Coaliciones para el cambio ante la incertidumbre global

Ante las amenazas globales, la tarea consiste en cómo organizar a creyentes y no creyentes alrededor de un programa compartido de caminos de crecimiento y desarrollo más viables ética y ambientalmente. Algunas de las más efectivas formas de organización acostumbran venir de iniciativas ciudadanas a nivel local, capaces de poner en contacto las diferentes dimensiones – ecológica, económica y política – en un movimiento que busca resistir la pérdida de rumbo de un camino actual en el que las cosas y a cada uno se ve como una mercancía. No por casualidad estos movimientos – como en el excelente caso de la “organización comunitaria”15 – tienden a tener una dimensión pan-religiosa y en este sentido a transcender la instrumentalización moderna de la fe como un medio para el poder o la riqueza (o ambos a la vez). La “organización comunitaria” fue pionera en los EEUU e implica educar y preparar a los que la integran para que lleguen a ser líderes. Los líderes llegan a ser los co-creadores de organizaciones poderosas, amplias, diversas cultural, económica y religiosamente y con presencia en el vecindario y el lugar de trabajo. Estas organizaciones son autónomas y se gobiernan de forma democrática. En contraste con los movimientos centrados en un solo tema (como son numerosos nuevos movimientos sociales que aparecieron en los 90), las organizaciones basadas en el vecindario – y el lugar de trabajo – son multifacéticas, orientadas a la acción y dirigidas por un amplio equipo de dirección. La principal tarea de los líderes es reclutar, educar y desarrollar a nuevos líderes que construyan relaciones capaces de sostener y hacer crecer organizaciones orientadas a la calidad de vida.