Conflictos de clase y disputa hegemónica en Venezuela

June 30, 2017 | Autor: Raphael Seabra | Categoría: Hugo Chavez, Bolivarian Revolution, Revolución Bolivariana, Rentismo Petrolero
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Taller (Segunda Época). Revista de Sociedad, Cultura y Política en América Latina Vol. 3, N° 3 (enero de 2014) ISSN: 0328-7726

CONFLICTOS DE CLASE Y DISPUTA HEGEMÓNICA EN VENEZUELA: ALGUNAS CUESTIONES ALREDEDOR DEL RENTISMO PETROLERO Y CAMBIO SOCIAL RAPHAEL SEABRA RESUMEN: Este artículo parte de la premisa de que la profunda crisis hegemónica de las clases dominantes venezolanas lanzaron al conjunto de las clases subalternas a una acción política autónoma hasta su llegada al aparato estatal por la vía electoral. El proceso conocido como revolución bolivariana tiene su especificidad en la conquista gradual y pacífica del poder político sin postular una ruptura inmediata con el orden capitalista, siguiendo la vía legítima de radicalización democrática hasta la creación de un sistema múltiple de propiedad (estatal, social y privada) con el objetivo de superar en el mediano y largo plazo las bases de dominación capitalista través de la consolidación permanente de las conquistas populares. Es un proceso muy centrado en la redistribución directa e indirecta de la renta petrolera entre las clases subalternas. La cuestión es que mientras las fracciones capitalistas fueron dislocadas del aparato estatal, la política de redistribución petrolera sigue fortaleciendo esas mismas fracciones de forma indirecta. Nuestra hipótesis es que la táctica prolongada de transición al socialismo tiende, contradictoriamente, a fortalecer el régimen de acumulación capitalista de determinadas fracciones, hecho que puede llevar a la revolución a su interrupción por esta contradicción fundamental de la sociedad venezolana. PALABRAS-CLAVE: Revolución bolivariana; revolución política; renta petrolera; socialismo. ABSTRACT: This article starts from the premise that the deep crisis of hegemonic Venezuelan ruling classes have launched all the subaltern classes to an autonomous politic action until its arise to the state apparatus by means of elections. The process known as Bolivarian Revolution has its specificity on the gradual and pacific conquer of political power, without postulating immediate rupture with capitalist order, from the legitimate means of democratic radicalization, to the creation of a multiple system of property (state, social and private properties) aiming to overcome at medium and long term the bases of capitalist domination by means of the permanent consolidation of popular conquests. This process is very focused on direct and indirect redistribution of the oil income among the subaltern classes. Our hypothesis is that the prolonged transition to socialism tactic tends, oppositely, to reinforce the regimen of capital accumulation by certain capitalist fractions, a fact that could lead the revolution to its interruption by this fundamental contradiction of Venezuelan society. KEYWORDS: Bolivarian revolution; political revolution; oil income; socialism.



Doctor en Sociología de Universidade de Brasília (UnB). Docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales del Centro Universitário de Brasília (Uniceub) y del Departamento de Sociología de la Universidade de Brasília (UnB). Investigador del Grupo de Estudios y Pesquisa sobre el Trabajo (GEPTUnB) y del Núcleo de Estudios Cubanos (NESCUBA-UnB). Recibido: 3 de enero de 2014 | Aceptado: 25 de enero de 2014

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Taller (Segunda Época). Revista de Sociedad, Cultura y Política en América Latina Vol. 3, N° 3 (enero de 2014) ISSN: 0328-7726

RESUMO: Este artigo parte da premissa de que a profunda crise hegemônica das classes dominantes venezuelanas lançaram o conjunto das classes subalternas a uma ação política autônoma até sua chegada ao aparato estatal pela via eleitoral. O processo conhecido como revolução bolivariana tem sua especificidade na conquista gradual e pacífica do poder político sem postular um ruptura imediata com a ordem capitalista, seguindo a via legítima de radicalização democrática até a criação de um sistema múltiplo de propriedade (estatal, social e privada) com objetivo de superar em médio e longo prazo as bases da dominação capitalista através da consolidação permanente das conquistas populares. É um processo muito centrado na redistribuição direta e indireta da renda petroleira entre as classes subalternas. A questão é que, enquanto as frações capitalistas foram deslocadas do aparato estatal, a política de redistribuição petroleira seguiu indiretamente fortalecendo essas mesmas frações de forma indireta. Nossa hipótese é que a tática prolongada de transição ao socialismo tende, contraditoriamente, a fortalecer o regime de acumulação capitalista de determinadas frações, fato que pode levar a revolução à sua interrupção por esta contradição fundamental da sociedade venezuelana. PALAVRAS-CHAVE: Revolução bolivariana; revolução política; renda petroleira; socialismo. CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Seabra, Raphael (2014). “Conflictos de clase y disputa hegemónica en Venezuela: algunas cuestiones alrededor del rentismo petrolero y cambio social”. Taller (Segunda Época). Revista de Sociedad, Cultura y Política en América Latina, Vol. 3, N° 3, pp. 93-106.

INTRODUCCIÓN Este artículo parte de la premisa de que la profunda crisis hegemónica de las clases dominantes venezolanas lanzó al conjunto de las clases subalternas a una acción política autónoma hasta su llegada al aparato estatal por la vía electoral. De esta manera empieza el proceso conocido como revolución bolivariana que tiene su especificidad en la conquista gradual y pacífica del poder político sin postular una ruptura inmediata con el orden capitalista, siguiendo la vía legítima de radicalización democrática hasta la creación de un sistema múltiple de propiedad (estatal, social y privada) con el objetivo de superar en el mediano y largo plazo las bases de dominación y explotación imperialista, monopolista y latifundista a través de la consolidación permanente de las conquistas populares. Todavía es un proceso muy centrado en la redistribución directa e indirecta de la renta petrolera entre las clases subalternas, tanto en proyectos de desarrollo económico como en la integración regional. La cuestión es que aunque las fracciones capitalistas fueron dislocadas del bloque en el poder, la política de redistribución estatal de la renta sigue fortaleciendo a esas mismas fracciones de forma indirecta. Más allá de este fortalecimiento, también surgieron nuevas fracciones capitalistas afines al gobierno bolivariano, incentivadas por los conflictos de éste con las viejas fracciones. Nuestra hipótesis es que la táctica prolongada de transición al socialismo tiende, contradictoriamente, a fortalecer el régimen de acumulación capitalista de determinadas fracciones, más específicamente aquellas ligadas al capital bancario-financiero y al capital comercial, hecho que puede llevar la revolución a su interrupción por esta contradicción fundamental de la sociedad venezolana. El texto está divido en tres partes. En la primera presentamos las condiciones concretas que hicieron posible el proceso bolivariano, que en principio llamamos [94]

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revolución posible debido al contexto de la época y a la realidad venezolana. En la segunda parte buscamos presentar cómo la reacción de la oposición exigió la profundización de la revolución en dirección a una mayor intervención del Estado en la economía y mayor organización política de los grupos subalternos, hasta la convocatoria del socialismo del siglo XXI. Al final levantamos algunas cuestiones sobre el enfrentamiento de clases y el problema del rentismo, de cómo él no es un problema por sí mismo, sino que está en relación directa con la disputa hegemónica. LA CRISIS HEGEMÓNICA Y LA REVOLUCIÓN POSIBLE EN VENEZUELA Es muy frecuente empezar el análisis de la Revolución Bolivariana de Venezuela a partir de la victoria electoral de Hugo Chávez por el Movimiento Quinta República (MVR) en 1998. Nadie tiene dudas que desde ese momento comenzaran a concretarse transformaciones profundas en ese país, evidente desde la retórica de la juramentación de Chávez como presidente sobre “la moribunda Constitución de 1961”. Si bien consideramos que no es equivocado mirar ese proceso electoral como uno de los momentos de ruptura político-social en el país creemos que la revolución tiene un inicio más complejo que va más allá del proceso electoral. Por eso consideramos fundamental establecer las posibilidades abiertas por la crisis hegemónica del grupo dominante en los años 1980-1990, lo que permite no reducir el proceso al “estallido” electoral de 1998. Eso no reduce la importancia de establecer cómo el talento inventivo de los mismos revolucionarios fue capaz de responder a las exigencias del momento y aprovechar las posibilidades de la situación que se abrió entonces. Es fundamental poner acento en las respuestas dadas a tales exigencias, así como a las posibilidades de cambio para comprehender como fueron gestionadas las fuerzas sociales y sus alianzas, cuales eran sus objetivos y tareas necesarias para su avance y qué enemigos se enfrentaron a lo largo del proceso. Este pasaje “súbito” de las clases subalternas1 de la pasividad política a cierta actividad con reivindicaciones propias que, mismo desorganizadas en su conjunto, constituyen una revolución2. Desde los años 1930 hasta el momento, la renta petrolera fue y continúa siendo el elemento dinámico de la economía, de las clases y de la política venezolana. Es imposible un análisis serio del país sin mirar esa estructura específica de esta sociedad, sin definir la naturaleza de la acumulación de capitales. La condición de propietario exclusivo del recurso petrolero y de todos los recursos naturales del subsuelo nacional confiere al Estado venezolano una renta de monopolio basada en el régimen de explotación y comercialización por el capital privado. “La renta internacional del petróleo, (…) es por lo tanto la participación del propietario del recurso en unos ingresos excedentarios generados en el mercado de trabajo mundial. (…) Ese provento del propietario terrateniente no proviene del mercado de trabajo nacional”. Lo que 1

Esas clases subalternas son formadas por estudiantes, jubilados, buhoneros, desempleados, campesinos, indígenas, obreros del sector petrolero, del sector de servicios y de la industria, habitantes de los barrios de la periferia; refiriese en general al conjunto de la clase explotada venezolana que no necesariamente está inserida en el proceso de producción del capital, sino que está subordinada al sistema de poder político y al sistema mercantil de metabolismo social. 2 Antonio Gramsci Cadernos do Cárcere, vol.3, Civilização Brasileira, Rio de Janeiro, 2007. [95]

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vamos aquí definir como capitalismo rentístico debe ser entendido como “una peculiar estructura económica que descansa sobre la relación entre el mercado mundial y la propiedad terrateniente nacional.”3 Todas las formas de Estado que atravesaron el siglo XX, algunas más y otras menos, se sostuvieron bajo el flujo de la renta petrolera y de los mecanismos de redistribución de esta renta entre los grupos dominantes. Eso significa que las fracciones burguesas del país fueron beneficiadas con las transferencias del Estado a cada una de ellas, y en determinados momentos, el Estado venezolano impulsaba políticas económicas que favorecían las fracciones en acuerdo con su hegemonía en el interior del bloque en el poder. En cuanto clase, la burguesía es unificada alrededor de la explotación y de la manutención del patrón de acumulación, pero eso no las hace idénticas, el concepto de bloque en el poder “indica así la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominante, en su relación con una forma particular del Estado capitalista.”4 A lo largo de la historia del siglo XX, es notable la hegemonía de las fracciones comerciales y financieras sobre el conjunto de la sociedad y las políticas antiindustrializantes generadas por esa hegemonía. Solamente por un corto período – entre los años 1960 y 1970 – hubo cierta tendencia desarrollista en Venezuela, momento en que las fracciones industriales de la burguesía ganan cierto espacio en las políticas económicas estatales. Esta característica elemental del desarrollo capitalista venezolano fue consolidada – es decir, fue generando un equilibrio inestable entre esas fracciones – por el sistema puntofijista. La cuestión es que desde fines de los años setenta, este “frágil consenso” gestado en torno de la distribución clientelista de la renta empieza a presentar ciertas dificultades. La falta de planeamiento y despilfarro fueron las determinantes del proyecto de desarrollo de estos años puntofijistas, cuyo resultado inevitable fue la hipoteca de las rentas petroleras futuras. El creciente endeudamiento externo y la caída abrupta de los precios internacionales del petróleo abren una coyuntura extremamente desfavorable para una economía rentista. Las políticas de ajustes estructurales puestas en vigor desde el gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1989) y profundizadas por Carlos Andrés Pérez (1989-1993), al reducir la participación del Estado en la economía debilitaron aún más los mecanismos “normales” de distribución de la renta5, como profundizaron los niveles de desempleo, pobreza y desigualdad social del país. La crisis del sistema puntofijista que, consecuentemente llevó a su colapso en la década del noventa fue el fracaso del bloque en el poder para sostener el frágil consenso ante la crisis del sector petrolero. Esto generaba una fuerza centrípeta de intereses en el interior del mismo bloque, como también derrumbaba el consenso de las clases subalternas, por lo que su poder se sostenía mucho más por el dominio que 3

Asdrúbal Baptista Teoría del capitalismo rentístico, Banco Central de Venezuela, Caracas, 2010, p.XXIXXXII. 4 Nicos Poulantzas Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, Siglo XXI, Ciudad de México, 1975, p.p. 302-303. 5 Desde 1930 los mecanismos de distribución de la renta – que atendían no sólo la fracción hegemónica, pero también las fracciones de “segundo plan” – ocurrían a través la compra estatal y la hipoteca de tierras agrarias sobrevaluadas, el crecimiento de la demanda del sector público por bienes y servicios, grandes inversiones en obras públicas infra-estructurales, exención fiscal, control de precios y moneda sobrevaluada. Todo eso desmoronó como un castillo de naipes en las décadas de los1980 y 1990. [96]

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por el consenso. Desde esa perspectiva, consideramos que el colapso del puntofijismo representa una “crisis de hegemonía de la clase dirigente”, de dos maneras relacionadas: la primera es “que ocurre o porque la clase dirigente fracasó en algún grande emprendimiento político para el cual pidió o impuso por la fuerza el consenso de las grandes masa”; la segunda posibilidad deriva del hecho que esas masas “pasaron súbitamente de la pasividad política hacia una cierta actividad y presentan reivindicaciones que, en su conjunto desorganizado, constituyen una revolución”. Por lo tanto, “hablase de ‘crisis de autoridad’: y eso es precisamente la crisis de hegemonía, o la crisis del Estado en su conjunto”.6 No siempre una crisis hegemónica es idéntica a revolución político-social de tipo progresista, no se puede descartar la posibilidad de un nuevo arreglo entre los grupos dominantes a través de una revolución-restauración. Este no era un escenario posible en Venezuela por tres razones: en primer lugar, subrayamos la crisis del sistema democrático puntofijista como la instauración de la crisis hegemónica, como crisis política de las clases dominantes en Venezuela. Es decir, las condiciones históricas y sociales que alimentaron el bipartidismo atípico por cerca de cuarenta años se desmoronaron ante de la crisis de la deuda en los años 80, del reflujo de la renta petrolera y la aplicación de medidas neoliberales. Esos elementos gestaban dificultades crecientes para que los intereses económico-corporativos de la fracción burguesa financiera-bancaria convertidos en política estatal continuasen a representar tanto los intereses del pueblo-nación, como también de satisfacer sus intereses específicos a los costos de las demás fracciones burguesas. En segundo lugar, la reducción de 20% del PIB per capita, el creciente desempleo, congelamiento y reducción real de los salarios, aumento de precios de combustibles y géneros alimenticios rebajaron grandemente las condiciones de existencia de las clases subalternas, sobre todo de aquellas que vivían en los barrios populares. Por último, en razón de los eventos anteriores verificamos el desenvolvimiento acentuado de las actividades de las clases subalternas, que visiblemente fueron empujadas – por la inhabilidad del puntofijismo en generar otro consenso – hacia una acción histórica independiente, como en las revueltas populares del Sacudón en 1989, de carácter “espontáneo” y desprovistas de liderazgos, también en las dos insurrecciones militares frente a la grave crisis institucional del país y en las series de protestas callejeras más o menos violentas a lo largo de toda la década de 1990. Las rebeliones populares que caracterizaron los años ’90 poseían orientaciones tácticoestratégicas demasiado diversificadas: iban desde la conspiración, la insurgencia cívicomilitar, bloque electoral antisistema, ahondamiento del poder popular hasta el abstencionismo electoral. Fueron formas de rechazo del estado actual y pautadas en manifestaciones que exigían el diálogo y el protagonismo popular, esas orientaciones en su conjunto no se convirtieron en programa político. El Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MBR-200, después MVR) va a destacarse del conjunto de los grupos subalternos por ser una de las pocas organizaciones políticas con proyecto programático, cuyo contenido no solo apuntalaba en dirección a cambios sociopolíticos radicales, sino que fue capaz de comprender las exigencias del conjunto e incorporarlas en su programa.

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Antonio Gramsci, ob. cit., p.60. [97]

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La reforma política, de pacto social y de refinanciamiento de la deuda de Jaime Lusinchi, como también la reelección, los ajustes estructurales de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) y la ruptura del sistema puntofijista y apertura petrolera de Rafael Caldera (1994-1998) representaron intentos desesperados de reforma del sistema de dominación venezolano, y que con los acontecimientos del 27 de febrero de 1989, del 4 de febrero y del 8 de octubre de 1992 “se había quebrado la espina dorsal de esa dominación”, por lo tanto, esos hechos apuntalan al entendimiento de que el camino de las reformas no era adecuado en aquellas circunstancias. Por el contrario, “estaban dadas las condiciones para iniciar un proceso que, a todas luces, tendría una cualidad revolucionaria”7. El eje fundamental de todo lo que conocemos como Revolución Bolivariana fue su proyecto inicial de fundación de la Quinta República. En el interior de esa coyuntura política específica, hay que considerar que esta se desarrolla en medio al descredito del socialismo a nivel internacional y de la democracia representativa a nivel nacional, por lo tanto, la ampliación del consenso nacionalpopular sobre la necesidad de cambios más profundos se hacía por una revolución posible. En ese escenario, la refundación de la república surge como posibilidad favorable para una revolución, su posibilidad se abre paso a través del proceso constituyente bolivariano de 1999. Así, la revolución posible por la vía electoral y constitucional camina en dirección a transformaciones estructurales por medio de cuestiones aisladas, como mejorías de ingreso y empleo o en el fortalecimiento de servicios públicos básicos. Con todas sus dificultades y problemas, sobre todo por su posición de vanguardia continental y aislacionismo en medio a la marea neoliberalizante, creemos que lo que define el proceso bolivariano como una revolución, es justamente, el enfrentamiento de todas esas cuestiones en su conjunto, como problemas estructurales que el modelo anterior reproducía cotidianamente y no podría enfrentar sin poner su sistema de explotación y dominación en riesgo. Por lo tanto, uno de sus mecanismos fundamentales, la participación y protagonismo popular, significó el dislocamiento del grupo dirigente anterior en el poder del Estado. Como venimos afirmando hasta ahora, la refundación de la república por la vía electoral por el MVR y Hugo Chávez, en verdad solo fue posible por ser parte de la ebullición social a lo largo de dos décadas que abrieron el espacio para la construcción contra-hegemónica en Venezuela. El movimiento de los grupos subalternos puso en el orden del día el fin de la división entre dirigentes y dirigidos. Se formó así un terreno fértil para la conexión entre hegemonía y democracia, como dice Antonio Gramsci: “el pasaje molecular de los grupos dirigidos para el grupo dirigente”8. LA DIALÉCTICA REVOLUCIÓN-CONTRARREVOLUCIÓN Y LA PROFUNDIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN: RUMBO AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI Desde 1999 las fracciones dominantes que componían el antiguo bloque en el poder perdieron mucho de su poder político, no solo por las dificultades generadas por la crisis del rentismo en sostener los “equilibrios inestables” respectivos a los intereses de cada fracción, sino también por el hecho de que el MVR puso el mismo aparato y 7

Amilcar Figueroa “¿Reforma o revolución en América Latina? El proceso venezolano”, en Roberto Regalado (Comp) América Latina hoy ¿reforma o revolución? , Ocean Sur, Ciudad de México, 2009, p.136. 8 Antonio Gramsci, ob. cit.,p.287. [98]

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poder estatal en disputa. Así, frente a la victoria electoral y la nueva Constitución esas fracciones no encontraron facilidades en convertir sus intereses económicos particulares en prioridades para el Estado bajo la presidencia de Chávez. La concepción de la democracia participativa y protagónica fue uno de los elementos que dificultaron el acceso de esas fracciones al aparato estatal. Otro de los eslabones de la unidad de los grupos subalternos en el Estado fue la idea de que el protagonismo sugiere quienes deben desempeñar el principal papel en el proceso político, en el caso, era el pueblo venezolano. La cuestión fue que ese protagonismo no se resumía en la simple participación sino en las posibilidades reales de intervención soberana del pueblo en la toma de decisiones y en la formulación, ejecución y control de la gestión pública, cuyo Estado tenia la obligación de ser un mediador fundamental de esta intervención popular en su propio funcionamiento. La democracia prevista en la refundación de la república no era solamente el disfrute de mayores libertades civiles y políticas, sino el establecimiento de un orden social tendiente a la justicia y la igualdad social. En el marco de esta concepción en 1999 fueron reactivados los Círculos Bolivarianos para tareas locales, discusión y formación política; y con respecto de la nueva Carta Magna, el Plan Bolívar 2000 también fue un intento importante de reforzar la alianza cívico-militar. En esta misma línea, los Consejos Locales de Planificación Pública de 2002 fueron formas de garantizar los medios de participación y protagonismo a nivel de la gestión pública local que intentaron aprovechar para su formación la base territorial previa de experiencias como las Mesas Técnicas de Agua y los Comités de Tierras Urbanas. Del mismo modo, más adelante, el Frente Campesino Nacional Ezequiel Zamora (FCNEZ) se constituyó para impulsar las Leyes de Tierras y la nueva central sindical Unión Nacional de los Trabajadores (UNETE) fue creada en 2003 como resultado de la derrota de la Central de los Trabajadores de Venezuela (CTV) durante el golpe de abril de 2002. La mayoría de estos instrumentos-movimientos se formaron luego de la llegada de Chávez y del MVR al poder. Sin embargo ese esfuerzo de organización “desde arriba hacia abajo” entrará en contradicción con las iniciativas de auto-organización popular. Como resultado, las tensiones resultantes entre “autonomía” y “subordinación” popular son cuestiones que continuarán abiertas y en tensión. Fueron estas políticas de impulso de la organización popular desde arriba, la reforma de la constitución y la intervención del Estado en la economía en clave anti-neoliberal lo que desataron la reacción golpista a fines del año 2001 (primero paro patronal en contra las Leyes Habilitantes), en el año de 2002 (golpe cívico-militar de abril y el sabotaje petrolero), en 2004 (plan guarimba de desestabilización civil) y con el referendo revocatorio de agosto de 2004. Esos esfuerzos contrarrevolucionarios tenían como objetivo central paralizar los cambios en un nivel que no amenazase su poder económico de clase y lanzar la restauración del antiguo orden, po otro lado fue esa dialéctica contrarrevolucionaria que hicieron necesaria la radicalización del proceso bolivariano como única reacción posible para seguir su curso. La radicalización del proceso revolucionario es notable a través del lanzamiento de las Misiones Sociales (sobre todo en salud, educación primaria y superior, seguridad alimentaria, etc.), la formalización de una integración regional alternativa en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el control más amplio de [99]

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Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la revisión del pago de royalties, la estatización de empresas privadas abandonadas o fallidas por los paros patronales y el sabotaje petrolero, que en algunos casos quedaron en manos de los mismos obreros (Venepal, Invetex, Inveval). Uno de los puntos más importantes de la etapa abierta en 2003 fue la defensa popular de la soberanía: fue el pueblo quien decidió si un gobierno cambiaba o no, que es su derecho establecer cuáles son sus prioridades como mejor le convenga, y así, buscar cumplir fundamentalmente las exigencias de las mayorías. La reacción popular al golpe del 11 de Abril de 2002 y en contra del paro-sabotaje petrolero de 2002-2003 fue auténticamente una defensa de la soberanía nacional en esos términos. No obstante, la profundización de los elementos de la soberanía política latentes en la etapa anterior que se demostraron tendencialmente como instrumentos “para la conquista económica” fueron las cuestiones centrales para activar la reacción prolongada, obstinada y desesperada de las clases capitalistas y sus aliados de clase contra el proceso bolivariano. Esta reacción desesperada de las clases dominantes fue bastante clara cuando en diciembre de 2005 la oposición adoptó la táctica de boicot electoral en las elecciones legislativas. Su objetivo fue indicar que la imparcialidad electoral no estaba garantizada y, luego, inducir tanto dentro como fuera del país que la no participación electoral de la oposición era resultado del autoritarismo chavista. Esa acción táctica no afectó la figura de Chávez ni de la revolución bolivariana, por el contrario, fortaleció la mayoría chavista en la Asamblea Nacional. Contando con mayoría política y con una amplia victoria electoral de Chávez en las presidenciales de 2006, la revolución se adentró a una nueva fase de cambios radicales: la vía venezolana al socialismo, o como es mejor conocida, el socialismo del siglo XXI. El momento que consideramos como vía venezolana al socialismo tiene su comienzo en 2006, cuando Chávez habla más francamente sobre el socialismo del siglo XXI. No existió una definición exacta de cuál era el contenido real de ese socialismo del nuevo siglo. En sus primeros momentos el socialismo del siglo XXI, en verdad, fue un discurso movilizador. Su contenido solo empezó a quedar en claro con el intento de reformar la Constitución en 2007 y con la iniciativa de impulso de “los Cinco Motores del Socialismo”: el primer motor fue la aprobación de una Ley Habilitante que permitió a la Asamblea Nacional delegar al ejecutivo la elaboración de leyes por un período especial; el segundo estuvo constituido por una Reforma de la Constitución de 1999 en acuerdo con la nueva etapa del proceso bolivariano; el tercer motor, “jornada de moral y luces”, comprendía una campaña educativa en todos los espacios de la sociedad; el cuarto era la nueva “geometría del poder” mediante la cual eran propuestas novedades en la distribución del poder político-económico-social-militar por el espacio nacional y mundial; y el último motor, era la “explosión revolucionaria del poder comunal”, a partir del cual se conformaría el Poder Popular que cambiaria la naturaleza misma del Estado en dirección al socialismo. Todos los motores estaban interrelacionados entre sí, y la explosión del poder comunal dependía de todos los demás para su desarrollo y éxito9. 9

Margarita López Maya “Venezuela: Hugo Chávez y el bolivarianismo”, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 14 nº3, Caracas, 2008. [100]

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No obstante, en relación a otros momentos del proceso bolivariano parece ser el más radicalizado, desde la fundación del partido político (Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV), de nuevas nacionalizaciones y estatizaciones (Banco de Venezuela y la Siderúrgica del Orinoco, SIDOR), el intento de adecuación de la Constitución al proyecto socialista, el empoderamiento del campo popular través de los Consejos Comunales y las Comunas. En el campo internacional este momento se expresó en la proposición de un mundo multipolar y el impulso de la integración Sur-Sur. En esa nueva etapa o fase del proceso bolivariano las contradicciones afloraron en el interior mismo del campo chavista-bolivariano. En primer lugar, la necesidad de creación de un partido cohesionado y habilitado con mejores instrumentos para la disputa hegemónica fue problemática. El PSUV surgió con carácter de urgencia (el objetivo inmediato era garantizar la victoria en el referendo de Reforma Constitucional de 2007), sin mayores discusiones y con la exigencia de que los partidos de la base aliada al MVR se fundiesen en su interior. Así, otra vez, Chávez fue el elemento aglutinador de los diversos grupos al interior del movimiento. El intento de Reforma Constitucional fue derrotado en el referéndum y a continuación las discusiones sobre la derrota empezaron por las denuncias de traición y de baja consciencia socialista, pasando a la autocrítica del chavismo, percibiendo que el cambio social más radical no es posible por la sencilla vía referendaria, del excesivo personalismo de Chávez en la conducción y la baja participación y proposición de los movimientos bolivarianos en la dirección del proceso revolucionario. Aunque el PSUV no tenga se convertido en un real instrumento de transferencia del poder a sus militantes, otras formas de organización incentivadas desde el Estado fueron mejor sucedidas en esa tendencia de radicalización democrática. Los Consejos Comunales fueron el mayor esfuerzo del gobierno bolivariano para incentivar y organizar la participación social, y de esta forma transferir el poder hacia las comunidades. Los Consejos fueron estructurados desde la realización periódica de asambleas locales (con mayoría simples), funcionando a través de la construcción de un liderazgo compartido, no contemplando la figura representativa-delegativa de un presidente o presidenta, sino la de diversos voceros y voceras y muchos otros comités de trabajo con la intención de diagnosticar las necesidades, elaboración y control de proyectos. Es importante subrayar que el impulso a los Consejos no se hizo desde un voluntarismo político estatal-bolivariano, sino que existió sin duda una base concreta sobre la cuál su propuesta se desarrolló: la experiencia asambleísta barrial urbana de las décadas de 1980 y 1990. Esa forma territorial y comunitaria responde a la realidad de las luchas de clases venezolanas. Su especificad está en el privilegio del contexto territorial y del sujeto comunitario, sin excluir el carácter de clase social y la cuestión del poder de su formación. La forma comunidad y territorio en el discurso conservador se opone a cualquiera pretensión universalista, es insensible a las diferencias de clases. De acuerdo con Andres Antillano esa noción conservadora al mismo tiempo “despolitiza, disolviendo las demandas políticas, universales por naturaleza, en demandas particulares, susceptibles de gestión sin alterar las relaciones de poder y dominio”, como también “desmoviliza: en comunidades excluidas y empobrecidas, el énfasis en

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lo local encubre las determinantes de su condición, de naturaleza sistémica, y por ello extra-local”10. Así podría ser caso no hubiera el objetivo de aglutinar esos experimentos locales en regiones más amplias, por eso la importancia de las Comunas en la construcción la nueva geometría de poder. En las Comunas son discutidas y articuladas más en serio los proyectos productivos comunitarios (alimentos, textiles, artesanos etc.), como también de medios de transporte y comunicación alternativa. La construcción de Comunas desde la agregación de los Consejos y ámbitos territoriales más amplios, al adjudicar a las Comunas competencias legislativas, ejecutivas y económicas, abre espacio para superar los riesgos del localismo y del burocratismo. La Comuna surge como espacio capaz de reunir los distintos esfuerzos unitarios, permite articular sectores y demandas que podrían fácilmente dispersarse, como también incrementa su capacidad de movilización y intensificación de las luchas con intenso carácter político y de clase11. En eso contexto el debate sobre el socialismo del siglo XXI, he dado plaza a las palabras de orden Vivir en Socialismo, Hecho en Socialismo, Patria Socialista etc. Eso se hacía notable en la publicidad sobre las industrias estatizadas productoras de alimentos, como también en la excesiva publicidad estatal sobre los “logros del socialismo”. El problema de ese tipo de cuestión es sugerir el socialismo del siglo XXI como cuestión superada, y al mismo tiempo presentar el nuevo socialismo como algo ya consolidado o en vías de consolidación. El exceso de adjetivación socialista solo fue sometido a la autocrítica a fines de 2012. Como nueva síntesis de las fases anteriores (el eje de la fase constitucional y de la construcción soberana) presentamos un intento de conceptuación de la vía venezolana al socialismo. Esta fase tiene su especificidad en la conquista gradual y pacífica del poder político sin postular una ruptura inmediata con el orden capitalista, siguiendo la vía legítima de radicalización democrática hasta la creación de un sistema múltiple de propiedad (estatal, social y privada) con objetivo de superar en medio y largo plazo las bases de dominación y explotación imperialista, monopolista y latifundista por medio de la consolidación permanente de conquistas populares. ALGUNAS CUESTIONES ALREDEDOR DEL RENTISMO PETROLERO Y DEL SOCIALISMO BOLIVARIANO En América Latina el carácter dependiente de su desarrollo capitalista cría condiciones muy desfavorables para transformaciones revolucionarias rápidas, puesto que la apropiación y distribución colectiva de la riqueza social no alcanzaría toda la población, eso debido al bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, los sabotajes de la oposición nacional e internacional, como también la fuga de capitales para otros países y los malogros del subdesarrollo. Al revés de muchos de los países dependientes latinoamericanos, Venezuela dispone de una masa considerable de recursos y divisas 10

Andres Antillano “De la democracia de calle a los Consejos Comunales: la democracia desde abajo en Venezuela”, en Luisa López, Martín Molina, Daniel Pardo, Johnatan Piedrahita, Laura Rojas, Natalia Tejada, Raúl Zelik (Comps) ¿Otros mundos posibles?: crisis, gobiernos progresistas, alternativas de sociedad, Fundación Rosa Luxemburgo, Berlín y Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 2012. 11 Andrés Antillano, ob.cit., p.29. [102]

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que son propiedad del Estado, cuya apropiación y distribución colectiva tornan posibles la transformación revolucionaria acelerada y con menores sacrificios. Es la enorme masa de riqueza proveniente de la renta petrolera que reforzó las bases para que el proceso bolivariano la distribuya con el objetivo de reducir el impacto del sabotaje económico, pero luego pasó a constituirse en un mecanismo para saldar la deuda social, fomentar la economía social y construir la integración regional alternativa. Actualmente, en la fase socialista, busca una posición de transformación gradual del régimen de propiedad capitalista hacia la propiedad social y pública. Una de las características del rentismo petrolero es que el Estado es el propietario exclusivo de ese recurso natural y la renta es captada internacionalmente, lo que torna el Estado un agente económico central en la distribución de esta renta. De acuerdo con Asdrúbal Baptista, “las consideraciones hechas en torno al provento rentístico internacional, en suma, no brindan argumentos que sirvan para sostener la imposibilidad de destinar dicho provento a la construcción de un proyecto político nacional no capitalista”12. La cuestión es que la revolución bolivariana, es una revolución con alma política, proceso que “consiste en la tendencia de las clases sin influencia política de eliminar su aislamiento en relación al sistema estatal y al gobierno. Su perspectiva es la del Estado, a de un todo abstracto”13. Eso quiere decir, que en cuanto el Estado fornece las garantías políticas para la continuidad de la dominación materialmente establecida y enraizada14, algunos fenómenos económicos como la explotación del trabajo, la apropiación de plusvalía no pueden cambiarse sólo a través del nivel político. Aunque el proceso bolivariano tenga sacado al Bloque en el Poder Burgués de la dirección del Estado venezolano, su dirección económica en la sociedad sigue mucho preservada. Al seguir la vía de menor resistencia, al postergar el enfrentamiento final con las clases dominantes, el proceso bolivariano sigue muy centrado en la redistribución directa e indirecta de la renta petrolera entre las clases subalternas, en proyectos de desarrollo de la economía social, misiones sociales. Algo que Mészáros sugirió muy bien: La distribución es inmediatamente receptiva al cambio por decreto (y, así mismo, sólo en una extensión estrictamente limitada por el nivel de productividad socialmente alcanzado), las condiciones materiales de producción, así como su organización jerárquica, permanecen en el día siguiente a la revolución exactamente las mismas que antes. Es esto que, por un largo plazo, prácticamente imposibilita a los trabajadores tornarse ‘productores libremente asociados’, tal como previsto anticipadamente, mismo bajo las circunstancias políticamente más favorables15. La grande masa de riqueza distribuida desde el Estado hacia la sociedad para saldar la deuda social, fomentar la economía social, ampliar el nivel de empleo y los niveles de 12

Asdrúbal Baptista, ob. cit, p.XXXIX. Karl Marx y Friederich Engels Lutas de classes na Alemanha, Boitempo, São Paulo, 2010, p.51. 14 Esa posición es reforzada en las palabras de Nicos Poulantzas op. cit.p.241: “El Estado capitalista, con dirección hegemónica de clase, no representa directamente los intereses económicos de las clases dominantes, sino sus intereses políticos: es el centro del poder político de las clases dominantes al ser el factor de organización de su lucha política”. 15 István Mészáros Para além do capital: rumo a uma teoria da transição, Boitempo, São Paulo y Editora Unicamp, Campinas, 2002, p.575. 13

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salario, siguen indirectamente fortaleciendo las fracciones capitalistas. Eso porque no hubo un enfrentamiento profundo del sistema económico. Junto al aumento de la demanda por bienes salario o bienes de consumo corriente, encontramos también un aumento de la demanda por bienes suntuarios. Aquello que se ahorra a través de los servicios sociales del Estado, se gasta en el consumo superfluo, puesto que la publicidad, la cultura, la estructura capitalista sigue siendo hegemónica en la sociedad. Desde 2005 se ha tornado evidente cierto reacomodo de fracciones de la burguesía 16 al proceso con el objetivo de negociar con el gobierno desde nuevas asociaciones patronales como Empresarios por Venezuela (Enpreven), la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Venezuela (Confagan) y la Federación de Cámaras de Asociaciones de Artesanos Micros, Pequeñas y Medias Empresas e Industrias (Fedeindustria). Mucho del reacomodo de la burguesía al proceso bolivariano es resultado de que varias de las empresas privadas monopolistas son productoras o importadoras de bienes y servicios que componen el consumo corriente de gran parte de la población. Así, aunque el bolivarianismo los haya sacado del bloque del poder, siguen apropiándose de una plusvalía extraordinaria resultante de las transferencias de la renta petrolera a las misiones, al cooperativismo y a las empresas de producción social. Esas son formas indirectas más sencillas de transferencia de capital del Estado a las fracciones capitalistas. Otras formas son a través de los bancos privados que ganan mucho con los ahorros, con las transacciones, con las tarjetas de crédito etc., concedidos a los ciudadanos y ciudadanas. Las formas indirectas más complejas de transferencia de capital del Estado a las fracciones capitalistas fueron muy discutidas en 2013. El Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME) fue extinto en comienzo de 2013 pues representaba una enorme sangría de divisas al exterior. Los títulos de la deuda pública y de la deuda de PDVSA eran denominados en dólares, pero comprados internamente con bolívares por la banca privada nacional por una tasa de cambio oficial favorable, para luego sido negociados en el mercado internacional en dólares. Ese tipo de operación financiera contorna los instrumentos de control estatal de evasión de divisas, una vez que los bancos no exportaron capitales, sino que comercializaron títulos de la deuda interna17.Las denuncias de fraude en la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), es otra evidencia de mecanismos más complejos de transferencia de la renta petrolera hacia las fracciones burguesas venezolanas. Las divisas otorgadas por CADIVI entre 2003 y 2012 a esas fracciones de la burguesía ascenderían a más de 180 mil millones de dólares. La propuesta de control de divisas, de los precios especiales a importaciones primordiales y a importaciones secundarias no tuvo el resultado de industrializar el país. La explicación radicaría en que en una economía rentista, el capital busca su ampliación y acumulación, en el caso, no importa si es el capital productivo o si es el capital portador de interés, el capital comercial, o en el caso venezolano un capital transferido indirectamente por el Estado etc., todos buscan 16

Ese reacomodo no empieza simplemente post-2005, el caso del Ron Santa Teresa y su propietario Albert Vollmer es ejemplar. Veáse Raphael Seabra A Via Venezuelana ao Socialismo, Editora CRV, Curitiba, 2014. 17 Eric Toussaint “Luces y Sombras en la Venezuela Bolivariana”, CADTM, 11/10/2009, en http://www.cadtm.org/Luces-y-sombras-en-la-Venezuela . Disponible en noviembre de 2009. [104]

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ganancias extraordinarias. En el caso venezolano, la plusvalía extraordinaria es posible a través del comercio de bienes y servicios. De un lado, el alto nivel de importación ya hace más costoso la vida en el país (a pesar de la venta estatal de productos de la canasta básica a través de los programas nacionales PDVAL y MERCAL); de otro, los productos importados son vendidos con su valor por encima de aquél otorgado por los dólares preferenciales. La inflación venezolana en la última década tiene así, varias fuentes: sumase al aumento del nivel de ingreso a través de los mecanismos de transferencia de ingreso del Estado, la especulación con precios practicados en el mercado paralelo de dólares, el acaparamiento de productos esenciales y la histeria social sobre la falta de ciertos bienes que buscan urgentemente comprar más de lo que necesitan. En nuestra perspectiva no parece ser la renta petrolera por sí misma la causa de las dificultades del proceso bolivariano en el actual momento. Sus más grandes episodios de inestabilidad social y económica ocurrirán justo cuando el gobierno bolivariano no detenía aún el control de PDVSA. El paro-sabotaje petrolero de 2002-2003 que resultó en una pérdida de 29% del PIB, indicó la necesidad de controlar la renta de eso sector y de sus posibilidades de uso político para el proceso revolucionario. Muchos de los análisis y pronósticos se mantienen pesimistas considerando insostenible el crecimiento económico, como también el ahondamiento en una espiral de deuda, de inflación y una crisis en la balanza de pagos18. Estructuralmente el rentismo en el gobierno bolivariano guarda algunas semejanzas con el rentismo en otros momentos históricos de Venezuela, o sea, el Estado como entidad económica fundamental en la captación y distribución de la renta en la sociedad, como también la vulnerabilidad externa de los precios petroleros. Por otro lado, las condiciones de esa distribución son muy distintas de los momentos anteriores por la coyuntura revolucionaria favorable a su uso político y popular; así, su distribución solo alcanza las fracciones burguesas comerciales y bancario-financiera de manera indirecta – segundo datos de Weisbrot y Johnston19 en 2011 los servicios financieros y de seguros crecieron 31,8 %, en cuanto sectores como transporte, comercio, reparaciones y comunicaciones registraron sólo 0,7% de crecimiento en el mismo año. Entre 2007 y 2009 hubo en verdad cierta retracción del gasto público, sobre todo por la caída de los precios internacionales del crudo en 50% por cuenta de la crisis internacional del capital. Pero desde 2010 notase el incremento de los precios del crudo, con efecto positivo sobre el gasto público y su efecto multiplicador, principalmente, en el impulso al sector de construcción de viviendas. En un análisis reciente, Mark Weisbrot y Jake Jhonston20 defendieron la posibilidad de sustentabilidad de la economía rentista venezolana a lo menos en la próxima década. En su estudio presentó datos convincentes sobre la tasa de crecimiento económico, los bajos niveles de deuda externa e interna y sus servicios, los precios futuros petroleros 18

Eso es el caso específico del artículo de Margarita López Maya y Luis E. Lander “El socialismo rentista de Venezuela ante la caída de los precios petroleros internacionales”, en Cuadernos del CENDES, Vol. 26, Núm. 71, mayo-agosto, 2009, pp. 67-87. 19 Mark Weisbrot y Jake Johnston “¿Es sostenible la recuperación económica de Venezuela?”, Center for Economic and Policy Research, septiembre de 2012, p.12, en http://www.cepr.net/documents/publications/venezuela-sp-2012-09.pdf. Disponible en octubre de 2013. 20 Mark Weisbrot y Jake Johnston, ob. cit. [105]

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más o menos estables y en un nivel suficiente para financiar la sociedad venezolana. No existirían condiciones para un colapso inminente del rentismo como ocurrió en los años 1980 y 1990. La situación solo será insostenible y llegará al colapso – no exactamente del rentismo, sino del bolivarianismo-chavismo – si no ocurre el enfrentamiento coherente del sistema capitalista venezolano. Pero eso no justifica el despilfarro de los ingresos generados. El uso de la renta petrolera es al mismo tiempo un acto político, pero tiene que ser seguido de los actos económicos. El enfrentamiento con el sector capitalista, las expropiaciones sin indemnización, el aprisionamiento de los corruptores privados y burócratas son urgentes. Las fracciones ligadas al capital comercial y financiero no tienen interés en el desarrollo del país, ni de un desarrollo más igualitario, y mucho menos en el socialismo. La creencia de que las propiedades sociales y estatales puedan a largo plazo suplantar la propiedad capitalista son ingenuas o mal intencionadas. CONSIDERACIONES FINALES Es fundamental rescatar la idea original de democracia participativa y protagónica, de empoderar el pueblo, de garantizar los mecanismos de control público sobre el Estado; de hacer que las conquistas políticas caminen rumbo a conquistas económicas. Para el campo popular un instrumento importante para establecer intervenciones y proposiciones poderosas en asuntos de más grande interés es hacer valer el mecanismo constitucional de referendo consultivo. Aunque sus resultados no sean vinculantes, políticamente ello serviría para testar el radicalismo del gobierno bolivariano, delimitar los enemigos reales y también el estado de correlación de fuerzas. Referendos sobre la urgencia de estatización de la banca privada, sobre la auditoria de la deuda pública, sobre cuáles empresas deben ser estatizadas, sobre el límite de la jornada de trabajo en 36 horas semanales etc., serían importantes mecanismos para hacer avanzar el proceso y rescatar la autonomía organizativa del campo popular. Como se intentado demostrar en este texto, la vía venezolana al socialismo actualmente continúa manteniendo un equilibrio inestable de las fuerzas alrededor del Estado. Las dificultades y vacilaciones en avanzar de la revolución política hacia la revolución social hacen que la balanza siga inclinada hacia la victoria de las fuerzas capitalistas en el mediano plazo. El problema central no es el rentismo petrolero, el uso político de la renta es posible, pero tiene que enfocarse a la totalidad del sistema social venezolano, pues los mecanismos de transferencia indirecta de la renta indican cómo medidas de cambio de largo plazo pueden ser perniciosas al proceso bolivariano. Una revolución que se propone el socialismo tiene que llevar en serio la existencia de clases en pugna, y por eso, una sociedad dividida en clases sociales complementares y antagónicas significa que la vía venezolana al socialismo simplemente posterga el enfrentamiento abierto y violento entre las clases fundamentales a un futuro lejano.

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