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COMPLEJO DE EQUIPOS Por: Alfredo Gutiérrez Borrero
[email protected] Columna revista proyectodiseño (PD) No. 74, agosto de 2011 Páginas 100-101 Versión impresa (página 3 de este PDF en adelante) Obras completas en: https://utadeo.academia.edu/AlfredoGuti%C3%A9rrez
Imaginemos un barco: artefacto cóncavo. De madera. Casco impermeable calafateado con musgo y brea, para darle flotabilidad. Rostro de dragón tallado en su quilla: madero largo de popa a proa que soporta la estructura de longitudinales tablones curvados superpuestos con refuerzos perpendiculares para estabilizar su armazón. De remos. Vela rudimentaria. Drakkar vikingo. 30 tripulantes. 18 metros de eslora, o largo de la roda (parte delantera, o proa de la quilla) hasta el codaste (parte trasera, o popa). Manga o anchura: 3 metros. Calado o profundidad sumergida al navegar: 60 centímetros. A babor (izquierda, vista de popa a proa) y a estribor (derecha) filas de escudos adosadas para protección de los remeros. Un barco pues. Los barcos son metáfora de los equipos. Los equipos metáfora de los barcos. La palabra castellana ‘equipo’ deriva del francés equipe que procede de las actividades de navegación del Medievo. Équiper traduce ‘embarcar’, y por extensión “dotar un navío con lo necesario para dejar puerto”. Los franceses, de la tribu germánica de los francos, tomaron el vocablo de sus primos germanos para quienes skip era barco. De ahí, los respectivos vocablos alemán e inglés para ‘barco’: schiff y ship. Las palabras guardan huellas morfológicas. Ahora a explicar: éste procede del latín explicare de ex (sacar) y plicare (hacer pliegues). Explicar es desplegar: extraer de entre pliegues; tal como complicar es envolver en pliegues (más morfología bajo las palabras). Tendríamos así diseñadores que explican (amantes de la caja blanca white box, o glass box, en inglés) haciendo que las estructuras internas de su hacer, desde objetos hasta discursos, sean evidentes; y otros diseñadores que complican (afectos de la caja negra, o black box) caracterizados por proyectar artefactos con estructuras internas ocultas. Que hagan cajas blancas o negras me da igual, desde que las diseñen abiertas y manipulables (open manipulable box), susceptibles de ser apropiadas, comprendidas y rediseñadas por toda persona que las use. Sacar de la caja es explicar, meter en ella complicar. O implicar. Si comparamos al corazón con una caja, habría metafóricos diseñadores de sístole explicativa (sangre eyectada) y de diástole ‘complicativa’ (sangre inyectada). Todos necesarios para que la creatividad circule. La explicación está ligada a lo complejo. Llena de pliegues. Comenta el diseñador filósofo. Keith Russell, que pliegue viene de ‘plexo’ referido a trenzar y a entrelazar. La diferencia entre el tejido, del cual surge la palabra ‘texto’, y la cestería o el trenzado (plaiting), de donde deriva ‘plexo’, la da el entrelazamiento. En el trenzado, las fibras experimentan y expresan tensiones en diferentes puntos, tanto que sin colores distintivos, es preciso seguir todos sus recorridos para distinguir la partida o llegada de cada una. Nuestra necesidad de patrones textuales comprensibles nos empuja a buscar consistencia, regularidad, simplicidad, formalidad, secuencia, consecuencia, dirección, orden, desarrollo, coherencia, firmeza y propósito, etc. Así, afirma Russell, simplificamos los problemas viéndolos como textos o tejidos susceptibles de análisis o lectura. Pero hay algunos, cuyos patrones compositivos son esquivos, perplejos, complejos, de trenzado irregular, de lecturas múltiples, y sin claridad, fijeza u órdenes visibles (¿dónde empieza y termina una hebra?). La conformación de equipos humanos es ¡EL PROBLEMA! Hay demasiados diseñadores solitarios y temerosos o recelosos del grupo. Muchos hablan del diseño como si éste fuera una persona con intenciones claras (curiosamente similares a sus propósitos personales) y del diseñador como si sólo hubiera uno (varón, sexualmente hablando). Si entiendo el legado de Sigmund Freud, complejo de Edipo es aquel deseo infantil inconsciente de preservar correspondencia sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y suprimir al del mismo sexo (parricidio); así llamado en evocación del legendario rey de la ciudad doria de Tebas, Edipo, hijo de
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Layo y Yocasta, quien ignorándolo, asesinó a su padre y desposó a su madre en un marco trágico. Ahora, imaginemos una multitud de personas comunes. Son los “Equipos del país de Pregúntame y Compruebas”. Gente variada (en edad, sexo, etnia, clase, ocupación, religión, profesión, etc.) implicada en llevar a buen fin los proyectos de diseño. Estos ‘Equipos’ se reunieron con los diseñadores para sugerirles compartir responsabilidad y crédito al desarrollar proyectos participativos conversados (con los diseñadores como expertos relevantes con opinión calificada atentos a las demás voces, sin hablar por ellas). Los diseñadores aceptaron y dejaron que sus propuestas viajaran libres en la charla vivencial colectiva. Esto originó una humana comedia. Y el Complejo de Equipos: un anhelo consciente de eliminar la supremacía profesional dada por títulos, chequeras, premios, experiencia, calvas o canas, para establecer una conversación (diálogo) simétrica con todas las personas implicadas en los procesos de diseño impugnando las jerarquías (“jerarquicidio” simbólico) que aniquilan la creatividad. El poder ya no es del diseñador solitario experto sobre la gente ignorante, sino de personas diseñadoras partícipes de comunidades humanas dialógicas. Para mí, mucha invención muere entre formas jerárquicas de organización, líneas autoritarias, rígidas estructuras de mando o explicación única cuyas lógicas reducen todo a funciones de partes obedientes a un todo que dicta qué debe hacer quién para preservar qué. La división jerárquica, entre diseñadores alfa y usuarios beta, aprisiona la creatividad y niega las fluctuaciones entre perspectivas y competencias vitales para las profesiones del diseño. Con Nancy Russo y Erik Stolterman desconfío de los métodos de diseño: el loable propósito de establecer certitud y control en los procesos impone la predictibilidad. Paradójicamente pues en el diseño lo más deseable es la creatividad: la habilidad para producir lo inesperado. Un proceso de diseño predecible, ya no es de diseño. Es técnica de construcción. Pero hay esperanza. Entre muchas voces que conversan en equipos, horizontales y circulares, prosperarán la polifonía y el valioso desorden para navegar el mar de las novedades. ¿Embarcamos? Necesitamos “Complejo de Equipos”. Acomplejémonos.
