Cómo doblar un mapa

June 14, 2017 | Autor: E. Beltrán Mínehan | Categoría: Jorge Luis Borges, Latin American literature, Estudios sobre plagio y falsificación
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Descripción

Edith Beltrán Abril 25, 2010 Abstract Los juegos de espejos de Borges se replican en sus préstamos de otros textos. La explicación de Foucault nos ayuda a enfocar la discusión en la imposibilidad de poder dar una respuesta puntual a la pregunta de un plagio literario en cuanto a este autor. “El rigor de la ciencia” es un plagio y no es un plagio, ambos resultados coexisten y son posibles.

Cómo doblar un mapa Quien escribe para los niños corre peligro de quedar contaminado de puerilidad; el autor se confunde con los oyentes. Borges sobre Lewis Carroll El “Rigor de la ciencia” es un cuento (o poema, como algunos consideran) el cual apareció publicado en marzo 1946 en Los Anales de Buenos Aires (Año 1, no. 3) y estaba atribuido a Suárez Miranda en Viajes de varones prudentes (libro cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658). El cuento era parte de una pieza llamada “Museo” publicada por B. Lynch Davis, un pseudónimo utilizado por los autores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Cásares. Operar con este cuento reduce a uno al absurdo: parafrasearlo es inadmisible sin ampliarlo y reducirlo es irrealizable sin perder su correspondencia, por eso lo cito íntegro: En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

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Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658.

El texto en sí aborda, entre otros aspectos, cómo la representación de un ente nunca es precisa y buscar esa precisión reduce a la reproducción a la impracticabilidad. La correspondencia exacta produce la ineficacia. Además los niveles laberínticos autoriales dificultan precisar su origen. Suárez Miranda nunca publicó Viajes de varones prudentes en 1658, B. Lynch Davis era en verdad dos personas, el juego de autores replica la correspondencia del mapa y el territorio del cuento. Por otra parte, en 1889 Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido por su nombre de pluma Lewis Carroll, publicó una novela titulada Sylvie and Bruno. En uno de los pasajes, un personaje, Mein Herr, les narra a Sylvie y Bruno, dos niños o hadas, la historia de su nación donde intentaron hacer un mapa tan preciso que podría cubrir todo el continente pero por lo mismo resultaba inoperable, por lo tanto optaron por utilizar el mismo territorio como mapa. La novela, a su vez, tiene dos espacios ficcionales, uno situado en la época victoriana del autor y otra en el mundo imaginario de Fairyland, o el mundo de las hadas, el intercambio mencionado ocurre en este último. El texto lo incluyo por su brevedad: ‘That’s another thing we’ve learned from your Nation,’ said Mein Herr, ‘map-making. But we’ve carried it much further than you. What do you consider the largest map that would be really useful?’ ‘About six inches to the mile.’ ‘Only six inches!‘ exclaimed Mein Herr. ‘We very soon got to six yards to the mile. Then we tried a hundred yards to the mile. And then came the grandest idea of all! We actually made a map of the country, on the scale of a mile to the mile!‘ ‘Have you used it much?’ I enquired. ‘It has never been spread out, yet,’ said Mein Herr: ‘the farmers objected: they said it would cover the whole country, and shut out the sunlight! So we now use the country itself, as its own map, and I assure you it does nearly as well.’

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Lewis Carroll, en “The Man in the Moon”, Sylvie and Bruno, 1889 El cuento/poema de Lynch Davis/Borges/Cásares tiene varias similitudes a la novela de Dodgson/Carroll. Tanto el tema de ambos es sobre la imposibilidad de la reproducción fidedigna y su conveniencia. Ambas historias utilizan el mapa superpuesto al territorio y la importancia del sol para su aprovechamiento. El juego de autoría existe en ambos aunque quizás en una manera más compleja en el de Lynch Davis/Borges/Cásares por las atribuciones a Suárez Miranda, pero no menos en Dodgson/Carroll por los juegos con los espacios de ficción de la propia novela, la dualidad de los personajes y su existencia en sueños y realidad y la narración de atribuciones al origen de ciertas ideas, frases o pasajes de la novela en su extenso prólogo. ¿Es acaso posible afirmar que Lynch Davis/Borges/Cásares conocieran el texto de Dodgson/Carroll? Sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa. Ambos autores tendrán una relación directa con los textos, ya para la Antología de la literatura fantástica, donde se incluye un minitexto de Dodgson/Carroll “El sueño del rey”, compilación realizada por Bioy Cásares, Silvina Ocampo y Borges y prologada por Casares; o Las obras completas de Lewis Carroll preparada y prologada por Borges. La fascinación de ambos autores por los sueños, los espejos, el lenguaje, los acertijos, el ajedrez y los laberintos los hace orbitar en torno a Carroll haciendo referencias directas e indirectas a lo largo de su producción literaria. Entonces, ¿se puede hablar de plagio? El texto original es sin duda de Dodgson/Carroll y la aparición 60 años después es una evidente reproducción de éste. Sin embargo, existe una fina línea que no se cruza al hacer esto. El plagio implica tomar un texto y pasarlo como propio. Ellos no firman como Bioy Casares y Borges, sino como Lynch Davis, así que en principio no se atribuyen el texto. Además afirman que incluso en ese nivel, el texto presentado no pertenece a Lynch Davis, sino a Suárez Miranda. Matemáticamente, considerando el axioma que A es igual a A, funciona a la perfección, un texto A, al no ser del autor B, debe ser imputado a un autor C. Esto es, en ningún momento intentan pasar el texto como suyo. Además, el mismo Dodgson utiliza un nombre que no es el suyo, al hacer la atribución al texto, ¿se debería utilizar éste nombre o el nombre de su pluma? En otras palabras, la pluma de los escritores referencia a una pluma imaginaria de otro escritor que no corresponde al nombre de la pluma apelada por el escritor original del mundo físico. Los tres nombres, Dodgson, Carroll y Suárez Miranda, no pertenecen a ningún ser humano; el

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primero porque murió en 1898, el segundo por ser un elemento ficcional de autoría y el tercero por ser un personaje creado para los fines del cuento. Además, la creación del pseudónimo B. Lynch Davis correspondiente a dos individuos sitúa la problemática de la autoría a otro nivel, se está hablando de una colectividad que publica como lector. En primer lugar, el acto de hacer compendios, antologías o citas es evidencia de un proceso de selección de la lectura, es un enfoque o una perspectiva particular del universo de todas las posibilidades. Entonces, ¿se puede hablar de invención o se debe hablar de descubrimiento? ¿Hasta qué punto el sistema de referencias directas e indirectas de un texto pertenece a una sola autoría? En segundo lugar, dos individuos trabajan en conjunto para crear (¿descubrir?) una sola pluma, ¿se puede hablar entonces de un autor? Además, debemos agregar a la problemática que tanto Borges como Bioy Cásares no se hallan más en este mundo, pues ambos han muerto. Así, el cuestionarse de la posibilidad de autoría de un sujeto imaginario nos devuelve al absurdo inicial. Ni Borges ni Bioy Cásares ni Carroll ni Suárez Miranda ni Dodgson existen, o más bien, todos esos nombres concurren hoy en día solamente en el universo de los libros y la ficción. Estas cuestiones las explora Foucault, de manera maravillosa, en “¿Qué es un autor?”. Establece cuatro niveles en los que la pregunta, “¿qué importa quién habla?” tiene valor y el autor podría ejercer su función. Primero, el nombre del autor como descripción o como nombre propio unido al sistema institucional y judicial que articula el universo de los discursos; segundo, que esto no afecta a todos los discursos de de la misma manera en todos los tiempos y culturas; tercero, la relación de la apropiación del texto no a su productor pero a una serie de operaciones complejas; y cuarto, la posición del autor que no se refiere a un individuo real, pues puede ser una simultaneidad de seres o sujetos (cf. 8-12). En otras palabras, y con riesgo a simplificar demasiado, el autor existe gracias a un sistema de atribuciones y autorías anteriores y se desenvuelve en un organismo complejo de referencias y procedimientos simultáneos en el universo de los discursos. La explicación de Foucault nos ayuda a enfocar la discusión en la imposibilidad de poder dar una respuesta puntual a la pregunta del plagio. “El rigor de la ciencia” es un plagio y no es un plagio, ambos resultados coexisten y son posibles. Y esto es admisible porque los participantes quienes establecen el juego de la reproducción infinita son precisamente Lewis Carroll, Jorge Luis Borges y Bioy Casares. Sus nombres están posicionados firmemente en el

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universo discursivo y existen como autores a priori. Esto es, si un nombre aún no posicionado en este universo intentara hacer lo que ellos realizan existe la posibilidad de que sean inmediatamente repudiados por el sistema institucional que rige los discursos. Por ejemplo el premio Sudamericana/La Nación, otorgado en 2006, por la novela Bolivia Construcciones le fue revocado a Sergio Di Nucci (presentada bajo el pseudónimo de Bruno Morales) cuando fue señalado que ésta contenía fragmentos de Nada, de Carmen Laforet1. Sin embargo, Guillermo Cabrera Infante publicó en 1968 su novela Tres Tristes Tigres, la cual era una reelaboración de Vista del amanecer en el Trópico con la que había ganado el premio Biblioteca Breve Seix Barral en 1964, donde extraordinariamente articula un collage de personas reales, música popular, películas, fragmentos de otras obras y referencias directas a autores como Carpentier y Marti, y no fue catalogado como plagio. Tampoco lo fue la más reciente obra de Gabriel García Márquez Memoria de mis putas tristes, clara reescritura de La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata. El jurado calificador de Bolivia Construcciones al revocar el fallo analizó la intertextualidad entre un texto y otro y mencionó, “bien sabemos que las distancias entre texto ajeno y propio, entre copia y originalidad, son muy difusas, y que incluso cierta crítica especializada ha borrado esas distancias” (La Nación) y después determinaron, “la manera en que se efectúa la apropiación es la que determina su validez dentro del discurso literario” (La Nación). Al evaluar la obra de Laforet frente a la de Nucci, gracias a la intervención de un lector atento, se determinó que la apropiación correspondía a plagio y no a referencia o a juego. Quizás la explicación debía estar de la mano de la jerarquía del autor en el nivel del universo discursivo y no tanto en si las distancias eran muy largas o muy cortas, términos arbitrarios y correspondientes a una perspectiva personal. En el caso de la cartografía y los territorios, de la copia y el original, un mapa reducido a escalas ínfimas es inútil, pero de igual modo uno demasiado aproximado a las distancias reales es inservible. La creación de un mapa presupone que no es una invención, no es una obra original pues es una reproducción. La copia producida debe ser práctica, ése es su objetivo ulterior, su razón de ser. La referencialidad con el espacio físico debe ser evidente para Aquí no puedo más que comentar que fue un muchacho de 19 años quien vio la relación de las obras, pues el jurado calificador no lo notó. El jurado estaba comprendido por Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece. 1

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poder ser verdadero, la correspondencia indiscutible al mundo imaginario del observador, el lector, del mapa. Y, ¿por qué establecer esto como “mundo imaginario”? Porque el mapa existe por su función. La abundancia de los mapas según sus funciones nos puede dar una pista de esto. En el Medievo la cartografía europea de la Tierra situaba a Jerusalén en el centro y la representación del cosmos correspondía al imaginario de la influencia de Cristo en el universo. Después los mapas de navegación puntualizaban la existencia de puertos y rutas donde los barcos pudieran transitar y detenerse. Hoy en día uno puede visitar casi cualquier ciudad y recibir un mapa que precisa la ubicación de atractivos turísticos, o de hoteles, o de las casas de los artistas. Los mapas estelares corresponden a días precisos, sujetos al tiempo y la posición de los astros, pues de otra manera resultarían inoperantes. Además, existen aquellos mapas cuya referencia es imaginaria. Por ejemplo, los mapas correspondientes a mundos virtuales se utilizan para navegar el cosmos de videojuegos para trascender en una aventura exitosa, definiendo éxito como el completar niveles del juego, adquirir puntos o investir al personaje de poderes especiales. Incluso en los juegos de rol, los mapas se construyen para poder llevar a cabo la historia que se crea en el momento de jugar. Así, los mapas preceden a los territorios. Baudrillard exclama con cierta pasión que: La abstracción hoy no es ya la del mapa, el doble, el espejo o el concepto. La simulación no es ya la de un territorio, una existencia referencial o una sustancia. Se trata de la generación de modelos de algo real que no tiene origen ni realidad: un “hiperreal”. El territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive. De aquí en adelante, es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio; y si reviviéramos la fábula (se refiere al poema de Borges) hoy, serían las tiras de territorio las que lentamente se pudren a lo largo del mapa. Es lo real y no el mapa, cuyos escasos vestigios subsisten aquí y allí: en los desiertos que no son ya más del Imperio, sino nuestros. El desierto de lo real en sí mismo. (en Barreda) Sin embargo, él ve que todas las prácticas humanas de simulación corresponden a estos juegos virtuales antes mencionados, cuya referencialidad construye un mundo de lo hiperreal y aniquila lo real, situando el universo de instituciones

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fabulosas (de fábula) y representaciones de representaciones, formando un juego de espejos de feria infinito, distorsionando lo real hasta lo inimaginable. El mapa de Suárez Miranda/Borges/Cásares/Dodgton/Carroll/Lynch Davis intenta ser el mapa de todos los mapas. Intenta construir en su representación y reproducción todas las posibles instancias de lo real. El de Dodgton/Carroll se detiene por lo práctico, el mapa cubriría el sol, es mejor utilizar lo real como representación de lo real. El mapa de Borges/Cásares/Suárez Miranda /Lynch Davis se implementa y esto conlleva a la inevitable destrucción del mapa. Su posterior habitación por animales y mendigos, seres sin razón (los animales) y no insertados en el complejo sistema económico del universo discursivo (ambos), es incluso más sutil, son ellos quienes son los herederos del mapa del simulacro, pues ellos viven, a diferencia del resto del imperio que juega a vivir, en un mundo de referencias concretas, espejos, autores y plagios identificables. Pero entonces, ¿dónde está situado el lector? ¿Se encuentra en lo real o en el universo discursivo? ¿Es el lector quien crea un texto al leerlo y por lo tanto descubrirlo? En el caso de los niveles de referencialidad entre mapas y territorios, si estos dependen en su utilización, ¿es el lector el creador al utilizarlos? En el nivel de autoría y plagios e intertextos, ¿dónde se sitúa? ¿al encontrar la referencia? ¿Es acaso un sueño de Suárez Miranda?

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Bibliografía

“El jurado revocó el fallo del certamen de novela” La nación. Feb. 8, 2007. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=881727(recuperado el 25 de abril, 2010) Barreda, José. “Jean Baudrillard y la precisión de los simulacros” Blographos. http://www.geographos.com/BLOGRAPHOS/?p=179 :Marzo 12, 2007. (consultado el 2 de abril 2010) Baudrillard, Jean. “Jean Baudrillard. Simulacra and Simulations Jean Baudrillard, Selected Writings, ed Mark Poster. Stanford University Press, 1998, pp.166184. “ http://www.egs.edu/faculty/jean-baudrillard/articles/simulacraand-simulations/ :1998. (consultado el 2 de abril 2010) Bioy Casares, Adolfo. “Prólogo a la Antología de la literatura fantástica”. Ciudadseva.com. http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/bioy2.htm (recuperado el 25 de abril, 2010) Borges, Jorge Luis. “El rigor de la ciencia” Poema en audio: el rigor de la ciencia. Palabra virtual. http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&o=Jorge%20 Luis%20Borges&p=Jorge%20Luis%20Borges&t=Del%20rigor%20en%20la% 20ciencia&wid=726 (recuperado el 25 de abril 2010) Carrol, Lewis. LEWIS CARROLL: Obras completas. Prólogo de JORGE LUIS BORGES. Buenos Aires: Corregidor, 1976. _____. “Sylvie and Bruno”. The Complete Illustrated Lewis Carroll. Wordsworth: Reino Unido, 1996. Foucault, Michel. “¿Qué es un Autor?” Traducción de Gertrudis Gavidia y Jorge Dávila. http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/15927/1/davila-autor.pdf (recuperado el 25 de abril, 2010)

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