Comercio ambulante, agencia estatal y migración. Crónica de un conflicto en Santiago de Chile

July 9, 2017 | Autor: Alejandro Garcés H. | Categoría: Urban Studies, Migration Studies
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Descripción

Comercio ambulante, agencia estatal y migración: crónica de un conflicto en Santiago de Chile Alejandro Garcés H.*

El comercio ambulante constituye una de las formas más visibles de emergencia de lo peruano en la ciudad de Santiago, con todo lo que ello tiene de apropiación del espacio urbano o de su etnificación. Poniendo especial atención al desarrollo de los conflictos entre la población migrante peruana que se desenvuelve en el comercio ambulante y las distintas agencias nacionales que encarnan lo público en la ciudad, intentamos exponer el conflicto y la conversación que coloca a la higiene como uno de los nudos que organizan la copresencia y la producción de esta específica extranjeridad en Santiago de Chile.

Introducción Desde mediados de la década de los noventa se produce un fuerte incremento del flujo migrante peruano hacia Chile, y en particular hacia la capital Santiago. Si bien por cuestiones metodológicas no es el instrumento más óptimo para calibrar el fenómeno, los datos del censo de población que cada diez años se realiza en Chile, constata la presencia de 7.649 extranjeros nacidos en Perú (Censo, 1992), mientras que los datos del mismo instrumento para el año 2002 elevan la cifra a 37.860 personas. Si nos centramos en su distribución por regiones podremos observar que esta población se concentra con un 78,1 por ciento en la Región Metropolitana, al mismo tiempo que el municipio de Santiago (centro de la ciudad) con 5.850 extranjeros peruanos constituye el territorio municipal donde su presencia es más expresiva (Martínez Pizarro 2003: 39-40; Cano, Soffia et al. 2009). * Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo. Universidad Católica del Norte, Chile.

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Las consecuencias de este fuerte incremento en número y concentración en Santiago dice relación con lo que Porte1 denominaría “modos de incorporación” de la población migrante y que en este caso se traducen en la formación de una economía étnica que acompaña o que es acompañada por una intensiva ocupación del espacio público circundante. La actividad del comercio ambulante sumada a los grupos informales reunidos en la calle y a la gran cantidad de locales comerciales orientados hacia la población migrante, tiñen el lugar de nuevos sonidos, colores y olores, que lo distinguen sin duda de cualquier otra zona del centro, y que hacen imposible que esta pase desapercibida para el común de los transeúntes locales. Nos encontramos ante la conjunción de un tipo de inserción laboral, unas prácticas de ocio y socialización, y un lugar para la constitución de las redes migratorias y su provisión de informaciones claves para la reproducción social y económica de la experiencia migrante. Toda esta armazón da origen a un intenso proceso de apropiación del espacio (Lawrence-Zúñiga & Low, 1990; Low, 2000), que centrada en algunas calles contiguas a la Plaza de Armas en el centro histórico de la ciudad, dota a la migración peruana de una gran visibilidad pública. En este marco, exploraremos los efectos que esta visibilidad tiene en orden a construir un imaginario de lo peruano en la ciudad, que mediado por la presencia del comercio ambulante, hace operar a la salubridad o a la higiene como un organizador de la diferencia entre poblaciones, como un separador de las mismas, y como un agente estigmatizador de unos espacios y un colectivo ocupante. En definitiva, un dispositivo de producción de la diferencia en el espacio urbano. La higiene como separador de los grupos es un fenómeno que tiene larga data. Sin embargo, dada la novedad del tipo de inserción urbana que presenta la migración peruana en Santiago, el problema emerge con particular notoriedad y desata un conflicto que involucra a los agentes más diversos –ganando materialidad en las acciones emprendidas por los propios comerciantes peruanos, en los episodios represivos desarrollados por Carabineros2, en la acción funcionaria desde los organismos públicos, en los debates en los Concejos Municipales y sus medidas resultantes, y en el discurso mediático sobre el fenómeno–. A continuación

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Ver Portes & Jensen 1987:768-9; Portes & Böröcz 1998: 61.

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Fuerza policial encargada del orden público.

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de extenderse de una persona a otra, mientras otras como la malaria aparecen como endémicas en determinadas partes del globo aunque no claramente transmisible por el contacto personal (Curtin, 1985: 596). Con todo y más allá de la casuística, lo que nos viene a plantear es que la planificación de la ciudad es influida entre otros factores por una segregación sanitaria, cuyo “nacimiento e importancia serían contemporáneos a la legislación de zonas para las ciudades norteamericanas y europeas, muchas de cuyos aspectos se justificaban ostensiblemente con fines sanitarios” (Curtin, 1985: 613) Por su parte Murunga, en su trabajo acerca de la segregación en Nairobi (Kenia) señala que entre los administradores coloniales, predomina la idea de que hay algunas razas, grupos étnicos e incluso clases sociales cuyos hábitos, costumbres y modos de actuar les predisponen a condiciones de vida insalubres y faltas de higiene. Se definía la limpieza como la característica fundamental del ser inglés y esto se oponía a la imagen de enfermedad y patología que está asociada con el grupo africano. Los africanos se piensan como sucios, depravados y feos (Murunga, 2005) (citado en Martínez Veiga, 2007: 20). No queremos plantear con esto la necesidad de que las concentraciones de población migrante en algunos espacios de las ciudades respondan solamente a un proceso de segregación espacial planteado en estos términos de manera exclusiva, sino que es importante también considerar que estas localizaciones pueden responder a otros fenómenos que actúan simultáneamente. Por ejemplo, para el caso del centro de Santiago coincide esto con una cuestión de oportunidad, esto es, con la decadencia de una zona comercial y con su revitalización a partir de las distintas actividades económicas a que da origen la migración (Ducci & Rojas, 2010; Garcés, 2007, 2010, 2011). De este modo, nuestro interés apunta a la articulación o más bien la actuación del mismo principio mediante el cual la higiene opera como marcador de las diferencias entre los grupos nativos y extranjeros, como ideología que permite mantener la separación entre unas poblaciones y otras, como un proceso metonímico de conversión de los grupos étnicos en algo insalubre en sí mismos (Martínez Veiga, 2007: 22). De lo que se trata en definitiva es de la construcción de un estereotipo (lo antihigiénico, lo insalubre) que se ancla al espacio, que se localiza denotando a grupos específicos y coopera en su reproducción como hecho social.

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En el caso que nos ocupa, el problema de la higiene ha venido asociado fundamentalmente a la presencia del comercio ambulante de comidas peruanas en la calle Catedral. Si bien la venta de estas comidas se ha visto presente en la zona desde la década pasada, junto con el incremento del flujo peruano esta ha venido también en aumento, llegando a observarse incluso en los últimos años la preparación de comida en la calle. La marcación que establece la higiene, su función diferenciadora de las poblaciones y la conversión que hace de determinados grupos algo insalubre en sí mismos, aparece en primera instancia entre los participantes nativos (chilenos) del espacio en cuestión. […] lo que sí no sé qué piso usaría yo, porque son muy cochinos, muy cochinos. O sea la inmundicia que dejan sábado y domingo es impresionante. Porque estas comidas que las venden en esas cosas de polietileno, las tiran ahí no más… porque tú no estái acostumbrado a ver peleas cada dos segundos ahí, o que la gente te venda la comida en la calle. Tú estái acostumbrado a que te vendan un helado o un superocho, pero no a que te vendan comida comida. Que te vendan los jugos y que lo saquen de un balde grande, y el tipo mete la mano pa’ dentro… no estai acostumbrado3.

En este sentido, las quejas de los vecinos residentes en la zona y demás comerciantes son bastante intensas y se convierten a su vez en legitimador de las acciones emprendidas por la fuerza policial, o de las políticas que desde el municipio intentan implementarse. Con todo, en ningún caso son exclusivamente actores chilenos lo que participan de la caracterización de un espacio antihigiénico en el centro de la capital. Los distintos mecanismos, actividades y discursos que localizan y caracterizan lo migrante, su insalubridad en este caso, no tratan de fuerzas que actúan como una denotación de lo local/autóctono respecto de lo migrante, en esa unívoca dirección, sino que más bien se observa la enunciación de discursos que son en cierta forma reproducidos por los migrantes a efectos de una diferenciación y jerarquización interna a los grupos que componen la migración peruana en Santiago de Chile.

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Entrevista, comerciante chileno de calle Catedral.

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[…] yo estoy de acuerdo en algo, no puedo soslayar esto. Hay gente que en base a sus costumbres comete muchos errores. Por ejemplo, errores en cuanto a limpieza pública. Hay gente que vende comida porque no tiene otra forma de sostenerse, de sustentarse. Además han encontrado una veta en venderles comida a trescientas personas que están ahí todo el día, todos los días. Gente que tiene que tomar desayuno, almuerzo, comer… a precios más bajos que los restaurantes chilenos y que los peruanos, porque hay restaurantes peruanos en este sector. Entonces, me parece bien que puedan vender, lo que me parece mal es que dejen las cosas sucias o que no incentiven al peruano… por ejemplo tu vendes acá en esta vereda que da hacia el norte, y en la vereda sur que es la pared de la Catedral la gente se va a comer… entonces le venden en un ‘tupper’, sellado, con tenedores de plástico, y viene una bolsita plástica para que después lo envuelva y lo pueda botar. Y a veces la gente lo come y lo deja abandonado… entonces lo que debiéramos es proponer un mayor grado de limpieza. Me parece lícito que la comunidad chilena se pueda quejar si es que hay eso4.

Los efectos del uso del espacio asociado al comercio ambulante se han fijado en los discursos como elemento estigmatizador con una potencia que no solo permea a las poblaciones locales o autóctonas, sino que lo hace también entre los mismos migrantes, reproduciendo regionalismos y discursos de clase. En esta línea, Jurgen Golte, estudioso de la migración rural-urbana a la Gran Lima, da pistas precisamente de la nueva cultura urbana, aquella de la migración que se inserta o se superpone a la ciudad criolla en destino. A pesar del contexto de estrechez de la economía, se generaron formas económicas propias, reproduciendo formas de capitalismo temprano, aparentemente arcaicas, tanto en la organización de la producción como en sus procedimientos técnicos, con los cuales si sitúan en la estructura económica de la ciudad, produciendo, vendiendo, comprando y así dinamizando el crecimiento urbano (Golte & Adams, 1990: 74; Golte, 1999: 10). A partir de allí, la superposición de la Lima de los criollos y la Lima de los migrantes provincianos que redunda en una producción mutua de estereotipos hace ver a los serranos como los serranos como brutos, sucios, y en definitiva constituyéndose

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Entrevista, pastor evangélico peruano.

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como “los invasores” (Golte & Adams, 1990: 85-89). Como se observa en el caso de la migración peruana en Santiago, este tipo de regionalismos, este acento en lo cultural se enuncia como una desventaja que explica el desarrollo de prácticas insalubres en el espacio público. […] son provincianos… se nota tanto físicamente como en la manera de comportarse. Porque igual allá en Lima, nosotros mismos los de Lima renegamos de los provincianos. Porque a veces cuando uno camina por Lima ve las calles cochinas, claro que los de Lima también lo hacen, pero ellos están ahí, piden limosna, están con varios bebitos, están dándoles de mamar a uno… mandan a los niñitos a vender… entonces nosotros mismos en Lima renegamos de eso. Y eso pasa aquí también. Y eso a veces molesta. Si a mí siendo peruana, en este que no es mi país me molesta, imagínate a un chileno5.

Las nuevas formas de hacer en público o la nueva urbanidad que funda la permanencia en el espacio público y la dinámica comunitaria de la migración peruana en el centro de Santiago entra en conflicto con los usos privilegiados por la institucionalidad pública, aquella que se asienta en la legibilidad de la pura circulación de los transeúntes (Delgado, 2007: 14) y de la asepsia de un centro histórico puesto allí para ofrecer un espacio patrimonializado. La percepción de estar haciendo un uso inapropiado o ilegítimo del espacio urbano del centro también hace carne entre el colectivo migrante, ahora atravesado por los dispositivos que operan sobre el espacio urbano inseguro, delictual e insalubre6.

La puesta en escena de un conflicto Además de ubicarse tan cercanamente a edificaciones de importante valor patrimonial de la ciudad, este tipo de actividad tiene tal notoriedad en el espacio público que ha constituido de manera constante un

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Carla, peruana, empleada de Centro de llamados e Internet.

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Una aproximación similar la encontramos en el trabajo de Stoller acerca del funcionamiento e intento de relocalización de un mercado de inmigrantes en Nueva York, donde las diferentes comunidades, étnicas, religiosas y lingüísticas, entran en conflicto con las políticas que intentan implantarse desde del ámbito municipal (Stoller, 1996).

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tema de campaña electoral en el ámbito municipal, que es convocada cada cuatro años para todos los municipios del país. A fines del año 2008 asume sus funciones el exalcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI), quien, colocando como presentación de su esfuerzo la ascendencia peruana con que cuenta, se propone dar una ‘solución definitiva’ al problema peruano en el centro de la capital. Se inician así una serie de reuniones de la parte municipal, personificada en la figura del alcalde, con una suerte de agrupación espontánea de comerciantes ambulantes peruanos, surgida a tal efecto, que termina alcanzando alrededor de las sesenta personas de membrecía. Durante el mes de febrero, de acuerdo a las informaciones que aparecen en prensa y a lo que nos informan algunos representantes de organizaciones peruanas en Santiago, se llega al acuerdo consistente en un permiso o autorización provisoria al señalado grupo de comerciantes ambulantes, para que lleven a cabo su actividad comercial los días viernes, sábado y domingo, entre las 18 y las 23 horas, hasta la fecha límite del 31 de marzo, momento a partir del cual no sería permitida ninguna actividad más del mismo tipo. El espacio que se les permite ocupar consiste en unos cincuenta metros de la primera manzana de la calle Catedral, por la vereda en que se encuentran los comercios establecidos, vereda en la cual se concentraban tradicionalmente el comercio ambulante previo a la autorización, y previo a que se hiciera más estable el control de Carabineros en la zona. El desarrollo de esta actividad “autorizada” resulta singularmente interesante porque desata un campo de discusión en el que se integran actores en principio ausentes. En primer término, emerge la actuación de la organización Comité de Refugiados Peruanos en Chile7, que en cierto modo intenta legitimar su acción y cobrar protagonismo asumiendo una especie de rol mediador entre las autoridades municipales y los comerciantes ambulantes. En este sentido, ya el 19 de febrero, en vísperas de comenzar el período autorizado de venta de comidas, sacan a la luz pública un primer comunicado8 que en su parte fundamental señala lo siguiente:

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Se trata de una organización constituida ya en abril del año 1998.

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En concreto se trata de un folio con el logo del Comité de Refugiados Peruanos en Chile, y que era entregado a quienes circulaban por calle Catedral aquellos días.

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Hoy 19 de Febrero dirigentes de nuestra agrupación, del APERS9 y asesores técnicos nos reunimos con el alcalde don Pablo Zalaquett (luego de múltiples diferencias y desencuentros)… El Alcalde señaló expresamente que está por la formalización de los trabajadores ambulantes10, que está dispuesto a dar autorizaciones y va a tratar los temas con las dirigencias de los mismos, declaración que saludamos y esperamos que se cumpla. Reconoció y manifestó su acuerdo con el uso de la vía pública, es decir, que los inmigrantes que se encuentren en calle Catedral no son objeto de persecución y que no es voluntad del municipio impedir que los inmigrantes se reúnan en dicho lugar… Respecto de la reunión sostenida ayer con personas mandadas por el consulado peruano, que dicen ser representantes de los comerciantes ambulantes de Catedral, dejamos en claro que no existe ninguna organización de comerciantes ambulantes peruanos de Catedral, que las nombradas sesenta personas no son necesariamente los que denominan comerciantes de cocinerías y que tenemos denuncias de cobros indebidos y otras irregularidades que se han dado para formar la antes indicada lista…

Sin discutir la legitimidad de la acción propuesta por esta organización, queda clara la perspectiva de validar su rol como interlocutor de la comunidad peruana en la capital. Como podrá observarse esta organización va a jugar (o a intentar jugar) un papel en lo que se ha venido imponiendo como solución a este problema, la relocalización de estas actividades. El reclamo por parte de esta organización ha pasado centralmente por la consideración del problema de la concentración en el centro de Santiago como una cuestión que hay que enfrentar desde una política global que considere una no criminalización de la permanencia de las personas en el espacio público, y que en el caso específico de los comerciantes ambulantes, se les considere y trate como una más de estas actividades informales, que por cierto se desarrollan en distintas zonas del Gran Santiago y no precisamente por extranjeros.

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Asociación de Peruanos Residentes en Santiago.

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Las negritas son parte del original.

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IMÁGENES Nº 1 Y 2

COMERCIO INFORMAL DE COMIDAS PERUANAS EN CALLE CATEDRAL

Santiago de Chile. Viernes 6 de marzo de 2009 (fotografías del autor).

Con todo, a fines del mes de febrero se hace efectiva la autorización de un número que va entre los 50 y 60 comerciantes, que se instalan en el espacio antes señalado, procediendo a la preparación y venta de productos en condiciones por cierto bastante precarias. Ataviados de delantales y gorras blancos conseguidos para la ocasión, y con identificaciones también precarias colgando de sus cuellos, se desarrolla una gastronomía peruana sobre cocinas que consisten en balón de gas conectado a un quemador a su vez fijado sobre un carrito de supermercado. A partir de

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allí, y en conjunto con la aparición en prensa de la noticia relativa a esta autorización comienza a tener lugar un debate al interior del Concejo Municipal de la comuna de Santiago, órgano donde se encuentran representados los distintos partidos políticos nacionales. Se trata de un debate que hace emerger nuevamente la higiene, a veces de manera autónoma, en otras ocasiones en relación a la ilegalidad de las prácticas, pero en cualquier caso como un elemento que permite denotar una actividad, unos espacios en concreto, y de allí a los grupos en sí mismos. Curiosamente, las negociaciones antes señaladas entre el alcalde, los comerciantes y algunas organizaciones, que redundaron en esta autorización se hicieron efectivas en simultáneo con las vacaciones del Alcalde, de manera que la primera discusión en Consejo Municipal a este respecto se desarrolló en ausencia del mismo. El 27 de febrero, el concejal Pedro García, democratacristiano y ex-ministro de Salud del gobierno de Ricardo Lagos, abre los fuegos señalando: […] quisiera señalar que el viernes pasado en el Diario El Mercurio fue publicada una carta mía, donde planteo mi enérgico rechazo a una autorización que me parece del todo ilegal y que puede poner en dificultades los intereses de este municipio y sobre todo la Sanidad y el buen vivir de las personas en esta Comuna, dicha carta señala: “Gran sorpresa me causa enterarme por la prensa, que en una medida inconsulta, populista e ilegal se estaría autorizando la instalación de este comercio riesgoso sin trazabilidad ninguna, que amenaza la salud de las personas y al comercio establecido; se incentiva con esta medida la propagación de un ilícito manifiesto que compromete diversos barrios de la Comuna y que favorece otros actos delictuales de mayor gravedad. Es por esto y dada mi condición fiscalizadora, que a través de la prensa le solicito al Alcalde no trasgredir, entre otras, el Código Sanitario y diversas normas tributarias que han permitido que Chile avance, descartando prácticas medievales de consumo alimentario… es obligación de la Autoridad señalar que hay peligro sanitario, ojalá sean solamente los asados, pero además hay cremas y salsas que en verdad son caldo de cultivo, sin entrar en el detalle bacteriológico” […]11.

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Concejo de Santiago. Sesión Ordinaria Nº6/2009, celebrada en el Salón de Sesiones. Viernes 27 de febrero, 16 horas.

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En una sesión posterior un concejal de derecha retoma esta temática, haciendo al mismo tiempo un reclamo contra la Intendencia de la ciudad por la supuesta autorización que habría dado para la reunión de inmigrantes en el espacio público. Como se observa en su reclamo, la asociación entre la migración y la falta de orden y limpieza se extiende ya no solo a la migración peruana sino a otro colectivo también migrante que termina siendo denostado en su alocución: Esta autorización está firmada por el Intendente subrogante a quien intenté ubicar durante el día de ayer pero no tuve éxito. Entiendo que ellos han visto en los medios de comunicación que en este Concejo estamos intentando limpiar la ciudad, a fin de tener una Comuna capital ordenada donde se cumpla con las normas, sin embargo permiten que en la Plaza de Armas se reúna todos los días domingo de 10 a.m. a 20 hrs. un grupo indeterminado de inmigrantes peruanos o de cualquier nacionalidad que pueden ser 100 ó 500, lo que creo no contribuye al orden público ni facilita las actividades que estamos criticando en este Concejo. Mañana nuevamente voy a insistir en ubicar al Sr. Intendente titular y si no me contesta, en la tarde presentaré una solicitud de permiso a la Intendencia para que la Comunidad coreana se reúna todos los días domingo en la calle donde vive el Sr. Intendente, para ver si le gusta que todos los días domingo allí haya una reunión masiva de otro grupo de inmigrantes […]12.

Como hemos venido señalando, el papel de la higiene relación en la segregación es un fenómeno de larga data que ya pesquisaba Sennett en su descripción del gueto judío en la Venecia del siglo XV13. El gueto en tanto forma espacial de una distancia entre poblaciones es un claro ejemplo de racismo y segregación. “Cuando encerraron a los judíos en el gueto, los venecianos creían y pretendían que estaban aislando una enfermedad que había infectado a la comunidad cristiana… se pensaba que los cuerpos judíos eran portadores de enfermedades venéreas y

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Concejo de Santiago. Sesión Ordinaria Nº7/2009, celebrada en el Salón de Sesiones. Miércoles 11 de marzo, 16 horas.

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Según Sennett, gueto originalmente significaba fundición. El Ghetto Nuevo y el Ghetto Vecchio eran los antiguos distritos de la ciudad de Venecia destinados a la fundición, espacios en los que fueron alojados los judíos (Sennett, 1997: 249).

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que contenían más poderes misteriosamente contaminantes. El cuerpo judío era impuro…” (Sennett, 1997: 222-3). No queremos plantear con esto que la perspectiva en Santiago sea de este tipo, pero sí queda planteada la potencia de la higiene como dispositivo en los términos que señalamos. El “hay que limpiar la ciudad” que emerge en boca de los concejales de Santiago es un síntoma de aquello. El discurso del concejal arriba citado, argumenta desde la producción de un saber médico, que coloca el problema de la higiene como el descriptor básico de unas prácticas (de producción y consumo de comidas) y por consecuencia de un espacio. El peligro que sugiere el contacto con este tipo de consumo supone en la perspectiva de este concejal el cuidado y protección de la población local, ante quienes como concejal ha de responder. En la sesión siguiente del mismo Concejo vuelve a insistir en el llamado tema de las cocinerías peruanas en los siguientes términos: “Me causó estupor una crónica donde además se hace referencia en términos personales, ver a un niño diciendo que el alimento que estaba consumiendo allí era fantástico, sin ningún riesgo y que eso quede en el imaginario colectivo de la población, se piense que es así y esté avalado por este Municipio”14. Más allá del tinte alarmista de sus intervenciones, es sintomático también que quien enarbola este discurso higienicista es un concejal de profesión médico. De hecho, al momento de iniciar su alocución hace referencia a su condición de tal, como una forma de hacer aún más legítima su intervención. En esta línea, como bien plantean Frenkel y Western, el desarrollo de la ciencia médica marcó un antes y un después en cuanto a la segregación residencial en las colonias británicas. En el caso concreto del proceso que ellos estudiaron, esto es, asentamientos coloniales británicos en el África Tropical de principios del siglo XX, la identificación por parte de distintos investigadores de la acción del vector mosquito como propagador de la malaria, determinó que la prevención de la misma tomara una nueva forma en la segregación de las viviendas de colonizadores y nativos. La segregación aparece así ligada pues a un discurso “estrictamente” científico, a una suerte de “objetiva” justificación médica

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Concejo de Santiago. Sesión Ordinaria Nº7/2009, celebrada en el Salón de Sesiones. Miércoles 11 de marzo, 16 horas.

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(Frenkel & Western, 1988: 226)15. En el caso de Santiago resulta difícil establecer la objetividad o la cientificidad de tales afirmaciones amparadas o legitimadas de los saberes médicos arriba presentadas. Sin embargo, estas entran de cualquier forma en contradicción con cualquier rápida observación de, por una parte, la profusa red de preparación y venta ambulante de comidas a lo largo del Gran Santiago (donde las masas de comerciantes y los consumidores tratan fundamentalmente de población local chilena), y por otra parte, con la alta valoración que tiene la gastronomía peruana entre los sectores medios y altos, que son capaces de integrar estas novedades a sus dietas (a través de los restaurantes peruanos de alto standing o a través de la contratación directa de servicio doméstico peruano), al mismo tiempo que rechazan la práctica popular que de esta se hace en la calle. Los discursos que desde distintas agencias abundan en el peligro sanitario o bacteriológico del comercio ambulante migrante, cooperan en la producción de unos estereotipos que hacen al colectivo y a sus espacios. Sin embargo, la producción de estos espacios como antihigiénicos –además de inseguros o delictuales en otras versiones de denotación de lo peruano en la ciudad–, se da en unas zonas específicas de la ciudad. En el caso del municipio de Santiago, la venta (cuando no también la preparación) ambulante de comidas peruanas se da en un espacio que goza de una particular singularidad o visibilidad pública al ubicarse a un costado de la Catedral de Santiago y colindando con la Plaza de Armas de la ciudad. La transgresión que implican los usos de una zona que vendría formar parte del que ha venido a llamarse “el centro histórico”, resulta un elemento clave que quizás permita explicar la importancia que en el Concejo se da a esta actividad. En este sentido, el Alcalde asumiendo la presión de que era objeto por parte de un sector del Concejo, y dada la irregularidad jurídica que implicaba la autorización que anteriormente les extendió a los comerciantes peruanos, toma ya una posición más represiva en la siguiente sesión ordinaria del Concejo:

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Como señalan los autores, la interpretación del fenómeno ha de incluir también el deseo de algunos oficiales coloniales de salir del asentamiento africano, para así disfrutar de la ausencia en la noche de los ruidos y olores de la ciudad nativa, pero no al grado tal de no contar con sirvientes africanos en sus casas. De cualquier modo, contra la supuesta objetividad y cientificidad de estos saberes, el estudio revela el hecho de que el lenguaje médico a menudo ha servido como un recurso con un significado más social que científico, dado que por ejemplo en el caso de Sierra Leona la salud de los oficiales era similar en los distintos espacios segregados (Frenkel & Western, 1988: 227).

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Con respecto a las cocinerías, Carabineros tiene claro y van a actuar en su momento, están preparando un plan de acción y me solicitaron que los dejáramos actuar cuando ellos estimen conveniente, ya que están haciendo un estudio del lugar porque el tema no son solo las cocinerías sino que hay 3 ó 4 actividades ilícitas mucho más graves. Me señalaron que lo van hacer pronto y bien hecho, por lo tanto el compromiso de Carabineros es que ese sector se va a limpiar no solo de las cocinerías, sino que todo el entorno. No es mi deber entrar en el detalle de cómo lo van hacer ni cuándo, ya que ellos disponen de los operativos pero es su labor prioritaria dentro de un tiempo razonablemente corto16.

De este modo, a marzo de 2009, y con independencia de la legalidad de la autorización de facto originalmente dada por el alcalde de Santiago (los inspectores municipales hablan de una “tolerancia” con los comerciantes peruanos), se lleva adelante una negociación con la asociación de comerciantes ambulantes antes señalada, más la mediación de agentes del consulado peruano. Lo interesante a nuestros efectos son los términos en que esta se realiza, o más la concordancia en la solución que se plantea frente al problema: la relocalización o la reubicación del comercio ambulante peruano. Ahora bien, si la ubicación de los espacios urbanos ocupados por los migrantes peruanos es colindante con edificaciones de importante valor patrimonial en el centro de la ciudad, es cierto también que esta ocupación se ha desarrollado en calles, o más bien manzanas, donde se ha verificado un notorio decaimiento del tejido comercial autóctono chileno, espacio en que el emprendimiento migrante ha generado un proceso de sustitución comercial (Garcés, 2007, 2010). En este sentido, no podría señalarse una competencia con el tipo de comercio y servicios que la renovación urbana en el centro (en relación a la ampliación del metro, la reforma de la Plaza de Armas y la peatonalización de algunas calles) han privilegiado. Los usos migrantes se desenvuelven en los márgenes de esta transformación.

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Concejo de Santiago. Sesión Ordinaria Nº8/2009, celebrada en el Salón de Sesiones. Martes 17 de marzo, 15:40 horas.

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Reflexiones finales

Sobre tener espacio o la domesticación de la diferencia Patente queda entonces el que la “imagen” de la ciudad, la limpieza de su centro histórico, con independencia de la situación particular de los migrantes y de las causas del fenómeno, se convierten para los concejales de Santiago en el principal argumento para pensar en una reubicación de este comercio y la mediación para este fin del municipio. Al mismo tiempo se presenta la posibilidad de rentabilizar la actividad a través de la exotización de estas prácticas culinarias. Como se observa en las actas de una de las sesiones del Concejo, algunos representantes de la derecha afirman esta línea de acción: En la reunión se conversó con los dirigentes de la comunidad peruana donde le hice ver al Sr. Alcalde y a los dirigentes que siempre me opondría a cualquier tipo de comercio en la vía pública, ya que los espacios públicos son determinantes para que una ciudad funcione y como la ve la gente, por esa razón surgió la idea de formar una Mesa Técnica y buscar un inmueble para arrendar, tal vez dividiendo los costos entre el Municipio y los comerciantes, para que pudieran ejercer el comercio y la venta de comidas… Otra de las cosas de que se habló en esa reunión es que ellos estaban dispuestos a darle cabida a otros inmigrantes, ya que hay personas de otras nacionalidades que también están vendiendo productos en la calle en forma esporádica, motivo por el cual están dispuestos a compartir con ellos lo que podría ser un lugar típico de comidas extranjeras, que significaría para este municipio contar con un lugar agradable, ponerle término a las cocinerías ilegales y descartarnos, porque tanto el Alcalde como los Concejales nos comprometimos con nuestros vecinos a limpiar la Comuna, a subirla de categoría y eso significa poder sacar todas las cocinerías y esta venta de alimentos que es absolutamente perjudicial para nuestros vecinos y para los transeúntes de la Comuna17.

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Concejo de Santiago. Sesión Ordinaria Nº6/2009, celebrada en el Salón de Sesiones. Viernes 27 de febrero, 16 horas.

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ALEJANDRO GARCÉS H.

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Por parte de la autoridad municipal se propone una actuación facilitadora en la perspectiva de encontrar una nueva ubicación para esta actividad en las condiciones de legalidad y sanidad requeridas. Para ello propone dos lugares que si bien se encuentran ubicados dentro del territorio municipal, se encuentran bastante alejados del centro (en la zona de Franklin una alternativa, en la del Parque de los Reyes la otra), donde el municipio operaría como aval del alquiler del espacio necesario, y de la inversión necesaria para el establecimiento de sesenta puestos comerciales, de los cuales cuarenta corresponderían a cocinerías y veinte a puestos de servicios (internet, telefonías, giros de dineros, productos peruanos, etc.). Además, el municipio facilitaría la obtención de los patentes y permisos sanitarios necesarios en coordinación con las autoridades sanitarias correspondientes. A partir de allí, se ha producido una suerte de división al interior de la asociación de comerciantes ambulantes, entre aquellos que se han ‘alineado’ con la propuesta municipal y aquellos que aún manteniendo el acuerdo respecto de la necesidad de reubicación de la actividad, critican el alto costo que esto supondría para los comerciantes. Se habla de unos 6.300.000 pesos por puesto comercial, esto es, más de 10.000 dólares, para la habilitación del espacio en cuestión, costo que a todos luces resulta difícilmente asumible por los comerciantes. Por otro lado, organizaciones como el Comité de Refugiados Peruanos en Chile, que desde un principio intentan establecerse como mediadores en la solución de este conflicto, parecen comenzar a perder incidencia en la discusión al estrecharse esta al específico problema de los comerciantes ambulantes, dejando de la lado lo que en la perspectiva de estas organizaciones sería una solución integral al problema de los migrantes peruanos en el centro de Santiago.

Nosotros hablamos de nuevos espacios, donde no solo hay cocinería sino restaurante, con estructuras atractivas, donde haya envío de dinero, que puedan descentralizar. Nosotros estamos de acuerdo con descentralizar la zona. Pero buscar otros espacios que nos permita que haya centro de llamados, que sea atractivo… Entonces nosotros seguimos insistiendo en que sea un paseo peatonal, porque guarda relación con los que hay alrededor. Mira: Estado peatonal, Ahumada peatonal,

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Huérfanos peatonal18, tiene que lograr ser peatonal y más bien convertir este en un espacio turístico, con otra estructura, con luminarias y esas cosas. Nosotros estuvimos trabajando el año pasado con algunos empresarios que ofrecieron iluminar la zona, mejorarla, y en la municipalidad dijeron que no porque eso traería más gente. Lo que quieren ellos es que salgamos de ese sector… Nosotros hemos presentado un proyecto, con un arquitecto egresado de la Universidad Central, que está haciendo una maestría en arquitectura en la Universidad Católica, ya están los planos, está todo y están maravillados sus asesores, por un proyecto que contempla un primer piso donde habría un patio de comidas, habría unas oficinas de orientación, en una segunda planta ya para casos especiales, para cursos de capacitación, un auditorio. Y luego otros pisos más que sería de vivienda temporaria, para aquellos que se les quema la casa o recién llegan […]19.

Los deseos del espacio y las expectativas de esta organización resultan paradójicos a los efectos de lo que estamos presentando. Por una parte se plantea una suerte de recuperación del espacio ocupado en el centro de la capital, pensado a partir de la peatonalización de la calle en cuestión que de alguna forma la coloca en sintonía con la idea de productivizar el espacio en términos turísticos ya señalada desde la autoridad municipal. Esta idea, este conjunto de intenciones choca la evidencia de que la presencia peruana no solo no es bienvenida en el centro de la capital, sino que es hostigada desde las distintas agencias institucionales. La paradoja se encuentra en que el interés en recuperar de esta forma el espacio ocupado por los migrantes, supone una visibilidad pública de su presencia que se contradice con la elaboración de proyectos que junto con la reubicación de los comerciantes ambulantes propuesta por el municipio, tienden precisamente a invisibilizarlo en el espacio público. Nuevamente circunscribiendo un grupo a un espacio, pero esta vez ocultándolo. Los movimientos y fuerzas contradictorias que arriba analizamos, permiten observar la operación de unos dispositivos que denotan y construyen lo peruano en la Santiago. Unas formas de presentarlo y

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Calles ya peatonalizadas del centro de la capital.

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Dirigente Comité de Refugiados Peruanos en Chile.

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