\"CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO\".

May 20, 2017 | Autor: Ramón Gutiérrez | Categoría: Arquitectura, Historia de la Arquitectura, Identidad, Patrimonio Cultural, Patrimonio
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“CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO”. Prólogo del libro de Eliana Bórmida. ARQUITECTURA DEL PAISAJE. Ed. Lariviere. Buenos Aires. 2015. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO

Ha sido habitual en las últimas décadas del siglo XX incidir sobre dos aspectos que vinculan la identidad y el patrimonio, campo en que la reflexión generaba tensiones dialécticas que parecía difícil armonizar. La primera de ellas se refería a la identidad que era sustantivamente visualizada como algo instalado, de presencia cierta e inamovible, a la cual se hacían las referencias oportunas que permitían verificar su pertinencia. Otros sosteníamos, por el contrario, que la identidad era un proceso abierto en construcción permanente que se enriquecía paulatinamente en el proceso de integración de diversidades culturales. En países de población aluvional como la Argentina esto era más fácil de entender que en otros contextos. En un plano diferente, durante buena parte del siglo XX se privilegió la lectura patrimonial como una referencia basada en ejemplos de una antigüedad secular. Se pensaba que la historia daba en la persistencia de esas obras el matiz explícito que surgía de su calidad de preservación en el tiempo. Lo más próximo estaba lejos de alcanzar la categoría patrimonial en la misma medida en que carecía de la necesaria sedimentación y verificación en escalas de valores adecuados. Por eso muchos países recién valoraron la arquitectura del siglo XIX casi al terminar el siglo XX y la del siglo XX, sin embargo, está ya en el tapete en el siglo XXI. En la convicción de que la relación unívoca entre patrimonio e identidad es la clave fundamental para atender las políticas culturales y sociales que permiten personalizar a las sociedades, la identidad en construcción es capaz de renovarse permanentemente integrando las expresiones patrimoniales del siglo XXI. Con certeza, la amplitud que hoy abarca el patrimonio desde una óptica de lo tangible y natural a lo intangible y territorial, permite que esta acelerada construcción de identidades tenga la dinámica capaz de compatibilizar el generoso escenario de participaciones identitarias en países de extensa diversidad cultural. En esta mirada, la presencia de la arquitectura contemporánea se inserta con naturalidad como expresión de nuestro tiempo y adquiere características patrimoniales que se valoran no solamente en la calidad de sus propuestas, sino también en el respeto contextual de su inserción urbana o en la complementación ponderada del paisaje. El libro que tenemos hoy entre manos es una magnífica lección de cómo la realización de una arquitectura contemporánea de calidad, atenta a las tradiciones y respetuosa de su entorno, puede dar respuestas formales y funcionales que testimonian el resultado que habrá de ser entendido como un bien cultural del presente y un patrimonio cierto del futuro. Es la expresión de nuestro tiempo, de nuestras generaciones, de nuestro singular aporte a la construcción de esta consolidada identidad. Entre los méritos de las obras de los arquitectos Bórmida y Yanzón está, sin dudas, esta posibilidad de compatibilizar el espíritu del tiempo con el espíritu del lugar. En la escala del tiempo sus propuestas se nutren del rico proceso productivo con las innovaciones de

“CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO”. Prólogo del libro de Eliana Bórmida. ARQUITECTURA DEL PAISAJE. Ed. Lariviere. Buenos Aires. 2015. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO la tecnología y agrega a la arquitectura las nuevas funciones que la inserción de las bodegas en la realidad social les exige. A la vez el ámbito del lugar es ese territorio secular que conforma unos paisajes dominantes donde la mano del hombre potencia en su faceta cultural. Bodegas y paisajes han convivido secularmente articulados por los modos de vida de unas sociedades que construían sus identidades y las cambiaban a impulsos de historias sociales, económicas o políticas. En todas estas etapas podemos encontrar rasgos diferentes de ese patrimonio que testimonia facetas acumuladas de identidad. Las obras de nuestro tiempo van más allá de la producción y buscan insertarse con amplitud en unos planos de comunicación que refuerzan los rasgos de identidad de las formas de producción vitivinícola asociados a espacios complejos y a esos paisajes culturales propios de cada lugar. Aparece así el disfrute de un turismo que puede percibir los rasgos de esas identidades acumuladas e integradas a través del tiempo histórico pero, a la vez, el desafío que implica la innovación contemporánea sin obliterar las experiencias del pasado. Se trata de una arquitectura vinculada a la tierra, a los espacios diferenciales que define el piedemonte, los secanos naturales y los oasis artificialmente construidos, cada uno de ellos condicionando modos de vida y producción con identidades propias. Paisajes modelados por la mano del hombre que atento a la necesidad del regadío, fomentaba la forestación junto a las acequias y canales experimentando en unos primeros siglos distintas alternativas y avanzando territorialmente hacia el Valle de Uco, en tierras altas de espacios intermontanos que han recibido en las últimas décadas las nuevas creaciones de fincas vitivinícolas y plantaciones de frutales. Las secuencias históricas de las plantaciones prehispánicas, coloniales y decimonónicas manifestaron huellas que cambiaron desde el reducto doméstico familiar y las fincas conventuales de la economía planificada de los jesuitas, hasta los nuevos procesos de la revolución industrial con amplio cambio de escala. Una segunda mitad del siglo XIX donde el nuevo poblamiento de una inmigración calificada de profesionales y agricultores experimentados, así como la transferencia de cepas, posibilitaría no solamente el cambio de las formas de producción y las respuestas de una arquitectura ecléctica “italianizante”, sino también la diversidad cultural de alto impacto identitario. Este patrimonio que hoy buscamos rescatar en una mirada comprensiva de nuestra arquitectura industrial, fue sin embargo postergada durante casi un siglo por no responder a los modelos típicos de una concepción exclusivamente urbana, academicista y monumentalista. Hoy valoramos plenamente el equipamiento de los antiguos tinajones coloniales, de los barriles de roble, de las piletas de cemento y la infraestructura maquinista e ingenieril para asegurar la circulación interna de materiales, gentes y fluidos para las nuevas complejidades de ese maquinismo vanguardista que hoy es parte de nuestro pasado. Aquellos entornos rurales se nos convirtieron en nuevos poblados que han crecido o menguado en atención a la producción y la demanda a través del tiempo. Procesos de decadencia marcados por competitividades en la segunda mitad del siglo XX señaló la

“CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO”. Prólogo del libro de Eliana Bórmida. ARQUITECTURA DEL PAISAJE. Ed. Lariviere. Buenos Aires. 2015. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO necesidad de una renovación profunda en la conceptualización de bodegas que buscaron perfeccionar sus rendimientos y calidades pero también los significados de su presencia en el territorio mendocino. La transformación agrícola y enológica generó una nueva comprensión en una arquitectura contemporánea capaz de apropiarse de las experiencias externas y de las demandas de mercados globalizados que facilitaron servicios múltiples más allá de la especificidad productiva y la calidad del vino. Museos, restaurantes, centros de visitantes, centros de interpretación, librerías y otros elementos complementarios de comunicación adquirieron gravitación en estas nuevas arquitecturas. Es aquí donde el estudio Bórmida y Yanzón definió con claridad un programa arquitectónico que ensambló los valores del lugar con el respeto al paisaje y a las culturas propias de la evolución de la región con los requerimientos más complejos de los nuevos programas de las bodegas, todo ello sin soslayar la excelencia del proceso que llevaba de la viña a la decantación final en la bodega. En un ejemplo arquitectónico realizado a fines del siglo XX como las bodegas Salentein en el Valle de Uco, la concepción de articulación de arquitectura y paisaje fue una idea fuerza esencial, sobre todo atendiendo a la calidad del emplazamiento y manteniendo distancia con las promocionadas bodegas-objeto-formal que tenían éxito en Europa en esos momentos. Se trataba también de la configuración de un escenario donde junto a la bodega se habrían de añadir después una Capilla ecuménica y un Centro de Visitas que introducen a la bodega como remate de un proceso de circulación casi ritual. En este escenario dominante de la naturaleza, los valores de la madre tierra prehispánica conviven con las creencias afianzadas del cristianismo y los recorridos perpendiculares a la montaña exigen al volumen de la bodega la capacidad de dar una escala adecuada a tanta majestuosidad. La pequeña capilla construida en tapia de tierra apisonada recoge la tradición tecnológica de la colonia con una calidad sismorresistente. Espacialmente forma un pequeño atrio con fachada retablo y capilla abierta como memoria de aquellas iniciales formas de ritualización de cultos al aire libre. El Centro de Visitas avanzando hacia la bodega forma una “cancha” de patio abierto como forma de acceso al mundo del vino, con auditorio y salas expositivas con galerías exteriores. Aun atendiendo a la complejidad de

compartir espacios de comida, de venta de objetos y de manifestaciones artísticas diversas la generosa concepción espacial y una construcción cuidada y delicada muestran ponderadamente su acierto proyectual. Aquí los arquitectos recurrieron a una interesante propuesta de hormigón ciclópeo formado con materiales extraídos del lugar y lavados luego a presión lo que da una muy interesante superficie de textura y color.

La Bodega es el recinto final de un recorrido que permite arribar a un volumen compacto y ajustadamente austero con ladrillo a la vista. Una planta en cruz permite diferenciar funcionalmente los accesos de las áreas de trabajo de las visitas, mientras que dos cuerpos superpuestos de estructuras técnicas permiten el proceso de elaboración del vino que se conserva a nivel subterráneo en barricas de roble. La calidad y limpieza funcionalista del diseño contrasta con la hoy

“CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO”. Prólogo del libro de Eliana Bórmida. ARQUITECTURA DEL PAISAJE. Ed. Lariviere. Buenos Aires. 2015. CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y PATRIMONIO frecuente tarea de atender más a las diversas formas que a la función. En el interior, mediante el manejo de la escala, la luz y los elementos estructurales, se ha creado una cava que es la culminación espacial y semántica del circuito proyectado para conocer el conjunto. Esta obra, como otras del estudio de Bórmida y Yanzón, evidencia una nueva faceta de la construcción de esa identidad y por ende ratifica su aporte al patrimonio de nuestro tiempo que testimonia la continuidad de la esencia de un pasado y se proyecta innovadoramente hacia el futuro.

Arquitecto Ramón Gutiérrez, CONICET- CEDODAL.

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