionarius (TV II 250), Annius Equester, que actuaba a modo de oficial del distrito, con base en Luguvalium, a una decena de millas al este de Vindolanda, nos indica la situación todavía insegura de la zona, ya que su función principal en estos momentos sería la de mantener a la población local bajo control. No hay que olvidar que asistimos en las tablillas a la detención de desertores (TV II 226 y 320), e incluso a la deportación de alguien de la provincia encadenado. No en vano, en 1997 se descubrió una lápida de un centurión (T. Annius) de la Cohors I Tungrorum que había muerto en la guerra (in bell[o… inter]fectus) (RIB III 3364), lo cual se ha puesto en relación con la rebelión británica de comienzos del reinado de Adriano. A fin de cuentas, las fuerzas indígenas tenían experiencia sobre el terreno y estaban acostumbradas a las adversas condiciones climáticas que se mencionan en las tablillas45. 12. En resumen y para concluir, el poder central está casi omnipresente en Vindolanda en la época en que se documentan la mayoría de las tablillas. Los poderes locales sólo existen en virtud de las aportaciones que pueden realizar al mejor funcionamiento de Roma. Tanto civiles como militares sirven obediencia en última instancia al poder emanado del emperador, y las jerarquías tanto por lugares como por rangos sólo sirven para organizar mejor el funcionamiento del poder central. Frente a ello, los indígenas, que aparecen en la documentación de Vindolanda casi de refilón, parecen asistir de manera forzada e impotente al aprovechamiento de unas tierras que tiempo atrás habían dominado pero que un poder central muy lejano, a través de unos agentes que podían ver y tocar diariamente, había terminado por adquirir a través de la conquista. Más allá de la línea Stanegate podemos imaginarnos a otros indígenas pensando cuándo llegaría su hora o si no sería mejor someterse de manera pacífica. Entretanto gobernador provincial, legados legionarios, prefectos, centuriones, legionarios, mercaderes, trabajadores de diversa índole, civiles sin cargos definidos, todos pensaban que su ámbito propio y exclusivo de actuación les pertenecía tan sólo a ellos, cuando en realidad una simple decisión de Roma podía dar al traste de la noche a la mañana con sus reducidos ámbitos de poder. 45

Así tempestates (TV II 234) y tempestates molestae (TV 25).

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