Compendio de autores sobre la evolución de la significación del concepto de raza.

June 19, 2017 | Autor: V. Bermúdez Vázquez | Categoría: Race and Racism, Antropología Social, Etnicidad, Ensayo
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Descripción



El presente ensayo ha sido desarrollado para la asignatura Antropología de la Diferenciación y de la Estratificación Social del Grado de Antropología Social de la Universidad de Granada. Curso 2014-15. Contacto: [email protected]

La palabra raza emerge en el siglo XVI en Inglaterra del término italiano razza y del francés race: se refería a un grupo de personas, plantas o animales conectados entre sí por un descendiente u origen en común. El concepto pronto se convierte en un importante factor organizador para los ingleses, los cuales reclamaban la superioridad de las personas dependiendo de los lazos de sangre.
El objetivo de desarrollar estas aportaciones pseudocientíficas podrían haber sido generadas en parte por la necesidad de los colonizadores de reducir su culpa y resolver las contradicciones evidentes que se producían en una nueva y creciente sociedad que se enorgullecía por la libertad y la democracia cuando ellas mismas relegaban a ciertos grupos a condiciones infrahumanas carentes de libertad.
Aunque antes de este momento los humanos se distinguían entre sí de diferentes maneras, estas distinciones se basaban en clasificaciones como tribus, clanes, etnias o diferencias nacionales que dependían del lugar de residencia/territorio o por compartir sistemas de creencias semejantes, y no por características innatas o géneticas.

La raza está particularmente caracterizada por similitudes físicas como el color de la piel, características faciales o la textura del pelo. Aunque las características físicas constituyen una parte del concepto de raza, esta es una distinción más social que biológica. La raza está particularmente caracterizada por similitudes sociales generales como la historia compartida, lenguaje y tradiciones. La raza está caracterizada por la formación de distintos grupos sociales en una sociedad que se auto-identifican como tales.

EVOLUCIÓN DE LA SIGNIFICACIÓN DEL CONCEPTO DE RAZA
Virginia Bermúdez Vázquez
Universidad de Granada
PRESENTACIÓN.
El objetivo del siguiente ensayo no radica únicamente en analizar el significado del concepto de raza, sino ver cómo este significado, tanto en su origen como en la actualidad, se ha construido en un contexto determinado que lo ha influenciando decisivamente.
A partir del siglo XVIII y en adelante, nos encontramos con cambios en la sociedad que provocarán que la noción de raza explique la vida y la historia de las personas; mientras que es a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando los científicos se introducen en un debate acerca de la existencia o la no existencia de las razas. Este factor será el desencadenante de que en la actualidad la concepción de la raza no se utilice en la producción científica, pero sí sigue permanente en la sociedad. ¿Por qué? Esto se debe a que la raza va acompañada del racismo y este sigue patente hoy en día, representado sobre todo en la figura de la inmigración.
ORIGEN DE LA NOCIÓN DE RAZA.
El origen de la noción de raza y su uso se manifiesta en la sociedad entre los siglos XVI y XVII, apareciendo esporádicamente en la Biblia o en la Edad Media. A partir de estos siglos y con el desarrollo progresivo de la colonización, la Ilustración, los avances científicos y técnicos y el surgimiento de las numerosas ciencias sociales, el concepto de raza se convierte en la principal base de toda explicación de la historia y de la vida social de las personas. Nos encontramos en un contexto donde el discurso científico acerca de la raza, será la justificación de la colonización y el trato de las personas en grupos inferiores dominadas por grupos superiores. Todo ello influido por la necesidad de conocimiento del ser humano y del 'otro'.
Contexto en el que surge y significado.
Alegret (1993) afirma que cuando se utiliza por vez primera el término raza en español o en catalán, se toma el origen etimológico de la palabra de la forma semiculta latina ratio "-onis", que significa 'cálculo/cuenta' en el sentido de referirse a un modelo o especie. Seguidamente el castellano recoge una nueva acepción del catalán o del italiano, refiriéndolo a culpa o defecto. A partir de aquí es cuando al acoger también la dimensión biológica, el término adquiere el matiz peyorativo, ya que esa culpa o defecto desciende a otros modelos o especies.
Si bien es cierto que hasta el siglo XIX la noción de raza no adquiere un punto central. Sí podemos decir que a partir del siglo XVII existe una ¨noción genealógica y precientífica de raza, entendida como 'linaje' o 'descendencia'¨ (Aranzadi, 2001: 194, citado en Barañano, 2007: 307), la cual se aplica en contextos o expresiones tales como ¨buena o mala raza¨, ¨raza maldita¨, ¨raza de reyes¨, ¨raza de David¨, ¨raza noble¨, etc.
Con este precedente etimológico no es de extrañar que el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia (1970, 19ª Edición), haciéndose heredero de esta tradición, aún hoy en día defina el término raza como ¨casta o calidad del origen o linaje¨ (Alegret, 1993: 260).
La doctrina de la pureza de sangre, que según Stolcke (1992) se desarrolla durante el proceso de ¨la expulsión de los judíos y los musulmanes de la Península Ibérica con la intención de segregar y excluir socialmente a una población específica¨ (p.101), la cual diferencia a ciertos grupos humanos según su origen genealógico, sentará los pilares de la posterior noción de raza usada a partir del siglo XVIII.
Según Malgesini (1997) el término raza hace su primera aparición en la literatura inglesa en el s.XVI con un poema de Dunbar. Schaefer (2008) también defiende la idea de Malgesini:
¨The word race emerged in the 16th century in English from the Italian razza and the French race; it referred to a group of persons, plants, or animals connected by common descent or origin. The concept soon became an important organizing principle for the English, who claimed to be superior through blood ties [...]¨ (p.1091).
En 1684 (s. XVII) se hace visible en el discurso científico la realidad de la utilización del término con la obra de Bernier, donde realiza la primera clasificación racial de la especie humana en cuatro grupos: Europeos, Africanos, Asiáticos y Lapones.
Tanto Schaefer (2008) como Alegret (1993), Valdes (2001) en Barañano (2007), Wieviorka (1992) o Malgesini (1997) coinciden en la idea de que en la literatura científica fue la obra de Linneo, Systema Naturae (1735), donde se realiza la primera clasificación de los seres humanos en cuatro grupos raciales basándose en tres factores: principios psicológicos, factores sociales y, el más importante, rasgos físicos, refiriéndose al color de la piel como primer elemento categorizador relevante. En 1749 (s. XVIII) el concepto emerge en la literatura científica francesa con la obra de Buffon Discours sur les variétés de l'espéce, donde, según Alegret (1993), utiliza la raza para designar la variedad de especies, realizando las primeras correlaciones entre raza y cultura y raza y lenguaje.
Las aportaciones de Linneo y Buffon influyen decisivamente en el esquema racialista de los siglos XVIII y XIX, configurándose como un punto de partida para los estudios posteriores con la base de ser un principio de organización de los humanos inherentemente biológico.
Podemos ver como desde el siglo XVI en Europa se van desarrollando diferentes teorías para explicar la exultante diversidad humana que la colonización europea estaba poniendo cada vez más de manifiesto. Es en este momento, cuando el discurso científico comienza a realizar estudios sobre las razas para beneficio del progresivo auge del desarrollo colonial, ya que como defiende Darity (2008) los grupos de poder que dominaban a colectivos ¨who happened to be, usually, darker-skinned than their exploiters¨ (p.2) bajo la esclavitud y otras formas de abusos humanos necesitaban la ciencia como una forma de racionalizar las condiciones opresivas a las que subyugaban a los grupos sometidos.
The rush to develop these pseudoscientific claims might have been spawned in part by the need of the colonizers to assuage their guilt and to resolve the cognitive dissonance and contradictions evident in rising new societies that prided themselves on freedom and democracy even as they relegated certain groups in their societies to a nonfree, even subhuman status (2).
Otro de los autores que defiende la idea de la utilización del discurso científico como instrumento legitimador de la desigualdad fue Schaefer, ya que defiende que, tras el trabajo de Linneo y Blumenbach, ¨race was articulated into a concept emphasizing biological heritability consisting of hierarchies of dominant and subordinate groups that could be studied through rational scientific means¨ (Schaefer, 2008: 1092).
Malgesini (1997) afirma que a finales del siglo XVIII queda sembrado por toda Europa y América del norte el conocimiento de que las características sociales o morales, en definitiva culturales, de los distintos pueblos quedan determinadas, condicionadas e influidas por las características físicas o biológicas que posean.
La utilización científica y política del concepto de raza desde 1750 hasta la segunda mitad del siglo XIX, se debe, además de la Ilustración, la colonización y los avances científicos respecto a su argumentación, al surgimiento de una serie de desarrollos intelectuales y sociales, los cuales proporcionan los fundamentos más básicos de las teorías racistas del siglo XIX: ¨la utilización teórica del concepto de raza para clasificar y explicar la diversidad humana y el uso de dicho concepto socio-políticamente para legitimar el orden social¨. (Malgesini, 1997: 272).
Respecto al racismo, Malgesini compara su nacimiento con el surgimiento del evolucionismo, ya que este emerge en un contexto histórico marcado por la revolución industrial, la urbanización de las ciudades y su consecuente éxodo rural, la inmigración, la mezcla de poblaciones, la expansión transcontinental de las grandes potencias europeas y americanas, y, por último, las evidentes consolidaciones de las naciones-estado.
Se hizo necesaria la idea de raza y el racismo para poder defender el sistema de esclavitud en sus últimas décadas, para justificar la subordinación colonial, para amparar la explotación intensiva de todo el mundo no europeo, para legitimar incluso la explotación de los diversos campesinados desplazados. (Szimanski, 1983, 360 citado en Malgesini, 1997:273-274).
Varios autores han analizado el contexto en el que el concepto de raza toma forma y los distintos factores que influyen en su construcción. Alegret (1993) aporta que, por una parte, los relatos de los viajeros y los grandes descubrimientos muestran las distintas poblaciones en las que el mundo se divide y como los individuos que las forman se diferencian entre sí, tanto física como culturalmente. A esto se añade la convergencia de todos los campos del saber: los avances de los naturalistas del siglo XVIII (Linneo, Buffon, Lamarck, Malthus, Spencer, Darwin...etc), los cuales dejan de ver al ser humano como un ser aislado y específico y lo estudian dentro del conjunto del reino animal, los progresos en el conocimiento del cuerpo humano por parte de los estudios de la Anatomía y la Fisiología, claves para la concepción de ¨la idea de la existencia de razas superiores y razas inferiores y, sobre todo, la idea de que la raza moldea la cultura y fundamenta las diferencias sociales¨ (Wieviorka, 1992:30) y, además, las aportaciones tanto de la filosofía como de la historia, la antropología, la literatura,...etc.
Es por ello que, según Malgesini (1997), la necesidad etnocentrista de conocernos a nosotros mismos a partir de la comparación con el 'otro' lleva a desarrollarse la medición craneal, su sistematización y la craneometría, que configura los orígenes de la antropología física con un crecimiento cada vez mayor de su interés por el carácter innato de la conducta.
El zoólogo Agassiz afirmó que las suturas craneales de los bebés negros se cerraban antes que las de los blancos, de modo que era imposible enseñar mucho a los niños negros porque sus cerebros no podían crecer más allá de la limitada capacidad de sus cráneos. Estos errores llegan a caracterizar tanto la conciencia popular cómo la conciencia científica. (Lewontin, 1987: 43).
Wieviorka (1992) apoya esta idea argumentando que:
Durante la segunda mitad del siglo XIX en Europa, se sigue el interés por la medida de los cráneos y los huesos, la pigmentación de la piel y el color de los ojos y el cabello. Es cuando se comienzan a elaborar totalmente las clasificaciones raciales y cuando se produce el cambio de un antijudaísmo religioso a un antisemitismo nacional y político.
En cuanto a la Antropología de la época, al no ser capaz de responder a la relación entre el conjunto de seres vivos, es cuando se basa en el concepto de raza para hacerlo.
Malgesini (1997) apunta que no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando el concepto de raza se convierte en un punto clave dentro de los discursos sociales y científicos, de las argumentaciones ideológicas y de los enfrentamientos políticos sociales entre especialistas y sectores amplios de la población, sobre todo ante la cuestión de la fundamentación de la ideología racista. "Antes del siglo XIX, ninguna nación había recompensado nunca a sus sabios por probar que la supremacía de un pueblo sobre otro era el resultado inevitable de las leyes biológicas del universo" (Harris, 1979, 69 citado en Malgesini, 1997: 274).
Como representación clave de esta atmósfera en EEUU, evoluciona durante los siglos XIX y XX el determinismo biológico, el cual se acompaña del racismo científico o racismo biologicista. Éste fue según Malgesini (1997), una pieza elemental en las ciencias sociales, en el pensamiento y desarrollo del capitalismo en el s.XIX.
La ideología del determinismo radica, como expone Lewontin en su obra No está en los genes (1987), en situar la causa de la desigualdad en la naturaleza de los individuos y no en la estructura de la sociedad.
Primero, se afirma que las desigualdades sociales son una consecuencia directa e ineludible de las diferencias entre los individuos en habilidad y mérito intrínsecos. Cualquiera puede tener éxito, alcanzar la cumbre; pero conseguirlo o no depende de la fuerza o debilidad inherente a la voluntad y carácter (p.88).
Segundo, el determinismo biológico considera que la voluntad y el carácter de las personas están determinadas por los genes del individuo, y estos méritos y habilidades se transmitirán de generación en generación. Por último, el determinismo llega a la conclusión de que la presencia de tales diferencias biológicas lleva implícita la creación de jerarquías dentro de la sociedad dependiendo del nivel de status, la riqueza y el poder: ¨tres elementos imprescindibles para conseguir una justificación completa de las estructuras sociales actuales¨ (Lewontin, 1987: 88).
EEUU se encuentra en una época donde el determinismo biológico se expande libremente, ya que hay una importante población negra reducida a la esclavitud y sometida, posteriomente, a una segregación racial que hoy en día sigue presente. Relacionado con este tema se encuentran los procesos de inmigración que se realizan a finales del siglo XIX y sobre todo después de la II Guerra Mundial.
Los nuevos inmigrados suscitan la inquietud de la población más antigua y alimentan debates políticos, que a su vez promueven determinadas políticas de inmigración, pero también se plasman en discursos con pretensiones científicas. Existen trabajos muy concienzudos que describen la criminalidad de los recién llegados [...] y desarrollan la idea de que los nuevos inmigrados, lo mismo que los candidatos a la emigración, se distinguen por determinadas diferencias raciales, lo que hace difícil -y en realidad indeseable- su integración. (Wieviorka, 1992: 43).
Para Lewontin (1987) el pensamiento de la mayor parte de la población estadounidense radica en que las compensaciones económicas y el status social igualitario que se está ofreciendo a los negros es ilegítima porque existe la creencia firme de que ¨los negros son biológicamente menos capaces de manejar las profundas abstracciones que proporcionan altas compensaciones¨ (p.36). La dominación masculina se ha ido estructurando en los genes de las distintas generaciones por lo que la demanda de la igualdad de las mujeres está injustificada. La reestructuración de las escuelas por parte de los padres de hijos analfabetos es imposible porque sus cerebros tienen disfunciones que no se pueden arreglar.
La violencia de los negros contra la propiedad de los patronos y los comerciantes no es el resultado de la impotencia de los que carecen de propiedad, sino de lesiones cerebrales […] El determinismo biológico es un flexible y poderoso medio para culpabilizar a la víctima (Ryan, W, 1971 citado en Lewontin, 1987: 36).
Se da por sentado que el conocimiento de las razas y las clasificaciones raciales de los grupos humanos conlleva la idea básica de las diferencias morales, culturales y sociales así como el instrumento para la comprensión de los problemas y las fuentes de decadencia (Wieviorka, 1992). Lewontin (1987) finaliza el tema aportando la idea que impera en estos momentos: ¨Las diferencias dentro de la sociedad son justas e inevitables porque son naturales¨ (p. 90).
Valdes (2001) en Barañano (2007:309) resume que la raza, tomada como el factor determinante de la historia, fue una obsesión para los científicos naturales y para los científicos sociales durante los siglos XIX y principios del XX, etapa donde se desarrolla el racialismo, es decir, la ideología legitimizante de la explotación, la segregación y el genocidio ejemplificados en la figura de Adolf Hitler y la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Wieviorka (1992) apoya esta idea asumiendo que todas las ciencias acabaron participando en la tarea de clasificar poblaciones y realizar análisis científicos de judíos, semijudíos, gitanos y enfermos mentales, es decir, las capas de la sociedad segregadas, donde se los identificaba y definía y, si hacía falta, eliminaba.
Las clasificaciones raciales y, sobre todo, la especificación de cuál es la raza dominante y de quiénes pertenecen a ella fueron y son cuestiones muy influidas por las circunstancias políticas y las relaciones internacionales de cada época. (Malgesini, 1997: 275).
Aún así en 1920 se realizan estudios contrarios a que la idea de que la raza tuviera únicamente factores biológicos, considerándose que podrían existir en la gran mayoría factores sociales. Pero no es hasta finales del siglo XX, cuando Europa, tras la aniquilación sistemática antijudía nazi, decide cambiar la óptica de observación y las ciencias sociales inician "el giro que condujo de la explicación por la raza hacia el análisis del racismo" (Wieviorka, 1992: 45 citado en Valdes, 2001, en Barañano 2007:309). Se estudiará el racismo en sus manifestaciones doctrinales y espontáneas, aun cuando no existan las razas y no se utilicen en el discurso científico, si perviven en el sentimiento de pertenencia, las doctrinas que lo avalan y todos los fenómenos de exclusión relacionados con él.
Debates científicos tanto en las ciencias naturales como en las sociales en torno al concepto de raza.
No es hasta finales de la Segunda Guerra Mundial cuando se produce un giro teórico y paradigmático en las ciencias y el concepto de raza alcanza un significado ambiguo. ¨Se produjo un repudio ético humanista de las doctrinas racistas de los nazis¨ (Stolcke, 1992: 94). Comienzan a producirse los debates científicos y la no complementariedad entre los distintos autores, que se encuentran en dos ramas de opinión: la defensa de la existencia o la no existencia de las razas. Por un lado se argumenta que el concepto sigue siendo válido y es correcta su utilización, mientras que por otro lado se considera que la noción de raza aplicada a la especie humana no tiene sentido biológico.
El cuestionamiento de la validez científica del concepto de raza se desarrolla por el intento de la UNESCO de dar respuesta a la acción antisemitista racista del régimen nazi durante la guerra. La UNESCO publica como resultado de estos planteamientos entre 1950 y 1981, cinco declaraciones sobre la cuestión racial.
Estas quedan resumidas en un cuestionamiento progresivo del concepto de raza aplicado a los humanos, hasta llegar a la situación actual en que, desde la la perspectiva biológica, podemos decir que es mayoritario su rechazo como concepto biológico, aunque no totalmente. (Alegret, 1993: 254).
La incompatibilidad de criterios que se producen a finales del siglo XX se representa en el último trabajo de la UNESCO de 1984, donde ésta sugiere que ¨el concepto de raza expresa más bien una representación social condicionada por la apariencia física de los individuos, que una entidad vinculada a datos biológicos precisos¨ (UNESCO 1984: 12 citado en Alegret, 1933:255).
Partimos de la concepción general (Alegret, 1993) de que desde una perspectiva hereditaria y genética, la defensa de la existencia de las razas entre los humanos se confirmaría con la simple enumeración de aquellos rasgos hereditarios que son compartidos por un grupo determinado. Sin embargo, esta afirmación nunca ha encontrado el consenso suficiente a lo largo de la historia ya que la mayoría de las propuestas científicas y biologicistas no pretendían hacer una clasificación de los seres humanos sin ningún tipo de ideología, sino que se movían por el interés de construir determinadas diferencias y naturalizar la desigualdad en estas.
Dos autores que defienden la no existencia de las razas y, por lo tanto, asumen que son un constructo social influido por el contexto ideológico y político son, entre otros, Alegret y Darity.
Alegret (1993) propone una perspectiva teórica que defiende que la humanidad no ha conocido nunca razas ¨puras¨ a lo largo de su historia.
Los caracteres "raciales" utilizados para clasificar a los seres humanos en razas, no han constituido, ni constituyen, ningún conjunto estable y constante en el tiempo. Es más, ninguno de esos caracteres tiene una importancia significativa en relación a la actividad desarrollada por el grupo así definido (p.253).
La utilización de esta forma de clasificación del ser humano en razas por parte de las perspectivas científicas no pueden ser analizadas independientemente de otros factores, ya que el contexto ideológico es determinante en su construcción, así como los objetivos que se proponen con su establecimiento y utilización.
Darity (2008) defiende que la raza como un sistema de categorización para los humanos no empezó a existir formalmente hasta el siglo XVIII:
Although prior to this time human beings certainly distinguished between themselves in many ways, these distinctions tended to be based upon tribal, clan, ethnic, or national differences that stemmed from place of residence/territory or shared belief systems rather than on innate, genetic characteristics (p.2).
Consecuentemente, la literatura científica se propone no seguir utilizando este concepto ya que no se considera como algo válido ni correcto a la hora de realizar un discurso sobre el ser humano.
El autor Jacquard también aboga por la invalidez científica del concepto porque este no corresponde con una realidad biológica, no es una categoría propuesta para organizar la visión que se tiene acerca de la totalidad del ser humano. ¨El empleo de este concepto no puede menos que desembocar en clasificaciones arbitrarias¨ (Jacquard 1984, 52 citado en Alegret, 1993:255).
Sin embargo, existen otros autores como Lalita Prasad Vidyarthi, que además de aceptar la existencia de las razas realiza una comparación entre raza y cultura, afirmando que ¨las razas no solamente se diferencian por su aspecto exterior sino que suelen estar en niveles de desarrollo diferentes¨ (Prasad 1984, 55 citado en Alegret, 1993:255). Es decir, la autora expone que hay razas que se benefician por ser una civilización adelantada, mientras que otras, las cuales se encuentran atrasadas, no.
La idea del autor Alegret (1993) en cuanto a esta rama, establece que los científicos actualmente defienden la utilización del concepto de ¨raza humana¨ utilizada en un ámbito ¨neo-naturalista¨, donde producen una clasificación objetiva de los seres humanos. Estos siguen utilizando las propuestas que se basan en que en el seno de las especies animales existen subdivisiones denominadas como subespecies o razas y, por ello, si el ser humano proviene de un animal, también será posible realizar este método de observación naturalista y dividir a los grupos humanos en subespecies o razas.
Pero aún así hay muchos autores y autoras que se preguntan por la razón última del esfuerzo de clasificación taxonómica, puesto que ¨el resultado no queda exento de connotaciones distintas a las estrictamente científicas¨ (Alegret, 1993: 258). Esta forma de agrupar al ser humano se reduce a la condición necesaria para que exista la ideología racista o el racismo: ¨Este es el mecanismo esencial de funcionamiento del racismo, crear ciertas diferencias, que una vez naturalizadas, son utilizadas para justificar ciertas desigualdades que nada tienen que ver con ellas¨ (p.258-259).
Alegret (1993) concluye que la proposición y el mantenimiento de este tipo de clasificaciones legitima la idea de que existe un modelo físico asociado a cada raza, es decir, ¨existe una asociación particular de rasgos morfológicos hereditarios que son los que caracterizan a la "raza" y los que la distinguen de las demás "razas"¨ (Alegret, 1993: 259).
Otro autor que comparte las ideas de Alegret, es Cela (2001 en Conill, 2002), quedando manifestada la noción de raza y, por lo tanto, el racismo, como un establecimiento de diferencias de derechos entre los ciudadanos de un determinado lugar dependiendo de sus rasgos físicos y/o culturales.
Cela (2001, en Conill, 2002) interpreta esta idea con ejemplos típicos de la realidad como son las condiciones físicas, el tono de la piel, la forma de los ojos o los labios ¨que permiten a menudo de una sola ojeada asignar la «raza»¨ (p.294). Los rasgos culturales son más difíciles de identificar pero si lo relacionamos con comportamientos como los rituales religiosos (llevar el velo, el tabú de ingerir ciertos alimentos, la postración a la hora de realizar los rezos,...etc), podemos llegar a reconocerlos.
Una epistemología profunda del racismo consiste en el uso de un mecanismo reduccionista que atribuye de forma explícita o implícita a las condiciones genéticas no sólo el aspecto exterior sino incluso el carácter o el modo de ser de quien pertenece a una «raza». (Cela, 2001 en Conill, 2002: 294).
Las reflexiones que hacen los autores Troyna y Carrington (1990) también se relacionan con el planteamiento de Cela ya que según ellos ¨entendemos el racismo como un cuerpo de ideas que racionalizan y legitiman unas prácticas sociales que refuerzan la distribución del poder entre grupos diferenciados por características físicas o culturales seleccionadas¨ (p.56, citados en Malgesini, 1997: 267).
En definitiva, podemos ver la indeterminación y confusión del concepto de raza pues no se ha probado en ningún momento la correlación entre la base racial y los rasgos culturales. Es en conclusión, una teoría especulativa que contiene mucha dificultad a la hora de analizar los componentes hereditarios a lo que se añade el racismo y la no correcta utilización de este concepto en ninguna de las esferas tanto de la producción científica como de la sociedad.
Como afirma Alegret:
Los caracteres morfológicos no son más que un reflejo parcial y deformado del stock genético del ser humano; por tanto, las típicas y tópicas clasificaciones en base a esos rasgos morfológicos, se realizaban en base a caracteres no innatos [...] es utópico intentar precisar un tipo de clasificación con pretensiones de globalidad. De ahí que la respuesta del genetista cuando se le interroga sobre el contenido de la palabra "raza" es clara: en la especie humana, este concepto no corresponde a ninguna realidad que pueda ser definida de modo objetivo. Las "razas humanas" biológicamente no existen. (Alegret, 1993: 264-265).
LA NOCIÓN de raza en la actualidad
A finales del siglo XX los progresivos estudios en Antropología y otras ciencias definitivamente eliminaron el concepto de raza en sus discursos y lentamente ésta va perdiendo intensidad. Pero como expone Alegret (1993) las razas han sido construidas por los racistas, no con el objetivo de organizar la diversidad humana, sino como forma de justificación y legitimización de las desigualdades sociales imperantes en la actualidad.
Aunque el concepto de raza no disponga ya del consenso suficiente en los medios científicos para mantener su uso referido a los seres humanos, no es menos cierto que ese mismo concepto, en un sentido coloquial, continua siendo utilizado de forma generalizada, no sólo en los libros de texto, sino también en los medios de comunicación o en los medios jurídicos. (Alegret, 1993: 274).
La presencia del concepto de raza en la sociedad actual se debe a una serie de factores que recogen distintos autores. Valdes (2001) se centra en la teoría de la conciencia racial de Max Weber, o sentimiento de pertenencia a una raza, etnia o cultura, basada en el planteamiento de que la conciencia de raza es la creencia de los individuos de una sociedad o un grupo determinado en que las diferencias con respecto a otros grupos existen y obedecen a su comunidad de origen.
La pertenencia racial, es decir, la posesión de disposiciones parecidas heredadas y transmisibles hereditariamente, realmente fundamentadas sobre la comunidad de origen, sólo desemboca en una 'comunidad' cuando la misma es experimentada subjetivamente como una característica común (Weber, citado por Wieviorka, 1992:40 citados en Valdes, 2001 en Barañano, 2007: 308).
Esta comprensión de la raza hace alusión al diferencialismo, es decir, la convicción de que la diferencia constituye un valor y la homogeneización una pérdida, donde los grupos tienen el derecho y el deber de mantener esa diferencia y no eliminarla. "Hay siempre así en el corazón del racismo un discurso que valoriza las diferencias, las jerarquiza, las absolutiza y las naturaliza" (Gallissot et al., 2000: 217 citado en Valdes, 2001 en Barañano, 2007: 308).
A raíz de este pensamiento actualmente se ha construido un nuevo tipo de racismo, configurado como un racismo diferencialista. Ya no se basa en dominar, explotar o destruir las demás razas por su carácter inferior natural, sino en defender el derecho de todos los pueblos a la diferencia y a preservar sus derechos étnico-culturales. Algo que podría no ser deficiente, si no fuera porque este racismo popular sigue alegando las diferencias de raza y, por lo tanto, del patrimonio genético. (Valdes, 2001 en Barañano, 2007).
El racismo diferencialista, imperante en la etapa de la globalización, se ha convertido en un elemento justificador de la segregación, la discriminación y la violencia a partir del argumento culturalista y particularista (Valdes, 2001 en Barañano, 2007).
Hoy en día vemos como el contexto en el que nos rodeamos demuestra que las interpretaciones del concepto de raza siguen incuestionablmente presentes en el discurso de la sociedad y de la política, con una relación totalmente intrínseca al racismo puesto que, como argumenta Valdes (2001), una de las razones recae en el aumento en los últimos años del flujo migratorio de los países del tercer mundo e incluso de países de la Unión Europea o de América (más del sur que del norte), a los más prósperos.
La situación de crisis del sector asalariado en esos países desarrollados, el desempleo, el notable retroceso de las conquistas laborales y del nivel de vida han perfilado un contexto especialmente propicio para el conflicto y la intolerancia, recrudeciendo las viejas figuras de la exclusión (Margulis, 1997: 7 citado en Valdes, 2001 en Barañano, 2007: 311).
Este panorama ofrece un campo fértil en el que se siembran las ideologías racistas y en el que crecen y se expanden libremente y a un ritmo vivaz. En las últimas décadas de progresión de la edad contemporánea la violencia racista ha venido a fijarse en la figura del inmigrante:
Aquel que [...] procede de lejanos países, que no es como nosotros, no come lo que nosotros, no viste como "nosotros", habla una lengua "extraña", pretende introducir entre nosotros "sus" costumbres y quitarnos "nuestro" trabajo (Valdes, 2001 en Barañano, 2007:311).
Se toma al inmigrante como 'chivo expiatorio' y a partir del racismo diferencialista, se desarrolla conjuntamente el sentimiento de xenofobia y la necesidad de expulsar a todos los extranjeros, excepto a los ricos. Este nuevo racismo o 'el racismo de los pequeños blancos', fenómeno estudiado por Tocqueville y Weber, viene a explicar como una situación crítica lleva a ver a ciertas clases sociales a una situación de descenso social que se compara con la de los inmigrantes, por lo que a ellos transfieren su frustración y amenazan con su violencia (Valdes, 2001 en Barañano, 2007).
Por lo tanto, podemos ver como el concepto de raza es un constructo que depende del momento histórico en el que nos encontremos. Darity (2008) deja claro este punto: ¨In this way the concept of race is a decisively social concept because it is not observed as existing independent of the "racialized social systems" (Bonilla- Silva, 1997 citado en Darity, 2008: 3) that hold it in place (p.3).
conclusiones
A lo largo de la historia se ha producido en la significación de la raza un cambio y una transformación muy importante. No solamente porque a día de hoy en el discurso de las ciencias (tanto sociales como naturales) en teoría se ha eliminado del todo su uso, sino porque la representación de lo que se entiende por el concepto cambia a medida que se transforma el contexto histórico y con él la sociedad. Ésta noción no ha sido algo estático, sino que ha tenido múltiples interpretaciones dependiendo de la perspectiva en la que ha sido estudiado. Principalmente hay dos: la raza como un elemento biológico y la raza como una construcción social.
En ambas representaciones de raza, el racismo queda incuestionablemente presente como los procesos de los que de él se derivan; éste también se construye y se identifica en nuestros días de una forma distinta que en sus orígenes. Aunque el racismo sea un término, realmente es una actitud.
Muchos autores y autoras llegan a la decisión final que la raza es una construcción social. Schaefer (2008) defiende esta idea comprendiendo que la raza es un grupo social de personas las cuales tienen características sociales o físicas similares que, generalmente, se consideran por las sociedades como grupos distintos. La raza es socialmente construida donde los humanos usan símbolos para crear significados a partir de su entorno social. No es una parte intrínseca del ser humano o de su entorno, sino que es una identidad creada para establecer significados en una cultura o sociedad.
Race is partially characterized by physical similarities such as skin color, facial features, or hair texture. Although physical characteristics constitute a portion of the concept of race, this is a social rather than biological distinction. Race is partially characterized by general social similarities such as shared history, speech patterns, or traditions. Race is characterized by the formation of distinct racial groupings in society that self-identify as such. (Schaefer, 2008: 1091).
La raza no es inherentemente biológica a un grupo determinado, sino que la categorización racial emerge de procesos históricos que ganan legitimidad en una sociedad a través de una acción político-ideológica, ya que la raza no es observada de manera independiente de los sistemas sociales racializados. Como Stolcke indica ¨una explicación del cómo y el por qué de doctrinas y discriminaciones racistas hay que buscarla en los procesos socio-políticos que se dan¨ (Stolcke, 1992: 93-98). También el factor económico es clave en los sistemas racializados, puesto que la esclavitud y la explotación nacen para el servicio del capitalismo. Estigmatiza y considera a una persona como un bien material que hará que el empresario consiga una mayor plusvalía; y si además, se le ofrece un salario mínimo, el dominante obtendrá un mayor beneficio.
Llegamos finalmente a la conclusión de que, actualmente no se clasifica al ser humano en rasgos biológicos o genéticos, sino que clasificamos dependiendo de rasgos culturales. La raza no sirve como un concepto para la producción de análisis, sino que es una categoría política e ideológica que cambia dependiendo del contexto histórico en el que se encuentre.
Agradezco la ayuda de Gemma María Bermúdez Vázquez por la lectura exhaustiva del ensayo y su corrección en cuanto a la ortografía y la puntuación.

REferencias bibliográficas
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