Continuidad de las cascadas

Tracey Diaz
SP444: Cuentos cortos en español
1/10/15

Continuidad de las cascadas

Después de haber estado corriendo al lado de la orilla, Alberto Monteleón regresó a su casa. La casa de Alberto estaba situada debajo de una montaña y cerca del mar. Su hogar era más como una cueva y la única manera para entrar era caminar por detrás de la única cascada en la isla. Él tocó una parte de una piedra cubierta con vainas y musgo. De repente, dos puertas aparecieron y él fue dentro.
Una vez dentro, Alberto se puso su bata de laboratorio y subió las escaleras. Cuando él estaba en el tercer piso, él tocó una parte de una pared de roca y dos puertas de cristal aparecieron. En su laboratorio había monos en jaulas que Alberto y su equipo de científicos de confianza usaban para experimentar. Los monos fueron seleccionados por sus altos niveles de agresividad. Ellos siempre les gritaban a los desconocidos que entraban en el laboratorio.
Alberto tomó sangre de los monos para analizarla, pero los resultados tomaban veinticinco minutos en ser procesados. Por eso, él decidió continuar un libro que él había ganado en una conferencia. A Alberto le gustaba el libro porque era sobre un científico poderoso que vivía en una isla abandonada con su pequeño equipo de científicos para crear una cura para una enfermedad rara. Alberto admiraba la fuerza del protagonista en el libro y aún más, el apoyo de su equipo.
Alberto se sentó en su escritorio de espaldas a las puertas escondidas. Enfrente de su escritorio había una ventana muy grande que estaba situada detrás de la única cascada en la isla. Alberto empezó a leer. En el libro, un colega del protagonista viajó por avión a la parte más alta de una montaña. Este científico era el mejor amigo del protagonista. Los dos científicos se graduaron en la misma facultad de medicina y trabajaron en los mismos proyectos. Sin embargo, solo el protagonista recibió un premio muy importante por un descubrimiento reciente.
En la parte más alta de la montaña, había un hombre desconocido esperando por el colega. Alberto estaba frustrado porque el autor no explicaba quién era el hombre desconocido. De todos modos, el hombre y el colega eran los únicos allí en la montaña esa noche. Ellos estaban hablando en secreto, eso era seguro. Hacia el final de su conversación, el colega le dio un paquete al hombre desconocido. ¿Qué había dentro de ese paquete?, se preguntó Alberto. Pero no lo supo; el capítulo había terminado.
Antes de empezar el siguiente capítulo, Alberto se levantó para comprobar los resultados de la sangre porque habían pasado veinticinco minutos. "Extraño", dijo Alberto. Los resultados no estaban listos. Alberto se sentó a su escritorio y continuó leyendo.
En el nuevo capítulo, el protagonista había regresado a su hogar después de haber estado corriendo al lado de la orilla. Él subió las escaleras hacia su laboratorio. Una vez dentro, el protagonista tomó sangre de los animales que él y su equipo usaban para experimentar: monos. ¡Qué coincidencia!, pensó Alberto. El protagonista se sentó a su escritorio para leer. Después de haber estado algún tiempo leyendo, él se levantó y fue en busca de los resultados de la sangre. "Extraño", dijo el protagonista.
Alberto paró su lectura. Los ojos se le habían ensanchado. Él arregló sus gafas y continuó leyendo.
Otra vez, el protagonista en el libro se sentó a su escritorio a leer. Fue un momento en que el protagonista dejó de leer y arregló sus gafas. Minutos más tarde, el protagonista en la novela oyó pisadas detrás de su escritorio. Él levantó la cabeza y miró por la ventana delante de su escritorio. La ventana estaba detrás de una cascada. La cascada fue la última imagen que él vería antes de oír el "clic" de un revólver.
En esos momentos finales, Alberto también oyó pisadas detrás de su escritorio. ¿Por qué los monos no estaban gritando?, Alberto pensó mientras miraba a la cascada delante de su ventana.