Conquistadores y pobladores. El Imperio Hispánico ante América.

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Descripción

Iván Garnelo Morán Conquesta i Colonització d’Amèrica (s. XVI-XVIII)

Conquistadores y pobladores. El Imperio Hispánico ante América. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón desembarca en América. Llegaba al “Nuevo Mundo”. Se abre entonces un proceso de mundialización de Europa y sobretodo de la monarquía hispánica. Tanta importancia tiene este hecho, que en los siglos posteriores tendremos un rey como Felipe II del que se dirá que “en su imperio no se ponía el sol.”. Se inicia una etapa de conquista y asimilación de las culturas establecidas en toda Sudamérica y Centroamérica (Imperio Inca, Maya, Azteca y pequeños grupos culturales), y no solo se asimilan, sino que además se les cambia por completo. Estaremos, pues, ante un fenómeno o proceso de cristianización del “Nuevo Mundo”. Esta etapa se ha postergado en la Historia Universal y en sectores actuales de la sociedad sigue produciendo cierto rechazo este proceso de exterminio y conquista de lo que eran unas culturas ricas en muchos sentidos. Pero también todo este proceso tiene una repercusión en la sociedad de la época, sobretodo en la del s. XVII. Tenemos las bases de un imperio colonial que tendrá su cénit en este mismo siglo XVII y que en los dos siguientes se irá desmoronando poco a poco, hasta que a finales del s. XIX solo será una sombra de lo que un día fue. Bernat Hernández nos presenta una tesis interesante, una tesis del conquistador como antihéroe en la sociedad inmediatamente posterior a la llegada a América y el sometimiento de los grandes imperios precolombinos. Si bien, primero la figura del conquistador será la de cristiano fiel que cristianiza y culturiza a pueblos “inferiores” bajo unas formas bastante deleznables en nuestra época, más adelante estas formas se convertirán en lo que hoy son para nosotros. Aun así, figuras como la de Hernán Cortes o Francisco Pizarro, si pasarán a la historia como grandes conquistadores dignos de mención en la Historia de España como héroes de esta. Y esta afirmación la hago bajo una visión historiográfica clásica que se desarrolla en España, ya que el revisionismo pone en entredicho la figura de estos dos hombres en tanto que héroes. Pero Hernández realiza una labor minuciosa en cuanto a los testimonios que ponen de relieve la transformación de la figura del conquistador en un antihéroe. Pero huelga decir que son casos de conquistadores menos conocidos, conquistadores menores, los que ostentarán esa cruz de antihéroe. Pero, ¿Cómo se fragua esa figura? ¿Qué sucede con esos 1

conquistadores? Nos encontramos, según el texto de Hernández, con dos una situación, la del guerrero convertido en fraile: “Este Gonzalo Cuadrado, soldado ‘hábil y plático en toda cosa’, de ánimo generoso y esforzado, tras una trayectoria de conquistador se hizo fraile franciscano.”1 Será pues un argumento de “cargos de conciencia” que pesa sobre ellos al haber sometido a los nativos, al haberlos subyugado bajo su espada. Y el caso de Gonzalo Cuadrado no es el único: “Las figuras del conquistador o del encomendero que acaban sus días entrando en religión, tienen otros ejemplos destacados”.2. Esta situación se debe a dos situaciones. Por un lado tenemos la fuerte presión de la Iglesia, que será defendida por Bartolomé de las Casas, un fraile dominico que vivió en el Virreinato del Perú y se le conoce como defensor de los derechos de los indígenas. Esta posición lo lleva a defender en la corte una denuncia hacia el proceso de conquista y conseguirá que se llegue a aprobar una ordenanza de suspensión de la conquista en 1550.3 Y aunque en 1556, seis años después, se retoma la conquista en el Virreinato del Perú, ya será ahora en otros términos y condiciones. Ya no se habla de “conquista”, sino de “poblamiento”. Esto abre una nueva óptica sobre la ocupación americana, llegando a publicarse en 1573 las “Ordenanzas de nuevo descubrimiento, nueva población y pacificación.”. La importancia de este hecho reside en que ahora los “causus beli” que se utilizaban a principio de la ocupación ya no eran legítimos y se restringían. Por otro lado, el nuevo Imperio Hispánico busca consolidarse en el nuevo mundo, y sabe que la mejor forma es el poblamiento y creación de centros urbanos con unas nuevas oligarquías; y para evitar sublevaciones y revueltas indígenas, tiene claro que debe integrar a las sociedades nativas en ese nuevo imperio. De aquí nace la división en las dos Repúblicas: de los españoles y de los indios. Y dentro de esta nueva óptica, conquistadores y encomenderos* no tienen cabida. Esto es lo que Hernández llama “proceso al conquistador”, y lo comprar con la conocida “duda indiana”*. Aun así, paralelo a este proceso, los conquistadores y encomenderos gozaron durante un tiempo de un “corpus juris” que reconocía más allá de su muerte, unos derechos legítimos a sus descendientes. Derechos como pensiones, de tierra o explotación. Pero la situación

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Hernández, pg. 1 Hernández, pg. 1 3 Hernández, pg. 2 *Ver glosario 2

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real era diferente. “Tras cuatro décadas de servicio se hallaban pobres, tullidos, viviendo en casa de paja, hambrientos, cargados de hijos propios y de otros conquistadores, con encomiendas misérrimas.”4 Nos encontramos pues, ante una figura de conquistador y encomendero empobrecido, olvidado y rechazado por su entorno social. Y al mismo tiempo, una visión nueva de la conquista nos revela otro tipo de conquistador, que yo lo llamaría el “conquistador autóctono”, los indios conquistadores. Pequeños y diversos, pero no en abundancia que son “esenciales para comprender la realidad cotidiana del siglo XVI en Indias”5. Y toda esta realidad conjunta saca del escenario la figura del épico conquistador y lo relega a un aspecto distinto y sombrío en la historia. Ahora bien, no solo el contexto social y la presión política son elementos clave para entender la figura del “anticonquistador”, también la religión juega un papel destacado. Volvamos de nuevo a fray Bartolomé de las Casas, que cabe decir de él que era un encomendero convertido. Juega un papel fundamental en este “proceso al conquistador”. Ya hemos visto su denuncia ante la corte y la influencia que ejerce en las leyes a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Su texto hacia Carlos V, su predicación, supondrá el uso del dogma católico hacia los conquistadores y encomenderos. “Dios castigará a España por esos crímenes.”. Entrando en el contexto de la época, y conociendo el perfil de la monarquía hispánica, el peso de los dogmas católicos es importante. Recordemos que estamos ante una monarquía católica, apostólica y romana. Bendecida por Dios desde tiempos de la reconquista, luchando contra los infieles. Sea pues este peso de la Iglesia sobre las coronas peninsulares y su vital influencia en la sociedad hispánica la que le permite asumir este paradigma a la hora de condenar la conquista. “Las Casas distinguía entre ‘conquistadores’ y ‘pobladores que no conquistaron.”6 Y el mismo Bartolomé los comparaba con los turcos, incluso los ponía peor. Todo este argumentario, que tiene un peso importante, hará que se cambie la visión de la conquista hasta para los viejos conquistadores. Y tampoco su ataque va encaminado hacia los conquistadores, también los encomenderos; que maltratan a los indígenas y los explotan. Así, en este clímax de moralidad, la influencia lascasiana tiene una repercusión íntegra. Los conquistadores y encomenderos llegan a legar sus posesiones en sus testamentos y últimas voluntades para la restitución de lo robado y saqueado. Y por otro lado, esta

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Hernández, pg. 5 Hernández, pg. 6 6 Hernández, pg. 6 5

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restitución se basa en “la canonística medieval sobre el triple deber moral de la restitución, la composición y la reparación.”7 Pero igualmente, la interpretación tan extrema de Las Casas no será la única y encontraríamos otras menos exigentes pero si basadas en este triple principio moral, como el de Francisco de Vitoria, que modula las necesidades de restitución, es decir, que expone que y como se debe restituir. Y siempre bajo el aval de las autoridades religiosas. Pero al final la figura del conquistador es ambigua, pues los grandes son alabados, como el caso de Hernán Cortés. Vemos pues que en “en la calle en que vivió (…) en Castilleja de la Cuesta era visitada a menudo por oficiales y diversas personas.”8 o su habitación, “en la que los eclesiásticos rezaban sus esponsos.”9 Es un caso transcendente, pues al conquistador se le alaba tras la muerte, pero en vida es repudiado socialmente a finales del siglo XVI. Es una doble moral social, una doble moral basada en el dominio y poder de control sobre los nuevos territorios. Muertos, los conquistadores, no pueden ejercer ningún tipo de contrapoder, en cambio, vivos y con un “corpus juris” que los ampare, pueden ejercer ese dominio personal que crearía un poder paralelo y fuerte en las nuevas tierras del Imperio. Yace aquí una fuerte reflexión sobre todo el proceso de dominio de América. Un dominio terrenal y espiritual que era necesario. El poder de la religión era fuerte en todos los aspectos, y al mismo tiempo servía al poder terrenal para el dominio y consolidación de la nueva sociedad que venía. “Los eclesiásticos eran la muralla y la defensa de los reinos del Imperio. La conversión del clérigo suponía unir unos y otros.”10 He aquí pues la gran afirmación que encontramos en el texto de Hernández. En ella reside la reflexión del párrafo anterior, la dualidad y equidad en el domino y poder. La edad moderna sigue usando ese equilibrio que nace en siglos pasados, el uso de las creencias del nuevo poder dominante que sustituyen las previas a su llegada para poder consolidar su posición en ese nuevo escenario. El proceso de conquista de América toma definiciones diferentes, se transforma y evoluciona a lo largo de los siglos. Primero el uso de la fuerza y la destrucción total para

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Hernández, pg. 9 Hernández, pg. 9 9 Hernández, pg. 9 10 Hernández, pg. 10 8

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ejercer domino; más adelante la asimilación de las ruinas de lo que existía anteriormente para así poder consolidar una oligarquía que controle los recursos para el Imperio. No es la lucha entre lo justo y lo injusto, lo que está bien o mal, lo moral o lo inmoral. Este “proceso al conquistador” lo hemos de entender desde la ética del poder; desde un punto de vista amplio y en perspectiva. La historia nos demuestra que la religión es el mejor instrumento cohesionador de la sociedad conquistada, unido a la introducción de agentes impregnados con esos dogmas religiosos. De ahí que se pase de conquistar a poblar. Conquista es sinónimo de destrucción total en un instante, poblar es asimilar, transformar. Podríamos hacer un símil literario, con la obra de Tolkien de “El Señor de los Anillos.”, cuando al principio de la novela nos habla de la inscripción que reside en un anillo que alberga el poder de dominio y usa la siguiente frase: “Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y en las tinieblas atarlos.” En nuestro caso este anillo es el catolicismo, el dogma cristiano.

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ANEXO I BIBLIOGRAFÍA 

Hernández, B., ‘Por Honrar toda la vida pasada con tan buen fin’ Los cargos de conciencia en la figura del anticonquisador; en Baraibar, Álvaro et alii, Hombres de a pie de a caballo (conquistadores, cronistas, misioneros en la América colonial de los siglos XVI y XVII); NY, Instituto de Estudios Auriseculares, 2013, pp. 117-132.



Floristán, A. (coord.), Historia Moderna Universal, Ariel, Madrid, 2005



De las Casas, Bartolomé, Historia de las Indias, Libro III, Capítulo CXXVIII



Borges, P., Quién era Bartolomé de las Casas, Rialp, Madrid, 1990

ANEXO II CONCEPTOS CLAVE 





DUDA INDIANA: Durante el s. XVI, mientras se producía la conquista y sometimiento de los pueblos que habitaban en el continente americano, en la corte española se produce un fenómeno que se basa en la duda sobre los derechos de conquista de la corona y de los propios conquistadores en el continente. Este fenómeno se conoce como “duda indiana”. ENCOMIENDA: Título otorgado bajo Merced Real por la cual se le entregaba a una persona una serie de tierras y sus recursos a explotar, así como los indígenas que en ellas vivieran. El encomendero era el encargado de dirigir la encomienda y se encargaba de cobrar los tributos, proteger las tierras encomendadas y proteger y cristianizar a los indígenas bajo su encomienda. CONQUISTA: Proceso por el cual se somete mediante la fuerza un territorio a un poder externo al que impera en este. La persona o personas que encabezan este proceso se les conoce por el nombre de conquistador o conquistadores.

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