Conciencia y existencia: la crítica de Cohen a Plamenatz

July 24, 2017 | Autor: Fernando Aguiar | Categoría: Karl Marx, Marxismo, Materialismo Histórico, Gerald Cohen
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Descripción

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Fernando Aguiar, Conciencia y existencia: la aíIial di! CoIrm a Plamenatz

Pablo Sánchez León, La lógica del Estado: auJonomúl política

Y naturaleza social

Leopoldo Moscoso, Lucha de clases: acción colectiva. ol'tlen

y cambio social

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Consejo de redacción: Fernando Aguiar, Juditb Astelarra, José Babiano, Mercedes Cabrera, Julio Carabaña, Manuel Castells, Andrés de Francisco, Luis Garrido, Santos Juliá, Ana Inés López Accotto, Ramón Maíz, Leopoldo Moscoso, Ludolfo Paramio, Sisinio Pérez-Garzón, Miguel Requena, Jorge M. Reverte, Pablo Sánchez León, Luis Sanz, Miguel SatTÚstegui, Mónica Threlfall.

Director: Ludolfo Paramio Cubierta: Pedro Arjona Redacción y administración:

Editorial Pablo Iglesias

Monte Esquinza, 30 - 28010 Madrid

Apartado 3070, Madrid

Precio de este número: 1.500 ptas.

Esta revista es miembro de ARCE. Asociación de Revistas Culturales de España.

ISSN: 0210-2692 Depósito legal: M. 38.238-1974 Printed in Spain. Impreso en España Qosas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa Paracuellos del Jarama (Madrid)

Conciencia y existencia: la crítica de Cohen a Plamenatz Fernando Aguiar «N o es la conciencia de los hombres la que determina su existencia; por el contrario, su existencia social es la qUe de­ termina su conciencia.»

Marx, Prefacio de la Contribuci6n a la crítica de la econo­ mía política, 1859.

¿Resulta posible defender hoy la afirmación de Marx con la que se abre este artículo? Se trata de un conocidísimo pasaje del que ya se ha dicho prácticamente todo: que carece de sentido o que es trivial; que refleja en pocas palabras~la oposición de Marx al idealismo de Hegel; que ha de completarse con los escritos de juventud en los que la conciencia desempeña un papel más determinante, etcétera. Añadir una nueva interpre­ tación a las ya existentes exige, pues, cierto grado de osadía:. Si además se pretende ser ortodoxo y original a un tiempo, el resultado será, cuando menos, polémico. Algo de todo ello acontece con la interpretación que realiza Gerald Cohen del famoso dictum marxista: es osada y original, pretende ser fiel a la letra y al espíritu de Marx y resulta, como veremos, enormemente polémica. Caben set'pone de raíz, en una prime.ra etapa de su labor intelectual, a quienes'consideran que Marx no dice nada interesante ni verdadero al -áfulhar ql:1e la existencia social determina la conciencia. Más c0!1cretaniente, Cohen rechaza la interpretación que ofrece John Plamenatz de este pasaje de la obra marxiana, aportando a su vez una lectura que se aleja considerablemente de la tradición heredada. Sin embargo, pese a esta inicial oposición. sorprende descubrir a lo

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largo de la última década una paulatina aproximación de Cohen a posturas en las que se deja ver, sin duda, la influellcia de Plamenatz. Ésta será, precisamente, la tesis céntral de nUestro trabajo: al hacer frente al desafío que supone para el materia­ lismo histórico la problemática relación entre el ser social y la conciencia, Cohen se va aproximando a posturas similares a las de Plamenatz en la misma medida en que se aleja de la concep­ ción más determinista del materialismo históri'co que caracteriza su primera etapa. En la primera sección de este artículo presentamos la inter­ pretación que nos ofrece el primer Cohen del pasaje de Marx que nos ocupa. La segunda sección se centra en la crítica de Plamenatz a Marx y la réplica de Cohen al autor de Man and Society. Será en la tercera sección donde se intente mostrar el parecido de familia que se da entre la crítica de Plamenatz al materialismo histórico y la del Cohen posterior a La teoría de la historia de Karl Marx. El artículo llega a su fin al poner en evidencia lo que, a nuestro modo de ver, supone el fracaso de Cohen para resolver algunos de los problemas más interesantes que plantea el dictum marxista del 59.

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El materialismo histórico, tal y como lo interpreta Gerald Co­ hen en su obra La teoría de la historia d~ Karl Marx, se apoya en dos tesis fundamentales 1: la tesis del desarrollo de las fuer­ zas productivas y la de su primacía explicativa. Según la primera de ellas, las fuerzas productivas (esto es, los medios de produc­ ción y la fuerza de trabajo) tenderían a desarrollarse continua­ mente a lo largo de la historia. La tesis de la primacía, por su parte, asevera que la estructura económica de una sociedad --es decir, el conjunto de sus relaciones de producción- se ha de explicar por el nivel de desarrollo de sus fuerzas ploductivas. Si las relaciones de producción se perpetúan a lo largo del tiempo, hemos de suponer que promueven el desarrollo de las fuerzas

'1

f

I Véase G. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, Ma­ drid, Siglo XXI, 1986 [Karl Marx's Theory of History. A Defence, Oxford: Oxford Uníversíty Press,

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3 productivas: de no ser así, esto es, si Obstaculizaran dicho de­ sarrollo, surgirían inevitablemente relaciones nuevas. Según Co­ hen, pues, para el materialismo histórico la estructura económi­ ca de una sociedad se explica funcionalmente por el desarrollo de las fuerzas productivas: la existencia de. un conjunto dado de relaciones de producción sólo se entiende por sus consecuencias benéficas para el avance de esas. fuerzas 2. Por otro lado, el conjunto de instituciones no económicas -señaladamente el sistema legal yel Estado- deben su natu­ raleza al carácter de la estructura económica. Dicho en términos similares a los anteriores, la superestructura social se explica funcionalmente por las relaciones de producción: «las estructu­ ras legales surgen y desaparecen en la medida en que promue­ ven o frustran unas formas de economía favorecidas por las fuerzas productivas» 3. El edificio del materialismo histórico se apoya, por lo tanto, en el nivel de desarrollo de dichas fuerzas para explicar la naturaleza de la estructura económica, estruc­ tura determina a su vez el carácter de la superestructura legal que y jurídica. De las afirmaciones centrales del materialismo. histórico se puede desprender el citadísimo corolario que nos Ocupa: el ser social determina la conciencia. La conexión entre üi dicotomía estructura económica/superestructura, que vertebra la teoría de la historia de Marx, y la pareja existencia/conciencia resulta de­ cisiva para comprender la interpretación que ofrece Cohen de la segunda. Se trata, por lo demás, de Una relación que, a su

modo de ver, no ha sido lo suficientemente señalada. Ahora

bien, si en la interpretación de Cohen del materialismo histórico

la estructura económica es el conjunto de relaciones de produc­

ción y la superestructura representa el conjunto de instituciones

2 Sobre la naturaleza Oe la expucación funcional y su relación con la teoría de la historia de Marx véase G. Cohen, op. cit., cap. 10. Para una crítica de la posición metodológica de Cohen véase J. Elster, Making Sense of Marx, Cam­ bridge: Cambridge University Press, 1985, pp. 27 ss. y J. Elster, «Marxismo, funcionalismo y teoria de juegos», Zona Abierta, 33 (1984), pp. 21-62. La po­ lémica de los marxistas analíticos en torno a la explicación funcional se halla bien recogida en L. Paramio, «La filosofía de la historia de Karl Marx», en idem,Tras el diluvio, Madrid: Siglo XXI, pp. 49-72 Y en A. de Francisco, «Mar­ xismo analítico: teoría y método», Zona Abierta, 48/49 (1988), pp. 217-244. 3 G. Cohen, op. cit., p. 254.

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no económicas, ¿qué ba de entenderse por ser social y por con­ ciencia para que ambos pares no resulten inconexos? En un artículo publicado cuatro años antes de que viera la luz La teona de la historia, Coben propone dos posibles lecturas de la afirmación de Marx sobre el ser social y la conciencia: una más literal y otra a la que denomina «indi"idualizada» 4. Marx afirma en el prefacio del 59 que «no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia». Esto se podría enten­ der de la siguiente manera: puesto que se emplea un sujeto colectivo -los,hombres-, lo que Marx quiere decir es que las ideas de una determinada sociedad sobre sí misma -el honor y la lealtad, por ejemplo, bajo el dominio de la aristocracia; la libertad y la igualdad con el advenimiento de la burguesía- se explican (funcionalmente de nuevo) atendiendo a la estructura económica de esa sociedad: aquellas ideas que entorpezcan el desarrollo económico desaparecerán con la clase que las encar­ na 5. Esta interpretación resulta sin duda perfectamente legítí~ ma. Sin embargo, Cohen defiende la interpretación «individua­ lizada» porque, a su entender, permite aclarar mejor la relación que se da entr~ la pareja existencia/conciencia y la pareja base económica/superestructura. Desde dicha perspectiva, la afirma­ ción de Marx habría que leerla así: «la conciencia de una per­ sona está determinada por el ser social de esa persona» 6. En apoyo de su relectura, Cohen cita el siguiente pasaje de La ideología alemana: «las ilusiones de los juristas y políticos [ ... ] se explican perfectamente a partir de su posición práctica en la vida, de su trabajo, y de la división del trabajo» 7.Aqui no se refiere Marx a las ideas generales de una sociedad o de una época sino a las ideas de individuos concretos que ocupa,n un lugar en la estructura social. Así pues, aunque menos frecuente, la versión individualizada no se aleja, según Cohen. de lo que 4 Nos referimos a «Being, Consciousness, and Roles» publicado originalmen· te en C. Abramsky (comp.), Essays in Honour of E. H. Cbrr, Londres, Mcmi· Han, 1974, pp. 82-97, si bien nosotros nos guiaremos por la reedición de este artículo presentada por Cohen en History, Labourand Freedom, Oxford: Cia· rendon Press, 1988, pp. 37-50. 5 K. Marx, Die Deutsche Ideology, MEW, 3, p. 47.

6 G. Cohen, «Being, Consciousness, and Roles>" (BCR a .partir de ahora),

p.43.

7 K. Marx, op. cit., MEW, p. 49.

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pensaba Marx al afirmar que la existéncia o ser social determina la conciencia. Desconocemos aún, empero, qué se ha de enten­ der por ser social y conciencia de una persona. Comencemos por el primero de estos conceptos. La propuesta de Cohen consiste en identificar el ser social de una persona COn el lugar que ocupa en la sociedad o; en otras palabras, con «el rol [o roles1 que ocupa en la institución [o instituciones1 a las que pertenece» 8. El ser social de una per­ sona sería, a tenor de esta propuesta, su rol sociaL Mas tenien­ do en cuenta que cuando Marx se refiere al ser social apunta por lo común, según COhen, al rol económico de una persona, esto es, al lugar que Ocupa en la estructura económica, se podria decir que «para Marx el ser social de' una persona es el rol económico que OCupa» 9. Anteriormente apuntamos que la estructura económica no seria sino el conjunto de las relaciones de producción de una sociedad. Las relaciones de producción, por su parte, consistían para Marx -siempre según la interpretación de Gerald Cohen­ en «relaciones de poder efectivo sobre las perSonas y las fuerzas prOductivas, no relaciones de propiedad legal» 10. Por tal moti­ vo, si el ser social de una persona es su rol económico, y éste representa el lugar que ocupa dicha persona en· la estructura económica -esto es, en el conjunto de las relaciones de pro­

ducción_ el rol económico o ser social de· la persona vendrá

determinado por sus relaciones efectivas de poder. .El rol de em­

presario, por ejemplo, le permite a la persona que lo ocupa

emplear COmo mejor le convenga los medios de producción.

Ello se ve reflejado a su vez en la superestructura legal de la

sociedad mediante toda una serie de derechos de los que goza

el empresario. Por su parte. el rol económico del proletariado

le otorga el poder al individuo que lo ocupa de negar su fuerza

8

G, Coben,

BCR,

p, 45.

9 ¡bid. Que el ser social sea el rol económico de una persona se desprende directamente de la tesis de la primacía: lo «material>, (fuerzas prOductivas, es. tructura económica) tiene primacía explicativa sobre 10 «espiritual» (superes­ tructura, productos de la conciencia). Puesto que Marx pretende explicar los fenómenos de conciencia partiendo del ser social, no se pueden situar ambos en el mismo plano. Para ser explicativo el ser social de una persona debe en­ contrarse, por tanto, en el ámbito de la estructura económica. !O G. Coben, La teorfa de la historia de Karl Marx, p. 69.

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de trabajo al capitalista. Los roles económicos -el ser o exis­ tencia social de los individuos- vendrían detenninados para Marx, según Cohen, «no por lo que las personas tienen derecho o están obligadas a hacer de jure, sino por lo que pueden o no pueden hacer de ¡acto» 11. Puesto que el lenguaje de los dere­ chos pertenece al ámbito de la superestructura, sería erróneo definir en tales ténninos el rol económico, que es un lugar en la estructura social. Por otro lado, Cohen alberga la convicción de que cuando Marx se refiere en este contexto a la conciencia de una persona no afirma que la posición social determine sin fisuras todas y cada una de sus ideas -el proceso completo de su pensarnien­ to-- sino que se refiere, más bien, a la «conciencia social» de esa persona. Por conciencia social de un individuo se debería entender, pues, «sus creencias sobre la sociedad y los valores que explican su actividad social» 12. La verdad o falsedad de tales creencias y valores (el problema de la ideología como falsa conciencia) no se cuestiona aquí: lo que sí se asegura es que, sean verdaderos o falsos, están siempre socialmente determina­ dos. Por ello resulta perfectamente legítimo afinnar, por ejem­ plo, que si uJ}a persona «ocupa la posición social de un tendero tendrá como resultado ideas de tendero» 13. Que esto sea cierto o no (y para Cohen, como veremos más tarde, lo es en buena medida) dependerá de cómo funcione la gente en la sociedad, no de posibles errores conceptuales de la afinnación de Marx 14. El siguiente cuadro nos ayudará a comprender la interpre­ tación de Gerald Cohen:

G. Cohen, BCR, p. 50. [bid., p. 43. Según Jon Elster, estas creencias y valores de los individuos serían el explanandum de la teoría marxista de la ideología (J. Elster, Making Sense 01 Marx, pp. 462-465). Ahora bien, el problema de dicha teoría es que, en realidad, no es tal, pues Marx no explica en nin'gún lugar cómo y por qué las personas tienen las creencias que tienen, sino que se interesa más por las consecuencias sociales de dichas creencias. Como veremos en la última sección, Cohen hereda de Marx este problema (no tanto porque le preocupen en especial las consecuencias sociales de los valores y creencias, sino porque tampoco nos ofrece una auténtica explicación de cómo se producen). 13 G. Cohen, BCR, p. 45. 14 En la última sección pondremos en duda esta afirmación de Cohen. 11

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Superestructura

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Báse (estructura económica)

= Institucion~s

no económIcas

7

Conciencia

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,

Relaciones de = producción (instituciones ~ 20. De la misma manera resulta imposible que el ser social de­ termine las ideas, creencias y valores de las personas --es decir, su conciencia social- puesto que ideas, creencias, valores y ser social forman un todo indistinguible. En La ideología, obra en la que Plamenatz se ocupa con mayor detenimiento del proble­ ma de la conciencia y el ser social, su argumentación contra el corolario marxista presenta la siguiente traza 21: 1. El . 2. 3. 4.

ser social consiste en instituciones .

Las instituciones son modos convencionales de conducta.

El ser social consiste en modos convencionales de conducta, pero Los modos convencionales de conducta implican el uso de ideas,

y 5. Si x implica y, x no puede determinar a y 6. Los modos convencionales de conducta no determinan las ideas que implican. 7. El ser social no determina las ideas que implica.

Según la interpretación de Plamenatz, Marx cometería un error conceptual ál suponer que la existencia o ser social determina la conciencia: puesto que el ser social (x) implica la conciencia (y) ambos resultan, en realidad, inseparables y no se le puede otorgar prioridad explicativa a ninguno de ellos. En un paso de su obra Karl Marx y su filosofía del hombre su postura en este sentido resulta aún más clara si cabe: En realidad las cosas que se afectan recíprocamente no pueden ser independientes entre sÍ. Lo que ocurra con cualquiera de ellas no pue­ de explicarse plenamente sin tener en cuenta lo que ocurra con las

20 Ibid., p. 283. Compárese, por lo demás, la postura de Plamenatz con el empeño de Cohen en no incluir ningún concepto normativo en las definiciones estructurales. 21 J. Plamenatz, La ideología, México: FCE, 1983, caps. 2 y 3. La exposición de las ideas centrales de Plamenatz la tomamos literalmente de Cohen, BCR, p. 40. Los siete puntos en los que se despliega la argumentación están elabora­ dos con frases procedentes de La ideología.

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demás. Pero esto se aplica a todas las cosas en cuestión incluido el ~intercambio material» 22.

Plamenatz sostiene aquí una postura muy común entre los intérpretes de Marx, a saber, que conciencia y existencia -como se desprende de otros textos del autor de El capital- se deter­ minan mutuamente, por lo que una no puede explicar a la otra 23. La estricta posición de Marx y Engels en sentido contrario -al menos tal y como la expresan ambos autores en La ideología alemana-se contradice, sin embargo, con su propia concepción del hombre como ser autocreativo. En un conocido pasaje de los Grundrisse --que Plamenatz nos recuerda puntualmente para reforzar su argumentación- Marx afirma que «el hambre es siempre el hambre, pero la CJ,ue se aplaca con carne condimen­ tada mediante cuchillo y tenedor no es la misma que el hambre tosca que se aplaca con la mano, la navaja y los dientes» 24. Plamenatz se pregunta qué hace diferente al hambre en cada caso si no son las ideas que los hombres tienen de sí mismos, ideas que afectan incluso a las necesidades mismas 25. Asípues, 22 J. Plamenatz, Karl Marx y su filosofta del hombre, México: FCE, 1986, pp. 259-260. 23 Véase, por ejemplo, S. Avineri, El pensamiento social y polUíeo de Carlos Marx, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1983, p. 120. Para Avineri «Marx nunca reduce la experiencia social a términos causales lineales, pues esta formulación ignoraríá la experiencia específica de la historia humana. Éste es el sentido de la famosa proposición de Marx según la cual "no es la conciencia de los hombres la que determina su conciencia, sino al contrario su ser social el que determina su conciencia". Ser social incluye, por definición, la relación del hombre con el mundo exterior, y lo peor que se puede decir de esta pro­ posición tan citada y tan poco entendida es acusarla de tautológica. Si el ser social es la acción dirigida a la estructuración de los objetos del entorno, esta acción implica una conciencia en relación con esos objetos». La posición de Plamenatz y la de Avineri son, como vemos, muy similares. 24 K. Marx, Grundrisse, 1, México: FCE, p. 8. 25 Plamenatz, Karl Marx y su filosofta del hombre, p. 261. «Las necesidades de los hombres -afirma Plamenatz más adelante-- varían con sus concepciones del mundo, con sus Weltanschauungen. En efecto, esto está implícito en la idea que tiene Marx del hombre como ser social y autocreativo. Porque si las ideas de los hombres no afectaran a sus necesidades y fuesen meros productos de sus esfuerzos por satisfacerlas, tales esfuerzos no crearían necesidades nuevas. El concepto del hombre como un ser autocreativo es por lo tanto incompatible con la explicación dada por Marx y Engels, en La ideología alemana, de la forma en que el intercambio material se relaciona con la conciencia» (pp. 261-262).

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podríamos afirmar que tal y como Plamenatz entiende a Marx la relación entre ser social y conciencia nunca sería unívoca sino, más bien, biunívoca; una relación, en definitiva, en la que no se le puede otorgar a ninguna de las partes privilegio explicativo alguno. En La teoria de la historia de Karl Marx Cohen se opone tajantemente a una postura similar a la de Plamenatz en lo que respecta a la distinción marxista entre base y superestructura. Se trata de la afirmación de H. B. Acton --expuesta en su obra The Illusíon of the Epoch- según la cual la economía no se puede concebir aparte de «las relaciones legales, morales y po­ líticas de los hombres» 26. Nos encontramos, pues, ante un ar­ gumento esgrimido con suma frecuencia contra el materialismo histórico. La respuesta de Cohen resulta perfectamente aplica­ ble también a la crítica de Plamenatz: el hecho de que las va­ riables económicas y no económicas se presenten juntas en la experiencia no impide que se conciban separadas por necesida­ des analíticas, ni que se intenten explicar las segundas en tér­ minos de las primeras 27. Si para el marxismo la actividad eco­ nómica ocupa un lugar destacado en la explicación de otras for­ mas de actividad, ello es debido a la centralidad de la estructura económica (que no .es una actividad); y aunque las ideas mora­ les, legales, políticas y de cualquier otro tipo puedan formar parte de la actividad económica, «la estructura se puede conce­ bir de forma que se vea libre de todas esas implicaciones super­ estructurales» 28. En caso de que las explicaciones propuestas por el materialismo histórico fallen, hemos de buscar la causa en la naturaleza misma de dichas explicaciones y no en el hecho de que los grandes ámbitos de la vida social resulten indistin­ guibles en la experiencia. Sin embargo, según lo entiende Gerald Cohen, Plamenatz comete, además, otros errores: el primero de ellos de interpre­ tación; el segundo conceptual. Empecemos por este último: el 26 H. B. Acton, The Illusion of the Epoch, Londres, 1955, p. 167 [citado por Cohen, La teorla de la historia, pp. 258-259]. 27 Cohen, La teorla de la historla, p. 260. 28 BCR, p. 39. Cohen defiende explícitamente esta idea en «Base and Su­ perstructure», en G. Cohen, History, Labour and Freedom, Oxford: Clarendon Press, 1988, pp. 30-36 Y en el capítulo 8 de La teoría de la historia.

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h~ho de que una cosa implique a otra no significa que no la pueda determinar. Plamenatz no entiende bien el problema de l.a causación social. Si x implica, supone o causa y, no es erró­ neo considerar que x determina a y. Soplar una trompeta supo­ ne producir un sonido: nadie negará por ello que el soplido no pueda determinar (en calidad, intensidad, duración, etc.) ese sonido. Por lo tanto, para Cohen no es Marx quien yerra al pensar que la existencia determina la conciencia, aunque ambas se presenten en la experiencia cotidiana indisolublemente unidas. Mas no se trata sólo de un problema conceptual, sino tam­ bién de interpretación. Plamenatz critica lo que cree que Marx pensaba, y Marx, según Cohen, no consideró nunca que el ser social de las personas estuviera constituido por institucioJ;les:

¿Puede ser una institución, en cualquier sentido, el ser social de una persona? Ciertamente no, si por «institución» entendemos una prácti­ ca. y si por institución entendemos un conjunto de relaciones sociales, entonces el ser social de una persona seguramente no es la Ínstitución misma, sino su localización, su situación concreta en ese conjunto 29.

El argumento de Plamenatz contra el dictum de Marx se derrumba por sí solo, pues resulta iriaceptable considerar las instituciones como el ser social de las personas (inaceptable en sí mismo e inaceptable como interpretación de Marx). Sin em­ bargo, puesto que en los textos de Marx se pueden fundar in­ terpretaciones bien distintas del concepto de ser social y su re­ lación con la conciencia, a nuestro entender es la crítica de Co­ hen al autor de Man and Society la que determina en última instancia su visión de este problema. Así, el insostenible primer punto de la argumentación de Plamenatz lo modificará Cohen, como ya sabemos, de la sis.uiente manera: 1. El ser social de una persona es el rol o posición que ocupa en las instituciones a las que pertenece.

El resto de su argumentación seguiría así: 2. Las instituciones son conjuntos de relaciones sociales. 29 G.

Cohen,

BCR,

p. 44.

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3. Las relaciones sociales fundamentales para el materialis­ mo histórico son las relaciones económicas. 4. El ser social de una persona es el rol que ocupa en las instituciones económicas. 5. El ser social de una persona es su rol económico. 6. El rol que ocupa una persona en las instituciones eco­ nómicas implica un conjunto de ideas. 7. Si x implica y, x puede determinar y. 8. El ser social determina las ideas que implica (el ser so­ cial de una persona determina su conciencia social). En la afirmación de Marx ( ESo.

Pues bien, cuando el explanandum que nos oCúpa es la con­ ciencia social (las creencias y valores de una persona), Cohen no va mucho más lejos que Marx: no establece ley de conse­ cuencia alguna que nos permita afirniar·que los individuos pien­ san como lo hacen porque les resulta beneficioso. O dicho en términos más exactos: puesto que nos movemos en el ámbito del materialismo histórico restringido, se debería explicar que las ideas de ciertos individuos (políticos y juristas, por ejemplo) deben su naturaleza a las consecuencias beneficiosas para la es­ tabilidad de su rol social. Nada de esto nos ofrece Cohen, cuya preocupación principal parece ser, más bien, dejar establecido 48 En su artículo «Restricted ... » Cohen sigue defendiendo como caracterís­ tica básica del materíalismo históríco la explicación funcional de los fenómenos superestructurales que tienen relevancia económica (y, por supuesto, de las re­ laciones de producción en términos de las consecuencias beneficiosas para las fuerzas productivas). 49 G. Cohen, La teorla de la historia, cap. 9. 50 G. Cohen, «Réplica a "Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos" de Elster», Zona Abierta, 33 (1984). p. 68.

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. con claridad el hecho de que los fenómenos no económicos se pueden explicar funcionalmente si influyen en la economía 51 (en lugar de preguntarse si algunos fenómenos sociales influyen­ tes, como pueden ser las ideas y creencias de ciertos individuos, son explicables funcionalmente). Por otro lado, al afirmar que la persona que ocupa un rol social determinado tendrá como resultado ideas propias de ese rol tampoco explicita Cohen -en perfecta sintonía con Marx en este aspecto-- el mecanismo causal que nos permita derivar creencias y valores de roles. Cohen asevera simplemente que, en efecto, así acontece por lo común, y que cuando no ocurre de esa manera «se debe a hechos empíricos sobre cómo funcio­ na la gente en la sociedad; y no a dificultades conceptuales» 52. Sin embargo, a nuestro entender antes de abordar el problema empírico parecería preciso mejorar muchoIaseudoexplicación causal que subyace en la afirmación márxistaliel 59. Esto es, precisamente, lo que Cohen no hace 53, Así pues, para concluir podríamos afirmar que pese a la severa restricción a la que· Gerald Cohen somete en su última etapa al materialismo histórico (influido en muchos aspectos, a nuestro parecer, por la obra de Plamenatz), no llega a propor­ cionamos aquello de lo que carece el Prefacio del 59, esto es, una teoría de las ideologías que explique «cómo surgen las ideas y cómo arraigan en la mente de las personas» 54. Semejante teoría no se encontrará nunca, por más que se busque, en el Prefacio de la Contribución a la crítica de la econom{a politica.

Véase G. Cohen, «Restrícted ... », p. 174.

G. Cohen, BeR, p. 45.

53 Sin embargo, sí lo hizo con la explicación funcional en La teorfa de la

historia.

54 J. Elster, Making Sense o[ Marx, p. 476.

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