CONSERVACIÓN Y MANEJO DE SITIOS ARQUEOLOGICOS. EXPERIENCIAS EN TAFÍ DEL VALLE, PROVINCIA DE TUCUMAN

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Descripción

Miradas. Buenos Aires, 2004.

CONSERVACIÓN Y MANEJO DE SITIOS ARQUEOLOGICOS. EXPERIENCIAS EN TAFÍ DEL VALLE, PROVINCIA DE TUCUMAN BURKE, Roy* ORLANDO, Mariano* GASTALDI, Gabriela* OTERO, Clarisa* TEJADA, Sol* VILLEGAS, M. Paula* WEBER, Florencia*

“(...) viejos utensilios del hombre, hoy rebajados o elevados a símbolos; no sé por qué me maravillan, cuando no hay en la tierra una sola cosa que el olvido no borre o que la memoria no altere y cuando nadie sabe en que imágenes lo traducirá el porvenir” J. L. Borges. “Mutaciones”.

INTRODUCCION

Esta es una primera síntesis del trabajo realizado en el sitio “Barrio Malvinas”, ubicado en el barrio homónimo (Km 60 de la ruta provincial 307- Tafí del Valle, provincia de Tucumán). Nuestro trabajo se encuentra dentro del proyecto dirigido por la Licenciada Bárbara Manasse, de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Este proyecto, apoyado por la Municipalidad de Tafí del Valle, tiene como finalidad el relevamiento y evaluación del impacto sobre el patrimonio arqueológico que pudieran provocar obras municipales. Dentro del área denominada por el Código de planeamiento Urbano como “D2” (Manasse 1999), “Barrio Malvinas” está siendo amenazado por la creciente urbanización de la zona y es, por cierto, una de las áreas propuestas para la creación de una reserva arqueológica. Realizamos durante el mes de febrero de 2000 un relevamiento altiplanimétrico, a través del cual pudimos relevar unas 200 estructuras que se encuentran ubicadas sobre

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un abanico aluvial. Dentro de las variadas estructuras se observan: recintos circulares simples, recintos circulares complejos (dos o más círculos adosados), áreas de cultivo, posibles corrales y estructuras de riego (Berberián y Nielsen 1988). El sitio posee buenas condiciones de conservación, visibilidad, accesibilidad y representatividad, considerando que se trataría de un momento formativo medio – tardío. Estas características convierten al sitio en un recurso potencial para los dominios científico y cultural, al tiempo que puede considerárselo apto para su difusión y explotación turística y económica.

CONTEXTO NATURAL Y SOCIAL

El Valle de Tafí es una zona que se caracteriza por poseer un ambiente transicional, ubicado entre el bosque de alisos y la prepuna (Berberián y Nielsen op cit.; Manasse 1996). La estación seca comprende los meses de mayo hasta septiembre, con muy bajas precipitaciones y con una temperatura media que oscila entre los 5° y 15°. Por su parte, la estación lluviosa se da durante el verano, con muy altas precipitaciones y una temperatura media entre 16° y 28°. La vegetación presente en la zona es escasa. Principalmente se hallan pastos duros, cactus bajos (cardones) y tolas. Estas últimas, a pesar de tener raíces que pueden perturbar el registro arqueológico, son de gran ayuda al momento de identificar estructuras, dado que, como regla general, crecen junto a las rocas. Ello aumenta la posible predectibilidad de aquellas estructuras que no presentan edificación visible desde la superficie. Tafí del Valle posee una población estable de alrededor de 6000 habitantes, la cual va en crecimiento, ya que la gente que vivía en determinadas épocas del año, ahora habita de manera permanente. Por otro lado, también posee un importante flujo turístico por año, el cual va en aumento debido a lo atractivo del paisaje y a que posee cierto status para los pobladores de la ciudad de San Miguel de Tucumán.

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OBJETIVOS

Nos proponemos plantear aquí la necesidad de la conservación y la importancia de la gestión de recursos culturales y arqueológicos. Consideramos ambos aspectos desde una visión que integre los distintos intereses, enfatizando la difusión y puesta en valor de forma sustentable, satisfaciendo las necesidades del presente sin poner en peligro los recursos culturales o naturales del área. Otro tema que abordaremos concierne a la dimensión práctica que el arqueólogo desempeña, no solo como científico, sino también como integrador de la comunidad con su patrimonio. Para poder cumplir con estos objetivos, consideramos fundamental el establecer algunos criterios que han sido definidos por otros autores y cuya aplicación encontramos orientadora (Molinari 1998; Stanley Price 1990)

Qué conservar (Definición del recurso cultural)

El sitio, de unas 70 hectáreas aproximadamente, corresponde a una supuesta ocupación formativa media-tardía, ello se basa en los estudios llevados a cabo en otras partes del valle (Berberián y Nielsen 1988; Gonzalez y Núñez Regueiro 1960; Núñez Regueiro y Tarragó 1972). El sitio presenta una gran concentración de estructuras circulares, estructuras de cultivo, estructuras de canalización y posibles corrales. Hasta el momento, se han realizado tareas concernientes a la confección de un mapa (planialtimétrico) con la localización de las estructuras antes mencionadas y un inventario de las mismas. Por otro lado, se las ha identificado a través de fotografías aéreas al tiempo que se las ha documentado de forma visual (plantas y fotos). No obstante, somos conscientes de que esta metodología de identificación de estructuras, lejos de ser exhaustiva, debe considerarse como preliminar y a contrastar en el campo.

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Por qué conservar

Nuestro trabajo se encuentra dentro de un proyecto “mayor” de rescate, pero con tiempos amplios. El espacio que ocupa el sitio está dentro de un plan de loteos debido al rápido crecimiento de la población local del valle. Considerando la evidencia preliminar y basándonos sobre una somera evaluación visual sería bueno conservarlo por las siguientes razones: • Es un grupo de construcciones que, por su arquitectura e integración, poseen valor desde el punto de vista arqueológico • Tiene optimas condiciones de visibilidad (pueden observarse las estructuras a simple vista) • Se encuentra cerca de la villa de Tafí, pero, a su vez, a una distancia prudente, con lo cual posee una buena accesibilidad pero no es un lugar de transito continuo por lo que posee óptimas condiciones para el control de la accesibilidad al sitio. • Las estructuras están muy bien conservadas: en la parte superior del abanico aluvial pueden observarse muros de hasta tres hiladas por sobre la superficie y dinteles in situ, con lo cual es de suponer que todo el resto de la estructura bajo tierra debe poseer también un buen grado de conservación y potencial de información. Esto si consideramos que en superficie, además de las evidencias arquitectónicas, se hallan restos cerámicos en distintos estados de conservación. • Como el área no ha sido utilizada por el hombre en forma intensiva y destructiva (se utilizó mayormente para el pastoreo de ganado bovino y equino y no se practicó la agricultura desde tiempos prehispánicos), prácticamente no está alterado. No obstante, se observa la acción antrópica en una estructura que ha sido convertida en abrevadero y en un pequeño canal que transporta agua hacia una finca cercana. La mayor perturbación se da por la reutilización de piedras que formaban parte de estructuras arqueológicas en estructuras modernas, aunque esto sólo afecta a unas pocas estructuras más próximas a la ruta. • No se conoce que se haya investigado sistemáticamente y en profundidad. Igualmente no se conocen publicaciones sobre excavaciones y sólo pudimos detectar una trinchera en forma de T en un posible túmulo.

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En este punto, deben encararse estudios sobre la significación histórica de los bienes, sobre su condición actual y sobre el impacto, tanto natural como antrópico, dado que son datos faltantes e incompletos dentro del registro contemporáneo.

Para qué conservar

Mas allá de considerar que este sitio puede dar información relevante acerca de los procesos formativos de la región, lo que es un aspecto puramente académico, creemos que el sitio posee potencial para una estrategia integral de difusión y puesta en valor. Esta es una función que debe ser asumida por el arqueólogo. Por otro lado, consideramos que conservar el sitio con la sola finalidad de preservarlo para investigaciones científicas es restarle importancia. Hacer partícipe al público agregaría un plusvalor a la información que podamos obtener y es un medio esencial para la protección del patrimonio arqueológico.

Cómo conservar

Como se desprende de lo dicho anteriormente, consideramos que restringir el paso a un sitio no es la mejor solución, aunque como medida de control es rápida y efectiva. La restricción del acceso al sitio por aquellos agentes perturbadores como lo son el hombre y el ganado es fundamental como una primera estrategia de manejo. Entonces, consideramos que dentro de las perspectivas actuales centradas en el Manejo de Recursos culturales (Arqueología Pública, Manejo Holístico de los recursos naturales y culturales [Criado Boado 1996; Savory y Butterfield 1999] ) las siguientes argumentaciones son de interés al pensar en escalas mediatas y a largo plazo, mismos que tienden a la no “prohibición” del acceso irrestricto: • Al hacer un sector prohibitivo, sin brindar información del porqué se restringe un área, lo que suele lograrse es llamar la atención a quien no se debe, y más teniendo en cuenta un historial como el del NOA, donde el huaqueo y la venta de objetos arqueológicos es moneda corriente.

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• Si se ha conservado desde el periodo formativo sin necesidad de cercarlo, ¿por qué hacerlo ahora? En vez de ello, tal vez se logre el mismo efecto buscado con una buena señalización, clara y entendible. • Pretendemos que, sin restringirlo, la gente del lugar se identifique con el sitio y lo valorice como recurso cultural. Por otro lado, creemos que los bienes arqueológicos deben ser valorizados como auténticos recursos culturales, los cuales son susceptibles de ser explotados en forma sustentable (Molinari 1998). Para que esto sea así, deben incluirse dentro del “patrimonio turístico”, el cual se logra mediante una adecuada estrategia de manejo y puesta en valor, posicionando al recurso arqueológico como recurso turístico plausible de satisfacer las crecientes necesidades de los visitantes del área. Esta puesta en valor de los recursos culturales debe estar acompañada por una infraestructura, instalaciones, equipamiento, etc., tanto para el cuidado del recurso como para que los visitantes se sientan satisfechos. A su vez, la puesta en valor del sitio, propicia un mejoramiento de su valor educativo y aumenta su difusión, haciéndolo un polo de las actividades culturales de las comunidades circundantes. El arqueólogo, que por lo general vive lejos del sitio que investiga, no puede estar custodiándolo constantemente, pero sí debe velar por su cuidado. La concientización, la participación del público en general y de los pobladores aledaños, tanto en el proceso de toma de decisiones como en la puesta en valor, serían una forma de lograr el cuidado del recurso arqueológico. Por ello, consideramos que, a mediano plazo, con un trabajo constante entre arqueólogos y con el apoyo de las autoridades del lugar se puede fomentar que la población se identifique y se considere responsable de la salvaguarda del patrimonio arqueológico. Para lograr el objetivo antes mencionado es indispensable elaborar una estrategia de participación tripartita entre: arqueólogos, población local y autoridades gubernamentales. En el caso de Tafí del Valle, el colegio secundario posee una especialización en turismo, ya que éste comienza a ser la actividad económica más rentable de la zona. El turismo puede ser destructivo, pero con planificación y gestión éste puede convertirse en un factor significativo para conservar el bien cultural. Recordemos que la tierra está siendo loteada para la venta y construcción de viviendas, el turismo sería una forma alternativa de extraerle valor al terreno sin destruir el patrimonio arqueológico. 254

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ENCAUSAR Y PONER LÍMITES

Hay en la zona del valle malos antecedentes en cuanto a conservación del patrimonio: el Parque de los menhires (los mismos que fueron descontextualizados para emplazarlos en su actual localidad) creado durante la dictadura militar; las torres eléctricas de la mina “La Lumbrera” que se emplazan sobre estructuras arqueológicas; el sitio de Quilmes, en el cual cualquier visitante puede llevarse un “recuerdo” de su paso por las ruinas (en superficie se observan tiestos cerámicos que hemos observado que son extraídos como recuerdos); el museo de “La Banda” en Tafí del Valle es otro ejemplo: es una iglesia jesuítica en donde se exponen artefactos extraídos de excavaciones y otros de la época de contacto, pero el estacionamiento que está frente al acceso principal está sobre lo que fuera el cementerio en tiempos de la conquista, con lo cual uno camina pisando restos humanos que afloran por toda la superficie, situación que lamentablemente no posee solución inmediata por parte de las autoridades municipales. A pesar de todo esto, en Tafí del Valle, existe una ordenanza decretada con peso de ley que prevé la creación de una reserva arqueológica en el ejido municipal, el problema es que no se especifica el lugar en donde debería emplazarse ni sus límites concretos. Esto puede aprovecharse para que este asentamiento se convierta en esa reserva, de ahí la necesidad del plano altiplanimétrico, cuya principal función en esta etapa sería la de delimitar el área a preservar.

PALABRAS FINALES

El nuestro es un proyecto ambicioso y que no se concretará a corto término, pero consideramos que es un reto del que el arqueólogo debe ocuparse tanto como del resto de la investigación. El arqueólogo se ocupa de la investigación, interpretación y difusión del conocimiento, aunque muchas veces, este conocimiento queda dentro del ámbito de la comunidad científica y son pocos los profesionales que se preocupan por hacer llegar este conocimiento a la gente.

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Planteamos con respecto a esto que el arqueólogo debe realizar una devolución hacia la población local y la gente en general, los que se constituyen en depositarios de los bienes culturales y arqueológicos. Consideramos que el arqueólogo debe ser parte de la estructura de la toma de decisiones que conciernen a la conservación del sitio. El turismo y las visitas deben considerarse como generadores de recursos y depositarios de un bien arqueológico al que tienen derecho de disfrutar (Dominio público del bien). La buena administración y conservación del sitio dentro de este contexto debe considerarse en forma interdisciplinaria y contemplando todos los valores y dominios involucrados Tratándose de un bien cultural-arqueológico no renovable, es el arqueólogo el que posee la mayor responsabilidad en la custodia de ese bien y para ello debe estar preparado como conciliador de estas diversas esferas de interacción. Finalmente, creemos que, como afirma Criado Boado, sólo se puede proteger lo que se conoce, sólo se conoce lo que se comprende, sólo se comprende lo que se analiza, y sólo se analiza lo que se valora. Es así que, por transición, sólo podemos proteger el patrimonio arqueológico reconociendo el valor o la totalidad de valores, que por sí mismo posee. Nuevamente es la función de los arqueólogos determinar el valor científico-cultural del bien. En este sentido, el Arqueólogo no sólo es investigador sino que además se convierte en un actor social, en un profesional necesario dentro de una sociedad y dentro de cualquier emprendimiento cultural-arqueológico.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a la Licenciada Bárbara Manasse por su apoyo y confianza en nosotros. A las autoridades de la Municipalidad de Tafí del Valle por su participación y por habernos brindado el alojamiento. A la Universidad de Catamarca, escuela de Arqueología, por haber prestado el instrumental de relevamiento necesarios y a las autoridades del INAPL por facilitar el espacio para la divulgación de los trabajos que como alumnos estamos desarrollando.

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BIBLIOGRAFIA.

Berberían, E. E. y A. E. Nielsen 1988. Sistemas de asentamiento prehispánicos en la etapa formativa de Tafí del Valle (Pcia. de Tucumán-República Argentina). Sistemas de asentamiento prehispánicos en el Valle de Tafí. Córdoba, Editorial Comechingonia.

Criado Boado, F. 1996. El futuro de la Arqueología, ¿La Arqueología del futuro? Trabajos de prehistoria 53 (1): 15 – 35.

Gonzalez, A. R. y V. Núñez Regueiro 1960. Preliminary report on Archaeological Research in Tafí del Valle, N. W. Argentina. En: Akten des 34 internationalen Amerikanisten Kongresses, pp 485 – 496. Viena

Manasse, B. 1996. Convenio de Asesoramiento Arqueológico Municipalidad de Tafí del Valle – Escuela de Arqueología (UNCa). En: Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Cordoba. 1999. Caracterización arqueológica del norte de la estancia de Los Cuartos, Tafí del Valle, Provincia de Tucumán. En: Actas del XIII Congreso de Arqueología Argentina. Córdoba.

Molinari, R. 1998. Orientaciones para la gestión y supervivencia de los recursos culturales: Proyecto de reglamento para la preservación del patrimonio cultural en áreas protegidas de la APN. En: I Congreso Virtual de Antropología y Arqueología, www.naya.or.ar 2000. ¿Posesión o participación? El caso de Rewe de la comunidad mapuche Norquinco (Parque Nacional Lanin, Provincia de Neuquén, Argentina). En: II Congreso Virtual de Antropología y Arqueología, www.naya.or.ar

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Conservación y manejo de sitios... – Burke, R. et al.

Núñez Regueiro, V. A. y M. N. Tarragó 1972. Evaluación de datos arqueológicos: ejemplos de aculturación. Estudios de Arqueología 1: 36-39. Cachi, Salta.

Savory, A. y J. Butterfield 1999. Holistic Management: a New Framework for decision Making. Washington, Island Press.

Stanley Price, N. P. 1990. Archaeology and conservation: trainning at the international level. En: Archaeological heritage management in the modern world, pp:292-301.

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