Consideraciones teóricas acerca de los Pueblos Originarios

August 31, 2017 | Autor: A. Salazar Peñaloza | Categoría: Historia Cultural, Pueblos Originarios, Pueblos indígenas
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Descripción

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO

“LA TRAVESÍA DE LA LIBERTAD ANTE EL BICENTENARIO”

Simposio Sociedades indígenas y coloniales 10, 11 y 12 de Marzo de 2010

Titulo:

“CONSIDERACIOENES TEÓRICAS ACERCA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS”

Autor: Prof. Alejandro E. Salazar Co-autor: Prof. Ceballos Francisco

Universidad Nacional de San Juan Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes Departamento de Historia Gabinete de Estudios Clásicos y Medievales “Dr. Leovino Brizuela” Programa Universitario de Asuntos Indígenas (PUAI) 1

INTRODUCCIÓN Hablar de pueblos originarios en América es un tema que despierta incontables opiniones y debates, tanto en el ámbito académico como en la sociedad en general. Como nos recuerda Rodolfo Kush en su libro “América profunda”, el indígena siempre fue el “hedor” en la construcción histórica del “ser americano”. Es decir, las raíces históricas y culturales de este continente se basan en la negación de la cultura y cosmovisión de los pueblos indígenas, ya que para construir una civilización al estilo europeo, era preciso dejar de lado, invisibilizar, al “bárbaro”, al opuesto al “progreso”. Este proceso de invisibilización tuvo diversos actores y mecanismo que posibilitaron su ejecución. Entre los actores podemos mencionar a conquistadores y religiosos –éstos últimos, no todos- que desconocieron la religiosidad y cosmovisión del originario, imponiéndole una religión desconocida y sometiéndolo a duras jornadas de trabajo, que junto a la mala y deficiente alimentación, llevaron a la muerte a muchos de ellos. Con la formación de los Estados nacionales durante el siglo XIX, el indígena siguió siendo desconocido para la sociedad americana. Mediante un proceso de homogenización, los pueblos originarios debieron asumir la identidad que venía dada por los nacientes Estados; identidad que tenía muchos elementos europeos y pocos autóctonos. Aquí, la educación tuvo un papel fundamental en la construcción de la representación socio-cultural del indígena, caracterizado como bárbaro, incivilizado y/o salvaje. Con la llegada del siglo XX, la situación política, económica y social de los PP.OO. no presentó muchos cambios. En 1940, en el 1er Congreso Indigenista Interamericano en Patzcuaro, México, los pueblos indígenas americanos iniciaron un importante camino reclamando el respeto por su identidad cultural y por la propiedad de sus tierras, esas que hace más de cinco siglo les fueron usurpadas sin consideraciones. Así pues, este camino iniciado en Patzcuaro favoreció el proceso de reconocimiento que iniciaron los pueblos originarios que habitan el actual territorio argentino. En nuestro país, uno de los logros más importantes es la inclusión del artículo 75 inciso 17 en la Constitución Nacional reformada en 1994. Allí se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios. Se garantiza la práctica de una educación intercultural y bilingüe, entre otros derechos.

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Sin embargo, a pesar de los avances y logros conseguidos en este proceso largo y penoso por ser reconocidos en su diversidad étnica y cultural por los gobiernos y por la sociedad, los pueblos indígenas enfrentan hoy nuevos desafíos y dificultades. Entre ellos podemos mencionar la problemática en torno a la denominación de los primeros habitantes del continente americano. Creemos que es preciso, discutir acerca de los distintos términos y conceptos que se utilizan para hacer referencia a los muchos grupos étnicos que habitan desde tiempos inmemoriales este territorio que denominamos América. Detrás de cada término o concepto, se encuentra una trama de significaciones, representaciones sociales e intereses, cuya utilización revisten de poca inocencia. En el presente trabajo, a partir de una revisión bibliográfica de autores latinoamericanos que abordan la problemática planteada, podemos llegar a tener un panorama más claro cuando escribimos o leemos términos como “indio”, “indígena”, “nativo”, pueblo originario”, o cuando planteamos la dicotomía entre “indigenismo” e “indianismo”.

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“Consideraciones teóricas acerca de los pueblos originarios” Como decíamos en la Introducción, la terminología utilizada por el Estado y otros organismos no gubernamentales, para referirse a los primeros pobladores del continente americano, se encuentra cargada de intereses y representaciones sociales y políticas, generalmente no manifestadas explícitamente. Teniendo en cuenta esto, recorramos el pensamiento de algunos investigadores, que definan el por qué de las distintas denominaciones que recibieron y reciben, los primeros pobladores del continente americano. Para Ana González (1), ex-Coordinadora del I.N.A.I. “Las políticas públicas dirigidas desde el Estado a los pueblos indígenas siempre se han basado en una fuerte identificación de indígena igual a pobre. Esta concepción da lugar a que las políticas desarrolladas sean de neto corte asistencialista, y lo que es más grave es que este asistencialismo deriva en clientelismo político y la manipulación política de las comunidades. No se nos escapa que debido a un proceso histórico de conquista, exclusión y marginación, la mayoría de los pueblos indígenas ocupan lugares geográficos y sociales con los mayores índices de pobreza y necesidades básicas insatisfechas, pero ello no es un rasgo per sé de la cultura de los pueblos indígenas, sino producto de un proceso histórico conflictivo” (González, 2006:238-239).

Por ello, la identificación del indígena igual a pobre posee una intencionalidad funcional a los intereses políticos del Estado, y acentúa aún más el proceso de invisibilización del que son objetos los indígenas: “…el que el basamento teórico de las políticas públicas hacia los pueblos indígenas sea la pobreza desconoce en la práctica a los pueblos indígenas como sujetos de derechos específicos. Al catalogarlos como “pobres indígenas” se los desconoce como pueblos originarios que tienen derechos por serlo y porque su reconocimiento constitucional implica la necesidad de adoptar medidas de reparación histórica”.

(González, 2006:239)

Al respecto, teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, y en el mismo sentido, Morita Carrasco (2), investigadora de la Universidad Nacional de Buenos Aires, comenta en su artículo “Diversidad cultural en pueblos indígenas”, teniendo en cuenta a Corrigan y Sayer (1985), que en todo el mundo, los indígenas piden porque se los respete como “nacionalidades preexistentes a la conformación de la nación como estado”. (Carrasco, 2006: 244). Y continúa: “Sabemos que las categorías socio-políticas no son clasificaciones inocuas. Ser argentino nativo, naturalizado, residente, extranjero…comporta la posibilidad de obtener por parte de los demás un tratamiento acorde a lo que se supone debe ser el comportamiento del portador de ese término…De este modo, indio es tomado casi como sinónimo de atrasado, rural, pobre e ignorante, aunque simultáneamente estos calificativos sean disputados por los propios actores. El problema con las categorizaciones sociales es que 1

Licenciada en Antropología Social y Coordinadora del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (año 2001). Antes de este año, fue coordinadora de investigación en la Comisión por el Esclarecimiento Histórico de las Violaciones a los Derechos Humanos en Guatemala, 1997-1999. 2

Ciencias Antropológicas –U.B.A. El artículo corresponde a una presentación corregida y actualizada de la presentación original en el Encuentro sobre la Diversidad Cultural.

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sirven para crear categorías jurídicas que seccionan a la población creando subsectores sociales a los cuales dirigir políticas, basadas en su pertenencia al subsector en cuestión. Por ende, lo que importa más son los “efectos” que producen estas categorizaciones sociales. Tomar a los indígenas como “minorías empobrecidas, grupos vulnerables, pobres –urbanos o rurales-, sector careciente, marginados, atrasados”…fruto de enfoques que los ven como sociedades incompletas, no son actos inocentes. A la par de constituirlos como sujetos estas categorizaciones, a la vez que determinan la orientación en el diseño de las políticas públicas, configuran los derechos que los indígenas están autorizados a reivindicar y cuáles serán considerados inapropiados. Así, por una parte, en Argentina, es habitual que se acepten y propicien solicitudes de asistencia económica –semillas, subsidios alimentarios, huertas- pero se rechacen demandas de titulación de territorios indígenas si no están acompañadas de un proyecto de colonización”. (Carrasco, 2006: 245)

Refiriéndose a la terminología utilizada para designar a los primeros habitantes del continente americano, Carrasco indica que resulta “…interesante, en el mundo indígena, esta particular articulación entre lo local y lo global [que] ha facilitado la emergencia y consolidación del término que sienten que mejor los representa: pueblos indígenas”. (Carrasco, 2006: 245). Incluso, “…durante varios años la OIT trabajó en la discusión del término “poblaciones indígenas” y decidió su cambio por el de “pueblos”, aceptando las impugnaciones que los propios indígenas hacían al uso del primero. Luego de una serie de consultas y debates, del que no estuvieron ausentes los gobiernos, se acordó que el único término correcto era el de “pueblos” ya que éste reconoce la existencia de sociedades organizadas con identidad propia, en lugar de simples agrupaciones de individuos que comparten algunas características raciales o culturales (OIT 1966)”. (Carrasco, 2006: 246)

Claudia Briones (3), antropóloga de la Universidad Nacional de Buenos Aires y la Universidad Nacional Gral. Sarmiento, indica que “…en el fondo, aún prima la antigua idea – materializada en la ley 23.302- de que los indígenas son “habitantes incompletos”, a ser transformados para devenir ciudadanos plenos (Gelind 2000)” (Briones, 2006: 262). El antropólogo tucumano Adolfo Colombres (4), menciona en su libro “La hora del bárbaro” , que “…en países como Bolivia, Perú y Ecuador, donde los indígenas son mayoría o tienen un importante peso específico en la sociedad, se ha generalizado la demagogia de llamarlos “campesinos”, bajo la creencia de que esta trampa terminológica contribuirá fundamentalmente al asimilacionismo que se persigue, y a disipar la posibilidad de que la cuestión pueda ser planteada como un colonialismo interno […] claro que los indígenas se dan cuentan de que la indianidad es una categoría creada por la conquista, pero su significado es preciso al menos en un sentido: de que alude a los diversos pueblos precolombinos sometidos por invasores 3

Proyecto UBACYT F1035 (Programación 2001-2002, Secretaría de Ciencia y Técnica – FFyL, UBA): “Aboriginalidad, Provincias y Nación: construcciones de alteridad en contextos provinciales”. Integrantes: Claudia Briones, Morita Carrasco, Walter Delrio, Diego Escolar, Laura Kropff, Paula Lanusse, Axel Lazzari, Diana Lenton, Mariana Lorenzetti, Laura Mombello, Eva Muzzopappa, Mariela Rodriguez, Fernando Sánchez, Andrea Szulc y Ana Vivaldi. 4

Nació en San Miguel de Tucumán el 10 de mayo de 1944. Se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires, en 1967. Realizó estudios antropológicos, literarios y filosóficos en forma libre en distintas universidades. Entre 1978 y 1982 residió en México, donde fue asesor en materia cultural del Instituto Nacional Indigenista, de la Dirección General de Educación Indígena y Programa de Comunidades Indígenas del Departamento de Pesca, y dirigió el Departamento de Ediciones de la Dirección General de Culturas Populares. Fue asesor del Instituto Provincial del Aborigen de Formosa, del Centro de Estudios Históricos, Antropológicos y Sociales Sudamericanos (donde enseñó antropología de la Cultura del Arte) y de la Provincia de Misiones en relación al pueblo mbyá-guaraní. Fue luego asesor de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP) y del Rector de la Universidad Nacional de Tucumán.

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europeos, para los que el advenimiento del régimen republicano no representó un alivio en la mayoría de los casos, sino la extensión de la conquista y el recrudecimiento de la explotación […] el Congreso Internacional de Pueblos Indígenas Centroamericanos, reunido en Panamá en enero de 1977, declara a su vez: “La problemática indígena de los grupos participantes en este Congreso afronta lo siguiente: …2) Negación de la existencia y la problemática del indio igualándolo a grupos campesinos, desconociéndose su cultura y su identidad” […] O sea que el indígena opta por su indianidad, a la que exalta en documentos como la Declaración Solemne aprobada en 1975 por la Primera Conferencia Internacional de Pueblos Indígenas, y se la ve aparecer en forma explícita o implícita en casi todos los documentos de las diferentes organizaciones. La categoría “indígena” sirve así para distinguir a estos pueblos heterogéneos de la categoría “campesino” […].

(Colombres, 1996: 76-79) Así pues, para Colombres se plantea la siguiente paradoja respecto a la terminología: “…el término “campesino” resulta por una parte muy extenso, al unificar realidades no solo distintas sino también contradictorias –como el agricultor capitalista frente al jornalero,- y por la otra muy estrecho, pues aparta a un gran número de indígenas que no podrían ser llamado campesinos. Mal puede funcionar entonces una unidad terminológica si ambas palabras se refieren a conceptos diferentes, y que seguirán siéndolo aún después de una revolución social que cambie el estado actual de las cosas […] La maniobra que se denuncia no estaría sólo borrando una cualidad (la de indígena) a los campesinos indígenas, sino alejando de la indianidad a otros sectores laborales que también pertenecen a un grupo étnico, a fines de restar a éste peso demográfico y espacio político”.

(Colombres, 1996: 76-79)

En otro trabajo, titulado “América como civilización emergente”, Adolfo Colombres, refiere su idea de cómo América, debe iniciar su conformación, y para eso habla de una nueva civilización, que se va a “crear”, desde América, y que para eso debe iniciarse un proceso profundo de valorización o re-valorización de todos y de cada uno de sus distintos componentes. Sobre todo tomando matrices culturales, como base de la misma: “…no podrá haber civilización sin un proyecto civilizatorio, sin una construcción diferente a la occidental y una voluntad explícita de alejarse de los modelos para inscribir una particularidad en el concierto universal” (Colombres, 2008: 16). En cuanto a nuestro trabajo, observamos que él autor, refiere y re-define, algunos de los conceptos propuestos para el análisis. Por ejemplo, con respecto a “pueblos indígenas”, el autor dice: “En el fondo de las políticas estatales está la idea de conformar sociedades nacionales homogénea, donde la presencia de los pueblos indígenas y negros es vista como un serio obstáculo al desarrollo y un remanente a ser erradicado sobre todo cuando sus valores culturales no se reducen a demostraciones folklóricas” (Colombres, 2008: 16). De 6

esta forma observamos que el autor refiere el trato descalificador que reciben en la mayoría de los casos los indígenas en los Estados nacionales, que más que dejarlos ser, solo se los intenta de minimizar y hasta ridiculizar, mostrando que sus valores son peligrosos y obsoletos para la nación en conformación. “Ser americanos sí, pero distintos de las masas indígenas y negras, e incluso de sus mestizaje no blanqueados social y culturalmente” (Colombres, 2008: 12). Nuevamente queda señalado el total y absoluto negativismo que se da al señalar a ambos grupos, como negativos para la conformación social. “… en América hay hoy no menos de mil quinientas culturas o matrices simbólicas, tomando en cuenta las indígenas, las criollas campesinas, las afroamericanas, las populares urbanistas regionales rurales y las culturas ilustradas de los diferentes países y regiones” (Colombres, 2008: 14). El autor define

que las comunidades indígenas conforman en

América una cultura que convive con las demás para formar un continente pluricultural. “Los indígenas han criticado en reiteradas oportunidades un culto al mestizaje que es usado como aplanador de sus identidades específicas, a las que ellos quieren reelaborar desde adentro con coherencia y no desarticular en concesiones a una cultura de masas que todo lo simplifica, empobreciendo el mundo simbólico…” (Colombres, 2008: 16). La postura de los indígenas, se basa en el cansancio que sufren por la interminable pérdida de sus identidades, que es parte del proyecto “civilizatorio occidental.” Si bien el autor en esta obra no menciona la palabra “indianismo” en forma explícita, lo deja expresado: “Los indios de Chiapas, por eso, no son tan sólo voces que reclaman el respeto a sus derechos (entre los que figura el de alcanzar una modernidad propia, sobre bases filosóficas diferentes), sino también, o sobre todo, un puntual de la emergencia civilizatoria de América, región que se resiste a aceptar sin más la empobrecida antropológica de la modernidad occidental” (Colombres, 2008: 25). Para referirse al término indio, Colombres dice: “Así por ejemplo, el desarrollo cultural no es algo ajeno al desarrollo cultural de América, desde que dicho proceso aportará ricos nutrientes a quienes buscan un espejo donde mirarse que no sea occidental”

(Colombres, 2008: 43). “Los indios quieren la

devolución al menos parcial de sus tierras y ayuda para desarrollar su propia civilización, una civilización

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india que será la suma de las propuestas de los más de 500 grupos que existen en el continente”

(Colombres,

2008: 50) Guillermo Bonfil Batalla (5), en su libro “Identidad y Pluralismo en América Latina”, refleja, una conceptualización de varios términos que plasma en la obra. De todos los conceptos que trabaja, los dos que a nosotros nos interesan, son el de “indio” e “indígena”, que para nuestro autor, reflejan una fiel carga de la situación colonial que se implementó con la llegada de los españoles a América. La palabra “indio” e “indígena” es aplicada desde un mismo sentido, pero se debe tener en cuenta la contextualización, que es fundamental: “El indio ha evadido constantemente los intentos que se han hecho por definirlo. Una tras otras, las definiciones formuladas son objeto de análisis y de confrontación con la realidad, pruebas en la que siempre dejan ver su inconsistencia, su parcialidad o incapacidad… ” (Bonfil Batalla, 1992: 25-26). Uno de los errores más comunes es querer definir a la población indígena de acuerdo a un solo criterio, error garrafal e imperdonable. Veamos las distintas acepciones que se aplicas, a indio o indígena, “El uso exclusivo de indicadores biológicos conectados estrechamente con la concepción del indio en términos raciales, resulta obsoleto dada la amplitud de la miscigenación ocurrida entre poblaciones muy diversas…” (Bonfil Batalla, 1992: 26). El aspecto cultural, ha sido en el mayor de los casos aquel en que la Antropológica ha tomado como factor de análisis y por lo cual muchas veces ha servido no solo para definir sino para caracterizar al indio: “Los indios se dicen participar de culturas diferentes de la europea occidental, que es la cultura dominante en las naciones americanas. “Son indígenas

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Guillermo Bonfil Batalla, nació un 11 de enero de 1935, en la Ciudad de México, y murió el 19 de julio de 1991, producto de un accidente automovilístico; fue un reconocido antropólogo y etnólogo, teniendo así una vasta obra y trayectoria. Durante su vida ocupó un serie de cargos que supo desempeñar con fiel, actitud de responsabilidad, entre los cuales podemos nombrar: jefe del Centro de Bienestar social Urbano de la SSA (1957), antropólogo en el Departamento de Investigaciones Antropológicas del INAH (1962-1968); catedrático de la ENA con el curso de Relaciones Interétnicas (1977-1978), del Curso de Maestría de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (1978). Entre sus producciones podemos nombrar: "Imperialismo y cultura nacional en la educación"; "Historia-obstáculos-perspectivas" (1967); "Del indigenismo de la revolución a la antropología crítica", en De eso que llaman antropología mexicana (1970); "Concepto de indio en América ,una categoría de la situación colonial", en Anales de Antropología (IX-1972)

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–afirma Comas- quienes poseen predominio de características de cultura material y espiritual peculiares y distintas de las que hemos dado en llamar cultura occidental” (Bonfil Batalla, 1992: 27). Cuantas veces ha pasado que en la jerga común, se da lo que podríamos denominar una cristalización en la representación social del indígena, produciendo un gran desacierto. Al respecto, Batalla cita a León Portilla y dice: “…en nuestro medio [cuando] se pronuncia la palabra “indígena”, se piensa fundamentalmente en el hombre prehispánico y en aquellos de sus descendientes contemporáneos que menos fusión étnica, y sobre todo cultural, tienen con gentes mas tardíamente venidas de afuera”. (Bonfil Batalla, 1992: 27) El sentimiento y el auto-reconocimiento, de los integrantes de una comunidad son los que realmente dan la definición al termino aborigen, para esto Caso dice: “…lo que importa no es el contenido específico de la cultura, ni la proporción de rasgos precolombinos que contengan, sino el que siga siendo considerada cultura indígena y que sus portadores continúen sintiendo que forman parte de una comunidad indígena”. (Bonfil Batalla, 1992: 28) Veamos otra definición que toma aspectos netamente sociales y económicos: “Se denomina indio o indígena a los habitantes nativos de América –a quienes los descubridores españoles, por creer que habían llegado a las Indias, llamaron indios- que conservan algunas características de sus antepasados […] en virtud de que se hallan situados económica y socialmente en un plano de inferioridad […] se distinguen por hablar las lenguas de sus antepasados” (Bonfil Batalla, 1992: 29). En esta definición que el autor expresa tres términos utilizados con significados similares: indio, indígena y nativo. Para Bonfil, la denominación exacta es “naturales”, pero con el correr del tiempo y la idea geográfica (errónea), adquiere el adjetivo de “indio”. Otro de los términos que hemos planteado en este trabajo es el de “indianidad”, ya que resulta necesario clarificarlo: “…la indianidad se identifica con un núcleo de costumbres rústicas y con el retraso, y era algo que se podía y debía eliminar. Esta corriente continúa hasta nuestros días…” (Bonfil Batalla, 1992: 29). La indianidad proviene del centro de la cultura de los pueblos indígenas, es por esto que es la raíz identitaria. Si bien al hablar de indianidad se hace una mención abarcadora, cada pueblo, tiene sus matrices propias y distintas a las otras. El termino indigenismo, es otro término que hay que abordar, Bonfil, refiere a esto como “La política indigenista de los gobiernos latinoamericanos, pese a las diferencias 9

nacionales tiene un objetivo final que es común: la integración de los indios…” (Bonfil Batalla, 1992: 52). Es el Estado quien por medio de sus facultades busca una integración, que por lo general es una unión que no respeta las matrices culturales ni cosmovisión alguna. Definir este término es tan complicada, y como dice Bonfil Batalla: “El debate académico y político en torno a quiénes son los indios arranca desde el inicio de la dominación europea […] ahora el problema es su definición en términos científicos y políticos: ¿raza?, ¿sentimiento de pertenencia?,¿ clase social?, ¿segmento de clase?, ¿campesino con elementos superestructurales distintivo?, ¿nación o minoría nacional?, ¿sector marginado?, ¿formación pre-capitalista?, ¿casta?” (Bonfil Batalla, 1992: 58) Néstor García Canclini (6), en su artículo “Diferentes, desiguales o desconectados”, este autor analiza los tres elementos mencionados –diferencia, desigualdad y desconexión-, por lo cual en las últimas décadas ha sido de gran trascendencia para el mundo entero, visto que son entrelazados por dos procesos de gran magnitud, como lo son la globalización y la mundialización. “¿Realmente la clave de su fuerza como pueblos indígenas reside en los rasgos tradicionales exaltados? [….] La diferencia entre los pueblos indígenas se manifiestan con mayor evidencia en la diversidad de las lenguas, en la dificultad de traducir al español los significados diversos que tienen en cada una los elementos […] Por eso se resisten a ser nombrados como indios, denominación que juzgan resultado de la imposición externa colonial o moderna”

(García Canclini: 66, 67 y 116).

Finalmente, y citando a Pedro Carrasco en el libro de Bonfil Batalla “Identidad y pluralismo cultural en América Latina”, podemos decir que “…el concepto de indio varía en 6

Nació en La Plata (Argentina) en 1939 y reside en México desde 1976. Es filósofo y antropólogo. Obtuvo el

grado de doctor en la Universidad de París con la tesis “Epistemología e Historia”. Desde 1980 es profesorinvestigador en el Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (Iztapalapa), donde dirige el programa de Estudios sobre Cultura Urbana. Su pensamiento, en América latina fue una verdadera revolución, ya que su tratamiento se basa en el análisis de lo popular, pero retomado el tema del posmodernismo y como éste afecta a las sociedades, desde como el capitalismo modificó a lo largo del tiempo las estructuras sociales y culturales en América. Dentro de su producción podemos nombrar: Arte popular y sociedad en América Latina, Grijalbo, México, 1977; La producción simbólica. Teoría y método en sociología del arte, Siglo XXI, México, 1979; Las culturas populares en el capitalismo, Nueva Imagen, México, 1982; La globalización imaginada, Paidós, Barcelona, 1999; Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, Paidós, Buenos Aires, 2002; Lectores, espectadores e internautas, Gedisa, Barcelona, 2007.

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su contenido real en las diferentes regiones, y no hay que sea válida dondequiera” (Bonfil Batalla, 1992: 29).

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CONCLUSIONES El indio es la cultura más antigua de América y por lo tanto es la raíz cultural, de donde se debe emerger como civilización. “Luego de la crisis institucional argentina de 2001 y las consecuencias de la devaluación económica, pareciera que estamos asistiendo a una nueva configuración del sujeto indígena: “ellos son los cada vez más pobres de los pobres”. Éstas reconfiguraciones parecen estar asociadas a una propuesta de cambio: que los individuos indígenas promuevan su transformación económica insertándose en planes o programas sociales”. (Carrasco, 2006: 253) “En tiempos de crisis, como el actual, puede ser que el sentido común –del que se valen los funcionarios-, a veces bienintencionadamente, queriendo extender los servicios estatales del que carece una inmensa mayoría de la población, esté ayudando a volver a la disolución/disimulo/invisibilización de la diversidad cultural indígena”. (Carrasco, 2006: 253) Así pues, en la actualidad, el proceso de invisibilización de los pueblos indígenas se relaciona estrechamente con términos que se utilizan a la hora de designarlos. El agrupamiento de los distintos grupos étnicos americanos en torno a grupos sociales o situaciones laborales, como “campesinos” o “puesteros”, presenta un claro desconocimiento y rechazo de sus particularidades, y, al mismo tiempo, una fuerte intencionalidad de frenar la emergencia de los pueblos indígenas, fenómeno éste que lleva ya más de cuarenta años. Con respecto a nuestra propuesta, en relación a la terminología y conceptualización de los primeros habitantes del continente americano, creemos necesario y preciso la consulta permanente a las mismas comunidades indígenas, para generar el consenso necesario en cuanto a la denominación de las mismas y sus integrantes. Además, creemos que es preciso tener en cuenta los siguientes ítems a la hora de utilizar determinados términos y conceptos para referirnos a los primeros pobladores del continente americano: 

Despegarse de la idea que identifica al indígena con la pobreza.



Alejarse del prejuicio etnocéntrico que relaciona el término indígena con el de “bárbaro” o “retrasado”. 12



Separar la identificación étnica, de la pertenencia a una actividad socioeconómica, como ya dijimos anteriormente. Por ejemplo, encerrar a grupos indígenas y no indígenas en la categoría de “puesteros” o “campesinos”, ya que ello superficializa el debate y desconoce la identidad cultural y los derechos adquiridos de los pueblos indígenas.



Dejar de lado la representación social del indígena, que lo caracteriza en un tiempo remoto con la supervivencia de tradiciones culturales y rasgos biológicos “puros”, generando una cristalización de dicha representación social, lo que ocasiona un craso error a la hora de abordar la problemática indígena en la actualidad, en especial respecto a la terminología y la conceptualización.

Una definición más clara de indio, es: “Esta palabra genérica fue utilizada por primera vez por Colón en su diario el 17 de octubre de 1492, para referirse a los pueblos antillanos. El término sigue siendo útil, en la medida en que permite hoy a los pueblos originarios unirse para su liberación, pero una vez alcanzada ésta, no precisarán de dicha categoría históricamente ligada a la segregación”

(Colombres, 2008: 51).

Para el autor “indio” y “Pueblos Originarios”, son sinónimos. A fin de cerrar, creemos que necesariamente, las terminologías, como las distintas significaciones de los términos abordados deben servir como una base de análisis que nos permita hacer un aporte teórico, para lograr eliminar las concepciones tradicionales, que en muchos de los casos llenan a los términos como a los conceptos con cargas negativas, discriminatorias, agraviantes e intolerantes, sobre los primeros pobladores de América. Creemos además que corresponde buscar un rumbo civilizatorio, que según Adolfo Colombres deberá nacer desde América y para America, como símbolo de unidad y fraternidad de hermanos, distintos pero de una misma familia.

“El reto principal frente a estos pueblos, decía Bonfil Batalla, es reconocerlos como unidades políticas constituidas” (Colombres, 2008; 53)

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BIBLIOGRAFÍA 

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