Comentario a La estructura del comportamiento de Maurice Merleau-Ponty

September 8, 2017 | Autor: Metzli Zarco | Categoría: Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, Percepción, Fenomenologia, Percepcion
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Descripción

UMSNH
Facultad de Filosofía "Samuel Ramos"
Seminario de Autores y textos VII: Maurice Merleau-Ponty
Profesora: Rosa Luisa Loya López
Alumna: Metzli Celeste Zarco Campos

Comentario al capítulo IV de La estructura del comportamiento

En este capítulo Merleau-Ponty elabora un lúcido ensayo sobre las cuestiones tocantes a uno de los dilemas más importantes heredados por la tradición filosófica: las relaciones entre el alma y el cuerpo. Lo lleva a cabo aludiendo no pocas veces a teorías precedentes entre las que se destaca la cartesiana por ser una de las formulaciones anteriores con mayor impacto en la historia de la filosofía. Al ser uno de sus más tempranos escritos se nota un Merleau-Ponty bastante más estricto aunque no menos discreto y penetrante.
Abunda en cuestiones del tipo conceptual y referencial aunque siempre partiendo de la primera persona singular para ahondar en las descripciones fenomenológicas de su objeto y en las conclusiones de éstas. Llama la atención que entonces considerara la vinculación entre "manifestaciones" y "cosas" como una relación originaria y fundante de un principio de realidad en la que la conciencia se comporta como engrane y la percepción como medio. Puesto que después manifestará que es la percepción la categoría que da sentido a las demás como cuerpo, conciencia, etc.
Critica fuertemente los extremos del intelectualismo y empirismo al ser uno fatuo y el otro bastante ingenuo. Se establecen los principios de lo que llamará la conciencia perceptiva o cuerpo encarnado, coqueteando con ideas como "realidad carnal", "conciencia ingenua" frente a la conciencia perceptiva, la cual además es el eje mediante el que se esclarece la no oposición entre el alma y el cuerpo.
Utiliza algunos casos de patologías del cuerpo para ejemplificar cómo se ve al cuerpo cuando éste enferma, que es cuando realmente se 'interpone' de alguna forma entre la conciencia que lo habita y él mismo como cuerpo meramente real o fisiológico. Rechaza contundentemente la visión del cuerpo como mero entramado de órganos funcionales o disfuncionales que conforman una representación fisiológica que no contribuye a la comprensión de su totalidad y tampoco da pauta a una visión unitaria sino que por el contrario es una visión particularista.
Lo que Merleau-Ponty busca es evidenciar el absurdo que se esconde detrás de lo que él llama el 'realismo filosófico de lo sensible' y también denunciar los resultados del pseudocartesianismo en las ciencias (el cual conduce a un idealismo igualmente parcial).
Se trata entonces de ver al cuerpo como un ente primariamente perceptivo que se encuentra en determinada posición frente a los demás objetos del mundo y que no necesita explicar esto abandonándose a la región de la res cogitans. Reivindica pues el valor del cuerpo y la percepción como génesis del conocimiento en lo que también es una crítica al positivismo, al mecanicismo de la ciencia y al realismo de la filosofía que no ve en los sentidos más que una fuente de error epistémico.

Concuerda con Kant en la idea de asociar el cuerpo al alma mediante un idealismo trascendental y un realismo empírico. La primera respuesta que da a esta asociación es, como él mismo lo admite, de corte intelectualista y tiene resultados interesantes porque se investiga la relación mente-cuerpo o la supuesta oposición entre lo trascendente y lo inmanente, mediante su vinculación sujeto-objeto y se concluye que el acto de conocer "no pertenece al orden de los hechos" sino que es una toma de posesión interna de los hechos a la manera de la reminiscencia platónica o la descripción fenoménica de Kant. Enseguida se demuestra que lo único que da sentido al conocimiento intelectual es la conciencia sensible.
"El cuerpo se une a la extensión cuya acción sufre y de la que no es más que una parte; la percepción se une al juicio que la subtiende" (pp. 279). Así pues se abre la pregunta sobre la verdad del naturalismo, porque una vez reconocido que existe sólo un ámbito en el cual el hombre se desarrolla y conoce al mundo circundante, puede empezar a hablarse seriamente sobre las posibles relaciones entre la materia, la vida y el espíritu: únicos y definidos posibles órdenes de significación no dicotómica ni oposicional.
Dado que estos tres órdenes son formas de unidad en torno a distintos 'mundos' tampoco existe ningún tipo de causalidad entre ellos, y cada uno de ellos se distingue por el grado de integración que guarde con los otros dos. Materia, vida y espíritu son: lo físico, lo vital y el individuo psíquico.


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