Contra el individuo. Exploración etnográfica de la intimidad venezolana

June 15, 2017 | Autor: Henry Moncrieff | Categoría: Identidad, Etnografía, Familia, Modernidad, Matrisocialidad, Intimidad
Share Embed


Descripción

CONTRA EL INDIVIDUO EXPLORACIÓN ETNOGRÁFICA DE LA INTIMIDAD VENEZOLANA 1

HENRY MONCRIEFF Antropólogo social, Universidad Central de Venezuela (UCV) Centro de Investigación Social CISOR [email protected]

Resumen La intimidad es una relación social expresada en la apertura privada del individuo hacia el otro, permitiendo su reconocimiento individual. De esta manera, lo intimo, entendido como otra esfera de la vida social, puede considerarse a través de su aspecto antropológico. Las culturas al codificar dicho espacio social, delimitan, problematizan y jerarquizan lo íntimo con respecto a otros espacios de la vida. Mediante una etnografía se explora cómo se da la intimidad dentro de la lógica matrisocial de la cultura venezolana. El análisis caracteriza esta relación social dentro de una familia (los Ramírez) destacando las identidades y los discursos de sus miembros, las experiencias ritualizadas y los contextos de producción de lo íntimo. La etnografía concluye haciendo visibles las contradicciones que genera una socialidad familista en una intimidad concebida desde el individuo Palabras claves: intimidad, modernidad, matrisocialidad, identidad personal, familia.

1

Este artículo ha sido posible gracias a las recomendaciones conceptuales de Alberto Gruson (CISOR), Samuel Hurtado (UCV) y Verónica Zubillaga (USB) en cuanto a la teoría de la matrisocialidad y el análisis etnográfico. También ha sido pertinente la lectura crítica de Andrés Zambrano (CISOR) para la elaboración final del texto.

LA INTIMIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL En la filosofía moderna las experiencias íntimas son un espacio confidencial de liberación subjetiva. El individuo, soportado en su subjetividad, encuentra en la intimidad lo más propio que tiene como persona, lo que desea mantener oculto a miradas e intereses ajenos 2. Sin embargo, no se trata de un encierro en algún yo subjetivo (individuo cerrado o mónada), sino el conocimiento íntimo de sí mismo que apunta hacia la dinámica interpersonal 3, su finalidad es concretarse como conciencia personal (individuo abierto), teniendo la capacidad de facilitar una “salida de sí mismo” o “abrirse al otro” 4 La intimidad se supone contraria a la exterioridad. Se puede comprender a modo de secreto interpersonal que no ingresa en la publicidad social 5. En los escenarios relacionales íntimos, reluce siempre el peligro de la invasión, de la intromisión de lo exterior o de lo notorio públicamente. La intimidad, expresa, así, una reserva interpersonal que excluye la alteridad cuando la percibe lejana o extraña. De allí, por extensión, lo íntimo se descubre en lo que es propio de un círculo reducido de personas; se halla, efectivamente, en “vínculos sociales cercanos” 6: vínculo conyugal, vínculo de amistad, vínculo familiar, etcétera. El universo de lo propio se le oculta al otro lejano; y más allá de esta exclusión, la integración social se da en la interioridad que se comparte, en el éxodo del sí mismo hacia un otro interpersonal. Conviene distinguir que la experiencia íntima no es únicamente un ideal filosófico – aunque se ahínque en este para funcionar-, es necesario hacer análisis de la práctica

2

ARENDT (1998).

3

Véase: CRUZ (1999), QUIROGA LAVIÉ (1992).

4

CASTILLA DEL PINO (1989).

5

SIMMEL (1977).

6

HALL (1966).

94

social y cultural de un colectivo para no caer en versiones idealizadas7. De suerte que la intimidad es una institución que involucra relaciones sociales; como proceso de cercanía emocional y conocimiento profundo, el fenómeno íntimo denota acciones como hablarse, escucharse, compartir sentimientos y manifestar pensamientos8. Dichos eventos no son invariablemente felices o resueltos con facilidad, pudiendo resultar hostiles, angustiantes, instigadores del desapego y hasta violentos9. Al respecto, dentro de la ciencia social, no se trata de evaluar la calidad de las relaciones íntimas sino de describir las características de dicha esfera privada y subjetiva de la individualidad. Weber sostiene que “la conducta íntima es acción social solo cuando está orientada por las acciones de otros” (1974:18). Al entender lo social de este ámbito personal, se evalúan las tensiones y el tipo de conexión con el “otro intimo”, instancia donde es plausible comprender la moral cultural de estos vínculos 10. De esta manera, se pretende entender la ambientación sociológica de la vida intima en los marcos subjetivos de la auto-realización individual en Venezuela. ¿INTIMIDAD VENEZOLANA? CONSIDERACIONES ETNOLÓGICAS Venezuela ha consolidado estructuras e instituciones propias de una sociedad moderna. En el aspecto relacional, existe una conformación social, política, cultural y económica que imprime modernidad en la psicología venezolana, principalmente en el aspecto de que la subjetividad se vislumbre diferente con respecto al mundo objetivo. En la ciudad y pequeños centros poblados, de acuerdo con esta característica, las personas deben hacer gestión de su propia biografía. La creciente complejidad social

7

Las ciencias sociales comienzan interesarse por la privacidad y la intimidad, por posibilidades de auto narración en determinados contextos privados y la calidad de los vínculos interpersonales. Véase: GIDDENS (1992), SANTORE (2008), FERRY (2008).

8

JAMIESON (2002), HAROCHE et al (1995).

9

El fenómeno íntimo de la cohabitación en pareja es frecuente en la literatura sociológica, antropológica y psicológica. En esta bibliografía se problematizan las paradojas del romance y del amor: el control psicológico, la violencia física y la victimización. Véase: GELLES (1997), LLOYD (2000) 10

BÉJAR (1995).

95

del país ha permitido aspectos reflexivos e individualizados en la cotidianidad 11. Justamente, las instituciones de la sociedad (lo jurídico, el trabajo, la escuela, etc.) declaran estar orientadas hacia la concreción del ciudadano moral y de la persona responsable de sus actos, obligando a cada quien a asumir su propia trayectoria12. El individuo venezolano es solicitado por un conjunto de campos de vida (educación, derechos civiles, empleo, procesos de movilidad social y geográfica) que estipulan el desarrollo de una biografía singularizada y cada vez menos apegada a lo tradicional o a lo impuesto por roles sociales 13. Esta ambivalencia biográfica en nuestro país es un terreno fértil para nuevas formas sociales y consensuales, vinculaciones múltiples, plurales, descentradas. Es difícil hablar de estereotipos y roles cuando la sociedad esta desprovistas de centro 14. Pero, ¿qué sucede cuando la complejidad y la individualización social se encuentran en un ambiente psicológico y cultural discorde con estas dinámicas sociales? Ante este hecho las reflexiones del presente texto se fundamentan en las siguientes inquietudes: ¿cómo se individualiza la persona en Venezuela?, y, ¿cómo es el campo social íntimo donde se desarrolla dicha individuación?, ¿cuáles son los márgenes de decisión individual en la intimidad venezolana? La intimidad es un producto eminentemente cultural15. Como faceta propia de la relación interpersonal; la cultura le pone límites a ésta o, mejor dicho, dota la relación

11

MONCRIEFF (2011).

12

BECK & BECK-GERNSHEIM (2003).

13

BAJOIT (1992).

14

DUBET (2006)

15

Siguiendo las reflexiones de LINTON (1978), en este texto se ha entendido la cultura sin la idea monolítica de las "sociedades simples". La heterogeneidad de la sociedad venezolana con su variedad de ambientes sociales, múltiples contextos e identidades colectivas necesita una noción de cultura más plausible con esta realidad. Al hablar aquí de cultura, no se hace en forma de pauta determinante de la acción social. Sino que en cambio, se hace referencia a una matriz de sentido, en la cual se valoran semánticamente las relaciones sociales (Véase GEERTZ (2005). De esta forma, la cultura es una trama intersubjetiva (colectiva) que plasma un sentido común u ordinario (pareceres, saberes y procederes, detectados en refranes, rumores y pánicos)

96

con vías y niveles de acceso, de tal manera que cualquiera sabe qué cosas no hay qué saberlas de los demás, qué son las indiscreciones, qué son intromisiones, cómo prevenirlas, cómo reconocer y valorar a las personas que se exponen a sí mismas más de la cuenta (les falta pudor). Cada cultura delimita la intimidad, la problematiza y la jerarquiza con respecto a otros espacios de construcción social 16. La relatividad de los niveles de intimidad y su relación con aspectos culturales y morales, permite aseverar que la intimidad puede ser entendida como partícipe de un orden transaccional, como una “zona cultural” que incide en sensibilidades y circunstancias introspectivas y exteriores de la subjetividad: una zona en la que el individuo construye una identidad íntima contraria a la dinámica interactiva que tiene con los otros no contemplados en su ámbito personal 17. Así entendida, como fenómeno social, la intimidad transcurre en pequeños contextos interindividuales, los cuales son matizados, construidos y configurados por los entramados relacionales de la vida familiar y conyugal, la cohabitación, las amistades, la vecindad, lo comunitario y el marco jurídico de los Estados. Todas las culturas configuran un ámbito de intimidades; lo que varía son las cosas a las que se aplican, las formas, los lugares. Para las culturas individualistas, la intimidad es fundamental para la reflexividad de sí mismo; para las culturas holistas, en las que lo colectivo prela lo subjetivo, se presenta como algo que no está ligado a la reflexión individual e interpersonal, sino como usanza que cohesiona al grupo. La hipótesis del artículo es que la intimidad venezolana se encuentra próxima a una dinámica holista, pero debido a la complejidad social, la conformación de intimidades individualizadas tiene una posibilidad. Con este fundamento, la siguiente investigación presenta una exploración empírica de lo social íntimo desde la familia18, una estrategia etnológica a en el mundo vivencial cotidiano, una manera pre-reflexiva y corriente de establecer la significación de las prácticas rutinarias y que irrumpe en las interacciones como lo evidente, lo obvio y la verosimilitud de un colectivo. Puede leerse en GRUSON (2005), CUCHE (1996). 16

MOORE (1994)

17

BÉJAR (1995).

18

En antropología, una estrategia metodológica importante es procurar una descripción en profundidad de una cultura mediante la caracterización de una de sus instituciones en la que pudiesen cristalizar las demás instituciones y la cultura toda. Eso es lo que entiende MAUSS (1972) con el concepto de “hecho social total”. Pionero en la historia de la antropología, Mauss

97

fin de rastrear la conciencia, el valor simbólico y la trama semántica del fenómeno en el sentido común venezolano. La institución familiar es un eje ordenador en la antropología para el estudio de idiosincrasia venezolana. Este modo cultural se ha caracterizado como familista, un tipo de holismo en el que la familia es simbólicamente preponderante, no así el individuo 19. El esfuerzo de estos autores, sobre todo de Hurtado (1998), es explicar la sociedad desde la psicodinámica que presenta la familia venezolana: abarcada en su totalidad por la figura de la madre a costa de la imagen paterna. Este sobre-desarrollo del rol maternal sostiene una socialidad donde el arraigo materno-filial es la matriz de significaciones del todo social. Se habla de esta manera de matrisocialidad (término acuñado por Hurtado) para destacar que la estructura colectiva posee semántica materno-filial. Una prescripción simbólica donde las interacciones cotidianas se hallan signadas por una afectividad que norma no solo la vida familiar, sino la vida de la sociedad. En otros términos: el mundo de lo público es avasallado con una lógica sentimental-afectiva, consecuencia de la proyección ininterrumpida de relaciones familiares 20. Podría decirse que en el colectivo venezolano “la sociedad [está] tomada por la familia” como se titula una de las obras de Hurtado 21. daba cuenta del origen simbólico de las sociedades mediante un hecho social que podía dar a entender varias regiones de lo humano (lo religioso, lo político, lo económico, e incluso, según el autor, lo biológico). Esta posición metodológica, fue posteriormente desarrollada por célebres antropólogos como Louis Dumont con el concepto de holismo y Claude Lévi-Strauss con el principio de autenticidad en las “sociedades primitivas”. Asimismo, los antropólogos clásicos, apoyados en una institución que consideran estructurante, rinden con ella explicaciones globales del marco semiótico de una cultura. Ejemplos famosos: en los trobiandeses el kula (Malinowski), en los nuer el ganado (Evans-Pritchard), la brujería en los azande (EvansPrtichard), y, las famosas riñas de gallos en Bali (Geertz). En Venezuela, es la familia (dinamizada por la madre) la institución que rinde más capacidad explicativa, pudiendo ser entendida como eje central de la matriz de significado del colectivo venezolano. Véase: HURTADO (1998, 2000), MORENO (1995), VIANA (2004). 19

Se habla de colectivismo u holismo para describir el entorno cultural donde lo colectivo es central para la sociedad (típico de una comunidad tradicional) por sobre la voluntad individual. Véase: DUMONT (1987). 20

Aunque lo matrisocial contenga fenoménicamente lo familista en sí como organización (práctica) e ideología, esto no significa que toda práctica familista deba confundirse con lo matrisocial. Por ejemplo, hay culturas portadoras de un familismo (valor positivo por y para la familia en las representaciones colectivas) que no necesariamente convergen en una matrisocialidad. De hecho, en culturas latino-europeas (la portuguesa, la española, la italiana,

98

En la presente investigación se podrá apreciar dicho talante materno-filial en la intimidad venezolana. En adelante, se presenta una etnografía que responde a cómo la cultura matrisocial elabora la intimidad, para realizar, a partir de allí, una evaluación ética de la construcción del individuo en esta cultura. DISEÑO ETNOGRÁGICO DE LA INVESTIGACIÓN Si bien existen ciertas hipótesis a partir de la teoría de la matrisocialidad de Hurtado, las explicaciones aquí se desarrollaron después de generar datos y analizarlos, mediante un ir y venir entre realidad y conceptuación, en búsqueda de refinar la interpretación final 22. Así, pues, en esta sección se aclaran las fronteras del fenómeno íntimo reconstruido desde la etnografía, sus ámbitos de aparición, su mapa semántico contextual y el proceso de cómo se obtuvieron los datos. Para el estudio de la intimidad en la cultura matrisocial, se ha elegido como unidad de observación un hogar que habita en la ciudad de Caracas: los Ramírez. Se trata de un caso genérico o ejemplar que ilustrará las características del proceso mencionado y, a través de él, se describirá etnográficamente el funcionamiento del fenómeno 23. El objetivo es representar las situaciones ideales o prototípicas de la intimidad en la cultura matrisocial, yendo más allá para buscar sus efectos y sus consecuencias en la expresión de valores individuales. El hogar seleccionado no tiene representatividad estadística -no se trata de extrapolar los resultados en un universo -, las conclusiones se dirigen al desarrollo de la teoría de la matrisocialidad. De esta forma, se pretende una representatividad analítica y teórica, donde la generalización podría alcanzarse dimensionando el fenómeno en aspectos empíricos. En otros términos, se desarrollan hipótesis que etc.) es un rasgo muy presente. En el colectivo venezolano, lo que existe, para ser más denotativo, es un “familismo excesivo”, que aquí se resume con el adjetivo de familista, para decir que la familia tiene la capacidad de intervenir en la sociedad. Para profundizar en estos aspectos, puede revisarse la obra de PITT-RIVERS (1979), autor reconocido por sus trabajos antropológicos en la sociedad mediterránea. 21

HURTADO (2000).

22

GLASER & STRAUSS (1967).

23

COLLER (2005).

99

puedan ser transferidas a otros casos para su posibilidad de demostración empírica final 24. La teoría de Hurtado ha sido central al momento de decidir la escogencia de la familia Ramírez 25 como unidad de observación. La razón de esta elección es que esta familia se acerca a mostrar el “ethos matrisocial” en diferentes rasgos. Por ejemplo, el eje materno-filial, la centralidad del símbolo materno, la ideología matrilineal y la referencia matrilocal en la red de parentesco. Aparte de las mencionadas características, la familia Ramírez presenta otros elementos que han sido determinantes para su elección. La extensión de tres generaciones (familia extensa) permite el estudio de la socialización y la práctica de la intimidad en tiempo adulto, adolescente e infantil. Al haber hombres y mujeres en estos tiempos, permite investigar sobre los estereotipos sexuales en relación con la intimidad 26. La unidad de observación tiene una subunidad que ubica el fenómeno fuera del contexto familiar, explorando también en la vida pública de algunos miembros de la familia. Se hizo observación en un sitio distinto al contexto familiar, la finalidad fue determinar si las matrices de sentido de la intimidad venezolana siguen una lógica familista, en otras palabras, que la noción de intimidad dentro de la familia, se extiende fuera de este espacio, para estructurarse con las mismas pautas matrisociales.

24

De allí, que se prefiera hablar de transferibilidad teórica en esta investigación de naturaleza cualitativa. Véase: MAXWELL (1998).

25

El nombre de la familia y de todos sus integrantes fue cambiado para mantener el anonimato. Todos los datos de referenciación fueron suprimidos, no se utilizan nombres reales ni situaciones que permitan la identificación de los informantes. Agradecemos a nuestro amigo Saúl, líder de una comunidad de Petare, por prestarnos su valiosa ayuda en la búsqueda de una familia acorde con el modelo teórico utilizado. Sin su intervención, la ubicación de la familia Ramírez jamás hubiese sido posible. 26

Aunque la familia Ramírez se ubica en una posición baja dentro de la estratificación social, esto no es lo que se quiere subrayar en la investigación. No se trata, ni se intenta extrapolar la intimidad al sector social llamado “popular”. La elección de esta familia se debe únicamente a que presenta los rasgos anteriormente mencionados. Todos los datos de referenciación fueron suprimidos, no se utilizan nombres reales ni situaciones que permitan la identificación de los informantes.

100

Las nociones de intimidad de los actores se recrean en un discurso polifónico (incluido el etnógrafo). No se han concebido los informantes desde el clásico “punto de vista del nativo”, sino que se realizó una “interpretación de la interpretación nativa” 27; este es el punto de vista emico de la investigación, es decir, la forma como explicaron los miembros de la familia Ramírez el significado de sus prácticas y rutinas íntimas. Esto no significa que lo íntimo se estimó en nuestros informantes con la figura psicologizante de un confesionario de sus vidas privadas; sino que este ámbito se ha entendido -como se mencionó ya en el texto-, como relación social con contenido cultural. LA INTIMIDAD FAMILISTA DE LOS RAMÍREZ El relato etnográfico a continuación rescata las características de la intimidad dentro de la familia Ramírez. Se destacan los espacios culturales, los momentos simbólicos, las experiencias ritualizadas y las instancias contextuales relativas al fuero íntimo que se reproduce dentro de la socialidad familiar. Se relacionan estos ámbitos con el valor que tiene la intimidad para sus miembros y las consecuencias de estas lógicas culturales para con sus propias individualidades. A continuación el relato en primera persona del etnógrafo. ASPECTOS TÉCNICOS Y ESTRATEGIAS ETNOGRÁFICAS La investigación de campo fue realizada durante los meses de marzo y abril de 2009. El hecho de encontrarme en la misma ciudad donde reside la familia (Caracas) hizo de esta etnografía un producto itinerante de ir y venir. Mis días con la familia Ramírez no han sido muchos: fueron 22 visitas, que oscilaron entre 3 y 6 horas (estimo que estuve aproximadamente 100 horas con la familia). De esta manera, muchas de estas horas se distribuyeron en actividades cotidianas, acompañamientos y conversaciones informales. Presentarme como etnógrafo dentro de la familia Ramírez resultó en una serie de cuestionamientos profesionales y disposiciones personales. Este trabajo me vinculó a temas de índole ideológico, político y ético. Ayudé en la búsqueda de una beca del

27

GEERTZ (2005).

101

Estado para un joven de la familia, la reparación de equipos eléctricos, el asesoramiento en la bancarización de los miembros, la asistencia a reuniones en el consejo comunal, di sugerencias relacionadas con la crianza de los infantes, intervine en conversaciones cotidianas múltiples y comprometedoras, pernocté en la casa, etcétera. A medida que pasaba el tiempo, esta participación activa con los miembros del grupo contribuyó a la sinergia etnográfica y a hacerme familiar en la familia. A partir de entonces pude entender la trama de sentido en mis informantes, algunos de los cuales pasaron de ser simples relatores, a interlocutores y traductores del discurso de su grupo familiar (el caso de Carla). Las estrategias de recolección y reconstrucción de los datos etnográficos fueron diversas desde el punto de vista técnico. En todo momento mi posición en la familia fue la de observador participante, siendo el recurso de la “escucha activa” el más empleado, de manera tal que se interrumpiera lo menos posible al informante. También utilicé la entrevista profunda, la pregunta dirigida para precisar algunos aspectos dudosos, la entrevista grupal a la familia -además de la observación de la interacción grupal mientras hacía la entrevista-, la conversación abierta y el cotejo de mis observaciones e interpretaciones con los miembros de la familia. Este último procedimiento fue llevado con sutileza, debido a las situaciones muchas veces comprometedoras para algunos informantes (opiniones sobre otros miembros de la familia, un marido hablando de otras mujeres, etcétera); en este proceso la figura de Carla fue significativa por su imparcialidad y comprensión de mi labor. Debido a esta circunstancia, presenté a Carla una versión de la siguiente monografía menos elaborada en aspectos interpretativos, pero si abundante en detalles; así obtuve su recomendación interpretativa, importante para mi propia comprensión etnológica.

102

LA COHABITACIÓN MATRISOCIAL Los Ramírez provienen de un pequeño pueblo (Macarapana) cercano a Cumaná (Edo. Sucre) en el oriente del país. Por una oportunidad laboral que se les presentó, la familia se trasladó a Tacarigua (Edo. Miranda) y de allí a Petare (en el área metropolitana de Caracas), al sector La Alcabala del que fueron los primeros pobladores. La familia es dueña de una casa de tres pisos con una entrada reacondicionada que funciona como bodega. La señora Simona tuvo 10 hijos con su esposo Carlos (ya difunto); dos de ellos murieron (el primer y el tercer hijo). El segundo hijo (Felipe) vive en Puerto Ordaz; es un obrero de la industria metalúrgica. Dos de sus hijas (Liliana y Marisol) conviven con ella tras sus fracasos amorosos, trabajan de vez en cuando como “servicio doméstico” en casas de La Urbina (zona de clase media cercana a Petare); la misma señora Simona las considera “sus hijas fieles”. Con Liliana y Marisol establecí vínculos estrechos, que ayudaron en gran medida la prospección etnográfica. Ambas han pasado por diferentes relaciones amorosas infructuosas, teniendo varios hijos en su trayecto vital (ambas tienen más de 40 años); “no he tenido suerte… me embarqué con puros hombres irresponsables” sentenció Marisol. Su hermana (Liliana) riéndose fijó la misma posición diciendo que su caso no era muy distinto. Paula, con la que no tuve mucho contacto, vive también en esta casa con su esposo (Pancho); ellos junto con un hijo (Ilich) forman otro núcleo familiar. Pancho tiene una agencia de lotería y un estacionamiento, que proporcionan el mayor ingreso económico de la familia Ramírez. Otras hijas (Laura e Irene) viven con sus concubinos cerca de la casa materna, en el mismo vecindario. Los otros hijos de la señora Simona son Raúl y Jaime. Raúl que “casi vive en esta casa desde que no tiene mujer” (Marisol); de él noté que tenía problemas con el alcohol. El más desprendido, Jaime, trabaja como distribuidor en una multinacional de refrescos. La señora Simona siempre justifica las esporádicas visitas de Jaime por esta ocupación, aunque concretamente “desearía que todos [sus hijos] estuviesen juntos conmigo”. Los patrones de residencia y la centralidad de la madre como referencia de los mismos confirman el ideal de asentamiento matrilocal (viven en el mismo vecindario de la casa materna); Marisol me llamó la atención al decir “vivimos aquí todos cuidando de

103

mi mamá”; y Liliana lo confirma al asegurar que “es por eso que Felipe llama a la casa todos los días” (Liliana). Pasando ahora a los hijos de los hijos, nombraré, por la importancia del presente cometido, primeramente, a aquellos con los que más pude interactuar; de seguido, a los que tuve oportunidad de conocer sin abundar en detalles; finalmente, nombraré al resto, pero sólo será para completar el listado. Mis mejores relatores de la tercera generación también habitan en casa de Simona (la abuela); son los hijos de Marisol y Liliana, dado que la mayor parte del estudio se llevó a cabo en esta vivienda. Carla, hija de Marisol, fue mi mejor interlocutora y traductora cultural; ella tiene veinte años y estudia educación inicial (pre-escolar) en un instituto pedagógico. José Manuel, hijo de Liliana, ha sido un excelente colaborador al permitirme conocer su percepción adolescente; él acaba de terminar el bachillerato y “espera a ver qué sale” (para estudiar un grado universitario o técnico). Katy y Katiuska, la primera de 11 y la segunda de 6 años son hijas de Marisol. Mary de 14 años y Hernancito de 5 son hijos de Liliana. Para terminar con los que habitan en la vivienda, se encuentra Ilich de 10 años, el hijo de Paula, quien es criado por sus “madres extensivas” (tías y abuela), ya que su madre pasa mucho tiempo en la calle ocupada en los negocios que tiene con su pareja. Otros miembros de la tercera generación de la familia que pude conocer fueron tres adolescentes: Cristian (17 años, hijo de Irene), quien parece ser “un poco vago en el colegio”, según Carla, y sus primos Ramón y Miguel (16 y 14 años, hijos de Laura), quienes también siguen el mismo camino, ya que “la edad les pega, todos los varones se van a vaguear [salir a la calle] por ahí a esa edad [adolescencia], a la final… la que sufre es la mamá que se queda a esperarlos hasta que llegan en la noche; […] eso no pasa con nosotras [las mujeres] ya que somos más tranquilitas con eso de salir y no les damos tantos dolores de cabeza a nuestras mamás”, como agrega Carla destacando la experiencia de “sexualización espacial” (casa=mujer/madre; calle=hombre/macho). También hay niños, que son hijos de Irene y de Laura. Raúl, además, tiene “dos hijos regados por ahí; nosotras lo sabemos” explican Marisol y Liliana, revelando una alcahutería maternalista para con el hermano: “parece casi otro niño en esta casa, no trae dinero…; para colmo le cocinamos y estamos pendiente de él como si fuéramos su mamá”, asegura Marisol. El caso de Felipe, el “exitoso” de la familia según sus

104

miembros, surge de una biografía difícil, de independencia y de superación laboral en el mundo obrero de las empresas siderúrgicas de Guayana. Se puede detectar un poco de recelo en sus hermanas (Marisol y Liliana) por su “individualismo” y la distancia que mantiene con la familia (específicamente con la madre), “aunque a veces envía algo de dinero y viene para las fiestas de fin de año” (Marisol); según Liliana, Felipe “tiene tres hijos varones, todos ingenieros” y “una mujer un poco amargada que lo apartó de nosotras”, acota Marisol. De Jaime, se habla mucho de su poco tiempo disponible y, en consecuencia, de lo aislado que se encuentra de la familia. La mujer de Jaime, aunque sola, “tiene a sus dos hijas derechitas” (Marisol). Se notan los rasgos matrisociales de estos discursos: la importancia de la madre-abuela como pivote de la estructura familiar, el nexo sentimental maternalista, el familismo, la ideología matrilineal, la sexualización del espacio, etcétera. La constelación familiar es representada gráficamente en el siguiente diagrama de parentesco. Diagrama parentesco de la familia Ramírez

Fuente: elaboración propia

105

UNA RÁPIDA INTIMIDAD: LA FAMILIA RAMÍREZ ANTE UN EXTRAÑO Mi entrada en la familia Ramírez fue posible por la intervención de un viejo amigo en la comunidad, Saúl; él es un líder comunitario de la zona, muy respetado por su liderazgo en la comunidad donde residen los Ramírez. Esta mediación fue crucial para que la familia me abriera las puertas de su hogar. Empecé a entender la importancia de esta conexión cuando lo primero que dice Marisol es “quédate tranquilo… no desconfiaríamos jamás de un amigo de Saúl”. Nótese aquí la solidaridad automática que implica el aceptarme sin recelo por tener amistad con un conocido. A partir de este momento comienzan a presentarse las lógicas y pautas de acción de la intimidad en los Ramírez. La marca de fami-aliado (conocido de Saúl) en mis interacciones era muy significativa dentro de esta familia. “¿Y tú quién eres?, ¿Y tú qué haces?”, fueron frases habituales en mi prólogo interaccional. Comencé a entender que estas preguntas llamaban a una “membrecía” para entrar al circuito de los conocidos. No se trató del simple rapport, de suerte que podría resaltar que más allá de la presumible desconfianza por el extraño, surge en los Ramírez una necesidad de configurar como “familiar” a un extraño; si no es así, se rechazaría sin más (cuestión que vi en la desconfianza total con las “visitas extrañas”). El trato impersonal no es trato, el primer acercamiento a la familia Ramírez se logró con un necesario y consecuente trato de mucho contenido sentimental: conversaciones con temas afectivos sobre mi madre, mi pareja, mis emociones, estaban a la orden del día. Esto muestra claramente una oposición confianzudo/desconfiado como trama de significaciones en la noción de intimidad. Accediendo, conseguí intimar rápidamente con los Ramírez. Sin más, comenzaron a sacar provecho de mi relación con ellos. Pidieron favores, algunos de los cuales no cumplí, como estrategia etnográfica para leer la reacción del grupo familiar. De improviso, dijo Marisol “te hiciste el loco con lo que te pidió mi mamá” (configuración del móvil celular); así se dejó ver la lógica del consentir como rasgo matrisocial profundo; es una manera de decir “consiéntenos para entrar a nuestra familia”. Al respecto, otro comentario de Marisol fue bastante revelador “¿cómo es que vas a ser amigo de la familia, si no nos haces el favorcito?”. En otro momento, al traer información a José Manuel sobre un programa de becas de la Alcaldía, tanto la

106

familia (sobre todo su madre) y él mismo incluyeron el agradecimiento como forma relacional. La conexión a nuestro favor se dio por Liliana, como madre agradecida, y por la señora Simona, quien termino de autorizar mi “entrada” a la familia como madre-abuela. Otra señal de aceptación en el grupo familiar fue cuando José Manuel se dirigió a mí llamándome pana (argot de amigo) en un almuerzo que “compartimos en familia” (Marisol). Desarrollamos rápidamente una intimidad como aliados familiares. LA MADRE ABSORBENTE: LA INTIMIDAD INFANTIL Las relaciones íntimas adulto-niño enfatizan una profunda sexualización, evidente en la sobre manipulación de los genitales del varón desde muy temprana edad. La madre de Hernancito recuerda el nacimiento de su hijo hace 5 años y dice “todas andábamos sorprendidas con el tamaño del pipí [pene], así que todas sus mamitas [abuela, primas y tías] lo manosearon un poco [entre risas], se morían por cambiarlo y bañarlo todos los días”. El padre, por su parte, celebró muchas veces la “machura” de su hijo, alabando con los amigos la pretendida longitud del pene de Hernancito (recuerdo de Liliana). Estos rasgos, son señales tempranas de un espacio adulto que socava la individualidad en el niño varón, sobretodo en algo tan propio (íntimo) como son sus genitales. Siempre conseguí a Hernancito (ya más grandecito) medio desnudo y un poco desarreglado en el porche de la casa. Cuando preguntaba sobre su falta de ropa, la ideología sexual se manifestó: “¿para qué vamos a ponerle camisa?.. Ni que fuera niña. Es un hombrecito, además anda más cómodo así”, en palabras de su tía Marisol. En contraste, Katiuska de 6 años sí estaba perfectamente vestida, muy pulcra; “es una princesita”, como dice Marisol. Comienzan desde muy temprano las ideas que dividen a lo masculino y a lo femenino, con la particularidad de dejar de lado un reconocimiento positivo de la subjetividad del infante varón. La poca privacidad en el niño, demuestra una lógica adulta de poca promoción a la individualidad corporal. Con respecto al varón, la niña, según la ideología sexual, sí logra obtener una mayor privacidad, especialmente con su vestimenta, en otras palabras, más individualizada corporalmente.

107

La reproducción constante de estas conductas sexualizantes en diferentes momentos y espacios, revela una dinámica materno-filial que configura la intimidad de los niños. Es asimismo un indicador de poca separación del mundo adulto y el mundo infantil. LAS INTERRUPCIONES DE LA INTIMIDAD: LA ADOLESCENCIA La pubertad del varón se encuentra signada por la expulsión (simbólica) del hogar materno, espacio femenino por excelencia. Liliana, madre de un hijo adolescente (17 años), menciona lo siguiente: “Yo lo dejo hacer lo que quiera; ya es un hombrecito, va para la calle y hace lo que mejor le parezca”. José Manuel tiene que hacerse hombre en la calle; allí tiene que demostrar su posicionamiento como hombre macho. Estas experiencias ritualizadas implican, una evitación de los nexos íntimos con los otros varones (para evitar la posibilidad de homosexualidad), y con las mujeres, una respuesta sexual (intimidad superficial) para no dejar la hombría en duda. Hablar con otros varones está a la orden del día, por supuesto, aunque siempre con distancia, ya que en cada uno ronda el “gusanillo de la homosexualidad” (Carla), especialmente, en los demás, los observadores. Así, José Manuel siempre habla con sus pares varones sobre muchachas; el objetivo es demostrar, ejercer y hacer hombría. Me dí cuenta de esto al ser testigo de las conversaciones que mantenía José Manuel con su grupo de amigos. Otra característica que puede inferirse es que el mismo contexto grupal protege la hombría del varón adolescente, dado que en el colectivo, una relación diádica entre hombres es sospechosa de homosexualidad: “dos hombres solos es como de maricos, se ve raro de verdad […], los chamos andan más bien en grupos grandes” (José Manuel). Cuando los varones tienen contacto intimo con la muchachas (candidatas a novia) se expresa el ritual de “echar los perros” (conquistarla). Un ritualismo casi obsesivo por lo femenino que enlaza el mundo masculino con el femenino a través de una comunicación erótica-sexual, como dice Carla: “es fácil saber lo que quiere un hombre cuando te echa los perros: quiere que se la dones (dar la vagina)”. Efectivamente, se trata de reconfirmar la hombría con una proposición sexual a una mujer, lo que describe una relación que no aspira a una intimidad profunda.

108

La mujer adolescente, por su parte, para cumplir con el ideal moral de mujer buena (ser una madre), debe quedarse en casa y separada del universo de la calle, que es de los hombres. “Menos mal que yo ya pasé por ese lío. Antes cuando estaba más chama (en etapa adolescente), mi mamá casi me encerraba en la casa; cuando salía me mandaba en grupo con alguien. La única manera de escaparme de la casa era inventar mentiras, de que me iba con mis amigas” (Carla); esto sugiere que la mujer solamente puede intimar en un circulo femenino (en el hogar y con las pares), lo cual vuelve a asociar la intimidad con el mundo de la familia: la mujer-madre es simbólicamente sinónimo de “familia”. La mujer adolescente tiene que invertir en estrategias para conseguir individualidad, ya que la cultura no permite su autonomía; el ejemplo claro es el hecho de tener que guardar secretos con las amigas para salir a la calle (ver al novio) y no perder la confianza de su propio círculo familiar: “no sabes cuántas veces mentí para verme con él… mis amigas me ayudaron a mentirle a mi mamá, yo decía que iba con ellas, y me iba con Pedro” (Carla). Mi conversación con Carla sobre su noviazgo fue clave para valorar algunos aspectos de la formulación precaria de su intimidad personal. Los adultos, específicamente la madre, interfieren en la relación con el novio, la vigilan y la perjudican; no dejan espacio para el crecimiento individual, el aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto, lo que revela un control absorbente y una desconfianza que desatiende la autonomía individual. CONTRA EL INDIVIDUO: LA INTIMIDAD FAMILISTA No he nombrado a otro núcleo de la familia Ramírez. Se trata de Paula (hija de Simona), Pancho (esposo de Paula) e Ilich (hijo de Paula y Pancho), quienes están próximos a cambiar de residencia. No es extraño que no los haya nombrado, puesto que casi no se encuentran en casa, aunque tienen notable presencia simbólica ya que el resto de la familia vive todo el día hablando de ellos. Desde que están casados (Pancho y Paula), empezaron a construir un nuevo piso en la vivienda, el cual está muy bien amoblado y equipado, según las apreciaciones del grupo familiar (José Manuel). El “éxito” de Pancho se debe a que tiene una larga biografía de comerciante; “ha estado en negocios toda la vida, comprando y vendiendo cualquier cosa” (Simona). Los recursos económicos producto de los negocios de Pancho han ayudado desde siempre al grupo doméstico y con el tiempo se convirtieron en la mayor entrada económica de la familia, como lo asegura Carla: “de unos años para acá… prácticamente todos dependemos de Pancho… nos da dinero para la comida y para todos nuestros gastos”.

109

En el grupo familiar existe cierta actitud negativa hacia Pancho por su “conducta egoísta”; el grupo tiene una desavenencia por su independencia, cuya realización equivale a una separación (simbólica) con la familia. El nudo del asunto es la comunicación que mantiene con su esposa, que es considerada por los miembros de la familia como hermética. “Bueno la verdad… a nosotras nos duele que Pancho haya cambiado tanto a Paula. Es más, nosotras ni sabemos nada de lo que pasa entre ellos… ¿cómo podemos saber si ella está bien?”, es la queja de Marisol en representación del grupo. La demostración posesiva con la hermana se encuentra mediada por la preocupación familiar de no poder intimar con ella (no saber de su relación de pareja). Para Pancho este tema alude a su proyecto de realización personal: tener una casa propia, un hogar propio, un espacio propio, un nicho íntimo con su esposa e hijo. Su proyecto una situación reformativa de la intimidad que vive, pasar del grupalismo a un nivel más personal. “Él se molesta si una se mete en sus cosas, si le preguntamos” (Marisol), “si vale… tenemos mucha distancia con ella (Paula) porque no habla con nosotras… ni los domingos… se va por ahí a comer con el esposo” (Liliana). Carla me explicó la existencia de una coyuntura familiar consecuencia de la futura mudanza de su tía con Pancho a un apartamento en La Urbina, esta posibilidad indica que “irse de la casa” es la metáfora de “irse de la intimidad familiar”. “Pancho lo que quiere es irse de la casa; mi mamá, mi tía y mi abuela lo cargan loco, no lo dejan en paz”. Así pues, dentro de la familia Ramírez se orienta el sentido hacia el no diferenciar entre niveles de intimidad (grupal, individual, conyugal). Precisamente, la intimidad en los Ramírez hacia el adentro familiar engulle todo lo íntimo interpersonal, se lo traga y transgrede mediante comentarios excesivos sobre estos asuntos, que se manejan según el par confianzudo/desconfiado. “Es cómico… él (Pancho) casi que ya no cuenta nada, para que no hablen de él. Lo que yo creo que pasa… es que en mi casa no diferencian bien las cosas… de que él y mi tía tienen que tener su vida privada aparte, que eso es algo de ellos, que se casaron para estar ellos juntos sin más nadie, […] que tienen sus secretos y sus cosas privadas, pero ¿ves?, aquí en la casa no diferencian nada y ahí está el rollo”. Ciertamente, la intimidad es entendida desde esta familia como un bloque, una intimidad de una sola pieza: la del combo social. La vida íntima de los Ramírez no se entiende como conjunto de intimidades dialogadas en un proyecto familiar, sino como un todo gregario que

110

suprime o imposibilita las prácticas individuales privadas 28. Por esta razón, la intimidad como elemento de individuación, se tiene como negativa; es un choque con los valores culturales que privilegian una intimidad familista. En consecuencia, el individuo se erige mediante procesos como el abandono, la claudicación y la huida como pareciera ser el caso de Pancho y Paula. El desarrollo del fuero íntimo con independencia y autonomía personal tiene que enfrentarse a una intimidad familista que trata siempre de avasallarlo. LA INTIMIDAD FUERA DEL HOGAR En la proyección social de la intimidad familiar se recalca su alcance matrisocial. Carla, quien me acompañó como interlocutora en todo el trabajo etnográfico, es la informante que ha tenido la mayor capacidad de objetivar este fenómeno. De sus experiencias laborales (trabajó como vendedora en una zapatería; y está empleada actualmente, en horario nocturno, en el servicio de atención al cliente en una empresa de telefonía móvil), extraigo lo siguiente: “en mis dos trabajos, si te confieso… no es muy diferente a mi familia; ahí todo el mundo sabe el cuento de todo el mundo, todo es un chisme … cuando llegas nuevo tienes que presentarte y echar casi que el cuento de toda tu vida, si no, te ven raro”. Este relato tiene la misma coherencia cultural de mi llegada al hogar de la familia Ramírez; un proceso totalizante de confianza social (la lógica confianzuda) que inserta al individuo en la reciprocidad automática del mundo de los conocidos (en oposición a los extraños) y que se podría ver como una intimidad de carácter familiar transpuesta a ámbitos no familiares. Opera un código social de intimidad que “calca” la psicodinamia de una familia. El individuo es despojado de una intimidad que proporciona autonomía y reconocimiento individual, su individualidad se disuelve y se desdibuja en esquemas grupales colmados de animosidad y afectividad. Esto se traduce en una cultura íntima que no da prioridad a la expresión de relaciones interpersonales. Carla lo subrayó así: “…es que parece no importarles [a los compañeros de trabajo] el conocerme de verdad, es como todo ahí; poco interesados y superficiales. No se puede hablar seriamente con nadie, ni se le puede decir nada sincero a nadie… todo es en broma, nada en serio…”.

28

El término gregario se utiliza en el sentido de grupo donde los individuos no tienen distinción o caracterización más allá del motivo que los une.

111

Debido a que los nexos íntimos entre las personas poco tienen que ver con interacciones personalizantes, el espacio relacional diseña vínculos interindividuales no electivos que proceden de modo pulsional-sentimental, es decir, con pocos rasgos reflexivos. “Bueno, a veces pienso que eso de que la gente sea así tiene su consecuencia… por lo menos, yo siempre tengo problemas con mis compañeros por cosas que dicen; mi vida se ha vuelto un chiste… un jueguito para mis compañeros de trabajo. Por eso yo tengo mi amiga de toda la vida, ella no haría jamás algo de eso” (Carla). La proyección de una intimidad de tipo familiar y por tanto de marcos colectivos no diádicos (de dos personas), representa un tipo de intimidad mecánica que deja poco espacio de acción a la intimidad construida por el propio individuo. De esta forma, se entiende que el asunto de la intimidad en la matrisocialidad, más que depender del individuo, termina por sujetarlo y supeditarlo al grupo; se puede decir, en efecto, que el colectivo fomenta una cultura de intimidad heterónoma (fundada en el grupo-familia), para diferenciarla de la intimidad autónoma (fundada en el individuo). PROPOSICIONES COMPRENSIVAS DE LA INTIMIDAD VENEZOLANA El apartado anterior explora el funcionamiento de la intimidad en una familia venezolana. Dicho relato etnográfico tuvo como propósito hilvanar la trama de sentido de dicho fenómeno, descubriendo las lógicas expresivas y semánticas en la racionalidad matrisocial que lo estructura. Es oportuno ahora mencionar que el trabajo etnográfico permite confirmar la extrapolación de lo matrisocial, en aspectos no solo públicos como señala Hurtado, sino también incluso en relaciones que preforman lo individual, siendo la intimidad una de ellas. Para los fines de este argumento, el material empírico de la etnografía permite sostener cuatro hipótesis compresivas de la intimidad venezolana. Se recuerda que estas hipótesis son dirigidas únicamente al desarrollo de la teoría de la matrisocialidad en el campo de la intimidad; no se trata de conclusiones representativas de un universo poblacional. A continuación estas hipótesis en orden de importancia. La hipótesis principal desarrolla la matrisocialidad como factor explicativo de la intimidad, siendo así, la intimidad familista se configura de acuerdo a una estructura gregaria. Esta estructura gregaria de la intimidad es consecuencia de la falta de separación entre la persona como individuo y su grupo, de allí que se exprese un

112

holismo interactivo que funciona por una lógica que tiende a volver familiar todo lo extraño. Debe intimarse en una medida grupal, lo cual impide el desarrollo de la intimidad como conciencia individual de sí mismo. Por esta razón se corrobora que la estructura de la familia venezolana es un factor explicativo del modo en que procede el acto cultural de intimar. Dicho acto no depende de vínculos interpersonales sino del control institucional de la cultura. La segunda hipótesis es que la intimidad familista al ser avasallante del individuo va en detrimento de la intimidad de este. La forma en que se genera la intimidad dentro de la cultura matrisocial no consigue diferenciar niveles de intimidad (individual, conyugal, amistosa), configurándose solamente desde un modo familista. Esta arista no considera el individualismo como forma intersubjetiva de relacionamiento; o, si se entiende de otra manera, no hace referencia a una facultad individual, siendo que se da poca libertad (simbólica) a su constitución. En este sentido, se ha hablado aquí de una intimidad heterónoma al individuo. En tercer lugar, en la intimidad familista la lógica materno-filial vulnera y contraviene la intimidad infantil. La intervención materna sobreprotectora deriva en una ausencia de separación de la vida adulta y la vida infantil29 y, engendra así, una socialización donde el niño tiene poco reconocimiento de su intimidad y privacidad. Asimismo, los adultos prefieren infundir en el infante asignaciones de lo masculino y lo femenino, antes que promover la identidad individual del pequeño. La última hipótesis se refiere a la adolescencia. Los estereotipos sexuales interrumpen el reconocimiento íntimo de los géneros. La escisión de las experiencias rituales en un estereotipo masculino (macho) y en un estereotipo femenino (hembra), no desemboca en una valoración de la intimidad entre el hombre y la mujer (más bien los separa). Otra característica, es que estos mismos estereotipos prohíben la intimidad entre hombres (por temor a la homosexualidad), ya que se encuentran en el polo de lo extraño o lo lejano (la calle), aunque, por otro lado, permiten y fomentan la intimidad

29

Cuando ELÍAS (1989) trabaja sobre la sociogénesis de la modernidad, menciona la separación de la vida infantil y la vida adulta como uno de los rasgos de la cultura occidental. Este rasgo está ausente en el complejo materno-filial que rige la familia venezolana, impidiendo la autonomía del mundo adulto y del mundo infantil.

113

automática entre mujeres al estar ellas en el polo de lo cercano o lo conocido, es decir, en el polo de la familia (la casa). Cuando los géneros se interceptan, se produce una intimidad superficial y erotizada que va en detrimento del crecimiento individual, el aprendizaje y el entendimiento con el sexo opuesto. Así, las relaciones íntimas entre pareja, tan importantes para la autoconstrucción individual (debido a su proximidad subjetiva) no son desplegadas. Si bien estas hipótesis responden a una antropología de la intimidad familista, es interesante advertir que la cultura intima venezolana no se limita a estas expresiones idiosincráticas. La etnografía de los Ramírez deja ver también la semántica del fuero íntimo centrado en el individuo. Al examinar el contexto relacional de esta última, no se puede obviar que la misma cultura exige al individuo un tipo de subversión para desarrollar su intimidad, una lucha que es tachada de negativa por el sentir común, como hito de solipsismo y hasta de egoísmo al ir en contra de la axiología familista. En otras palabras, la producción de intimidades autónomas exhorta nuevos tipos de relaciones que deben ser trazadas por el individuo y no por el grupo familiar, ante esta necesidad se generan tensiones culturales que deben ser estudiadas en profundidad 30. En dicha trama social se inserta la intimidad individual en la cultura venezolana. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ARENDT, Hannah (1998), La condición humana, Barcelona, Paidós. BAJOIT, Guy (1992), Pour une sociologie relationelle, Paris, PUF. BECK, Ulrich & Elisabeth BECK-GERNSHEIM (2003), La individualización. El individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas, Barcelona, Paidós. BÉJAR, Helena (1995), El ámbito íntimo: privacidad, individualismo y modernidad, Madrid, Alianza.

30

Para un examen de dichas tensiones culturales entre el individuo y el familismo en Venezuela puede consultarse la tesis de licencia del autor. Véase: Henry MONCRIEFF (2011), La experiencia moderna en una cultura matrisocial, Caracas, UCV (tesis de licencia en antropología)

114

CASTILLA DEL PINO, Carlos (1989), “Confidencialidad”, en C. Castilla (ed.), De la intimidad, Barcelona: Crítica, 97-118. COLLER, Xavier (2005), Estudio de casos, Madrid, CIS. CRUZ, Juan (1999), El éxtasis de la intimidad, Madrid, RIALP. CUCHE, Dennys (1996), La notion de culture dans les sciences sociales, Paris, La Découverte. DUBET, François (2006), El declive de la institución: profesiones, sujetos e individuos en la modernidad, Barcelona, Gedisa. DUMONT, Louis (1987), Ensayos sobre el individualismo: una perspectiva antropológica sobre la ideología moderna, Madrid, Alianza. ELIAS, Norbert (1989), El proceso de la civilización, Madrid, FCE. FERRY, Luc (2008), Familia y amor. Un alegato a favor de la vida privada, Madrid, Taurus. GEERTZ, Clifford (2005), La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa. GELLES, Richard (1997), Intimate Violence in Families, London, Sage Publications GIDDENS, Anthony (1992), La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Madrid, Cátedra. GLASER, Barney & Anselm STRAUSS (1967), The Discovery of Grounded Theory. Strategies for Qualitative Research, Chicago, Aldine. GRUSON, Alberto (2005), “Cultura e identidad”, en Goethe-Institut, Café con leche: cultura, migración, identidad. Goethe-Institut, Caracas, 79-88. HALL, Edward (1966), La dimensión oculta, México, Siglo XXI. HAROCHE, Claudine et al (1995), Le for intérieur, Paris, PUF. HURTADO, Samuel (1998), Matrisocialidad: exploración en la estructura psicodinámica básica de la familia venezolana, Caracas, EBUC/FACES. HURTADO, Samuel (2000), La sociedad tomada por la familia, Caracas, EBUC.

115

JAMIESON, Lynn (2002), Intimacy. Personal Relationship in Modern Societies, Cambridge, Polity Press. MAUSS, Marcel (1972), Sociología y antropología, Madrid, Tecnos. MAXWELL, Joseph (1998), “Designing a qualitative study”, en L. Bickman y D. Rog (Eds.), Handbook of applied social research methods, Thousand Oaks, CA, Sage, 69-100. MONCRIEFF, Henry (2011), La experiencia moderna en una cultura matrisocial, Caracas, UCV (tesis de licencia en antropología) MOORE, Barrington (1994), Privacy: studies in social and cultural history, New York, Armock/Sharpe. MORENO, Alejandro (1995), La familia popular venezolana. Caracas, Centro Gumilla/Centro de Investigaciones Populares. LINTON, Ralph (1978), Cultura y personalidad, México, FCE. LLOYD, Sally (2000), “Intimate violence”, National Forum, Vol. 80 (40). PITT-RIVERS, Julian (1979), Antropología del honor o política de los sexos. Ensayos de antropología mediterránea, Barcelona, Crítica. QUIROGA LAVIÉ, Humberto (1992), Derecho a la intimidad y objeción de conciencia, Bogotá, Universidad Externado de Colombia. SANTORE, Daniel (2008), “Romantic Relationships, Individualism and the Possibility of Togetherness. Seeing Durkheim in Theories of Intimacy”, Sociology, Vol 42 (6), pp. 1200-1217 SIMMEL, Georg (1977), “El secreto y la sociedad secreta”, en Sociología: estudios sobre las formas de socialización, vol. 1, Madrid. VIANA, Mikel (de) (2004), “La cultura venezolana. La perspectiva de la construcción de sociedad” en Alberto Gruson et al., Una lectura sociológica de la Venezuela actual. Caracas, KAS / UCAB, 67-104. WEBER, Max (1979), Economía y sociedad, Tomo I, México, FCE.

116

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.