Comercio Justo y Libre Mercado: Estudio acerca de los efectos del Comercio Justo sobre los productores y el libre mercado

June 20, 2017 | Autor: Matthias Schmelzer | Categoría: Fair Trade, Comercio Justo
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Descripción

Comercio Justo y Libre Mercado

Estudio acerca de los efectos del Comercio Justo sobre los productores y el libre mercado

Matthias Schmelzer 2007

Este estudio ha sido escrito por Matthias Schmelzer para la Universidad de California, Berkeley. Ha sido apoyado económicamente por la fundación DONATA y el Instituto para la Trimembración Social. La traducción al castellano es de Luis Valle Legido.

“Antes incluso de que esta mañana hayas terminado tu desayuno, ya has dependido de medio mundo.” Martin Luther King 1.INTRODUCCIÓN El Comercio Justo es el mecanismo de mercado más importante y que más rápido se desarrolla en la actualidad para mejorar las condiciones de vida de los productores en los países en vías de desarrollo. Los pequeños productores en diferentes países del sur reciben un trato comercial justo: por ejemplo, un precio mínimo garantizado por encima del precio fijado por el mercado y, al mismo tiempo, un apoyo al desarrollo de la producción. El Comercio Justo es un éxito. La facturación global supera ya los 1.100 millones de euros, crece a un ritmo del 50 por ciento anual y algunos productos tienen una cutoa de mercado superior al 50 por ciento (Max Havelar, 2006; TransFair USA 2005). El éxito del Comercio Justo se viene anunciando una y otra vez por diferentes personas e instituciones quienes, en calidad de representantes de los productores del sur en los países del norte, hacen llegar hasta los propios partidarios y promotores de la libre economía de mercado, el G8 y la Comisión Europea.[1] El sentimiento general de euforia que se deduce de estas declaraciones lo ha expresado con singular claridad una de las pioneras del movimiento por el Comercio Justo, Carol Wills, en una conferencia del Parlamento Europeo en Junio de 2005: “¡El Comercio Justo funciona! Funciona para hombres pobres; funciona para los consumidores. Funciona como modelo de negocio, funciona para un desarrollo sostenible; funciona para el medioambiente; ¡y funciona como idea!” (Fair Trade Advocacy Newsletter, 2005). Llegados a este punto surgirían unas cuantas preguntas. El Comercio Justo comenzó como una alternativa al libre comercio, concentrándose claramente en la solidaridad y el bienestar de los productores, rechazando conceptos clásicos económicos como la competencia y la autoregulación del mercado y utilizando, las veces, una retórica anticapitalista. ¿Cómo debería valorarse que en la cumbre del G8 en Gleneagles los jefes de gobierno de los países económicamente dominantes, que de forma perpetua han sido responsables de la injusticia en las relaciones comerciales (denunciados con frecuencia por organizaciones y participanes del movimiento por un Comercio Justo), reconozcan abiertamente el éxito a escala planetaria del Comercio Justo?. ¿Que en su declaración final se destaque y se aplauda el mercado creciente de

productos de Comercio Justo así como los efectos positivos en el apoyo de muchas vidas y la continua toma de conciencia del rol positivo que juega el comercio en el desarrollo? (Fair Trade Advocacy Newsletter, 2005: 4). O, algo todavía más perturbador: ¿Cómo debería de juzgarse que Nestlé, conocida mundialmente como la multinacional menos concienciada y responsable del año 2005, se decante por desarrollar una marca en Inglaterra bajo el sello del Comercio Justo (Nestlé, 2005)? Y eso, aún sabiendo que Nestlé es uno de los cuatro actores principales responsables de la crisis del café que mandó a la ruina a millones de productores. El pensar, y las reacciones de muchos hombres involucrados en el Comercio Justo, ha sido expresado con extrema precisión por John Hillary, director de la organización no gubernamental (ONG) War on Want: “ El movimiento por un Comercio Justo fue fundado con el propósito de poner en cuestión el comportamiento de una multinacional como Nestlé. ¿Cómo puede una empresa semejante merecer entonces dicho sello?” (Vidal, 2005). En este estudio he intentado valorar si el Comercio Justo funciona para todos, y lo que es áun más importante, cómo funciona para los diferentes participantes (productores, consumidores y comerciantes), en definitiva, cuáles son los efectos más importantes del Comercio Justo en el conjunto del sistema económico de libre mercado. Como marco de referencia quiero describir la tensión existente entre dos visiones sobre el Comercio Justo que actualmente cristalizan en el actual debate dentro del movimiento por un Comercio Justo, así como en la literatura del propio Comercio. Por un lado interpreto una posición claramente pragmática del Comercio Justo como herramienta de desarrollo, la cual mejora el nivel de vida de los productores desfavorecidos en los países en desarrollo, mientras permite funcionar al libre mercado como en teoría debería de hacerlo. Por otro, establezco un punto ideal en el que el Comercio Justo critica pragmáticamente el modelo actúal de libre mercado, con la intención de transformar el mercado capitalista mediante prácticas alternativas de comercio. Puesto que ambas visiones se presentan en tensión, cuando no en una absoluta e inherente mutua contradicción, surge la pregunta: ¿Qué es el Comercio Justo realmente?¿Es el Comercio Justo una efectiva solución neoliberal que apoya y defiende a los pequeños productores del Sur dentro del actual marco de libre comercio, dada su presente desventaja?¿O es el Comercio Justo una herramienta de revolución social que desafía las prácticas liberales del Comercio y apunta a una profunda transformación del libre mercado?

Este planteamiento argumenta que estas dos dicotómicas visiones son útiles para conceptualizar las diferentes posibilidades de desarrollo futuro, siendo al mismo tiempo tan unilaterales y extremas que imposibilitan la reproducción de la realidad del Comercio Justo. El Comercio Justo no es ni una pura solución neoliberal de una concreta deficiencia del libre mercado ni un instrumento para cambiar en profundidad el sistema capitalista. El Comercio Justo puede realmente ser entendido, y así lo discutiré con la ayuda de Karl Polanyi, como un proceso múltiple y complejo de defensa social frente a los efectos destructores y dañinos de fuerzas incontroladas del mercado y que intenta a su vez reconducir la economía de nuevo en la sociedad. Como tal, el Comercio Justo es un punto de lucha, de conflicto y de negociación entre los diferentes actores que conduce a diferentes y, parcialmente, contradictorios efectos a distintos niveles. El presente trabajo está articulado en las siguientes partes: primeramente describiré qué es el Comercio Justo – cómo puede ser definido, cómo funciona, hasta dónde puede extenderse y qué problemas intenta resolver. A continuación voy a analizar en detalle las dos visiones sobre el Comercio Justo arriba mencionadas para posicionar en ese marco preguntas contextualizadas y ofrecer a mayores una perspectiva sobre la literatura presente. La parte principal de este trabajo analiza los efectos del Comercio Justo, comenzando por los productores y su entorno social inmediato, para continuar con los efectos socioculturales, políticos y económicos ejercidos sobre el conjunto de la economía de mercado en general. En la última parte propondré un marco teórico que posibilite, tras el análisis de los efectos sobre los productores y el mercado, extraer conclusiones e intentar comprender el Comercio Justo, más allá de la abstracción de ambas visiones, como un fenómeno complejo de defensa social frente a fuerzas del mercado desatadas o incontroladas. 2.¿QUE ES EL COMERCIO JUSTO? 2. 1. Definición, Funciones y Dimensiones del Comercio Justo. A lo largo de la historia del Comercio Justo se han dado diferentes definiciones desarrolladas por miembros aislados y otros actores participantes. En un intento por lograr un entendimiento en círculos más amplios, una red informal llamada FINE, perteneciente a la organización más importante Fair Trade Organisation, elaboró en 2001 la siguiente definición: [2] “ El Comercio Justo es una relación comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto que busca lograr una mayor justicia en el

comercio internacional. El Comercio Justo contribuye, por medio de mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores y trabajadores marginalizados, sobre todo en los países del Sur, a un desarrollo sostenible. Las Organizaciones de Comercio Justo (apoyadas por los consumidores) se involucran activamente en el apoyo de productores, sensibilización y en campañas para el cambio de las normas y prácticas convencionales del comercio internacional” (FINE, 2001). [3] Los objetivos del Comercio Justo, que subyacen implícitamente a esta definición, han sido sistematizados por Redfern y Snedker en un informe de la Organización Internacionl del Trabajo (ILO) en el año 2002: 1. “La mejora del sustento y del bienestar de los productores por medio de una mejora en el acceso a los mercados, el refuerzo de organizaciones de productores, el pago de mejores precios y la continuidad de las relaciones comerciales. 2. La promoción de las posibilidades de desarrollo para productores desfavorecidos, en especial para mujeres y pueblos indígenas, y la protección de niños frente a la explotación. 3. La sensibilización sobre los efectos negativos del comercio internacional con el propósito que los consumidores hagan efectivo su poder como usuarios finales frente a los productores. 4. El establecimiento ejemplar de relaciones comerciales a través del dialogo, la transparencia y el respeto. 5. La lucha por el cambio en las normas y las prácticas convencionales del comercio internacional. 6. La defensa de los derechos humanos por medio de la divulgación de la justicia social, sólidas prácticas medioambientales y seguridad económica.” (Redefern & Snedker, 2002: 11). Históricamente el Comercio Justo surgió de un conjunto de organizaciones comerciales (Organizaciones Comerciales Alternativas, ATOs) laicas y religiosas que tuvieron sus orígenes en las medidas de socorro y auxilio llevadas a cabo tras la segunda guerra mundial. Organizaciones de beneficiencia en Europa occidental como Oxfam comenzaron a importar productos artesanos del este de Europa, y en Estados Unidos empezaron los menonitas a negociar de forma justa con productos provinientes de Puerto Rico, de donde surgiría más tarde la conocida organización de Las Diez Mil Viviendas (Redfern & Snedker, 2002; Low & Davenport, 2005,

Kocken, 2003). El movimiento por el Comercio Justo se desarrolló pués a partir de estas asociaciones de beneficiencia, que se consideraban opuestas al mercado convencional, en etapas progresivas hasta convertirse en una corriente actual y presente. El Comercio Justo se transforma a lo largo de este desarrollo de formas muy distintas, si bien el cambio más importante es el que aleja el Comercio Justo “de una red de activistas movida fundamentalmente por abogados y un modelo de delegación de poder hacia una exitosa historia comercial movida basicamente por las fuerzas de mercado”(Nichols & Opal, 2005: 13). Esta transformación se refleja también en el cambio de nombre y del discurso: de comercio “alternativo” a Comercio “Justo” (Low & Davenport, 2005: 147). Tras el establecimiento y la armonización internacional de la organización de etiquetaje (Labelling Organizations) en 1990, el Comercio Justo vivió una tasas de crecimiento enormes y desde el año 2000 el Comercio Justo logra una nueva meta: se convierte en una opción muy seria para muchos minoristas bien adaptados y asentados en el mercado (Krier 2005, 5). Las organizaciones certificadoras más importantes se encuentran organizadas bajo el paraguas de la Organización Internacional para el Etiquetaje del Comercio Justo (FLO). La FLO fue fundada en 1997 a partir de 14 organizaciones internacionales. El objetivo fue mejorar el trabajo en equipo, tanto en la definición de standards internacionales para el Comercio Justo, como en la certificación y la supervisión de las organizaciones de productores y comerciantes, así como en el apoyo de organizaciones de productores que necesitasen ayuda externa (FLO, 2005a: 23). Actualmente 20 organizaciones certificadoras nacionales consituyen la FLO internacional (FLO, 2006). Este signo de reconocimiento o sello – que en Alemania y en los Estados Unidos se llama, a modo ejemplo, TransFair, y en Holanda y Suiza Max Havelaar – garantiza un control independiente de los productos del Comercio Justo por una tercero. Aún así, no todos los productos del Comercio Justo se venden bajo este sello, principalmente por la dificultad que supone pasar un complejo y caro proceso, imprescindible para lograr dicha acreditación. Tradecraft, la empresa inglesa más grande dedicada al Comercio Justo, vende la mayoría de sus productos sin el sello de la FLO (Nichols & Opal, 2005: 11).[4] La Organización internacional para el Etiquetaje del Comercio Justo (FLO) está dirigida por un consejo de administración en el que, de acuerdo con un enfoque de múltiples accionistas, se sientan representantes de cada miembro constituyente elegidos democraticamente (5

representantes de las organizaciones de acreditación y sello, 4 por las cooperativas de producción, 2 comerciantes registrados y 2 independientes). [5] Desde el punto de vista operacional el Comercio Justo se caracteriza a través de una práctica clave que es llevada a la práctica tanto por las organizaciones de acreditación y etiquetaje así como por las organizaciones comerciales alternativas que no forman parte de dichas certificadoras (Nichols & Opal, 2005: 6-7): la fijación de precios mínimos, normalmente superiores o independientes de los precios mundiales de mercado, los cuales deben cubrir los costes de sustento de los productores; una acentuación de desarrollo y apoyo técnico concretado en el pago de una prima social; la compra directa a los productores, con el propósito de acortar la cadena de aprovisionamiento y aminorar con ello los márgenes de ganancia de los intermediarios; relaciones comerciales transparentes y a largo plazo; la puesta a punto de líneas de crédito bajo demanda y prefinanciación de hasta un 60 por ciento del volumen de negocio; los productores se organizan de forma democrática, con frecuencia en cooperativa; el fomento de la producción biológica y sostenible; y no hay abuso de los trabajadores y los sindicatos deben estar permitidos. Puesto que la mayor parte de productos se certifican a partir de organizaciones nacionales, este ensayo está enfocado en los standards emanados de la FLO. Estos standards, que tienen que ser observados tanto por los grupos de productores como por los intermediarios, transformadores, mayoristas y minoristas, se dividen a su vez en tres partes diferenciadas (FLO, 2006; Nicholls & Opal, 2005: 131). Para empezar hay dos grupos de standards organizados para productores, uno para cooperativas de pequeños productores y empresas familiares y el otro para grandes plantaciones: los pequeños productores independientes se tienen que organizar democráticamente en cooperativas que de forma transparente distribuyan y rindan cuentas sobre sus ingresos procedentes del Comercio Justo y, en especial, de la prima social; y las grandes plantaciones de Comercio Justo deben tener un gremio de trabajadores elegido democráticamente o un sindicato que decida sobre la la distribución de la prima social (FLO, 2006). Los productores tienen que cumplir, paralelamente a estas líneas maestras, con determinados requisitos de calidad, y no se permite que vayan contra los standards de la Organización Internacional del Trabalo (ILO). A continuación hay varios principios a respetar para la producción sostenible. Estos standards medioambientales varían según el producto, pero en general prohíben el uso de pesticidas y exigen la protección de los recursos escasos y el agua potable

(Nicholls & Opal, 2005: 131). Finalmente, y como nucleo del Comercio Justo, es necesario observar y cumplir determinadas condiciones comerciales en las relaciones entre productores e importadores: los intermediarios deben pagar a los productores un precio mínimo que cubra como los costes de la producción sostenible así como los costes de sustento de los productores; seguidamente deben pagar a mayores una prima social que se invertirá en desarrollo; tienen que pagar hasta un 60 por ciento por adelantado si así se lo solicitan; y los contratos comerciales deben planearse a largo plazo y permitir la práctica de la producción sostenible. (FLO, 2006). Los requisitos de calidad pueden ser muy específicos y rígidos y son, en parte, difíciles de cumplir. Algunas de la directivas de calidad para el Comercio Justo de bananas incluyen, por ejemplo, datos milimétricos sobre el tamaño, la uniformidad y el embalaje de las bananas. [6] Los standards comerciales y los precios mínimos varían según el producto y son aprobadas por las organizaciones certificadoras. El precio mínimo para el cultivo del café de variedad arábica es, por ejemplo, fijado por la FLO en US$ 1,21 por libra (455g) en Centroamérica, México, África y Asia y en US$ 1,19 en Sudamérica y el Caribe. A mayores de este precio mínimo los productores reciben por cada libra una prima social de US$ 0,05 y por café certificado biológicamente US$ 0,15. En el inusual caso de que el precio de mercado sea mayor que el precio mínimo fijado para el Comercio Justo, se pagará junto al precio de mercado la prima social (FLO, 2005b). Esto quiere decir que mientras el precio medio del café en 2004 en el mercado convencional fue de US$ 0,76 por libra, las cooperativas de Comercio Justo recibieron un precio mínimo garantizado de US$ 1,26 para el café tradicional y US$ 1,41 para el café ecológico (TransFair USA, 2005). [7] Para otros productos los standards son muy variables y complejos. Así varía, por ejemplo, el precio mínimo por caja (18.14 Kg) de la banana convencional según el pais, de US$ 5,50 a pie de plantación en Colombia y Ecuador hasta US$ 7 en la República Dominicana, donde a mayores se añade una prima social de 1$ por cada caja. Las bananas ecológicas de Costa Rica se miden de forma muy diferente – el precio se situa en US$ 0,15 y una prima de tres centimos por kilogramo (FLO, 2005c). Frente a los precios de mercado, que actualmente se situan en US$ 3 por caja en Ecuador y por debajo del precio mínimo oficial, los precios mínimos significan por si mismos ya una substancial ventaja para los productores del Comercio Justo. [8]

Tabla 1: Comparación por países de los volúmenes de venta de productos de Comercio Justo, en millones de euros (Fuente: Max Havelaar, 2006/FLO). Para hacerse una idea de la amplitud del Comercio Justo resulta de gran ayuda echarle un vistazo a los hechos y números de la exitosa historia del Comercio Justo: la facturación mundial de productos certificados como Comercio Justo se estima en 1100 millones de euros en 2005 (Max Havelaar, 2006: 28). A finales de 2005 había 510 organizaciones de productores distribuidas por más de 50 países representando a más de un millón de productores; en conjunto son – incluidas sus familias – más de cinco millones de personas, desde el lado de la producción, las integradas en el Comercio Justo y que se benefician de él (Max Havelaar, 2006: 28), lo cual hace una significativa parte de todos lo pequeños productores. [9] Entre 2003 y 2004 crecieron las ventas de productos certificados como Comercio Justo un 56 por ciento y sobrepasaron con ello la tasa de crecimiento anual del 42 por ciento entre 2002 y 2003 (FLO, 2006). El crecimiento del Comercio Justo desde 1999 se ilustra en la tabla 1 y debe según lo dicho continuar incrementándose (Nicholls & Opal, 2005: 190). La cuota de mercado correspondiente al Comercio Justo, que como media no supera el 3 por ciento, es puntualmente considerable: en Suiza a modo de ejemplo más del 56 por ciento de todas las bananas provienen del Comercio Justo y la proporción del café tostado y molido llega al 20 por ciento en Gran Bretaña (Max Havelaar, 2006: 22; Krier, 2005: 30). La cuota de mercado a nivel europeo para las bananas comercializadas bajo los criterios del Comercio Justo, avalada por el director general

para la agricultura de la Comisión Europea, se estima en un 10 por ciento (TransFair USA, 2006c). El mercado de mayor tamaño para el Comercio Justo es a día de hoy los Estados Unidos con una cifra de negocio de 215 millones de euros, seguido de Inglaterra con 206 millones y suiza con 135 (FLO, 2005a: 4).

La tabla 2 ilustra como, en términos relativos, la cuota de mercado de los productos de Comercio Justo resulta pequeña en países como Alemania o Estados Unidos si la comparamos con la de Suiza y pone en evidencia el enorme potencial de crecimiento futuro del sector. Mientras que los consumidores en Alemania solamente gastan como media 0.70 € al año en productos de Comercio Justo, este valor llega a 3.46 € en Inglaterra y en Suiza a un impresionante 18.47 €, donde incluso queda margen para el crecimiento (Krier, 2005: 29). El estudio en toda su extensión se encuentra publicado con todos los datos y hechos exactos bajo el título “Comercio Justo en Europa” por las cuatro organizaciones principales de Comercio Justo (Krier, 2005). Este muestra que sólo en Europa las ventas de productos del Comercio Justo supusieron en el año 2005 un total de 660 millones de euros, de los cuales sólo aproximadamente 60 millones fueron comercializados sin el sello de la FLO. En Europa los volúmenes de facturación han crecido en los últimos cinco años un 154 por ciento, o lo que es lo mismo, un 20 por ciento al año. Este incremento se debe fundamentalmente a la participación de cadenas de supermercados en el Comercio Justo. Estos productos se encuentran entretanto en 79000 puntos de venta a lo largo y ancho de Europa, de los cuales 55000

son supermercados. Más de 100000 voluntarios participan en más de 2800 tiendas y las 200 organizaciones que importan productos del Comercio Justo (Krier, 2005).Tabla 2: Consumo medio de productos de Comercio Justo por persona en varios países. Euros. (Fuente: Max Havelaar, 2006 / FLO) De forma similar crece la cuota de mercado para el café de Comercio Justo en los Estados Unidos a unas tasas de vértigo. Desde su introducción en 1998 el incremento medio al año supone un 90 por ciento y dicho café ya se encuentra en 35000 puntos de venta disponible al público (TransFair USA, 2005; 2006d). Hay un relación, en absoluto despreciable, entre el café de Comercio Justo y el café biológico. Mientras que en Europa solo se estima que entre un 25 y 45 por ciento del café de Comercio Justo es biológico, este porcentaje se situa en los Estados Unidos entre el 75 y el 85 por ciento (Zehner, 2002). [10] Por el momento hay disponibles entre 5000 y 7000 diferentes productos a nivel mundial, de los cuales solo 250 están certificados – para los otros no hay todavía desarrollado un sello acreditativo unificado. La mayor parte de los productos no certificados son objetos de artesanía, si bien la mayor parte de todos los productos del Comercios Justo provienen de la agricultura, principalmente cafe, bananas, otras frutas,té y cacao. Según Leatherhead Food International los productos más importantes son, en cuanto a cantidad, bananas, y en cuanto a valor, el café (Nicholls & Opal, 2005: 191, ver también FLO, 2005a). 2. 2. La problemática: la in“justicia” del régimen comercial neoliberal Es importante entender por qué es extremadamente necesario el Comercio Justo. La teoría clásica del libre comercio, que se basa en la teoría de Adam Smith y David Ricardo sobre las ventajas comparativas, afirma que los países se pueden beneficiar cuando se especializan y exportan lo que, en términos relativos, pueden producir con mayor facilidad, e importan aquello que no producen en suficiente cantidad. De ahí, por ejemplo, que Alemania sea incapaz, dado el clima, de cultivar café, y que Bolivia en efecto no disponga de la suficiente infraestructura ni tecnología para producir automóviles. Ambos países se beneficiarían si abriesen sus mercados al comercio de forma mutua. Siguiendo la teoría, el comercio libre es una situación “win-win” donde todo el mundo gana y nadie pierde (en términos absolutos, proporcinalmente las pérdidas deben ser asumidas). Pero la realidad social pone en evidencia lo contrario: el comercio internacional es (al lado de otras cosas) responsable de la actual asoladora situación de pobreza de buena parte de la humanidad (McMichael, 2004). En lugar de

mejorar el nivel de bienestar de ambas partes involucradas en el comercio, las relaciones entre productores y consumidores pueden ser descritas, por ejemplo en el mercado de las bananas o el café, como una perversa transferencia de riqueza, a través de algunas cadenas de supermercados, de los agricultores y trabajadores de los países en desarrollo a los consumidores de los países desarrollados” (Tallontire & Vorley, 2005: 5). La liberalización agresiva del comercio internacional a través de instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ha conducido a una increíble expansión del comercio mundial. Entre el año 1950 y el año 2000 este se multiplicó por 22 (Nicholls & Opal, 2005:17) y las exportaciones mundiales se han doblado en los últimos diez años (HDR, 2005: 114). Pero al mismo tiempo las desigualdades globales han crecido – de forma tan dramática que más y más hombres ponen en cuestión la premisa básica de que el comercio beneficia a todos. El “Human Development Report 2005” de la Naciones Unidas introduce el apartado de comercio internacional con una cita ejemplificante de Eduardo Galeano: “la división del trabajo entre naciones consiste en que unos se especializan en las ganancias y los otros en las pérdidas.”[11] Un par de cifras de este informe de las Naciones Unidas transmiten la siguiente impresión sobre las consecuencias del libre comercio neoliberal, tal y como las ve y presenta las Naciones Unidas: “Los 500 individuos más ricos tienen en conjunto un ingreso superior al de los 416 millones más pobres. 2.5 miles de millones de individuos, que viven con menos de dos dólares al día – 40 por ciento de la humanidad –, recibe el 5 por cien de los ingresos mundiales; y el 10 por ciento más rico, que provienen casi todos de los países más ricos, se apropian del 54 por ciento de la riqueza mundial. (HDR, 2005: 4). Se le presta mucha atención desde esferas académicas a un conjunto de crisis originadas por el hundimiento en los precios de las mercancías, llamadas “commodity crises”, y al cambio de la estructura de la cadena de aprovisionamiento (commodity chain analysis), por medio de las cuales se concentra poder y ventajas en las manos de algunos supermercados de los países del Norte. El índice de precios para bienes agrícolas cayó, por ejemplo, entre 1982 y 2001 un 47 por ciento y los precios para productos relevantes de la agricultura se acercan a su valor mínimo de los treinta últimos años (Vorley, 2003). La globalización de las compras y el aprovisionamiento de productos, los cuales modifican la distribución de poder a lo largo de la cadena de aprovisionamiento, han otorgado una vasta fuerza de apalancamiento a un pequeño

grupo de cadenas de supermercado oligopolísticas, los “nuevos porteros” (HDR, 2005: 139). “Estas empresas tienen una fuerza inmensa en sus negociaciones con los productores y la utilizan para desplazar hacia abajo los precios y los riesgos de sus negocios a lo largo de la cadena de aprovisionamiento. Su modelo de negocio, el cual se concentra en maximizar los rendimientos del accionariado e intenta mantener los precios para los consumidores competitivamente bajos, demanda mayor flexibilidad y precisión en la entrega [“just-in-time delivery”], pero también mayores controles sobre los materiales utilizados, los standards y siempre a precios más bajos” (Brown, 2005: 3). La fuerza a la baja en precios (que como media se pagan entre 45 y 60 días a patir de la entrega; Brown, 2005: 10) y el incremento en la presión sobre standars exactamente normalizados, así como en estrictos criterios, suponen para muchos pequeños y medianos agricultores la imposibilidad de competir a nivel internacional (Reardon et al., 2003). Tanto la crisis originada por el hundimiento en precios para productos agrícolas, como la concentración de poder en las manos de unos cuantos supermercados, son muestras generales del mercado agrícola, que se manifiestan en el sector del café de forma drástica (Lang, 2003). Según un estudio de la organización internacional del café (Osorio, 2004), las caídas más fuertes en precio de todos los productos agrícolas las sufre el café. Mientras que los exportadores en los años 80 todavía percibían entre diez mil y doce mil millones de dólares americanos al año, descenció esta suma en el año 2003 a menos de la mitad – US$ 5.5 miles de millones. Esta inmensa pérdida de ingreso de los países en vías de desarrollo se sitúa en el polo opuesto del desarrollo llevado a cabo por los intermediarios en los países desarrollados – la facturación de los minoristas en los países consumidores creció de US$ 30 mil millones en el año 1990 a US$ 80 mil millones en 2004 (Osorio, 2004: 2). Los bajos precios mundiales reducen los costes y disparan al mismo tiempo el márgen de beneficio de los principales tostadores de café (Philip Morris, Nestlé, Sara Lee, Procter & Gamble y Tchibo), quienes en 1998 controlaron el 69 por ciento del mercado mundial (la dimensión de la concentración de mercado parece ser según un estudio todavía mayor; Gibbons, 2005). La parte del precio que los países exportadores reciben de lo que los consumidores pagan en las tiendas ha caído, entre tanto, de un tercio a una treceava parte (Ponte, 2002). Estudios sobre la influencia del hundimiento en precios indican que los efectos sobre los pequeños productores son desastrosos y conducen a

una directa disminución de las posibilidades de desarrollo humano y a un crecimiento de la pobreza (Gibbons, 2005). Los pequeños productores de bienes agrícolas en las sociedades rurales de muchos países en desarrollo se ven confrontados con la ausencia de un conjunto de importantes condiciones clave sobre las que se asientan las teorías clásicas y neoliberales del comercio (Nichols & Opal, 2005: 132-54): muchos pequeños agricultores tienes escasas posibilidades de acceder al mercado, especialmente en relación a medios de transporte, idioma, formación e información de mercado. Esto facilita a los intermediarios y grandes empresas a aprovechase de una situación libre de competencia, llamada “monopolio” (un único comprador) y provocar una “caída libre”, es decir, un maratón descendente a través de una desigual competencia. Muchos pequeños productores no tienen ningún acceso a los mercados financieros o de seguros. Especialmente, la falta de facilidades crediticias y la incapacidad de reacción hacia otras fuentes de ingreso frente a cambios en los precios dificultan a muchos pequeños productores poder sobrevivir bajo un régimen de libre mercado. Así, la visión de conjunto que este análisis de mercado nos proporciona, delata las poderosas asímetrías de fuerzas en el mercado global de bienes. El Comercio Justo intenta exactamente reaccionar frente a estas dificultades, negociando al mismo tiempo con productores, construyendo relaciones comerciales a largo plazo y fijando un precio mínimo. No obstante, ¿qué es desde un punto de vista conceptual el Comercio Justo y cuáles son sus efectos en la realidad? Antes de analizar los efectos del Comercio Justo, voy a sistematizar en el siguiente punto diferentes teorías sobre dicho comercio. 3. Dos visiones del Comercio Justo Tanto la amplitud de objetivos y cualidades del Comercio Justo, así como las teorías sobre este comercio en la literatura científica, se pueden conceptualizar desde dos posiciones diametralmente opuestas (Renard, 2003: 91; Moore, 2005: 74; Goodman & Goodman, 2001). Mientras la primera y más pragmática posición del Comercio Justo intenta mejorar el nivel de vida del mayor número de desfavorecidos productores del sur a través de relaciones comerciales más justas, sin cambiar apenas lo fundamental, la segunda y más idealista postura ve el Comercio Justo como un medio o instrumento para transformar el modelo económico neoliberal, y la economía en general, en un sistema en donde el Comercio Justo se desprenda del libre comercio

(Renard, 2003: 91). O de forma similar, como si fuese una inequívoca dicotomía: mientras unos argumentan que el Comercio Justo es compatible con la tesis sobre libre comercio dentro del discurso neoliberal actual (Nichols & Opal, 2005), otros argumentan que el Comercio Justo conlleva un giro social, poniendo los abstractos principios capitalistas de mercado bajo cuestión (Raynolds, 2000: 306) o, al mismo tiempo, actuar “desde dentro y contra” el capitalismo de mercado global para transformarlo (Brown, 1993: 156). La principal línea de discusión queda expresada mediante la pregunta de si el Comercio Justo intenta acercar la teoría económica neoclásica a la realidad (Nichols & Opal 2005: 19), o si el Comercio Justo quiere abrir una crítica práctica y un rechazo a la teoría del libre comercio – y su práctica, estudiando mediante qué posibilidades se podría llevar a cabo otro tipo de intercambio comercial.[12] Se ha repetido una y otra vez que entre ambas posiciones se expresa una “inherente contradicción del modelo de Comercio Justo” (Renard, 2003: 91). Sería indudablemente el caso si el Comercio Justo se entendiese como realidad de una de estas dos posiciones opuestas. No obstante, y como se mostrará en el siguiente análisis del modo de funcionamiento del Comercio Justo, ambas visiones son demasiado extremistas y parciales. La realidad del Comercio Justo se sitúa en algún lugar en el medio: el Comercio Justo toma alguno de los elementos del libre mercado y rechaza otros, así como estabiliza a traves de algunos de sus múltiples efectos el actual régimen de libre mercado modificando al mismo tiempo otros. 4. Comercio Justo en la práctica De la presentación de ambas visiones resulta que sus posibles efectos se sitúan en dos áreas: por una parte, el Comercio Justo debe ayudar primeramente a los productores y a sus comunidades. Esto es menos controvertido, relativamente sencillo y más adelante se recopilarán y sistematizarán diferentes casos de estudio para valorar los efectos a este nivel. Los otros tipos de efectos, que se le atribuyen al Comercio Justo – que puede influenciar el libre comercio y el libre mercado – son mucho más controvertidos. Para analizar estos efectos voy a proceder en tres pasos: primeramente analizaré la influencia sociocultural del Comercio Justo sobre los productores, consumidores y actores que no participan en el Comercio Justo, a continuación estudiaré los efectos económicos sobre el mercado convencional y finalmente voy a

examinar hasta que punto el Comercio Justo pone a prueba, desde un punto de vista político, las reglas del libre comercio. 4.1 Los efectos sobre los productores Es muy importante medir y analizar la influencia del Comercio Justo en la vida de los productores. El Comercio Justo pretende mejorar de forma efectiva el nivel de vida de los productores del sur, y los consumidores por su parte tienen la convicción de que la compra de estos productos conlleva consecuencias políticas de desarrollo. Así pués se podría, finalmente, con todo el dinero captado por las organizaciones no gubernamentaes (ONG), la administración y los donantes privados para el apoyo de Comercio Justo, añadido a todo el dinero que los consumidores pagan por productos de Comercio Justo a un precio más alto, invertir en proyectos de desarrollo los cuales son posiblemente más efectivos. En los últimos años han sido publicados un conjunto de estudios de caso y estudios globales acerca de los efectos del Comercio Justo sobre los productores, tanto por grupos de investigación académicos (en especial de la Universidad de Greenwich, UK, y de la Universidad de Colorado, USA) así como por ONG's y organizaciones comerciales alternativas. Estos estudios, de los cuales la mayor parte son análisis cualitativos y no sistemáticos, coinciden en unos cuantos puntos centrales, de entre los cuales los tres más importantes exponemos a continuación: el Comercio Justo conlleva efectos positivos sobre el nivel de vida de los productores; el Comercio Justo influye, al mismo tiempo, positivamente y de manera diferente, sobre aquellos productores que estan al margen de un ingreso creciente; y señalan que el problema más grande es que el Comercio Justo representa una pequeña parte del conjunto de productos vendidos por una cooperativa o una plantación. Se divisan algunos problemas generales en estos estudios de caso: el cambio en el ingreso y en el nivel de vida de los productores de Comercio Justo no es con frecuencia comparado con el correspondiente cambio experimentado por los productores de productos convencionales (una excepción es Bechetti & Constatini, 2005). Analíticamente resulta muy difícil separar el especial aporte del Comercio Justo de otras influencias, especialmente cuando muchos proyectos de Comercio Justo son apoyados de otras muchas formas diferentes por las organizaciones de desarrollo (Raynolds 2002b). [13] Que las ganancias originadas por los proyectos de desarrollo y el Comercio Justo se complementan estrechamente y se apoyan mutuamente ha sido

expuesto de manera muy convincente por un estudio global de la organizacion de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) (Dankers, 2003: 64). La valoración se hace incluso por ello más complicada dado que algunso estudios de caso, y sobre todo los estudios globales, sobrevaloran los ejemplos positivos y apenas tratan los resultados problemáticos. [14] Hay una amplia variedad de diferentes efectos a nivel del productor. Entre los efectos directos cuentan el nivel de ingresos más elevado dado el precio mínimo fijado y la prima social, así como un mejor acceso al crédito; entre los efectos indirectos se incluye una mejor educación, efectos psicológicos y a nivel organizativo como por ejemplo una implicación política y pública masiva (Nicholls & Opal, 2005: 204). Analizaré primeramente las ventajas que dependen de la prima en el precio y otroas ayudas financieras directas, a continuación evaluaré las ventajas no monetarias y finalmente intentaré averiguar hasta qué punto es efectivo el Comercio Justo a la hora de distribuir el dinero desde los consumidores hasta los productores. 4.1.1. Las ventajas de la prima en el precio Los ingresos adicionales a nivel agregado producidos por todos los productos mundiales del Comercio Justo a través del precio mínimo establecido y la prima social son considerables: los ingresos extras suponen en el año 2004 100 millones de dolares americanos, según el informe anual 2004-2005 de la FLO (FLO, 2005a: 4, 21) – este valor proviene de la diferencia en precio entre el precio mínimo fijado para los productos del Comercio Justo y el precio mundial para todos los productos certificados (en 2004 evaluado en mil millones de dolares americanos), más la prima social. El ingreso adicional de los cultivadores de café en el año 2003 se cifró por encima de los 22 millones de US$, si nos basamos en la diferencia de precio entre el precio mundial para el café arábica en Nueva York y el café Robusta en la bolsa de Londres comparándolo con el precio mínimo establecido para el café de Comercio Justo con la prima social añadida. (FLO, 2006). [15] El conjunto de los ingresos adicionales se reparten a través de las 531 organizaciones de productores, certificadas por las FLO, a más de un millón de campesinos y trabajadores (FLO, 2006). Tomándo únicamente estos datos como base se deduce que en el año 2004 el millón de productores recibieron en promedio cada uno 100 US$ adicionales. En la realidad el panorama es no obstante mucho más complicado. Las ventajas para los productores individuales van desde doblar el ingreso hasta la seguridad del

puesto de trabajo. Todos los estudios de caso así como las exposiciones globales llegan a la conclusión que el Comercio Justo influye positivamente en el ingreso de los productores individuales y los cooperativistas, mejorando al mismo tiempo considerablemente su nivel de vida (Riedel et al, 2005; Mayoux, 2001; Ronchi, 2002; Nicholls & Opal, 2005; Taylor, 2002; Dankers, 2003). Las diferencias mayores, que se deducen de los diferentes casos de estudio, reflejan tanto las respectivas circunstancias particulares y su contexto así como la desigual distribución de las ventajas del Comercio Justo en relación a las organizaciones de productores. Algunos ejemplos sirven para ilustralo: en una cooperativa de 1500 cultivadores de café en Chiapas, México, recibe cada miembro el 200 por ciento del precio del café convencional – y puesto que hasta el 80 por ciento del ingreso familiar procede de la venta del café – la diferencia que el Comercio Justo origina es muy grande (Perezgrovas y Cervantes, 2002: 16, 19). En una cooperativa cafetera de Costa Rica gana cada miembro entre un 25 y un 60 por ciento más de lo que los intermediarios locales pagarían, y ganan en promedio más de un 39 por ciento que los campesinos que no venden en el mercado de productos de Comercio Justo (Ronchi, 2002: 10). En una cooperativa cafetera en Bolivia los precios se sitúan, en comparación a los del mercado convencional, entre un 106 y un 126 por ciento por encima para el café negociado como justo y entre un 109 y un 195 por ciento para el café ecológico de Comercio Justo (Dankers, 2003: 59). En uno de los pocos estudios económicos en una granja de Comercio Justo en Kenia, Bechetti & Constatini (2005) llegan a la conclusión que el Comercio Justo mejora el bienestar social y económico y la calidad de vida en general. Diferentes estudios ponen de relieve la importancia de los múltiples ingresos para la mejora de la situación económica en general de las cooperativas, como por ejemplo para la estabilización de los créditos, la creación de nueva infraestructura y la mejora de las condiciones de trabajo (Lyon, 2002; Mendez, 2002; Dankers, 2003). Los salarios en una plantación de bananas de Comercio Justo en Ghana eran por el contrario apenas más altos que los salarios de los trabajadores regulares de la región (Dankers, 2003: 57, 59). Y en una cooperativa en El Salvador llegaban los ingresos adicionales justo para saldar los préstamos pendientes (Mendez, 2002). Mutersbaugh (2002) evalúa la participación en el Comercio Justo para el caso de los productores de café en Oaxaca, México, de forma muy crítica y argumenta que, en concreto, la certificacíon para la producción ecológica es muy exigente técnicamente, además de muy cara, lo cual va en perjuicio de los productores. Puesto

que la mayor parte del café del Comercio Justo también está certificado ecológicamente, los precios para el café ecológico en el mercado convencional son con frecuencia exactamente tan altos o incluso superiores que los precios con prima del café ecológico del Comercio Justo (VanderHoff Boersma, 2002; 11). Además de las ventajas financieras directas se apuntan como muy importantes, en la mayoría de los estudios, la inmediata disponibilidad de créditos y el pago por anticipado, que puede llegar hasta un 60 del precio final (Taylor, 2002: 21). Un problema, que sucede en algunos casos, es – en clara contraposición con las reglas del Comercio Justo – el en parte largo retraso del pago por parte de la organización certificadora, lo cual puede conducir a los productores a soportar una inmensa carga financiera (Lyon, 2002: 32). En un cooperativa en El Salvador los agricultores se quejaron que el pago llegó repetidas veces con más de tres meses de retraso, mientras que en el mercado convencional se paga al justo vencimiento de 30 días (Mendez, 2002: 19). El problema principal en los estudios de casos, y al mismo tiempo la explicación más importante de las diferencias en relación a los múltiples ingresos, es que las organizaciones de productores solo pueden vender una pequeña parte de sus productos en el mercado de Comercio Justo. La demanda de contratos con importadores certificados sobrepasa la oferta. En promedio, los productores de Comercio Justo pueden vender a nivel mundial sólo un 42 por ciento de todos sus productos a precios justos (Bechetti & Constatini, 2005: 3), y las cooperativas de café de Comercio Justo vende aproximadamente la mitad de sus cosecha en el mercado justo (Levi & Linton, 2003). Estos efectos se muestran a nivel individual en un nuevo estudio sobre cultivadores de café en Nicaragua (Bacon, 2005). Si bien el precio para el café de Comercio Justo puesto en la puerta de la explotación cuestá más del doble que el café convencional ( US$ 0.84/lb en contraposición a US$ 0.39/lb para las empresas exportadores de productos agrarios o US$0.37/lb para los intermediarios locales), el precio medio para todos las variedades de café que vende un cultivador de café del Comercio Justo es todavía muy bajo y se sitúa en parte incluso bajo los costes medios de producción (US$ 0.56lb en contraposición al mercado convencional, US$ 0.40/lb, mientras que sólo los costes financieros de producción se sitúan en promedio entre US$0.49 hasta 0.79/lb, ver S. 505).

Otros factores que repercuten en el diferencial de ingresos son, en parte, la fuerte variación de los precios locales de los productos cultivados convencionalmente y el hecho de que, según la organización interna y el contexto social de las diferentes cooperativas, una parte variable del ingreso adicional se utiliza para proyectos comunales o con fines administrativos. Algunos grupos de productores deciden democráticamente distribuir la mayor parte del ingreso adicional entre los miembros, pero utilizan una parte de forma conjunta para intereses colectivos, como por ejemplo para sanidad, formación, proyectos comunales, pago de deudas, infraestructura, adaptación a la producción ecológica o formación técnica (Nicholls & Opal, 2005, Tabelle 9.2 de la página 206). En la evaluación de proyectos de Comercio Justo es de vital importancia, a mayores, tener en cuenta las circunstancias principales sociales y geográficas de las diferentes cooperativas. Un estudio de Bacon sobre los cultivadores de café en Nicaragua apunta, a modo de ejemplo, que para los cultivadores en las cooperativas de Comercio Justo, la posibilidad de perder su tierra debido a los bajos precios del café, es cuatro veces más baja que para los productores convencionales. No obstante, el hecho más importante es que el nivel de vida tanto para los agricultores de Comercio Justo así como para aquellos que lo hacen para el mercado convencional ha disminuido (Bacon, 2005: 506). Y Lewis (2005) muestra en un estudio acerca del comportamiento sobre el Comercio Justo y Migración en un pueblo mejicano que los efectos positivos del Comercio Justo ecológico se ven anulados ampliamente por los efectos negativos de la creciente inmigración. En conjunto se puede decir que los mayores precios que los minoristas pagan por los productos de Comercio Justo tienen un efecto significativo sobre la vida de miles de pequeños productores. Un análisis más exacto de diferentes granjas y cooperativas muestra que los efectos debido a diferentes factores varían de forma muy fuerte, si bien el problema principal sigue siendo que muchos productores pueden vender solo una pequeña parte de todos sus productos a un precio justo. El hecho de que la mayoría de las organizaciones de productores insistan en la necesidad de ampliar el mercado para productos de Comercio Justo pone de manifiesto la importancia que los pequeños agricultores atribuyen a la participación y a las ventajas del Comercio Justo (Murray et al, 2003: 5). 4.1.2. Ventajas no financieras

De forma paralela a las ganancias producidas por un precio más alto para los productos de Comercio Justo hay toda una serie, a mayores, de importantes ventajas tales como relaciones comerciales a largo plazo, estructuras organizativas mejoradas e información de mercado, que influyen de forma positiva, al mismo tiempo, las relaciones comerciales convencionales de una cooperativa (Nichols & Opal, 2005: 202). En algunos estudios de caso se señalan de manera importante efectos psicológicos tales como una mejora en la conciencia de si mismos y un mayor orgullo acerca del mayor control sobre la cadena de creación de valor. Murray et al. (2003: 8), por ejemplo, informan sobre siete diferentes estudios de casos con cultivadores de café en latinoamérica y para los cultivadores en todos estos estudios “la creciente atención por su ocupación agraria – en ella incluida la visita de inspectores de Comercio Justo y cultivo ecológicos, de compradores e incluso de clientes del norte (...) ha promovido un nuevo orgullo del cultivo de café”. (Ver también Mayoux, 2001; Ronchi, 2002: 17). Taylor (2002: 19) ha descubierto que esta mayor autoestima se ha manifestado en un nuevo comportamiento de los productores hacia sus comunidades, como por ejemplo en una gran participación en las asambleas públicas. En otros estudios por el contrario estas sutíles mejoras se confirman sólo para una pequeña minoría (sólo para un 14 por ciento en un estudio de caso en El Salvador; Mendez, 2002: 21). Otras ventajas indirectas son un mayor gasto para formación e infancia en general (Lyon, 2002: 9; Ronchi, 2002: 8; Murray et al, 2003: 9) y el sostenimiento de culturas indígenas (Murray et al, 2003: 4; Lyon, 2002: 32). Estas constataciones son, no obstante, en su mayoría anecdóticas en lugar de sistemáticas y sus efectos se ven en parte neutralizados por otros factores como la urbanización y la migración (Nicholls & Opal, 2005: 209). Un problema importante del Comercio Justo es la abierta desigualdad entre géneros. Los efectos positivos del ingreso adicional para los miembros de la unidad familiar son de gran importancia (Nicholls & Opal, 2005: 213; Taylor, 2002: 24). Sin embargo, un conjunto de estudios de casos muestran que el Comercio Justo no tiene, o si lo tiene es muy bajo, ningún efecto sobre la mejora del nivel de vida y la toma de poder de las mujeres. Las razones de ello son, por una parte, que el ingreso del Comercio Justo mayoritariamente es controlado por miembros masculinos del gobierno familiar, y por otra, que en términos proporcionales trabajan menos mujeres en proyectos de Comercio Justo (Nicholls & Opal, 2005:208; Tallontire, 2000:170; Redfern & Snedker, 2002: 39). En algunos casos hay más mujeres contratadas, sin

embargo los hombres reciben el ingreso (Mayoux, 2001). En parte, las organizaciones certificadoras demandan programas de igualdad de la mujer, sin embargo el cambio se presenta difícil (Taylor, 2002: 4). Y, como Mayoux (2001) observa, cuando las mujeres son contratadas en proyectos de Comercio Justo, su carga de trabajo se amplía con frecuencia, puesto que no se las libera de sus tareas domésticas. Hay, no obstante, desarrollos prometedores: en una organización de productores de India, por ejemplo, la participación de mujeres en la producción de bienes de consumo alimenticio justos tuvo como consecuencia una mejora social como “mayor autoestima, independencia económica, mejor acceso a un sistema sanitario y participación numerosa en las decisiones de la familia, la comunidad y las reuniones locales” (Redfern & Snedker, 2002: 39; ver también Paul, 2005: 148). Muchos estudios señalan la importancia del desarrollo organizativo a través del Comercio Justo (Ronchi, 2002; Mayoux, 2001; Murray et al, 2003; Nicholls & Opal, 2005; Paul, 2005). Un informe de la FAO, basado es siete estudios de caso, cita a modo de ejemplo: “en todas las cooperativas está claro que la prima en precio del Comercio Justo representa sólo una parte, y con frecuencia una pequeña parte, de todas las ventajas del sistema de Comercio Justo. El éxito en las organizaciones independientes resulta ser mucho más importante puesto que “conduce a una mejora de las posiciones de negociación, a una mayor credibilidad en el crédito y a efectos de escala” (Dankers, 2003: 64). La certificación de Comerico Justo demanda que los pequeños agricultores se organicen en cooperativas y que los trabajadores construyan de forma democrática entidades que decidan sobre el destino de los ingresos adicionales. En este contexto hay un conjunto de efectos opuestamente complementarios entre el Comercio Justo y las cooperativas. Las cooperativas incrementan el poder de los productores en los mercados locales, incrementan el ingreso de los miembros y de todos los otros a través de la creación de competencia a intermediarios privados y además ofrecen a sus miembros la posibilidad de hacerse oír de forma colectiva. Milford (2004) mostró en un estudio en una cooperativa en Chiapas, México, que para las cooperativas es difícil establecerse si no venden productos de Comercio Justo y que la participación en el Comercio Justo resulta ser en esto un mejor medio para la promoción de ventajas organizativas que otras medidas de desarrollo de ONGs u organizaciones gubernamentales (Milford, 2004). Otros estudios llegan, en relación a esto, a resultados problemáticos: señalan los altos costes y la ineficiencia de la organización cooperativista (Mendoza & Bastiaesen,

2003: 42), muestran una falta de democracia efectiva y la aparición de clases administrativas en las grandes cooperativas (Dankers, 2003: 64) y hay casos puntuales de corrupción (Lyon, 2002: 35). Las mejoras organizativas ayudan a muchos cooperativistas, al mismo tiempo, en sus actividades en el mercado convencional y permiten a los pequeños productores tomar contacto directo con las empresas extranjeras y negociar en parte condiciones similares a las del Comercio Justo (Taylor, 2002: 10, 21). La fuerza organizativa ha puesto a algunas cooperativas en la posición de conquistar nuevas e innovadoras posibilidades de negocio. La Selva, por ejemplo, una cooperativa cafetera en Chiapas, México, ha comenzado a vender su café en algunas de sus cafeterias, recientemente fundadas por ellos, la primera en 1994 en San Cristóbal de Las Casas (Cabanas, 2002: 30). En un interesante artículo con el título “Bringing the moral charge home”, Jaffe et al. (2004) han analizado diferentes iniciativas de Fair Trade dentro de los países del Sur. Enfrentados al hecho de que el comercio convencional ayuda a sólo una parte de las cooperativas, organizaciones civiles y pequeños grupos de productores han comenzado en Mexico en 1999 con un sello propio con el nombre de Comercio Justo de México (Jaffe et al, 2004: 184). En el año 2001 se vendió el primer café bajo este sello nacional mejicano – a través de cual se intenta abordar los problemas de los pequeños productores que venden en el mercado nacional y se cambia la paradójica situación en la que el café de calidad tenía que ser importado desde este país. [16] Un iniciativa

similar

es

la

red

ANEC

(Asociación

Nacional

de

Empresas

Comercializadoras de Productores del Campo), que ha comenzado a vender bajo el sello nacional Tortillas para evitar con ello el empeoramiento de la calidad a través de importaciones baratas de los Estados Unidos bajo el acuerdo norteamericano de libre comercio NAFTA (Jaffe et al, 2004: 186). Estas iniciativas son muy prometedoras y pueden, junto con similares intentos en los países del norte descritas por Jaffe et al. (2004), ampliar nuestra comprensión del Comercio Justo de forma enriquecedora. Otro aspecto interesante del Comercio Justo, si bien difícil de medir y con frecuencia dejado a un lado, son los efectos del poder organizativo de las cooperativas de Comercio Justo sobre las comunidades de su entorno. Un miembro informa sobre la politización en una cooperativa del café en México: “Sabemos que incluso cuando La Selva decidiese no vender más café, la organización perduraría. Sabemos, porque en las asembleas no sólo se charla de la venta del café o de la administracion de la granja, que se discutirá de más problemas y de nuestro comportamiento hacia el resto

del mundo. Por ejemplo, cómo funcionan los proyectos del gobierno, los problemas del Registro Civil, la pregunta del arrendamiento de la tierra y las festividades religiosas” (Cabañas, 2002: 30). Una cooperativa guatemalteca ha ayudado al gobierno a organizar un programa de recogida de basura, a llevar a cabo actividades culturales en la comunidad y a ayudar a las escuelas locales con mobiliario y materiales (Lyon, 2002: 30). En general el Comercio Justo semeja elevar lo que Putnam (2000) definió como capital social, una aportación a la densificación de las estructuras civiles sociales y a un fortalecimiento de la sociedad civil (Nicholls & Opal 2005: 215). Al lado de los ingresos múltiples el Comercio Justo ofrece un conjunto de ventajas que resultan todas cruciales para la mejora de las condiciones de vida de los productores. En especial, el beneficio a partir de cambios organizativos y cooperativos, incluso aún cuando imperfectos, es decisivo para el fortalecimiento del poder de mercado de los productores, la creación de nuevas fuentes de ingreso y el aumento de la influencia de campesinos en sus respectivas luchas políticas. La discriminación de género en el Comercio Justo es por el contrario un tema muy importante y problemático que debe ser abordado en un futuro inmediato. 4.1.3. La eficiencia del Comercio Justo Lamentablemente faltan, a día de hoy, resultados cientificos consistentes sobre los efectos y la efectividad del Comercio Justo (Paul, 2005). Especialmente, los intentos de desarrollar métodos cuantificables que valoren si el dinero para los productos y las organizaciones del Comercio Justo se gasta de manera razonada son todavia incompletos. Puesto que la mayoría de estudios de casos llegan a la conclusión de que las ventajas más importantes del Comercio Justo son de tipo no financiero, los análisis cuantitativos pueden únicamente medir una pequeña parte del conjunto de efectos sobre los productores (Paul, 2005), si bien una compilación de los estudios de caso cualitativos del punto anterior nos proporcionan una perspectiva aproximada. [17] Puesto que el mayor precio para productos de Comercio Justo se divide en diferentes

márgenes

de

beneficio

(

minoristas,

intermediarios,

tostadores,

importadores, productores) esto semeja, a primera vista, ser un método mucho más ineficienteque entregar dinero directamente a los productores. Mientras algunos estudios afirman que por medio del Comercio Justo un buen porcentaje del precio

final llega a manos de los productores, otros estudios ven esto de forma crítica. En un artículo muy respetado en el Wall Street Journal presentan Stecklow & White (2004) de la mano de algunos ejemplos que los minoristas de los países del norte ganan mucho más con el Comercio Justo que los productores. En Sansbury's, la cadena de supermercados británica, que vende la mayoría de bananas de Comercio Justo, supone el precio final para las bananas de dicho comercio 2,74 US$ por libra y se situa con ello cuatro veces por encima del precio para las bananas convencionales. Los productores reciben de ese importe solamente 16 céntimos por libra, 55 céntimos se los lleva el intermediario e importadores y el resto va a manos del supermercado, que se queda con aproximadamente 2 US$ por cada libra de bananas vendida. [18] En Café Borders en Nueva York los consumidores pagan 12 US$ por libra de café de Comercio Justo embolsado, recibiendo el cultivador 1,41 US$. Un estudio comparativo de la cadena de aprovisionamiento de Nestlé y el proveedor de Comercio Justo Cafédirect ha descubierto que de los 34 céntimos que cuesta a mayores el café de Comercio Justo, solo 4 céntimos llegan al productor, que se explica fundamentalmente por los altos costes publicitarios y de licencia de venta (Mendoza & Bastiaensen, 2003: 40). Zehner ( 2002) compara el café de Comercio Justo y el café convencional en Starbucks y concluye que el 43 por ciento del precio superior de 1,50 US$ se entrega a los productores, mientras que el 39 por ciento da lugar a un mayor márgen en Starbucks. Y hay más ejemplos similares (Stecklow & White, 2004; Nicholls & Opal, 2005: 51). Esto no es no obstante la regla general. Otros minoristas, que venden productos de Comercio Justo al mismo precio que los productos convencionales, ha mostrado el camino de cómo ampliar la cuota de mercado del Comercio Justo y evitar la exclusividad de unos pocos consumidores pudientes. En la cadena de supermercados Migros en Suiza las bananas de Comercio Justo tienen casi el mismo precio que las bananas habituales (de ahí que la cuota de mercado de las bananas de Comercio Justo en Suiza haya subido hasta un 56 por ciento) y tambíen el mercado Wild Oats Natural en los Estados Unidos vende bananas de Comercio Justo y café en bolsitas al mismo precio que sus equivalente convencionales (Stecklow & White, 2004). Estos ejemplos muestran como, en base a grandes márgenes de beneficio en los países de norte o debido a una ineficiente gestión del comercio, sólo en parte una pequeña cantidad del dinero que los consumidores adicionalmente pagan por los productos de Comercio Justo llega realmente a los productores. Esto es especialmente

problemático puesto que los elevados precios impiden seguir creciendo al Comercio Justo. Para cambiar esta situación, en la que los consumidores esperan apoyar a los productores pagando altos precios y que, no obstante, es el margen del minorista el que finalmente aumenta, sería muy interesante tomar en consideración un nuevo criterio de Comercio Justo que determine que el margen de beneficio para los productos de Comercio Justo no puede ser mayor que para los productos comerciados de forma convencional. Un criterio utilizable podría ser que los minoristas tuviesen que publicar como fijan los precios, a lo que muchos actualmente se niegan (Stecklow & White, 2004). Otro problema es la ineficiencia en la cadena de aprovisionamiento para productos de Comercio Justo. Si la cuota de mercado de lo productos de Comercio Justo debe ser incrementada, para ocupar a más productores, este problema tiene que ser abordado urgentemente (Mendoza & Bastiaensen, 2003). 4.2 Los efectos del Comercio Justo sobre la economía libre de mercado El Comercio Justo mejora la situación de los productores. No obstante, como intento por establecer una alternativa o una práctica diferente a la fijación de precios, conlleva además dicho comercio amplios efectos, de forma generalizada, sobre la economía libre de mercado. Esto quiere decir que el Comercio Justo no sólo influye a los productores de dichos productos sino también a los consumidores y a otros actores principales del mercado como empresas competidoras o incluso a personalidades políticas con poder de decisión. La mayoría de autores que escriben sobre los amplios efectos del Comercio Justo se concentran en los cambios socioculturales y descuidan los efectos políticos y económicos. Sin embargo los tres son importantes y serán por ello tratados indepedientemente a continuación. 4.2.1. Efectos socioculturales del Comercio Justo ¿Qué debe desencadenar esta influencia cultural, esta “revolución silenciosa” del Comercio Justo (citando al director ejecutivo de Comercio Justo en Inglaterra, en Jones, 2004), estos cambios en los valores y, a través de ellos, del comercio entre los principales participantes y por extensión de todos los demás? No hay todavía ningún análisis sistemático acerca de ello, de cómo el Comercio Justo conlleva cambios culturales y de toma de conciencia. Voy a exponer a continuación, cuáles podrían ser los efectos socioculturales del Comercio Justo y discutir algunas dudas y problemas. El Comercio Justo une consumidores y productores de una forma que se diferencia

fundamentalmente de la del mercado convencional, según afirman muchos científicos y activistas (Raynolds, 2002a). Hace el proceso comercial “más humano” (citando a ETFA, la Asociación Europea para el Comercio Justo, Raynolds, 2002a: 404). Esto sucede por medio de la reducción de la cadena entre consumidores y productores y a través del establecimiento de valores como la solidaridad, el trabajo en equipo y la igualdad dentro de los mercados. Mientras que en los mercados habituales los intereses de los productores y los consumidores se encuentra enfrentados en una inherente contradicción, donde las ganancias para uno representan pérdidas para el otro, el Comercio Justo repersonaliza el intercambio de productos a través de decisiones y valores tomados realmente de forma consciente en lugar del mecanismo de precios automático y anónimo. El Comercio Justo entiende por ello el comercio económico, no como neutral, sino como un comercio social. El Comercio Justo “desestabiliza las afirmaciones científicas neoliberales” (Raynolds, 2002a: 398), sencillamente por la naturaleza de su funcionamiento. Mientras la calidad de productos convencionales normalmente se encuentra en las propiedades físicas y en la imagen creada por el mercado (Klein, 2002), de tal forma que las condiciones de producción se aislen de la calidad de un producto, estas son incluidas en dicha calidad en el Comercio Justo. Las uniones entre consumidores y productores, que ponen de manifiesto las condiciones de vida de los productores a ojos de los consumidores, son creadas y mantenidas a través de técnicas narrativas y discursivas de imágenes y textos certificados, en las que se describen y presentan personas y condiciones de vida de las comunidades de productores (Goodman & Goodman, 2001: 109). Esta competición por el “corazón y la razón” de los consumidores a través de la publicación de información sobre el proceso de producción, que normalmente falta, cambia la geografía de la producción: el poder en ello, quién define qué se entiende por la calidad de un producto, se comparte aquí, hasta cierto grado, entre productores y consumidores como socios (Goodman & Goodman, 2001: 112). El Comercio Justo devela además que los mercados convencionales son dominados por los actores más poderosos, los cuales crean y cambian el mercado y sus reglas según sus intereses; el Comercio Justo aporta con ello la falsedad de las afirmaciones neoliberales sobre el mercado como un “level playing field” con igualdad de condiciones de producción (Taylor, 2005: 139). El Comercio Justo define el comerico convencional como “un-fair” y advierte a los consumidores que no

compran productos de Comercio Justo a reflejar cuales son las consecuencias y los efectos paralelos de precios más bajos en productos habituales, los cuales no incluyen los costes sociales ni medioambientales. El Comercio Justo ha contribuido con ello al impresionante crecimiento del movimiento por un consumo ético o “verde” (Cowe & Williams, 2000; Nicholls & Opal, 2005: 186). Estudios muy diversos muestran como un creciente porcentaje de consumidores se definen a sí mismos como “éticos” o “verdes”, observando tanto valores sociales como ecológicos en su comportamiento como consumidor y en parte están dispuestos a pagar más por ello. Diferentes estudios evalúan el porcentaje de consumidores éticos distintamente, si bien hay más y más pruebas que sitúan a los consumidores de las sociedades occidentales, entre un 50 y un 80 por ciento, dentro de esta categoría. El mercado para estos bienes y servicios definidos como éticos crece anualmente un 20 por ciento y asciende a día de hoy a ocho mil millones de dólares americanos (Nicholls & Opal, 2005; Cooperative Group, 2004). [19] Esto es una clara señal de que la maximización egoista de la utilidad no es el único motivo del comercio económico (como aceptan los teóricos neoliberales), sino que ciertos valores como el rechazo de comportamientos de explotacion global y la sostenibilidad ecológica son factores concretos adicionales en la decisión de compra individual.[20] Es no obstante importante señalar en este contexto el “agujero ético” (ethical gap) entre las preferencias, que los consumidores expresan en las encuestas, y su comportamiento real en el mercado (Nicholls & Opal, 2005: 187). Si bien la mayoría de las encuestas muestran que alrededor de un 30 por ciento de la población está especialmente motivada para comprar productos éticos, estos productos tienen menos de un 3 por ciento de cuota de mercado. Este fenómeno se conoce como el síndrome “30:3” y es uno de los desafíos más importantes del futuro del comercio justo cerrar este “agujero”(Cowe & Williams, 2000:5). El Comercio Justo es también un modelo que ofrece orientación sobre los posibles cambios sociales (Roozen & Boersma, 2002). El Comercio Justo no es sólo un instrumento práctico para el cambio en las relaciones comerciales, sino que algunas empresas del movimiento por el Comercio Justo encarnan al mismo tiempo un modelo alternativo de sociedad. En lugar de caracterizarse por una maximización del beneficio y una participación en el capital ajena, algunas empresas de Comercio Justo son dirigidas de forma cooperativa, pertenecen a los trabajadores o no se trabaja para la maximización de las ganacias (Nichols & Opal, 2005: 96). Un ejemplo es The

Day Chocolate Company, que integra a los pequeños cultivadores de cacao directamente en el mercado global, siendo al mismo tiempo socios de la empresa que elabora su cacao y lo comercializa a su vez (Doherty & Tranchel, 2005).

Si bien la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que la participación en el Comercio Justo conlleva importantes cambios en la percepción sociocultural, hay tambien algunas limitaciones importantes y dudas, en concreto, hasta qué punto los productores realmente son una parte de la tan alabada nueva unión entre consumidores y productores (los “consumer/producer links”; Raynolds, 2002a) es muy cuestionable. Muchos estudios ponen de manifiesto el limitado conocimiento y la baja identificación de muchos productores en relación al Comercio Justo – para muchos no es más que un mercado que demanda una calidad muy alta y en el que se pagan precios más altos (Mendez, 2002; Perezgrovas and Cervantes, 2002; Lyon, 2002; Dankers, 2003). Un investigador en una cooperativa guatemalteca de café de Comercio Justo observó: “La inmensa mayoría de los miembros encuestados me miraron sin entendar nada cuando les pregunté si sabían qué era el Comercio Justo. Algunos se inventaron respuestas creativas, mostrando un limitado entendimiento, del tipo “Comercio Justo es el buen precio que nos pagan por nuestro café” (Lyon, 2002: 24). [21] La comprensión que muchos productores tienen sobre el Comercio Justo se basa fundamentalmente en la calidad material y en el precio. Taylor (2002) informa en una síntesis de siete estudios de caso que para los productores era más sencillo entender la producción ecológica, puesto que tenía que ver más con su actividad y recibían precios más elevados por una calidad mayor. Esta falta de entendimiento del Comercio Justo es, según diferentes estudios, un nuevo desarrollo que se acaba comprendiendo a través de la creciente participación de grandes organizaciones certificadoras nacionales y de grandes minoristas que entienden el Comercio Justo más como un negocio que como una alternativa comercial. [22] Otras cooperativas tienen por el contrario un entendimiento que guarda una relación más estrecha con la teoría sobre la conexión “consumidor/productor”. Isaías Martínez, un agricultor de México, cuenta en un ejemplo: “La aportación más importante del sistema de certificación del Comercio Justo es, desde mi punto de vista, que renueva la dignidad de los hombres. No somos más una pelota de juego de las anónimas fuerzas de mercado, las cuales nos oprimían” (FLO, 2006).

Del lado del consumidor hay todo un conjunto de problemas. Especialmente, la vasta implantación del Comercio Justo ha conducido a una difusión del mensaje, que se ha ido transformando, de una participación en un proyecto internacional para la reforma comercial en un “los consumidores, para un mejor consumo global” (Low & Davenport, 2005b). Es importante tener presente quién recibe qué del intercambio de productos del Comercio Justo: los consumidores por una parte reciben, además de calidad y productos de alto valor, el “factor me siento bien”. Por ejemplo, el motivo de verse como un consumidor ético o realmente responsable, se muestra como mensaje en un café Nestlé formulado de la siguiente manera (esto es un mensaje muy típico): “Partner's Blend: café que ayuda a los agricultores, sus comunidades y el medio ambiente”.[23] Los productores por otra parte reciben un par de céntimos más que en el mercado convencional, no obstante nunca podrán consumir de la misma manera como aquellos que se puede permitir productos del Comercio Justo. A la luz de esta asimetría en el bienestar entre consumidores y productores se puede preguntar hasta qué punto los standards de Fair Trade reproducen realmente una “adecuada representación de un intercambio igualitario o “Fairness” (Goodman & Goodman, 2001: 115). Tales argumentos son, sin embargo, en un sentido práctico o pragmático mucho más complejos puesto que ningún café de Comercio Justo o, sobre todo, ningún otro café puesto a la compra, tampoco ayuda a los productores. Es importante señalar que la experiencia de beber una taza de café de Comercio Justo por la mañana no conduce a una “absolución” (Howley, 2006) y a una justificación, y comprar a continuación todos los otros productos de buena fe en el mercado convencional. En el debate hay todavía una serie de reflexiones generales sobre la distribución de poder en el Comercio Justo, en especial en relación a la mercantilización de la vida de los productores a través de la publicidad y en relación a standards restrictivos y de precio. También aquí se trata de un punto de equilibrio puesto que, si bien estas reflexiones son muy importantes, el Comercio Justo no podría funcionar sin publicidad, standards y en un sentido absoluto todavía precios “injustos” (aunque de esa forma competitivos). [24] No obstante es muy importante ser consciente de este poder y asimetría en el nivel de vida e intentar desarticularlo tanto como sea posible – el objetivo final de una asociación efectiva y del “comercio” Justo debe ser que los productores a final de mes pudiesen consumir productos comparables en cantidad y calidad a aquéllos que compran los suyos propios.

4.2.2. El efectos económicos del Comercio Justo Paralelamente a los efectos socioculturales analizados en el punto anterior, y el intento de modificar las establecidas políticas reglas de mercado, que son analizadas en el siguiente epígrage, el efecto más reconocido del Comercio Justo es de naturaleza económica. El argumento tiene dos partes que serán discutidas de forma separada. El primero se ocupa de la pregunta de averiguar hasta qué punto el comercio internacional sencilamente se transforma en tanto en cuanto más y más productos son comercializados a través de Organizaciones de Comercio Justo. Y puesto que esto tiene un límite inmediato, la segunda parte analiza los efectos indirectos sobre empresas competidoras, concretamente sometidas a un presión de cambio ejercida por parte del Comercio Justo, que crea conciencia por las exteranalidades ecológicas y sociales del proceso de producción convencional. El Comercio Justo asciende a una muy pequeña parte del conjunto del comercio internacional, actualmente bien por debajo del uno por ciento. No obstante hay un inmenso potencial de crecimiento, especialmente desde que los productos de Comercio Justo son comercializados por grandes empresas establecidas (Krier, 2005; Taylor, 2005). A día de hoy se pone en claro un debate extremadamente controvertido en el cual, la discusión anterior sobre las dos visiones del Comercio Justo, toma un significado práctico. El debate se ocupa del “Mainstreaming” del Comercio Justo, la participación de grandes empresas y cadenas minoristas en el Comercio Justo. Los aspectos positivos de la venta de productos de Comercio Justo por medio de cadenas asentadas y supermercados comerciales como Starbucks en USA, Tesco en Inglaterra o Lidl en Alemania parecen bastante claros: por una parte el fuerte incremento del volumen de productos de Comercio Justo, del cual se pueden beneficiar un mayor número de productores, y por otra parte una disponibilidad y variedad de producto más amplia mediante la cual el mensaje del Comercio Justo puede ser transmitido a un público mayor que a través del tradicional comercio alternativo (Low & Davenport, 2005a: 150). Los aspectos indeseados son por el contrario discutidos de forma muy controvertida y hay todo un conjunto de reflexiones sobre el proceso de establecimiento del Comercio Justo. Una crítica de fondo es invocada por los abogados consevadores del libre mercado. Philip Both (2005), del Instituto de Asuntos Económicos afirma que por medio del pago de un precio mínimo de Comercio Justo perturba el mecanismo automático de mercado de Adam Smith y su “mano invisible”. Mientras que el

Comercio Justo, quizá a través de ello, ayuda a los productores que venden productos de Comercio Justo, sólo es a costa de otros productores y produce con ellos un exceso de oferta. [25] Mientras que esta crítíca sobreestima el poder de perturbación del Comercio Justo sobre el mercado y su capacidad de generar un exceso de oferta, y si bien descuida las perturbaciones de mercado, mucho más importantes, arriba mencionadas (poder de mercado de las multinacionales, monopolios, insuficiente acceso a la información y el mercado), saca a colación el importante tema, hasta qué punto el Comercio Justo condiciona a los productores convencionales. Este argumento neoliberal contra el Comercio Justo se pasa no obstante de largo. Para evitar efectos negativos sobre otros productores y para disminuir esta dependencia de los productores de Comercio Justo, las organizaciones certificadoras motivan a los productores a diversificar su producción y a penetrar nuevos mercados. Además, como se muestra más abajo, el Comercio Justo contribuye a un cambio de mercado en base a standares sociales y certificados, los cuales deberían resultar una ventaja para todos los productores. La mayor parte de las críticas acerca del establecimiento del Comercio Justo con ayuda de las grandes empresas viene, no obstante, del lado de los promotores, en general, del comercio alternativo. Una preocupación es que las grandes empresas que toman actualmente parte del Comercio Justo, entierran el mensaje. Mientras que el movimiento del Comercio Justo apuesta por una transformación del intercambio comercial tradicional y pone en cuestión puntos de vista convencionales sobre competencia y aprovechadas prácticas comerciales, las grandes empresas comerciales traen consigo nuevas prácticas e intereses. Mientras que las pequeñas OCA (ATOs, alternative trading organizations) tienen como objetivo beneficiar por medio del Comercio Justo a los productores, los principios de Starbucks o Lidl no son los del Comercio Justo, sino la apertura de nuevos mercados y beneficios crecientes (Ransom, 2005). Las grandes cadenas de supermercados – esto se confirma en todos los estudios- ven el Comercio Justo más como un “práctico instrumento de mercado, destacable dentro del mercado, y como herramienta de la CSR (Corporate Socia Responsability)” y no como un fundamento de impulso comercial (Young, 2003: 10). Otra preocupación es que el llamado “clean-washing” (lavado limpio; Low & Davenport, 2005b) o el “lavado justo” (Nichols & Opal, 2005: 138) ayuda a las grandes empresas comerciales a justificar y legalizar sus abusivas prácicas comerciales (Raynolds, 2002a). Mientras que venden un pequeño porcentaje de sus

productos bajo el sello de Comercio Justo, las grandes empresas pueden utilizar la estrategia de su “producción paralela” (Mutersbaugh, 2005b: 398) para transmitir una imagen de responsabilidad social sin cambiar en lo fundamental sus prácticas comerciales. Alguna de las pequeñas OCAs, las cuales venden el 100% de su producción como Comercio Justo, han salido en reacción a esta amenaza de las organziciones certificadoras. Just Coffee, una de estas empresas, describe la estrategia del lavado de imagen de la siguiente manera: “los tostadores tradicionales se ponen a la cola para recibir el sello de Comercio Justo. El problema es que quieren el sello sin modificar en absoluto sus prácticas comerciales(...), y continúan comprando la mayor parte de su café al precio más bajo mientras que ulitizan el sello de Comercio Justo para la parte mas insignificante de su café de Comercio Justo. Quieren obtener un beneficio del símbolo sin comprometerse con lo que el símbolo significa.”(citado en Nicholls & Opal, 2005: 138). Algunos ejemplos: Starbucks, que decidió incorporar bajo una fuerte presión pública el café de Comercio Justo en su surtido en el año 2000, compró únicamente el 3,7 por ciento (5,21 millones de Kg) de su café bajo el sello del Comercio Justo (Benjamin, 2006; Renard, 2003). Y, así como mencionamos en la introducción, Nestlé “compensa” el sello el haber sido nombrada como la empresa más irresponsable del año 2005 comprando una parte no conocida de su café, que no obstante se evalúa en menos de un uno por ciento, como Comercio Justo (Nestlé, 2005). Como Booth (2005) observa, el mayor minorista que apoya el Comercio Justo en Inglaterra, Coop, es al mismo tiempo el mayor beneficiario de subvenciones de la política agraria común (PAC)de la UE en Inglaterra. “No hay ninguna duda de que estas subvenciones traen consigo muchos más daños para los países en vías de desarrollo que el beneficio que aporta la venta de productos de Comercio Justo”(Booth 2005: 8). [26] También la cadena de alimentación Lidl, quién a raiz de largas campañas de protesta por parte de Attac y de los sindicatos incorporó algún producto a su surtido de productos certificados como TransFair en Junio del 2006, es una de las cadenas menos responsables a nivel social y ecológico de Europa ( el “Libro negro de Lidl” de Andreas Hamann, 2004; 2006). Y mientras Lidl, con sólo ocho productos de un total de 1600, vende una parte muy pequeña de su surtido bajo condiciones justas, se establece no obstante al mismo tiempo como una cadena justa con una propia linea llamada “Fairglobe”[27].

Un problema relacionado surge con la aparición de una nueva asimetría en la fuerzas de mercado que esto conlleva, puesto que las grandes cadenas comerciales negocian sólo una pequeña parte de sus productos de forma justa (Renard, 2005). Dado que este porcentaje no obstante representa un gran volumen de facturación de todas las ventas de bienes de Comercio Justo, las organizaciones certificadoras acaban siendo dependientes de las grandes empresas, mientras que éstas pueden cambiar su estrategia de compra con extrema facilidad. En los Estados Unidos por ejemplo, donde el Comercio Justo crece espectacularmente un 90 por ciento cada año, una gran parte de este crecimiento depende de las grandes empresas comerciales como Peet's Coffee & Tea, Starbucks, Dunkin' Donuts, Mc Donalds y Tully's (TransFair USA, 2006a; 2006b). Si Starbucks decidiese vender su 3,7 por ciento del café de Comercio Justo bajo su sello C.A.F.E (Coffee and Farmers Equity) - un cambio que no influiría especialmente a Starbucks – tendría consecuencias devastadoras para el Comercio Justo en Norte América, Transfair USA – las ventas de café caerían un 10% a nivel mundial y un 21% en los Estados Unidos (Starbucks, 2006; TransFair USA, 2006). Renard (2005: 30) describe un dilema similar: “¿TransFair USA, a pesar de la importancia actual de Starbucks en el Comercio Justo en USA, sería capaz de retirarle el sello a Starbucks si quedase manifiesto que las prácticas de Starbucks no cumplen en realidad con las normas del Comercio Justo, o que en general no son éticas?”. Otro peligro es la estrategia para diluir los standards (“standars dilution”, Mutersbaugh, 2005b: 398) que puede ser empleada por las grandes TNCs (Transnational Corporations) con el propósito de cambiar, a través de su inmenso poder y su porcentaje en las ventas, los standards implantados por ONGs como la FLO (Renard, 2005). El crecimiento del Comercio Justo en mercados maduros entraña grandes posibilidades, si bien crea al mismo tiempo nuevos peligros que venimos de describir. La cuestión es por lo tanto de evaluar bien oportunidades y riesgos o, como fue expresado por un científico: “¿En qué punto cruza exactamente el incremento en ventas y los efectos de la racionalización la difusa linea entre, por una parte, mayores ingresos y ventajas para los productores, y la independencia frente a los mercados principales y la pérdida potencial de roles pioneros en el desafío de relaciones comerciales globales injustas por la otra? [28] La otra contraparte de la influencia económica del Comercio Justo en el mercado es el poder indirecto, incorporando empresas competidoras, para cambiar sus

prácticas comerciales posicionadas al margen del Comercio Justo. Este poder del Comercio Justo se refiere fundamentalmente a la capacidad de influenciar y cambiar indirectamente las preferencias de los consumidores, especialmente por medio de la puesta en relieve de las condiciones de vida de los productores y el ofrecimiento de una alternativa realizable. El cambio sociocultural que acompaña este argumento ha sido expuestos detalladamente más arriba. El Comercio Justo juega un importante papel a mayores a través de la realización de un alternativa que funciona (Roozen & Boersma, 2002b). Empresas multinacionales han reaccionado con frecuencia a cambios de demanda por parte de los consumidores o a la presión por unas mejores condiciones sociales y ecológicas, acentuando la imposibilidad de controlar la totalidad de la cadena de abastecimiento. La nueva división internacional del trabajo, la cual engloba la introducción de zonas de exportación, el establecimiento global de filiales distribuidas y métodos de producción racionalizados, son utilizados por las TNCs para justificar la explotación y la destrucción ecológica como inevitable (McMichael, 2004). El Comercio Justo muestra en la práctica que la explotación social y ecológica no es un efecto colateral natural o inevitable de la globalización y que la empresa puede asumir la responsabilidad, por medio de la cual la reacción típica y apologética de muchas empresas se desenmascara como simple excusa. Cada vez más empresas reaccionan al poder del mercado y a los cambios de demanda a través de la introducción de standards de responsabilidad social, la llamada CSR (Corporate Social Responsability), y por medio de la creación de lineas maestras y standards para un control interno (Mutersbaugh, 2005a; 2005b; Renard, 2005). Este profundamente investigado hecho se ha denominado “paradoja de la globalización” (Barrientos, 2000: 556; Tallontire & Vorley, 2005): por un lado hay fuertes movimientos para la desregularización y la apertura de mercados en un contexto marcado por la omnipresencia del neoliberalismo, y por otro lado hay más y más intentos de regular nuevamente el mercado; mientras que las empresas multinacionales aprovechan su creciente fuerza de mercado para reducir sus costes de producción y externalizar los costes sociales y ecológicos, aportan a su vez estas mismas empresas la incorporación de medidas privadas, las cuales apuestan por una mejora de la sostenibilidad social y ecológica en la producción a través de la regulación y la gestión. Dejaréde lado el desarrollo general y el crecimiento de sellos y certificaciones y discutiré en base a un único ejemplo los aspectos problemáticos ( ver Muradian &

Pelupessy, 2005). Starbucks, quien vende el 3,7 por ciento de su café bajo el sello de Comercio Justo, fundó también su propio sello “C.A.F.E” (Coffee and Farmers Equity), el cual controla y bajo el que certifica un adicional 24,6 por ciento de todas sus ventas (34,84 millones de Kg). Este sello debe “asegurar una producción sostenible de café de alta calidad mientras que aporta responsabilidad social, ecológica y económica en la cadena de aprovisionamiento”(Starbucks, 2006a: 20). El objetivo de Starbucks es, como se muestra en la tabla 3, aumentar la cuota de café que se certifica bajo las prácticas del sello de C.A.F.E a 70 millones de kilogramos en el año 2006 y a 102 millones en el año 2007, por lo que casi se controlarían las tres cuartas partes del conjunto del café comprado por Starbucks a través de su propio sello (Starbucks, 2006a: 4; Benjamin, 2006).

Para valorar este cambio hay que tener constancia primeramente del muy elevado precio que Starbucks paga a sus productores. Starbucks paga como precio medio 2,84 US$ por kilo por el conjunto de los 142 millones de kilos de café sin tostar que compró en el año 2005. Esta media es un 23 por ciento superior a la media del precio mundial de mercado y es incluso algo mayor que el precio mínimo para el café negociado de forma justa ($2,80 por Kg; Starbucks, 2006a: 17; Benjamin, 2006). Esto son desarrollos muy prometedores y efectivos. La cantidad de todo el café que Starbucks compra anualmente a un precio superior al mínimo de Comercio Justo, constituye un 2 por ciento de todas las compras de café mundiales y cuatro veces todas las ventas globales de café de Comercio Justo en el año 2003 (30 millones de kilogramos; TransFair USA, 2005: 2). Es no obstante importante observar con

detenimiento la cadena de aprovisionamiento. Los altos precios que Starbucks paga por el café se pueden explicar en parte por la intrínsica calidad y el café gourmet que compra. Y el sello C.A.F.E. es solamente un debilitado código de negocio, un “code of conduct-lite” (Renard, 2005: 429), el cual se refiere antes que nada a la intrínseca calidad y al sabor del café y trata de forma accesoria los standards sociales y ecológicos. Otras diferencias importantes en comparación con el sello de Comercio Justo son las siguientes (Starbucks, 2006b): el pago de mayores primas en precio crece con mayores rendimientos en lugar de garantizar un precio mínimo; la certificación y el control se queda dentro de la empresa de Starbucks, por lo que los productores no pueden influir en absoluto en los standards (Mutersbaugh, 2005a); no existe ningún auténtico control y seguimiento por parte de terceros; los inspectores no son independientes, por lo que el sello es completamente privado en oposición al espacio semi público que presenta la certficación del Comercio Justo (Mutersbaugh, 2005b); y hay menos apoyo en relación a la organización, impulso y desarrollo. Puesto que el mayor precio sólo representa una parte de las ventajas del Comercio Justo, y, como se mostró el punto superior, quizá no el más importante, los productores para el sello C.A.F.E de Starbucks no tienen muchas de las ventajas no financieras descritas y en el peor de los casos, ninguna. Además hay infórmenes sobre problemas a nivel de los productores que han llevado a algunas cooperativas a finalizar su relación comercial por propia voluntad con Starbucks.[29] Para comprender en profundidad los efectos del Comercio Justo sobre la economía de mercado son especialmente significativos alguno de los peligros que conlleva el movimiento en dirección hacia una certificación por cuenta propia (y con frecuencia independiente). Estos peligros tienen principalmente que ver con el cambio en la relación de fuerza en el proceso de producción y, a mayores, con una extraña convergencia entre la retórica del Comercio Justo y el discurso actual en algunas de las instituciones globales dominantes. Mientras que los standards por cuenta propia se presentan con frecuencia como una influencia positiva del poder de los consumidores sobre las empresas, debiendo reflejar su creciente responsabilidad social y ecológica, según estudios del Human Development Report de las Nacions Unidas, “el crecimiento de standards privados desempeña el papel de una barrera para la entrada en el mercado de pequeños productores” (Brown, 2005: 5; Vorley, 2003: 70). Otros argumentan que esta producción certificada “just in space production” transforma las relaciones de valor y desplaza los costes de mantenimiento de los standards hacia los

productores, por lo que la ganancia de los comerciantes crece y gana poder así como posibilidades de maniobra (governance) sobre la cadena de aprovisionamiento (Mutersbaugh, 2005a; 2005b; 2005c). [30] Esta línea de argumentación interpreta la certificación más como un lugar de conflicto en vez de un lugar de mutuo trabajo, critica el movimiento en direccion hacia espacios semi públicos ocupados por ONGs y certificaciones independientes por medio de terceras partes. El Comecio Justo, según este argumento, facilita a través del apoyo a la privatización de standards la ya existente tendencia de desmatelamiento de una regulación del mercado por parte del Estado.

El

Comercio

Justo

estabiliza

de

esta

manera,

sin

pretenderlo

intencionadamente, la globalización neoliberal y apoya la caída del poder de los Estados para controlar el mercado y limitar la explotación y destrucción ecológica. Se puede no obstante objetar que el Comercio Justo no produce la pérdida de las posibilidades de influencia del Estado sino que reacciona frente a ellas y establece mecanísmos alternativos de regulación. Un argumento similar puede realizarse a nivel del actual discurso de desarrollo, el cual converge de manera poco habitual con los discursos sobre Comercio Justo. [31] Confrontado con el controvertido debate sobre el milagro económico del sudeste asiático a principio de los 90, la devastadora crisis económica asiática de 1997 y el surgimiento de poderosas organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales desplazó el dominante paradigma de las instituciones de desarrollo más importantes como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio (WTO) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a finales de los años 90 de un neoliberalismo clásico hacia una nueva forma de “neoliberalismo inclusivo” (Porter & Craig, 2004; Gore, 2000; Hart, 2001; Wade, 1997). Este neoliberalismo revisionista o inclusivo comparte, si bien tiene un discurso ligeramente cambiado, más inclusivo y adaptado al poder, con el neoliberalismo ortodoxo la preferencia del mercado frente al Estado. Ha permitido procesos de inmenso poder destructivo, tanto social como ecológico, y presenta con ello un discurso a mayores de dominancia y control (Porter & Craig, 2004; McMichael, 2004). De manera interesante la retórica del movimiento de Comercio Justo se corresponde, hasta un grado sorprendente, con este discurso del neoliberalismo revisionista. Partes importantes de ambos discursos transcurren de forma unísona– al margen de entonaciones diferentes – sobre conceptos como “oportunidades de mercado”, “apoderar”(empowerment), “inclusión” social y económica, “capital social”, “sociedad civil” y “colaboración”. ¿Cómo se debe de

valorar que conceptos como estos se utilicen tanto por instituciones conservadoras y autoritarias, por ejemplo el Foro Económico Mundial, como por el movimiento por un Comercio Justo? Esta convergencia del discurso neoliberal revisionista con el discurso del Comercio Justo ayuda a entender cómo un pequeño movimiento de organización comercial alternativa se puede imponer en mercados maduros, por qué algunos estudios consideran el Comercio Justo como una parte del neoliberalismo o del capitalismo social, y por qué prominentes portavoces de una economía liberal de mercado como la Comisión Europea y el G8 celebran el éxito del Comercio Justo. En ambos casos – a través del uso de certificaciones privadas y el discurso de fortalecimiento de los productores en el mercado – convergen Comercio Justo con las tendencias reaccionarias actuales. Mientras esto entraña con seguridad el peligro de apoyar la privatización de la regulación de mercado (como consecuencia no pretendida) y justificar y naturalizar el discurso neoliberal, yace tambíen aquí el potencial para un cambio fundamental. Standards privados no son de forma inherente contrarios a un regulación estatal y el Comercio Justo apuesta también por un fortalecimiento de la regulación política del mercado, como se discutirá en el siguiente párrafo. Y, en general, los discursos son siempre contradictorios, inestables y controvertidos; la presión política y social puede, en común trabajo con el Comercio Justo, convertir un discurso del control y la presión en un discurso de los derechos y la reivindicación en el cual los aspectos del discurso “inclusivos” y distributivos del poder se tomen seriamente y se utilicen contra las consecuencias inhumanas de la hegemonia neoliberal. La discusión y el análisis de las posibilidades de influir con principios económicos la economía convencional liberal de mercado a través del Comercio Justo evidencia tanto oportunidades como peligros. El establecimiento del Comercio Justo en mercados principales, de la misma forma que los movimientos generales para la privatización de las certificaciones o los discursos neoliberales revisionistas, no son intrínsecamente buenos o malos. Como los procesos sociales e instituciones, son lugar de conflictos y disputas de poder, donde diferentes intereses de diversos actores se negocian y dirimen. Desarrollos futuros dependen – al lado de muchas otras fuerzas sociales – de cómo se transforman dentro del Comercio Justo los diferentes intereses y relaciones de poder. 4.2.3. Los efectos políticos del Comercio Justo

En contraposición a los discursos predominantes y la opinión pública las injusticias comerciales no son naturales y no son el resultado de diferencias en el conocimiento, la tecnología y nivel de formación. Estos factores juegan con seguridad un papel, no obstante el injusto sistema de comercio internacional es producido de forma política y es sostenido políticamente por medio de estados con una relación de fuerza muy diferente. Las reglas, que la economía libre de mercado y el libre comercio propician, no son neutrales, naturales y nunca libres, sino que sirven concretos intereses, mientras que otras no. Sin entrar en detalle, esto puede ser visualizado con la ayuda del injusto sistema fiscal y los increíbles montantes en subvenciones agrarias existentes en el Norte que dificultan enormemente el comercio de productos agrarios para los países en desarrollo. Según el Human Development Report 2005 de las Naciones Unidas los impuestos medios que pagan los paises de ingresos bajos al exportar a los países con ingresos elevados son tres o cuatro veces más altos que las barreras comerciales establecidas entre países ricos (HDR, 2005: 126). Esto significa que las importaciones con origen en los países en desarrollo representan menos de la tercera parte de todas las importaciones efectuadas desde los países desarrollados, si bien los países en vías de desarrollo pagan dos tercios de todos los ingresos aduaneros de los países industrializados (HDR, 2005: 127). Puesto que productos agrarios naturales como el cacao soportan menos impuestos que productos elaborados como el chocolate, esta perversa estructura impositiva vuelve imposible para los países en desarrollo la elaboración y la distribución, eslabones clave en la creación de valor, dentro de sus fronteras. Por ello la mayor parte de los beneficios de la cadena de creación de valor se realizan en los países de Norte. En la Unión Europea por ejemplo, los impuestos suben de 0 a 9 por ciento para la pasta de cacao y hasta el 30 por ciento para el producto final, lo que aclara, por qué el 90 por ciento de todos los granos de cacao se producen en los países en desarrollo, mientras que sólo el 44 por ciento del licor de cacao y únicamente el 29 por ciento de las exportaciones de polvo de cacao provienen de estos países, lo que hace de Alemania el mayor productor mundial de productos de cacao (HDR, 2005: 127). Las increíblemente altas subvenciones agrarias, especialmente en Europa y en Estados Unidos, se infiltran más allá de la ventaja comparativa de los países en desarrollo: el UNDP (United Nations Development Programe) ha calculado que las pérdidas reales que se originan a través de las subvenciones agrarias son tan elevadas como toda la ayuda oficial del año 2003 juntas

– US$ 72000 millones al año (HDR, 2005: 130). El legal marco global de condiciones comerciales justifica la contínua explotación y la externalización de los costes sociales y ecológicos. Esto se vuelve ejemplarmente claro cuando la Organización Mundial del Comercio (WTO) en el marco de la cláusula PPM (Production and Processing Methods) prohibe a los estados discriminar productos que hayan sido producidos bajo condiciones de explotación social o ecológica. Si un Estado prohibiese la venta de dichos productos, según la WTO, esto sería una discriminación de “productos semejantes” (like products) extranjeros y por ello no permitido. En función a cualidades semejantes (related characteristics) la WTO define con ello productos semejates como “productos con iguales o similares propiedades físicas o usos finales”, por lo que las condiciones de producción como criterio de calidad quedan por definición excluidas (Dankers, 2003: 74; Young, 2003: 11). Hay una notable discusión dentro del movimiento por un Comercio Justo sobre si la cláusula PPM, válida para gobiernos, tambien es aplicable a organizaciones certificadoras como la FLO, pues es comúmente aceptado que la discriminación voluntaria no daña las reglas de la WTO, incluso si abarca cualidades no físicas como las condiciones de producción. [32] Cada vez que se reúnen las instituciones que actualmente deciden cómo funciona el mercado– fundamentalemente la OMC y sus hermanas el Banco Mundial y el FMI – hay poderosos intentos de las ONGs y de los movimientos sociales implicandose, por medio de protestas y lobbying, por unas condiciones comerciales que resulten justas para los productores desfavorecidos. Esto movimientos por un comercio justo (Trade Justice Movement) se implican por “una justicia comercial – no libre comercio – mediante la cual las reglas son en beneficio de los pobres y del medioambiente” (Trade Justice Movement, 2006). El Comercio Justo es parte de este movimiento por una reglas de mercado justas. Y es el propósito más firme del Comercio Justo, formulado por las cuatro mayores Organizaciones de Comercio Justo como uno de los tres objetivos estratégicos, “jugar un mayor rol en la arena global para logar mayor igualdad en el comercio internacional” (FINE, 2001: 1). También la mas arriba mencionada y generalmente aceptada definición del Comercio Justo constata como objetivo campañas por el cambio en las reglas y las prácticas convencionales del comercio internacional. (FINE, 2001). Un ejemplo: En la conferencia de la Organización Mundial del Comercio, OMC, en Hong Kong 2005 FINE, la red informal de las organizaciones de Comercio Justo

organizó una “Feria de Comercio Justo” en la cual los productores de Asia, Afrika, Oriente Medio y Latinoamérica exponían y vendían sus productos, cafe, chocolate, especias, artesanía y textiles. En un simposio los productores informaron sobre los efectos del Comercio Justo sobre sus comunidades y se discutió el desarrollo del Comercio Justo y las implicaciones de las reglas de la OMC para su funcionamiento. [33] De forma paralela a esta efectiva crítica pública del libre comercio, FINE se enfrentó a la OMC en una declaración de posiciones escrita en la que, a la vista del movimiento por un Comercio Justo, se declara lo que transcurre erróneamente con la OMC (FINE 2005a). El estilo del documento se capta en el primer párrafo. “Nosotros, miembros del movimientos por un Comercio Justo internacional, sabemos por experiencia que el comercio puede ayudar a reducir la pobreza y al desarrollo sostenible. Cuando el comercio, no obstante, no se conduce de una forma justa y responsable puede conducir a una mayor pobreza y desigualdad.” FINE demanda en nombre de los pequeños productores de todas las partes del mundo el desmantelamiento de las subvenciones y los mecanismos aduaneros, se compromete contra la desregulación y la liberalización y aboga por la expansión de los principios del Comercio Justo en una cadena de abastecimiento regulada y social (FINE, 2005a). Tras la conferencia de la OMC, una publicación adicional caracterizó el resultado de dicha cumbre como un resultado que sirve “los intereses de la empresas que juegan a nivel global”, en lugar de establecer una agenda que de alguna forma favorezca a los países en desarrollo (FINE, 2005b). Los efectos políticos del Comercio Justo también existen a nivel más pequeño. Paralelamente al aporte de un urgente cambio de conciencia, el cual ya ha sido descrito, el Comercio Justo politiza a los hombres y fortalece el movimiento para una justicia global (Global Justice Movement) a través de miles de tiendas mundiales las cuales son centros importantes de este movimiento.[34] Organizaciones que se implican en el Comercio Justo utilizan de esta forma el práctico ejemplo del Comercio Justo para comprometerse con un cambio de las reglas internacionales del comercio – alejándose del libre comercio hacia formas cooperativas de intercambio – lo que hace entender el Comercio Justo esencialmente como modelo y embrión de un mejor sistema de intercambio comercial. 5. Comercio Justo como contramovimiento social para una nueva recolocación del mercado

¿Qué es entonces el Comercio Justo?. ¿Una solución neoliberal de los actuales fallos de mercado que trabaja dentro la libre economía de mercado o un instrumento práctico de transformación social que tiene por objetivo la transformación del libre mercado? La discusión de los efectos del Comercio Justo tanto a nivel de los productores como la del libre mercado ha mostrado que no hay una solución sencilla e inequívoca. La realidad social del Comercio Justo semeja contener elementos de ambas visiones contradiciendo al mismo tiempo las dos posiciones. Ambas visiones son más bien actuales y, sobre todo, futuras tendencias y posibles procesos de desarrollo que propiamente descripciones del Comercio Justo. Como tales, describen ambas visiones las algo idealizadas versiones de los simultáneamente diferentes y contradictorios efectos del Comercio Justo. Una sencilla respuesta a la pregunta tipo “lo uno o lo otro” resulta imposible puesto que, como este estudio ha mostrado, el Comercio Justo es un complejo fenómeno social que funciona simutáneamente a favor y en contra del mercado, estabilizando al mismo tiempo el libre comercio neoliberal y cuestionándolo. En lugar de preguntar, qué es el Comercio Justo, obliga este estudio a plantear una específica pregunta, cómo opera el Comercio Justo y cuáles son exactamente los efectos y resultados en los diferentes escenarios. Para entender mejor esta enredada realidad voy a presentar un marco estructural fuertemente influenciado por el trabajo de Polanyi. Para entender mejor los efectos del Comercio Justo voy a ordenarlos históricamente con la ayuda de la teoría de los movimientos duales de Polanyi y, a continuación, aclarar con el concepto de intercalación, también del mismo autor, cómo se puede entender de forma coherente el Comercio Justo. Para situar el surgimiento del Comercio Justo en un contexto más amplio son los trabajos del economista e historiador Karl Polanyi (1886-1964) muy útiles y se recurre a ellos continuamente (Barham, 2002: 350-352; Murray & Raynolds, 2000; Mutersbaugh, 2005a). En concreto se alude aquí a la comprensión de Polanyi del capitalismo, presentado como un proceso en estrecha relación con el comportamiento entre mercado y sociedad y que se desarrolla en forma de un movimiento dual. Polanyi argumenta que el desarrollo de mercados no regulados para las tres “mercancías ficticias” tierra, trabajo y dinero dan lugar a una intensa destrucción social y ecológica por la que la sociedad aparece como un apéndice de la economía. Esta destrución opera de nuevo como contramovimiento de la tendencia social, la cual se compromete por la regulación, la intervención y la seguridad social frente a la fuerza destructiva del mercado. Este defensivo contramovimiento no es una

intervencion externa en un predefinido proceso estructural, sino que estas fuerzas de contraefecto frente al mercado forman parte del desarrollo del capitalismo (Hart, 2002: 304). El análisis histórico de Polanyi de los movimientos duales de finales del siglo XIX y principios del XX tiene claros y actuales paralelismos – por lo que en los últimos años una y otra vez se pone de relieve y es responsable del renovado interés por Polanyi (Silver & Arrighi, 2003): por un lado la revolución neoliberal de los años 80 condujo, a través del establecimiento de la libre competencia como único modelo de mercado, a la liberación de toda limitación para las transacciones financieras, a la privatización y destrucción de los recusos naturales y a la aniquliación social, y sobre todo estatal, de la regulación de la economía que desde la Segunda Guerra Mundial protegió el trabajo, el dinero y la tierra y naturaleza de las fuerzas no reguladas del mercado. La creciente influencia de la sociedad civil en los años 90 y el surgimiento de movimientos sociales transnacionales, los cuales luchan “contra una globalización hegemonista” (Evans, 2005), pueden por otro lado ser entendidos como una parte del contramovimiento protector que intenta resituar en normas sociales las destructivas fuerza del mercado. Estos actores se comprometen por una regulación política de los mercados financieros, luchan contra la comercialización y la privatización de los recursos naturales y operan contra el desmantelamiento de la regulación que protege el trabajo de la explotación. [35] Y justamente en este lugar se posiciona el Comercio Justo: es parte del contramovimiento protector y reacciona frente a la liberalización del mercado laboral, y de forma menos importante, también para y por la naturaleza. Mientras que el libre mercado quizá sea un mecanismo eficiente para producir y distribuir productos, los resultados son catastróficos cuando el trabajo humano y la naturaleza se integran como mercancías libres y desprotegidas en mercados no controlados. La teoría del libre comercio se basa en la idea de que la libre competencia etimula la eficiencia y mejora la tecnología del proceso económico, y es a través de los productores con mejores precios quienes vencen a sus competidores menos eficientes e innovadores. Esta teoría del libre comercio adopta no obstante de forma falsa que la competencia tiene lugar solo en relación a la innovación tecnológica, la productividad y el márketing (ampliamente en Roozen & Boersma, 2002). En la realidad, sobre todo en las relaciones comerciales entre grandes cadenas comerciales y pequeños productores del Sur, una de las principales estrategias competitivas es la deslocalización de costes a terceros. Cuando Chiquita no puede vencer y expulsar del sector bananero a sus

competidores minoristas por medio de una mejor tecnología o estrategia de márketing, siempre puede lograr mejores precios por medio de la externalización de los costes de producción, sociales y ecológicos. Esto quiere decir que se libran de los costes de producción sociales tranfiriendolos a los productores y de los costes ecológicos de la producción a las generaciones futuras. Esto es posible cuando el trabajo humano y la naturaleza no se recolocan por medio de una regulación social o política, como por ejemplo, con la fijación de salarios mínimos o de directrices medioambientales, o incluso mediante fuerzas sociales como los sindicatos o las ONGs. El Comercio Justo es un intento de recolocar el mercado en la sociedad por medio de la internalización en el precio tanto de los costes de producción sociales como ecológicos. Mediante el pago de un salario mínimo garantizado, el cual refleja los costes de producción sociales y ecológicos, protege la competencia frente a la explotación del trabajador y la naturaleza, sirviéndose al mismo tiempo de la competencia en el proceso productivo para funcionar dentro del mercado. La esencia del Comercio Justo es, según Brown (1993: 158), “que la verdad se le dice a los consumidores, no sólo en relación a lo que contiene el producto, sino también sobre los productores, sus condiciones de vida y trabajo y que influencia tiene el producto en el medioambiente”. Lejos tanto de la pura competencia como de la economía planificada, el Comercio Justo conecta el poder de los productores y consumidores para lograr uniones y flujos de información que limitan y sirven al mismo tiempo la competencia. [36] El Comecio Justo cuestiona la teoría dominante principal la cual dice que la creación de precios en el mercado es un proceso automático y despersonalizado y que es el único para la fijación de los precios de las mercancías (Raynolds, 2002a: p.409). En lugar de la competencia como motor principal en el mercado, el Comercio Justo introduce una interesante forma de “economía contractual” en la cual el precio se negocia entre consumidores, productores e intermediarios y los conflictos de intereses se encuentran y resuelve en reuniones y trabajo en equipo. Un científico lo definió de la siguiente manera: “El Comercio Justo se trata fundamentalmente de tomar nuevamente un control humano sobre un mecanismo que prentende funcionar en beneficio de todas las partes y que no intenta ni una sóla vez demostrarlo.” (Ransom, 2001: 9). Que el Comercio Justo no cuestione en si la existencia del mercado no quiere decir que no sea una visión radical. Así, como el sello nacional mexicano “Comercio Justo” apunta, en el Comercio Justo se

trata de cambiar la verdadera fijación de objetivos y crear un mercado que sirva a los hombres y en el que todos ellos tengan cabida: “un mercado donde todos quepamos” (citado en Jaffe et al, 2004: 192). 6. Bibliografía Ancelovici, Marcos. 2002. “Organizing against globalization: The case of ATTAC in France,” Politics and Society 30 (3): 427-463. Bacon, Christopher. 2005. “Confronting the Coffee Crisis: Can Fair Trade, Organic, and Specialty Coffees Reduce Small-Scale Farmer Vulnerability in Northern Nicaragua?” World Development 33 (3): 497–511. Barham, Elisabeth. “Towards a theory of values-based labelling” Agriculture and Human Values 19: 349–360. Barrientos, Stephanie. 2000. “Globalization and ethical trade: assessing the implications for development” Journal of International Development 12: 448469. Bechetti, Leonardo and Marco Constatino. 2005. “The effects of Fair Trade on marginalised producers: an impact analysis on Kenyan farmers” Benjamin, Alison. 2006. “Fair dunk’em” The Guardian, February 9, 2006, http://www.guardian.co.uk/fairtrade/story/0,,1706405,00.html (April 2006). Boersma, Franz VanderHoff.2002a. “Poverty Alleviation Through Participation in Fair Trade Coffee Networks: The

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Notas [1] Peter Mandelson, Comisario Europeo de Comercio, declaró en 2005, tras destacar el éxito del Comercio Justo: ”El Comercio Justo ha demostrado que aquellos que trabajan bajo unas condiciones desfavorables en países dependientes de materias primas y un pobre nivel de desarrollo pueden aspirar a una vida mejor para ellos y sus familias”. Mandelson (2005). Toda la cita de este párrafo ha sido traducida del inglés por el autor. [2] FINE incluye la Organización Internacional para el Etiquetaje del Comercio Justo (FLO), la Red Europea de Tiendas (NEWS!), la Federación Alternativa para Comercio Internacional (IFAT), y la Asociación Europea para el Comercio Justo (EFTA). El objetivo de FINE es posibilitar, a estas redes y a sus miembros, el trabajo en equipo en áreas estratégicas en temas tan importantes como el futuro del Comercio Justo, así como en materia legal, campañas, standards y seguimiento. Ver http://www.worldshops.org/fairtrade/netw.html (Abril 2006). [3] “Fair Trade is a trading partnership, based on dialogue, transparency and respect, that seeks greater equity in international trade. It contributes to sustainable development by offering better trading conditions to, and securing the rights of, marginalized producers and workers - especially in the South. Fair Trade organisations (backed by consumers) are engaged actively in supporting producers, awareness raising and in campaigning for changes in the rules and practice of conventional international trade.” [4] En este artículo se trata fundamentalmente sobre productos certificados por la FLO puesto que la mayor parte de la información sólo está disponible para estos productos certificados, siendo estos los que representan la mayor parte de todos los productos del Comercio Justo a nivel mundial. [5] Ver http://www.fairtrade.net/structure.html (Octubre2006) [6]

Todos

los

standards

pueden

obtenerse

de

forma

pública

en

http://www.fairtrade.net/sites/standards/sp.html (Mai 2006). Los standards de calidad para las bananas incluyen entre otras cosas. “Tamaño de la banana. Longitud mínima 16 cm (mini bananas 14 cm), espesor mínimo 27 mm. Tolerancia: 10% de la banana. Embalaje. Slippage y “high pack” no están permitidos. Tiene que haber una razonable uniformidad entre las bananas de una caja. Tolerancia: 5% de los cartones. (...)Residuos y materia extraña. Los cartones no deben presentar residuos o materia extraña. Tolerancia: 1% de los cartones.” FLO (2005c: 10).

[7] El precio de mercado mundial del café fluctúa violentamente. La FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas) dice: “ El precio del café alcanzó 101.44 céntimos de dólar por libra en marzo del 2005, un 67 por ciento más si lo comparamos con el nivel de 60.80 céntimos de dólar por libra correspondiente al mismo mes del año pasado. En abril del 2005, el precio medio diario cayó a 98.2 céntimos de dólar, siguiendo la recogida de beneficios por parte de fondos

de

inversión.

http://www.fao.org/documents/show_cdr.asp?url_file=/docrep/008/J5667e/j5667e04. htm (Mai 2006). [8] La FAO informa: “Industry sources report that farm-gate prices in Ecuador decreased below the official minimum price of US$ 3 per box, and in some cases, fell to

less

than

US$

1

per

box.”

Ver

http://www.fao.org/documents/show_cdr.asp?url_file=/docrep/008/J5667e/j5667e04. htm (Mayo 2006). [9] En 2001 la FLO registró más de 300 asociaciones de cafeteros representando aproximádamente a 500.000 pequeños productores. Esto supone, según algunas estimaciones, el 30 por ciento de todos los pequeños productores de café del mundo (Murray et al, 2003: 6). [10] La extensión del mercado para productos ecológicos es considerablemente mayor a la del Comercio Justo. En 2003 la cifra de ventas de productos ecológicos es de 31.3 miles de millones de dolares americanos mientras que el mercado de productos de Comercio Justo en 2005 se sitúa en 1.1 miles de millones US$. [11] Galeano introduce con estas palabras su obra maestra Las venas abiertas de América Latina en 1979, donde pone la pobreza de América Latina en directa conexión, en el marco de una teoría de la dependencia, con la riqueza europea y americana. [12] Algunas afirmaciones específicas y literatura al respecto sobre estas dos posiciones: la posición moderada, Nicholls y Opal (2005) escriben en una amplia obra que el Comercio Justo, “observado como consumo ético dirigido por el mercado”, es “ una solución neoliberal del problema del comercio” puesto que a través de la corrección de las diferentes clases de fallos de mercado permite funcionar al sistema comercial individualmente (p. 13). En lugar de entender el Comercio Justo como contraposición al libre mercado, como muchos otros teóricos, ellos argumentan que el Comercio Justo deja funcionar al modelo comercial de libre mercado tal y como así

ha sido pensado (S. 31). Esto sucede por medio de la corrección de los fallos de mercado, típicos en economías agrarias de pequeños productores en países en vías de desarrollo. Y esta “exitosa historia de mercado”, reza la conclusión de los autores, “funciona mucho más en un sistema capitalista que en una situación dónde no existiese” (S. 13). Curiosamente, Paul Rice, presidente de la organización certificadora TransFair USA, parece compartir está opinión. En el informe anual de Transfair en el año 2004 escribe: “el Comercio Justo permite funcionar la globalización y el libre comercio en favor de los pobres” (TransFair USA, 2005). La posición idealista entiende el Comercio Justo como un desafío, tanto teórico como práctico, del libre comercio neoliberal: cabe destacar desde esta perspectiva la crítica implícita a las prácticas convencionales del comercio, tildándolas de “injustas”, destructivas, social y medioambientalmente, y apostando por un profundo cambio estructural en las relaciones comerciales entre los países industrializados y los países del Sur. El Comercio Justo reconoce con ello las diferencias de poder entre los países pobres y ricos y ofrece un modelo práctico de cómo puede ser utilizado el comercio internacional al magen de la competencia y el liberalismo. Esta línea de argumentación relega con frecuencia a un segundo plano la diferencias socialculturales en la forma de ser de los participantes. Raynolds (2002a) analiza, por ejemplo, el Comercio Justo en relación a una nueva clase de “enlaces entre consumidor y productor” por medio de los cuales la cadena de aprovisionamiento se acorta y se humaniza, y valores como justicia, igualdad y responsabilidad global entran en el juego del mercado. Tallontire (2000) ve esta cooperación como una nueva forma de asociación. Y Raynolds (2000: 306) afirma incluso que el verdadero significado de un movimiento por el Comercio Justo (de la misma forma que el movimiento global por una agricultura biológica) yace en su capacidad “para desafiar los principios abstractos del mercado capitalista, los cuales empobrecen especialmente los recursos naturales y humanos de los países del Sur.” La idea subyacente es que, tanto consumidores como productores, a través de la participación en el Comercio Justo, tomen posiciones frente al mercado, modificando por tanto el comercio y la economía y que ese cambio de mentalidad conlleva efectos sobre la economía de mercado. Algunos autores van incluso más lejos, como Goodman y Goodman (2001:99), y esperan que el Comercio Justo conduzca a una “profunda transformación de la sociedad capitalista y de su indudable racionalidad”.

[13] Una elaborada discusión sobre estas dificultades se encuentra en Mayoux (2001) y en Nicholls & Opal (2005: 201). [14] Un informe sobre el mercado latinoamericano del café de Comercio Justo, basado en siete estudios de casos, concluye, a modo de ejemplo y citando sólo los estudios positivos (Perezgrovas y Cervantes, 2002, por lo que implica que esto es un resultado general de todo los estudios) que los ingresos financieros directos de las ventas de café de Comercio Justo “producen en la calle un precio doble, incluso cuando los costes para la gestión cooperativa y otros gastos adicionales se incluyen en los cálculos.” (Murray et al, 2003: 7). En uno de los estudios del grupo de investigación (que será citado en otras ocasiones), resultan las ventajas no obstante menos positivas: en una cooperativa en el Salvador los beneficios extras llegaban justo para saldar las deudas pendientes (Mendez, 2002). [15] Para el estimación de estos importes es interesante observar que aproximadamente la misma suma (18,3 millones de euros) se destina al año únicamente en Europa para formación y divulgación por parte de las organizaciones de Comercio Justo. [16] “The low prices paid to small producers on the national market mean that the best Mexican products are exported. Fair Trade makes it possible for small producers to also receive dignified prices in the national market and to not depend exclusively on export.” Comercio Justo México en su página web en el año 2001, citado en Nicholls & Opal (2005). [17] Nicholls & Opal (2005: 225) intentan, en un modelo cuantitativo y extremadamente complejo, calcular los rendimientos sociales (y todo lo que ello implica) de una cooperativa vinícola sudafricana. Llegan al resultado, con su cuestionable y contingente método, de que “por cada libra inglesa que se gasta en vino de Comercio Justo ( a nivel importación), la comunidad de productores genera un beneficio de 6.89 libras.” [18] “Sainsbury's, which says it sells more fair-trade bananas than any other British supermarket, sells the fruit in bagged bunches of six, not by weight. A bag of fairtrade Dominican Republic bananas, weighing about a pound, recently cost around $2.74 in London. That's more than four times the price of a pound of unbagged regular bananas, also from the Dominican Republic. According to FLO, Dominican Republic fair-trade banana growers receive about 16 cents a pound from middlemen. Sainsbury's won't disclose its banana margins, but industry executives estimate British

supermarkets pay their suppliers about 71 cents a pound for fair-trade bananas from the Dominican Republic. If that's the case, Sainsbury's is earning almost $2 a pound.” [19] Nicholls & Opal (2005: 181-190) han compilado y evalúado una gran cantidad de estudios y artículos globales. Una encuesta del Cooperative Group y MORI en el año 2005, como ejemplo, en la que 30.000 consumidores ingleses fueron encuestados, muestra que 84 por ciento de los consumidores están dispuestos a pagar un poco más para ayudar a los productores de los países en desarrollo; seis de cada diez consumidores están dispuestos para posicionarse y boicotear. Los consumidores subrayaron principalmente la importancia de una información completa en las mercancías, lo cual era para un 96 por ciento de ellos importante (Cooperative Group, 2004). Un otro estudio señalaba: “The most in-depth research into ethical consumerism to date reveals that just over half the population have bought a product and recommended a supplier, because of its responsible reputation, at some time in the last year. A third of consumers are seriously concerned with ethical issues when shopping and a quarter have investigated a company’s social responsibility at least once. Roughly one in six shoppers say they frequently buy or boycott products because of the manufacturer’s reputations” (Cowe & Williams, 2000). [20] Una encuesta más reciente, “2003 Corporate social responsibility monitor” muestra que el porcentaje de consumidores que quieren incluir responsabilidad en sus decisiones de compra ha aumentado en Europa de un 36 por ciento en 1999 a un 62 por ciento en el año 2001. [21] Esta falta de entendimiento, que se confirma en muchos estudios, se refiere también a los puestos directivos. En un ejemplo mencionado por Lyon (2002: 24): un miembro de la Junta Directiva en esta cooperativa cuenta a un científico que la FLO ha visitado sus plantaciones. A la pregunta, si la FLO certificó la cooperativa, responde: “no, sólo vino (la persona de la FLO) para mirar cómo está todo”. [22] “Many Mexican interviewees concurred in calling for a renewed commitment to developing and maintaining direct ties between Northern consumers and Southern producers. These visits help producers better understand the nature of the Fair Trade market, and create positive impacts on producer self-esteem and coffee quality.” Taylor (2002: 10). [23]

La

fuente

de

la

imagen

http://www.babymilkaction.org/pics/update37/partnersblendsm.jpg (Octubre 2006).

es

[24] Se argumenta que la utilización del comportamiento de vida, la cultura, los indígenas y la diferenciación de las comunidades de productores en la publicidad del Comercio Justo “profundiza el proceso de mercantilización en lugar de enterrarlo y justamente, de la objetivización y mercantilización de las cosas, deberían de ser rescatadas”(Goodman & Goodman, 2001: 114). Otra preocupación se dirige hacia la contradicción entre el mensaje inclusivo y las prácticas exclusivas: desde el punto de vista de los productores, sobre todo, el “dictado de la calidad” (Goodman and Goodman, 2001; Mutersbaugh, 2005c) y de la parte de los consumidores los altos, y para muchas personas, excluyentes precios (Jaffe et al, 2004: 183). [25] “What happens if there is adjustment to world supply or demand and prices in one part of the market are fixed? Prices in other parts of the market must fall by more – other growers suffer more. What happens to those employees of large producers when Fair Trade consumption shifts away from them towards small producers who frequently offer poorer working conditions than the multi-national corporations?” Booth (2005: 7). [26] Bill Vorley (2003: 77) describe un otro, y muy ilustrativo, ejemplo: Asda WalMart disculpó y justificó legalmente el contrato de compra de bananas a los pequeños productores en el Caribe con el hecho que los clientes todavía pueden comprar bananas del Caribé, y en concreto las bananas de Comercio Justo. Silenció con ello al mismo tiempo hasta qué punto es extremadamente pequeño el porcentaje de bananas de Comercio Justo con respeto a las ventas totales de bananas. [27]

Vgl.

Die

Tageszeitung,

16.

9.

2006;

http://www.lidl.de/de/home.nsf/pages/c.o.NISS.Fairglobe.index (November 2006). [28] Thomson (2003), citado en Low & Davenport (2005a: 151); ver comentarios similares en Tiffen (2000) [29] Renard (2005: 430) informa:“Furthermore, Starbucks obligates producers to sell their coffee through Starbucks-affiliated importers which, in this case, turns out to be the largest Mexican coffee marketing corporation, AMSA (of the Omnicafe-Atlantic Coffee group), which engages in decidedly non-equitable commercial practices. A few cooperatives have broken off from Starbucks, denouncing the AMSA practice of misusing the registry of certified-organic producers for AMSA’s benefit.” [30] Mientras esto es una importante crítica del comercio internacional y la producción orgánica, que a veces incumbe autocertificaciones independientes (first party certification) de algunas empresas como Starbucks, no es una crítica justificada

del

Comercio

Justo.

Mutersbaugh

(2005a)

argumenta

en

esta

dirección

equivocadamente puesto que los costes en el Comercio Justo para el establecimiento de los Standards son soportados por los consumidores y no exactamente por los productores (Raynolds, 2002b). [31] El discurso actúal y la práctica en las organizaciones internacionales de desarrollo y circulos académicos ha sido descrito por algunos observadores como un cambio importante frente al neoliberalismo ortodoxo y el Washington Consensus de finales de los 1980 y década de los 90. Mientras que el Washington Consensus afirma que un buen redimiento económico puede tener lugar por si mismo, que los precios son correctos, y en efecto a través de la liberalización del comercio, se logra estabilidad macroeconómica y a través de ella se mantiene al Estado al margen del mercado, el Post-Washington Consensus de finales de 1990 se concentra en un enfoque más integrador, incluyendo buenas prácticas de gobierno (good governance), nuevas instituciones económicas y en el propio Estado ( Williamson 1990; 1993, 2000). [32] Una discusión completa sobre las reglas de la WTO e iniciativas certficadoras por cuenta propia se presenta en un informe de Dankers de la FAO (2003: 73-88). Notas de un panel acerca de la claúsula PPM en el Symposio sobre Comercio Justo durante un encuentro de la WTO en Hong Kong en 2005 se puede ver en http://www.fairtradeexpo.org/symposium.cfm?refID=78673 . Esta cláusula se define en la web del Banco Mundial: “PPM: Production and processing method. Used in instances where trade policy action by a country is motivated by a desire to ensure that imports have been produced in a way that satisfies a national or international production or process norm. Often these norms will be environmental in nature.“ http://www.worldbank.org/research/trade/glossary.htm#P (Abril 2006). [33] La página web http://www.fairtradeexpo.org/index.cfm ofrece una buena perspectiva sobre las exposiciones y contiene un gran número de documentos, incluídas las transcripciones del Symposium. Una exposición similar tuvo lugar también en Cancún durante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio WTO en 2003 [34] Si bien algunos activistas observan esto como la parte más importante del Comercio Justo, el argumento, que se ocupa del enfoque político del movimiento por un Comercio Justo y del movimiento para la justicia global por cambios estructurales,

no debería ser utilizado como disculpa frente a los problemas económicos y sociales (Mendoza & Bastiaensen, 2003: 41). [35] Ejemplos de ello son, primeramente, la introducción de la tasa Tobin a través de la red de crítica global internacional ATTAC, por la que se gravan las tranferencias financieras internacionales y el dinero recaudado se debe invertir en la lucha contra la pobreza (Ancelovici, 2002); segundo, la organizaciones medioambientales y los movimientos anti-privatización que luchan contra la destrucción forestal, los alimentos genéticamente modificados, patentes sobre seres vivos o proyectos de infraestructura destructivos como la presa Narmada en India; y tercero aunar esfuerzos internacionales para oponerse a la agenda neoliberal, la cual quiere crear un mercado de trabajo global sin ningún tipo de restricción, que conduce, especialmente en los países del Sur, ya hoy en día a una grave y no social descendente espiral en los salarios. McMichael (2004) ha reunido un gran número de estudios de caso que ilustran esta situación de forma apasionada. Es importante reconocer que estas ambiciones de resituar al mercado se ha filtrado también en el discurso y las prácticas conservadoras. Mientras que aquí merecen ser tomadas parcialmente en serio, hay que observar que tambíen sirven parcialmente para encauzar la oposición y asegurar la continuación de los proyectos neoliberales. Así se encuentra la retórica de los contramovimientos en los discursos de personalidades de las instituciones neoliberales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (Wade, 1997; 2001; Sachs, 1998; Stiglitz, 2000) y esto ha provocado el cambio de paradigma del neoliberalismo ortodoxo de los años 80 y principios de los 90 al neoliberalismo inclusivo o “revisionista” de finales de los 90 (Hart, 2001; Porter & Craig, 2004). [36] “Decentralization of economic decision-making and ensuring that authorities are made accountable to the people for their actions is where we need to start. But such democratic models have generally been based either on workers' control at the work place or on consumer power in the market. The fact is that the two have to be combined. Markets which split us into two halves - into producers and consumers have to be modified so that we can once more become whole.(...) The conclusion of this book is that it will be by new forms of cooperation and not by relying solely on competition, that this [the new economic order] will be done. We cannot now foresee what the new structures will be.” (Brown, 1993:191).

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