Constitución y Reforma agraria

July 17, 2017 | Autor: Y. Olvera Lara | Categoría: Derecho constitucional, Historia del Derecho, Derecho agrario, Historia de México
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Ensayos

Lógica Jurídica

CONSTITUCIÓN Y REFORMA AGRARIA* Olvera Lara, Yaomautzin O* Sumario: Introducción. 1. Breve repaso histórico. 2. Agrarismo revolucionario. 3. Agrarismo postrevolucionario. 4. Conclusiones. 5. Fuentes de información.

Resumen. La situación agraria en México, es de gran relevancia en cuanto representa una preocupación latente para los campesinos, que en nuestro país no ven satisfechas sus demandas, encontrándose en franco cuestionamiento a la eficacia y validez de la política agraria. Se muestra una evolución y desarrollo de las características de la política agraria oficial asumida por los gobiernos postrevolucionarios.

Palabras clave. Constitución, Reforma agraria, Ejido, Demandas, Política agraria.

CONSTITUTION AND AGRARIAN REFORM. Abstract. Current situation of farming fields in Mexico has growing very important as it represents latent concerns for countrymen, whose demands are not satisfied in this country, facing great criticism with respect to effectiveness and validity of agrarian politics being implemented. Later, it is shown an evolution and development of official agrarian politics principal characteristics that has been supported by post revolutionary governments.

Keywords. Constitution, Agrarian reform, Commons, Demands, Agrarian politics.

Fecha de recepción. 19/Octubre/2011. Fecha de aprobación: 1º Dictamen 08/Noviembre/2010. 2º Dictamen 15/Enero/ 2011. * Estudiante de la licenciatura en derecho. Ganador del Concurso de Ensayo organizado por la facultad de Derecho y el Instituto Universitario de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Colima. *

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Introducción. México, en una dimensión histórico-política, se encuentra entre las primeras naciones latinoamericanas que se lanzaron en la búsqueda de una solución al problema agrario. La Reforma agraria en México nació como consecuencia de la gran concentración de la propiedad de la tierra en unos pocos dueños con el fin de modificar la estructura de la propiedad y producción de la tierra. El tema, aunque muchas veces tachado de caduco, es de gran relevancia en cuanto representa una preocupación latente para los campesinos, que en el México contemporáneo aún no ven satisfechas sus demandas, encontrándose en franco cuestionamiento a la eficacia y validez de la política agraria. En las siguientes líneas se pretende mostrar la evolución y el desarrollo de las características de la política agraria oficial asumida por los gobiernos postrevolucionarios. El estudio de la realidad mexicana contemporánea y de la problemática agraria mexicana, a pesar de las reformas rurales emprendidas en el país, es resultado, en gran medida por los intereses de la clase dominante y el desgaste y desinterés mostrado por las autoridades en atender las preocupaciones de los campesinos. Lo anteriormente expuesto origina estas y otras interrogantes. ¿Cuáles fueron las causas que originaron un cambio de rumbo en la política agraria mexicana y como se ha venido desarrollando hasta nuestros días? ¿Qué hechos dieron origen al deterioro y desinterés por parte de las autoridades mexicanas en la producción del campo? ¿Cómo podemos de una vez por todas establecer un orden social capaz de satisfacer las verdaderas necesidades del pueblo? Para semejante empresa, es necesario examinar los orígenes socioeconómicos de la revolución mexicana, sus grupos participantes y los principios que inspiraron a los promotores de la reforma agraria, lo que se intenta hacer a continuación.

1. Breve repaso histórico. La historia de México está marcada por revueltas, insurrecciones, levantamientos, revoluciones y una feroz respuesta a cualquier intento de dominación extranjera… basta mencionar que de 1810 a la fecha han existido 298 pronunciamientos militares1. Con la Conquista de México, se estuvo bajo la dominación española por 300 años. Para lograr la tan

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VILLORO, Juan (2009), «Revolución, estate quieta, que ya te van a retratar», Revista Bi-Centenario, México.

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anhelada Independencia de México, se combatieron 11 años contra las fuerzas realistas, muriendo en ese lapso, 800 mil personas. Mientras se peleaban centralistas y federalistas en 1835 es que se pierden 2 millones de kilómetros cuadrados tras la separación tejana y 9 años más tarde, Estados Unidos anexionaría Texas en 1845. A los reclamos mexicanos le siguió la intervención estadounidense, misma que culminaría con la pérdida del 55% del territorio nacional, lo que hoy son los Estados de Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. 35 años fueron, con sus respectivos levantamientos, los que se necesitaron para establecer las instituciones republicanas, problemática que culminaría en 1861 tras 3 años de guerra para hacer respetar la Constitución liberal de 1857, lo que conocemos como la Guerra de Reforma. Vencidas las fuerzas conservadoras, recurrirían en el 62 a la segunda intervención francesa en México, que culminaría con la expulsión de belgas, austriacos, húngaros y hasta tunecinos que vinieron con los franceses para apoyar la invasión. Con la muerte de Juárez y el triunfo de la Revolución de Tuxtepec, Díaz se convierte en presidente del país, y haciendo suyo el lema: «Que ningún mexicano se perpetúe en el poder y ésta será la última revolución» se eterniza en el poder. Durante su gobierno los hacendados, latifundistas, comerciantes y clases privilegiadas se acapararon de la mayor parte de las tierras cultivables del territorio mexicano, cuestión que desfavoreció al campesinado que perdió las tierras comunales, creándose un caciquismo que semiesclavizaba al campesino. Tras 31 años de Porfiriato, es que se dan las condiciones para la Revolución Mexicana de 1910. Si bien, fue un periodo de mucha estabilidad y progreso económico en el país, existieron entre la población severas desigualdades sociales2. Se creyó y prometió entonces que la Revolución Mexicana resolvería los problemas sociales que aquejaban a las mayorías, eran voces de igualdad, de independencia, de democracia y justicia social que cada vez más se escuchaban en todos los estados de la república. Y es que en 1910, 90% de la tierra en Morelos, por ejemplo, se encontraba en manos de hacendados, que representaban aproximadamente 30 familias acaudaladas de ese estado3. Es claro, entonces, afirmar que una de las causas de la Revolución mexicana fue la desequilibrada repartición de la tierra y la difícil situación de los campesinos dentro y fuera de las haciendas de tipo feudal. SEP (1985), «Así fue la Revolución Mexicana: Crisis del Porfirismo», Gráficas Monte Albán, México. ISBN 968-29-08248. 3 ÁVILA ESPINOSA, Felipe (2009), «El ritual de Zapata», Revista Bi-Centenario, México. 2

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2. Agrarismo revolucionario. Con el Plan de San Luis, 2 mil 500 zapatistas se levantaron en armas en apoyo a Francisco I. Madero. A la victoria de Madero, es que surgen diferencias entre Zapata y éste último, pues mientras Madero creía en la restitución de tierras de manera lenta y mediante reformas, Zapata exigía la restitución inmediata a los campesinos que habían sido despojados de las mismas. Así, el 25 de noviembre de 1911, Zapata y Otilio E. Montaño lanzan el Plan de Ayala, documento que se convertiría en estandarte de su causa y de la ideología del campesinado morelense, y, posteriormente, en documento precedente al artículo 27 de la Constitución del 17. En él, se exigía la redención de los indígenas y la repartición de los latifundios otorgados durante el Porfiriato, además de afirmar que en vista de que Madero no había cumplido con lo que se le había prometido al campesinado, la lucha armada era el único medio para obtener justicia. La muerte de Madero unificó el enemigo entre las fuerzas revolucionarias nuevamente: Victoriano Huerta, el militar de extracción porfirista se había hecho del poder mediante un golpe de estado que destituyó a éste. Ahora sí, Zapata, Villa, Obregón y Carranza tenían en miras sacar al usurpador de la silla presidencial, cosa que hicieron en 1914 y que culminó con la entrada de las fuerzas de Obregón a la Ciudad de México. En medio de sendas discusiones entre villistas y carrancistas es que se da la Convención de Aguascalientes, una reunión que tuvo lugar durante el proceso de la Revolución Mexicana y que fuera convocada el 1 de octubre de 1914 por Venustiano Carranza. Como era de esperarse, los zapatistas no fueron llamados a la Convención, más aún, la opinión pública carrancista había presentado a Zapata, como lo hizo la maderista, como El Atila del Sur y a sus seguidores como una horda de delincuentes y criminales. Por años habían denigrado y estigmatizado a su movimiento con discursos llenos de perjuicios culturales y raciales que no lograron terminar con su movimiento. Sin embargo, uno de los primeros acuerdos de la Convención fue enviar a Zapata una misiva para que se hiciera representar según el número de sus fuerzas (1 por cada mil soldados). Optó Zapata entonces por enviar a una comisión integrada por 26 personas dirigidas por el periodista Paulino Martínez, quienes quedaron en calidad de observadores, participando en los debates y exigiendo se les dejara votar. En las sesiones, villistas y zapatistas expusieron sus ideales, logrando persuadir con una retórica social a las fuerzas carrancistas y obregonistas, que pugnaron por el retiro de Carranza como Primer Jefe. De esta manera se complicaron los planes de Carranza, que Mayo 2011 • Universidad de Colima

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jamás concibió a la Convención como una asamblea depositaria del poder revolucionario, como así lo creyeron la mayoría de los insurrectos. El Plan de Ayala zapatista, en su fracción 12, preveía que una vez se encontraran las fuerzas rebeldes en el poder, se convocara a una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos estados (muy parecida a la de la Convención), con el fin de que éstos nombraran a un presidente interino que tendría por encargo el convocar a elecciones de un nuevo Congreso de la Unión, que a su vez convocaría a elecciones para integrar los demás poderes de la Unión4. La anterior propuesta, naturalmente más democrática que la concebida por el Barón de Cuatro Ciénegas, fue la que fue tomando forma dentro de la Convención, pese a que el llamado de Carranza para la conformación de la Convención en la Ciudad de México no llevaba otra finalidad más que la de concentrar y organizar bajo su mando todas las fuerzas revolucionarias que a lo largo y ancho del país se habían levantado en armas, para así constituirse en el hombre predestinado a ocupar la presidencia de la República. Más tarde, luego de la retirada de Carranza a Veracruz y la derrota de Villa en Celaya y El Ébano, y por consiguiente su retiro al norte, es que Carranza cree conveniente consolidar en reformas constitucionales su movimiento político. Sin embargo, esta idea no le nació de la noche a la mañana, sino que empezó a referirse a la necesidad de rehacer la Constitución de 1857 desde un discurso que dio en Hermosillo el 24 de septiembre de 19135. Fue el 14 de septiembre de 1916 en que Carranza informó sobre la necesidad de convocar a un congreso constituyente para que de esa forma se reformara la ya vieja Constitución de 1857, que si bien en su tiempo buscó ser vanguardista para esos años no respondía con las exigencias de los obreros y campesinos mexicanos. Para la elección y nombramiento de diputados, convino en que por cada 70 mil habitantes se nombrara 1 diputado, aunque como es posible ver en la conformación del congreso, los estados dominados por fuerzas villistas o zapatistas tuvieron representaciones mínimas6. Los requisitos para ser representante en la asamblea eran los mismos de la Constitución de 1857, sólo que se incluía el no haber socorrido a los gobiernos o facciones hostiles a la causa constitucionalista, ya hubiese sido con las armas o desempeñando un empleo público, intentando de ésta manera excluir el pensamiento revolucionario villista y zapatista. SEP (1985), «Así fue la Revolución Mexicana: El triunfo de la Revolución», Gráficas Monte Albán, México. ISBN 968-290828-0. 5 PEREZ CORONA, Miguel Ángel (1993), «El ideal democrático de la Constitución Mexicana de 1917», Universidad de Colima, México. 6 BOJORQUEZ, Juan de Dios (1992), «Crónica del constituyente», Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana Ediciones, México. ISBN 9688057193 4

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El Congreso Constituyente fue una asamblea de políticos conformada principalmente por abogados, profesores, ingenieros y militares de clase media, de los que sólo la minoría tenía experiencia parlamentaria, pues ya antes habían pertenecido a una agrupación llamada «Bloque liberal renovador», que años atrás habían legitimado el régimen huertista perteneciendo a la XXVI Legislatura. Luego de que Venustiano Carranza presentara su proyecto de reforma, que fue lo que originalmente pretendió ser en realidad, sólo una reforma a la Constitución liberal de 1857, los diputados más progresistas rechazaron el texto, mientras que los miembros del Bloque liberal renovador, más conservadores en ese sentido, se mostraron a favor de sus postulados7. Al conocerse y discutirse el proyecto carrancista sobre la libertad de trabajo, por una parte, y la propiedad territorial, por la otra, que había recogido los principios de la Constitución de 1857, los diputados progresistas señalaron que las demandas obreras y campesinos no estaban siendo atendidas8. Y es que para la mayoría de los miembros de la asamblea no pronunciaba los ideales por los que ellos (y el pueblo) habían luchado: la perspectiva carrancista sobre lo que había que cambiar en el país les pareció insuficiente en temas que ellos consideraban de suma importancia, pues aquellos legisladores no eran más que obreros, campesinos y militares que se habían solidarizado con la causa revolucionaria y que ahora en el poder, no podían fallar a los intereses de las mayorías. La Constitución del 17 no es producto del pensamiento de diversos juristas y legisladores independientemente de la gran cantidad de abogados que conformaron el Congreso Constituyente, sino más bien producto de legisladores, que si bien ignoraban la ortodoxia constitucional, sí pugnaban por las exigencias de las mayorías. Como consecuencia de esto, demandaron al Primer Jefe se respetaran e incorporaran las disposiciones que luego serían conocidas como derechos o garantías sociales, que los constituyentes ortodoxos, juristas y maestros en derecho, consideraban inadecuada por contravenir la técnica constitucional. Creían inoportuno que la Carta Magna hablare de la duración de la jornada, del salario mínimo y del trabajo de las mujeres, pues según ellos todo lo referente a los derechos de los trabajadores y campesinos era legislación secundaria. Mientras que, por el otro lado, los

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CARPIZO, Jorge (1969), «La Constitución Mexicana de 1917», Porrúa, México. ISBN 970-07-2184-1. GARCIA RAMIREZ, Sergio (1997), «Las Reformas a la Constitución vigente», SEGOB-AGN, México.

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legisladores provenientes de las luchas obreras y campesinas no importándoles dicho argumento presionaban para ver sus demandas inscritas en la ley suprema. Uno de los artículos que mejor expresa la ideología de la revolución mexicana es el 27. En el se establecieron las bases que dieron inicio a la reforma agraria, por la que muchos campesinos habían luchado. La base jurídica del mismo consistía en señalar que a la nación correspondía el dominio territorial y era ésta la que concedía la propiedad a los particulares. Ahora bien, la idea de propiedad generó un fuerte debate en el Congreso. Para algunos constituyentes la propiedad era el elemento básico por el que el ser humano satisface sus necesidades, mientras otros consideraban al trabajo como factor esencial y a la propiedad como un simple elemento secundario. Inclusive, existieron posiciones que pedían la abolición de la propiedad privada. De la tesis que sostiene que la nación es dueña del territorio, se desprende la justificación del Estado como agente regulador de la entrega de la propiedad privada o de ejidos a los favorecidos por la lucha armada, igualmente, las restricciones de la propiedad, en el sentido en que existía una extensión máxima de terreno; en la imposibilidad de adquisición de terrenos por parte de extranjeros y de que las sociedades mercantiles y las corporaciones religiosas tampoco podían ser propietarias. Con el fin de poner en práctica la reforma agraria, el artículo 27 en su redacción original sostenía el desarrollo de la pequeña propiedad, la fracción de los latifundios, la creación de nuevos centros de población agrícola con las tierras y aguas que les sean necesarios, el fomento de la agricultura y la prevención de la destrucción de la naturaleza. El ideal de propiedad contenido en el artículo 27, no se ajustaba completamente a los cánones de un capitalismo clásico ni a los del socialismo en sus inicios, sino que era una mezcla de ambos pensamientos, quizás uno más tenue que otro. Del capitalismo recogía la propiedad privada, sin embargo, al limitarla a una extensión máxima rompía con el modelo liberal, que pugna por la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos; por su parte, del socialismo, coincidía en el impulso de la propiedad colectiva, tales como el ejido y otros en el mismo sentido. Aunque, tanto villistas como zapatistas no podían formar parte del Congreso, con la constitución se manifestaba la gran influencia ideológica dentro de la constitución. La Constitución de 1917 fue producto de un movimiento revolucionario, misma que recogió los ideales de los triunfadores de la lucha armada revolucionaria, los constitucionalistas, pero no sólo estos, ya que ese pensamiento fue enriquecido por otras corrientes que disgustaban al Primer Jefe. No obstante Carranza estaba de acuerdo con el

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Art. 27 (Pagó 58 mil pesos a Jesús Guajardo luego de haber matado a Zapata y siempre estuvo en contra del reparto agrario)9, éste tuvo que adaptarse a ideales de sus antiguos enemigos irreconciliables (Francisco Villa y Emiliano Zapata) que habían influenciado inclusive a sus más cercanos allegados. La nueva Constitución, sería la síntesis de nuestro devenir histórico, político, jurídico y social luego de la lucha para alcanzar nuestra independencia.10 Su tesis principal es, y sigue siendo, la realización de la justicia social.

3. Agrarismo postrevolucionario. Es sensato puntualizar que México es un país substancialmente diferente al de aquellos años de revolución en 1917, y es por eso que ha sufrido diversas reformas a lo largo de los años. La Constitución no es un texto definitivo e inmutable; no fue hecha para permanecer siempre como se creó. Mientras satisfaga las necesidades que le permitieron existir, es decir, en la medida en que convenga al país o convenza a la mayoría del Congreso, conservará su positividad por un tiempo. Una constitución debe prever como se han de realizar estas reformas, ya que de no hacerlo se abriría la puerta a la violencia si es que existen grupos opuestos a ella, de este modo, la inflexibilidad de la Constitución a las reformas justificaría sus intentos por cambiar la ley. La Constitución Mexicana es rígida, es decir, se necesita de un método complejo para reformarla. Sin embargo, esa supuesta rigidez es efímera, ya que ha recibido no menos de 500 reformas a lo largo de su publicación en 1917, esto, si tomamos en cuenta artículos, fracciones o inclusive incisos. Lo mismo ha ido sucediendo con el artículo 27 constitucional, que se encuentra en constante cambio. A finales del sexenio de Abelardo L. Rodríguez se reformó y adicionó el artículo 27 por decreto del 10 de enero de 1934. En la reforma destacan disposiciones relativas a la creación del ejido, al procedimiento para el reparto agrario, al establecimiento de una dependencia del Ejecutivo, un cuerpo consultivo, comités particulares, una comisión mixta y comisariados ejidales para la aplicación y vigilancia de las leyes agrarias, además de otorgar al presidente el carácter de «Suprema autoridad agraria».

El general constitucionalista Lucio Blanco con Francisco J. Múgica, que era jefe de su Estado Mayor, y otros subalternos, fraccionó la hacienda «Los Borregos», perteneciente a Félix Díaz. Así, distribuyó títulos de propiedad entre los vecinos, realizando el primer reparto agrario del norte, sin consultar a Carranza, esta acción irritó a Venustiano, por lo que casi al mismo tiempo dejó de ser jefe militar de la región, poniendo por encima a Pablo González Garza, por lo que Lucio Blanco pidió su traslado al occidente de México, en donde llegó a Hermosillo. Al igual que Blanco, Zapata y Villa realizaron las mismas acciones en mayor cantidad. 10 CARPIZO, Jorge (1969), «La Constitución Mexicana de 1917», Porrúa, México. ISBN 970-07-2184-1. 9

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Pasado el año 1930 se inició la dinamización de la economía nacional mediante el modelo primario exportador y la reforma agraria, la cual, a través de la apertura de nuevas superficies de cultivo y del reparto de tierras, permitió aumentos en la superficie cosechada y en la producción agrícola. La llegada de Cárdenas al poder marcó una pauta en la política agraria. Si bien Carranza había repartido 173 mil hectáreas durante su gobierno, el general Lázaro Cárdenas repartió 18 millones de hectáreas, beneficiando a más de 51 mil 400 personas. Tomando como ejemplo el hecho de que en 1910 el 90% de la tierra en Morelos se encontraba en manos de hacendados, para 1926, el 80% de las familias campesinas contaba con tierras propias. Si añadimos a este reparto agrario que el gasto público se encontraba orientado hacia el fomento económico por medio de la inversión en obras públicas, todo eso dio como resultado una expansión y mejora en las redes de comunicación, fortaleciendo la irrigación del sector agropecuario y la nacionalización de la industria petrolera, que disminuiría considerablemente la injerencia extranjera en los asuntos internos del país. El modelo de sustitución de importaciones dio inicio a mediados de los treinta y perduró hasta principios de los cincuentas, basándose en políticas gubernamentales tendientes a proteger el mercado nacional que se encontraba en expansión, cerrando el mercado local a proveedores extranjeros. Con esto, el gobierno buscaba reemplazar los insumos extranjeros por los propios con el propósito de mejorar su industrialización. Durante este periodo la inflación se mantuvo en un 10%; la agricultura creció más de 250% y las manufacturas por su parte más de 500%. Sin embargo, en este periodo es también donde se incrementa la dependencia del comercio exterior mexicano con el estadounidense, al pasar en 5 años de 56% del total de las exportaciones a 90% en 1940, según Anda Gutiérrez. Fue Miguel Alemán en 1946, quién cambió la política mexicana, se dedicó a mejorar la relación con Estados Unidos con el fin de conseguir créditos, apoyo financiero e inversión extranjera, lo que lo llevó a revisar tratado Suárez-Beatman de 1941 que sólo aumentó la inflación en el país. El 12 de febrero de 1947 se reformó de nueva cuenta el Art. 27, precisando la extensión de la pequeña propiedad agrícola y reconociendo a los poseedores de predios agrícolas el derecho a promover juicio de amparo contra la privación o afectación agraria ilegal de sus tierras o aguas. En el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines se da un nuevo giro a la economía, cambiando ahora al Modelo de desarrollo estabilizador, por medio del cual se fomentó la producción,

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se mantuvo la estabilidad de los precios dentro del país, se restableció un equilibrio de la balanza comercial, y se sanearon las finanzas públicas. Gracias a la política de fomento a la industria, la modernización del gasto público, el equilibrio presupuestal basado en la mayor utilización de crédito externo, y la política monetaria de paridad, el gobierno puso fin a la inflación que hasta entonces coexistía junto al crecimiento económico. A este fenómeno se le conoció como el milagro mexicano. En relación a los créditos que la nación pedía, es importante situarnos en que al final de la Segunda Guerra Mundial, México se convirtió en uno de los primeros países latinoamericanos en ingresar al Fondo Monetario Internacional. Con una deuda externa pequeña luego de las negociaciones al término de la guerra mundial y condiciones favorables, México comenzó un proceso de industrialización que alcanzaría un agitado ritmo en los años posteriores, hasta entrados los setentas. Llegados los setentas, Echeverria instauró el Modelo de desarrollo compartido arguyendo llevar los beneficios del desarrollo económico a todos los sectores sociales del país, sistema que sólo seria siendo útil durante su sexenio11. En 1970 la deuda externa no pasaba de los 7 mil millones de dólares, que en términos del PIB nacional era pequeña, sin embargo, el gasto público comenzó a utilizarse como política de partido, pidiendo excesivos préstamos al FMI para financiar el déficit. A pesar de esto, los préstamos no fueron capaces de resolver la problemática económica, pues la deuda continuó ascendiendo y el FMI no alertó al Estado mexicano de los peligros del enorme endeudamiento. En 1976, a finales del sexenio echeverrista, el crecimiento de la deuda quebrantó la economía, y debido la posibilidad de que el gobierno mexicano no pudiera enfrentar sus compromisos, comenzó una fuga de capitales que desembocó en una profunda crisis económica, finalmente, la Banca Internacional suspendió los créditos a México y el endeudamiento creció de 20 mil millones de dólares a 80 mil millones de dólares. A la llegada de José López Portillo a la presidencia se encontraron grandes depósitos de petróleo en México, transformándose el país en un importante productor de petróleo, que con un emotivo discurso informaba a los mexicanos: México, país de contrastes, ha estado acostumbrado a acostumbrar carencias y crisis. Ahora, en el otro extremo, debemos acostumbrarnos a administrar la abundancia. Gracias a esto, México volvía a acceder al crédito internacional ahora con el aval del petróleo. López Portillo, decidido a desarrollar una fuerte infraestructura para la explota11

ANDA GUTIERREZ, Cuauhtémoc (2005), «Estructura socioeconómica de México (1940-2000)», Editorial Limusa, México. ISBN 968-18-5407-1.

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ción del crudo, dejó a un lado el Plan de Crecimiento moderado en tres etapas y comenzó a endeudarse nuevamente, financiando grandes proyectos con crédito externo, pensando que el petróleo proporcionaría las divisas necesarias para pagar los empréstitos. Mientras tanto, Estados Unidos enfrentaba en ese entonces una recesión económica, por lo que decidió aumentar las tasas de interés, lo que repercutió directamente en México, cuya deuda se multiplicó. Por si fuera poco, el precio del petróleo cayó, debilitándose nuevamente la economía mexicana. El aumento de la deuda y la caída del precio del petróleo, anunciaron el final de un México comenzaba a reponerse de la crisis, nuevamente, capital nacional y extranjero se fugó al exterior. México se vio obligado a negociar con el FMI para así poder pagar su deuda con la Banca Internacional. Si bien el organismo le entregó nuevos créditos a la nación, lo hizo a cambio de una serie de condiciones que no harían más que acentuar la injerencia del FMI en la economía mexicana. 12 Con la salida de quién se autodefinió como «La última esperanza de la Revolución», y con un país inmerso en una profunda crisis económica llegó Miguel de la Madrid a la presidencia. De la Madrid abrió unilateralmente la economía de México al mundo, sin mecanismos de protección y sin estudios de impacto, inundándose la economía de intereses extranjeros. Posteriormente, comenzó a vender las paraestatales a grupos de poder y al sector privado. De acuerdo con el informe presentado por la SCH en 1994 de nombre El proceso de enajenación de entidades paraestatales, de 1982 a 1988 se hicieron 294 liquidaciones y extinciones; 72 fusiones; 25 transferencias y 155 empresas vendidas al sector privado o social. El proceso comenzó por privatizar empresas no prioritarias, tales como Sidermex, Dirona, Fertimex, Dicona, Forjamex, Nafinsa y Somex. Con todo y eso, a mediados de los ochentas, los bancos acreedores y la economía mexicana lograron un cierto grado de estabilidad, que nuevamente seria afectada un año más tarde debido a una caída en el precio del petróleo. Salinas de Gortari, en ese entonces Secretario de Programación y Presupuesto, creyó conveniente sanar esa caída con endeudamiento externo. De la Madrid, desoyendo los consejos de Silva-Herzog, hizo caso a Salinas, presentando Jesús Silva-Herzog su renuncia. Y es que mientras en México se discutía la legitimidad de las elecciones en lo que se conoció como la caída del sistema, en Estados Unidos se redactaba el Consenso de Was12

SERULLE RAMIA, José (1984), «Fondo Monetario Internacional: deuda externa y crisis mundial», Editorial IEPALA, España. ISBN 8485436180

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hington. Una serie de políticas económicas de Estados Unidos que serian aplicadas por el Fondo Monetario Internacional durante la década de los noventas. Ya en el poder, Salinas, profundizaría la integración de la economía mexicana a la de Estados Unidos. Salinas concretó el proceso de reformas económicas que había comenzado su antecesor. En tanto que en esta etapa, el gobierno mexicano transfirió la mayoría de las empresas estatales (producto de la revolución) a manos privadas. En 1993, continuando con los lineamientos de Washington, en seguida de haber reformado la Constitución, Salinas definió su plan más ambicioso, firmando el Tratado de Libre Comercio. Con ello la nación terminó de abrir sus fronteras a la economía más poderosa del mundo. Para hacer vivo el sueño de Salinas hubo que reformar varios artículos de la Constitución pues éstos, de firmarse el acuerdo, estarían siendo violados. Fue en 1992 cuando ambas Cámaras aprobaron por mayoría, y a iniciativa del ejecutivo, una serie de reformas a la Constitución. Las más polémicas dieron un giro a los artículos 3, 27 y 130. La reforma al artículo tercero, permitía la educación religiosa en las escuelas privadas; el 27, que las tierras pudieran ser vendidas al capital extranjero transnacional; y la del 130 otorgaba a las Iglesias de personalidad jurídica, pudiendo ser propietarios de bienes y otorgaba el derecho de votar a sus miembros. Dichas reformas implicaban una importante modificación al espíritu que guío a los constituyentes de 1917 y se aprobaron en medio de la preocupación del gobierno a adecuar la estructura jurídica de nuestro país a la economía estadounidense. Fueron, decían, las transformaciones exigidas por la «modernización», que hoy conocemos como globalización. Las reformas al artículo 27 legitimaban que las tierras pudieran pasar a manos del capital privado transnacional para su explotación, argumentando que los candados estatales de la propiedad de la tierra impedían su productividad. No se habló nada de que durante años se dejó el campo en abandono, y que fue esa situación y el cambio de políticas económicas las que poco a poco fueron asfixiando la agricultura mexicana. Con la reforma se privatizaba o suprimía el ejido creado en 1934 con Lázaro Cárdenas, además, de cambiar el concepto de «pequeña propiedad agrícola en explotación» por el de «pequeña propiedad rural». A las sociedades mercantiles, por su parte, se les permitió la propiedad de terrenos rústicos. Desafortunadamente, la reforma al artículo 27 afectaba la tenencia de la tierra. Ya que no existía prácticamente asistencia técnica y económica, así como estímulos a la pequeña propiedad, los campesinos se vieron obligados a vender a los grandes terratenientes sus tierras, provocando un fenómeno de emigración del campesinado a la ciudad, que al no

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encontrar trabajo, se ve inmerso en el submundo de la violencia, aumentando los índices de delincuencia, de desempleo, de drogadicción e inclusive de prostitución. Y es que las políticas sociales y agrícolas parecen no estar erradicando y siquiera combatiendo la pobreza. Procampo, por ejemplo, corresponde a un beneficio económico que se entrega por hectárea, en este supuesto, la gran mayoría de quienes están recibiendo más ayuda son quienes menos lo necesitan, se convierte, entonces, en un programa contraproducente, que en lugar de reducir las brechas que existen entre los beneficiarios las amplifica. Además, en 2009, la asociación Fundar, Centro de Análisis e Investigación, de acuerdo con el padrón de la Sagarpa, dio a conocer que entre los que más habían recibido ayuda con dinero público por parte del programa figuraban gobernadores, diputados, poderosos agroindustriales y líderes de organizaciones campesinas. En la lista figuran personas como Vicente y María Teresa Zambada Niebla (además socia de la estancia infantil 1127 , :»Niño Feliz» subrogada por el IMSS en Culiacán), hijos del líder del Cártel de Sinaloa, El Mayo Zambada; Jesús, Ofelina y Aureliano Guzmán, hermanos de El Chapo y la familia Carrillo Fuentes, con los que el Estado mantiene una guerra armada. En realidad, no fue el ejido lo que produjo la quiebra de la agricultura, sino la falta de un esfuerzo decidido para organizar la producción en un sentido moderno por parte del estado o del capital nacional13. Gracias a las reformas, se pusieron en venta las tierras para que otros la organizaran por nosotros. Las reformas fueron aprobadas por la mayoría aplastante del PRI y PAN, con la tenue oposición del PRD, el PPS, y algunos del FCRN. Todas, son acordes a la política económica neoliberal que ha sido puesta en marcha por el gobierno desde 1982. Un liberalismo social que no ha sido otra cosa que la contribución nuevamente a la construcción de un Estado mexicano basado en contradicciones ideológicas y en el imaginario popular de una falsa historia oficial. A finales del sexenio salinista, el levantamiento zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio y Ruiz Massieu crearon de nueva cuenta una crisis política que desembocaría en crisis económica. Una vez más, asustados los mercados financieros comenzaron una fuga de capitales que no se detuvo hasta que Zedillo, a pocos días de asumir, anunciaba la devaluación de la moneda.

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VARGAS LOZANO, Gabriel (1992), «El TLC y las Reformas Constitucionales: ¿Hacia un liberalismo social?», Revista UAM, México.

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En los años siguientes, México continuó enfrentando la crisis con la devaluación de su moneda y un ajuste del gasto público que el gobierno zedillista transformó en deuda pública. Aunado a esto, y así lo muestran las estadísticas, el deterioro en el aspecto social y el trágico empobrecimiento de la sociedad mexicana parecen no tener fin.

4. Conclusiones. En 1910 la población mexicana se elevaba a 15.2 millones de habitantes aproximadamente. En ese año, el profesor Gregorio Torres Quintero, por todos conocida su labor pedagógica en Colima, presentó ante el primer Congreso Científico Mexicano un estudio sobre el analfabetismo, que además incluía un censo que revelaba que 71.7 por ciento de la población era pobre. Eso fue 1910, hoy, 2010, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) estimó en alrededor de 20 millones a los pobres extremos y unos 60 millones en total. Entre otros datos los estudios muestran que durante 2007 y 2008, los pobres de patrimonio crecieron de 42,6% a 47,4% y los que no tenían ni para comer de 13,8% a 18,2%. En realidad, actualmente no podemos saber cuantos pobres hay en el país, puesto que la ENIG no estimó los efectos de la crisis económica actual, ya que la encuesta corresponde de 2006 a hasta noviembre de 2008. A esto, el académico Julio Boltvinik Kalinka14 sostiene que la medición de la pobreza que anunció el CONEVAL en julio de 2009 no cumple con lo estipulado en la Ley General de Desarrollo Social, ya que sólo toma en cuenta los ingresos de los hogares para la medición y no involucra otros 7 indicadores obligatorios en dicha ley. El CONEVAL fue desarrollado por el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza durante el gobierno de Vicente Fox, es, en sí, una variante del método de Canasta Normativa Alimentaria que viene aplicando desde hace 30 años la Comisión Económica para América Latina y el Caribe para medir la pobreza en América Latina Y es que los resultados son tan dispares que la veracidad de los métodos tiene que ser discutida; mientras que con el CONEVAL en México 47.4% de la población (50.55 millones de personas) vivían en condiciones de pobreza a mediados de 2008, de acuerdo con el 14

Boltvinik, es un académico mexicano. Estudió la licenciatura en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo dos maestrías: la maestría en economía en El Colegio de México, y la maestría en desarrollo económico en la Universidad de East Anglia, en Gran Bretaña. Obtuvo también el doctorado en ciencias sociales en el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social de Occidente (CIESAS), con sede en Guadalajara. Es colaborador del periódico La Jornada, donde firma la columna semanal «Economía moral», que aborda temas tanto sociales como económicos (ha sido reconocida su extraordinaria labor como analista de la pobreza en México) e incluso también antropológicos.

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Método de Medición Integrada de la Pobreza son el 74.2 por ciento, las que se encuentran en esta situación, unos 79.17 millones de personas. En el primer supuesto, se identifica como pobre poco menos de la mitad de la población, mientras que en el otro se identifica en esa condición a casi tres cuartas partes de ella, una diferencia de 26.8%, que representarían 28.62 millones de personas. La pregunta que debemos hacernos es naturalmente: ¿Cuál es el correcto? Lo que si es verdad es que tres cuartas partes de la población mexicana gana alrededor de unos 2 mil 500 pesos, lo que representa el 74.2% en una población de 107.550.697 según las Proyecciones de la Población de México, de las entidades federativas, de los municipios y de las localidades 2005-2050, y que, de esta manera, contrasta con el 71.7% de pobres en 1910. Michel Gutelman, economista agrícola del École Practique des hautes études, puntualizó en sus estudios que la revolución mexicana, a diferencia de la soviética, era característicamente burguesa, por lo que fue lentamente traicionando a sus bases sociales al intentar mezclar el capitalismo en el ámbito rural. Las ideas de Gutelman tienden a sólo ver los extremos de ambas puesto que aunque existen semejanzas significativas entre las revoluciones mexicana y rusa, cada una fue específica con relación a su propio contexto histórico. Lo que no podemos negar y puntualiza en su obra, es que la reforma agraria y la revolución campesina sólo retardaron la concentración de los bienes de producción y las tierras, que nuevamente pasaron a las manos de unos pocos y son las que plantean el encuadre contemporáneo del problema agrario. Los logros obtenidos a raíz de la Revolución Mexicana son una realidad indiscutible. El seguro social, las pensiones de vejez, las jubilaciones, las vacaciones pagadas, las bolsas de trabajo, los sindicatos y otras prestaciones son obra de la Revolución. Hoy existen grandes avances tecnológicos, de comunicación, de industria y urbanización. Viven, aun el día de hoy, muchas instituciones que, a pesar de la corrupción que las aqueja, son el legado más palpable de la Revolución. Sin embargo, muchos de estos avances, numerosas veces materiales y no sociales, han ido desarrollándose paralelamente con el tiempo. Y es que la realidad es distinta Cien años más tarde, la economía mexicana se ve sujeta a los grandes intereses internacionales, pues ni las recetas del FMI ni el TLC resolvieron la pobreza, la exclusión de millones de habitantes y el desempleo. Vivimos en una economía que no crece, que no produce los empleos necesarios y que lejos de disminuir la brecha entre ricos y pobres sólo las ha ido ampliando. Es el problema de 1910, es el problema de 2010, que se intentó resolver con la Revolución Mexicana y que con el tiempo se fueron

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atenuando las soluciones que se plantearon los revolucionarios acercándose a los preceptos económicos del vecino del norte. En estos meses que celebramos los festejos por la Independencia y la Revolución Mexicana es sensato hacer una crítica de la evolución de nuestros preceptos constitucionales y de si éstos han cumplido con el fin último de la misma. Hoy, la tesis principal de la Constitución debe ser la misma, la interminable lucha por la realización de la justicia social.

5. Fuentes de Información. Referencias Bibliográficas. • ANDA GUTIERREZ, Cuauhtémoc (2005), «Estructura socioeconómica de México (1940-2000)», Editorial Limusa, México. ISBN 968-18-5407-1. • BOJORQUEZ, Juan de Dios (1992), «Crónica del constituyente», Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana Ediciones, México. ISBN 9688057193 • CARPIZO, Jorge (1969), «La Constitución Mexicana de 1917», Porrúa, México. ISBN 970-07-2184-1. • COSIO VILLEGAS, Daniel (1973), «La Constitución de 1857 y sus críticos», Ediciones SEP, México. • GARCIA RAMIREZ, Sergio (1997), «Las Reformas a la Constitución vigente», SEGOB-AGN, México. • PEREZ CORONA, Miguel Ángel (1993), «El ideal democrático de la Constitución Mexicana de 1917», Universidad de Colima, México. • SEP (1985), «Así fue la Revolución Mexicana: El triunfo de la Revolución», Gráficas Monte Albán, México. ISBN 968-29-0828-0. • SEP (1985), «Así fue la Revolución Mexicana: Crisis del Porfirismo», Gráficas Monte Albán, México. ISBN 968-29-0824-8. • SERULLE RAMIA, José (1984), «Fondo Monetario Internacional: deuda externa y crisis mundial», Editorial IEPALA, España. ISBN 8485436180

Referencias Hemerográficas. • ÁVILA ESPINOSA, Felipe (2009, mayo), «El ritual de Zapata», en Revista Bi-Centenario, México. No. 2 Mayo 2011 • Universidad de Colima

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• VARGAS LOZANO, Gabriel (1992, julio), «El TLC y las Reformas Constitucionales: ¿Hacia un liberalismo social?», en Revista UAM. • VILLORO, Juan (2009, abril), «Revolución, estate quieta, que ya te van a retratar», en Revista Bi-Centenario, No. 1.

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