CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY

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CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Por Eduardo Nakayama (*) La idea que la mayoría de la sociedad tiene acerca de la independencia del Paraguay es aquella resumida y simple en la cual se explica que la misma se produjo la noche del 14 y la madrugada del 15 de mayo de 1811 materializada con la deposición de Bernardo de Velasco y Huidobro, Gobernador Militar y Político e Intendente del Paraguay y las Misiones. Sin embargo, las interrogantes sobre el proceso independentista surgen de inmediato cuando el mismo Velasco, junto a otro español Juan Valeriano Zevallos y el paraguayo Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia conforman el primer Triunvirato destinado a dirigir los destinos de la Provincia. Es por ello que antes de hablar de las distintas consecuencias de la independencia del Paraguay, debemos aclarar que ella no se produjo de la noche a la mañana, sino que respondió a un proceso independentista que se inicia aún antes de mayo de 1811 y se corona recién en 1852-53 durante el gobierno del Presidente Don Carlos Antonio López, mucho después de la muerte del Supremo Dictador de la República, Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Así, podemos decir que la consecuencia más importante del proceso de independencia del Paraguay es la independencia misma: política, jurídica y en cierta medida, económica. Para entender cómo se fueron dando estos presupuestos básicos, así como el afianzamiento de una identidad cultural que para entonces (y desde la época colonial) ya tenía características marcadamente propias, debemos explicar brevemente la manera en que el poder recae (o es requerido) por distintos actores, imponiéndose finalmente el elemento local criollo y mestizo paraguayo (con sus ideas propias): Los sucesos en la Península Ibérica con la invasión francesa apresuraron el traslado de la Corte de Lisboa a Río de Janeiro en un caso único en la historia universal. La esposa de Joâo VI, Príncipe Regente de Portugal era nada menos que Doña Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y a quien las distintas facciones “españolistas” en América seguían jurando fidelidad. Tal fue el caso de las juntas de Buenos Aries, Montevideo y Asunción, por citar algunas. Los partidarios de estas ideas eran los del “Partido Español”. Montevideo y Asunción consideraban, con justicia que, al estar cautivo de los franceses el legítimo Rey, el poder recaía en el pueblo que elegía a sus propios gobernantes. Por su parte Buenos Aires, que hasta hace poco tenía el título de capital virreinal, buscaba imponerse a las demás juntas escudándose en una teoría conocida como la de la “Hermana Mayor” buscando legitimar su supremacía para erigirse en centro de las demás. La existencia en Asunción de un fuerte vínculo de comerciantes y familias con la ciudad de Buenos Aires generó además otra facción de adeptos a la unión incondicional a ésta, cuyos partidarios eran conocidos como “Porteñistas”. Pero el Paraguay era un país muy particular, con características marcadas en cuanto a su gente, idioma, cultura y tradiciones que, desde épocas anteriores generaron una identidad propia bastante homogénea. Contaba por tanto con la mayoría de los elementos que conforman una nación, faltando sólo el territorio y un gobierno realmente independiente de todo poder. Los seguidores de este ideal se alistarían en el grupo “Paraguayista” liderado por el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Tal era el panorama durante los dos años y medio que transcurrieron desde la primera revolución contra el poder de turno en mayo de 1811. Para 1813, si bien los “españolistas”

seguían conformando un segmento interesante de la población, la principal disputa se daría entre los principales partidos, el “Porteñista” y el “Paraguayista”. Se convocó a un Congreso General de diputados y representantes de toda la Provincia, reunidos en el Convento de la Merced (ubicado en las actuales dos manzanas que se hallan cruzadas por las calles Haedo, Gral. Díaz, Oliva, Independencia Nacional y Nuestra Señora de la Asunción) y existe consenso en que mientras el Dr. Francia trabajaba para lograr una independencia total (de España y de Buenos Aires), los “porteñistas” centraban sus esperanzas en el enviado especial de aquella junta a Asunción, el diputado Nicolás de Herrera. Una de las primeras medidas adoptadas por el Congreso fue el rechazo a la nota de pedido de intervención de Herrera como orador. Esta maniobra política se atribuye también al Dr. Francia, quien de esta manera anuló desde un principio a su probable eventual adversario político e ideológico porteño. Así, el Congreso que inició sesiones a fines de septiembre de 1813, proclamaría el 12 de octubre de 1813 su más importante resolución al declarar la República del Paraguay, la primera en Sudamérica y la tercera en América después de los Estados Unidos y Haití. La forma de gobierno adoptada por la República del Paraguay, emulando las instituciones romanas sería el Consulado, siendo nombrados el Brigadier General Fulgencio Yegros y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia para el efecto. Los mandatos debían alternarse, pero rápidamente se impuso el liderazgo de Francia luego que ambos cumplieran su primer período. Se retiró Yegros a Quyquyhó para sus actividades particulares dejando en Francia toda la responsabilidad. Así, el Supremo sería ungido en 1814 como Dictador Temporal de la República del Paraguay, aclarando que el título de Dictador también se toma de las instituciones romanas y no responde al apelativo “dictador” como sinónimo de tirano, aunque el largo gobierno de Francia haya contado también características despóticas. El año de 1816 marcaría el inicio de la Dictadura Perpetua del Dr. Francia, cuando su poder se había consolidado por completo por sobre las figuras de los demás próceres de la Independencia. No sería sin embargo hasta el año 1820, cuando durante la Semana Santa se descubrió una presunta conspiración para intentar asesinar al Dr. Francia. Los principales ideólogos (entre ellos muchos próceres) pasarían a ocupar las celdas mientras otros serían pasados por las armas. Con sus enemigos internos encerrados o muertos, el Paraguay ese año también sería testigo de otro hecho de trascendental importancia en la historia regional: el exilio del máximo prócer oriental, el General José Gervasio Artigas, quien solicitó asilo en “la primera República del Sur” gobernada por su otrora enemigo. Con su otorgamiento el Dr. Francia inauguró el derecho de asilo en América. Los 20 largos años que duraría la Dictadura Perpetua hasta el fallecimiento del Dr. Francia en 1840 servirían para consolidar la independencia paraguaya tanto política como económicamente. El comercio internacional se vio tremendamente deprimido y hasta bien entrado el gobierno de Don Carlos Antonio López el Paraguay no se conseguirían alcanzar los mismos niveles de exportación de la época pre-independiente. Esta situación se debe a varios motivos, siendo el principal de ellos, sin lugar a dudas, el intento de estrangulamiento mercantil practicado desde el exterior ora por Buenos Aires (las más de las veces), ora por Corrientes, ora por Montevideo. El Paraguay tuvo necesariamente que autoabastecerse. Las decisiones del gobierno en el orden económico, la repartición de tierras para labranza y otras medidas sociales también colaboraron en consolidar la identidad nacional y mantener la República en relativa paz, con poca influencia exterior que sirvió de base para la posterior protesta paraguaya por la falta de reconocimiento de su independencia por parte de la Argentina.

Con el periódico “El Paraguayo Independiente” fundado por Don Carlos Antonio López y bajo su gobierno se inició una feroz campaña para obtener el reconocimiento internacional de nuestra soberanía. Bolivia y Brasil lo harían explícitamente en 1844, la Confederación Argentina recién en 1852 luego de la caída de Rosas, y sucesivamente el Reino de Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Cerdeña, en 1853. A partir de estos últimos reconocimientos, otras potencias europeas harían lo propio, cumpliéndose el largo sueño anhelado por los paraguayos de gobernarse a sí mismos. El proceso de independencia paraguayo, distinto a cualquier otro de la América, el ahorro de sangre, la austeridad y sobre todo el particular sistema económico de modelo autonomista, sentó las bases para el posterior crecimiento económico registrado a partir de los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX. (*)Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de

Asunción con Posgrado Internacional en Dirección Estratégica por la Universidad de Belgrano en Buenos Aires. Especialista en Derecho de Seguros, es miembro de la Asociación Internacional de Derecho de Seguros (AIDA) con sede en París, del Grupo Mundial de Seguros Marítimos de la Universidad de Hamburgo, Alemania y fundador del Instituto Paraguayo de Derecho de Seguros. Es asesor jurídico de varias compañías de seguros en Paraguay, de la Asociación Paraguaya de Compañías de Seguros, de otras aseguradoras del Mercosur y fue asesor jurídico externo a la Itaipú Binacional. En el campo histórico y cultural, ha realizado investigaciones sobre la historia del seguro en Paraguay, sobre Historia Paraguaya con énfasis en las relaciones bilaterales entre Paraguay y Brasil, las cuestiones de límites con los países vecinos y la Guerra de la Triple Alianza. Socio fundador y ex presidente de la Asociación Cultural Mandu’arâ de fomento y difusión de la historia y la cultura paraguaya, Miembro Correspondiente del Instituto de Historia y Geografía de Mato Grosso do Sul, del Instituto de Geografía e Historia Militar del Brasil en Río de Janeiro, del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes (Argentina), del Comité de Fortificaciones y Herencia Militar de la UNESCO y Miembro Correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia.

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