Comentario al texto \"Cultura popular: retorno a un concepto historiográfico\" de Roger Chartier

September 9, 2017 | Autor: S. Sabugal Rodelgo | Categoría: Popular Music, Historiografía, Historiografía De La Música
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Comentario al texto de Roger Chartier: "Cultura popular: Retorno a un concepto historiográfico" Manuscrits nº 12, Gener 1994

Roger Chartier es un miembro reconocido de la cuarta generación del grupo de Annales, especializado en Historia del libro y en las ediciones literarias. Su actividad se enmarca estudiando el pasado del libro y revolucionando esta rama de la historiografía, hasta el punto de ser considerado uno de los más importantes historiadores de la lectura, y uno de los maestros de la historia cultural, en Europa y en América. Mediante estudios críticos, análisis y valoraciones de indicadores de lectura, íntimamente relacionados con una profunda discusión y reflexión, Chartier trata de captar los mecanismos mediante los que una sociedad se apodera de sus bienes simbólicos, produciendo usos y significaciones colectivas, que intervienen de una manera efectiva en las relaciones sociales.

Profesor de la Universidad de Pensilvania y del Colegio de Francia, director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), sus escritos versan desde educación1; historia de la edición en Francia 2;

y la imprenta, la lectura y la

correspondencia3. A ello se suma una lista extensa de producciones literarias propias4.

En el número doce de la revista Manuscrits5, Chartier nos expone en cinco apartados las dificultades que plantea la identificación de la cultura popular con modelos establecidos por algunos historiadores, sugiriendo una mejor forma de aproximarse a su comprensión: el estudio de las formas de apropiación de los objetos y las prácticas culturales, incluida la lectura como recurso propio de estudio y análisis de la cultura popular.

L'éducation en France du XV/e au XV/l/e siecle. Histoire de l'édition fram;aise, 1982-1986. 3 Les usages de l'imprimé; La correspondance. Les usages de la lettre au XIXe siecle; Historia de la lectura en el mundo occidental (con G. Cavallo). 4 Algunas de sus obras son: Lectures et lecteurs das la France d'Ancien Régime (1987); El mundo como representación, (19831990); Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII, (1991); El orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV y XVIII (1992); Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna (19871991). Le livre en révolutions (1997), y Au bord de lafalaise (1998). 5 http://www.raco.cat/index.php/Manuscrits/article/viewFile/23234/92462 1 2

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La posibilidad de disponer de dos definiciones distintas para un concepto culto y ajeno sobre la cultura popular, plantea de entrada que cada una de ellas también dispondrá de sus propias circunstancias, por lo que la reflexión está asegurada. Analizar cada una de ellas nos llevará a pensar que utilizan estrategias de búsqueda, estilos de descripción y proposiciones opuestas, dentro de la sociología, de la antropología y por supuesto de la historia.

En primer lugar, se puede definir la cultura popular como un sistema que pone el acento en la autonomía simbólica. Constituye un mundo aparte, cerrado en sí mismo, coherente e independiente, que funciona según una lógica absolutamente extraña e irreductible a la de la cultura literaria.

En segundo lugar, se puede describir como la interpretación que percibe la cultura popular en sus dependencias y sus carencias en relación a la cultura de las clases dominantes. Esta definición está enteramente condicionada por la distancia a una legitimidad cultural de la que está privada.

Estas dos visones lógica y metodológicamente opuestas, pueden llevar al populismo y al legitimismo o miserabilismo respectivamente, según Jean Claude Passeron6.

El modo en que los historiadores se han aproximado contrastando estas perspectivas, ha proporcionado los cimientos de todos los modelos cronológicos que van oponiendo una supuesta edad de oro con su correspondiente tiempo de censuras7: así el siglo XVII se presenta como "...período de mayor ruptura entre una edad de oro de la cultura popular, profusa, brillante y libre, y una edad de disciplina, estatal y eclesiástica, que sujeto y reprimió a aquella cultura"8

Jean Claude Passeron, Lo culto y lo popular. Miserabilismo y populismo en sociología y en literatura, Barcelona, Ed. de la Piqueta, 1992. p. 36 y p.37 . Citado por Roger Chartier. 7 Pág. 44. Manuscrits nº 12, Gener 1994. 8 Pág. 45. Manuscrits nº 12, Gener 1994. 6

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Estos modelos cronológicos nos advierten que la cultura popular, tanto rural como urbana, conoce un eclipse casi total por la represión durante la época del Rey Sol, según describe Muchembled9, y la consiguiente renuncia de las altas esferas a la cultura popular, se traduce en una serie de atentados sistemáticos de las élites, clérigos y protestantes para cambiar actitudes y valores y suprimir o purificar sujetos de la tradicional cultura popular, según Burke10. Hay pues una tendencia a pensar en una trayectoria de relaciones establecidas entre la cultura legítima y dominante y la del pueblo, como una alternancia de tolerancias y tensiones, cuyo desarrollo no es uniforme y por eso no conviene fechar, puesto que se van sucediendo tiempos de libertad con tiempos de coacción.

Por esta razón, el modo de acercamiento al sistema cronológico debe ser cauteloso y con ciertas reservas, pues la manera en que contrasta el esplendor cultural con la miseria es un esquema fotocopiado de varias épocas en la edad Moderna: Jacques Le Goff11: reconocía en el siglo XII "el ímpetu de una cultura popular laica instalada en la brecha abierta en los siglos XI y XII por la cultura de la aristocracia laica impregnada del único sistema cultural a su disposición, a espaldas del sistema clerical, compuesto precisamente por tradiciones folklóricas"; y Jean Claude Schmitt: el siglo XIII significó una real aculturación. "Es preciso preguntarse si la sospecha creciente pesaba sobre las prácticas folklóricas relacionadas con el cuerpo, la personalización cada vez más impetuosa

de la gracia pastoral por la

generalización del sacramento de la penitencia (...), la institución en el siglo XV de una educación religiosa desde la infancia, no contribuyeron de manera conjunta a interiorizar el sentido de pecado y a "culpabilizar" a todos los hombres, a enmascarar ante sus ojos la 'aculturación' que sufrían, convenciéndolos de la inmoralidad de su propia cultura. " La cultura popular, tanto rural como urbana, conoció un eclipse casi total durante la época del Rey Sol. Su coherencia interna desapareció definitivamente. Jamás podría volver a ser un sistema de supervivencia, una filosofía de la existencia" Descripción de la "represión de la cultura popular" en Francia en los siglos XVII y XVIII. Robert Muchembled, Culture populaire et culture des élites dans la France Moderne (XVe-XVIIIe siècles). Essai, Paris, Flammarion, 1978, p.341. Citado por Roger Chartier. 10 Peter Burke, Popular Culture in Early Modern Europe, Londres, Maurice Temple Smith Ltd, 1978 (reed, Nueva York, Harper and Row, 1978, pp 207, 208 y 270) Traducido al castellano bajo el título La cultura popular en la Europa Moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1991. Citado por Roger Chartier. 11 Jacques Le Goff, "Culture ecclésiastique et culture folklorique au Moyen Age: Saint Marcel de Paris et le dragon" , en Jacques Le Goff, Pour un autre Moyen Age, Temos, travail et culture en Occident: 18 essais, Paris, Gallimard, 1977, pp. 236279. Citado por Roger Chartier. 9

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En esta tensión de tira y afloja entre la élite cultural y la popular, ésta última tiene los días contados, y al mismo tiempo se nos presenta con un constante resurgir de sus propias cenizas. La historiografía nos abre el campo de visión, desenfocándolo de la identificación de sus desapariciones momentáneas, y abriendo plano para considerar para cada época la complejidad de las relaciones establecidas entre las formas que se imponen y las identidades asumidas popularmente.

Por otro lado la teoría de la "bifurcación cultural"12, en la que se presenta a las sociedades con una doble evolución cultural fruto de la constatación de fracturas y puntos divergentes de interés, nos lleva de una cultura pública compartida para un público heterogéneo a una cultura bifurcada que filtra a sus receptores y protagonistas. Esta dualidad se materializa, por un lado con "un proceso de sustracción que asigna a las prácticas culturales un valor distintivo tanto más fuerte cuanto menos divididas están. Por otro lado, lleva a cabo un proceso de descalificación /exclusión que expulsa lejos de la cultura sacralizada y canonizada las obras, los objetos, las formas de diversión populares". Los modelos de la sociedad americana del XIX y la trayectoria cultural de las sociedades occidentales de los siglos XVI y XVIII presentan analogías: retiro de las élites y acantonamiento de la cultura popular. La homogeneidad de una cultura no reside en el hecho de estar dividida , pues no es ajena a exclusiones y tensiones internas o externas, y por otro lado, la integración de bienes simbólicos y la captura de signos y valores de legitimidad por parte de una cultura popular, mantiene intercambios con la cultura literaria. En palabras de Chartier sobre la articulación cronológica de las dos trayectorias, europea y americana, "el ligamen que une la reivindicación de una cultura "pura" (o purificada), distante de los gustos vulgares, sustraída a las leyes de producción económica,

Lawrence W. Levine, Highbrow /Lowbrow. The Emergence of Cultural Hierarchy in América, Cambridge (Mass), Harvard University Press, 1988, pp. 208-209. Citado por Roger Chartier. 12

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dirigida por la complicidad estética existente entre los creadores y el público escogido, con las conquistas de la cultura comercial, dominada por la empresa capitalista y propuesta a un gran número, es fuerte." La comprensión de la cultura popular tiene tres aspectos fundamentales clásicos: 1. La cultura popular puede ser definida por contraste a lo que no lo es. 2. No es posible caracterizar como popular a un público de producciones particulares. 3. Los artefactos culturales pueden ser considerados como socialmente puros, populares en y por sí mismos De este modo, los modelos o estructuras también se comparten por diferentes grupos sociales, puesto que estos tres fundamentos han sido características centrales en los trabajos sobre literatura popular (pliegos de cordel, religión popular, esto es 'religión de las masas'), que sin embargo, no eran muy diferentes de la literatura de las elites o de la religión de los clérigos. Resultaría un sin sentido identificar la cultura popular por medio de algunas distribuciones de objetos o modelos culturales, pues no revelaría su verdadera esencia ni su significado. El modo en que estos conjuntos culturales son objeto de apropiación es el verdadero trabajo del historiador, y no la mera reproducción más o menos fiel de una serie de textos o costumbres13.

Para Foucault: la apropiación social del discurso es uno de los procedimientos primarios para obtener su control, sujetándolo y poniéndolo al alcance de aquellos que lo negaban. Apropiación es la acentuación de los usos plurales y las comprensiones diversas14. Por otro lado, Chartier afirma que " la apropiación concierne a una historia social de los varios usos de discursos y modelos, volviendo a sus determinantes fundamentales e instalándolos en "Lo popular no puede ser hallado en un conjunto de textos o costumbres, que principalmente necesitan ser identificados, listados y descritos. Puede indicar una especie de relación, una manera de utilizar productos o códigos culturales compartidos, en mayor o menor grado, por todos los miembros de la sociedad, pero comprendidos, definidos y usados en forma variable. Esto cambia el trabajo del historiador ya que implica identificar y distinguir no conjuntos culturales, definidos en sí mismos como populares, sino las diferentes maneras en que estos conjuntos culturales comunes son objeto de apropiación." Roger Chartier, Manuscrits nº 12, 1994. 14 Michel Foucault. L'ordre du discours, Paris, Gallimard, 1971, p. 54. Traducido al castellano bajo el título El orden del discurso, Barcelona, Ed. Tusquets, 1987. Citado por Roger Chartier. 13

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las prácticas específicas que los producen. Concentrarnos en las condiciones y procesos que conducen las operaciones de construcción del significado es reconocer que los pensamientos no son etéreos (a diferencia de la historia tradicional) y que las categorías que encuentran experiencias e interpretaciones son históricas, discontinuas y diferenciadas (a diferencia de la hermenéutica) . Si permite romper con una definición ilusoria de la cultura popular, la noción de apropiación usada como instrumento de conocimiento, puede reintroducir otra ilusión: la que permitiría considerar el abanico de prácticas culturales como un sistema neutro de diferencias, como un conjunto de prácticas, diversas pero equivalentes. Tal perspectiva supondría olvidar que los bienes simbólicos, como las prácticas culturales, fueron objeto de luchas sociales que tenían como objetivo se clasificación, jerarquización y consagración (o descalificación)"15.

Para ser capaz de comprender la cultura popular podemos servirnos de los mecanismos de la dominación simbólica para que los dominados acepten ser inferiores o ilegítimos, o podemos recurrir a la lógica específica de los usos y costumbres y las maneras de apropiarse de lo impuesto por las élites. Esta tensión entre estas dos formas de aproximarnos a la cultura popular utilizará estrategias que supongan lugares e instituciones con una cierta producción de normas y modelos que acumulen y capitalicen, y también usará las tácticas que, si bien no tienen un lugar propio, se asemeja más a la forma de hacer las cosas o de utilizar los recursos.

Las formas "populares" de la cultura, las prácticas de lo cotidiano en los consumos culturales pueden ser pensadas como tácticas productivas con sentido, pero de un sentido posiblemente extraño al que se propusieron sus productores16.

Chartier dedica los dos últimos apartados al análisis de la práctica de la lectura17. Pág. 51 Manuscrits nº 12, Gener 1994 "A una producción racionalizada, expansionista tanto como centralizada, ruidosa y espectacular, corresponde otra producción, calificada de 'consumición'. Esta es astuta y dispersa, pero se insinúa por doquier, silenciosa y casi invisible ya que no se señala mediante productos propios, sino en maneras de emplear los productos impuestos por un orden económico dominante" Michel de Certeau, L'ivention du quotidien, 1. Arts de Faire (1980). Nueva edición, París, Gallinard, 1990, p XLIX. Citado por Roger Chartier. 15 16

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En cuanto al carácter aparentemente sumiso y pasivo de la lectura, despierta un dinamismo inusitado para Chartier, que piensa que la determinación de imponer modelos culturales a la gente no garantiza la manera en que estos serán usados, adaptados y entendidos. La atención 'oblícua' o distraida que se hace de los textos de literatura popular, es un hecho fehaciente de que no todo es asimilado totalmente por los devoradores de estas publicaciones a lo largo del tiempo. Este proceso de resistencia a lo impuesto, se puede trasladar a otros momentos de la historia que a diferencia del siglo XX no tuvieron tal magnitud de cantidades de textos impresos.

Chartier utiliza la lectura como una de las fuentes ampliadas por Annales, como recursos legítimos para disponer. Estos documentos escritos, sus usos, y todos aquellos aspectos que pudieran dar evidencia útiles de investigación y de comprensión de lo estudiado dan buena cuenta de la forma de entender la cultura popular por parte del historiador, ya que nos hablan de sus usos y costumbres del mismo modo que lo harían los instrumentos de los músicos o las herramientas de los escultores. No es tan interesante el acontecimiento puntual o el individuo como protagonista, cuanto las estructuras y sociales que permiten responder a un problema o cuestión. Los textos no van a poder reproducir fielmente el pasado, pero permitirán interpretarlo, escribiendo la propia versión del fenómeno histórico sobre el que se trabaja, lo que constituye un acercamiento a la resolución de la cuestión planteada, tal y como se hace en las ciencias sociales o naturales.

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Apartado 4. Pág. 52, Manuscrits nº 12, Gener 1994. y Apartado 5, Pág 59. Ibid.

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