COMUNICACIÓN DIGITAL:¿UNA AMENAZA AL ACTO DE SER PERSONA?

June 24, 2017 | Autor: S. Pérez Oyarzún | Categoría: Comunicacion Social, Comunicacion, Filosofía, Inmanencia, Intimidad
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Descripción

COMUNICACIÓN DIGITAL:¿UNA AMENAZA AL ACTO DE SER PERSONA? ____________________________________________

Sebastián Pérez-Oyarzún Universidad de Los Andes, Santiago de Chile. 2015

RESUMEN La intimidad es la primera inmanencia en la persona, pues le confiere el máximo grado de vida. Sin embargo, la intimidad está en crisis tras la aparición de la comunicación digital: Los servicios que facilitan la producción, transmisión y recepción de contenido elaborado por los propios usuarios son ricos en exhibicionismo. Caracterizamos los antecedentes y exploramos las consecuencias que tiene para el acto de ser persona la crisis de intimidad en la comunicación digital. Finalmente, proponemos una manera de abordar la coyuntura. En el recorrido, aclaramos los conceptos de inmanencia, persona, intimidad, comunicación, exhibicionismo y dignidad.

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I. INTIMIDAD: GRADO MÁXIMO DE VIDA La característica fundamental de los vivientes es que los acontecimientos que experimentan les "quedan dentro", permitiéndoles independencia de factores extrínsecos y, por tanto, un mayor nivel de auto-realización. La característica fundamental de los vivientes es la inmanencia, palabra cuyo origen latín manere in (in-manere) significa "permanecer en". Inmanencia es un término relativo, pues señala aquello que está y aquello en que está. Quilmes [2011:397-400] explica que esa relación abre modos de inmanencia: 1. Inmanencia estricta (absoluta): Aquello que es inmanente está totalmente dentro de aquello a que es inmanente y no hay relación con el exterior. Todo comienza, se desarrolla y se cumple en la pura interioridad. 2. Inmanencia abierta (mitigada): Lo inmanente tiene alguna relación a lo exterior. Pasivamente se habla de capacidad inmanente, como punto de inserción de lo que viene del exterior. Activamente, de principio inmanente como punto de partida hacia lo externo. 3. Negación de toda inmanencia (exterioridad pura): Negación de la carencia de un punto de partida hacia el exterior o de inserción de lo exterior. El segundo modo, inmanencia abierta, implica la recepción y permanencia de lo que viene del exterior. Esto es propio de los seres vivos, en cuanto la inmanencia básica del viviente es la alimentación: El nutriente penetra y permanece. El conjunto de los seres vivos constituye pues, un sistema jerárquico. La vida es una realidad analógica participante en diversos grados [Arregui y Choza, 2002:63]. A medida que el viviente tiene la capacidad de realizar operaciones inmanentes más complejas, aumenta su independencia de los factores extrínsecos. Así, los grados de inmanencia constituyen grados de vida. Arregui y Choza [2002:65-72] describen tres grados de vida: 1. Vida vegetativa: Vivientes que cumplen las funciones vitales inmanentes mínimas que son la nutrición, el crecimiento y la reproducción. La nutrición es la más elemental de las operaciones inmanentes puesto que consiste en asimilar en el sí mismo corporal sustancias que antes eran externas. 2. Vida sensitiva: Los animales dotados de sensibilidad tienen un grado de intimidad mucho mayor que los vegetales, pues saben algo de sí y de la realidad. Tienen también una interioridad consciente o intimidad subjetiva. 3. Vida intelectiva: El tercer grado de vida corresponde a aquellos seres que están dotados de intelecto. En ellos se puede hablar de subjetividad con mayor propiedad y de autoconciencia, porque la intimidad objetiva es acogida en el conocimiento y éste se hace cargo de aquella. En el orden expuesto, la vida intelectiva se eleva como la de mayor inmanencia dentro de los grados de vida y con ella, la persona humana se eleva sobre otros vivientes. La persona es sustancia individual de naturaleza racional, según la definición acuñada por Boecio [Forment, 1983:15]. La individualidad racional se manifiesta en el acto de ser persona: Ser "quién" se es y no otro. El acto de ser persona es propio y nos distingue. La persona toma conciencia mediante la razón de su individualidad y manifiesta la posibilidad de volver sobre sí, constituyendo el único ser en la tierra con el privilegio de aislarse por completo del mundo exterior, reconocerse como algo distinto y permanecer dentro de sí.

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Quilmes [2011:401-402] describe las características inmanentes de la persona: 1. Permanece dentro de sí: Esta primera inmanencia es precisamente la base de la personalidad humana. Sólo por este hecho posee la inmanencia en la personalidad humana, una especie de prioridad fundamental y radical. 2. Libertad: A partir de la inmanente capacidad de introspección, emerge la segunda característica esencial de la persona humana. Su inmanente libertad, entendida no sólo como la toma de posesión del yo, sino como la toma de posesión del ser y su destino. 3. Subjetividad: De estas dos características fundamentales de la persona humana, su capacidad de permanecer dentro de sí y su libertad inmanente, brota la subjetividad. El espacio interior donde yo soy el único dueño. 4. La Subjetividad de "lo otro": El yo tiende naturalmente a considerarse el centro del universo. Así como en cualquier punto de la tierra en que nos situamos nuestra posición nos da el centro de todo el horizonte abarcado por nuestra vista, así también en toda nuestra actividad psicológica tendemos a considerarnos el centro de lo que esta en torno al yo Hasta el momento hemos visto que los animales realizan operaciones más inmanentes que las plantas y el hombre realiza operaciones más inmanentes que los animales. El hombre que es persona, tras descubrirse mediante el intelecto, permanece dentro de sí y se eleva sobre otros vivientes incapaces de tal inmanencia. Particularmente, el hombre puede recorrer su extenso interior y tomar posesión de su intimidad desde la subjetividad soberana. Ya que ningún otro ser es capaz de tal inmanencia: La intimidad es el máximo grado de inmanencia [Yepes, 2003:62]. Intimidad proviene del latín intus, "dentro". Es considerada la zona abstracta que la persona reserva para un grupo acotado y en el que guarda actos y sentimientos. Intimidad significa mundo interior, santuario de lo humano, lugar donde sólo puede entrar uno mismo [Yepes, 2003:64]. Según Laín [1985], intimidad implica: 1. Un recinto: Como el más secreto y escondido recinto de nuestra vida anímica. 2. Un surtidor: Punto central y profundo de nuestra conciencia y subconciencia del cual brotan nuestras acciones más personales. 3. Fuero interno: O ámbito de la acción en el cual el hombre es verdaderamente libre y por tanto últimamente responsable. 4. Modo de ser: De los actos psicoorgánicos en el cual y con el cual mi vida se me hace real y verdaderamente propia. Toda vez que la intimidad es el grado máximo de inmanencia y que los grados de inmanencia son grados de vida, la intimidad confiere a la persona el máximo grado de vida. Finalmente, consignamos que la persona no puede renunciar a su intimidad ya que la intimidad en último término es la persona misma [Castilla, 2009]. Además, porque cuando se anula la inmanencia de la persona humana, se anula el yo [Quilmes, 2011:403]. Sin embargo, como veremos a continuación, la persona puede abandonarla.

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II. COMUNICACION DIGITAL: ABANDONO DE LA INTIMIDAD La liviandad con que se emplea el concepto "comunicación" deteriora sus márgenes. La sociedad que se jacta de la extensa red de información que la sustenta, olvida a menudo que comunicación deriva del latín communicare, "compartir", "poner en común". Si bien el origen de la palabra está en "el acto de compartir", las siete principales tradiciones teóricas descritas en Martin [2009;165] entienden la comunicación de manera disímil, definen la comunicación bajo sus términos y estudian los problemas de su campo según vemos a continuación: 1. Retórica: Como arte práctico del discurso. Exigencia social que requiere deliberación y juicios colectivos. 2. Semiótica: Como mediación intersubjetiva por signos. Mala comprensión o brecha entre puntos de vista subjetivos. 3. Fenomenológica: Como experiencia del otro; diálogo. Ausencia de, o fallo para mantener, auténtica relación humana. 4. Cibernética: Como procesamiento de la información. Ruido; sobre carga; infracarga; disfunción o fallo de un sistema. 5. Sociopsicológica: Como expresión, interacción e influencia. Situación que requiere manipulación de las causas del comportamiento para alcanzar resultados específicos. 6. Sociocultural: Como (re)producción del orden social. Conflicto; alienación; mala alineación; fallo de coordinación. 7. Crítica: Como reflexión discursiva. Ideología hegemónica; situación de habla sistemáticamente distorsionada. En la necesidad de manejar un concepto unívoco en nuestra investigación, ponemos el foco en la tradición fenomenológica que considera la comunicación como diálogo o experiencia del otro y cultiva las prácticas que sostienen relaciones auténticas. Si bien este concepto está en nuestra perspectiva, supera lo que intentamos alcanzar: En la comunicación digital no siempre hay un otro, aunque eso parezca absurdo (como sencilla traducción de ab-surdus, "sordo respecto del otro"). Por ello, debemos adentrarnos en la tradición cibernética cuyos modelos son ampliamente estudiados en las escuelas de comunicación. El éxito de los modelos cibernéticos en todos los ámbitos del saber es justamente su flexibilidad y versatilidad [Martin, 2009:161]. De hecho, una extensión del modelo de David Berlo que explica la comunicación como el procesamiento de información a través de una fuente de comunicación, encodificador, mensaje, canal, decodificador y receptor de la comunicación [Berlo, 1969:19], nos permite definir la comunicación digital como "compartir contenido mediante código binario a través de una red de información". Caben dentro de nuestra definición de comunicación digital los distintos modelos de servicio autodenominados "redes sociales", que apelan a la eliminación de barreras de producción, transmisión y recepción de contenido elaborado por los propios usuarios. La eliminación de barreras se traduce en una red de información repleta de datos que pertenecen a la intimidad de la persona. La "nube" almacena gran cantidad de información de los ciudadanos: vídeos, fotos y textos. Con frecuencia hemos perdido la pista de esos contenidos, pero están allí y pueden reaparecer en cualquier momento [Pérez-Latre, 2011].

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En cambio, compartir -término que define la comunicación- implica dar parte de lo que se tiene para que otra persona lo pueda disfrutar conjuntamente. Dar no es sólo dejar algo abandonado, pues alguien tiene que quedarse con lo que damos. Si no, no hay dar; sólo dejar [Yepes, 2003:63]. Por eso, creemos que dejar la intimidad en un servicio de comunicación digital es abandonarla. Por abandonar nuestra intimidad padecemos una crisis, entendida como coyuntura de cambio: El abandono de la intimidad genera tales efectos adversos, que obligadamente estamos llamados a impulsar modificaciones en nuestra conducta. Bien sabido es que vivimos extravertidos en lo de fuera, fugándonos de nuestro yo auténtico y aturdiéndonos con el vocerío de los instrumentos de disipación. Aunque tengamos más información que en otras épocas, hay una creciente indiferencia crítica [Basave, 1978:143]. Además, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad es expuesta públicamente y lo privado se hace público [Han, 2014:14]. Pero por sobre todas las cosas, el abandono de la intimidad supone una amenaza al acto de ser persona, toda vez que la persona se reconoce reducida en la operación inmanente que le confiere el máximo grado de vida y se confunde con grados de vida inferior. Esto es la cosificación del hombre. El ser humano, que es persona, se presenta a sí mismo como cosa [Castilla, 2009] y quienes se sienten atraídos por el exhibicionismo se cosifican también, lo que termina por estropear las relaciones humanas.

III. PUDOR: PROTECTOR DE LA INTIMIDAD La comunicación digital es rica en exhibicionismo. Palabra cuyo origen está en el latín exhibere, "mostrar". El exhibicionismo apunta a la intimidad que se muestra de forma compulsiva, desordenada, se "desparrama". Es opuesto a lo ab-soluto, entendido como la autarquía de lo que "reposa en sí mismo". Melendo [2001:20-23] considera que el hombre "ab-soluto" reposa en sí mismo: 1. Desligado de la materia: Por no depender intrínseca y substancialmente de la materia, no se ve afectado por la minoración ontológica que ésta inflige a lo estricta y exclusivamente corpóreo. 2. Desligado de la propia especie: Por la independencia axiológica frente a todos y cada uno de los componentes de su misma especie, goza de un sentido propio al margen de ella. 3. Se revela como un fin terminal: O como una meta en sí misma. La persona manifiesta una conducta exhibicionista en la comunicación digital. Desparrama su intimidad en las redes sociales, se muestra compulsivamente y crea perfiles que intentan ser una versión mejorada de sí: En un proceso no exento de problemas, que le da la oportunidad de tener una audiencia global de "amigos" y seguidores [Pérez-Latre, 2011]. En el fondo, busca una exterioridad que apoye su inmadura autoestima y percepción de sí. Si consideramos que la dignidad apunta a la autarquía de lo que se eleva al asentarse en sí, de lo que no se "desparrama" para buscar apoyo en exterioridades inconsistentes, entendemos que el actuar de la persona en la comunicación digital se opone a su dignidad.

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Aunque consignamos (al igual que lo hicimos con la intimidad) que la dignidad no se encuentra determinada por el buen o mal uso (es innata e indivisible) ya que la fuente última de la dignidad del hombre es su condición de persona [Yepes, 2003: 61]. De todas formas, Ferrer [1994:903] acentúa que el hombre está obligado a mantener la altura de su dignidad. Obligación que se traduce en el respeto a normas que fortalecen los hábitos que lo acercan a la felicidad. En el caso del resguardo de la intimidad, la virtud específica llamada a su protección es el pudor. Porque lo íntimo es tan central al hombre que hay un sentimiento natural que lo protege [Yepes, 2003:64]. Subrayamos entonces la importancia del pudor, no sólo en el resguardo de la intimidad, sino en la protección de ser persona: El exhibicionismo es una amenaza para el acto de ser persona. Ya que la comunicación digital es rica en exhibicionismo, concluimos que la comunicación digital es una amenaza al acto de ser persona.

IV. CONSIDERACIONES FINALES Poseedora de intimidad, la persona goza de un lugar privilegiado entre los vivientes. Puede tomar conciencia, ensimismarse y desligarse de la materia, de la propia especie y finalmente, volverse un fin terminal. La intimidad, por ser el máximo grado de inmanencia, confiere el máximo grado de vida. En una sociedad extravertida, con avances tecnológicos que facilitan la producción, transmisión y recepción de contenido elaborado por los propios usuarios, la persona abandona su intimidad en los servicios de comunicación digital ricos en exhibicionismo, para reafirmar su identidad, sentirse parte de la propia especie y en último caso, alimentar su poco desarrollada autoestima. El abandono de la intimidad supone una amenaza al acto de ser persona, toda vez que la persona se reconoce reducida en la operación inmanente que la caracteriza y se confunde con grados de vida inferior. La persona actúa en oposición a su dignidad en la comunicación digital. La dignidad de la persona implica ser capaz de apoyarse en nada excepto su propia intimidad. En cambio, en la comunicación digital, la intimidad se desparrama y la persona encuentra apoyo en factores extrínsecos. El exhibicionismo es una amenaza al acto de ser persona tanto para quien se muestra como para quienes son atraídos. Hoy más que ayer, el pudor toma suprema relevancia como virtud protectora de la intimidad: Cuidándola y no abandonándola, podremos finalmente compartirla o donarla.

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BIBLIOGRAFÍA Arregui, Jorge y Choza, Jacinto 2002. Filosofía del hombre. Una antropología de la intimidad. Madrid: Ediciones Rialp. Basave, Agustín 1978. Filosofía del hombre. México: Espasa-Calpe. Berlo, David 1969. El proceso de la comunicación. Buenos Aires: El Ateneo. Castilla, Blanca 2009. Antropología de la elegancia. Salamanca: Arvo Comunicación. Ferrer, Joaquín 1994. Fundamento ontológico de la persona. Inmanencia y trascendencia. Anuario filosófico 27. Navarra: Universidad de Navarra. Forment, Edualdo 1983. Ser y persona. Barcelona: Edicions Universitat Barcelona. Laín, Pedro 1985. La intimidad del Hombre. Homenaje a José Antonio Maravall, 377-392. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. Martin, Manuel 2009. La comunicación como objeto de estudio de la teoría de la comunicación. Analisi, num.38: 151-172. Melendo, Tomás 2001. Las dimensiones de la persona humana. Madrid: Ediciones Palabra. Pérez-Latre, Francisco Javier 2011. Paradojas de la comunicación digital. Madrid: Aceprensa. Quilmes, Ismael 2011. Personalidad humana: Inmanencia y transcendencia. Ideas y Valores, vol.2, num.6: 393-413. Han, Byung-Chul 2014. En el enjambre. Barcelona: Herder. Yepes, Ricardo 2003. Fundamentos de antropología. Navarra: Ediciones Universidad de Navarra.

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