(con Margarita Corral). 2007. De la insurgencia al juego democrático: transformaciones en el FMLN y FSLN. Revista Apuntes Electorales, vol. 25

August 5, 2017 | Autor: P. Otero Felipe | Categoría: FMLN, FSLN, Political Parties and Party Politics
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Descripción

De la insurgencia al juego democrático: transformaciones en el FMLN y FSLN Margarita Corral González* Patricia Otero Felipe**

Resumen El principal objetivo de este trabajo se enmarca en el análisis de las transformaciones sufridas en el seno de dos fuerzas políticas, el Frente Sandinista de Liberación Nacional y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, protagonistas en los procesos de pacificación y consolidación demacrática en Nicaragua y El Salvador. La evolución de sus dinámicas internas así como su rendimiento electoral y el papel que desempeñan dentro del sistema de partidos, conforman una parte central de este artículo. En una segunda parte, el texto se interroga cómo han afectado los cambios internos experimentados a lo largo de esta última década sobre las actitudes que han mostrado los miembros de estos dos partidos. Para ello se tendrá en cuenta los datos que proporciona el proyecto de investigación Elites Parlamenta* ** 1.

rias en América Latina, realizado por la Universidad de Salamanca. Todo ello permitirá realizar interesantes comparaciones a cerca de su desempeño de los dos partidos, sus logros y principales desafíos a los que se enfrentan para consolidarse como piezas claves del sistema político. Palabras clave: FSLN, FMLN, izquierda, partidos políticos, organización interna, desempeño electoral.

Introducción1 El presente trabajo tiene por objeto analizar los rasgos fundamentales que han caracterizado la evolución de dos fuerzas políticas que se presentan como piezas clave dentro de sus respectivos sistemas políticos, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).

Universidad de Salamanca, [email protected] Universidad de Salamanca, [email protected] Las autoras agradecen las sugerencias y los comentarios de los evaluadores anónimos a este artículo.

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El interés en la comparación de estas dos fuerzas políticas está justificada por varios motivos. Por un lado, ambos partidos muestran características que los diferencian del resto de partidos políticos de América Latina, tanto por su origen insurgente como por su posterior adaptación al entorno tras unos procesos de pacificación. En los dos casos analizados se puede apuntar su aparición en la escena política similar, en un contexto predemocrático, con el objetivo de transformar el orden político y social del momento a través de la lucha armada. Además, los dos partidos se han ido adaptando al nuevo escenario, modificando su objetivo original por la consecución del poder dentro de los nuevos esquemas democráticos. Siendo dos de los partidos situados más a la izquierda del espectro ideológico de la región (Alcántara, 2004), han logrado notables espacios de representación en las diferentes esferas legislativas y municipales, teniendo aún pendiente la victoria en los comicios presidenciales. Esta expansión electoral los ha situado como la segunda fuerza en sus sistemas de partidos, caracterizados, entre otros rasgos, por una importante polarización ideológica. Toda esta adaptación al marco electoral ha ido acompañada de una serie de transformaciones internas en las que

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han estado patentes algunas de las características presentes en su origen, como la pluralidad de organizaciones, la diversidad de enfoques a la hora de articular su estrategia como partidos, o las luchas por el control del mismo. En este sentido, el artículo realiza un diagnóstico de la situación actual de estos Frentes, prestando especial atención a tres aspectos. En primer lugar, parte de la importancia del origen de los partidos y se expone brevemente el modo en que estas organizaciones surgen y se insertan en el sistema político. A continuación, se ofrece un análisis de la evolución interna de ambas fuerzas políticas, haciendo hincapié en las tensiones internas que los han caracterizado, muchas de ellas consecuencias de la competición electoral. Toda esta información da cuenta de las similitudes y diferencias que pueden encontrarse entre los dos partidos, para posteriormente evaluar las tendencias actitudinales que han mostrado los parlamentarios de los dos Frentes a lo largo de la última década. Siendo los diputados actores centrales de los partidos e importante fuente de información de los mismos, el objetivo final del texto es mostrar en qué medida la evolución y la dinámica interna, que han sufrido a lo largo de estos años el FSLN y FMLN, se han reflejado en las actitudes de sus dirigentes.

Se pretende, de este modo, aportar desde otra óptica, nuevos elementos para el mejor conocimiento y posterior estudio de los partidos políticos en la región, que ayuden a perfilar los retos a los que se enfrentan de cara al fututo.

I. Origen e inserción en el sistema FSLN: origen y evolución La aparición del FSLN en la escena política nicaragüense tiene lugar a principios de la década de 1960 como un movimiento guerrillero de carácter marxista, cuyo objetivo no era la competición partidaria, sino el derrocamiento de la dictadura somocista a través de la lucha armada. En un contexto de lucha contra la dinastía de los Somoza, y el dominio de intereses económicos y políticos por parte de los Estados Unidos, se reunió un grupo de estudiantes marxistas, entre los que destacan Tomás Borge, Carlos Fonseca y Silvio Mayorga, fundando en Tegucigalpa en julio de 1961 el Frente Sandinista de Liberación Nacional2 (Prevost, 1991: 101-115). Inspirándose en Sandino y en la revolución cubana, adoptaron el modelo de foco de guerrilla rural, estrategia que tuvieron que cambiar al comprobar los escasos resultados de 2.

su lucha inicial. De este modo, uno de los golpes más duros lo recibieron en una confrontación con el gobierno en Panacasán, en agosto de 1967, donde la mayoría de los cuadros de la guerrilla fueron asesinados, lo que les dejó al borde de la desaparición. Los supervivientes adoptaron la estrategia de “acumulación de fuerza en silencio”, empezando a trabajar entre los estudiantes y las clases más bajas, tanto rurales como urbanas (Walker, 2000: 70-72). Hacia 1969 el movimiento había desarrollado un nuevo programa, basado en una Guerra Popular Prolongada, que consistía en una insurgencia rural similar a las guerras de guerrilla que precedieron a las victorias de las revoluciones en China y Vietnam. De este modo, los objetivos estratégicos que se plantearon consistían en la toma del poder a través de una lucha militar y el establecimiento de un gobierno revolucionario basado en una alianza entre trabajadores y campesinos. Este nuevo gobierno tendría que eliminar la sumisión imperialista a los Estados Unidos y apoyar una auténtica unidad en Centroamérica, coordinando los esfuerzos de una liberación nacional en la región. Con el propósito de fortalecer la disciplina, los líderes del movi-

Tomaron el nombre de Augusto César Sandino, líder de la lucha contra los Estados Unidos y la Guardia Nacional entre 1927 y 1933.

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miento establecieron en 1969 la Dirección Nacional, de la que Fonseca era el Secretario Nacional. No obstante, la derrota sufrida en 1975, a manos de la Guardia Nacional, desacreditó la línea de la Guerra Popular Prolongada, aumentando la posición de una facción diferente: la Tendencia Proletaria, que apostaba por un foco más ortodoxo en el adoctrinamiento ideológico de las masas proletarias en las ciudades de las tierras bajas del Pacífico. La lucha debía estar condicionada por fuerzas históricas objetivas como el nivel de desarrollo económico y una mayor conciencia de clase que debía estar en la vanguardia: sin embargo, este grupo fue expulsado en octubre de 1975 en nombre del espíritu leninista del “centralismo democrático”. Tras su expulsión, crearon una organización antisomocista entre las masas urbanas, un esfuerzo exitoso que ayudó en la ofensiva final de 1979. La tercera facción la constituía la Tendencia Insurreccional o Tendencia Tercerista, que también participó en el debate interno de 1975. Fue encabezada por los hermanos Ortega, que defendían la incorporación de elementos de la clase media. En 1977 fueron ellos los que tomaron el control de la Dirección Nacional y propusieron un pro-

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grama más leninista y menos marxista, con el objetivo de lograr un gobierno revolucionario democrático popular (Valenta y Durán, 1987: 8-13). La filosofía del Frente Sandinista, cuando tomó el poder en 1979, era la de una organización político-militar basada en tres pilares: marxismo, ideas revolucionarias y conciencia de clase, en las prácticas de Augusto Sandino y la inspiración en la Revolución Cubana, a los cuales se les puede añadir la Teología de la Liberación. Los líderes políticos del partido aseguraban que la revolución comprendía tres principios: pluralismo político, economía mixta y no alineamiento (Prevost, 1991: 101-115). Durante aquel periodo, cientos de nicaragüenses se consideraban sandinistas, aunque el partido en sí no tendría más de quinientos miembros formales; se seguía el concepto de partido leninista de membresía limitada y se describía como una organización de vanguardia. En un segundo momento, y ya en el poder, la organización del partido fue derivando en una estructura capaz de dominar y aglutinar todo el poder del estado. A la vez, integró elementos propios de organizaciones burocráticas de masas, desarrolló una intensa profesionalización de sus cuadros y consolidó el liderazgo de la Dirección Nacional.

FMLN: Origen e inserción en el sistema político En El Salvador el papel predominante de la oligarquía impidió el desarrollo de una plena vida partidaria. Fue hasta las décadas de los años 60 y 70 cuando cierto nivel de apertura política permitió la emergencia de tímidos movimientos obreros y de oposición, así como la creación del Partido Demócrata Cristiano, el Movimiento Nacional Revolucionario y de la Unión Democrática Nacionalista. No obstante, la emergencia de los partidos políticos en El Salvador data de la década de 1920, cuando destaca a finales de la misma la actividad desarrollada por el Partido Comunista (PC), fundado por Agustín Farabundo Martí en el sur occidente del país3. A pesar de la apertura política, el control de las Fuerzas Armadas y de la oligarquía sobre las reglas del juego quedaron patentes con la negación de los resultados de las elecciones presidenciales de 1972, hecho que, junto con la corrupción existente en el seno del sistema político, contribuyeron al levanta3.

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miento de actuaciones armadas (Wiarda y Harvey, 2000: 470-492). En este contexto, organizaciones revolucionarias que tenían sus raíces en los levantamientos campesinos del siglo anterior, en las organizaciones obreras de la década de 1920 y en el Partido Comunista (PC), comenzaron a trabajar entre obreros urbanos y campesinos, con el objeto de cambiar las estructuras políticas y sociales a través de la lucha armada. Cinco organizaciones marxistas guerrilleras operaron individualmente durante algunos años hasta que unieron sus fuerzas, constituyendo el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, aunque durante esta primera etapa conformaron el Frente: las Fuerzas Populares de Liberación (FPL)4, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)5, la Resistencia Nacional (RN)6 y el PC7, todos ellos unificados en la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), en mayo de 1980, la cual decide en octubre de ese mismo año la constitución del FMLN, cuando las estructuras de los comandos se unificaron. Dos meses más tarde se uniría el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC)8. Además, estas cinco organi-

Este partido fue protagonista de uno de los capítulos más sangrientos de la historia salvadoreña, a raíz de las elecciones municipales y legislativas de 1932, cuya suspensión fue seguida de una serie de revueltas campesinas y obreras, que trajeron consigo la intervención de las Fuerzas Armadas. Esta represión causó la muerte de más de treinta mil personas, el dos por ciento de la población (Gross, 1995). “Las consecuencias de este episodio, conocido como La Matanza, y las subsiguientes represiones, afectaron el desarrollo de la vida política salvadoreña, los militares se conformaron como la principal fuerza política y los campesinos se acabaron de unificar culturalmente, de forma que la cohesión existente en su memoria histórica explica su comportamiento posterior en la década de 1970” (Alcántara, 1999: 132). Movimiento guerrillero más antiguo y hasta 1983 el más numeroso, conformado a partir de disidentes de una escisión del Partido Comunista (Gross, 1995) y fundado en 1970 por Salvador Cayetano Carpio (Murray y Barry, 1995: 21). Fundado en 1971 por un grupo de estudiantes de izquierda, en su congreso de 1993 cambió su nombre y se desplazaría hacia una orientación más socialdemócrata (Murray y Barry, 1995: 21). Fundada en 1975, a través de una división en ERP, de ideología marxista poco ortodoxo, tuvo lazos con la Iglesia Católica y con sectores medios. Seguía estrategias de terrorismo urbano, copiando el modelo de Tupamaros y Montoneros (Gross, 1995). Fundado en 1930, la más antigua de las formaciones del FMLN y la última en unirse a la lucha armada, en esta primera etapa, liderado por Shafick Handal (Murray y Barry, 1995: 21) Fundado en 1976 con la propuesta de crear una guerrilla regional, fue el grupo más pequeño que ganó gran notoriedad con el ataque en la Zona Rosa de la ciudad de San Salvador, en el que cinco marines fueron asesinados (Murray y Barry, 1995: 21)

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zaciones contaron con el apoyo de distintos colectivos de tipo civil como sindicatos, universidades, miembros del Partido Socialdemócrata (Movimiento Nacional Revolucionario), incluso disidentes de la Democracia Cristiana incorporados al Movimiento Popular Social Cristiano (Martí, 2004: 213). A lo largo de este primer periodo, todas las facciones del FMLN permanecieron dentro de una estructura de poder basada en la distinción entre los grupos, en la que el más alto cuerpo de la organización era el Comando General, compuesto por las cúpulas de cada organización, mientras que la DRU estaba formada por tres representantes de cada grupo y era considerado responsable de la decisión mayoritaria9. Al igual que en el caso sandinista, se reunieron diferentes organizaciones con pasados, pensamientos y estrategias desiguales. Su composición interna, base social o implantación popular eran heterogéneos, así como su estructura orgánica y método de funcionamiento. Había consenso en la necesaria lucha por el socialismo a través de la vía armada, de hecho su filosofía militar se

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basaba en que la no violencia era inútil para traer un cambio en el país, visión que compartía con el mundo pobre y rural y que le facilitó grandes apoyos en este ámbito; sin embargo, las primeras discrepancias en el interior del Frente no tardaron en hacerse patentes. Desde el principio, surgieron serias disputas por el liderazgo de la coalición, que en gran medida debilitaron la primera gran ofensiva guerrillera de enero de 198110. Con el paso del tiempo se fue avanzando en la unidad del partido, especialmente a partir de la muerte de Carpio y la afirmación de Villalobos como uno de los líderes más carismáticos del FMLN (McClintock, 1998: 53-56). Aunque el FMLN fracasó en su objetivo general, ganó reconocimiento internacional así como una significativa fuerza política y militar durante la década de 1980. A partir de 1984 se iniciaron las primeras conversaciones de paz del presidente Duarte (de la Democracia Cristiana) con el FMLN en el intento de terminar con los cinco años de empate entre el ejército y las guerri-

El FMLN dividió el país en cuatro frentes, en cada uno de los cuales había batallones formados por unas 300 personas, divididos en destacamentos, pelotones y escuadras de unas ocho personas, destacando que en todos los niveles las mujeres participaban activamente, ocupando puestos tanto de soldados como de líderes. 10. Carpio, líder de las FPL, consideraba que él debía ser el número uno en la jerarquía, ya que era el líder del grupo más numeroso, con más años y experiencia que otros miembros, y el único de extracción obrera. Llegó a ser el número uno: sin embargo, los otros miembros comenzaron a verlo como arrogante, dogmático y sectario, por lo que perdió tal condición. 1982 fue el año crucial para la coordinación y organización de las facciones del Frente, de tal manera que se consiguió una importante coordinación logística. El misterioso suicidio y asesinato, respectivamente, de los líderes de Frente Popular de Liberación, Salvador Carpio y Ana Mª Montes, facilitaron el acuerdo interno, debilitando la influencia de las FPL, como también influye la ofensiva guerrillera sobre San Salvador en noviembre de 1989.

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llas. Estas conversaciones fracasaron por la incapacidad de Duarte de controlar a los militares. Hacia 1986, las filas del FMLN quedaron reducidas a cinco mil personas; a la vista de estas circunstancias sus líderes llegaron al consenso de que completar la victoria militar sería imposible y que el fin de las hostilidades implicaría necesariamente una negociación con el gobierno. Esto llevó al FMLN a la adopción de una serie de pasos, como la búsqueda de apoyo diplomático en América Latina y el lanzamiento de una estrategia de contraofensiva, combinando la acción política con operaciones militares11. La organización de iniciativas políticas fue citada como prueba de que había un avance y que las victorias políticas de la guerrilla les daban una ventaja sobre el ejército. En la arena política, a través de sus organizaciones de masas, el FMLN tenía fuertes vínculos con la coalición política Frente Democrático Revolucionario (FDR)12. Sin embargo, a finales de esta década, se tomó en cuenta la posibilidad de una salida negociada al conflicto; los acontecimientos internacionales (desmoronamiento del bloque de países controlados por la URSS) y regionales (ARE-

NA ganó las elecciones presidenciales, la invasión estadounidense en Panamá y la derrota de los sandinistas), influyeron en esta consideración. El 1 enero de 1992 se firmó un tratado de paz (los acuerdos de chapultepec), auspiciado por Naciones Unidas, entre el gobierno y FMLN. Los Acuerdos de Paz contemplaban, entre otros, el cese de las hostilidades y un gran número de reformas sociales y económicas, incluyendo la entrada del FMLN en el proceso político del país. Estos acuerdos estipulaban también revisar el aparato militar, que implicaba la disolución de las guerrillas y de las unidades militares y de seguridad del gobierno, la reducción del ejército y la formación de una policía nacional civil, en la que podrían entrar excombatientes tanto de la guerrilla como del gobierno13. Este proceso tuvo como fechas significativas: enero de 1989, momento en que el FMLN propuso participar en las elecciones presidenciales; enero de 1992, con la firma de los Acuerdos de Chapultepec, reconociéndose la legitimidad del sistema y, finalmente, diciembre de 1992, momento en que el Tribunal Supremo Electoral aceptaba la legalización del partido.

11. Como parte de esta nueva orientación, el FMLN no boicoteó ni tampoco llamó a votar en la elección presidencial de 1989. En la guerrilla algunos simpatizaban con el candidato Guillermo Manuel Ungo Revelo (candidato de CD), el cual fue superado por los otros dos candidatos: Alfredo Cristiani (ARENA) y Fidel Chávez Mena, del Partido Demócrata Cristiano. 12. Fue una fusión de distintas organizaciones civiles antidictatoriales, creada en abril de 1980, de gran relevancia durante esta década; concurrieron en las elecciones de 1989 como Convergencia Democrática (CD). 13. Un análisis más detallado de la implementación de los Acuerdos de Paz, en Montobbio (1999) y Vilas, Carlos M (1996).

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II. Disputas y transformaciones internas Estamos, por tanto, ante dos fuerzas políticas con un origen revolucionario similar, en las que confluyeron heterogéneas organizaciones con visiones diferentes, que les confirieron una singular caracterización en su posterior evolución. Una vez que el empleo de la lucha armada dejó de tener sentido, los dos Frentes tuvieron que afrontar nuevos retos dentro de un marco electoral, en buena medida catalizador de conflictos al interior de las cúpulas dirigentes, tal y como se mostrará en este apartado.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional: 1979-1990 Como se vio anteriormente, el FSLN nació en 1961 en Tegucigalpa con el objetivo de terminar con el régimen somocista por la vía armada. Tras su llegada al poder, se produjeron importantes cambios en el seno de su organización. En un primer momento, orientada a una estrategia político militar, guerrillera y revolucionaria, clandestina, consiguiendo el apoyo social suficiente para poder derrocar la dictadura somocista en julio de 1979 (Santiuste, 2001b: 483).

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Tras el triunfo de la revolución sandinista, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), con presencia de las diferentes alianzas del periodo insurreccional, elaboró un Estatuto Fundamental de Derechos y Garantías, en el que se recogía la naturaleza y organización del Estado, así como el Programa de Gobierno. Esta Junta sería la que ostentaría el poder ejecutivo; el Consejo de Estado detentaría el poder legislativo, mientras que el poder judicial se articularía en distintos tribunales y en el Consejo Superior de Justicia. Durante todo este periodo se evidenciaron las pretensiones del FSLN por hacerse con un papel hegemónico, manifestando su deseo de conservar el espacio político conquistado y la reconversión de la guerrilla en los cuerpos armados del Estado. Entre algunas de las maniobras del FSLN por hacerse con mayores cotas de poder, destacan la alteración del Consejo de Ministros a su favor o la ampliación del número de miembros del Consejo de Estado, con el fin de incrementar su mayoría. Hechos que desataron el abandono y las críticas de algunos miembros no sandinistas. Progresivamente, las instituciones de este nuevo orden político fueron quedando en manos del FSLN, hasta conseguir

prácticamente una fusión entre Estado y partido, lo que se vio reforzado con la autoconcepción del Frente Sandinista como “partido de vanguardia”14 (Martí, 2004: 155-162). Las elecciones de 1984, celebradas para legitimar el poder alcanzado por la vía revolucionaria y consolidar su control sobre la política nacional, evidenciaron el incremento del poder político de la Dirección Nacional del partido, situando a Daniel Ortega como presidente y adoptando años más tarde la Constitución, que incorporaba los principios de la revolución socialista (Wiarda y Harvey, 2000: 457-469)15. Con el argumento de hacer frente a la agresión bélica de Estados Unidos, se bloquearon las críticas, se postergaron las demandas de la población y se enfatizó en la exigencia de disciplina. Puede decirse que el contexto de guerra obligó a la readaptación organizativa del partido y el Estado, incidiendo en el control, el verticalismo y la centralización sandinista (Martí, 2004:167). Esta “guerra de baja intensidad”, desarrollada por la administración estadounidense, tuvo tres etapas: una activación de grupos contrarrevolucionarios hasta 1982, el desarrollo de una gue-

rra relámpago y la guerra de desgaste prolongado que tuvo lugar hasta la derrota electoral sandinista. Por lo que respecta a los órganos del partido, existía una Dirección Nacional, formada por nueve miembros, determinados a comienzos de 1979, cuando las tres facciones de la organización se unieron para formar un solo frente. A pesar del aumento en el número de miembros del partido y a la reestructuración de la organización, la Dirección Nacional permaneció de manera consistente hasta 1990. Las diferencias hasta entonces parecían más pragmáticas que de principios. Esta Dirección era el cuerpo de toma de decisión más alto, era la autoridad central y entre sus miembros se dividieron las responsabilidades en el Estado y en el partido. En 1985 se produjo una reorganización en el partido, creándose un comité de cinco miembros del directorio, coordinado por Daniel Ortega, con el objeto de crear un cuerpo administrativo. Por debajo de la Dirección Nacional había cuatro niveles de organización: uno era el centro nacional, los departamentos del directorio

14. Esta idea se vertebró a partir de tres pilares: una cúpula dirigente, la Dirección Nacional, compuesta por nueve comandantes, un aparato partidario con un reducido número de militantes y una seria de organizaciones sectoriales vinculadas al partido; el partido fue conducido de manera vertical y centralizada (Martí, 2004:162). 15. Aunque el contexto bélico y confrontacional de estas primeras elecciones restaron legitimidad, pese al 75% de participación, el principal grupo opositor agrupado en la Coordinadora Democrática no participó debido al bloqueo de la Administración estadounidense que veía estas elecciones como un signo de fortalecimiento del régimen sandinista (Alcántara, 1999:278). Tras las elecciones se conformó la Asamblea Legislativa que elaboraría la Constitución política de 1987 y la Ley Electoral con rango constitucional, avanzando así en la construcción del cuerpo normativo, que ha sufrido modificaciones previas a cada elección realizada.

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y la asamblea sandinista; el segundo los comités de partido regionales, los comités de zona y los comités de base. Por otro lado, estaba la Asamblea Sandinista, órgano parecido al congreso de un partido, creado en 1985, con no más de 105 miembros, cuyas funciones eran las de aconsejar a la Dirección. Además estaban los departamentos del directorio y siete directorios auxiliares a la junta, con la función de organizar el partido como una fuerza consistente y fuerte dentro de la sociedad nicaragüense. No obstante, el poder se concentraba en torno a la Dirección Nacional, lo que provocó cierto distanciamiento con las bases (Prevost, 1991:101-115). Pese a que la cúpula del partido generó un sistema de organización fuertemente centralizado y vertical, con más de cinco mil cuadros políticos asalariados, la existencia de divisiones internas se mantuvo de forma latente durante este periodo16 (Santiuste, 2001b). La presión internacional y el deseo de una apertura hacia la plena competencia partidista condujeron a la convocatoria de las elecciones de 1990. Estos comicios significaron un cambio en el régimen político nicaragüense. La victoria de la coalición

electoral Unión Nacional Opositora (UNO), liderada por Violeta Chamorro, puso fin a los diez años del gobierno sandinista, en contra de todos los pronósticos que señalaban la reelección de Ortega. En estos comicios concurrieron oficialmente 21 partidos, 8 de forma independiente, dos en la Alianza Social Cristiana y 11 en UNO, cubriendo la totalidad del espectro izquierda-derecha. El apoyo financiero por parte de los Estados Unidos a UNO compensó las ventajas con las que podría contar el FSLN en la financiación de la campaña electoral, el control del aparato del estado, el dominio de los medios de comunicación y la capacidad de movilización del Frente Sandinista (Krennerich, 1993: 169-203). Sin embargo, la crisis económica y social, el desgaste causado por el conflicto armado y los propios errores (no solo económicos) del Frente, han sido causas señaladas de la imprevisible derrota electoral17. Los resultados dieron el triunfo a la UNO, con el 54,7% de los votos, frente al 40,8% logrado por el FSLN. En cuanto a la distribución territorial de los votos, cabría apuntar la diferencia-

16. Hay que señalar que, al igual que en el caso del FMLN, la organización guerrillera mantuvo divisiones internas en sus primeros años, a raíz de la muerte de líder fundador, Carlos Fonseca, lo que significó la división en tres fracciones con estrategias, organización y liderazgo propio (Guerra Popular Prolongada, la Tendencia Proletaria y el Grupo Tercerista o Insurreccional de los hermanos Ortega). 17. Meses antes de la toma de posesión de la nueva presidenta, muchos de los principales cuadros del partido protagonizaron lo que se ha conocido como “la piñata”, por la que se apropiaron de una serie de recursos del Estado. Este hecho, unido a la situación económica en la que dejaron al país, contribuyó al posterior descrédito del FSLN entre la población.

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ción entre el voto rural, mayoritariamente favorable a UNO, y el urbano, más leal a los sandinistas. Con todo, la coalición anti-sandinista fue vencedora en prácticamente todas las regiones, tanto para las presidenciales como en las legislativas, con dos excepciones, Estelí y San Carlos, donde el FSLN superó a la coalición. Las zonas escenario de la guerra fueron ganadas cómodamente por la UNO, siendo la diferencia especialmente acusada en tres regiones, Boaco, Matagalpa y Atlántico Sur, donde los sandinistas fueron superados en más de veinte puntos porcentuales por la UNO. Además de las elecciones presidenciales, tuvieron lugar las elecciones para la composición de la nueva Asamblea Nacional y de las alcaldías. Con un porcentaje de votos muy similar a los logrados en la elección presidencial, la UNO logró 51 de los 92 diputados, que por entonces componían la cámara, frente a los 39 logrados por el FSLN. Por lo que respecta a las alcaldías, la UNO consiguió 99 y el FSLN 34. Para el FSLN supuso una readaptación al nuevo contexto, la apertu-

ra de un debate interno que cuestionó el verticalismo, el liderazgo elitista y la falta de democracia interna en el partido, emergiendo una corriente que propugnaba una reestructuración del partido, tanto a nivel de las reglas internas como del liderazgo. Los principales cambios en la estructura significaron la desaparición de los cuadros profesionales, que constituían un vínculo con las bases y organizaciones sociales y, en cierto modo, una menor comunicación entre las direcciones nacionales y las intermedias (López, 1996: 97). El escenario abierto tras las elecciones también significó la división interna en el grupo legislativo, ante la disyuntiva de colaborar o no con el gobierno recién electo, y en minoría ante la división de la UNO al poco tiempo de los comicios18. La fracción más ortodoxa, minoritaria, optó por la confrontación con el gobierno de Violeta Chamorro, promocionando varias huelgas, bloqueando la legislación o con la resistencia a reformas militares, mientras que el sector más renovador, con el objeto de facilitar la estabilidad en el país, respaldaba las actuaciones del gobierno.

18. Al poco de tomar posesión presidencial, la UNO se dividió en tres sectores, con motivo de las negociaciones hechas con el FSLN antes de la toma del gobierno y que supusieron el respeto a ciertos “espacios” de los sandinistas, como el Ejército Popular Sandinista, la policía, la Suprema Corte de Justicia y el Consejo Supremo Electoral (López,1996:70).

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El FSLN en la oposición: adaptación al nuevo entorno En 1991 se celebró el I Congreso ordinario del partido, aunque las expectativas de cambio que generó no se vieron cumplidas, manteniéndose la estructura y el liderazgo del partido. En este mismo Congreso se aprobaron los estatutos, el programa y los nuevos principios, así como la elección de las autoridades sandinistas. Con el nuevo programa, el FSLN se comprometía a readecuar su táctica y estrategia a la nueva situación, intentando mantener la unidad del partido, a la vez que aseguraba la participación de las bases. En este momento ya era evidente la brecha en el interior del Frente entre ortodoxos y continuistas, por un lado, y renovadores, partidarios de una posición más socialdemócrata y de una democratización interna, por otro (Santiuste, 2001: 97-99). Los esfuerzos por mantener el unidad del partido ocuparon un lugar central en el I Congreso Extraordinario, de 1994, donde además de reformar los Estatutos del partido, se llamó a la cohesión interna, alrededor de una serie de lineamientos políticos, tratando de hacer frente a la

corriente interna “Por un Sandinismo que vuelva a las mayorías”. Este fue el embrión de lo que en 1995 se convertiría en el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), entre los que destacaban el ex-Vicepresidente Sergio Ramírez, jefe de la bancada legislativa, y los miembros de la Dirección Nacional Histórica, Luis Carrión y Henry Ruiz, y la comandante guerrillera Dora María Téllez. En este mismo Congreso, la división de la bancada terminó formalmente con la fractura del partido, donde la fracción “colaboracionista” quedó en minoría ante la dirección del FSLN19. De cara a las elecciones de 1996, se celebraron elecciones primarias dentro del FSLN, a través de unas elecciones abiertas a toda la ciudadanía. Aunque los candidatos elegidos debían ser ratificados posteriormente en el Congreso Extraordinario del partido, este órgano podía cambiar el resultado de las elecciones, como de hecho ocurrió con el puesto de vicepresidente; Daniel Ortega resultó nuevamente el candidato presidencial. Además en este II Congreso Extraordinario se aprobaron la política de alianzas y el nuevo programa político para las elecciones de 1996.

19. De los 39 diputados de la bancada, 32 apoyaban a Ramírez, y fueron calificados por la corriente ortodoxa de traidores por pactar las reformas constitucionales. Ramírez fue destituido de su bancada parlamentaria el 9 de septiembre de 1990, y Ortega como suplente ocupó su lugar. Poco después se creaba el MRS y comenzaban las renuncias de líderes históricos del Frente, pertenecientes a la línea renovadora.

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La agenda electoral de las elecciones de 1996 giró en torno a cuestiones económicas, a la lucha contra la pobreza, el desempleo y la corrupción. La confrontación entre Ortega y Alemán protagonizó la elección, eclipsando cualquier debate sobre el programa político de las dos fuerzas contendientes (Chamorro, 1996). Pese a la gran cantidad de candidaturas presentadas, ambos líderes acumularon el mayor número de votos, un 51% la Alianza Liberal (conformada por el Partido Liberal (PL), Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido Liberal Independiente de Unidad Nacional (PLIUN), y Partido Liberal Nacionalista (PLN)) y un 37% el FSLN, dejando al centro político sin ninguna opción. Las elecciones de 1996 fueron consideradas por muchos como las más complejas de la historia nicaragüense, contando con elementos que las diferenciaban de otros comicios, tales como la participación de 23 organizaciones en la disputa presidencial, el aumento de la cantidad de circunscripciones electorales, el crecimiento de la población electoral, la concurrencia de 6 elecciones diferentes en una sola jornada (presidente y vicepresidente de la República, Diputados nacionales, diputados departamentales, diputados al Parlamen-

to Centroamericano, alcaldes y vicealcaldes y miembros de los concejos municipales); así como cambios en el marco legal y en la organización electoral (Núñez, 1996: 37-39). El voto antisandinista se concentró en las regiones del centro, norte, sur oriente y la capital. Tan sólo en Estelí, León y Chinandega, el Frente obtuvo un mayor número de votos que la Alianza Liberal. Pese a la ruptura interna, y el desgaste sufrido en la oposición, el FSLN sobrevivió a estos comicios con una leve pérdida de votos. Por lo que respecta a los resultados en el ámbito legislativo, se confirmó la victoria de la Alianza Liberal, que se alzó con 42 asientos en la Asamblea, 35 del FSLN y 13 que se repartieron entre nueve pequeños partidos20. La falta de mayoría simple obligó a complejas negociaciones con las fuerzas políticas restantes (Núñez, 1996: 60). Los resultados de las elecciones municipales evidenciaron una tendencia al alza en el número de alcaldías, controladas bajo bandera sandinista, 52 frente a las 34 logradas en 1990. La Alianza Liberal logró 91 alcaldías. Con objeto de lograr alcanzar los retos que el partido se había ido proponiendo, el FSLN celebró el II Congreso Ordinario en 1998 en los que

20. A estos 90 diputados se añadieron otros tres diputados, en cumplimiento con la disposición constitucional del momento que le permitió a Daniel Ortega una curul dentro de la Asamblea y mantener un control dentro de la bancada.

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se plantearon como objetivo “lograr construir una organización de izquierda fuerte, permanente y autosostenible, capaz de librar una lucha ideológica, política y social”. Además, se buscaba “convertir al Frente Sandinista en una entidad que logre acceder al poder, a través de la lucha electoral”. En este mismo congreso se reeligió para los cargos de Secretario y Vicesecretario General a Daniel Ortega y a Tomás Borge y se conformó una nueva Dirección Nacional, ahora compuesta por 15 miembros. Durante el gobierno liberal, los pactos políticos con el gobierno de Alemán fueron una nota característica de la política sandinista. Además, las tensiones y conflictos entre la dirección y diputados contrarios a los acuerdos con el gobierno, fueron habituales. Así, en marzo del 2000, cuatro diputados del FSLN se enfrentaron a la cúpula nacional, con la subsiguiente expulsión. Estos pactos alcanzados entre Alemán y Ortega tuvieron, entre otros, el propósito de eliminar al resto de fuerzas políticas. Asimismo, se realizaron una serie de reformas constitucionales que llevaran a un reparto en el control de diversas instituciones como la Corte Suprema de Justicia, la Oficina de la Contraloría y el Consejo Supremo

Electoral. El pacto que entró en vigor en el año 2000 incluía más de nueve cambios en la Constitución y reformas a la ley electoral que, entre otras consecuencias, llenó de obstáculos la formación y participación de los partidos en el juego político. Dentro de las reformas más significativas, estaba la reducción de 45% a 40% como requisito para ganar una elección en primer vuelta, con la cláusula de que si un partido obtenía menos del 40%, pero mantenía una distancia por encima del 5% sobre el segundo contrincante, el partido mayoritario ganaba la elección. Con estas reformas el FSLN esperaba una victoria más fácil en primera vuelta de las elecciones presidenciales. En las elecciones municipales de 2000 el FSLN se hizo con 52 alcaldías, frente a las 94 de los liberales y las 5 de los conservadores21. Además ganaron 11 de las 17 capitales departamentales, y en 17 de los 25 municipios más poblados de país, como Managua, León y Chinandega, situandose como la fuerza que gobernaba a más del 60% de la población nicaragüense. En esas mismas elecciones se consolidaron como la fuerza hegemónica en el ámbito urbano. Para estas elecciones únicamente participaron cuatro partidos políticos (FSLN, PLC, PCN y Camino Cristia-

21. Para las elecciones municipales de 2000, dentro del FSLN se realizaron nuevamente elecciones internas esta vez limitadas a sus afiliados, resultando vencedor para la candidatura de Managua Herty Lewites, el candidato oficial del partido.

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no), que compitieron en una campaña electoral caracterizada por la gran incertidumbre en torno a los resultados. El efecto tanto de las reformas aplicadas por primera vez en estos comicios como de los resultados, confirmó la tendencia hacia un sistema dominado por los dos partidos (Orozco, 2003). El liderazgo de Daniel Ortega volvió a quedar patente en el III Congreso Extraordinario de 2001 cuando ratificaron su candidatura de cara a las elecciones presidenciales de ese mismo año. La línea dura del partido fue la que terminó imponiéndose, se acordaron las líneas estratégicas del plan de gobierno y se aprobó una moción para que los escaños perteneciesen al partido y, en el caso de que algún diputado se separase del partido, fuera sustituido22. Posteriormente, tuvieron lugar las elecciones del 4 de noviembre de 2001 en las que se eligieron Presidente y Vicepresidente, diputados nacionales y departamentales de la Asamblea Nacional y diputados para el Parlamento Centroamericano. Fueron una de las elecciones más reñidas de la historia electoral del país. Hasta agosto de 2001, las

encuestas daban por ganador a Daniel Ortega, quien iba acompañado por Agustín Jarquín, el líder de Unión Social Cristiana. El FSLN tuvo que competir con el PLC con Enrique Bolaños como candidato y con el Partido Conservador de la mano de Alberto Saborío. Con la pérdida de popularidad del PLC fruto de la corrupción del gobierno de Alemán, los resultados ante las elecciones no eran nada claros y el resultado final de la contienda sorprendió a todos: Enrique Bolaños derrotó a Daniel Ortega con el 56% de los votos frente al 42% del FSLN. La ruptura de Bolaños con Alemán, y los temores del electorado ante un gobierno sandinista fueron elementos claves a la hora de decidir la victoria liberal. De este modo, la derrota del FSLN volvió a dejar patente su incapacidad de lograr más de un 40% del voto por tercera vez consecutiva. El Frente únicamente sobrepasó al PLC en número de votos en los departamentos de León, Chinandega y Estelí, tradicionales bastiones del partido23. La evolución de los apoyos electorales en las elecciones presidenciales desde 1990 manifiestan una alta concentración de los votos en torno a dos bloques diferenciados, el FSLN y, bajo dis-

22. En palabras de Víctor Tirado, dirigente del partido, en aquel Congreso se evidenció cómo el FSLN “está siendo abandonado por su dirigencia, y sustituido como organización por la corriente del danielismo, cuyo líder, Daniel Ortega, impone su posición personal en la toma de decisiones”. La Prensa, 27 de febrero de 2001. 23. Otra de las interpretaciones que se le han dado a estos resultados fue las de un enfrentamiento entre el voto del miedo (a la vuelta al poder del FSLN) y el voto de la desesperación (por el hambre, el desempleo y la corrupción que llevaron consigo las políticas de Alemán). El voto final de los “en principio” abstencionistas hacia el PLC y los temores de que tras los atentados del 11 de septiembre, una victoria de Ortega condujera a la intervención de los Estados Unidos contra Nicaragua, pueden estar también detrás de la explicación de los resultados electorales. (Rocha, 2001).

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tintas siglas el antisandinismo, que en las dos primeras se presentó en forma de coalición de distintos partidos. El FSLN ha mantenido sus apoyos electorales en torno al 40% de los votos. Por lo que respecta a los resultados electorales en la Asamblea Nacional, también reflejaron un escenario bipartidista, con los 52 diputados del PLC, los 37 del FSLN y un único diputado del PC. A estos noventa diputados habría que añadirle las curules reservadas para el ex.-presidente de la República, y para el candidato a la presidencia de estas mismas elecciones que quedó en segundo lugar, tal y como señala el artículo 133 de la Constitución, reformado tras los pactos entre Alemán y Ortega, en el intento de mantener su protagonismo en la vida política del país. En el caso de Daniel Ortega, su liderazgo dentro del partido siguió marcando la trayectoria del FSLN; durante el III Congreso Ordinario de 2002 los temas centrales fueron las discusiones sobre el programa, la estrategia y los Estatutos, mientras que la elección de la dirigencia nacional del FSLN no supuso ningún cambio. Además, se hizo un llamamiento para establecer un diálogo con las posturas más críticas dentro del partido, en aras de conseguir mayor unidad.

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Para las elecciones municipales de 2004, el FSLN adoptó una serie de estrategias electorales, entre las que destacó la alianza con una serie de agrupaciones políticas como el MRS y el Partido Social Cristiano (PSC), entre otras, bajo el nombre de Convergencia Nacional. A la hora de buscar candidatos, Daniel Ortega se encargó de señalar quienes serían sus candidatos en los municipios clave. Pese a que teóricamente se reconoce la selección de estos mediante primarias, la cúpula del partido ha mantenido hasta el momento un gran control sobre los procedimientos de elección de candidatos. En estas elecciones, el FSLN logró 87 de las 152 alcaldías en juego, resultados que fueron más allá, incluso de lo que anticipaban las encuestas previas, un éxito sin precedentes en toda la serie de comicios municipales. Destaca, además, la victoria en 14 de las 17 cabeceras departamentales, y en 25 de las 42 ciudades más importantes del país, así como en la capital. Con todo ello, el FSLN y sus aliados se convierten en un bloque que gobierna sobre el 70% de la población nicaragüense. Gran parte de este buen rendimiento electoral se debió a la política de alianzas del FSLN, no sólo con los

otros cinco partidos que integran la Convergencia Nacional, sino con importantes personalidades y líderes locales independientes. De los 87 alcaldes electos del FSLN, 17 provenían de sus aliados. Los casos de mayor impacto son los de Granada, Masaya y Boaco, cabeceras departamentales, que tradicionalmente se habían comportado como feudos liberales. Además, el FSLN parece que se vio beneficiado por el nuevo contexto político en el que los liberales aparecieron divididos, pese a los esfuerzos de la embajada estadounidense para que comparecieran unidos. El voto antisandinista bajó en un 4,7% mientras que el voto a favor del FSLN aumentó en un 3,44%; los antisandinistas movilizaron casi el mismo número de votos que en las elecciones de 2000, mientras que sandinistas lo incrementaron en 111.000 votos (Grigsby, 2004). Pese a los buenos resultados cosechados por el FSLN en las elecciones municipales, los últimos acontecimientos han seguido manifestando la presencia de críticas al interior del partido, llegando a la expulsión de alguno de sus miembros más emblemáticos, como el anterior alcalde de Managua, Herty Lewites y el ex diputado Víctor Hugo Tinoco. Estas expulsiones quedaron

ratificadas en el III Congreso Ordinario, celebrado los días 5 y 6 de marzo de 200524. Nuevamente, Daniel Ortega fue proclamado como candidato a la Presidencia de Nicaragua para las elecciones de 200625, lo que ha suscitado controversias no sólo en interior del partido sino dentro de la coalición electoral de la que forman parte. A pesar de la problemática que enfrentó Daniel Ortega resultó vencedor en los comicios presidenciales recientes de 2006.

El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. En el caso salvadoreño, la realización de procesos electorales en el país data de la década de los 1960, aunque es a partir de la conformación de la Asamblea Constituyente en 1982, en pleno escenario bélico, cuando se inauguró un nuevo periodo político, caracterizado por la celebración de diferentes elecciones más con un fin de legitimidad interna e internacional, que de apertura democrática. Será a partir de los Acuerdos de Paz cuando se produzca la plena incorporación de todas las fuerzas políticas y las profundas reformas al sistema electoral, que repercutirán progresivamente en una mayor limpieza y competitividad. Entre ellas, la conformación del Tribunal Supremo

24. La expulsión de Herty Lewites surgió a partir de las intenciones del ex -alcalde de Managua de presentarse como candidato a la presidencia de Nicaragua. Este manifestó que la “cúpula del Frente tiene secuestrado al partido como tiene secuestrado al país”, La Prensa, 7 de marzo. Además, insistía en la celebración de elecciones primarias para elegir al candidato presidencial. 25. La Prensa, 6 de marzo de 2006.

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Electoral, la recomposición del legislativo al que se añadieron 20 diputados de la circunscripción nacional, la introducción de la regulación específica para la propaganda electoral, o las campañas de empadronamiento y registro de electores (Zamora, 1996). En este periodo se produce la conversión del FMLN en partido político, con la firma de los Acuerdos de Chapultepec en 1992, a través de los cuales el gobierno reconocía la necesidad de cambios en el sistema y el FMLN aceptaba la legitimidad del sistema (Murray y Barry, 1995:9). Este paso de movimiento guerrillero a partido político fue un proceso complejo que tuvo importantes implicaciones, tanto en la política nacional26 como en el interior del partido. De hecho, las diferencias dentro del FMLN no dejaron de ser patentes; por un lado, el ERP lideró un grupo disconforme con la manera en que se estaba realizando la depuración dentro del Ejército y, por otro, las FPL, con las que mantenían diferentes interpretaciones de los Acuerdos de Paz. Para RN y el ERP era necesario que el FMLN adoptara una nueva posición, para adaptarse a las nuevas reglas de juego y negociar con

las corrientes más “modernizantes” de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), puesto que no tenía sentido adoptar una posición antisistema. Para la alianza FPL-PC-PRTC los acuerdos representaban una ruptura con el pasado, pero creían que habían quedado muchas cuestiones por determinar. Tenía que priorizarse la organización de los sectores tradicionalmente excluidos en una oposición legal para avanzar en la democracia. Las FLP y el PC mantenían alguna forma de socialismo en el horizonte, mientras luchaban por la revolución democrática. Además, la necesidad de encontrar candidatos para las elecciones de 1994 acentuaron las diferencias en la formación27. Sin embargo, la falta de entendimiento les perjudicó electoralmente. Tanto el ERP como la RN aceptaron la candidatura de Rubén Zamora pero no se esforzaron mucho en la campaña y puede decirse que el Frente no proyectó una imagen positiva entre el electorado. Todas estas disputas continuaron tras los comicios, siendo especialmente significativo el momento en el que los diputados de las elecciones de 1994 tomaron posesión28. Las llamadas “elec-

26. De los 135 fundadores del partido, un gran porcentaje eran menores de 40 años, con estudios universitarios y provenían de sectores medios (Artiga, 2001:159), lo que ayuda a explicar la base partidaria de origen urbano del Frente. 27. Para el grupo ERP-RN el candidato era Abraham Rodríguez, en coalición con el PDC, pero este perdió sus opciones, quedando como candidato el del grupo FPL-PC-PRTC, Rubén Zamora. Incapaz de alcanzar el consenso en estas y otras decisiones, el FMLN cayó en el sistema de elección por mayoría adoptado durante la guerra, por el que cada grupo tenía un voto y, de este modo, Zamora fue el candidato presidencial. 28. El grupo ERP-RN quería que el FMLN asumiera los dos asientos que le correspondían en la dirección de la Asamblea, mientras que el grupo liderado por las FPL insistían en quedar fuera por la manipulación del ARENA, que dominaba la Cámara. Pese a que dentro del partido había ganado esta última posición, Ana Guadalupe Martínez y Fermán Cienfuegos desafiaron la posición del partido, aceptando los puestos en la directiva, lo cual provocó la desautorización de los otros partidos a los 7 diputados de ERP y RN, declarando que ya no representaban al FMLN. Las diputas dieron lugar, en diciembre de 1994, a la salida del partido del ERP y RN.

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ciones del siglo”, del 20 de marzo de 1994, significaron la continuidad del partido en el poder, ARENA, que revalidó su victoria en la presidencia, a cargo de Calderón Sol, en la Asamblea Legislativa y en los municipios del país. Por otro lado, supuso la entrada en el juego político de las fuerzas de izquierda antes excluidas, con plenas garantías de competencia. Se han calificado estas elecciones como excepcionales por diversas razones. Por un lado, porque inscritos en los Acuerdos de Paz, eran los primeros comicios en que participaban todas las tendencias político-ideológicas, celebrados fuera del contexto de guerra y, por otro lado, eran elecciones simultáneas para el Presidente de la República, Diputados de la Asamblea, Diputados al Parlamento Centroamericano y a los Concejos municipales; por último, permitieron medir la amplitud de la base social del FMLN, quien se había enfrentado a sus contendientes años antes desde la lógica militar. Los resultados evidenciaron el cambio de una tendencia apuntada en las legislativas de 1991: la pérdida de la hegemonía del Partido Demócrata Cristiano y el ascenso de ARENA en todos los ámbitos de representación como primera fuerza política. De estas elecciones se han destacado, además, los problemas de carácter técnico, concretamente las irregularidades durante el registro electoral, en la elaboración

del padrón, en la obtención del carné electoral, en la falta de información ciudadana, incluso durante el mismo proceso de votación, el cual no tuvo los niveles de participación esperados. En estos primeros comicios, el FMLN se presentó en coalición con otros partidos de izquierda (MNR y CD) cuyo candidato, Rubén Zamora, era perteneciente a la CD. Aunque hubo una segunda vuelta, ARENA ganó cómodamente la presidencia con un 68,3 %. En cuanto al ámbito legislativo, el Frente consiguió 21 diputados y ARENA 39 de los 84 asientos, confirmando la supremacía que adquirió en 1991. En cuanto a las elecciones municipales logró 15 alcaldías y ARENA 207 de 262. En términos generales, al partido le fue bien en sectores pobres como Soyapango, Mejicanos y Ciudad Delgado, mientras que tuvo peores resultados en las zonas rurales, que paradójicamente habían constituido sus apoyos durante la guerra (Murray y Barry, 1995: 31). Tras las elecciones, no quedó ninguna duda que la lucha entre ERP y FPL por la hegemonía del partido estaba detrás de las divisiones y de las diferencias políticas. En la convención de finales de 1994, se decidió mantener el FMLN como una alianza de tres partidos con un liderazgo que iría moviéndose gradualmente hacia un solo partido, en contra de la postura

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de Facundo Guardado, líder de las FPL que pretendía un cambio más rápido hacia la unificación. Tras el episodio protagonizado en la toma de posesión de la Asamblea Legislativa, RN y ERP abandonaron el Frente y se unieron al Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) en la formación del Partido Democrático (Murray y Barry, 1995: 23-27).

tro. De las 262 municipalidades, 162 fueron ganadas por ARENA, pero el FMLN se hizo con 6 de las 14 capitales departamentales. Así, este partido pasó a controlar el gobierno local de más de la mitad de los salvadoreños, dando un mayor equilibrio de poder entre la derecha y la izquierda (Bird y Williams, 2000: 34-35)29.

En junio de 1995, el Consejo Nacional del FMLN consideró que debía transformarse en un “partido de tendencias y además, en un partido socialista”, lo que significaba ir disolviendo las estructuras de cada uno de los partidos hasta llegar a construir estructuras únicas. Sin embargo, esta conversión en un solo partido unificado no ha impedido la emergencia de diferentes facciones o tendencias en el seno del mismo.

Sin duda estos resultados dieron qué pensar acerca de las posibilidades reales de victoria electoral en las presidenciales de 1999, lo que no ocurriría entre otros factores por la dañada imagen que proyectaron las luchas internas.

A pesar de un clima poco unitario, las elecciones legislativas y municipales de 1997 tuvieron un significado positivo para los efemelenistas. No sólo lograron incrementar los escaños en la Asamblea hasta 27, frente a los 28 conseguidos por ARENA, sino que además, en el ámbito municipal, obtuvieron 48, más las logradas en diversas coaliciones con Convergencia Democrática (CD) y Movimiento de Unidad (MU), ambos partidos de cen-

En cualquier caso, las FPL, facción mayoritaria, mantuvieron un mayor protagonismo hasta la elección de Facundo Guardado como jefe de la Convención Nacional en diciembre de 1997. Allí el partido se estructuró en diferentes corrientes distantes en aspectos como la revolución democrática, la estrategia política o el programa para las elecciones de 1999, las cuales se configuraron en una corriente revolucionaria socialista, por un lado, y una corriente socialdemócrata, por otro, ambas en disputa por el control del partido. En la Convención de 1998 se pusieron nuevamente de manifiesto las divisiones en torno a la búsqueda de un can-

29. En este caso destaca la victoria en la alcaldía de San Salvador de Héctor Silva, postulado por la coalición Convergencia Democrática, Movimiento de Unidad y el FMLN.

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didato para las elecciones de 1999, aunque ninguno de los dos candidatos, Héctor Silva (alcalde de San Salvador), promovido por la tendencia reformista de Facundo Guardado y Victoria Marina de Avilés, del sector ortodoxo, lograron la mayoría necesaria en la Convención. Finalmente Silva depuso su precandidatura, debido a la falta de acuerdo en la Convención en torno a la misma. A seis días de las elecciones internas, fue Facundo Guardado el que improvisó su postulación, resultando el candidato elegido. La incorporación tardía a la campaña electoral, el desgaste interno y externo del partido, tras la selección del candidato y la actitud más “pasiva” del sector ortodoxo, pesaron en los resultados30. ARENA venció nuevamente en la contienda electoral, destacándose la enorme popularidad que Francisco Flores había conseguido en poco tiempo, gracias a una exitosa campaña publicitaria. Pese a la coalición electoral “por el cambio”, liderada por FMLN y Unión Social Cristiana (USC), de Facundo Guardado y a la candidatura de Rubén Zamora por el CDU, las presidenciales de 1999 significaron para el Frente una pérdida importante de votos respecto a 1997 (cerca de 21.000) y nuevamente desató las disputas entre las corrientes.

Para 1998 el sector renovador controlaba al menos un 60% de la Convención, aunque a partir de este momento los ortodoxos fueron recuperando el control de los organismos de dirección del partido, comenzando las “purgas” en su interior, entre ellas la de Facundo Guardado y las de seis diputados en el 2002. ARENA ganó la primera vuelta con un 51,96% frente al 29,05% conseguido por el FMLN. Este último obtuvo menos votos en el área de San Salvador, y en La Libertad, y en otros municipios de tradición efemelenista, donde perdió frente a ARENA o donde la población prefirió abstenerse. En marzo del 2000, un año después de la elección del tercer gobierno de ARENA, tuvieron lugar las elecciones legislativas; pese a todo, los resultados fueron positivos para el FMLN, que se alzó con la ventaja en el número de representantes en la Asamblea Legislativa, logrando 31 diputados frente a los 29 de ARENA. El Partido de Conciliación Nacional (PCN) se consolidó como la tercera fuerza política, beneficiado por la repartición de cocientes y residuos, alzándose desde este momento como partido de vital importancia para el juego parlamentario. El centro, una vez

30. Las divisiones afectaron a la campaña electoral, que presentaba por un lado a un líder aperturista, Facundo Guardado, de talante negociador y que intentaba restar el componente izquierdista del partido; por otro lado, la actitud de los sectores ortodoxos que apenas apoyaron en actos públicos al candidato.

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más, quedó con una menor representación, disminuyendo su caudal electoral si se compara con las elecciones presidenciales de 1999. Los resultados evidenciaron la tendencia hacia una concentración cada vez mayor de los votos en torno a los dos partidos mayoritarios. En cuanto a las elecciones municipales, el Frente revalidó las cifras de 1997, elevando a 78 las alcaldías controladas, incluidas 8 de las 14 capitales de departamento, frente a las 124 de ARENA. Tras las elecciones, en la Convención del 2000 se intentó fortalecer la unidad del Frente, y con este fin, se decidió que serían las bases del partido las que eligieran a las autoridades y candidatos del mismo. En estas elecciones que tuvieron lugar en noviembre 2001, seguían patentes las diferencias entre ortodoxos y reformistas o renovadores; estos últimos finalmente resultarían derrotados y muchos decidieron abandonar el partido. La dinámica parlamentaria, a partir del gobierno de Flores, se caracterizó por continuos bloqueos por parte de la bancada del FMLN, con mayoría relativa en la Asamblea, a las políticas de ARENA, respondidos desde la presidencia con numerosos vetos. Entre los decretos que el ejecutivo vetó estaban los que pretendían un incremento presupuestario para el órgano judicial,

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fuentes de financiación relativas al seguro social o el subsidio de las tarifas eléctricas a los consumidores, siguiendo un programa de estabilización del gasto público. Este juego confrontacional puso grandes expectativas en las elecciones de 2003, en las cuales el partido del gobierno tendría una oportunidad para revertir esta situación de conflicto, o bien el FMLN aumentar su capacidad de ponerle más difícil la situación a Flores, sin depender de pactos coyunturales con terceras fuerzas políticas en la Asamblea. En las elecciones de marzo de 2003 el FMLN pasó a constituirse como la primera fuerza en votos y en escaños, gracias a la repartición mediante residuos, haciendo que la poca diferencia de votos con ARENA le reportara 31 escaños frente a los 27 del partido en el gobierno; este, con los apoyos del PCN, con 16 diputados, consiguió la mayoría en la Cámara. El FMLN se convirtió en pieza clave del juego parlamentario, sobre todo en aquellas votaciones que requerían la mayoría calificada de dos tercios de la Asamblea. No obstante, el final de la legislatura fue escenario de tensiones internas y varias deserciones del grupo parlamentario, que dejaron al partido con 24 escaños. En los comicios municipales del 2003, el Frente consolidó la victoria

obtenida en las elecciones anteriores, logrando mantener el gobierno de la capital, esta vez con otro candidato, Carlos Rivas Zamora. Hay que señalar también la gran tasa de reelección de los cargos municipales, y el apoyo que los municipios más poblados han otorgado al partido desde las primeras elecciones, como el área metropolitana de San Salvador. Las elecciones presidenciales celebradas en El Salvador, en marzo de 2004, significaron nuevamente un revés a las expectativas del FMLN, que veía cómo perdía de nuevo la oportunidad de gobernar el país. ARENA se impuso en primera vuelta por más de veinte puntos porcentuales de diferencia, superando al FMLN en número de votos en todos los departamentos del país, pese a que en términos globales ambos aumentaron sus apoyos electorales respecto a 2003, debido quizás al alto nivel de participación, del 67,34% del total. ARENA ganó en todas las capitales de departamento, incluso donde gobernaba el FMLN a nivel municipal. Sin embargo, en este proceso electoral no deben obviarse varios aspectos: la candidatura del FMLN, Schafick Handal, no se logró por consenso, sino por mayoría al interior del parti-

do, pese a la celebración de las elecciones primarias, en julio del 2003, en las que el líder del movimiento renovador, Óscar Ortiz, perdió frente al candidato ortodoxo. Este hecho ARENA supo capitalizarlo en su campaña electoral, al igual que hicieron los medios de comunicación en la campaña paralela o incluso las constantes manifestaciones desde los Estados Unidos, realizadas durante los meses previos a los comicios; todo ello contribuyó al desprestigio del candidato efemelenista. De este modo, se dejaron de lado las diferencias de los candidatos en torno a temas claves como el Tratado de Libre Comercio o la actuación frente a la delincuencia e inseguridad ciudadana. En todo este contexto, las divisiones entre las dos corrientes fundamentales del FMLN, ortodoxos y reformistas, han quedado patentes en el periodo previo y posterior a las elecciones internas, celebradas el 7 de noviembre de 2004, que sirvieron para la designación, entre otros cargos del partido, del nuevo coordinador general. En estos comicios internos estaban llamados a participar los más de 90.000 afiliados, en los cuales, cada uno de ellos contaba con cuatro papeletas para distintas votaciones31.

31. Una primera papeleta era para la elección del candidato a coordinador general; una segunda contenía los 35 miembros del Consejo Nacional, que serían elegidos; en la tercera papeleta debían seleccionar a 40 de los 70 candidatos a convencionalistas nacionales y 42 delegados departamentales; por último, había una lista de 22 candidatos para las directivas municipales de los que tenían que votar a 10, además de una lista de 40 candidatos, de los que saldrían 32 delegados municipales. La Prensa Gráfica de 8 de noviembre de 2004.

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Esta contienda abrió un nuevo debate por el control del partido entre las posiciones más conservadoras la de la Corriente Revolucionaria Socialista, encabezada por Medardo González y la línea reformista, Fuerza por el Cambio, abanderada por Oscar Ortiz32. En esta ocasión se pusieron de manifiesto las acusaciones vertidas de los ortodoxos hacia los reformistas, de ser demasiados concesivos con el Gobierno, con ARENA y de haberse “derechizado”. Junto a estas dos corrientes apareció una tercera, surgida de una pequeña escisión en el ala ortodoxa, que pretendía ubicarse en un punto intermedio. Tras el proceso interno electoral, en el que ganó de manera abrumadora la corriente ortodoxa, no cesaron los enfrentamientos, con acusaciones de fraude y denuncias de anomalías en algunos departamentos por parte de los reformistas, y que llevaron a la repetición de las elecciones en cinco de ellos. A estas críticas se unió el sector de veteranos de guerra del FMLN, quienes pidieron “un debate serio entre las corrientes de pensamiento para definir bien las posturas”33. Ade-

más, los ortodoxos también se han hecho con el control de otros órganos del partido, como el Tribunal Electoral o el Tribunal de Ética. En la convención general del partido, del 12 de diciembre de 2004, los 852 nuevos convencionalistas ratificaron el mandato de la nueva dirección y se hizo un llamamiento para cerrar el ciclo de debate interno entre las dos corrientes de pensamiento. Cabe señalar, por otro lado, que de cara a las elecciones legislativas y municipales de 2006, la Convención Nacional, con la ausencia de los reformistas, aprobó diferentes cambios en los estatutos del partido, que también provocaron enfrentamientos entre las dos corrientes. Uno de los más importantes se refiere a la selección de candidatos a alcaldes y diputados, con la introducción de la figura de elección por “consenso”. Este nuevo concepto se ha definido como “la decisión con la que una evidente mayoría está a favor, y quienes no la favorecen dan su consentimiento en aras del interés superior del partido”. Se trataría de “aceptar y apoyar los resultados” del proceso. Se-

32. En palabras del primero, “el FMLN tiene desde los Acuerdos de Paz dos formas de ver el país, de interpretar la coyuntura y sobre el tipo de partido. Joaquín Villalobos en 1992 planteó una visión distinta a la que tenía la mayoría dirigencial del partido. Facundo Guardado también lo hizo en 1997. Ahora lo realiza el otro candidato junto con cuadros del partido”. La Prensa Gráfica de 6 de noviembre de 2004. 33. Medardo González obtuvo la coordinación general con el 53,93% de los votos. Asimismo, la línea ortodoxa obtuvo 34 de los 35 asientos del Consejo Nacional logrando el otro puesto una representante de la línea tercerista más cercana a la ortodoxia. El sector reformista no logró situar a ninguno de sus representante, excepto de forma indirecta en los puestos que se habían apartado previamente, por ejemplo, para el jefe de los alcaldes del partido, que es Ortiz. Del total de los 57 puestos del Consejo Nacional, 51 están en manos actualmente de los ortodoxos. El Consejo Nacional es la estructura de mando permanente más importante del partido, que define el rumbo del mismo. Es el órgano que propone a los integrantes de la comisión política que dictamina las políticas del partido. El Consejo elabora y propone a la convención nacional, las estrategias políticas, programáticas y electorales del FMLN, además es quien dirige, aprueba y somete a consideración de la convención nacional las reformas estatutarias. La Prensa Gráfica, 18 de noviembre de 2004.

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gún la resolución del Consejo Nacional, los aspirantes a alcalde deberían firmar un documento en el que se comprometieran a respetar el resultado del proceso en el que directiva municipal, departamental y la cúpula definieran el ganador. Para definir las candidaturas de “consenso” en la Asamblea Legislativa decidiría la jefatura de fracción y la directiva de cada departamento34. Sin embargo, los reformistas del FMLN han cuestionado que finalmente se haya dejado como primera instancia esta nueva figura para encontrar a los candidatos a alcaldes y diputados en 2006. Aunque se haya dejado abierta la vía a las primarias, éstas no serán más que un mero trámite que se limitará a ratificar las candidaturas que sean acordadas vía “consenso”. Otra de las novedades que se introdujeron fue la creación de un nuevo órgano, una comisión de veto para funcionarios, encargada de evaluar a sus alcaldes y diputados que buscaran una reelección, y la presencia de una comisión evaluadora que examine a quienes aspiren a ser candidatos por el FMLN; órganos todos ellos dirigidos por la línea ortodoxa. Las últimas elecciones de marzo de 2006 han supuesto un punto de inflexión en el rendimiento electoral del FMLN. Por un lado, ha vis-

to descender el número de alcaldías a costa del resto de fuerzas políticas. Por otro, aunque mantiene un notable peso en la Asamblea Legislativa, con 32 diputados, el incremento de apoyos electorales a favor de ARENA supondrá la necesidad de establecer alianzas para sacar adelante los proyectos políticos.

III.- Actitudes sobre el partido político: ¿cambios o continuidades? Como se ha mostrado previamente, tanto el Frente Sandinista como el FMLN han protagonizado el escenario político electoral de modo muy similar: constituyen segundas fuerzas en las últimas citas electorales, con un rendimiento desigual, según el ámbito de convocatoria. Además, de forma paralela, han enfrentado procesos de reacomodo al contexto democrático, y cambios organizativos, al menos en términos estatutarios, que no parece hayan terminado con las tensiones internas y disputas entre tendencias que hacen difícil una configuración unitaria. Ahora bien, considerando que el grupo parlamentario constituye una de las caras más relevantes y visibles del partido político, interesa conocer en qué medida los disensos internos en torno

34. La Prensa Gráfica, 19 de abril de 2005.

167

a la dirigencia de ambos Frentes se han trasladado al ámbito actitudinal de los diputados, como figuras claves de los partidos y, concretamente ante cuestiones de carácter organizativas, a lo largo de las últimas legislaturas. En este sentido, los datos empleados en este apartado se enmarcan dentro del Proyecto de Investigación de Élites Parlamentarias en América Latina35 El cuestionario, en el que se apoya la parte empírica de este análisis, fue aplicado en las cuatro últimas legislaturas de El Salvador (1994-1997, 1997-2000, 2000-2003 y 20032006) y en las dos últimas de Nicaragua (1996-2001 y 2002-2006)36. Las páginas anteriores han dado cuenta de cómo la propia evolución de los partidos, su adaptación al sistema y los diversos cambios de organización, han provocado la emergencia de tensiones al interior de los mismos, especialmente en temas que tiene que ver con la distribución de recursos de poder, el liderazgo del partido o su democracia interna. En esta dirección, el análisis que

sigue hace referencia a las opiniones que han mostrado los diputados sobre estas cuestiones, que sin duda suponen uno de los elementos más conflictivos en el FSLN y en el FMLN. Uno de los elementos que mayores controversias ha despertado en ambos Frentes ha sido el papel que ha de jugar la democracia interna en el partido. En este caso, pese a los episodios de divisiones y disensos en torno a la nominación de candidaturas, hay que señalar un incremento evidente en los niveles de democracia interna percibidos por los diputados en los dos países. De este modo, si en 1994 en El Salvador más de la mitad de los entrevistados del FMLN consideraban el nivel de democracia interna como medio y bajo, las últimas consultas evidencian ciertos cambios a nivel organizativo del partido en beneficio de una mayor democracia interna, como puede observarse en la Tabla siguiente. El caso del FSLN consolida igualmente la misma tendencia hacia unos niveles más altos de democracia interna percibidos en el partido.

35. Estas investigaciones aplicadas en dieciocho países de América Latina(Sec 95-0845 y Sec 97-148), han sido dirigidas por Manuel Alcántara y llevadas a cabo por el Instituto Interuniversitario de Iberoamérica, de la Universidad de Salamanca, desde 1994. 36. En el anexo aparece la ficha técnica de los datos empleados.

168

Tabla I. Grado de democracia interna en el propio partido (%) FMLN

FSLN

1994-1997

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Muy alto

6,7

-

20

27,6

14,8

24,1

Alto

20

45

32

51,7

25,9

58,6

Medio

53,3

50

44

20,7

59,3

17,2

Bajo

13,3

-

-

-

-

-

6,7

-

4

-

-

-

-

5

-

-

-

-

12

19

22

29

27

25

Muy bajo N.C N

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: las bases de los partidos se quejan frecuentemente de la falta de participación en la toma de decisiones del mismo; ¿cómo evaluaría Ud. el grado de democracia interna en su propio partido muy alto, alto, medio, bajo o muy bajo?

En este sentido, se destacan los cambios a nivel estatutario que han caminado hacia esa dirección. Por un lado, en los estatutos del FSLN se recogen los requisitos necesarios para los puestos de elección popular, elección realizada bajo los principios democráticos de la “consulta popular”, con el fin de asegurar que las bases respaldan al candidato, aunque los procesos de selección se rigen por reglamento específicos que la Asamblea Sandinista Nacional debe aprobar. Además, cabe señalar que la vida interna del partido está regida por los principios de la democracia interna (y esto incluye la elección democrática en todos los organismos de dirección del partido o respeto a las tomas de decisión del mismo realizadas democráticamente), principio de unidad, organización nacional, equidad entre mujeres y hombres y el principio de honrar y respetar

a los mártires y héroes que lucharon por la liberación de Nicaragua. En el caso del FMLN se reconoce la existencia de diferentes corrientes de pensamiento, aunque se enfatiza la necesidad de avanzar hacia niveles de unidad mayores, tanto en el pensamiento como en la acción, prohibiéndose la existencia de estructuras paralelas a los organismos estatutarios. Los afiliados inscritos en el padrón electoral son los que, en virtud del Estatuto, eligen por voto directo y secreto a las diferentes autoridades del partido y candidatos a cargos de elección popular; sin embargo, es en el Reglamento para la elección de organismos de dirección interna del partido político, donde se recoge detalladamente el procedimiento para la elección de los cargos. Como quedó reflejado en páginas anteriores, en la última conven-

169

ción, celebrada en diciembre de 2004, se introdujo una nueva fórmula de selección de candidatos, basada en el “consenso”, donde la cúpula del partido acapara un gran control sobre la designación de los candidatos al puesto de alcaldes y diputados. La percepción de una mayor democracia interna en ambos partidos ha ido acompañada de un incremento

en los niveles de participación de las bases, en la vida de los dos partidos analizados, según la opinión de los diputados. No obstante, en este caso hay diferencias: el FMLN ha mostrado a lo largo del tiempo la misma tendencia de participación intensa y constante de sus bases, mientras que en el FSLN el incremento de la actividad de las bases se manifiesta en la última consulta realizada.

Tabla II. Participación de las bases en la vida de su partido (%) FMLN

FSLN

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Escasa y marginal

10

8

3,4

7,4

-

Sólo en las elecciones

20

8

-

88,9

6,9

Intensa y constante

40

84

96,6

3,7

92,9

N.S/N.C

30

-

-

3,7

-

N

19

22

29

27

25

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: siguiendo con este tema, ¿cómo calificaría Ud. el nivel de participación de base en la vida de su partido: escasa y marginal; sólo en las elecciones, o intensa y constante?

170

Los estatutos del FMLN señalan, en relación a tomar decisiones en el interior del partido, la importancia del debate ideológico y teórico, y se opta por la deliberación con el objetivo de llegar al consenso, aunque de no lograrse se hará por mayoría en las diferentes instancias del partido. En caso de disenso en los acuerdos tomados por la mayoría, deberán acatarse y respetarse, en caso contrario será una conducta sancionable. De hecho, uno de los temas que mayores problemas ocasionó a la cúpula del FMLN, al final de la anterior legislatura, fue la exigencia de la disciplina de voto en el grupo parlamen-

tario. Quizá por ello, sea una de las cuestiones que más dividen la opinión de los legisladores en El Salvador y en Nicaragua, como muestra la Tabla II. Si bien las primeras oleadas analizadas mostraban un mayor consenso en este tema, siendo más favorables al criterio del diputado a la hora de emitir su voto, lo cierto es que en la última consulta los diputados manifiestan una división de opiniones. Así, los acontecimientos ocurridos al final de la última legislatura dentro de la bancada efemelenista, reflejan la tajante reacción del partido ante el incumplimiento de la disciplina de voto37.

Tabla III. Disciplina de voto de los legisladores (%) FMLN

FSLN

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Se debería exigir siempre la disciplina de voto

15

16

24,1

18,5

37,9

Permitir criterio del Diputado

50

20

31

33,3

20,7

Dependiendo de los temas

35

60

44,8

48,1

41,4

-

4

-

-

-

19

22

29

27

25

N.C N

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: el tema de la disciplina de voto de los Diputados ha suscitado tradicionalmente opiniones muy diversas, ¿con cuál de las siguientes opiniones se muestra Ud. más de acuerdo?

37. El Tribunal de Ética del FMLN ya expulsó al que fuera su coordinador general y candidato para las elecciones del 1999, debido a divergencias con el sector ortodoxo del partido, al igual que a 5 diputados renovadores que en 2002 votaron a favor del presupuesto nacional. La siguiente legislatura ha vivido episodios similares, de este modo, a finales de 2004, fue expulsado oficialmente y de forma unánime uno de los 31 diputados efemelenistas por haber emitido su voto a favor de la reforma fiscal propuesta por el ejecutivo y en contra de la posición de su partido (ver La Prensa Gráfica, de 7 de diciembre de 2004). Otros capítulos de indisciplina dentro de la bancada efemelenista, así como deserciones en los últimos meses de la legislatura, dejaron al grupo parlamentario con 24 miembros.

171

Hay que señalar, que en el caso sandinista, los estatutos recogen la exigencia de unidad de actuación y disciplina de voto de los diputados, así como la revocatoria de mandato, aspecto este último que no aparece en los estatutos efemelenistas. La Tabla II presenta en todo caso datos donde la opción mayoritaria sigue siendo una mayor flexibilidad de la disciplina del voto en función de los temas a tratar, que van desde aspectos morales a cuestiones directamente relacionadas con el departamento por el que el diputado ha sido elegido. Ahora bien, si esta información se complementa con la Tabla siguien-

te, cobra sentido la idea de una mayor disciplina del grupo parlamentario del FMLN correspondiente a la legislatura 2003-2006, donde más del 75% opinaría a favor de expulsar al diputado que votara en contra de las determinaciones políticas del partido, percepciones que suponen un vuelco del sentir mayoritario en las dos periodos legislativos anteriores. El FSLN mantiene, sin embargo, percepciones divididas en este sentido, poco más de la mitad de sus diputados estarían poco o nada de acuerdo en la expulsión del parlamentario, aunque la separación de miembros del partido ha sido relativamente frecuente.

Tabla IV. Expulsión del parlamentario que vota en contra de las determinaciones de su partido (%) FMLN

FSLN

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Muy de acuerdo

-

8

48,3

22,2

27,6

Bastante de acuerdo

-

8

31

14,8

10,3

Poco de acuerdo

25

12

6,9

22,2

17,2

Nada de acuerdo

70

72

13,8

37

44,8

-

-

-

3,7

-

19

22

29

27

25

N.C N

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: a continuación, me gustaría saber en qué medida: mucho, bastante, poco o nada, está Ud. de acuerdo con la siguiente afirmación: “un partido político debería expulsar a un parlamentario que vota en contra de las determinaciones políticas de su partido”.

172

Por otro lado, la renuncia a la curul, en caso de abandono del partido del diputado, es la opción mayoritaria para los efemelenistas de la última legislatura, aunque las dos oleadas de entrevistas anteriores mostraban precisamente lo contrario, conservar la curul pese a la renuncia al partido (Tabla IV). Los diputados del FSLN apuestan más firmemente, en la última consulta realizada, por la renuncia a la curul en caso de abandono del partido, en consecuencia con las disposiciones estatutarias.

sentido, a gran parte de los diputados pertenecientes al FSLN en la legislatura 2001-2006, cuando se les ha preguntado sobre el peso que debe tener la cúpula de su partido sobre los legisladores, han considerado que la dirigencia debería tener un menor poder sobre ellos (44,8%). Sin embargo, la tendencia apuntada en el periodo anterior era precisamente la contraria, mostrándose más partidarios de una mayor autonomía respecto de las cúpulas partidistas. Por otro lado, la opinión que los parla-

Tabla V. ¿Qué debería hacer el diputado si decide abandonar la vinculación con el partido? FMLN

FSLN

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Conservar el curul

50

64

13,8

40,7

27,6

Renunciar a la curul

40

36

86,2

55,6

72,4

N.C

10

-

-

3,7

-

N

19

22

29

27

25

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: en ocasiones sucede que un Diputado, que ha sido elegido en las listas de un determinado partido decide posteriormente abandonar su vinculación con ese partido. En esas ocasiones, ¿qué cree Ud. que debería hacer el diputado?

Otro de los elementos que quizá más han marcado la vida interna de ambos partidos políticos ha sido la situación y estructura de la dirigencia. Como se ha puesto de manifiesto anteriormente, el liderazgo en ambos Frentes, personalista para los sandinistas, colectivo y conflictivo para los efemelenistas, ha sido objeto de controversias y tensiones. En este

mentarios salvadoreños han mostrado sobre las cúpulas dirigentes de su partido, ha experimentado igualmente variaciones en las diferentes oleadas consultadas: así, mientras que entre 1997-2000 se consideraba preferible un menor poder por el 60%, en la legislatura siguiente apostaban por un mayor control sobre los diputados. La última legislatura analiza-

173

da mantiene un grupo parlamentario partidario del control de la directiva, tal y como muestra la Tabla VI.

taria de ambas formaciones políticas ha revelado su opinión sobre la relación de los diputados con su partido.

Tabla VI. Control de las cúpulas sobre los legisladores (%) FMLN

FSLN

1997-2000

2000-2003

2003-2006

1996-2001

2001-2006

Tener más poder sobre los diputados

15

60

51,7

15,4

44,8

Tener menos poder sobre los diputados

60

16

34,5

61,5

27,6

Mantener la situación actual (no leer)

20

16

13,8

19,2

27,6

5

8

-

3,7

-

19

22

29

27

25

NS/NC N

Fuente: PELA (1994-2005), Universidad de Salamanca. Pregunta: para terminar de hablar sobre los partidos políticos, me gustaría conocer su opinión sobre sus cúpulas dirigentes: ¿cree Ud. que las cúpulas dirigentes de los partidos deberían tener un mayor poder sobre los diputados o, por el contrario, tener un menor poder sobre Uds.?

En definitiva, el análisis de las percepciones de los diputados sobre la organización y actuación interna de estos dos partidos ha mostrado una interesante evolución a lo largo de la última década, conforme se han ido produciendo cambios en el seno de los mismos, tanto en el sentido estatutario como en la conformación de las cúpulas dirigentes. Por un lado al mismo tiempo que se han introducido figuras de elección interna dentro de los partidos, la opinión sobre el grado democrático interno ha ido aumentando, así como la percepción de una mayor participación de las bases. Por otra parte, una mirada más centrada en vida parlamen-

174

En sentido, las actitudes de los parlamentarios han mostrado cada vez más la necesidad de contar con un partido unido, donde se respete la disciplina interna, aunque en el caso de no acatarse tan sólo los diputados efemelenistas de la última legislatura estarían de acuerdo en la expulsión del legislador. Otro rasgo significativo es un aumento de las opiniones a favor de un mayor control por parte de las cúpulas dirigentes, aunque no dejan de aparecer voces discrepantes. Mayor unanimidad se ha observado en el caso de la desvinculación con el partido, situación que para la mayoría de diputados se resolvería con la renuncia del escaño.

4. A modo de conclusión: retos actuales A lo largo de este trabajo se ha realizado un análisis comparado entre FSLN y FMLN, centrado en el tipo de transformaciones que han acompañado su consolidación en el sistema de partidos, constituyendose en importantes fuerzas electorales desde que comenzaron a competir en los diferentes ámbitos legislativos y municipales. En las primeras páginas se han señalado las circunstancias en que iniciaron su actividad, destacándose un origen semejante en ambas formaciones, detrás del cual estaba terminar con un orden político autoritario a través de la confrontación armada. No obstante, el resultado de estas luchas fue desigual; ya que en Nicaragua el movimiento insurgente se hizo con el poder, lo que llevó a la configuración de un modelo organizacional peculiar durante su gobierno. El proyecto revolucionario desarrollado por el FSLN, en pleno contexto bélico de acoso y bloqueo por parte de la administración estadounidense, terminó con una inesperada derrota en las urnas, que le obligó a una transformación interna, dada su inserción en un marco de pluralismo político e institucionalidad democrática. En El Salvador el cambio sólo fue posible a través de la firma de los Acuerdos de Paz.

Para ambos partidos, el inicio de su actividad no tuvo como meta la llegada al poder a través de las urnas. Sin embargo, pese a que no nacieron con una “voluntad democrática”, han sabido adaptarse a un nuevo contexto político. En este entorno en el que se han insertado, destaca en los dos países la existencia de sistemas de partidos, cuyos clivajes obedecen a la historia política más reciente, a su pasado autoritario, de tal modo que la estructura de la competencia partidaria se articula entre las fuerzas enfrentadas en el régimen anterior. En el caso nicaragüense, la competencia electoral analizada sigue una estructura bipolar, donde existen dos bloques político enfrentados, de un lado el sandinismo y en frente una suerte de partidos, a veces coaligados, divididos y fraccionados al concluir los procesos electorales, que representan el antisandinismo. Para El Salvador, si bien cuenta con antecedentes electorales y por tanto con un sistema de partidos articulado, fue hasta las elecciones de 1994, con la plena incorporación de sectores anteriormente excluidos, cuando se dibujan los rasgos del sistema de partidos en el país. En un esquema de pluralismo polarizado, ARENA y FMLN se han disputado la victoria en

175

comicios presidenciales, legislativos y municipales, seguidos a gran distancia en número de votos del PCN, el PDC y otras opciones de centro, que de modo intermitente consiguen representación parlamentaria. Este proceso de consolidación en el sistema y de expansión electoral, ha ido acompañado de cambios a nivel de organización interna, desde modificaciones estatutarias, su incorporación en los programas políticos y, de manera recurrente, procesos de reestructuración de la jerarquía. Este trabajo ha enfatizado ciertos cambios a nivel interno ante la selección de los candidatos para ocupar diferentes cargos políticos. De tal modo, se han evidenciado diversas tensiones entre las distintas formas de plantear las estrategias políticas definitorias de sus proyectos. Tal vez la pluralidad interna, que los ha caracterizado desde un comienzo, se ha convertido en uno de los principales problemas para articularse de forma unitaria y, por ello, muchos de los conflictos han surgido por cuestiones de liderazgo y por el control sobre el partido. En el caso del FSLN, uno de los rasgos más destacados en la literatura han sido precisamente las transformaciones organizativas, plasmadas en tres modelos: de una organización político-militar pasó a conver-

176

tirse, tras el triunfo revolucionario, en un instrumento del ejercicio del poder estatal, similar a un partidoEstado, hasta su configuración actual como partido de oposición; en todo este proceso llama la atención cómo la dirigencia del partido, en manos de Daniel Ortega; ha permanecido intacta, la cual se consolida con su reciente triunfo en la elección presidencial de 2006. La distribución de poder, la relación entre los órganos con decisión en el partido y la distribución de funciones, han sido motivos constantes de luchas internas en el FMLN. Estas diferencias, presentes desde la configuración legal como partido, no han desaparecido y se han articulado las llamadas “tendencias o corrientes”, que de manera simplificada se han denominado ortodoxa, y renovadora. Las disputas por el liderazgo en los dos partidos han estado presentes a lo largo de todo este tiempo, aunque existen diferencias significativas entre sandinistas y efemelenistas. En el primero se trata de una dirigencia plenamente asentada en la persona de Daniel Ortega, desde esta posición ha sido testigo de las salidas o expulsiones de figuras claves del sandinismo. En el FMLN, la dirección ha tenido siempre un carácter más colectivo, por la que han pasado coordinadores generales de distintas tendencias;

esta lucha por el control de la dirección ha provocado igualmente la salida de las figuras más renovadoras38. En esta línea, nuestro trabajo ha planteado el análisis de cuestiones centrales de la organización a través de los miembros más visibles de los partidos, los parlamentarios. De tal manera, la segunda parte del texto ofrece las opiniones que sobre los partidos han tenido los diputados, con el interés de mostrar que hay ciertos elementos de disenso al interior de ambos Frentes en las cuestiones organizativas. Estos, por un lado, tienen que ver con el incremento a lo largo de las legislaturas de la percepción de una mayor democracia interna en los dos partidos. Sin embargo, todas las recientes modificaciones estatutarias señaladas hacen suponer que la democracia interna sea más una retórica, y en último término, una búsqueda del mayor control por parte de las cúpulas. La cuestión sobre la disciplina de voto de los diputados se ha manifestado como uno de los aspectos con mayor dispersión en las respuestas, que más ha variado a lo largo del tiempo, quizá en función de los acontecimientos que han vivido las bancadas

legislativas. En buena medida, este aspecto tiene mucho que ver con el tipo de liderazgo que ejerce el partido y el poder que las cúpulas tienen sobre los diputados, quienes han opinado sobre este tema de manera muy dispar en las diferentes oleadas de entrevistas consultadas. Paralelamente, el artículo ha mostrado cuál ha sido el peso electoral de estas dos fuerzas políticas a lo largo del periodo democrático, del que se extrae un rendimiento desigual, relativamente exitoso en la arena legislativa y municipal. De este modo, la reafirmación en el ámbito legislativo de ambos partidos los convierten en elementos indispensables del juego parlamentario. Así, el FMLN ha tenido un rendimiento electoral más efectivo en las elecciones legislativas, ha incrementado en las sucesivas citas electorales su número de votos y de escaños. El FSLN ha tenido en este sentido un éxito similar: no obstante, la dinámica de pactos con el gobierno le ha situado en una posición más “cómoda”, para poder manejar y controlar mayores cotas de poder, en tanto que las relaciones del FMLN con el ejecutivo han estado caracterizadas por una mayor confrontación.

38. Aunque estos episodios han sido frecuentes, no siempre son vistos como algo negativo, según el actual coordinador general del FMLN: “la marcha de militantes a otros partidos es una autodepuración”, “ En 1994, de los diputados que tomaron posesión, 7 se fueron con PD, y en la siguiente ganamos 21 legisladores. Depuraciones ha habido...esas cosas son así...yo no las veo como trágicas. Las depuraciones han mejorado al FMLN en vez de debilitarlo, es una lógica política de crecimiento. El FMLN desde la primera vez en elecciones en 1994 viene creciendo de manera constante”. El Faro, 31 de enero a 6 de febrero de 2005.

177

Si bien la arena municipal ha sido el otro ámbito en el que progresivamente han logrado una mayor representación, el gran reto para ambos partidos sigue siendo la victoria en las elecciones presidenciales. En este tipo de comicios se evidencia además una alta concentración del voto en los dos países donde el centro político tiene un espectro limitado y unas campañas electorales marcadas por el debate sobre la idoneidad del candidato, que debiera ocurrir al frente de ambos partidos. Con todo este panorama, los retos a los que se enfrentan los dos partidos políticos son varios y en distintas esferas. Quizá el desafío más importante que deben encarar, al margen de su éxito electoral, tiene que ver con la dinámica interna partidista. Las divisiones

178

y tensiones que han venido mostrando proyectarían la imagen de agrupaciones incapaces de articular una estrategia política de gobierno. En el caso del FMLN las divergencias en la estructura que debe tener el partido, puede suponer un desgaste que le impide prestar mayor atención a otras cuestiones más sustanciales. A esto se une la democracia interna debilitada por los últimos procesos de selección de candidatos, una dirigencia que ha acaparado grandes cotas de poder dentro del partido y la reafirmación de un liderazgo, considerado para algunos miembros del Frente, como “anclado en el pasado”. Para el FSLN, los retos a nivel interno transitan por pautas similares y se resumen en la renovación organizativa, especialmente en lo relativo a su dirigencia y la selección de candidatos.

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Otras fuentes: • • • • •

La Prensa Gráfica La Prensa El Faro Latinoamericano Estatutos del FMLN Estatutos FSLN

Anexo Ficha tecnica

EL SALVADOR

NICARAGUA

*

PERIODO LEGISLATIVO

UNIVERSO

MUESTRA REALIZADA

COEFICIENTE PONDERACIÓN

ERROR MUESTRAL*

1994-1997

21

15

0,7853

±12,6

1997-2000

27

20

0,9321

±11,7

2000-2003

29

25

0,8838

±10,72

2003-2006

31

29

No procede

±4,80

1996-2001

27

36

1,0036

±9,8

2001-2006

29

38

0,8545

±9,20

Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas) y P=Q.

181

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