Contextualización de las piezas adscritas a la Prehistoria en la exposición permanente del Museo Histórico Municipal de Teba (Málaga)

July 23, 2017 | Autor: José Berdugo Romero | Categoría: Prehistoric Archaeology, Museum Studies, Prehistory
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UNIVERSIDAD DE MÁLAGA DEPARTAMENTO DE CIENCIAS Y TÉCNICAS HISTORIOGRÁFICAS, HISTORIA ANTIGUA Y PREHISTORIA

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS PIEZAS ADSCRITAS A LA PREHISTORIA EN LA EXPOSICIÓN PERMANENTE DEL MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL DE TEBA (MÁLAGA) DOCTORANDO JOSÉ BERDUGO ROMERO DIRECTORA DRA. ANA BALDOMERO NAVARRO PROGRAMA DE DOCTORADO RECUPERACIÓN Y GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DE LA PREHISTORIA: MÉTODOS Y TÉCNICAS APLICADAS BIENIO 2002-2004

MÁLAGA, Septiembre de 2004

ÍNDICE I. Introducción 1 II. Contextualización de las piezas adscritas a la Prehistoria en la exposición permanente del Museo Histórico Municipal de Teba (Málaga) 3 II.1. El Museo Histórico Municipal de Teba. Antecedentes, formación y características. Las piezas adscritas a la Prehistoria.... II.2. Metodología seguida en el estudio de las piezas y su contextualización II. 3. Mapa de dispersión de los yacimientos estudiados II. 4. Mapa de dispersión de otros yacimientos citados. II. 5. Estudio de los yacimientos. II.5.1. Nina II. 5. 1. a. Las piezas II. 5. 1. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 1. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 2. Terrazas de Peñarrubia

II. 5. 2. a. Las piezas II. 5. 2. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 2. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 3. Torró

II. 5. 3. a. Las piezas II. 5. 3. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 3. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 4. Guadalteba

II. 5. 4. a. Las piezas II. 5. 4. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 4. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 5. Cortijo del Tajo

II. 5. 5. a. Las piezas II. 5. 5. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 5. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 6. Tajo de la Sierra de Peñarrubia

II. 5. 6. a. Las piezas II. 5. 6. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 6. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 7. La Cuevecilla

II. 5. 7. a. Las piezas II. 5. 7. b. El contexto físico del yacimiento

3 9 13 14 15 15 15 16 19 20 20 25 28 30 30 31 35 36 36 39 43 45 45 46 50 51 51 52 56 57 57 58

II. 5. 7. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 8. Cueva de las Palomas

II. 5. 8. a. Las piezas II. 5. 8. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 8. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 9. Fuente La República

II. 5. 9. a. Las piezas II. 5. 9. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 9. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 10. Necrópolis de La Lentejuela

II. 5. 10. a. Las piezas II. 5. 10. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 10. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 11. Cerro de la Horca

II. 5. 11. a. Las piezas II. 5. 11. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 11. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 12. El Ejido

II. 5. 12. a. Las piezas II. 5. 12. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 12. c. El contexto histórico del yacimiento

II. 5. 13. Cueva de las Pinturas

II. 5. 13. a. Las piezas II. 5. 13. b. El contexto físico del yacimiento II. 5. 13. c. El contexto histórico del yacimiento

61 63 63 80 84 87 87 88 91 92 92 94 98 100 100 109 112 114 114 115 118 120 120 121 123

III. Conclusiones: La Prehistoria en el entorno geográfico de la Cuenca del Río Gualdalteba 125 IV. Bibliografía 163

I

Introducción El principal objeto del presente trabajo, tal como se desprende de su título, es ayudar a llenar un cierto vacío que presenta el Museo Histórico Municipal de Teba en cuanto a la adecuada contextualización de las piezas allí expuestas. El motivo principal de esta situación es la ausencia de inventario y catalogación en dicha institución y aunque con este estudio no se pretende,

ni mucho menos, suplir a esos instrumentos imprescindibles para el buen funcionamiento museístico, sí que al menos puede cubrir parte de la

información necesaria para que el Museo cumpla uno de los propósitos de su creación, que en palabras del equipo que diseñó el proyecto museográfico era que “los objetos expuestos sean el medio de explicación e interpretación

del contexto donde se desarrolla la historia de la comunidad1”. Porque esa interpretación del contexto es la clave de la función social que cumple la

institución es por lo que no hemos hecho hincapié tanto en las piezas (lo que hubiera constituido una catalogación pura y dura)2 como en los

yacimientos y lugares de donde provienen3. Incluso hemos ido más allá y hemos considerado oportuno aportar alguna información sobre otros

yacimientos; algunos novedosos, que ni tan siquiera están representados en la Colección permanente pero que pueden dar luz a la interpretación de las

piezas del Museo y de la Prehistoria de la Cuenca del Guadalteba en general. Por último y al calor de toda la información disponible se ofrece una sinopsis del marco global de la prehistoria en la Cuenca del Guadalteba.

A. Morgado Rodríguez,; E. García Alfonso y V. Martínez Enamorado, 2001, 52. No obstante se han aportado aquellos datos que se han considerado necesarios para obtener una adecuada percepción de la misma. 3 De hecho se ha optado por no analizar, al no tener sentido a los efectos del presente trabajo, las piezas museísticas cuya procedencia era enteramente desconocida. 1 2

1

Por otro lado y antes de comenzar es necesario señalar que la

documentación gráfica que se aportará, tanto de materiales como, en algunos

casos, de yacimientos, ha sido cedida desinteresadamente tanto por particulares como por los propios encargados del Museo Histórico Municipal de Teba4. El doctorando localizó y sistematizó, pues, una documentación ya existente y la contrastó con la realidad, contando además

y en todo momento con el permiso del organismo público tutelar del Museo; el Ayuntamiento de Teba, al que se agradecen las facilidades ofrecidas. Debemos agradecer, igualmente, la colaboración y apoyo que a lo largo de la confección del presente estudio hemos recibido de diversos miembros de la Asociación Hisn Atiba, particularmente de Juan Alfonso Anaya Galán, José Camarena Florido, Gabriel Herrera González y Juan Fuentes Guerrero.

En ambos casos miembros de la Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de Teba (Hisn Atiba) 4

2

II

Contextualización de las piezas adscritas a la Prehistoria en la exposición permanente del Museo Histórico Municipal de Teba (Málaga) II.

1.

El

Museo

Histórico

Municipal

de

Teba.

Antecedentes, formación y características. Las piezas adscritas a la Prehistoria.

La formación del actual Museo Histórico Municipal de Teba se ha

llevado a cabo en dos claras etapas: Por un lado, desde finales de los años sesenta y fruto de los

numerosísimos hallazgos fortuitos o menos fortuitos que, normalmente, a causa de labores agrícolas se producían a lo largo y ancho del término municipal, se va formando en las instalaciones del Ayuntamiento de la Villa una pequeña colección a la que se decide dar cierta forma museística en 1975, con motivo de una visita a Teba del entonces Presidente de la Diputación y actual Alcalde de Málaga, Francisco de la Torre Prados. Así surge la Sala Arqueológica como colección municipal un tanto heterodoxa,

que peregrinó, desde entonces, por distintas dependencias (Biblioteca, Casa Consistorial, Colegio Público, distintos almacenes, ...) siempre aumentando en piezas, mas no en medios. Esta situación no cambiaría hasta que en los noventa se decidió, por

las autoridades del momento, dar forma real a la aspiración popular tebeña de tener un Museo “serio” donde albergar su importante legado patrimonial.

La fuerte apuesta de todos los componentes del consistorio y el apoyo económico de distintas entidades públicas supramunicipales lograron que el 3

23 de septiembre de 2000 pudiera, al fin, inaugurarse oficiamente el que es hoy Museo Histórico Municipal de Teba, integrado, desde 2002, en la Red de Museos Andaluces.

-Aspecto de una de las Salas del Museo-

Desde un punto de vista puramente museístico, el actual museo se

concibió, a decir de los técnicos que llevaron a cabo el proyecto definitivo5, como un “Museo Integral”6 en un sentido que va más allá del puramente contemplativo de las piezas en si, utilizando éstas como referente de

contexto de la evolución histórica de las distintas sociedades que se aposentaron en los territorios tebeños desde los más lejanos momentos

prehistóricos. De hecho, pese a que la colección completa del Museo es

5 6

Eduardo García Alfonso, Virgilio Martínez Enamorado y Antonio Morgado Rodríguez. A. Morgado Rodríguez,; E. García Alfonso y V. Martínez Enamorado, 2001, 52.

4

mucho más amplia de lo que aparece expuesto con carácter permanente7, en aras a una mayor claridad expositiva se optó por exponer sólo las piezas más

significativas y definitorias de los principales momentos culturales. Por ello el Museo presenta un marcado carácter didáctico donde se prima mucho más

una explicación asequible al gran público, sin que ello esté reñido con la cientificidad de la presentación, que el redundar en aspectos técnicos que

pudieran resultar áridos a los visitantes habituales. Así lo marca la profusión de carteles explicativos donde, junto a una cronología básica, se alternan los aspectos

más

definitorios

de

las

distintas

culturas

representadas,

contextualizando, mediante representaciones gráficas, el uso de las

diferentes piezas que jalonan la colección y el territorio concreto de procedencia de éstas.

-Uno de los paneles explicativos de la Prehistoria-

Es de resaltar que la colección no permanente del museo se encuentra, en la actualidad, en unas condiciones que no son todo lo deseables que las técnicas museísticas recomiendan. Se “abigarran” en una pequeña sala adjunta al actual Salón de Plenos, en una antesala muy transitada por ser paso obligatorio al Archivo Municipal y sin ningún tipo de control ambiental o de seguridad para las piezas, las cuales se encuentran en los más variopintos contenedores. Todo ello pese a la presencia de importantísimos materiales arqueológicos. Sería de desear que esta situación encontrase un pronto remedio. 7

5

Por lo que respecto al sector de la exposición que interesa a los efectos del presente trabajo, los materiales adscritos a la Prehistoria aparecen ubicados, como no podía ser de otra forma, en la primera sala del Museo. Las piezas se muestran, por un lado, agrupadas en dos vitrinas enfrentadas a ambos lados de la Sala (a las que llamaremos A y B) y, por otro, depositadas en el propio piso de la Sala. En la distribución espacial interior de las vitrinas se ha buscado el realce de las piezas más significativas, guardando, además, que ello no desdibujara un cierto orden cronológico y tipológico que preside la exposición. Los ítems explicativos son específicos para determinadas piezas “claves” y generales para distintas agrupaciones de útiles y en ellos, aparte de la identificación morfológica general, se señala el yacimiento o lugar de procedencia, la época histórica a

la que se adscriben, en algunos casos la cronología y en determinadas ocasiones algún comentario sobre piezas concretas. Si bien esto es lo general, hay que destacar que algunas piezas ostentan un tipo diferente de ítem (con menos información) o incluso pueden carecer de éstos. Se trata, en ambos casos, de materiales depositados en el museo posteriormente a su creación y que no han podido ser dotadas de una adecuada preparación de cara a su exposición8. La Vitrina A está compuesta, actualmente, por un total de setenta y cuatro piezas y se subdivide, a efectos expositivos, en dos partes, que además vienen indicadas con sendos rótulos que presiden la muestra:

El hecho de que el Museo no cuente, desde hace dos años, con un Director que se haga cargo, entre otras cosas, de estos pequeños detalles, provoca estas disfunciones. Esta situación debiera terminar cuanto antes. 8

6

-CAZADORES Y RECOLECTORES, sobre las diecisiete piezas que se adscriben al Paleolítico. Se trata de artefactos líticos elaborados sobre sílex o cuarcita. -AGRICULTORES Y GANADEROS, sobre las cincuenta y siete piezas del Neolítico. Junto a diversas cerámicas, aparecen materiales líticos tallados en sílex, algunas piezas pulimentadas y distintos artefactos óseos. Se expone, también, una mandíbula infantil de la Cueva de las Palomas.

-Vitrina A-

La Vitrina B, por su lado, presenta un total de cincuenta y cuatro

piezas que, bajo el rótulo de LAS PRIMERAS EDADES DEL METAL muestra cerámicas, piezas líticas talladas y pulimentadas y una importante

colección de utensilios metálicos de cobre. Esta vitrina cubriría, pues, el III y el II Milenio antes de nuestra Era en las tierras tebeñas. 7

-Vitrina B-

Por último y como se indicó, en el piso de la Sala se expone una

colección de cinco molinos y sus correspondientes manos de molino que por motivos obvios de espacio fueron colocados fuera de las vitrinas.

-Molinos de mano y manos de molinos-

8

II. 2. Metodología seguida en el estudio de las piezas y su contextualización.

Como se indicó, la inexistencia de inventario y catálogo de las piezas

del Museo Histórico Municipal de Teba, aunque no impide el cumplimiento

de la función esencial de la institución en cuanto a ofrecer un repaso general del devenir histórico, sí que impide la profundización en el conocimiento de

muchos aspectos referentes a los distintos pueblos y culturas que se aposentaron en el entorno geográfico de la actual Comarca del Guadalteba. Aunque es posible que un trabajo de las características de éste no pueda aportar grandes descubrimientos e innovaciones en ese conocimiento sí que, al menos, pretende ofrecer datos cuantificables, documentación gráfica, percepciones y reflexiones que, ofreciendo un marco contextual a la colección museística de la prehistoria9, pueda completar, en determinados

casos y ser punto de partida, en otros, hacia una mejor comprensión de la Prehistoria de la zona. Para ello podemos dividir el proceso seguido en varias partes 1. En primer lugar se tuvo que llevar a cabo una intensa labor de documentación bibliográfica para reunir todas las publicaciones que,

de alguna forma, dejaran constancia de cómo se había desarrollado la prehistoria no sólo en la comarca del Guadalteba, punto último de los

objetivos del estudio, sino en todo el contexto regional en el que aquélla se desarrollaba.

2. Tras ello hubo que hacerse con el adecuado material técnico (cámara

digital, G.P.S., escáner y distintos programas informáticos) y adquirir los conocimientos adecuados para su correcta utilización

9

Sin pretender, por ello, sustituir a la necesidad del museo de contar con sus respectivos inventario y catálogo.

9

3. Una vez completadas las anteriores fases se llevó a efecto la

recopilación y escaneado de la documentación gráfica de las piezas a

considerar (ciento dos en total), tras lo que se efectuó, in situ, el análisis y toma de datos de las mismas.

4. Otra fase de la investigación; la más larga quizás (pero también la más gratificante), consistía en visitar uno por uno no sólo los trece yacimientos representados en el museo sino todos los que podían ofrecer evidencias de presencia prehistórica en ellos (algunos de ellos

inéditos y desconocidos por completo). Los yacimientos fueron

fotografiados y se tomaron todos los datos geográficos, económicos, etc. que fuesen significativos para el estudio y cuya toma en consideración no supusiera incurrir en una actividad arqueológica no autorizada. 5. Tras realizarse lo anterior y de cara a la adecuada contextualización, se preparó una base de datos para cada yacimiento donde se incluyeron los conjuntos materiales que le pertenecían y una somera

descripción morfológica de los mismos, el contexto físico del yacimiento con sus coordenadas geográficas, su situación en cuanto a

comunicaciones, sus posibilidades económicas, sus alturas y un pequeño estudio geológico de los terrenos donde se enclavaba. Todo ello, conjugado con la documentación existente sirvió para preparar un resumido contexto histórico de cada yacimiento individual.

6. Una vez terminada la aludida base de datos y en conjunción con toda la documentación disponible se estuvo en condiciones de realizar una

sinopsis que, en cierta manera, pudiera suponer una puesta al día de los conocimientos que se tienen sobre la prehistoria de la zona y, tal vez, un instrumento para ayudar a que el museo histórico municipal de Teba pueda cumplir algo mejor su actual función.

10

No obstante ello y antes de comenzar a pormenorizar los medios técnicos utilizados hay que dejar claro que el esquema apuntado no se puede

completar en todos los yacimientos ya que un gran número de las piezas e incluso de conjuntos de ellas han ido ingresando en el museo, desde los momentos de su formación, como consecuencia de actividades no

arqueológicas (hallazgos casuales, donaciones de antepasados, expolios, etc.), que impiden muchas veces un adecuado conocimiento del lugar concreto donde se ubicaba originariamente el material. En esos casos se darán los datos más aproximados posibles en función del conocimiento que una investigación casi detectivesca haya podido dejar claro. En las ocasiones

en que esto último ha sido imposible y tal como dejamos apuntado al principio, optamos por no entrar a analizar y valorar esas piezas por traspasar el objetivo auténtico del presente estudio. Los medios técnicos a los que se hacía alusión anteriormente consistieron en: a. Cámara digital Werlisa PX3050 con una resolución de 3.3 megapíxeles. Con ella se tomaron las fotografía de yacimientos e interiores del museo. b. Escáner Canon CANOSCAN N340P y programa informático CanoCraft CS-P 3.8. Con ellos se escanearon y trataron las fotografías ya existentes de los conjuntos materiales estudiados y algunas de las pertenecientes a yacimientos. c. G.P.S. GARMIN Etrex Venture. Con él se tomaron las coordenadas U.T.M. de los yacimientos incluidos en el estudio. d. Mapa Topográfico de Andalucía, escala 1:10.000, incluido en el programa “Mulhacén. Planera Digital de Andalucía” del Instituto de Cartografía de Andalucía. Se utilizaron, concretamente, los planos

correspondientes a las hojas 1022, 1023, 1037 y 1038. Este recurso se 11

utilizó para trazar los mapas topográficos de los yacimientos, para calcular las áreas de los mismos y las distancias con respecto a los núcleos de población.

e. Mapa Militar Digital de España, versión 1.5, del Servicio Geográfico

del Ejército. Se utilizó para el diseño de las perspectivas isométricas

de los enclaves, para la detección de las alturas de los mismos y para la confección del mapa general de situación de los yacimientos estudiados. f. Ortofotografía Digital de Andalucía, de la Consejería de Obras Públicas y Transportes. Este programa nos proporcionó las diferentes

ortofotografías de los lugares que se exponen en el trabajo. De igual forma fue utilizado para la localización de las coordenadas U.T.M en aquellos casos en que se desconocía la ubicación exacta de los hallazgos de las piezas. g. Cartografía Geológica Digital MAGNA de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía. Se utilizaron las Hojas 1022, 1023, 1037 y 1038 de esta serie (en formato .pdf) para llevar a cabo, en conjunción con la bibliografía citada, los pertinentes estudios geológicos de cada yacimiento estudiado.

12

II. 3. Mapa de dispersión de los yacimientos estudiados

12

11

1

8

9 4

5 10

3

13

6 2

7

1. Nina, 2. Terrazas de Peñarrubia, 3. Torró, 4. Guadalteba, 5. Cortijo del Tajo, 6. Tajo de la Sierra de Peñarrubia, 7. La Cuevecilla, 8. Cueva de las Palomas, 9. Fuente La República, 10. Necrópolis de La Lentejuela, 11. Cerro de la Horca, 12. El Ejido, 13. Cueva de las Pinturas. 13

II. 4. Mapa de dispersión de otros yacimientos citados

3

16

1 7

5 8

12 14

2

11 6

9

17 13

4 15

10

1. Sima del Sílex, 2. Cortijo Barbero, 3. Llano Espá, 4. Abrigo Bolinares, 5. Camino La Canaleja, 6. Dolmen de Dos Hermanas, 7. Esparragal, 8. Herriza de Priego, 9. Hoz de Peñarrubia, 10. Necrópolis de Ortegícar, 11. Cerro de la Corona, 12. Cerro Rebolo, 13. Necrópolis de las Aguilillas, 14. Castillejos, 15. Castillón de Gobantes, 16. Cerro del Cañuelo, 17. Playas del Guadalteba. 14

II. 5. Estudio de los yacimientos. II. 5. 1. NINA

II. 5. 1. a. Las piezas Bifaz. Se presenta como la pieza más antigua de la Colección. Procede de algún lugar inconcreto de este paraje. Se trata de un bifaz en sílex de no muy buena calidad. La pieza está algo rodada y presenta alguna pequeña rotura en su borde izquierdo. Está realizado sobre un canto de sílex. Su longitud, anchura y espesor máximos son de 131, 89 y 49 milímetros respectivamente. Color beige. Morgado Rodríguez., que lo estudia en detalle10, lo hace coincidir, a pesar de la adscripción cronológica de 250.000 B.P. y cultural (Paleolítico Inferior) que consta en el museo, con bifaces de momentos posteriores (achelense superior avanzado o musteriense de tradición achelense). Núcleo de lascas. Se trata de otra pieza descontextualizada, encontrada, al parecer, en las inmediaciones del bifaz anterior. Unas aristas poco vivas, su cualidad de soporte para lascas de sílex y la cercanía de ambos hallazgos hace pensar en que se trata de una pieza adscribible al Paleolítico, sin que se pueda especificar mucho más. Su longitud, anchura y grosor son de 113, 91 y 78 milímetros respectivamente. Color beige. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

10

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 35-37.

15

II. 5. 1. b. El contexto físico del yacimiento La zona de Nina, en general, puede ser enmarcada dentro de las siguientes coordenadas UTM: Noroeste: X: 322.366, Y: 4.095.370 Noreste: X: 324.573, Y: 4.095.661 Suroeste: X: 322.272, Y: 4.093.705 Sureste: X: 324.224, Y: 4.093.620

-Mapa Topográfico del lugar con la zona delimitada-

Se trata de una zona de unas 400 hectáreas aproximadamente

pertenecientes en su integridad al Término Municipal de Teba, de cuyo núcleo urbano dista 5.14 kilómetros en línea recta y 7.5 kilómetros

utilizando la Carretera Local que enlaza Teba con Almargen. Está 16

encuadrada en un sector de colinas no muy escarpadas que oscilan entre los 699 metros sobre el nivel del mar del Cerro Ardite (el punto más elevado del lugar y que domina toda la zona) y los 484 del Cortijo de Nina. Como se puede apreciar en la ortofotografía que se acompaña a continuación, la

roturación de algunas de las colinas del lugar es reciente por lo que el aspecto que siguen presentando algunos de los cerros no cultivados (herrizas) debió ser, probablemente, la imagen habitual de la zona hasta hace bien poco.

Cortijo

Cerro Ardite

Arroyo de Nina

-Ortofotografía de Nina a escala 1:25.000-

Geológicamente, el enclave está dominado por dos de las unidades

del Esquema geoestructural andaluz: la Unidad de la Sierra de Cañete y Sierra Blanquilla (al noroeste del lugar) por un lado, y la Unidad con Flisch tipo “Campo de Gibraltar” (al sureste) por otro. Dentro de las zonas 17

adscritas a la primera unidad encontramos la presencia de terrenos compuestos por margas dolomíticas y calizas dolomíticas del Jurásico. Los

terrenos de la segunda unidad están formados, mayoritariamente, por arcillas, margas arcillosas, calizas detríticas y calizas margosas, en todos los casos formados en el Terciario (Mioceno) Los altibajos poco pronunciados del lugar (con la excepción del cerro

Ardite) hace de la zona un terreno muy apto para su utilización agrícola en el cultivo del olivar aunque, como se indicó, es muy probable que la zona

permaneciera inculta hasta tiempos recientes. No obstante sí que el lugar reúne, aún hoy, dos cualidades que debieron ser constantes desde los más

lejanos tiempos paleolíticos: la abundancia de fauna silvestre apta para la caza y mucha agua11.

-Perspectiva isométrica de Nina-

11

El Arroyo de Nina fluye todo el año y los acuíferos de la zona surten, actualmente, al pueblo de Teba.

18

II. 5. 1. c. El contexto histórico del yacimiento.

Al respecto hay que señalar, en primer lugar, que la única publicación de referencia para el lugar, como yacimiento prehistórico12, es la de García Alfonso, Martínez Enamorado y Morgado Rodríguez que, en realidad, se ciñe en exclusiva a un estudio en profundidad del bifaz indicado y a una simple referencia a un pequeño lote de cerámica y sílex neolíticos

encontrado en las proximidades del Cortijo13. Es difícil establecer conclusiones

históricas

derivadas

de

un

par

de

hallazgos

descontextualizados sin que ni siquiera una prospección superficial de los terrenos pueda dar algo de luz al asunto. No obstante el hecho de la presencia de una pieza tan significativa como el bifaz, al menos debe dar pie a pensar en una hipotética presencia de los homínidos que lo tallaron, fueran estos preneandertales si el bifaz respondiera a unos momentos achelenses plenos, o neandertales si, como señala Morgado, el bifaz está en la línea de una cultura posterior. En todo caso las señaladas características geoestratégicas; abundante agua y caza y la cercanía del Río de la Venta,

tributario del Guadalteba donde las evidencias se hacen más claras, hacen posible la zona como hábitat paleolítico. Lo mismo pero para momentos neolíticos cabe decir del pequeño lote de cerámica y sílex.

Sí existen estudios sobre otras épocas, dado que el lugar tuvo un cierto poblamiento en la protohistoria y una intensa ocupación en la época musulmana. 13 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 35-37 y 50-51. 12

19

II. 5. 2. TERRAZAS DE PEÑARRUBIA. II. 5. 2. a. Las piezas14.

Punta musteriense. Se trata de una de las piezas recogidas en los años ochenta en este paraje. Su forma triangular, sus retoques en la parte distal y el estar confeccionada sobre una lasca obtenida según la técnica levallois, la hacen prototipo de punta musteriense. Está confeccionada en sílex de color gris oscuro. Quedan restos de córtex en el talón. Ostenta, en general, un buen estado de conservación. Sus medidas son de 67 mm de largo por 35 mm de alto y 10 mm de grosor. Su adscripción cultural al Paleolítico Medio, independientemente del tipo, viene avalada por las prospecciones sistemáticas llevadas a cabo 15 recientemente en el yacimiento que detectan niveles del Paleolítico Medio coincidentes. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

El hallazgo de este lote de piezas y su descripción genérica aparece en E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 37-44 15 F.J. Medianero Soto et alii, 2002, 379 14

20

Cuchillo de dorso natural. Perteneciente, igual que el anterior, al lote de superficie recogido en los ochenta. Está realizado sobre sílex granuloso de color gris que presenta abundantes impurezas. Aunque rodado, el estado general de conservación no es malo. Realizado sobre soporte laminar, presenta uno de sus filos (el derecho) enteramente cubierto de córtex. El filo útil presenta la característica silueta curva Sus medidas son de 64 mm de largo, por 24 mm de ancho y 12 mm de grosor. La tipicidad de este útil en el Paleolítico Inferior y Medio (tipo nº 38 de la lista de Bordes) y su presencia junto a material musteriense conllevan a su adscripción al Paleolítico Medio como así aparece calificado en la exposición del Museo. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Denticulado. También pertenece al lote señalado. Se trata de una pieza en sílex de color verdoso, probable reutilización de un cuchillo de dorso natural (como tal viene indicado en la exposición museística). Sus medidas son de 71 mm de largo por 28 mm de ancho y 14 mm de largo. También coincide, en principio, su adscripción al Paleolítico Medio (tipo nº 43 de la lista de Bordes). La pieza viene dibujada y calificada como denticulado en el estudio señalado (vid. nota 13)

21

Raedera doble con posible perforador. Forma parte del mismo conjunto que las anteriores. Esta realizada sobre sílex de color gris ceniza. Ha perdido un trozo de la extremidad proximal, justo a la mitad del posible perforador que podría quedar evidenciado por los indicios de retoque bifacial allí. Hay evidencias, también, de la pérdida del extremo distal (en cuyo caso y si hubiera existido adyacencia en el retoque harían a la pieza una raedera convergente). Aparte de las roturas, su conservación es buena en general. El soporte es laminar y no presenta restos de córtex. Sus medidas son de 68 mm de largo por 37 mm de ancho y 16 mm de grosor. Tipológicamente es un útil encuadrable, también, en el Paleolítico Medio. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. Lasca de sílex. Perteneciente al mismo conjunto que las anteriores. Está realizada sobre sílex de color grisáceo y aunque presenta ciertas incrustaciones exógenas, el estado de conservación, en general, es bueno. El soporte es lascar y no presenta restos de córtex. En su lado izquierdo presenta evidencias de una muesca. Sus medidas son de 59 mm de largo por 48 mm de ancho y 16 mm de grosor Adscripción al Paleolítico Medio latu sensu, al igual que el resto de piezas. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

22

Lasca de sílex. Sirve lo dicho para la anterior pieza para ésta en casi todos los sentidos; color, estado de conservación y soporte. También presenta restos de una muesca, si bien en el extremo proximal. Sus medidas son 69 mm de largo por 69 mm de ancho y 25 mm de grosor Su adscripción, igualmente, se puede hacer al Paleolítico Medio. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Raedera lateral simple. Del mismo conjunto que las anteriores. Está realizada en sílex de color gris con vetas negras. Presenta buen estado de conservación aunque contiene diferentes incrustaciones en la cara dorsal (de forma más abundante que en la ventral) y está algo rodada. El soporte es laminar y no se aprecian en ella restos de córtex. Sus medidas son de 60,5 mm de largo por 26 mm de ancho y 12,5 mm de grosor. Adscribible, en las mismas condiciones que las anteriores piezas, al Paleolítico Medio. La pieza viene dibujada, también, en el estudio señalado (vid. Nota 13).

23

Raedera desviada. Perteneciente al mismo conjunto que las anteriores, se trata de una raedera realizada en cuarcita de color rojizo. Presenta rodamiento aunque tiene un buen estado de conservación. Tiene un soporte lascar. Sus medidas son de 63 mm de alto por 50 mm de ancho y 21 mm de grosor. Adscripción cultural en la línea de las demás piezas. La pieza viene dibujada, también, en el estudio señalado (vid. Nota 13). Raedera lateral doble. Del mismo conjunto que las anteriores. Está realizada en sílex de color marrón claro. Presenta un buen estado de conservación aunque contiene diferentes incrustaciones y alteraciones químicas en ambas caras (de forma más abundante en la dorsal). El soporte es lascar y no se aprecian en ella restos de córtex. Sus medidas son de 68 mm de largo por 35 mm de ancho y 12 mm de grosor. Adscribible, en las mismas condiciones que las anteriores piezas, al Paleolítico Medio. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

24

II. 5. 2. b. El contexto físico del yacimiento.

Las Terrazas de Peñarrubia, a efectos indicativos, puede ser

enmarcada dentro de un cuadrado ideal que presentaría las siguientes coordenadas UTM16: Noroeste: X: 335.648, Y: 4.092.724 Noreste: X: 336.304, Y: 4.092.724 Suroeste: X: 335.648, Y: 4.092.497 Sureste: X: 336.304, Y: 4.092.497

-Mapa Topográfico del lugar con la zona delimitada-

El yacimiento comprende un área de unas 25 Hectáreas situadas en

las inmediaciones de la fenecida población de Peñarrubia y que hoy pertenecen al municipio de Campillos, del que dista 8.7 kilómetros en línea Al respecto hay que tener en cuenta que las excavaciones que, desde hace algunos años, viene llevando a cabo el módulo de arqueología del Consorcio del Guadalteba se centran en medio de ese cuadrado. Con un punto central en X: 335.884 Y: 4.092.667 16

25

recta y 11 kilómetros si se toma la A-357 que enlaza este municipio con Málaga. La entrada al yacimiento está situada en la carretera de servicio de

la Cuenca Mediterránea Andaluza (antigua Confederación Hidrográfica del Sur) que va a dar a las instalaciones del Consorcio del Guadalteba.

El lugar se enclava en la antigua Vega del Guadalteba a su paso por Peñarrubia (hoy casi totalmente cubierta por el embalse) en una zona muy fértil rodeada por elevaciones medias a ambas vertientes del río, entre las

que destaca el imponente farallón calizo que domina el yacimiento desde el norte, precisamente en el lugar donde está la máxima elevación de la Sierra

de Peñarrubia (El Castillón, a 726 metros s.n.m.). El enclave, en si, se encuentra a una altitud media de 370 metros s.n.m.). A destacar también que el yacimiento se sitúa justo en la desembocadura de un pasillo natural que comunica al río con la zona lacustre de Campillos. Sierra de Pe ñ a rru b ia

A -3 5 7

Y a cim ie nto

E m b a lse d el G u a d a lte ba

-Ortofotografía de Terrazas de Peñarrubia a escala 1:15.000-

26

Por lo que respecta a la geología del lugar y dentro de lo que es el Esquema geoestructural andaluz estamos ante una Unidad de Formaciones Post-mantos, en terrazas formadas en el Pleistoceno Superior-Holoceno y con un componente de cantos, arenas y arcillas de coluvión reciente Así pues, el lugar, como prácticamente todo el Valle del Guadalteba, presenta una riqueza de recursos observable en una rica agricultura que en la zona se ha desarrollado, hasta la construcción del embalse, en forma de huertas por la excepcional fertilidad de estos terrenos cuaternarios. De igual forma las sierras que rodean al yacimiento son muy ricas en caza (lo siguen siendo hoy día) y en recursos recolectables silvestres de todo tipo.

-Perspectiva isométrica de Las Terrazas de Peñarrubia-

27

II. 5. 2. c. El contexto histórico del yacimiento.

El lugar tiene varias referencias bibliográficas. Se refieren a él en mayor o menor medida las publicaciones de Morgado Rodríguez17, la de Recio Ruíz18 y la de Medianero Soto19.

A diferencia de lo que sucedía con Nina, la sistematicidad de los

estudios recientes basados en intervenciones arqueológicas científicas

evidencian, ya a ciencia cierta, las actividades homínidas en este enclave

desde tiempos del Paleolítico Inferior, aunque serán los tiempos del Pleistoceno Superior los que más evidencias han dejado, como así lo demuestra la gran cantidad de artefactos tipológicamente adscribibles a momentos del Paleolítico Medio. Menores son las evidencias de posteriores

momentos paleolíticos aunque Medianero Soto hace referencias a tipologías que recuerdan las de “complejos del Paleolítico Superior

Antiguo” sin más especificaciones. Por último también se refieren, en esta publicación, restos de materiales claramente adscritos a la Prehistoria

Reciente, probablemente rodados hasta allí desde la zona adyacente del farallón rocoso próximo (el llamado “Abrigo del Tajo de Peñarrubia”) donde se documentan esta serie de restos. Aunque coincidimos con las apreciaciones del primero de los autores citados en cuanto a lo peligroso de tomar las terrazas fluviales cual si de estratos arqueológicos se trataran, un análisis espacial del lugar hace que resulte casi imposible negar, cuanto menos, la presencia de las culturas descritas. El farallón rocoso de la Sierra de Peñarrubia con múltiples abrigos y cavidades poco profundas, donde se documentan yacimientos holocénicos, el pasillo natural que sin duda comunicaba la zona fluvial con la zona lacustre de Campillos, a sólo unos E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 37-44 A. Recio Ruíz, 1997-98, 202. 19 F.J. Medianero Soto et alii, 2002. 17 18

28

kilómetros del enclave y los ricos biotopos que deparan el lugar para las

típicas economías cazadoras y recolectoras reafirman una más que hipotética evidencia.

29

II. 5. 3. TORRÓ.

II. 5. 3. a. Las piezas. Raedera doble biconvexa. Se halló fuera de contexto en un lugar indeterminado del paraje de Torró. Está realizada en sílex de diferentes tonalidades cromáticas (rojos, marrones, grises, etc.). Presenta buen estado de conservación aunque contiene diferentes incrustaciones en ambas caras (en la ventral de forma más abundante que en la dorsal) y está algo rodada. El soporte es lascar y no se aprecian en ella restos de córtex. Sus medidas son de 54 mm de largo por 40 mm de ancho y 23 mm de grosor. Adscribible, tipológicamente, a un indeterminado momento del Paleolítico Inferior Final o Paleolítico Medio (se recoge en la correspondiente lista de Bordes con el nº 15) aunque su descontextualización impone ser cautos. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

30

Ídolo?. Esta pieza, se halló descontextualizada en el mismo paraje de Torró. Está realizada en roca granítica de color verdoso. La pieza está obviamente rodada y sus medidas son de 60 mm de largo por 36 mm de diámetro medial (pieza redondeada). Al no disponer de una funcionalidad típica y al presentar un acabado ciertamente original, con un engrosamiento carenado en la zona central, unido al hecho de la proximidad de un yacimiento como la Cueva de las Palomas hacen pensar en una funcionalidad simbólica. La adscripción cronocultural de la pieza, en función de las facies de yacimientos cercanos, podríamos hacerla al Neolítico Final - Cobre (secuencia de la Cueva de las Palomas). No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

II. 5. 3. b. El contexto físico del yacimiento

La zona de Torró, a efectos indicativos, puede ser enmarcada dentro

de un cuadrado ideal que presentaría las siguientes coordenadas UTM: Noroeste: X: 332.514, Y: 4.094.661 Noreste: X: 332.857, Y: 4.094.509 Suroeste: X: 332.452, Y: 4.094.233 Sureste: X: 332.786, Y: 4.094.056

31

-Mapa Topográfico del lugar con la zona delimitada-

El paraje donde se enclava el yacimiento comprende un área de unas

15 Hectáreas y está situado a la salida del llamado Tajo de Torró o del Molino por donde transcurre el Río de la Venta, principal afluente del Guadalteba con el que se une casi un kilómetro hacia el sur, que corta el yacimiento de norte a sur. Sorteando el paraje mediante un puente que domina la zona, transcurre la Carretera comarcal C-321 (Ronda-Campillos) que enlaza el lugar con el núcleo urbano de Teba, a cuyo término municipal pertenece el yacimiento, que se sitúa a tres kilómetros en línea recta del lugar y a cuatro kilómetros por carretera.

El yacimiento está situado en dos suaves pendientes que van a dar al

Río de la Venta y presenta una altitud media de 370 metros de altura s.n.m.

aunque a sus espaldas, hacia el norte una fuerte pendiente constituye el sur

32

de la Sierra de Peñarrubia, que en tan sólo 700 metros sube hasta los 600 metros de altura s.n.m.

Tajo de Torró Sierra de Peñarrubia

C-341

Río de la Venta

Yacimiento

-Ortofotografía de Torró a escala 1:11.500-

Por lo que respecta a la geología del yacimiento y dentro de lo que es el Esquema geoestructural andaluz observamos la presencia en el lugar de dos de sus unidades. Por un lado tenemos la Unidad de Formaciones Postmantos con la presencia de terrazas aluviales antiguas del Cuaternario al oeste y sureste del yacimiento, a medida que se adivina la presencia del encajonamiento del río en las cercanías de su unión con el Guadalteba. Por otro lado tenemos la presencia de la Unidad del Subbético Interno al norte

y oeste del yacimiento. Así, la salida del Tajo, en el límite con el macizo 33

calizo de la Sierra de Peñarrubia, está compuesta por terrenos muy antiguos; del Jurásico, con la presencia de calizas en general y calizas

oolíticas y pisolíticas en particular. El resto de terreno, mayoritariamente al este, adscrito al Subbético Interno, es más moderno; del Cretácico Superior

y del Terciario y está compuesto por Calizas margosas, margocalizas y margas (capas rojas) que denotan, ya, la presencia de terrenos cultivables. La presencia del río y la coincidencia en el lugar de uno de los más

importantes acuíferos del término municipal20 hacen de la zona un lugar idóneo para la agricultura que aún hoy presenta un cultivo en huertas (dada

la gran fertilidad de sus terrenos). De igual forma el biotopo serrano de la Sierra de Peñarrubia donde la caza y los recursos silvestres abundan y la gran visibilidad existente sobre gran parte de la cuenca (que se incrementa a la que se asciende un pequeño trecho) hacen del lugar un sitio estratégico en muchos sentidos.

-Perspectiva isométrica de Torró-

20

El llamado “nacimiento de Torró”.

34

II. 5. 3. c. El contexto histórico del yacimiento.

No existen referencias bibliográficas a este yacimiento. La presencia

de elementos líticos adscribibles al Paleolítico Medio puede estar en función de la más que probable presencia de homínidos neandertales en

varios yacimientos y lugares próximos a este enclave. Así sucede con el denominado “Sima del sílex” al que nos referiremos al final de este estudio,

que se encuentra a tan sólo trescientos metros de Torró y que ha

proporcionado hasta el momento, aunque sin una intervención arqueológica científica, un buen número de artefactos tipológicamente musterienses y de industrias posteriores. Igual sucede con las cercanas terrazas pleistocénicas del Guadalteba, uno de cuyos tramos con presencia de materiales paleolíticos (el de la Casilla Vallejo), proporcionó, también, algún material con una tipología cercana. Así pues, en conjunción con otros lugares de la geografía tebeña, Torró viene a constatar la vertebración que suponen los dos ríos de la cuenca en el poblamiento de la zona por las poblaciones presapiens. Por otro lado, la también cercana presencia de la Cueva de las

Palomas, que se estudiará más adelante, puede ponernos sobre la pista de lo

que significa la presencia del supuesto ídolo estudiado, máxime teniendo en cuenta que las tierras fértiles más cercanas al yacimiento son las de Torró.

Es muy probable que las poblaciones que usaron la Cueva de las Palomas en algunos momentos de sus fases tuvieran el hábitat, precisamente, en el fértil paraje de Torró lo que explicaría la presencia de elementos simbólicos en sus inmediaciones.

35

II. 5. 4. GUADALTEBA21 II. 5. 4. a. Las piezas.

Bifaz. Al parecer se halló cerca del enclave de la Casilla Vallejo. Esta realizada sobre sílex de color marrón de buena calidad. Su conservación es bastante buena en general. Está realizado sobre una gran lasca y no presenta restos de córtex. Está trabajado con profusión sobre su cara dorsal y muy ligeramente sobre su cara ventral (sobretodo buscando aguzar la pieza). Sus medidas en milímetros, siguiendo las abreviaturas de Bordes son de 104 (L), 63 (m), 34 (e), 47 (a) y 62 (n). Sus relaciones, por tanto son: 1,65 (L/m), 1,85 (m/e), 2,21 (L/a) y 94,38 (n/m·100). Por todo ello entraría dentro del grupo de los bifaces ovalados, discoides y limandes, recordando su figura a los primeros. Tal como sucedía con el bifaz de Nina, también éste entraría dentro de las tipologías posiblemente del Paleolítico Medio con reminiscencias de tiempos achelenses. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Con esta denominación genérica se incluyen aquellas piezas descontextualizadas e individuales de las que sólo se tiene noticia de su aparición a lo largo del Río Guadalteba, y particularmente en la zona hoy dominada por el embalse. También se han incluido algunas piezas sueltas encontradas en puntos concretos del cauce aunque de forma aislada. 21

36

Punta levallois. Pieza descontextualizada aunque se sabe cierto su hallazgo en las orillas del Guadalteba. Esta realizada sobre sílex de color beige moteado. Buen estado de conservación aunque presenta rodamiento. El soporte es una lasca levallois en cuya cara dorsal se aprecian las tres extracciones típicas de estas puntas. No presenta córtex aunque sí algunas alteraciones químicas en la cara ventral. Sus medidas son 65 mm de alto por 39 mm de ancho y 11 mm de largo. Tipológicamente adscribible al Paleolítico Medio. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Raedera doble rectoconvexa. Pieza, también, descontextualizada, aunque procedente del río. Está realizada en cuarcita de color gris punteado. Buen estado de conservación aunque con su rodamiento consecuente. Soporte laminar. Sus medidas son 57 mm de alto por 26 mm de ancho y 10 mm de grosor. Se adscribe, culturalmente, al Paleolítico Inferior Final o Paleolítico Medio (tipo nº 13 de Bordes). No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

37

Raedera convergente convexa. También sin contexto geográfico concreto aunque hallada en el río. Está realizada en sílex de color verdoso con unas características vetas al margen de los filos. El estado de conservación es deficiente ya que tiene roto parte del filo izquierdo. El soporte es lascar. Sus medidas son 70 mm de largo por 64 mm de ancho y 20 mm de grosor. Tiene la misma adscripción cultural que las piezas anteriores (tipo nº 19 de Bordes). No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Perforador. Pieza, igualmente sin contexto aunque hallada en el río. Realizada en sílex de color marrón. Buena conservación aunque con rodamiento. Soporte lascar con restos de córtex en su cara dorsal. Sus medidas son 59 mm de alto por 34 mm de ancho y 18 mm de grosor. Aunque en la exposición del museo aparece adscrito al Paleolítico Medio, la adscripción cultural de estas piezas es más amplia, pudiendo pertenecer a momentos posteriores. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

38

II. 5. 4. b. El contexto físico del yacimiento.

Como se señalaba ut supra el hallazgo descontextualizado y poco

claro de estas piezas, más allá de su segura adscripción a las terrazas

pleistocénicas del río impiden situar adecuadamente el conjunto. No obstante algunas de las piezas sí que son ubicables en zonas más o menos

extensas de algún tramo fluvial. Ello, unido a los comentarios de determinados vecinos de Teba a los que hemos podido tener acceso, nos permiten señalar tres puntos centrales a lo largo del cauce donde el afloramiento de utensilios líticos paleolíticos es abundante como así hemos

podido comprobar, aunque con toda seguridad no son los únicos. No obstante sí que es destacable que todos esos lugares están situados en las

terrazas de las márgenes izquierdas del cauce. No hemos podido observar

el mismo fenómeno en la margen derecha debido, probablemente, al carácter más abrupto de dicha margen. Por todo ello el tratamiento contextual ha de ser, necesariamente más generalista que en otros yacimientos contrastados.

Las coordenadas U.T.M. centrales de estos tres puntos a lo largo del río serían las siguientes: -Cortijo La Puente. Situado en la cola del embalse del Guadalteba. Al parecer, en sus inmediaciones se encontró la Raedera Convergente Convexa. U.T.M. X: 331.196, Y: 4.092.290 -Casilla Vallejo. Situada en la confluencia del Río de la Venta con el Guadalteba. En sus inmediaciones se encontró el bifaz descrito. U.T.M. X: 332.361, Y: 4.093.518

39

-El Tesorillo. Situado en el mismo límite de Teba con el municipio de Campillos, justo al lado de la Villa romana que lleva ese nombre. Recio Ruíz hace referencia a este lugar en el Informe arqueológico del T.M. de Teba22 U.T.M. X: 334.559, Y: 4.092.589

-Mapa Topográfico del lugar con los puntos delimitados-

Así pues, a lo largo de un tramo de unos 4.5 kilómetros de cauce,

pertenecientes, con la excepción de parte del final, al término municipal de

Teba, los hallazgos de utensilios líticos prehistóricos son una constante. A la zona se puede acceder por distintos puntos. Así, a la zona del Cortijo La

Puente se puede acceder desde el cruce de la C-341 con la Carretera de Servicio de la Cuenca Mediterránea Andaluza (antigua Confederación Hidrográfica) a la altura del Km. 18.5 de dicha comarcal. Por la citada

Carretera de Servicio y siempre que las aguas del embalse estén bajas se 22

A. Recio Ruíz, 1991, 414

40

puede acceder a todo el tramo de río ya que se trata de la antigua C-341 que se dejó de utilizar a raíz de la construcción hidráulica. También se puede

acceder al tramo presidido por la Casilla Vallejo desde la carretera de acceso a ese tramo que parte del Km. 14.5 de la C-341. Desde ahí también se puede llegar, si el embalse no lo impide, a todo el tramo fluvial. La altura sobre el nivel del mar de todo el tramo está en torno a los

360-370 metros y todo él está constituido por el típico paisaje de terrazas

fluviales en las que el antiguo río fue encajonándose hasta formar un ancho valle fluvial rodeado de medianas alturas de las sierras próximas, ocupado hoy por el embalse del Guadalteba.

C-341

Casilla Vallejo

El Tesorillo Embalse

Cortijo La Puente

-Ortofotografía del tramo fluvial del Guadalteba a escala 1:20.000-

41

Por lo que respecta a la geología del lugar y dentro de lo que es el Esquema geoestructural andaluz, se observa, mayoritariamente, la presencia de dos unidades. Por un lado y en menor medida, como resulta lógico, tenemos la Unidad del Subbético Interno, que formaría la base, con la presencia de calizas margosas, margocalizas y margas (capas rojas) formadas entre el Cretácico Inferior y el Paleógeno ya dentro del Terciario. A ello se le superponen, de forma mayoritaria los tramos de la Unidad de Formaciones Post-manto compuestas por terrazas aluviales antiguas ya del Cuaternario. De esta forma ambas unidades se alternan a lo largo de la margen izquierda del río aunque, como se ha subrayado, prevalecen los terrenos del cuaternario formados por la fuerza fluvial. Aunque evaluar las características geoestratégicas de la zona no tiene

tanta trascendencia como si de un yacimiento contrastado se tratase sí que hay que señalar toda la importancia que el río ha podido tener desde

tiempos prehistóricos como fuente de suministro alimenticio directo (pesca y caza) e indirecto (agricultura) y de aprovisionamiento de recursos abióticos entre los que un ejemplo muy claro lo tenemos en el sílex que en la zona aparece por doquier. De igual forma hay que destacar su carácter de medio de

comunicación que enlaza las zonas de Ronda con los Valles del Guadalhorce y del Turón. Su presencia en medio del Surco Intrabético puede dar una idea de ello. El río vertebró y aún vertebra hoy23 gran parte de la zona.

23

Incluso da nombre a su comarca, formada por ocho municipios.

42

-Perspectiva isométrica del cauce del Guadalteba-

II. 5. 4. c. El contexto histórico del yacimiento.

En primer lugar hay que señalar que la bibliografía que recoge los diferentes hallazgos o intervenciones que han tenido lugar en la zona es la misma que ya se señaló para las Terrazas del Peñarrubia. Sería muy interesante para tener una adecuada visión de conjunto sobre el Guadalteba

poder consultar el material y las hipotéticas conclusiones de la prospección llevada a cabo por Medina y Barroso a finales de los ochenta24 pero dada su no publicación sólo podemos avanzar conclusiones muy generalistas y ya

apuntadas de alguna forma. Así pues queda clara la importancia del Guadalteba desde los comienzos de la presencia homínida en la zona, con casi toda seguridad desde tiempos mediopleistocénicos. Prácticamente

todos los tramos del río presentan evidencias de actividades antrópicas, luego, con independencia de los advertidos problemas de las terrazas 24

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 37-38

43

fluviales, es un hecho que el río vertebraba en importante medida la vida de

las comunidades homínidas desde los tiempos más remotos. Ello debió ser especialmente intenso con la presencia de las poblaciones neandertales que, numéricamente han dejado más utensilios que en anteriores y posteriores momentos como lo evidencian los diferentes utensilios estudiados. No tenemos, en cambio, pruebas materiales de los primeros sapiens más allá de

presunciones como las apuntadas para las Terrazas de Peñarrubia, lo que no implica que no frecuentaran en mayor o menor medida el río, máxime dada la presencia de la cercana Cueva de Doña Trinidad y, probablemente las evidencias de la Sima del Sílex.

44

II. 5. 5. CORTIJO DEL TAJO. II. 5. 5. a. Las piezas.

Hacha pulimentada. Sus dimensiones son de 143 mm de longitud por 59 mm de anchura y 44 mm de grosor medial. Su conservación es regular, presentando partes desconchadas como consecuencia, probablemente, del rodamiento de la pieza. Su forma general es trapezoidal. El perfil del bisel es simétrico. El filo es curvo y la sección es oval. Es difícil aventurar un momento concreto para la producción de este útil dadas las características del yacimiento, que alterna momentos neolíticos y calcolíticos en general. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. Hacha pulimentada. Presenta unas dimensiones de 90 mm de longitud por 43 mm de anchura y 32 mm de grosor medial. Su conservación es buena aunque está rodada. Su forma general es trapezoidal. El perfil del bisel es simétrico. El filo es curvo y la sección es oval. Igual que en el anterior caso y por las mismas razones, la adscripción específica no puede ir más allá de lo ya señalado. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

45

II. 5. 5. b. El contexto físico del yacimiento.

Aunque en el estudio de Morgado Rodríguez se trata al yacimiento

del Cortijo del Tajo con unicidad refiriéndolo, en exclusiva, al abrigo

existente sobre el farallón rocoso, la aparición de restos de sílex y cerámicas a mano por un espacio marcadamente amplio, tangencial,

además, con otros yacimientos que tendrán su análisis en este mismo trabajo, implica que los asentamientos y las actividades de los grupos neolíticos y calcolíticos debieron proliferar por toda la zona. Por ello el contexto no se circunscribirá, exclusivamente, al abrigo sino que el área cubrirá un espacio de unas 45 hectáreas de extensión.

Así, se darán las coordenadas UTM de toda la zona y se señalarán las exclusivas del abrigo.

Zona del Cortijo del Tajo: Noroeste: X: 326.854, Y: 4.093.617 Noreste: X: 327.551, Y: 4.093562 Suroeste: X: 326.734, Y: 4.092.859 Sureste: X: 327.407, Y: 4.092.845

Abrigo: X: 326.798, Y: 4.092.987

46

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

A la zona, que pertenece al término municipal de Teba, se accede por

un camino situado en el kilómetro 1,20 de la carretera local que une Teba con Cañete la Real, a la que se accede, a su vez, por la carretera de

circunvalación que transcurre al oeste del pueblo. Así pues, el yacimiento está situado a una distancia de poco más de dos kilómetros en línea recta del pueblo y cuatro kilómetros por carretera.

Salvo el farallón rocoso donde se alberga el abrigo comentado, que alcanza una altura de 701 metros s.n.m., el resto de la zona donde se enclava el yacimiento está presidida por suaves ondulaciones que descienden hacia el cauce del Río de la Venta, distante 1,7 kilómetros de allí y salpicada de distintas herrizas improductivas en medio de las tierras de cultivo, todo ello a una altura media de 550 metros s.n.m. A sus espaldas, al suroeste, se encuentra la Sierra de la Lentejuela. 47

Crtra. Teba-Cañete

Cortijo del Tajo

Abrigo

-Ortofotografía del Cortijo del Tajo a escala 1:10.000-

La geología del yacimiento es bastante compleja puesto que

coinciden dos tipos de unidades; la zona rocosa del farallón del Tajo

pertenece a la Unidad del Subbético Interno y en breve espacio coinciden terrenos formados por calizas margosas, margocalizas y margas (capas rojas) formadas entre el Cretácico Inferior y el Paleógeno dentro del Terciario. Si este terreno predomina en la base del farallón, a medida que

ascendemos encontramos calizas oolíticas y pisolíticas alternando con calizas formadas en pleno Jurásico hasta que en la cumbre del Tajo encontramos calizas nodulosas y brechoides rojas, amarillas y grises, calizas y calizas oolíticas formadas entre el Jurásico y el Cretácico Inferior.

48

Los terrenos cultivables de los alrededores, en cambio, forman parte de una Unidad Infranumídica formada durante el Terciario y están constituidos por arcillas, calizas detríticas, areniscas, conglomerados,

margas y margocalizas; terrenos, pues, muy aptos para el aprovechamiento agrícola. En cuanto al carácter geoestratégico del lugar, éste viene

determinado fundamentalmente por su posición de control de los dos ríos

principales de la Cuenca; el de la Venta o Almargen, a 1,7 kilómetros en línea recta de la zona y el Guadalteba, a 3,5 kilómetros al Sureste. Efectivamente y tal como se aprecia en la perspectiva isométrica, el Cortijo del Tajo preside el único pasillo de comunicación entre ambos cauces que a

izquierda y derecha cierran la Sierra de la Lentejuela y la de Teba respectivamente. El lugar, como muchos de los analizados, presenta abundante agua (fuente de El Pilarejo, por ejemplo), fértiles terrenos y buena caza en las sierras cercanas.

-Perspectiva isométrica del yacimiento del Cortijo del Tajo-

49

II. 5. 5. c. El contexto histórico del yacimiento. Al lugar, en sus momentos prehistóricos25, se refieren dos publicaciones si bien de forma bastante escueta. Morgado Rodríguez26, por un lado lo cita como yacimiento neolítico, sin más especificidades, y señalando la presencia en su revuelto sedimento arqueológico de evidencias

de ocupación en momentos posteriores. De las cerámicas del lugar tan sólo se señala su carácter manual, siendo la presencia de laminitas y sus

correspondientes núcleos lo que definitivamente pone a este autor sobre la pista de la adscripción neolítica del enclave. Por otro lado también efectúa una breve referencia al lugar Recio Ruíz27 para señalar la presencia en él de restos cerámicos y líticos en el complejo de cavidades existentes que evidencian la presencia de una fase calcolítica. Tanto de una fase como de la otra pueden ser las hachas pulimentadas que se conservan en la exposición permanente del museo. Es obvio que ambas fases culturales debieron estar presentes en el yacimiento dadas las dinámicas de las sociedades neolíticas y calcolíticas de la zona. La presencia de los

elementos geoestratégicos comentados en las inmediaciones y el contar con varios abrigos naturales en el mismo Tajo hacen al lugar propicio para perdurables asentamientos humanos, ya en momentos de hábitat poco estables (Neolítico), como en fases de asentamientos más estables o incluso fijos (Calcolítico).

Ya que de momentos históricos posteriores existe una abundantísima bibliografía, sobretodo para el mundo romano. 26 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 50. 27 A. Recio Ruíz, 1991, 414. 25

50

II. 5. 6. TAJO DE LA SIERRA DE PEÑARRUBIA. II. 5. 6. a. Las piezas.

Núcleo para laminitas. Está realizada en sílex gris con vetas blancas. Presenta un buen estado de conservación. Sus medidas son de 34 mm de alto por 37 mm de ancho y 23 mm de grosor máximo. Se adscribe culturalmente a un momento neolítico sin poder especificar más. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. No obstante sí existen referencias a la existencia de industria lítica de reducido tamaño28.

Molino de mano. Realizado en roca granítica. Presenta secciones mesiales y longitudinales en forma de media luna. Su longitud máxima es de 310 mm. Su anchura máxima es de 160 mm y su grosor mesial es de 80 mm. Su adscripción temporal es difícil de precisar porque puede abarcar desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce. En todo caso debe acercarse más al primer momento dado la existencia del abrigo con una cultura material más aclaratoria. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

28

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 50

51

Molino de mano. Sirve todo lo dicho del anterior en cuanto a secciones, formas, etc. No obstante difiere en sus medidas que son de 260 mm de longitud máxima, 150 mm de anchura máxima y 70 mm de grosor medial. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

II. 5. 6. b. El contexto físico del yacimiento. En principio y a tenor de lo descrito en alguno de los estudios manejados29, el yacimiento se circunscribe a un abrigo sito en la base del farallón rocoso o Tajo de Peñarrubia. No obstante, la proliferación de materiales de la prehistoria reciente en las inmediaciones y el que existan más abrigos y pequeñas cavidades a lo largo del farallón aconsejan delimitar una zona más amplia de 5,5 hectáreas en total, aun señalándose, individualmente, las coordenadas U.T.M. del abrigo principal. Coordenadas zonales: Norte: X: 335.586, Y: 4.093.405 Suroeste: X: 335.197, Y: 4.093.135 29

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 50

52

Sureste: X: 335.697, Y: 4.093.163

Coordenadas del abrigo: X: 335.372, Y: 4.093.256

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos y con la posición concreta del abrigo-

A la zona se accede a pie, desde el cruce de las carreteras C-341 y A357. El enclave pertenece al término municipal de Campillos, del que dista 8.7 kilómetros en línea recta y 11 kilómetros si se toma la A-357 que enlaza este municipio con Málaga. La zona, en pendiente, se encuentra a una altura media de unos 470 metros s.n.m. El abrigo, concretamente, se sitúa a 480 metros s.n.m.. El yacimiento, pues, se ubica en la base del Tajo, y a sus espaldas las alturas llegan a los 728 metros del Castillón (altura máxima de la Sierra de

Peñarrubia). A escasos 1000 metros del yacimiento se encuentra el Río

53

Guadalteba (embalse en este momento) y, consecuentemente, su fértil valle.

Sierra de Peñarrubia

Abrigo C-341

A-357

Embalse

Terrazas de Peñarrubia

-Ortofotografía del Tajo de la Sierra de Peñarrubia a escala 1:15.000-

Por lo que respecta a la geología del terreno, tenemos la presencia de

dos unidades del Sistema geoestructural andaluz con una nítida separación que viene marcada por el propio límite vertical del Tajo de Peñarrubia ,

perfectamente apreciable en la ortofotografía. Así, el abrigo, junto a todo el extremo este del gran macizo kárstico de la Sierra de Peñarrubia

pertenecería a la Unidad del Subbético Interno, en un terreno compuesto por calizas oolíticas nodulosas del Jurásico. En cambio, el área de despliegue de los materiales arqueológicos en las faldas del farallón,

pertenecería a la Unidad de Formaciones Post-mantos, con terrenos

lógicamente consecuentes con la erosión de la sierra y compuestos por

54

bloques y cantos calcáreos, arenas y arcillas formados a lo largo de los Pleistocenos Inferior y Medio. En cuanto al carácter geoestratégico del lugar cabe señalar las

mismas características que se indicaron para el yacimiento de las Terrazas

de Peñarrubia, situado tan sólo unos cientos de metros al sur. Así pues, a la

que se descienden unos metros y se sale del farallón, las tierras fértiles del valle del Guadalteba imperan por doquier. De igual forma otros recursos como la caza y la pesca (río y montes) eran y son abundantes en la actualidad. También la visibilidad, particularmente desde la altura que representa el Tajo, tanto en su base como a medida que se asciende, es un factor a tener en cuenta en todo caso. Es destacable, asimismo, el pasillo natural que comunica por allí el Valle del Guadalteba con la zona lacustre de Campillos.

-Perspectiva isométrica del yacimiento del Tajo de Peñarrubia-

55

II. 5. 6. c. El contexto histórico del yacimiento. El yacimiento viene referenciado en tres publicaciones. Caballero Mesa30 es el primero que se refiere a él, en 1973, para comentar los reducidos hallazgos de tipología lítica y cerámica decorada del lugar.

Morgado Rodríguez31 realiza, igualmente, una breve descripción de aquellos. Por último Recio Ruíz32 se ciñe a lo mismo. El caso es que la presencia de algunos fragmentos de cerámica decorada, algunos fragmentos

de cuencos hondos y lo reducido de la industria lítica sirven para efectuar una adscripción del abrigo al Neolítico en sentido amplio. No obstante, la

presencia, como vemos, de molinos de mano en los alrededores y la dispersión, ladera abajo, de restos de todo tipo, auguran una posible

perduración de hábitats en momentos más avanzados. A ello contribuirían las circunstancias geoestratégicas descritas más arriba.

30 31

F. Caballero Mesa, 1973, 25 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 50

56

II. 5. 7. LA CUEVECILLA33 II. 5. 7. a. Las piezas.

Núcleo para laminitas. Está realizada en sílex gris con vetas de diversos colores. Presenta un buen estado de conservación. Sus medidas son de 43 mm de alto por 26 mm de ancho y 26 mm de grosor máximo. Se adscribe culturalmente a un momento de transición entre el Neolítico final y la Edad del Cobre, dado que las laminitas son típicas del Neolítico aunque pueden perdurar posteriormente. La pieza y un dibujo de la misma están publicados34. Núcleo para laminitas. Realizado en sílex gris con vetas rosáceas. Sus medidas son de 29 mm de alto, por 24 mm de ancho y 20 mm de grosor. Las demás características y comentarios son iguales a los de la pieza anterior. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada, aunque se sobreentiende que queda genéricamente comprendida en las alusiones que se hacen en el estudio señalado.

32

A. Recio Ruíz, 1997-98, 203 También llamada Huerta de la Cueva. 34 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 66 33

57

Punta de flecha. Punta triangular y de base ligeramente cóncava. Está realizada en sílex de color grisáceo con unas características vetas al margen de los filos. El estado de conservación es deficiente ya que tiene roto el extremo distal. Sus medidas son 25 mm de largo por 19 mm de base y 4 mm de grosor. Se adscribe culturalmente en consonancia con las piezas anteriores. Viene someramente estudiada y dibujada en el estudio indicado35.

II. 5. 7. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. del yacimiento, de forma estimativa y dadas las dispersiones de restos arqueológicos son las siguientes: Noroeste: X: 329.379, Y: 4.089.535 Noreste: X: 329.626, Y: 4.089.557 Suroeste: X: 329.410, Y: 4.089.437 Sureste: X: 329.567, Y: 4.089.470

35

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 66

58

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

Al yacimiento, de unas 2,5 hectáreas de extensión, se accede a través

del camino de entrada al núcleo poblacional de la “Huerta de la Cueva” o “La Cuevecilla” que sale de la C-341 a la altura de dicho núcleo. Está

situado al este del asentamiento moderno y a unos 4,6 kilómetros del pueblo de Teba, a cuyo término municipal pertenece, en línea recta (10 kilómetros por carretera).

El yacimiento se sitúa en la base del extremo norte de la Sierra de

Ortegícar, entre sus estribaciones rocosas y el río Guadalteba (situado a

escasos 150 metros del yacimiento), a 430 metros s.n.m, en una zona de perfiles sinuosos con alturas que llegan a los 627 metros s.n.m. en el cercano Cerro de la Venta (a tan sólo 400 metros de distancia) y encajada

en pleno valle fluvial. Los terrenos cercanos al río están cultivados en su integridad.

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Huerta de la Cueva

Yacimiento

C-341

Río Guadalteba

Cerro de la Venta

-Ortofotografía del tramo fluvial del Guadalteba a escala 1:10.000-

La unidad geológica imperante en el yacimiento es la del Subbético

Interno y sus tierras están compuestas por calizas margosas, margocalizas y margas (capas rojas), formadas entre el Cretácico Inferior y el Terciario (Paleógeno) Por lo que respecta a los posibles valores geoestratégicos del lugar

estos son obvios puesto que su posición, en pleno valle fluvial y con tierras

muy fértiles lo hacen candidato a ocupación en sociedades agrícolas.

Además la presencia del río y de la Sierra de Ortegícar a las espaldas del yacimiento hacen pensar en las ricas potencialidades de la caza y la pesca del lugar. Por otro lado, la presencia de cavidades cercanas (de ahí el 60

nombre de la Cuevecilla) es una circunstancia a tener en cuenta y el hecho de una rápida ascensión para ganar visibilidad también es un factor apreciable.

-Perspectiva isométrica del yacimiento de La Cuevecilla-

II. 5. 7. c. El contexto histórico del yacimiento.

La única referencia bibliográfica del lugar es la del ya citado estudio de Morgado Rodríguez36 que hace representativo el lugar de la transición entre el Neolítico final y la Edad del Cobre, principalmente por la cultura material representada que alterna elementos aún neolíticos como las laminitas y sus núcleos con otros representativos de estos momentos posteriores (formas carenadas, lisas y platos y fuentes de bordes engrosados).

36

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 64-67.

61

La dinámica histórica del yacimiento, situado en un lugar óptimo para la agricultura, la hace depender ese autor, siguiendo los postulados de Nocete Calvo y otros representantes del materialismo histórico, de los procesos expansivos de poblaciones y culturas originarias del Bajo Valle del Guadalquivir, probables colonizadores, en estos momentos, de las tierras del Subbético Occidental en una dinámica expansiva para con estas zonas.

62

II. 5. 8. CUEVA DE LAS PALOMAS37. II. 5. 8. a. Las piezas.

Vaso o vasija. Se trata de una de las piezas más completas de las existentes en la colección y, sin duda, una de las más espectaculares. Posee una altura de 322 mm. Su diámetro máximo es de 293 mm en el galbo y 110 mm en la boca. Su color es marrón con tonalidades ocres (también en el interior). Presenta decoración en el borde a base de perforaciones no excesivamente simétricas y una ligera carena en el cuerpo, bajo las asas aparentemente funcionales del vaso. La conservación es buena aunque la parte trasera carece de una considerable porción. Aunque la atipicidad de la pieza es evidente, la casi inexistente decoración y la carena nos hacen pensar en momentos de transición entre el Neolítico final y el Cobre antiguo. Baldomero Navarro realiza una descripción de la pieza en una publicación ad hoc38.

El hecho de que sea éste el único yacimiento prehistórico del término municipal de Teba que haya tenido una intervención arqueológica intensa ha posibilitado el que las piezas de allí provenientes expuestas en el Museo hayan sido, en su casi totalidad, suficientemente estudiadas en los numerosos trabajos, publicados o no, que sobre la Cueva se han hecho. Por ello hay que señalar que nos remitimos a ellos para un estudio en detalle y señalamos aquí las características básicas en línea con el resto del trabajo. 37

38

A. Baldomero Navarro, 1978, 167-170

63

Fragmento de cerámica incisa. Fragmento amorfo perteneciente, probablemente, al cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 74 mm de alto por 61 mm de ancho y 11 mm de grosor parietal. La coloración de la pasta es gris oscura. Los motivos decorativos que presenta consisten en incisiones que configuran una franja reticular en la parte superior de la que sale otra franja a base de incisiones paralelas entres sí y perpendiculares al área reticular. En la parte inferior existen dos líneas más, una de las cuales forma un ángulo. Adscribible al Neolítico final - Cobre Antiguo. Fragmento de cerámica incisa. Fragmento amorfo, probablemente perteneciente al cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 43 mm de alto por 55 de ancho y 7 mm de grosor. La coloración de la pasta es gris clara. Los motivos decorativos alternan dos tipos de franjas: las primeras consistentes en pequeñas incisiones en paralelo unas con otras y en sentido perpendicular a las otras franjas (mayoritarias) que conforman líneas discontinuas. Adscribible al Neolítico final Cobre Antiguo.

64

Fragmento de cerámica incisa. Fragmento amorfo, probablemente perteneciente al cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 34 mm de alto por 37 de ancho y 8,5 mm de grosor. La coloración de la pasta es gris clara. La decoración consiste en líneas incisas, paralelas unas con otras y cerradas con una franja en la parte inferior del fragmento, mayor que las anteriores, donde las incisiones forman pequeños triángulos adyacentes. Adscribible al Neolítico final Cobre Antiguo. Fragmento de cerámica impresa cordada a la almagra. Fragmento amorfo, probablemente perteneciente al cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 42 mm de alto por 27 mm de ancho y 9 mm de grosor. Presenta restos de la almagra que debía recubrir el recipiente. Junto a ello la decoración consiste en las típicas impresiones cordadas que se alternan en la franja inferior con incisiones paralelas. Adscribible al Neolítico final Cobre Antiguo.

65

Fragmento de cerámica impresa de caña. Fragmento amorfo, probablemente perteneciente al cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 80 mm de alto por 54 mm de ancho y 17 mm de grosor. La coloración de la pasta cerámica es gris. Los motivos decorativos son a base de impresiones de caña dispuestas en franjas aunque sin guardar excesiva simetría. Adscribible al Neolítico final-Cobre Antiguo. Fragmentos de cerámica decorada con incisiones, mamelones y borde. Se trata, en realidad, de dos fragmentos unidos por una porción reconstruida de la pieza y que corresponden a parte del cuerpo y del borde de la misma. Sus medidas totales son de 73 mm de alto por 81 mm de ancho y 10 mm de grosor. La coloración de la pasta es verdosa. Los motivos decorativos se desarrollan tanto en el cuerpo, con incisiones a lo largo de sendos cordones aplicados, aparentemente circulares, como en el borde, donde las incisiones lo cubren entero. También presenta dos mamelones dispuestos en vertical que probablemente se repetirían en otras zonas del borde ahora perdidas. Adscribible al Neolítico final-Cobre Antiguo.

66

Fragmento de cerámica decorada con incisiones, mamelón y borde. Corresponde a parte del cuerpo del recipiente y una porción del borde. Sus medidas son de 80 mm de alto por 91 mm de ancho y 12 mm de grosor. La coloración de la pasta cerámica es rojiza. Los motivos decorativos se desarrollan en sendas franjas existentes bajo el borde y sobre una ligera carena en la parte media del fragmento. En ambos casos son incisiones verticales desarrolladas en paralelo unas con otras. De igual forma presenta un mamelón roto inmediatamente bajo el borde que se repetiría, con probabilidad en el resto del recipiente. Adscribible al Neolítico final-Cobre Antiguo. Fragmento de cerámica decorada con incisiones, asa y borde. Corresponde a parte del cuerpo del recipiente y una mínima porción del borde. Sus medidas son de 72 mm de alto por 63 mm de ancho y 8 mm de grosor. La coloración de la pasta cerámica es gris oscura. Los motivos decorativos se desarrollan en sendas franjas que parten en diagonal desde el asa y están hechos a base de incisiones paralelas. Posee un asa de sección horizontal con perforación vertical como medio de sujeción. Posee un fragmento del borde, que es recto, en el destaca una pequeña protuberancia probablemente repetida en la pieza completa que asemeja un mamelón. Adscribible al Neolítico final-Cobre Antiguo.

67

Fragmento de cerámica sin decorar con asa y borde engrosado. Corresponde a parte del cuerpo del recipiente y una mínima porción del borde. Sus medidas son de 110 mm de alto por 80 mm de ancho y 7 mm de grosor. Pasta cerámica rojiza y superficie cuidada aunque sin decorar. Presenta una pequeña fracción del borde engrosado y saliente. De igual forma posee un asa de sección vertical con perforación horizontal, probable medio de sujeción. Adscribible tipológicamente al Calcolítico.

Fragmento de cerámica sin decorar con asa. Fragmento del cuerpo del recipiente. Sus medidas son de 76 mm de alto por 48 mm de ancho y 9 mm de grosor. Pasta cerámica gris con superficie poco cuidada. Posee un asa de sección vertical y perforación horizontal como medio de sujeción. Adscribible al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

68

Fragmento de cerámica sin decorar con asa y borde. Corresponde a parte del cuerpo del recipiente y una porción del borde. Sus medidas son de 95 mm de alto por 45 mm de ancho y 7 mm de grosor. Pasta cerámica gris y superficie cuidada aunque sin decorar. Presenta una pequeña fracción del borde que es recto. De igual forma posee un asa de sección vertical (aunque ligeramente inclinado) con perforación horizontal como medio de sujeción. Adscribible tipológicamente al Neolítico Final-Cobre Antiguo. Plato cerámico incompleto de borde engrosado. Se trata de un plato al que le falta tan sólo una porción correspondiente a una quinta parte aproximadamente del total. Sus medidas son de 22 mm de alto, 260 mm de diámetro total, 9 mm de grosor medio y un labio con un desarrollo horizontal de 16 mm. La coloración de la pasta es gris, presentando algún resto de engobe rojo. El elemento más definidor, dada la carencia de decoración, es el borde engrosado. Adscribible al Cobre Antiguo.

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Fragmento cerámico de plato de borde engrosado. Se trata de un fragmento del borde y parte del cuerpo. Sus medidas son de 119 mm de largo, por 61 mm de ancho, 16 mm de grosor y un borde con un desarrollo horizontal de 15 mm. La coloración de la pasta es gris. El elemento más definidor, dada la carencia de decoración, es el borde engrosado. Adscribible al Cobre Antiguo Fragmento cerámico de plato de borde engrosado. Se trata de un fragmento del borde y parte del cuerpo. Sus medidas son de 119 mm de largo, por 61 mm de ancho, 16 mm de grosor y un borde con un desarrollo horizontal de 15 mm. La coloración de la pasta es rojiza. El elemento más definidor, dada la carencia de decoración, es el borde engrosado. Adscribible al Cobre Antiguo Raspador. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color rojo. Buen estado de conservación aunque presenta alteraciones químicas en sendas manchas existentes en las dos caras. El soporte es lascar. Sus medidas son de 47 mm de largo por 41 mm de ancho y 21 mm de grosor máximo. El frente de raspador cubre la práctica totalidad de la cara dorsal de la pieza. Adscripción al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

70

Raspador. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color amarillento. Buen estado de conservación. El soporte es lascar. Sus medidas son de 35 mm de largo por 23 mm de ancho y 6 mm de grosor máximo. El frente de raspador se sitúa en el extremo distal de la cara dorsal de la pieza. Adscripción al Neolítico FinalCobre Antiguo.

Raspador. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color verdoso. Buen estado de conservación. El soporte es lascar. Sus medidas son de 31 mm de largo por 18 mm de ancho y 4 mm de grosor máximo. El frente de raspador se sitúa en el extremo distal de la cara dorsal de la pieza. Adscripción al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

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Lámina de sílex con perforador. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color marrón claro. Presenta un buen estado de conservación. Sus medidas son de 61 mm de alto, por 11 mm de ancho máximo y 3,5 mm de grosor. Presenta un significativo perforador en la parte media de la pieza. Adscripción al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

Laminita de sílex. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color gris claro. Presenta un regular estado de conservación por cuanto presenta una rotura en la parte medial de la pieza. Sus medidas son de 42 mm de alto, por 13,5 mm de ancho máximo y 4 mm de grosor. Adscripción al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

72

Laminita de sílex. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color marrón claro. Presenta un buen estado de conservación. Sus medidas son de 37 mm de alto, por 11 mm de ancho máximo y 3,5 mm de grosor. Adscripción al Neolítico FinalCobre Antiguo.

Laminita de sílex. Pieza lítica tallada realizada en sílex de color gris. Presenta un buen estado de conservación. Sus medidas son de 32 mm de alto, por 9 mm de ancho máximo y 2 mm de grosor. Adscripción al Neolítico FinalCobre Antiguo.

73

Conjunto de laminitas de sílex. Conjunto formado por seis piezas en sílex de colores mayoritariamente grises con diversas tonalidades, salvo en el caso de la tercera pieza (beig cristalino). Buen estado de conservación en todas ellas. Adscripción al Neolítico FinalCobre Antiguo Conjunto de laminitas de sílex. Conjunto formado por cinco piezas en sílex de colores mayoritariamente grises con diversas tonalidades, salvo en el caso de la cuarta pieza (color rojizo). Buen estado de conservación en todas ellas. Adscripción al Neolítico FinalCobre Antiguo.

Conjunto de laminitas de sílex. Conjunto formado por cinco piezas en sílex de colores beiges y grises. Buen estado de conservación en todas ellas. Adscripción al Neolítico Final-Cobre Antiguo.

74

Alisador pulimentado. Presenta unas medidas de 119 mm de largo, por 23 mm de ancho y 19 de grosor. regular conservación por cuanto contiene algunas roturas y señales de desgaste. Su sección es rectangular, sus extremos son redondeados y su perfil es recto. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

Alisador pulimentado. Presenta unas medidas de 116 mm de largo, por 24 mm de ancho y 19 de grosor. regular conservación por cuanto contiene algunas roturas y señales de desgaste. Su sección es rectangular, sus extremos son redondeados y su perfil es recto. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

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Azuela pulimentada. Presenta unas medidas de 86 mm de longitud por 46 mm de anchura y 13 mm de grosor medial. Su conservación es buena. Su forma general es triangular. El perfil del bisel es de Azuela. El filo es curvo y la sección es biconvexa. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

Punzón sobre hueso (cara anterior). Útil óseo con unas medidas de 70 mm de largo por 14 mm de anchura y 12 mm de grosor. El extremo distal de la pieza (parte activa) es aguzado y de sección cónica y en el extremo proximal conserva la epífisis del hueso. Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

76

Punzón sobre hueso (cara posterior). Útil óseo con unas medidas de 43 mm de largo por 6 mm de anchura y 4 mm de grosor. El extremo distal de la pieza (parte activa) es aguzado y de sección cónica y el extremo proximal está fragmentando a la altura del canal medular. Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

Punzón sobre hueso (cara posterior). Útil óseo con unas medidas de 49 mm de largo por 4 mm de anchura y 3 mm de grosor. El extremo distal de la pieza (parte activa) es aguzado y de sección cónica y el extremo proximal está fragmentando a la altura del canal medular. Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

77

Alisador sobre hueso. Útil óseo con unas medidas de 54 mm de largo por 13 mm de anchura y 7 mm de grosor. El extremo distal de la pieza (parte activa) es recto y de sección rectangular y el extremo proximal está fragmentando. Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

Alisador sobre hueso. Útil óseo con unas medidas de 45 mm de largo por 7 mm de anchura y 3 mm de grosor. El extremo distal de la pieza (parte activa) es recto y de sección rectangular y el extremo proximal está fragmentando. Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

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Fragmento de pulsera sobre hueso. Se trata de un adorno óseo cuya proyección diametral externa tendría, aproximadamente, 60 mm. Lo conservado es un fragmento de 35 mm de longitud, 12 mm de anchura y 6 mm de grosor (ya que presenta una forma casi semicircular). Buen estado de conservación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

Posible Amuleto sobre hueso. Se trata de un elemento simbólico óseo (probablemente un amuleto para ser colgado) que presenta varias incisiones realizadas ad hoc en diversas partes de la pieza. Así, en la parte medial presenta sendas incisiones en perpendicular al eje de la pieza y en la zona exterior cóncava también aparecen dos incisiones, en este caso en paralelo. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

79

Amuleto sobre concha. Se trata de un elemento simbólico sobre concha de molusco marino que configura, claramente, un amuleto para ser colgado, dado que presenta un orificio romboidal realizado con un instrumento cortante en un extremo de la pieza que serviría para pasar por él el elemento de sustentación. Adscribible al Neolítico Final – Cobre Antiguo.

II. 5. 8. b. El contexto físico del yacimiento

La Cueva de las Palomas presenta la siguiente ubicación referida a coordenadas U.T.M. -Entrada, al este del Tajo de Torró o del Molino: X: 332.856, Y: 4.094.810 -Salida, junto al propio Tajo: X: 332.814, Y: 4.094.829

80

-Mapa Topográfico del lugar con las zonas de entrada y salida delimitadas-

El yacimiento se sitúa en una cavidad alargada de unos veinticinco metros de longitud, con una anchura media de unos diez metros y con un piso en pendiente desde la entrada situada hacia la sierra, justo en lo que fue el hundimiento de una dolina, hasta la salida que da al Tajo de Torró o

del Molino. La cueva presenta una disposición interior en la que existen lugares de mucha anchura, con muchas oquedades internas y espacios individualizables. La luz natural es suficiente, en mayor o menor medida, para que se pueda transitar por todos lados sin necesidad de aparatos eléctricos de apoyo. Se accede a la misma a través de un camino que parte

a la derecha de la C-341 (dirección Ronda), cien metros antes de llegar al Tajo de Torró. El último trecho antes de llegar a la entrada debe hacerse a pie.

81

La cueva pertenece al término municipal de Teba de cuyo casco

urbano dista tres kilómetros en línea recta y cuatro siguiendo la carretera de acceso (C-341) y está enclavada en el límite occidental de la Sierra de Peñarrubia, en el mismo tajo abierto por el Río de la Venta (o de Almargen) que un kilómetro al Sur vierte en el Guadalteba.

La cueva se encuentra situada a 450 metros s.n.m. en altura serrana, a medio camino entre las estribaciones más altas de esa zona de la Sierra de Peñarrubia (632 metros) y la cercana zona de Torró (370 metros) .

Río de la Venta

Tajo de Torró

Salida cueva C-341

Sierra de Peñarrubia Entrada cueva

Torró

-Ortofotografía de la zona donde se enclava la Cueva de las Palomas a escala 1:7.000

Por lo que respecta a la geología del lugar, dentro de lo que es el Esquema geoestructural andaluz, estamos ante una zona perteneciente a la 82

Unidad del Subbético Interno con un terreno concreto formado por calizas nodulosas y brechoides rojas, amarillas y grises, calizas y calizas oolíticas formadas entre el Jurásico y el Cretácico Inferior. No en vano la Sierra de Peñarrubia es prototipo de macizo kárstico donde los procesos que

caracterizan a estas formaciones geológicas calizas pueden verse por doquier como, por ejemplo, las recurrentes dolinas, una de las cuales da entrada a la Cueva de las Palomas. Más allá de la espectacularidad de la cueva y la zona donde se

enclava con lo de valor simbólico que en si pueda representar, lo cierto es

que valorando aspectos económicos y estratégicos, la cueva se sitúa entre dos valles muy fértiles como consecuencia de los aluviones fluviales y los

acuíferos existentes que, además, posee un biotopo serrano con un potencial cinegético muy importante. Por otro lado, la cueva y sus

alrededores son un claro puesto de control sobre el acceso al Guadalteba desde el Valle del Río de la Venta, con las implicaciones de variado tipo que ello puede suponer.

-Perspectiva isométrica de La Cueva de las Palomas-

83

II. 5. 8. c. El contexto histórico del yacimiento. La Cueva viene recogida, de forma circunstancial, en multitud de publicaciones aunque, a los efectos que interesan, las publicaciones originarias principales son las llevadas a cabo por los investigadores que en mayor o menor medida trabajaron en el lugar39. Por supuesto también hay que destacar, por la visión de conjunto que representa, la aludida síntesis sobre la prehistoria del Guadalteba40. El hecho de no haberse producido aún la publicación definitiva de

los resultados de las intervenciones arqueológicas que la Universidad llevó a cabo durante varias campañas nos hace ser cautos sobre la valoración de un yacimiento que está llamado a ser, sin duda, uno de los que más luz ofrezca sobre los procesos históricos acaecidos en los momentos

holocénicos de la zona, desbordando, probablemente, el estricto marco de la Comarca del Guadalteba. En todo caso ahí están una serie de hechos de por si bastante significativos como la detección de niveles acerámicos

adscritos al Epipaleolítico en la base estratigráfica de la cueva y con mucha

probabilidad procedentes de un hábitat localizado fuera. Pensamos que esa circunstancia debiera ser conjugada con una futura intervención arqueológica en la cercanísima Sima del Sílex que por sus características

estratigráficas naturales, que se señalarán en la sinopsis final, y por la circunstancia de no detección de cerámica alguna, puede ayudar a esa lectura de una época tan desconocida como es el Epipaleolítico.

J. Ferrer Palma e I. Marqués Merelo, 1978; J. Ferrer Palma, 1984; J. Ferrer Palma y J. Fernández Ruíz, 1986-87; A. Baldomero Navarro, 1978; T. Aguado Mancha y A. Baldomero Navarro, 1979; J.A. Leiva Rojano, 1977; Mª. M. Fontao Rey, 1986 y L.E. Fernández Rodríguez, 1986. 40 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995. 39

84

Por otro

lado

y aunque, en principio, las intervenciones

arqueológicas no detectaron niveles del Neolítico Antiguo y Medio, la

constante utilización de la cueva desde los momentos finales del Neolítico hasta, al menos, el Cobre Pleno y el hecho de que podamos seguir todos esos momentos en una estratigrafía y no ya en meras prospecciones, como

es lo habitual, hace que la Cueva marque la pauta de evolución que sin duda siguieron todos los yacimientos de la zona. A rasgos muy generales esa evolución vendría iniciada en el estrato II c (momento de transición Neolítico-Cobre) en el que se constatan unos altos porcentajes de cerámica decorada que, no obstante, se conjugan con un buen número de cerámicas sin decorar en formas con bordes engrosados que, a niveles generales, son siempre uno de los elementos que definen el momento en toda Andalucía. En cuanto a material lítico, en esta fase abundan las laminitas y láminas

como soportes para útiles diversos. Destaca, también, la presencia de algún geométrico. El estrato II a/b correspondería al Cobre Inicial y marcaría aún más las tendencias que comenzaban a apuntar en la fase anterior, sobretodo en cuanto a la pérdida de importancia porcentual de la vajilla decorada, el aumento de los labios engrosados y la apertura de las formas que, pese a reminiscencias, tienden a estar formadas por escudillas y cuencos de casquete esférico antes que por formas cerradas. En lo lítico aumenta el índice laminar aunque descienden los tipos concretos. Aparece, también, algún elemento geométrico.

En la última fase constatada; en el nivel I b, correspondiente al Cobre

Pleno disminuyen en porcentaje y en tipos los labios engrosados, siguen disminuyendo los cuencos hondos y ganando importancia las formas más abiertas. En este momento aparece, por primera vez, una punta metálica (del tipo Palmela).

85

Los datos de cultura material deben ser conjugados, además, con las percepciones que desde el punto de vista espacial ofrece el yacimiento con las características geoestratégicas aludidas que contemplaban, para estos momentos de producción, unas buenas circunstancias en cuanto a cercanos y fértiles campos de cultivo y otras circunstancias subsistenciales.

Igualmente a valorar serían los aspectos rituales como la presencia de enterramientos en el interior de la cueva, en un momento en el que, probablemente, ya tenemos en las cercanías otro tipo de enterramientos en

estructuras ortostáticas41, la constancia de elementos simbólicos como el Ídolo de la Cueva de las Palomas42 y la propia monumentalidad de la cueva en si.

41 42

De los que se hablará en el Yacimiento de la Necrópolis de La Lentejuela Desgraciadamente y como viene siendo habitual en la comarca, en manos de un particular.

86

II. 5. 9. FUENTE LA REPÚBLICA. II. 5. 9. a. Las piezas.

Cazuela carenada. Se trata de una pieza reconstruida a partir de un fragmento que representa 1/3 aproximadamente del original por recoger desde el labio hasta el fondo del recipiente. La carena es baja y a su altura presenta un mamelón perforado en horizontal como elemento de sujeción. Su diámetro en boca es de 390 mm. Su altura total es de 49 mm. Presenta un grosor en pared de 8 mm. Conserva restos de engobe rojo. Sin decoración. La pieza se adscribe a los primeros momentos de la Edad del Cobre siendo, en ese sentido, uno de los tipos más definidores de estos momentos. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. Cuenco hondo. Pieza reconstruida a partir de un fragmento que representa 1/3 aproximadamente del original, recogiendo desde el labio hasta el fondo del recipiente. Su diámetro en boca es de 102 mm, su altura es de 87 mm y el grosor de sus paredes es de 6’5 mm. No presenta decoración. La pieza, en conjunción con el resto de cerámicas del yacimiento y en comparación con yacimientos estudiados como Hoz de Peñarrubia, entra dentro del lote que define los momentos primeros de la Edad del Cobre en la zona. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. 87

Cuenco de casquete esférico. Se trata de una pieza casi completa reconstruida, eso sí, a partir de sus fragmentos. Su diámetro en boca es de 225 mm, su altura es de 81 mm y el grosor de sus paredes es de 6 mm. En cuanto a su adscripción cultural vale lo dicho para la pieza anterior. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. II. 5. 9. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. de yacimiento, de forma estimativa y dadas las dispersiones de restos arqueológicos son las siguientes: Noroeste: X: 326.440, Y: 4.094.174 Noreste: X: 326.957, Y: 4.094.135 Suroeste: X: 326.273, Y: 4.093.677 Sureste: X: 326.952, Y: 4.093.600

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

88

A la zona, que pertenece al Término Municipal de Teba, se accede

por la Carretera Local que une Teba con Cañete la Real que corta el yacimiento en dos a la altura del kilómetro 1,30 de dicha vía. Así pues, este lugar está situado a una distancia de poco más de dos kilómetros en línea recta del pueblo y cuatro kilómetros por carretera.

El yacimiento se enclava en una zona relativamente llana y cultivada situada entre los cerros próximos al Cortijo del Tajo (descritos

anteriormente) y la sierra donde se sitúa el pueblo de Teba, a una distancia

de 1,5 kilómetros del río de la Venta y a una altura sobre el nivel del mar de 510 metros de media

Río de la Venta

Carretera TebaCañete Yacimiento

Cortijo del Tajo

-Ortofotografía de la Fuente la República escala 1:15.000-

89

Geológicamente el yacimiento está situado dentro de una Unidad

Infranumídica. Sus terrenos, formados en el Terciario, están compuestos

por arcillas, calizas detríticas, areniscas, conglomerados, margas y margocalizas Por lo que respecta al posible carácter geoestratégico del lugar, éste

viene determinado fundamentalmente por su posición de control de los dos ríos principales de la Cuenca; el de la Venta o Almargen, a 1,5 kilómetros

en línea recta de la zona y el Guadalteba, a 3,7 kilómetros al Sureste. Tal y como se dijo para el yacimiento del Cortijo del Tajo y tal como se aprecia en la perspectiva isométrica, esta zona preside el único pasillo de

comunicación entre ambos cauces que a izquierda y derecha cierran la Sierra de la Lentejuela y la de Teba respectivamente. El lugar, como muchos de los analizados, presenta abundante agua ( como ejemplo la fuente de El Pilarejo), fértiles terrenos y buena caza en las sierras cercanas.

-Perspectiva isométrica del yacimiento de la Fuente la República-

90

II. 5. 9. c. El contexto histórico del yacimiento.

El yacimiento no viene recogido en bibliografía alguna a pesar de

que las piezas del museo están claramente identificadas. De estas piezas se pueden sacar, no obstante su escasez, las mismas conclusiones que Morgado Rodríguez efectúa sobre otro yacimiento (no representado en el Museo, paradójicamente); Hoz de Peñarrubia. Así pues, la presencia de los cuencos y la cazuela carenada, definidora en conjunción con los otros

materiales, de la transición a los primeros momentos del Cobre, es bastante clarificadora al respecto. Por lo demás, las observaciones propias que pudimos efectuar en la correspondiente visita al yacimiento nos sirvieron para apreciar la presencia en él de otros elementos, quizás no tan definidores como los vistos, pero cuya conjunción también reafirma la época. Se trata de la ausencia de cerámica decorada con excepción de los

mamelones (algunos pudimos apreciar), la percepción de algún labio engrosado, la presencia de fragmentos de hachas pulimentadas, la constancia de láminas retocadas, algún alisador, denticulados, muescas, ... Por lo demás señalar que la posición del lugar implica, con mucha probabilidad, la existencia de un poblado al aire libre en las inmediaciones del yacimiento que aprovecharía las ricas tierras de los alrededores y la abundancia de recursos bióticos y abióticos de todo tipo. Todo ello en la

dinámica señalada para otros poblados cercanos como el que debía existir

en el citado yacimiento de La Cuevecilla. Otro asunto es la relación del enclave con el muy cercano del Cortijo del Tajo. Si uno es evolución del otro o el de la Fuente de la República está en la dinámica apuntada para La

Cuevecilla, es una cuestión que sólo una adecuada intervención arqueológica podría, tal vez, clarificar.

91

II. 5. 10. NECRÓPOLIS DE LA LENTEJUELA43. II. 5. 10. a. Las piezas.

Hacha pulimentada. Se trata de una pieza de unas dimensiones muy considerables, presentando unas medidas de 226 mm de longitud por 99 mm de anchura y 41 mm de grosor medial. Su conservación es buena aunque está rodada. Su forma general es trapezoidal. El perfil del bisel es simétrico. El filo es curvo y la sección es oval. La circunstancia de su hallazgo junto a uno de los sepulcros megalíticos y los estudios que se están realizando en este momento en la zona nos llevan a adscribir la pieza, con todas las precauciones del mundo, a momentos de transición a la Edad del Cobre. El hacha, aunque sin describir, viene recogida y dibujada en la indicada síntesis sobre el 44 Guadalteba .

Este yacimiento está siendo objeto, en la actualidad, de una intervención arqueológica por parte de la Universidad de Málaga, bajo la dirección de la Dra. Baldomero Navarro. 44 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 74 43

92

Molino de mano. Realizado en roca granítica. Presenta secciones mesiales y longitudinales en forma de media luna. Su longitud máxima es de 275 mm. Su anchura máxima es de 250 mm y su grosor mesial es de 75 mm. Su adscripción temporal, en las mismas circunstancias de la anterior pieza, la realizamos a un momento de transición a la Edad del Cobre en general. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Ídolo Placa45. Se trata de una pieza con unas dimensiones de 162 mm de longitud, por 80 mm de anchura máxima y 19 mm de grosor. La materia prima es pizarra. Su silueta es trapezoidal. El estado de conservación es regular puesto que el rodamiento dificulta la apreciación de la decoración y la parte inferior izquierda de la pieza presenta una significativa rotura. En cuanto a la decoración de la pieza, realizada mediante incisiones, resulta clara la separación de la cabeza con respecto al cuerpo mediante la utilización de dos trazos paralelos que cortan de forma perpendicular el eje de la pieza. En la parte superior son apreciables dos pequeños ojillos, realizados probablemente con un punzón, de los Para mayor claridad expositiva y dado que la fotografía no destaca, con la claridad deseada, las características de esta importante pieza, hemos optado por reproducir un dibujo de la misma que amablemente nos ha cedido el Presidente de la Asociación Hisn Atiba; Juan Alfonso Anaya Galán. 45

93

que parten una serie de líneas concéntricas. En la parte inferior de la pieza son apreciables, también, dos series de trazos diagonales en paralelo a ambos extremos de la pieza que representarían los brazos. Este tipo de ídolos son muy típicos en el megalitismo. Por tanto y dado el resto del contexto podríamos adscribirlo a momentos de transición a la Edad del Cobre sin que, de momento, podamos especificar nada más. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada dado que el hallazgo es reciente.

II. 5. 10. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. del yacimiento, de forma estimativa y dadas las dispersiones de restos arqueológicos son las siguientes: Noroeste: X: 325.234, Y: 4.092.134 Noreste: X: 325.676, Y: 4.091.910 Suroeste: X: 325.008, Y: 4.091.686 Sureste: X: 325.795, Y: 4.091.439

94

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

A la zona, que pertenece al término municipal de Teba, se accede por

la Carretera de Circunvalación sur de Teba, de la que parte un tramo de la Cañada Real que va de Ronda a Granada, la cual hay que seguir hasta

llegar al cruce con el camino del Cortijo de Vacablanca (sito en X: 326.681, Y: 4.091.934). A continuación se sigue este camino, se deja el señalado cortijo a la derecha y a unos ochocientos metros del Cortijo, sin dejar el camino, se llega al yacimiento. Éste dista, pues, 4,5 kilómetros de Teba en línea recta y 7 kilómetros por carreteras y caminos.

El yacimiento, de unas 30 hectáreas de extensión y situado a una

altura media de 600 metros s.n.m. está situado en la falda sur de la Sierra de la Lentejuela, muy cerca de la altura máxima de ésta (729 metros

s.n.m.). Parte del yacimiento está situado en terreno no explotado agrícolamente y que se ha estado utilizando desde tiempos inmemoriales

95

como cantera. Apreciables son, de hecho, un buen número de piezas de

cantería abandonadas por diversos lugares del enclave. El resto del yacimiento, con excepción del farallón rocoso situado al norte, sí que está cultivado.

Sierra de La Lentejuela

Cortijo de Vacablanca

Canteras

Yacimiento

Cañada Real

-Ortofotografía de la Necrópolis de Vacablanca a escala 1:15.000-

Por lo que respecta a la geología de los terrenos, estos forman parte de dos unidades del Sistema geoestructural andaluz. Por un lado y coincidiendo con las zonas más improductivas que forman parte

estrictamente de la Sierra de la Lentejuela (un auténtico torcal) encontramos la Unidad del Subbético Interno, con dos tipos de suelos: los

más elevados, formados entre el Jurásico y el Cretácico Inferior, están

96

compuestos por calizas nodulosas y brechoides rojas, amarillas y grises, calizas y calizas oolíticas. La parte menos elevada de esta zona, formada entre el Cretácico Inferior y el Paleógeno, dentro del Terciario, está compuesta por calizas margosas, margocalizas y margas (capas rojas). Por otro lado, la zona de afectación agrícola, lógicamente, está compuesta por otra serie de suelos pertenecientes a una Unidad Infranumídica y formados durante el Terciario; se trata de arcillas, calizas detríticas, areniscas, conglomerados, margas y margocalizas. En cuanto al posible carácter geoestratégico del lugar, hay que

señalar el dominio visual que desde la mayor parte del yacimiento se tiene

sobre los valles medio y alto del Río Guadalteba, situado a poco más de dos kilómetros del enclave. Las sierras de Cañete y las inmediaciones de las

tierras rondeñas son, también, apreciables desde allí. El lugar dispone del agua de los Arroyos Cabreja y Salado, afluentes, ambos, del Guadalteba y que fluyen durante la mayor parte del año. Las características agrícolas de los terrenos son óptimas en determinadas zonas. La caza también sigue

abundando incluso hoy día. La materia prima pétrea de las canteras es muy apta para estructuras ortostáticas.

97

-Perspectiva isométrica del yacimiento de la Necrópolis de La Lentejuela-

II. 5. 10. c. El contexto histórico del yacimiento.

El lugar lo recoge Recio Ruíz46 aunque refiriéndose exclusivamente

a una de las estructuras existentes. También viene someramente reseñado en el indicado estudio de Morgado Rodríguez47, aunque éste señalaba la circunstancia de su estudio en aquel momento (1995) por el Área de

Prehistoria de la Universidad de Málaga. En realidad esa circunstancia no se ha dado hasta hace poco tiempo y es en este momento cuando se están produciendo las primeras actividades arqueológicas en el lugar. Por ello debemos ser necesariamente concisos y prudentes hasta que la investigación dé los frutos pertinentes. Hecha esa puntualización hay que señalar que la necrópolis (aún no existen evidencias de hábitat) se compone

de varias estructuras ortostáticas agrupadas en diversos sectores del yacimiento. Hasta ahora se han contabilizado un total de seis estructuras de 46 47

A. Recio Ruíz, 1991, 417 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 71-75

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enterramiento (una de ellas fue destruida en la realización de un camino) y otras tres estructuras compuestas por dobles círculos peristálticos de pequeñas piedras cuya funcionalidad, de momento, está poco clara. La

cultura material recogida se compone de núcleos de láminas y laminitas y de lascas y lasquitas de pequeñas dimensiones en realidad (tanto piramidales como prismáticos) y un utillaje reducido en general. En la cerámica destacan las formas lisas aunque existen algunos ejemplares que presentan decoración incisa. Entre las formas se encuentran algunos perfiles carenados y labios de borde engrosado. Aparecen también molinos de mano y manos de molino en abundancia junto a multitud de hachas pulimentadas. También es muy significativa, por lo simbólico, la presencia del señalado ídolo-placa.

Todo ello apunta a la existencia obvia de una necrópolis megalítica y

también de un posible hábitat (abundancia del pulimento y artefactos de

molienda) sin que lo generalista de la cultura material pueda llevarnos, de momento, a sacar conclusiones cronoculturales demasiado exactas más allá de una adscripción general al tránsito al III Milenio.

99

II. 5. 11. CERRO DE LA HORCA. II. 5. 11. a. Las piezas48.

Punta de lanza o jabalina. Aunque en el Museo aparece señalada como punta de flecha, sus medidas hacen inclinarnos por pensar en este tipo. Hoja ovalada y sección aplanada. Sus medidas son de 107 mm de largo por 17 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. El estado de conservación es regular y su perfil aparece algo doblado. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Morgado Rodríguez refiere y dibuja, en su síntesis, varias piezas metálicas aunque no coinciden con las existentes hoy día en el Museo (E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 71-73) 48

100

Punta de flecha del tipo Palmela. Hoja lanceolada de sección aplanada y corto pedúnculo de sección cuadrangular. Sus medidas son 54 mm de largo por 21 mm de ancho máximo y 2,5 mm de grosor. Buen estado de conservación. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Punta de flecha de pedúnculo y aletas. El largo pedúnculo presenta sección cuadrangular. La aleta conservada presenta una sección alargada Una de las aletas se encuentra fracturada. Sus medidas son 66 mm de largo por 19 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. Salvo la rotura, la pieza presenta un buen estado de conservación. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

101

Punta de flecha de pedúnculo y aletas. Presenta un pedúnculo largo y de sección cuadrangular. Las aletas presentan una sección más corta que en el anterior caso. Sus medidas son 55 mm de largo por 14 mm de ancho máximo y 2 mm de grosor. Presenta roturas en el extremo distal de la pieza, en la aleta izquierda y en el extremo del pedúnculo. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Punta de flecha de pedúnculo y aletas. Presenta un pedúnculo corto y de sección cuadrangular. Las aletas apenas estarían apuntadas. Sus medidas son 46 mm de largo por 14 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. En cuanto al estado de conservación, la punta presenta deficiencias en la aleta derecha que aparece corroída. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

102

Fragmento de Punta de flecha del tipo Palmela. Fragmento que podría presentar sección aplanada y corto pedúnculo de sección cuadrangular. Sus medidas son 51 mm de largo por 23 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. Buen estado de conservación salvo por la rotura del extremo distal. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Punta de flecha. La rotura de la parte inferior de la pieza y una forma no acorde con los dos tipos más clásicos de puntas nos impiden dar la tipología exacta de la punta. Sus medidas son 45 mm de largo, por 14 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. Presenta un deficiente estado de conservación. Su adscripción puede ser realizada a momentos campaniformes o primeros tiempos de la Edad del Bronce aunque su tipología y el material nos dejan dudas. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

103

Punta de flecha. Debemos hacer las mismas salvedades tipológicas y cronológicas que en el anterior caso puesto que la pieza no presenta suficientes elementos morfológicos para ser encuadrada. Sus medidas son 29 mm de largo, por 22 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. Presenta un regular estado de conservación. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Punta de flecha. Sus líneas generales también se diferencian de los tipos normales del entorno arqueológico, presentando un aspecto más moderno. Por ello caben las mismas advertencias tipológicas y cronológicas hechas para las dos piezas anteriores. Sus medidas son 19 mm de largo, por 19 mm de ancho máximo y 3 mm de grosor. Tiene roturas en las aletas y el pedúnculo ha desaparecido. Muestra un significativo agujero, de carácter probablemente funcional, en la parte izquierda. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

104

Puñal de cobre. En realidad se trata de un fragmento distal con parte de la lámina y la punta de la pieza, por lo que es difícil adentrar más en su tipología, más allá del perfil ovalado y aplanado. Sus medidas son 75 mm de largo por 29 mm de anchura máxima y 2,5 mm de grosor. La conservación es regular. Se puede adscribir, en línea con la mayoría de las piezas vistas, a momentos campaniformes o de comienzos de la Edad del Bronce. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Puñal de cobre. En este caso se trata del fragmento proximal, faltándole el distal. De todas formas tampoco se pueden apreciar bien las características del fragmento en cuanto a la existencia, por ejemplo, de remaches. Posee nervadura. Sus medidas son 81 mm de largo por 40 mm de anchura máxima y 4 mm de grosor. la conservación es regular. Adscripción general en la línea de la anterior pieza. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

105

Cincel de cobre. Se trata del fragmento distal de esta pieza de sección rectángular y de punta exvasada con unas medidas de 54 mm de largo por 12 mm de ancho (14 mm en la zona exvasada) y 10 mm de grosor. Buena conservación. Adscripción cultural en línea con el resto. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Fragmento de hacha de cobre. se trataría del fragmento del extremo proximal del útil que incluye un talón algo engrosado. Sus medidas son 53 mm de largo, por 49 mm de anchura máxima y 16 mm de grosor en el reborde. Su estado de conservación es regular. Su adscripción viene dada por el resto de materiales y en su misma línea aunque estos tipos perduran hasta el Bronce final. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

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Hacha plana de cobre. Presenta sección rectangular. Sus medidas son de 116 mm de largo por 31 mm de anchura máxima y 7 mm de grosor. No muestra exvasamiento. Tiene roturas en el extremo proximal. Este tipo de hachas, aunque existentes desde momentos finales de la Edad del Cobre, son típicas de todo el II milenio, por tanto en la línea anterior. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Hacha plana de cobre. Tiene sección rectangular. Carece de extremo distal por rotura por lo que no podemos saber si presentaba exvasamiento. Sus medidas son de 111 mm de largo por 31 mm de anchura máxima y 7 mm de grosor. Cronología en la línea de las dos piezas anteriores. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

107

Escoria de cobre. Se trata de cuatro gotas, producto de las probables actividades metalúrgicas que se llevarían a cabo en el yacimiento. No existe descripción individualizada de las piezas en la bibliografía consultada.

Molino de mano (con mano de molino). Realizado en roca granítica. Presenta secciones mesiales y longitudinales en forma de media luna. Su longitud máxima es de 360 mm. Su anchura máxima es de 215 mm y su grosor mesial es de 115 mm. Su adscripción temporal, en las mismas circunstancias de las anterior piezas, la realizamos a momentos posteriores al campaniforme en general, claro que este tipo de piezas tienen una gran perdurabilidad a lo largo de la Prehistoria. No existe descripción individualizada de las piezas en la bibliografía consultada.

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II. 5. 11. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. del yacimiento, de forma estimativa y dadas las dispersiones de restos arqueológicos son las siguientes: Noroeste: X: 331.084, Y: 4.097.112 Noreste: X: 331.478, Y: 4.096.969 Suroeste: X: 331.058, Y: 4.096.878 Sureste: X: 331.457, Y: 4.096.796

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

El acceso al yacimiento, que pertenece al término municipal de Teba, tiene lugar por la Carretera local que une Teba con Campillos. A la altura del kilómetro 4 existe una pequeña cantera de áridos desde la que, a pie,

tiene lugar el ascenso hasta la cima del Cerro. Así pues el Cerro de la

109

Horca está situado a unos 2 kilómetros de distancia, en línea recta, del casco urbano de Teba y a 4 kilómetros utilizando la carretera.

El yacimiento está situado en un cerro amesetado de 498 metros

s.n.m. de altura máxima, rodeado de terrenos comprendidos entre los 410 y los 445 metros s.n.m., con unas laderas escarpadas que prácticamente impiden el acceso por algunos lados. Su situación coincide con el último

tramo del Río de la Venta, distante tan sólo a 600 metros al sur de su lugar más elevado, previamente a que el cauce se encaje en el Tajo del Molino.

Al noreste del cerro discurre, también, el Arroyo del Chumbo, que desemboca en el Río de la Venta un kilómetro al sur del yacimiento. Las

tierras de los alrededores presentan cultivos tanto de secano como de regadío. También hay que destacar la explotación del Cerro como cantera, al menos desde tiempos romanos.

Ferrocarril

Arroyo del Chumbo

Crtra. TebaCampillos

Yacimiento Río de la Venta

-Ortofotografía del Cerro de la Horca escala 1:15.000-

110

Geológicamente el yacimiento está enclavado dentro de una Unidad de Formaciones Post-mantos y sus terrenos, formados en el Terciario, están compuestos por areniscas calcáreas bioclásticas, conglomerados y margas (recuérdese la explotación de áridos existente en la actualidad).

En cuanto al carácter geoestratégico del lugar, éste está fuera de toda

duda. En cuanto a lo económico presenta al oeste el rico y fértil valle del Río de la Venta. La abundancia de agua viene determinada por la presencia muy cercana de dos cauces que fluyen permanentemente: el Río de la Venta, que corre al este y al sur del cerro y el Arroyo del Chumbo, que transcurre por el este. Ello, unido al conjunto de colinas del norte, muy ricas en caza, determina un inmejorable lugar de hábitat. Por otro lado la situación geográfica del enclave, en un escarpado

cerro que domina visualmente (también defensivamente llegado el caso) todo el valle y su acceso por el Tajo de Torró (también visible y muy próximo) al Guadalteba determina una estratégica importancia. A ello se unen otras cualidades como la existencia de un buen número de cavidades

y abrigos prácticamente en la cima del cerro lo que posibilita un hábitat cómodo por mucho que además puedan existir otras estructuras.

111

-Perspectiva isométrica del yacimiento del Cerro de la Horca-

II. 5. 11. c. El contexto histórico del yacimiento.

Existen referencias bibliográficas al Cerro de la Horca tanto en el citado informe de Recio Ruíz49 como en el de Morgado Rodríguez50. Igualmente se refería el cerro en el estudio de Caballero Mesa51. Morgado, que estudia

el lugar con algo más de detalle, lo adscribe a los momentos finales del Cobre (momento campaniforme) y a los primeros momentos del Bronce en los primeros siglos del II Milenio, basándose en un escaso y poco significativo elenco cerámico y en las tipológicas arqueometalúrgicas presentes. Desde luego la posición geoestratégica descrita, con destacados

aspectos de visibilidad, control económico, acceso privilegiado a recursos y características físicas del cerro lo hacen un hábitat prototípico de estos periodos, incluso típico, tal vez, de momentos posteriores a los propios apuntados por Morgado; una etapa, sin duda, marcada por la conflictividad, patente en la impresionante cantidad de puntas de flecha metálica y otros 49 50

A. Recio Ruíz, 1991, 417. E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 71-73.

112

utensilios como puñales de distintas tipologías. Es cierto que gran parte de este arsenal podría ser utilizado para actividades cinegéticas pero ¿hasta qué punto tiene sentido entonces la dispersión que presentan las puntas que han sido encontradas a decenas (incluso centenas) a lo largo y ancho de muchos lugares del Cerro? Sin duda pensamos que, con una adecuada intervención arqueológica, el Cerro de la Horca estaría llamado a cubrir muchos vacíos informativos sobre estos momentos del campaniforme y de la Edad del Bronce en la zona.

51

F. Caballero Mesa, 1973, 25

113

II. 5. 12. EL EJIDO.

II. 5. 12. a. Las piezas.

Azuela. Presenta unas medidas de 60 mm de longitud por 43 mm de anchura y 14 mm de grosor medial. Su conservación es buena. Su forma general es triangular. El perfil del bisel es de azuela. El filo es curvo y la sección es biconvexa. Por las circunstancias del yacimiento con las piezas que se describirán más abajo, podemos adscribir la pieza a la Edad del Bronce pero con la precaución de la perdurabilidad de estas tipologías. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada. Azuela. Presenta unas medidas de 46 mm de longitud por 21 mm de anchura y 11 mm de grosor medial. Su conservación es buena. Su forma general es trapezoidal. El perfil del bisel es de azuela. El filo es curvo y la sección es oval. Por las circunstancias del yacimiento con las piezas que se describirán más abajo, podemos adscribir la pieza a la Edad del Bronce pero con la precaución de la perdurabilidad de estas tipologías desde anteriores momentos. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

114

Dientes de hoz. El conjunto de piezas en sílex así denominadas que se ofrece, de distintos estilos, medidas y soportes, fueron encontradas en el yacimiento y sus alrededores. Todos presentan una buena conservación y dado lo típico de este tipo de utensilios en momentos del Bronce pueden ser adscritos a esa fase histórica. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

II. 5. 12. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. del yacimiento, de forma estimativa y dadas las dispersiones de restos arqueológicos son las siguientes: Noroeste: X: 324.395, Y: 4.096.101 Noreste: X: 324.712, Y: 4.096.177 Sur: X: 324.565, Y: 4.4.095.871

115

-Mapa Topográfico del lugar con los límites propuestos-

A la zona se accede a través de la Carretera local que une Teba con

Almargen, donde a la altura del kilómetro 7 parte un camino que llega a las

cercanías de la zona arqueológica. El lugar pertenece al Término municipal de Teba, del que dista 4,5 kilómetros en línea recta y 7 kilómetros por carretera. El yacimiento consta de unas 5 hectáreas de extensión enclavadas

entre dos pequeñas herrizas que se elevan hasta los 480 metros s.n.m. desde unas alturas medias en torno a los 460 metros. Con excepción de esas

pequeñas elevaciones y algunas más en las inmediaciones, el entorno

general está presidido por llanuras aluviales (el Río de la Venta pasa a tan sólo 150 metros del lugar) muy fértiles que llegan hasta las sierras que presiden el paraje de Nina, que se extienden al sureste del yacimiento.

116

Río de la Venta

Yacimiento

Cortijo de Nina

Crtra TebaAlmargen

-Ortofotografía de El Ejido a escala 1:15.000-

Por lo que respecta a la geología de los terrenos, las herrizas forman

una pequeña isleta geológica perteneciente a una Unidad de Formaciones

Post-mantos, con terrenos formados durante el Terciario y compuestos por areniscas calcáreas bioclásticas, conglomerados y margas, rodeados, por todos lados, de depósito aluviales recientes del Cuaternario, consecuencias de la acción del Río de la Venta.

En cuanto a las posibilidades geoestratégicas del lugar, hay que

señalar que éstas son claras desde el punto de vista económico, dadas las

inmejorables tierras cultivables de los alrededores del yacimiento, la abundancia de agua por el río cercano y los acuíferos próximos (como el de 117

Nina) y las buenas posibilidades cinegéticas. En cambio no sucede así, y es

llamativo dada la posible época de adscripción histórica, con el lugar concreto, dado su posición en una zona apenas elevada que impide una

buena visibilidad de las tierras adyacentes y una hipotética defensa del enclave.

-Perspectiva isométrica del yacimiento de El Ejido-

II. 5. 12. c. El contexto histórico del yacimiento. En primer lugar hay que señalar que yacimiento no viene recogido en bibliografía alguna. Por otro lado, de la cultura material procedente del yacimiento podemos colegir que estamos ante elementos con una posible adscripción a momentos de la Edad del Bronce ya que si bien las hachas de mano son recurrentes desde tiempos anteriores, los dientes de hoz proliferan con una mayor intensidad en estos momentos. No obstante, las características geoestratégicas del enclave no cuadran mucho con el tipo de yacimientos 118

de la época (ejemplificables en el Cerro de la Horca) bien porque en realidad las piezas provengan de lugares relativamente alejados, bien porque lo que allí existía era un asentamiento secundario dependiente de otro principal más acorde a lo habitual en la época.

119

II. 5. 13. CUEVA DE LAS PINTURAS. II. 5. 13. a. Las piezas.

Diente de hoz. Está realizado en sílex de color gris. Presenta un buen estado de conservación aunque tiene diversas incrustaciones exógenas. El soporte es laminar y sin restos de córtex. Sus medidas son de 52 mm de largo por 22 mm de ancho y 10 mm de grosor. Adscribible, tipológicamente, a momentos campaniformes o de la Edad del Bronce (más típicos, tal vez, de estos últimos). No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

Punta de flecha. Punta triangular y de base cóncava. Está realizada en sílex de color beige. El estado de conservación es bueno. Sus medidas son 40 mm de largo por 19 mm de base y 4 mm de grosor. Se adscribe culturalmente en consonancia con las pieza anterior, aunque es muy típica en el Calcolítico. No existe descripción individualizada de la pieza en la bibliografía consultada.

120

II. 5. 13. b. El contexto físico del yacimiento. Las coordenadas U.T.M. del yacimiento se centran en un punto central que consiste en el acceso a la cueva en pleno Tajo de Torró. X: 324.395, Y: 4.096.101

-Mapa Topográfico del lugar con la zona de acceso a la cueva-

El yacimiento está situado en una cavidad pequeña pero compartimentada en tres espacios a la que se accede bien por la base del Tajo, en el mismo cauce del Río de la Venta, bien por arriba, utilizando equipo de escalada. La cueva pertenece al término municipal de Teba de cuyo casco

urbano dista tres kilómetros en línea recta y cuatro siguiendo la carretera de acceso (C-341) y está enclavada en el límite occidental de la Sierra de

121

Peñarrubia, en el mismo tajo abierto por el Río de la Venta (o de Almargen) que un kilómetro al Sur vierte en el Guadalteba.

Se encuentra situada a unos 390 metros s.n.m. La zona más cercana

de Torró se encuentra a una media de 370 metros mientras que las alturas de la Sierra de Peñarrubia, situadas al Este llegan a los 632 metros en las inmediaciones.

Río de la Venta

Tajo de Torró

C-341

Sierra de Peñarrubia Cueva

Torró

-Ortofotografía de la zona donde se enclava la Cueva de las Pinturas a escala 1:7.000

Por lo que respecta a la geología del lugar, dentro de lo que es el Esquema geoestructural andaluz, estamos ante una zona perteneciente a la unidad del Subbético Interno con un terreno concreto formado por calizas nodulosas y brechoides rojas, amarillas y grises, calizas y calizas oolíticas 122

formadas entre el Jurásico y el Cretácico Inferior. No en vano la Sierra de Peñarrubia es prototipo de macizo kárstico donde los procesos que

caracterizan a estas formaciones geológicas calizas pueden verse por doquier como en el caso, por ejemplo, de las recurrentes dolinas. En cuanto a los valores geoestratégicos, la cueva se sitúa entre dos

valles muy fértiles como consecuencia de los aluviones fluviales y los

acuíferos existentes y, además, posee un biotopo serrano con un potencial cinegético muy importante. Por otro lado la cueva y sus alrededores son un claro puesto de control sobre el acceso al Guadalteba desde el Valle del Río de la Venta, con las implicaciones de variado tipo que ello puede suponer.

-Perspectiva isométrica del enclave donde se encuentra la Cueva de las Pinturas-

II. 5. 13. c. El contexto histórico del yacimiento. La cueva viene recogida en los dos estudios ya citados de Recio Ruíz52 y Morgado Rodríguez53, si bien con otro nombre. También se

52 53

A. Recio Ruíz, 1991, 414. E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 78-79.

123

refieren a las representaciones esquemáticas allí existentes Morales Melero y Márquez Romero54.

En la opinión de todos ellos el lugar es vinculable al Calcolítico

aunque la presencia de un diente de hoz deja dudas al respecto por cuanto este tipo es más típico de momentos del Bronce (aunque también lo

tengamos en el Cobre). Más dudas se plantean sobre la funcionalidad del lugar: ¿espacio simbólico?, ¿lugar estratégicamente situado para la defensa y/o control?, ¿o quizás ambas cosas...?.

54

A. Morales Melero y J.E. Márquez Romero, 1984, 183-184.

124

III

Conclusiones:

La Prehistoria en el entorno geográfico de la Cuenca del Río Guadalteba.

En primer lugar hay que señalar que, como se habrá podido

constatar, existe un único ensayo que con carácter general analiza el contexto de la Prehistoria en las tierras regadas por el Río Guadalteba, si bien en el curso bajo del mismo; nos referimos al llevado a cabo en 1995, conjuntamente con Eduardo García Alfonso y Virgilio Martínez

Enamorado55 por Antonio Morgado Rodríguez y que lleva por título “El Bajo Guadalteba (Málaga): Espacio y Poblamiento”. El subtítulo “Una

aproximación arqueológica a Teba y su entorno” es igualmente clarificador sobre el afán generalizador de dicha investigación. Será el capítulo II de dicha obra donde el autor analice la Prehistoria de la zona basándose, para ello, en los estudios previos existentes (muy pocos en realidad) y en las investigaciones propias llevadas a cabo, conjuntamente con los otros autores, en los años en que los tres compartieron trabajo en Teba. En cuanto a trabajos circunscritos a yacimientos o temas más concretos, la gran mayoría de lo hasta ahora publicado está referido a las campañas que se llevaron a cabo en la década de los 70 y principios de los 80 en la Cueva de las Palomas de Teba y que, en su totalidad, fueron realizados por los miembros del Área de Prehistoria de la Universidad de

55

Que se ocuparán, respectivamente, de la Historia Antigua y Medieval de la Comarca.

125

Málaga. Diversas publicaciones y trabajos inéditos56 analizan aspectos tales como los conjuntos líticos o cerámicos encontrados en las diversas campañas. Por otro lado, Morgado Rodríguez, tanto individualmente como en

compañía de otros autores, también ha realizado diversos análisis particulares sobre el tema57.

Por último son de destacar también, pese al necesario carácter generalista de los estudios y conclusiones que lleva a cabo, los distintos informes arqueológicos llevados a cabo por Ángel Recio Ruíz para la redacción de la normativa urbanística de los diferentes municipios que jalonan la cuenca del Guadalteba58. Así pues y a pesar de que tanto lo estudiado como lo publicado sigue

siendo aún muy escaso para tener una visión del todo punto adecuada de la Prehistoria de la zona, no es incierto apuntar que el Valle del Guadalteba, con todo, va siendo, dentro de nuestra provincia, una de las zonas más interesantes para tener una ajustada percepción del desarrollo histórico de la época que nos interesa.

A ello ha debido contribuir, sin duda, la propia situación geográfica del entorno de la Cuenca, en plena encrucijada natural entre los distintos J. Ferrer Palma e I. Marqués Merelo, 1978; J. Ferrer Palma, 1984; J. Ferrer Palma y J. Fernández Ruíz, 1986-87; A. Baldomero Navarro, 1978; T. Aguado Mancha y A. Baldomero Navarro, 1979; J.A. Leiva Rojano, 1977; Mª. M. Fontao Rey, 1986 y L.E. Fernández Rodríguez, 1986. 56

57

Algunos se citan expresamente en el aludido estudio de conjunto por lo que me remito a su bibliografía, y otros novedosos como el que está a punto de ser publicado en las Actas del III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica que se llevó a cabo en Santander en octubre de 2003 y del que, de momento, tan sólo conocemos las “preactas” que poco dejan ver más lejos de apuntar a inéditos yacimientos adscritos al Neolítico Medio que parece ser que cubrirán, en cierta forma, algunas de las lagunas en torno a esa época. 58 A. Recio Ruíz, 1991, 1993 y 1997-98.

126

espacios que jalonan el territorio circundante. El Guadalteba, en efecto, es punto de convergencia y redistribución de las vías que comunican espacios tan significativos como son las tierras del Guadalquivir, el Alto Guadalhorce, el Bajo Guadalhorce y por ende el hinterland marino y, por último, las tierras de la Serranía de Ronda.

-Vista General del Río Guadalteba-

Una situación estratégica en todo los sentidos porque, además,

recursos como el agua59, la caza60, la recolección y en un momento posterior llanuras de aluvión, muy fértiles y aptas para los cultivos no debieron faltar nunca a los distintos grupos humanos que poblaron la zona, Multitud de cursos y recursos hidrológicos jalonan, aún hoy, toda la zona. Así, aparte de los ríos de la zona: el Guadalteba y el de la Venta, existen múltiples arroyos que fluyen de forma continua durante todo el año como el Arroyo de Nina, el Arroyo Salado, el Arroyo del Cañuelo, etc. Importantísimos, también, son manantiales como los de Torró, Nina, El Pilarejo, Las Pilas, etc. 60 Igualmente abundante hasta tiempos presentes, destacando los lagomorfos, todo tipo de aves e incluso ejemplares de caza mayor como las cabras montesas y los jabalíes que aún sobreviven en sierras como las de Peñarrubia u Ortegícar y que, en buena lógica, debieron ser más numerosos en tiempos prehistóricos. 59

127

todo ello sin olvidar la importancia de elementos abióticos como el sílex, cuya abundancia queda patente en toda la Cuenca. Como sucede en casi todos los ámbitos andaluces, las distintas fases

paleolíticas no son, precisamente, la época que más información numéricamente ofrece en nuestra zona de estudio. Aun así, existen algunas

evidencias en la Cuenca del poblamiento que ésta sostuvo desde épocas remotas, un poblamiento considerado hasta hace poco marginal con respecto a otras zonas cercanas como el Guadalquivir o las planicies granadinas61. Las escasas evidencias que se han encontrado hasta el momento se ciñen a hallazgos de superficie, sin amagos de estratigrafía, y que están localizados, mayoritariamente, en las inmediaciones de los dos cauces fluviales principales de la cuenca62. De esta forma y pormenorizando, las primeras fases paleolíticas en

tiempos del Pleistoceno Medio63 están, sin duda, presentes y como no podía ser de otra forma a lo largo de un buen trecho del Guadalteba,

particularmente en la zona donde el río se encaja en el terreno formando un amplio valle aluvial cuando recibe las aguas del Río de la Venta o de Almargen hasta su desembocadura en el Guadalhorce64. Los hallazgos superficiales abundan, particularmente, en un espacio de unos 5 km65 a lo largo de la margen izquierda del cauce66. Las intervenciones realizadas allí

E. Vallespí Pérez, 1986, 59. El propio Guadalteba y el Río de la Venta o de Almargen 63 Nada, de momento, hace pensar en un Pleistoceno Inferior con presencia homínida en la zona 64 La zona más próxima al fin del río no es apenas analizable por estar inundada por el embalse del Guadalteba, aunque sus zonas adyacentes son ricas en vestigios prehistóricos. 65 Más, probablemente, pero casi imposible de confirmar por la presencia del embalse 66 Es, precisamente, esta zona, la única que, hasta el momento, ha podido ser sometida a algún tipo de intervención por parte del Módulo de Arqueología de la Escuela Taller Parque Guadalteba, dirigida por el arqueólogo Francisco Javier Medianero. 61 62

128

en los últimos años67, consistentes en diversas prospecciones superficiales y en una intervención de urgencia en el entorno de la Plataforma de Peñarrubia (Terrazas de Peñarrubia) han detectado, según sus autores, la presencia de “vestigios tallados del Achelense Pleno”68 entre otras

industrias posteriores. Se trataría de un buen número de objetos tallados en

distintos materiales (calizas, cuarcitas y sílex) que perdurarían desde el Achelense Ibérico (325.000 BP) hasta momentos del Paleolítico Medio.

-Entorno de las Terrazas de Peñarrubia con las instalaciones del Consorcio del Guadalteba en el centro-

Al respecto pensamos que el enclave puede tener un porqué añadido

en su situación ya que, no en vano, la zona de la Plataforma de Peñarrubia

se sitúa justo en la desembocadura de un pasillo natural que comunica la Se llevó a cabo, a finales de los 80, una prospección por parte de Medina y Barroso que, por lo que sabemos, no ha sido aún publicada 68 F.J. Medianero Soto et alii, 2002, 378-379 67

129

zona lacustre de Campillos con el Bajo Guadalteba. Dicha zona, en la que hoy apenas perviven siete pequeños lagunetos, debió ser un gran lago en tiempos pleistocénicos por lo que se desprende de las composiciones

geológicas de los suelos actuales, prácticamente en su totalidad formados a lo largo del Pleistoceno Superior e incluso en el Holoceno. Ello implica una zona más que apta para las tradiciones subsistenciales de los homínidos del Paleolítico Inferior como se pudo evidenciar en yacimientos como Cúllar

de Baza69. La posibilidad, en esos momentos, de alternar ambientes subsistenciales fluviales con ambientes lacustres, a ambos extremos de un pasillo de apenas 3,5 kilómetros, es una teoría más que plausible y debería ser confirmada con una prospección de los rebordes lagunares.

Existen otros lugares de la zona de estudio que presentan, también, posibles vestigios de estas facies, si bien la descontextualización de las

piezas halladas no permiten profundizar en marcos cronológicos. Así sucede, por ejemplo con el paraje de Nina Alta, próximo a la Cuenca media del Río de la Venta o de Almargen. Allí apareció, aparte de otros artefactos

líticos, uno de los bifaces custodiados en el Museo, sin contexto estratigráfico, pero cuyas características ofrecen la posibilidad de una “hipotética adscripción más arcaica” de la que su tipología postachelense o musteriense en principio parece señalar70

Algo parecido sucede con los otros dos bifaces conocidos de la zona; el descrito procedente del entorno de la Casilla Vallejo y el bifaz sobre cuarcita encontrado hace unos meses en las inmediaciones de la necrópolis megalítica de La Lentejuela71. Se trata de un hallazgo de superficie, 69

J.E. Ferrer Palma, 2001, 17 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 42 71 Aún no ingresado en el museo al estar en estudio, en la actualidad, por la Universidad de Málaga, dentro del marco de intervenciones arqueológicas que se están llevando a cabo en dicha necrópolis. 70

130

descontextualizado y aun no estudiado que, sin embargo, también nos

puede estar hablando de un hipotético poblamiento en momentos del Paleolítico Inferior. Ambas piezas, también, en mayor o menor medida se sitúan en las inmediaciones fluviales del Guadalteba.

Todo ello nos puede estar demostrando, cada vez más, que la tan

traída y llevada marginalidad de nuestra zona con respecto a otras

limítrofes72 no parece ser, ni más ni menos, que otro tópico que se podría ir despejando

conforme

prospecciones

sistemáticas

del

territorio

e

intervenciones puntuales como la citada de la Plataforma de Peñarrubia vayan cubriendo las mayoritarias zonas oscuras presentes hasta ahora. La presencia de todos estos vestigios líticos en zonas muy próximas

a los cauces fluviales y las posibilidades de interrelación con zonas potencialmente ricas en recursos subsistenciales como la zona lacustre campillera demuestra la más que probable utilización de estos pasillos

fluviales naturales por los homínidos preneandertales que debieron encontrar en el hábitat del momento un buen lugar para desarrollar sus estrategias de supervivencia. Algo similar debió suceder, ya, en tiempos del Pleistoceno

Superior, época a partir de la cual comienzan a multiplicarse los vestigios

materiales que implican la presencia humana. Al igual que sucedía con el Paleolítico Inferior, escasos son los trabajos llevados a cabo con metodología para investigar los enclaves donde aparecen estos vestigios.

Así, tal como se indicó para las industrias inferopaleolíticas, ha

proporcionado cierta información contextualizada el trabajo llevado a cabo

en la Plataforma de Peñarrubia donde, a medida que las terrazas del 72

E. Vallespí Pérez, 1986, 60-61

131

yacimiento descienden hacia el embalse, se fueron detectando conjuntos líticos tallados del “Postachelense del Paleolítico Medio”73 mezclados con industrias claramente musterienses. No obstante la mezcla de este material con otros que nos hablan claramente de épocas muy posteriores impiden sacar conclusiones profundas más allá de la evidencia de que el lugar fue utilizado por homínidos neandertales74.

De igual forma sucede con un pequeño lote de útiles de sílex,

localizados en las prospecciones llevadas a cabo por Ángel Recio para la redacción de la normativa urbanística de Campillos, sobre el que no se

ofrecen datos concretos en la publicación75 salvo su situación; a un kilómetro, aproximadamente, de la antigua Peñarrubia, también en las terrazas izquierdas del Guadalteba, lote cuya adscripción a estos momentos por el autor, nos señala, cuanto menos, la intensa utilización de estos espacios fluviales por las poblaciones neandertales.

Hallazgos puntuales, fuera del enclave intervenido, proporcionan ciertas evidencias de lo mismo a lo largo de varios tramos del Guadalteba tal como se ha podido comprobar en la exposición de las piezas museísticas y tal como expone, también, Recio Ruíz, con un par de piezas líticas, tipológicamente musterienses, halladas en la cuenca alta del río76.

Mención aparte cabe destacar un yacimiento no estudiado77 pero

cuyas características serían más que adecuadas para llevar a cabo una intervención arqueológica que, sin duda, ofrecería excelentes resultados 73

F.J. Medianero Soto, 2002, 378-379 Al respecto ya se refería Morgado Rodríguez a la prudencia que debía presidir toda conclusión sobre materiales encontradas en terrazas fluviales (E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 42) 75 A. Recio Ruíz, 1997-98, 202 76 Concretamente en las cercanías del Cortijo del Barbero, en Cañete la Real (Recio Ruíz, 1993, 511) 77 Al menos con una metodología científica ya que sí ha sido intensamente “expoliado” por “aficionados” de la zona 74

132

para el estudio de gran parte del Paleolítico de la zona; me refiero a la llamada “Sima del Sílex”, lugar que en realidad no es tal sima sino una gran oquedad situada en el extremo noreste de la dolina que, por el otro extremo (el suroeste), da entrada a la Cueva de las Palomas. Así, la “sima” presenta una pared rocosa y otra compuesta por el relleno alóctono dolinar,

de forma que en un espacio de unos ocho metros de profundidad se pueden apreciar, perfectamente, las diferentes capas estratigráficas naturales,

plagadas de todo tipo de material antrópico lítico y también óseo. De allí ha salido numeroso material tipológicamente musteriense78 y de épocas

posteriores que se encuentra ahora en colecciones particulares. Del material adscribible al Paleolítico Medio destacan las raederas y puntas musterienses y diversos materiales obtenidos, claramente, mediante técnica levallois. Las conclusiones que podemos sacar nos impiden particularizar en exceso. No obstante, podemos seguir insistiendo en lo dicho para tiempos anteriores. El poblamiento de la zona en las primeras fases del Pleistoceno Superior es más que evidente en la Cuenca. Los neandertales, como sus

predecesores, tendrían los cauces fluviales de la zona como una buena fuente de suministro lítico y biológico y como una perfecta vía de

comunicación en sus migraciones. Su obvia presencia en cuevas por lo dicho de la “Sima del Sílex”, a sólo unos metros de la Cueva de las

Palomas79 nos sitúan en la línea de otros lugares cercanos como la Cueva

de las Grajas en Archidona, con lo que, además, podemos imaginar un aprovechamiento de lugares elevados por sus características cinegéticas y estratégicas y por el refugio obvio que representarían los lugares cubiertos E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 38-40 Aunque es cierto que las campañas de excavación de la cueva llevadas a cabo por la Universidad de Málaga no dieron ningún resultado más allá de tiempos epipaleolíticos. Claro que no se llevó a cabo una excavación de la cavidad en su totalidad. 78 79

133

en los fríos momentos de las glaciaciones de las primeras fases würmienses80.

Contrariamente a lo que sucede en las dos primeras fases paleolíticas, el Paleolítico Superior adolece, en la zona, de claras

evidencias de ocupación humana sistemática, probablemente debido a la inexistencia de estudios, prospecciones o excavaciones relativas a este momento cronológico. Morgado, que ya se hacía eco de ello en el 95,

concluía, con evidente razón, que ello no implicaba, ni mucho menos, despoblamiento de la zona, máxime cuando en las proximidades podía encontrarse la Cueva-Santuario de Doña Trinidad que tanto juego estaba

dando entonces como hoy en los estudios del Paleolítico superior malagueño81. No obstante lo dicho, sí que a día de hoy podemos hablar de un yacimiento, ya comentado, que proporciona material que, con todas las precauciones oportunas, podría ser adscrito al Paleolítico superior; se trata de la “Sima del Sílex” donde, como se comentó, son visibles en la estratigrafía natural del lugar multitud de útiles líticos entre los que destacan una gran cantidad de artefactos laminares. La total ausencia de cerámica y los antecedentes musterienses sobre los que se habló, nos ponen en la pista sobre la probabilidad de esta presencia superopaoleolítica que ya no sería una mera presunción en la zona.

De igual forma, y también con precauciones, pueden existir algunas

evidencias de los comienzos de esta época en el yacimiento de las

“Terrazas de Peñarrubia”, donde, recuérdese, Medianero Soto hacía

80 81

Hecho constatable en ese momento, en las Cordilleras Béticas (J. Ramos Muñoz, 1998, 65) E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 43

134

referencias a tipologías que recordaban las de “complejos del Paleolítico Superior Antiguo” sin más especificaciones82.

Los primeros tiempos holocénicos, plasmados culturalmente en el

Epipaleolítico, apenas esbozado en el interior provincial, contrariamente a lo que sucede en el litoral, tiene un jalón en la Cueva de las Palomas, cuyos

estratos excavados más antiguos denotaron la presencia de un nivel acerámico de base, con material lítico variado, sin presencia de elementos

geométricos. En ese nivel destacan los raspadores sobre otros útiles como los denticulados, muescas y otros. Todo ello ha llevado a sus investigadores a señalar ese estrato como adscribible a un Epipaleolítico “sensu lato”83. No obstante, el aparente aspecto intrusivo del lote lítico, probablemente procedente de un hábitat exterior, nos siguen haciendo pensar en las posibilidades de la cercana Sima del Sílex, con todas las implicaciones señaladas para los momentos históricos anteriores.

Pocas conclusiones, obviamente, se pueden sacar de tan escaso bagaje, más allá de seguir pensando, ya en estos tiempos holocénicos, que los grupos de la época siguieron utilizando unas estrategias de subsistencia

similares al de épocas más remotas, en una época cuya benignidad climática

debió

propiciar

un

posible

aumento

de

los

recursos

subsistenciales por la mayor amplitud de los biotopos forestales84, sin que de todo ello se puedan apreciar los cambios que determinarían el final de la vida exclusivamente cazadora-recolectora. La falta de prospecciones y estudios generales sobre el tránsito al

Neolítico impiden, de momento, detectar cómo transcurre en la zona tan F.J. Medianero Soto et alii, 2002, 379 Ferrer Palma y Fernández Ruíz, 1986-87, 8. 84 J.E. Ferrer Palma, 1994, 39 82 83

135

trascendental momento. No existe, pues, en el registro actual, ningún yacimiento en la cuenca del Guadalteba cuyos materiales puedan situarnos con claridad en ese periodo que en nuestras tierras andaluzas transcurre a caballo entre finales del VI y comienzos del V milenio a.C.85 El Neolítico, en general, vendrá evidenciado en una serie de

yacimientos que jalonan el territorio de la cuenca. Así tenemos los abrigos

del Cortijo del Tajo, de la Sierra de Peñarrubia y de Bolinares y el yacimiento del Cortijo de Nina86.

-Abrigo de la Sierra de Peñarrubia

En el presente estudio se utilizarán las fechas sin calibrar con el fin de una mayor claridad expositiva, aun siendo conscientes de la necesidad de utilizar la calibración para terminar con el panorama confuso que implica la pervivencia de distintos tipos de cronologías (F.J. Rodríguez Vinceiro y J.E Márquez Romero, 2003, 314). 86 Los dos primeros y el último vienen recogidos por Morgado (E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 50). El abrigo de Bolinares viene recogido por Recio aludiendo a la existencia de cerámica decorada en él, sin especificar tipos o motivos decorativos (A. Recio Ruíz, 1997-98, 203). 85

136

-Cortijo del Tajo, con la zona de los abrigos al fondo-

Se trata, en casi todos los casos, de abrigos rocosos cuyas presumibles ocupaciones ocasionales o, en todo caso, estacionales por grupos humanos que desarrollarían un hipotético modus vivendi de carácter nómada y pastoril, han dejado buen número de restos cerámicos y líticos

que, en algún caso, llegan hasta momentos avanzados de la prehistoria

reciente87. La mezcla de tipos y técnicas hace imposible, en estos casos, establecer una secuenciación adecuada con lo que si bien está clara la adscripción neolítica de muchos de estos restos, no podemos ir más allá de esa conclusión general.

En el III Congreso del Neolítico Peninsular, celebrado en Santander

recientemente, Morgado Rodríguez y Martínez Fernández presentaron 87

J.E. Ferrer Palma, 1994, 45.

137

nuevos yacimientos de la comarca que pueden completar sensiblemente el panorama actual. Se habla significativamente, en las preactas88, de uno de ellos como adscribible al Neolítico Medio89. La ubicación de éste en un lugar llano y cerca, aunque no dentro del complejo de cavidades del Tajo de Torró (o del Molino), indicaría la presencia de hábitats fuera de las cuevas y al margen, pues, del tópico historiográfico de la Cultura de las

Cuevas del Neolítico Medio90 como de hecho vienen evidenciando, cada vez más, los distintos trabajos que se están llevando a cabo en zonas

aledañas, como la cuenca del Turón, en los últimos tiempos91. Al respecto habrá que estar atentos a lo que se señale en las Actas definitivas de dicho evento.

-Zona del Llano Espá-

A. Morgado Rodríguez y G. Martínez Fernández, 2003 Que según hemos podido saber se trataría del situado en el lugar denominado “Llano Espá”, el cual presenta unas coordenadas UTM centrales que serían: X: 333.173, Y: 4.096.085 90 J.E. Ferrer Palma, 2001, 34. 91 Por ejemplo J. Ramos Muñoz et alii, 1992 88 89

138

Así pues, es la aparición de una nueva cultura material, más que las evidencias de cambios económicos profundos, lo que denota el comienzo del Neolítico en nuestra zona. Ello parece demostrar que el sustrato económico de épocas más remotas debía seguir siendo importante por más que resulte obvia la existencia de pastoreo y, tal vez, de agricultura en las primeras fases neolíticas. No obstante y como se ha comentado,

yacimientos como los del Llano Espá, situados en llano y en terrenos

inmejorables para el rendimiento agrícola, pueden cambiarnos, en cierto

modo, la perspectiva de estos momentos, en función de los resultados de su investigación.

El momento en que, realmente, se produce una auténtica multiplicación de las evidencias arqueológicas en la Prehistoria de la Comarca es en el cambio del Neolítico a la Edad del Cobre y los

primeros momentos de ésta; el transito que suponen los últimos tiempos del IV milenio y la primera mitad del III milenio, momento en el que todo haría indicar que realmente se produce, con todas sus consecuencias, la mudanza hacia una economía predominantemente productiva92.

Al respecto no sólo los yacimientos ya señalados previamente

podrían incluirse en ese momento93 sino que ahora se le unen varios más, mayoritaria y significativamente en contextos de aire libre94 y en terrenos con inmejorables perspectivas agrícolas. Así, desde los tramos altos de la Cuenca del Guadalteba, en el término municipal de Cañete la Real,

apreciamos esta proliferación en lugares como la Herriza de Priego95 donde Aunque también ciertas evidencias antropológicas como el estudio de los restos óseos de la necrópolis de las Aguilillas (en la margen derecha del Guadalteba, próximo a su desembocadura en el Guadalhorce), ya a finales del Cobre, parecen incidir en una dieta basada más en grasas animales que en otro tipo de productos, lo que puede hacer pensar que la ganadería y la caza prevalecerían sobre la agricultura, al menos hasta la Edad del Bronce (J. Ramos Muñoz et alii, 1995, 172). 93 Ya se comentó la perdurabilidad de los asentamientos ocasionales en esos lugares. 94 Con la salvedad importante de la Cueva de las Palomas. 95 Con unas coordenadas UTM centrales en: X: 318.946, Y: 4.087.167 92

139

se apreciarían muestras líticas adscribibles a estos momentos, en Esparragal y Camino la Canaleja96, donde Recio encontró en la prospección efectuada

cerámicas con decoración a la almagra97. En los dos últimos casos se trata de asentamientos en ladera y con visibilidad sobre todo el Alto Guadalteba. Mas información tenemos de los yacimientos sitos en el Medio y Bajo Guadalteba donde la secuencia cultural resulta más nítida dado el estudio

más intenso de los materiales hallados. Así, adscrito a esta época por Morgado Rodríguez98 tenemos el yacimiento de La Cuevecilla, el cual refleja perfectamente los cambios económicos experimentados en la época.

-La Cuevecilla. El yacimiento se sitúa en el olivar, a la derecha del Caserío-

96

Con coordenadas X: 321.26, Y: 4.091.593 y X: 319.702, Y: 4.089.587, respectivamente. A. Recio Ruíz, 1993, 511. Si bien no se describen tipologías ni formas ni de la industria lítica ni de la cerámica. 98 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 64-67 97

140

El lugar, donde abundan (de ahí el nombre), las cuevas y los abrigos,

presenta paradójicamente, una ocupación al aire libre99 en un ámbito óptimo para la agricultura y a tan sólo unos metros del río. De confirmarse una ocupación previa o incluso simultánea de las cuevas cercanas tendríamos un proceso similar al evidenciado en la fase II de Montefrío100.

-Cuevas de “La Cuevecilla”-

La nueva cultura material a base de tipos y formas tan significativas como las cazuelas carenadas y los bordes engrosados en la cerámica y láminas

grandes en lo lítico convive con las perduraciones neolíticas presentes en los fragmentos decorados y las laminitas con sus correspondientes núcleos,

Aunque no podemos descartar la existencia de hábitat o algún tipo de ocupación en estas cuevas y abrigos 100 A. Arribas Palau y F. Molina González, 1978 99

141

hecho que queda claro a medida que se aprecian las características de los yacimientos de la Cuenca Baja. Así sucede con la Cueva de las Palomas donde estos momentos de

transición (nivel II c) observan la convivencia de cerámicas decoradas de

tradición neolítica y abundante utillaje lítico donde es importante el porcentaje de pequeñas láminas de arraigo neolítico con elementos

culturales más acordes con los nuevos tiempos, representados en el mayor tamaño de un importante porcentaje de láminas y en la aparición de los bordes engrosados en los elementos cerámicos.

-Cueva de las Palomas, vista desde la apertura al Tajo-

142

En un momento algo posterior (nivel II a-b) que coincidiría con las

primeras fases calcolíticas aparecerán los perfiles carenados, hecho que será paralelizable con lo que sucedía en La Cuevecilla y en otros

yacimientos de esos momentos transicionales. El análisis espacial del entorno de la Cueva de las Palomas nos hace ver un fenómeno parecido al que sucedía en La Cuevecilla y que es paralelo a lo que está pasando en esos momentos en gran parte de Andalucía: el aprovechamiento más intensivo, y desde hábitats no meramente circunstanciales, de los piedemontes y valles fluviales101 cercanos a las cavidades antes utilizadas sólo ocasionalmente y que ahora son abandonadas, se utilizan, mas con carácter permanentes, o incluso conviven con hábitats cercanos al aire libre.

-Entorno de Torró en la cercanía de la Cueva de las Palomas-

101

J.E. Ferrer Palma e I. Marqués Merelo, 1986, 252.

143

Así podría suceder con el entorno descrito de Torró, cuyas fértiles

tierras bien pudieron tener una ocupación similar a la que tuvo el otro

extremo del Tajo, a partir de momentos del Neolítico Medio, con el yacimiento del Llano Espá. Circunstancias perfectamente similares pudieron darse en otros yacimientos de este rico momento de transición en la cuenca como en el de Hoz de Peñarrubia102 cuya cultura material, que es rica en los elementos de vajilla y líticos más definidores de la fase (perfiles carenados, bordes

engrosados, pervivencia de laminitas junto a laminas, ...), es prototípica de todo el proceso de cambio y cuyas circunstancias espaciales, en el mismo borde del río y con zonas muy fértiles nos hablan, también, de este proceso de sedentarización. Algo similar sucede, en el Río de la Venta, con el yacimiento que

marcará la pauta en esa zona: el inédito de la Fuente de la República. Las

mismas cerámicas descritas para los lugares señalados se encuentran representadas bien en el Museo Histórico de Teba, bien son perceptibles perfectamente en las tierras del yacimiento, donde los perfiles carenados, los labios engrosados y los elementos líticos descritos con anterioridad abundan en extensión. Así pues, la proliferación de yacimientos existentes103 nos está

hablando de un posible aumento de la población que desde hace años se

viene relacionando con causas exógenas que ven en el Bajo Guadalquivir el origen de los nuevos cambios culturales y de las aportaciones poblacionales. Se trataría de la formación de periferias que se defiende

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 59-64 Y ello teniendo en cuenta la falta de prospecciones en la cuenca, con la salvedad de las efectuadas por Recio Ruíz 102 103

144

desde los postulados del materialismo histórico104 y que Morgado admite como plausible en la zona105.

-Yacimiento de la Fuente de la República-

De ser así, estas nuevas poblaciones aportarían, probablemente, los cambios en la cultura material y en los rituales de enterramiento, a cuyo lado y relacionado con las antiguas poblaciones subsistirán las antiguas tradiciones cerámicas y líticas106. Por ello son aún significativos los porcentajes de cerámica decorada y las industrias de pequeñas láminas107.

Capítulo aparte por su pervivencia desde los señalados momentos de

transición y durante todo el Calcolítico, merece el fenómeno megalítico en 104

F. Nocete Calvo, 2001 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 67-70. 106 J. E. Ferrer Palma e I. Marqués Merelo, 1986, 252 107 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 67 105

145

la Cuenca del Guadalteba. Estas manifestaciones, de las que hasta hace unos años no se sabía prácticamente nada en la región, han comenzado a

evidenciarse en las últimas décadas hasta ver cubierto todo el Valle del Guadalteba. Así y comenzando por la cuenca alta, Recio habla del Dolmen de Dos Hermanas108, mas sin especificar su tipo de estructura ni sus manifestaciones de cultura material. Por lo que hemos podido saber, dicho dolmen, en las cercanías de un arroyo tributario del Guadalteba, está situado hacia la margen derecha del río y desde su emplazamiento se divisa todo el Valle, existiendo contacto visual directo con otras zonas megalíticas próximas como la de la Necrópolis de la Lentejuela. Tal vez relacionada con el yacimiento del Cerro de la Corona (que veremos a continuación), aunque también podría estarlo con el cercano de

La Cuevecilla (adscrito a los momentos de transición Neolítico – Cobre

Antiguo) tenemos la probable necrópolis de Ortegícar109, a tan sólo 350 metros en línea recta del Cerro de la Corona.

-Estructura siliforme de Ortegícar-

108 109

A. Recio Ruíz, 1993, 511. Situada en dicha sierra, al sureste del yacimiento, en X: 329.188, Y: 4.088.729

146

Hasta el momento sólo se conoce la existencia de una única estructura siliforme en campana de un metro y medio de altura. Por desgracia parece no contener restos, ya, del ajuar que contuvo y tan sólo se conoce que

contuvo cerámicas a mano sin más detalles110. Las características del terreno (una allanada en la sierra) hace posible la existencia de más estructuras lo que sólo sería evidenciable con una oportuna prospección geofísica que seguro daría interesantes datos sobre estos enterramientos.

En el extremo opuesto del valle aunque también, geográficamente,

en su curso medio, tenemos la Necrópolis megalítica de La Lentejuela que,

como señalábamos, aparecía someramente referida tanto en la publicación de Recio Ruíz111 como en la de Morgado Rodríguez112. Como se dijo, dicha necrópolis está siendo, en la actualidad, estudiada por el Área de

Prehistoria de la Universidad de Málaga y por ello hay que ser necesariamente prudentes hasta que los oportunos estudios puedan ofrecer datos contrastados. No obstante podemos señalar que la magnitud de dicha necrópolis va más allá de lo apuntado en su día por los autores que la refieren por cuanto han aparecido un importante número de estructuras ortostáticas posiblemente funerarias (seis de momento) y otras estructuras

de pequeñas piedras formando tres dobles círculos peristálticos, cuya funcionalidad no aparece tan clara. Al respecto, Ferrer Palma113, con carácter previo al descubrimiento de estas “atípicas” estructuras, señalaba

premonitoriamente la prudencia que debía imperar en la comunidad científica a la hora de dar por cerrado el elenco tipológico de las

manifestaciones megalíticas andaluzas por el mero hecho de que

determinadas estructuras, entre las que citaba expresamente los “espacios

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 75 A. Recio Ruíz, 1991, 417 112 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 71-74 113 J.E. Ferrer Palma, 2003, 229 110 111

147

cercados por losas”, no se hubieran aún evidenciado en nuestro panorama regional.

-Una de las estructuras ortostáticas de La Lentejuela-

Por otro lado y como decíamos en su momento, aún no se han

manifestado estructuras de hábitats, aunque debieron existir por cuanto la

presencia de abundantes molinos de mano y manos de molino y un utillaje de pulimento no exclusivamente simbólico nos ponen en la pista de

actividades subsistenciales más allá del estricto ámbito funerario, en un entorno, por lo demás, de magníficas características agrícolas y subsistenciales en general. Merece destacarse, también, la perspectiva paisajística del enclave,

que más allá de lo estético en el sentido contemporáneo, bien pudiera tener

su componente de articulación del paisaje114 en estas sociedades que aun 114

J. Fernández Ruíz y J. E. Márquez Romero, 2003, 146

148

presentarían un cierto componente nómada por más que las actividades

productivas agrícolas tuvieran cada vez más peso. Al respecto es destacable la comunicación visual que existe entre varios yacimientos y estructuras

funerarias de estos momentos cronológicos y el entorno de la Lentejuela (Dolmen de Dos Hermanas, Esparragal, Camino La Canaleja, Necrópolis de Ortegícar, ...)

-Vista general del yacimiento de La Lentejuela y de la amplia perspectiva visual que posee-

La cultura material de la zona, con las advertencias hechas, parece decantarse por estos momentos transicionales ya que se han encontrado pervivencias de momentos neolíticos manifestados en los abundantes

núcleos piramidales de laminitas y un utillaje microlaminar variado junto a láminas y núcleos prismáticos de mayor tamaño. Igualmente, en cuanto a la cerámica, han aparecido fragmentos de cerámicas decoradas con incisiones

149

e impresiones junto a bordes engrosados y perfiles carenados. Todo ello, junto al abundante material pulimentado y a piezas significativas como el ídolo-placa descrito, parecen afirmar el vínculo cronocultural apuntado.

La última manifestación específicamente megalítica que aparece en

la Cuenca115 está situada prácticamente en la desembocadura del Guadalteba, a media altura de un cerro que controla tanto el Valle del Guadalteba como el del Turón; nos estamos refiriendo a la Necrópolis de Cuevas Artificiales de las Aguilillas116.

-Una de las Cuevas artificiales de la Necrópolis de Las Aguillas-

Al respecto coincidimos con Morgado Rodríguez en la crítica a las

fechaciones relativas que se dan sobre la necrópolis, adscrita, según sus autores, a los momentos iniciales de la Edad del Bronce. Efectivamente, las 115 116

Sin descartar nunca la aparición de otras. M. Espejo Herrerías et alii, 1994; J. Ramos Muñoz et alii, 1995

150

formas cerámicas son muy típicas de momentos anteriores, concretamente

de los momentos del Cobre pleno que se estudiarán a continuación. Así sucede con los bordes engrosados, las formas carenadas o las largas láminas (prácticamente inexistentes en el Bronce). La existencia de unos apreciables conjuntos metálicos ha debido hacer pensar en momentos posteriores a los autores aunque, como queda evidenciado en el nivel I b de la Cueva de las Palomas con la punta de Palmela existente y en el yacimiento del Cobre Pleno del Cerro de la Corona con un hacha plana, la metalurgia debía estar presente en la zona ya en estos momentos de la segunda mitad del III Milenio. En todo caso sí que parece bastante probable la reutilización de las cuevas artificiales en tiempos del II Milenio, sin que ello tenga que implicar su construcción en esos momentos. Dejando

aparte

las

manifestaciones

megalíticas,

la

plena

conformación de las sociedades calcolíticas de la segunda mitad del III milenio está, también, plenamente identificada en la zona a través de todo el curso del Guadalteba. De esta forma podemos constatarlo en la cuenca alta del valle donde Recio Ruíz, sin dar datos, habla de un buen número de asentamientos calcolíticos117. Descendiendo el cauce del río nos encontramos con un poblado de

estos momentos en el Cerro de la Corona118. En él han desaparecido ya aquellos elementos retardatarios presentes en momentos anteriores y, por tanto, no se aprecian ya cerámicas decoradas ni hojas líticas de pequeñas dimensiones. Seguirán presentes los bordes engrosados tanto en platos como en ollas y las láminas prismáticas de hasta diez centímetros

abundarán en el entorno. En el yacimiento, Morgado Rodríguez ha identificado improntas de caña en barro cocido, lo que implicaría la 117 118

A. Recio Ruíz, 1993, 509-511 E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 70

151

existencia de cabañas así construidas. De igual forma apareció un hacha plana de cobre; uno de los primeros indicios metalúrgicos de la zona.

-Vista del Cerro de la Corona-

El entorno de este yacimiento es idéntico al descrito para La

Cuevecilla (del que dista tan sólo un kilómetro): terrenos muy aptos para

labores agrícolas y a corta distancia del cauce del Río Guadalteba. Ello tal vez nos pueda hacer pensar en un abandono de las tierras de La Cuevecilla, cuyos pobladores marcharían un kilómetro río arriba para asentarse en el nuevo enclave o bien, en el caso de pervivencia de la Cuevecilla en estos tiempos, en otro incremento de la población que llevaría a un proceso de intensificación de la producción que estaría en el origen del fin de la

sociedad calcolítica tal como la conocemos119. Todo ello, no obstante, 119

J.E. Ferrer Palma, 2001, 44.

152

debiera ser refutado por una adecuada intervención arqueológica en ambos enclaves que despejara las dudas sobre estos procesos. Por supuesto estos momentos también aparecen en la estratigrafía de

la Cueva de las Palomas (nivel I b) cuando se constata una alteración en la

cultura material que queda plasmada en la disminución, que no desaparición, de los bordes engrosados y en otras cambios en los

porcentajes de las tipologías cerámicas. Significativamente sigue existiendo un importante porcentaje de cerámicas decoradas. En estos momentos aparece, por primera vez, una punta de flecha de cobre del tipo Palmela. De estos tramos finales del III Milenio, sin descartar incluso un momento ligeramente posterior, debe ser el ídolo de la Cueva de las Palomas que estudia y dibuja Morgado Rodríguez120. Hasta ahora no estaba clara su cronología así como la de su paralelo más próximo: La Venus de Benaoján, pero el hallazgo en estratigrafía de varias representaciones,

también en barro cocido (terracotas), no ya meramente similares sino

prácticamente idénticas y asociadas a la última fase de ocupación del poblado de Cabezo Juré121, nos ponen tras la pista cierta que la cronología absoluta ofrece en este caso. Según los datos del yacimiento onubense, las fechas sin calibrar de esta última fase de ocupación rondarían los principios

del II Milenio con márgenes de +/- 100 años. Ello rebajaría, pues, la edad que tradicionalmente se venía dando a estas piezas y alteraría el ámbito de aparición que se circunscribía, en exclusiva, al mundo de las Subbeticas

Occidentales. Con independencia del importante dato cronológico la

pregunta que ronda es ¿qué implica la existencia de un tipo tan estandarizado en lugares tan distantes?. Desde los postulados del materialismo histórico esta representación estereotipada podría representar

un argumento más en la afirmación de la existencia de un estado prístino en 120 121

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 75-78. F. Nocete Calvo et alii, 1994, 86-104

153

el III Milenio que tendría en las Subbéticas Occidentales un ámbito periférico122. Por supuesto, cabrán muchas más explicaciones que el ámbito sinóptico de este trabajo nos impiden entrar a valorar.

Aparte de los yacimientos y lugares señalados, ya en los últimos

tramos del río antes de su unión con el Guadalhorce, tenemos algún pequeño yacimiento, señalado por Recio Ruíz123 como es el caso del Cerro Rebolo, que tendrá su perduración en momentos de la Edad del Bronce.

La Edad del Bronce en la Cuenca presenta todavía el problema de la

dificultad de identificación de sus asentamientos. Así, si seguimos las pautas generales

de otros enclaves de nuestra geografía próxima, la

existencia de determinados lugares con una topografía típica de los

“patrones” de estos momentos nos pone sobre una pista bastante probable para su delimitación. Nos referimos, claro, a poblados enclavados sobre

cerros elevados124 en situaciones que permiten controlar estratégicamente el terreno circundante125. Junto a ellos existirían también otro tipo de

asentamientos secundarios o dependientes que articularían de esta forma el territorio126 y que pueden estar situados en lugares más llanos; en zonas de explotación inmediata agrícola, minera, etc. Al lado de este patrón de asentamiento, la cultura material de la época viene determinada por una proliferación de los utensilios metálicos que sustituirán, en la mayoría de los casos, a los antiguos artefactos líticos que entrarán en completa crisis,

salvo por lo que respecta a un elemento tan prototípico de la época como es

el diente de hoz127, único que en muchos casos nos puede poner sobre la pista de yacimientos de la época. 122

F. Nocete Calvo, 2001, 124-125 A. Recio Ruíz, 1997-98, 208 124 J. Fernández Ruíz, 1982, 206 125 J.E. Ferrer Palma, 2001, 45 126 J. E. Ferrer Palma, 1994, 79. 127 J.E. Márquez Romero, 1995-96, 66 123

154

Las cerámicas son, probablemente, menos definidoras de estos momentos que en otras fases anteriores dado que datos que exponen su tipicidad son, ahora, la falta de decoración, las formas sobrias, los brillos metálicos, la coloración oscura, ...128

Entrando ya en una dinámica espacial, los asentamientos adscritos a

esta fase no debieron faltar en la Cuenca Alta del río como así atestigua Recio Ruíz, que señala la existencia de un buen número de ellos en la zona,

aunque sin dar detalles sobre ellos129. De la Cuenca Media sí tenemos

alguna referencia algo más extensa en el Cerro de los Castillejos, del cual procede un puñal de remaches descrito y dibujado por Morgado Rodríguez en el estudio que venimos utilizando.

-Cerro de Los Castillejos-

128 129

J.E. Ferrer Palma, 1994, 81 A. Recio Ruíz, 1993, 509-511

155

La existencia de un hábitat del Bronce Final en las laderas del cerro,

perfectamente constatado en su correspondiente intervención arqueológica,

nos puede hacer pensar en la utilización previa del lugar en momentos del Bronce Inicial y Medio130, máxime si se tienen en cuenta las características

físicas del lugar, ejemplo prototípico de los asentamientos que se han descrito anteriormente. A ello hay que sumarle las evidencias de pulimento que en la misma base del cerro localizó Fernández Ruíz en 1980131.

En las cercanías de la unión del Guadalteba con el Guadalhorce

también existirán una serie de asentamientos atribuibles, por los autores

que lo han estudiado, a estos momentos del Bronce. Así sucede con el Castillón de Gobantes, situado en un espolón que controla la unión de los dos ríos.

-El Castillón de Gobantes (en el centro), visto desde el Cerro de las Aguillas-

Aunque es cierto que la única intervención arqueológica llevada a

cabo en el lugar, hasta el momento, detectó sólo niveles del Bronce Final

130 131

E. García Alfonso, V. Martínez Enamorado y A. Morgado Rodríguez, 1995, 85. J. Fernández Ruíz, 1980, 206.

156

en adelante132, los investigadores del Cerro de las Aguilillas ven en este enclave el poblado relacionado con la necrópolis de cuevas artificiales133 que, como se recordará, dichos autores adscribían a la Edad del Bronce. En sus

inmediaciones tenemos otro

pequeño asentamiento,

denominado por sus investigadores134 “Playas del Guadalteba”, adscrito por ellos a momentos del Bronce Pleno-Tardío. Por último y también en las cercanías de éstos, en un prominente

cerro que domina las confluencias de los ríos señalados, tenemos un

asentamiento que perviviría desde tiempos del Cobre según Recio Ruíz135; se trataría del denominado Cerro Rebolo, en el cual ve este autor “una

apuesta más decidida por las actividades ganaderas”, en consonancia con una “conflictividad territorial por las tierras más fértiles”.

-Perspectiva visual actual desde el Cerro Rebolo-

E. García Alfonso et alii, 1993, 503-508 M. Espejo Herrerías et alii, 1994, 23; J. Ramos Muñoz et alii, 1995, 164 134 E. Martín Córdoba et alii, 1991-92, 62-63. 135 A. Recio Ruíz, 1997-98, 208. 132 133

157

No obstante lo señalado hasta ahora, el ámbito territorial de la Cuenca donde podemos apreciar, tal vez, con mayor claridad los procesos históricos típicos de la Edad del Bronce es en el valle del principal afluente del Guadalteba: el Río de la Venta. Allí encontramos el asentamiento, posiblemente paradigmático, de la Edad del Bronce: el Cerro de la Horca.

-El Cerro de la Horca (en el centro)-

Por lo que se infiere de su cultura material dicho enclave estaría ocupado desde los momentos finales de la Edad del Cobre, perviviendo, al menos, en las primeras fases del Bronce. El lugar domina el último tramo del Río de la Venta, en un gran valle fértil, desde un cerro escarpado y de difícil acceso. Lo más destacable desde el punto de vista de sus materiales

es la ingente cantidad de instrumental metálico encontrado, tanto armas: puntas de flecha, jabalinas o lanzas y puñales, como utensilios domésticos: 158

punzones, sierrecillas, etc. Además la presencia de restos de escoria

evidencian que en el cerro se llevaron a cabo actividades metalúrgicas. Al respecto hay una cosa que llama la atención poderosamente: la dispersión

en el espacio de las puntas de flecha. Como se señaló en su momento, en el cerro han aparecido estos artilugios metálicos en cantidades muy

importantes136. No parece descabellado pensar que ello obedece, tal vez, a un acontecimiento bélico que pudo haber tenido lugar en el enclave, hecho

que cuadraría con momentos de inestabilidad patentes en la propia erección de los nuevos patrones de asentamiento. También en el ámbito del Río de la Venta encontramos otros

asentamientos adscribibles, presumiblemente, a esta época. Nos referimos,

en primer lugar, al descrito de El Ejido, donde la presencia de los significativos dientes de hoz bien nos pueden estar hablando de estos momentos del Bronce.

-Zona de El Ejido-

De hecho y por desgracia, el cerro es uno de los centros provinciales de iniciación al expolio mediante la utilización de detectores de metales 136

159

Su distancia a poco más de seis kilómetros del Cerro de la Horca y

sus características de lugar prácticamente llano podrían hacer del enclave un típico asentamiento de los calificados como dependientes o secundarios con respecto a aquél. Parece que no sería esa la funcionalidad que tendría la Cueva de las

Pinturas, en el supuesto que la presencia allí de un diente de hoz nos lleven a calificar la cavidad como asentamiento de la Edad del Bronce. Sus pinturas y sus característica situación en pleno Tajo de Torró parecen hablarnos de un lugar con una cierta carga de simbolismo unido, tal vez, a una cierta caracterización como lugar de control de acceso al valle del Río de la Venta desde el Guadalteba.

-Tajo de Torró. La Cueva de las Pinturas se sitúa a la izquierda-

160

Existe un último lugar en la zona que también podría responder a

estos momentos aunque el mismo no está representado en el museo ni se menciona en publicación alguna; nos referimos al Cerro del Cañuelo137.

-Cerro del Cañuelo-

El lugar está ubicado en un cerro amesetado y con unas laderas

bastante escarpadas, a unos tres kilómetros del Cerro de la Horca en dirección Este. Igual que aquél, tiene pleno dominio sobre una zona de

terrenos bastante fértiles regados por el Arroyo del Cañuelo y con abundancia de acuíferos. También desde esa posición se controla el acceso al Valle del Río de la Venta por el Tajo de Torró. En dicho enclave hemos podido observar una gran cantidad de cerámicas a mano sin motivos

decorativos y con la presencia, tan sólo, de algún borde engrosado. Resulta significativa, por otro lado, la ausencia total de sílex138. Estas 137

Con un punto central en X: 335.805, Y: 4096194 Aunque, insistimos, se trata de apreciaciones visuales propias contrastadas con comentarios de vecinos y conocedores de la zona. 138

161

características, unidas a la noticia de la aparición en el lugar de alguna punta de flecha metálica139 parecen ser indicio de un nuevo asentamiento de la Edad del Bronce en la zona que, no obstante, deberá ser confirmado con las correspondientes intervenciones arqueológicas en el lugar.

139

De la que no hemos podido averiguar su tipología.

162

IV

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