Clonar o no clonar: esa es la cuestión (III). Transgénesis y clonación de individuos

June 16, 2017 | Autor: E. Héctor Ardisana | Categoría: Genetic Engineering, Transgenics, Cloning
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ARTÍCULO

Clonar o no Clonar: Esa es la cuestión (III) Transgénesis y clonación de individuos Eduardo Héctor O.B. ACTAF Facultad de Agronomía, Universidad Agraria de La Habana, [email protected]

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n organismo transgénico u organismo genéticamente modificado (OGM) es aquel al que se ha introducido un gen procedente de otro organismo, de su misma especie o de otra, a fin de mejorar o cambiar caracteres existentes o introducir nuevos. Se considera que la transgénesis ha tenido éxito cuando el OGM es capaz de expresar el carácter introducido o modificado. La naturaleza de los resultados que produce la ingeniería genética, y las características de los nuevos individuos, han generado una polémica mundial. ¿Cuáles son las bondades de estas tecnologías, y cuáles son los riesgos a los que nos enfrenta la modificación del genoma de los organismos vivos?.

Artículo

A favor de la transgénesis, hay que aclarar desde un principio que la ingeniería genética sí es eficaz en la solución de los problemas que se propone. Lejos quedaron los tiempos en que se comenzaba a experimentar para tratar de transformar el genoma de plantas y animales. En nuestros días, los laboratorios logran modificar la información genética (fundamentalmente en las plantas), introduciendo genes de otras especies y logrando que el carácter deseado se manifieste in vitro e in vivo. De ahí que estas tecnologías puedan ser una solución a determinados problemas en la agricultura, la alimentación y la industria farmacéutica. En cuanto a las adversidades que puede acarrear el empleo de la ingeniería genética (y sobre todo su utilización indiscriminada e irresponsable) el asunto debe enfocarse desde varios puntos de vista.

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En primer lugar, está el problema de la biodiversidad. La creación de individuos modificados para determinado carácter les confiere una ventaja evolutiva sobre sus semejantes que no poseen esta defensa. Los OGM podrían reproducirse mezclándose entre sí, y dar lugar a nuevas combinaciones de genes que en su conjunto resultarían

impredecibles. A esto se une la posibilidad de cruzamientos espontáneos entre ambas clases de organismos (transgénicos y no transgénicos) de lo cual resultarían alteraciones en el genofondo de las especies actuales y desequilibrios ecológicos sustanciales. Grandes cantidades de dinero han sido invertidas en este tipo de proyectos por compañías productoras de herbicidas y otros agroquímicos como Monsanto, Rhone-Poulenc y otras. Estas empresas han logrado ya algunas variedades transgénicas de soya, maíz, algodón y otras especies, que poco a poco están introduciendo en el mercado. En 2001, en el mundo se cultivaban alrededor de 52 millones de hectáreas de OGM. Una vez descrito el conflicto ecológico, analicemos la dependencia económica que pueden crear estos organismos. Las transnacionales controlan la semilla de los OGM y las venden a los productores bajo contratos leoninos; entre las estipulaciones de los contratos de Monsanto para su soya transgénica están, por ejemplo: el productor no puede utilizar su cosecha como semilla en sus plantaciones futuras; no puede vender su cosecha como semilla a otro granjero; es responsabilidad del granjero si el comprador de su cosecha la emplea como semilla en violación de lo anteriormente descrito; Monsanto tiene derecho a inspeccionar cuando quiera el cumplimiento de las bases de este contrato. A cambio, Monsanto garantiza el suministro de semilla de calidad y herbicidas a precios preferenciales a estos granjeros. Para controlar aún más las posibles evasiones de la ley, se creó la tecnología “Terminator” que incluye en el genoma de algunas especies la esterilidad de la semilla en la segunda generación. Esto impide que los productores puedan utilizar parte de la cosecha como semilla para la próxima siembra. Junto con la necesidad de comprar los herbicidas que necesita el OGM en cuestión, se crea una dependencia económica que pocos pueden soportar.

La clonación se ocupa de la reproducción masiva de plantas o animales idénticos desde el punto de vista genotípico a otra planta o animal. En las plantas, este tipo de reproducción se hace desde tiempos inmemoriales (especies como la caña de azúcar o la papa se propagan tradicionalmente en la agricultura por esta vía) o en laboratorios de cultivo in vitro y, aparte de los problemas que se han referido en cuanto a la producción de semilla biotecnológica, no parecen causar demasiada preocupación en la actualidad. En cuanto a la clonación de animales y seres humanos, la situación es completamente diferente. Cuando hace pocos años, mediante la aplicación de las técnicas biotecnológicas más novedosas, el nacimiento de la oveja Dolly se hizo noticia en la prensa del mundo entero, éste se conmocionó: el camino estaba abierto para nuevos (y no muy confiables) experimentos. En efecto, sólo unos meses después el jefe de un grupo científico norteamericano anunció que para 1998 su laboratorio estaría en condiciones de iniciar los primeros experimentos de clonación de seres humanos. A fines de 2002 Clonaid, empresa científica-comercial al servicio de la secta religiosa de los Raelianos, anunció el nacimiento de Eva, la primera bebé clonada, y pronosticó al menos otro para inicios de 2003 (hasta el momento no han presentado pruebas científicas al respecto y muchos creen que se trata de una farsa). La mera perspectiva de que esto pueda volverse una práctica común en los seres humanos ha provocado una violenta controversia que se presenta bajo los más disímiles matices. Líderes de diferentes denominaciones religiosas se oponen, afirmando que sólo Dios es dueño de la facultad de dar vida a un hombre; numerosos científicos se preocupan por cuestiones técnicas relativas a la salud de los nuevos seres, basados en las anomalías detectadas durante los ensayos en animales; gran cantidad de personas y organizaciones plantean que la clonación indiscriminada puede acarrear toda una serie de conflictos políticos, económicos y legales; otros, en fin, temen que esto añada un nuevo punto de discordia a la seguridad de un mundo cada vez más inestable y unipolar, en el que tantos conflictos se resuelven por la vía de las armas.

Algunos países han dictado ya legislaciones prohibiendo terminantemente la realización de experimentos de clonación de seres humanos. No obstante, siempre hay una forma de evadir este tipo de prohibiciones: trasladar los laboratorios hacia países que no han legislado nada sobre el caso, de la misma forma en que hoy se sitúan las fábricas contaminantes en países del Tercer Mundo, o se ensamblan televisores en naciones en que la mano de obra es más barata. La situación actual nos pone en una disyuntiva que tiene mucho que ver con el monólogo de Hamlet: Clonar o no clonar...esa es la cuestión. ¿Es la solución la prohibición total de los experimentos de transgénesis y clonación? ¿O quizás el otro extremo, cerrar los ojos a lo que pueda suceder y permitir que nuestros hijos carguen con el resultado de nuestras irresponsabilidades? Considero que no; en este problema, como en tantos otros de la ciencia y la vida modernas, no existen tonos blancos ni negros, sino grises. La solución está en establecer un compromiso entre lo que se investiga y lo que se libera para ser empleado por el hombre en los procesos productivos. La historia de la humanidad está marcada por las contradicciones en el terreno de la ciencia. Cada nueva invención ha sido impulsada por el fervor de los entusiastas y ha tropezado con la resistencia de los incrédulos. A la larga, los hallazgos e inventos verdaderamente valiosos se han impuesto por sí solos. No obstante, debemos recordar que son en definitiva los seres humanos los que hacen su historia y determinan su destino, movilizando para ello las fuerzas productivas y sociales en constante lucha y actividad. Son, por tanto, los hombres, las instituciones científicas, los gobiernos, los que deben decidir con sabiduría, responsabilidad y buen juicio hasta dónde podemos llegar en este camino. El futuro, biotecnológico o no, está en nuestras manos: somos nosotros los que debemos decidir cómo será el mañana. BIBLIOGRAFÍA Altieri, M. (2002): Los Mitos de la Biotecnología Agrícola: Algunas Consideraciones Eticas. http:// ww2.grn.es/avalls/mitos/htm James, C. (2001: Global Review of Commercialized Transgenic Crops. ISAAA Briefs, ISBN 1-892456-28-1, Ithaca, NY, 20 pp. Potrykus, I. (2001): Golden Rice and beyond. Plant Physiol. 125: 1157-1161. Sasson, A. (2001): Cultivos transgénicos: hechos y desafíos. Elfos Scientiae, La Habana, Cuba, 377 pp. Zavos, P. y S. Antinori (2002): Human cloning commentary. http://www.ReproductiveCloning.net

Agricultura Orgánica 2 / 2003

En muchos países, la preocupación de los gobiernos y de grupos protectores del medio ambiente ha logrado la aprobación de leyes que regulan la experimentación con estos tipos de organismos y su liberación al ambiente natural. Más difícil es, sin duda alguna, competir contra los gigantes del mercado de semillas e insumos agrícolas, que llevan ventaja en la producción de estos rubros y pueden maniobrar con las políticas de precios y la extorsión económica.

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