Contribuciones a la Construcción de un Concepto Crítico de Víctima

October 11, 2017 | Autor: Alvaro Botero | Categoría: Filosofía Política, Movimientos sociales
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Descripción

Apuntes para la Construcción de un Concepto Crítico de Víctima 


(Cuarteto a diez manos)


Colectivo de Estudios Walter Benjamin[1]




Resumen

En el Colectivo Comunista Walter Benjamin, en los últimos meses, hemos
dedicado nuestro esfuerzo reflexivo y político a construir una "noción
crítica" de víctima, inspirados en un conjunto de tesis que deseamos
compartir. Por un lado, la urgencia de retomar las reflexiones del filósofo
Walter Benjamin sobre la dimensión política de la memoria, las críticas a
las concepciones dominantes de historia y de progreso, la peculiaridad de
la memoria de las víctimas y los sobrevivientes, el filósofo como cronista
en la orilla de las víctimas y los oprimidos, la conversión de los
sentimientos de la víctima en dimensiones de justicia, el relato de las
víctimas como una filosofía crítica de la historia, entre muchas otras. Por
el otro, la necesidad de hacer explícitas las diferencias entre una
"concepción dominante" de víctimas y una "noción crítica", a partir de la
distinción gramsciana entre hegemonía y contra-hegemonía. La noción
dominante, atada a lo jurídico-legal, postula un significado bastante
restrictivo, privilegia el cuerpo sufriente, instrumentaliza los Derechos
Humanos y normaliza (sacralizando) ciertas prácticas violentas. La crítica
a la concepción dominante de "víctima" busca ampliar sus significados,
tomar distancia de lo exclusivamente sacrificial, mostrar los límites del
juridicismo, transformar los Derechos Humanos, reivindicar la dimensión de
subjetividades políticas de las víctimas y realizar una crítica radical a
la violencia.

Palabras Clave: Víctimas, Derechos Humanos, sacrificialidad, crítica.

La relevancia contemporánea y la nueva visibilidad de las víctimas pueden
tener finalidades plenamente divergentes, lo cual exige una mayor atención
a la reflexividad crítica. No puede limitarse a una visibilidad sociológica
o histórica, en sentido positivista, que se convierta en la simple
constatación estadística de registro, sub-registro o tipologías de
victimización-victimarios, como tampoco meras acciones asistencialistas de
re-victimización. El asunto de su "centralidad" o "nueva visibilidad" y su
finalidad última es determinante en una lectura crítica de las víctimas.
La violencia, con sus diferentes formas de expresión, hace parte de
la Historia de la humanidad. Hablar de violencia implica hablar de dominio,
poder, crueldad y destrucción. Hechos violentos como los ocurridos
alrededor del proyecto colonial y el proyecto nazi han conmocionado al
propio Ser humano en algunos casos, mientras que en otros no hay ninguna
reserva ética o moral. Una de las perspectivas, centrales de este artículo
es, por lo tanto, explorar y explicar, desde el concepto de víctima, qué
tipo de situación presenta el Estado colombiano respecto del conflicto
social y político que se ha desarrollado por más de medio siglo y cuyo
discurso actual es el de la reparación y la transición hacia la paz.
El inicio del punto 5 del "Acuerdo General para la Terminación del
Conflicto", en La Habana, la afirmación expresa: "resarcir a las víctimas
está en el centro del acuerdo Gobierno Nacional y FARC-EP", ha empezado a
producir alguna atención en los medios de comunicación, e importantes
debates, tanto en la academia como en el movimiento popular. En el texto
del "Acuerdo General" se consigna la necesidad de reconocer los Derechos
Humanos de las víctimas y se privilegia la verdad como exigencia
imperativa. Tal vez, la insistencia de los medios de comunicación y las
reiteradas declaraciones del carácter "central" de las víctimas, han hecho
difuso el hecho de que existen distintos enfoques en la aproximación a esta
problemática. Parece que, al evocar la noción de "víctimas", estamos
siempre hablando de lo mismo y esto no es posible en ningún ámbito del
pensamiento humano, porque la existencia de disensos, matices y diferencias
es inevitable y le es connatural. Para evitar la instrumentalización de la
noción de "víctimas" y reconocer su potencia emancipatoria, es necesario
subrayar sus contradicciones, matices y polémicas.
La violencia, además de producir víctimas, supone la presencia de un
otro exterminador, es decir, de quien o quienes asumen el objetivo
destructivo, lo que implica la cuestión del reconocimiento del Otro en
todas las dimensiones, incluidas las de las clases sociales; esto, sin
lugar a dudas, implica la configuración de una ética de la
responsabilidad. 
En el contexto que vive Colombia, de más de 50 años de violencia, se
han impuesto las nociones de sociedad, el orden de cosas según la
comprensión y los intereses de las clases dominantes, desconociendo el
sentir nacional de las mayorías rurales y urbanas. El uso de la violencia
por parte del Estado como reemplazo de las formas democráticas de hacer
política es el síntoma más evidente de la crisis de la Nación. 


Excurso Etimológico

De acuerdo con el Diccionario de la RAE, aparecen varias acepciones: (Del
lat. vĭctima).
1. f. Persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio.
2. f. Persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra.
3. f. Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita.
4. f. Persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito.
Como se ve, dos elementos saltan a la vista: El primero, la relación
del término con lo sagrado, con el sacrificio, en el cual se sublima la
Muerte (víctima propiciatoria). En este caso, y en relación con la segunda
acepción, el protagonista no necesariamente es un agente pasivo, sino que,
eventualmente, puede ser que se ofrezca como voluntario. Incluso, en la
Grecia Clásica, la víctima (Thyma) era toda ofrenda sacrificial, tal vez
rezagos de una antigüedad en la que los sacrificios humanos eran norma
aceptada con el fin de restablecer el Cosmos, apaciguando la ira de los
dioses, pero que ahora se habían transformado hasta el simbolismo, para la
expiación de una 'falta' colectiva. En este sentido, se relaciona con el
segundo elemento que interesa resaltar, y es que, en la medida en que la
falta es colectiva, uno de los estatutos de la víctima era su inocencia, su
estado de indefensión en el momento de 'padecer' (más o menos
voluntariamente, en ciertos casos) el daño o la ejecución. Esta connotación
se extendió con el cristianismo en la figura del 'mártir', aquél que
entrega su vida para redimir a la Humanidad de sus faltas: Cristo, el
cordero sacrificial que se inmola para la salvación de la Humanidad.
Entonces, por lo menos, tres elementos resaltan: 
1. La noción y el estatuto de víctima es bastante preciso, aunque
derivado de su pasado ritual, y, por lo tanto, se muestra impregnado de
elementos religiosos de carácter teológico. 
2. Su estado de inocencia e indefensión, correlatos ineludibles del
hecho padecido, y que coluden para crear su estatuto. 
3. La Validación o justificación de la violencia ejercida sobre un
individuo, en nombre del "bien común" (Chivo expiatorio, víctima
propiciatoria, etc.).
Así, la noción dominante, o por lo menos la comúnmente utilizada, no
puede desprenderse de cierta carga teológica, que, como veremos, se
traslapa bajo su acepción jurídica. 
Por otra parte, de entre las Ciencias sociales, se destaca el Derecho,
gracias a su proverbial afán de precisión técnico-administrativa, en su
operatividad de ocultación de viejos contenidos religiosos, implícitos bajo
el velo formal de su operatividad moderna. Foucault ha sugerido
sintomáticamente tal connivencia al referirse a "la presencia y
persistencia de los significados religiosos en las operaciones modernas del
derecho penal, la purga de la pena y las penitenciarías como los espacios
idóneos, no tanto de reinserción social de los delincuentes sino del
sentido del castigo derivado del penar de los pecados y la penitencia."
(Marín, 2012. P. 10)
Este concepto de víctima dominante, queda pues definido y delimitado
por la categoría de delito, cargado a su vez de significaciones múltiples
que contienen en sí mismas el periplo de la secularización del sacrificio y
de la historia del derecho en las sociedades occidentales.
"En todo caso, a lo largo del itinerario de la definición de víctima
se destaca que el término ha sido utilizado también en acepciones más
amplias, que buscan trascender su carácter religioso. Esta incorporación de
significados ha sido tarea desarrollada primordialmente por diversas ramas
del derecho. Las diversas acepciones de víctima, principalmente las
acuñadas por los estudios de victimología, han incorporado nuevos elementos
en su definición, tales como: (1) la afectación, tanto en el plano
individual o colectivo, determinada por factores de origen físico,
psíquico, económico, político o social, así como del ambiente natural o
técnico29; (2) el sufrimiento resultado de un designio, incidental o
accidental; (3) el sufrimiento de manera injusta. Con ello, se puede
indicar que dos rasgos decisivos de la definición jurídica de víctima, que
refuerzan sus contenido sacrificial, lo constituyen el sufrimiento y
la injusticia."(Ibíd. P 11) [Cursivas en el original]
Adicionalmente, uno de los mecanismos eminentes en la determinación de
la víctima es el de 'crimen'. Lo anterior encamina a referirse a la
definición de víctima desde su representación jurídica, la cual, cabe
recordar, que establece, junto con los contenidos sacrificiales ya
referidos, la noción dominante. (Ibíd.)
"De manera sucinta se puede señalar que, desde la perspectiva
jurídica, víctima es la persona que sufre la acción criminal, esto es, la
persona cuyos derechos han sido violentados en actos deliberados. Se trata,
a todas luces, de una comprensión restrictiva de la noción de víctima."
(Ib., p 12)
Finalmente, la Resolución 60/147 aprobada, unánimemente, por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de
2005, dispone, en su Artículo 8º:
"Se entenderá por víctima a toda persona que haya sufrido daños individual
o colectivamente, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento
emocional, pérdidas económicas o menoscabo sustancial de sus derechos
fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan
una violación manifiesta de las normas internacionales de Derechos Humanos
o una violación grave del Derecho Internacional Humanitario".
Esta definición de víctima adolece de las mismas limitaciones
señaladas acerca de lo sacrificial y el juridicismo. En ella se plasma de
forma directa la noción dominante y restrictiva de víctima. Primero, se
enmarca en el individualismo del derecho burgués moderno, al centrar la
condición de víctima en "toda persona" individual que haya sufrido algún
tipo de daño. Segundo, predomina la noción del cuerpo y mente sufriente
como condición de la victimización en la sacrificialidad. Tercero, termina
sometida a una perspectiva legal unilateral, para la cual se es víctima
sólo cuando hay una violación manifiesta de normas internacionales de
Derechos Humanos o una violación del Derecho Internacional Humanitario.
Cuarto, se presenta una justicia reducida a violación de normas, reglas o
representaciones jurídicas. Quinto, se limita el fenómeno de la
victimización a ser sujeto pasivo de un delito tipificado.




Consideraciones

La coyuntura nacional planteada desde La Mesa de la Habana, obliga que
desarrollemos un concepto de víctima más amplio, que pueda aplicarse tanto
al contexto colombiano como a los desarrollos que sobre ello se adelantan
internacionalmente; y que, además, incorpore la voz de los vencidos.
Para la aproximación crítica al concepto, se requiere hacer uso de su
significado político radical, intrínseco al tratamiento sobre los Derechos
Humanos; el sentido político nos proporciona entenderlo como momento
social, jurídico y humanista, que logra trascender el mero discurso de
sufrimiento, de sacrificialidad, para posicionarse en el terreno de la
reivindicación, del reconocimiento de ese sujeto, a quien, además de
padecer vejámenes que afectan y comprometen gravemente su condición física,
se violenta y cercena su pensamiento, su subjetividad y su rol como sujeto
político.
El sistema hegemónico actual, instrumentaliza el manejo de
los Derechos Humanos de manera reiterativa para sus fines políticos, ya sea
de forma positiva o negativa, circunstancia que, independientemente de la
intención coyuntural oculta, conlleva el fin ulterior de apropiarse de sus
contenidos. Atrás queda su entendimiento como movimiento social de
resistencia o reclamo, emplazamiento de actos, hechos y acontecimientos de
tensión, de correlación de fuerzas, que impliquen exigencia de
reconocimiento de la dignidad humana, con potencial crítico, y que ubique
las luchas populares como fuerza estructurante del desarrollo ético de una
sociedad.
De otra parte, la construcción de un concepto tal tiene que ir más
allá de su noción estrictamente tipificada por la Ley, dejando por fuera
aquellas situaciones y actos que atentan contra la dignidad y la calidad de
vida de las personas, pero que, como no están incorporadas en la normativa
vigente, no son tenidas en cuenta al considerar su carácter. La víctima es
actor de primer orden al momento esclarecer la Historia de Colombia; son
ellas, igualmente, las que han sido señaladas por reclamar
justicia. Este estigma deviene de concepciones fundamentadas en nociones
como Enemigo Interno, dentro de la Doctrina de Seguridad Nacional, lo cual
ha justificado asesinatos, persecución, amenazas, desplazamientos y
desapariciones, entre otras violaciones a los DD HH.
En la dinámica de la víctima sacrificial, no existe una aceptación o
reconocimiento de pesar social por el dolor padecido por ciertos individuos
durante generaciones, lo cual es un indicador de su éxito como mecanismo
para devolver cierto equilibrio interno (a personas) y externo (al grupo),
y que hace del sacrificio un acto trascendente. Un ejemplo de este tipo de
concepto es el cordero sacrificial, Jesucristo, la víctima por excelencia,
y toda la simbología que arrastra.
Sin embargo, a partir de la Segunda Gran Guerra, al complejizarse o
agudizarse las contradicciones propias del devenir hegemónico, algunos
elementos en las víctimas han variado; a partir de la experiencia Nazi se
ha producido una sucesión de victimas sin valor residual,
despersonalizadas, deshumanizadas, es decir, despolitizadas.
La víctima es incómoda, por lo que el olvido y silencio social la
determinan; de ella no se habla, lo que constituye un punto de giro para
que las acciones del Terrorismo de Estado trasciendan impunemente a otras
generaciones. La instauración del terror desde el propio Estado hace que él
mismo deba aniquilar sus elementos clandestinos naturalizados, es decir, al
propio Estado clandestino perpetrador, y repare el daño ocasionado, solo
posible si desde lo jurídico se inscribe la acción de reconocimiento de su
propio accionar. 


Conclusiones

La magnitud de los hechos de violencia, tal vez no sea abarcable por ningún
concepto en este momento; la masividad, y lo siniestro y clandestino de las
metodologías utilizadas deben, necesariamente, haber producido un tipo de
víctima que tampoco podamos conceptualizar claramente, por ahora. Sin
embargo, cabe traer aquí las palabras de S. Sonntag (2003) al respecto: "La
compasión es una emoción inestable, necesita traducirse en acciones o se
marchita.[2]" En nuestro intento por superar cualquier estratificación
entre víctimas de primera y de segunda clase, o entre víctimas según
actores armados, las víctimas se han transformado en nuestras educadoras.
Su duelo y sufrimiento se convierte, así, en acciones formativas para la
sociedad colombiana. El caso colombiano será considerado paradigmático por
la aplicación de políticas excesivamente represivas, cuyos modelos o
antecedentes han sido puestos también en marcha en otras regiones de
nuestra América Latina; pero también, por la consideración novedosa de
algunas acciones como educativas, pedagógicas.
En primer lugar, la ausencia de deseo de venganza en sus narrativas,
nos enseña que es posible una vida sin odio y resentimiento, que es posible
contagiar a otros seres humanos de la posibilidad real de sociedades
solidarias y compasivas. Que la verdadera justicia no puede confundirse con
la agresión al culpable o la eliminación del victimario.
En segundo lugar, la conciencia de que, las injusticias vividas, nos
permiten experimentar cómo, en la comunidad de sufrimiento no existen
jerarquías, ni el deber de la memoria de las violencias injustas tiene
ranking. Su condición amplía la sensibilidad frente a cualquier violencia
arbitraria, ejercida contra cualquier Ser humano o especie vital.
Las Leyes, dentro de la consigna de reparación, tienen un valor que
permite que la memoria y la justicia vuelvan a habilitar sus canales para
determinar la verdad; el discurso jurídico, entonces, deviene en productor
de verdad, respecto de las víctimas consideradas tanto como sociedad, como
capa o clase social que se pretendió eliminar, como en su individualidad. 
En conclusión, transitamos hacia una noción crítica de víctima,
siempre en construcción, lejana de la sacrificialidad y el juridicismo, con
distancia de las "declaraciones universales", transformadora de los
Derechos Humanos, y abierta a la experiencia de las personas protagonistas
de la Historia.
Conocer el concepto de víctima del conflicto social y armado requiere,
entonces, que conozcamos y caracterizamos la crisis social, el modelo de
guerra, los atentados masivos, y sobre todo el sujeto social sobre quien
recae la victimización, que puede dar como resultado una trama de
identificaciones que dé soporte a una nueva noción liberadora.






Referencias:

Arias Marín, Alán (2012). Teoría Crítica y Derechos Humanos: Hacia un
Concepto Crítico de Víctima. En Nómadas. Revista Crítica de Ciencias
Sociales y Jurídicas. Universidad Nacional Autónoma de México. 36 (2012.4)
http://dx.doi.org/10.5209/rev_NOMA.2012.v36.n4.42298
Sontag, Susan. Regarding the Pain of Others. New York: Picador/Farrar,
Straus and Giroux, 2003; 126.


Bibliografía de Apoyo

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violencia política. En: Rettberg, Angelika (compiladora). Entre el perdón
y el paredón. Bogotá: Universidad de los Andes, 2005.
Hoyos Vázquez, Guillermo (editor). Las víctimas frente a la búsqueda de la
verdad y la reparación en Colombia. Bogotá: Universidad Javeriana, 2007.
Reyes Mate, Manuel. La actualidad de las víctimas. En: Reyes Mate, Manuel.
A Contraluz. De las ideas políticamente correctas. Barcelona: Anthropos,
--------------------. Justicia de las víctimas. Terrorismo, memoria,
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Tamayo Ayestarán, Alfredo. El narcisismo maligno y las vícitimas. En:
Sucasas, Alberto y Zamora, José (editores). Memoria - Política -
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Todorov, Tzvetan. Memoria del mal, tentación del bien. Barcelona: Penísula,
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Verón Ospina, Alberto. El filósofo como cronista de las víctimas. En:
Sucasas, Alberto y Zamora, José (editores). Memoria - Política -
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Zamora, José. La provocación de las víctimas. A vueltas con la filosofía de
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Política - Justicia. Madrid: Trotta, 2010.
Zolo, Danilo. La justicia de los vencedores. De Núremberg a Bagdad. Madrid:
Trotta, 2007.



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[1] Elaboración: Nancy Delahoz; Sergio Dezubiría S.; Jerson A Arias
Acevedo, Edison F. Báez; Álvaro J. Botero Cadavid.

[2] Compassion is an unstable emotion. It needs to be translated into
action, or it withers. h!õh!õhÈBh2)ch³>
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Pain of Others (2003)
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