Consejo de Participación

Consejo de Participación José Chalco Salgado En este tiempo de profunda variación política, en donde lo más lejano es encontrar acuerdos, soluciones y puntos de diálogo coherente, parece que hay un único consenso: el Consejo de Participación Ciudadana, no representa a nadie. Dicho consenso no se limita a valorar si el actual Consejo de Participación está mal o bien elegido, sino la desacertada regulación que la Constitución ecuatoriana hace al respecto; ésta configura equivocadamente al ejercicio del poder público y en este caso, al que se entrega al Consejo de Participación que luego formará parte de la llamada Función de Transparencia y Control Social. Así, este Consejo que dice ser de participación, nada ha aportado para que se vitalice algún tipo de intervención democrática de los individuos en la sociedad. Desde el origen, está cargado de vicios de bulto; su conformación es huérfana de representación democrática, los miembros que lo integran no son electos por la sociedad, no existe difusión de sus planes de trabajo, carece de representatividad, sus integrantes no son ni siquiera elegidos bajo un sistema de democracia representativa en donde una elección indirecta por la Legislatura en algo, subsane la carencia de legitimidad democrática. Es decir, el sustento jurídico y político para su creación y conformación es opaco, tan símil a un poder del vacío, antidemocrático por desatender a los más elementales conceptos de la Ciencia Política y el nacimiento del poder público que se fundamenta en la voluntad popular. Aún más, si se revisa los requisitos “meritocráticos” para integrar mencionado Consejo, se verán mayores razones para cuestionarlo. Y es que, la meritocracia no solo que desapega a grandes grupos sociales de la participación democrática, sino que atenta contra el entendimiento de la diversidad, asumiendo a un título universitario como único habilitante para activar la participación en la colectividad, sin duda, es la cuestión más perversa en una democracia real de tipo horizontal, de todos. Por otro lado, el requisito de ser “buen ciudadano” para integrar dicho Consejo es una cuestión nada técnica que aumenta arbitrariedad, ¿qué pregunta de concurso o certificado emitido, mide el nivel de buena ciudadanía de una persona?, ninguno.

El presidente del club, el barrio y curso de la universidad; el gerente de la cooperativa; el director del gremio; y el representante de los estudiantes, es electo por votación popular ganando con el respaldo de la gente que le entrega una porción de poder, entonces ¿acaso no es debido y democrático que la población elija a quienes van a integrar una Función del Estado que cuenta con amplísimas potestades y poder?. Hay un consenso, este Consejo no representa a nadie.