Concepciones y teorías para la igualdad de genero - Esther Pineda G

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Dossier 1ra Edición Seminario Virtual “Perspectiva de Género y Violencia Femicida/Feminicida” República Bolivariana de Venezuela Ministerio Público Caracas, 2016

Concepciones y teorías para la igualdad de género Esther Pineda G2

Aun en nuestros días, hablar de género, división sexo/genérica, sexismo, constituye una fuente de polémica al hacer ruptura con el pensamiento tradicional mantenido y sedimentado en la conciencia social. Pese a ello, en las últimas décadas la reflexión sobre el tema cobra cada día más importancia; este hecho puede explicarse por una lado como consecuencia directa del mantenimiento, incremento y profundización de prácticas desiguales, excluyentes, discriminatorias y violentas contra la mujer, pero también como consecuencia del auge de las reflexiones, movimientos y acciones con fines vindicativos en cuanto a la igualdad y dignificación de la mujer en la sociedad respecta.

Desigualdades por razones de género Las desigualdades entre hombres y mujeres han estado presentes en las diferentes etapas del proceso histórico social, y en las diversas formas organizativas de las sociedades constituidas y conocidas alrededor del mundo. Estas desigualdades como bien afirmase la socióloga Janet Socióloga, Magister Scientiarum en Estudios de la Mujer y Doctora en Ciencias Sociales. Fundadora de EPG Consultora de Género y Equidad. Columnista en La Red 21, Wall Street International y Contrapunto. Autora de los libros: “Roles de género y sexismo en seis discursos sobre la familia nuclear”, “Reflexiones sobre Teoría Sociológica Clásica”, “Apuntes sobre el amor”, “Las mujeres en los dibujos animados de la televisión”, “Racismo, endorracismo y resistencia”, y “Bellas para morir”. 2

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Saltman (1992) se hacen manifiestas “en millones de interacciones diarias entre las personas, las mujeres se encuentran en desventaja y son infravaloradas repetidas y sistemáticamente con respecto a los hombres, en una amplia variedad de contextos distintos”.

La consolidación y naturalización de estas desigualdades entre hombres y mujeres ha sido denominado sexismo, el cual puede ser definido como:

Un innegable hecho social, en el cual se genera una relación desigual entre los sexos, generalmente orientada a desfavorecer a las mujeres en el ámbito político, económico, religioso, bélico, jurídico, ideológico, educativo, familiar, entre otros; atribuyendo características y propiedades subordinadas y peyorativas a la mujer, cuya situación social se ve condicionada por variables como: la clase social, herencia étnica o racial, preferencia sexo-afectiva, edad, estado civil, religión, ubicación geográfica, entre otras; postura que ha sido legitimada principalmente por agentes socializadores como la escuela, los medios de comunicación, la familia; y cuyo modelo se ha mantenido a lo largo del proceso histórico social (Pineda, 2011, p. 6).

Desde tiempos inmemorables las mujeres han sido consideradas inferiores, débiles, incapaces; se ha fomentado la necesidad de la tutela masculina (padre, esposo o hijo), y se ha justificado la exclusión de la mujer de lo público considerado espacio de prestigio y de poder, razón por lo cual se afirma que “los hombres han creado el arte y la industria, la 14

ciencia y el comercio, el estado y la religión” (Simmel, 1999, p. 177). Es decir, las mujeres se encuentran permanentemente en desventaja y expuestas a un conglomerado de situaciones a las que los hombres no; en la actualidad es posible señalar como expresiones de la discriminación por razones de género:

Las representaciones de

las mujeres en los medios de

comunicación, donde su imagen con frecuencia aparece asociada a los roles tradicionales, se promueven patrones de belleza irreales e inalcanzables, y se utiliza constantemente el cuerpo y la imagen de la mujer como objetos sexuales. La participación de las mujeres en los medios continúa siendo una imagen

sexualizada,

objetualizada,

sujeta

a

situaciones

estereotípicas como el tratamiento de temas y noticias vinculadas a la farándula, la belleza, el amor, el cuidado del hogar y de los/as hijos/as. Las mujeres a nivel mundial poseen menor poder adquisitivo, aún se enfrentan a mayores dificultades en lo que refiere el acceso a la vivienda y los servicios públicos. Las mujeres tienen menor acceso a la ciencia y la tecnología. Las mujeres tienen menores índices educativos. 15

Las mujeres aún se encuentran con barreras de carácter jurídico que limitan su participación y desarrollo económico, entre ellas salarios inferiores, techo de cristal, prohibiciones masculinas. Las mujeres ocupan en menor medida cargos de dirección política y empresarial. Las mujeres continúan siendo víctimas de la violencia machista expresada en la violencia de tipo física, verbal, psicológica y patrimonial, el acoso y la violencia sexual, la prostitución forzada y la trata, llegando a formas extremas de violencia como el femicidio/feminicidio.

Las mujeres continúan siendo víctimas de los crímenes motivados por el honor, la dote o la viudez de las mujeres, el matrimonio infantil, el repudio, las violaciones correctivas y la mutilación genital femenina pero también la violencia experimentada por las mujeres en el contexto de los conflictos armados donde son desplazadas, víctimas de violaciones masivas y convertidas en botín de guerra.

Las desigualdades y consecuente formas de discriminación por razones de género nos han sido presentadas como normales, pero además como un estado innato del orden social, inamovible e incuestionable, al responder de acuerdo a lo transmitido por el pensamiento religioso, 16

filosófico y científico como condiciones otorgadas por la naturaleza. Como bien afirmaría Pierre Bourdieu en su obra La dominación masculina “la diferencia entre los sexos masculino y femenino, la diferencia de sus órganos sexuales, opera como medio de justificación indiscutible de las diferencias socialmente construidas entre los sexos”.

Es decir, las desigualdades sociales existentes entre hombres y mujeres, el privilegio del que gozan los hombres y el perjuicio de las mujeres no es un hecho natural, por el contrario, las desigualdades que han caracterizado a los sexos son de carácter aprendido, responden a la crianza y a las formas, contenidos y hábitos diferenciados y diferenciadores introducidos a través de la socialización y legitimados a través de las instituciones sociales como la familia, la escuela, la religión, los medios, entre otros.

La perspectiva de género La perspectiva de género es una corriente de pensamiento que cuestiona el status quo, que rechaza que la diferencia se convierta en desigualdad y que las desigualdades sociales sean justificadas con los argumentos de la biología. La perspectiva de género además de ser una corriente para la comprensión de la realidad también es una práctica que se propone a través del conocimiento y visibilización de realidades introducir cambios en las pautas culturales que permitan trascender a formas relacionales más equitativas.

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De acuerdo a Coral Herrera Gómez en su libro La construcción sociocultural de la realidad, el género y el amor romántico “las raíces históricas del concepto de género podrían rastrearse en la obra de Poulain de la Barre, que subrayó que la desigualdad social entre hombres y mujeres no era consecuencia de la naturaleza, sino que estaba directamente ligada a factores culturales. Sin embargo, la gestación del concepto de género como instrumento operativo de análisis científico tuvo lugar en el siglo XX. La noción de género, según Aurelia Martín Casares (2006), surgió de la necesidad de romper con el determinismo biológico implícito en el concepto de sexo, que marcaba simbólica y efectivamente el destino de hombres y mujeres”.

Si bien ya Olympe de Gouges en “La declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” y Mary Wollstoncraft en “La vindicación de los derechos de la mujer” afirmarían que es la sociedad y no la biología quien incapacita a las mujeres, no es sino hasta la década de los 70 que desde las ciencias sociales, humanísticas y jurídicas comienza a desarrollarse una teoría de género orientada a profundizar y explicar el proceso de construcción de la identidad masculina y femenina, dando paso a la creación de categorías que permitan dar cuenta del fenómeno, al mismo tiempo que han favorecieron la emergencia de los estudios de género y la perspectiva feminista como paradigmas para la transformación social.

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Bibliografía Bourdieu, Pierre. (2000) La dominación masculina. Editorial Anagrama, Barcelona.

Gómez, Herrera. (2009) La construcción sociocultural de la realidad del género y del amor romántico. Universidad Carlos III, Madrid.

Pineda, Esther. (2011) Roles de género y sexismo en seis discursos sobre la familia nuclear. Acercándonos Ediciones, Buenos Aires.

Saltman, Janet. (1992) Equidad y género. Universitat de Valencia, Valencia.

Simmel, George. (1999) Cultura Femenina. Alba Editorial, Barcelona.

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