Comparando las propuestas y supuestos del capitalismo y el socialismo

Share Embed


Descripción

Capitalismo, Socialismo y Democracia Formal.

Una retrovisión sobre un mundo que ha desaparecido

Para mi hijo León, que me preguntó cuál era
la diferencia entre capitalismo y socialismo
y por qué preferiría vivir en el segundo.
por Mario Rechy M.


Más allá de la conciencia banal que identifica al capitalismo y la
democracia, es necesario distinguir las diferencias entre lo que son
regímenes socioeconómicos y lo que es un régimen político. El capitalismo y
el socialismo son regímenes o sistemas económico-sociales. La democracia
es, en principio, un régimen político que puede comprender esos u otros
regímenes económicos.


Lo que caracteriza al capitalismo es la propiedad privada. Especialmente
de los medios de producción. Junto con lo que ello conlleva, es decir, la
economía de mercado y la competencia dentro de él. Lo que distingue, en
contrapartida, al socialismo, es la propiedad estatal de los medios de
producción; y lo que se desprende como corolario de esa propiedad es la
planeación central de la economía, y la restricción del mercado.


Es necesario acotar que esa característica del socialismo es la que ha
distinguido a los ejemplos de la URSS y China, pero no refleja exactamente
lo que existía en Alemania Democrática ni en Yugoeslavia. Pues en el primer
caso la reforma agraria entregó en propiedad privada toda la tierra a los
campesinos, y en el segundo caso se avanzó en el diseño de un régimen de
propiedad colectiva de las industrias, es decir no en la propiedad estatal
y la planeación central, sino en la propiedad de grupo y en la planeación
por empresa y por rama.


Ateniéndonos sin embargo no a las excepciones o casos que se distinguen
de la situación general, sino a lo que ha sido más generalizado, trataremos
de acotar los elementos que nos permitan una comparación.


En el capitalismo existen:
1 propiedad privada como forma dominante de propiedad
2 mercado como forma principal de distribución
3 competencia en el mercado como mecanismo de confrontación entre los
oferentes de
bienes y servicios
4 clases sociales como resultado de la relación jurídica de los hombres
con los medios
de producción
5 derecho fundamentalmente mercantil




En el socialismo existen:
1 propiedad estatal de los medios de producción
2 planeación económica que determina las prioridades de producción en
función de las
necesidades
3 emulación entre empresas para mejorar la calidad y eficiencia
4 clases sociales como resultado de la relación con las esferas del
poder público y la
administración
5 derecho social


Ambos sistemas económicos comparten:
1 una filosofía del progreso; es decir, la idea de que la sociedad
marcha hacia delante, hacia un futuro de mayor bienestar y felicidad.
2 una noción tecnológica del progreso; es decir la idea de que es a
partir del desarrollo o potencialización de la técnica y la ciencia como el
hombre puede desarrollar sus capacidades productivas y dominar las
condiciones naturales.
3 una tendencia al uso creciente de energía y a la intensificación de
procesos entrópicos; es decir a una explotación creciente de hidrocarburos,
electricidad y energía nuclear; junto con un modelo que enfrenta
coeficientes crecientes de resistencia para su aprovechamiento.
4 un modelo de civilización que contamina la naturaleza, altera los
procesos ecológicos, depreda los recursos y pone en riesgo la existencia
del hombre ante la posibilidad de un colapso ecológico.
Y 5 una concentración del poder económico en un grupo privilegiado que
termina por dominar al poder político.


El derecho, que es la sanción o legitimación de la realidad
socioeconómica, es el punto en el que estos distintos regímenes económicos
se vinculan con el estado como ámbito en el que se realiza la política.
En el caso del capitalismo, el derecho mercantil sanciona la propiedad
privada y defiende los intereses de los propietarios de los medios de
producción. En el caso del socialismo, el derecho social defiende la
propiedad estatal y los intereses de la planeación central y la restricción
del mercado.


De ese marco jurídico general se desprende una noción diferente de
democracia.


En el primer caso, la democracia se caracteriza por el derecho de todos
los propietarios para acrecentar su propiedad e injerencia en el mercado.
En el segundo caso, la democracia se cumple poniendo la planeación al
servicio (de los intereses) de los productores.


Así como en Atenas la democracia sólo alcanzaba a los hombres libres (en
el periodo clásico había unos 30 mil esclavos), en el capitalismo la
libertad y la democracia están acotadas por el acceso a los medios de
producción.


En el socialismo, el derecho social postula seguridad en el empleo, la
alimentación, el vestido, la educación, y la vivienda. Y en la medida que
los productores se mantienen soberanos o capaces de velar por esos
derechos, el socialismo es relativamente democrático.


Pero la democracia es además un régimen político que guarda o puede
seguir un curso relativamente independiente de la economía y lo social.


En el caso del capitalismo depende de los factores históricos que gestan
al estado nacional, y del grado de madurez de los grupos ciudadanos. En el
socialismo, la democracia depende también de los factores histórico
concretos, pero la participación de los grupos ciudadanos se vuelve
determinante, pues se supone que el estado y sus instituciones fueron
creadas en función del interés colectivo como opuesto al interés
individual, y en ese caso, sin la participación de la ciudadanía, el estado
se desvirtúa.


En los países capitalistas la democracia es el resultado de la
ilustración que gestó la instauración de los derechos humanos o, como se ha
dado en llamarlos, los derechos universales del hombre. Es, al mismo
tiempo, un producto de la separación de poderes entre las esferas
ejecutiva, legislativa y judicial. Es en fin, la forma como la república ha
definido su arquetipo.


En la república, los ciudadanos libres eligen a sus representantes,
tanto para que elaboren las leyes (diputados), cuanto para que acorde con
ellas los gobiernen (ejecutivo), buscando el bien común. Bajo la
democracia republicana, los ciudadanos tienen el derecho a organizarse para
constituir partidos, que son los organismos o instituciones facultados para
proponer candidatos a ser electos como representantes.


Características de la democracia capitalista.
1 Se inspira en los derechos universales del hombre.
2 Se organiza en forma de una república que elige autoridades por voto
universal
3 Constituye una división de poderes.
4 Reconoce el derecho de los ciudadanos para conformar partidos.
5 Los partidos proponen a sus miembros o representantes para los cargos
públicos.
6 Se cumple en la tensión entre derechos sociales y derechos
individuales, y en la
pluralidad que resulta entre partidos de orientación diferente.


Pero ese marco formal de la democracia burguesa queda subordinado a la
lógica del sistema económico y a las leyes del mercado, tanto porque se
requieren grandes cantidades de capital para invertir en los partidos, las
campañas electorales y las candidaturas, cuanto porque en la división de
poderes terminan siendo titulares quienes representan a los grupos de
interés más poderosos.


De hecho, en el capitalismo la democracia vive una profunda
contradicción entre el derecho mercantil, que caracteriza al estado, y los
derechos civiles que se desprenden de la vida republicana. Esa tensión ha
sido lo que impulsó el camino hacia el capitalismo del bienestar, y a la
intervención del estado con un elemento que no es característico del
derecho mercantil sino del derecho social. En la medida que prevalece el
interés privado, la democracia burguesa es incapaz de resolver los
problemas sociales y genera empobrecimiento, marginalidad, desempleo. En la
medida que predominan los intereses sociales que representa el estado, se
restringen los derechos privados, de las empresas y los particulares, y se
supera la pobreza y el desempleo.


En el caso del socialismo, la democracia se funda como una superación
del derecho mercantil y del gobierno que en principio respondía a los
intereses de los capitalistas. Los ciudadanos, organizados por sectores
productivos, eligen de manera directa y ascendente, a sus representantes.
Ellos constituyen el poder último del pueblo: los consejos --o soviets,
como se dice en ruso--. Y el soviet supremo elige, a su vez, a la
administración o poder ejecutivo. Sin embargo no existe la forma
republicana que permite o faculta a la sociedad para constituir partidos. Y
esa falta de pluralidad otorga al partido único --en este caso al Partido
Comunista-- el monopolio para proponer candidatos y, en última instancia,
para colocar gente en el gobierno y la administración.


Características de la democracia socialista.
1 Se inspira en los derechos sociales de los trabajadores.
2 Se cumple asegurando al pueblo empleo, alimentación, vivienda,
educación y salud.
3 Se organiza en forma de una república de consejos que son electos de
manera
directa y que eligen a su vez al gobierno.
4 Sólo existen partidos que apoyan o suscriben la perspectiva socialista
y ello deviene
en un monopolio del poder.
5 No reconoce libertades individuales que contravengan el carácter del
estado, no
admite libertad de prensa, libertad de expresión, ni libertad de
organización. Es decir,
no suscribe los derechos ciudadanos que distinguen a la democracia
republicana
occidental.


En la medida que la administración deviene una forma de poder económico
social, los miembros del partido comunista terminan convirtiéndose en un
grupo de interés o una clase social privilegiada, que subordina el proceso
en su interés propio, aun en contra del interés de la mayoría.


Puesto que la planeación es central y descendente; es decir, se decide a
nivel nacional sobre lo que hay que producir y se indica a las ramas y
empresas cuáles son sus cuotas y metas, la suerte o resultado del proceso
está condenado al subjetivismo o a la fortuna de los planificadores. Pero
como los órganos de planeación están dirigidos por el gobierno y el partido
comunista, la planeación deja de tener relación o contacto con las
necesidades más sentidas de los ciudadanos y asume una lógica de estado.


La democracia, que caracterizaba al régimen originalmente, es
sustituida por una dictadura burocrática.


La tercera vía
El futuro anuncia un proceso de convergencia entre los elementos
constitutivos de la república burguesa y la democracia socialista.


Países como México se han caracterizado porque no admiten la propiedad
privada irrestricta, ni ponen límites sociales a la iniciativa privada.
Esto desde luego es contradictorio, y a más de ello, provoca tensiones
sociales y gubernamentales que conducen a crisis periódicas al sistema y al
gobierno. Pero también muestran que la realidad no fácilmente es encajonada
en los marcos de un sistema u otro. De hecho, la constitución mexicana
reconoce la existencia de tres sectores: Publico, privado y social. Esto es
algo incomprensible desde la perspectiva capitalista. Aunque también fue
incomprendido por los marxistas dogmáticos. De hecho somos un país de
economía, mixta, aunque Carlos Salinas se haya empeñado en terminar con
ello. Si algo le reclaman y reclamarán por los siglos los mexicanos a este
ex presidente, es haber atentado contra este núcleo de nuestra identidad.


Pero la tercera vía es un proceso histórico en curso: Tercera Vía no
quiere decir estatismo. Al contrario, quiere decir mayor participación de
los ciudadanos y, en especial, de los trabajadores, tanto en sus esferas de
actividad específica como en los órganos locales de administración y
gobierno. En este sentido, lejos de pretender más estado, lo que propone es
más injerencia de la sociedad.


Tercera Vía no quiere decir voluntarismo. Tanto en el ejemplo
socialdemócrata de los europeos, como en los escasos representantes
latinoamericanos, aspira a recoger o expresar las tendencias ya en curso,
la dinámica natural de los acontecimientos políticos y sociales, que de
ninguna manera ponen en primer lugar los deseos, y en lugar de ello
reconocen las identidades, las aspiraciones, las demandas, los programas y
sobre todo los hechos, la organización. En este caso se habla de tercera
vía como participación de obreros en los sindicatos y en la administración
de las empresas; participación de los grupos organizados de ciudadanos en
los ayuntamientos o cabildos; participación de las organizaciones no
gubernamentales en los medios de difusión y en las instancias de
planeación; participación de estudiantes en el cogobierno de sus escuelas,
institutos y universidades; participación de los campesinos en los
organismos que deciden la política y el presupuesto del campo;
participación de los microempresarios y empresarios en las esferas de
decisión sobre política económica, sobre financiamiento y sobre precios.


Tercera Vía no quiere decir lucha contra la economía de empresa ni la
propiedad privada. Lo que sí quiere decir es responsabilidad social de los
empresarios al emprender negocios. Lo que sí implica es una responsabilidad
que va más allá de la utilidad y buena marcha de la empresa en lo
individual y consideración de sus impactos sociales, ecológicos y de
mercado. La tercera vía en Europa no es una propuesta para los pobres sino
una alternativa ante la crisis social que ha provocado el neoliberalismo
que ha desmantelado los beneficios del estado benefactor sin sustituirlo
por ningún otro mecanismo.


Tercera Vía no quiere decir dictadura del socialismo. Ni en Europa, ni
en México, los partidarios de la Tercera Vía se proponen suprimir el
mercado, imponiendo una economía planificada centralmente. Lo que sí
proponen es una regulación del mercado que hoy se encuentra a punto de
colapso como consecuencia de una libertad a ultranza que ha destruido
innumerables fuentes de trabajo y ramas económicas completas; y que al
abatir los niveles de ingreso y reducir el empleo ha constreñido los
mercados.


Tercera Vía no quiere decir ambigüedades que no están ni en el
capitalismo ni en el socialismo, sino algo que partiendo de la experiencia
internacional pretende recoger lo útil de la economía de mercado y lo justo
de la economía socialista, en una combinación compatible a través de un
nuevo pacto social.


En el caso de México, la Tercera Vía, que a nuestros ignorantes líderes
empresariales suena extraño y repulsivo, es algo que ha tenido larga
historia y vigencia. De hecho, mientras la mayoría de los países
occidentales ha vivido en el capitalismo, en nuestro país hace muchos años
que vivimos en un régimen económico social donde los tres sectores tienen
reconocimiento Constitucional. A quienes han leído el artículo 25 de
nuestra Carta Magna no les puede sorprender que se hable de economía mixta.



Además del sector privado, que se rige por el derecho mercantil, y
además del sector público, que se norma por la ley de la administración
pública, el sector social, compuesto por millones de mexicanos que componen
los ejidos, las cooperativas, y las empresas de trabajadores, ha estado
sancionado por la ley de Reforma Agraria --que norma el régimen específico
de propiedad y define la organización correspondiente--. Esto no nos
permite hablar de un país estrictamente capitalista, ni de un país
socialista, sino de algo intermedio, que no sólo puede calificarse como de
economía mixta sino también como Tercera Vía.


Por lo demás, como decíamos arriba, en México no existe propiedad
privada irrestricta, pues también la Constitución deja claro que el suelo
de todo el país es, en última instancia, propiedad de la nación, y que es
el estado el que permite que adopte el régimen que dicte el interés
público. Este hecho nos viene, por lo demás, de una tradición prehispánica
en la que no se permitía que alguien usufructuara bienes o riquezas que no
trabajara o no pusiera en función del interés general.


El que hoy existan sujetos que sólo defiendan al mercado global, y que
nada quieran escuchar de la economía mixta o de la Tercera Vía, es
resultado de un periodo neoliberal en el que se desdibuja la identidad
nacional y el carácter del derecho mexicano. El que hoy se condene a la
Tercera Vía es resultado de las enormes ganancias que se han amasado al
amparo del FOBAPROA y el IPAB, con la tutela gubernamental que garantiza
las ganancias bancarias y de los grandes empresarios, pero aplasta el
derecho social y de la nación.


La Tercera Vía no es algo nuevo para México. Es más bien un término de
actualidad con el que se puede uno referir a una realidad inmemorial.
Aunque a muchos la historia pueda parecerles molesta en la medida que
representa un coto o límite a su voracidad irresponsable.


La Tercera Vía puede ser, en cambio, a la luz de la reflexión que ha
desatado entre pensadores de otros continentes, una respuesta a los que
proclaman el fin de la historia ahora que parecía conferirle eternidad al
neoliberalismo y los monopolios; puede ser un motivo para abrir la
discusión sobre las limitaciones del mercado y de la globalidad, y una
reflexión sobre lo que es posible replantearse a partir de la historia
nacional, rica en sus significaciones sociales, en la que nos había
distinguido un equilibrio entre el interés individual o privado y el
interés colectivo o de la mayoría.


La Tercera Vía ha sido un hilo conductor de muchos diputados que en el
pasado periodo de sesiones reformaron el Artículo 25 de la Constitución
para abrir, ancho y profundo el intento por dotar a México de un Derecho
Social, distinto del derecho privado y del derecho público, y que norme la
actualidad de los miles de organismos que la sociedad ha estado creando en
los años de la crisis.


La Tercera Vía es el ámbito en el que sería posible promulgar una ley de
los organismos financieros del sector social, en que se reglamente el
ahorro popular y la actividad de las cooperativas, sociedades de ahorro y
préstamo, cajas solidarias, etc. que complementen al viciado sistema
financiero privado y a la maltrecha banca de fomento y el ahorro público.


Una Tercera Vía podría ser, en México, el ámbito económico donde el
Sector Social sustrajera la parte sana de la economía fuera de la
especulación, y en donde se pusiera el ahorro al servicio de las
necesidades productivas y el abasto de productos básicos.


Una Tercera Vía, en fin, recoge en nuestro país la noción del calpulli,
del estado responsable pero que no suprime ni sustituye la actividad o la
iniciativa de los ciudadanos, de los grupos o de las empresas.


Hablamos de una Tercera Vía en la que se mantenga el mercado como un
ámbito de competencia, distribución e iniciativas, y en donde, al mismo
tiempo, se actúe con responsabilidad hacia lo que más conviene a la Nación,
como conjunto de ciudadanos libres. Hablamos de un régimen en el que el
Estado regule los excesos del mercado en interés de la mayoría. Y en el que
los particulares aprendan a ejercer sus derechos con responsabilidad hacia
los necesitados y hacia las generaciones por venir.


Los partidarios de la Tercera Vía aspiramos a un régimen de economía
mixta renovado, donde no exista el paternalismo gubernamental, pero ni
hacia los ineficientes o improductivos de ningún sector, porque actualmente
se favorece de manera parcial a los bancos y los grandes empresarios a
costa del ahorro de todos, y reduciendo el presupuesto tan necesario a la
educación, al desarrollo rural y la inversión productiva.


La Tercera Vía, en este sentido ni es utópica ni es nueva. Es apenas lo
menos a lo que podemos y debemos aspirar los mexicanos que todavía vemos
posible salvar al país de la rapiña, de la deuda y del interés mezquino de
quienes sólo piensan en sus grandes fortunas.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.