Construcción de identidad nacional en la celebración de la independencia de Colombia

June 8, 2017 | Autor: I. Espitia Monten... | Categoría: Historia De Colombia, Antropología histórica
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Descripción

REVISTA LA MÚCURA Número 1 / Semestre II 2013 / ISSN 2357-6464 LA MÚCURA, pretende ser una publicación semestral en la que los estudiantes de antropología de pregrado y posgrado tengan la posibilidad de publicar sus artículos de investigación y todo su quehacer académico y cultural. Los objetivos de la Revista de Estudiantes de Antropología son ante todo crear un canal de comunicación entre todos los estudiantes del departamento, legitimando así el conocimiento estudiantil, promoviendo las investigaciones de los grupos estudiantiles, creando diálogos entre las producciones académicas y culturales de los estudiantes, y propiciando así un espacio en el que se ponga en discusión la labor ética, académica y política del antropólogo. - Universidad Nacional de Colombia / Facultad de Ciencias Humanas RECTOR / Ignacio Mantilla VICERRECTOR / Diego Fernando Hernández DIRECTOR BIENESTAR SEDE BOGOTÁ / Oscar Oliveros COORDINADORA PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS PGP / Elizabeth Moreno DECANO FACULTAD CIENCIAS HUMANAS / Sergio Bolaños DIRECTORA BIENESTAR CIENCIAS HUMANAS / María Elvia Domínguez DIRECTORA DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA / Marta Zambrano

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Kimberly Lucía Niño Castro, [email protected] Lina Marcela Quijano Godoy, [email protected] Jaime Gómez Rodríguez, [email protected] Jessica Manrique Trujillo, [email protected] Ivonne Espitia Montenegro, [email protected] PREGRADO ANTROPOLOGÍA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

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Resumen

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Para el aniversario número cien de la independencia de nuestro país, se planeó una gran conmemoración en todo el territorio nacional. No obstante, no fue organizada debidamente y los recursos destinados no fueron suficientes para tener una ostentosa celebración. Aun así, los esfuerzos se centraron en el levantamiento de numerosos bustos, la modificación de estructuras capitalinas, las fiestas, las exposiciones del renombrado Parque de la Independencia y, por supuesto, la exaltación de los próceres. Este artículo procura abreviar la investigación histórica que se realizó a lo largo de un semestre con documentos de archivo e indagación bibliográfica. Pretende abordar desde diferentes periódicos capitalinos de 1910 (con un especial énfasis en los meses de junio y julio) y algunos artículos recientes complementarios cómo se construyó una visión de identidad nacional centrada en la reconfiguración del espacio público y en la celebración del centenario. De igual manera, analiza cómo se relacionan los elementos simbólicos en la conmemoración, el fomento de la unidad nacional y el sentimiento patriótico, debido al protagonismo que se le dio a esta celebración para sobreponerse a los problemas sociales y económicos que afrontaba el país. Teniendo en cuenta lo anterior, surge la pregunta: ¿Cómo, con la celebración del centenario, se elaboró una identidad nacional? PALABRAS CLAVE:

Centenario de la independencia, Colombia, identidad, conmemoración, patriotismo

General de la memoria

SIMÓN FIQUE MORALES. BOGOTÁ, COLOMBIA. 2012

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Para la época anterior a este aniversario, en Colombia se desarrollaba una Asamblea Nacional Constituyente, cuyo fin era revisar las reformas que el general Rafael Reyes había emprendido en su quinquenio como políticas de Estado. El país mantenía una estructura política que giraba en torno a partidos fuertes que emulaban estructuras de naciones-imperio; liberales y conservadores ya se habían organizado en una Unión Republicana para evitar las decisiones arbitrarias de Reyes, provocando su huida aproximadamente un año antes de la finalización de su mandato. Tras la partida al exterior de Reyes, el general González Valencia es nombrado presidente encargado. Este restablecería la división político-administrativa de Colombia en los departamentos (que habían sido reorganizados por Reyes) con el ánimo de respetar la democracia y el acuerdo constitucional. Ello hizo que se vislumbrara la necesidad de fortalecer el control limítrofe —para lo cual se crearon intendencias y comisarias— debido a que se transmitía una imagen de debilidad estatal luego de los sucesivos conflictos internos presentados en el país. Con la conmemoración de la Independencia se tuvo la intención de crear unidad y patriotismo por medio de elementos simbólicos y cambios arquitectónicos, fomentado la necesidad de bienestar nacional para sobreponerse a los problemas que afrontaba la nación. Teniendo en cuenta lo anterior, podríamos preguntarnos cómo con la celebración del centenario, específicamente a través de los símbolos, la unidad republicana, el patriotismo y la reconfiguración del espacio público, se elaboró una identidad nacional.

Apreciaciones nacionalistas Diversos artículos de prensa fueron dedicados a las actividades del 20 de julio y a los sucesos considerados de mayor importancia en la independencia. Se quería mostrar una Bogotá bella e industrializada, promoviendo desarrollo y estabilidad económica. Para ello se realizaron diversas renovaciones arquitectónicas, así como la construcción de monumentos, placas conmemorativas y edificios especiales, a propósito del centenario. La principal modificación del espacio público se dio con la reestructuración del antiguo Bosque de San Diego y su renombramiento como Parque de la Independencia. Se le dedicó una amplia zona de la ciudad y en su interior se construyeron caminos, fuentes de agua, los pabellones para la Exposición, así como el Kiosco de la Luz donado por los hijos Samper1 y el Kiosco para Música por la Compañía Chaves y Equitativa. Cada pabellón de la Exposición tenía como objetivo exhibir el desarrollo de los oficios del país: la agricultura, la acuicultura, la industria, la maquinaria, las artes, las labores femeninas y la floricultura. Tomás Samper, tesorero de la Comisión Nacional del Centenario —a través del artículo del 18 de marzo, “Exposición del Centenario” del periódico de la Gaceta Republicana—, animaba a los lectores a inscribirse a los concursos de los pabellones y a donar dinero para la terminación de las obras. 1    Santiago, Antonio y José María Samper Brush,  hijos de Miguel Samper Agudelo, quienes fundaron la  empresa de Manufacturas de Cemento S.A., conocida  como Cementos Samper. 

¿Qué energía para la industria, que vitalidad para la producción puede presentar un pueblo que no pudo o no quiso celebrar su nacimiento a la vida independiente? ¡Que exhibición de aniquilamiento y miseria presentaría Colombia ante el mundo, si no pudiera disponer de fondos suficientes para celebrar la primera y más importante de sus fiestas patria: una solemnidad que se presenta cada cien años! [sic] (“Hora crítica”, mayo 31 de 1910)

Por esta razón surge la urgencia de concretar una identidad ‘nacional’, una República unida, que consolide la confianza. Samper habla en una entrevista con la Gaceta Republicana, el 16 de marzo, de la necesidad de vencer el egoísmo y la indiferencia para poder llevar a cabo la Exposición, y así mismo recalca la importancia de

unirse, no solo en ese sentimiento patriótico, sino en la industria y de esta forma fortalecer los vínculos internos de la nación. Un medio para enfocar la atención de los colombianos en esa ‘unidad’ es el centenario como símbolo de la nación. La Exposición se vuelve imprescindible dado que mostraría los productos de las regiones del país y facilitaría la difusión de redes comerciales. Fue pensada como moderna, al estilo de las grandes ciudades del mundo. Tratando de compatibilizar lo propio con lo moderno, igualmente sirvió como «alegoría a la pujanza y carácter del pueblo colombiano» (Ariza, 2010) y el impulso de progreso al que aspiraba la patria. Como se muestra en el periódico la Integridad Nacional: No miremos el estrecho y mezquino horizonte de las conveniencias partidistas, juremos en este año, centenario de los grandes heroísmos, que la patria esta antes que todo y que nos haremos dignos en adelante del respeto de los poderosos (abril 20 de 1910).

Al conseguir la libertad parcial que logran los países que dejan de ser colonia, empieza un proceso en el que generalmente las familias poderosas inciden en la adopción de modelos de gobierno, estilo de vida, producción y tecnología, para ser implementados en el territorio nacional. Este fenómeno, aunado a las tradiciones regionales y a las dinámicas propias de las luchas entre centralización y descentralización, dan origen a un panorama particular de la Colombia de 1910 en la que los dogmas modernistas, el control y el desarrollo del territorio se logran diseñando vías férreas, que luego transportaran estos dogmas, controles y desarrollos. La construcción del ferrocarril demuestra la clara intención de hacer eficiente la comunica-

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Ante el escaso presupuesto dado por el gobierno a la Comisión Nacional del Centenario (una junta dedicada al planeamiento del mismo) se abrió la Suscripción Popular, una convocatoria para el aporte de dinero desde los ciudadanos. Esta recolección privada en principio era dedicada a los miembros de la alta sociedad bogotana, pero al ver lo poco recaudado se incitó a todas las personas interesadas. No obstante, estos artículos no solo narran la falta de dinero sino que evidencian un miedo constante a la crisis económica y social. Hacen referencia a cómo una falta de conmemoración de la independencia, adecuadamente celebrada para los ideales de progreso de la época, y la falta de unidad patriótica llevarían a proyectar una imagen de debilidad hacia las naciones vecinas, quienes frenarían el apoyo económico y verían un territorio fácilmente conquistable. Sobre la financiación del centenario, en palabras del periódico El Centro:

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ción entre regiones y la producción nacional como sinónimo de poder territorial, acomodándose de esta manera a la concepción de país, que hasta entonces era consecuencia de las políticas del general Rafael Reyes bajo el lema «menos política y más administración». De igual forma, la Colombia de esos días cambiaba su cara, buscando en el renombrado estilo europeo de dominar la naturaleza, el ejemplo estético y tecnológico a aplicar durante las siguientes décadas. La apropiación del territorio es un elemento central en la celebración, ya que es una forma de materializar el sentimiento patriótico. La promoción de la identidad nacional también se dio mediante la erección de numerosos monumentos que en su mayoría eran bustos de próceres de la independencia, los cuales se ubicaron en los principales lugares de la capital. Son símbolos de fuerza y gloria de una época dorada para la patria, sirviendo así de  inspiración para la construcción de una nación moderna, civilizada y con una tradición cultural propia (Loaiza, 1910). Tal era la importancia de las estatuas que se invirtió tiempo y dinero considerable en su manufactura con materiales y diseños europeos, una atención que no se le dio a otros ámbitos de la celebración. Cien años van de cumplirse desde el día en que por primera vez se oyó entre nosotros el grito enérgico de ¡libertad!, dado por un pueblo pacífico y virtuoso (Integridad Nacional, abril 13 de 1910).

En general, el día de la inauguración de las estatuas se realizaba un breve discurso, seguido de una misa, una exposición de armas o una parada militar y la coronación del monumento. Esta secuencia se realizó con las estatuas de

Bolívar, Nariño, Santander, Ricaurte y Policarpa Salavarrieta. Estos personajes eran para la época los ‘Padres de la Patria’, representaban la idealización de la nación, en la cual era necesaria una apropiación del territorio patrio. Un gesto oficial para recordar las acciones de los soldados, fue un monumento donado por la Sociedad Unión inaugurada el 31 de julio de 1910 —en memoria a los héroes desconocidos de la independencia—. Respecto a este tema en el periódico El Gráfico se hizo una breve nota sobre personas del común que habían participado en la guerra, como ejemplares ciudadanos. No obstante, nunca se tuvieron en cuenta por la Comisión Nacional del Centenario y no fueron incluidos como símbolo oficial —o nacional— en la celebración. A pesar de que el centro de las celebraciones fueron los próceres y las guerras, se realizó un reconocimiento a las comunidades indígenas dentro del Parque de la Independencia, al lado de los grandes héroes y los pabellones de progreso de la Exposición; se ubicaron dos estatuas de San Agustín —traídas a la capital en 1906 por Rafael Reyes— que «permitió por primera vez que se relevara y se legitimara en un espacio público, a sociedades milenarias que habían habitado en el territorio colombiano en la época prehispánica» (Botero, 2006).

Críticas Fueron pocos los periódicos que objetaron sobre aspectos de participación y manejo de la celebración de este primer centenario. Al leer la prensa que refería la celebración, se hace obvia la centralización y falta de crítica en los asuntos nacionales. Se contribuye al olvido de

Panamá el mejor ejemplo; el autor destaca la relevancia que se debe tener en la celebración del centenario para la creación de una organización geográfica que comprenda a cabalidad con el territorio de la nación. Dentro del marco de la celebración citadina se dio un gran énfasis a la conmemoración de ciertas figuras de la independencia. Su exaltación a través de los monumentos, nombres de las calles, entre otros, resaltan su papel como arquetipos de la nación. Las narraciones épicas que se construyeron alrededor de las historias de estos héroes, dejan de lado otros personajes (campesinos, indígenas y afro descendientes) que tuvieron gran importancia en las guerras independentistas. El centro de su recuerdo como ‘Padres de la Patria’ obedece a la idea de ser un pueblo heredero de personajes históricos que recogen los conceptos de amor por la nación, libertad y justicia. El prócer tiene las cualidades de ser guerrero, pensador, escritor y estadista; imágenes bajo las cuales se han forjado los personajes patrios a lo largo de la historia de Colombia (Tovar, 1997). Por esas características merecen ser recordados, honrados y hacer parte de la memoria. Se rememoran en monumentos y placas, y se archivan sus discursos y palabras, con el fin de que queden en la «conciencia nacional». La estatua o el monumento inmortalizan al prócer, que se ubica en espacios públicos para hacerle culto. Es una adoración a la muerte, a personajes que cargan en su historia matanzas por las guerras libradas en la independencia. No son recordados en su faceta cotidiana, sino que se da una metamorfosis a un ser idealizado. Se borra de la memoria sus aspectos negativos y queda de su identidad mortal, una imagen per-

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los héroes sin nombre, de aquellos sin los que no hubiera sido posible la independencia que se celebra. Y ante todo, en lugar de enfrentar de manera directa los problemas sociales, económicos y políticos del país, se busca encubrirlos. La queja de algunos periódicos como el Ravachol era que tanto medios como organizadores no se preocuparon por lo poco que se representaba la identidad de las diferentes regiones del país en exposiciones y monumentos, sino que se concentraban en la imagen moderna que debía dejar la capital. Desde artículos basados en resaltar solo los actos que se realizaron en Bogotá, hasta el hecho de ignorar otras celebraciones como carnavales y festejos regionales, que también reafirman el sentimiento patrio. Es importante resaltar que para la época los medios de comunicación no eran de fácil difusión por los altos costos de impresión, además que no siendo gratuitos, no eran asequibles para toda la población. En el artículo «De conveniencia nacional» del diario El Vocero (1910), se inicia una crítica frente al manejo que se la ha dado al país, a pesar del «progreso» que supuestamente ha logrado la nación en las últimas décadas. Dedicándose únicamente a embellecer la ciudad con instituciones, «hemos tratado de hacer antes, lo que debe venir después», viéndose como resultado un abandono en la prosperidad y bienestar de otras partes del país. Leandro Medina, autor del artículo, resalta la importancia de centrarse en las fronteras de la nación, especialmente cuando se encuentran con «vecinos por lo general inquietos y codiciosos». Precisamente el no otorgarle importancia a los territorios ‘frontera’ ha sido el principal causante de errores en el pasado, siendo la separación de

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fecta y romántica. Respecto a este tema, Bernardo Tovar Zambrano (1997, 146) explica:

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Esta tendencia se acentúa cuando el personaje amado y admirado ha desaparecido. Convertido en gloriosa imagen el personaje comparte la simbolización de determinados valores y normas de la patria y la nación. Erigido en un ideal del yo, el personaje adviene en su imagen como un objeto de identificación social.

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El culto a los muertos, y con ello su glorificación y veneración, es una forma de enaltecer y consagrar el orgullo patriótico en la larga duración. Es una forma de incitar la cohesión social bajo los símbolos de patria e identidad, asegurando una continuidad en el tiempo de esos ideales de nación. Con la celebración del centenario y al recordar a estos héroes, se invoca su imagen metafórica y se traslada al presente para hacerse permanente en la «momificación simbólica» (expresado en palabras de Tovar) y servir de puente entre las nuevas generaciones y el pasado. De igual manera, hay que considerar los elementos simbólicos contenidos en la celebración propiamente del 20 de julio. La rememoración del centenario, por mucho que fuera una fiesta excepcional, no se escapa de los fundamentos básicos de la típica celebración. Pasando por un momento social y político crítico, el festejo de los cien años de la independencia resulta ser la única solución para lograr una unificación no solo entre los territorios del país, sino también en conformidad con el gobierno de la época. Como ritual político cumple su función de legitimar el poderío del gobierno. Tanto los participantes como los organizadores de las actividades no fueron conscientes de su signifi-

cación, ni la connotación histórica y moral de los elementos presentes, que transformaron el pensar y el actuar de los ciudadanos y generaron un sentimiento de compromiso con la nación (Segalen, 2005). Durante el día de la celebración se realizaron eventos relacionados con la idea política e histórica que se quería inculcar. De este modo, las marchas hacia la plaza de Bolívar recorriendo los lugares de memoria, la existencia de un paisaje sonoro conformado por la interpretación del himno nacional y las voces de la gente, y la coronación floral de los monumentos, representaron las principales fases de la celebración. Es un medio unificador que genera una especie de «efervescencia colectiva»2 y un patriotismo. «Esta emoción colectiva solo puede surgir si todo el mundo se reconoce en los gestos y símbolos manipulados» (Segalen: 2005: 113). No obstante, la celebración no fue acogida de la misma manera por todas las personas. Los periódicos Gil Blas, El Ravachol y Thalia expresan en varias de sus páginas un desacuerdo frente al manejo de la financiación del centenario, puesto que consideraban más apremiante solucionar problemas de tipo económico y social, que centrarse en la celebración de esta fiesta. No les parecía oportuno gastar tanto en la conmemoración de una falsa independencia, en una victoria que cumplía 100 años, sabiendo que todos los ideales de justicia y libertad se habían derrumbado y, que la situación del presente demostraba un retroceso.. Por lo tanto, el 2

   Este concepto es elaborado por Emile  Durkheim y refiere a un sentimiento de identificación  colectiva, un fenómeno de psicología de masas y su  influencia en el individuo (Durkheim, 2007).

Conclusiones Plantear lineamientos para la construcción de lo que podría llamarse una ‘identidad nacional’ resulta inherente a la celebración del centenario. Norbet Lechner (2004) habla de la cultura y la historia como «las materias primas» con las que se confecciona la nación, razón por la que se hace preciso analizar los aspectos sobresalientes de esta festividad. Como se ha planteado en el transcurso del artículo, la identidad se desarrolló a través de principios culturales simbólicos y de sentido de pertenencia, así como los factores históricos de la reconfiguración territorial y del espacio público en el país y el olvido del tiempo presente. Tanto los preparativos como el día de la celebración fueron pensados por sus organizadores a manera de fiesta. Se vislumbra claramente como un ritual y como tal, cumple la principal característica de surgir como un espacio donde se liberan las tensiones sociales. En los cambios que se le dieron al espacio público está el concepto del despojo de lo antiguo, de lo indeseado, de la «muerte» de un

pasado sin progreso, razón por la cual se volvió fundamental un renacimiento del espacio, reflejado en la construcción de caminos, la demolición de casas viejas, etc. Esta reedificación estaba pensada para mostrar Bogotá —como estandarte de Colombia— transformada en una ciudad civilizada y acorde al progreso internacional. De forma análoga, las dualidades pasadopresente y muerte-vida encuentran su máxima expresión en los próceres de la independencia, para quienes el sacrificio estructura su condición de mártires. Son muertos traídos a la vida que configuran el presente y determinan un imaginario de hombre y patria. La tierra natal pasó a ser la patria, adquiriendo un sentido espiritual de unión, dado que allí residía la comunidad con la cual se sentían identificados los americanos. Ese «hijo revelado» representado por los próceres reemplaza la figura que derrotó, pasando a ocupar el lugar del rey: el del padre de la patria. Al establecerse la República, los héroes adquieren el carácter de mártires que como símbolos inmortales de la historia configuran la ideología de nación. Por lo tanto, a través de este imaginario del pasado se van elaborando memorias que construyen una identidad del país. Se conforma una historia que pretende unificar a la patria. En torno al culto de «lo muerto» se crea una memoria colectiva que se interpreta mediante las experiencias del presente. Sin embargo, memorias de diversos orígenes han sido menospreciadas en pro de una sola identidad que a través de este festejo se convirtió en una ‘memoria impuesta’, consecuencia de «mecanismos de olvido» (Ricoeur, 2004) a la creciente crisis que se vivía.

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año del centenario era tiempo de conflicto más que de celebración. La importancia de analizar la prensa radica en su función social. Como medio no solo informa sino que tiene la capacidad de manipular y configurar la memoria colectiva a futuro, especialmente por tratarse de un documento escrito. En las publicaciones examinadas se encuentra el discurso planteado sobre la fundación de la patria para la Colombia del siglo XX (Zapata, 2010), que ayudaría a estructurar la idea de identidad nacional.

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Ariza, C. (2010). La exposición del centenario de la independencia en Bogotá. En: Revista Virtual de Investigación en Historia, Arte y Humanidades, 1, 0, julio-octubre.  Bogotá. Disponible en: www.revistahistorik.com/descargas/La_Exposicion_del_Centenario_de_la_Independencia_en_Bogota.pdf   Botero, C. (2006). El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia: viajeros, arqueólogos y coleccionistas, 1820—1945. Instituto Colombiano de Antropología e  Historia. Bogotá: Universidad de los Andes.  Durkheim, E. (2007). Las formas elementales de la vida religiosa. México: Editorial Akal S.A. Lechner, N. (2004). Orden y memoria. En: Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política. Santiago de Chile: LOM Editores.  Ricoeur, P. (2004). La memoria ejercida: uso y abuso, Los abusos de la memoria natural. Nivel práctico: la memoria manipulada y Memoria personal, memoria  colectiva. En: La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.  Segalen, M. (2005). Lo secular y lo singular: la función comunicativa del rito. En: Ritos y rituales contemporáneos. Madrid: Alianza Editorial.  Tovar Zambrano, B. (1997). Porque los muertos mandan el imaginario patriótico de la historia colombiana. Repositorio Institucional UN, Biblioteca digital, Universidad  Nacional de Colombia, Departamento de Historia, pp. 125-169. Disponible en: http://www.bdigital.unal.edu.co/1520/7/06CAPI05.pdf   Zapata Villamil, M. (2010). La Celebración del centenario de la Independencia en la Revista del Centenario y El Gráfico. En: Historia Caribe, 17. Barranquilla:  Universidad del Atlántico. pp. 47-66.

B iBliografía AA. (31 de Mayo de 1911) Hora crítica. En: El Centro, Bogotá, mayo 31 de 1910, p. 1. Loaiza, M. (10 de Mayo de 1910). El bronce de Bolívar. En: La Ley, Bogotá. Medina, L. (28 de mayo de 1910). De conveniencia Nacional. En: El Vocero, Bogotá, p. 2.  Olarte, V. (13 de abril de 1910). Colonización de nuestras costas incultas. En: Integridad Nacional, Bogotá, p. 4.  ___________ (13 de abril de 1910). El centenario de nuestra independencia. En:  Integridad Nacional, Bogotá, pp. 2 y 3.  Samper, T. (18 de marzo de 1910) Exposición del centenario. En: Gaceta Republicana,  Bogotá.

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Dado que las características identitarias se van afianzando mediante experiencias comunes, aquellas planteadas con el centenario no concuerdan con la gran diversidad, saberes, orígenes, historias e intereses de las comunidades de cada lugar del país. Para la celebración del primer centenario de la «Independencia de Colombia» se reproduce la tendencia de enaltecer elementos mortíferos: una sacralización de la violencia. La configuración de las memorias colectivas y de los sueños del futuro, condicionan la concepción del orden político (Lechner, 2004) y el pasado. Se hace evidente que para 1910, la realidad tanto histórica como cultural y por ende su «identidad nacional» se construyó sobre el simbolismo de la muerte.

JAILI IVINAI BUELVAS DÍAZ. LA GUAJIRA, COLOMBIA, 2012

Mirada Wayúu

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