COMENTARIOS SOBRE UNA PRIMERA LECTURA DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI

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COMENTARIOS SOBRE UNA PRIMERA LECTURA DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI Por: Gerardo Morales Domínguez – Chía, Colómbia junio 18 de 2015

Alabado seas mi Señor (Laudato Si, mi Signore) Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

 A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte. Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas, y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, 
 en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento 
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento. Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte. Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, 
 la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, 
 y sufren enfermedad y tribulación;
 bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.
 Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
 de la cual ningún hombre viviente puede escapar. Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal. Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad 
 porque la muerte segunda no les hará mal. Alaben y bendigan a mi Señor
 y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

El Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asísi

Mi primera lectura de la “Encíclica Laudato Si”, del Papa Francisco I, que fue dada a conocer públicamente el día de hoy junio 18 de 2015, me ha permitido reafirmar mis convicciones y me ha brindado un impulso adicional para terminar cuanto antes la redacción, revisión final y correcciones de mi último escrito titulado: “El Libro de los Mamus”. Las encíclicas, son cartas o exhortaciones expedidas por los Papas Católicos para referirse generalmente a cuestiones muy importantes y a temas prioritarios en un momento histórico específico. Según los entendidos, una Encíclica es considerada como el segundo documento en importancia, emitido por los Pontífices de Roma, después de la Constitución Apostólica, la cual 1

trata sobre las materias más solemnes de la Iglesia en el campo teológico y religioso tales como la promulgación de estatutos o de enseñanzas definitivas. El nombre de la Encíclica fue tomado de la alabanza, “Cantico de las Criaturas”, compuesto por San Francisco de Asís a comienzos del año 1225. Contenido La Encíclica, contiene 192 páginas y 246 apartes, divididos en Seis (6) Capítulos que se refieren fundamentalmente al olvido por parte del ser humano, del propósito fundamental de la vida humana en la Tierra, el cual es: “Procurar ante todo heredar a las futuras generaciones, a las que nos siguen, el mejor de los mundos posibles”. Su contenido entonces versa, sobre el cuidado de nuestra Casa Común, (El Planeta Tierra), pero no solo en lo ambiental, sino integralmente. Porque el verdadero cuidado de nuestro hogar terrenal no se puede realizar de manera fragmentada, reduccionista o lineal, tiene que ser un emprendimiento comunitario y voluntario que comprenda y acepte la complejidad de dicha tarea. El Papa Francisco, logra con este mensaje amoroso y comprensivo, cuestionarnos sobre el sentido y el valor de la existencia del ser y de la sociedad humana. Exhortándonos a pensar y meditar, pero sobre todo a hacer y actuar bien, para lograr encontrarle sentido y razón a las preguntas sobre el por qué y el para que vinimos a esta vida y pasamos por ella trabajando y luchando sin cesar. Según el Papa, si no nos planteamos seriamente estas preguntas, las preocupaciones ecológicas, sociales y de justicia en general, no tendrían resultado alguno. Por eso realiza un llamado general a todos y cada uno de nosotros, seamos individuos, familias, colectivos locales, nacionales o internacionales, a realizar conjuntamente una “conversión ecológica”, que según sus propias palabras, logre imprimirnos carácter y sembrar la esperanza sobre un mundo futuro mejor. La Encíclica nos dice que “La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común” (13), que el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente, y que no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarnos hasta el extremo de llegar al holocausto, somos también capaces de superarnos y volver a elegir el buen camino y regenerarnos. Dialogo Ecuménico El Papa dice: “….En esta Encíclica intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común” (3). Un llamado al “dialogo” , que se repite a lo largo de todo el texto, y que finalmente, en el capítulo quinto, se convierte en un instrumento para confrontar y resolver los problemas. Nos recuerda que otras Iglesias y comunidades cristianas y otras religiones, han desarrollado también una profunda preocupación y aportado reflexiones, sobre el tema de la ecología, invitándonos a reconocer la riqueza que todas las religiones pueden ofrecer para lograr una comunión con la ecología y el desarrollo pleno de la especie humana. Propuesta y Estructura de la Encíclica 2

El Capítulo Cuarto nos propone, que intentemos llegar a un compromiso comunitario para lograr una verdadera conversión con la “Ecología Integral”. Que incorpora claramente las dimensiones humanas y sociales, inseparablemente vinculadas con la situación ambiental actual. Nos advierte sobre el hecho, que ningún proyecto de transformación puede ser eficaz si no está animado por una conciencia individual y colectiva, formada y responsable, y nos sugiere algunos lineamientos para avanzar en los niveles de lo educativo, lo político, lo espiritual, lo eclesial y lo teológico. Considerando como ejes temáticos: La íntima relación existente entre los pobres y la fragilidad del planeta; la convicción de que en el mundo todo está conectado; la crítica del Paradigma actual y de las formas de poder que se derivan de la combinación de dicho paradigma con la tecnociencia. Invitándonos a buscar otros modos de entender el desarrollo, el progreso y la economía considerando ante todo el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, y la necesidad de entablar debates sinceros y honestos, frente a la grave responsabilidad que la política internacional y local tiene, por su estrecha vinculación actual con la cultura del descarte y del desperdicio. Todo ello con el objetivo primordial de proponer y llevar a cabo el establecimiento global de un nuevo estilo de vida, un nuevo Paradigma Global. Considerando, que hasta la fecha de hoy se han realizado veinte Conferencia como parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Pero que “….no obstante, las Cumbres Mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces” (160). La Encíclica desarrolla sus Seis Capítulos así: Capítulo 1 – Lo que le está pasando en el Planeta Tierra EI cambio climático: El clima es un bien común, de todos y para todos. “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad” (25). Su alteración, en especial el Calentamiento Global, impacta con mayor gravedad a las mayorías más pobres de la Tierra mientras aquellos que “tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas” (26). Una situación de injusticia social y ambiental que seguirá existiendo y creciendo, si no logramos modificar el sistema gobernanza internacional. La “La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (25). La cuestión del agua: El agua potable y limpia es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos por eso representa una cuestión de primera importancia. “El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (30). La pérdida de la biodiversidad: Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental. Pero no debemos ver la biodiversidad como un recurso utilizable, pues “Cada año 3

desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana” (33). La deuda ecológica: La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso. Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver esta deuda limitando de manera importante el consumo de energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible. En el marco de una ética de las relaciones internacionales, la Encíclica indica que existe «una auténtica deuda ecológica» (51), sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo. Frente al cambio climático hay «responsabilidades diversificadas» (52), y son mayores las de los países desarrollados. El Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la «debilidad de las reacciones» frente a los dramas de tantas personas y poblaciones. Urgente «crear un sistema normativo que [...] asegure la protección de los ecosistemas». Capítulo 2 – El Evangelio de la creación Debido a la extrema complejidad de la crisis ecológica y si de verdad queremos construir una manera de vivir que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias por si sola tiene la solución. Deberíamos reconocer que las soluciones no pueden lograrse mediante un modo único de interpretar y transformar la realidad, es necesario también buscar orientación en las diversas culturas, el arte, la poesía y principalmente dentro de la vida interior y a la espiritualidad. Ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje (63). Los relatos de la Biblia, nos ofrecen una visión sobre la “inmensa responsabilidad” (90) del ser humano con respecto a la creación. Sobre la íntima unión que existe entre todas las creaturas, y el hecho de que “el ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos” (95). Por ello, aunque “si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas” (67). Al ser humano le corresponde administrar, “labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Génesis 2,15). Donde labrar significa cultivar, arar o trabajar, y cuidar significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar (administrar). Sabiendo que “el fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios” (83). Que el ser humano no sea el patrón del universo, “no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar” que lo 4

caracteriza ni “tampoco supone una divinización de la Tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad” (90). Nos enseña también que todo ensañamiento con cualquier criatura «es contrario a la dignidad humana» (92), pero «no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos» Capítulo tercero – La raíz humana de la crisis ecológica El fundamento primario del capítulo son las reflexiones sobre la tecnociencia: Pues si bien se le reconoce con gratitud su contribución al mejoramiento de las condiciones de vida (102-103), también critica, “…..a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, logrando con ello un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero…. Son justamente las lógicas del dominio tecnocrático las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones más débiles…… El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política, impidiendo reconocer que el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (109). Es posible diagnosticar que los problemas de la época moderna son causados por “un exceso de antropocentrismo” (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí mismo y ensu poder. De ello deriva una lógica “usa y deshecha”, que justifica todo tipo de descarte, sea éste humano o ambiental, y que trata al otro y a la naturaleza como simples objetos conduciendo a una infinidad de formas de dominio y explotación. Es la misma lógica que conduce a la explotación infantil, al abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de recursos naturales explotados con violencia y pérdida de vidas. Es la misma lógica de las mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico y del descarte de niños que no respondan al deseo de sus padres. La Encíclica afronta dos problemas cruciales para el mundo de hoy: 1.- El Trabajo: Puesto que, “…..cualquier planteamiento sobre la ecología integral, no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo” (124) 2.- Los Límites del Progreso Científico: haciendo referencia a los “Objetivos Generales del Milenio” (132-136), que son “…una cuestión ambiental de carácter complejo” (135). Pues si bien “en algunas regiones su utilización y cumplimiento ha provocado un crecimiento económico que ayudó a resolver algunos problemas, hay dificultades importantes que no deben ser relativizadas” (134), como por ejemplo “…….una concentración de la propiedad de las tierras productivas en manos de pocos” (134). El Papa Francisco piensa en particular en los pequeños productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar “una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz

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de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre”, a partir de “….líneas de investigación libre e interdisciplinaria” (135). Capítulo cuarto – Una ecología integral El núcleo fundamental de la propuesta de la Encíclica es la de recomendar la determinación de una ecología integral, que sirva como base para el establecimiento de un Nuevo Paradigma más justo y humano, “incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea” (15). De hecho, no podemos “entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida” (139). Esto vale para todo lo que vivimos en los distintos campos de la economía y la política, en las distintas culturas, en especial en las más amenazadas, e incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana. Una ecología de las instituciones. Porque “…si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales” (142). Porque “no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socioambiental” (139). Esta ecología ambiental “es inseparable de la noción de bien común” (156). Esforzarse por el bien común significa realizar acciones solidarias sobre la base de decidirse por la “opción preferencial por los más pobres” (158). Reiterando que el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no es con solo las palabras, sino por medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy. La ecología integral implica también involucrar los actos de nuestra vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una especial atención, en particular en el ambiente urbano. Un desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida humana urbana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. Capítulo quinto – Algunas líneas para orientar nuestra acción Los análisis no bastan: se requieren propuestas “de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional” (15), “que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo” (163). Es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de manera ideológica, superficial o reduccionista. Sabemos que, “….hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos. [...] la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero [yo El Papa] invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común” (188). El Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las dinámicas internacionales recientes: “las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces” (166). Hasta la fecha de hoy se han realizado veinte Conferencia como parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Entonces nos preguntamos, “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder 6

que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo? (57). Hoy día, más que nunca, son necesarios, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global (175). Urgentemente, “necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la gama de los llamados bienes comunes globales” (174). La protección ambiental no puede asegurarse basándonos únicamente en cálculos financiero de costos y beneficios. El medio ambiente, es uno de los muchos bienes comunes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente según lo estableció el Consejo Pontificio Justicia y Paz, en el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, en la página 470. A lo largo de la Encíclica, el Papa Francisco insiste sobre el desarrollo de procesos de decisión honestos y transparentes, para poder “discernir” las políticas e iniciativas empresariales que conduzcan a un “auténtico desarrollo integral” (185). Refiriéndose particularmente a los estudios de impacto ambiental de cualquier nuevo proyecto, en los cuales se “requiere de procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras la corrupción, que esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente” (182). La llamada a los que detentan cargos políticos y decisorios es particularmente incisiva, para que eviten “la lógica eficientista e inmediatista” (181), que hoy predomina. Asegurándoles que, “si se atreven a hacerlo, volverán a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejarán tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad” (181) Capítulo sexto – Educación y espiritualidad ecológica En el capítulo final se incluye el núcleo de la “conversión ecológica” a la cual la Encíclica invita acoger. La raíz de la crisis cultural es profunda y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos humanos, la educación y la formación siguen siendo desafíos básicos. Pero “todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo»” (15), en el cual deben involucrarse los ambientes de formación y educación, ante todo “la escuela, la familia, los medios de comunicación y la catequesis” (213). El punto de partida se encuentra en que cada uno de nosotros podamos “apostar por otro estilo de vida” (203-208), que abra la posibilidad de “ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social” (206). Que es lo que sucede, cuando las opciones de los consumidores logran “modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción” (206). Nota: los números entre paréntesis (...) denotan el aparte dentro de la Encíclica

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