Comentario de San Buenaventura a la Distinción XI del Libro Primero de las Sentencias de Pedro Lombardo

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Descripción

PONTIFICIA UNIVERSITA GREGORIANA FACOLTÀ DI TEOLOGIA SPECIALIZZAZIONE IN TEOLOGIA DOGMATICA

COMENTARIO DE SAN BUENAVENTURA DE BAGNOREGIO A LA DISTINCIÓN XI DEL LIBRO PRIMERO DE LAS SENTENCIAS DE PEDRO LOMBARDO

Arteaga Echeverría, Pablo Matricola: 162892

Professore: Padre Amaury Begasse de Dhaem, sj

Roma Anno Accademico 2014-2015

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INTRODUCCIÓN

Al iniciar este trabajo es importante establecer los tres objetivos principales que buscamos alcanzar. En primer lugar, entrar en contacto con un autor medieval del nivel de san Buenaventura, conociendo de manera más profunda uno de sus argumentos teológicos. El segundo objetivo será dar a conocer y exponer dicho argumento recorriendo el razonamiento del Doctor seráfico e intentando explicitarlo al lector de hoy. El tercer objetivo es despertar en nosotros una posible respuesta personal, que nos permita dialogar con el autor de Bagnoregio. Para lograr estos objetivos hemos escogido el comentario de san Buenaventura a la Distinción XI del libro primero de las Sentencia de Pedro Lombardo 1 , respecto de la procesión eterna del Espíritu Santo y de la controversia generada por el uso latino del filioque desde el Concilio de Toledo2 (675). Nuestro recorrido comienza con la exposición del pensamiento de Pedro Lombardo; nos parece que al ser la fuente del comentario bonaventuriano era importante darlo a conocer, aunque fuera brevemente. Luego, presentamos el núcleo de nuestro trabajo que es el comentario mismo de san Buenaventura, que inicia con la divisio textus en cuatro partes, sigue explicando cómo tratará el tema en dos cuestiones distintas, a continuación inicia la primera cuestión y su conclusión y luego la segunda cuestión con su conclusión. Para terminar con nuestra propia conclusión final. 1

Durante nuestra investigación hemos usado más directamente la versión en inglés del año 2014, pero hemos tenido constantemente presente la versión latina del texto. Cf. S BONAVENTURA – al., Doctoris seraphici s. Bonaventurae S.R.E. episcopi cardinalis Opera omnia iussu et auctoritate r.mi p. Bernardini a Portu Romatino totius Ordinis Minorum s.p. Francisci Ministri generalis edita studio et cura PP. Collegii a S. Bonaventura ad plurimos codices mss. emendata anecdotis aucta prolegomenis scholiis notisque illustrata. 2 H.J. DENZINGER – P. HÜNERMANN, El magisterio de la Iglesia, n. 527.

2 1. Distinción XI de Pedro Lombardo El texto del libro primero de las Sentencias del Maestro Pedro Lombardo, en la Distinción XI comienza diciendo que: «El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, dogma que muchos herejes niegan. Más aún, que el Espíritu Santo procede de ambos»3. Luego, Pedro Lombardo cita diversos textos sagrados que demuestran el filioque, en ciertas ocasiones el Espíritu es referido como del Hijo y en otras como del Padre. Luego el Maestro pasa a proponer la postura contraria, es decir, muestra que los griegos dicen que el Espíritu Santo procede sólo del Padre y no del Hijo, y que esta postura se afirma en algunos textos bíblicos y especialmente en que los primeros concilios ecuménicos establecieron en el Symbolon que el Espíritu “procede del Padre”4, sin nombrar al Hijo. Sabemos que los padres conciliares en Constantinopla I, anatematizaron a quien cambiara el Credo de la fe, es decir, no se podría sino enseñar y predicar aquello aprobado por el concilio mismo. De ahí que los griegos no aceptaran que se usara el filioque, que había sido agregado por los latinos desde el siglo VI, con posterioridad al Credo de Constantinopla I. En un tercer momento de esta Distinción XI, Pedro Lombardo responde que lo que está anatematizado es cambiar algo del Credo en el sentido de predicarlo de manera contraria o opuesta a las verdades de la fe, pero que no está prohibido explicitar o agregar una verdad, hacerla más clara y evidente, así, quien agrega algo a lo que le faltaba ser explicado no debe ser anatematizado. Además la verdad niceno constantinopolitana dice que el Espíritu procede del Padre, pero no dice que sea sólo del Padre, o exclusivamente del Padre, por lo tanto, cabe la posibilidad de agregar que procede también del Hijo (filioque). Finalmente en el capitulo II, que san Buenaventura considera cuarta parte de la Sentencia XI, el Maestro explica que los griegos disienten en las palabras pero no en el fondo de la verdad de la procedencia del Espíritu Santo. Pone como testimonio a varios padres griegos, tales como Atanasio, Dídimo, Cirilo y Juan Crisóstomo.

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S BONAVENTURA, Commentaries on the first book of Sentences of Master Peter Lombard, Archbishop of Paris, 207. 4 Cf. H.J. DENZINGER – P. HÜNERMANN, El magisterio de la Iglesia, 111, n. 150. El texto griego del Credo constantinopolitano dice: «Καὶ εἰς τὸ Πνεῦµα τὸ Ἅγιον, τὸ κύριον, τὸ ζωοποιόν, τὸ ἐκ τοῦ Πατρὸς ἐκπορευόµενον»

3 Demostrando con el precedente razonamiento que es verdad de fe correcta decir que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Veremos a continuación el comentario de san Buenaventura al respecto. 2. Comentario de san Buenaventura sobre la Distinción XI 2.1 División del texto San Buenaventura explica la estructura de la Distinción XI del Maestro Pedro Lombardo. Dice que el tema que tratamos es el de la procesión del Espíritu Santo y, en particular, respecto de cuál es el principio del que procede. El Maestro lo hace en dos partes: en la primera demuestra que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, que es la que estudiamos en la Distinción XI, y en la segunda determina de qué modo el Espíritu Santo procede de ambos, que es la que encontramos en la cuestión XII. A su vez, la primera parte (Distinción XI) se divide en cuatro partes: la demostración del Filioque a partir de diversas voces autorizadas; luego la postura contraria de los griegos que aceptan que el principio del Espíritu Santo es sólo el Padre; en la tercera parte resuelve las razones y las citas de autoridad que proponen los griegos; y finalmente la cuarta parte muestra que la confesión de fe de los griegos contiene implícitamente la idea latina de la procesión del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo. 2.2 Tratamiento de las cuestiones Para tratar esta Distinción, san Buenaventura se plantea la necesidad de responder a dos preguntas: La primera es respecto de la procesión del Espíritu Santo en cuanto a su principio, es decir ¿Procede el Espíritu Santo del Padre y del Hijo? La segunda es ¿el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, en cuanto éstos dos son uno, o en cuanto son diferentes?

4 2.3 Cuestión I Comienza san Buenaventura exponiendo la verdad griega, es decir, que el Espíritu Santo procede sólo del Padre, y muestra los argumentos de razón y de autoridad5. Entre los argumentos de razón, dicen los griegos que proceder es un movimiento de uno hacia otro, por lo tanto en la Trinidad tendríamos dos alternativas, el Espíritu Santo o procede del Padre hacia el Hijo, o del Hijo hacia el Padre6. Al preguntarse si el Espíritu procede del Hijo hacia el Padre, explica que esto no es posible porque el Padre no toma (accipit) nada del Hijo, por lo tanto el Espíritu no procedería del Hijo hacia el Padre. No queda entonces otra posibilidad sino que proceda sólo del Padre hacia el Hijo, concluyen así los griegos que el Espíritu procede del Padre. Buenaventura responderá que la premisa de entender la procesión como de uno hacia otro es válida respecto de la procesión local, pero no respecto de la procesión causal. Y en el caso de la procesión del Espíritu Santo se trata de una procesión causal, el autor nos pone el ejemplo de la fuente, el rio y el lago7. Luego dicen los que no aceptan el filioque, que la procedencia del Espíritu es al modo de la espiración, tal como la procedencia de la Palabra es al modo de la locución, pero vemos entre las creaturas que el discurso no precede a la espiración, ni la salida de la espiración proviene de la palabra, por lo tanto al nivel divino el Espíritu Santo tampoco procede del Hijo. Buenaventura responderá que es cierto el razonamiento anterior para la palabra exterior, pero no para la palabra interior. Y sabemos que la palabra interior se asemeja más adecuadamente a la Palabra eterna y la espiración interior al modo de proceder del Espíritu eterno, descartando así el argumento de los griegos. Un tercer argumento usado por la teología griega dice que el Espíritu Santo procede a manera de nexo y un nexo es reconocido como un medio (medii), pero si procediera del Padre y del Hijo sería reconocido como un tercero y

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Por nuestra parte, hemos preferido adjuntar las respuestas de nuestro autor inmediatamente a continuación de la propuesta de los griegos, para mayor facilidad y claridad en la exposición de los argumentos. 6 Bajo este modo de entender la procesión (de uno hacia otro), no quedan más alternativas porque no existe otra persona en la Trinidad. 7 El lago, que sería el Espíritu Santo, es tanto de la fuente, que representa al Padre, como del rio, que simboliza al Hijo.

5 extremo (tertii et extremi), no como un medio, por lo tanto no procede del Padre y del Hijo, sino del Padre hacia el Hijo. El Doctor seráfico responderá que debemos entender el nexo no en razón de medio, sino en razón de tercero y de extremo. Así el Espíritu Santo es nexo que une por igual al Padre y al Hijo, que procede por igual de ambos, y propone como ejemplo el de dos leños que encienden una llama de fuego. Como cuarto argumento se preguntan los griegos si es suficiente que el Espíritu Santo proceda del Padre o no. Si no es suficiente, querría decir que el Padre es imperfecto en espirar, lo que no es propio de Dios. Ahora bien, si es suficiente que el Espíritu proceda sólo del Padre, sería superfluo que pudiendo proceder sólo de Él, procediera además del Hijo. Parece por tanto que el Espíritu procede sólo del Padre. Nuestro autor responderá que lo anterior sería cierto si hubiera diversos principios para la procesión del Espíritu pero no es el caso, porque el Padre y el Hijo son un único principio en la procesión del Espíritu. Algo similar ocurre con la creación, no es que el Padre cree y el Hijo sea superfluo, es la Trinidad toda la que crea como un único principio creador. Un quinto argumento que nos muestra la teología griega para defender que el Espíritu procede sólo del Padre es por la autoridad de las Escrituras. En particular el corpus joánico, donde no se dice sino que el Espíritu Santo procede del Padre8. La respuesta de san Buenaventura es que si bien pudieran no encontrarse las palabras, el sentido de ellas sí está presente. Además el argumento de que lo que no aparece en las Escrituras no es verdadero, no es válido, puesto que es costumbre de las Escrituras silenciar ciertas cosas en vistas de inculcarnos la humildad, como cuando el Señor atribuye todo lo suyo al Padre9. Nos parece que la primera parte de este argumento bonaventuriano es más fuerte, es decir, parece evidente que el contenido del filioque está presente en los textos del Nuevo Testamento10, pudiera no ser explícito en el corpus joánico, pero el sentido se comprende a partir de una mirada del todo neotestamentario. Nos parece que la segunda idea, respecto de inculcar la humildad no es suficientemente aplicable, no convence del todo. La sexta razón de los helénicos es recordar que en los cuatro primeros concilios ecuménicos la fe fue suficientemente expuesta y en ellos se dice que 8

Cf. Jn 15,26; 1Jn 3,24; 4,13. Cf. «Jesús les respondió: “Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió”» (Jn 7,16). 10 Cf. Hch 16,7 y Gal 4,6. 9

6 el Espíritu procede del Padre y nada se dice del Hijo, en la procesión de la tercera Persona de la Trinidad. A lo anterior, Buenaventura dirá que en dichos concilios no todo fue instituido respecto de las costumbres, ni todo fue dicho respecto de la fe. Nos deja como ejemplo el que en esos concilios no se habló del descenso de Jesús a las regiones inferiores, sin embargo es una verdad creída y profesada. Según cree el santo de Bagnoregio, a los padres conciliares no les era oculta la verdad del filioque11 sino que era innecesario expresarla en ese momento, dado que nadie la negaba. Los griegos se fundan en algunos autores como san Gregorio Nacianceno y Dionisio Areopagita, que han hablado del Hijo y el Espíritu como rayos gemelos del Padre (geminus Patris radius) o luces cordiales (cordialia lumina), por lo que no provendrían uno del otro, es decir, el Espíritu del Hijo, sino ambos por igual del Padre. Ante estas dificultades, enumeradas como séptima y octava por nuestro autor, encontramos como respuesta que aquellas citas muestran la plenitud fontal del Padre y la distinción de Personas que emanan de Él, además de la recepción de su influencia por parte de las creaturas, pero no hablan respecto de la procesión del Espíritu Santo propiamente tal. Finalmente san Buenaventura recuerda la cita de san Juan Damasceno: “no decimos que el Espíritu Santo es del Hijo, aun cuando decimos que es el Espíritu del Hijo” 12 , a lo que responde que debemos considerar que el Damasceno es sirio, es decir, de la tradición griega, vivió cuando la problemática del filioque ya estaba abierta y él no sería del todo objetivo. Además su aseveración es cauta pues no dice que “no es del Hijo”, sino que “no decimos que es del hijo”, que es menos fuerte. 2.4 Conclusión de san Buenaventura a la cuestión I San Buenaventura concluye que para entender el problema de la controversia del filioque es necesario considerar el origen de la disputa, así, deben considerarse dos puntos: el conocimiento (cognitio) del artículo de fe y la profesión del mismo. 11

De hecho, Buenaventura recurre a Pedro Lombardo, que ha citado varios padres griegos que claramente defienden que el Espíritu procede del Padre y del Hijo. 12 «Spiritum vero sanctum ex Filio non dicimus, et tamen Spiritum Filii nominamus». S IOHANNES DAMASCENUS – BONIFATIUS KOTTER – al., Esposizione della fede = De fide orthodoxa, I,8.

7 En cuanto al conocimiento ha surgido una diferencia, mientras que en cuanto a la profesión una controversia. A mí parecer aquí nos encontramos en el núcleo central del aporte bonaventuriano: poner el foco de atención en el origen del problema, y lograr así distinguir entre la diferencia (surgida de la cognitio) y la controversia (surgida a partir de la transmisión de la fe). El conocimiento del articulo de fe se funda en la Escritura, su progreso e incremento vienen de la razón y su consumación se funda en la revelación. Tanto los latinos como los griegos aceptan la autoridad de la Escritura, pero difieren respecto de la razón y de la revelación. El santo de Bagnoregio dice que respecto de la verdad de la Escritura, atestiguada en diversos textos bíblicos13, no hay duda. El problema radica en la profesión de esa fe entendida por la razón y consumada en la revelación. Veamos cómo argumenta el Doctor seráfico. Respecto del concepto de procesión, hay dos modos de entenderlo en las creaturas: los griegos lo han entendido como movimiento desde uno hacia otro (ab unio in alium), en tanto los latinos lo han entendido como movimiento causal de uno desde otro (unius ex alio). Según san Buenaventura el modo de entenderlo de los latinos es mejor y más correcto, porque están entendiendo la procesión de un modo más espiritual, y por lo tanto más similar a la espiración del Espíritu Santo. El mismo camino utiliza para explicar el concepto de espiración, del cual dice que se puede entender como de la respiración exterior o como del amor interior. Los griegos comparan la procesión del Espíritu al modo de respiración exterior, mientras los latinos lo hacen al modo de amor interior, que es más espiritual y por lo tanto más similar al caso del Espíritu Santo. En respuesta a la tercera objeción que se había planteado el Doctor seráfico, razona como hasta ahora, dice que sabemos por las Escrituras que el Espíritu procede como un nexo o comunión entre el Padre y el Hijo, pero el nexo puede entenderse de dos maneras: un medio que une uno a otro, o bien, como un extremo en el cual dos son unidos (el Padre y el Hijo). Los griegos han interpretado el Espíritu como nexo al modo de la primera acepción, en tanto los latinos al modo de la segunda. Y recalca que el segundo modo es más espiritual y por tanto más similar a la procesión del Espíritu Santo, además este segundo modo que concluye en un extremo es más parecido a una persona. 13

Cf. Gal 4,6.

8 A nuestro parecer, es interesante, novedoso y bastante razonable considerar que un nexo resulte en un extremo, en un tercero donde se unen igualmente dos, por lo tanto más acorde a la realidad de las Personas Trinitarias14. Es por motivo de estas tres interpretaciones menos espirituales y menos similares, que los griegos no han comprendido del mismo modo que los latinos el conocimiento (cognitio) del artículo de fe de la procesión del Espíritu Santo, dice Buenaventura. Hasta aquí la solución a la diferencia que se ha producido. Sigamos ahora la respuesta que nos da el autor respecto de la controversia producida, que, como nos ha dicho el Doctor seráfico, proviene de la profesión de esta verdad de fe. La profesión de la verdad respecto a que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (filioque), hubo de ser proclamada por tres motivos según nuestro autor: por la verdad de la fe, por una necesidad de peligro y por la autoridad de la iglesia. Al mismo tiempo dice que los griegos acusan a los latinos por haber proclamado esta verdad de tres modos: como hombres curiosos, por investigar en aquello que no era necesario; como excomulgados, por haber corrompido el Credo de los primeros concilios; y como cismáticos, por haber iniciado una división al profesar esta verdad, sin convocar un concilio. A lo primero dice Buenaventura que no se trata de curiosidad vana, sino que era necesario ante el peligro de caer en el error en que los mismos griegos cayeron por ignorancia. A lo segundo, responde que el anatema de los padres se refiere a modificar o corromper las verdades proclamadas, pero la verdad del filioque no hace sino perfeccionar la verdad de la procesión del Espíritu Santo, y no va en contra de lo expresado por el Credo niceno constantinopolitano, sino que lo explicita. Verdad que los griegos han rechazado por pertinaces. A la acusación de cismáticos por no haber convocado un concilio, el Doctor angélico responde que no era oportuno convocar a los griegos, porque por su autoridad, la iglesia podía proclamar esta verdad sin ellos, a la vez que era laborioso reunirse dadas las grandes distancias, además los griegos ya no contaban con la gran sabiduría que habían tenido entre ellos en el pasado, y era peligroso poner en riesgo una verdad que debía tenerse por cierta con total claridad, sin espacio a dudas; cosa que no han querido aceptar por orgullo. 14

Resulta interesante ver en otra obra del santo, que san Buenaventura llama al Espíritu Santo ser «el punto terminante de las divinas Personas» en las Collationes in Hexaëmeron I, 12.

9 Así, el rechazo de este artículo de fe viene en los griegos por tres motivos: ignorancia, pertinacia y orgullo. Cabe decir que estas ultimas expresiones de san Buenaventura nos muestran lo beligerante de la controversia producida por este tema. Podemos entender que ante las acusaciones contra los latinos de curiosos, anatematizados y cismáticos, se responda con mucha fuerza, pero con la medida de la historia podemos plantear que resulta bastante aceptable proponer un concilio en una materia de esta envergadura y bastante subjetivo decir que entre los griegos ya no se encuentra la sabiduría que solían tener en el pasado. Es decir, es comprensible en el contexto, pero no compartimos estos argumentos como suficientes para no haber buscado un diálogo, que de hecho más tarde se realizaría15. 2.5 Cuestión II En esta segunda cuestión, luego de haber demostrado que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, se pregunta san Buenaventura si procede de ellos como de un solo principio (in quantum sunt unum) o en cuanto son distintos (in quantum sunt differentes). Esta segunda cuestión del comentario bonaventuriano no está directamente presente en la Distinción XI de Pedro Lombardo, podemos considerarla una novedad de san Buenaventura, que aprovecha el tema del filioque para tratar esta otra idea. Interesante constatar que nuestro autor no sólo se detiene en comentar lo que ha recibido, sino que aprovecha de acrecentar el desarrollo teológico del tema. Su atención está puesta ahora en si, al ser dos las Personas divinas que espiran al Espíritu Santo, lo hacen en cuanto dos principios, o en cuanto uno. Una primera cosa a considerar es que al contrario de la cuestión anterior, el santo de Bagnoreggio propondrá primero (en los fundamenta) la doctrina correcta y su argumentación, luego (en ad oppositum) desarrollará lo que se opone a su parecer, para finalmente en la conclusión desarrollar su postura y dará respuesta a las cuatro objeciones planteadas. Comienza la segunda cuestión con cinco argumentos por los cuales parece que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto son un solo principio. 15

Cf. Concilio de Florencia «Bula sobre la unión con los griegos», en H.J. DENZINGER – P. HÜNERMANN, El magisterio de la Iglesia, 439, n.1301.

10 Primero se funda en san Anselmo que dice que “el Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, según que uno es el Padre, otro el Hijo, pero de acuerdo a que cada uno es el mismo Dios”16. Luego como segundo argumento dice que de acuerdo a la razón, una unidad de efecto proviene de una unidad de acción, y una unidad de acción proviene a su vez de una unidad de poder y/o de sujeto; por lo tanto, como una es la Persona que procede del Padre y del Hijo, y es producida a través de un solo acto y un solo poder, por lo tanto, el Padre y el Hijo espiran en cuanto son uno. Un tercer argumento es que cuando algo proviene de dos, en cuanto son dos, puede ser porque es insuficiente que viniera de uno, es decir, uno no bastaría para producirlo, o bien, es porque uno de los dos que lo produce es superfluo (superflue) en el producir. Pero en la procesión del Espíritu Santo ninguna Persona (ni la del Padre, ni la del Hijo) es insuficiente ni superflua. Por lo tanto no procede de los dos en cuanto dos principios, sino en cuanto uno. La cuarta razón es que aquello que procede de dos en cuanto dos principios, si es consustancial con ellos, debe ser un compuesto, pero el Espíritu Santo no es compuesto, por lo tanto, no procede del Padre y del Hijo en cuanto dos principios. Finalmente, explica san Buenaventura que nada procede como uno a partir de dos completamente similares en naturaleza, en cuanto que son dos principios, excepto que de los dos, uno sea un principio activo y el otro un principio pasivo, o bien, uno como padre y el otro como madre, pero esto no ocurre en la realidad intrarinitaria, por lo tanto el Espíritu procede del Padre y del Hijo en cuanto ambos son un solo principio. A continuación nuestro autor expone cuatro razones por las cuales parece que la espiración es del Padre y del Hijo en cuanto dos principios distintos17. En primer lugar dice que aquel que procede de dos, siendo que procede más principalmente de uno que del otro, entonces procede de dos en cuanto dos principios. Pareciera que ese es el caso del Espíritu Santo puesto que san Agustín afirma que el Espíritu procede principalmente del Padre, e incluso el

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“Spiritum sanctum esse Spiritum Patris aut Filii… uterque unus idemque Deus est.”, ANSELMUS CANTUARIENSIS, Processione Spiritus sancti. Cap. 21._ 17 A pesar de alterar en algo el orden que suele seguir el Doctor seráfico, hemos preferido ubicar inmediatamente después de cada objeción la respuesta que él da en la conclusión de la cuestión segunda. S.

11 mismo Buenaventura lo dirá en el comentario a la Distinción XII del Maestro18. La respuesta a esta primera dificultad es que proceder principalmente de uno puede ser entendido de dos maneras: respecto de otro secundario, por lo que habría uno anterior y otro posterior, y habría diversidad entre los dos, lo que aquí no se aplica; o bien proceder principalmente en cuanto cierta autoridad, al modo que se dice que el Padre trabaja a través del Hijo, que es el caso a que nos atenemos. San Buenaventura recuerda el caso de la creación, que es realizada por la Trinidad como un solo principio, pero decimos que cada creatura es producida por el Padre a través del Hijo. Una segunda dificultad es que aquel que procede de dos a modo de nexo (nexus) entre dos, como es el caso del Espíritu Santo, procede de ellos en cuanto son distintos, dos Personas distintas, y por lo tanto en cuanto son dos principios. A lo que responde san Buenaventura que si bien un nexo procede de una pluralidad, cabe decir que la razón de nexo comienza de una distinción y tiende a la unidad, por lo tanto la ultima y completa razón del nexo es la unidad. Ahora bien, aun cuando un nexo sea a partir de dos, si se trata de un nexo perfecto, lo será en cuanto ellos son un solo principio no en cuanto son dos. La tercera razón se refiere a que a partir de la unidad de un sujeto proviene la unidad de sus actos, y de la pluralidad de sujetos proviene la pluralidad de sus actos. Sabemos que el Padre y el Hijo son dos Personas por lo que ellos espiran de modo dúplice, de ahí que el Espíritu Santo sería espirado a partir de dos principios. Nuestro autor explica que el Padre y el Hijo no espiran de acuerdo al ser Padre e Hijo, que es lo que los diferencia, sino de acuerdo a que en ellos hay una fecundidad de Voluntad y, por lo tanto, espiran en cuanto un principio. Y responde además de otra manera a esta tercera dificultad, diciendo que podemos hablar de un acto en cuanto origen y de un acto en cuanto accidente. Si nos referimos al acto en cuanto accidente necesariamente consideraremos contabilizar los sujetos que lo producen, porque no existe un accidente único en dos sujetos; en cambio, si consideramos el acto en cuanto origen se compara a un sujeto en cuanto principio, y así no contabilizamos el número del sujeto por el cual es sujeto, sino que lo consideramos un principio único. 18

Cf. S BONAVENTURA – al., Commentaries on the first book of Sentences of Master Peter Lombard, Archbishop of Paris, 221-222.

12 Como la espiración de la Tercera Persona no es un accidente sino una producción o relación, sigue la unidad del sujeto dado que es su principio, así aunque el Padre y el Hijo son dos Personas distintas, son un único principio. Ellos espiran, dice el Doctor seráfico, a través de la misma virtud, o sea por una única espiración. La cuarta y última dificultad nos ha resultado la más trabajosa y difícil de desentrañar; dice que si el Padre y el Hijo espiran como un solo principio, entonces lo hacen en cuanto que son uno en substancia, o en noción, o en persona. Si fuera por ser uno en substancia, tendríamos el problema que el Espíritu Santo es también de la misma substancia con ellos, por lo que el Espíritu procedería de Sí mismo, lo que es imposible. Ahora bien, si fuera por ser uno en noción, esto no es relevante, puesto que no es por esta razón que ellos espiran, ni tampoco puede ser en cuanto que ellos son uno en persona, porque de hecho son Personas distintas. A esta ultima objeción nuestro autor responde que el Padre y el Hijo son un único principio espirador, en cuanto que ellos son uno en la fecundidad de la voluntad, por lo tanto sigue a san Anselmo que plantea que el Padre y el Hijo espiran por ser cada uno el mismo Dios (secundum quod uterque est ídem Deus) y no porque ellos son Dios en cuanto a lo que es común a los tres (non secundum quod Deus simpliciter), sino de acuerdo a lo que Dios es en cada uno (sed secundum quod Deus in utroque), esto es, considerar la voluntad en las personas divinas. Continúa diciendo que si nos preguntamos si el Padre y el Hijo son un único principio en cuanto substancia, noción o persona, hemos de decir que se puede responder siguiendo dos opiniones, que a san Buenaventura parecen suficientemente probables. La primera opinión es la de algunos que dicen que la potencia de generación no es diferente de la generación o la paternidad (que son propias del Padre), salvo en el modo de hablar, esto es salvo en cuanto noción. Noción es para los medievales propiedad personal. Algo similar sucede respecto de la fecundidad de la voluntad o fuerza espirativa, que dicen la misma noción que la espiración, pero en modo diferente; pues la fuerza espirativa lo hace en razón de la propiedad personal (in ratio aptitudinis) y la espiración en razón de acto (in ratione actus); en cuanto a éstos el Padre y el Hijo son uno en cuanto noción, porque ellos son los que poseen la fuerza espirativa como propiedad personal, como noción, en ellos. En otras palabras, el Padre y el Hijo comparten la fecundidad de la voluntad, la fuerza espirativa, y así comparten el ser un único principio en la espiración del Espíritu.

13 La segunda opinión es la de aquellos que dicen que la potencia de generación quiere decir la naturaleza de la persona, o bien, decir la esencia en razón de la persona (essentiam personaliter), ahora bien, como la fuerza espirativa se refiere a la voluntad y la voluntad está en las personas en las cuales es fecunda, podemos decir que el Padre y el Hijo espiran como un único principio en esencia o naturaleza o voluntad, considerada la voluntad en las personas. Responde así a las cuatro dificultades y queda demostrado que el Padre y el Hijo son un único principio en la procesión del Espíritu Santo. 2.6 Conclusión de san Buenaventura a la cuestión II El Doctor seráfico concluye la segunda cuestión diciendo que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto ellos son uno en la fecundidad de la voluntad (sunt unum in fecunditate voluntatis), recalca que en el Padre y en el Hijo la voluntad es una, porque son de la misma substancia, sí por lo tanto, hay en ellos una fecundidad de voluntad, la fecundidad en ellos será también una. Más aun, dice nuestro autor, hay en el Padre y el Hijo una fecundidad de voluntad, dado que tanto el Padre como el Hijo son Dios improcedente (improcessibilis), es decir, que ninguno de ellos procede de otro19. Explica san Buenaventura que la razón de preeminencia o primacía es la razón para dar principio, o sea, es la razón de fecundidad. Ahora bien, el Padre es anterior a toda emanación, ya sea a la generación o a la espiración, por lo tanto es principio (principium) en ambos casos; por otra parte el Hijo es preeminente a la emanación de espiración y no a la de generación (que es la suya propia), de esta manera, si es preeminente a la espiración quiere decir que es principio de la espiración junto con el Padre. El Espíritu Santo no es principio de emanación en ningún caso por no ser preeminente. Así afirma san Buenaventura que aun cuando el Espíritu Santo procede de dos Personas, no procede de ellas en cuanto sean diferentes sino en cuanto esas dos Personas tienen una fecundidad de voluntad, quiere decir que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio, en cuanto ellas son uno respecto de la fecundidad de voluntad.

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Sabemos que el Padre es el innascible (no es generado ni procede de otro), que el Hijo es engendrado (generado pero no procede de otro) y que el Espíritu es espirado (procede del Padre y del Hijo).

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CONCLUSIÓN

Al concluir nuestro trabajo de investigación sobre el comentario de san Buenaventura a esta Distinción XI del libro primero de las sentencias de Pedro Lombardo, podemos recapitular nuestros objetivos iniciales. Un primer logro es que logramos entrar en contacto con el autor medieval y profundizamos su modo de hacer teología. En segundo lugar, hemos hecho el esfuerzo de exponer del modo más ajustado posible al original y al mismo tiempo más claro para el lector, los argumentos que ha seguido san Buenaventura. Y, en tercer lugar, durante el trabajo de investigación, podemos decir que ha habido diversas reacciones y diversos niveles de respuesta en nosotros, y una valoración crítica que esperamos sintetizar a continuación. La primera reacción fue pensar que nuestro trabajo se reduciría a una traducción más bien dinámica de los textos, parecía bastante desalentador. En un segundo momento pudimos constatar que el autor verdaderamente habla a través de sus escritos y exige de quién lo estudia una reacción personal; estamos satisfechos de esta reacción que renueva el deseo por hacer teología en nosotros. Respecto de la valoración cabe mencionar algunas ideas. En primer lugar, me sorprende la capacidad sintética de san Buenaventura, que en tan pocas páginas expresa tantas y tan profundas ideas. Lo segundo es que nos parece que una ayuda expositiva en la línea anterior viene del uso del latín. Hoy nos sentimos más necesitados de tener un uso más fluido del idioma latino. Respecto de la valoración crítica podemos decir que valoramos positivamente:

15 a) La claridad lógica con que rebate los argumentos contrarios y llega de modo sólido y contundente a establecer, con más fundamentos que el maestro Pedro Lombardo, que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, entendidos además, como un solo principio. b) Que en su modo de razonar es una gran ayuda el haber distinguido el origen del problema que trataba (filioque), diferenciando entre la cognitio misma de la cosa y su transmisión; o dicho de otra forma, entre la diferencia y la controversia, que se han producido. c) Nos parece importante la acentuación respecto de que las verdades de nuestra fe siempre pueden, y de alguna manera deben, ser profundizadas y explicitadas, de ahí que no sea corromper el credo el incluir el filioque, sino perfeccionarlo a la luz de la revelación. Idea que ya estaba presente en Pedro Lombardo. d) Valoramos el tratamiento de la cuestión segunda, es una novedad de san Buenaventura, es algo que él incluye, sin estar previamente presente en el texto de Pedro Lombardo. A primera vista nos parecía una cuestión de menor importancia y rápidamente solucionable, pero constatamos que es verdaderamente relevante y ha significado quizás un mayor esfuerzo que la primera cuestión, para entenderla y exponerla debidamente. Ahora bien, como puntos en duda o definitivamente valorados con dificultad de nuestra parte podemos enumerar: a) La dureza del trato a los griegos, es decir, a la teología del mundo oriental. Esta apreciación debe ser matizada por el contexto histórico y las dificultades que enfrentaban ambas partes, pero nos ha sorprendido el tono de la discusión. b) El uso del argumento del poder de la iglesia de Roma, aunque fundado en la verdad, parece innecesario de ser expuesto tan directamente. c) Más de fondo es el problema de la argumentación en la conclusión a la cuestión dos, fue un texto de difícil interpretación. Creemos que exige de conocimientos que pudieron estar a la mano de los lectores contemporáneos al santo de Bagnoregio, pero que hoy no nos son tan cercanos. d) Finalmente, en algunos pocos casos, pudiera parecer que la argumentación es un poco tendenciosa o forzada, como cuando argumenta a favor de no haber realizado un concilio para resolver la contienda del filioque. Después del camino recorrido podemos agradecer a san Buenaventura por abrirnos todo un mundo nuevo a partir de su mirada teológica.

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BIBLIOGRAFIA

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