Conferencia magistral 2015 UPRU (Utuado)

July 27, 2017 | Autor: M. Barcelò-Miller | Categoría: Gender Studies, Women's Studies, Historiography
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Descripción

Conferencia Magistral Apertura de la 4to. Coloquio Asociación Puertorriqueña de Investigación de Historia de las Mujeres

María de F. Barceló Miller, Ph.D. Catedrática de Historia Universidad del Sagrado Corazón

-I-

¡Buenos días! En primer lugar, deseo agradecer a la Junta Directiva de la Asociación, el honor, que considero no merecer, de compartir con ustedes mis reflexiones, dudas e inquietudes sobre el tema que sirve de hilo conductor a este 4to. Coloquio: conmemorar los 85 años de la obtención del derecho al sufragio a las puertorriqueñas. No tengo respuestas a todas las interrogantes que el tema suscita. Precisamente por eso, acepté comparecer ante ustedes con la intención de establecer un diálogo, un intercambio de ideas, de metodologías, de enfoques novedosos, que continúen enriqueciendo la historiografía del feminismo puertorriqueño. Un historiador o historiadora no puede hacer de un tema su feudo. Si así lo hace, quedará anquilosada/o en un desolado castillo, en un campo tan dinámico y fértil como lo es la acelerada trasformación en las formas, los métodos, las teorías, las corrientes que continuamente surgen para auxiliarnos en la ardua tarea de producir el conocimiento histórico. Como señala Edward H. Carr en su aún pertinente y clásica obra ¿Qué es la historia?, el conocimiento es acumulativo y se desarrolla en el tiempo. Este desarrollo, como es de suponer, va acompañado de un cambio en los paradigmas y las “verdades” acumuladas

por quienes nos precedieron.1 La investigación histórica propicia un ajuste escalonado entre la realidad empírica y la teoría. En la primera opera un factor corrector de la segunda –es decir, en la teoría. Y ésta, a su vez, va siendo cuestionada, problematizada y revisada, propiciando así, el avance del conocimiento. Por supuesto, tampoco podemos ignorar los debates y cuestionamientos sobre el conocimiento que el postmodernismo levantó. Y que, a mi entender, contribuyeron y aún continúan enriqueciendo la disciplina histórica.2 Lo que intento transmitirles es que el haber investigado y escrito una tesis doctoral, que se transformó en libro, -casi dos décadas y media atrás-, no me convierte en una “autoridad” en el tema del sufragio. Por el contrario, estoy convencida que el verdadero mérito recae en aquellas pioneras que durante las décadas de 1960 y 1970, colocaron los primeros cimientos del rico inventario historiográfico sobre el feminismo puertorriqueño. Me refiero a las investigaciones de Isabel Picó, Alice Colón, Marcia Rivera, Norma Valle, Yamila Azize, Margarita Mergal, Edna Acosta, Margarita Ostolaza, Idsa Alegría, Lydia Milagros González… (Les suplico, que si hay omisiones en esta lista, que las mismas no se mal interpreten. No son otra cosa que una clara señal de una incipiente senilidad.) Fueron ellas las que venciendo limitaciones de todo tipo, se dieron a la tarea de rescatar del anonimato el protagonismo de nuestras mujeres en los procesos formativos de la nación puertorriqueña. Fueron ellas las primeras en percatarse que la renovación historiográfica que se estaba dando, conocida como la “Nueva historiografía”, no había logrado sacudirse del androcentrismo de la historiografía tradicional.3 De ahí, su determinación para que las mujeres formaran parte de esa nueva historiografía. Fueron ellas las forjadoras de “un corpus de conocimiento” sobre el cual se ha ido levantando, ajustando,

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Edward H. Carr, ¿Qué es la historia? Edición definitiva. Barcelona, Editorial Ariel, 1999. Véase, además, Adam Schaff, Historia y verdad. México, D.F., Grijalbo, Décima novena edición, 1982. 2 Miguel Ángel Cabrera, “El debate postmoderno sobre el conocimiento histórico y su repercusión en España.” Valencia, Historia Social, núm. 50, 2004. 3 María de F. Barceló-Miller, “El reclamo feminista a la ‘Nueva historiografía’.” Ponencia presentada el 8 de marzo de 1990, USC. (Sin publicar)

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revisando la historia del feminismo criollo. No reconocer el alcance y la importancia de los trabajos de esas perseverantes precursoras, constituye, a mi entender, un desacierto, una arbitrariedad incomprensible. Y, desde el punto de vista historiográfico una exclusión inadmisible. A ellas, pues, públicamente le consignamos – y me permito hablar a nombre de todas las personas que nos dedicamos a la investigación de la historia de las mujeres – nuestro respeto y agradecimiento. Gracias a ellas, hoy estamos aquí. -II-

Transcurridas más de 8 décadas de la conquista de la franquicia electoral femenina, nadie pone en duda su importancia en los anales de la historia del feminismo puertorriqueño. He utilizado el vocablo conquista con toda intención. El camino para lograrla, no fue “miel sobre hojuelas”. Por el contrario, fue un verdadero campo de batalla minado de oposiciones; plagado de propaganda delusoria y discursividades cuyo único propósito era perpetuar los roles tradicionalmente asociados a la mujer: madre y esposa consagrada por completo a la crianza de la prole, las tareas domésticas y, por supuesto, la absoluta sumisión a la autoridad del esposo. Un campo invadido por la política partidista, en el que las diferentes colectividades asumían posturas acordes a sus intereses electorales. Como dice el refrán, cada partido intentaba “arrimar la sardina a su sartén.” Un campo asediado por pugnas, discrepancias ideológicas y agrias dicotomías entre las propias mujeres, sí, entre las propias sufragistas. Un campo rodeado por prejuicios de clase y el constructo raza, por mencionar solamente los más evidentes. Un campo que dejaba al descubierto y dramatizaba el estatus de ‘limbo’ de la isla como territorio no organizado y no incorporado de los Estados Unidos. Pero, todo eso ustedes lo saben. Solo lo menciono, precisamente, para acentuar la genuina significación de esta conmemoración. En este Coloquio se le rinde homenaje a la gesta de unas decididas mujeres a las que no les tembló el pulso para desafiar un intricado sistema patriarcal. Retaron con vigor y audacia los vetustos valores, tradiciones, jerarquías, el

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“Weltanschauung”4 de una sociedad que transitaba con el fardel de la tradición, y, como advierte Sylvia Álvarez Curbelo, con muchos opositores, tropiezos y desaciertos en “el afán de modernidad”.5 Sin embargo, nada las iba a detener en la empresa que se habían propuesto: obtener un derecho fundamental que se les negaba por las nociones género imperantes en esa sociedad de difícil tránsito. Nociones que todavía, en la segunda década de este siglo 21, no han sido erradicadas en su totalidad. Con la conquista del sufragio las mujeres se incorporaron a las estructuras formales del sistema político. Como es bien conocido, fueron las vinculadas al sector propietario, profesional e intelectual las primeras en hacerlo. El proyecto aprobado en Cámara y Senado, en 1929, solo incluía a las que sabían leer y escribir. Las proletarias tuvieron que esperar que la Coalición Republicana-Socialista controlara ambos cuerpos legislativos, lo que ocurrió en las elecciones de 1932. Un año antes de los comicios de 1936 se aprobó el sufragio universal. Y fue en ese evento electoral, que las obreras, en su mayoría analfabetas, acudieron por primera vez a las urnas. Edward H. Carr, señala que todo libro de historia tiene sus cojeras y que es deber de quien lo lee encontrar esas cojeras. Si no las ve, hay uno de dos posibles problemas: (A.) quien lee ha perdido la vista o (B.) el historiador o historiadora que escribió la obra no camina.6 Mi libro salió a las librerías lisiado, y a estas alturas de los acelerados desarrollos teórico-metodológicos que han ocurrido y seguirán ocurriendo, se encuentra parapléjico. No tengo ningún problema en reconocerlo. Por esa misma razón, deseo destacar algunos puntos, de los muchos que se pueden hallar, que en mi estudio inicial sobre el tema, nunca tomé en consideración. Acojo con regocijo todos los trabajos que sobre el sufragio femenino se han publicado y muchos de los temas y paneles del programa de esta actividad, porque están 4

Visión de mundo. Sylvia Álvarez Curbelo, Un país del porvenir: el afán de modernidad en Puerto Rico (Siglo XIX). Ediciones Callejón, San Juan, Puerto Rico, 2001. 6 Carr, capítulos 1 y 2. Véase también, Saturnino Sánchez Prieto, ¿Y qué es la historia? Madrid, Ediciones Siglo XXI, 2005 (segunda edición) 5

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puliendo, refinando, las cojeras de mi estudio inicial. De eso se trata el desarrollo historiográfico y lo que, a mi entender es un necesario relevo generacional. En el libro me encapsulé en el análisis de las luchas femeninas para incorporarse, como dije hace un momento atrás, a las estructuras formales del sistema político, sin problematizar ni cuestionar qué es un sistema político. Ahora no pretendo enfrascarme en semejante empresa, pero sí hacer algunas acotaciones sobre el tema. En un ensayo que publiqué hace varios años atrás en la Revista Op. Cit.7 expuse algunas ideas iniciales siguiendo los lineamientos de la politóloga e historiadora feminista Paula Baker.8 Esta indica que anterior a la conquista de la franquicia electoral, las mujeres (élite y obreras) actuaban como un grupo, con intereses políticos y sociales específicos y ejercían su influencia por los canales informales del sistema político. Baker propone que una definición de “lo político” debe considerar el sistema político como un todo e incluir las vías de influencia tanto, formal como informal. Esto permitiría abarcar actividades tales como protestas, participación en revoluciones, cabildeos, asociaciones filantrópicas y otros muchos procederes que las personas utilizan para influenciar en las esferas donde se toman las decisiones que afectan sus vidas y sus intereses.9 Ver en el programa de esta Coloquio la ponencia que va a presentar la compañera Dra. Raquel Rosario, trazando el desarrollo de las luchas femeninas desde principios del siglo XIX, estoy segura será una excelente aportación a ampliar este vacío, una de las múltiples cojeras del trabajo que sobre el sufragio publiqué dos décadas atrás. Fue Raquel la que se lanzó a la empresa de rescatar del anonimato y que el protagonismo de nuestra primera patriota carpeteada, perseguida y desterrada ocupara el lugar que le corresponde, no solo en la

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María de F. Barceló, “Domesticidad, desafío y subversión: la discursividad femenina sobre el progreso y el orden social, 1910-1930". Revista Op. Cit., Centro de Investigaciones Históricas, U.P.R., 2003. 8 Paula Baker, “The Domestication of Politics: Women and the American Political Society, 1780-1920”. En, Ellen Carol DuBois and Vicki L. Ruiz (eds.), Unequal Sisters: A Multicultural Reader in U.S. Women’s History. New York, Routledge, 1990. 9 Baker, p.92.

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historiografía sobre las mujeres, sino en la historiografía de una nación que ha vivido desde los tiempos de España, la persecución, el ultraje, la violencia, las masacres, las torturas que las metrópolis suelen ejercer arbitraria y despóticamente en sus colonias. María de las Mercedes Barbudo vivió ese despotismo por partida triple10: mujer, mulata-instruida, y separatista,… eso, eso era (y ese) demasiado para el patriarcado. Y me cuestiono, si trasladaron a Puerto Rico los restos mortales de Ramón Power y Giralt con ceremonias y honores,11 por qué no se le otorga la misma distinción y homenaje a María de las Mercedes Barbudo, cuyos restos yacen en la Catedral de Caracas.12 El Altar de la Patria debe, tiene que recibir, con igual solemnidad las cenizas de nuestra primera patriota. Ya es hora que descanse en la Patria que tanto amó. ¿Qué estamos esperando para iniciar un movimiento a tales efectos? Igual crédito merece el rescate que hizo Norma Valle sobre Luisa Capetillo. De su obra se desprende que uno de los grandes méritos de esta extraordinaria líder fue su capacidad de vincular su feminismo a todas las luchas libertarias.13 Recientemente salió el estudio de Bianca M. Medina Báez sobre Juana Colón.14 Un hábil intento de introducir el constructo raza en el discrimen de que fueron víctimas las mujeres negras que también se lanzaron a luchar por obtener el voto; otra notable cojera del trabajo que publiqué hace 18 años atrás. Me concentré en el factor clase social. Cierto es que en aquél entonces (y me atrevo a decir que aún hoy) estaban íntimamente vinculados; pero eso no es excusa para no haberlo diferenciado y estudiado. Pronto María del C. Baerga nos depara una sorpresa cuando salga a la luz su libro Negociaciones de sangre. Dinámicas racializantes en el Puerto Rico decimonónico, bajo la

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Raquel Rosario, María de las Mercedes Barbudo, primera mujer independentista de Puerto Rico 1773-1849. San Juan: Raquel Rosario Rivera, 1997. 11 http://academiajurisprudenciapr.org/cadiz/power-y-giralt-descansa-en-la-catedral-de-san-juan/ 12 Rosario, op. cit. 13 Norma Valle, Luisa Capetillo. Historia de una mujer proscrita. San Juan, Editorial Cultural, 1990. 14 Bianca M. Medina Báez, Juana Colón y la lucha de la mujer obrera. San Juan, Ediciones Huracán, 2013.

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Editorial Iberoamericana.15 Y sería imperdonable no reconocer los esfuerzos y la lucha de Ana Irma Rivera Lassén de destacar y difundir la aportación y contribución histórica de la herencia africana y sus afrodescendientes en nuestro desarrollo como pueblo. El racismo imperante en nuestra sociedad ha fomentado la invisibilidad de nuestra negritud en la historia y sistema educativo.16 Y no olvidemos que fue durante su Presidencia de El Colegio de Abogados salió a la luz el libro Las primeras cien, publicado por el Colegio de Abogados, y editado por Elizabeth Viverito en el que se destaca a las primeras cien mujeres que lograron formar parte del Colegio y revela la diversidad de experiencias de vida de las mujeres y sus aportes esa profesión.17 Y nunca está de más recordar su valiosa aportación junto a Elizabeth Crespo, Documentos del Feminismo en Puerto Rico: Facsímiles de la Historia, sobre los movimientos feministas de la década de los setenta en la Isla.18 Secundo con vehemencia el llamado que hace la Dra. Norma Valle en su magnífico “blog” de rescatar las biografías. Y la cito directamente: “…son muchas las biografías que todavía tienen que investigarse, escribirse y publicarse y aún otras, como las de Felisa Rincón y Lolita Lebrón (líderes de la política en distintos partidos) que tienen que reescribirse con una nueva mirada, crítica, científica y feminista.”19 Ver en el programa de este 4to. Coloquio que en efecto, ese llamado ha redundado en nuevas investigaciones sobre la vida de las mujeres de todas las clases, raza, credos e ideologías, en términos historiográficos es un logro que hay que resaltar, difundir, incluir y estudiar, no solo en el acervo historiográfico del feminismo criollo, sino en la historiografía puertorriqueña, caribeña y latinoamericana.

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Conversación telefónica, 26 de febrero de 2015. http://afropuertorico.blogspot.com/p/ensayos.html 17 http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/mujeresdesvergonzadas-columna-1857078/ 18 http://afropuertorico.blogspot.com/2012/06/afropuertorriquenos-ana-irma-rivera.html 19 http://normavalle.com/periodismo/palabra-de-mujer/230-al-rescate-de-las-biografias-maria-de-las-mercedesbarbudo 16

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Ver los rostros y nombres de aquellxs que hace un tiempo atrás fueron mis alumnxs participando como ponentes en este Coloquio me llena de un profundo orgullo. Recuerdan que lo pronostiqué, “van a ir a congresos y van a ser mis colegas.” ¿Se acuerdan? Ahora comprenden porqué era tan, tan, tan… puntillosa. De eso se trata la docencia, de que ustedes nos superen y sigan extendiendo sus alas. -III-

Creo pertinente hacer un comentario de naturaleza teórica. Es hora de re-visitar los documentos, de buscar otras fuentes, de hacer acopio de renovadas metodologías para reivindicar el desafío al orden establecido que nuestras mujeres representaron en distintos momentos de nuestra historia. Michel de Certau en su libro, “La escritura de la historia” habla de lo reprimido en la historia y sugiere que en la historia escrita hay una selección entre lo que se quiere ser entendido y lo que se quiere ser olvidado. Pero, tarde o temprano, lo reprimido siempre vuelve. Lo que antes parecían detalles irrelevantes, regresan a retar los discursos dominantes. Es el regreso de lo que fue impensable en un determinado momento y que en otro, como en éste, urge que se piense.20 Desde esta perspectiva, las mujeres han sido lo reprimido de nuestra historia. Voy a ofrecer tan solo un ejemplo de lo que aparentemente es un detalle irrelevante pero que regresa para que se piense. Me refiero a la verdadera Borinqueña, “La Patriótica”, cuya letra es de la autoría e inspiración de Lola Rodríguez: “¡Ya no queremos déspotas! !Caiga el tirano ya! Las mujeres indómitas también sabrán luchar. Nosotros queremos la libertad y nuestro machete nos la dará.”21 La imagen que Lola Rodríguez presenta de las mujeres puertorriqueñas, con un solo adjetivo, rompe con las nociones de género imperantes en el siglo 19, de la mujer dócil, 20

Véase María de F. Barceló, “Las mujeres en el Grito de Lares: apuntes para futuras investigaciones”. Museo de la Universidad de Puerto Rico, 2011. Véase reseña en: http://www.dialogodigital.com/index.php/Lo-reprimido-del-Grito-de-Lares.html#.VAhXRpV0zMw 21 Ibíd.

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sumisa, resignada, pacífica. En el himno las adjetiva con cualidades tradicionalmente atribuidas a los varones: la rebeldía, la valentía, la tenacidad y la firmeza de espíritu y acción. Esto, siguiendo la tesis de Michel de Certau, es lo reprimido en la historia de la Revolución Puertorriqueña de 1868, lo que se quiere que se olvide, lo que era impensable en el 1868 en Puerto Rico: que las mujeres fueran capaces de participar en la lucha armada.22 Cómo contrasta la visión de Lola Rodríguez sobre las mujeres con la imagen paternalista de Salvador Brau en la cual la mujer, sobre todo la campesina, estaba confinada “…en la cabaña dedicada a las labores propias de su sexo… suavizando asperezas, dando consuelo y siendo un manantial de cariño…”. Esta fue la imagen que se institucionalizó en la discursividad histórica oficial. La que no representaba un reto al orden y la jerarquía social existente.23 Las ponencias en este coloquio abren nuevas avenidas, enriquecen el “corpus de conocimiento” de nuestro pasado

que, a mi entender, es el verdadero objetivo de la

investigación histórica. Y estoy convencida que las investigaciones, lejos de convertirse, como tristemente ha ocurrido en muchos pasillos de la academia, en un campo minado de egos inflados, deben ser para COMPARTIR CONOCIMIENTOS y NO COMPETIR por el número de páginas de una hoja de vida. Se me ocurre una idea. Que esta Asociación redacte una propuesta a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, por ejemplo, en conjunto con el Ateneo Puertorriqueño y la Oficina del Historiador Oficial de Puerto Rico para publicar una edición facsimilar de la Revista La Mujer del siglo XX. Hace más de dos décadas atrás yo la descubrí, literalmente por un golpe de suerte. Está totalmente encuadernada. Y esta aprendiz de investigadora, la consultó en su totalidad, buscando el discurso sufragista. Pero en ella se encuentran muchísimos otros temas que pueden ilustrar otros aspectos del feminismo criollo de 22 23

Ibíd. Ibíd.

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principios de la pasada centuria: su solapado racismo, el concepto (s) de nación de las diversas articulistas, las construcciones de la masculinidad y femineidad…En síntesis, “Los documentos ¿qué dicen?.” Nada, sino le hacemos preguntas audaces. En ánimo de continuar por la línea del compartir los conocimientos, la interdisciplinariedad es imprescindible. Los trabajos e investigaciones de otrxs colegas en las Ciencias Políticas, Economía, Sociología, Antropología, Arqueología, Psicología, Literatura, Música, Artes Plásticas … . 24 Muchos de esos campos de producción de conocimiento están representados en este 4to. Coloquio. Y eso es una magnífica señal de la integración y el compartir el “corpus de conocimiento” sobre el cual se ha ido levantando, ajustando, revisando la historia del feminismo criollo y que enriquece, aún más, la historiografía puertorriqueña, caribeña y latinoamericana. Y reconozcamos todos los esfuerzos y las valiosas aportaciones del Proyecto de Estudio de las Mujeres en UPR-Cayey,25 CERES (Centro de Estudios, Recursos y Servicios a la Mujer) del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la UPRRP,26 al Programa de Estudios de Mujer y Género de la Facultad de Estudios Generales de la UPR-RP27, y a la Maestría en Estudios de la Mujer y el Género de la Universidad Interamericana-Metro28. Y “prohibido olvidar” las luchas del activismo feminista tales como Paz para la Mujer,29 Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico,30 CLADEM de Puerto Rico (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer),31 Feministas en Marcha (FEM),32 y Pastoral de Mujeres y Justicia de Género,33entre otras. Fueron esos grupos de mujeres y hombres

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Véase, http://cipo.uprrp.edu/Acevedo.html http://portalwww.cayey.upr.edu/main/unidades/proyecto-estudios-mujer 26 http://iec-ics.uprrp.edu/wp-content/uploads/downloads/2013/12/Mujeres-en-el-Caribe.pdf 27 https://sites.google.com/site/programadelamujeryelgenero2/cursos-1/profesoras-res 28 http://www.metro.inter.edu/facultad/esthumanisticos/ciieg.htm 29 http://www.pazparalamujer.org/ 30 http://movimientoampliodemujeres.blogspot.com/ 31 http://cladempr.com/2015/02/26/logramos-la-carta-circular-de-politica-publica-de-la-equidad-de-genero-enla-educacion/ 32 http://www.sabiduriaaplicada.com/asociaciones-mujeres/asociaciones-mujeres-puertorico.html 33 https://www.facebook.com/pages/Pastoral-de-Mujeres-y-Justicia 25

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comprometidos con la justicia y los derechos humanos los que contra viento, mar y marea, entre insultos y amenazas de todas partes y de toda índole, lograron que finalmente, semana pasada, se firmara la Carta Circular del Departamento de Educación para incluir la perspectiva de género en el currículo de nuestro sistema de instrucción pública. Muchxs de nosotrxs investigamos la historia, pero son grupos como los antes mencionados quienes la protagonizan: conocimiento, sabiduría y voluntades militantes. -IV-

Las mujeres constituimos más del 50% de la población. En la actual coyuntura, de un bipartidismo fracasado pero no por eso menos salvaje, su participación en las estructuras políticas formales es crucial. Los estudios de la politóloga Luz del Alba Acevedo Gaud apuntan a que las elecciones primarias son un mecanismo relativamente efectivo de participación política para las mujeres pero éstas participan en proporciones menores a los hombres. Y los obstáculos más significativos para la participación y representación política de las mujeres son la cultura de violencia en el quehacer político, las estructuras y prácticas de los partidos políticos, el financiamiento de campañas, la cobertura política en los medios de comunicación y el asunto del estatus político.34 Frente a este estado de deterioro, violencia, sexismo y fanatismos de todas las clases, formas y especies, definitivamente los retos de las mujeres en la política puertorriqueña “no son molinos, son gigantes”. El sufragio de la mujer está a punto de “jaque mate”. En este Coloquio, una de las ponencias se titula “Sufragio en Conflicto”. Muy a mi pesar no puedo quedarme con ustedes como hubiese sido mi deseo, por eso con la mayor humildad y respeto le suplico a la autora de ese ensayo que agradecería me lo haga llegar. Y extiendo esa petición a todos y todas los/as colegas que participan en esta actividad. Tengo mucho que aprender de ustedes.

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Luz del Alba Acevedo Gaud, “Género y procesos electorales en Puerto Rico” Ámbito de Encuentros, Volumen 6, Número 13, Año 2013, pp.269-302.

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Y termino mi reflexión con una cita de Beatriz Preciado, en ánimo de declarar públicamente que soy una académica y feminista trasgresora. Porque en una sociedad que discrimina por fenotipos, preferencias sexuales, y le rinde culto a la violencia, escribir y comprometerse con la paz, la justicia y los derechos humanos, es una imperdonable trasgresión. Nuestra insurrección es la paz, el afecto total. Ya sabemos que la paz es menos sexi que la guerra, vende menos un poema que una ráfaga de balas... Pero nuestra revolución es la de la Harriet Tubman, la de Jean Deroin, la de Rosa Parks, la de Harvey Milk, la de Virginia Prince, la de Jack Smith, la de Ocaña, la de Sylvia Rae Rivera, la de Pedro Lemebel… Hemos abandonado la política de la muerte: somos un batallón, sexo-semiótico, una guerrilla cognitiva, una armada de amantes.35 Y añado yo, una armada de amantes de la paz y la inclusión.

¡¡¡Muchas gracias!!!

©María de F. Barceló-Miller 4 de marzo de 2015

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Beatriz Preciado, https://transfeminismos.wordpress.com/prologo/

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