Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siglos II y I a.C.

July 27, 2017 | Autor: A. Adroher Auroux | Categoría: Hellenistic Pottery - black glaze, Bastetania
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MUSEU D'AHeuEoLoGtA DE 0ATALUNyA -

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uNrvEHSrrAT nuróruorrlR DE BARCELoNA

La cerámica de vernÍs neg re dels segles II iIaC: Centres productors mediterranis i cosnerciálització a la Península lhérica Taula rodona. Empúries, 4 i 5 de j"ry de l99B

cooRDlNecló ctpxtÍpIo¿: Xavier Aquilué Abadías Joaquim García Roselló Josep Guitart Duran

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CONTEXTOS DE BARNIZ NEGRO EN LA ALTA ANDALUCIA ENTRE LOS SIGLOS II Y I A.C. Andrés María ADBOHER AUROUX Antonio lÓpez MARcoS Universidad de Granada

La falta de excavaciones sistemáticas, a excepción de casos muy croncretos, impide desarrollar una hipótesis contrastable sobre la s,rolución de ta facies

cerámica entre los siglos ll y I a.C. en la Alta Andalucía. Dentro de este cuadro, no obstante, consideramos oportuno desanollar la información con la gue contamos en la acfualidad, fruto, fundamentalmente, de algunas excavaciones de urgencia y de prospecciones de superficie. Tras el estudio preliminar de los conjuntos de barniz negro en Andalucía Oriental, podemos difereneiar claramente dos áreas de compoñamiento en cuanto a facies cerámicas completamente distintas: por un lado, la zona de costa; y, por otro, el interior, con cronologías, materiales y realidades comerciales que lejos de converger, en determinados momentos son netamente divergentes. Valga como ejemplo el hecho de que mientras la presencía de material de barniz negro ático es casi inexistente en la costa, en el interior, estas producciones son omnipresentes en los contextos de los tres primeros cuartos del siglo lV a_C. Este dato puede servir para comprender las diferencias gue, a otros niveles, veremos con posterioridad respeeto a estas dos zonas claramente distintas.

En un prirner lugar intentaremos desarrollar los puntos delcuestionario objeto de la mesa redonda.

BLOC I: CERAMIQUES DEL "TIPUS A" a) Quines d¡feréncies mcrfo-técniques assenyalaríeu entre la Campaoiana A "clássica', i la "tardana" i en quin moment situaríeu I'aparició d'aquestes diferéncies? La problemática de la Camparrense A tardía queda muy bien establecida desoe los trabajos que Jean Paul Morel dedicara a esta clase. Plantear si la cronología de aparición de la formas de Campaniense A tardía es anterior a finales del siglo ll a.C., no consideramos gue pueda ser deÍendible; o, al menos, los argumentos de carácter estretigráfico no parecen demostrar grandes alternativas a [a cronología propuesta en su rnomento por Morel. Habría gue considerar que la aparición de una seríe tardía de Campaniense A responde a la competencia ya perfectamente establecida de otros productos que, como la Campaniense B y B-oide, ya han hecho su aparición claramente en los mercados del Mediterráneo Occidental. De hecho, nuestra zona, es decir, Andalucía Oriental, no es, en absoluto, ajena a este problema, ya que la aparición de la Campaniense A tardía va siempre unida al desarrollo de los mercados de la Campaniense B. Los elementos técnicos más característicos de esta producción son bien conocidos: algunas de las

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A.M. Adroher Auroux . 4. López Marcos

formas nuevas están relacionadas con las producciones de Campaniense B o B-oides, es dec¡r, verdaderas imitaciones que intentan competir con las producciones originales, como la forma Lamb. 1 atestiguada en Campaniense A; otras, son formas evolucionadas de anteriores, como la pequeña copita Morel 113, sin duda en relación con las Lamb. 34, a las cuales sustituye, o formas como la F131 1 , que viene a redimensionar la tradicionalforma Lamb.36, igual pero de menor tamaño; por último, aparecen algunas formas nuevas, siendo la más característica la Lamb. 5l7,torma que no aparece en contextos del

siglo ll a.C., al menos por la información estratigráfica con la que contamos. Estos cambios deben interpretarse como resultadó de la desaparición yio rarificación de algunas folmas del repertorio clásico o medio.

Otro aspecto interesante desde el punto de vista morfológico es el pie, vertical al exterior y que ocasionalmente presenta una ranura entre la parte superior de la pared externa del pie y el inicio del galbo de la pieza. El pie (uno de los elementos morfológicos mejor diferenciables respecto a las producciones medias o clásicas) está excavado y empieza a recordar en algunos detalles a las producciones de terra sigiltata: normalmente, el fondo externo está más excavado en el galbo que la pared externa de éste, desarrollando, de esta forma, un perfil en escalón entre la parte externa e interna del pie. Presentan frecuentemenle un ombligo bien desarrollado. En cuanto al torneado, está menos cuidado que las series anteriores, notándose, por debajo del barniz, las trazas concéntricas de las líneas deltorno. En lo que concierne a los sistemas decorativos, salvo algunos ornamenlos sobrepintados en los bordes de las copas Lamb.31b, el resto del material no presentan nunca las decoraciones de la época antigua o de la época clásica de la Campaniense A, por lo que hay que olvidarse de palmetas, rosetas o bandas de estrías decorativas desde un momento avanzado del último cuarto del siglo ll a.C.

Por último, la catidad técnica es sobradamente inferior si la comparamos con las producciones anteriores, con barnices que van del rojo oscuro al rojo profundo conforme vamos avanzando en el siglo I a.C. A veces, en un momento próximo a mitad del siglo I a.C., los barnices se pueden presentar totalmente rojizos en su supefficie, aunque la diferencia respecto a las producciones de sigillata son muy notables, ya que el barniz está mucho más diluido, llegando a "transpare¡l¿¡», poI así decirlo, partes de la arcilla de la pared del vaso; y no es homogéneo, en absoluto, en cuanto a la repartición en su superficie. El fondo externo, aunque puede estar barniza-

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do, no suele estar completamente cubierto, dejando

algunos chorreones que permiten ver la pasta en este punto. Esta es mucho menos homogénea, con desgrasantes más gruesos que en las producciones medias; estos desgrasantes, que en muchas ocasiones son perfectamente visibles a ojo, son generalmente fragmentos de cuarcita blanca. La pasta presenta un color rojo vinoso, muy profundo, que la hace fácilmente diferenciable de las producciones clásicas o medias; presenta unas vacuolas de gran tamaño, generalmente horizontales, lenticulares, irregulares en sus bordes, posiblemente como consecuencia de cocciones poco controladas. El proceso de aparición de estas diferencias morfotécnicas debe desarrollarse, a nuestro entender, de forma lenta pero ineluctable, entre los dos últimos decenios del siglo ll y el primer decenio del siglo I a.C. En co.ncreto, elpecio Fliou 3 de Marsella (LONG y XIMENES 1988) podría ayudar a deierminar et cambio en este proceso, datado, a juicio de los autores, entre el 110 y el 80 a.C., y con un cargamento compuesto, en lo que a barniz negro se refiere, de platos de Campaniense A tardía forma 5,?, a los que acompañarían, a modo de vajilla de uso del barco, algunos platos forma Lamb.5 de Campaniense B, lo que estaría demostrando la convivencia entre las producciones inciales de la Campaniense A tardía con los inicios de la Campaniense B.

b) Quan es produeix el final de la recepció de la Campaniana A en eljaciment i/o área en la qual

centreu la vostra recerca? Como decíamos anteriormente, ante la falta de estratigrafías que permitan señalar claramente estas facies cerámicas de forma precisa, sólo podemos aventurar una serie de hipólesis. En principio podría considerarse que la Campaniense A desaparece con elcambio de siglo, entre el lly el I a.C., siendo sustituida por las campanienses del círculo de la B. Pero, mientras que en la costa esta sustitución se produce de forma progresiva, en el interior la desaparición es, prácticamente, radical. Por ejemplo, de Adra proceden algunas piezas de Campaniense A poco frecuentes o del todo inexistentes en contextos del siglo ll, como la Lamb.6 o la Lamb. 5/7, esta última claramente relacionada con contextos en los que suelen incluirse la Campaniense B, como vimos anteriormente con el pecio de Riou 3 (v. supra). La variedad de formas presentes en la costa es muy superior a lo que aconlece en el interior. Para empezar debemos decir que, dentro de la familia de los barnices negros, la clase más frecuente en los yacimientos costeros de las actuales provincias de

en la Alta Andalucía enlre los siglos ll

Granada y Almería es, con mucho, la Campaniense A; concretamente el 62,15 "/" de los materiales ana_ lizados, incluyendo las áticas de barniz negro, corresponden a esta clase cerámica. Los tres asentamientos analízados son Villaricos (antigua Baria), Adra (antigua Abdera) y Almuñécar (antsua Sexii. La variedad de formas es, lógicamente, mucho más rica que en elinterior, aunque no sea homogénea en

su distribución; sin ir más lejos, observamos que el porcentaje de platos de pescado en Almuñécar es netamente superior al de Adra o al de Villaricos. por contra, los platos de las series Lamb. S ó Z ó Sn están totalmente ausentes en Almuñécar, siendo la forma más frecuenté en Villaricos. por lo que con_ cierne a las formasflás recientes, tenemos un solo ejemplar de Lamb. StZ en Adra; la forma Lamb. 6 está presente en todos ellos, aunque en porcentajes muy distintos de uno a otro. En cuanto a una forma tan frecuente como elplato Lamb.36, son frecuentes en Adra y en Almuñécar, en tanto que es inexistente en Villaricos.

No podemos llegar a determinar, ante la falta de datos estraügráficos, si las diferencias existentes se deben a un fenómeno de orden comercial, de consumo o símplemente de origen arqueológico, aun_ que, qué duda cabe, formas como et plato de pesca_ do son piezas que existen en la Alta Andalucía desde fas primeras producciones álícas de barniz negro (si bien nc conocemos ningún elemento de figuras rojas). En la costa, esta Juncionalidad es desempeñada por el plato de pescado de origen púnico (evolución de los platos de engobe rojo féni_ cios), por lo que existen problemas muy específicos de consumo (tradición gastronómica) a ias que pare_ cen amoldarse claramente las importac¡ones de bar_ niz negro en general. En el conjunto de la costa de Andalucía Oriental, si bien no podemos confirmar hasta qué molnento, parece claro que la Campaniense A perdura sin mayor problema durante el siglo I a.C. a través de

formas que se corresponden a la fase final: así, tenemos Lamb. SlZ en Adra; Lamb. 6 en Adra y Villaricos; Lamb.27Bb en Almuñécar; Lamb. 27c en Adra, Villaricos y Almuñécar; Lamb. 33b en Adra y Almuñécar; y F2943 en Almuñécar. La falta de aso_ ciaciones con materiales de importacién, como terra sigillata, nos permite considerar que las importa_ ciones de Campaniense A en la costa term¡nan con anterioridad a la recepción de las primeras importaciones de Sigillata üalica que, por el momento, podrían continuar estableciéndose hacia el 30 a.C., por lo gue esta fecha deberíá, en conse_ cuencia, mantenerse para elfinal de las importacio_ nes de Campaniense A en las costas oríentales de

Andalucía.

Respecto al interior, los únicos datos estratigráfi_ cos con los que contamos proceden de dos exCava_ ciones y de un yacimiento del que sólo tenemos ma_ terial de prospección. Ambos elementos que tener en cuenta son referencias por ausencia: El peñón de Arruta, un asentamiento en la comarca de Guadix (cONzÁLEz, ADROHER y lóeez rgoz¡ cuya cro_ nología se establece por la presencia de cerámicas de paredes finas sin engo.be, un borde de barníz rojo pompeyano forma Gouciineau 1 y ánforas itálicas Dressel 14, no presenta Campaniense A y sí algún fragmento amorfo de Campaniense B, y unas imita_ ciones en pasta gris sobre las que volveremos más

adelante. El otro ejemplo, una excaüación de urgencia en la calle Espino (Albaycín, Granada), preslnta en su fase 2b una facies de barnices negros muy parecida

a la anterior, con un fragmento a¡itado y rodado de Campaniense A junto con algunos fragmentos de Campaniense B y de imitacionLs prr:t, gris aso_ ciados a Terra Sígiflata Sudgática "n 1RónOHen et aL

e92). Por último, podríamos hacer mención a otra exca_ vación arqueológica de urgencia, esta vez en Gua1

dix, concretamente en la Calle palacio, realizada en 1997. En dicha excavación, aún en proceso de estu_

dio, los niveles fundacionales de la colonia iulia

gemella Acci (de deductio posiblemente cesariana), que venimos a fechar entre finales deliercero y los inícios del cuarto cuarto del siglo I a.C. (hacia -40l_

20), con las primeras importáciones de cerámica

aretinas de barniz rojo (Terra Sigillata ltática), no pre_

sentan ya fragmento alguno de Campaniense A, ni tan siquiera de Campaniense B, aunque sí que exis_ ten algunos fragmentos de las imítaciones de pasta gris a las que hacíamos mención con anterioridad. Junto a ello hay que mencionar la total ausencia de formas avanzadas de Campaniense A, ya que no aparecen ni las pequeñas copas Morel 113, ni los platos Lamb. 6, ni los de tipo 5/7, reduciéndose a un servicio compuesto de formas 29,2g,31, 36, 49 y 55 en las altiplanicies , y 21, 27, 49,55 y 6g en el Alto Guadalquivir. Resulta bastante cr-¡rioso la total au_

sencia de una forma tan frecuente como el plato Lamb. 5. De todo el conjunto, resalta la presencia sistemática del ptato Lamb. 55, muy poco frecuente en otros ámbitos mediterráneos, la costa mediterrá_ nea francesa. La "antigüedad" de la Campaniense A del interior queda evidenciado con formas como Ia Lamb.23, Lamb. Z7ab,Lamb.2g y Morel6g, compo_ nentes fundamentales de contextos de primera Ia mitad del sigto il a.C. . Llegado a este punto, consíderamos que todos los datos asociados a las intrabéticas nos permiten confirmar, salvo que posteriores excavaciones

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A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

lo demuestren, que la Campaniense A no parece perdurar más allá del siglo ll a.C. Los posibles casos vinculados al s. I a.C. deben de tratarse de amortizaciones (sin contar con las intrusiones). Mientras tanto, como vimos con anterioridad, la costa sigue recibiendo estas producciones campanas hasta el inicio del tercer cuarto del siglo I estratigráficas así

a.C., lo que evidencia que los materiales sufren un claro proceso de filtrado desde la costa hacia el interior, demostrable igualmente por el hecho de que prácticamente todas las formas presentes en el Alto Guadalquivir o en las altiplanicies intrabéticas septentrionales están presentes en la costa, a excepción del conjunto de las copas de la fase más antigua, de primera mitad del siglo ll a.C. (como las Lamb.49B o la Morel 68),

c) Quines són les atles produccions identificades dins el tipus A (irfiitacions, els anomenats "grups emporitans"...)? En la Alta Andalucía, por el momento, no hemos podido identificar alternativas o imitaciones del grupo de la Campaniense A, a excepción de dos series: una de ellas, más problemática e identificada exclusivamente en elAlto Guadalquivir, se centra en Cástulo y en Porcuna, de pasta gris. Es una serie característica del siglo I a.C., y no consideramos que sea propiamente una imitación de Campaniense A, ya que, salvo -una imitación de un plato Lamb. 36, el resto de las formas imitadas se relacionan con el servicio delcírculo de la Campaniense B. Sobre esta serÍe volveremos más adelante cuando hablemos de dicha producción etrusca. El otro grupo lo componen tres fragmentos localizados en Almuñécar. Se trata de una serie con barniz rugoso, negro con algunos tonos marronáceos, mate y de mala calidad, diluido; la pasta es suave, homogénea, color marrón rojizo, con vacuolas y

desgrasantes blanquecinos visibles a simple vista-. Conocemos dos formas producidas por este taller: una Lamb. 31 (lám. 2, n.9) y una Lamb. 28, lo que hace pensar que debió de estar produciendo báslcamente imitaciones de formas características del siglo ll, ya gue, además, el tercer fragmento pre-

senta restos de haber tenido una decoración de tipo de roseta impresa en el centro. El pie corresponde a una tipología de pie alto con pared externa vertical.

Al no tocalizar esta producción en ningún otro centro costero. consideramos que bien pudiera tratarse de una imitación local o, como mucho, regional, pero muy poco extendida y que debió estar funcionando sólo en el siglo ll a.C., puesto que no imita formas, por lo poco que conocemos, de Campaniense A delsiglo I a.C..

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BLOC It: CERAMIQUES DEL "TIPUS B" a ) Detecteu una tendéncia a la substitució de les cerámiques del "tipus A" per les cerámiques del"tipus B" en el predom¡ni quantitatiu del jaciment ilo área en qué centreu la vostra recerca? Quan es produeix? En realidad, esta cuestión parece estar aclarada en los apartados anteriores. Como comentamos anteriormente, en las zonas del interior la Campaniense B sustituye por completo a la Campaniense A, de modo que en el siglo I a.C. ya no existirían importaciones de Campaniense A. El problema que quedaría por resolver es el momento en que se produce dicha sustitución. Para arrojar alguna luz sobre la cuestión, deberíamos pasarnos por una serie de yacimientos no excavados pero, que apuntan algunas asociaciones inte_ resantes por el material de superficie. En el norte de la provincia de Granada existe un oppidum ibérico de grandes dimensiones conocido como Molata de Casa Vieja, en cuyo material, analizado en un proyecto de investigación dirigido por nosotros mismos ciesde el año 1995, hemos podido comprobar la existencia de ánforas greco-itálicas y de algún fragmento amoño de Campaniense A. Ni tenemos ánfora itálica Dressel 14 ni tampoco Campaniense B. Otro elemento de datación relacionado muy probablemente con este yac¡miento es la presencia de un casco tipo Montefortino datable entre los siglos lll y ll a.C., en todo caso de época presertoriana (QUESADA SANZ 1 992). En el yacimiento ya mencionado del Peñón de Arruta podemos igualmente rastrear alguna inforrnación complementaria: existen ánforas itálicas Dressel 1A. y Campaniense B, pero no existe para nada ni Campaniense A ni ánforas greco-itálicas. En un yacimiento cercano que estamos estudiando en este momento (El Cardal, Término Municipal de Ferreira, a quince kilómetros del anterior y visualmente conectados entre sí), sí existe la asociación grecoitálica con Campaniense A, lo que deja patente que en la zona se importan ambos productos. Su ausencia en el Peñón de Arruta no es, por tanto, casual, sino que está indicando una realidad comercial. Consideramos que las formas importadas de Campaniense B desplazan, en iorno al cambio de siglo, a las más antiguas Campaniense A. En cuanto al repertorio formal (lám. 5), aparece el servicio casi completo: en Cástulo tenemos Lamb. 1,2,3, 4, 5, 6 y 7, que se completan con formas como la 1/8 presente en ElAlbaicín (Granada) o la forma 10 presente en el Cerro de los lnfantes, en Pinos Puente (Granada). Por lo que vemos, todas las formas realmente frecuentes en el repertorio de la B están pre.

Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los

sentes en el interior, si bien qué duda cabe que las formas más frecuentes son los platos Lamb. S ó 7 y las copas Lamb. 1 (entre ambas suponen la mitad del toial), presentándose el resto de forma muy puntual. Llegado a este punto resulta curioso destacar que, si como comentamos anteriormente, hay una totaly rápida sustitución de la Campaniense A por la Campaniense B, una de las formas más frecuentes en el servicio de la B, como son los platos Lamb.5 ó 7, está totalmente ausente en esta misma zona dentro del repertorio de la Campaniense A. Por contra, en la costa los platos Lamb. S ó z suponen prácticamente el j0 % delmaterialde Campaniense A, que pasará a ser del 50 7o con la Cam-

paniense B. Pero, centrándonos en general en la problemática de la Campaniense B en la costa, ape_ nas podemos apreciar ¡inguna valoración de carác_ ter cronológico en cuanto a la sustitución de una serie por otra debido a la total falta de estratigrafía.

b) B-oides, cerámiques del ..cercle de ta 8,,...: una discussió terminológica i taxonómica: Com distingiu la Campaniana B de tes produccions que li són afins per reper"tori i característiques morfo-técniques? euina visió teniu de les ano_ menades cerámiques B-oides? euin contingut engloba l'expressió..cerámiques del cercle de ta B"? Qu:na proposta terminológica feu entorn d'aquesta realitat? A diferencia de su coetánea napolitana, la Cam_ paniense B es menos conocida. Dos factores han impedido su estudio: la presencia de distintos cen_ tros de producción en el área etrusca y la compleji_ dad que supone la exístencia de un imitación áe tanta calidad y entidad como la, hast¿fahora, deno_ minada B-oide.

Parece claro que la producción etrusca fue el

resultado de un amplio grupo de talleres que produ_ cían cerámicas con las mismas técnicas y bajo una misma iradición. La variedad de barnices, aunque

todos ellos de buena calidad, hacen pensar en ello. La técnica aportada por esta producción es muy evolucionada: se utilizan pa-stas calcáreas que permiten un rnejor acabado en las piezas y mayores posibilidades de moldeado. Tipológicamente, podría definirse como un taller o grupo de talleres renovadores en la medida en gue ninguna de las formas asociadas a Campaniense B han sido tomadas de Ia tradición ática o de la más próxima y exitosa Campaniense A. Se corresponden básicamente con las formas repertoriadas por Lamboglia, aunque menos variadas de lo que él pensú quedári como Campanienses B las formas 1, 2,3, 4, 5,6,7,8, 1/8 y 10, si bien no todas las varian_ tes especificadas por el autor. El resto, corresponde

a otros talleres. Todas ellas son originariamente etruscas y el sentido de la coincidencia de algunos tipos es norte-sur, ya que las formas paralelas exis_ telles en Campaniense A son posteriores a su aparición en Campaniense B (MOREL 1976). Genealógicamente, este grupo de talleres tiene una base profundamente endógena: toman las ca_ racterísticas de una producción del siglo lll (taller de Malacena) a través deltaller de las Asás en forma de oreja. Curiosamente, existe una sola forma con asas en Campaniense B, y ésta no apareció muy tempra_ namente: se trata de la forma pasquinucci 127 (py 1976;MOHEL 1978; py 1981).

Unos de los principales problemas que nos encontramos al enfrentarnos con esta producción es elde las imitaciones y, concretamente, elde una imi_

tacón que se producirá en Campania Septentrional: la denominada Campaniense B-oide. Sobre el problema de su origen tan sólo se pueden hacer conjeturas: ciertamente, es difícil com_ prender cómo en un ámbito tan extraño a las pro_ ducciones etruscas como Campania pueden llegar a realizarse tan perfectas imitaciones de un producto septentrional, utilízando técnicas que le son tan pro_ pias al producto origen como desconocidas donde se realiza la imitación. Tampoco puede comprender_ se el rápido cambio de los repertorios tipológicos hacia una producción cuya exportación se ha inicia_ do poco tiempo antes. La explicacíón posiblemente se encuentre eñ 13 emigración de alfareros desde

Etruria a Campania. Este hecho parece haberse pro_ ducido apenas cien años antes, cuando en la ciudad

campana de Cales se inicia la producción de cerámicas de relieve con un repertorio cerámico y unas

características técnicas, como pastas claras o barniz negro profundo o azulaclo, que entran de lleno en la técnica etrusca. Nos volvemos a encontrar, sin duda alguna, con un nuevo fenómeno de emigración, que

casualmente puede relacionarse col la misma ciudad de destino con un síglo de diferencia, ya que parece líc¡to plantearse que,en Cales o en sus proximidades se situaría el centro de producción de la B-oide. Actualmente, el campo de las producciones de pasta clara se está viendo fuertemente afectado por una serie de problemas con relación a tres talleres ya mencionados: se trata de las producciones B_ oides, el taller de Cales y el taller Byrsa 661. Según Pedroni (PEDRONI 1990: 185-191), ta cerámica de Cales se caracteríza por presentar una pasta calcá_ rea clara, muy bien depurada, compacta y con un color que va desde el beige claro al beige rosado, ocasionalmente naranja oscuro o gris por áefecto de cocción. A juicio del propio autor, resulta *arduo, diferenciar esta producción de otras pastas claras

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A.M. Adroher Auroux

.A. López Marcos

como la Campaniense B etrusca. Una de las deco_ raciones más características de la Campaniense B que se suponía era la de impresión en fondo interno de losanges, actualmente debe considerarse más de

tipo caleno, frente a los trabajos de Morel en que la definía como modelo decorativo característico de las producciones norteafricanas (Byrsa 661). Morel dejaba, de esta forma, reducida la B-oide de producción norcampana, a la que denominó Campaniense B pesada "B-lourde" (MOREL 1965), y redefinía ta verdadera Campaniense B como un producto de la Etruria marítima iniciado en torno al 180 a.C., con lo que la producción B-oide,quedaría relegada a imitaciones algo más tardías, o, como podríamos considera¡ que los términos Campaniense B-oicie y barniz negro de Cales hacen referencia a la misma realidad. Para Pedroni, la produóción calena se centraría en tres fases netamente distintas. Una primera, iniciada con la deductio de la colonia romana en el 334 con imitaciones de piezas griegas. Tras este período, viene un segundo momento, de mayor poder de expansión, centrado en la ya famosa producción calena de relieves, hasta llegar a un nuevo momen-

to de crisis con las guerras annibálicas. posteriormente viene la recolonización del 184 y, junto con la fundación del puerto de Volturnum (en et 194 a.C.), una fase de fuerte expansión de las producciones calenas imitadoras de la Campaniense B etrusca gue, a juicio de Pedroni, supone la máxima comer-

cialización del taller, tanto por su transformación estructural (producciones de tipc esclavista, totalmente anónimas frente a producciones anteriores que frecuentemente presentaban impresiones de sellos nominales) como por la propia comercialización, ya que estaría presente en la casi total¡dad de la cuenca del L4editerránec Occidental. Desde el año

50 a.C; la producción de¡a de ser competítiva y empieza a convivir con las producciones de barniz rojo (sigillata) hasta su definitiva desaparición en época augustea. Volvíendo a las producciones propiamente etruscas- en una primera fase de investigación, la repartición de estas cerámicas parecía haber sido prepárada de forma específica. Según los análisis realizados por M. Picón y presentados por Morel en Montpellier (MOREL 1978), la campaniense prodLJcida en la

zona de Cosa sería exportada hacia la península lbérica, mientras que la Campaniense B-oide producída en el área de Cales abastecería los mercados del sur de la Galia. Hoy en día esta teoría está desechada parcialmente, ya que es frecuente encontrar productos B-oides en la Península lbérica y verdadera B etrusca en el sur de la Galia. por las características de las primeras campanienses de pasta clara que se han documentado en la península lbé-

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rica, pudiera ser que en un primer momento existie_ ra este reparto de mercado, aunque no creemos que de forma totalmente voluntaria, ya que, en toOo caso,

es más tradicional la relación ex¡stente entre las cos_ tas del Golfo de León y Etruria que entre ésta y la Península lbérica.

. Parece más lógico admitir que las primeras producciones exportadas de campanienses Oe pastas clarls (o, como gusta en llamar Arcelin, cerámicas del Grupo ll) lo serían a todas las áreas en tas que fuera posible establecer su comerclalización. En el caso del sur de Galia, la tuerza con que entraron las Campanienses A (o Grupo I de Arcelin) truncaron la posibilidad de introducir cerámicas etruscas en un mercado tradicionalista donde la Campaniense A jugaba tan importante papef : este Grupo ll representa, en la región de Nimes, un máximo del4 "A de los barnices negros en su mejor época (py 1990); en Olbia representa un 4,7 % (BATS 1988);de 0 a 19 % en Provenza Occidental, (ARCELIN 197g) y entre g o/" y 10 en el Languedoc Orientat (DEDET i97g). Es decir, que era fácil introducirse de entrada en este mercado, máxime cuando poco tiempo después la Campaniense A empieza a resentirse de la competitividad de la Campaniense B, la cual empieza a ha-

cerse con mercados como Africa noroccidental, siendo mayoritaria en el siglo I en los principales yacimientos: Sala (BOUBE 1985-86), Tamuda (83 % para Campaniense B frente a 13 % de A), Thamu_ sida (74 7" contra 2,9 y") e incluso Volubilis (63 % contra 29 %). Por el contrario, en Africa nordoriental, según el resultado del estudio del material de Hippona, las Campanienses B escasean considerablemente, ya que entre la segunda mitad del siglo ll y el siglo I sólo representan un 1 7o, frente a un 6 % de la Campaniense C (MOREL 1993). Hasta ahora no han surgido problemas en torno a la asignación de estos fragmentos a las producciones etruscas. También resulta mayoritaria en yacimientos del nordeste peninsular. En Ampurias, ya desde la pri_ mera mitad delsiglo l, desbanca porcentualmente a la Campaniense A. En este asentamiento se da el hecho de que todas las imitaciones claramente establecidas en el siglo I lo son de Campaniense B, salvo ef tipo ampuritano l, que toma modelos de ambas clases (SANMARTí fSZe¡. En et sur de ta Gatia no son comunes las imitaciones de Campaniense B. En Marruecos, Morel identificó hasta cuatro variantes de Campaniense B, aunqlre todas ellas habían sido producidas en el mismo taller (MOFIEL 196g), a las que habría de sumar tres producciones locales, de las cuales dos (tipos marroquíes D y F) configuran

perfectamente un perfil de imitación de Campa- . niense B, incluyendo las impresiones de estampi- I llas de losange, uno de los esquemas decorativos.:

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Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siqlos ll y I aC

más típicos de la cerámica de Cales y B-oide del siglo I a.C. En definitiva, las diferencias existentes entre las producciones de Campaniense B de Etruria y las correspondientes del norte de Campania son muy escasas. A nivel cronológico aún no parecen aclararse: en Cartago, en sus niveles de destrucción, aparecen algunos fragmentos, concretamente cuatro, de Campaniense B (forma Lamb. 6 todos ellos),

lo cual podría indicar que fue ésta la primera en exportarse; pero nos encontrarnos con el problema de las facies regionales, ya que en Hippona no parece encontrarse ningún fragmento que pueda asociarse a las B-oides. Et caso es que el pecio de Spargi, en Cerdeña, guárdaba en sus bodegas un cargamento de barniz negro procedente de la Campania Septentrional por tó que, ya en el 120 a.C., esta producción era exportada acompañando a las ánforas campanas Dressel 1A (TCHERN|A 1986) con timbres en osco (recordemos que las cerámicas de Teano, producídas en la Campania Septentrionat y de escasa difusión pueden presentar grafitos en esta misma lengua). Nos preguntamos si el cargamento de bamiz negro procedente del pecio de La Madrague de Giens pudiera asígnarse a estas cerámicas campanas B-oides, pero la escasez de datos respecto af tipo de pasta no nos permiten asegurarlo, si bien aparecen decoraciones de losanges y estrías poco radiales, elementos que suelen relacionarse con estas producciones. En el caso de ser así tendríamos una datación para la continuidad de la exportación de B-oides, en la mitad del siglo I a.C. (TCHERNIA et a|.1978). Tal vez el estudio de los principales pecios con cargamentos de cerámicas del Grupo ll podría darnos una idea de cronologías y asociaciones espaciales. A parte de los pecios de Spargi y La Madrague de Giens, enconlramos interesantes carga-

mentos.en el pecio de la Colonia de Sant Jordi (CERDA 1980). En Spargi encontramos Dressel 1 A asociadas a un segundo grupo de ánforas que no acaban de encuadrar perfectamente con la tripartición de Lamboglia de las Dressel 1, aunque podría aproximarse bastante a las 1 C (TCHERN|A 1986). Su cronología se sitúa alrededor del 120 a.C. La Madrague presenta, hacia la mitad del siglo l, una asociación de ánforas compuesta por Lamboglia 2, Haltern 70 y Dressel 1 B, composición muy alejada de la anterior, aunque bien podría ser por motivos cronológicos. Finalmente, el pecio de la colonia de Sant Jordi, datado en el último cuarto del siglo ll, presentaba entre su cargamento ánforas del tipo Dressel 1 A, Dressel 'l C, Lamboglia 2 y varias producciones menores (un ánfora de Kos, un ánlora de Knidos y un ánfora púnica Mañá C 2 c, según la tipo-

logía de Guerrero). Este último pecio presenta ciertos problemas cronológicos ya que, a juicio de Gue-

rrero, no parece anteríor al 100 a.C., por lo que habría que fecharlo en el primer cuarto del siglo I (GUEFIRERO 1986). Otro ejemplo lo tenemos en el pecio de Grand Congluoé ll, asocíadas las ánforas Dressel 1 A de Sestius (siglo l) con Campanienses B

de Etruria. Para mayor complejidad, el pecio Filicudi A presenta asociadas ánforas greco-itálicas procedentes sin ninguna duda de Campania, que tipológicamente deberían datarse hacia la mitad delsigto ll (TCHERNIA 1986). Esta cronología choca frontalmente con la propuesta por Morelde 180 ó 170 a,C. aunque se acerca bastante a la que en su momento propuso Lamboglia. En definitiva, todo parece indicar que, a diferencia de la Campaniense A, muy directamente asociada a greco-itálicas o a Dressel 1 A, las campanienses del "Grupo il» no Fárecen ligarse especialmente a ninguna de ellas. De esta forma, y tras lo anteriormente discutido, desde nuestro punto de vista, debería asociarse el término Campaniense B a las producciones propiamente etruscas es B-oide (o Cales, ya que en realidad podríamos decir que se trata de dos términos distintos para la misma serie cerámica) a las imitaciones producidas en el norte de Campania y las cerámicas del círculo de la B al resto de las imitaciones locales o regionales que se puedan atestar en cada zona.

c) lndiqueu amb quins criteris -o a partir de quins motius decoratius, si s'escau- identifiqueu els productes dels tipus següents: - Aretines de vernís negre. Definida como serie en lo§ años sesenta, recibió un fuerte empuje gracias a los estudios de los materiales procedentes de dos importantes yacimientos: Magdelensberg y Bolsena {SCHINDLER 1967; GOUDTNEAU 1968).

Tipológicamente, se centra en dos formas casi de forma abusiva: la pátera Lamb. 7 y bols exvasados de pared rectilínea y carena no marcada especie F2650. En ambas se encuentra una característica morfológica de indudable interés: una pequeña esco-

cia (resalte cóncavo) en la parte interna del pie que se desarrolla desde el plano de reposo hacia la pared interna de aqué|. Técnicamente, resulta difícil diferenciarlo de la Campaníense B de Etruria, ya que presenta un barniz francamente negro, clásico en algunas de las piezas más típicas del taller de verdaderas B etruscas. Una de las característica§ más interesantes de esta producción es la existencía de estampillas o

155

AM. Adroher A¡roux . A. López Marrc

timbres nominales que se disponen radialmente en la pieza y, circustancialmenle, en el centro de la m¡sma, tradición que se continuará en las cerámicas aretinas de barniz rojo (ROCA 1982). Ello parece indicar la existencia de un paso paulatino de uno a otro tipo de producción. Hagamos notar que pueden

vamente, los grupos de Byrsa podían asociarse a

darse algunos casos dd aretinas de barniz negro con timbre in planta pedis. En cierto modo, podría decirse que el taller de Arezzo continúa muchas de las tradíciones de la cerámica Campaniense B de Etruria. Posiblemente, nació como consecuencia de un deseo de imitación de ésta utilizando formas que provienen de aquélla (ta pátera Lamb. 7; el bol F2650 podría tratarse de una evolución de Campaniense B, ya que existen formas gue responden prácticamente almismo perfilen la producción del área=de Cosa). Las diferencias en cuanto a las caracterídticas técnicas son poco definitorias, puesto que arnbas tienen pastas claras y barnices muy negros (la diferenciación por un barniz más oscuro para la aretina nos plantea el problema

mento, y aún estamos en situación de revisión (como bien dicen los autores) estamos convencidos de que se reabrirán nuevos horizontes para estas series. Las producciones calenas se distinguirían por la

del barniz profundamente negro que presenta

el

pecio de Filicudi A, aur¡que este hecho pudiera relacionarse con alteraciones químicas debidas a procesos postdeposicionales relacionados con la salinidad del medio).

- Cerámica de Cales. Esta serie cerámica presenta algunos problemas que, en el nivel de conocimientos actuales, pueden empezar a solucionarse, aunque quedan muchos puntos aún por aclarar.

Habría dos series principales de cerámica de Cales: una primera, más antigua, correspondiente a las producciones con decoración de relieve, en que este es el único elemento que sería utilizado para su diferenciación hasta finales de los años ochenta, fecha en la que Luigi Pedroni publicó dos monografías con los resultados de unas prospecciones de superficie en la zona de Cales, demostrando que existía una luerte y poco conocida producción de cerámica «lisa» (por oposición a decorada) que coincidiría con una cronología que abarcaría los siglos lll y tl a.C. (PEDRONI 1986; PEDRONI 1990). Estos trabaios empezaban a demostrar, además, que las producciones asociadas a Carthago por Morel con el nombre de Byrsa 401 y Byrsa 661 podrían tratarse, en realidad, de producciones calenas. Poco tiempo después, esta idea empezaba a fructificar con la publicación de los materiales procedentes de distintas excavaciones de urgencia en la ciudad de Valencia y que correspondería, fundamental-

mente,

a

contextos de finales del siglo

Il

a.C.

(ESCHIVÁ, MARíN y FITVERA 1992), Los autores proponían y demodtraban en su trabajo que, definiti-

f56

hs

producciones norcampanas de Cales. Además, d+ terminan una cronología para eifinalde las import+. ciones a la Península lbérica que se eslablecería en relación estratigráfica con las importaciones de ánfo-

ras republicanas Dressel 14. A partir de este mo.

presencia de una serie de elementos. En primer lugar, por presentar un servicio de formas distinto al propio de la Campaniense A, si bien también utilizan algunos tipos como Lamb. 31, Lamb.36 y lamb. 55. Tampoco hay que olvidar que en la fase final de la producción calena se incorporan ígualmente series de formas provenientes del repertorio-de la B, como la Lamb. 6, o incluso la peculiar forma Paquinucci 127. Desde el punto de vista técnico, las pastas pueden ser beige con tonalidades verdosas, claras o rosáceas, en ocasiones con el interior de la pasta diferenciado en tonos anaranjados; presentan inclusiones micáceas;la arcilla es dura y compacta, aunque también existen variedades con pasta blanda y porosa.

En cuanto al barniz, es negro mate, con distintas variantes de tonos irisados, oscuros, etc, aunque este hecho puede depender también de los procesos postdeposicionales. Existen variantes con barniz poco adherente, frente a otras series con barniz de mayor calidad y mejor conservado en la superficie. Respecto a las decoraciones, Pedroni establecía cuatro grupos de decoración que incluían la decora-

ción de relieve, la sobrepintada, los grafitos (que el autor considera igualmente como elemento decorati-

vo) y las estampillas. Son conocidos los esquemas de decoración de medallón central sobre fondo interno, que incluyen una roseta compleja, animales, o escenas mitológicas o distíntos argumentos decorativos, no siempre interpretables. El conjunto de la producción con este sistema decorativo de relieve debe ser datada en el siglo lll a.C. Existe un grupo, muy escaso, de decoración sobrepintada que incluye motivos geométricos (téngase en cuenta la problemática teniendo muy próximo el taller de Teano) que en ocasiones se conjugan con elementos incisos muy simples. Sobre el problema de los grafitos no consideramos práctico entrar. dado que debe de tratarse de un problema particular de la distribución en la zona de producción. El material más extensamente pgblicado, ccmo el de Valencia, no parece presentar importantes elementos grafitados. En cuanto a la decoracíón estampillada, tenemos: palmetas radiales, sea de pequeñas palmetas o de

Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siglos ll

palmetas de metrología clásica; rosetas centrales aisladas, estampilladas figuradas aisladas, que pedroniconsidera que debería relacionarse con la aparición de motivos paralelos (muchas veces de carácter hercúleo) en emisiones monetales itálicas y magnogriegas. Todos estos elementos pueden aparecer conjuntamente, formando composiciones con palmetas y rosetas o palmetas y estampillas figuradas. No obstante, los tres grupos de estampillas mejor diferenciados son el grupo de estampillas cordiformes (datado básicamente en el siglo ll y primeros decenios del siglo I a.C.); las estampillas de rama

seca o espina de pescado (con prácticamente la misma cronología), y el grupo de las estampillas de lonsage, que asumíría la decoración del anteriormente denomínado grupo Byrsa, con losange de tres, cuatro, cinco o seis brazos y que deberia datarse muy a finales del siglo ll a.C. o, más bien, durante el siglo I a.C., hasta algo más allá de la mitad de siglo, posiblemente acompañando el final de la producción (PEDRONI 1 990). Por último, debe señalarse la existencia de timbres con una o más letras que pueden acompañar algunos de los mot¡vos decorativos que anteriormente hemos señalado, como los losanges. Nuestra propuesta, enlazando con los anteriormente dicho para el grupo de las campaniense de tipo B, es considerar como cerámica de Cales a las que anteriormente se defínían como producciones B-oides, siguiendo una idea que se trasluce, desde nuestro punto de vista, de forma muy clara en el artíeulo de los barnices negros de Valentia anteriormente mencionado (ESCR|VÁ, H¡RRíN y HIVERA 1992).

BLOC lll: CAMPANIANA C I ALTRES PRODUCCIONS a) Quina incidéncia tenen les importacions de Campaniana C aljaciment i/o área que estudieu? Prácticamente nula. En el interior sólo han podido documentarse tres fragmentos, todos ellos amorfos, uno de ellos procedente de una prospección arqueoIógiea de superficie del denominado yacimiento El Forruchu (Villanueva de las Torres, Granada), y los otros dos, procedentes de Cástulo (lám.4). El resto de los documentados pertenecen a dos yacimientos de la costa: tres fragmentos de Villaricos, todos ellos pertenecientes a platos Lamb. 7;y

dos de Adra, uno de ellos un borde de otro plato Lamb. 7, en tanto que el otro no puede adscribirse tipológicamente. Por tanto, a pesar de presentar material del siglo I a.C. en numerosos yacimientos de la Alta Andalucía, el porcentaje de Campaniense C es realmente mino-

ritario, ya que representa sólo el 2 "k de los materiales de barniz negro del siglo I a.C. teniendo en cuenta el valor que puede darse al material analizado (v. supra, en la introducción). La totalidad de los fragmentos se relacionan con los platos Lamb.7.

b) Heu detectat imitacions de Campaniana C?

(Si és així, quin origen atorgueu a aquestes

darreres? Por el momento no podemos hablar de verdaderas imitaciones de Campaniense C, si bien sobre el tema en cuestión volveremos con posterioridad en el capítulo de imitaciones diversas.

c) lndiqueu amb quins criterís -o a part¡r de quins motius decoratius, si s'escau- identifiqueu els productes dels tipus següents: - Vernís negre púnic. Volviendo a la problemática de los talleres calenos que se planteó anteriormente, consideramos con Es-

crivá, Marín y Rivera (ESCR|VÁ, MARíN y FI|VEBA 1992) que los talleres definicos por Morel como Byrsa 401 y Byrsa 661 deben ser elinninados como tales, pasando a formar parte de las producciones calenas de los siglos lll al I a.C. En consecuencia, al menos por el momento, Cartago dejaría de tener un centro productor reconocido, con expansión mayor que un régimen local o regionai. Quedarían, no obstante, dos grandes series que sí tenemos presentes en nuestra zona: por un lado, qué duda cabe, los talleres de Kouass, produciendo entre finales del siglo lV y finales del siglo ll a.C. Estos talleres suelen presentar una cerámica cje pasta porosa, color beige claro a anaranjado, con el corazón en ocasiones gris, en ocasiones rojizo o incluso marrón. Suele presentar numerosas vacuolas. El barniz, lejos de ser negro, es de color rojizo anaranjado, que puede recordar de lejos algunas producciones de clara B y cerámicas lucentes del sur de Francia de los siglo ll alV d.C., aunque no es necesariamente homogéneo ya que puede presentar puntualmente tonalidades marrones o grises iridiscentes. El barniz, aunque adherente, suele conservarse muy mal, pero sin llegar a descascarillarse. en sentido estricto; es normalmenie brillante y muy liso. Las formas suelen relacionarse con producciones antíguas, fundamentalmente los pequeños saltcellar Lamb.21125 B y los platos de pescado. Re-cientemente, Ana María de Villedary está llevando a cabo un estudio sobre un más que posible centro de producción de semejantes características presente en la bahía de Cádiz, producciones que sin duda entroncarían con las tradiciones a las que responden las del taller de Kouass^

157

A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

Este taller está presente en nuestra zona, aunque los datos son escasos:hemos documentado las dos formas anteriormente mencionadas (lám. 2, n. 1 al 3), incluso en el inter¡or, ya que existen dos platos de pescado, uno en Los Baños de Alhama de Granada y otro en El Cerro del Castillo de Abla, en Almería. En Adra, en el Cerro de Montecristo, hemos localizado una pieza correspondiente a un cuenco pequeño tipo Lamb. 211258. No obstante, no son las únicas producciones presentes de aire púnico. Existen otros materiales que consideramos que deben asociarse a producciones

aún por dilucidar (lám.2, n. 4 al 13). Por un lado, tenemos un interesante conjunto en Porcuna de tres pies de formas no cerradas, las tres del mismo tipo, dos de las cuales presentan decoración impresa de losange de cuatro brazos, al igual que las series de Kouass. El barniz es suave, rojízo con ciertos lonos oliváceos en el fondo interno, algo brillante en el interior y mate en el exterior, reservando el fondo externo de la pieza; a veces puede estar muy diluido. La arcilla es normalmente dura, aunque puede ser porosa, homogénea aunque-de fractura algo irregular, color beige claro con tonos verdosos, en ocasiones con el corazón de tonos grisáceos, con vacuolas y con desgrasantes de tipo micáceo. No sabemos nada sobre estas series, pero quizás más adelante, como consecuencia lógica deun sistema de comercialización por el Guadalquivir, puedan relacionarse con las producclones actua'lmente en estudio procedentes de la Bahía de Cádiz. Otra serie, que podemos definir como púnica, se entra en el yacimiento del Cerro de Montecristo de Adra. Se trata de dos platos de pescado, Lamb. 23 (lám.2, n. 11), tan queridos por fas tradíciones púnicas, con un barniz rugoso, de color marrón a rojizo, mate, de mala calidad, poco adherente, que cubre la totalidad de los fragmentos. La arcilla es rugosa, poco homogénea, de fractura irregular, color beige claro, casi amarillo, con vacuolas y desgrasantes visibles. Al tratarse de dos bordes de platos de pescado sin presencia de incisión junto al borde, podemos suponer una cronología para esk producción

del siglo ll a.C., o quizás muy a finales del siglo lll a.C., ya que iría rnás en la vertiente de una imitación de Campaniense A que de los talleres protocampanienses. Poco más podemos decir sobre esta producción al carecer de más elementos de análisis.

- lmitacions diverses. (Observeu una distinció entre aquelles imitacions que volen reproduir fidelment les característiques formals i técniques de les importacions i aquelles produccions comunes que s'hi remeten només pel que fa a la forma?)

t58

Dejando al margen las imitaciones a las que acabamos de hacer mención, que consideramos como propiamente producciones púnicas por encontrarse en zonas de ambiente claramente púnico con argu_ mentos decorativos, técnicas y tipologías distintos a otros ambientes, sí que podemos hacer mención de dos series de lmitación presentes en el interior. Se trata de dos series de pasta gris, ninguna de las cuales debió de presentar barniz en su momen_ to, pero que retoman formas propiamente campa_ nas, en concreto, de Camoaniense B. A nivel tipoló_ gico, se trata verdaderamente de imitacÍoneS, y no de inspiraciones o influencias, puesto que se trata de copias exactas de los barnices negros originales. No

obstante, no pueden sér consii:erados como verda_ deras copias en la medida en que, al menos desde los datos con los que contamos en la actualidad, pensamos que no debieron de presentar barniz en su superficie Las dos series de las que hacemos mención se localizan en el Alto Guadalquivir (con piezas presentes en Porcuna y en Cástulo) y en las altiplanicies granadinas (muy extendida en numerosos asentamientos, como veremos más adelanie). La primera de ellas, que llamaremos gris del Alto Guadalquivir o, más precisamente, producción gris oretana (lám. 3, 20 al 30), presenta una superficie alisada en el sentido del torno. La arcílla es rugosa, poco homogénea y de fractura irreg'.ilar, color gris ceniza en el centro y neEro o gris amarronado en el exterior, con numerosas vacuolas y desgrasantes calcáreos y micáceos. Por lo que respecta a[ reper-

..-

..

torioformal,enPorcunaencontramoSlatotalidadde las formas documentadas (Lamb. 1, Lamb. 6, Lamb. 7 y una poco conseguida Lamb. 36), lo que quizás l nos permitiera definir que el ceniro productor no debiera estar muy lejos de la zona de Obulco (Porcuna); en Cástulo sólo aparecen Lamb. 1 y Lamb.7. Al margen de estos dos yacimientos que parecen - centrar estas producciones, también exrste un fragmento en Puente Tablas, correspondiente a un fondo -.' de Lamb. 1. En cuanto a la cronología, el hecho de existir una imitación de Lamb. 36 podría hacer pensar que se inicia en algún momento del siglo li a.C. Pero, si tenemos en cuenta la escasa calidad de dicha imitación y que el resto del material imita claramente producciones de la Campaniense B,_consideramos que no podemos datar esta producción del Alto Guadal' quivir con anterioridad a inicios del siglo I a.C. Pens-emos además que las imitaciones, aunque no son perfectas, suelen ser relativamente buenas es la Lamb.36 la peor lograda de todas, lo que hace pensar que quizás las producciones originales que el I alfarero quiso imitar, no debían de ser yá frecuentes., .

en la Alta Andalucía entre los siglos ll y I aC

La otra producción de imitación corresponde a las grises de las altiplanicies y podríamos llamarla gris bastetana (lám.3, n. 14 al 1g): aunque bien tampoco presentan barniz, sí hay que decir que la calidad téc_ nica parece algo superior. Las imitaciones de las formas son prácticamente perfectas, como podemos observar en la imitación de Lamb. 4 presente en el yacimiento de Los Pinos, en Esfiliana (Granada, lám. 3, n. 15). Desde el punto de vista técnico, la pasta es homogénea y dura, con fractura lineal cortante, gris ceniza y alisada y bruñida en toda su superficie. No

presenta vacuolas y los desgrasantes sueles ser micáceos, aunque de pequeño tamaño. Las formas imitadas, documentadas hasta el momento, corresponden a originales de eampaniense B, como el caso que comentamos anteriormente de Esfiliana (Lamb:4), o el Cerro de los lnfantes (pinos puente, Granada), con una Lamb. 7; en Guadix las formas documentadas corresponden a Lamb. 1 y a Lamb. 7; también contamos con algunos ejemplares en el yacimiento de Peñón de Arruta (Cogollos de Guadix, Granada), donde hemos publicado algunos ejemplares como un pie de Lamb. 1 y un perfil completo de Lamb. 2 (cONáLEz, ADROHER y LóPEZ 1997; fig. 3, 23 y 22); en Granada también existen ejemplares como elfondo de Lamb. 1 de la excavacíón de urgencia de la Calle Espino. en el banio del Albaicín (ADROHER et at.1992:frg_7, 1Z\. Todos los conteldos en que han aparecido se relacionan con niveles del siglo I a.C. sin que podamos conjugar ningún elemento gue nos hable de contextos claramente anteriores- La asociación con Campaníense y 'permiten B su indudable relación de imitación nos considerarque, dentro de este mismo siglo, posiblemente esta producción tuviera su datac¡ón inicial durante la primera mitad del siglo I a.C., quizás a partir de la segunda década (hay que consiCeraí un desfase er¡tre la llegada de las primeras Campanienses B). Otro elemenlo que tener en cuenta es la total inexistencia dé imitaciones claras de formas propias de la Cimpaniense A, por lo que deberíamos considerar que esta producción de pasta gris queda lejos cronológicamente de la aceptación de productos campanos en las intrabéticas septentrionales. Respecto a la datación final, la asociación en Guadix y en elAlbaicín con Terra Sigillata ttálica nos permitiría aceptar una fecha entre los años 30 y 10 del siglo I a.C., a [a espera de mayor precisión estratigráfica.

BLOC IV: QÜESTIONS GENERALS a) Com caracteriEeu la facies de s. ll aC en el iaciment i/o área en qué centreu la vostra recerca?

El siglo ll a.C. debería de estar en manos, mayoritariamente, de la producción de Campaniense A. En la primera mitad de siglo, en el interior existen otras producciones como ef taller de Kouass, en tanto que en la costa se complica algo más pues, además de este taller, existen otras producciones de imitación locales o regionales. Por fases, podríamos considerar lo siguiente: - para la primera mitad del siglo ll a.C., existen talleres de Kouass y Campaníense A. Elprimero produce aún platos de pescado; quizás más adelante, con otras excavaciones aparezcan formas como la Lamb. 28. La Campaniense A presenta platos de pescado o Lamb. 23, y el elenco de formas característico de la buena époia clásica de la Campaniense A: Lamb. 27ab, Lamb. 28, Lamb. 42 B, Lamb.49 y Lamb. 55, junto con alguna Morel 6g. Comienzan a

estar presentes algunas producciones de Cales,

como lo podría demostrar el plato de pescado existente en Adra y que se relacionaría con el grupo 1 de los identificados en Valencia (ESCRIVÁ, nlÁnífrf y RTVERA 1992);

- en la segunda mitad del siglo ll a.C., el repertorio pierde las formas viejas y se repondrá con tipcs como la Lamb. 6, Lamb. 7, Lamb. 27c, Lamb. 31, Lamb. 33b, Lamb. 36 y F2943, manteniéndose las Lamb. 27ab y Lamb. 55. Esta segunda mitad de siglo llevaría implícita la presencia de algunas piezas procedentes de Cales, concretamente del grupo 3 de Escrivá, Marín y Rivera, más tardío, al parecer, que el grupo 1, aunque dada su escasez no podemos identificar las formas:-se trata de un fragmento procedente de Cerro de los lnfantes de pinos puente y otro de Adra. No pensamos que existan verdaderas producciones de Campaniense B durante el siglo ll a.C. b) Com caracteritzeu la faeies de s.laC en eljaciment i/o área en qué centreu la vostra recerca? A. (100f¡5 a.C.). En el primer cuarto de siglo existen dos facies claramente diferenciadas: - en la costa, continúan las producciones de Campaniense A, con formas asociadas a la época tardía, como las Lamb. 5¿7, Lamb. Z7c, o la Lamb. 278b, así como alguna F2g43. Junto a ellas están presentes las clásicas formas de la Campaniense B, con un servicio prácticamente completo, con las for_ mas 1 , 2, 3, 4, S ó 7 y 8b; ltama la atención la total ausencia de la Lamb. 6, que sí está presente en el interior en porcentaje nada despreciable; - en el interior desaparecen por completo las campanienses napolitanas, que son totalmente sustituidas por Ia Campaniense B, con un servicio más completo que en la costa, con las formas 1,2,9, 4,

159

AM. Adroher Auroux . A. López Maroos

5 ó 7, 6, 8 y 10, si bien está claro el predominio del servicio Lamb. 1 con Lamb.5 ó Z. B. (75150 a.C.). Se mantienen claramente las diferencias existentes entre la costa y el interior: - en la costa existe una más que probable conquista casi total del mercado por parte de la Campaniense B. Nacen las imitaciones de esta serie: por un lado, las de pasta gris sin barniz, mayoritarias en las altiplanicies granadinas y muy puntuales en la costa, siempre asociada.a la forma 1;y, por otro lado, unas imitaciones propias de la costa, de barnices marrones y pastas poros-as, con imitación de formas del servicio de la Campahiense B;

- en el interior hay qúe incluir dos series que no existen durante el primel cuarto del siglo I a.C.: la aretina de barniz negro-(presente en Cástulo y El Albaicín) con formas ahiertas, grandes platos, y la producción propía de imitación en pasta gris, con las dos variantes de las qúe hacíamos mención con anterioridad: se trata de una imitación de la Campaniense B, salvo un caso, en el Alto Guadalquivir, que presenta una imitación de una forma de Campaniense A, concretamente la Lamb.36. C. (50/25 a.C.). La diferencia en la facies entre et segundo y el tercer cuarto de siglo es demasiado compleja, ante la total falta de datos. En el caso de que existiera una secuencia estratigráfica, qué duda cabe de que los barnices negros irían bajando en representatividad, dejando un hueco hasta que, al final de este cuarlo de siglo, emgezaría a hacer su aparición la terra sigillata itálica, como constatamos en El Albaicín y en Guadix, aunque resulta difícil precisar entre finales del tercer o inicios del cuarto cuárl to del siglo I a.C. D. \2511 a.C.). Los barnices negros prácticamente han desaparecido, si bien las importaciones de sigillata itálica no sustituyen, ni mucho menos, los porcentajes de cerámicas finas que ocuparon los barnices negros en su momento. Hacia finales de este cuarto de sigto, se inicia la aparición de la sigillata sudgálica, desapareciendo totafmente el vestigio de importaciones de barnices negros, aunque pudieran presentarse numerosos casos de amortizaciones que, en nuestra zona, difícilmente podemos determinar con precisión por falta de estratigrafías.

c) Quina visió teniu del final de les importacions de vaixetla de vernís negre i en quin moment e¡ situeu en et cas (o casos) sobre el qual desenvolupeu la vostra investigació? Poco podemos decir sin estratigrafía, por to que nos remitimos ai conjunto de problemas que se de-

160

sanollaron en el inicio de este trabajo, aunque corF sideramos que algunas reflexiones generales p drían ser oportunas. Durante mucho tiempo, se ha intentado definir una

línea de continuidad entre las dos grandes categg. rías cerámicas de semi-lujo que acompañaron al cambio de siglo en las culturas ribereñas del Medi_ terráneo Occidental, las denominadas comúnmente

campaniense y sigillata. Sin embargo, como bien se_ ñala Goudineau (GOUDTNEAU 1968), no se han so_

lidificado suficientemente los argumentos válidos

que suponen esta continuidad. Ei mismo autor nos señala dos factores que en la actualidad impiden el desarrollo de esta hipótesis:en primer lugar, la nece_ sidad de distinguir perfectamente los barnices ne_ gros de tipo "etrusco-campaniense» de producción

aretina de los vasos aretinos de barniz oscuro.

Ciertamente, hay que entrever las influencias de que hablan Gamurrini, Dragendorf o delVita (provenientes de Asia Menor o del Próximo Oriente), sobre los talleres de Arezzo; y quizás sea este el centro del problema, ya que difícilmente puede definirse como cosas claramente distintas algo que se supone una

eyolución interna, aunque con algunos influjos exógenos. En todo caso, se trata de definir esos influjos, así como de observar la introducción de estos en las estructuras mentales de los alfareros hasta que logran plasmar esas realidades extrañas a una pro-

ducción que durante algo más de un siglo ha

abastecido los mercados terrestres de ltalia, Galia e Hispania. EI segundo punto sobre el que incide Goudineau es la ausencia, hasta el presente, de marcas de alfarero absolutamente idénticas en una y otra producción, lo cual podría haber supuesto la demostración de una verdadera continuidad en ésta. Sin embargo, la idea de Goudineau, así como de otros autores, consiste en preconcebir una evolución lineal y progresiva entre ambas categorías, pero, ¿exisiió realmente esta evolución lineal? La respuesta, como veremos a continuación, no es evidente. Sitenemos en cuenta los elementos propiamente relacionables con la producción en sentido estricto, esta continuidad tendría una expresíón lógica, en la medida en que la importación de ideas relacionables con el inicio de la producción de Barniz Rojo (comúnmente utilizaremos los términos de sigillata para los barnices rojos y de campaniense para los barnices negros, aún conociendo el problema que plantea una denominación no completamenie correcta: en todo caso, de hacer mención de alguna producción en concreto nos referiremos a un problema particular que precisa de una concretización definitoria de la clase de cerámica deseada) debería de realizarse a través de elementos humanos ya experimentados en estas producciones y, por tanto, habría que

Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siqlos ll y I aC

que son rápidamente imitados en nuevos talleres que se crean en distintos puntos (eltaller narbonen-

hablar de una verdadera inmigración de orientales a la zona de Arezzo, o bien del ensayo de las mismas llevado a cabo por alfareros expertos en producciones de cerámica no relacionables con el barniz rojo, si bien influidos por las ideas de los alfareros del Este. O lo que es lo mismo, debería de existir una voluntad de cambio en la mentalidad de los propie-

se de Brams es un perfecto ejemplo de ello). Resulta curioso e interesante al mismo tiempo comprobar cómo el Golfo de León, zona de fuerte consumo de productos cerámicos campanienses y de sus imitaciones, es una de las primeras zonas que aceptan en su propio territorio talleres de sigillatas, imitando perfectamente todo el repetorio de la primera fase de Arezzo, donde escasamente se incluyen algunas formas que pudieran haberse inspirado en los tipos de barniz negro. Desde esta pers-

tarios de los alfares que permitiese la entrada de estas nuevas técnicas. El motivo de este cambio posiblemente se centre, de forma exclusiva, en un agotamiento en las producciones de campanienses. El Mediterráneo Occidental estuvo abastecido de cerámicas de barniz negro durante algo más de cinco siglos, adoptando, en un momento determinado, sus propias producciones evolucionadas direcfamente de los productos áticos. Así, desde mediados del siglo V a.C. pueden encontrarse las primeras imitaciones (dejando de lado las problemáticas de las imitaciones de cerámicas griegas orientales, como pueda ser la cerámica pseudo-jonia o, como se la denomina en la actualidad, pasta clara pintada, ampliamente repartida por el Golfo de León ya desde principios del siglo V a.C.) en la cerámica pseudo-ática de producción marsellesa (PY 1978) y, posteriormente, las distintas imitaciones del sur de ltalia y de Etruria que, durante aIgún tiempo, conviven con sus modelos, para

pectiva, parece claro que se trata de una inmigracíón

de alfareros itálicos. Distinto pudiera ser el caso de La Graufesenque donde, desde la segunda mitad del

siglo I a.C., puede comprobarse la existencia de producciones de barniz negro imitando tipos campanienses (Lamb. 2 y Lamb. 7, por ejemplo, dos de las formas más consumidas en la Galia mediterránea durante este mismo siglo), y que evoluciona por sí

misma a través de distintos experimentos para encontrar, en torno alperíodo del20/10 a.C., las mismas formas en barnices rojos claramente experimentales (para un análisis más profundo deberemos esperar a Ia publicación de estos materiales que en la actualidad preparan B. Hotfmann y A. Vernhet quienes, gentilmente, nos han permitido observarlos en el depósito de excavaciones de La Graufesenque). Sin embargo, leios de los que pueda pensarse, se ha documentado desde et siglo lV a.C. una serie de experimentaciones en barnices ioros en distintos puntos de ltalia, fundamentalmente Apulia y Etruria.

desembosar, en el último cuarto del siglo lV en un mercado que, abandonado por los productos áticos, empieza a cubrirse de múltiples talleres occidentales, para continuar con un verdadero monopolio sin competencia desde finaies del siglo lll de los talleres napofitanos de Campaniense A; hasta que, desde mitad del síglo ll comienzan a exportar fuertemente

En el primer caso, se han tratado de relacionar. con las posteriores sigillatas, pero ni la cronología ni la tipología nos permiten aceptar esta relación, al

otros talleres que darán al traste con este monopolio.

Las formas evolucionaron desde el siglo Vl al I a.C., pero no excesivamente: talleres como la Campaniense A pueden definirse como arcaizantes en sus formas, reconvirtiendo algunas de ellas sólo a partir de imitaciones de algunas formas de Campaniense B, uno de los talleres más renovadores desde el punto de vista del diseño. En el seno de estos talleres puede observarse una fuerte tendencia a la simplificación hacia formas abiertas, obviamente por motívos comerciales. lgualmente los esquemas decorativos sufren un proceso de simplificación, de modo que el producto resulte de menor coste al precisar de menos tiempo de preparación y de una mano de obra menos cualificada. Aproximadamente desde el 25 a.C. empezamos a observar una progresiva sustitución de la cerámica campaniense por la sigillata, la cualtampoco resulta demasiado homog¡énea en sus distintas versiones: así, at parecer, el taller de Arezzo implicaría un nuevo repertorio de formas, evducionado, variado y con perfiles complejos

'

menos en el sentido de causa-efecto (RONZANI 1978); en Papena, en la primera mitad del siglo ll, existen unas fuentes sin pie que pueden presentarse indistintamente en barniz rojo o en barniz negro (PHILIPS 1967);otros casos en este sentido se pueden ver en Volterra en el siglo lll (CRISTOFANI y CRISTOFANI MARTELLI 1972; MONTAGNA PASQUiNUCCI1974, en Roselle también en el siglo lll (BOCCI 1965) o en Cerveteri (MOREL 1981). Durante los siglos lll, lle incluso l, existen producciones de barniz rojo características delárea púnica, siendo unas de las más perdurables las producciones ibicencas (AMO DE LA HERA 1970; GUERRERO 1

e80).

Las cerámicas de barniz rojo, por tanto, no han nacido de la nada, pues, como acabamos de comprobar en el occidente Mediterráneo, se han producido desde el siglo lV en adelante (por no hablar de los barnices §os fenicios, cuya técnica es bien distinta). No cabe duda de que resulta poco probable

161

A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

que el nacim¡ento y éxito de las producciones aretinas tengan relación con todos estos talleres. En todo caso se comprendería dentro de la tendencia etrus-

ca de comprobar nuevos sistemas decorativos:

el

éxito hubiera podido devenir del agotamiento en el repertorio de las cerámicas de barniz negro. Debe-

mos observar, en este.sentido, que las primeras regiones donde se comprueba un fuerte avance de los barnices rojos son zonas de interior: la sigillata aretina representa el máximo exponente de una tendencia que se inicia con las producciones etruscas de barniz negro Campanlense B en elsentido de utilizar progresivamente ú-n sistema de exportación terrestre. De todas forma§, no es hasta el inicio de la producción de sigillata cúando la exportación cerámica por tierra toma un auge espectacular, aunque se complemente con laexportación marítima (véase

en este sentido el pecio Culip lV). Quizás podría plantearse la posibilidad de que esta exportacíón terrestre se relacionara con la existencia de mercados primarios perfectamente conocidos y controlados, mientras que en el caso de los barnices negros, como se demuestra por la existencia de algunos pecios (fundamentalmente los antiguos como El Sec), el comercio marítimo se podría relacionar con una exportación no intencionada, o lo que es lo mismo: el alcance territorial de las piezas no estaba directamente controlado por unas redes definidas desde el centro productor, sino desde los centros redistribuidores.

Otro tema que apunta Goudineau es el de la determinación de una continuidad entre una producción de barniz negro y otra de barniz rojo: ese caso puede darse en la cer{mica aretina. Tipológicamente, esta evolución parece clara; no vamos a meternos en el análisis de todas las formas, pero sí que observamos que las dos formas fundamentales existentes entre las producciones aretinas de barniz negro aparecen posieríormente entre los barnices rojos arcaÍcos: las formas Lamb. 7, asocíada a la Goudineau 1, y la forma F 2650, asociada a los tipos 2 y 5 de Godineau. También puede observarse esta relación tipológica en algunas formas de sigillatas, con una evidente relación entre la forma I de la sigillata oriental A (S.O.A.) y la forma Lamb.23 de barniz negro; lo mismo sucede, dentro de esta clase cerámica, entre la forma 3 de la pátera campaniense Lamb. 7, o la forma 16 de S.O.A. y la 33 de Campaniense A. En los timbres o marcas, ya hernos comprobado que existe una evolución lineal (HOCA 1982). Las marcas de las aretinas de barniz negro encontradas en un pecio entre las islas Plane y Riou, en el golfo de Marsella (LEOUÉMENT y LIOU 1976) así parecen demostrarlo: la estampilla Q.AF existente sobre algunos fondos, o, lo que para los autores

162 il..-

representa una variante, la marca Q.A, son defendidas como elementos demostrativos de la relación directa entre ambas producciones. Esta relaeión directa se puede interpretar desde dos puntos de vista: bien desde la evolución intrínseca de un mismo taller, bien desde el inicio del funcionamiento de un nuevo taller que recoja una tradición tipológica de la zona, aplicándole una técnica que ya era conocida con anterioridad. Sólo una excavación de los hornos correspondientes o unos análisis químicos de pastas y barnices pueden responder a esta alternativa. Las cronologías en el cambio de una a otra serie no parecen estar claras: para Morel, la producción de barnices negros termina a mitad del siglo l, hacia el 50 a.C. (MOREL 1981); para otros, como M. Py, esta cronología final habría que establecerla en el período comprendido entre el 30 y 20 a.C.. Sin embargo, en Ambrussum encontramos cerámicas de barniz negros en niveles del siglo I d.C. Desde nuestra óptica deben diferenciarse los elementos que relacionan el asentamiento investigado con las principales rutas comerciales: un hábitat relacionado estrechamente con el comercio cambiará más rápidamente sus hábitos, por ser más permeable a la aculturación, por lo que la fechación para las últimas producciones será necesariamente más alta; en cambio, un yacimiento de interior dará fechas más bajas por no estar directamente relacionado con estas redes de intercambio. paso, en definitiva, no se dará de forma homo=l génea en toda la cuenca del Mediterráneo Occidental, por lo que en cada facies, dependiendo del entorno económico y social en el que ésta se desenvuelva, se adoptará un sistema de transformación diferente, tanto en la cronología como en las clases cerámicas sustituidas y sustituyentes. También, y quizás en un paso previo al que acabamos de analizar, haya que distinguir entre fechaciones de producciones y fechaciones de amortización d* los últimos productos exportados: en el pecio de Grand Ribaud D (HESNARD et al.198B), fechado en elúltimo decenio previo al cambio de era, aparecen algunos fragmentos de barniz negro. Los autores plan-

tean la posibilidad de que se trate de restos de un antiguo cargamento, pero no nos parece acertada esta observación, ya que una de las piezas de este tipo aparece con trazas de reparación, por lo que resulta más creíble que se trate de materiales utilizados para el consumo de Ja propia tripulación. El caigamento estaba compuesto por cerámicas de barniz rojo aretinas, por lo que puede pensarse que los barnices negros ya habrían dejado de producirse. Observemos otros comportamientos en zonas donde la estratigrafía nos lo permite.

Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siglos ll y I aC

En Bolsena, el cambio en los porcentajes de campaniense y de sigillata se produce entre los niveles B-2C y B-2B, con cronologías situadas entre 30/15 a.C. para el primero y 1511 a.C. para el segundo. En el nivel más antiguo, el porcentaje de campaniense respecto de sigillata es de 3 a 1 a favor de aquélla; entre 15 y 1 a.C., la ratio se inv¡erte: Z a 1 a fiavor de la sigillata. Elcambio, pues, se produciría, según Goudineau, en un momento fechable entre 20

y 10 a.C.. Si observamos este cambio en torno a la facies ligur, tomando como yacimiento tipo el de Albintimilium, las campanienses y las sigillatas tienden a sobreponerse cronológicamente imbricándose, de modo que en los años próximos al cambio de era (tanto los previos como los posteriores), ambas cate-

gorías parecen convivir.-Es en el estrato V, cuya datación se sitúa ca. 10 a.C./2A d.c., cuando aparecen los prímeros fragmentos de campaniense, aunque en proporción nada despreciable respecto de la sigillata aretina: 25 campanienses frente a 60 aretinas (ratio = 2,4l.En el estrato Vl A la mayoría de campaniense resulta totalmente aplastante (LAMBOGLIA 1950). De modo que parece lógico situar la desaparición de la misma en un momento indefinible en pleno estrato V; esto parece rebajar ligeramente las cronologías de Bolsena. No obsiante, tengamos en cuenta que Bolsena puede tratarse de un centro receptor de primer orden, lo cual hace realmente incomparables los resultados de uno a otro. Desplazándonos ligeramente al oeste, en el sur de Francia, en Vaucluse, los pozos de la colina de Saint-Jacques en Cavaillon (DUMOULIN 1965), pueden servir igualmente de punto de referencia. En el pozo número 7 pudieron diferenciarse dos niveles, el superior delsiglo I d.C. y el inferior del siglo I a.C. En el primero de ellos no se describe la existencia de

ninguna campaniense, mientras que en el segundo son localizadas numerosas clases de ésta, e igualmente, se encuentran distintos vasos de sigillata. Al parecer este segundo nivel fue rellenado progresivamente durante la segunda mitad de siglo. Así tene-

mos cieña concreción en un momento indefinioo

entre 50 y I a.C. Parecida combinación de campanienses y sigillatas pudo ser localizada en los pozos números'2,3, 4,5, 6, 8, 10 y 11. así como en las ficsas 1, 2 y 3, aunque en ningún caso en lasfosas funerarias, donde sólo se encuentran campanienses. Los datos que poseemos son, sin embargo. muy escasos. En primer lugar podríamos citar como elemento que tener en cuenta la importancia de los niveles correspondientes a la segunda mitad del siglo I a.C. Tengamos en cuenta que la ciudad de "Cabellio. consigue eltitulo de colonia latina augus-.

ta bajo el Xl consulado de Augusto, encontrándose

ya en el 23 a.C. monedas con la leyenda

COL. CABE. De todas formas, no parece haberse locallzado ninguna de estas monedas en los silos ni en las fosas, lo cual hubiera abierto una posible vía de solu-

ción a nuestro problema. Los datos con los que en este momento podemos contar son las cronologías que puedan relacionarse entre sí. El pozo 7 nos da una cronología situable entre 50 y 1 a.C. igual que el

conjunto homogéneo del pozo 11. El resto no presenta mayores precisiones cronológicas. En cuanto a las fosas-silo las tres suelen Car cronologías relativamente concretas, en torno a la segunda mitad del siglo I a.C., salvo el numero 3 que presenta materiales algo más tardíos. En el nivel superior de la fosa 'l encontramos algunos fragmentos de campanienses, cuando este nivel está separado del siglo I a.C. por un nivel estéril, lo que permite conceder cierla verosimilitud a la cronología de siglo I d.C. para estos fragmentos campanienses. En definitiva, sin poder, al parecer, precisar más, nos encontramos con que el inicio del cambio hacia el consumo de sigillatas se produce alrededor de la segunda mitad del siglo I a.C., mientras que aún se conservan campanienses hasta principios del siglo siguiente. La importancia de los fragmentos de sigillata, tanto en cantidad como en calidad, con referencia a las campanienses en los niveles inmediatamente anteriores a nuestra era, nos hace pensar que fue quizás durante el período en iorno al auge de la ciudad, alrededor del año 23 a.C., cuando se iniciasen fuertemente las importaciones de srgillatas, desplazando este mercado de campanienses. Pudiera ser interesante apuntar la existencia del pozo 12, donde aparecieron algunas campanienses y ninguna sigillata:sin ninguna duda, estamos en el siglo I a.C. En este pozo encontramos una lucerna tipo Dr. 2

(Warzenlampe), cuya cronología global se sitúa desde el '100 a.C., si bien proviene de una tradición itálica del siglo ll a.C., y puede llegar hasta los primeros años del siglo I d.C. (PAVOLINI 1987). Ricci presenta ejemplos que rondan la mitad de siglo (RlCCl 1973), entre los cuales se cuenta la localizada en el pozo 1 de Cavaillon, unida a sigillatas y campanienses. La ausencia de estas ú[timas nos podría situar en un TAQ de finales de¡ tercer cuarto del siglo. El hecho de que en el pozo 1 aparezca este tipo de lucerna asociada a sigillatas, quizás nos permita acercar eITPQ hacia la mitad de siglo, con lo cual podríamos tal vez acercar la llegada de las primeras sigillatas durante el tercer cuarto de siglo, y fechar el cambío definitivo de porcentajes campaniense-sigillata en un momento impreciso del último cuarto de siglo. Siguiendo en el sur de las Galias, en esta ocasión nos dirigimos hacia Lyon. Esta ciudad"fue fundada

f63

A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

sobre un hábitat indígena en el año 43 a.C. (sobre la problemática de la fundación v. GOUDTNEAU 1986). El hábitat previo al asentamiento delsiglo I a.C. pare-

ce haber decaído fuertemente, después de la primera Edad del Hierro, sin atestarse hasta el presente ningún hábitat entre los siglos V y l. Esto ayucja a definir más concretamente ciertas cronologías que pueden ser interesantes. En los niveles de la meseta de la Sarra (GOUDINEAU et at.1989), datados en LaTene D1 (120/100 y 60150 a.C.), no aparecen aún sigillatas y, sin embargo, sí encontramos campanienses de verdadera importación itálica según los mismos autores, aunque en m1ty escasa cantidad. Por el tipo de material aparecido:en torno a las excavaciones urbanas de la Flue d-e_s Farges, Clos du Verbelncarne y la fosa del Mu3eo, podría hacerse una datación TPQ situada enüe 50 y 40 a.C., perfectamente contemporánea a la fundación de la ciudad. Sin embargo, en los niveles más antiguos, no se han localizado fragmentos de campaníenses, lo cual define Ia ausencia de importaciones de esta categoría a principios del tercer cuarto del siglo I a.C. El problema se sítúa en torno al concepto de Lyon como fundación de nueva planta, sin tradición indígena, de lo que se deriva la relación elistente entre determinados tipo de importaciones y la existencia de un sustrato vinculado directamente con éstas. Elproblema que se plantea araízde esta realidad es la definición de las categorías cerámicas de semiIujo utilizadas por los habitantes de este asentamiento: a juicio de los excavadores, la datación exacta de los primeros contextos de Verbe-lncarne (Vl-1) deben situarse entre el 40 y 20 a.C., estableciéndose hacia el 40 a.C. la primera fase de construcción. Estos niveles de ocupación se definen como pobres, al haber aportado nada más que un fragmento de

cerámica aretína precoz. Quiere esto decir que el asentamiento fundado no correspondía a grandes dimensiones, por lo que las cerámicas de importación (en este caso aretinas), serían claramente escasas. Habría que esperar a finales deltercer cuarto de siglo, o a principios del último cuarto, para recibir la avalancha definitiva de cerámicas de barniz roje Nos encontramos, pues, ante una fecha que antecede fuertemente al 25 a.C. con referencia al cambio de categoría cerámica de semilujo recibida en importación. Sería un caso parecido al de Olbia, reocupada hacia el 40 o el 30 a.C. sin presentar ya importaeiones de campanienses; en Narbona, uno de cuyos depósitos excavados por Y. Solier y datado en torno al 30 a.C. contiene un importante número de aretinas

y ningún fragmento de campaniense; o el estrato V de Albintimilium, datado por Lamboglia entre el 40 y el 20 a.C., donde ya la campaniense resulta claramente residual (MOFIEL f 978). Sin embargo, no es

menos c¡erto que en Nimes, en torno al 15 a.C., se presentan contemporáneamente los materiales de sigitlatas y de campanienses (PY 1981). Respecto a esta excavación, resulta curioso señalar la importan_ cia que suponen, porcentualmenle, las imitacicnes de Campaniense C proCucidas por los talleres regionales y que implican una prolongación en la cronología de los barnices negros. En el sondeo de la Tour Magne, en la ciudad de Nimes, encontramos sigillatas de tipo itálico, como la forma Goudineau 13, cuya aparición esta atestada por este autor hacia el 20 a.C., y un sello P. HERT (P. Hertor.ius) cuya producción suele centrarse entre el 30 y el 1 a.C., asociadas Campanienses A y B, junto con imitaciones, al mismo tiempo, de campanienses y de sigillatas (py 1981a).

Si cambiamos de área geográfica, en Beaucaire, una serie de necrópolis presenta un material altamente significativo en Ia línea de nuestra discusión: así, la necrópolis de Colombes, datada entre principios del siglo ll a.C. y el tercer cuarto det sigto I a.C., entre cuyas sepulturas cabe destacar la número 5 (entre el 60 y el 25 a.c.) donde esiá ausente la categoría de la cerámica sigillata y aparecsn seis vasos de Campaniense A, una imitación y algunas lucernas. El problema cronológico 1ue se nos p.antea es absolutamente valorativo: el urnbral de tiempo en el que se sitúa esla tumba es demasiado amplio, sobre todo teniendo en cuenta que este iipo da hallazgos cerrados son expresión de una utilización puntual y no prolongada, como cabría esperar de un nivel arqueológico de habitación o de ocupación. Otra necrópolis, Les Marronniers (entre el siglo a.C.y el siglo I d.C.) plantea una problemática bastante interesante, ya que en dos de las 22 tumbas individualizables se encuentran asociadas las sigillatas a las campanienses: así, la tumba 1, datada en época de Augusto, contenía tres pla'tos de Campaniense C o imitación de forma Lamb. C 7 y un plato de sigillata itálica con marca C E, ent,re otios numerosos objetos;y la tumba 18, de la cual, a diferencia de la anterior, se conserva la totalidad del ajuar, entre el cual resaliaremos una copa de barniz rojo pre-aretina, un plato de sigillata itálica próximo a la forma 1 de Goudineau, juntc con varias piezas de barniz negro (una pátera de Campaniense A forma Lamb. A 28c, dos platos de imitación oe Campaniense C forma lamb.7 y una pátera de imitación de Campaniense A forma Lamb.2Bc), cuya cronología está en torno alúltimo cuarto delsiglo I a.C. En resumen, dieciséis tumbas con cronología, oe las cuales cuatro se datan en el primer tercio del siglo I a.C., tres en la segunda mitad del siglo I a.C., cuatro en época augústea (20 a.C.l2O d.C.) y cinco en et sigto I

rd.c.

en la Alta Andalucía entre los siglos ll y I aC

Le Sizen, una tercera necrópolis en Beaucaire, con una sola tumba definida arqueológicamente, arroja una cronologia de finales del siglo I a.C., concretamente en el último decenio previo al cambio de era. En ella aparecen, entre otros materiales, una copa de imitación campaniense derivada de la forma Lamb. A 28c, una pátera de imitación de campaniense derivada de la forma Lamb. B 7 , y una pátera de Campaníense A tormaStT,junto con un bol próximo de la forma Goudineau 13 en sigillata itálica, una pátera de forma Goudineau 23 con timbre CHESTI/L TEGIDI en cartucho a dos líneas y una pequeña pátera imitando ta sigiltata itálica (py 1979 b; PY 1981). Existen otros numerosos casos de pervivencias que llegan hasta el siglo I d.C. ya hemos citado el caso de Ambrussum (FICHES et at.1876: FTCHES 1978); también se ha documentado un Éso de un pozo reflenado entre el 20 y el 40 d.C. en cuyos estratos se encuentran unas variantes de barniz negro en barniz rojo (PY 1987). En definitiva, podemos aceptar una cronología situada entre finales del tercer cuarto del siglo I a.C. y principios del último cuarto def mismo para elfinal de la producción, y el primer cuarto del siglo I d.C. para las últimas amortizaciones.

11. Borde de Lamb. 23. Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: 81-N1-400. 12. Fondo de Lamb.3 (?). porcuna, Jaén. Sigta: 3889-5-26-2. 13. Fondo de Lamb.3 (?). porcuna, Jaén. Sigla: 5889-6-13-2. 14. Lamb.2. Peñón de Arruta, Jerez del Marquesado, Granada. Sigla: 26. 15- Borde de Lamb. 4. Los pinos (GH-ESF-06), Esfiliana, Granada. Sigla: GR-ESF-6-56.

16. Fondo de Lamb. 1. Calle Espino, Albaicín, Granada. Srgla: 3054.

17. Fondo de Lamb. z2-ilt-262.

Se. nos plantea el mismo problema que en la pregunta anterior. Y no podemos dar ningún tipo de respuesta en elactual estado de la investigación.

Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla:

18. Fondo de Lamb. 1. Peñón de Arruta, Jérez del Marquesado, Granada. Sigla: 128. 19. Lamb. T.Cerro de Los lnfantes, pinos puente, Granada. Sigla: sup.

20. Lamb. 1. Puente Tabtas, Jaén. Sigla: 60. 21. Lamb. 1. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: sin. 22. Lamb.36. Porcuna, Jaén. Sigla: Je20-90-3226. 23. Lamb.7. Cástulo, Linares, Jaén. Necrópolis de Los patos. Si_ gla].772126.

24. Borde de Lamb,6. porcuna, Jaén. Sigta: ABS-14-24-69. 25. Borde de Lamb.5 ó 7. porcuna, Jaén. Sigla: Je2O-90-3221. 26. Borde de Lamb.6. Porcuna, Jaén. Sigta: JB20-90-3226. 27

cronológic percebeu entre les darreres recepcions i I'amortització dels darrers recipients en estrats argueologics ? - Quín lapse

'1.

. Borde de Lamb. 7. Porcuna, Jaén. Sigta: SBB9-5-33_45.

28. Borde de Lamb. 6. Porcuna, Jaén. Sigla: A83-11-24-67. 29. Borde de [amb.7. Porcuna, Jaén. Sigla: Je2O-90-3-29. 30. Fondo de pieza indeterminada. porcuna, Jaén. Sigla: SBgg_S17-68.

31. Fondo de Lamb. 7. Cástuto, Linares, Jaén. Sigla: s/n. 32, Fondo de Lamb.7. Viltar¡cos, Almería. Sigia: 15945. 33. Borde de Lamb. 5 ó 7. Cero de Montecr¡slo, Adra, Almería. Sigla: M-N9-137.

usrADo

DE MATERTALES pRESENTADoS EN

r-Án¡l¡r¡s

1. Fondo de Lamb. 23. Abta, Atmería (At-Abt-037). Sigta: ABL37021-25.

2. Fondo de Lamb.23. Baños de Alhama, Granada. Sigta: 1459. 3. Fondo de Lamb. 21125P- Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: ME-Vl-10.

4. Borde de Lamb. A2-ENWE.42.

5. Borde de Lamb.

1. Cerro

de Montecristo, Adra, Almería. Sigla:

1. Cerro de Montecrlsto, Adra, Almería. Sigla:

A2-ENWI-197.

6. Lamb.24. Villaricos, Almería. Sigla: 79755.

7. Lamb. 2ltzsA.Villaricos,Almería. Sigla: 79751. 8. Borde de Lamb.27. Villaricos, Almería. Sigla: 76022+Vg66. 9.-8orde de Lamb. 31. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla:2-L-T.5 J0. Borde de Lamb.6. Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: 81-N2-73.

34. Borde de Lamb. 7. Villaricos, Almería. Sigia: 1S4g9. 35. Borde de Lamb.7. V¡l¡aricos, Almería. S¡gla: 154A6. 36. Borde de bol, serie F1200. puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sígla: Z-CT.Z.

37. Borde de bol, serie F1200. Cerro de Los lnfantes, p¡nos Puente, Granada. Sigla: pp A-2. 38. Fondo indeterminado. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla:202. 39. Fondo indeterminado. porcuna, Jaén. Sigla: SBgg-S-33-17.

40. Fondo indeterminado. Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: B1-N5-137.

41. Borde de Lamb. 23. Cer¡o de Montecristo, Adra, AlmerÍa. Sigfa: 81-N1-260. 42. Fondo indeterminado. porcuna, Jaén. Sigla: SBBg-S-33-4g. 43. Borde de Lamb. 1. Los Baños, Alhama, Granada. Sigla: 1500.

44. Lamb. 1. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: 112. 45. Borde de Lamb. 1. Puente de Noy, Atmuñécar, Granada. Sigla: Z.D SUP.

f65

A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

46. Fondo de Lamb. 1. Villaricos, Almería. Sigla: 15500.

81. Lamb.36. El Majuelo, Almuñécar, Granada. Sigla:1(}3-

47. Fondo de Lamb. 1. Los Baños, Alhama, Granada. Sigla: 1509.

82. Lamb. 55. El Majuelo, Almuñécar, Granada. Sigla:326-

48. Borde de Lamb.2. A|-BA-01, Almanzora, Almería. Sigla: AL-

83. Lamb. 55. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla:1m66-

BA-01-9.

84. Borde de Lamb. 34. Puente de Noy, Almuñécar,

49. Lamb.2. Puente de No¡ Almuñécar, Granada. Sigla: 10713. 50. Borde de Lamb. 4.Cerrode Montecristo, Adra, Almería. Sigla: 81-N2-1 17. 51

85. Lamb.34. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla:T22 86. Lamb.27ab. Villaricos, Almería. Sigla:76872 T.29.

. Fondo de Lamb. 3. Los Baños, Alhama, Granada. Sigla: I 499.

52. Lamb. 3. Villaricos, Almería. Sigla: 14238.

87. Lamb. 27ab. El Majuelo, Almuñécar, Granada. Sigla: 324. 88. Lamb.28. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla: 107¡t6-

53. Borde de Lamb- 4. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: C.8.

89. Lamb. 28. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla:

54. Fondo indeterminado. Miradoide Rolando, Albaicín, Granada. Sigla: s/n.

91. Lamb. 8Bc. Puente

56. Lamb.7. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. S¡gla: 10674. 57. Borde de Lamb. 7. Villar¡cos,-ÁlmerÍa. Sigla: 15466. 58. Borde de Lamb. 7. La Muela, Cástulo, Linares, Jaén. Sigla:

1

de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla

0392.

92. Borde de Lamb.88. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla: PN-80-ll-SUP. 93. Borde de Lamb.27Ba. Puente de Noy, Almuñécar, Granada.

76AX/165.

59. Borde de Lamb.5. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: C/2.3 S. N-E.

Sigla: Z-B T.52.

94. Borde de Lamb.31a. El Majuelo, Almuñécar, Granada. Sigta

60. Borde de Lamb.5. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: s/n.

172.

Borde de Morel 68. Egido de San Sebastián, La Guardia, Jaén. Sigla: s/n.

95. Borde de Lamb. 33b. Puente de Noy, Almuñécar, Granada Sigla: Z-B T.52

62. Lamb.49B. Castellones del Ceal Hinojares, Jaén. Sigla: 13. 63. Fondo inoeterminado. Cerro Cepero, Baza, Granada. Sigia:

401L 64. Borde de Lamb. 49A. Al-Abl-37, Abla, Almería. Sigla: 48L37027. 65. Fondo indeterminado. Puente Tablas, Jaén. Sigla: E3

13

62.

66. Borde de Lamb. 28. Bugéjar, Almería. Sigla: B-L-421.

96. Lamb. 31a. Villaricos, Almería. Sigla: 79756. 97. Lamb.27c. Villaricos, Almería. Sigla: 14225. 98. Lamb. 27c. Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: Z2-llF 115.

99. Borde de Lamb. 42P¡c. Cerro de Moniecristo, Adra, Almería. Sigla: A2-ENWI-C266. '100. Fondo de Lamb. 33a. Villaricos, Almería. Sigla: 15502.

67. Borde de Lamb.27c. Santana, La Carolina, Jaén. Sigla:4035. 68. Borde de Lamb.27ab. Cástulo, Linares, Jaén. Sigla: 75tlxt86. 69. Borde de Lamb. 36. Cerro de Los lnfantes, Pinos Puente, Granada. Sigla: Cl-25143.

71. Borde de Lamb. 55. Cerro de Los lnfantes, Pinos Puente, Gra72. Borde de Lamb.

31 . Cerro de Los lnfantes, Pinos Puente, Granada. Sigla: Cl-25041.

73. Borde de Lamb. 5l7,Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla: MESUP 623. 74. Borde de Lamb.5. Cerro de Montecristo, Adra, Almería. Sigla:

3. Puente de Noy y El Majuelo, Almuñécar. Granada 5. Cerro de los lnfantes, Pinos Puente, Granada

6. Baños de Alhama, Granada 7. Los Pinos, Esfiliana, Granada 8. Peñón de Arruta, Jérez del Marquesadó, Granada 9. Abla, Almería

B1-N1-337.

75. Borde de Lamb. 5. Villaricos, Almería. Sigla: 15471

.

76. Lamb. 6. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla: T-18. .

78. Borde de Larnb.23. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla: Z-C SUP. 79. Borde de Lamb.23. Puente de Noy, Almuñécar, G¡anada. Sgla: Z-C SUP 80. Borde de Lamb.36. Puente de Noy, Almuñécar, Granada. Sigla: T.32.

f65

2. Villaricos, Almería

4. Albaicín, Granada

nada. Sigla: SUP.

. Lamb.6. Villaricos, Almería. Sigla: 14221

LISTADO DE YACIMIENTOS MENCIONADOS

1. Cerro de Montecristo, Adra, Almería

70. Borde de Lamb.23. Cerro de Los lnfantes, Pinos Puente, Granada. Sigla: PPn1lO38.

77

Z€

SUP.

90. Lamb.27ab. Villaricos, Almería. Sigla: 14380.

55. Borde de Lamb. 1/8. Albaicín,branada. Sigla: s/n.

61 .

G¡ar*_

Sigla: ZO T-22.

10. Cerro Cepero, Baza, Granada 11. AI-Ba-01 , Almanzora, Alrhería

12. Bugé.iar, Almería 13. Porcuna, Jaén 14. Cástulo, Linares, Jaén 15. PuenteTablas, Jaén 16. Castellones del Ceal, Hinojares, Jaén 17. La Guardia,

Jaén

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Contextos de bamiz negro en la Alta Andalucía entre

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Lámina 1 . Yacim¡entos mencionadas en el texto.

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Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siglos ll y I aC

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Lámina 3.

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A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

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Contextos de barniz negro en la Alta Andalucía entre los siglos ll y I aC

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Lámina 7. Platos de Campaniense A de la costa.

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A.M. Adroher Auroux . A. López Marcos

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Lámina 8. CampañiCi§e A de la costa.

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