Comunicación y cultura del reciclaje

Share Embed


Descripción

El concepto de cultura suele ser difícil de emplear. No solo por la cantidad y diversidad de aspectos que abarca, y los muy amplios sentidos con los que se utiliza, sino porque puede traer consigo una redundancia: hablar de cultura de algo en una sociedad es hablar en realidad de una aspecto de su cultura; o bien porque en el fondo es una denominación artificial: cómo puede separarse la noción de cultura de cualquier actividad o creación humana. Así las cosas, entonces todo concepto relacionado con la invención humana debería ser acompañado del adjetivo cultural 1. Para aclarar los términos, en este trabajo se toma el concepto de “cultura” en el sentido amplio en el que lo concibe el antropólogo Dolor Comas, la cultura como “el modo de vida de un grupo humano [así como] su repertorio de creencias, de costumbres, valores y símbolos”. A la vez, hace un uso reduccionista de él en la noción “cultura de”, entendida como un conjunto de valores y comportamientos enmarcados en una temática específica que se expande a diferentes ámbitos de la vida cotidiana de los ciudadanos, y no solo a los lugares y acciones a los que convencionalmente está asociada, y que tiene implícito, además de acciones puntuales, actitudes generales frente a dicho tema en particular. En este sentido, en relación al concepto de cultura del reciclaje, cada vez se hace más notorio el paso de asociar el término “reciclaje” a una tarea de separación que se realiza frente a papeleras de colores, a ser asociado con acciones diversas como incluir en las compras productos envasados en materiales reciclables, utilizar las dos caras de una hoja de papel, comprar productos fabricados a partir de materiales reciclados, etc. El uso reciente del término como la unión de los verbos reducir, reutilizar, reciclar es mucho más rico e involucra acciones que tienden a un comportamiento ecológico más integral, pues trae consigo la idea del reciclaje no solo como separación y tratamiento de residuos, sino también como optimización de recursos y preservación de ellos, que es en últimas, uno de los principales objetivos del reciclaje. Todo ello constituye un avance en la noción del reciclaje como una cultura, en el sentido que acabamos de definir. En ella, la responsabilidad por los efectos de nuestro consumo no se reduce al esfuerzo de depositar los desechos en el lugar adecuado, sino que guarda en su interior la convicción de que cada una de nuestras acciones tiene efectos en el entorno, y éstas pueden ser realizadas de una manera menos nociva para él. 1. Sobre esta ambigüedad conceptual, Gilbert Rist realiza una crítica muy interesante a la UNESCO por su definición de una “dimensión cultural del desarrollo”. Para Rist es absurda la idea de hablar de la cultura como una dimensión que debe ser tratada junto a otras definidas, como si la dimensión cultural pudiera separarse y no fuese intrínseca a todas las demás.

De avanzar en ello, llegará el momento en el que no se hablará de reciclar, ni de cultura del reciclaje, sino simplemente de comprar, de usar, de botar, etc. Botar un residuo traerá implícito el hecho de hacerlo en la papelera respectiva, de la misma manera que ahora no se hace explícito que al decir “botar” se está refiriendo desechar un residuo en una papelera o en un contenedor, y no a tirarlo en cualquier lugar. Es probable, por la misma razón, que desaparezcan el prefijo eco y los adjetivos ecológico y verde, pues es posible que en su mayoría las cosas lo sean y esto no represente ya una característica que los distinga. Como recordaba Carlos Scolari 2 a propósito de la idea de una futura desaparición del adjetivo “digital” 3: […] en pocos años las máquinas mecánicas creadas por Henry Ford y Giovanni Agnelli le ganaron la pulseada a los caballos y “el automóvil con motor a explosión”, pasó a ser simplemente automóvil, a secas.

Tanto lo digital como lo ecológico son tendencias de nuestra época. Sin embargo, es evidente que se extienden a ritmos distintos. Si ya parece ilusorio pensar en procesos de comunicación sin el uso de herramientas digitales, ¿qué sentido tendrá en algunos años hablar de “comunicación digital”?¿Habrá acaso un área de la comunicación que no lo sea? Aún aquellas áreas que se enfocan en temas analógicos -incluidas aquellas centradas en el cuidado y la clasificación de libros y otros materiales impresos- vienen haciendo de lo digital una herramienta indispensable de trabajo. Es algo que parece no tener retorno y avanza de manera acelerada sin que haya que hacer esfuerzos considerables por conseguirlo. El caso de lo ecológico es diferente, y dado que no genera un beneficio ni evidente ni inmediato –y en la mayoría de casos tampoco directo-, los esfuerzos por lograr hacer de lo ecológico una característica extensiva de objetos y procesos de la sociedad contemporánea son exponencialmente mayores. Se avanzará a otro ritmo, pero avanzar es una necesidad. De reciclaje a cultura del reciclaje; de cultura del reciclaje a hábito social. Falta mucho para ello, pero en ese camino se está y cuanto más efectivos sean los procesos, menos serán las situaciones difíciles que deberán afrontarse en los próximos años. Si es un objetivo caminar en esa dirección, este trabajo busca contribuir con la generación de estrategias de comunicación que permitan dar algunos pasos hacia ella al interior de la Universidad.

2. Carlos Scolari es profesor e investigador de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. Sus trabajos giran entorno al tema de las interacciones digitales, los medios de comunicación, su ecología y evolución. 3. Pardo Kuklinski, Hugo (2010) Geekonomía. Un radar para la producción en el postdigitalismo. Colección Transmedia siglo XXI. Ed: Publicaciones Universidad de Barcelona. Barcelona.

Este trabajo está dividido en cuatro partes. Una primera referida a la pertinencia que el área de la Comunicación tiene –y debería tener- en el conjunto de estudios y proyectos ambientales en el País, y a la importancia de la universidad como un espacio de experimentación, generación y aplicación de nuevo conocimiento, así como de observación y evaluación posterior. Se presenta luego una reflexión sobre diferentes posiciones asumidas en torno al tema central que ocupa este trabajo y sobre algunos conceptos que se ven involucrados en él; y por último, se realiza una definición del espacio y los temas en los que se centra el análisis. En una segunda parte, se presentan algunas nociones que orientan este trabajo, a manera de principios iniciales. Uno de ellos, la idea de que cualquier proceso de comunicación está inmerso en una comunidad subjetiva y diversa, con un imaginario particular, de manera que cualquier proceso de comunicación debe partir de un acercamiento a las percepciones y los discursos que sobre el tema tienen y construyen los sujetos a quienes quiere dirigirse. De ahí que se indague a la comunidad universitaria sobre su percepción del tema del reciclaje. Por un lado, para definir la pertinencia del trabajo, y por otro, para tener algunas referencias sobre posibles enfoques que podría tomar una futura estrategia de comunicación dirigida a consolidar una cultura del reciclaje en la Universidad. Una tercera parte se centra en el análisis de elementos comunicativos en torno al reciclaje, dividiéndolos en dos categorías: elementos conceptuales y elementos formales. Una división arbitraria y artificial, pues los elementos conceptuales aluden a las formas de representación, y los formales a los conceptos, pero se categorizan así con el objetivo de enfatizar algunos aspectos en particular. En esta parte tiene una importancia especial el tema del color, y es allí donde profundiza por considerarlo un tema fundamental sobre el que hace falta una revisión a conciencia. En el análisis de este tema se entrevistan entre otros expertos en comunicación a Alberto Morales, creativo y Gerente de la agencia de publicidad Moralescom, a Juan Sebastián Cárdenas, consultor en comunicación -para el momento de la entrevista Coordinador del Área de Comunicación Creativa de EAFIT-, y a Diana Rivera, directora de la Corporación de Investigación e Innovación Icono, cuyos trabajos han girado al rededor del estudio del color y a la reflexión sobre su uso en Colombia. De nuevo, se realiza una indagación en la comunidad universitaria, esta vez, sobre la apropiación que ha hecho de los colores que identifican a los diferentes tipos de residuos, para determinar el grado de recor dación y el impacto comunicativo que han tenido desde que fueron implementados. Finalmente se presentan algunas propuestas diseñadas con una intensión de experimentación, pensando en la universidad como esa porción de sociedad en la que las investigaciones pueden ser aplicadas, observadas, replanteadas, y por último, compartidas con los proyectos de ciudad y de país de los que la investigación siempre debe hacer parte.

Entre la opción de que la suya sea una ciudad con aire, agua y suelos limpios, o una ciudad con altos índices de contaminación, probablemente una gran mayoría elegiría sin dudarlo la primera. Argumentos y sentido común sobraría. Pareciera que ya no hay mucho que persuadir a favor de una actitud ecológica en la sociedad pues del imaginario colectivo de nuestro tiempo hacen parte de unos años para acá nociones como “calentamiento global”, “desgaste de la capa de ozono” y “contaminación”. La tarea ahora consiste no tanto en crear conciencia como en lograr materializar ideas y promover nuevas formas de comportamiento. Dado que las sociedades son sistemas amplios y complejos, cualquier empresa dirigida a intervenir en dichos sistemas debe abarcar los aspectos múltiples y diversos que las componen, y de ahí que en reiteradas ocasiones se busque la integración de áreas del conocimiento, y el desarrollo de proyectos transdisciplinares. Este tipo de proyectos son desde hace décadas una tendencia a nivel mundial en lo que a asuntos ambientales se refiere, y en Colombia por su parte, el tema se ha movido entre iniciativas y debates. En el texto Apuntes para una reflexión tendiente al fortalecimiento de una cultura ambiental en Colombia Alberto Mera escribe: [La información sobre la temática ambiental] “no se ha interiorizado a través de una reflexión, ni ligado a una estructura de red conceptual con sentido y significado, por tanto no se ha construido conocimiento. En muchos casos tampoco se ha realizado el proceso de transferencia desde lo abstracto hasta lo aplicable, lo cual explica la difícil comprensión, concreción y aplicación en la cotidianidad, y mucho menos se ha elaborado el procedimiento de ligar este conocimiento a una estructura de valores lo cual es el principio de la toma de conciencia para un cambio de actitud” 4

Si bien varias de estas ideas concuerdan hasta cierto punto con las conclusiones halladas en este trabajo, no puede desconocerse el gran esfuerzo que de años atrás vienen haciendo las Ciencias Ambientales en Colombia en el objetivo de establecerse como un área de conocimiento de carácter interdisciplinar, y de lograr una base conceptual que les permita trabajar en el mismo sentido. Este esfuerzo al que se han venido sumando diversas ciencias y disciplinas significa un gran avance en la definición de la red conceptual y de conocimiento a la que alude Mera, y en especial, a la materialización de proyectos alimentados por diversas miradas y formas de emprender.

4. Mera, Alberto (2003) Apuntes para una reflexión tendiente al fortalecimiento de una cultura ambiental en Colombia. Umbral Científico, N° 2. Pág. 6.

A pesar de que las áreas relativas a la Comunicación tienen una presencia menos frecuente que otras áreas en el conjunto de Estudios Ambientales y en las actividades académicas que en torno al tema se realizan, su contribución podría jugar un papel fundamental en varios aspectos, principalmente en los procesos que implican la participación y la adhesión de la ciudadanía. Los proyectos sociales requieren de una articulación adecuada de las diferentes partes del sistema, lo que implica entre otras cosas cambios de costumbres, de infraestructuras y formas de operar; inversión de tiempo, esfuerzo y dinero; voluntad política y ciudadana, etc. La constitución de todos estos elementos en un sistema coherente tiene como base una cuidada planificación, coordinación y difusión, y en esto un buen proceso de comunicación se vuelve indispensable.

Las universidades tienen un gran potencial como promotoras de desarrollo, y con frecuencia manifiestan su percepción de sí mismas no solo como lugares de enseñanza especializada, sino como lugares de investigación, de generación de conocimiento y de intervención social. Su papel es clave porque a diferencia de otros espacios de la ciudad en ellas se reúnen condiciones excepcionales: capital humano dedicado a estudiar y analizar temas determinados, herramientas intelectuales y físicas, mayor flexibilidad en el manejo del tiempo y el espacio, convivencia de diferentes áreas del conocimiento en un mismo lugar, y sobre todo, una conciencia del valor del estudio y del conocimiento en el desarrollo social. En varios de los planteamientos de universidades colombianas se hace evidente su preocupación por intervenir en las problemáticas que afectan al País, entre ellas, problemáticas relacionadas con el tema ambiental. Su labor ha llegado más allá de manifestar interés o intensiones de contribuir a futuro, para comenzar desde su interior a hacer reales iniciativas de solución a problemas específicos. Sobre esto se lee en el libro Áreas Ambientales: una nueva área de conocimiento, publicado por la Red Colombiana de Formación Ambiental: El compromiso ambiental de las universidades colombianas no se queda sólo a nivel discursivo. Varias instituciones de educación superior vienen asumiendo este compromiso en sus prácticas cotidianas a través de una gestión ambiental institucional cada vez más compleja y efectiva5. 5. Fragmento tomado del texto “Las Ciencias Ambientales: una nueva área de conocimiento. Red Colombiana de Formación Ambiental” Pág 19. Disponible en: http://www.congresodecienciasambientales.com/

Compromiso que por fortuna ha venido aumentando de manera progresiva en muchas de ellas en los últimos años, y que ahora más que nunca debe ser intensificado si pensamos en la posibilidad de detener o disminuir daños que ya se han advertido irreparables. EAFIT es un referente en este sentido. Su interés por ser una universidad en armonía con el entorno natural, que busca generar procesos cada vez más ecológicos, y que apuesta por la recuperación ambiental de la Ciudad, se evidencia en muchos aspectos. La creación y el decidido apoyo a centros de estudio como Urbam son una muestra clara de este objetivo de hacer de la Universidad un actor comprometido con el desarrollo de Medellín. Para Alejandro Echeverri, director del Centro, la clave del trabajo está en que la Universidad lleve a cabo proyectos concretos, con personas concretas, de manera transdisciplinar. Sintonizado con este planteamiento, este trabajo busca ser un aporte desde la Universidad y desde el área de la Comunicación al objetivo de lograr que en nuestra sociedad la cultura del reciclaje esté cada vez más consolidada.

Alejados de los discursos oficiales en los que se ha generalizado la idea de que promover el reciclaje -en su concepción más básica de separación y recuperación de residuos- es una tarea importante y necesaria, y que con ella se contribuirá a detener el deterioro ambiental del planeta, nos encontramos con una visión de la crisis mucho más profunda, en la medida en la que no dimensiona la solución al problema tratando de minimizar sus efectos, sino enfrentándolo a partir del cambio de aquello que lo causa, pues no atacar las causas sino los efectos lleva a un eterno círculo vicioso. Desde este punto de vista, es difícil no cuestionarse sobre la idea de si vale la pena invertir tal cantidad de esfuerzo, tiempo y dinero en algo que podría ser poco más que un paño de agua tibia. ¿Puede pensarse que la gran crisis ambiental que enfrentaremos consecuencia de un sistema con incontables fallas en su relación con el ecosistema puede minimizarse separando desechos? No son pocos los autores que argumentan que la superación de la crisis ambiental solo se logrará mediante el cambio de paradigmas culturales, y no solo mediante cambios dentro de los modelos liberales de desarrollo6 (Escobar, 1993) en cuyo discurso se ha ido acentuando la importancia del reciclaje como mecanismo de mitigación del impacto ambiental. 6. Arturo Escobar hace una síntesis interesante de las visiones del discurso liberal, el discurso culturalista y la visión ecosocialista sobre el desarrollo sostenible, que ilustra esta divergencia entre concepciones referidas a la crisis ambiental.

Augusto Maya7 lo expresa de manera directa y contundente: la crisis ambiental es una crisis de la cultura, de los paradigmas y los modelos de desarrollo en los que ésta se sustenta. Por su parte, mientras algunos que en esta línea sostienen la necesidad de un cambio sustancial de las formas de producción y de los sistemas económicos predominantes, otros abogan por prácticas más ecológicas que permitan hacer frente a “esta nueva realidad de la cual ya no hay escapatoria [y que] debe ser reconocida y gerenciada”. Nuestro futuro común, escrito en el marco de la Conferencia de Brundtland, y al cual pertenece el entrecomillado anterior, es un texto emblemático de esta posición que considera necesario y urgente la gestión de comportamientos más ecológicos para lograr soluciones a la difícil situación ambiental del planeta. Una visión que no solo ha permeado los discursos gubernamentales e institucionales, sino también los discursos cotidianos sobre el tema ambiental con frecuencia acompañados de términos como “calentamiento global” y “contaminación”. Así, hay una tendencia8 a considerar el reciclaje como algo importante sin duda alguna, independientemente de que se practique o no (lo que claramente guarda una gran contradicción). Para otros su importancia es casi nula, y aseveran que con este tipo de medidas solo se maquillan los efectos del sistema político, económico y social predominante, y que la realidad no será diferente si la mayoría de los pueblos sigue llevando un sistema de vida bajo principios capitalistas (Escobar, 1993). En lo que respecta a este trabajo, a pesar de coincidir con la idea de que el deterioro ambiental es de manera evidente consecuencia del sistema económico y social en el que vivimos ahora, el hecho de que no se vislumbren cambios de los paradigmas predominantes en un plazo cercano hace que las posiciones asumidas por aquellos que proponen acciones de mitigación dentro de los sistemas actuales tengan mayor viabilidad. Podríamos decir entonces que este trabajo se inscribe en lo que Arturo Escobar denomina visión liberal del desarrollo sostenible, en el sentido en el que reconoce la existencia generalizada de concepciones y prácticas económicas y culturales regidas bajo el sistema capitalista, y trata de buscar estrategias que se muevan dentro de las dinámicas de este sistema. Esto, porque además de los efectos en la disminución del impacto ambiental que generan los desechos, la promoción de una cultura del reciclaje trae consigo un aporte al cambio de conciencia que la humanidad, y de manera particular nuestra sociedad, necesita, en una nueva etapa en la que el hombre comienza de nuevo a dar la cara al entorno natural y a su preservación, temas que en los últimos siglos se han ignorado de manera sistemática. 7. Augusto Maya fue un filósofo, pedagogo y teólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá. Estudió en Italia, donde obtuvo un Doctorado en Historia de la Universidad Gregoriana de Roma. Recibió el título de Doctor Honoris Causa en Educación Ambiental de la Universidad de Guadalajara, México. 8. En el 2009 realizamos una encuesta en más de 30 barrios de Medellín para la multimedia El Círculo Vicioso. En ella preguntamos a los ciudadanos si consideraban importante o no separar los residuos al momento de votarlos, y casi en su totalidad los ciudadanos afirmaron considerarlo importante. La misma tendencia se observa en la encuesta realizada al interior de la Universidad. Podríamos prever que es una percepción de una mayoría, por lo menos en Medellín y en EAFIT. Las respuestas a esta primera encuesta están disponibles en la dirección: http://delectomorfo.com/reciclaje/

Tomar conciencia sobre el impacto que genera lo que se usa y se desecha, así como la presencia frecuente de temas ambientales en los mensajes, prácticas y discursos cotidianos, permite que de manera paulatina la existencia y el cuidado del ecosistema vuelvan a tener un lugar importante en la escala de valores de los sujetos, como lo fue y continúa siendo para muchas comunidades que viven en armonía con su entorno, y tome relevancia en las percepciones individuales y sociales de la realidad. Por supuesto se habla de contribuir con la promoción de un cambio de concepción no en el grado en el que diversos grupos y sectores de opinión consideran que debe serlo, por lo complejo, y por ahora utópico de lograrlo.

A pesar de considerar afortunada la concepción del reciclaje como un proceso que involucra comportamientos incluso desde antes de que los residuos sean producidos, el desarrollo de este trabajo hace especial énfasis en el momento de separación en la fuente, por ser éste un aspecto todavía muy débil del proceso y por las implicaciones que tiene en el buen funcionamiento del sistema de reciclaje en general. Una adecuada separación en la fuente es esencial para un proceso óptimo de reciclaje, y es quizá una de las etapas más complejas de este proceso pues necesita de la respuesta masiva de todos aquellos que producen desechos, que en últimas, somos todos. Aún falta un largo recorrido para lograr que el desecho y el transporte diferenciado de residuos sea una conducta generalizada en Colombia, pero es precisamente por ello que se hace necesario continuar estableciendo estrategias que permitan avanzar en este sentido de la manera más eficaz posible. Estrategias en diferentes áreas, y de manera especial, en el área de la Comunicación. Este trabajo está dirigido a la Universidad, sin embargo, muchos de los temas que se tocan aluden a aspectos nacionales, por considerar que no pueden desvincularse las acciones de las diferentes instituciones del País con las acciones que se proponen desde el Ministerio para un manejo adecuado de los residuos. Así, las políticas y acciones ambientales que se adoptan al interior de ellas deben tener presente un proyecto de ciudad y de nación global, y al mismo tiempo, dichos proyectos de país deben contar en su definición con la población universitaria, a quien también están dirigidos. Las acciones propuestas aquí parecerán sin duda ínfimas frente a las grandes soluciones que requiere el deterioro ambiental. Aun así, tienen valor si se conciben estas grandes soluciones como una suma de pequeñas acciones sin las cuales serían más difíciles de alcanzar.

Esta es una investigación cualitativa, que combina algunas técnicas cuantitativas de tabulación de encuestas. Se realizaron dos encuestas registradas en audio, una primera sobre la percepción de la temática del reciclaje al interior de la Universidad con una muestra de 130 personas, y una segunda, sobre la recordación de los colores que corresponden a cada tipo de residuo, con una muestra de 200 personas. Finalmente se aplicó una encuesta de diferencial semántico para la evaluación de un diseño de papelera propuesta para residuos orgánicos. La decisión de realizar grabaciones se toma por varias razones: por la espontaneidad que permite la respuesta oral a las preguntas, por la posibilidad de corroborar las respuestas, por la fidelidad que permite tener la respuesta tal y como fue dada, y por el ahorro de papel que permite el obtener las respuestas en formato digital. Dado que el método de encuesta de diferencial semántico está pensado para su aplicación en formato de papel, se decidió llevarla a cabo tal y como convencionalmente es aplicado. Éste método, diseñado con la finalidad indagar por las impresiones subjetivas, los valores connotativos que el diseño de un objeto o una imagen genera en el espectador (QUARANTE, 1992), consiste en pedir a un grupo de personas evaluar de manera individual el diseño de un objeto por medio de un listado de adjetivos opuestos ubicados bajo una escala de valores. De esta manera, la persona elige con cuál de los dos adjetivos identifica el objeto y luego califica en qué grado lo hace, a partir de la escala de valores propuesta. Por ejemplo, entre la pareja de adjetivos cómodo o incómodo la persona decide si considera el objeto un objeto cómodo o incómodo y luego califica que tanto de aquel adjetivo posee en una escala de uno a tres. Así, si elige el adjetivo incómodo, indicará luego si le parece un poco incómodo (valor 1), incómodo (valor 2) o muy incómodo (Valor 3). En todas las duplas de adjetivos está la posibilidad de calificación 0 para aquellas en las que el sujeto tiene dudas o considera que no aplica. Se realizó luego un promedio de los resultados de cada pareja de adjetivos propuestos y con ello se determinó el perfil del producto para cada grupo encuestado (estudiantes, empleados y docentes). Se realizaron también entrevistas a docentes y expertos en diferentes áreas relacionadas con la Comunicación y el Diseño para profundizar sobre el tema del color y su uso en la señalética del reciclaje.

El reciclaje es una meta global con métodos particulares Aunque las problemáticas ambientales puedan ser similares en un amplio número de lugares en el mundo, las maneras de hacerles frente no son generalizables. No lo son dentro de una misma región, ni aún, dentro de zonas de esa región: no responden de igual forma a los mensajes que reciben los estudiantes de un colegio, los feligreses de la iglesia vecina, los trabajadores de una oficina cercana, etc. Incluso no responden igual los sujetos en su interior. Las diferencias generacionales, los perfiles laborales, las experiencias previas, etc. determinan la manera como cada sujeto que habita en estos lugares percibe la información que recibe. No hay fórmulas universales. La antropología, la sociología, la comunicación, y en general las áreas de las humanidades cuyos objetos de estudio abordan aspectos culturales, coinciden cada vez más en acentuar la importancia y la influencia del contexto en las maneras de actuar de los sujetos, y rechazan teorías que a priori hablan de conocimientos generalizables y aplicables a diferentes grupos sociales. No es solo una cuestión teórica que restaría pragmatismo a las acciones que requieren de agilidad y eficiencia en su aplicación. La experiencia ha enseñado a organismos internacionales como la UNESCO y el BID, por ejemplo, que las políticas de intervención y de apoyo humanitario no pueden ser aplicadas en las comunidades tal y como fueron diseñadas desde sus sedes administrativas, porque ello conlleva con frecuencia a un fracaso inevitable. Las estrategias globales deben ser adaptadas al conjunto de características culturales de las comunidades en las que se llevan a cabo, y es tarea importante de cada sociedad observarse, identificarlas, y entender la manera como, consciente de ellas, puede contribuir a una labor solidaria en beneficio de una comunidad mundial, y por tanto, en su propio beneficio. Partiendo de este principio, este trabajo tuvo como etapa inicial una indagación sobre la valoración que del desecho diferenciado de residuos tiene la población universitaria para conocer por un lado su percepción, las asociaciones y referencias que predominan en su discurso, saber qué tan importante lo considera o si no lo encuentra relevante; las razones por las cuales lo practica o no lo hace, y sus propuestas para lograr que ésta sea una labor más efectiva en la Universidad. Este primer acercamiento dio luces de cara a la definición de un enfoque de análisis, pues de haberse encontrado escepticismo en una parte de la población, éste se hubiese centrado en encontrar las razones de tal escepticismo, y buscar posibles maneras de revertirlo.

Dado que, por el contrario, las respuestas obtenidas muestran una valoración positiva a la acción de separar residuos, pero, al mismo tiempo un comportamiento inconsistente con ella, este trabajo se centró en indagar por los aspectos que percibe, podrían ser los generadores de esta situación, y la manera como desde el área de la Comunicación podría apoyarse una tarea de transformación. Este intento de especificidad, sin embargo, no debe excluir en ningún momento una mirada global, pues al tiempo que se exploran las percepciones dentro del contexto de la Universidad bajo la idea de que los cambios deben comenzar desde el propio espacio, la Universidad hace parte de proyectos más amplios a los cuales afecta -y de los que se ve afectada- de maneras diferentes, y por tanto, es importante que en principio esté articulada con ellos, y en especial, con el proyecto ambiental de la Ciudad. Ambos a su vez, articulados con un proyecto ecológico de país, y éste, en sintonía con los proyectos ambientales globales. Jugamos así el papel de comunidad universitaria, pequeña, pero inmersa en lo que algunos llaman ciudadanía planetaria (Novo, 2010). Unificar proyectos en esa gran ciudadanía se logra paradójicamente a través de la diversificación de las maneras de ejecutarlos.

El cambio social como una sucesión de pequeños cambios progresivos Una cultura del reciclaje como muchos procesos sociales puede consolidarse mediante cambios progresivos: cambios pequeños en los que se perciban avances concretos. Es difícil instaurar una cultura del reciclaje en la sociedad de manera general, pero puede comenzar a instaurarse en pequeños espacios de forma cada vez más consolidada, con visión de futuro y de conjunto, lo que implica tener una idea clara de las condiciones que se quieren alcanzar en un lapso de tiempo, y la manera como cada elemento de la sociedad puede aportar para llegar a ellas. Es importante, por ejemplo, comenzar a generar la noción de que desechar de manera diferenciada es lo normal y no la excepción, para lo cual las papeleras deben irse convirtiendo en papeleras diferenciadas en la mayor parte de los espacios en los que se genera desechos. Lo extraño no debe ser encontrarse con una papelera de reciclaje, sino precisamente no hacerlo. Por supuesto no es solo la instalación de papeleras la acción que permitirá una correcta separación en la fuente. Desde hace varios años observamos una frecuente instalación de papeleras de reciclaje en espacios públicos sin que en su interior se evidencie un hábito de separación de residuos. Es la adecuación de las papeleras, junto a campañas en las que se explique la forma adecuada de usarlas y los efectos de hacerlo, y una consolidación de un

sistema que haga un buen manejo de los desechos separados lo que hará del reciclaje un proyecto de sociedad con mayor impacto. Esto, que en principio es complejo -pero en lo que se ha logrado avanzar de diferentes maneras- será generalizable en la medida en la que la implementación de procesos se vaya haciendo de manera progresiva y coherente. Concebir las acciones como cambios progresivos no debe interpretarse, sin embargo, como cambios realizados con lentitud, sino como cambios continuos que prefieran la calidad y la coherencia antes que su promoción desarticulada, desarrollada en muchos casos como parte de una lista de requisitos establecidos a instituciones, entidades y lugares públicos en general. De nuevo, la visión de futuro y de conjunto es fundamental para lograr avances, en la medida en la que establece cuáles son las necesidades más importantes de la propia sociedad y cómo solucionarlas, y define las acciones que cada integrante de ella debe realizar para lograrlo. Fortalecer una cultura del reciclaje al interior de la Universidad se convierte de esta manera en un cambio progresivo de los hábitos de desecho en la Ciudad, y por tanto, en el País.

La comunicación y el sistema no pueden ser concebidos como procesos independientes

La esencia del reciclaje es ser un sistema cíclico. El reciclaje es un sistema no una conducta, aunque por supuesto intervienen conductas. Pero su realización no depende solo de la efectividad de una acción. Es importante realizar campañas en las que aquellos que desean responder a ellas encuentren la posibilidad hacerlo, al tiempo que observan resultados coherentes con lo que ha sido propuesto. Por ello, si bien este es un trabajo de investigación en comunicación, su desarrollo no puede centrarse en temas comunicativos de manera exclusiva. Es necesario tener claridad sobre las debilidades que tiene el sistema ahora y la manera de solucionarlas, pues de un buen funcionamiento del sistema depende en buena parte el sentido de persuadir a los ciudadanos de desechar de manera diferenciada sus residuos. Una estrecha relación entre ambos aspectos es indispensable a la hora de lograr resultados efectivos, pues una infraestructura adecuada que no se acompaña de una estrategia comunicativa que indique y promueva su uso tiende a emplearse de manera incorrecta; y en sentido contrario, una buena estrategia de comunicación que no se acompaña de una infraestructura adecuada, hecha a perder buena parte del esfuerzo realizado.

En este sentido, y para el caso del funcionamiento del sistema en la Universidad, hay algunos aspectos a resaltar: 

  

La Universidad a nivel de infraestructura -haciendo referencia en este caso a la adaptación de puntos ecológicos, el establecimiento del transporte diferenciado de los residuos y a la creación de un espacio para su separación- ha dado avances importantes. La presencia continua de tripletas de reciclaje al rededor del campus y en interiores, el sistema de recolección que conserva los desechos dentro de las bolsas hasta su depósito en el centro de acopio, así como la existencia de este centro de recolección con dos trabajadores a cargo de la separación de los residuos, son elementos básicos en un proceso efectivo de recolección diferenciada de residuos. El diseño de gráficas que acompañan varias de las papeleras ha sido útil; así lo manifestaron un buen número de las personas encuestadas en este trabajo. El convenio con la empresa Recuperar para la entrega del material clasificado permite que este sea realmente aprovechado y su disposición final no sea el relleno sanitario. Quizá uno de los puntos más relevantes del interés de la Universidad por adaptar su sistema a un manejo integral de los residuos sólidos sea su decisión de crear un área de compostaje. Entre otras razones porque es un aporte importante en la disminución de los desechos que se entregan a Empresas Varias; se constituye en un referente de aprovechamiento orgánicos para otras instituciones de la Ciudad, y porque permite que la separación de orgánicos en la fuente cobre sentido, toda vez que estos residuos serán realmente aprovechados.

El hecho de mostrar a la comunidad los resultados positivos y efectivos de su labor de separación es clave, y es un punto que se retomará más adelante. Hay otros aspectos en los que se hace importante aplicar correctivos: 

La presencia de papeleras únicas cerca de las cafeterías y algunos cais. El tener papeleras separadas en espacios donde se generas diferentes tipos de residuos dificulta, sino es que hace inexistentes, las probabilidades de separación en la fuente.



La distancia que existe entre las papeleras metálicas en exteriores A pesar de que las papeleras metálicas estuvieran hasta hace un tiempo etiquetadas según el tipo de residuo que debía depositarse en ellas, la distancia que existe entre una y otra papelera hace que la mayoría de los residuos sean finalmente depositados en la papelera más cercana.



La falta de cubiertas de algunas papeleras en exterior origina que los residuos depositados en ellas estén a la intemperie. Los residuos reciclables pueden ser aprovechados en la medida en la que estén

secos y en el mejor estado posible. El no estar protegidos de la lluvia deteriora los residuos, en especial los de papel, que terminan convirtiéndose en residuos no reciclables. 

El uso de carros sin distintivos de reciclaje en los que se depositan las bolsas de las diferentes papeleras de manera simultánea. Para algunos estudiantes la labor de separación en la Universidad no tiene sentido, porque tienen la idea de que al momento de transportar los residuos dentro de la Universidad éstos se combinan. De igual manera, porque muchos desconocen la existencia de un espacio destinado a la separación de los residuos que se generan en toda la Universidad.



Los cambios en el uso del código de colores Si bien el tema de los colores se ha unificado al interior de la Universidad, en ocasiones el código de colores se altera al momento de señalizar las papeleras. (Imagen 1). Son confusiones menores. Sin embargo, es importante prestar a tención a este tipo de detalles pues la unificación de este tipo de los elementos comunicativos contribuye a generar claridad y recordación en la comunidad.

En la modificación de estos aspectos se está trabajando desde el área de Servicios Generales y la Jefatura de Ingeniería de Procesos, y es preferible realizarlos antes de comenzar cualquier campaña de comunicación dirigida al reciclaje.

Consecuente con la idea de que explorar el imaginario y el conjunto de creencias de los sujetos que habitan cada espacio es un factor clave del diseño y la ejecución de proyectos de comunicación al interior de ellos, este trabajo inicia con una indagación por el imaginario entorno al tema del reciclaje en la comunidad universitaria. De manera puntual, una indagación por la relevancia que, por lo menos en el discurso, la población universitaria da a que los ciudadanos desechen sus residuos de manera separada, y las primeras asociaciones que realiza al pensar en su justificación. Esto permitió partir de una base importante, y era poder establecer si el objetivo sobre el que giraría el trabajo era compartido por aquellos a quienes va dirigido. Por supuesto, podría no serlo, y ello no significar que no sea coherente llevarlo a cabo. Una de las finalidades con las que se inician procesos de comunicación es persuadir acerca de la importancia de algo sobre lo que, a priori, los ciudadanos no habían realizado ninguna consideración, o al que no había dado mayor relevancia, o al que incluso, han tenido cierta aversión, y lograr un comportamiento determinado entorno a él. En cada situación (aversión, indiferencia, relevancia relativa, posiciones confrontadas, favorabilidad generalizada) las maneras de abordar el objetivo de persuasión se dibujan diferentes. En el caso de la Universidad, pareciera claro que partimos de una situación de completa favorabilidad y predisposición positiva a la idea de desecho diferenciado por parte de la comunidad universitaria. De los 130 encuestados, solo uno de ellos dice no considerarlo importante. Sin embargo, no realiza su valoración sobre la acción misma de separar, sino sobre los sujetos que deben hacerlo, pues considera importante la separación en la fuente en las fábricas y las empresas, en aquellos lugares donde se producen desechos a gran escala, y no la separación de los desechos que producen los ciudadanos: pedir a cada persona que separe aquello que desecha, mientras las grandes empresas no lo hacen, lo considera un acto de total irrelevancia. Entre las razones por las que la comunidad universitaria considera importante el desecho diferenciado, predominan aquellas de carácter social, práctico y ecológico. Podríamos establecer 26 razones principales, algunas con matices muy pequeños. Sin embargo, se consideraron razones diferentes por contener elementos que, aunque a simple vista parecen intrascendentes, pueden guardar información significativa. Aspectos como el uso de la primera persona, o maneras de expresar la conservación del medio ambiente que se salen de la típica expresión “cuidado del medio ambiente”; si hace referencia a la ciudad de manera específica o a la sociedad como un concepto general, si habla de futuro o habla de presente, etc. La mayor parte de respuestas son dadas de manera impersonal, respuestas en las que el emisor no tiene una relación directa con los efectos de separar o no los residuos. La vinculación con el tema se establece en la mayoría de los casos al hablar en primera persona del plural, refiriéndose a sí mismos como parte de los sujetos que realizan la acción pero no

de los sujetos que se ven afectados con ella. Salvo algunas respuestas en las que se hace uso de la expresión “nos conviene a todos” o no hacerlo “traerá consecuencias para todo el mundo”, la importancia de separar los residuos recae en factores externos. Son frecuentes de hecho las expresiones “ayudar/ayudamos”, “contribuir/contribuimos”, “colaborar/colaboramos” seguidos de los sujetos “medio ambiente” “personas que” o “proceso de”, expresiones frecuentes también en los mensajes en torno a temas ecológicos y de reciclaje. Así, hay una percepción del tema de separar los residuos como una colaboración social, como una ayuda que la sociedad puede hacer a algo o a alguien. No es en todo caso un tema que tenga implicación directa en situación actual y futura de los encuestados. Antes de plantear las preguntas se hizo énfasis en el hecho de que no se esperaban respuestas en particular, sino que, por el contrario, era importante que fuesen respuestas dadas con sinceridad, de manera que consideraban innecesario el que los ciudadanos desechen sus residuos de manera separa, podía ser dicho con total naturalidad. A esta pregunta, sin embargo, prácticamente la totalidad de los encuestados (129 de 130 encuestados) contestó de manera afirmativa, justificando su importancia a partir de las siguientes razones: Contribuye a preservar el medio ambiente/Para cuidar el medio ambiente Para tener un ambiente sano y limpio/Disminuir la contaminación Contribuye al proceso de reciclaje Disminuye costos en el proceso de reciclaje Para no contaminar y ensuciar otros residuos Hay residuos que separados pueden ser menos dañinos Para optimizar y explotar menos recursos/Reutilizar recursos Permite que corten menos árboles Para conservar el oxígeno y otros elementos necesarios para vivir Es ecológico Para contribuir con las personas que tratan los residuos Porque hay personas que viven de los residuos reciclables Nos conviene a todos/No hacerlo traerá consecuencias para todo el mundo Por control y organización Por cultura y educación Por responsabilidad social Es ser responsable con el medio ambiente Para avanzar como sociedad Contribuye al aseo de la ciudad Permite disminuir la cantidad de basura que se produce Porque el mundo está muy contaminado y se está acabando/Para que nos dure más el planeta Para evitar muchos problemas ambientales Para el desarrollo sostenible de la sociedad Es un aporte pequeño al medio ambiente, pero es un aporte Crea conciencia ecológica Generar cultura de la separación/conciencia del reciclaje

A la pregunta por su hábito de separar residuos o no hacerlo al interior de la Universidad, las respuestas más frecuentes giran en torno a tres hechos puntuales: la disponibilidad de las tres papeleras, a saber dónde va cada residuo, a no ir “de afán”. Es decir, en su mayoría dicen hacerlo si se cumplen algunas de estas condiciones. Esta última que puede interpretarse como una excusa a la que se recurre -incluso de manera personal- para no realizar el esfuerzo extra de separar los residuos que tienen en la mano, está por lo general relacionada, con el incumplimiento de las dos primeras condiciones: si la papelera más cercana no es la que corresponde al tipo de residuo que llevan en la mano, los encuestados tienden a argumentar que no tienen tiempo de buscar la papelera adecuada y terminarán depositándolo en ella a pesar de saber que no es ahí donde deberían hacerlo. De igual manera, cuando no tienen claridad sobre la papelera en la que deben desechar el residuo que tienen en su mano, y ello implica leer la información que acompaña las papeleras o a intentar concluir en cuál de ellas deben hacerlo, los encuestados sienten que esto demanda un tiempo con el que muchas veces no cuentan. En general es posible que la mayoría de la veces los encuestados hayan dispuesto del tiempo suficiente para buscar la papelera adecuada, o para leer la información y concluir a qué papelera corresponde su residuo, pero el hecho de que haya demoras en una acción generalmente inmediata, es una situación que suelen percibir como una pérdida de tiempo. Así, es probable que el establecer los puntos de desecho siempre como puntos que permitan la clasificación, y buscar estrategias para dar claridad sobre los residuos que deben ser depositado en cada una de ellas, hará que la percepción de practicidad en la acción de separación aumente, y con ello las probabilidades de que efectivamente se lleve a cabo. Estas son las respuestas dadas por la comunidad a la pregunta por su hábito de separación de residuos al interior de la universidad: Sí No siempre/A veces: Cuando están las 3 papeleras Trato pero no siempre es claro para mí donde votar Cuando tienen los colores bien diferenciados Cuando está bien demarcado Cuando me acuerdo Cuando no tengo afán Intento pero uno tiene cosas que no se ajustan a lo que se indica No: En muchas partes hay una sola papelera Voy de afán Por pereza /Me da pereza leer Se me olvida No sé qué va en cada papelera No siempre se ajusta al residuo que tengo A veces no es muy claro

Es curioso el hecho de que las razones por las que unos explican que no separan los residuos al desecharlos son prácticamente las mismas que dan quienes dicen que sí lo hacen y acentúan la salvedad de los momentos en los que no, y quienes dicen que a veces o “no siempre” y describen los momentos en los que pasan por alto la labor de separación. La diferencia parece radicar en que los primeros directamente omiten la separación aun encontrando que a veces las dificultades que dicen tener no se presentan; y los otros actúan entre las dos posibilidades de desecho dependiendo de las condiciones del lugar en el que lo hagan. Finalmente la pregunta por las acciones que podrían implementarse para hacer de la separación de residuos una práctica más efectiva, suele estar directamente relacionada con la anterior, de manera que sus propuestas en muchos de los casos incluyen dar solución a aquellas situaciones que de manera personal perciben difíciles o confusas a la hora de desechar. La respuesta, sin embargo, que se obtiene de manera generalizada en esta pregunta tiene que ver con la idea de “concientización”. Se escucha de manera reiterativa que la solución está en “crear conciencia” a partir de “campañas de concientización”. De hecho se repite con cierta frecuencia la expresión “más campañas”. Se proponen también acciones más puntuales, como incluir en el tiempo de inducción de los estudiantes de primer semestre un espacio para aclarar el funcionamiento del proceso de separación en la fuente de la Universidad. En esta pregunta, podemos establecer unas 22 propuestas generales. De nuevo, algunas con matices pequeños, pero que, por no referirse a la misma acción se consideraron como propuestas diferentes: Ubicar las tres papeleras unidas en todos los lugares Instalar papeleras más llamativas/ubicarlas de manera más llamativa Instalar más papeleras diferenciadas Realizar una campaña en la que se explique dónde se debe votar cada residuo Realizar una campaña de concientización Difundir información sobre los perjuicios que trae no reciclar y los beneficios de hacerlo Implementar nuevas tecnologías Ubicar carteleras y recursos similares Ilustrar más tipos de desechos en los letreros de las papeleras Ubicar una papelera adicional para desechos reciclables que estén sucios Implementar una norma que sancione el desecho incorrecto de residuos Incluir una charla sobre reciclaje en las actividades de inducción Ubicar listados/letreros más completos Que cada producto indique la papelera en la que debe ser desechado Ubicar una persona por momentos para que explique y aclare Realizar campañas muy impactantes y creativas Es una cuestión personal/concientizarnos nosotros mismos Ubicar letreros más grandes con información muy concisa Señalizar de manera llamativa, más visual, más impactante Publicidad con mayor prioridad en la imagen y no en el texto Especificar más/señalizar bien las papeleras Me parece que está bien hecho No lo sé No, no se puede hacer nada Unificar el sistema Definir mejor qué residuos se pueden reciclar y cuáles no

Es importante a la hora de realizar una campaña hacer un análisis más completo de éstas y otras preguntas, pues las campañas de comunicación deben difundir información en doble sentido: difundir información a la comunidad sobre iniciativas institucionales o gubernamentales, y a la vez, y tan importante como lo anterior, difundir entre los creadores y responsables de estas iniciativas información sobre las percepciones de la comunidad antes de la definición de estrategias, durante su implementación, e incluso, en periodos posteriores, a manera de evaluación. Además de permitir establecer una hoja de ruta, en las respuestas pueden encontrarse claves valiosas para comprender una situación en su contexto, obtener perspectivas que no se habían considerado aún, o establecer tendencias no identificadas con anterioridad, y poder así proponer soluciones alejadas de supuestos con los que temas como el reciclaje pueden estar viciados.

Antes de pensar cualquier estrategia de comunicación es necesario que los conceptos y principios que tendrá como base estén claros y sean coherentes entre ellos. Una estrategia de comunicación pensada hacia el fortalecimiento de una cultura ambiental requiere de manera necesaria un estudio de varios elementos comunicativos, que, aunque en principio pueden ser compartidos por nuestra sociedad, son aún muy vagos y en general, están poco interiorizados. Esta situación es evidente en la comunicación dirigida al tema del reciclaje. No hay ni unidad, ni coherencia en ella. A dos niveles: unidad en los elementos comunicativos entre diferentes lugares (instituciones, empresas, ciudades), como unidad de estos elementos en su interior. Las estrategias de adaptación de un sistema de reciclaje están atomizadas, y cada institución implementa un propio sistema de señalización, recolección y separación. La adopción de normas Icontec ha logrado de alguna manera unificar acciones, pero, como se analiza más adelante, son normas que por varias razones se hace pertinente revisar, dadas las inconsistencias que traen consigo. Esta falta de coherencia se hace evidente en casi todos los espacios en los que se ha adecuado un sistema de desecho diferenciado, aún, en los lugares en los que esta adecuación ha intentado hacerse de manera sistemática, y bajo los mismos criterios de señalización (Imagen 2). Parte de esta incoherencia radica en que los fabricantes de contenedores, papeleras y demás elementos empleados en los puntos de separación no fabrican sus productos siguiendo una misma línea informativa, y cada uno utiliza los símbolos, las gráficas, las listas de desechos, etc., que considera más adecuadas. Así, a pesar del uso puntual y reduccionista que se hace a menudo del término de reciclaje, no hay consenso en muchos aspectos de un proceso que pareciera claramente delimitable. Es interesante aquí observar lo que sucede, por ejemplo, al tomar un vuelo de Medellín a Bogotá: en el aeropuerto José María Córdoba se utiliza un código de colores y símbolos, durante el vuelo de Avianca otro, y al llegar al aeropuerto El Dorado, de Bogotá, otro, no solamente diferente sino contradictorio respecto al utilizado en el aeropuerto de Medellín. (Imagen 3). Este, es un ejemplo ilustrativo de tantos que hacen evidente el muy bajo nivel de unidad y de coherencia en los códigos y comunicación sobre el reciclaje al interior del País.

En Medellín, la situación es similar. En EAFIT, por ejemplo, utilizamos un sistema de color para señalizar las papeleras, diferente al empleado por institución educativa INEM ubicada a pocos metros de distancia, y a su vez, estos son diferentes al código de color definido en espacios públicos, entre otros, el Parque de los Deseos, y ellos, distintos al establecido al interior de las oficinas de la Secretaría de Medio Ambiente, etc. (Imagen 4). A este cambio de códigos de un lugar a otro, hay añadir el hecho de que la señalización suele tener además fallas de unidad y de coherencia a nivel interno, falta de coherencia en la información, tanto simbólica como verbal. ¿Son finalmente los desechos orgánicos basura, reciclables o no reciclables? (Imagen 5) La información sobre residuos reciclables, ordinarios y orgánicos es contradictoria una y otra vez. Lo llega a ser incluso en la señalización de una misma papeleras (Imágenes 6 y 7). Se llega a veces a tal nivel de incoherencia en la implementación de puntos de separación y en el uso de elementos comunicativos, que por momentos parecieran un acto de autocrítica intencional que daría sentido a una implementación de ese tipo (Imágenes 8 y 9). Es fundamental definir qué residuos son reciclables, y cuáles no, y organizar el sistema de recuperación y de información de tal manera que los residuos que son reciclables lo sean en todo lugar, sean estos espacios públicos o privados, y que la manera de identificarlos sea la misma en todos ellos. En este sentido en Europa se ha avanzado de manera considerable, hay varias acciones que pueden ser referentes útiles para ser adoptados y adaptados en nuestro País. Tomemos el caso de España, muy interesante en este aspecto. Allí se han definido para los residuos generados por los ciudadanos una clasificación basada en cuatro tipos de desechos diferentes: vidrio, envases, papel y restos. Es la misma clasificación, y el mismo código de colores el que identifica a cada desecho en todo el País, en todos los espacios donde se disponen papeleras y contenedores diferenciados: se conserva el mismo código en la calle, la playa, el estadio, el metro, los colegios, las empresas, las universidades, los almacenes y centro comerciales, incluso en los lugares de frontera. En todos los espacios (Imágenes 10 y 11). Y dado que es en los contenedores ubicados en la calle en los que se depositan residuos domésticos, este código es el mismo que utilizan quienes practican el desecho diferenciado en sus hogares. Si añadimos el hecho de que todas las piezas comunicativas y todas las campañas aluden al mismo sistema de clasificación y explican el proceso de separación basado en el mismo sistema de colores, es de entender que para los ciudadanos allí el método de separación de residuos sea mucho más fácil de ser apropiado y puesto en práctica (Imagen 12). Otro aspecto sobre el que es fundamental establecer claridad es sobre la asimilación de los desechos orgánicos como desecho ordinarios, no reciclables. Si entendemos el reciclaje como aquel proceso en el que los desechos recuperan su vida útil y continúan su ciclo de vida ¿son los residuos orgánicos desechos no reciclables? ¿No es acaso el compostaje el proceso de “recuperación” más completo y ecológico que se puede generar? Este es sin duda uno de los temas más complejos de resolver en la definición de una estrategia coherente. Si se piensa en la recuperación de los desechos orgánicos como un proyecto viable e importante para el País -en especial si se tiene en cuenta que el 65% de los residuos que llegan a rellenos sanitarios son de este tipo, y su alto nivel de contaminación 8-, no debe promoverse una separación en la fuente en la que residuos ordinarios y orgánicos

se depositen en un mismo contenedor, y por ende se entiendan ambos como un mismo tipo de residuo. Entre otras razones, porque parte del éxito de un buen proceso de compostaje depende de la “pureza” de este tipo de residuos, es decir, de que no estén contaminados por desechos no biodegradables. Sin embargo, por otro lado, no es conveniente pedir a la gente de un lugar que separe los residuos orgánicos de los ordinarios si allí no se tiene un sistema en el que estos desechos orgánicos van a ser aprovechados mediante su conversión en abono, y ambos finalmente van a combinarse para su disposición final en el relleno sanitario. ¿Qué hacer entonces? Para contestarlo, es necesario plantearse una pregunta previa: ¿hacia dónde apunta el plan ambiental colombiano en este aspecto? De nuevo, se requiere una visión de futuro y de conjunto, planes de cambios progresivos, así como una conciencia de la relación directa que debe existir entre los procesos de comunicación y los sistemas de manejo de los residuos.

8. Seminario sobre el aprovechamiento y manejo de los residuos sólidos. Manizales. Mayo 5 de 2004. Este porcentaje corresponde a un promedio de los residuos sólidos orgánicos recolectados en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla.

Establecer una relación de unidad y de coherencia entre conceptos, elementos comunicativos y procesos, es sin duda el primer paso para lograr que la comunicación entorno al reciclaje pueda presentarse de una manera clara para todos los que intervienen en el proceso, tanto para quienes desechan los residuos como para aquellos que intervienen en su recuperación. Esta claridad interna, debe ser luego reflejada en las acciones de difusión con las que se quiere llegar a la ciudadanía. En las respuestas dadas por la comunidad universitaria sobre hábito de reciclar al interior de la Universidad, se repite de manera frecuente el hecho de que encuentran la acción de desechar confusa, por lo que no procuran buscar la papelera adecuada, o no están seguros de que la papelera que eligen sea la correcta. Sobre esto no solo no hay claridad entre la comunidad, sino, incluso, entre aquellos que hacen parte de las áreas encargadas del tema. Es ilustrativo el caso del vaso de yogur. En sus respuestas algunos hacían mención de los momentos en los que, frente a las papeleras con un vaso de yogur en la mano nunca sabían dónde debían votarlo. Así, que se preguntó de manera informal a algunos de los encuestados dónde depositarían el desecho de un vaso de yogur: en la papelera para ordinarios, orgánicos o reciclables. Para sorpresa encontramos razonamientos que llevaban a algunos incluso a considerar que se trataba de un desecho orgánico (Imagen 13). Esta situación se repite en general con los desechos de material inorgánico, que en su interior contienen alimentos u otro tipo de desechos orgánicos. De la misma forma hay confusión en otro conjunto de aspectos que hacen percibir el proceso de separación más complejo de lo que en realidad puede serlo. El reto de una estrategia cuyo objetivo es logar una separación en la fuente efectiva, consiste en identificar los elementos que se perciben confusos y presentarlos de la manera más simple y a la vez suficiente posible. Es esencial así, que toda estrategia de comunicación pensada para fortalecer una cultura del reciclaje se construya sobre una base conceptual coherente y unificada, transmitida de manera simple y suficiente.

Aclarados los términos, es fundamental explorar en formas de diseño y aplicación. Es un imperativo de nuestro tiempo buscar siempre la innovación y ser creativo en el planteamiento de soluciones. Siempre lo ha sido de las ideas y proyectos que tienen impacto y trascienden, pero la conciencia de dar este carácter a todo lo que se hace en las diferentes áreas de actividad humana, hace parte del perfil social de nuestra época: internet ha acelerado nuestra manera de vivir en múltiples aspectos y nos ha generado otra concepción sobre los tiempos y las posibilidades de creación que están en nuestras manos. La inmediatez y un abanico inimaginable de opciones de conexión, materialización y difusión han hecho que el concepto de innovación comience a permear los distintos ámbitos en los que la sociedad se desenvuelve. Innovación y creatividad son dos conceptos que no pueden desligarse: es difícil que algo sea innovador sin un proceso previo creativo, y en general los procesos creativos tienden a generar ideas de carácter innovador. La creatividad tiene un potencial enorme de transformación y persuasión. Nada más ilustrativo que la publicidad para demostrar el impacto que genera materializar la creatividad en el logro de un objetivo específico. Aun así, y a pesar de la relevancia que han tenido -y que de unos años para acá han tomado- ambos términos, no podríamos hablar aún de un espíritu innovador como una característica generalizada en nuestra sociedad. Hacia ese objetivo se avanza, de manera especial en Medellín, que ha hecho de la idea de la innovación uno de sus pilares de desarrollo, y más recientemente, de identidad e imagen internacional 9. En el caso de las acciones que tienen que ver de manera directa con el reciclaje, queda la sensación, salvo excepciones interesantes (Imagen 14), es un campo en el que suele caerse en la repetición, en los mensajes y la información carentes de esfuerzos creativos importantes. Sí hay por supuesto elementos con tratamiento creativo: acompañar la información sobre tipos de residuos con imágenes de algunos de ellos, va en esa dirección, pero es difícil encontrase con una información que realmente resulte atractiva y sea lo suficientemente sugestiva como para captar la atención de los ciudadanos que durante todo el día, y en la mayor parte de espacios en los que habita, está consumiendo y desechando. Un esfuerzo que debe darse a dos niveles: en la creación de contenidos y en la intervención del espacio mismo. Retomando el caso de España, hay en ambos aspectos varios referentes interesantes: la campaña para niños desarrollada por el Ayuntamiento de Granada, la campaña de instalación de contenedores customizados en el Ayuntamiento de Águilas, el sitio web Mini Mundi (www.mini-mundi.com) creado por Ecoembes, y la campaña Mr. Iglú de Ecovidrio, por mencionar algunos ejemplos. (Imagen 15). 9. La elección de Medellín como la ciudad más innovadora de mundo en 2013, y los posteriores eventos que entorno a ello se han realizado marcan sin duda un precedente fundamental en la concepción de la ciudad de sí misma como un entorno innovador. El concepto de innovación toma una fuerza enorme y se ubica en un lugar privilegiado de la escala de valores social y político de la Ciudad.

En todos ellos se evidencia un trabajo importante de ideación, y una intensión de comunicar con la misma carga sugestiva con la que se comunican contenidos comerciales, siempre atentos a los intereses de los públicos de una época y un lugar determinados. De esta manera se vuelve esencial que la comunicación que acompaña la generación de una cultura del reciclaje, deba en principio ser clara, coherente, tener unidad, y una vez consolidada conceptualmente, haga de la creatividad y de la innovación procesos indispensables en sus estrategias de difusión ciudadana.

Haremos referencia en este punto a tres recursos básicos de la creación de contenidos y material comunicativo: el color, la tipografía y la forma, tanto desde el análisis del uso que se hace de ellos ahora en lo referido al reciclaje, como desde las posibilidades comunicativas que tienen y pueden aprovecharse en función de una comunicación ecológica más efectiva.

La creación de códigos para la comunicación humana es en principio un acto arbitrario. La asignación de colores a ciertos significados hace parte de esta arbitrariedad y su presencia toma sentido solo en la medida en la que el significado que les ha sido atribuido es compartido y aceptado por los miembros del grupo social en el que dichos colores buscan comunicar un mensaje. No hay una razón científica que nos permita justificar el hecho de que en el semáforo, por ejemplo, el verde deba ser el color que indique la posibilidad de avanzar, el rojo el deber de detenerse, y el amarillo, un momento de transición entre ambos. Parece claro sin embargo, desde la teoría y desde la indagación empírica, que los colores tienen significados asociados y que, a pesar de que los contextos en los que pueden ser empleados son vastos y variados, estos significados tienen un poder de comunicación muy fuerte y directo que no debe pasarse por alto. Así, para el caso de un elemento semiótico como el semáforo, aunque nada parezca justificar el hecho de que el rojo es el color que debe representar la norma de detenerse, podríamos aceptar de alguna manera que el rojo, entre otras connotaciones, se ha constituido como una señal de alerta y de atención. Detenerse cuando un semáforo lo indica es un acto que requiere de total atención puesto que su violación puede generar resultados desastrosos. El verde por su parte, es un color que connota mayor tranquilidad y al que podrían atribuírsele significados de libertad, de permisividad, etc. El color tiene un poder de comunicación excepcional, porque en primer lugar es un elemento que comunica en sí mismo, y es el elemento visual que mayor atracción ejerce en quien observa (Cuenca, 1997), y por otro, porque es un elemento de comunicación inmediata, mucho más directa que otras formas de comunicación visual (Acosta, 2007). Una explicación a esta reacción directa al color, la expone Harris Ambrose (2006) en su libro dedicado de manera exclusiva al tema del color. Para el autor:

El color es la forma más inmediata de comunicación no verbal. Hemos desarrollado una cierta comprensión del color que nos lleva a reaccionar ante él de forma instintiva en parte porque de ello dependía la supervivencia de nuestros antepasados, que a partir del color sabían qué debían comer o evitar.

Algunos autores van más allá de esta relación entre el color y su poder de comunicación y de asociación en casos específicos, y consideran el buen manejo del color como un elemento clave del desarrollo del País al constituir un código de comunicación de alto impacto (Rivera, 2009).

El color es un elemento central de áreas muy diversas que, sin embargo, tienen un objetivo común: comunicar. Es innegable su papel en el arte, en la pedagogía, en las diversas áreas del diseño, en la producción audiovisual, y de manera puntual, en el área de la señalética 10. Joan Costa ha dedicado varios de sus estudios al trabajo de la señalética, y emplea el término color señalético, del cual dice, tiene una «función de código, por medio del cual, cada color en su contexto cultural propio, tiene su significado». En el caso de la señalética elaborada para el sistema de reciclaje, el color de las papeleras hace parte de esa función de código creado para facilitar y optimizar el proceso de reciclado: crea un referente visual para la separación de los residuos, y a la vez, un lenguaje común entre todos aquellos que intervienen de alguna manera en el proceso. Más aún si tenemos en cuenta que no siempre las papeleras de reciclaje están acompañadas de texto o de gráficas, y el recurso más directo con el que cuentan es el del color que las etiqueta (Imágenes 16 y 17). La asignación de colores a tipos de desechos específicos ha sido diversa en países de todo el mundo, y no hay una directriz que permita establecer cuál de estas elecciones es la más apropiada, entre otras razones, porque la asignación del color debe corresponder a un contexto cultural que esté estrechamente ligado a las connotaciones que los diferentes colores tienen para cada cultura (Ambrose, 2006). En España, por ejemplo, se ha sistematizado a nivel nacional la asignación de 4 colores específicos para las papeleras y los grandes contenedores ubicados en las calles. De acuerdo con esta asignación el color verde corresponde a los residuos de vidrio, el azul a los de papel, el amarillo a los envases, y el gris, al resto de residuos; en Argentina, se ha generalizado una clasificación similar. En ambos casos podría suponerse la elección de verde para los desechos de vidrio por ejemplo, por el consumo frecuente de vino y cerveza, cuyos envases con frecuencia son verdes, y de allí, generarse la asociación de ese color y con este tipo residuo, asociación que de hecho se establece de manera explícita en múltiples recursos gráficos sobre la clasificación de este residuo (Imagen 18). Llama la atención el hecho de que sea un color recurrente para la identificación de este tipo de residuo en todo el mundo. Además de España y Argentina, el verde identifica los residuos de vidrio en Chile, Brasil, Perú, Panamá, México, Inglaterra, Rusia, Escocia, China y Singapur (Imagen 19). Para el caso de Inglaterra, se ha asignado el color rojo para los envases, el gris para los desechos no reciclables, el verde para el papel y el azul para el tetrapack; en Australia, se utiliza el amarillo para los residuos de envases, el verde para los residuos de papel, y el gris para los residuos no reciclables; en Panamá se ha designado el amarillo para desechos de aluminio, el verde para desechos de vidrio, el blanco para desechos plásticos y el azul para desechos de papel. Y si continuamos este recorrido, se hace evidente que no hay un único criterio a nivel internacional bajo el cual se rijan los países para elegir su sistema de señalización (Imágenes 20 y 21)

10. La señalética es una disciplina proyectual de diseño de comunicación visual que tiene por objeto hacer intelegibles y fácilmente utilizables los espacios de acción de los individuos. Acosta (2007)

En Colombia la designación de colores es muy variada y no hay aun consenso sobre qué color debe corresponder a qué tipo de residuos. Este consenso no se da incluso entre los organismos que trabajan el tema de la mano, ni aún, al interior de las mismas instituciones. Para el caso de Bogotá, tanto la Secretaría Distrital de Medio Ambiente como la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) tienen dentro de sus instalaciones papeleras en las que el color amarillo representa el espacio para depositar desechos reciclables; el verde, orgánicos; y el azul, para papeles y materiales limpios y secos. Mientras que instituciones de educación superior que trabajan en proyectos de reciclaje con la UAESP tienen sus propios sistemas de asignación de colores. En el caso de la Corporación Minuto de Dios, se han asignado tres colores para las papeleras en sus puntos ecológicos: verde para el material orgánico, rojo para papeles y cartones, y azul para vidrios, plásticos y latas. En la Universidad Javeriana se ha asignado color el gris para materiales reciclables, el verde para residuos ordinarios y el azul para residuos plásticos (Imagen 22). En Medellín, la situación es similar. Se ha ido generalizado, sin embargo, tanto en instituciones públicas como privadas del País el sistema de colores contenido en la norma ICONTEC GTC 24. De acuerdo con ésta, la asignación de colores queda definida de la siguiente manera:

*Imagen tomada de la página de catálogo de Rubbermaid

Verde: ordinarios Gris: papel y cartón Azul: plásticos Blanco: vidrio Negro: metales Crema: orgánicos Rojo: desechos tóxicos

Bajo esta asignación se rige ahora la Universidad, y a pesar de la inversión realizada en la adaptación de puntos ecológicos y puntos de desecho en la fuente, una reflexión y un análisis de varios aspectos en él se hace necesario si admitimos la importancia de una adecuada señalización y si reconocemos el papel esencial que juega el color a la hora de transmitir un mensaje y establecer códigos sociales. A su vez, esta reflexión no puede limitarse al interior de la Universidad si percibimos el propósito de consolidar una cultura del

reciclaje y de la separación en la fuente como una meta social, y entendemos este hecho social como una condición de comunidad y de coordinación de los diferentes agentes involucrados. Con esta noción de base, se realiza un análisis del código de colores interno de la Universidad, que es a su vez, el código de colores que se viene estandarizando en el País, partiendo del hecho de que el color a pesar de parecer un elemento sin mayor relevancia en los temas ambientales, al que no se alude dentro de las soluciones apremiantes que requiere el problema de los residuos en Colombia, podría constituirse en un factor clave, y su unificación y difusión, en un mecanismo que permitirá optimizar y fortalecer esfuerzos en el intento de lograr que la separación en la fuente sea un hábito interiorizado en la población. Con ello, los resultados de las diferentes campañas realizadas para explicar y capacitar en la el adecuado desecho de residuos en las papeleras, llevadas a cabo en espacios educativos, empresas, comunidades, etc. podrán tener efectos a su vez en cualquier otro espacio en el que el sujeto se desenvuelva, y eliminar así el hecho para muchos engorroso y confuso de tener que re-identificar en lugares diferentes el color de cada papelera con el tipo de residuo correspondiente.

Para realizar una primera reflexión en torno al código de colores adoptado al interior de la Universidad para señalizar las papeleras de reciclaje, se partió de tres fuentes principales: la opinión de profesionales, una indagación a los estudiantes por la apropiación que tienen del código y una revisión de teorías generales del color. Varios de los profesionales entrevistados son docentes de la Universidad, en el área de diseño de producto, diseño gráfico y comunicación audiovisual. Se hizo énfasis en que varias de personas entrevistadas hicieran parte de la comunidad universitaria porque son ellas quienes habitan los espacios en los que estos colores tienen presencia, y de esta manera sus respuestas tendrían mayor vinculación con el contexto interno de la Universidad.

En estas respuestas dadas por profesionales y expertos del área de la Comunicación y el Diseño entorno a las preguntas ¿qué tan importante es el color en los procesos de comunicación? y ¿qué opinión tiene del código de color establecido por ICONTEC para los diferentes tipos de residuos?, es interesante el hecho, por ejemplo, de que ninguno de ellos considera el color como un elemento accesorio, como un complemento puramente estético o decorativo, o un elemento con un aporte comunicativo menor. Es paradójico, sin embargo, que aun siendo el diseño de productos, de contenidos o de mensajes su área de interés, salvo uno de ellos, ninguno recordó con claridad los tres colores principales con los que usualmente se pigmentan las papeleras -y los letreros que las acompañan-, ni los residuos que está asociados a ellas. Salvo la opinión de uno de ellos quien considera la elección de los colores del código acertada, los demás coinciden en afirmar que los colores usados no son los adecuados por diversas razones, entre ellas, porque no tienen en cuenta la teoría del color, y porque no parten de una indagación por las asociaciones que los colombianos pueden hacer de los colores que se han elegido.

Abogado y Publicista. Gerente General de Morales IRCOM Colombia. Tiene trayectoria en la actividad publicitaria como creativo y ejecutivo de cuenta en empresas como Propaganda Sancho, Sancho & Nicholls, Ultra Publicidad. Fue Gerente de Iris Producciones. Ha sido catedrático universitario y columnista de los periódicos El Mundo, El Colombiano, El Tiempo, La Hoja.

¿Qué tan importante es el color en los procesos de comunicación? Tiene la importancia de que los colores también comunican, es decir, la comunicación se hace a través de lenguaje verbal y lenguaje no verbal. Entonces, contrario a lo que muchos piensan, los colores y las imágenes también tienen contenidos. O sea, tú a través del color también echas un discurso. Uno diría que tiene tanta importancia el lenguaje no verbal como

el verbal o expreso ¿Qué opina del sistema de colores que se ha venido adoptando desde hace algún tiempo para acá en el que se asigna en color verde a los desechos ordinarios, el crema a los orgánicos y en ocasiones el gris a los residuos reciclables? En honor a la verdad nunca había hecho ningún tipo de reflexión. Ayer estaba comiendo en un centro comercial y tengo vivido el recuerdo de que me vi con la bandeja para echar la basura y como no ha habido ningún proceso previo de instrucción de cara a cuáles son los colores, tuve que ponerme a leer a profundidad cada una de las tres papeleras para tomar la decisión de donde echaba los residuos. Con esto lo que te quiero decir es que los colores no me comunican nada. Pero también siento que es que tampoco ha habido o no me he sentido aludido por ningún proceso ni de información ni de comunicación que me instruya sobre lo que eso significa. No sé si es que hay errores en la manera como han informado o comunicado, pero lo único que tengo claro es que es bueno reciclar, que es bueno separar las basuras y que un acto de civilización es separarlas. De hecho aquí en la oficina, nosotros tenemos el programa, si tú entras a la cocina verás un afiche grande que dice que es muy bueno reciclar y aquí separamos, pero no tengo en el consciente ninguna claridad sobre a qué color debe corresponder qué.

Co-fundadora de la Corporación de Investigación e Innovación Icono. Docente en el programa de Diseño Gráfico Publicitario de la Academia Superior de Artes de Medellín.

¿Cuál es la importancia del color a la hora de transmitir un mensaje? No tomados lo suficientemente en serio el color, ni las implicaciones que tiene el color. Dentro de la comunicación, y dentro de la selección de objetos, los seres humanos en ese 100% de posibilidades que tenemos de elegir un producto, antes de decidir qué nos gusta, hay un 80% que se realiza a partir de la visión, de tus sensaciones a partir de la visión: un 40% por la forma y un 40% por el color. Y otro 20% se da a partir de tus conocimientos. Lo que quiere decir que el color tiene un alto porcentaje de influencia en las decisiones que la gente toma en su vida, y si es así, cómo se desconoce las implicaciones que tiene el color en el medio. He ido descubriendo que somos muy olímpicos en la manera como usamos el color en el País, lo que nos ha llevado a que no acertemos en la manera en la que nos comunicamos con el otro. Hay elementos fisiológicos, hay elementos químicos, físicos, elementos psíquicos que uno no puede apartar. Uno no puede pensar en el color sin pensar dónde estoy parada, qué

hacemos, que cultura tenemos, cómo es la sociedad. No puedo. No va a ver los colores de la misma manera un musulmán y un budista. Las grandes empresas no eligen los colores de sus marcas al azar. Hay grande empresas dedicadas a estudiar el color para ello. Es tanta la importancia que está comenzando, y debe, adquirir, que en Australia han creado una carrera de pregrado en diseño gráfico con énfasis en color, ¡imagínate cuatro años estudiando color! Y siento que aquí todavía no solos conscientes de esto. ¿Qué opinas del sistema actual? Se supone que eso se definió a partir de unas normas establecidas que habían. Fue algo puesto: "en el mundo se está trabajando con estos colores pongámolos acá". El gris es papeles, ¿cierto? ¿Vos con qué asocias el gris? el gris es una asociación de la muerte, de la tristeza, en nuestras culturas. Ahí me pregunto si funciona. Es que a la gente le cuesta mucho. Yo me tengo que poner a leer siempre desde arriba para poderme acordar. El beich, es que no me dice como nada. Puede ser la papelera del baño de mi casa que han usado mis abuelitas toda la vida. Si estás inmerso dentro de un contexto cultural primero tienes que empezar a generar choques, pero choques que sean posibles de aprender y de adaptar a los conocimientos que ya tienes. ¿Hasta dónde se está haciendo eso? Yo sí siento que hay problema con los colores respecto al mensaje que se quiere dar.

Comunicador Social de la Universidad Católica Popular de Risaralda. Magister en Comunicación y Creación Cultural Fundación Walter Benjamin - U. CAECE. Bs. As. Argentina. Experiencia en medios de comunicación radiales y audiovisuales, en áreas de Pre, Producción y Post producción. Docente en EAFIT de asignaturas sobre producción en medios audiovisuales.

¿Qué

importancia

tiene

el

color

a

la

hora

de

transmitir

un

mensaje?

El color es extremadamente importante. Muchos estudios han indicado la importancia del color en tanto que genera una sensación en la persona que lo está recibiendo. A partir de la percepción, el color me indica a mí algún elemento específico.

¿Qué piensa de los colores que se han asignado en la Universidad para las papeleras de reciclaje? Confieso que no me acuerdo de los colores. Recuerdo que es un gris... [mira las papeleras que tiene en frente de la oficina] Me toco mirar y vi que las tapas tenían un color distinto. Siento que es un color que no genera recordación. Inicialmente me imaginaba que era un gris y ese gris me está hablando de algo totalmente neutro, totalmente muerto, totalmente frío, sin vida, que es lo que está buscando el reciclaje, una posibilidad de jugar con todo este tema de lo orgánico y lo vital. Yo creo que ahí, si bien las tapas tienen un color distinto, hay una que es verde, la otra es gris y la otra es blanca, me parece que no son colores que están generando algo de lo que se está buscando. ¿Recuerda qué color está asignado a cada tipo de residuo? No. Me acuerdo que es blanco, verde y gris porque lo acabé de ver. El verde se asignó a los residuos ordinarios, el gris a los reciclables y el crema a los orgánicos. ¿Qué piensa de esa elección? Yo lo orgánico lo vería más verde. A mí particularmente lo orgánico me lleva más a todo ese tema de lo que tiene vida, de lo que tiene vitalidad. También por convención. Inicialmente no se me ocurre un color para los otros dos, más bien diría ¿qué propuestas ahí?, pero los que hay a hora no me parecen los más adecuados.

PhD en Ingeniería Mecánica de la Universidad de Tecnología de Compiègne, Francia, y Máster en Diseño de Productos e Innovación en la ENSAM (Ecole Nationale Supérieure d’Arts et Métiers), Paris, Francia. Su tesis de grado se enfoca en la elección de métodos para la integración de la subjetividad de los usuarios en el proceso de diseño. Es docente del Pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto de EAFIT.

¿Cuál es la importancia del color a la hora de transmitir un mensaje?

Es muy alta. Nosotros decimos en diseño industrial que el color es el elemento comunicativo más importante del producto. Tiene implicaciones en la parte semántica y desde luego emocional: los colores nos hacen cambiar la percepción de las cosas y la percepción emocional que tenemos de algo. Veía hace poco un experimento en el que se le quitaba el color a un plato de comida, y ya no era apetitoso, o se teñía la carne de azul y resultaba repulsiva. Eso demuestra que hay también un mecanismo biológico en la percepción del color. No podemos negar que tenemos 4 millones de años de evolución biológica, y en evolución el color es supremamente importante como un elemento que nos permite adaptarnos al entorno, mostrándonos peligros, y a la vez mostrándonos otro tipo de cosas a las cuales deberíamos acercarnos, como las frutas maduras, plantas de ciertos colores, etc. El color tiene entonces tres grandes funciones: una función emocional, que está muy unida a una segunda función que es estética, perceptiva, y una función semántica-simbólica. ¿Con qué criterios se define el color adecuado? Es paradójico. Como dije al principio, el color es supremamente importante en la comunicación de un objeto, y sin embargo hay muy pocos métodos para hacerlo. Es una problemática poco tratada. Lamentablemente en muchos procesos de diseño el color se define al final. Criterios debería haber muchísimos, desde el usuario mismo, desde el sistema de producción y desde toda la relación de producto con el contexto. ¿Qué piensa de los colores que se ha asignado en la Universidad para la papeleras de reciclaje? Hay algo con el reciclaje, y es que necesita un manejo político, entonces desde muy altas posiciones hay que fijar las directivas para todo ese manejo y que sea sobre todo consistente, coherente dentro del País. Entonces la definición de esos colores se debería hacer dentro de una instancia muy alta, lo que se traduciría en una mayor eficacia al momento de separación de las basuras. Generalmente lo que he visto en Colombia es que no hay mucha coherencia en los colores. El código no es nada claro, y además pienso que se han utilizado colores inadecuados en la medida en la que esos colores no orientan claramente al usuario en lo que se debería poner dentro de las papeleras. ¿Recuerda los colores que hay ahora en la Universidad? No. Lo que recuerdo es que son grises: grises, grises cálidos, grises fríos. Lo tengo en un recuerdo difuso. Sé que hay una con una tapa de color vinotinto oscuro, pero nada más.

Docente del Pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT, con énfasis en el área del diseño gráfico.

En la Universidad se han asignado tres colores para la separación de residuos ¿Recuerda cuáles son? No Se ha asignado el color gris a lo reciclable, el beich a lo orgánico y el verde a lo ordinario. ¿Qué piensa de la elección de cada uno en relación al tipo de residuo? ¿Cuál es el orgánico, el beich? [sí] Me parece que están bien, porque el orgánico lo ponen beich como algo que se puede descomponer. ¿El verde es?... [lo ordinario] ¿El verde lo ordinario?¿Y qué es lo ordinario? [lo que va a relleno sanitario. No se puede reciclar ni recuperar] Sí también está bien. ¿Y el otro es? [el gris, para lo reciclable] A mi me parece que la asignación de colores está bacana. ¿Por qué el verde para lo ordinario cree que es un buen color? Porque al menos el gris me parece bacano porque hace alusión a toda esa parte de desechables, como plásticos, como a esos colores que son para reciclar. El beich como orgánico, me parece bacano por la asociación de descomponer. Y el otro... es un color también bueno para poner eso que no es tan fuerte. ¿Qué más vas a poner en esas cosas inorgánicas? ¿No?

Comunicador y humanista. Ha sido Coordinador del Área de Comunicación Creativa de la Universidad EAFIT; Director de Producción en Impacto Naranja y Chaman Films S.A.; Director

de Publicidad y Diseño en Viva la Cultura Comunicaciones. Actualmente es consultor en Comunicación, Marketing Social Corporativo y Cambio Organizacional de la empresa Jscinteractivo.

¿Cuál es la importancia del color en los procesos de comunicación, en el desarrollo de una señalética? Hay unos colores totalmente incorporados en nuestros criterios. Hay unos colores definidos, por ejemplo, el rojo es alerta, el azul es estabilidad, es más tranquilidad, el amarillo es un color emotivo, positivo, es un color cálido. ¿Qué piensa de la asignación de colores que hay ahora en la Universidad? Pienso que no están claros. Es una definición que no parte, definitivamente, de pensar en esa teoría del color. No conozco detalles. Creo que sí es muy importante replantearlo. Eso sería una inversión que la Universidad tendría que considerar adicional. Sí sería muy positivo ese cambio. De hecho los avisos que vez en este momento de cada una de las canecas, eso es reciente, y ya hubo hay una inversión importante. ¿Qué piensa de la posibilidad de asignar unos colores diferentes? No es una decisión concienzuda la que se hace con respecto a los colores que están definidos en este momento. Definitivamente no. Me parece correcto el cambio, proponer un cambio, en el marco de la estrategia ambiental de EAFIT. Esa consciencia ambiental, lo que llamamos ahora el concepto de ecodiseño, o diseño ecológico, es algo que apenas se está empezando a incorporar a las grandes empresas, que debe expresarse desde todas las instancias productivas, y desde el diseño también.

Jefe del Pregrado de Ingeniería de Diseño de Producto. Docente de las asignaturas Historia y teoría del producto y Lenguaje del producto. Editor y fundador de la revista de diseño Disvariante, de publicación web semestral. Co-

investigador del Grupo de Arqueología del Objeto Industrial, con los investigadores Juan Diego Ramos y Luis Fernando Sierra.

¿Cuál es la importancia del color en el momento de comunicar? Como profesor de Ingeniería de Diseño de Producto, y más del área de formalización del producto, nosotros sabemos la importancia, pero si me preguntas por la importancia que el color tiene a la hora de comunicar un mensaje, incluso emociones, entendiendo que los colores también tienen que ver con códigos culturales, por ejemplo, no es lo mismo un azul oscuro aquí, que en Japón, si me preguntas por la importancia que tienen los colores, es absolutamente fundamental. ¿Qué piensa del sistema de colores que usamos ahora en la Universidad para señalizar las papeleras de reciclaje adoptado de la norma ICONTEC? Me parece muy oportuna la pregunta porque en este momento no me acuerdo de los colores que tienen. Por tanto no podría asociar un tipo de residuos a un tipo de color. Si uno quiere separar los residuos aquí en la Universidad, por lo menos yo tengo que leer, yo con el color suficiente no tengo. Ahí le ponen como una especie de iconitos, tampoco es suficiente, yo siempre tengo que leer. Yo creo que me acuerdo que colores hay, pero no sé cual está asociado a qué residuo. Sé que hay un gris cálido, hay un verde... y ya, no me acuerdo de los otros dos.

En segundo momento, para realizar una breve aproximación a la percepción que la comunidad universitaria tiene del código de colores empleado en los puntos de separación en la fuente, se realizó una encuesta a 231 estudiantes en la que se indaga por el color asignado en la Universidad para cada tipo de residuo. Se plantearon las siguientes 3 preguntas:

¿Qué color está asignado en la Universidad para las papeleras de residuos reciclables? ¿Qué color para las de residuos ordinarios? ¿Qué color para las de residuos orgánicos?

De las respuestas se obtuvieron los siguientes resultados:

Color asignado a la papelera de residuos reciclables

COLOR Verde Gris No sabe Azul Blanco Amarillo Crema Total

N° DE ESTUDIANTES 107 52 41 22 7 1 1 231

PORCENTAJE 46,32% 22,51% 17,74% 9,52% 3,03% 0,43% 0,43%

Color asignado a la papelera de residuos ordinarios

COLOR

N° DE ESTUDIANTES

Gris No sabe Verde Azul

58 57 52 45

PORCENTAJE 25,10% 24,67% 22,51% 19,48%

Amarillo Rojo Blanco Negro Café Naranja total

6 4 3 3 2 1 231

2,59% 1,73% 1,29% 1,29% 0,86% 0,43%

Color asignado a la papelera de residuos orgánicos:

COLOR No sabe Verde Azul Gris Rojo Blanco Crema o beige Amarillo Naranjado Café Morado Rosado total

N° DE ESTUDIANTES 76 42 35 35 9 8 8 7 4 3 2 2 231

PORCENTAJE 32,90% 18,18% 15,15% 15,15% 3,89% 3,46% 3,46% 3,00% 1,73% 1,29% 0,86% 0,86%

De los 231 encuestados, 41 de ellos cambiaron su respuesta.

Si bien esta no es una encuesta suficientemente representativa, sí permite ilustrar el bajo nivel de recordación que tienen los colores asignados actualmente en la población estudiantil: solo 3 de las personas encuestadas recordaba con claridad los colores asignados a los tres tipos de papeleras. Este hecho puede tener entre otras, tres causas principales: 1. No hay en el imaginario cultural de la población estudiantil una asociación clara entre los colores asignados a las papeleras y el tipo de residuo que representan. 2. No hay una diferenciación clara entre los tres tipos de colores 3. La presencia de las papeleras no ha estado acompañada de un proceso de comunicación que trate sobre los desechos que deben depositarse en cada papelera y el color con el que cada una se identifica. Sobre esta primera causa, podríamos plantear varias hipótesis: El hecho de que en la pregunta sobre el color asignado para las papeleras de residuos reciclables un 46% de la población (el porcentaje de respuesta más alto para esta pregunta) hubiera “recordado” que el color verde correspondía a la papelera para desechos reciclables, se debe a: 

Que la relación entre la palabra reciclaje y el color verde es muy estrecha, en especial, porque el símbolo que representa este proceso se representa en la mayoría de los casos de color verde.

En general el reciclaje se asume como un comportamiento ecológico, y la relación entre la palabra ecología y el color verde es indiscutible. El que en la pregunta por el color asignado a la papelera de residuos ordinarios el 25% de la población (el porcentaje de respuesta más alto para esta pregunta) hubiese pensado que el color gris era el color que correspondía a los desechos ordinarios, puede deberse al hecho de que en general, el gris se ha asociado a la imagen de basura y de contaminación, entre otros elementos, a las grandes bolsas grises y negras en la que tradicionalmente se transportan grandes cantidades de desechos mezclados. El gris predomina en las imágenes sobre lugares contaminados, en contraste con lugares de aire puro y ríos cristalinos que comúnmente se representan con colores verdes y azules. Casi el mismo porcentaje (24% de la población), dijo no recordar qué color se ha asignado para los desechos ordinarios. El 22% de la población acertó en la respuesta a esta pregunta y el restante 19% mencionó siete colores diferentes. El 97% no recordó que el crema era el color asignado para los residuos orgánicos. Esto muestra el casi inexistente nivel de recordación que genera este color. Este hecho puede deberse a que no parece haber una relación en algún sentido directa entre el color crema y los residuos orgánicos. Posiblemente un color crema con un tono marrón más oscuro podría permitir una mayor asociación por su alusión a la tierra. Por otro lado, el que en esta pregunta sobre el color asignado a las papeleras de residuos

orgánicos el 18% (segundo porcentaje de respuesta más alto, después de un 32% que dijo no recordar qué color había sido asignado a este tipo de residuos) lo haya asociado con el color verde, puede deberse a la idea de que lo orgánico es natural, y a una relación que se establece entre los desechos orgánicos y las plantas, que por defecto, y por razones obvias, siempre son asociadas al color verde. Es posible también que en algunos casos se haya establecido asociación entre este residuo y su condición de biodegradable, término que suele estar relacionado con el color verde como sucede con gran parte de las palabras construidas a partir del prefijo “bio”. En relación a la poca diferenciación entre los tipos de colores, se hace evidente al observar las papeleras que tenemos ubicadas en la Universidad. No solo porque los tres colores son colores de tonalidades frías y de baja saturación, sino porque a los orgánicos pareciera habérseles asignado un gris más claro y a los reciclables un gris más oscuro (Imagen 23). No es casualidad que la mayoría de encuestados se sorprendiera al saber que el color asignado a los residuos orgánicos fuera el crema. Es tal el grado de similitud entre los colores, que no con poca frecuencia se altera el orden de las tapas de las papeleras, tanto al interior de la Universidad, como en otros espacios en los que se hace uso de este mismo código de colores (Imagen 24). Realizar una observación más detallada de estos aspectos, así como de las posibilidades del color y su relación con nuestro imaginario, permitirá superar varias de las dificultades que limitan para efectiva separación en la fuente.

Teoría del color Dado el nivel de subjetividad que tiene consigo el tema del color, parece inconsecuente hablar de teoría del color, y aún más, hablar de significados del color. Los colores significan para alguien que los ve, en la manera y tonalidades en las que los ve, y las sensaciones que produce están directamente relacionadas con una cantidad compleja de factores personales y sociales. Se da, sin embargo, un carácter en algunos sentidos teórico a la reflexión sobre color, pues pareciera que en el fondo hay sensaciones que los colores generan en el inconsciente humano que trascienden barreras culturales y temporales, significados ligados a elementos que son comunes a la percepción humana. Así, desde Goethe hasta nuestros días, se continúa indagando por los efectos psicológicos que detona color y las sensaciones que se producen a partir de su observación. Es claro que no son teorías directamente aplicables a ningún proceso de diseño y de comunicación, pero su conocimiento puede ser útil y brindar herramientas para un uso cuidadoso del color. Éstas son algunas de las asociaciones definidas en la teoría general del color:

Significados del color Antonio Cuenca (Texto: Saber mirar)

Verde: es el color tranquilizante, de la naturaleza, del frescor, del equilibrio y la actividad. Azul: se asocia con el agua y con el cielo. Si es claro produce sensación de tranquilidad y favorece la reflexión. Es el color de la razón y de la técnica, la seguridad y la madurez. Amarillo: es la luz del sol, color alegría, estimulante y muy luminoso. Se identifica con el idealismo, con la ilusión, la libertad y la creatividad.

Georgina Ortiz (Texto: El significado de los colores)

Verde: La mayoría de los significados del verde están asociados con la naturaleza, principalmente con la primavera, con la vida y con el desarrollo de la vegetación, por eso se ha considerado apropiado para simbolizar la juventud, la lealtad, la esperanza y la promesa, así como la vida y la resurrección. Amarillo: Es el color de la luz solar del medio día. Simboliza el camino central, el curso de la acción ideal que yace entre los extremos. Debemos avanzar a lo largo de tal camino que nos conduce a la buena fortuna. Para Goethe el amarillo es un color atrayente, se encuentra en el polo positivo y significa luz, claridad fuerza, cercanía, atracción, afinidad por los ácidos. Azul: Muchos de los simbolismos y significados del azul provienen de las asociaciones con el firmamento y con el agua, por lo que hay gran semejanza en los conceptos de diversos autores. Goethe dice que el color azul, específicamente el azul oscuro, está en el extremos de uno de los polos de contraste e indica disminución, por lo cual es el color de la privación, la sombra, la oscuridad, la sensibilidad, la lejanía, la repulsión y la inquietud. Lüsher asocia el azul con la tranquilidad y la pasividad, lo perceptivo, lo unificador, la satisfacción, la ternura, lo sensible y el afecto. Gris: Mitad blanco, mitad negro, muchos autores no consideran importante el gris dentro del significado del lenguaje y del color, aunque siempre se le asocie con la vejes, y por extensión con la resignación, el saber, la pasividad, y la humildad. El gris es el color de la sobriedad, de la penitencia, de la humildad, de la piedad, de la tristeza, de la edad de los juicios maduros. En la naturaleza puede ser frío, retraído, sugerente de distancia. Para Lüscehr el gris es encerrarse en sí mismo, es ausencia de compromiso.

Johannes Pawlik (Texto: Teoría del Color)

Verde: Es el color principal de la vida vegetativa. El ser humano encuentra en el verde calma positiva y descanso. Azul: el azul es un color muy frío, pero "como color es una energía; sólo él está al lado negativo, y es, en su máxima pureza, por así decirlo, una incitante nada. Hay una visión algo contradictoria de excitación y calma" Amarillo: Es el color más próximo a la luz. En su máxima pureza, siempre lleva consigo la naturaleza de lo claro y posee una propiedad alegre, despierta, suavemente excitante

Joan Costa (Diseñar para los ojos)

El Verde: es el color más tranquilo y sedante. Evoca la vegetación, el frescor acuático y el mundo natural. Pero es el color de la calma indiferente: no transmite ni alegría ni tristeza o pasión. Cuando reverdece suscita la esperanza de una vida renovada: de aquí la asociación verde=esperanza. El Azul: es el color de la profundidad. Inmaterial y frío, suscita una predisposición favorable. La sensación de placidez que provoca es diferente de la calma o del reposo terrestre, que son propios del verde. En el azul la profundidad tiene una gravedad solemne. El Gris: es, como diría Klee, “el centro de todo”. Ocupa el espacio central entre los colores límites de la escala (blanco y negro). Pero es un centro neutro y pasivo que simboliza la indecisión y la ausencia de energía. El gris expresa una duda y una cierta melancolía. El Amarillo: es el color más luminoso, el más cálido, ardiente, expansivo. Es el color el sol, de la luz, y del oro, y como tal es violento, intenso y agudo hasta la estridencia. El marrón: es un color masculino, severo.

Es interesante ver como el color verde tiene para todos una asociación directa con la naturaleza y la vegetación, y a partir de ahí, algunos hablan de su relación con la idea de “reverdecer”, de “primavera”, de “esperanza”. Todas ellas connotan cambios futuros, el surgimiento de algo bueno que vuelve a renacer. Por su parte el gris, a pesar de ser un color poco definido en los textos sobre psicología del color, es referido en ellos como un color neutro que connota indeterminación, falta de compromiso, tranquilidad y vejez.

Podríamos definir, a manera de síntesis, cinco razones por las cuales se hace importante replantear la definición del código de colores actual adoptado en la Universidad y definido por ICONTEC: 1. El código establecido ignora tanto asociaciones frecuentes que la comunidad universitaria hace de los colores, como asociaciones que por años teorías del color han identificado en los procesos de percepción humana. 2. El código establecido no genera recordación en la comunidad universitaria. 3. El código establecido tiene un grado de contraste tonal muy bajo, lo que genera confusiones de manera frecuente. 4. Profesionales relacionados con en el tema del color en diferentes áreas consideran que el código actual no es un código pertinente. 5. El código de colores guarda una enorme contradicción en su designación del color verde para señalizar los residuos ordinarios.

Esta última es una razón fundamental. No se trata de una discusión sobre percepciones subjetivas y ambiguas de las que pueden generarse en torno al uso del color o de tantos otros elementos de carácter, en principio, estético. El uso del verde en el código del reciclaje tiene un valor enormemente mayor del que hasta ahora se le ha dado.

Esta pregunta es mucho más difícil de contestar de lo que pudiera imaginarse en un principio. Por un lado porque parece no existir la persona que pueda explicar las razones por las cuáles se definió en Colombia este color para este tipo de residuos, y por otro, porque carece en principio de una justificación razonable y pertinente. Era importante en este trabajo conocer las razones por las cuales se definió el código de colores que usamos en la Universidad, adoptado durante su proceso de certificación, y establecido en la norma Icontec para manejo de residuos sólidos. No fue posible encontrar respuesta a esta pregunta en la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín porque afirman, es un tema que se define desde el Ministerio de Medio Ambiente y ellos deben ajustarse a lo que se decida allí. Tampoco fue posible encontrar información en el Ministerio de Medio Ambiente, porque la norma que establece el código es definida por Icontec, y el Ministerio no tiene nada que ver con ello. En Icontec tampoco se logró acceder a esta información porque el código fue definido por el comité ambiental, y con el comité no pudo hablarse porque en ese el momento el comité no existía y aún no se había definido uno nuevo. Y como este intento, todos los esfuerzos por encontrar una respuesta fueron desafortunados. A pesar de no poder contar con las razones por las que se definió el código que vienen implementando de manera generalizada en el País, existen por otra parte razones por las que en este trabajo se considera esencial replantear varios aspectos en él.

El primero y el más importante de todos tiene que ver con la definición del color verde para identificar los residuos ordinarios. El verde es el color por excelencia del concepto de ecología. En su mayoría todas las piezas gráficas que aluden al tema ecológico y ambiental tienen una presencia en ocasiones exclusiva, en otras protagónica, del color verde en sus elementos constitutivos (Imagen 25). Tanto así, que objetos que en principio no parecieran tener ninguna relación directa con el verde, se presentan pigmentados o acompañados de elementos de este color con el fin de comunicar si condición de objeto ecológico en diversos sentidos (Imagen 26). Por otra parte, el “verde” se ha venido estableciendo de unos años para acá como una marca indiscutible de ecología, tanto en su uso lingüístico como en su condición de elemento visual, lo que le da un doble impacto informativo. El verde, como palabra y como color, se ha constituido en el elemento comunicativo central de campañas y piezas publicitarias en torno al tema en todo el mundo (Imagen 27), y su connotación es tan fuerte que basta escribir “verde” de manera destacada -incluso a veces aislada- para que al receptor le quede claro que se está hablando de un tema ecológico de manera contundente, es decir, que el aspecto ecológico no es anexo o complementario a lo que se está hablando, sino que “es” lo ecológico el tema central de lo que se está hablando. Si añadimos el hecho de que es una connotación que no se reduce a nuestra sociedad, sino que es una tendencia mundial que la palabra “verde” acompañe acciones, procesos, creaciones, diseños, de carácter fuertemente ecológico, parece claro que tiene la relevancia suficiente para no ser pasado por alto, y aprovechar todo su potencial comunicativo en favor de una comunicación pro-ecológica efectiva, en la que el tema del reciclaje tiene un espacio importante. No es solo un color usado de manera predominante en temas de ecología en general, sino además en el tema del reciclaje de manera específica. De ahí, que sea el color que con mayor frecuencia se emplea en el diseño de personajes y mascotas de campañas que promueven la separación, la reutilización y el reciclaje de materiales (Imagen 28); el color empleado en imágenes que hablan de consumo ecológico (Imagen 29); el color con el que se representa el concepto de huella ecológica que, entre otros mensajes, habla de la importancia del uso de materiales reciclables (Imagen 30); el color que predomina en los infográficos sobre reducción, preservación y reciclaje de residuos (Imagen 31); y el color que, precisamente, identifica con mayor frecuencia los productos ecológicos y/o cuyo empaque es reciclable (Imagen 32). En este sentido, al usar el verde como el color que identifica los desechos ordinarios, no reciclables, no ecológicos, no recuperables, se está desechando uno de los elementos comunicativos más potentes y universales con los que cuenta el concepto de ecología para llegar a los ciudadanos. El verde es una marca, consolidada, potente, vigente. Es este, un mundo de la imagen dónde las marcas mueven más comportamientos sociales de lo que pueden hacerlo otras instancias, tergiversar el concepto que transmite el verde de disminución de huella ecológica y de uso de productos reciclables, pidiéndole a la ciudadanía que deseche lo ordinario en las papeleras verdes, en realmente un sinsentido. Además de esta enorme contracción entre la información que se asocia al color verde y la que se asocia al tipo de residuos de las papeleras verdes, otra contradicción, tan fuerte como ésta, se encuentra en la relación del verde con el símbolo del reciclaje, sin duda el elemento comunicativo más fuerte con el que cuenta el reciclaje desde hace más de 40 años 12. (Imagen 33)

El símbolo del reciclaje, sobre el que se profundiza luego, tiene un poder comunicativo propio ligado a la forma e independiente del color con el que se represente. Sin embargo, por múltiples razones, se ha generalizado su uso como un símbolo verde, de nuevo, a escala mundial. Son tantas las representaciones de este símbolo con el color verde, que casi podría asumirse que es en realidad un símbolo verde que en diversas ocasiones cambia de color. Basta escribir las palabras “símbolo reciclaje” en un buscador en internet para observarlo. De la misma manera sucede con la búsqueda a partir de traducciones del término “símbolo reciclaje” a otros idiomas (Imagen 34). Sucede lo mismo en contenidos en formato impreso y en formato audiovisual. Cómo explicar entonces que el color con el que de manera universal se identifica el símbolo del reciclaje y de los objetos reciclables, corresponda a la papelera en la que se desecha precisamente lo que no lo es. ¿Cuál fue la reflexión y las conclusiones que llevaron a tal designación? ¿Fueron razones pragmáticas, conceptuales, de qué tipo? Si además pensamos en el hecho de que varias de las grandes campañas de reciclaje en el País, por no decir todas, utilizan el verde como un color predominante, y en ellas se invita a un consumo y un comportamiento ecológico, ¿es coherente la relación entre la asignación del verde a lo ordinario y la información que transmiten las campañas? ¿Por qué ser contradictorios? ¿Esta contradicción no significa caminar en contravía? (Imagen 35). No es solo paradójica la elección del verde para este tipo de residuos. Lo es también la elección del gris para identificarlos. Por un lado, es un color que suele ser asociado a la contaminación: de nuevo, basta escribir “contaminación” en cualquier buscador de internet, o buscar información en literatura sobre contaminación, para encontrar una tendencia evidente y marcada de imágenes grises, con poca saturación (Imagen 36). Por otro, es el color con el que desde años atrás se vienen fabricando contenedores, papeleras y bolsas de basura en las que se han depositado toda clase de residuos, orgánicos, ordinarios, y no ordinarios que luego de estar allí se convierten en ordinarios, todo (Imagen 37). Es un color que se asocia a los tiempos en los que no se daba mayor importancia a la separación de residuos. Cuando el tema empieza a tomar fuerza, las papeleras comienzan a ser identificadas y de ahí que el reciclaje tenga una fuerte asociación con la idea de “papeleras de colores”. El muy bajo nivel de saturación del gris es un elemento por el que objetos con este color pueden percibirse como objetos “sin color”. A esto se añade el hecho de que, al observar espacios con residuos ordinarios acumulados, rellenos sanitarios por ejemplo, suele verse un paisaje con tonalidades grises en general que, aunque salpicado por elementos de colores, ninguno llega a tener el nivel de predominancia que tiene en él el color gris (Imagen 38). Un ejercicio que puede resultar ilustrativo para percibir el contraste a nivel comunicativo que se establece entre el verde y el gris consiste en visualizar imágenes que hacen uso del verde como recurso comunicativo, y hacer su conversión a color gris. ¿Tienen la misma fuerza comunicativa? ¿Tienen la misma claridad para el receptor las imágenes en ambos colores? 12. Desde que en 1970 Gary Dean Anderson ganara el concurso de la Container Corporation of American para la elección de un símbolo que acompañaría productos reciclables, el símbolo de las tres flechas ha representado el proceso a nivel internacional, convirtiéndose en uno de los logos más reconocidos a nivel mundial.

En este mismo sentido, las frases “piensa verde” o “actúa verde” reúnen de manera implícita una vasta cantidad de información relacionada con comportamientos ecológicos. Parece tan mínima la carga de ambigüedad de ambas frases -en principio tan abstractas- que con frecuencia se usan sin mayor contexto ni mayor explicación sobre qué significa pensar verde o actuar verde. No basta usar la palabra “pensar”, acompañada del nombre de un color, y algunos elementos contextuales sobre comportamiento ecológico para que tome un significado claro. Usar la frase “Piensa gris” acompañadas de imágenes o frases sobre comportamientos ambientales correctos, podría no solo requerir mayor tiempo de interpretación, sino que podría incluso sonar contradictorio. Aquí algunos ejemplos de los efectos visuales que se generan con el uso de uno y otro color en mensajes relativos a la ecología.

La saturación es otro aspecto en el que se hace pertinente una revisión. Si consideramos la extensa escala de colores de la que se dispone para designar los diferentes tipos de residuos, ¿por qué elegir colores para los tipos de desecho genéricos “reciclables” y “orgánicos” con unos niveles de saturación bajos que hacen difícil su diferenciación? ¿Por qué no establecer una gama de tonalidades clara de manera que los colores usados en las papeleras no tiendan a la ausencia de brillo y saturación? Ya se hacía mención de como el bajo el nivel de contraste entre los colores del código para identificar las papeleras no hace extraño el intercambio y la confusión entre recipientes, tapas, bolsas y letreros de señalización en los lugares en los que se han adoptado. Definir un código con una gama tonal mucho más rica, hará mucho más simple la tarea de identificación. Finalmente, otra pregunta que queda aún sin resolver, es la pregunta por la asignación del color crema a los residuos orgánicos. ¿Cuál debe ser la asociación que realicen los ciudadanos entre el color crema y los residuos orgánicos? ¿Por qué no asignar a este tipo de residuos un color como el verde que aluda a la naturaleza, a lo orgánico, a lo biodegradable, o uno como el marrón que aluda a la tierra? Contestar estas preguntas de cara a los ciudadanos, y pensar en ellos como la fuente principal para encontrar respuestas, se hace indispensable en la tarea de lograr una comunicación entorno al reciclaje más efectiva, coherente e incluyente.

Dado que no existe claridad ni recordación de los desechos que corresponden a cada color de papelera, éstas suelen estar acompañadas de listas que informan sobre los tipos de desechos que deben depositarse en ellas. Con frecuencia este método informativo se utiliza como el principal orientador –si no el único- para la persona que deposita el desecho. Este sistema de información tiene varias debilidades significativas: Implica más tiempo y esfuerzo. El desecho de residuos suele ser un acto mecánico al que los ciudadanos no están dispuestos a dedicar más tiempo y energía del que requiere tirar un desecho a un recipiente. Hacer que al momento de desechar deban ponerse en la tarea de parar, leer, y concluir cuál es el lugar adecuado, reduce considerablemente las posibilidades de que finalmente sean desechados en el lugar correcto. Los letreros no siempre se instalan de manera adecuada. Si a lo anterior sumamos el hecho de que aún con la intensión de leer, la tarea se hace complicada e incómoda, las posibilidades se reducen aún más (Imágenes 39 y 40). Muchos de los recipientes tienen una presentación de la información defectuosa: tipografías muy pequeñas, textos que requieren agacharse para poder ser leídos; textos borrosos e incompletos, diferencias de contenido entre papeleras de un mismo color de un lugar y otro -lo que implica que lo leído en un lugar para una papelera de un color no aplica para una papelera del mismo color en otros espacios-, etc. (Imágenes 41, 42 y 43). Su presentación está supeditada a las condiciones del lugar de desecho. No todos los lugares de desecho cuentan con el espacio suficiente para adecuar letreros que sean accesibles y cómodos de leer. A su vez, no todos los responsables de los lugares disponen del tiempo, los recursos y el interés suficientes para adecuarlos de manera correcta. (Imagen 44) Acompañar las papeleras con listados de tipos de residuos puede ser útil como un complemento, como un anexo a un sistema de información mucho más simple, claro, reiterado y extendido. De ahí, que se haga énfasis de nuevo en la importancia del color como un elemento que simplifica la comunicación, y de campañas educativas que permitan a los ciudadanos irse apropiando cada vez más de la asociación entre el desecho que tienen en la mano y el color de la papelera en el que debe desecharlo.

Entre los tres tipos de signos en los que suelen clasificarse el gran conjunto de signos no verbales, el que guarda un mayor grado de abstracción y arbitrariedad es el símbolo, pues a diferencia de los íconos -signos que guardan con el objeto representado una relación de semejanza-, y los índices -signos que guardan con los objetos a los que otorgan significado una relación real-, los símbolos "no mantienen con su objeto otra relación que la establecida por una convención" (Abril, 2007). De ahí que su interpretación y efectividad comunicativa sea menos intuitiva y espontánea de lo que puede serlo la apropiación de un ícono o un índice por parte de un receptor. Toda convención es en principio una arbitrariedad, lo que no implica que lo sea siempre en la misma medida. Por el contrario, es deseable que los elementos que constituyan una convención sean lo más aprehensibles y decodificables posible. Sobre el mecanismo de control de la ambigüedad de sentido escribe Daniel Peraya (1979): La motivación (arbitrariedad relativa) aparece pues como un mecanismo de limitación de la inmotivación, o arbitrariedad absoluta. En lo que respecta al grado de arbitrariedad, éste estará siempre limitado por el sentido de las subunidades y por las modalidades del análisis sintagmático: cuanto más reconocible o transparente sea el sentido de los elementos formativos más fácil será la descomposición del término en unidades inferiores, más tenderá la motivación a su punto máximo. Esta transparencia de sentido y la generación de motivación máxima se logra minimizando el grado de complejidad y contradicción -así como aumentando el grado de referencialidad y relación- de los elementos constituyentes. De ahí que el uso de símbolos diferentes para representan un mismo concepto, cuyos elementos no solo son muy diversos -y no han sido ligados a un sentido claro de interpretación-, sino que además son contradictorios, genera un grado de inmotivación tal que puede llevar a cada uno de estos símbolos a sus niveles más bajos de efectividad en el proceso interpretativo, e incluso, anular el interés de receptores potenciales de realizar dicho proceso de decodificación. Es fundamental, en este sentido, que los símbolos que acompañan la comunicación entorno al reciclaje sean establecidos con el mayor grado de motivación posible, sobre la base del más transparente y reconocible de todos los símbolos utilizados en este campo: el símbolo mismo del reciclaje.

Dado que éste es un símbolo universal, empleado de manera generalizada y con un grado de efectividad interpretativa elevado, el símbolo de las tres flechas que se siguen unas a otras en un recorrido triangular, es sin duda el más pertinente para representar no solo al proceso de reciclaje en su sentido amplio, sino al tipo de residuos aptos para este proceso de recuperación, como efectivamente sucede. La dificultad surge a la hora de representar otro tipo de desechos, sobre todo, los desechos no reciclables y los orgánicos, pues a pesar de que los símbolos empleados en la señalización de dichos residuos tienden a partir en principio del símbolo convencional del reciclaje, parece claro que sobre el significado que tiene cada uno de los elementos que lo constituyen no hay claridad, y de ahí, que se usen de manera indiscriminada (Imágenes 45 y 46). Es común observar por ejemplo, lugares en los que se instalan papeleras que emplean símbolos para los residuos ordinarios que establecen una diferencia con el símbolo clásico del reciclaje para indicar que no son desechos reciclables, al tiempo que se emplean otras que señalizan los residuos ordinarios con el símbolo del reciclaje tal y como lo hemos reconocido por años (Imágenes 47 y 48). El símbolo del reciclaje es relativamente simple, y en sus diversas formas de representación se conservan dos características esenciales: 1. Tiene elementos lineales que forman una figura cerrada 2. En su extremo derecho todos o por lo menos uno de los elementos están acompañados de pequeñas formas que indican dirección y sugieren movimiento. A partir de allí se generan diversos diseños de símbolos que gracias a estas dos características disminuyen su grado de arbitrariedad. Si además son acompañados de algunos elementos contextuales como la hoja de una planta, un árbol, o un ícono de la tierra, la ambigüedad de los diseños que se alejan en buena medida del diseño básico tradicional, queda reducida, o incluso, es casi inexistente. Pero ¿qué significado tiene que el símbolo del reciclaje tenga una figura triangular? ¿Tiene el mismo significado cuando las líneas que lo forman no están quebradas formando aristas, sino curveadas formando una circunferencia? ¿Qué significa que estas líneas tengan forma de flecha o que sea una solo línea en forma de flecha y en recorrido circular? ¿Que sea una, sean tres o sean más de tres, tiene significados diferentes? ¿Qué información está implícita en cada uno de estos elementos? Hay una polifonía de símbolos para identificar cada tipo de residuo. Quienes han diseñado los símbolos que acompañan la información sobre los tipos de residuos, parecen haberse contestado algunas de estas preguntas de manera aislada, partiendo de concepciones personales que con frecuencia no se corresponden con las percepciones de otros diseñadores. Son símbolos cuya convención es relativa, y su grado de arbitrariedad alto dado que no parten de un consenso real y suficiente. En este sentido, surgen varias preguntas, por ejemplo, si la flecha parece ser un elemento esencial de significación, ¿Por qué al representar residuos ordinarios en unos casos se utilizan líneas con puntas de flechas, y en otros, estas puntas se omiten? ¿Cuál es el criterio o la lógica bajo la cual se decide cuándo emplear flechas y cuando no hacerlo? ¿Por qué

para representar este tipo de residuo en unas ocasiones se emplean las flechas en dirección circular, y en otras, flechas dirigiéndose hacia fuera del centro? ¿Qué significado tiene la dirección? Comenzar por contestar a conciencia estas preguntas, establecer de manera consensuada significados claros para cada uno de los elementos constitutivos de los símbolo empleados, así como hacer un uso generalizado y unificado de ellos en el diseño de piezas comunicativas, hará que la existencia y la utilización de símbolos en el proceso de información entorno al reciclaje tenga verdadero sentido.

Al igual que el color, la forma constituye una herramienta comunicativa de gran valor. La forma aplicada a los objetos potencia en ellos su capacidad de significación. En su nivel más básico, nivel denotativo, los objetos son signos cuyo significante está constituido por el cuerpo del objeto y su significado por la descripción de la forma y/o de su función. Los objetos, sin embargo, pueden tener un segundo nivel de lectura, e interpretarse no solo por la función que desempeñan sino por los valores que pueden atribuírsele y que pueden convertirlo en índice o símbolo de otro concepto diferente (Quarante, 1992). Jugar con esta capacidad potencial de comunicar y generar valores asociados de las formas aplicadas a los objetos, puede ser una estrategia pertinente para crear referentes y facilitar procesos de apropiación de los usos a los que ese objeto ha sido destinado, así como de otro conjunto de valores con los que éste puede estar relacionado. En el caso del sistema español, el diseño de los contenedores destinados a la recolección de residuos domésticos hace uso de las posibilidades de la forma tanto para delimitar el uso de los contenedores como para sugerir los tipos de residuos que deben depositarse en ellos. De esta manera, los contenedores asignados para residuos de papel y cartón han sido diseñados con un orificio horizontal, que deja claro que los residuos que se depositan allí son planos y delgados. El orificio de los contenedores destinados a vidrio y los destinados a envases, es circular, de manera que se entiende que los tipos de residuos que van allí, son en su mayoría circulares, o en todo caso, de un tamaño pequeño. Los contenedores destinados a ordinarios tienen orificios amplios, así como la posibilidad de abrir la tapa por completo lo que facilita en ellos el desecho de bolsas con residuos (Imagen 49). Si bien este sistema tienen fallas en la medida en la que hace engorroso el desecho de ciertos residuos (no todos los desechos de vidrio son circulares, así como una bolsa llena de envases tampoco lo es), tiene a su favor que saca provecho de las posibilidades que tiene el uso de las formas en el diseño para lograr ciertos usos de los objetos en los que se aplica. Pero más allá de sugerir, y a la vez condicionar el uso de los objetos, explorar las formas en su diseño es una manera de intervenir en el espacio, de crear referentes y significados. El mundo del diseño es un mundo vasto, es una profesión y un arte a la vez, y son ellos, los diseñadores, los encargados de pensar en las formas ideales con las que un objeto debe presentarse en un espacio determinado para un grupo de sujetos determinado. Pero para nosotros como observadores basta por ahora reflexionar sobre lo que el diseño de los objetos nos transmite, y de manera puntual, lo que el diseño de objetos entorno al sistema de reciclaje puede transmitir, pues todo ello hace parte activa, intencional o no, de la información y los mensajes que reciben los sujetos al intervenir en diferentes momentos del proceso.

Dar relevancia al diseño de los objetos más allá de su utilidad es un aspecto que en nuestro tiempo de proliferación de lo industrial, de la producción a gran escala que a la vez valora la exclusividad, ha tomado una fuerza enorme. Por ello, es fácil encontrar ejemplos al rededor del mundo de exploración creativa de las formas en el diseño de papeleras reciclaje (Imagen 50), así como de los espacios en los que estas se instalan. Hacer del momento de desecho una experiencia a través del uso consiente y creativo de las formas, es una herramienta sin duda potente de persuasión, y al tiempo, un recurso nemotécnico de asociación. Si añadimos a esto las inmensas posibilidades de significación que las formas (tanto físicas del objeto mismo como pictóricas en él) asociadas a múltiples elementos culturales -personajes de ficción y realidad, contenidos generacionales, etc.puede tener consigo, el uso la forma es una herramienta indispensable en el diseño de una estrategia de comunicación que busque ser impactante, integral y persuasiva.

Notas sobre un nuevo código de colores Establecer un código adecuado de colores de reciclaje para Colombia requiere un estudio juicioso de las percepciones y asociaciones que con los colores establecen los ciudadanos en las diversas regiones del País. Es un código para los ciudadanos, por ende no puede ser definido en una sala de reuniones, ni aún en un escritorio de un publicista o un académico. Debe ser definido a través de un pequeño esbozo de su imaginario, que si bien nunca podrá ser completo y correcto, por lo menos estará de algún modo sintonizado con cierto inconsciente colectivo que subyace en nuestra manera de comportarnos e interpretar los mensajes que nos llegan del medio. Tomando como referencia la breve indagación realizada en la comunidad universitaria, las observaciones hechas de los diferentes usos del color al interior de las instituciones, así como los elementos dados por la psicología en relación a los efectos del color, se presenta una propuesta de código que podría ser pertinente para su estudio al interior de la universidad, como un primer acercamiento a estudio mucho más amplio y completo de este tema. Se propone así la siguiente asignación:

Residuos ordinarios: Color gris Varios aspectos ya mencionados en este trabajo nos llevan a concluir que el gris podría ser un color adecuado para identificar los residuos ordinarios, no recuperables. Entre ellos:  El alto porcentaje de asociación de los encuestados entre el gris y los residuos ordinarios.  El uso constante del gris y el negro en imágenes referidas a la contaminación, en la literatura, la publicidad, y los contenidos ambientales en general.  El uso que de años atrás se ha hecho de papeleras y bolsas grises para depositar todos los desechos. No es gratuito que al mencionar bolsas de basura, la primera imagen que se crea es la de una bolsa de mayor tamaño color negro o color gris.

Residuos orgánicos: Color verde Razones similares nos llevan a pensar que el verde podría ser un color adecuado para identificar residuos biodegradables:  En alto porcentaje de los encuestados que asoció el verde con los residuos orgánicos.  El uso indiscutible del verde en imágenes referidas al medio ambiente, a la naturaleza, lo natural, lo reciclable, lo ecológico, etc, en la literatura, la publicidad, y los contenidos sobre el tema ambiental en general.

 La comunicación gráfica utilizada en los puntos ecológicos ha hecho con frecuencia de la manzana un ícono que identifica los residuos orgánicos. Si bien en muchas ocasiones se representa de color rojo, en muchas otras se utiliza la imagen de la manzana verde. Asociar una manzana verde con los desechos orgánicos puede constituir una herramienta útil y simple de apropiación.  El verde puede constituir un referente importante de asociación entre los residuos orgánicos y las plantas. Y de ahí, con su recuperación a través de procesos de compostaje. Pensar en los orgánicos como residuos biodegradables que se utilizarán para abonar vegetación permitirá una separación mucho más efectiva de ellos.  Es frecuente en los códigos alternativos al código Icontec, la elección del verde como el color que identifica los residuos orgánicos (Imagen 51), elección que se da a su vez en códigos fuera del País (Imagen 52).

Residuos reciclables: Color amarillo Esta asignación parecerá sin duda contradictoria. Aunque el amarillo solo fue considerado por un estudiante de los encuestados como un color que recuerda estar asignado a la papelera de residuos reciclables, y no parece tener una asociación directa con los conceptos “reciclable” y “ecológico”, se propone como una opción pertinente por varias razones:  El verde, si bien lo consideramos un color ideal para identificar este tipo de residuos por razones ya mencionadas, lo encontramos ideal también para identificar los residuos orgánicos, un tipo de residuo que requiere especial atención. De ahí, que nos inclinemos por una opción diferente para los residuos reciclables.  Hay una idea de vitalidad, de energía, de movimiento y transformación en el color amarillo que puede ser interesante conectar con el concepto de reciclaje. Los plásticos, metales, vidrios, y demás desechos recuperables, son materiales que serán fundidos, triturados, compactados, etc., para ser reintegrados a su vida útil, de manera que son materiales que no “mueren”, sino que se transforman para convertirse en material de fabricación de nuevos productos.  Una de las mayores debilidades del código actual tiene que ver con su escaso nivel de contraste entre colores fríos y cálidos. De esta manera se vuelve favorable definir un color que permita establecer un contraste claro, y con ello facilitar la diferenciación entre los diferentes colores del código.  Otros colores podrían permitir establecer este contraste. Sin embargo, utilizar colores cálidos como el rojo o en naranja se vuelve menos pertinentes si consideramos que la asociación del rojo con el peligro y la alarma es para nosotros clara, y el naranja, en el caso de Medellín, puede ser asociado con las papeleras instaladas por Empresas Varias en los espacio públicos desde años atrás, en las que no se realiza ningún tipo de clasificación de residuos.

 Dado que a ninguna papelera de la Universidad le fue asignado el color amarillo, un color que ejerce una fuerte atracción en el observador, es de suponer que hubiesen pocas probabilidades de ser mencionado en la encuesta. Su aplicación, acompañada de una estrategia comunicativa que haga de sus elementos lo más claros, sencillos y coherentes posible, permitiría tener herramientas de análisis de cara a lo que podría ser una estrategia para consolidar una cultura de reciclaje en la Ciudad. Es una apuesta arriesgada para la Universidad porque implica desconocer por un momento normas que ya han sido fijadas y que le son requeridas en su proceso de certificación. Sin embargo, si no es la universidad el espacio ideal en el que la sociedad pueda observarse y replantearse maneras de operar, ¿Cuál es?

Partiendo de las posibilidades comunicativas que tiene la forma, se propone la creación de dos tipos de papeleras: una cuya forma represente una manzana (Imágenes 53 y 54), y otra, en principio muy común de unos años para acá, cuya forma represente una pila cilíndrica similar a una pila eléctrica (Imagen 55). La primera estaría destinada al desecho de residuos orgánicos, y la segunda al desecho de pilas y baterías. La función denotativa de la papelera con forma de manzana estaría dada por su ubicación en espacios donde suelen disponerse papeleras, por estar continua a dos papeleras de tamaño similar, por el material con el que sería fabricada (el mismo acero inoxidable de las papeleras que la acompañan) y por el amplio orificio superior que sugiere su cualidad de contenedor (Imagen 56). A nivel connotativo, esta papelera por un lado crea un referente entre su forma y el tipo de desecho que debe ser depositado en ella, y por otro, al ser verde -por lo menos una parte de ella- permitirá que quienes habitan en el campus vayan estableciendo una relación entre este color y los residuos orgánicos. Por supuesto, es un aspecto que tendría sentido en el caso en el verde llegara a definirse como el color adoptado para los residuos orgánicos en la Universidad. Se eligió una manzana por ser una forma que con frecuencia ilustra las imágenes que acompañan las papeleras de residuos orgánicos -tanto a nivel nacional como internacional-, por la fuerte atracción que la figura de la manzana ha generado desde siglos atrás (Imagen 57). Por su parte, el nivel denotativo de la papelera para residuos de pilas y baterías, se hace encuentra en su forma de contenedor al que se haría referencia en el texto que la acompaña, y su nivel connotativo se evidencia en el carácter icónico de la papelera respecto a los residuos que deben depositarse en ella. La diferencia entre ésta y otras papeleras instaladas con la misma forma y con el mismo fin en varios espacios de la Ciudad, se da en su tamaño y ubicación. Se toma como referencia las papeleras creadas a partir de buzones de sugerencias en la Universidad Nacional de Bogotá (Imagen 58). Es interesante el caso de la UNAL porque allí se da un doble caso de reciclaje que ha tenido un resultado exitoso. En el área de Sistema de Gestión Ambiental se decide adaptar un conjunto de buzones de sugerencia archivados, para la recolección de pilas y baterías que luego serían usados en diversos proyectos de investigación, y los instalan en diferentes bloques, cerca a la entrada de oficinas y salones de clase. La proximidad de estos buzones a los lugares donde se generan los desechos de baterías, permitió que se recogieran más residuos de este tipo de lo que se había logrado con la instalación de papeleras externas. La idea así, es la intalación de papeleras de este tipo en oficinas y algunos bloques de la Universidad, que, guardando proporciones similares a las de un buzón de sugerencias, permite con su forma la representación de una pila doble A.

Encuesta de diferencial semántico para propuesta de papelera orgánica A partir de las imágenes (53 y 54) se realizó una encuesta de diferencial semántico a tres grupos de la comunidad universitaria: un grupo de docentes, un grupo de empleados y un grupo de estudiantes. Se obtuvieron los siguientes resultados:

Empleados Estudiantes

Confuso Útil Bonito Llamativo Anticuado Vulgar Fácil Natural Cómodo Suficiente Aparatoso Lógico Trivial Armónico Atractivo

2,3 -2,5 -2,6 -2,8 2,7 2 -2 -1,5 -2,1 -2,1 1,4 -2,5 2,7 -2,4 -2,4

2 -1,4 -1,7 -1,7 1,7 1,6 -1,7 -1,3 -1,5 -1,2 0,1 -2,1 0 -1,5 -2,1

Docentes

2,2 -1,8 -2,7 -2,8 2,6 2,3 -1,3 -1,6 -2 -0,8 1,5 -1,8 2,3 -2,3 -2,7

Claro Inútil Feo Neutro Moderno Elegante Difícil Artificial Incómodo Insuficiente Discreto Ilógico Importante Disonante Indiferente

Valores positivos califican adjetivos de la columna derecha Valores negativos califican adjetivos de la columna izquierda

Las reflexiones planteadas en este trabajo sobre elementos que fortalecerían una cultura del reciclaje al interior de la Universidad, son realizadas con una mirada centrada en aspectos comunicativos. Es fundamental una etapa posterior en la que estos planteamientos sean confrontados y complementados por miradas de profesionales de diversas disciplinas. Este documento se acompaña de los archivos de audio con los que fueron registradas las respuestas a las diferentes encuestas. Estos podrían ser usados como material de información para otros procesos de análisis y campañas de difusión. Es difícil saber cuáles son las acciones adecuadas y hacia dónde tenderán las respuestas de los ciudadanos, por lo que es claro, muchos de los supuestos planteados aquí serán erróneos. Cada uno de los elementos propuestos requiere de un proceso mínimo de implementación y observación para tener algún grado de validez. Como es mencionado al inicio de este trabajo, percibimos la Universidad como un espacio ideal en el cual llevar algunas de estas acciones a cabo y analizar su evolución.

Abril, Gustavo (2007). Análisis crítico de textos visuales. Editorial Síntesis. Madrid. Ambrose, Harris (2006). Color. Grupo editorial Norma S.A. Singapur. Carantoni, Enrico; Peraya, Daniel (1979). Elementos de semiótica general. Editorial Gustavo Gilli. Barcelona. Costa, Joan, (2003). Señalética corporativa. Grupo Editorial Design. Bolivia Costa, Joan, (2007). Diseñar para los ojos. Costa Punto Com Editor. Barcelona. Cuenca. Antonio (1997). Saber mirar. En: Colección Aula Nueva N°9, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, pp. 134. Escobar, Arturo (1993). El desarrollo sostenible: diálogo de discursos. Trabajo presentado para la universidad Complutense de Madrid. Mera, Alberto (2003) Apuntes para una reflexión tendiente al fortalecimiento de una cultura ambiental en Colombia. Umbral Científico, N° 2. Bogotá. Pág. 6. Pardo Kuklinski, Hugo (2010) Geekonomía. Un radar para la producción en el postdigitalismo. Colección Transmedia siglo XXI. Ed: Publicaciones universidad de Barcelona. Barcelona. Ortiz, Georgina (1992). El significado de los colores. Ed. Trillas. México. Pawlik, Johannes. Teoría del color. Rivera, Diana (2010). El color es todo y es nada. En: CAMBIO. VOL 031. N° 356. (28 de mayo). Bogotá, pp. 100 -101. Quarante, Danielle (1992). Diseño Industrial 1, Elementos introductorios. España: CAC. Pag 265-277

Digitales Las Ciencias Ambientales: una nueva área de conocimiento. Red Colombiana de Formación Ambiental. Pág 19. Disponible en: http://www.congresodecienciasambientales.com/ Fundamentación y antecedentes. Congreso de Ciencias Ambientales (2011). En:http://www.congresodecienciasambientales.com/inicio_archivos/Fundamentacion%20y %20antecedentes.pdf

:::::::::::::::::::::::::::::::

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.