Conjunciones y conjunciones por excelencia: ¿grados en la categoría?

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Carolina Martín Gallego Universidad de Salamanca

Conjunciones y conjunciones por excelencia: ¿grados en la categoría? RESUMEN En la tradición gramatical española es posible hallar caracterizaciones de (clases de) palabras que no acaban de ajustarse a los parámetros del marco teórico en el que fueron concebidos, según el cual los límites categoriales son nítidos y todos los miembros de esa categoría tienen un estatus igual o similar. El objetivo del presente estudio es rastrear y analizar la descripción de la conjunción en un corpus de alrededor de ochenta gramáticas publicadas entre 1492 y 1901, con el propósito de localizar aquellos hechos lingüísticos que no concuerdan con la teoría clásica de categorización. Concretamente, este trabajo se centra en aquellos correspondientes a las que parecen ser las conjunciones “por excelencia”, que e y.

ABSTRACT In the Spanish grammatical tradition, some characterizations of parts of speech do not fulfill the criteria of the theoretical frame where they were conceived. According to this framework, categories have clear boundaries and all members of a category have equal or similar status. The aim of this paper is analysing the description of the conjunction in a corpus of around eighty grammars published between 1492 and 1901, and tracking for those linguistic facts that don’t agree with the classical theory of categorization. In particular, we will be focusing on those related to the units that seem to be the conjunctions “par excellence”, que and y.

1. Consideraciones preliminares Una de las preocupaciones básicas de la tradición gramatical (pero no sólo de la tradición) ha sido la de obtener una división de las clases de palabras en grupos homogéneos que fueron y suelen ser alternativamente e indiferentemente designados con el nombre de clases de palabras, partes de la oración o partes del discurso (Gómez Asencio 1981: 91).

Efectivamente, esta actividad taxonómico-descriptiva, que ocupó de forma prioritaria la labor de los gramáticos de la tradición, se regía, como acto cognitivo de categorización,1 por el modelo clásico basado en la concepción aristotélica, según el cual las ca1

“El metalenguaje gramatical, como parte integrante de la lengua, sigue los mismos principios de codifica-

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María Luisa Calero et al. (eds.): Métodos y resultados actuales en Historiografía de la Lingüística, 485–495 © Copyright 2014 by Nodus Publikationen, Münster. ISBN 978–3–89323–020–4

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tegorías resultantes de ese mecanismo de organización de la realidad (en nuestro caso, lingüística) son, en líneas generales, discretas, de límites claros, en las que todos sus miembros tienen un estatuto igual o similar, o, como se decía en la cita, son grupos homogéneos. Frente a esta concepción de delimitación categorial –que, además, supone una de las principales críticas que los sistemas de clases de palabras tradicionales han recibido–2 han surgido en las últimas décadas propuestas alternativas. Es el caso, por ejemplo, de la procedente de la lingüística cognitiva, que concibe, a través de la teoría de prototipos, las categorías como entidades de límites difusos, no discretas, en las cuales unos miembros son más representativos (“buenos ejemplos” o elementos prototípicos) que otros (“malos ejemplos” o elementos periféricos).3 En la práctica, esto es, en las gramáticas de la tradición, por el contrario, no todo en las descripciones de las categorías (meta-)lingüísticas se ajusta a los parámetros de ese primer marco teórico, sino que hay hechos lingüísticos que parecen identificarse más con otros marcos explicativos –como podría ser el de la teoría de prototipos mencionada– que con aquel en el que fueron concebidos. La igualdad de estatus de todos los miembros o la nitidez de los límites categoriales se ponen en duda en casos como los de unidades policategorizadas o a caballo entre dos categorías, lo que sucede frecuentemente con las partículas –asunto que ya ha sido puesto de manifiesto por los gramáticos, tanto dentro de la tradición,4 como en la actualidad–. Y este es el contexto en el que se ubica el presente trabajo, centrado en una de esas partículas, la conjunción. La existencia de conjunciones “tránsfugas”, a caballo entre dos o más subclases o categorías, ha sido puesta de relieve tanto por la crítica (Gómez Asencio / Martín Gallego en prensa), como por los propios autores de las gramáticas:5 Una misma conjuncion puede tener lugar en dos clases según el sentido en que se toma. | Muchas de las conjunciones son tambien adverbios o preposiciones, i su diferencia depende del sentido que tienen en la oración (Benito de San Pedro 1769: 92).

Sin embargo, estas páginas no se dedican a las conjunciones “problemáticas”, las que causan dudas por poder ser policategorizadas o por compartir rasgos con otra categoría –periféricas, si se quiere–; sino precisamente a lo contrario: aquellas que parecen contemplarse en la tradición como “más conjunción que otras”, “mejores re-

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4 5

ción y estructuración categorial que las categorías extralingüísticas” (Cuenca / Hiferty (1999: 50)). También Taylor (1991 [1989]: viii) o Lakoff (1992 [1987]: 58). Concretamente, la heterogeneidad de clases con líneas de demarcación arbitrarias, la asignación problemática de ciertas unidades, la pluralidad de criterios heterogéneos o la inestabilidad de partes del discurso, etc. (Lagarde 1988). Acerca de la teoría de prototipos –y, en concreto, su aplicación a las categorías (meta-)lingüísticas–, así como de la teoría tradicional y el contraste entre ambas, resulta especialmente pertinente la consulta de Lakoff (1992 [1987]: 5-67); Taylor (1991[1989]: 21-80; 173-196), y Cuenca / Hilferty (1999: 34-41; 5064). “Ha parecido conveniente reunir en este capítulo preposiciones, adverbios y conjunciones por la facilidad con que estas palabras se transforman unas en otras” (Bello 1847: 745). No se trata de una observación aislada en la tradición, más bien todo lo contrario: los textos de Amézaga, Noboa, Salleras, Salvá, Navarro Ledesma, Terradillos, Pontes, Miranda, Correas o, incluso, diversas ediciones de la GRAE, entre otros, también contienen reflexiones similares.

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presentantes” o, si se quiere, prototípicas. Tras analizar las descripciones de la conjunción en un corpus de alrededor de 80 gramáticas publicadas entre 1492 y 1901 (vid. Anexo 1), son dos las unidades que destacan sobre las demás como las conjunciones “por excelencia”: que e y. Conviene, finalmente, advertir una serie de cuestiones: (i) estas páginas ofrecen únicamente una parte de aquellos hechos lingüísticos que llevan a plantearse una posible gradación implícita (o algo semejante) en la tradición; (ii) de la parte escogida, se ha hecho necesario realizar una selección representativa de los datos que apoyan la hipótesis de trabajo; (iii) se recurre de forma puntual y meramente instrumental a términos y conceptos procedentes de la teoría de prototipos, ya que al ser concebidos en un marco explicativo que sí contempla la gradación como algo inherente a la categorización, facilitan el acceso a las ideas y argumentos esbozados; si bien ello no implica que se pretenda equipararlos con los de la tradición, ni relacionarlos como potenciales antecedentes.

2.

Que. Y. Conjunciones “por excelencia”. Análisis del corpus

La asignación de la etiqueta “por excelencia” a que y a y no ha sido decisión de la autora. Y es que, a pesar de que este sintagma parece restringido en la gramáticas antiguas a la categoría verbo, al menos dos gramáticos lo asocian a unidades pertenecientes a la categoría que aquí nos ocupa: “Las conjunciones por excelencia son las copulativas y, e, que verdaderamente juntan ó unen la significación de las palabras”, señala Navarro Ledesma 1901: 112); Lacueva, por su parte, considera que la conjunción que […] es la que da la virtud conjuntiva á las demas, y nos convence de que podemos mirarla con razon como la conjuncion elemental y por escelencia, siendo su significacion propia la del enlaze de una proposicion con otra (1832: 12-13).

No es asunto baladí afirmar que una conjunción concreta lo es “por excelencia” en un marco explicativo en el que, al menos teóricamente, todos los miembros de una categoría deberían estar al mismo nivel. Este sintagma es un ejemplar de lo que Lakoff denominó en su trabajo de 1972 hedges –expresiones delimitadoras (Cuenca / Hilferty 1999: 40-41)–, es decir, recursos del propio lenguaje a través de los cuales un hablante puede expresar gradación dentro de una categoría (Taylor 1992: 76): Par excellence is a hedge, whose function is to pick out only the central members of a category. […] That par excellence functions in this way at all, of course, presupposes that BIRD [categoría con la que ejemplifica Taylor] is a category with different degrees of membership (Taylor 1992: 77).

Es decir, que el uso de por excelencia implica: (i) distintos grados en la categoría –se hace necesario ahora remitir al interrogante del título de este trabajo–; y (ii) dentro de esa gradación, dentro de ese continuum, el miembro asociado a ese sintagma está más cercano al prototipo de esa categoría que los demás, esto es, es el que cumple más o mejor con las características asociadas a ella.6 Sigamos. 6

O, simplemente, como define el DRAE por antonomasia, sintagma al que se remite en la entrada de por

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2.1

Que

Tras las anteriores palabras de Lacueva parece estar la teoría de la conjunción única de Destutt Tracy, que, de forma paralela a la más conocida teoría del verbo único, en líneas generales, podría explicarse de la siguiente forma: Que, un elemento constante en todas las conjunciones al que se llega mediante la descomposición lógico-semántica de las mismas, es, pues, la única palabra que propiamente significa enlace entre dos proposiciones. Todas las demás conjunciones contienen un significado propio de la categoría –enlazar– que les es conferido por que y un significado peculiar a cada una de ellas (Gómez Asencio 1981: 279).

No es Lacueva el único que traslada las teorías del francés a la tradición española: Los gramáticos han dividido las conjunciones en varias especies; pero realmente no hay mas que una que es que, esta es la única, así como no hay mas que un verbo que es el verbo ser. Esta conjuncion es la que da la cualidad de conjunciones á todas las demas palabras que hacen el oficio de tales, en cuya significacion entra el que, así como el verbo ser en todos los demas verbos. […] Todas las demas conjunciones no tienen las mismas propiedades […] (Calleja 1818: 93).

Esta teoría probablemente constituye el caso más explícito (y “deliberado” en lo que se refiere al posicionamiento del gramático) en el que a una conjunción se le otorga un estatus (con diferencia) superior a las demás de la categoría: no solo sería la que mejor cumple las características de esta clase de palabras, sino que sería la única que en esencia lo hace y que por ello las demás lo son (“todas las demas conjunciones no tienen las mismas propiedades”, decía Calleja). Lo que interesa ahora de todo esto es que para estos gramáticos se da una distinción (al menos) binaria entre las unidades consideradas conjunciones: que, por un lado; las demás, por el otro. Por otra parte, si atendemos al conjunto de gramáticas analizadas, las descripciones de que (incluyendo a los dos gramáticos precedentes)7 no son precisamente las de una conjunción “por excelencia”, en el sentido de aquella más característica de la categoría, más prototípica, pero sí invalidan igualmente la asunción tradicional de que todas están al mismo nivel; ya que su tratamiento sugiere que sea considerada como una de esas unidades “problemáticas” o periféricas: plantea confusiones o comparte rasgos con otras clases de palabras, como sucede con el relativo o la preposición, por ejemplo; y, dentro de la propia categoría, es particularmente proclive a ser policategorizada en diferentes subclases.8 Pero, aún más significativos, son fragmentos como los siguientes, que ponen particularmente en duda la concepción clásica de que las categorías se definen a partir de una serie de características necesarias y suficientes: Debe advertirse, que las conjunciones copulativas, disyuntivas, adversativas y com-

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excelencia: “1. loc. adv. Denota que a una persona o cosa le conviene el nombre apelativo con que se la designa, por ser, entre todas las de su clase, la más importante, conocida o característica” (DRAE, s.v. antonomasia). El propio Lacueva afirma que “La conjunción que debe ser mirada como una preposición de un género particular […]” (1832: 74). Noboa, Terradillos, Vicente García o Fernández Monje, por señalar algunos.

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Conjunciones y conjunciones por excelencia: ¿grados en la categoría? ___________________________________________________________________________ parativas pueden enlazar palabras y oraciones; pero las condicionales, causales y continuativas solo oraciones. De las copulativas solo que rige al verbo […] (GRAE 1796: 320). De igual condicion [a la conjunción que] son todas las demas conjunciones áun no nombradas, tanto adversativas, como condicionales, causales, continuativas &c., […] y todas ellas se diferencian tambien de las copulativas (ménos que) y de las disyuntivas en enlazar únicamente oraciones, y no simples vocablos (GRAE 1854: 156).

Es decir, en líneas generales: (i) no todas las subclases de conjunciones cumplen con todas las características asignadas a la categoría9 o no las cumplen de igual modo; (ii) que, aun perteneciendo a una subclase que sí suele satisfacer las “condiciones necesarias”, es considerada una excepción, o es, al menos, diferente a las demás copulativas.

2.2

Y

En la línea de la anterior cita de Navarro Ledesma, –aquella que declaraba que la copulativa y (así como e) era conjunción “por excelencia” (vid. §2)–, puede hallarse alguna otra afirmación semejante, como la que sigue de Texeda, por ejemplo, donde afirma que “conjunciones propias en español solo están y, e” (1619: 288). Sin embargo, no son estas afirmaciones puntuales, realizadas de forma aislada –esto es, sin una teoría tras ellas, como las esbozadas por Lacueva o Calleja para que–, sino que el papel que desempeña en las gramáticas esta unidad, en su uso metalingüístico, hace pensar en ella como prototipo, conjunción por excelencia o, simplemente, mejor ejemplo de la categoría. Tras las definiciones, es un recurso frecuente que se añadan una o varias conjunciones como muestra, ya sea de forma aislada (y, pero, o, aunque), ya en un contexto uniendo elementos (Juan y Pedro comen; Voy de viaje, pero estaré de vuelta pronto). Es decir, se proporcionan ejemplos que ilustren el concepto sostenido en la definición: Los ejemplos de cualquier tipo de gramática sirven para ilustrar los aspectos teóricos a los que dan cabida estas obras. Por este motivo, básicamente contribuyen a que el lector interesado en el aprendizaje o la reflexión sobre la lengua acceda de manera más diáfana a las ideas lingüísticas (Esteba Ramos 2008: 658).

Se entiende, por tanto, que (y discúlpese, de antemano, la redundancia) los ejemplos deben ser ejemplares representativos de la teoría, unidades que muestren lo propio de lo que quieren ejemplificar y, por tanto, que no supongan confusión, por ejemplo, con otra categoría, ya que podría oscurecer el acceso al concepto para el que sirven como ejemplo. No sería, por tanto, arriesgado pensar que un gramático trataría de ejemplificar con el “mejor ejemplo” de conjunción del que disponga, aquel que cumpla mejor y más características de las esbozadas en la teoría o, en términos de lingüística cognitiva, con el (más cercano al) prototipo. 9

En la misma línea, entre otros, Alemany: “Que las copulativas, disyuntivas, adversativas y comparativas puedan enlazar palabras ó proposiciones enteras y las condicionales, causales y transitivas solo pueden enlazar proposiciones” (1829: 127).

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Pues bien, he aquí los datos; a nuestro entender, bastante significativos: — De las 82 gramáticas examinadas (vid. Anexo 1), 67 contienen definiciones o explicaciones sobre la categoría conjunción. — De estos, 34 ofrecen ejemplos para esa teoría (sea en la definición sea en una explicación auxiliar sea en otro punto de la gramática);10 y de estas ocurrencias, en 31 gramáticas se ejemplifica con y en algún momento de la exposición del concepto de conjunción: 10 de forma exclusiva y 21 junto a otra u otras unidades. — Únicamente 5 gramáticas no utilizan y en la definición, pero dos sí recurren a ella cuando necesitan aclarar el concepto, ya frente a posibles dudas ya frente a otra categoría (como la preposición, vid. infra GRAE 1870 y Noboa). Los fragmentos siguientes sirven como muestra del papel de y, como ejemplo en las definiciones, la primera de forma exclusiva,11 las segunda junto a otras unidades:12 La Conjuncion es […]. | Palabras; v. g. la Conjuncion: y, si digesemos: Pedro, y Pablo estàn disputando. | Clausulas; v. g. la misma y, quando decimos: Bendita Tu eres entre todas las Mugeres, y bendito es el Fruto de tu vientre, Jesus (Puig 1770: 150). Conjunción es aquella parte de la oración que sirve para enlazar las palabras y las oraciones unas con otras; v. gr.: Horacio y Virgilio fueron dos grandes poetas; Juan no vendrá porque está enfermo (GRAE 1880: 205).

Pero más reveladores son quizás los siguientes casos: La Conjuncion es una parte indeclinable de la oracion que sirve para enlazar ó unir una proposicion con otra. Tal es el caracter distintivo de las conjunciones, y esto se verifica de tal modo, que aun cuando parezca en ocasiones que solo reunen palabras aisladas, no es así, pues es otra proposicion entera. Vease en estos eg.: Ciceron y Cesar eran elocuentes; este principio es verdadero ó falso […] (Calleja 1818: 91-92). Toda conjuncion supone pluralidad de oraciones, aunque muchas veces se encuentre juntando palabras dentro de una oracion al parecer única. […] Si tenemos estas dos oraciones: Homero fué un gran poeta; Virgilio fué un gran poeta, las sumarémos, empleando una conjuncion y diciendo más brevemente: Homero y Virgilio fueron dos grandes poetas (GRAE 1870: 155).

En estos fragmentos, los gramáticos no solo utilizan esta unidad como ejemplo de la categoría, sino que y es la conjunción escogida para dar cuenta de explicaciones cuyo objetivo es aclarar o perfilar el concepto esbozado y, así, evitar posibles confusiones, como en las anteriores citas de Calleja13 o la GRAE 1870;14 o descartar los 10

11 12 13 14

Lo que implica que en algunos textos puedan darse varias ocurrencias, como sucede con la GRAE-1870, en la que la definición se ilustra con porque y pues, pero esta es seguida de una aclaración cuyo ejemplo sí es y (vid. infra). También Villalón (1558), Jiménez Patón (1614), Villar (1651), Mata Araujo (1805) o Blanco y Sánchez (1900 [1896]). Asimismo, Nebrija (1492); Juan de Luna (1623); Gómez Gayoso (1743); Calleja (1818) (vid. infra); Ballot (1819); Amézaga (1846); Valcárcel (1849) o Galí Claret (1891), entre otros. Recuérdese que Calleja es uno de los pocos gramáticos que en nuestra tradición considera la teoría de la conjunción única de Tracy (vid. supra). Téngase, ahora, en cuenta lo interesante (y contradictorio) de la comparación con el fragmento de la GRAE

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previsibles equívocos con otras partículas, sobre todo con la preposición, cuya caracterización es especialmente cercana en las gramáticas con influencia francesa: “la distribución de usos sería la siguiente: la preposición uniría palabras, mientras que la conjunción enlazaría oraciones o proposiciones” (Martín Gallego 2009: 455). A ello parece que estaría destinado, por ejemplo, el inicio de la siguiente aclaración de Noboa, ubicado poco después de explicar las preposiciones como signo de enlace entre “ideas sueltas”: Las conjunciones parece muchas veces que unen ideas sueltas i no pensamientos completos, como en estas espresiones, vamos tú i yo”; eso no es bueno ni malo, &c.; pero es menester tener presente que en estos casos, […] cada una de aquellas representa un pensamiento completo, donde por la figura Elipsis […] (1839: 176-177).

Parece, pues, viable pensar que utilizan para ello una unidad que sea claramente representativa de los rasgos propios de la categoría –y que no se identifique con ninguno de los asociados a aquella de la que tratan de diferenciarla–; es decir, a (algo parecido a) lo que Rosch denominó prototipo: El ejemplar que mejor se reconoce, el más representativo y distintivo de una categoría, puesto que es el que comparte más características con el resto de miembros de la categoría y menos con los miembros de otras categorías (apud Cuenca / Hilferty 1999: 35).

Cabría apuntar otros contextos, más puntuales o menos significativos per se, pero que junto a los datos y hechos lingüísticos aportados sí pueden tener cierta relevancia, como que sea el ejemplo de las conjunciones comunes (frente a las prepositivas y a las pospositivas) en Díaz Rubio (1884, tomo II: 120) (y lo oportuno del término); o que esta conjunción no suela aparecer asignada a diversas subclases ni necesite aclaraciones específicas para que no sea confundida con otra categoría, lo que sí sucede con muchas otras (la propia que); es decir, no parece verse como “problemática”.

3.

¿Grados en la categoría? Consideraciones finales

Recapitulemos. Con el pretexto inicial –si bien un pretexto muy pertinente para el asunto tratado– de que y y que son identificadas (al menos) por dos gramáticos como conjunciones “por excelencia” –indicio ya, como se argumentó, de una concepción de gradación–, el presente trabajo se ha centrado o se ha enfocado a partir de estas dos unidades. Por motivos y planteamientos muy diferentes, que e y parecen tener un rango diferente a las demás: por un lado, que, respaldada por una teoría –si bien, restringida a textos de un siglo y corriente concretos–, es ascendida al rango de conjunción única y dotada de la capacidad o habilidad para “hacer conjunciones” a las demás que como tales son catalogadas; consideración, por otra parte, no coincidente con el tratamiento que esta unidad recibe en el conjunto del corpus, que hace que esté más cerca de un elemento periférico que de uno prototípico –en cualquier caso, para lo que aquí interesa, en uno de los extremos de un continuum y no al nivel del resto–. Por de 1880 (es decir, diez años más tarde), un poco más arriba, en el que el mismo ejemplo se utiliza para apoyar la idea contraria, esto es, la unión (en ese ejemplo) de palabras.

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otro lado, el planteamiento que se ha esbozado para la copulativa y es precisamente el opuesto: sin ninguna teoría particular que la proclame como “la más conjunción”, el uso metalingüístico que, a lo largo de la tradición, numerosos gramáticos hacen de ella es el propio del modelo o prototipo de esa unidad. Hasta aquí la síntesis de lo expuesto. No se ha tratado, por otra parte, de establecer juicios acerca de estos datos o de la teoría expuesta; tampoco dilucidar los motivos que se esconden tras ese uso destacado de la copulativa y, como pudiese ser el hecho de que se trate de la conjunción menos marcada semánticamente –lo que, por cierto, es otro indicio de gradación o asimetría en una categoría–15. Tampoco era el objetivo. El propósito era dar cuenta de una serie de hechos lingüísticos (al menos de una parte), que desentonan con las premisas básicas de la teoría clásica de categorización y que, retomando aquella cita del inicio, hacen que esos grupos que se pretendían tan homogéneos, en la práctica no lo sean tanto. Es más, a través de estas páginas se dejan entrever otros datos en relación a este asunto: se ha comprobado, por ejemplo, a través de las citas de la GRAEs y Alemany, que no todas las conjunciones cumplen todos los cometidos que se asignan en la definición; también que hay unidades cuya catalogación dentro de la categoría o con respecto a otras partes de la oración es dudosa, son unidades “problemáticas”. Y es que, en último término, de lo que se ha tratado es de mostrar, no únicamente el tratamiento diferenciado que reciben que e y, sino, de forma más general –dentro de lo posible teniendo en cuenta que se trata de una muestra sesgada del estudio–, que, efectivamente y en contra de los parámetros de la teoría clásica de categorización, no todas las conjunciones eran consideradas o descritas al mismo nivel, esto es, retomando el interrogante planteado en el título, que había (algo que podría denominarse) gradación o grados dentro de la categoría conjunción.

15

“In general, markedness is a term used by linguists to describe a kind of prototype effect–an asymmetry in a category, where one member or subcategory is taken somehow more basic tan the other (or others)” (Lakoff 1992 [1987]: 59).

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Anexo

1492_Nebrija 1555_Anónimo 1558_Villalón 1566_Miranda 1586_del Corro 1591_Percyvall 1596_Charpentier 1606_Oudin 1608_Saulnier 1611_Sandford 1614_Jiménez Patón 1619_Texeda 1622_Wadsworth 1623_Minsheu 1623_Juan de Luna 1624_Franciosini 1624_de la Encarnación 1625_Correas 1627_Correas 1630_Mulero 1634_Zumarán

1644_Doujat 1647_Marcos Fernández 1651_Villar 1659_Dupuis 1662_Carlos Rodríguez 1662_Howell 1681_Lancelot 1697_Sobrino 1743_Gómez Gayoso 1769_San Pedro 1770_Puig 1771_GRAE 1793_Muñoz Álvarez c. 1795_Jovellanos 1796_GRAE 1797_Rubel y Vidal 1798_Cristóbal y Jaramillo 1798_Torío 1805_Mata y Araujo 1808_Cortés y Aguado 1811_Anónimo

1811_Martínez 1818_Calleja 1819_Ballot 1821_Díaz de S. Julián 1825_Pelegrín 1829_Alemany 1830_Costa deVall 1831_Muñoz Capilla 1832_Lacueva 1832_Saqueniza 1835_Salvá 1838_Herranz y Quirós 1839_ Noboa 1842_Mata Araujo 1843_Barrera 1845_Terradillos 1846_Amézaga 1847_ Núñez de Arenas 1847_ Bello 1849_Avendaño 1849_Valcárcel

1853_Giró y Roma 1854_Fernández Monje 1854_S. Vicente García 1854_GRAE 1867_Polo 1869_Gómez de Salazar 1869_Orío 1870_GRAE 1876_Salleras 1876_Arañó 1880_GRAE 1884_Díaz-Rubio 1885_Herráinz 1888_Pontes 1891_Galí Claret 1892_Anónimo 1899_Núñez y Meriel 1900_Blanco y Sánchez 1901_Navarro Ledesma

Tabla 1. Corpus de la investigación.

Referencias bibliográficas Fuentes primarias Alemany, Lorenzo de (1829): Elementos de gramática castellana dispuestos para uso de la juventud. Lion: Imprenta de Juan Tibó. Amézaga, Braulio (1846): Nueva gramática de la lengua castellana. Madrid: Imprenta de Sanchiz. Ballot, José Pablo (1819): Gramática de la lengua castellana dirigida a las escuelas. Barcelona: Oficina de Juan Francisco Piferrer. Bello, Andrés (1847): Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Valparaíso. Ed. de Ramón Trujillo. Madrid: Arco Libros, 1988. Blanco y Sánchez, Rufino (1900 [1896]): Tratado elemental de lengua castellana. Madrid: El Magisterio Español. Calleja, Juan Manuel (1818): Elementos de gramática castellana. Bilbao: Don Antonio de Apraiz. Correas, Gonzalo (1625): Arte de la lengua española castellana. Edición y prólogo de Emilio Alarcos García (1954). Madrid: Anejo LVI de la RFE, CSIC. De Luna, Juan (1623 [1616]): Arte breve, y compendiosa para aprender a leer, escribir, pronunciar y hablar la Lengua Española. Londres: por Juan Guillermo. Fernández Monje, Isidoro (1854): Curso elemental de la lengua española, redactado con la posible sujeción a los principios de la gramática general. Madrid: Librería de D. León Pablo Villaverde.

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